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Colombia Médica

On-line version ISSN 1657-9534

Colomb. Med. vol.40 no.1 Cali Jan./Mar. 2009

 

Tuberculosis: expresión de belleza, horror y dolor

Alejandra Saldarriaga-Cantillo*

* Estudiante de Medicina, Facultad de Salud, Universidad del Valle, Cali, Colombia. e-mail: alejandrasaldarriaga20@yahoo.com
Recibido para publicación enero 5, 2009 Aceptado para publicación enero 15, 2009

RESUMEN

La tuberculosis es una de las entidades médicas más antiguas en la historia, probablemente la primera en afectar al ser humano. A lo largo del tiempo ha estado presente en diversas civilizaciones trazando su legado en los diferentes contextos. Este artículo explora algunas perspectivas pictóricas inspiradas en la enfermedad, que varían desde la belleza hasta el horror y dolor según la emoción que motiva al artista. Se toma como referencia algunas corrientes artísticas y obras pictóricas para ejemplificar las diferentes concepciones de la enfermedad, desfilando por el arte renacentista, barroco, expresionismo y abstraccionismo.

Palabras clave: Tuberculosis; Historia de la medicina; Pintura.

Tuberculosis: expression of beauty, horror and pain

SUMMARY

Tuberculosis is one of the oldest illnesses in history, probably would be the first disease that affected human. Along the time it had been present in various civilizations making it´s legacy at different contexts. This article explores some pictorial perspectives inspired on that disease, ranging from beauty to horror and pain depending on the emotion that motivates the artist. It takes as references some artistic style and pictoric pieces to illustrate the different conceptions of the disease passing by the Renaissance, Baroque, expressionism and abstract movements

Keywords: Tuberculosis; History of medicine; Paint.

La tuberculosis acompaña la historia de la humanidad desde épocas remotas; algunos la consideran la primera enfermedad conocida en los humanos. Su origen se remonta al neolítico cuando el hombre inicia labores de ganadería1 y el Mycobacterium bovis muta a Mycobacterium tuberculosis, tornándose contagioso en el ser humano. La antigüedad de esta enfermedad también se ve soportada en hallazgos arqueológicos en momias egipcias datadas de 3000 a.C.2 y momias precolombinas de la cultura Paracas que revelan signos óseos sugerentes de la enfermedad, sumado a los registros escritos de distintas civilizaciones que mencionan una enfermedad de alto grado de consunción asociada con hemoptisis.

La tuberculosis ha tenido impacto en el mundo a lo largo de la historia, alcanzando su cenit entre finales del siglo XVIII y mitad del siglo XIX, cuando se extiende con el nombre de «La Gran Peste Blanca» diezmando 25% de la población de Europa. A partir de este momento presentó una tendencia descendente en países industrializados, hasta ser superada por las neoplasias y enfermedades cardiovasculares a mediados del siglo XX.

La enfermedad ha estado presente en todo lugar sin hacer alguna clase de distinción, aunque la pobreza y sus males agregados la convierten en un miembro adoptivo de la sociedad. Se vieron afectados ciudadanos del común de forma directa o indirecta, igual que grandes celebridades del arte, músicos como Purcell, Chopin, Mimi; escritores y poetas como Edgar Allan Poe, Schiller, Molière, Lovelace y pintores como Watteau, Modigliani, Michelena, Cristóbal Rojas entre otros.

La trascendencia de la tuberculosis imprime su huella en los contextos científico, religioso, económico, cultural y artístico. En este último aspecto, se representan algunas perspectivas pictóricas de la enfermedad donde los artistas ilustran la belleza secundaria al mal, plasman dolor y desesperanza, agregan francos rasgos semiológicos o expresan desde el propio padecimiento.

Se inicia el recorrido de la tuberculosis como objeto del arte mencionando a Sandro Botticelli en la época renacentista. En varias de sus obras aparece Simonetta Vespucci, hermosa florentina aquejada por el mal que muere a la corta edad de 22 años. Botticelli plasma la belleza de Simonetta acentuada por la enfermedad que la hace lucir frágil, febril y pálida como figura etérea en óleos como La Primavera, El Nacimiento de Venus y varios retratos póstumos (Figura 1). La hermosura en la obra es el reflejo del amor profundo y secreto que el artista siente hacia esta mujer, convierte las debilidades corporales que otorga la enfermedad en virtudes dignas de alabar, colocándola al nivel de una divinidad mitológica. Más adelante, en la época romanticista, vemos cómo se pretende imitar este patrón de belleza incorpórea por parte de las mujeres, ingiriendo dietas a base de agua y vinagre para generarse anemias hemolíticas.

Rembrandt, considerado uno de los más grandes pintores en la historia del arte europeo y el más importante en la historia de Holanda, ve morir a su amada esposa Saskia van Uylenburch a causa de la tisis. En el camino que Rembrandt debe recorrer para establecer su prestigio como pintor, se instala en Amsterdam en la casa del vendedor de arte Hendrick van Uylenburch en la zona de Breestraat. Gracias a él conoce importantes artistas y a Saskia, comprometiéndose en matrimonio al poco tiempo. La joven pareja sufre los infortunios concedidos por la parca al tocar sus vidas de cerca, llevándose sus tres primeros hijos al poco tiempo de nacer y presagiando un destino funesto a Saskia al enfermar de tisis. Sólo el cuarto hijo, Titus, sobrevivió hasta la edad adulta. Saskia muere poco tempo después del parto, probablemente a causa de complicaciones de tuberculosis. Rembrandt la representa en varios óleos en los que enaltece la belleza de su juventud, el maravilloso milagro de la fecundidad y la notable alegría que le genera su compañía en obras tales como Saskia como flora (Figura 2) y Autorretrato con Saskia, manejando un estilo barroco centroeuropeo. Al igual que Botticelli, su obra expresa el apego humano convertido en belleza que fluye del pincel.

Los hermanos Preston Till, en su obra Baroness Burdett-Coutts' garden party at Holly Lodge, Highgate 1882 representan un evento social de jardín organizado con motivo del Congreso Médico Internacional de Highgate de 1881 al que asistirían varios de los médicos que colaboraron en la identificación del bacilo de la tuberculosis. Aunque la obra no muestra en si la enfermedad atacando a un paciente, entre líneas revela la necesidad que tiene el ser humano de cimentarse en un mundo de esperanzas, en el que las enfermedades se pueden combatir, mostrando manifiestamente el interés y el afán científico de algunos investigadores por encontrar respuestas para esta enfermedad. Poco después exhibir la obra, los hermanos Preston fallecen aquejados por la tisis.

Edvard Munch, pintor noruego de corriente expresionista, representa en su extensa obra pasajes de su vida propia transmitiendo al espectador el dolor, la angustia y la falta de fe que colmaba su existir; sentimientos a la vez artífices de su inspiración turbadora. Cuando aún no ha cumplido los cinco años de edad, su madre muere víctima de la tuberculosis; nueve años después, fallece a causa de esta misma enfermedad su hermana mayor Sophie. Al acecho de la tranquilidad su alma, la enfermedad y la muerte se convierten en sombras que siguen sus pasos, cortando la vida de sus seres amados y convirtiendo a la locura en una visitante frecuente de su destino. La muerte se convierte en un tema obsesivo en su vida, generando una visión desoladora y lúgubre del futuro. Afirmaba: «La enfermedad, la locura y la muerte fueron los ángeles que rodearon mi cuna y me siguieron durante toda mi vida»3. La niña enferma (Figura 3) representa la agonía de su hermana a causa de la tuberculosis. En la obra se evidencia un entorno pobre, compuesto de colores marchitos, en el que una mujer se aferra con el último vestigio de fe a la mano de la niña enferma que pronto perecerá.

Alice Neel, pintora norteamericana destacada por sus obras expresionistas de gran intensidad psicológica y emocional e ícono del feminismo, es tocada lateralmente por la enfermedad. Parte de su vida transcurre en el Spanish Harlem, barrio boricua en Manhattan4 donde la pobreza y la enfermedad que se vislumbraba en el lugar fueron el aliciente para su imaginación. En la pintura TB Harlem (Figura 4) retrata a Carlos Negrón, un joven afectado por tuberculosis quien presenta las facies propias de un tísico crónico de salud resentida, aspecto caquéctico, emaciado, cansado y deteriorado francamente en su utilidad. Esta obra también muestra uno de los manejos instaurados en la era preantibiótica para manejar la tuberculosis: la toracostomía. Es el reflejo de las victorias flacas que la medicina ha batallado, de la impotencia humana frente a la desgracia, de las esperanzas rotas de un enfermo que se aferra con fuerza a cualquier ilusión de vida.

En la pintura latina se destaca Cristóbal Rojas, insigne artista venezolano del siglo XIX. Rojas peregrinará por distintas corrientes pictóricas que van desde el post-romanticismo hasta el impresionismo, ambicionando alcanzar la maestría de los clásicos. Representa en sus obras aspectos dramáticos vinculados con la enfermedad y pobreza como en El violinista enfermo, La miseria y El purgatorio. En La primera y última comunión (Figura 5) representa a seis personas en un recinto: el entorno es desalentador, la desesperanza es la reina de la obra, una de las personas es una niña que recibe la primera y probablemente última comunión; en su rostro se aprecian síntomas de una enfermedad de alto grado consuntivo, yace caquéctica, devastada, como si fuera desde hace mucho tiempo otro de los miembros del inframundo, a la espera del final de sus días. En 1890, Rojas fallece a causa de la enfermedad.

Finalmente, en este recorrido de la tuberculosis como objeto de arte se destaca Fidelio Ponce de León, pintor cubano de gran talento. Se dedicó a trabajar de forma dispersa con su arte haciendo publicidad de cigarrillos, cine, dando clases de pintura a niños pobres de forma gratuita, sin seguir un objetivo claro. Sus obras se destacaban por manejar temas oscuros relacionados con la enfermedad, la angustia, la pobreza, la muerte y la religión, colmadas de abstracciones, monocromatismo, variantes de sepias, fiel reflejo de la visión pesimista de la vida. En su obra Tuberculosis refleja el padecimiento de la enfermedad como un evento devastador, macabro, con vía segura hacia la muerte, sin rutas alternas que brindaran esperanza alguna. Ponce muere a la edad de 54 años aquejado por la tuberculosis, deseando únicamente que su obra fuese digna de trascendencia, como literalmente lo mencionaba: «La posteridad tiene unos ojos verdes, muy lindos… pero tan chiquitos que siempre temo que no vea mi obra».

La frontera que divide la belleza, horror y dolor en el arte es tan subjetiva como los ojos que pueden apreciarla. Se puede desfilar por los distintos estilos artísticos a lo largo del tiempo encontrando el encanto de la obra al despertar en el espectador una emoción que hace que el arte se haga perenne en el pensamiento, tal como lo afirmaba Magritte: «el arte es objeto de emoción, no de reflexión», recordando que hace surgir en el ser humano el lado más visceral. La belleza, el horror y el dolor son elementos relativos a manera individual; sin embargo, cuando la inspiración del arte es un sentimiento agradable o temible al común, se puede transmitir a la visión del colectivo.

La tuberculosis vista desde los ojos de diferentes vidas, lugares, culturas y momentos históricos luce distintas formas. Desde la belleza etérea y sobrenatural con que se concibe en el cuerpo de una amante eterna durante el renacentismo, pasando por su apogeo estético en la época romanticista en que el rostro tísico burgués era sinónimo de hermosura y creatividad, la belleza barroca recargada de la mujer amada afectada de tisis, hasta alcanzar el miedo y dolor de la pérdida de un ser amado disuelto en abstraccionismos, el desconsuelo y horror que genera ver a la muerte de frente a los ojos en la cara de la gente cercana y la impotencia que despierta la enfermedad que no da tregua desde el pincel expresionista. La visión camaleónica de la enfermedad la otorga la emoción que logra plasmar el artista en el lienzo y la forma en que el espectador absorbe.

REFERENCIAS

1. Chalke HD. The impact of tuberculosis on history, literature and art. Med Hist. 1962; 6: 301-18.         [ Links ]
2. Ziskind B and Halioua B. Tuberculosis in ancient Egypt. Rev Mal Respir. 2007; 24: 1277-83.         [ Links ]
3. Barrera CF. Edvard Munch y la naturaleza [monografía en Internet]. Homines: portal de arte y cultura. [fecha de acceso marzo 01 de 2009]. Disponible en: http://www.homines.com/arte/edvard_munch/index.htm         [ Links ]
4. Whitney Museum of American Art. The Art of Alice Neel. Traditional Fine Arts Organization. [fecha de acceso marzo 04 de 2009]. Disponible en: http://www.whitney.org        [ Links ]

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