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Apuntes: Revista de Estudios sobre Patrimonio Cultural - Journal of Cultural Heritage Studies

versión impresa ISSN 1657-9763

Apuntes vol.25 no.1 Bogotá ene./jun. 2012

 

Conceptualizaciones nativas y etnoconocimientos sobre los vestigios prehispánicos en el folclore rural. Notas de la exploración del patrimonio etnológico de Teuchitlán (México)

Native conceptualizations and ethnoknowledge of pre-hispanic remains in rural folklore. Notes on the exploration of ethnological heritage in Teuchitlán (Mexico)

Conceitualizações nativas e etnoconhecimento de vestígios prehispánicos no folclore rural. Notas sobre a exploração do patrimônio etnológico em Teuchitlán (México)

Yael Dansac

derhexenhammer@hotmail.com
Universidad de Guadalajara
Licenciada en Arqueología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia, ha participado en diversos proyectos de investigación arqueológica en México. Actualmente concluye el programa de Maestría en Ciencias Sociales en la Universidad de Guadalajara. Ha realizado estancias de investigación en la Universidad Pablo de Olavide en España (2011) y en la Université de Poitiers en Francia (2012). Fungió como profesora de Arqueología y Cartografía en el Centro Universitario del Norte. Como becaria del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología desde el año 2010, lleva a cabo un proyecto de investigación sobre los significados que confieren los habitantes de Teuchitlán (Jalisco, México) a los vestigios prehispánicos de su entorno.

Artículo de investigación. El artículo expone los resultados preliminares de la tesis de Maestría en Ciencias Sociales realizada por la autora, quien desde el 2010 efectúa una investigación socioantropológica en entornos rurales que es financiada por el CONACyT y está adscrita a la Universidad de Guadalajara.

Recepción: 1 de agosto de 2011 Aceptación: 17 de enero de 2012


Cómo citar este artículo.

Dansac, Y. (2012). Conceptualizaciones nativas y etnoconocimientos sobre los vestigios prehispánicos en el folclore rural. Notas de la exploración del patrimonio etnológico de Teuchitlán (México). En Apuntes 25


Resumen

Los vestigios prehispánicos son objetos sociales del presente porque en esta dimensión temporal se recuerda y elabora el pasado, reconstruido según los términos de la sociedad que incluye los objetos históricos en su universo material y simbólico. En el caso de las sociedades rurales, las ideas autóctonas sobre el pasado y sus evidencias materiales se transmiten oralmente y evocan la memoria social del grupo que las reproduce, compartiéndose por medio de saberes tradicionales que representan significados locales sobre los vestigios. El artículo expone los avances de una investigación que tiene como fin recabar dichos significados entre los habitantes de Teuchitlán, una población ubicada en el occidente de México. La información recolectada hasta ahora conforma un registro de relatos y mitos elaborados por los residentes de una región en donde, los contactos cotidianos con los objetos y ruinas prehispánicos han forjado un corpus de conocimientos nativos que orientan la interacción de las personas con esos objetos.

Palabras clave: folclore rural, etnoconocimientos, patrimonio etnológico, vestigios prehispánicos, Teuchitlán.

Descriptores: folclor, etnología, patrimonio cultural - Teuchitlán (México)


Abstract

The Pre-Hispanic vestiges are social objects of the present because in this temporary dimension the past is remembered, elaborated and reconstructed according to the terms of the society that includes those objects in its material and symbolic universe. In rural societies, ideas about the past and historic remains are usually native, transmitted orally and evoke the social memory of the group that shapes it, sharing traditional knowledge and local meanings about those objects. The following paper presents the progress of an investigation that aims to collect these meanings among the inhabitants of Teuchitlán, a population in Western Mexico. Until now, the information collected constitutes a record of stories and myths constructed by Teuchitlán residents, in a place where daily contact with pre-hispanic objects and ruins have forged a body of indigenous knowledge that guides people's interaction with these objects.

Key words: rural folklore, ethnoknowledge, ethnological heritage, pre-hispanic vestiges, Teuchitlán.

keywords plus: Folklore, Ethnology, cultural heritage - Teuchitlan (Mexico)


Resumo

Os vestígios prehispánicos são objetos sociais do presente porque é nesta dimensão temporária onde se recorda e elabora o passado, reconstruído segundo os termos da sociedade que os inclui em seu universo material e simbólico. No caso das sociedades rurais as idéias autóctones sobre o passado e suas evidências materiais se transmitem oralmente e evocam a memória social do grupo que as reproduz, compartilhando-se por meio de saberes tradicionais que representam significados locais sobre os vestígios. O seguinte artigo expõe os avanços de uma investigação que tem como fim angariar ditos significados entre os habitantes de Teuchitlán, no Ocidente de México. A informação i. coletada até agora conforma um registo de relatos e mitos elaborados pelos residentes de uma região onde os con-tatos cotidianos com os objetos e ruínas prehispánicos, forjaram um corpus de conhecimentos nativos que orientam a interação das pessoas para com esses objetos.

Palavras-chave: folclore rural, conhecimentos tradicionais, patrimônio etnológico, vestígio prehispánico, Teuchitlán.

Palavras-chave descritores: folclore, etnologia, patrimônio cultural - Teuchitlán (Mexico)

* Los descriptores y key words plus están normalizados por la Biblioteca General de la Pontificia Universidad Javeriana.


Los objetos históricos son caracterizados como cosas que remiten a un pasado próximo o distante y a situaciones y experiencias propias o ajenas. Se les confieren funciones simbólicas porque ponen en relación pasado, presente y futuro fungiendo como las evidencias de sociedades ya extintas. Por otra parte, estos objetos son utilizados como símbolos de identidad que representan ideologías en las cuales los vestigios tienen determinados valores, imágenes e interpretaciones que pueden ser compartidos por grupos amplios y heterogéneos.

Los vestigios prehispánicos1 de México han tenido diversos tratamientos rastreables desde el inicio de la conquista española, cuando las culturas amerindias fueron juzgadas como inferiores y sus ciudades, ídolos y templos, destruidos. En los siglos XVIII y XIX, la llegada de exploradores extranjeros al país revivió el interés, entonces atenuado, sobre las sociedades que habitaron estas tierras antes de la conquista española y comenzó así la recuperación de la historia de dichos grupos ancestrales, explorándose las ruinas prehispánicas del centro y sur del territorio mexicano. Entrado el siglo XX se conformó el Estado-nación que, buscando la unificación de los grupos sociales que componían la naciente federación, tomó las culturas y ruinas prehispánicas del centro del país como pilares de la identidad nacional. Sin embargo, a pesar de la difusión gubernamental de una ideología dominante respecto del significado de los vestigios prehispánicos, existen en diversas zonas de México conceptualizaciones y conocimientos de conformación local respecto del pasado ancestral, los cuales continúan transformándose y compartiéndose entre la población. Con el objetivo de ejemplificar este fenómeno, en el siguiente trabajo se exponen los adelantos de una investigación en proceso que recupera los conocimientos locales sobre los vestigios prehispánicos entre los residentes de Teuchitlán, un asentamiento rural del occidente de México. Este lugar se encuentra emplazado en una de las áreas con mayor densidad de sitios y materiales prehispánicos del país: los valles ubicados alrededor del volcán de Tequila, en el estado de Jalisco. Desde la primera mitad del siglo XX (Corona, 1955; Lumholtz, 1904) diversos documentos informaban sobre las tumbas y ruinas prehispánicas que eran saqueadas por los pobladores locales de esa área. Informes más recientes (Dansac, 2011) continúan exponiendo los contactos rutinarios de los habitantes de esa región con los vestigios prehispánicos de su entorno, afirmando con ello el conocimiento generalizado de la población local respecto de la existencia y ubicación de ruinas y objetos arqueológicos en el entorno. En Teuchitlán este conocimiento es materializado en la forma de historias, mitos y relatos. Se espera que la información recolectada sirva para formular mejores argumentos que fomenten la conservación y explotación responsables del patrimonio arqueológico por parte de la comunidad.

Antes de ingresar al tema se expondrán algunas consideraciones sobre el entorno rural mexicano y su universo simbólico, para luego pasar a revisar los antecedentes del estudio en curso.

Folclore y conformación del patrimonio etnológico sobre los vestigios prehispánicos en las sociedades rurales mexicanas

En el entorno rural mexicano puede identificarse una gran cantidad de conocimientos locales sobre los vestigios prehispánicos regionales. Tales ideas conforman la principal evidencia de la re-significación2 de los objetos del pasado entre los habitantes de estos territorios, y son parte del folclore local porque se forjan a partir de los conocimientos informales que son reconfigurados y readaptados cotidianamente por las personas con el fin de comprender el universo simbólico y material en el que viven.

Los conocimientos pueden expresarse en forma de costumbres, cosmovisiones o creencias que se comparten oralmente en una comunidad a través de las historias, leyendas, cuentos, mitos, relatos y representaciones artísticas locales. En las poblaciones rurales, esos relatos orales conforman la estructura de los registros históricos que reproducen las tradiciones, valores y mitos que forjan la herencia cultural que pasa de generación en generación. Dicho patrimonio intangible es comprendido aquí como etnológico y, retomando las ideas de Santamarina, Hernández y Moncusí (2008), representa una pretendida forma de identidad sociohistórica y un modo de concebir el mundo, partiendo de la selección y construcción simbólica de ciertos recursos culturales a través de procesos de negociación, conflicto y mediación, que tienen como objetivo la herencia de esos acervos inmateriales.

El patrimonio etnológico de las comunidades rurales de México se atesora comúnmente entre la gente de la tercera edad porque, como menciona González (1988), es una característica de la vida campestre la escasez de habla en los niños y la abundancia expresiva de los adultos mayores. En efecto, una nota imprescindible en una fenomenología de lo rústico es la del viejo sentado afuera de su casa que repite dichos y proverbios, predica el apego a las propias costumbres y rememora, sin cuidar la exactitud, los diversos sucesos de la historia local, como los milagros, las apariciones de difuntos y de Satanás (el diablo), el uso de lo viejo y el cómo se pasó de lo antiguo a lo actual.

La riqueza folclórica de las sociedades del campo mexicano se debe a diversos aspectos, entre los cuales destacan las propias dinámicas sociales y económicas que caracterizan la vida de las personas que habitan en estos territorios tradicionalmente vinculados, según Barragán (2005), a una baja densidad demográfica, un patrón de asentamiento disperso, escasas y deficientes vías de comunicación, y el predominio de actividades agrícolas y de patrones culturales o estilos de vida diferentes a los observados en las ciudades.

Las dinámicas sociales que definen la vida en el campo se encuentran reguladas por valores y tradiciones locales en constante contacto con influencias provenientes del mundo exterior -no rural-. En el escenario globalizado, las comunidades aisladas y "puras" han desaparecido, dando paso a un mosaico de mestizajes religiosos, culturales, políticos y sociales que regulan la vida diaria en poblados y ciudades. A pesar de esto, las costumbres y valores tradicionales continúan moldeando el sentido práctico del campesino, quien sigue valorando la seguridad de la vida dentro del microcosmos de su pueblo rural, dándole injerencia a sus principios tradicionales sobre los provenientes del mundo exterior (Foster, 1964).

Líneas de investigación sobre los significados conferidos a los vestigios históricos en las sociedades contemporáneas

La capacidad humana para conferir múltiples significados a los objetos antiguos ha originado la pluralidad de explicaciones e interpretaciones existentes sobre ellos. En las sociedades rurales, las interpretaciones otorgadas a los vestigios históricos suelen basarse en conocimientos de sentido común y en etnoconocimientos, definidos aquí como los saberes tradicionales que regulan el entendimiento, práctica y uso que se tiene sobre un objeto o evento. Del mismo modo, en esos contextos, los vestigios antiguos son clasificados y ciertas propiedades y significados les son conferidos, esto por medio de las conceptualizaciones nativas definidas por Olavarría (2003) como las distinciones locales que pertenecen al universo estilístico y categórico de discriminaciones propias del pensamiento nativo, siendo pertinentes en la vida social y cotidiana del grupo que las elaboró.

El interés por conocer las diversas formas en que las sociedades contemporáneas rurales o urbanas crean vínculos con las obras de sociedades ya extintas (llámense culturas amerindias, prehispánicas, antiguas, etc.), re-significándolas, ha impulsado la investigación sobre el tema de los significados conferidos a los vestigios antiguos a escala global. Como ejemplo están los estudios realizados por Brown (1998) en la ex Yugoslavia, por Jofré (2003) en la región chilena de Tarapacá y por Creamer (1994) en Australia.

Los instrumentos que suelen utilizarse para recopilar los datos respecto del tema son de corte etnográfico, por lo cual destacan las entrevistas semiestructuradas y la observación participante. El enfoque cualitativo domina esta clase de estudios porque trata con significados y conductas, privilegiando el estudio interpretativo de la subjetividad de los individuos y el significado que le otorgan a la realidad (Castro, 1996).

Las líneas de investigación sobre el tema mencionado son diversas en cuanto a objetivos, estudios de caso y supuestos teóricos. A continuación se exponen brevemente tres orientaciones identificadas por quien redacta, donde se reúnen diversos trabajos aquí agrupados bajo tres tópicos, los cuales no agotan la diversidad de enfoques existentes: arqueología pública, percepción social del patrimonio y memoria social del patrimonio arqueológico. Ésta última es pertinente para el estudio realizado en Teuchitlán.

La arqueología pública es una corriente inscrita dentro de la denominada antropología aplicada (Shackel y Chambers, 2004; van Willigen, 2002) que fomenta la participación activa del investigador en la comunidad de estudio. Investigaciones con este rubro son realizadas en España (Almansa, 2011), Inglaterra (Simpson y Howard, 2008), Estados Unidos (Hantman, 2004) y Chile (Romero, Ajata, Espinosa y Briones, 2004), por ejemplo; cuenta con teorías, métodos y objetivos encaminados a estudiar, promover y evaluar la relación entre los sitios arqueológicos, los arqueólogos y el público.

Los estudios aquí llamados sobre percepción social del patrimonio abordan la relación entre la sociedad contemporánea y el patrimonio cultural, centrándose en el aprendizaje y exploración social sobre los objetos y lugares considerados patrimoniales. Se han desarrollado en Europa (Ballart, 2006) y Sudamérica (Garavito, 2006).

El estudio que se está llevando a cabo se identifica principalmente con las investigaciones sobre memoria social del patrimonio arqueológico realizadas en Latinoamérica. Los estudios revisados investigan las percepciones sociales sobre el pasado y sus expresiones materiales -elementos arqueológicos-, rastreando cómo se han conformado y transformado dichas ideas en los discursos de los individuos e identificando las formas en que ellos interpretan y valoran dichos objetos. Un ejemplo de estos estudios son los realizados por Saladino (2008) respecto de los procesos de re-significación del patrimonio arqueológico en Brasil. En México hay un par de trabajos considerados aquí parte de esta línea de investigación: uno fue el estudio de arqueología testimonial realizado por Zepeda (2000), quien entrevistó campesinos nayaritas en el occidente de México con el objeto de conocer las técnicas utilizadas por los moneros3 para localizar vestigios prehispánicos y comprender qué significan las piezas para ellos. A ese trabajo se suma la investigación realizada por Muñoz (2007) en Malinalco, centro de México, con el objetivo de explicar cómo los habitantes locales producen y re-significan su patrimonio cultural, identificando aquellos objetos que sí consideran patrimoniales y detectando con qué elementos culturales de su entorno se identifican.

Los objetivos de la investigación que atañe a este texto son identificar y analizar los significados conferidos a los vestigios prehispánicos en las narraciones orales recabadas entre tres generaciones4 de personas que habitan en una comunidad rural, la cual será caracterizada en el próximo apartado. Para recopilar los datos se han utilizado las entrevistas, porque en ellas se "busca entender el mundo desde la perspectiva del entrevistado, y desmenuzar los significados de sus experiencias" (Álvarez-Gayou, 2007, p. 109), asumiendo que los recuerdos del individuo sobre cierto evento se encuentran guardados en la memoria y son recordados en forma de episodios narrativos. El objetivo principal es recopilar información sobre un problema categórico determinado, por lo cual las narraciones orales recabadas se definen como los discursos que son producto de la interacción entre el entrevistado y la investigadora, con el fin de abordar un tema que es de interés para ésta última.

Los relatos estudiados hasta ahora versan sobre mitos, leyendas, creencias populares, conocimientos científicos y demás información utilizada por los locales para explicar y comprender los objetos y ruinas milenarias ubicadas dentro y en los alrededores de su poblado. La información recolectada podría tener múltiples aplicaciones tanto en el campo de la protección y explotación responsable de los recursos arqueológicos locales, como en la difusión y preservación del patrimonio etnológico de Teuchitlán.

A continuación se expone una caracterización del poblado de Teuchitlán basada en el trabajo de campo ahí realizado, enfocando la discusión hacia los contactos rutinarios entre los pobladores locales y los vestigios prehispánicos ubicados en el entorno.

Convivencia cotidiana con los vestigios prehispánicos en Teuchitlán: recuerdos y olvidos

Teuchitlán es una población ubicada en la ladera sur del volcán de Tequila (Figura 2), una elevación de 3000 msnm rodeada de cuencas hidráulicas y valles agrícolas que son sumamente prolíficos para la agricultura de hortalizas, caña de azúcar, maíz y agave destinado en su mayoría a la elaboración del aguardiente llamado tequila. Cabe mencionar que una pequeña porción de estos valles está protegida por la üNEsco desde el 2004, habiendo sido declarada Patrimonio de la Humanidad en calidad de Paisaje Cultural.

En esta región, donde el 53.8% de la población total se distribuye en localidades con menos de 50 habitantes (Gobierno del Estado de Jalisco, 1999), se encuentra Teuchitlán. El asentamiento cuenta con 3536 habitantes y se encuentra localizado a hora y media, por carretera asfaltada, de la ciudad de Guadalajara, que es la segunda capital más importante de la República mexicana. En el interior se encuentra urbanizado y en sus alrededores existen campos de cultivo de maíz y áreas verdes para el ganado.

En el poblado hay varias iglesias católicas, las cuales albergan organizaciones religiosas para jóvenes y adultos. Al centro existe una plaza principal con un kiosco y jardines que fungen como el punto de reunión social para los habitantes de Teuchitlán (Figura 3).

Entre los recursos educativos y culturales locales se puede mencionar la existencia de escuelas de educación primaria, secundaria y preparatoria, siendo esta última utilizada también por jóvenes provenientes de los poblados cercanos. A un costado de la plaza principal hay una Casa de la Cultura inaugurada en el año 2000, donde se brindan clases y talleres recreativos para niños y jóvenes. Aquí se encuentra un museo arqueológico compuesto por piezas donadas por particulares5 locales y otras encontradas en las excavaciones arqueológicas del sitio. Ya que en los entornos rurales de México existe un alto nivel de rezago educativo entre los adultos, en Teuchitlán también hay un centro para su educación, y aunque se carece de biblioteca pública local, los centros educativos cuentan con centros de documentación en su interior.

A un costado de la plaza principal se conservan las ruinas de lo que hace dos siglos fue el casco de una hacienda, y a escasos tres kilómetros de la población se ubica el único sitio arqueológico abierto al público en toda la región: Los Guachimontones6, considerado el más importante del área (Figura 4). La excavación arqueológica del sitio comenzó en 1999 y las visitas del público comenzaron a recibirse a partir del año 2000. Cabe destacar que según varios entrevistados estos eventos modificaron profundamente las dinámicas de Teuchitlán, que pasó de ser un pueblo tranquilo a un centro más dinámico debido a la gran cantidad de comercios artesanales que surgieron y a la creciente afluencia turística.

Por medio de entrevistas semiestructuradas7 que fueron realizadas durante el año 2011, se pudo platicar con una muestra8 de individuos significativa para el estudio, los cuales habitaban en Teuchitlán y tenían distintos rangos de edad. Los temas abordados fueron los siguientes: trayectoria laboral y educativa, historia prehispánica regional y local, existencia de vestigios prehispánicos en la localidad y conocimiento sobre relatos, leyendas, cuentos y mitos sobre esos objetos. Inmediatamente se notó que realizar entrevistas sobre el tema de los vestigios prehispánicos no sería fácil, ya que las personas temían decir o hacer algo que delatara la posible posesión o saqueo de vestigios prehispánicos locales, ambas actividades legalmente penadas en México, aunque sumamente cotidianas en la región del volcán de Tequila (Dansac, 2011). Afortunadamente, los cinco años de experiencia de trabajo en la zona fueron útiles para conseguir contactos y fomentar la confianza que paulatinamente se desarrolló entre la investigadora y las personas entrevistadas. Hasta la fecha se han realizado cuarenta entrevistas semiestructuradas y se ha cuestionado a cincuenta personas.

En el análisis inicial de los datos, las transcripciones fueron separadas en tres grupos debido a la relativa homogeneidad de las respuestas formuladas por las personas con intervalos de edad de 50 a 80 años, de 25 a 49 años, y de 15 a 24 años, entre las cuales no había lazos consanguíneos. Dichos intervalos no son fronteras tajantes y se utilizan para sistematizar el análisis de datos y exponer ordenadamente los resultados.

En general, los entrevistados relataron sus interpretaciones sobre los vestigios prehispánicos y las culturas que los realizaron, así como también los cuentos y leyendas locales que conocían sobre ellos, sus impresiones sobre la importancia y el valor que les otorgaban a dichas reminiscencias, y sus encuentros cotidianos o esporádicos y los de terceros con los vestigios prehispánicos locales. Algunos de los objetos mencionados fueron los siguientes: figurillas antropomorfas de barro señaladas localmente como "monos", puntas de proyectil de obsidiana negra, ollas de barro, tepalcates9 de diversas formas, metates, tumbas de tiro prehispánicas ubicadas en el subsuelo y osamentas humanas prehispánicas.

Según varios entrevistados, estos objetos han sido encontrados "desde siempre" al labrar los campos de cultivo o explorar los cerros ubicados alrededor de Teuchitlán. En una región con una enorme densidad de vestigios prehis-pánicos, donde se han localizado al menos doscientos sitios con arquitectura prehispánica monumental tipo Guachimontón (Ohnersorgen y Varien, 2008), en cada obra agrícola o trabajo de construcción suele aflorar algún hallazgo guardado en el subsuelo. Solamente alrededor de Teuchitlán existe una treintena de sitios arqueológicos que albergan ruinas similares a Los Guachimontones (Figura 5).

En varias entrevistas realizadas a gente de entre 25 y 49 años, se mencionó que dichas piezas eran llevadas a la casa por el padre o el abuelo, quienes trabajaban en los predios y colinas ubicados alrededor de Los Guachi-montones. Inclusive se mencionó que durante la Semana Santa o Mayor del ciclo ritual católico10, los padres, hermanos, tíos y abuelos se iban de cacería a los cerros cercanos, ya que en esas fechas los lugares donde había tumbas prehispánicas y "monos" eran señalados con fuegos fatuos y/o lajas11 de piedra enterradas de forma vertical en superficie.

Muchas de las reliquias encontradas accidental o intencionalmente en Teuchitlán son propiedad de particulares (Figuras 6 y 7), como sucede en otros poblados alrededor del volcán de Tequila que fueron visitados al inicio de la investigación en el año 2010. Los objetos prehispánicos se utilizan para decoración, venta o inclusive uso, como es el caso de los metates o manos de metate prehispánicos que varios de los entrevistados continúan utilizando para moler el maíz.

Los relatos recolectados sobre los contactos de primera mano con los vestigios prehispánicos suelen venir de la gente mayor de 50 años, debido a que muchos de los entrevistados han trabajado en las faenas agrícolas desde la infancia. Varios entrevistados recordaron haber tenido su primer contacto con un objeto arqueológico cuando, al hacer los surcos y remover la tierra para la siembra, salían "cosas" como por ejemplo pedazos de cazuelas, molcajetes, cabezas de "monos", cuentas de collar e incluso huesos humanos. Al preguntarle a sus padres o conocidos qué eran estas cosas o para qué servían, estos relacionaban los hallazgos con los antepasados, visualizados como los "indios" que construyeron y habitaron Los Guachimontones. De hecho, a varios entrevistados de 50 a 80 años se les había enseñado que las pirámides de Los Guachimontones eran las tumbas donde los ancestros enterraron a sus muertos acompañados de ollas, collares, monos y demás objetos.

Esta clase de conocimientos informales utilizados por los entrevistados de entre 50 y 80 años para explicar aquellos objetos que estaban viendo y tocando por primera vez, no han podido recabarse entre los jóvenes de 15 a 24 años más que en una ocasión, cuando un entrevistado describió los objetos prehispánicos que su padre encontraba al labrar el terreno. El mismo individuo también relató cómo conoció el sitio arqueológico de niño, cuando aún no estaba excavado y las pirámides estaban en ruinas y cubiertas de maleza. Esta clase de experiencias probablemente son escasas, porque gran parte de los jóvenes entrevistados mencionaron no haber visitado los campos de cultivo ni haber trabajado en ellos, como sí lo hicieron sus padres y abuelos desde la infancia. A partir del análisis se infiere que los conocimientos otorgados en la escuela a los entrevistados menores de 24 años han reemplazado gran parte de los etnoconocimientos sobre los vestigios prehispánicos que, en las conversaciones con varios jóvenes, fueron incluso catalogados como mentiras.

A continuación se exponen los datos analizados hasta ahora, separando la información en los tres grupos de edad.

Conceptualizaciones nativas y etnoconocimientos sobre los vestigios prehispánicos en Teuchitlán: exploración de un patrimonio etnológico entre distintas generaciones

Hasta la fecha, la investigación llevada a cabo en Teuchitlán ha revelado que los significados conferidos a los vestigios prehispánicos tienden a la homogeneidad, en cuanto a la similitud de creencias y experiencias entre personas con el mismo rango de edad, y a la heterogeneidad entre personas de distintas generaciones. Este corpus de conocimientos transmitidos, compartidos y transformados entre los pobladores conforma solo una parte del patrimonio etnológico de Teuchitlán, que apenas ha comenzado a estudiarse.

En la categorización de los datos realizada hasta ahora, se han recuperado en las entrevistas todos aquellos adjetivos utilizados para nombrar los vestigios, ya que al nombrar un objeto, éste es construido y reconocido como tal por los individuos. Las conceptualizaciones nativas mencionadas se dividieron en cuatro categorías temáticas formuladas por la autora a partir de los datos:

  • Objetos modernos: cuando se nombra el objeto prehispánico comparándolo con algún otro similar, utilizado aún en la vida moderna. Por ejemplo: cazuelas, cantaritos, cuentas de collar, etc.
  • Monos: este nombre se refiere a las piezas cerámicas con forma antropomorfa que se asemejan a monitos o a seres humanos caricaturizados.
  • Ambigüedades: cuando se les menciona como "cosas, aquello, eso", utilizando adjetivos y términos vagos y ambiguos. También incluye la omisión verbal pero no gestual del nombre del objeto: cuando se le apunta con el dedo o con una inclinación de cabeza.
  • Terminología arqueológica: términos y conceptos científicos utilizados para nombrar los objetos que han sido adoptados por los locales, ya sea por su contacto con los arqueólogos que han trabajado en la zona o porque se los enseñan en la escuela a los jóvenes, quienes los transmiten a sus familiares que pueden o no adoptarlos.

Aunque en general cada una de estas conceptualizaciones nativas fue utilizada en menor o mayor medida por los entrevistados, se identificaron diferencias radicales como la ausencia de términos científicos en los relatos de las personas de 50 a 80 años, y la escasez de ambigüedades y nombres informales entre los menores de 24 años. La utilización regional del adjetivo "monos" como palabra que designa las figurillas de barro con forma antropomorfa (Figura 8), fue corroborada con entrevistas realizadas en dos poblados ubicados al noreste y suroeste del volcán de Tequila: Oconahua y Santiaguito (Figura 2), donde sólo se pudieron hacer siete entrevistas semiestructuradas en total.

La utilización de etnoconocimientos con el fin de comprender, explicar o interpretar los vestigios prehispánicos locales varió entre los grupos de edad, resaltando una diferencia tangencial entre los jóvenes y los adultos mayores de 50 años. Se considera que la diferencia puede deberse a que la principal fuente de información sobre los vestigios prehispáni-cos locales mencionada por los entrevistados de 15 a 24 años fueron los profesores de la escuela, los guías certificados del sitio arqueológico Los Guachimontones, la Casa de la Cultura y el museo arqueológico local. En cambio, los entrevistados mayores de 50 años se remitieron a los datos que les fueron proporcionados a lo largo de su vida por sus familiares y conocidos, locales y fuereños; sus relatos no mencionaron fuentes educativas o institucionales, lo cual podría deberse a la ausencia de relaciones sociales con profesores y guías turísticos o a la educativa.

Los adultos de entre 25 y 49 años mencionaron las respuestas más variadas, probablemente porque cuentan con dos canales de información sobre los vestigios prehispánicos que son diametralmente distintas: sus padres y sus hijos. Es necesario explorar más sobre las fuentes de información utilizadas por los entrevistados para exponer inferencias concretas.

Consideraciones finales

Resta mencionar que el trabajo de campo y de análisis de datos aún no termina debido a la diversidad de información que cada entrevistado continúa brindando sobre el tema. La revisión, categorización y análisis exploratorio de la información recabada hasta ahora han arrojado cuatro categorías definidas relacionadas con los significados conferidos a los vestigios prehispánicos: usos y valores, eventos y acciones asociadas a estos, adjetivos utilizados para nombrarlos y fuentes de información sobre ellos. En el artículo se expusieron únicamente estas dos últimas categorías debido a que son las más exploradas hasta la fecha. Asimismo, es necesario ahondar en la transmisión trans-generacional de significados existente entre los tres grupos de edad, para comprender cómo se están desarrollando los procesos de permanencia y transformación de los significados dados a los objetos y ruinas arqueológicos entre los pobladores de Teuchitlán.

Los datos obtenidos hasta la fecha corroboran que la re-significación de los vestigios de la antigüedad es el proceso inicial en la conformación de los conocimientos autóctonos sobre los vestigios prehispánicos. Además, esos datos brindan una pequeña muestra sobre la riqueza del folclore rural de los poblados ubicados alrededor del volcán de Tequila.

Sin lugar a duda, los flujos migratorios y las nuevas dinámicas de la vida rural comienzan a incidir en la desaparición de estos conocimientos ancestrales, que ejemplifican la variedad de interpretaciones y formas de comprender un objeto histórico que pueden existir en las sociedades contemporáneas, sean rurales o no.

Sólo queda subrayar que las investigaciones sobre las conceptualizaciones nativas y etnoconocimientos sobre los vestigios arqueológicos pueden ser una clave en la protección del patrimonio cultural, porque aportan los elementos folclóricos locales efectivos para fomentar entre los habitantes rurales la valorización de estos objetos históricos como recursos y símbolos de su identidad e historia.

Se agradece a los habitantes de Teuchitlán que han colaborado con la autora compartiendo sus relatos, recuerdos y memorias. Sin su imprescindible participación, tanto la investigación como este artículo habrían sido trabajos infructuosos.


Pie de página

1Por vestigios prehispánicos se entienden aquí los objetos y ruinas arqueológicos realizados por las sociedades amerindias que habitaron el actual territorio mexicano antes de la conquista española en 1521 d. C.
2La resignificación de los vestigios de la antigüedad se desarrolla cuando esos objetos "pasan a formar parte de nuestro universo material e intangible" (Bonfil, 1991, p. 136), ingresando al sistema de significados propio de la sociedad actual que están acordes con su visión del mundo y su matriz cultural. Por eso, frecuentemente la sociedad contemporánea les brinda a los objetos antiguos un significado diferente al que se les asignaba en su cultura original.
3Nombre local con el que se designa a los saqueadores de las tumbas prehispánicas subterráneas llamadas "tumbas de tiro".
4Se define a las generaciones como los grupos de personas que comparten el mismo intervalo de edad. Esta distinción se realizó porque se considera que el trayecto de vida experimentado por cada entrevistado condiciona sus conocimientos y aprendizajes sobre estos objetos.
5En este texto los particulares comprenden a las personas que no tienen cargos públicos ni un perfil profesional relacionado con Historia u otras ciencias sociales (Antropología, Arqueología, etc.).
6Guachimontones (o guachis) es el nombre local dado a las estructuras arquitectónicas prehispánicas del sitio, llamadas también "pirámides".
7Las entrevistas contaron con tres momentos delimitados: inicio, desarrollo y conclusión. En cada uno se aplicaron preguntas específicas que variaron según el rango de edad del entrevistado, para adecuarse mejor a su perfil cronológico.
8Los criterios principales de la muestra fueron los siguientes: residir en Teuchitlán, conocer los vestigios prehispánicos locales, conocer leyendas e historias sobre estos y tener disponibilidad.
9Nombre informal dado a los trozos cerámicos de vasijas, molcajetes, ollas, etc.
10La celebración cristiana de la Semana Santa conmemora anualmente la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. La fecha establecida varía cada año, pero suele llevarse a cabo en los meses de marzo y/o abril.
11Rocas de forma plana y lisa, de poco grosor.


Referencias

Almansa, J. (2011). Arqueología para todos los públicos. Hacia una definición de la arqueología pública "a la española". Arqueoweb, 13,87-107. Recuperado en enero 2012, de http://www.ucm.es/info/arqueoweb/numero-13.html#13        [ Links ]

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