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Universitas Psychologica

Print version ISSN 1657-9267

Univ. Psychol. vol.14 no.1 Bogotá Jan./Mar. 2015

https://doi.org/10.11144/Javeriana.upsy13-5.ervi 

Evaluación del rol de variables intelectuales y socioemocionales en la resolución de problemas en la adolescencia*

Evaluation of the Role of Intellectual and Socioemotional Variables in Solving Problems in Adolescence

Paula Samper**
Universitat de Valencia, España

Vicenta Mestre***
Universitat de Valencia, España

Elisabeth Malonda****
Universitat de Valencia, España

*Agradecimientos: Este trabajo ha sido subvencio' nado en un Proyecto I+D para Equipos de Inves' tigación de Excelencia del programa PROMETEO titulado: Factores de protección y de vulnerabilidad en la adolescencia ante la agresividad y el consumo de drogas: un estudio longitudinal y transcultural (Referencia: PROMETEO/2011/2009), de la Con' selleria de Educación, Generalitat Valenciana durante los años 2011-2015, y en un Proyecto I+D titulado Resiliencia y vulnerabilidad en la infancia y en la adolescencia. Un estudio longitudinal para detectar perfiles de riesgo durante los años 2011' 2014 (Referencia PSI2011-27158) del Ministerio de Ciencia y Tecnología (Programa 2008—2011).
**Departamento de Psicología Básica. Facultad de Psicología. Universitat de Valencia. Correo electrónico: paula.samper@uv.es
***Departamento de Psicología Básica. Facultad de Psicología. Universitat de Valencia. Correo elec' trónico: maria.v.mestre@uv.es
****Departamento de Psicología Básica. Facultad de Psicología. Universitat de Valencia. Correo elec' trónico: eli_mavi@hotmail.com

Recibido: marzo 3 de 2014 | Revisado: julio 6 de 2014 | Aceptado: octubre 3 de 2014


Para citar este artículo

Samper, P., Mestre, V., & Malonda, E. (2015). Evaluación del rol de variables intelectuales y socioemocionales en la resolución de problemas en la adolescencia. Uníversítas Psycho-lógica, 14(1), 287-298. http://dx.doi.org/10.11144/Javeriana.upsy13-5.ervi


Resumen

El objetivo del estudio es analizar las variables cognitivas, emocionales y socio familiares que alcanzan un mayor poder predictor del afrontamiento eficaz en la adolescencia. Han participado 532 estudiantes de 3° curso de enseñanza secundaria obligatoria, (edad media: 14.45 años y SD= 0.763). Los ANOVA realizados muestran diferencias de género en las variables evaluadas. Los análisis de regresión indican que el apoyo de los demás y la percepción del estrés como un reto y desafío son las variables con mayor poder predictor del afrontamiento centrado en la resolución del problema. Por el contrario, la inteligencia general, la empatia y el apego con los iguales no alcanzan ningún peso significativo en los mecanismos de afrontamiento ante un problema en la adolescencia.

Palabras clave: adolescencia; afrontamiento; estilos de crianza; inteligencia; variables emocionales


Abstract:

The aim of this research is to analyze cognitive, emotional, and socio-family variables to determine which of these factors have the greatest predictive power to predict effective coping mechanisms among adolescents forced to resolve problems. The sample is made up of 532 students in the third stage of compulsory secondary education (mean = 14.45 years old; SD = 0.763). Using ANOVA, we show the existence of gender differences for the variables under study. Furthermore, regression analysis indicates that the support of others and the perception of stress as a challenge are the variables with the greatest power to predict a coping mechanism when resolving a problem. In contrast, general intelligence, empathy, and attachment to peers have no significant weighting in the prediction of coping mechanisms among adolescents faced with problems.

Keywords: adolescence; coping; emotional variables; intelligence; parenting styles


Inteligencia y afrontamiento de problemas

Introducción

Investigaciones recientes muestran la importancia de las estrategias de afrontamiento en la resolución de problemas y la conducta, siendo especialmente necesarios estos procesos en la adolescencia, etapa en la que es más importante disponer de mecanismos eficaces para la solución de conflictos y las relaciones interpersonales (González, Montoya, Casullo, & Bernabéu, 2002; Luyckx, Klimstra, Duriez, Schwartz, & Vanhalst, 2012; Mestre, Samper, Tur, Richaud, & Mesurado, 2012; Solis & Vidal, 2006; Ison-Zintilini & Morelato, 2008).

La mayoría de los estudios sobre los mecanismos de afrontamiento (Perona & Galán, 2001; Richaud, 2006) coinciden en determinar tres dominios de las estrategias según estén dirigidas a la valoración (afrontamiento cognitivo: intento de encontrar un significado más positivo al suceso y valorarlo de manera que resulte menos desagradable), al problema (afrontamiento conductual: conducta dirigida a encontrar soluciones, anticipando y manejando sus consecuencias) y a la emoción (afrontamiento afectivo: regulación de los aspectos emocionales e intento de mantener el equilibrio afectivo ante la situación que genera conflicto). Por lo tanto, son necesarios recursos cognitivos, procesos emocionales controlados y conductas eficaces para un afrontamiento eficaz de los problemas o situaciones que generan tensión.

En las últimas décadas ha adquirido una importancia creciente el estudio de las emociones. La regulación emocional y el autocontrol son constructos que se han estudiado en relación con las relaciones interpersonales y las conductas adaptadas o desadaptadas en situaciones difíciles que requieren por parte del sujeto una solución a un problema. Los estudios sobre inteligencia emocional concluyen la importancia de la autoconciencia y el autocontrol emocional en el afrontamiento ante situaciones de estrés; además se consideran procesos centrales para la resiliencia psicológica en las secuelas de múltiples acontecimientos vitales negativos (Armstrong, Galligan, & Critchley, 2011; Schneider, Lyons, & Khazon, 2013).

En este sentido, las personas más estables emocionalmente poseen una mayor autoestima y más capacidad de autocontrol en situaciones adversas. En definitiva tienden a la planificación de la acción y al afrontamiento de situaciones, aprendiendo de estas aun cuando suponen fracaso (Bermúdez, Teva, & Sánchez, 2003).

Por el contrario los sujetos impulsivos presentan dificultades para resolver tareas por la precipitación en sus respuestas, un menor control de la atención, que les impide seleccionar las variables relevantes y un uso inadecuado de estrategias de tipo analítico que faciliten la selección de la respuesta más adaptativa y eficaz (Arán-Filippetti & Richaud, 2011).

En general, los mecanismos de afrontamiento están relacionados con las emociones positivas y negativas en la predicción de la conducta adaptada o desadaptada. La investigación en esta línea aporta resultados que apoyan la relación entre las estrategias de afrontamiento ante un problema o dificultad y el ajuste psicosocial de los adolescentes (Mestre, et al., 2012).

Si bien hay estudios que se han centrado en analizar la relación entre emociones, mecanismos de afrontamiento y conducta, otros estudios han incluido procesos intelectuales y se han focalizado en estudiar la relación entre las emociones, la inteligencia, la ejecución y el rendimiento en las tareas.

En este sentido, estudios recientes confirman el rol del autocontrol y la autorregulación en la relación entre ansiedad y ejecución cognitiva en la adolescencia (Bertrams, Englert, Dickháuser, & Baumeister, 2013), de manera que la capacidad de autocontrol modula el impacto negativo de la ansiedad en el rendimiento (Matthews, Emo, Funke, Zeidner, & Roberts, 2006).

Si bien las variables intelectuales y emocionales deben ser tenidas en cuenta para explicar la toma de decisiones, el rendimiento y la conducta eficaz ante un problema, no podemos olvidar al estudiar la adolescencia dos contextos de socialización que contribuyen directamente al desarrollo psicosocial del niño y el adolescente, se trata de la familia y la escuela.

De acuerdo con las teorías sobre la socialización (Bandura, 1986; Hoffman, 2002), los padres desempeñan un importante rol en la promoción y fomento del desarrollo personal y social de sus hijos e hijas, a lo largo de la infancia y la adolescencia. En este contexto, las experiencias de socialización desde la temprana infancia, entre las que destaca la calidad de las relaciones con los padres, la disciplina ejercida por los mismos y el uso del razonamiento inductivo en las interacciones con sus hijos e hijas, se relacionan con el crecimiento hacia su autono' mía, su capacidad para establecer relaciones sociales y las conductas socialmente adaptadas (Taylor, Eisenberg, Spinrad, Eggum, & Sulik, 2013).

En el contexto escolar continua y se complementa el proceso de aprendizaje y desarrollo psicosocial. La aceptación o rechazo social por los iguales están relacionados con un mayor o menor equilibrio emocional, con el rendimiento escolar y en general con la adaptación de los menores (Kokkinos & Kipritsi, 2012).

La aceptación por parte de los compañeros supone un apoyo emocional y social que trasmite seguridad, siendo esencial en el proceso de socialización, en el desarrollo de habilidades sociales, en la interiorización de valores y la capacidad de autorregulación emocional (Escobar, Fernández-Baena, Miranda, Trianes, & Cowie, 2011). Los adolescentes que se sienten aceptados por sus iguales amplían sus relaciones interpersonales, lo que contribuye a un mayor bienestar y ajuste psicosocial (Estévez, Martínez, & Jiménez, 2009).

Por tanto, un estudio de los mecanismos de afrontamiento de los problemas, orientados a la búsqueda de soluciones eficaces y adaptadas en la adolescencia requiere abordar procesos intelectuales, procesos emocionales y también variables relacionadas con los contextos en los que los adolescentes adquieren y desarrollan dichas estrategias y que contribuyen a través de la socialización al desarrollo de una autonomía personal en la toma de decisiones. El papel de los iguales, la relación con los padres, junto con los procesos cognitivos y emocionales que el adolescente pone en marcha a la hora de tomar una decisión, deben ser tenidos en cuenta si se quieren estudiar desde una perspectiva amplia las estrategias de afrontamiento que un adolescente utiliza y los factores implicados en la adquisición de dichas estrategias.

La interacción de estas variables sustentan el propósito de este estudio, se trata de analizar cómo interactúa la inteligencia con las emociones, la regulación emocional y el papel de los estilos de crianza, junto con la relación entre iguales en el afrontamiento de las situaciones conflictivas (ver Figura 1).

Este propósito se concreta en los siguientes objetivos:

  1. Establecer las diferencias de género en los procesos cognitivos, emocionales y socio familiares evaluados, considerando la importancia que estas diferencias tienen en la adolescencia.
  2. Analizar las variables cognitivas, emocionales y socio familiares predictivas de un afrontamiento eficaz de los problemas, con la finalidad de concluir las que alcancen un mayor poder predictor. Se trata de establecer el peso diferencial de la inteligencia en relación con las variables emocionales y el papel que desempeñan los estilos de crianza del padre y de la madre, así como el apego con iguales.

Método

Participantes

La muestra estuvo compuesta por 532 estudiantes, escolarizados en 3° curso de la enseñanza secundaria obligatoria, 268 chicas y 264 chicos, con un rango de edad entre los 13 y los 16 años, siendo la media 14.45 años (SD= 0.763) y la edad más representada los 14-15 años. La muestra fue seleccionada aleatoriamente entre la población escolarizada en ese nivel educativo en los centros públicos y concertados de la comunidad valenciana (España). En total se seleccionaron y participaron en la investigación once centros escolares, siete centros públicos y cuatro concertados.

Instrumentos

Cuestionario de estilos parentales adaptado del Child Reports of Parental Behavior Inventory (CRPBI) (Samper, Cortés, Mestre, Tur y Nácher, 2006; Schaefer, 1965). Consta de 38 ítems que evalúan los estilos de crianza según la percepción de los hijos, en una escala Likert de cuatro puntos. El adolescente debe contestar pensando en la conducta del padre y de la madre de forma diferenciada. Evalúa los factores de apoyo y comunicación (apoyo emocional por parte de los padres fomentando la autonomía sobre la base de criterios disciplinarios; madre: α = 0.88 y padre α = 0.90. Ejemplo ítems: "siempre escucha mis ideas y opiniones", "me da comprensión cuando lo necesito"); control negativo (control estricto y la evaluación negativa; madre α = 0.80 y padre α = 0.79. Ejemplo ítems: "quiere controlar todo lo que hago", "siempre está intentando cambiarme"); permisividad y negligencia (autonomía extrema con ausencia de normas; negligencia madre α = 0.56 y padre α = 0.62 y permisividad madre α = 0.56 y padre α = 0.55. Ejemplo ítems: "me deja salir siempre que quiero", "no habla mucho conmigo").

Acercamiento a pares (tomado del IPPA, Inventory of Parent and Peer Attachment) (Armsden & Greenberg, 1987). Evalúa las dimensiones conductuales y afectivo/cognitivas de apego de los adolescentes a sus compañeros. Ejemplo ítems: "mis amigos/as respetan mis sentimientos", "cuando hablamos de las cosas, mis amigos/as consideran mi punto de vista". El índice de fiabilidad de Cronbach es de 0.68.

Escala de inestabilidad emocional (Caprara & Pastorelli, 1993; Del Barrio, Moreno, & López, 2001). Describe la conducta que indica una falta de autocontrol en situaciones sociales como resultado de la escasa capacidad para frenar la impulsividad y la emocionalidad. Incluye veinte ítems con tres alternativas de respuesta (a menudo, algunas veces o nunca). Ejemplo ítems: "interrumpo a los demás cuando hablan". El índice de fiabilidad obtenido con la muestra objeto de estudio es de 0.87.

The Interpersonal Reactivity Index (IRI) (Davis, 1983; Mestre, Frías, & Samper, 2004). Evalúa la disposición empática a través de dos factores emocionales: preocupación empática (α = 0.73) y malestar personal (α = 0.72) y dos cognitivos: toma de perspectiva (α = 0.76) y fantasía (α = 0.76). Ejemplo ítems: "me preocupa y conmueve la gente menos afortunada que yo", "intento comprender mejor a mis amigos/as imaginándome como ven ellos/ellas las cosas".

Inventario de expresión de ira estado-rasgo (STAXI-N) (Del Barrio, Aluja, & Spielberger, 2003; Del Barrio, Spielberger, & Moscoso, 1998). Evalúa la ira en población infantil como estado (α = 0.87) ("estoy furioso/a") y como rasgo (α = 0.80) ("tengo un carácter fuerte") y también el nivel de autocontrol (α = 0.86) ("respiro profundo para tranquilizarme") y los mecanismos de afrontamiento, exteriorización (α = 0.69) ("hago cosas que me tranquilizan") que dispone el sujeto en situaciones que provocan ira.

Cuestionario de ansiedad, adaptado del Depresion Anxiety and Stress Scales (DASS-21) (Norton, 2007). Evalúa la frecuencia y severidad de experimentar emociones negativas durante la semana anterior ("estaba preocupado/a por situaciones en las cuales podía tener pánico o en las que podría hacer el ridículo"). El índice de fiabilidad es de 0.87.

Cuestionario de estrés adaptado de la Escala de afrontamiento al estrés (Stress Appraisals, SAM-A) (Rowley, Roesch, Jurica, & Vaughn, 2003). Evalúa la capacidad de los participantes para enfrentarse a los acontecimientos que consideran estresantes, de dos maneras: viviéndolos como un desafío ("puedo afrontar positivamente las situaciones o personas que me causan estrés") (α = 0.79) o bien como una amenaza ("los eventos estresantes me impactan mucho") (α = 0.81).

Escala de afrontamiento para adolescentes (Frydenberg & Lewis, 1995; Pereña & Seisdedos, 1997). Evalúa cómo el joven entre 12 y 18 años afronta sus problemas en general. Concretamente, se diferencian 18 estrategias de afrontamiento que pueden agruparse en tres estilos básicos de afrontamiento: 1) Dirigido a la resolución del problema. Reúne una serie de estrategias dirigidas a modificar la situación problemática para hacerla menos estresante, tales como buscar diversiones relajantes, distracción física, esforzarse y tener éxito, fijarse en lo positivo y concentrarse en resolver el problema; 2) Afrontamiento centrado en relación con los demás. Reúne estrategias como buscar apoyo espiritual, invertir en amigos íntimos, buscar ayuda profesional, buscar apoyo social, buscar pertenencia y acción social; 3) Afrontamiento improductivo. Concentra estrategias que tienen que ver con auto inculparse, hacerse ilusiones, ignorar el problema, falta de afrontamiento, preocuparse, reservarlo para sí y reducción de la tensión (alpha medio de Cronbach = 0.80).

Inteligencia general y factorial revisado (IGF revisado) (Yuste, 2002). Parte de la concepción de la teoría de Spearman con un factor general de inteligencia y otros factores agrupados por contenidos: verbal (a= 0.88), numérico (a= 0.88) y espacial (a= 0.87). Se ha utilizado la forma B del IGF 5r, indicado para 1°-4° ESO (12-15 años), que consta de 72 ítems de elección múltiple con cinco alternativas. La inteligencia general (a= 0.94) se ha medido como la suma de estas tres habilidades.

Procedimiento

La aplicación de los instrumentos se realizó de forma colectiva y en horas lectivas, en cada una de las aulas de los centros participantes, seleccionados aleatoriamente. Las instrucciones para contestar los cuestionarios se explicaron oralmente antes de la cumplimentación. El pase de las pruebas se llevó a cabo en dos sesiones de 50 minutos aproximadamente. Previamente a la aplicación de los instrumentos de evaluación se informó a los directores de los centros escolares seleccionados y a los profesores de los objetivos de la investigación, así como de los instrumentos a aplicar. A continuación se contactó con las familias, con el objetivo de pedir su colaboración, su autorización y garantizar el anonimato de los datos.

Para la realización del estudio se siguieron todas las normas éticas, respetando el anonimato de las respuestas, tanto para la recogida de datos como en el tratamiento posterior de los mismos.

Análisis de los datos

Se realizaron análisis de varianza para establecer las diferencias entre grupos en las variables evaluadas. Además, se llevaron a cabo análisis de regresión utilizando el método de introducción por pasos con el objetivo de concluir las variables con mayor poder predictor sobre el afrontamiento centrado en la resolución del problema, siendo la variable dependiente el afrontamiento centrado en la resolución del problema y las variables predictoras la inteligencia (CI), los estilos de crianza del padre y de la madre en los diferentes factores evaluados (afecto, control, permisividad y negligencia), el apego con los pares, la empatía (dimensiones cognitivas y emocionales), la ira evaluada como rasgo y como estado, la inestabilidad emocional, la ansiedad, el estrés, el afrontamiento improductivo y el afrontamiento centrado en la relación con los demás.

Resultados

Los análisis de varianza muestran diferencias de género en la mayoría de las variables emocionales y cognitivas evaluadas. Los chicos puntúan más alto en la escala que evalúa el estrés como un desafío (F (1530) = 34.269; p < 0.01) y en las estrategias de afrontamiento centradas en la resolución del problema (F(1530)) = 5.624; p < 0.05), mientras que las chicas de la misma edad sobresalen en la utilización de mecanismos de afrontamiento improductivo (F (1,530) = 34.269; p < 0.01) y aquellos que buscan la relación con los demás (F(1530)) = 10.158; p < 0.01) como apoyo para encontrar la solución a los problemas; además, puntúan más alto en empatía, tanto en las dimensiones cognitivas (capacidad para ponerse en el lugar del otro) (toma de perspectiva: F (1530) = 24.005; p < 0.01; fantasía: F (1530) = 31.968; p < 0.01) como emocionales (preocupación por la necesidad o problema de otra persona) ( preocupación empática: F (1530)) = 55.824; p < 0.01; malestar personal: F (1530) = 41.517; p < 0.01), y también muestran más ansiedad (F1530) = 13.003; p <0.01). No se observan diferencias de género en inteligencia y en ira.

En relación con las variables socio familiares, se alcanzan diferencias significativas en el apego a los pares (F (1523)) = 18.265; p < .001), siendo las chicas las que alcanzan puntuaciones más elevadas. En cuanto a los estilos de crianza las diferencias entre chicos y chicas solo son significativas en el factor que mide la permisividad por parte del padre (F (1500) = 13.087; p < 0.01) y de la madre (F (1500) = 10.825; p < 0.01), siendo los chicos los que perciben en la relación con sus padres una menor disciplina y ausencia de normas, llegando a una autonomía extrema. Por el contrario, los chicos y las chicas adolescentes alcanzan los mismos niveles en las dimensiones de apoyo y comunicación, control negativo y negligencia referidas a la relación con sus padres.

El análisis de regresión múltiple muestra el efecto de las variables predictoras sobre la resolución de los problemas en la adolescencia, evaluada como mecanismo de afrontamiento centrado en la solución del problema.

En la muestra general, siete han sido las variables que contribuyen a explicar en casi 45% la variable dependiente. Nos referimos al afrontamiento centrado en buscar apoyo en los demás, el estrés como desafío, el apoyo y comunicación junto con el control de la madre, todas ellas con signo positivo. Además figuran la inestabilidad emocional, la ansiedad y la negligencia de la madre a la hora de atender las necesidades de los hijos con signo negativo.

Estos resultados ponen de relieve que la percepción del problema como un reto o desafío, la autorregulación emocional, el apoyo de los otros, así como estilos de crianza ejercidos por la madre, centrados en el apoyo, la comunicación y la implicación en la crianza, son los procesos que alcanzan un mayor poder predictor de los mecanismos de afrontamiento orientados a una resolución eficaz del problema. Por otra parte, desaparecen variables como la inteligencia general, la empatía, el apego con los iguales, así como los estilos de crianza del padre.

Las diferencias de género que muestran los ANOVA realizados justifican el realizar los análisis de regresión múltiple en función del género.

Los resultados muestran que en los chicos adolescentes, cinco variables explican en 47,5% la utilización de mecanismos centrados en la resolución de problemas: el afrontamiento centrado en buscar apoyo en los demás, el estrés percibido como desafío, el apoyo y la comunicación por parte de la madre y la ira como rasgo. Todos ellos con signo positivo, mientras que también aparece la inestabilidad emocional, pero interviene con signo negativo. De nuevo la percepción del estrés como un desafío, el buscar apoyo en los demás, el autocontrol emocional, junto con el estilo de crianza de la madre, caracterizado por afecto y comunicación son variables con un alto poder predictor de estrategias de afrontamiento dirigidas a una eficaz solución de los problemas en los chicos adolescentes.

El análisis de regresión en el grupo de chicas constata que son cuatro variables las que explican en 45,4% la utilización de estrategias centradas en la resolución eficaz de los problemas. Se trata del afrontamiento centrado en la relación con los demás y el estrés como desafío, con signo positivo, mientras que la negligencia percibida por parte de la madre a la hora de atender sus necesidades y la ansiedad intervienen con signo negativo.

Por tanto, en las chicas adolescentes vuelve a aparecer la importancia de interpretar el estrés como un reto o desafío y la búsqueda de apoyo en los demás para encontrar soluciones eficaces a los problemas, estando también presente la madre con un estilo de crianza negativo, que indica poca implicación en el cuidado y la educación de los hijos (lo que justifica el signo negativo con el que aparece la variable). De las variables emocionales evaluadas tan solo se mantiene en el análisis de regresión la ansiedad en sentido negativo.

Discusión

En relación con el primer objetivo planteado, los análisis realizados no muestran diferencias de género en inteligencia general, ni en las respuestas de ira. Mientras que las chicas adolescentes son más empáticas, alcanzan niveles más altos de ansiedad, buscan más apoyo en los demás para solucionar sus problemas e incluso utilizan más mecanismos improductivos tales como auto inculparse, hacerse ilusiones, ignorar el problema, preocuparse o reservarlo para sí. Por el contrario, los chicos de su misma edad perciben en mayor medida el estrés como un desafío y utilizan en mayor medida mecanismos de afrontamiento centrados en la solución del problema. En las variables socio familiares, las chicas informan de un apego mayor con sus iguales, lo que puede constituir un apoyo emocional y social importante. Estos datos corroboran la necesidad de considerar la variable género en los estudios centrados en la adolescencia (Yücel et al., 2012) y que incluyan específicamente variables emocionales (Mestre, Samper, Frías, & Tur-Porcar, 2009; Schneider, et al., 2013).

No hay diferencias en función del género en los estilos de crianza que perciben en la relación con sus padres y madres, únicamente los chicos perciben una mayor permisividad por parte de sus progenitores, lo que equivale a una disciplina más laxa y una mayor libertad que puede llevar a una autonomía extrema, falta de normas y límites. En la línea de otros estudios se constata la importancia de los estilos de crianza, especialmente en lo que se refiere al establecimiento de normas y su cumplimiento y su influencia en la conducta y desarrollo de los hijos (Cenkseven Onder & Yurtal, 2008; Mestre, Samper, Nácher, Tur-Porcar, &Cortés, 2006; Mestre, Tur, Samper, & Latorre, 2010; Carlo, Mestre, Samper, Tur-Porcar, & Amenta, 2010a; Tur, Mestre, Samper, & Malonda, 2012).

En relación con el segundo objetivo del estudio, los resultados de los análisis de regresión muestran que el mecanismo de afrontamiento que se apoya en las relaciones con los demás (buscar apoyo espiritual, invertir en amigos íntimos, buscar ayuda profesional, buscar apoyo social ante los problemas o dificultades), junto con la percepción del estrés como un reto y un desafío, son las dos variables que alcanzan un mayor poder predictor de los mecanismos de afrontamiento centrados en la resolución del problema, tanto en la muestra general como en los análisis de regresión realizados separadamente para los chicos y las chicas adolescentes. Se constata así que en la adolescencia, independientemente del género, el apoyo de otros puede ser un buen recurso para un afrontamiento eficaz de un problema o dificultad. Asimismo, percibir la situación estresante como un reto o desafío también mantiene alerta y activo al adolescente para encontrar soluciones eficaces. Otros estudios en la misma línea han confirmado que diferentes factores de personalidad junto con la inteligencia emocional guardan relación con las estrategias de afrontamiento que la persona utiliza ante un problema (Matthews, et al., 2006), de manera que una alta responsabilidad (entendida como factor de personalidad) guarda relación con la aplicación de estrategias de afrontamiento centradas en la tarea. Por el contrario, las personas con baja inteligencia emocional manifiestan más preocupación ante las situaciones que producen tensión y practican más los estilos de afrontamiento centrados en la evitación del problema.

Nuestros resultados, en la línea de otras investigaciones, también muestran la importancia de variables relacionadas con la regulación emocional en los mecanismos de afrontamiento (Carlo, et al., 2010b; Mestre, et al., 2012) y la presencia de los estilos de crianza ejercidos por la madre que aparecen tanto en positivo (apoyo y comunicación, control) como en negativo (negligencia o poca implicación en la crianza) (Tur, et al., 2012).

Las diferencias más importantes entre los chicos y las chicas se encuentran en los estilos de crianza y las emociones, de manera que en los chicos alcanza un mayor poder predictor y explicativo la relación con su madre caracterizada por más apoyo y comunicación, niveles más elevados de ira evaluada como rasgo, pero también menor inestabilidad emocional, es decir más autocontrol y capacidad para regular los impulsos. Mientras que en las chicas, las diferencias en las variables que explican la resolución eficaz de los problemas se centran en la percepción de menos negligencia por parte de su madre a la hora de atender sus necesidades, es decir, más implicación de su madre en su cuidado, educación y crianza, junto con niveles más bajos de ansiedad.

Estos resultados ponen de relieve la importancia de procesos cognitivos, tales como la percepción del estrés como un reto o desafío (valoración de la situación) y la búsqueda de apoyo en los demás, junto con otros procesos emocionales que contribuyen al autocontrol y la regulación emocional, además de estilos de crianza ejercidos por la madre en la utilización de mecanismos orientados a una solución eficaz del problema. Una vez más se confirma la importancia en el desarrollo de los menores de los estilos de crianza caracterizados por el afecto y apoyo, la comunicación y la implicación de la madre en atender las necesidades de los hijos (Mestre, et al., 2010; Carlo, et al., 2010a; Tur, et al., 2012).

Por otra parte, desaparecen variables como la inteligencia general, la empatía, el apego con los iguales, así como los estilos de crianza del padre a la hora de explicar los mecanismos de afrontamiento que el adolescente selecciona para solucionar los problemas. Por tanto en relación con el segundo objetivo, se constata que la inteligencia no tiene un peso en la predicción de mecanismos de afrontamiento orientados a la resolución del problema.

A la vista de los datos obtenidos se concluye que la inteligencia no es una variable importante para resolver y afrontar eficazmente los problemas personales y sociales, mientras que procesos emocionales como la ansiedad y la inestabilidad emocional alcanzan un peso mayor para explicar la selección de estrategias que caracterizan un afrontamiento eficaz de las dificultades que el adolescente debe abordar. Estos resultados son coherentes con otros estudios recientes que confirman el rol del autocontrol y la autorregulación en la relación entre ansiedad y ejecución cognitiva en la adolescencia (Bertrams, et al., 2013), de manera que la capacidad de autocontrol modula el impacto negativo de la ansiedad en el rendimiento.

Los resultados obtenidos permiten concluir que para un afrontamiento eficaz de los problemas en la adolescencia es relevante asumir el reto, sentirse capaz de solucionar el problema, tener la capacidad de buscar apoyo en otros si es necesario, junto con el autocontrol emocional. Además, las relaciones con la madre caracterizadas por apoyo y comunicación contribuyen a una mayor autonomía en la búsqueda de soluciones por parte de los adolescentes. Por el contrario, la inteligencia general no está directamente relacionada con estos procesos. Estos datos deben ser tenidos en cuenta en el aprendizaje y desarrollo de mecanismos de solución de problemas en la infancia y la adolescencia, así como en el desarrollo de estrategias para la gestión del estrés y la autorregulación emocional a lo largo del desarrollo.

El presente estudio tiene algunas limitaciones. La naturaleza transversal del mismo no permite realizar inferencias de causalidad ni observar cambios entre las variables evaluadas a lo largo del tiempo. Estudios longitudinales sobre el desarrollo emocional y su relación con la conducta socialmente adaptada pueden aportar esas relaciones causales entre los constructos evaluados. Sin embargo, la investigación realizada sobre una muestra amplia y representativa de sujetos aporta resultados nuevos sobre las variables cognitivas, emocionales y familiares que tienen un mayor poder predictor de un afrontamiento eficaz de los problemas en la adolescencia.

Si bien la investigación sobre regulación emocional, rendimiento y conducta se ha incrementado en los últimos años, no se ha estudiado en la misma medida la relación entre la inteligencia general, las emociones y los mecanismos de afrontamiento del adolescente, junto con variables socio familiares, como los estilos de crianza y el apego con los iguales. Los resultados obtenidos deben ser tenidos en cuenta en la prevención y desarrollo de conductas adaptadas en la adolescencia y en conductas orientadas a la solución eficaz de los problemas. La carencia de estrategias de afrontamiento adecuadas, junto a una alta inestabilidad emocional o niveles elevados de ansiedad son elementos mucho más importantes que la inteligencia general en el comportamiento de los adolescentes ante problemas o dificultades sociales.

Es en todos estos procesos en los que hay que centrar los esfuerzos para la adquisición precoz de estrategias de afrontamiento eficaces. La mayor o menor inteligencia no es algo relevante a considerar, sino mas bien la valoración de la situación que el adolescente realiza, su capacidad de autocontrol y regulación de emociones, sin olvidar la importancia de la implicación de la madre en la crianza que transmite apoyo, afecto, comunicación y atención a sus necesidades.

Los resultados obtenidos tendrán una repercusión en futuras investigaciones. Por una parte, la importancia que alcanza la valoración del estrés como un desafío en la utilización de mecanismos de afrontamiento eficaces plantea la necesidad de incluir otras variables cognitivas como la autoeficacia en relación con la conducta (Caprara, Alessandri, & Eisenberg, 2012). Por otra parte, los programas orientados a una intervención precoz en la infancia para potenciar el desarrollo emocional y la autonomía personal deberán incluir la identificación de emociones, la regulación emocional, la valoración de las situaciones desde la autoeficacia y responsabilidad, sin olvidar implicar a los padres, especialmente a las madres en la crianza positiva de sus hijos.


Referencias

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