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Universitas Psychologica

Print version ISSN 1657-9267

Univ. Psychol. vol.12 no.4 Bogotá Oct./Dec. 2013

 

"No quiero que usted sea así" Macro y microdiscursos que posicionan a los sujetos laborales que trabajan en las calles de Bogotá*

"I don't want you to be so". Macro and micro'discourses that position to the laboral subjects who work on Bogotá streets

María Claudia Peralta Gómez**
Cesar Augusto Bernal T.***
Universidad de la Sabana, Bogotá, Colombia

*Este artículo es resultado de algunos datos recogidos en el proyecto PSI-42-2011: "Constitución de subjetividades en trabajadores informales", financiado por el Fondo Patrimonial de la Universidad de La Sabana. La correspondencia relativa a este artículo debe ser dirigida a María Claudia Peralta-Gómez.
**Universidad de la Sabana, Bogotá, Colombia. Facultad de Psicología. Km. 7. Campus del Puente del Común - Chía. E-mail: claudia.peralta@unisabana.edu.co
***Universidad de la Sabana, Bogotá, Colombia. Profesor investigador en la Escuela Internacional de Ciencias Económicas y Administrativas-EICEA. E-mail: cesar.bernal@unisabana.edu.co

Recibido: marzo 4 de 2013 | Revisado: julio 30 de 2013 | Aceptado: septiembre 1 de 2013


Para citar este artículo

Peralta, M. C. & Bernal, C. A. (2013). "No quiero que usted sea así". Macro y microdiscursos que posicionan a los sujetos laborales que trabajan en las calles de Bogotá. Univer-sitas Psychologica, 12(4), 1141-1154. doi:10.11144/ Javeriana.UPSY12-4.nqqu


Resumen

Enmarcado en la teoría de posicionamiento, este estudio examina la construcción de subjetividades laborales de trabajadores informales. Se entrevista a 14 hombres y 14 mujeres, trabajadores por cuenta propia que laboran en las calles de la ciudad de Bogotá ofreciendo productos o servicios, y que no están cubiertos por la seguridad social. Se indaga por las experiencias y prácticas en el trabajo, a partir de lo cual se interpretan los discursos como espacios de poder en la construcción de la subjetividad, teniendo en cuenta los macrodiscursos como marcos globales y los microdiscursos como referentes de la cotidianidad. Los resultados se interpretan a partir del análisis del discurso y por comparación y contraste de patrones de posicionamiento de los sujetos. Se encuentran diferentes discursos entre hombres y mujeres que los posicionan como independientes, conformes, excluidos, apreciados y a la vez discriminados y ejemplo de lo que no debe ser un trabajador.

Palabras claves autores: Informalidad, subjetividad laboral, teoría de posicionamiento, macrodiscursos, microdiscursos, Colombia.

Palabras clave descriptores: Psicología social crítica, investigación cualitativa, discursos.


Abstract

Enclosed in the positioning theory, we examine the construction of labor subjectivities among women and men in their informal jobs in the streets of Bogota. 14 men and 14 women were interviewed. Their experiences and worries at work are investigated. Initially, the macro discourses as construction power spaces are proposed in the construction of subjectivity and its connection with the micro discourses found in the everyday jobs of the workers. Results are analyzed by comparing and contrasting the different positioning patterns in the mentioned discourses. Different discourses among men and women are found different, positioning them as independent, conformists, excluded, appreciated, and discriminated at the same time, and an example of how a worker should not be.

Key words authors: Informal job, labor subjectivities, positioning theory, macro discourses, micro discourses, Colombia.

Key words plus: Critical Social Psychology, Qualitative Research, Discourses.


Introducción

Este artículo hace uso de las perspectivas de las teorías de la psicología social crítica, particularmente de la teoría del posicionamiento de Davies y Harré (1990), para abordar el estudio de un fenómeno de gran magnitud en las economías capitalistas, la informalidad laboral, el cual alcanzó en Colombia en diciembre de 2012 un nivel de 51.3% (Departamento Administrativo Nacional de Estadística [DANE], 2013), cifra que da cuenta de que de cada 10 trabajadores, 5 se encuentran en condiciones de informalidad.

El estudio adquiere relevancia porque al abordar la subjetividad toma en cuenta la voz de los trabajadores, interpreta los discursos que aparecen en determinadas condiciones de trabajo y a la vez ilumina la realidad social en constante cambio, señalando las posibilidades de transformación del mundo laboral (Peralta-Gómez, 2009). También resulta importante porque cuestiona algunas de las nociones tradicionales sobre los trabajadores informales, presenta referentes en los que se identifican discursos que enfatizan la exclusión y plantea la necesidad de repensar las ideas dominantes acerca de lo que significa ser trabajador en la informalidad. Adicionalmente, da cuenta de un fenómeno común en América Latina donde se dan formas particulares de trabajo que en general han sido poco estudiadas por la psicología (Spink, 2011).

En este contexto, se proponen tres objetivos. El primero, destacar los vínculos teóricos entre el estudio de la informalidad y la teoría de posicionamiento de Davies y Harré (1990). El segundo, identificar los macrodiscursos acerca de ser trabajador informal dentro de la ideología dominante del empleo. El tercero da cuenta de la subjetividad laboral, a partir de los microdiscursos y posiciones de los trabajadores en labores de informalidad.

Las posiciones de sujeto, los discursos y la subjetividad

Los aportes de la Teoría de Posicionamiento (Davies & Harré, 1990), para la comprensión de la subjetividad laboral de los trabajadores informales, parten del concepto de "posición", que ayuda a focalizar la atención en la subjetividad, como constructo dinámico y modificable en los encuentros con los otros, en el lenguaje y en las conversaciones, es decir, da cuenta del carácter relacional y no esencialista de la subjetividad.

Harré, Moghaddam, Cairnie, Rotbarth y Sabat (2009) definen la "posición que alguien parece ocupar" como aquellas prácticas que dan cuenta de lo que una persona considera que "puede hacer y no puede hacer" en determinados momentos, según los discursos y contextos en los que se desenvuelve. Dichas posiciones están constituidas por derechos y obligaciones, proporcionados por los discursos socialmente establecidos que se encuentran disponibles en el contexto cultural. Estas posiciones son generadas por el "paisaje moral" (normativo) local, es decir, surgen de lo establecido social y culturalmente como adecuado o no, para ciertos contextos. Este paisaje moral se da en prácticas implícitas y explícitas, tales como resaltar a algunos y excluir a otros, otorgarles tareas, alabarlos o no, y así sucesivamente (Harré & Van Lagenhove, 1999). De allí que la Teoría de Posicionamiento se enfoca en analizar los discursos que portan los derechos y deberes que la gente cree se les dice o se les sugiere que ejerzan y por los cuales se sienten obligados a decir y hacer lo que se considera adecuado o no. Al hacer el análisis de lo que las personas dicen o hacen, como prácticas, se extrae lo que estos autores denominan la "posición de sujeto".

Los discursos, según Iñiguez y Antaki (1994) citados por Íñiguez-Rueda, Martínez-Guzmán y Flores-Pons (2011), son "un conjunto de prácticas lingüísticas que mantienen y promueven ciertas relaciones sociales" (p. 63). En el discurso, las ideologías y otros elementos culturales se desarrollan, modifican y expresan (Alvesson & Kárreman, 2011). Los discursos representan cómo son las cosas y cómo deben ser, y proporcionan imaginarios de cómo podrían o deberían ser estas cosas (Fairclough, 2003, p. 207). Tales "imaginarios" o "mundos posibles alternativos" contienen el potencial de ser materializados a través de las diversas maneras de producción sociocultural y de las prácticas (O'Reilly & Redd, 2011).

Los discursos están enmarcados en lo cultural y en contextos locales, y en ellos pueden aparecer gran variedad de posibles significados para las prácticas (Alvesson & Kárreman, 2011). Su análisis consiste en estudiar cómo actúan estas prácticas en el presente manteniendo y promoviendo ciertas formas de relación: "es sacar a la luz el poder del lenguaje como una práctica constituyente y regulativa" (Iñiguez & Antaki, 1994 en Iñiguez-Rueda et al., 2011, p. 63).

Alvesson y Kárreman (2000, 2011) dividen los discursos en: a) macrodiscursos-D, entendidos como formas de pensamiento y de lenguaje que han sido estandarizadas e incorporadas por la mayoría como formas de razonamiento para ciertos tipos de fenómenos, y que constituyen el mundo social; b) microdiscursos—d, que corresponden a textos sociales más detallados e incluidos en el habla de contextos locales. En el proceso de análisis de los discursos, se puede ir desde los macro-D hasta los micro-d. Así, para esta investigación, los macro-discursos comprenden las formas hegemónicas de entender la informalidad y los microdiscursos-d, la manera en que los sujetos experimentan su vida cotidiana en el contexto de trabajo. Ambas clases de discursos (D y d), son organizados e integrados por las culturas, y representan un medio muy importante por el cual las culturas se construyen, se reproducen, se cuestionan y se modifican.

El discurso y el poder se entrecruzan y vinculan a la construcción de realidades sociales. Los macrodiscursos "D como compromiso ideológico inevitablemente se insertan en los aspectos relacionados con el poder y la hegemonía, los cuales comportan un interés particular para los estudios y los análisis críticos" (Bargiela-Chiappini, 2011, p. 179). El poder, según Scott (2008), "en su sentido más general, se puede ver como la producción de efectos causales, y el poder social es el uso intencional de un agente de esos poderes para afectar la conducta de los otros agentes" (p. 29). Estudiar el poder, desde la perspectiva de Scott, es destacar su aspecto facilitador o "productivo"; esto indica que las relaciones de saber/poder constituyen prácticas que regulan el quehacer; establecen las formas de actuación que se consideran adecuadas o no; explicitan lo que es correcto y lo que es cierto; benefician a algunos grupos y tienen consecuencias para otros, dependiendo de cada punto de vista. Es decir, formas de saber/poder que de alguna manera conducen al trabajador a "hacer" y "ser" lo que "es" (Cabruja, 2005).

Tanto las posiciones de sujeto como los discursos se encuentran entrelazados en la subjetividad. Por esto, a partir de Davies y Harré (1999) y Harré et al. (2009), en este estudio se asume la subjetividad del trabajador como la manera en que los trabajadores se posicionan e interpretan sus propias experiencias y acciones, y de los patrones discursivos como patrones de normas que se empleen para dar sentido a sus acciones y a las de otros. Para asumir estas posiciones de sujeto, los trabajadores utilizan los discursos disponibles en el contexto, los cuales les señalan lo que es o no adecuado para ellos como trabajadores, lo que pueden o no reclamar o ser tomado para construirse y a la vez desplazarse entre diferentes posiciones de sujeto en su vida cotidiana (O'Doherty & Davidson, 2010). La subjetividad laboral se forja como una forma de actuar y de relacionarse en espacios laborales (Gutiérrez-Lozano, 2006). Adicionalmente, en estos escenarios de interacción, las personas trabajadoras pueden negociar, desafiar o rechazar los límites impuestos por los discursos o actuar de conformidad con estos (Davies & Harré, 1999; Harré et al., 2009).

Algunos investigadores describen una variedad de maneras en las que los participantes pueden asumir su subjetividad: Alvesson y Sveningsson (2003); Leclercq-Vandelannoitte (2011); Malhi, Boon y Rogers (2009); Tuori y Vilen (2011). Estos investigadores interpretan y describen las experiencias y acciones de los participantes, y las toman como "posiciones de sujeto". Para interpretar estas posiciones de sujeto se identifican los discursos socialmente disponibles y los dispositivos de poder que los participantes en los diferentes estudios utilizaron para apoyar sus posiciones o para, de manera dinámica, adoptar o rechazar ciertos discursos acerca de cómo deben ser o actuar como personas. Así, la subjetividad, en estos estudios, se comprende como estas diversas posiciones y experiencias que asumen los trabajadores en relaciones de poder.

Los macrodiscursos sobre informalidad

Estudiar los macrodiscursos sobre la informalidad permite entender la articulación entre los discursos y las posiciones de sujeto como constructores de subjetividad, en la medida en que estos funcionan para mantener las ideologías hegemónicas de cómo debe ser y no ser un trabajador y de cómo estos deben comportarse dentro del sistema económico capitalista (Sandlin, Stearns, Maudlin & Burdick, 2011).

Examinar históricamente las formas en que algunos discursos sobre los trabajadores informales son privilegiados sobre otras formaciones potenciales —propósito de esta parte del artículo— significa analizar relaciones de poder, en el que el discurso sobre el trabajo como una de las tecnologías desarrolladas por la modernidad capitalista resulta una forma de control de los trabajadores (Cabruja, 2005).

El término de trabajo informal fue introducido por Hart (1970), quien denominó sector informal al tipo de trabajo que se llevaba a cabo en Ghana, África, país donde realizó un estudio sobre la economía en el que observó un desbalance entre salario y necesidades monetarias del subproletariado urbano. En 1972, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) hizo referencia al trabajo informal como "sector no estructurado", comprendiendo aquellas actividades de los trabajadores pobres que no tienen ni reconocimiento ni registro ni protección o regulación de parte de las autoridades públicas. A partir de entonces, han sido numerosos los documentos de la OIT en que se ha utilizado esta expresión, donde el concepto de sector informal es presentado de manera opuesta al "sector moderno de la economía" (Daza, 2005), y significado como un fenómeno distorsionado del mercado de trabajo, con una connotación de atraso y de falto de desarrollo en la que se ha venido entendiendo el trabajo informal (Tunal, 2010).

En los años ochenta, en general se denominaba economía informal al grupo económico que no pagaba impuestos, no era monitoreado por el gobierno, no se incluía dentro de las mediciones del producto interno bruto y se diferenciaba del sector formal que sí cumple con estos parámetros (De Soto, Ghersi & Ghibellini, 1986). Es a partir de los años noventa, cuando cobran interés las mediciones sobre el trabajo informal, especialmente en los denominados países en desarrollo, en los que este tipo de trabajo representaba, en ese momento, más de las tres cuartas partes del empleo urbano (Cuarto Foro Internacional sobre la Pobreza Urbana [CFIPU], 2001). En estos años, este tipo de actividad adquiere relevancia en el contexto de los países, pero ante todo como condición problemática y propia de las sociedades consideradas en vía de desarrollo.

En estos años se evidencia la visión diferenciada entre países desarrollados o de alto nivel económico y aquellos con bajos niveles del mismo. En estos últimos, enfocarse en el "trabajo moderno" o empleo es considerado de gran importancia para lograr la modernización, a la vez que juega un papel clave en la forma en que las personas se relacionan con el mundo y en la clasificación de las sociedades (Pulido- Martínez, 2007). Así, Cherns (1984) citado por Pulido- Martínez (2007) postula que las sociedades no desarrolladas conservan maneras "tradicionales" de organizar el trabajo, mientras que las sociedades "modernas" instauran sus procesos productivos alrededor del empleo y en las relaciones formales entre empleador y empleado.

Igualmente Beck (2000) citado por García (2010) dice: "el trabajo asalariado estable y formalizado (como obrero o empleado) es en Sudamérica experiencia de solo una minoría, aclarando que (...) en estas partes del mundo no se puede hablar propiamente de trabajo <normal>, (...)" (p. 111). Así se proclama este macrodiscurso que establece de forma implícita (Pulido-Martínez, 2007) que lograr relaciones laborales formalizadas y contar con trabajos "normales", así como una sociedad centrada en empresas y empleados, se convierte en requisito para alcanzar la completa y moderna ciudadanía en las sociedades en desarrollo, es decir "atrasadas".

Tradicionalmente, la economía informal se percibe como una de las principales actividades de supervivencia, a la vez que se utilizan características negativas para describirla (Becker, 2004). Este tipo de actividad se ha asociado a situaciones atípicas y diferentes a las formas de trabajo propias de los modos de acumulación de capital, denominándolo como economía subterránea, economía no regulada, economía marginal, economía ilegal, economía no declarada y, en general, una gama de acepciones que tratan de evidenciar un conjunto de actividades con bajos niveles de ingreso, que se aglutinan en microempresas precarias sustentadas en el trabajo familiar (CFIPU, 2001; Daza, 2005; Tunal, 2010).

En estas connotaciones negativas, se propone un sujeto trabajador que no logra insertarse en el circuito económico de la empresa moderna y por tanto lograr el ideal del "hombre moderno", es decir, "de empleado". Un sujeto que resulta ser aquel que no ha alcanzado las características particulares que le permiten participar activamente en la vida de las empresas para alcanzar su cometido (Pulido- Martínez, 2007), de manera que es rechazado, invisibilizado, señalado y excluido de la sociedad. Y es precisamente, el escenario geopolítico en el cual se empieza a utilizar la expresión países en vía de desarrollo (Escobar, 2007), el que marca el significado de esta actividad informal y encubierta, al punto de que este término influye en la profundidad de fenómenos y condiciones que son vistos con características coincidentes de manera negativa, pero que no son necesariamente afines (Perone, 2007).

Adicionalmente, la mayoría de estudios sobre trabajadores, incluso los realizados desde la psicología organizacional, se centran en el trabajo formal, y aun aquellos que se enfocan en el trabajo informal desconocen los contextos, los lenguajes, los sistemas políticos e, indudablemente, la cultura en general, por lo cual ocultan las diferencias fundamentales de las poblaciones afectadas con la desigualdad de ingresos, la carencia de oportunidades tanto para el acceso a la educación como a los servicios de salud e infraestructura (Pulido- Martínez, 2007).

En este recorrido, se ha destacado cómo los macrodiscursos acerca de la informalidad laboral constituyen a los sujetos y establecen mecanismos de poder y dominación que parten desde la geopolítica y de las sociedades denominadas desarrolladas.

Método

Participantes

A fin de dar cuenta de la subjetividad laboral a partir de los discursos y posiciones de los trabajadores en labores de informalidad, esta investigación, que por la naturaleza del tema es de carácter cualitativa, fue realizada mediante entrevistas a un grupo 28 personas (14 hombres y 14 mujeres) que realizan actividades económicas informales en las calles de Bogotá. Actividades que, según Flórez (2002), corresponden al grupo ocupacional informal, llamado subsector de subsistencia, compuesto por trabajadores por cuenta propia que laboran en las calles de la ciudad ofreciendo productos o servicios, con alta concentración en el comercio al detalle (tiendas o puestos en la calle), y que no están cubiertos por la seguridad social.

Recolección de los datos

La recolección de la información se realizó mediante una guía de entrevista semiestructurada, diseñada específicamente para este estudio, que fue previamente revisada por cinco jurados y validada mediante aplicación directa por parte de los autores de la investigación a una muestra piloto de personas que realizan su actividad laboral en las calles de Bogotá. Los participantes fueron contactados en sus sitios de trabajo, después de informarles sobre el objetivo del estudio y de solicitar su colaboración voluntaria para la realización de la entrevista, se les entregó el consentimiento informado, asegurándoles la confidencialidad y el uso de la información con fines eminentemente académicos.

Las entrevistas se enfocaron en indagar sobre los siguientes aspectos: tipo de trabajo, razones para iniciarlo, razones para permanecer o para cambiar de trabajo, factores positivos y negativos de su actividad, principales preocupaciones y riesgos que experimentan, relaciones con los clientes, las autoridades y con otros trabajadores, y la visión de su futuro.

Estas entrevistas, con una duración promedio de 45 minutos cada una, fueron grabadas y posteriormente transcritas. Adicionalmente, y con la intención de entender el contexto del trabajo, se realizaron varias observaciones del sitio en donde estas personas realizan sus actividades: zona norte de la ciudad, cerca a una de las principales estaciones del servicio de transporte público, lugar que concentra una gran cantidad de vendedores en la calle y zona centro de la ciudad, en calles aledañas a una reconocida universidad y a un hospital, por donde diariamente circula gran cantidad de gente.

Análisis de los datos

Para el análisis de los datos recogidos en esta investigación, se utiliza el análisis del discurso (AD) que posibilita enfocarse e ilustrar las actividades y rutinas del día a día tales como conversaciones y textos; permite una interpretación más rigurosa y fundamentada, precisamente porque se basa en elementos que están disponibles para la investigación empírica (Alvesson & Kárreman, 2011).

Así, el AD según Potter y Wetherell (1994 citados por Pulido-Martinez, Auza & Ruiz, 2005) consiste en la habilidad del investigador para analizar los discursos en la situación social que se estudia. Examina críticamente el lenguaje, ayuda a revelar nuevos significados y proporciona oportunidades para explorar la relación entre el lenguaje y la ideología dominante (Horsfall & Cleary, 2000).

En este sentido, el análisis se hizo en varias etapas, según propuesta de García y Hardy (2007): la primera consistió en analizar el conjunto de las entrevistas e identificar patrones de relación entre las partes y el todo. Para ello, se codificó el conjunto de las respuestas del total de las entrevistas mediante el uso del software denominado Atlas Ti-7, logrando una primera categorización (Saldaña, 2009), que incluyó las categorías correspondientes a las preguntas de las entrevistas. En una segunda etapa, se identificaron los personajes del relato, es decir, los personajes de quien se hablaba: relatos sobre sí mismo como trabajador, sobre los otros trabajadores, los clientes, las autoridades y el trabajo, mencionados en cada entrevista. Este proceso fue altamente interactivo e inductivo, regresando atrás y adelante en los datos para identificar los discursos que podían ser comparados y agrupados de manera significativa. En la tercera etapa, se seleccionaron los discursos más comunes encontrados en los relatos y se analizaron para encontrar rasgos de similitud y/o de diferencia, a fin de establecer relaciones sistemáticas de posición de sí mismo y de otros: frente al trabajo, los otros trabajadores, los clientes y las autoridades. Por último, se interpretaron los discursos (macro y micro) en general y por género, al igual que la manera como se sitúan los hablantes en diversas posiciones y así se estableció la construcción de las diferentes subjetividades.

Resultados

Los resultados que se muestran a continuación parten de la interpretación que se llevó a cabo y son presentados como microdiscursos, macrodiscursos y posiciones de los sujetos, en general y por género. De esta forma se vincula la teoría del posicionamiento con los discursos acerca del trabajo informal, como constitutivos de la subjetividad.

Los discursos en general

Algunos micro y macrodiscursos se pueden interpretar de manera conjunta tanto para hombres como para mujeres, dando cuenta de las posiciones de sujeto asumidas por los participantes.

La discriminación: "No quiero que usted sea así" y la exclusión En el grupo de hombres, se identifica el microdiscurso de la discriminación, en expresiones como las siguientes: "Hay unos que cuando pasan tanto por aquí, que ni lo quieren ver a uno"; "Yo creo que me utilizan para ejemplo, para unos decirle a otros: 'no quiero que usted sea así'"; "Lo discriminan, que porque uno trabaje en la calle piensan que uno es pobre".

Las mujeres, también pero menos que los hombres, identifican que la sociedad no sabe valorar su trabajo y las discrimina. Así expresan: "Las personas que pasan por aquí a veces me tratan fuerte, piensan que uno trabaja en esto porque es fácil y porque uno es vago"; también dicen: "Muchas veces, piensan que está bien. pero otras piensan que es denigrante y así quieren tratarlo a uno". Este microdiscurso se vincula con macrodiscursos de exclusión, subvaloración y en general una visión negativa del trabajador informal.

Por tanto, este conjunto de trabajadores se posiciona como denigrados, discriminados y excluidos de la sociedad que no parece comprender su condición y como ejemplo que la sociedad utiliza para señalar lo que no se espera de un trabajador. Se sienten señalados por la sociedad, los colegas y, en algunos casos, por los propios familiares.

La necesidad de sobrevivir y el derecho al trabajo

Los hombres consideran este trabajo como la posibilidad para sobrevivir y, por lo tanto, les gustaría que instituciones como la Policía les facilitaran el desarrollo de su labor; al respecto uno de los participantes dice: "Es muy jarto que la policía nos persiga todos los días". Para ellos, realizar esta actividad resulta una única opción, debido a que no tienen capacitación y porque se les niegan las posibilidades, a pesar de que algunos quisieran cambiar de trabajo: "Pues me gustaría cambiar pero uno no sabe hacer más".

Otros, por el contrario, expresan satisfacción y gusto por su trabajo. En efecto, fueron usuales expresiones como: "Me siento feliz haciendo el trabajo que hago"; o como: "Sinceramente a mí me gusta todo lo que hago, si a uno no le gusta, uno no vende nada". En tal sentido, el trabajo es identificado como la oportunidad para obtener el sustento y también como algo que se disfruta.

Al igual que los hombres, las mujeres destacan que trabajan por necesidad, porque no tienen más oportunidades y por ello señala una participante: "Obviamente para la gente trabajar informal, no es bien, la gente siempre reprocha eso, porque piensan que uno no estudió, pero no saben que muchas personas que estamos en esto también hemos estudiado, sino que, por necesidad estamos en esto, además este es un estilo de vida".

De manera similar para hombres y mujeres se hace presente el macrodiscurso del derecho al trabajo: "Ellos piensan que uno está trabajando y no le está haciendo mal a nadie y que como tal todos tenemos derecho al trabajo". Derecho que está presente en la sociedad moderna, que señala la oportunidad que deben tener todos los ciudadanos y que (se supone) debe garantizar el Estado.

Así, este grupo se posiciona como trabajadores con derechos, pero también como limitados por la sociedad al señalar que esta actividad es su única oportunidad en la medida en que se les niegan otras opciones que les permitan cubrir sus necesidades y que a la vez resulten menos duras. Por ello mismo, esperan ser respetados y reconocidos por los demás.

Discursos por género

Micro y macrodiscursos más frecuentes entre los hombres: la independencia y el emprendimiento

Los hombres enfatizan como microdiscurso de su actividad informal la posibilidad de trabajar de forma independiente y con flexibilidad en sus horarios laborales; así señala un participante: "Puedo decidir la hora de iniciar y terminar mi trabajo". Se consideran dueños de su actividad económica y con la libertad para la toma de decisiones en esta; en tal sentido, dicen los trabajadores: "Trabajo en lo que es mío", "Yo mismo tomo las decisiones de qué y cómo hacer las cosas, sin que nadie me esté mandando". Así se interpreta el microdiscurso de la autonomía y el deseo de trabajar para sí mismo.

De otra parte, reconocen que las actividades en las que laboran son riesgosas e inciertas y que demandan mucho esfuerzo para salir adelante. A este respecto, se recogieron expresiones como: "(...) es molesto llegar a la casa sin producido y que un hijo requiera algo y que uno no pueda tener con que comprarle lo que necesita" o "Muchas veces me siento agotado, pero como tengo familia debo continuar".

Lo anterior aparece ligado al macrodiscurso del emprendimiento, en el cual se exige a los trabajadores tener iniciativa, lograr las cosas por sí mismos y luchar de manera autónoma e independiente, como única forma de salir adelante.

Este grupo de hombres se posiciona como emprendedor porque tiene que ser creativo, constante y arriesgado para sacar el negocio adelante, asumir sus propios riesgos y manejar su tiempo y sus decisiones; al respecto afirman: "Aquí uno tiene que ser creativo y muy arriesgado con los negocios y si no, no sale adelante"; "Yo pienso que es gente excelente y gente echada parlante, porque pues uno está realmente trabajando en el espacio público y eso es ser verraco".

Micro y macrodiscursos más frecuentes entre las mujeres

Se encuentran algunas diferencias entre lo expresado por los hombres y por las mujeres. Las mujeres enfatizan como aspectos relevantes de su trabajo, la posibilidad del manejo del tiempo y una oportunidad ante la dificultad de encontrar un trabajo formal.

Tiempo para la familia y la mujer cuidadora

Las mujeres valoran la independencia que les brinda su actividad actual, en términos de la posibilidad de aportar económicamente, sostener y compartir con la familia, en particular con los hijos —que son vistos en los trabajos formales como una dificultad— y en muchos casos obtener mayores ingresos. Ejemplos de esto son: "Es una oportunidad de trabajo ya que las empresas no dan trabajo a muchas mujeres por los hijos o por la educación"; "Económicamente me va mejor que ser empleada y ganarme un mínimo; además, tengo tiempo para estar con mi hija que está entrando en la etapa de la preadolescencia"; "Tengo tiempo para hacer mis vueltas y nadie me va a decir ¿para dónde va y usted por qué no vino a trabajar?" o "Por la edad no me daban trabajo en ningún lado y se me ocurrió esta idea". De esta forma, ven su trabajo como el medio para construir el futuro para su familia y en particular para sus hijos. Consideran que con el producido de su trabajo le podrán pagar el estudio a sus hijos, para que ellos vivan una vida mejor que la que les ha tocado a ellas. Una de ellas dice: "La verdad no quiero que mis hijas terminen igual que yo... por eso con este trabajo quiero darles de pronto que estudien y poderles ofrecer algo mejor para que ellas salgan adelante"; otra afirma: "Yo quiero que mi hija estudie" y otra agrega: "Quiero darles estudio para que sean alguien en la vida".

Se interpreta así el macrodiscurso de mujer cuidadora, discurso que ha naturalizado el papel de la mujer a quien, aún en la sociedad actual, se le niegan las posibilidades de un trabajo formal por tener hijos o por la edad. Se perpetúa la imagen de mujer como responsable de la crianza, de su familia y del futuro de esta.

En estos discursos culturales, las mujeres se posicionan como activas, productivas y sobre todo familiares. En otras palabras, mujeres que trabajan en la esfera productiva pero que continúan siendo responsables en el ámbito privado, sin resistirse a esta posición.

El trabajo duro y la colaboración

En este microdiscurso, estas mujeres consideran que su trabajo les implica mucho esfuerzo ya que es necesario madrugar, soportar la lluvia, el frío, el sol, el ruido de la calle, la incomodidad del sitio de trabajo, la molestia de la Policía, tener que estar cargando diariamente la mercancía. Señala una señora: "Lo que no me gusta es que el trabajo de la calle, por las inclemencias del clima, no hay un lugar estable, por la privatización del espacio público. Si uno tuviera su sitio de trabajo no se quejaría tanto".

En cuanto a los macrodiscursos, tanto el esfuerzo como la colaboración reivindican la voluntad personal como valor que le atribuye la sociedad a la lucha cotidiana y a no decaer frente a las adversidades, así como el ámbito de trabajo resulta un espacio importante para compartir con las compañeras, pero en el que también surgen las envidias. A este respecto, se encontró esta aseveración: "(...) nos tratamos de llevar bien, porque igual estamos trabajando en la calle y entre más colaboración mejor"; mientras en otra se dijo: "Tengo muchas amigas, aunque en esto hay gente envidiosa". Se da así un posicionamiento de las mujeres como luchadoras, guerreras, esforzadas y colaboradoras con el ánimo de poder sobrevivir en esta dura labor.

El interés por el servicio y la mujer relacionista

Estas mujeres, a pesar de encontrar grandes dificultades para trabajar, resaltan sus cualidades como trabajadoras serviciales y útiles a la sociedad. Una entrevistada dice: "Muy buena, mi actitud, mi empeño". Otra expresa: "Me defino bien, servicial, con quien se puede hablar, debido al trabajo que tengo, la gente tiene una necesidad, ellos compran yo vendo. Hay complicidad, yo necesito a los demás y los demás me necesitan a mí". Estas mujeres responden así al macrodiscurso de la mujer que se relaciona, como forma diferenciada que se ha establecido culturalmente entre hombres y mujeres, y por lo mismo se posicionan como personas serviciales, comprometidas con lo que hacen, cómplices, trabajadoras, alegres.

El futuro oscuro y la confianza en Dios

Por otro lado, las mujeres expresan gran incertidumbre por el futuro, especialmente por falta de acceso a servicios de salud y pensión para la vejez. Por ello manifiestan: "Oscuro. Lo veo un poquito difícil porque no tenemos como ese ahorro para una vejez más adelante, o una pensión y más con las situación que estamos viviendo, lo que uno oye, tantas cosas que se ven, entonces uno no sabe cuál va a ser el futuro de los hijos" o "El futuro depende muchísimo de Dios y como yo creo en él, confío se pueda seguir adelante". El macrodiscurso al que se adscribe este grupo es el de dejar en manos de Dios su futuro y la incertidumbre ante el mismo. Macrodiscurso que suele ser común en la sociedad colombiana para enfrentar la adversidad. De tal manera, ellas se posicionan como desesperanzadas, inseguras de su futuro y con poca confianza sobre sus propias posibilidades.

En conclusión, estas personas se posicionan como emprendedoras, entusiastas, comprometidas y dispuestas a proyectar su negocio. Consideran su actividad laboral como el medio para sacar adelante a su familia y en particular a sus hijos. Igualmente, aunque sienten estar realizando actividades que son de utilidad para la sociedad, se asumen como trabajadores/as discriminados/as y estigmatizados/as, debido al tipo de trabajo que realizan. Así mismo, en las posiciones frente a sus similares de trabajo informal, manifiestan vivir un buen ambiente de compañerismo, pero también momentos constantes de conflictos y de envidia entre ellos. Finalmente, aunque sienten gran satisfacción y aprecio por el trabajo que realizan, en general si les dieran la oportunidad de contar con un trabajo más estable y con menos incertidumbre, lo cambiarían.

En general, el conjunto de los entrevistados vincula los microdiscursos propios de la cotidianidad con los macrodiscursos que hacen referencia a exclusión, invisibilidad, derecho al trabajo, emprendimiento e incertidumbre; y como diferenciadores de género, para el caso de las mujeres, el de cuidadora, relacionista y con un futuro incierto. Dichos discursos son asumidos en las posiciones de sujeto y constituyen la subjetividad.

Discusión

Este trabajo, enmarcado en la teoría de posicionamiento de Davies y Harré (1999), examinó la construcción de las subjetividades laborales al interpretar las posiciones de sujeto de trabajadores/ as informales de la calle, a partir de los macro y los microdiscursos que emergieron de los relatos sobre sus experiencias y prácticas.

De esta manera, y según lo propuesto, se establecieron conexiones entre la teoría del posicionamiento de sujetos (Harré et al., 2009) y la informalidad laboral. Se argumenta que las posiciones que los participantes ocupan dan cuenta de las formas como se consideran a sí mismos en determinadas situaciones y según los micro y macrodiscursos disponibles en el contexto cultural específico de la informalidad laboral en una ciudad colombiana. A partir de estos análisis se extrae lo que Harré et al. (2009) y Harré y Van Lagenhove (1999) denominan las posiciones de sujeto. Posiciones que son generadas por prácticas implícitas y explícitas en las que se les resalta o se les excluye, pero también se les reconoce su labor (Harré & Van Lagenhove, 1999).

Los principales macrodiscursos encontrados hacen referencia a la discriminación, el emprendimiento y el derecho al trabajo. Siendo los discursos de mujer cuidadora y mujer relacionista y la incer-tidumbre más propios del colectivo de mujeres que del de los hombres.

Estas circunstancias son el escenario para la manifestación por parte de los participantes, por un lado, del derecho al trabajo, como un derecho restringido para el conjunto de la población que trabaja en las calles y que por motivos diversos como el desplazamiento por razones de violencia y de desempleo en el país —en el caso de Bogotá— tiende a incrementarse y, por el otro, de la exigencia de luchar por sí mismos en un esfuerzo individual y poco solidario.

Se destaca que los macrodiscursos acerca de la informalidad laboral constituyen a los sujetos y conllevan mecanismos de poder y dominación que parten desde la geopolítica y de las sociedades denominadas desarrolladas, en las que se les exigen a la vez que se les niegan posibilidades. Estos macrodiscursos acerca del trabajo informal consideran esta actividad como labor negativa e ilegal, evasora de impuestos, entre otros rasgos no menos despreciativos (Becker, 2004; Daza, 2005; Perone, 2007; Pulido-Martínez, 2007; Tunal, 2010).

Se respaldan los planteamientos de quienes abogan por repensar esta actividad laboral (Becker, 2004; De Soto et al., 1986; García, 2010; Pulido-Martínez, 2007; Walkerdine, 2006) que más que caracterizada por rasgos negativos de quienes la realizan, resulta un medio o quizás el único medio de subsistencia de muchas personas y sus familias que por diferentes razones no pueden o no se les da la oportunidad de acceder al trabajo formal.

Por otra parte, en los microdiscursos se encuentra que las personas que laboran de manera informal en la calle a pesar de que se enfrentan a la precariedad tienden a ser felices por tener la posibilidad de lograr sobrevivir y sacar adelante la familia; sin embargo, y debido a que tienen que competir con otros que realizan actividades similares, enfatizan el esfuerzo personal y el individualismo. Son personas que llevan una vida dura, marcada por la soledad y el sufrimiento, pero asociada a una visión de autonomía personal que deriva de la sensación de libertad al no tener que verse sometidas al trabajo asalariado y a sus exigencias (Álvarez-Uría & Varela, 2009).

Este grupo de participantes tiende a posicionarse como personas serviciales y cordiales entre sí, pero también se asumen como envidiosas y competitivas. Igualmente, se posicionan en función de sus propias fortalezas, en su disposición al servicio, en el esfuerzo diario y en la paciencia ante un trabajo exigente y precario. Además, se presentan como personas entusiastas y optimistas, para enfrentar las duras dificultades del día a día como el clima, las molestias de la calle y la amenaza permanente de las entidades responsables de mantener el orden, así como el hecho de transportar la mercancía y organizar y desmontar cada día su sitio de trabajo, situación que ha sido también documentada por Sato (2007), en el estudio de las ferias libres.

Ante el futuro, se posicionan como desprotegidas por parte del Estado, del que no reciben ningún apoyo para sus posibilidades de progreso personal y familiar e incluso de supervivencia. Un Estado que se beneficia de las estadísticas relacionadas con el desempleo al no incluir a los trabajadores informales en ellas. Además, ante la imposibilidad de enfrentar la incertidumbre de vender o no vender y por tanto de conseguir el ingreso mínimo para los requerimientos de su familia, se encuentra una posición de no futuro (Fernández, 2008). Situación que los lleva a concebir un futuro oscuro que no depende de ellos mismos ni de lo mucho que puedan trabajar, y que dejan en manos de Dios.

En cuanto a las diferencias por género, se destaca que para las mujeres el microdiscurso asociado a su actividad es el de la autonomía económica, la independencia personal y este les otorga un sentido de legitimación y reconocimiento social. No obstante, asociado a este se halla el macrodiscurso de la mujer familiar, del que se deriva que las responsabilidades atribuidas a las mujeres en el ámbito familiar y doméstico no se han modificado del todo. Como señalan Díaz, Godoy y Stecher (2006), las mujeres encuentran una doble y compleja adscripción identitaria tanto al mundo familiar como al laboral. Cosa contraria sucede con los hombres, que se identifican más con un deber personal de alcanzar sus propias metas en el trabajo y llevar el producido diario.

A partir de este estudio, se comparte el cuestionamiento sobre la economía informal de autoras como Walkerdine (2006), cuya postura es que se debe ampliar la mirada que se tiene de los trabajadores de la calle al conjunto de las ideas neoliberales de sometimiento de los trabajadores a condiciones de individualismo. Afirma que en la medida en que la sociedad se moviliza en torno a las ideas de autonomía, de que cada uno es dueño de su destino y por ende responsable de su futuro, se cierran opciones para los menos favorecidos.

De otra parte, desde el enfoque de los discursos propios de la cultura, se percibe como este grupo particular de trabajadores al mismo tiempo que es portador de unos discursos que se entroncan en la visión generalizada de la sociedad, también se diferencia de esta y, como afirman Davies y Harré (1999) y Harré et al. (2009), parecen desafiar y rechazar los límites asignados por los discursos, y de manera dinámica rehúsan asumir todo aquello que parece indicárseles en su hacer y actuar como trabajadores. En tal sentido, este grupo señala discursos reivindicativos de su propia posición al reconocerse como responsables tanto de su trabajo como de su familia, al luchar en el día a día con las contingencias, y en muchos casos al oponerse a la naturalización que de ellos hacen en las empresas donde los excluyen por la edad, la incapacidad, el no haber podido estudiar o el tener hijos, a la vez que se les señala como ejemplo de lo que no debe ser. Estos hombres y mujeres luchan cotidianamente por sobrevivir y afrontan con entusiasmo las difíciles condiciones que implica un duro trabajo como este.

Este estudio contribuye a enfatizar la necesidad de entender el contexto de trabajo informal como un mundo diverso, con diferentes posiciones de sus participantes, influidas por consideraciones de género, experiencia y antecedentes en el que se conforman esas distintas subjetividades. A este respecto, como afirma Pulido-Martínez (2007), para entender las diferencias se requiere comprender las formas cómo se organiza y funciona el trabajo, así como los diversos contextos y culturas. Igualmente, advertir las grandes carencias de los grupos urbanos afectados por las desigualdades, sobre todo en un país como Colombia, que aparece señalado como uno de los países con mayor desigualdad del mundo, y es que según el Informe de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas (citado por Klisberg, 2007) la distancia entre el 10 % más rico y el 10 % más pobre es de 63.8, siendo el tercer país de América Latina con mayor desigualdad, después de Bolivia y Paraguay. Por ello mismo, y como afirma Gutiérrez-Lozano (2006), la dicotomía trabajo formal-trabajo informal es parte de un universo ideológico atravesado por relaciones de poder, que proporcionan referentes discursivos favorecedores para unos y excluyentes para otros.

En conclusión, la aparición del concepto de informalidad en los países de la periferia, denominados como del tercer mundo, transforma y constituye a los sujetos afectados por esta situación. Esta denominación no solo hace referencia a un contexto de exclusión, sino que adicionalmente incorpora un juicio moral, señalando lo que está bien y lo que no en las formas de ser trabajador. Desde la perspectiva crítica, Deetz (1992 citado por Mumby, 2011) ha explorado cómo la subjetividad, los discursos y las instituciones están insertos y se naturalizan a partir de sus condiciones originales de formación, en lo que Alvesson y Kárreman (2011) denominan macrodiscursos, y se ocultan en la experiencia cotidiana o microdiscursos. Esto significa que se debe indagar por los antecedentes históricos que estén relacionadas con las creencias, las atribuciones, los supuestos y demás, que generan diversas posiciones en las que las personas se involucran (Harré et al., 2009).

Se comprende cómo los macrodiscursos propios de las ciencias sociales han contribuido en gran medida al proceso de producción del trabajador informal que, según Crespo y Serrano (2011), configuran la doxa o sentido común en lo referente a las cuestiones relacionadas con el empleo. Es decir, tanto la visión de empleo como las políticas públicas están imbuidas de conceptos psicológicos y a su vez producen subjetividades, transmiten el sentido común acerca del significado del trabajo, del desempleo o el trabajo informal y de lo que es justo o legítimo en un contexto social.

En este orden de ideas, es importante señalar el aporte que el tema aquí expuesto puede hacer a la psicología, para una mejor comprensión acerca del trabajo, más si se tiene en cuenta que los discursos dominantes sobre la informalidad laboral han sido usualmente soportados en los ideales capitalistas neoliberales, individualistas e insolidarios que promueven una visión parcial de lo que es considerado propio e impropio del comportamiento laboral. Precisamente, por hacer uso de la informalidad como referente de lo que los trabajadores no deben ser ni hacer dentro de los ideales laborales dominantes, a la vez que justifican la exclusión de esta gran parte de la población que trabaja en la informalidad.

Argumento que, de acuerdo con Peralta-Gómez (2011), sostiene que las tensiones que se presentan entre la sociedad y los trabajadores informales se asocian a la creencia de que estos no han realizado el suficiente esfuerzo —visto desde una visión individualista y psicologizante—, para lograr insertarse en el mercado laboral formal, desconociendo con ello la verdadera realidad del contexto laboral que, para el caso colombiano, es compleja y difusa con la significativa cantidad de variables que tienen relación con el desempleo, como la violencia y la pobreza, entre otras.

Es justamente desde las teorías emergentes de la psicología social crítica, donde se pueden incorporar perspectivas más integrales de la forma como ha de ser entendido y abordado el trabajo informal. Es reconocido que desde la psicología social crítica se enfatiza la importancia de lo simbólico, los elementos culturales y el mundo social de aquellos que experimentan las formas de ser trabajador —poco o nada reconocidas por la sociedad actual— lo cual implica un gran aporte a esta problemática, a la vez que presenta limitaciones como el hecho de centrarse en un grupo pequeño de una ciudad como Bogotá, por lo que se espera que en otros contextos se puedan reconocer y abordar situaciones similares.


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