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Apuntes: Revista de Estudios sobre Patrimonio Cultural - Journal of Cultural Heritage Studies

Print version ISSN 1657-9763

Apuntes vol.22 no.2 Bogotá July/Dec. 2009

 


La Conservación del patrimonio cafetalero en el sudeste de Cuba:
El Plan de Manejo Integral de un Paisaje Arqueológico
*

Yaumara López Segrera

yaumara@occ.co.cu
Oficina del Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba
Graduada de Licenciada en Historia del Arte en el año 1998, en la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Especialista principal de la Sección de Arqueología de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba desde el año 2003 y del Equipo de trabajo para el Plan de Manejo Integral del Paisaje Arqueológico de las Primeras Plantaciones Cafetaleras del sudeste de Cuba. Beca de investigación en Francia, con períodos en España, con el objetivo de localizar y consultar las fuentes necesarias para la tesis de doctorado a defender en 2010. Es miembro de la Asociación Internacional de Arqueología del Caribe (IACA) y del Centro de Investigaciones sobre el Caribe Hispanófono (CARHISP).

El artículo es producto de la investigación realizada para la Tesis doctoral y la elaboración del Plan de Manejo, desarrollado con la colaboración de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Santiago, Universidad de Oriente - Santiago de Cuba, Universidad Michel de Montaigne (Burdeos 3) - Burdeos, Francia, realizada entre 2006 y 2010, que buscó analizar y exponer los elementos del proceso agroindustrial-cultural que propició la implantación cafetalera a partir de la migración francesa y que influyeron en la transformación del paisaje natural en paisaje cultural.

Recibido: 4 de diciembre de 2009 Aceptado: 15 de febrero de 2010



Resumen

Como consecuencia del acelerado proceso de implantación cafetalera, con la inmigración de colonos franceses desde Saint-Domingue durante el último decenio del siglo XVIII y comienzos del XIX d.C., el territorio montañoso próximo a Santiago de Cuba sufrió transformaciones definitivas en cuanto a la distribución y aprovechamiento de los terrenos disponibles para la agricultura. Esta empresa, reflejo de una acertada simbiosis entre naturaleza y cultura, es reconocida por la UNESCU al incluirse en la Lista del Patrimonio Mundial como paisaje arqueológico por sus valores excepcionales. La propuesta de conservación del bien patrimonial parte de considerar una estrategia de desarrollo sostenible del territorio diseñada en el Plan de Manejo Integral del Paisaje Arqueológico de las Primeras Plantaciones Cafetaleras del sudeste de Cuba, la cual permitirá motivar actividades económicas subutilizadas o sin explotar e incorporar a la población local en la gestión del patrimonio natural y cultural, para aumentar su calidad de vida espiritual y material.

Palabras Clave: Patrimonio industrial, paisaje cultural arqueológico, hacienda cafetalera, territorio, Plan de Manejo Integral, Santiago de Cuba

Descriptores: Patrimonio industrial, Santiago de Cuba; paisaje cultural, haciendas cafetaleras.



The Conservation of the coffee heritage in the Southeast of Cuba:
The Plan of Integral Handling of an Archaeological Landscape

Abstract

As consequence of a speedly process of coffee plantation, setting up together with the arriving of the immigration of french colonists from Saint-Dominge during the last decenial of seventeenth century and the begining of nineteenth century, the mountainous territory next to Santiago de Cuba brought about some transformations according to the distribution and profit of the disposable lands for agricultura. This enterprise, which is a reflect of a weel combined characteristic between nature and culture has been recognized by UNESCO when was included on the World List of Patrimony as archeological landscape because of its excepcional values. The proposal of conservation of patrimonial good start on the point of view considering an strategy of a permanent development of the territory designed through the Integral Plan of Management of archeological landscape corresponding to the First Coffee Plantations of South-east of Cuba. This will permit a positive economic motivation of activities which have been poorly used or without improving and in this way the people settled on this territory can be included on the project of natural and cultural patrimony, living to the members of the community an enlargement of the quality of their spiritual and material life.

Key Words: Industrial Patrimony, Cultural Archeological Landscape, Coffee Landed Property, Territory, Integral Plan of Management, Santiago de Cuba.

Key Words Plus: Industrial Heritage, Santiago de Cuba; Cultural Landscapes, Coffee Landed Property.



A Conservação do patrimônio do café no sudeste de Cuba:
a Planta da Manipulação Integral de uma Paisagem Arqueológico

Resumo

Como a conseqüência de um processo da velocidade de plantação de café, criação junto com a chegada da imigração de colonos franceses de Saint-Dominge durante o último decenal do décimo sétimo século e o começo do 19o século, do território montanhoso ao lado de Santiago de Cuba trazido sobre algumas transformações de acordo com a distribuição e do lucro das terras descartáveis para a agricultura. Esta empresa, que é refletir de um poço combinou a característica entre a natureza e a cultura foi reconhecida pelo UNESCO quando era incluída na lista do mundo de património como a paisagem archeological por causa de seus valores do excepcional. A proposta da conservação do bom começo patrimonial no ponto de vista que considera uma estratégia de um desenvolvimento permanente do território projetou com a planta integral da gerência da paisagem archeological que corresponde às primeiras plantações de café do sudeste de Cuba. Isto permitirá uma motivação econômica positiva das atividades que foram usadas mal ou sem melhorar e desta maneira os povos estabelecidos neste território podem ser incluídos no projeto do patrimônio natural e cultural, vivendo aos membros da comunidade uma ampliação da qualidade de sua vida espiritual e material.

Palavras chaves: patrimônio industrial, paisagem archeological de cultural, propriedade aterrada do café, território, planta integral da gerência, Santiago de Cuba.

Palavras chave descritor: Património Industrial, Santiago de Cuba; paisagem cultural, as plantações de café.

* Los descriptores y key words plus están normalizados por la Biblioteca General de la Pontificia Universidad Javeriana.


En Cuba el desarrollo de diversas producciones industriales, fundamentalmente durante el siglo XIX y primera mitad del XX d.C., generó la creación de una diversidad de bienes muebles e inmuebles en los que técnica y arquitectura se mezclan para identificar y caracterizar regiones. Este patrimonio por su trascendencia en el tiempo merece ser conservado como parte activa de la memoria histórica cultural del país.

Los bienes del patrimonio industrial cubano de mayor relevancia se concentran en dos grandes grupos, primero los vinculados con las industrias tradicionales: azúcar, café y tabaco y segundo: las industrias contemporáneas, fundamentalmente vinculadas a los servicios como fábricas de productos alimenticios, generación de energía eléctrica, transportación, entre otras. Desde su creación la Comisión Nacional de Monumentos evaluó y declaró como Monumentos Nacionales varios bienes del patrimonio industrial, distribuidos en todo el país y dos de ellos, a propuesta del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural han sido incluidos en la Lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO: El Valle de los Ingenios en Trinidad, provincia de Sancti Spíritus, y el Paisaje Arqueológico de las Primeras Plantaciones Cafetaleras en el Sudeste de Cuba distribuido en las zonas montañosas de las provincias de Santiago de Cuba y Guantánamo.

La provincia de Santiago de Cuba, situada al Oriente de la Isla, cuenta con tres reconocimientos mundiales a sus patrimonios culturales.1 Uno de ellos centra la atención de este artículo, el Paisaje Arqueológico de las Primeras Plantaciones Cafetaleras en el Sudeste de Cuba,2 el cual según las categorías concebidas en los Lineamientos Operativos para la aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial, se clasifica como paisaje cultural, en la subcategoría reliquia o fósil. Este sitio patrimonial constituye un paradigma de paisaje cultural y fue inscrito en la Lista de Patrimonio de la Humanidad el 29 de noviembre del año 20003 a partir de los siguientes criterios:

  • Las ruinas de los cafetales de los siglos XIX y principios del XX d.C. en el Sudeste de Cuba son un testimonio único y elocuente de una forma de explotación agrícola en un monte virgen, las huellas de estos han desaparecido en el mundo.

  • La producción de café en el Sudeste de Cuba durante el siglo XIX y comienzos del XX d.C. tuvo como resultado la creación de un paisaje cultural único, ejemplificando una etapa significativa en el desarrollo de este sistema de agricultura.4

Se evidenció así la necesidad de perfeccionar los planes de acción, analizando las particularidades del proceso de evolución del paisaje natural a paisaje cultural, como consecuencia de la ocupación del territorio por las haciendas para el cultivo y beneficio de café, las cuales constituyen un exponente significativo de un sistema agroindustrial vinculado a procesos socio-culturales de gran incidencia en la memoria histórica de la localidad santiaguera. Estos conocimientos completarían los estudios realizados hasta el presente y proporcionarían los elementos necesarios para establecer los lineamientos básicos de la intervención arqueológica que aportara información significativa a la formulación y ejecución del Plan de Manejo Integral.


1. Estructura y organización de la hacienda cafetalera santiaguera del siglo XIX

Ramiro Guerra (1976, p. 60) en su obra Azúcar y población en las Antillas comenta sobre las transformaciones de la propiedad agraria en Cuba a fines del siglo XVIII d.C.: "El brusco crecimiento de la riqueza cubana no contribuyó, sin embargo, al desarrollo del latifundismo. Antes bien, precipitó la disolución de los latifundios ganaderos y multiplicó la pequeña y la media propiedad rústica". Este proceso se consolidó durante las dos primeras décadas del siglo XIX d.C. y trajo como consecuencia la diversificación de la agricultura y la multiplicación de las propiedades y los propietarios rurales en la Isla.

Es precisamente por estos años cuando ocurre la mayor expansión cafetalera en la jurisdicción de Cuba al fomentarse, en poco tiempo, gran cantidad de haciendas, la mayor parte financiadas por los emigrados de Saint-Domingue. Según Juan Pérez de la Riva "La unidad típica de producción francesa fue la finca de 10 caballerías con una producción media de 1200 quintales de café y una dotación de 40 esclavos" (Pérez, 1975, p.385). Sin embargo, también informa de la existencia de cafetales de mayor envergadura que podían tener hasta 30 caballerías y más para sobrepasar los 3.000 quintales de producción.

Sin embargo, de nada servirían los altos rendimientos productivos del café si no se extraía de las áreas de cultivo, se beneficiaba y se transportaba a los puertos de embarque para la exportación. En Santiago de Cuba, el café se sembró en territorios montañosos bastante alejados del puerto principal, por esta razón los caficultores prestaron vital atención a la creación de un sistema vial que permitiera la comunicación y la salida del producto de las haciendas con destino al puerto de Santiago u otros puertos secundarios.

El investigador y demógrafo Juan Pérez de la Riva (1975, p. 402) afirma en El Barracón y otros ensayos que "Para relacionar todas las plantaciones entre sí y llevar la producción a los puertos de embarque, los franceses construyeron una densa red de caminos, la más tupida que haya existido jamás en nuestro país". Esta red estaba diseñada en tres niveles: les chemins de colline5 (caminos de colina) que comunicaban a los territorios con alta concentración de cafetales entre sí y con los puertos de embarque del café, les chemins de conteur6 que conformaban los ejes de circulación entre haciendas de un mismo territorio y les chemins a la file que vinculaban todos los espacios productivos y de vivienda del batey cafetalero.

Los beneficios de la exitosa producción cafetalera redundaban en el aumento del nivel de vida de los hacendados y, como consecuencia, en una alta disponibilidad de fondos para acometer obras de uso público como la realización de carreteras y caminos. Estos nuevos accesos posibilitaron la apertura del entorno rural hacia el núcleo urbano de Santiago de Cuba, ambiente que, hasta ese momento, había permanecido prácticamente desconocido:

Todos esos caminos forman el entronque de todos los correspondientes a los partidos de la jurisdicción; experimentándose los beneficios, desde que se concluyeron, de la baja considerable en los precios de la conducción del fruto y su transporte en ruedas de muchas distancias, de las cuales no podían traerse antes sin bestia, teniendo el placer muchos hacendados de ser llevados en sus quitrines por esas montañas arriba hasta el mismo batey de sus fincas, distando algunas a seis y siete leguas. (Texera, 1989, p. 105)

Resulta evidente que en la década del 30 del siglo XIX d.C., con el inicio del boom cafetalero, se concretó la construcción de la mayor parte de la red de caminos que vinculaban los territorios cafetaleros de Santiago de Cuba con la ciudad; esta actividad continuaría aún durante las décadas del 1940 a 1960. La bonanza económica de la jurisdicción, debida en gran medida a la producción de café, condicionó y propició la creación de estas magníficas vías que facilitaban la travesía del grano hasta los puertos de mar.

El establecimiento en el sudeste de Cuba de inmigrantes plantadores generó una adaptación al medio de procedimientos para el beneficio del café que ya se habían experimentado en Saint-Domingue. En las plantaciones localizadas en las zonas montañosas de Santiago de Cuba se utilizaron las técnicas más exitosas y llegó a perfeccionarse el procedimiento a partir de las iniciativas puestas en práctica por los hacendados hasta convertirse en un negocio lucrativo. El proceso de implantación cafetalera igualmente fue el promotor de una forma de vida que trascendió a la sociedad santiaguera como influencia cultural, material e inmaterial, para perdurar hasta nuestros días.

La huella material subsiste en el paisaje arqueológico conformado a partir de las ruinas de las haciendas cafetaleras fomentadas por los emigrados franceses en las primeras décadas del siglo XIX d.C. Las zonas montañosas, que circunvalan a Santiago de Cuba, proporcionaron suelos fértiles y un clima adecuado para el cultivo del grano; en ellas la ubicación del asentamiento se escogía cuidadosamente por el propietario para obtener el mayor aprovechamiento de los recursos naturales, razón por la cual se perciben distribuciones espaciales diversas.

Los componentes arquitectónicos estuvieron determinados por sus funciones productivas y/o domésticas dentro del sistema agroindustrial. Para su fabricación se utilizaron materiales extraídos del entorno natural, como la piedra caliza que se obtenía de canteras próximas al asentamiento y se usaba en bloques o se procesaba en los hornos para elaborar la cal necesaria para los morteros. La utilización de abundante agua en el proceso industrial del café fue la clave del éxito de los caficultores franceses. Haciendo uso de las indicaciones de manuales de expertos de la época y de sus propias experiencias en Saint-Domingue construyeron obras extraordinarias de ingeniería hidráulica para garantizar la producción de las haciendas. Los acueductos son obras notables con sus arcos y canales para transportar el agua de ríos y manantiales destinada al beneficio del café y al uso doméstico. (Figuras 1 y 2)

La casa de café, como elemento componente del sistema industrial, podía tener variaciones tipológicas con respecto a su ubicación dentro y en relación con los demás componentes del proceso. La primera tipología lo ubica como construcción independiente, en relación directa con el acueducto industrial y los tanques de fermentación; la segunda lo sitúa dentro de la casa señorial, en el primer nivel (Rizo, 2005, p.86). Los tanques de fermentación aparecen como elementos de la casa de café o también de manera independiente en otras localizaciones. Se construían de mampostería y se les daba una terminación a base de estuco de cal; permitían la entrada de agua y café y evacuaban su contenido a partir de un sistema de compuertas de madera. (Figura 3)

Acerca del proceso de secado del café explica Jacques de Cauna (1984, p. 52): "[...] durante el día se debía remover los granos. Por la noche, estos se colocaban en los bassicots, pequeños recipientes circulares en el centro de cada plataforma, donde se cubrían".7 En los secaderos o glacis se extiende el café durante varios días al sol para dejarlo en pergamino; constituyen explanadas rectangulares cuya distribución está condicionada por las características del relieve. Después de secado y ya en pergamino el grano pasa por el molino de pilar o tahona: "molino de pilar hecho de piedras, circular, de 10 a 12 pies de diámetro, y accionado por mulas. La rueda vertical del molino al girar desprende los pergaminos sin aplastar los granos" (Cauna, 1984, p. 52).8 Los muros de la canal se hacían de piedra y se recubrían con una mezcla de arena y cal que los dotaba de una superficie pulida que facilitaba la operación de pilado y pulido del grano con carbón de cedro, con lo cual se le daba el acabado comercial. (Figura 4)

Existía además el molino de aventar para quitar la paja al café después de descascarado y una nave o casa de escogida, equipada con largas mesas, donde los esclavos adiestrados para este fin clasificaban los granos. El almacén del café ya listo para comercializarse se situaba tomando muy en cuenta las condiciones del espacio, podía ser dentro de la casa señorial o en edificio independiente, pero siempre aislado de la humedad y otros agentes contaminantes que pudieran resultar nefastos al alterar las cualidades del café.

La casa de vivienda o señorial era, por lo general, de mampostería y en su mayoría de dos pisos, con tejado de tejamanil de cedro. Es de notar también la particularidad de la planta compacta y la ausencia del patio interior característico de la casa colonial cubana. En los cafetales pequeños y medianos, generalmente la planta baja servía de almacén de café y útiles, una escalera interior o exterior conducía al piso superior. En algunas casas la planta baja era destinada también al uso industrial y allí se situaba la tahona o molino de pilar; en otros casos, toda una sección de la casa era utilizada como dependencia industrial y almacén. Eran construcciones muy sólidas, a tenor de las condicionantes sísmicas de la zona, en las que la carpintería constructiva contribuye a rigidizar la estructura a partir de la utilización de vigas antisísmicas (Rizo, 2005, p. 105). Sus gruesos muros ataludados, el entramado de piezas de madera articulados convenientemente para consolidar la estructura de soporte del edificio y los techos de armadura con acusada pendiente, garantizaron el rápido escurrimiento de las lluvias y el espacio suficiente para el almacenaje conveniente del café en algunos casos. (Figura 5)

Se completaba el batey de la hacienda cafetalera con la enfermería y la casa de criollos, especie de guardería donde las negras viejas cuidaban los hijos de los esclavos menores de siete años, y las viviendas de los esclavos o quartier, aunque en haciendas de mayor envergadura como la Gran Sofía existieron barracones. La casa del mayoral y la cocina también formaban parte del batey, pero eran estructuras sin mayor complejidad constructiva; en el caso de la cocina se buscaba una ubicación con respecto al régimen de brisas que impidiera que los olores de la cocción contaminaran el café. (Figura 6 y 7)

Los caficultores franceses escogieron terrenos elevados para ubicar las casas de vivienda con el objetivo de visualizar los secaderos y dominar la propiedad, para su deleite diseñaron y construyeron jardines de estilo francés que dotaban de una belleza excepcional los accesos a la casa señorial. Los canteros adoptaban formas geométricas simples y se completaba el escenario con senderos enarenados y cómodos bancos para sentarse a disfrutar de la esplendidez de la naturaleza.

Las letrinas o habitaciones innobles se separaban totalmente de la casa señorial con el objetivo de evitar que sus emanaciones alteraran la calidad del café. Eran construcciones pequeñas de mampostería y cubierta de yagua o guano, en el interior se hacía un banco de mampuesto que servía de asiento; hoy día se mantiene este tipo de letrina en las zonas rurales.

A cierta distancia de las casas señoriales, se encontraban pequeños cementerios cuyos túmulos e inscripciones resultan interesantes huellas de esta singular cultura al encontrarse en ellos losas de mármol y cruces de hierro forjado con el motivo de la flor de lis (Rizo, 2005, p.127). En estos cementerios, en tumbas mucho más modestas, también se sepultaban los esclavos de la dotación.

En todas las haciendas cafetaleras de Santiago de Cuba se evidencia la notable armonía lograda entre arquitectura y paisaje, reflejada a través de la adaptación de los elementos construidos a la topografía y el aprovechamiento inteligente de los recursos naturales en las obras de fábrica. Es por esto que sus vestigios arqueológicos configuran un paradigma del patrimonio agroindustrial cubano del siglo XIX d.C.


2. El territorio en su dimensión cultural. La memoria histórica

La arquitecta cubana Gina Rey (2005, p. 52) expresa acertadamente que el territorio "es una dimensión cultural de cada formación social y económica, con capacidad acumulativa de conservar la memoria histórica de las estructuras sociales y productivas". Por su parte, el costarricense Carlos Jankilevich (2002, p. 62), experto en paisajes culturales, afirma que:

El paisaje puede considerarse la máxima expresión de la imagen que un pueblo tiene de sí mismo y de su cultura en un momento de su historia." En efecto, las modificaciones sociales, políticas, económicas y culturales que tuvieron lugar en sucesivos períodos históricos, nacionales y/o locales, se manifestaron en la manera en que los individuos crearon y transformaron las ciudades y las áreas rurales. Con el devenir histórico de una comunidad determinada el paisaje natural se convierte en un territorio cultural en sentido amplio; el legado material e inmaterial del hombre se combina con los valores del entorno natural para configurar un espacio presto a la interpretación de la historia de forma continua por las generaciones presentes y futuras.

Las leyes dictadas por la Corona española para regular la tenencia de la tierra en las colonias de América permitieron una ocupación parcial del territorio al autorizar que los cabildos mercedaran tierras en forma de hatos y corrales. Pero, hasta que se produce la inmigración de franceses de Saint-Domingue a fines del siglo XXVIII d.C., y su posterior asentamiento en Santiago de Cuba, no se experimenta una transformación perceptible del paisaje rural. El pensamiento ilustrado adquiere un papel preponderante en los proyectos de desarrollo de la región; en el medio rural tiene su expresión en el cultivo inteligente practicado por los caficultores y en la arquitectura del paisaje que cambia la fisonomía de las zonas montañosas en pocos años. El desarrollo del cultivo del café por los inmigrantes en zonas montañosas, promovió la percepción de un entorno natural que hasta ese momento era prácticamente inaccesible para los habitantes de Santiago. A partir del fomento de los cafetales se generó un auge económico y también cultural que repercutió de maneras diversas en la sociedad local.

Por su esencia el sistema de plantación esclavista llevaba implícita la coexistencia y enfrentamiento de dos ámbitos culturales: el del hacendado y el del esclavo; ambos hicieron aportes permanentes a la memoria histórica de la localidad con su accionar en el territorio. Los múltiples aspectos transmitidos a la memoria de la localidad por la cultura cafetalera originada a partir de la inmigración francesa a Santiago de Cuba, han trascendido las fronteras nacionales para instituirse en dos paradigmas del patrimonio tangible e intangible de la humanidad: el Paisaje Arqueológico de las Primeras Plantaciones Cafetaleras del Sudeste de Cuba y la Tumba Francesa de la Caridad del Oriente de Cuba. Se puede decir entonces que la cultura del café insertada por los franceses en la sociedad local originó una alta, heterogénea y multirracial concentración demográfica en territorios prácticamente despoblados; ésta generó una retaguardia cultural de gran significación para la consolidación de la identidad del santiaguero.

Los movimientos emancipadores ocurridos en los siglos XIX y XX d.C. tuvieron como escenario relevante a la ciudad de Santiago de Cuba y sus territorios rurales, principalmente los montañosos. Desde las rebeliones de los esclavos, el cimarronaje y los palenques, hasta las guerras libradas por los cubanos para alcanzar la total independencia en enero de 1959. Los sucesivos períodos de beligerancia en la segunda mitad del siglo XIX d.C. provocaron la ruina de la mayoría de los hacendados cafetaleros de la región y por consiguiente el abandono de los territorios donde se localizaban las propiedades. No obstante, en la actualidad estas localidades continúan siendo las mayores productoras de café del país gracias a sus excepcionales condiciones naturales para desarrollar su cultivo.

La memoria histórica que se ha acumulado durante siglos en estas localidades, de las cuales forma parte el territorio cafetalero, ha sido y es estudiada por investigadores nacionales y foráneos; sin embargo, no se ha valorado suficientemente los referentes que las poblaciones residentes tienen de su devenir histórico y cultural. Las nuevas generaciones precisan que se les informe, se les eduque y sensibilice en relación con los valores culturales de su comunidad o localidad, de esta manera se puede garantizar su participación responsable en la conservación, gestión y difusión del patrimonio cultural y natural.

Las comunidades y campesinos aislados residentes en el territorio que abarca el Paisaje Arqueológico de las Primeras Plantaciones Cafetaleras del Sudeste de Cuba mantienen vínculos culturales de fuerte arraigo que han obrado a favor de la preservación de la cultura material cafetalera. La importancia que le atribuyen a los antiguos cafetales se evidencia en la riqueza de la información que heredan y transmiten a aquellos que se interesan en el tema, muchas veces mezclada con leyendas imaginadas a través de generaciones que cuentan de amos y esclavos que aún rondan las ruinas y sus tesoros escondidos. Para esta población, productores de café y frutas en su mayoría, la presencia francesa en las montañas ha funcionado como un generador de elementos identitarios que los singulariza en el contexto cultural local.

El Paisaje Arqueológico de las Primeras Plantaciones Cafetaleras del Sudeste de Cuba contiene valores, materiales e inmateriales, relacionados con la cultura cafetalera, introducida a fines del siglo XVIII y principios del XIX d.C., que intervinieron en la configuración de la identidad cultural santiaguera, principalmente en las zonas rurales donde tuvo lugar su implantación. Sin embargo, las costumbres y las tradiciones pueden ser transformadas o abandonadas.

Durante años este territorio ha abarcado un patrimonio cultural, estético y arquitectónico relacionado con el cultivo y producción del café. En el presente, la actuación negativa, y en algunos casos destructiva, de los agentes estatales sobre el territorio puede derivar en el desinterés de los particulares en lo concerniente a la preservación del patrimonio cultural y natural. Por tanto, si un factor cultural es de resaltar y rescatar, es el de la identidad territorial, el sentido de lo propio, la pertenencia a las cosas, los valores que cohesionan a una comunidad determinada. Sobre la identidad, los imaginarios, los valores regionales y el sentido de pertenencia se redescubren los nuevos valores sobre los cuales se refunda el territorio y se proyecta el futuro. Los factores culturales del pasado vigentes en el presente pueden facilitar una perspectiva futura de desarrollo. Por eso, aspectos como la historia del territorio ocupado, son la base sobre la cual se construye la identidad local. La continuidad en el tiempo, vivida conscientemente por un grupo humano que se desarrolla en unos límites geográficos permite generar una acumulación cultural en términos de sistemas de valores, lo que se constituye en el fundamento para la construcción de la identidad colectiva.


3. El Plan de Manejo Integral del Paisaje Arqueológico de las Primeras Plantaciones Cafetaleras del sudeste de Cuba

El territorio catalogado como paisaje cultural y declarado Patrimonio de la Humanidad el 29 de noviembre de 2000 ha sido dividido en polígonos, cada uno de ellos está contemplado en planes y programas estatales de índole sociocultural y económica. Los polígonos correspondientes a la provincia de Santiago de Cuba incluyen la Sierra de la Gran Piedra, El Cobre y Dos Palmas- Contramaestre, todos pertenecientes al Gran Parque Nacional Sierra Maestra. Es propiedad del Estado cubano, representado por diferentes instituciones del Ministerio de la Agricultura en sus delegaciones de Santiago de Cuba.

El conjunto de cafetales, un total de 139, que han sido localizados en el territorio santiaguero e integran el Paisaje Arqueológico de las Primeras Plantaciones Cafetaleras del sudeste de Cuba están protegidos por la Ley No. 1 de Protección al Patrimonio Cultural y la Ley No. 2 de Monumentos Nacionales y Locales del 4 de agosto de 1977 y, en especial, por la Resolución No. 99 de la Comisión Nacional de Monumentos del 30 de diciembre de 1991 que los declara Monumento Nacional. Los instrumentos legales disponen que "todo aquel que destruya, deteriore o inutilice uno de estos bienes, incurre en sanción de privación de libertad de dos a cinco años o multa de trescientas a mil cuotas" (Oficina del Conservador de la Ciudad, 2005, p.16). Las instituciones encargadas de su administración a nivel provincial son el Centro Provincial del Patrimonio Cultural y la Oficina del Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba (OCC), las cuales implementarán el plan de acciones encaminadas al rescate, conservación y puesta en valor económico del sitio patrimonial.

De igual forma inciden sobre el territorio otras entidades como por ejemplo turismo y gastronomía a través de la villa Gran Piedra y el Parque Baconao y centros científicos como el Radar Meteorológico y la Estación Climática de Montaña en la Gran Piedra, y el Centro Sismógrafo de Río Carpintero. El sistema montañoso de la Gran Piedra se incluye, en 1987, en la declaración Reserva de la Biosfera de Baconao por la UNESCO; por tanto se mantiene una estación de monitoreo de la División de Áreas Protegidas del Centro Oriental de Ecosistemas y Biodiversidad (BIODECO) del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medioambiente (CUMA). Además, existen instrumentos jurídicos que protegen el paisaje natural como la Ley No.81 del Medio Ambiente del 11 de julio de 1997. En los terrenos cultivables se desarrolla la actividad agropecuaria dedicada en su mayoría a la producción de café y frutales y también a la forestal, administrada por el Ministerio de la Agricultura.

El plantearse un Plan de Manejo Integral del Paisaje Arqueológico de las Primeras Plantaciones Cafetaleras del sudeste de Cuba obligó a enfrentar el tema aceptando la complejidad implícita existente en el territorio de implantación del café, asimilando la transformación continua del mismo hasta llegar a su condición actual. Tal circunstancia se vio favorecida por una gran cantidad de estudios y propuestas previas a la declaratoria por la UNESCO, de planes parciales inherentes a la conservación del ámbito ya declarado como reserva de la biosfera. Sin embargo, la incorporación del paisaje arqueológico a la Lista del Patrimonio Mundial, abrió otras expectativas y posibilidades que en lo fundamental se manifiestan en los siguientes objetivos:

  • Lograr para el Paisaje Arqueológico una estrategia viable de conservación que se fundamente en el conocimiento de sus valores y el profesionalismo del equipo de trabajo encargado de las actuaciones.

  • Alcanzar una fórmula económica que garantice la sustentabilidad del Paisaje Arqueológico, sobre la base del aporte decisivo de las diferentes administraciones implicadas en su puesta en valor.

  • Promover el empleo sistemático y consecuente de las potencialidades que como fuerza de trabajo y como portador cultural posee la población residente.

  • Proponer un esquema de uso que posibilite la integración del Paisaje Arqueológico y el resto de los recursos existentes en una o varias unidades funcionales, Gran Parque Arqueológico con diversos circuitos, al que se le incorporen servicios complementarios con diversas opciones culturales y recreativas.

  • Garantizar que el Paisaje Arqueológico sea un reflejo evidente de los valores patrimoniales contenidos y, basado en ello, se realice una labor educativa influyente en visitantes y turistas.

  • Implementar un plan de investigación abarcador de todas las facetas incidentes en el desarrollo histórico y socio-cultural del territorio que implique a todas las entidades con capacidad para ello: Universidades, centros científicos y culturales, entre otros.

  • Fomentar un plan de divulgación acorde con la importancia del bien cultural que estimule el conocimiento, el reconocimiento y la interpretación del Paisaje Arqueológico.

Tomando en cuenta que el mayor objetivo en la conservación de los valores culturales y naturales de los sitios declarados patrimonio mundial es mantener su autenticidad, es necesario establecer una jerarquía en cuanto a los intereses específicos de las estrategias de tratamiento. Según Jokilehto y Feilden (1995, p. 82) las prioridades son las siguientes:

  • La primera prioridad es establecer el valor cultural por el cual el sitio ha sido incluido en la Lista del Patrimonio Mundial.

  • Todos los tratamientos de conservación -por ejemplo: protección, consolidación o restauración-, deben garantizar la protección de la autenticidad del sitio cultural, prolongando la duración de su integridad y preparándolo para su interpretación.

  • Donde sea aplicable, a un bien cultural le debe ser permitido continuar con su uso tradicional, si este no causa daños a su integridad histórica. Si la continuidad de su función no es posible, él debe ser adaptado a un uso apropiado como parte de un plan cuidadosamente concebido que reconozca su valor universal y su papel educativo.

Confirmar estas premisas incuestionables nos lleva por el camino de ratificar el carácter extraordinario del bien patrimonial que estudiamos y cuyo valor reconocido por la UNESCO se sintetiza en los artículos que fundamentan su inclusión en la Lista del Patrimonio Mundial. Ahora bien, acotando nuestro trabajo, reafirmamos el carácter multidisciplinario del equipo que labora en el manejo y la gestión del territorio, por lo que dada la escala de intervención nos referiremos ahora a las propuestas específicas que consideramos esenciales para la conservación del Paisaje Arqueológico:

  • Se incidirá en el Paisaje Arqueológico a través de un Plan de Acciones de Conservación que garantice de manera planificada y sistemática las diferentes modalidades de intervención en los sitios previstos.

  • Se propone como unidad física de intervención el sitio: la hacienda cafetalera.

  • Se propone como estructura de intervención el circuito cafetalero: conjunto de haciendas que por el alto grado de conservación de sus elementos y cercanía entre sí permiten un recorrido demostrativo o sendero interpretativo de las características fundamentales del bien patrimonial.

  • Se organizarán las actuaciones de trabajos arqueológicos, de consolidación y/o restauración, a través de equipos de trabajo especializados que dispondrán de campamentos, facilidades temporales y los medios necesarios para el desarrollo de sus actividades.

  • Se organizarán las actuaciones de protección, limpieza, señalización y cuidado por personal del territorio capacitado para ello, bajo la dirección de personal calificado para el desarrollo de estas labores.

  • El equipo de trabajo que enfrentará el Plan de Acciones de Conservación quedará integrado por paisajistas, arquitectos, arqueólogos, ingenieros y restauradores especialmente entrenados en tratamiento de consolidación de muros pétreos y otras técnicas constructivas propias de las construcciones que dieron origen al legado que se quiere preservar.

  • El alcance de las intervenciones pretenderá en la generalidad de los casos la conservación de las huellas del patrimonio constructivo cafetalero que aún existen, consolidándolas sobre la base de propiciar su permanencia y autenticidad.

  • No se descarta la posible utilización de los sitios para otras funciones distintas a las de su origen - hacienda cafetalera-siempre y cuando sean compatibles con la conservación del bien patrimonial.

El objetivo principal al elaborar el inventario patrimonial cultural y del tejido social formalizado en la estructura de los grupos de acción local no es la creación de un mero ensayo metodológico sino que aspiramos a obtener un tipo de resultados aplicables a la activación de todos los recursos dentro de una estrategia de desarrollo territorial. Se trataría de promover no sólo la preservación del patrimonio, la promoción de la educación y las actividades recreativas, sino asimismo de favorecer un nuevo desarrollo económico. La gestión inteligente de los recursos patrimoniales supone en diversos territorios uno de los factores clave para su desarrollo económico, porque atrae turismo e inversiones, genera actividades y puestos de trabajo, pero fundamentalmente, porque refuerza la autoestima de la comunidad. (Figuras 8 y 9)

El Plan de Manejo Integral del Paisaje Arqueológico de las Primeras Plantaciones Cafetaleras del sudeste de Cuba debe sustentarse en su relación indisoluble con las poblaciones residentes y sus ecosistemas; el análisis debe encaminarse hacia un nuevo enfoque holístico que establezca los parámetros científicos para el uso y gestión de los recursos culturales a escala territorial. Debe tomarse en cuenta que el paisaje cultural estudiado, en su complejidad y representatividad, reúne aspectos que por separado lo harían merecedor de la categoría como son las prácticas tradicionales de agricultura, del uso del agua y la permanencia de las huellas inmateriales de la cultura llevada a las montañas por los franceses que enriquecen la identidad local.

Este patrimonio arqueológico devenido paisaje cultural de conjunto con bienes y riquezas naturales posee un carácter interactivo y dinámico si lo concebimos como un repertorio de significados que continuamente son interpretados por una comunidad. De esta manera el paisaje arqueológico constituye la prueba tangible de la identidad que se expresa en elementos y valores a través de los cuales se reconoce y es reconocida la comunidad residente; por tanto su conservación debe estar encaminada hacia un uso racional y sustentable en bien de los pobladores y ecosistemas asociados.

Como valor de identidad se evidencia la cultura material y espiritual resultante del fomento de un territorio productivo con cualidades excepcionales, consecuencia de una actuación ilustrada en el manejo de la arquitectura del paisaje. La experiencia acumulada y desarrollada por la ilustración francesa en materia de agricultura desde el siglo XVIII d.C., se propaga por el Caribe insular y alcanza en el cultivo del café un avance significativo. La expresión territorial de esa concepción productiva tuvo en las inmediaciones de la ciudad de Santiago de Cuba un marco natural que fue transformándose progresivamente en un paisaje cultural agroindustrial, resultado de la aplicación consecuente de la ciencia y la técnica.

Este paisaje cultural, especialmente estructurado gracias a la articulación de una red extensa y abarcadora de caminos, la construcción de puentes e ingeniosos acueductos y la conformación de las haciendas cafetaleras con un característico sistema de instalaciones para la producción y el desarrollo de la vida cotidiana, entregó una nueva dimensión estética que desde sus orígenes se reconoció como ámbito paradisíaco donde junto a los aportes económicos logrados, se insistía en la belleza singular del nuevo paisaje alcanzado, resultado de la intervención del hombre en el intercambio con la naturaleza, una forma de diseño y planificación del territorio que finalmente se convirtió en legado.

Fue sorprendente la capacidad de adaptación de las haciendas cafetaleras al territorio escogido, fueran valles o montañas se ocuparon mediante una actuación dinámica sin precedentes que permitió asentarse en poco tiempo a numerosos hacendados y esclavos para imponer de inmediato una cultura del café al bosque virgen. Los manuales sobre el cultivo del café publicados y la experiencia ya acumulada, permitió una "ocupación inteligente" donde la hacienda fue colocada en lugar predeterminado y de privilegio, cuestión que se cumplió especialmente con la casa señorial desde donde siempre era posible tener amplias visuales del entorno circundante, el "dominio del paisaje", con jardines en sus inmediaciones, resaltados por muros pétreos, escaleras, jardineras y bancos. (Figura 10)

Las construcciones relacionadas con la actividad productiva están dislocadas en planos topográficamente articulados para hacer valer el empleo de los acueductos industriales para garantizar el beneficio del café. Es por ello que hablamos de una conciencia del "valor cultural del paisaje" y del empleo sistemático de la Arquitectura del Paisaje como resultado de un "saber hacer" de la jardinería y la agricultura francesa. Esta consideración permite ratificar el valor educativo del paisaje arqueológico cafetalero, ya que permite potenciar el conocimiento de una intervención del hombre a escala de paisaje y cuyas huellas nos llegan hoy como un patrimonio singular cuya puesta en valor puede significar una vía económica, actualizada, motivadora y cautivante, para su futuro.



Notas

1 El Castillo de San Pedro de la Roca o del Morro, la Tumba Francesa de la Caridad del Oriente de Cuba y el Paisaje Arqueológico de las Primeras Plantaciones Cafetaleras en el Sudeste de Cuba.

2 El territorio declarado paisaje cultural abarca 81475 hectáreas, incluye 171 asentamientos cafetaleros de los cuales 139 se localizan en Santiago de Cuba.

3 Fue inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial en el transcurso de la Reunión del Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO celebrada entre el 27 de noviembre y el 2 de diciembre del año 2000 en Cairns, Australia.

4 Tomado del fax enviado a la Oficina del Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba (OCC) por el Centro Nacional de Patrimonio Cultural el 14 de diciembre del año 2000.

5 Así aparece en "La implantación francesa en la cuenca superior del Cauto" pero es incorrecto, en idioma francés es chemins de colline.

6 Igual que el anterior, en francés es chemins de contour.

7 "[...] on doit fréquemment remuer et retourner les graines dans la journée. Le soir elles sont poussées vers les bassicots, petits bassins circulaires au centre de chaque plateforme, ou on les couvre".

8 "moulin a piler qui est en pierres, circulaire, de 10 a 12 pieds de diamètre, et actionné par des mules. La roue verticale du moulin en tournant dans sa gorge détache les parchemins sans écraser les fèves"



Referencias

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* Cómo citar este artículo: López S., Y. (2010). La Conservación del patrimonio cafetalero en el sudeste de Cuba: El Plan de Manejo Integral de un Paisaje Arqueológico. En: Apuntes 22 (2): 172-183.

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