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Apuntes: Revista de Estudios sobre Patrimonio Cultural - Journal of Cultural Heritage Studies

versión impresa ISSN 1657-9763

Apuntes vol.25 no.1 Bogotá ene./jun. 2012

 

De la fábrica a la vivienda. La protección de la memoria obrera en torno a la Fábrica Central de Leche, Santiago de Chile

From the factory to housing protecting working class memory in the "Fábrica Central de Leche", Santiago de Chile

Ua fábrica à casa proteção da memória obreira associada à Fábrica "Central de Leche", Santiago do Chile

Macarena Ibarra
Umberto Bonomo

mibarraa@uc.cl
Pontificia Universidad Católica de Chile.
PhD de la University of Cambridge, Reino Unido. Profesora asistente, Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales, Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos, Pontificia Universidad Católica de Chile.

umberto.bonomo@gmail.cl
Pontificia Universidad Católica de Chile.
Doctor en arquitectura y estudios urbanos, Pontificia Universidad Católica de Chile. Profesor asistente de la Escuela de Arquitectura, Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos, Pontificia Universidad Católica de Chile.

Artículo de reflexión. El artículo es parte de la línea de trabajo Patrimonio urbano: nuevos desafíos para la ciudad del siglo XXI. Santiago 1870-1970, que propone el estudio científico y registro de piezas y conjuntos urbanos de valor histórico-arquitectónico. La importancia de abordar conjuntos como la Población Central de Leche y la Fábrica que le dio origen, radica en que en ellos conviven las complejas relaciones del mundo urbano que vinculan la sociedad con la cultura, la historia, la arquitectura y la ciudad.

Recepción: 28 de octubre de 2011 Aceptación: 5 de marzo de 2012


Cómo citar este artículo.

Ibarra, M., Bonomo, U. (2012). De la fábrica a la vivienda. La protección de la memoria obrera en torno a la Fábrica Central de leche, Santiago de Chile. En Apuntes 25 (1):50-61.


Resumen

Este artículo se concentra en la Fábrica y la Población Central de Leche, en Santiago de Chile, como espacios donde el patrimonio industrial reúne su doble dimensión material e inmaterial y, a su vez, contribuye a ampliar la memoria obrera desde el ámbito del trabajo al de la vida doméstica. Este caso de estudio se examina en el marco de los desafíos que presenta el quehacer acerca del patrimonio industrial en Chile, tanto desde el estado del arte y de la propia definición conceptual, como de la carencia de acuerdos normativos para su protección.

El caso de la Fábrica y la Población Central de Leche permite sugerir tres claves para fortalecer la protección del patrimonio industrial en su dimensión inmaterial, las cuales se vinculan a una escala, temporalidad y metodología determinadas. De este modo, se propone abordar este patrimonio desde una escala urbana que explique su valor más allá del recinto; en una dimensión temporal que permita recuperar la memoria viva de espacios cuyo uso original desaparece, y con una metodología en la que interactúen diversas disciplinas tanto para su estudio como para su valoración.

Palabras clave: patrimonio industrial, patrimonio inmaterial, memoria obrera.

Descriptores: patrimonio industrial, patrimonio cultural, industria lechera, memoria colectiva.


Abstract

This article concentrates in "Fábrica and Población Central de Leche", in Santiago de Chile, as spaces were industrial heritage displays its tangible and intangible dimension and considering the working class memory related to both its life in the factory and its domestic life. This case study is approached by considering the challenges of industrial heritage in Chile that goes from the state of researches around this topic, its own conceptual framework and the lack of normative agreements for its protection.

The case of "Fábrica and Población Central de Leche" brings about three main clues that must be considered for strenghing the protection of industrial heritage, in its intangible dimension: scale, temporality and methodology. In this way, the article proposes to approach industrial heritage from an urban scale, further to the industrial premises; in a wider temporal dimension were memory plays a central role in order to recover the history related to those spaces; and with a methodology were different disciplines interplay in order to study and examine the value of this heritage.

Key words: industrial heritage, intangible heritage, working class memory.

Keywords plus: Industrial heritage, Cultural heritage, Dairying, Collective memory.


Resumo

Este artigo se concentra na Fábrica e na População "Central de Leche" em Santiago do Chile, como espaços onde o patrimônio industrial reúne sua dimensão dupla, material e imaterial, e, por sua vez, contribui para ampliar a memória obreira desde o âmbito do trabalho até o da vida doméstica. Este caso de estudo é examinado no marco dos desafios colocados pelo "que fazer" acerca do patrimônio industrial no Chile, tanto desde o estado da arte e da própria definição conceitual, como também da carência de acordos normativos para a sua proteção. O caso da Fábrica e da População "Central de Leche" permite sugerir três eixos para fortalecer a proteção do patrimônio industrial, na sua dimensão imaterial, que se vinculam a uma escala, temporalidade e metodologia determinadas. De este modo, propõe-se abordar esse patrimônio desde uma escala urbana que explique seu valor para além do recinto; em uma dimensão temporal que permita recuperar a memória viva dos espaços cujo uso original desaparece; e com uma metodologia na qual interajam diversas disciplinas, tanto para seu estudo como para a sua valorização.

Palavras-chave: patrimônio industrial, patrimônio inmaterial, memória obreira.

Palavras-chave descritores: património industrial, patrimônio cultural, indústria de laticínios, memória coletiva.

* Los descriptores y key words plus están normalizados por la Biblioteca General de la Pontificia Universidad Javeriana.


Introducción

La memoria obrera no se puede disociar de la escenografía en la cual surge. Modos de vida asociados a espacios productivos que han perdido su vigencia deben ser recuperados a través de una clara articulación de esos espacios físicos con el patrimonio intangible que les dio vida. Esta reflexión se sitúa justamente en el encuentro entre patrimonio material e inmaterial de la industria como forma de conocerlo y valorarlo desde un presente en el que máquinas, artefactos y espacios asociados a esa industria se encuentran, aparentemente, privados de sentido.

No siempre reconocido y aún con débil desarrollo, el patrimonio industrial y, más aun, su dimensión inmaterial, ha sido escasamente abordado en Chile. No obstante, en los últimos años se han realizado estudios que han contribuido a avanzar en este campo. Un relevante y reciente caso es la obra de Pizzi, Valenzuela y Benavides (2010), la cual se concentra en el patrimonio en torno al antiguo ferrocarril de circunvalación de Santiago con un énfasis arquitectónico que vincula el patrimonio relacionado al desarrollo de la industria manufacturera con el resto de la ciudad. Asimismo, el registro de Migone (2003) para la catalogación del patrimonio industrial chileno constituye un valioso aporte. Una línea más monográfica se ha centrado en sectores relacionados con la industria del carbón y con la industria ganadera en el sur y en el extremo sur del país, respectivamente.1 Una importante contribución ha realizado Garcés (1998 y 2007) a través de sus estudios sobre los asentamientos industriales mineros en Chile, incorporando la complejidad que implica integrar bajo esta aproximación los distintos tipos de edificaciones de residencia y equipamiento.

El resto de la literatura se ha concentrado en estudios que contribuyen a las investigaciones sobre el patrimonio industrial desde distintos ámbitos. Desde la historia se han realizado importantes trabajos sobre la fábrica, la industria y los modos de vida asociados desde la segunda mitad del siglo XIX. Entre ellos destacan los trabajos de Carmagnani (1998), De Ramón (2000) y Salazar (2000). Adicionalmente, se cuenta con valiosos estudios sobre las condiciones de vida obrera, entre los que cabe destacar los trabajos de Espinoza (1988) y Romero (1997). Estos trabajos constituyen puntos de partida para estudios sobre el patrimonio industrial, a lo cual debiera sumarse el aporte de fuentes primarias aún no explotadas con este fin, que van desde el Boletín de la Estadística Industrial publicado en Chile en 1894-5, hasta los aportes que desde la microhistoria y la historia oral se puedan realizar teniendo como fuente los habitantes originales de un lugar y sus descendientes. Recoger los relatos, los artefactos y registrar los espacios en relación con sus usos originales y actuales es un paso para aproximarse a la memoria obrera y proporciona el conocimiento de estos espacios que, en ciertos casos, las fuentes oficiales no han registrado.

Más allá del estado del arte, una limitante para fortalecer los estudios sobre el patrimonio industrial ha sido el de su propia definición. Pizzi (2010) propone que conjuntos de viviendas y otras piezas vinculadas a las fábricas son también parte de lo que se ha denominado patrimonio industrial. El patrimonio industrial -tal como lo define Álvarez (2006)- "es un vestigio y objeto de la memoria colectiva (...) que comprende todos los restos materiales, bienes muebles e inmuebles, con independencia de su estado de conservación, formas o elementos de la cultura material de la sociedad industrial" (p. 327). Por tanto, las dimensiones asociadas a este legado pueden vincularse en forma evidente al mundo del patrimonio cultural inmaterial definido por UNESCO como los usos, representaciones, conocimientos y técnicas -junto con sus instrumentos, artefactos, objetos, espacios industriales, etc. que le son inherentes- y que son reconocidos por grupos o individuos (Álvarez, 2006). Como sea, a diferencia de la identificación de ciertos monumentos históricos tales como catedrales o edificios civiles de reconocido interés histórico, los espacios donde ha quedado plasmado el trabajo de una sociedad -tales como fábricas, puentes, locomotoras o centrales hidroeléctricas- requieren de un proceso de sensibilización para ser entendidos como parte del patrimonio cultural (Álvarez, 2007).

Adicionalmente, existe un problema de fondo con el patrimonio inmaterial, y aun industrial, en Chile. La legislación e institucionalidad vigentes en esta materia no reconocen este patrimonio ni el registro adecuado de las obras y los espacios en los cuales tuvieron lugar los acontecimientos que contribuyeron a construir la memoria viva de la sociedad industrial.2

El patrimonio sobre el cual reflexionaremos a continuación se sitúa en un "estadio intermedio", en la medida en que aún no se cuenta con un diagnóstico del significado que tiene para la comunidad en tiempo presente, más si existen vestigios sobre una identidad vinculada a estos espacios que deben ser recuperados.

La reflexión se concentra en la Fábrica Central de Leche en Santiago de Chile y propone articular los espacios asociados a esta, tales como el conjunto habitacional que nace junto a ella. Se sugiere que esta mirada permite avanzar al reconocimiento de la vida cotidiana, la memoria laboral, el espacio privado relacionado con las viviendas obreras, los lugares de trabajo constituidos por las fábricas y sus alrededores, tejidos entre sí con el fin de contribuir a registrar y fortalecer la memoria de una colectividad que poco a poco va perdiendo su historia.

El caso de la Fábrica Central de Leche y su población despierta interés para la historiografía porque aún existen investigaciones pendientes sobre las condiciones de vida de las fábricas de Santiago en este periodo y porque contribuye a recuperar el patrimonio industrial no sólo de este sector, sino de la ciudad y, en definitiva, del país.

En este trabajo se plantean tres miradas. La primera tiene que ver con la escala, lo cual implica considerar el patrimonio industrial más allá de la fábrica y piezas asociadas, ampliando el propio concepto al de patrimonio urbano. Significa localizar este patrimonio en el ámbito del territorio urbano, más allá de sus fronteras directamente relacionadas con un centro de trabajo específico, e invita a situarlo en la memoria urbana de Santiago. La segunda mirada se relaciona con la temporalidad, en cuanto propone recuperar las voces de aquellos actores que aún pueden dar testimonio de temas que no han quedado registrados en fuentes escritas. Independiente de si la fábrica o la vivienda asociada a ella han perdido su uso original, sus voces no sólo se configuran como parte de una memoria colectiva, sino también de un presente que puede contribuir a examinar en qué medida existe un patrimonio postindustrial. Por último, una tercera mirada es metodológica y tiene que ver con la necesidad de sugerir una actuación interdisciplinar, con recursos de la historia oral, por ejemplo, para la recuperación de este patrimonio, de la arquitectura en la descripción y análisis de los espacios, y de los estudios urbanos como enfoque en la ampliación de este patrimonio en una escala mayor.

Con el fin de examinar las tres dimensiones mencionadas, el artículo se estructura en torno a dos temas. El primero tiene que ver con la dimensión urbana, esto es, la importancia de este patrimonio a escala urbana y como parte del crecimiento físico de Santiago. La segunda parte se concentra en las relaciones de este patrimonio industrial con la memoria obrera posible de recuperar a través de fuentes contemporáneas, así como a través de fotografías y memorias de los últimos habitantes, herederos de la comunidad original, de estos espacios.

El legado industrial de Santiago en el cambio de siglo

Una primera aproximación para examinar el patrimonio industrial inmaterial que remite a la Fábrica Central de Leche y su población asociada, implica interrogar cómo se implanta este caso en el territorio, particularmente en la ciudad. Tal aproximación permite recoger el recién mencionado concepto de escala.

La expansión de la industria en Santiago de Chile se desarrolla como un proceso lento que, por algún tiempo, estuvo principalmente vinculado a la minería y a la agricultura, y adquiere mayor vitalidad a partir de la década de 1870. Las fábricas nacionales creadas en Santiago a partir de entonces se diversifican, se van instalando en dirección oriente, poniente y sur de la ciudad, debido a la construcción de una línea ferroviaria que rodea la ciudad por sus cuatro costados y de otros ramales que permiten el traslado de materias primas para el desarrollo industrial cuya construcción se inicia en 1899 (De Ramón, 2000)3 (Figura 1). Del mismo modo que ocurría en otras ciudades latinoamericanas, en Santiago las industrias comienzan a marcar los límites de la ciudad decimonónica.4

Desde fines del siglo, Santiago se sitúa a la cabeza de las demás ciudades industriales del país con 1052 establecimientos que contaban con 17.567 operarios. Del total de establecimientos clasificados por esta fuente, sólo 81 habían sido fundados antes de 1870. En relación con los operarios, 12.695 eran hombres, 3455 eran mujeres y 1417 eran niños (Sociedad de Fomento Fabril, 1896).5

Así como se había incrementado el desarrollo industrial, entre 1875 y 1935 la ciudad de Santiago había crecido aproximadamente ocho veces y su población se había incrementado en alrededor de cinco veces (Dirección de Obras Municipales de Santiago y Atelier Parisien d'Urbanisme, 2000). En este contexto, el sector en estudio se configura como parte del proceso de expansión de la ciudad de Santiago hacia el sur, en conexión con el Club Hípico, fundado en 1869, y con el parque Cousiño, consolidado desde la década de 1870. Las acciones iniciadas en la década de 1840 por parte del Estado, seguidas por las familias más prestigiosas de Santiago y coincidentes con las operaciones que transformaban el entorno urbano a partir de la década de 1870, implicaron el aumento de las subdivisiones de terrenos para la apertura de nuevas calles y para la formación de manzanas en este sector de la ciudad (De Ramón, 2000). La expansión al sur de la ciudad se vio fortalecida por el trazado de lo que Benjamín Vicuña Mackenna denominó el camino de cintura -actual Avenida Manuel Antonio Matta- en 1872, concebido como un cordón sanitario y como un facilitador del creciente tráfico de la ciudad (Hidalgo, 2009).

En estrecha relación con el desarrollo del sur de la ciudad, debe considerarse tanto la necesidad de incrementar la vivienda urbana, particularmente en zonas aledañas a las fábricas, y a la vez de dotar con viviendas higiénicas a una ciudad que presentaba altos índices de mortalidad. En la segunda década del siglo XX ya existían, en zonas próximas a este sector, conjuntos de viviendas construidos bajo la acción directa e indirecta de la ley de habitaciones para obreros de 1906, tales como la población San Eugenio, la población Santa Rosa, Matadero y la población Huemul (Hidalgo, 2005).

La población Huemul I, cuya construcción se inició en 1911 a cargo de la Caja de Crédito Hipotecario, se instalaba en las proximidades de una refinería de azúcar, una fábrica de vidrios, una fábrica de cartuchos, el matadero y a sólo dos cuadras de la estación San Diego -del anillo de circunvalación- en uso a partir de 1907 (Boletín de la Oficina del Trabajo, 1912). La población dio origen a 166 viviendas obreras de fachada continua, organizadas alrededor de patios para permitir la entrada de luz al interior de los recintos e incorporar las reglas de la higiene pública y privada, como parte del discurso cultural de la época. El conjunto contaba con el servicio completo de alcantarillado y agua potable, además de equipamiento adicional tal como escuela, una biblioteca, policlínico, plazas equipadas para la comunidad y un teatro en el centro de la población (Caja de Crédito Hipotecario, 1918) (Figura 2).

Los espacios de Huemul remiten a un patrimonio no sólo construido, sino también inmaterial. El rol de la Gota de Leche6 en la vida comunitaria del sector durante el periodo o el rol de intelectuales como la premio nobel Gabriela Mistral, que no sólo habitó una de sus viviendas sino que escribió un poema titulado Leche, son parte de la herencia inmaterial que queda en torno a los espacios físicos del sector y en los cuales se inscribe el caso de estudio de la Fábrica Central de Leche.

De la fábrica a la vivienda

En el extremo sur-poniente del sector delimitado por el anillo ferroviario, se encuentra la Fábrica Central de Leche y la Población Central de Leche. Construidos en el escenario de una modernización social, urbana y residencial, ambos espacios aparecen en la década de 1930 como un conjunto donde una comunidad obrera compartió lugares de trabajo y la cotidianeidad de su vida doméstica. La fábrica, que se constituyó como la única planta pasteurizadora de Santiago, llegó a contar con 396 trabajadores, entre operadores y empleados (Figura 3).

Aún quedan por despejar algunas interrogantes sobre la construcción de la Fábrica. Los primeros antecedentes con los que se cuenta datan de 1910 (Dirección de Obras Municipales, 1910) y muestran un volumen rectangular ubicado en el sector norte de la manzana colindando con las manzanas del conjunto habitacional. Hacia 1939 se aprecia una fábrica consolidada en la manzana donde el patrón de ocupación del suelo responde a las lógicas de consolidación del borde con edificios largos y angostos. El edificio principal se desarrolla hacia el centro de la manzana dejando patios de maniobra en las zonas sur y oriente de ella (Dirección de Obras Municipales, 1939) (Figura 4).

Al igual que la mencionada Huemul, la presencia de la Fábrica se asocia al ferrocarril de circunvalación, aunque en este caso, a través de la Estación San Eugenio. Uno de sus ramales se adentraba por una de las esquinas al interior del recinto de la Fábrica con el fin de cargar y descargar tanto materias primas como la leche procesada.

No obstante, las condiciones laborales de los obreros de la Fábrica son poco conocidas, las Actas de la Central de Leche (1939-1941) indican que hacia fines de la década de 1930 se vivía en deplorables condiciones. Fue por esos años cuando la Caja de Seguro Obligatorio entregó recursos para realizar mejoras substanciales en la planta, la cual hubo de ser "revisada y reparada totalmente, lo que ha permitido a la vez introducir mejoras que han redundado en francas economías por diversos conceptos" (Rojas, 1935, p. s.n.)7.

Existe un interés por mejorar las condiciones de vida de la clase obrera relacionada con las plantas de la Central de Leche, de las cuales la fábrica es la que concentra esta labor en la ciudad de Santiago: "(...) dada la circunstancia especial de que el trabajo en las plantas de esta sociedad es duro y sacrificado, la gerencia general se ha preocupado preferentemente de atender al bienestar de su personal" (Rojas, 1935, p. s.n.). Ello explica que en este periodo se haya aumentado la ración de leche a empleados y obreros

en ½ litro por cada hijo menor de 15 años, con el fin de combatir la desnutrición (...) se estableció un servicio médico especial; de urgencia se ha hecho las gestiones necesarias para obtener habitaciones para empleados y obreros en las poblaciones adyacentes a la planta (Rojas, 1935, p. s.n.).

Con el ánimo de mejorar las cualidades físicas de la planta y las de sus obreros, fue la Caja del Seguro Obrero Obligatorio la que tuvo a cargo la construcción de la Población Central de Leche asociada a la Fábrica a partir de 1938 (Dirección de Obras Municipales, "Boleta de Permiso para Edificar"). Como resultado, se construyen dos manzanas al norte de la fábrica con tipos edificatorios diferentes: bloques de departamentos de tres pisos, por un lado, y casas en hilera de dos, por otro.

Resulta de interés el hecho de que, pese a contar con dos tipos edificatorios distintos, ambos sectores residenciales comparten la presencia de espacios colectivos para la comunidad. Entre los bloques, dispuestos en sentido oriente-poniente para reconstruir el borde de la manzana y enfrentarse a la calle An-tofagasta de carácter comercial, se disponen pequeños jardines lineales para que en ellos se puedan efectuar actividades de esparcimiento. Sin embargo, es en la manzana colindante hacia el sur donde se ubican las viviendas en hilera de dos pisos y donde el sistema urbano escogido refleja la importancia de las áreas verdes. Aquí, cuatro calles a cul de sac penetran la manzana hasta alcanzar su centro y rematar en la plaza; esta operación hace coincidir el centro físico del conjunto con el corazón de la vida comunitaria.

Desde el punto de vista urbano cabe destacar cómo el emplazamiento de este conjunto en el sitio no responde todavía a la racionalidad propia de experiencias posteriores de los años 50 y 60, en las cuales la orientación de los bloques con el fin de mejorar la iluminación y la ventilación sería tema fundamental. Aquí la planificación del conjunto responde más bien a la relación con la calle y al contexto próximo. En el bloque que se enfrenta a la calle Antofagasta y en las viviendas enfrentadas a la Fábrica Central de Leche hacia el sur, se ubican locales comerciales de manera tal que contribuyen a consolidar la vida de barrio a través del comercio (Figura 5).

Con respecto a las áreas verdes de esta población, la revista Urbanismo y Arquitectura afirmaba por aquellos años que:

Entre los pabellones se ha dispuesto hermosos jardines para recreo y confort de los ocupantes. Como puede apreciarse en la fotografía los frentes de estos pabellones constituyen un acierto arquitectónico de primera clase (...) en la manzana destinada a las casas se han dispuesto dos calles interiores y una pequeña plaza donde se instalarán los juegos infantiles. Tanto en las calles como en la plazuela, se proyecta la formación de jardines y plantaciones de árboles ("Población central de Leche", 1939, p. 93).

Además de ello, en la parte oriente de la manzana destinada a los bloques residenciales de tres pisos estaba prevista la construcción de un teatro para la comunidad, siguiendo la línea de experiencias previas, tales como la mencionada población Huemul 1 iniciada en 1911. Pese a que el teatro no se concretó, se planteaba con el fin de "satisfacer las necesidades de ese barrio que por ser de reciente formación carece de esos elementos tan importantes para el esparcimiento y el cultivo de la sociabilidad" ("Población central de Leche", 1939, p. 93), sugiriendo cómo la Caja del Seguro Obrero Obligatorio no se limitaba sólo a proveer de casas modernas e higiénicas a la población que trabajaba en las fábricas del sector, sino que se ocupaba de crear espacios de recreo y de sociabilidad, tal como se había realizado en Huemul 1 y en la Población Pedro Montt dos años más tarde con la incorporación de un cine. Otro caso significativo del periodo, ubicado en este sector, es el Colectivo San Eugenio, construido en 1936. Tal Colectivo se constituye en una manzana de una hectárea donde se ordenan cuatro bloques residenciales de cuatro pisos. En cada uno ellos se disponen grandes áreas verdes que hasta hoy son utilizadas por los habitantes del conjunto (Figura 6).

A propósito del rol protagónico que tuvo en este periodo la Caja del Seguro Obligatorio, la revista Zig Zag afirma que: "[esta institución] es un ejemplo en el mundo como fuerza de protección para el hogar obrero" ("La Caja del Seguro Obligatorio", 1939, p. 26). La misma fuente declaraba que la Caja tenía como fin "proteger al obrero y a su familia en su enfermedad, en su ancianidad y su invalidez" (p. 26). De alguna forma, la propia institución prometía hacerse cargo de todos los aspectos relacionados con la vida del trabajador: su lugar de trabajo, su lugar de vida doméstico y su seguridad social, incluyendo seguros de vida, invalidez y previsión.

El éxito de este proyecto se puede observar a través de las nuevas relaciones de convivencia que se daban en los espacios colectivos del conjunto entre el mundo obrero y los funcionarios de la fábrica. Estas instancias fueron facilitadas por las características espaciales y urbanas de la población, por sus espacios colectivos, sus áreas verdes y por el programa alternativo de vivienda que, como ya se dijo, favorecía la convivencia y la vida de barrio. Los pocos habitantes o testigos de una historia que aún viven, recuerdan las manifestaciones colectivas de estos espacios comunes: "(...) la plaza de la población era muy emblemática en las celebraciones de Navidad y Año Nuevo, allí se reunían todos para celebrar las fiestas (...) y los que no vivíamos allí nos asomábamos a la plaza para ver tan alegres festejos", recuerda un testimonio.8 En estos espacios convivían altos funcionarios con obreros y sus diferencias se reflejaban particularmente en el tamaño de las viviendas (Figura 7).

Pese a que la fábrica cerró en 1960, aún se constituye como un espacio que por su permanencia en la ciudad es parte de la memoria obrera del sector y de la cultura urbana de Santiago. En cuanto a la refuncionalización de este patrimonio, actualmente las instalaciones de la fábrica han sido transformadas en establecimientos educacionales amparados por la Cámara Chilena de la Construcción. Por su parte, la población construida en frente aún se mantiene en condiciones adecuadas pese a los terremotos que ha debido presenciar. Aunque el patrimonio material industrial en torno a la Fábrica Central de Leche aún se mantiene, sólo quedan algunos testigos de esos años que pueden dar cuenta el espíritu original y el ambiente que se vivía en la población. Estas voces constituyen algunas de las fuentes de lo que fue un momento clave en el desarrollo social y cultural del país, concretamente parte importante del patrimonio industrial y habitacional de Chile.

Conclusiones

A escala urbana, conjuntos habitacionales en torno a fábricas del sector sur de la capital deben aproximarse como parte de un proyecto de sociedad que se buscó implementar, en el cual el proyecto de la modernización cultural, higiénica, social y educacional fue motor de transformación.

De esta forma, aproximarse a la Fábrica Central de Leche y la Población Central de Leche permite ampliar la mirada sobre los modos de vida de este sector industrial, entendidos como lugares en que la memoria obrera aún pervive a través de sus edificios; espacios que funcionan como soportes para la creación de nuevas memorias, entendiendo que esta condición paradójica es producto de las transformaciones de uso y funciones que se dan muy comúnmente en los recintos industriales construidos en el siglo pasado.

Asimismo, es en la interacción cotidiana entre la fábrica y la vivienda como se puede comprender la vida del obrero. En algunos casos "virtuosos", como la Fábrica Central de Leche y su población asociada, los obreros compartían con los empleados en los espacios colectivos de su población, contribuyendo a crear una comunidad más armónica y que buscaba proyectarse como moderna.

Pese a que en la actualidad estos espacios carecen de una protección oficial, existe una propuesta en el ámbito local para protegerlos bajo la figura de zona típica y pintoresca. Mas no se debe esperar una protección oficial para promover la recuperación de la historia local y obrera, así como de las tradiciones asociadas a esos espacios que persisten, a través de testimonios que están por desaparecer. Los hijos de los propietarios -o nietos en algunos casos- volvieron a habitar la población tras la muerte de sus padres y aún podría construirse una historia sobre este patrimonio vinculado al legado industrial de principios del siglo XX.

Esta mirada implica alinearse con las discusiones actuales que buscan aproximarse al patrimonio a través de diversas disciplinas: tales cómo la arquitectura, la sociología, la historia local, entre otras (Hudson, 1976/2007). Es indispensable contar con disciplinas como la historia que, con metodologías de historia oral y local, contribuyan a recoger los pocos testimonios y fuentes de quienes aún residen en estos espacios, y con la arquitectura que por medio de la restauración contribuye a consolidar materialmente los espacios de la memoria.


Pie de página

1Entre estos trabajos se cuenta con dos tesis de la Pontificia Universidad Católica: Allendes (2007) y Cartagena (2005).
2La ley vigente de monumentos nacionales 17.288 protege las categorías de monumento público, monumento histórico, sitio arqueológico, zonas típicas y pintorescas, y santuarios de la naturaleza. Esta última categoría se encuentra actualmente fuera del ámbito de protección del Consejo de Monumentos Nacionales.
3Las fábricas fueron maestranzas, manufacturera y textil, de cervezas y de cartón y papeles.
4Similarmente, en Bogotá, los límites urbanos estuvieron ceñidos por algún tiempo durante el siglo XIX, a las industrias (Beltrán, 2011).
5Quedan excluidos dentro de esta cifra pequeños talleres -que cuentan con uno o dos operarios- y otros cuyos propietarios no proporcionaron la información.
6Al sur de la población se destinó una sección de Beneficencia Pública para la población y una Gota de Leche, institución que tenía el fin de hacerse cargo de la protección diaria de alimento y sostén a niños de escasos recursos, procurando velar por su nutrición y tratamientos médicos.
7Esto fue escrito en 1941, por lo que se deduce que la planta comenzó a funcionar en 1933 -al momento de asumir la presidencia Rojas, Richard- o bien en 1935 -al momento de presentar la memoria-.
8Entrevista a Olga -quien vive en la Población Central de Leche desde 1960- realizada en marzo de 2011.


Referencias

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