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Universitas Psychologica

Print version ISSN 1657-9267

Univ. Psychol. vol.15 no.1 Bogotá Jan./Mar. 2016

https://doi.org/10.11144/Javeriana.upsy15-1.cmsa 

Cuidado materno y seguridad del apego antes del primer año de vida*

Maternal Care and Attachment Security in the First Year of Life

Magaly Nóblega**
Patricia Bárrig
Gabriela Conde
Juan Nuñez del Prado

Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, Perú

Olga Alicia Carbonell***
Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia

Marina Altmann de Litvan****
Chair of the Project Committee on Clinical Observation, Uruguay

Elena González*****
Emilia Sasson
Alicia Weigensberg de Perkal
María Bauer

ATI, Uruguay

*Artículo de investigación científica y tecnológica. Este estudio está enmarcado en un proyecto multicéntrico diseñado por Marina Altmann PhD., Equipo ATI -Atención y Desarrollo a la Temprana Infancia y a su Familia- y Olga Alicia Carbonell, PhD., Universidad Javeriana-Colombia. Este trabajo fue financiado por la Dirección de Gestión de la Investigación (DGI) de la PUCP, a través de la subvención DGI-70242-3110.
**Miembro del Grupo de Investigación Relaciones Vinculares y Desarrollo Socioemocional, Departamento de Psicología. Correo electrónico: mnoblega@pucp.pe; pbarrig@pucp.pe; gabriela.conde@pucp.pe; j.nunezdelprado@pucp.pe
***Departamento de Psicología. Correo electrónico: carbonel@javeriana.edu.co
****Docente del Research Training Program de la Asociación Psicoanalítica Internacional. Asesora Académica de la ONG: Atención a Temprana Infancia. Montevideo, Uruguay. Colaboradora Honoraria Dpto de Psicología Medica de la Facultad de Medicina del Uruguay.
*****Correo electrónico: ati-uruguay@adinet.com.uy

Recibido: 02 de agosto de 2014 | Aceptado: 29 de septiembre de 2015


Para citar este artículo

Nóblega, M., Bárrig, P., Conde, L. G., Prado, J. N. del, Carbonell, O. A., Gonzalez, E., Sasson, E., Weigensberg de Perkal, A., & Bauer, M. (2016). Cuidado materno y seguridad del apego antes del primer año de vida. Univer-sitas Psychologica, 15(1), 245-260. http://dx.doi.org/10.11144/Javeriana.upsy15-1.cmsa


Resumen

La relación entre el cuidado materno (sensibilidad) y la seguridad del apego del niño (conducta de base segura) ha sido corroborada en diferentes contextos y edades. Sin embargo, existe ausencia de estudios que la hayan estudiado antes del primer año de vida. La presente investigación analizó esta relación en un grupo de 32 madres peruanas de 19 a 44 años de nivel socioeconómico bajo y sus hijos de 8 a 10 meses. La sensibilidad fue evaluada a través del Q-sort del Comportamiento Materno (MBQS) (Pederson & Moran, 1995) y la seguridad del apego mediante el Q-sort del Apego (Waters, 1995). Los resultados muestran que existe una relación directa y significativa entre ambas y que las separaciones físicas juegan un rol importante en esta relación.

Palabras clave: conducta de base segura; primer año de vida; sensibilidad materna; separaciones tempranas


Abstract

Sensitivity hypothesis has been corroborated in different contexts and children ages; however, there is lack of studies that have analyzed it in the first year of life. The present study related maternal sensitivity and child secure base behavior in a group of 32 Peruvian mothers of low income families. Mothers were 19 to 44 years old and their children were between 8 and 10 months old. Mother's sensitivity was assessed using the Q-sort Maternal Behavior (Pederson & Moran, 1995) and child secure base behavior through the Attachment Q-sort (Waters, 1995). Results indicated a significant and direct relationship between two constructs and that early mother-infant physical separations play an important role in this relationship.

Keywords: secure base behavior; first year of life; maternal sensitivity; early separations


Introducción

La teoría propuesta por Bowlby considera que la seguridad del apego del niño se encuentra relacionada con la sensibilidad de su madre. Este postulado denominado hipótesis de la sensibilidad (van IJzerdoorn & Sagi-Schwartz, 2008) ha sido demostrado en numerosas investigaciones realizadas a partir del segundo año de vida de los niños en diversos contextos. Sin embargo, hay escasa evidencia sobre el mismo durante el primer año de vida del niño, que es el periodo en el cual se construye el vínculo madre-hijo.

Evolutivamente, en este periodo, el niño pasa de emitir conductas instintivas de búsqueda de proximidad a una figura que le brinde protección y cuidado a organizar un sistema de conductas de apego hacia una persona en particular, generalmente la madre (Ainsworth, 1985; Bowlby, 1976; Marvin & Briter, 2008). De manera paralela, en esta etapa, el niño desarrolla un sistema de conductas de exploración (Marvin & Briter, 2008) que tiene por finalidad extraer información del ambiente y transformar lo nuevo en familiar (Bowlby, 1969).

El equilibrio entre estos dos sistemas de conductas se denomina conducta de base segura del niño. La teoría considera que el uso de la misma será facilitado por la seguridad del apego que el niño ha construido a partir de la disponibilidad física y afectiva de su madre (Ainsworth, Blehar, Waters, & Wall, 1978). En la teoría del apego, esta disponibilidad se denomina sensibilidad y se define como la capacidad de la madre para percibir, interpretar y responder adecuadamente y a tiempo a las señales del bebé (Ainsworth et al., 1978).

La relación entre la sensibilidad materna y la seguridad del apego ha sido demostrada en numerosas investigaciones realizadas en diversos contextos (Atkinson et al., 2005; Behrens, Parker, & Haltigan, 2011; Belsky, 1997; Braungart-Rieker, Garwood, Powers, & Wang, 2001; Leerkes, 2011; Ravala et al., 2001; Seifer, Schiller, Resnick, Riordan, & Sameroff, 1996; Sroufe, 2005; Tarabulsky et al., 2005). Por un lado, los meta-análisis que han estudiado esta relación en diversos contextos han reportado asociaciones de débiles a moderadas entre ambas variables (Atkinson et al., 2000; De Wolff & van IJzendoorn, 1997; Goldsmith & Alansky, 1987; Nievar & Becker, 2008). En cambio, las investigaciones realizadas en América Latina han encontrado correlaciones más robustas que van desde 0.46 a 0.61 (Posada et al., 1999; Posada et al., 2002; Posada, Carbonell, Alzate, & Plata, 2004; Valenzuela, 1997); específicamente en el Perú los estudios realizados han mostrado asociaciones de 0.31 y 0.63 entre ambas variables (Dávila, 2013; Nóblega, 2012).

En relación a las variaciones de esta hipótesis de acuerdo a la edad del niño, Atkinson et al. (2000), De Wolf y van IJzerdoorn (1997) y Thompson (1997) sostienen que la fuerza de esta relación se incrementa cuando el niño es mayor debido a la influencia de la continuidad de la presencia de la madre. En este sentido, un estudio peruano encontró una correlación de 0.54 para niños de 30 a 47 meses y de 0.66 para los de 49 a 72 meses; aunque ambos valores no diferían significativamente podrían considerarse indicadores de dicha tendencia (Nóblega, Bárrig, Alayza, Dávila, & Durant, 2014).

Respecto al estudio de la hipótesis de la sensibilidad durante el primer año de vida del niño, las investigaciones realizadas han corroborado la capacidad predictiva de la sensibilidad materna medida durante los primeros 12 meses del niño sobre el apego del niño en etapas posteriores (Bigelow et al., 2010; Goldsmith & Alansky, 1987; Mc Elwain & Booth-LaForce, 2006; Leerkes, 2011; Posada et al., 1999; Posada et al., 2002; Posada et al., 2004; Russell, 1993).

Sin embargo, no se han encontrado investigaciones que midan de forma paralela la sensibilidad materna y la seguridad del apego antes del primer año de vida, a pesar de que durante este periodo es posible observar patrones de interacción que indicarían el futuro apego del niño (Ainsworth et al., 1978; Bebee et al., 2010; Evans & Porter, 2009; Isabella, Belsky, & von Eye, 1989).

Por otro lado, los estudios demuestran que la conducta materna tiene un impacto en la seguridad del apego del niño siempre que la respuesta de la madre se ajuste a las necesidades del niño de acuerdo a su edad (Bigelow et al., 2010; Thomson, 1997). Así, se considera que durante la segunda mitad del primer año de vida, las respuestas sensibles de la madre hacia la exploración del hijo son más importantes que en etapas anteriores (Ainsworth et al., 1978) debido a que ésta es una conducta en desarrollo (Thies & Travers, 2004).

Adicionalmente, la disponibilidad física y emocional de la madre sigue siendo importante hacia el final del primer año de vida del niño (Bowlby, 1969; Ziv, Aviezer, Gini, Sagi, & Koren-Karie, 2000). Por ello, la ausencia física de la figura de apego produce una intensa reacción de ansiedad expresada en la secuencia de respuestas de protesta, desesperación y pérdida de interés o desapego emocional (Bowlby, 1998). Esta reacción se debe a la dificultad del niño de esta edad para conservar mentalmente la continuidad de la presencia de la madre en momentos de separación (Bowlby, 1973), así como la dificultad para entender las razones de la separación o el tiempo que transcurrirá antes de que la madre vuelva (Howard, Martin, Berlin, & Brooks-Gunn, 2011).

Bowlby (1998) refiere que cuando la ausencia de la madre no es prolongada, el vínculo emocional entre la madre y el niño se restituye cuando se vuelven a juntar. Sin embargo, las investigaciones han demostrado que las separaciones cortas y rutinarias tienen un impacto importante en la seguridad del niño (Luecken & Lemery, 2004). En este sentido, este tipo de separaciones durante los dos primeros años de vida del niño se encuentran asociadas a patrones de apego inseguro con la madre hacia los tres años de vida (Tornello et al., 2013) mientras que las separaciones mayores a una semana durante este periodo estuvieron asociadas a mayor agresividad y negatividad del niño hacia su madre a los tres y cinco años (Howard et al., 2011).

Las separaciones de las madres y sus hijos también tienen consecuencias inmediatas sobre la conducta materna. El estudio de Leifer, Leiderman, Barnett y William (1972) demostró que las madres que se habían separado de sus bebés prematuros inmediatamente después del parto, tenían menor confianza acerca de sus habilidades maternas, sonreían menos y tenían menor contacto físico con sus hij os. Contrariamente, otro estudio no encontró asociación entre la sensibilidad de las madres a los 3 y 5 años y la presencia de separaciones durante los dos primeros años de vida (Howard et al., 2011).

En base a lo anteriormente expuesto, y dada la relevancia del estudio de la hipótesis de la sensibilidad en diferentes etapas del desarrollo, en este estudio se evaluó la relación entre la sensibilidad y los indicadores de la seguridad del apego en un grupo de madres peruanas y sus hijos de 8 a 10 meses de edad de nivel socioeconómico (NSE) bajo. De acuerdo a la literatura, se esperaría que haya una relación significativa entre ambas variables aun cuando la fuerza de la relación sea menor a la reportada para niños mayores.

Asimismo y dada la ausencia de estudios que vinculen estas variables en niños menores a un año de vida, se exploró el rol de diversas características sociodemográficas de la madre (edad y nivel educativo de la madre) y del hijo (género y separaciones de la madre) sobre esta relación. Estas características han sido investigadas en estudios con niños mayores (Howard et al., 2011; Leifer et al., 1972; Mc Elwain & Booth-LaForce, 2006; Pederson et al., 1990; Pederson, Gleason Moran, & Benton, 1998; Stams, Juffer, van IJzendoorn, 2002; Schoppe-Sullivan et al. 2006; Tornello et al., 2013).

Método y materiales

Participantes

Participaron 32 madres y sus hij os de ocho a diez meses de edad. La media de edad de las madres fue 29.6 años (DE = 6.28, Min = 19, Max = 44). Todas ellas tenían entre uno y cinco hijos (Mo= 2) cuyas edades fluctuaban entre los 8 meses y 22 años. En relación a su nivel educativo, el 53.13% tenían estudios secundarios y el 40.63% educación superior técnica; una madre tenía primaria completa y otra estudios universitarios completos. La mayoría de ellas (84.37%) vivía con su pareja. El 68.75% vivía con su familia extendida y el 25% con su familia nuclear mientras que una participante era parte de una familia monoparental y otra de una familia reconstituida. Asimismo, en el momento del estudio el 81.25% realizaba las labores del hogar mientras que el 18.75% tenía un trabajo remunerado. Todas las participantes pertenecían a un nivel NSE bajo a excepción de dos familias que se ubicaban en el sector socioeconómico medio.

Los niños y niñas participantes en el estudio -hijos de las madres descritas- fueron 20 hombres (62.50%) y 12 mujeres (37.50%). En promedio, tenían 8.91 meses de edad (DE = 0.96) siendo el rango entre 8 y 10 meses 29 días. En todos los casos el cuidador principal era la madre.

Ninguno de los niños presentaban una evidente patología grave del desarrollo o de salud (retardo mental, autismo, síndrome de Down y similares, o prematuridad). Estos criterios de exclusión de los participantes fueron verificados a partir del auto reporte hecho por la madre durante el contacto inicial.

Del total de niños participantes, diez tuvieron un periodo de separación de sus madres por lo menos mayor a un día; siete de ellos se separaron entre un día y una semana, uno de ellos entre una y cuatro semanas y uno más de dos meses. Los motivos de la separación fueron situaciones familiares o médicas que ameritaban la presencia de la madre y en cuatro casos por trabajo. Durante la separación, los niños se quedaron al cuidado de alguna de sus abuelas u otro familiar cercano (tía, hermana, padre).

La selección de las diadas participantes se realizó por conveniencia; de las madres que llevaban a sus hijos a un centro de salud estatal, se seleccionó a aquellas que tenían hijos entre 6 y 10 meses, a cada madre se le explicó el estudio y se le invitó a participar del mismo. Solo en un caso, la madre fue referida por un contacto de uno de los investigadores del equipo. En el caso de las madres cuyos hijos tenían menos de 8 meses, se les volvió a invitar cuando el hijo cumplió esta edad.

De las madres que aceptaron participar, se seleccionó a las que cumplían con los criterios establecidos para la edad del niño y de la madre, NSE, ausencia de enfermedades graves en la madre y en el desarrollo del niño. Las madres que aceptaron participar voluntariamente firmaron el consentimiento informado.

Medición

Sensibilidad materna. Para medir la calidad de la conducta materna se utilizó el Q-sort del Comportamiento Materno (MBQS) versión 2.1 (Pederson & Morán, 1995). Específicamente se utilizó la versión adaptada por Posada et al. (2002) al contexto latinoamericano.

El MBQS utiliza la metodología Q-Sort para describir la conducta de la madre observada a partir de 90 ítems. Este instrumento ha sido validado en diversas investigaciones (Moran, Pederson, Pettit, & Krupka, 1992; Pederson et al., 1998; Pederson & Moran, 1995; Pederson et al., 1990; Posada et al., 1999; Posada et al., 2002; Posada et al., 2004). Las madres fueron observadas en el contexto de la interacción con su hijo por una hora, aproximadamente, por dos evaluadores. Los observadores fueron un equipo de cinco psicólogos y una estudiante de psicología del último año entrenado por un psicólogo experto en la prueba.

Con el objetivo de mejorar la calidad de las puntuaciones obtenidas de la conducta materna, la calificación de las observaciones se realizó en dos etapas siguiendo los procedimientos realizados en estudios previos (Bárrig, 2004; Nóblega, 2012; Posada et al., 2004; Posada, Gao et al., 1995; Posada et al., 2002; Vaughn et al., 2007). En la primera etapa, las calificaciones de ambas observadoras fueron correlacionadas obteniéndose una confiabilidad interobservador promedio de 0.82 (DE = 0.09). Para 31 de los casos el mínimo obtenido fue de 0.61 y el máximo de 0.92. En el caso restante se obtuvo una confiabilidad de 0.59, por lo que el video de la interacción fue codificado por una tercera evaluadora; con este procedimiento, la confiabilidad inter-observador ascendió a 0.75.

En la segunda etapa, para cada caso se identificaron los ítems en los que había alta discrepancia entre las calificaciones dadas por ambos observadores (diferencia de más de tres puntos). Estos ítems fueron discutidos a partir de referentes comportamentales observados durante la visita, llegando luego a una descripción compartida del comportamiento materno. De esta manera, las puntuaciones de las madres estuvieron constituidas por el promedio de las puntuaciones dadas por ambos observadores a cada ítem.

Con estas puntuaciones, en primer lugar se obtuvo un puntaje global de sensibilidad para cada madre a partir de la correlación entre éstas y el "criterio de sensibilidad" establecido de acuerdo al juicio de expertos (Pederson & Moran, 1995).

En segundo lugar, se obtuvieron las puntuaciones y confiabilidades por consistencia interna (Alpha de Cronbach) para las escalas del comportamiento materno descritas en estudios previos (Posada et al., 2002): (1) respuesta sensible de la madre a las señales y comunicaciones del bebé (a = 0.88); (2) accesibilidad o capacidad de la madre para tener en cuenta al niño aun cuando atienda a otras demandas (a = 0.89); (3) aceptación o tono positivo de la madre al interactuar con su hijo (a = 0.89); (4) interferencia referida a la intrusión y falta de cooperación de la madre en las actividades que se encuentra realizando el niño (a = 0.87); (5) actitud activa-animada es decir la participación activa de la madre en la interacción con el niño (a = 0.79); (6) crear un ambiente interesante que describe el comportamiento materno destinado a estimular y organizar un ambiente apropiado para el bebé (a = 0.80) y finalmente, (7) preocupación por la apariencia física referida a conductas que denotan un interés por la buena apariencia física del bebé (a = 0.50).

Conducta de base segura. La organización de la conducta de base segura fue evaluada a través del Q-sort del Apego (AQS) versión 3.0 (Waters, 1995). Se utilizó la adaptación lingüística realizada por Nóblega (2012) de la versión en español (Posada et ál., 1999).

Este instrumento utiliza la metodología Q-Sort y consta de 90 ítems que describen diferentes conductas del niño. En relación a su validez, un estudio meta-analítico que involucró a 13835 niños entre 12 y 69 meses de edad demostró una moderada validez convergente, validez predictiva y discriminativa (van IJzerdoorn, Vereijken, Bakermans-Kranenburg, & Riksen-Walraven, 2004). Respecto a la confiabilidad, este mismo estudio reportó una modesta confiabilidad test-retest. La confiabilidad interobservador varía entre 0.51 y 0.95 en diferentes estudios (Bárrig, 2004; Cassibba, van IJzerdoorn, & D'Odorico, 2000; Nóblega, 2012; Posada, Gao et al., 1995; Posada et al., 2002; Posada et al., 2004; Solomon & George, 2008; Vaughn et al., 2007).

Para esta investigación se filmó la interacción libre de la madre con su hijo durante una hora aproximadamente, el video fue luego calificado por dos evaluadores distintos a los que habían observado a la madre. Se realizó el mismo procedimiento de calificación en dos etapas descrito para el MBQS. La confiabilidad interevaluador promedio de la primera etapa fue de 0.83 (DE = 0.07, Min = 0.65 y Max = 0.92).

En este estudio se obtuvieron tres datos de la prueba (Waters, 1995). En el primero de ellos se obtuvo la seguridad del apego del niño a partir de la correlación entre las puntaciones del niño en los 90 ítems y las de un niño hipotéticamente seguro definido por la teoría. Esta puntuación teórica se denomina "criterio de seguridad" y ha sido validado en diferentes contextos, incluido el peruano (Cassibba et al., 2000; Nóblega, 2012; Posada, Gao et al. 1995).

Como segundo resultado se obtuvieron las puntuaciones de las escalas del comportamiento del niño en cuatro dimensiones de la seguridad del apego (Posada, Waters, Crowell, & Lay, 1995) así como su confiabilidad por consistencia interna: calidez de las interacciones con la madre (a = 0.89), placer en el contacto físico con la madre (a = 0.60), interacción con otros adultos (a = 0.60) y búsqueda de proximidad de la madre (a = 0.74).

Finalmente, en el tercer nivel de análisis se compararon los promedios de las puntuaciones de cada uno de los ítems obtenidas por los participantes con la puntuación del ítem en el criterio teórico.

Procedimiento

Para explicar el procedimiento seguido con cada diada, se debe señalar que los resultados presentados en este estudio forman parte de una investigación multicéntrica diseñada por Altmann, Equipo ATI y Carbonell. El objetivo de esta investigación fue explorar el aporte de la sensibilidad materna, las estrategias regulatorias de la madre -en especial el uso de la canción de cuna- y sus representaciones de apego sobre la seguridad del apego del niño durante el primer año de vida.

De esta manera, para la investigación completa se llevaron a cabo dos reuniones con las participantes. La primera de ellas se realizó en la casa de la madre, en ésta las participantes firmaron el consentimiento informado y se tomaron sus datos sociodemográficos. A continuación, se observó y filmó la interacción de la diada durante una hora; luego se le pidió a la madre que jugara durante cinco minutos con su niño en un espacio fijo; finalmente, la madre respondió a una prueba de evaluación de las representaciones de apego. La segunda reunión se realizó en una cámara Gessel de la universidad; en ésta, las madres siguieron un procedimiento experimental de separaciones y reuniones, las cuales fueron filmadas; al finalizar se recolectó información sobre sus prácticas de cuidado y el uso de la canción de cuna durante la crianza.

Como una forma de retribuir su participación, a las madres se les obsequió un DVD con la filmación de la primera observación y un reconocimiento económico equivalente a 15 dólares. Además, las madres tenían la posibilidad de solicitar una reunión adicional en la que dos miembros del equipo de investigación les brindaron orientación psicológica sobre lo observado en la relación con su niño o sobre las preocupaciones que la madre tenía acerca de la crianza de su hijo.

Para este artículo se ha utilizado la información recabada en la filmación de la interacción libre llevada a cabo en la primera reunión. La calificación de los videos de la conducta del niño con el AQS y de la observación de la conducta materna con el MBQS fueron realizadas por cuatro diferentes calificadores para cada diada, de tal manera que se mantuvo la independencia de las puntuaciones de la madre y del niño.

Análisis de datos

En el análisis preliminar de los datos no se encontraron datos ausentes y se decidió mantener los pocos datos atípicos presentes por considerarlos representativos de los fenómenos y, además, por el reducido tamaño del grupo participante. Se utilizaron estadísticos descriptivos para cada una de las variables y estadísticos paramétricos (correlación r de Pearson, t de Student y MANOVA); asimismo se calculó el tamaño del efecto y el poder estadístico en los casos en que fueron pertinentes.

A partir del análisis de la asociación entre sensibilidad y seguridad, tomando en cuenta las principales variables sociodemográficas (edad, nivel educativo y ocupación de la madre, número de hijos, género del hijo y separaciones de la madre con su hijo), se realizó un análisis de regresión jerárquica considerando la variable separaciones del hijo respecto a su madre por ser la única variable que correlacionaba inversa y significativamente con la sensibilidad de la madre y la seguridad del niño.

Resultados

Análisis preliminares

El puntaje de la sensibilidad de las madres obtuvo una media de 0.54 (Mzn = -0.02, Max = 0.83, DE = 0.24, IC 95% = [0.45, 0.63]). Esta sensibilidad global se asocia significativamente con el puntaje en las escalas del comportamiento materno: respuesta sensible de la madre (r = 0.91, p < 0.01), accesibilidad materna (r = 0.82, p < 0.01), aceptación de su hijo (r = 0.50, p < 0.01), actitud activa-animada (r = 0.73, p < 0.01) y creación de un ambiente interesante por parte de la madre (r = 0.42, p = 0.02). En cambio, no se encontró asociación significativa de la sensibilidad materna ni con la interferencia de la madre en las actividades del niño (r = 0.01, p = 0.97) ni con su preocupación por la apariencia física de su hijo (r = 0.01, p = 0.94).

El puntaje promedio de la seguridad del apego de los niños observados fue de 0.20 (DE = 0.24, IC 95% = [0.11, 0.28]), los valores obtenidos se encuentran comprendidos entre -0.35 y 0.59. La seguridad de los niños se asocia significativamente con la escala calidez en las interacciones con la madre (r = 0.92, p < 0.01) y con la escala interacción con otros adultos (r = 0.42, p = 0.02). Además, se encuentra una tendencia a la asociación de la seguridad del niño con la escala búsqueda de proximidad de su madre (r = 0.35, p = 0.05) y con la escala placer que el niño muestra en el contacto físico con la madre (r = 0.33, p = 0.06).

Debido a que tradicionalmente el AQS ha sido utilizado para la medición de la seguridad del apego

en niños mayores a 12 meses, y con la finalidad de caracterizar mejor la seguridad del apego de los niños participantes, se compararon los puntajes de las escalas obtenidas por los niños con el promedio de las puntuaciones teóricas para los ítems que conforman cada escala. Las dimensiones de la seguridad del apego de los niños participantes, tomando en cuenta sus asociaciones, se diferencia significativamente del ideal establecido teóricamente (F (4.28) = 63.34, p < 0.01, h2 = 0.90, 1-b = 1). En este

mismo sentido, la comparación independiente de cada una de las dimensiones con el criterio teórico, es decir sin considerar sus interrelaciones, mostró que los niños observados tienen valores significativamente menores en todas las dimensiones de la conducta de base segura (Tabla 1).

Considerando los ítems de manera individual, se identificaron las conductas que tenían una puntuación promedio que difería en más de 3 puntos con el criterio teórico. Tal como se observa en la Tabla 2, la mayoría de ellas se refieren a la escala búsqueda de proximidad de la madre y en menor medida a escala calidez en la interacción con la madre. Además, en la Tabla 2 se observa que el rango de las puntuaciones de cada conducta obtenidos por los niños participantes es amplio.

Asociación entre la sensibilidad de la madre y la seguridad del apego del niño

La calidad del cuidado materno se encuentra directa y significativamente relacionada con la seguridad del apego de los niños (r = 0.40, r 2 = .16, IC 95% = [0.06, 0.66], p = 0.02).

Respecto a la relación entre la sensibilidad materna y las escalas de la conducta del niño, no se encontraron asociaciones significativas. En cambio, la seguridad del apego del niño se relaciona significativamente con la escala respuesta sensible de su madre (r = 0.38, r 2 = 0.14, IC 95% = [0.04, 0.64], p = 0.03).

Al analizar la relación entre la conducta materna y la del niño a partir de variables sociodemográficas de los participantes se halló que la ocurrencia de las separaciones físicas entre la madre y su hijo fue la única variable relevante a partir de la cual se encontraron diferencias en la sensibilidad materna y en la seguridad del niño. De esta manera, se encontró que la sensibilidad de las madres que se habían separado de sus hijos es significativamente menor de la de las madres que no se han separado (Tabla 3). Sin embargo, no se encontraron diferencias significativas en las escalas del comportamiento materno entre las madres que se habían separado de sus hijos y las que no lo habían hecho, ni considerando las interrelaciones entre las escalas (F (7. 24) = 1.92, p = 0.11, h2 = 0.36, 1-p = 0.63) ni la independencia de las mismas (Tabla 3).

De la misma manera, la comparación de la seguridad del apego y sus dimensiones a partir de la ocurrencia de separaciones entre madre e hijo mostró que hay diferencias significativas en el puntaje de seguridad del apego entre quienes tuvieron una separación respecto a su madre con quienes no la tuvieron (Tabla 3). El análisis multivariado de las escalas del AQS reveló una tendencia a la presencia de diferencias significativas entre los niños y niñas que se habían separado de su madre de quienes no se habían separado (F (4. 27) = 2.25, p = 0.09, h2 = 0.25, 1'P = 0.58). El análisis de las escalas de forma independiente demuestra que las diferencias se encuentran en la calidez de las interacciones del niño con su madre (Tabla 3).

El análisis de regresión jerárquica demostró que la consideración de las separaciones físicas entre la madre y su hijo incrementa la capacidad predictiva de la sensibilidad materna sobre la seguridad del apego del niño (Tabla 4).

Discusión

La presente investigación puso a prueba la hipótesis de la sensibilidad, postulado central de la teoría del apego, en un grupo de madres peruanas y sus hijos de 8 a 10 meses de edad. Este estudio es relevante dada la ausencia de investigaciones que evalúen simultáneamente la conducta de la madre y de su hijo en esta etapa de vida de niño. Asimismo, evaluó el rol de las separaciones tempranas de la madre y su hijo sobre la calidad de la relación madre-hijo. Se exploró este rol debido a que se encontró que las separaciones era la única variable inversamente asociada a la conducta materna y a la del niño. Adicionalmente y dado que se utilizó el AQS de manera exploratoria por haber sido un instrumento creado para ser utilizado con niños mayores de un año, se analizaron los resultados obtenidos en esta prueba como una medida de los indicadores de la seguridad del apego del niño.

En relación a la primera hipótesis del estudio, los resultados muestran que la conducta sensible materna y los indicadores de la seguridad del apego del niño de 8 a 10 meses se encuentran significativamente asociados de manera moderada y positiva. Es decir, en el grupo participante, la calidad del cuidado materno es un organizador psíquico del niño (Marrone, 2001) al cumplir un rol central en la organización de su conducta de base segura y con ello en la seguridad del vínculo de apego (Bowlby, 1988; Coleman & Watson, 2000; Marrone, 2001; Oliva, 2004; van IJzerdoorn & Sagi-Schwartz, 2008).

Esta evidencia a favor de la organización recíproca del sistema de apego del niño de 8 a 10 meses y de la calidad del cuidado materno (Bowlby, 1982), apoya el postulado de la universalidad de una de las principales hipótesis de la teoría del apego (van IJzerdoorn & Sagi-Schwartz, 2008) la cual ha sido comprobada en estudios previos en grupos de niños de mayor edad (Atkinson et al., 2000; Atkinson et al., 2005; Behrens et al., 2011; Blesky, 1997; Braungart-Rieker et al., 2001; De Wolff & van Ijzendoorn, 1997; Goldsmith & Alansky, 1987; Leerkes, 2011; Nievar & Becker, 2008; Ravala et al., 2001; Seifer et al., 1996; Srou-fe, 2005; Tarabulsky et al., 2005).

Algunos aspectos metodológicos pueden haber contribuido a la magnitud de la relación entre ambas variables; entre ellos encontramos el uso de una técnica de observación en ambientes naturales a semejanza del estudio de Ainsworth et al. (1978), el uso de la técnica Q-sort para la observación de la conducta materna y del niño así como la simultaneidad de las mediciones. Estos aspectos fueron descritos anteriormente como variables moderadoras de la relación entre la sensibilidad materna y la seguridad del niño (Atkinson et al., 2000; De Wolff & van IJzerdoorn, 1997).

Los resultados hallados son importantes dado que se ha estudiado la relación en una etapa de formación del vínculo, cuando el niño ha identificado una figura a la cual dirige sus conductas de apego (Ainsworth, 1985; Bowlby, 1976; Marvin & Briter, 2008) y ha desarrollado incipientemente su sistema de exploración del medio (Thies & Travers, 2004). Haber mostrado la relación entre la sensibilidad materna y la seguridad del apego del niño en esta etapa evidencia que las características de la conducta materna y del niño se encuentran asociadas durante el proceso de formación de la conducta de base segura del niño. Asimismo, se comprueba que en las etapas tempranas de este proceso se pueden tener claros indicadores de su calidad.

A partir del valor de la correlación encontrada y considerando la amplitud de su intervalo de confianza, se puede considerar que éste es semejante a los hallados en investigaciones latinoamericanas y peruanas con niños mayores (Dávila, 2013; Nóblega, 2012; Posada et al., 1999; Posada et al., 2002; Posada et al., 2004).

Los resultados no permiten afirmar que la fuerza de la relación entre la conducta de la madre y la del niño se incremente con la edad como lo sostuvieron Atkinson et al. (2000), De Wolf y van IJzerdoorn (1997) y Thompson (1997). Sin embargo, para corroborar esta hipótesis se necesitarían mayores investigaciones que incluyan en su diseño la evaluación del rol que podrían tener diversas variables moderadoras de la relación, una de ellas podría ser el NSE, por ser la variable que distingue a las madres del presente estudio respecto a los otros estudios peruanos (Dávila, 2013; Nóblega, 2012). También se podría explorar el rol que cumplen en esta relación características maternas como la etnicidad, el nivel educativo, las creencias acerca del temperamento o el juego del niño, así como las características del contexto en el que se da la relación tal como fueron descritas en estudios previos (Diener, Nievar, &Wright, 2003).

Respecto a la sensibilidad obtenida por el grupo de madres participantes, ésta es semejante a la hallada en estudios previos que utilizaron el mismo instrumento en contextos similares (Fernández, 2013; Posada et al., 2002). Por ello, y a pesar de la gran variabilidad al interior del grupo, se podría considerar que estas madres estarían satisfaciendo adecuadamente las necesidades de cercanía afectiva y seguridad de sus hijos pequeños.

Además, la conducta sensible de la madre parece ser consistente con sus dimensiones (respuesta sensible, accesibilidad, actitud activa-animada y creación de un ambiente interesante para su hijo). Sin embargo, llama la atención que la conducta sensible materna sea independiente de la interferencia de ésta con las actividades de su hijo. Tomando en cuenta que estos resultados son semejantes a los reportados por Posada et al. (2002) para un grupo de madres colombianas y que la interferencia ha sido descrita como una característica materna en un estudio previo con madres peruanas (Traverso, 2006), podría considerarse que en estos contextos la dificultad de la madre para cooperar con las actividades del niño estaría presente tanto en madres sensibles como en madres poco sensibles. No obstante, esta hipótesis inicial deberá ser probada en estudios posteriores.

En relación a la seguridad del apego de los niños, los valores son semejantes a los obtenidos en grupos de niños mayores de NSE medio en el contexto peruano (Dávila, 2013; Nóblega, 2012). Sin embargo, son bajos al compararlos con otros estudios latinoamericanos (Posada et al., 1999; Posada et al., 2002; Posada et al., 2004). A partir de ello, los resultados evidencian que la baja seguridad de los niños discutida en estudios previos, también está presente en los niños menores a un año. Posiblemente esta sea una característica particular de la conducta de base segura del niño en este contexto.

Al analizar la amplitud del intervalo de confianza de la correlación entre la conducta materna y del niño mencionada anteriormente, se identificó que la única variable que creaba tal variabilidad era la ocurrencia de separaciones entre la madre y su hijo.

Para brindar una hipótesis explicativa al rol de las separaciones sobre la relación entre la sensibilidad materna y los indicadores de la seguridad del niño, se debe considerar en primer lugar que los resultados de esta investigación muestran que tanto la sensibilidad de la madre como la seguridad del apego de los hijos son menores en las diadas que habían tenido algún episodio de separación. Estos resultados corroboran los obtenidos en estudios previos que demostraron la asociación de las separaciones físicas con la seguridad del vínculo del niño (Howard et al., 2011; Luecken & Lemery, 2004; Tornello et al., 2013) y con la conducta materna (Leifer et al., 1972).

Respecto a la relación entre la presencia de una separación física del niño con su madre y la conducta del niño, los resultados mostraron que las separaciones impactan sobre la seguridad del apego de los niños. Una posible explicación sería que la aparente naturaleza inesperada de la mayoría de estas separaciones reportada por las madres no permitió que éstas pudieran crear las condiciones descritas para disminuir el estrés del niño frente a las separaciones: preparar adecuadamente a su hijo y asegurar la continuación de las rutinas del niño (Howard et al., 2011).

Adicionalmente se han descrito como factores importantes a considerar cuando hay separaciones la selección del cuidador alternativo y del lugar donde se va a quedar el niño (Bowlby, 1973; Howard et al., 2011; Luecken & Lemery, 2004). Sin embargo, en este estudio, el impacto de las separaciones sobre la seguridad del vínculo del niño se ha dado a pesar de que los niños se habían quedado al cuidado de personas cercanas y probablemente en sus propios hogares -dado que el 80% de las diadas viven con su familia extendida-. Una posible explicación a este resultado se encontraría al estudiar la calidad sensible de los cuidadores alternativos dado que se ha enfatizado en la importancia de ésta cuando hay separaciones físicas entre el niño y su madre (Klein, Kraft, & Shohet, 2008).

Respecto a la relación entre las separaciones y la conducta de la madre, es posible que la separación en sí misma disminuya la conducta sensible de las madres pero también es posible que la baja sensibilidad de las madres haya facilitado que éstas se separen de sus hijos. Estudios con diseños longitudinales y con grupos de comparación ayudarían a clarificar la relación entre las separaciones y la conducta materna.

Retomando el rol de las separaciones sobre la hipótesis de la sensibilidad, esta investigación demostró que las separaciones físicas son relevantes para la relación entre la sensibilidad de las madres y los indicadores de seguridad del niño, incluso si estas son pasajeras, como las separaciones cortas. Podemos encontrar una explicación a estos resultados en la baja sensibilidad de estas madres: partiendo de la idea de que la sensibilidad frente al estrés de un niño de 6 meses es más determinante de su apego que las respuestas sensibles en situaciones poco estresantes (McElwain & Booth LaForce, 2006; Leerkes, 2011), se podría considerar que estas madres poco sensibles han tenido menor posibilidad de percibir, interpretar o responder a la ansiedad del niño generada ante la separación de su madre (Luecken & Lemery, 2004). Esta dificultad para responder sensiblemente ante una intensa necesidad del niño, incrementaría la probabilidad de que el niño desarrolle un apego inseguro (McElwain & Booth LaForce, 2006).

Adicionalmente se ha descrito que las separaciones tempranas son indicadores de ambientes familiares inestables y caóticos (alteración de las rutinas del niño, desorden, ruido y hacinamiento de los hogares) por lo que se podría considerar que estas separaciones sean manifestaciones de otras dificultades en los hogares que directamente generan estrés en el niño (Howard et al., 2011) y con ello impactan sobre su desarrollo emocional, especialmente en familias de NSE bajo como fueron las diadas participantes.

Finalmente se debe mencionar que este estudio aporta una evidencia a la validez de constructo y confiabilidad del uso del AQS con niños menores de un año. Sin embargo, es necesario continuar probando el funcionamiento del instrumento en niños durante el primer año de vida para valorar la pertinencia de otros aspectos como el criterio teórico usado en la interpretación del mismo en especial en las conductas referidas a la búsqueda de proximidad con la madre.

En conclusión, podemos decir que los postulados de la teoría del apego parecen ser un referente importante para describir la interacción madre— niño desde etapas tempranas. Sin embargo, dado el tamaño y la falta de representatividad del grupo estudiado, se considera que se trata de un estudio inicial que abre futuras líneas de investigación que deberían ser estudiadas para una mejor comprensión de la naturaleza del vínculo de apego entre la madre y su hijo en este contexto.


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