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Universitas Psychologica

versão impressa ISSN 1657-9267

Univ. Psychol. vol.13 no.spe5 Bogotá dez. 2014

https://doi.org/10.11144/Javeriana.upsy13-5.ipce 

Inicios de la psicología en Córdoba: la enseñanza en el Instituto de Filosofía*

Beginnings of Psychology in Córdoba: Teaching at the Institute of Philosophy

Patricia Scherman**
Universidad Nacional de Córdoba, Argentina

*Artículo de investigación. Este trabajo ha recibido financiamiento de Secyt, UNC, en el marco del proyecto "Los procesos de formación en psicología 1960-1990, Universidad Nacional de Córdoba". Res.162/12. Agradecemos especialmente a la Dra. Ana María Jacó Vilela, por la organización de la mesa redonda "Ciencia y Religión Católica en América Latina" en el XXXIV Congreso Interamericano de Psicología, el debate generado enriqueció esta presentación. Igualmente, al Dr. Hugo Klappenbach quien ha revisado parte de investigación y a la Dra. María Andrea Piñeda por sus comentarios.

**Facultad de Psicología. Dirección postal: Dr. Enrique Barros esq. Enf. Gordillo, Ciudad Universitaria. Córdoba, Argentina. Teléfonos: 54-3543-452483. E-mail: patoscherman@gmail.com

Recibido: diciembre 15 de 2013 | Revisado: julio 26 de 2014 | Aceptado: julio 18 de 2014


Para citar este artículo

Scherman, P. (2014). Inicios de la psicología en Córdoba: la enseñanza en el Instituto de Filosofía. Universitas Psychologica, 13(5), 2069-2077. http://dx.doi.org/10.11144/Javeriana.upsy13-5.ipce


Resumen

Esta presentación analiza el desarrollo de la enseñanza de la psicología en la Universidad Nacional de Córdoba en la primera mitad del siglo XX. El estudio de los programas de psicología, dictados en el Instituto de Filosofía entre 1937 y 1954, ha permitido establecer que la orientación aristotélico-tomista se constituyó en el perfil distintivo de la enseñanza de en ese período. Esta matriz dominante de los estudios no mostró interés en abordar o bien desarrollar avances producidos en la psicología científica desde principios siglo. Se postula que esa perspectiva estuvo ligada a una influencia clerical en la Universidad, la cual se integraba en un proyecto político que hacía de Córdoba un polo de resistencia al liberalismo de la capital del país.

Palabras clave: enseñanza; psicología; filosofía; universidad; Argentina; Córdoba.


Abstract

This presentation discusses the development of psychology teaching at the National University of Córdoba, in the first half of the twentieth century. The study of psychology programs taught at the Institute of Philosophy between 1937 and 1954, establishes that Aristotelian-Thomistic orientation became the distinctive profile of teaching in that period. This dominant matrix showed no interest in developing scientific advances in psychology since the early century. Possibly this perspective was linked to a clerical influence in the university, which was integrated into a political project that made Cordoba the center of resistance to the liberalism of the capital.

Keywords; teaching; psychology; philosophy; university; Argentina; Córdoba


Introducción

La enseñanza de la psicología en Argentina ha sido objeto de múltiples estudios (Courel & Talak, 2001; Klappenbach, 2003; Vezzetti, 1996; Vilanova & Di Doménico, 1999). Este trabajo aborda los procesos ocurridos en Córdoba en la primera mitad del siglo XX, y los estudia a través del análisis de los programas de psicología dictados en el Instituto de Filosofía de la Universidad Nacional de Córdoba, entre el año 1937 y 1954.

Es conocida la temprana recepción de la psicología experimental en Argentina, sobre todo desde la perspectiva del modelo francés (Klappenbach, 2006; Talak, 2000). Da cuenta de ello la importante creación de laboratorios experimentales y cátedras universitarias de psicología en los primeros años del siglo XX (Rossi, 1997). En la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, en 1896, se establece el primer curso de Psicología y en 1907 se crea el segundo curso de Psicología (Klappenbach, 1994). Tanto allí como en La Plata, figuras de renombre internacional guiaron la investigación psicológica experimental. Reconocidos protagonistas como Horacio Piñero, José Ingenieros y Víctor Mercante marcaron el progreso de la psicología y dejaron una profunda huella que influenció su desarrollo posterior (Dussel, 1999; Jafella, 2006; Klappenbach, 2006; Talak, 2007; Vezzetti, 1996).

El proyecto académico de psicología que se desplegaba tanto en la capital del país, como en la vecina ciudad de La Plata, abogaba por el desarrollo de una ciencia de corte experimental y psicopatológico, sin descuidar lo educativo.

Experiencias similares de desarrollo científico de la psicología se vivían también en Brasil, México, Chile y Perú. Lourenzo Filho, Helena Antipoff y Waclaw Radecki son solo algunas de las figuras destacadas de este periodo temprano en Brasil (Ardila, 1986; Cirino, Miranda, & Cruz, 2012). Jesús Pacheco, Rafael Serrano, Juan Cordero y Ezequiel Chávez fueron precursores de la psicología en México, donde, por ejemplo, se tradujo la obra de Titchener Elementos de psicología, la cual se utilizó para la enseñanza por muchos años y además se produjeron numerosos trabajos de indagación propios (Ardila, 1986). En Perú, son conocidos los importantes trabajos de Walter Blumenfeld y su papel como iniciador de la psicología experimental en aquel país. En Chile, se reconoce la influencia de Andrés Bello y su recepción de la psicología británica, así como de Serapio Lois, quien promovió la psicología experimental de cuño francés (Salas, 2012).

En Argentina, este modelo fue variando según los distintos momentos históricos. Varios autores coinciden en señalar que el estilo de investigación psicológica experimental, propio de la época de los aparatos de bronce (Rossi, 1997; Vilanova & Di Doménico, 2004), estuvo marcado por un particular entusiasmo hacia el experimentalismo como filosofía (Talak, 1999) más que por la construcción complejos diseños experimentales según el modelo de Leipzig (Klappenbach, 1994). De alguna manera, lo que estaba en juego en aquel momento era una adhesión doctrinaria al positivismo de manera ampliada más que la creación de una cultura experimental, orientada hacia la puesta a prueba de un determinado modelo psicológico.

Por otra parte, la situación política y cultural de Córdoba se diferenciaba sustancialmente de la de Buenos Aires y La Plata. A principios del siglo XX, el clima secular reinante en la capital no lo era en Córdoba, este continuaba teñido de una impronta clerical, localista y conservadora (Vidal, 2006, p. 31). En esta ciudad, la Iglesia católica mantenía una fuerte presencia como reguladora del orden social; incluso se ha señalado que esta constituía la base de sustentación de un proyecto político que, bajo la excusa de defender la autonomía provincial, propiciaba un antagonismo entre puerto e interior, presentados como adversarios (Vidal, 2006, p. 32).

La identificación del liberalismo político con el positivismo científico, implicó, para el campo psicológico, el rechazo de esas prácticas científicas que eran presentadas como representativas de la capital del país, por ende, cosmopolitas y liberales; lo que fuera concebido como una nueva psicología quedaría fusionado con las inquietudes propias del liberalismo. Mientras que en Buenos Aires y La Plata el experimentalismo y la ciencia positiva constituían el horizonte de desarrollo del discurso científico, en Córdoba por el contrario, este se hallaba dominado por los principios de la escolástica (Piñeda, 2004). En su versión local, esta determinaba un estricto rechazo al positivismo y a toda forma de materialismo en la investigación psicológica (Liqueno, 1919).

La influencia de la Iglesia católica en la demarcación de este horizonte de desarrollo del discurso científico se articulaba con la fuerte presencia de la universidad en el ámbito local y su estilo tradicionalista (Scherman, 2009). Esta pugnaba por mantener el perfil teológico-filosófico con el que había sido creado por los jesuitas, en el siglo XVII. Este estilo conservador se manifestaba claramente en las muchas ocasiones en que a lo largo de su historia rechazó el ingreso de innovaciones científicas, surgidas tanto en la capital del país como en otros lugares del mundo (Buchbinder, 2005)1.

El perfil que se propagaba en Córdoba no era una cuestión estrictamente local, sino fiel a las tentativas de unificación de la Iglesia impulsadas en Roma. Hacia fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, se produjo en Argentina un proceso de romanización, por el cual la Iglesia argentina incorporó ciertos rasgos típicos que permanecerían por largo tiempo (Di Stefano & Zanatta, 2009; Vidal, 2009). Este proceso ocurría en una atmósfera dominada por la fe positivista en el progreso; en este sentido, el centralismo romano representaba una garantía de fuerza y unidad frente al creciente anticlericalismo de la vida pública que se podía observar en la capital del país2.

El contraste entre el cientificismo anticlerical adoptado por algunos liberales y el ultramontanismo, cada vez más difundido en el campo católico, muestra la incompatibilidad entre ambas posiciones. La idea de nación católica opuesta al Estado neutro, se apoyaba en una supuesta catolicidad del pueblo nativo, que encontraba en el interior del país un lugar donde representarse (Di Stefano & Zanatta, 2009). De allí que la Iglesia católica adscribiera al interior del país, y particularmente a Córdoba, los valores nativos que consideraba verdaderos e inmutables (Vidal, 2006).

El movimiento de la Reforma Universitaria de 1918 constituyó la fuerza que logró irrumpir en este cuadro, y procuró bregar por la introducción de la ciencia positiva en el claustro universitario cordobés (Buchbinder, 2008). Basta observar el Manifiesto Liminar, para advertir que este fue claramente uno de los reclamos de los estudiantes reformistas3.

La ruptura que se produjo en la Universidad, gracias a este movimiento de reforma, permitió el despliegue y la consolidación de nuevos saberes, más propicios para el desarrollo de la psicología, sobre todo en el campo de las ciencias médicas. Figuras como Valentín De Grandis y Virgilio Ducceschi, así como Jorge Orgaz y Gregorio Bermann son representativas de esta tendencia. A este respecto, no se puede dejar de mencionar la importancia que adquirió, para el porvenir de la psicología experimental en Córdoba, la creación del laboratorio de Fisiología en la Facultad de Ciencias Médicas, tanto por su producción en la época como en su proyección en la segunda mitad del siglo XX.

Este laboratorio fue creado por el conocido fisiólogo italiano, Valentin De Grandis, en 1904. Su labor fue continuada por Ducceschi y luego por G. Nicolai, quienes también desarrollaron algunas investigaciones de interés para la psicología (Ferrari, 2013; Vezzetti, 1996). La labor de Ducceschi incluyó la aceptación de una cátedra libre de Psicología Experimental impulsada por el Gobierno nacional, sin embargo, su actividad de investigación era admitida mientras se pudiera mantener limitada al campo de la fisiología. A fin de poder proseguir con sus labores, le fue necesario sostener públicamente que sus investigaciones se limitaban al terreno estrictamente fisiológico, así como rechazar todo compromiso filosófico con el materialismo como base de la investigación mental, tal como lo documenta Ferrari (2013)4. También ha sido destacada la importancia de las figuras de Gregorio Bermann y Jorge Orgaz en la profesionalización de la psicología en Córdoba (Ferrari, Argañaraz, & Argañaraz, 2004; Scherman, 2009). Estos importantes personajes, pioneros, no puedieron continuar sus labores en la Universidad: Bermann y Orgaz fueron separados de sus cargos pocos años después y tanto Ducceschi como Nicolai retornaron a Europa para continuar con sus labores de investigación.

Se puede advertir entonces que los avances y desarrollos promovidos tanto en Argentina como en otros países de Latinoamérica encontraron espacios de recepción muy acotados en la Universidad de Córdoba, y que la discusión psicológica dominante en el ámbito universitario se mantuvo circunscripta en los límites de esa orientación.

Entre los propósitos del estudio, además de caracterizar la enseñanza de la psicología en ese periodo con base en fuentes documentales, interesa discutir si esta falta de recepción de otras corrientes y enfoques es debida a la influencia que la Iglesia católica ejercía en el Instituto de Filosofía. En efecto, mientras en Argentina y otros países latinoamericanos se producía una temprana recepción de la psicología experimental y luego importantes desarrollos en el campo de la psicotecnia, en Córdoba la enseñanza de la psicología y la discusión asociada a la misma se desenvolvía confinada en los límites de una psicología del alma. Cabe preguntarse entonces si la influencia clerical sobre la Universidad, a la vez que consolidó las orientaciones impulsadas por la Iglesia romana, limitó la recepción de avances más recientes de la psicología, tanto en el ámbito científico como profesional.

Materiales y métodos

Este estudio historiográfico se ha enfocado como un estudio de caso (Montero & León, 2007). Esta elección se basa en el interés que reviste el Instituto de Filosofía como caso prototípico de una forma de enseñanza y un enfoque particular de la psicología. En este estudio se han relevado diferentes fuentes documentales de la época, tales como programas de enseñanza y resoluciones administrativas emitidas por el Instituto de Filosofía de la Universidad Nacional de Córdoba, desde el año 1934 hasta el año 1956. La delimitación del período se inicia con la creación del Instituto de Filosofía y finaliza en el momento en que se crea el Instituto de Psicología y se establece la carrera de psicología; a partir de ese momento, tanto en Córdoba como en el resto del país comienza un proceso específico de enseñanza, destinado a la formación de psicólogos profesionales (Klappenbach, 2006). Los programas analizados suministraron una base documental empírica, para la apreciación de la perspectiva impartida en dicho periodo. La importancia del estudio de los programas de enseñanza universitaria radica en que, a la vez que expresan la selección realizada por un docente acerca de un determinado corpus, reflejan también orientaciones y preferencias que son típicas de un determinado lugar y momento histórico (Cardelli, 2004; Yves, 1997; Droguet & Contreras, 2004).

Resultados

La enseñanza de la psicología: los primeros cursos de psicología en la Universidad y la propuesta neoescolástica

Mientras en Argentina y otros países latinoamericanos se producía una temprana recepción de la psicología experimental, en el año 1919, se publica en Córdoba un importante libro, el Compendio de psicología contemporánea, de Fray Liqueno5. Esta notable obra, fruto de reflexiones anteriores. aparece justamente en el contexto de la revuelta universitaria de 1918, y pretende sintetizar las últimas producciones de la psicología, desde una perspectiva católica.

Su presentación se ajusta a lo encomendado por las autoridades eclesiales, en referencia a aceptar el valor científico de las conclusiones experimentales e impulsar un renacimiento espiritualista. A partir de la encíclica Aeternes Patris de 1879, el papa León XIII había procurado orientar los estudios en el campo católico. Se inicia allí un movimiento de unidad hacia la filosofía escolástica, el que, sin desconocer la obra científica, resitúa dicho pensamiento en el marco de las verdades aceptadas por la doctrina escolástica y lo resignifica.

Di Stefano y Zanatta (2009) señalan que a principios del siglo XX florece en la Argentina una intelectualidad católica impregnada de estas concepciones implícitas de la romanización impulsadas por León XIII, quien de hecho eleva al tomismo a filosofía oficial de la Iglesia. Piñeda, por su parte, ha señalado la importancia histórica del movimiento neoescolástico en el desarrollo de la psicología, particularmente en Córdoba. Enmarcado en una reacción antipositivista, este intentaba integrar una filosofía de principios escolásticos con corrientes filosóficas modernas y con los problemas abordados por la ciencia moderna. Desde esta visión, el neoescolasticismo defiende una psicología científica que tenga en cuenta la totalidad humana, sin reduccionismos ni determinismos (Piñeda, 2004). Una figura impulsora de de este movimiento fue el Cardenal Mercier, de la Universidad de Lovaina.

El Compendio del Padre Liqueno es una obra estratégica que realiza cabalmente esta misión: a la vez que establece una completa revisión de los avances de la psicología, incluyendo las investigaciones de Piñero e Ingenieros que se mencionaron al principio, evalúa los fracasos del positivismo y el materialismo, a la luz de la psicología concebida como ciencia moral. Expresa el rechazo a la idea de considerar a la psicología como ciencia nueva y, asimismo, concebirla como una forma de estudio de la fisiología (Liqueno, 1919). Esta postura reconoce los avances de la psicología experimental, pero manteniendo para la misma su objeto racional o metafísico.

Según sus propias palabras, dicho texto se construye como una reacción, como un "contragolpe" a la "aridez" científica (Liqueno, 1919, p. 8). Este gesto refleja la postura de contraofensiva, sostenido por la Iglesia romana que tanta influencia tuvo en la Iglesia argentina (Di Stefano & Zanatta, 2009).

Tal como se verá gracias al análisis de los programas de psicología del Instituto de Filosofía, esta matriz de conocimiento psicológico consolidada en el texto de Liqueno moldeará el desarrollo posterior de la psicología hasta bien entrada la década de 1950, momento en que se funda el Instituto de Psicología -concebido como un instituto de investigaciones en la disciplina- y se crea la carrera de profesional de psicología (Ferrero, 2008; Scherman, 2009). Numerosos autores han destacado la importancia de las primeras matrices en el desarrollo ulterior de la psicología (Danziger, 1990). Los programas de las materias que se analizan a continuación muestran la continuidad de este cometido.

El Instituto de Filosofía de Córdoba se creó recién en el año 1934, y la primera cátedra de Psicología se dictó en el año 19376. Previamente, la filosofía encontraba su lugar dentro del ámbito universitario en el Colegio Mayor de Monserrat y en la Facultad de Derecho, donde según los cultores de esta tradición esta encontraba un refugio frente al avance del positivismo (Caturelli, 1971, p. 27). Sin duda, la falta de un espacio institucional propio de la filosofía, donde la psicología pudiese desenvolverse, tuvo entre uno de sus efectos el escaso desarrollo de la misma como disciplina científica moderna en el período considerado (Scherman, 2009).

En el ámbito del Instituto, los cursos de psicología continuarán la perspectiva promovida por Liqueno. Esto implica el cultivo de una psicología racional o metafísica que conoce los avances de una psicología empírica. La psicología se entenderá como aquella parte de la filosofía que se ocupa del estudio del alma y dominará todo el ámbito académico; la convivencia con otras perspectivas, tanto científica como profesionalista, no resulta compatible en este marco.

Esta orientación se mantendrá firme hasta mediados de los años 1950, mostrando, sin embargo, mayor afinidad con la reorientación de las ideas que se comenzaba a producir a nivel nacional. Klappenbach (2006) ha señalado que, luego del apogeo de los aparatos de bronce, se inicia una reacción antipositivista y una reorientación de las ideas psicológicas. Un representante de este enfoque es Eugenio Pucciarelli, quien a partir de 1939 dictó clases en la Universidad de Tucumán. Su obra defendía una psicología filosófica, en la que intentaba distinguir dos perspectivas diferenciadas de estudio: una psicología racional y una psicología empírica. El interés de Puciarelli radicaba en la delimitación del alcance de la misma, bien hacia un saber especulativo o bien hacia un conocimiento empírico (Klappenbach, 2006).

En términos generales, esta perspectiva es la que se muestra en los programas analizados. El primer Curso de Psicología fue dictado en el año 1937, por el profesor Emile Gouiran. Su programa estaba presentado simplemente como un temario de doce puntos donde se incluían: El lugar del hombre en la creación, Algunos precursores en psicología, Psicología y Metafísica: Teoría de la conciencia, Filosofía y psicología, Los diversos métodos en psicología. La segunda mitad abordaba Las sensaciones, Las emociones, Las imágenes, La memoria y el hábito, La vida mental, La vida afectiva y La vida religiosa (Gouiran, 1937).

A partir del año 1940 el curso fue dictado por el Dr. Francisco Torres. Allí se advierte con mayor nitidez una coincidencia progresiva con la reorientación de las ideas y circulación de autores que se había generado en Argentina. El curso se iniciaba con un abordaje de los Problemas filosóficos: la psicología metafísica, Platón, Aristóteles, San Agustín, Santo Tomas, y particularmente destacado el estudio del Tratado del Alma de Aristóteles. Luego, se abordaba la Psicología Empírica, a través de Wundt y la Psicología de Bergson y Brentano (Torres, 1940).

En el año 1942, además de lo enunciado, a la psicología empírica se le suman los aportes de la psicología de Freud, Jung y Adler; la Psicología de la Comprensión, la obra de Spranger, Psicología de la edad juvenil, y también se incluye la Psicología de la Forma. El programa se presenta como un temario de doce unidades, divididas en dos partes: problemas filosóficos y psicología empírica. Se retoma la perspectiva iniciada anteriormente al incluir el fenómeno psíquico y sus métodos, y se presentan los temas clásicos: lo intelectual, lo sensible, el instinto y la voluntad, la libertad psíquica. Aparecen por primera vez los estudios psicológicos en Argentina (Torres, 1942).

En el año 1946, la perspectiva de abordaje se mantiene, explicitando con más detalle los problemas filosóficos propios del curso de Psicología y sus diversas direcciones: Psicología de Platón, la filosofía de Aristóteles, especialmente su metafísica, los libros primero y segundo del Tratado del Alma, con atención especial al estudio de las definiciones de alma. Se integra también a este cuadro la teoría de la sensibilidad, esto es, la sensibilidad y los objetos sensibles del Tratado del Alma, así como las teorías de la inteligencia y la locomoción del libro. La segunda parte del programa está dedicada a la Psicología Empírica; parte de los conceptos de Locke y Wundt, y presenta también la psicología psicoanalítica de Freud, Jung y Adler, la psicología de la comprensión de Dilthey y Spranger, la psicología de Brentano y la psicología de Bergson (Torres, 1946).

Hacia 1950, el curso de de psicología se ha expandido, y se dictan dos materias: Psicología I y Psicología II. La primera estuvo a cargo del Profesor Carlos Laguinge, quien la denomina Psicología Experimental y la segunda, fue dictada como Psicología Racional por el Lic. Hilario González. Se advierte aquí cómo se mantiene el esquema propuesto por Pucciarelli acerca de las dos vertientes diferenciadas de la psicología.

Al analizar los programas del año 1954, es notorio como esta última se estructura en dos partes; por un lado, la parte general "dedicada a la exploración de las fundamentales corrientes de la psicología moderna" (González, 1954, p. 1) y que sigue cabalmente la propuesta promovida en el Compendio del Padre Liqueno. Este punto es indicado con claridad en la bolilla IX donde se abordan "las ideas dominantes de la psicología moderna desde los planteos escolásticos" (González, 1954, p. 2), presentando la propuesta del cardenal Mercier y de la psicología escolástica. La segunda parte del programa de la materia mantiene el temario del Dr.Torres, precisando aún más las coordenadas de estudio, suscitada por la evaluación de "las tesis de la psicología filosófica a la luz del comentario del Tratado del Alma de Aristoteles, y la superación del horizonte aristotélico en la concepción personalista de Santo Tomas de Aquino" (González, 1954, p. 2).

Puede verse más explícitamente en este último programa, la postura de la Escuela de Lovaina promovida por el Cardenal Mercier, cuya importancia para la psicología ha sido destacada por Piñeda (2005). Esta encuentra una acogida explícita recién en el año 1954 en los programas de Hilario González.

El programa de Psicología I mantenía su adscripción al neoescolasticismo, pero se estructuraba con base en el abordaje de los temas propios de una psicología interesada en las posibles aplicaciones de la psicotecnia. Se suscribía una noción de experimentalismo no tanto en relación con las características de una investigación controlada, tal como se estaban realizando en otros lugares del mundo para ese momento, sino que se mantenía una idea de psicología experimental más bien ligada a una psicología empírica, interesada en las aplicaciones de ese conocimiento.

Discusión

Mientras que en los primeros años del siglo, ya se habían fundado en el país importantes laboratorios psicológicos, interesados en el estudio de una psicología empírica, en Córdoba los antecedentes vinculados a la investigación psicológica han sido escasos. Contribuyó a este estado de la cuestión, por un lado, la ausencia de un espacio institucional propio para la enseñanza de la psicología en la Universidad en los primeros años del siglo XX. La primera cátedra de psicología en la Universidad fue dictada en el año 1937, situación que constituye una enorme diferencia frente a la UBA por ejemplo, que contó con dos cursos de psicología en los albores del siglo XX. Por otra parte, luego de creado el Instituto de Filosofía en 1934, la enseñanza de la psicología estuvo dominada por una orientación aristotélico-tomista que, atraída por el estudio del alma, no mostró signos de interés en la investigación psicológica ni en las posibles aplicaciones de la psicología.

El análisis de los programas de psicología ha permitido mostrar la fuerza de la matriz conservadora y clerical en la Universidad de Córdoba, particularmente para el caso de la psicología. Esta matriz se hallaba profundamente imbricada con un proyecto político local, que reforzaba la tensión que se establecía entre el interior conservador y el liberalismo dominante en el puerto. Esto constituyó otro elemento que contribuyó a promover en Córdoba un desarrollo de la psicología diferente. Con base en ello el lugar reservado a la psicología era aquel que tradicionalmente se ocupaba del estudio del alma de los individuos, como parte del dominio de la filosofía. Aquello que era concebido como la nueva psicología quedaría identificado con las inquietudes propias del liberalismo, y por ende rechazado.


Pie de página

1Las confrontaciones frente a las innovaciones científicas se producían en momentos en que la Universidad de Córdoba era todavía controlada por la Iglesia. Un ejemplo de ello se produjo cuando la renovación impulsada por el Dean Gregorio Funes, particularmente la resistencia a la instalación de la cátedra de Matemáticas, o bien los laboratorios de Física. La tendencia conservadora persistió luego del traspaso de la Universidad a la órbita estatal, a partir de 1854. Por ejemplo, en la oposición a incorporar los principios del Derecho Civil, así como aceptar naturalistas y astrónomos en la misma. Un suceso que acentuó la división entre católicos y liberales, y que se concibe como un antecedente directo de la Reforma Universitaria de 1918, es la tesis sobre la igualdad de los derechos civiles de los hijos bastardos, adulterinos, incestuosos y sacrílegos presentada por Ramon J. Cárcano en 1884 (Buchbinder, 2005, p. 39). La tesis en principio fue rechazada por la Universidad, por contener conceptos contrarios a las doctrinas de la Iglesia. Solo fue aceptada luego de la intervención del Gobierno central, aunque su lectura fue prohibida por el vicario local. Ante los reclamos de apertura científica, y los conflictos que estos suscitaban, varias veces el Estado nacional hubo de intervenir de manera directa sobre los asuntos universitarios, con no poca resistencia de los notables de la ciudad y la Iglesia.
2Para Di Stefano y Zanatta (2009), los progresos en el modelo eclesial romano y conflictos entre católicos y liberales estaban indisolublemente ligados: una mirada a los debates públicos de la época revelan que la obsesión liberal por el ultramontanísimo era un indicio de la creciente romanización de la Iglesia argentina.
3"Los métodos docentes estaban viciados de un estrecho dogmatismo, contribuyendo a mantener a la Universidad apartada de la Ciencia y de las disciplinas modernas. Las lecciones, encerradas en la repetición interminable de viejos textos, amparaban el espíritu de rutina y de sumisión. Los cuerpos universitarios, celosos guardianes de los dogmas, trataban de mantener en clausura a la juventud, creyendo que la conspiración del silencio puede ser ejercitada en contra de la Ciencia. Fue entonces cuando la oscura Universidad Mediterránea cerró sus puertas a Ferri, a Ferrero, a Palacios y a otros, ante el temor de que fuera perturbada su plácida ignorancia" (Manifiesto Liminar de la Reforma, 21/6/1918). En consonancia con los acontecimientos que vivían el país y el mundo, en junio de 1918 la juventud universitaria de Córdoba inició un movimiento por la genuina democratización de la enseñanza, que recogió rápidamente la adhesión de todo el continente y generó numerosos ecos en distintas universidades latinoamericana. Las reivindicaciones reformistas bregaban por la renovación de las estructuras de la universidad, la implementación de nuevas metodologías de estudio y enseñanza, el razonamiento científico frente al dogmatismo, la libre expresión del pensamiento, el compromiso con la realidad social y la participación del estudiantado en el gobierno universitario.
4Resultan particularmente ilustrativas de esta perspectiva, las expresiones recogidas en el periódico católico Los principios, luego de una conferencia pronunciada por Ducceschi en el año 1907, en el cual se muestra la vigilancia que este grupo intelectual realizaba sobre las producciones de la psicología: "Ayer inauguró sus conferencias de Psicología experimental en la Escuela Práctica de Medicina el profesor doctor Virgilio Dusceschi. Nos place consignar que desarrolló su tema con altura y declarando desde luego que su estudio se limitaba a la observación de fenómenos psíquicos sin entrar en discusiones sectarias. Esto no obsta para manifestar que la escuela materialista puede darse por fracasada porque no resuelve satisfactoriamente ningún problema trascendental de carácter anímico. Que el doctor Duschechi se mantenga en ese terreno con el aplauso del público pensante y sensato" (Los Principios 24/7/1907). (citado en Ferrari, 2013, p. html)
5Fraile franciscano, nacido en Italia en 1877, José María Liqueno estuvo a cargo de la cátedra de Derecho Canónico y Filosofía, en Córdoba. Entre sus obras figuran además: Fray Fernando de Trejo y Sanabria, fundador de la Universidad de Córdoba (1916), Reivindicaciones históricas; La cuestión social (1918); Historia de la filosofía (1923). Ver Petriella y Miatello (1976). Diccionario Biográfico Italo-Argentino. Buenos Aires: Asociación Dante Alighieri.
6Esta postura contrasta con la actividad desarrollada en el sótano de la casa de Deodoro Roca, donde habitaba otro tipo de intelectualidad cordobesa. Redactor del Manifiesto Liminar de de la Reforma y uno de los mayores exponentes de la filosofía local, Deodoro Roca nunca pudo ingresar a la docencia universitaria (Ver Tatian, 2009). Sin embargo, fue por su influencia, y gracias a la vinculación con Ortega y Gasset, que se introdujo en Córdoba el interés por el psicoanálisis, tanto en la cultura como en la medicina. Ver Argañaraz (2007). El freudismo reformista, 1926-1976: en la literatura y la medicina, la política y la psicología. Córdoba: Editorial Brujas. Otras producciones de importancia para apreciar este recorrido de la psicología en Córdoba son las obras de Leonardo Castellani, S. J. (ver, Piñeda, M. A., 2005), El Padre Leornardo Castellani y la psicología argentina. Revista de Historia de la Psicología, 26(1), 67-100), así como las publicaciones del Instituto, particularmente el texto La psicología de las plantas, de Hans Seckt (Scherman, 2009), las cuales se mantienen en la perspectiva tomista, ya destacadas.


Referencias

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