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Apuntes: Revista de Estudios sobre Patrimonio Cultural - Journal of Cultural Heritage Studies

versión impresa ISSN 1657-9763

Apuntes vol.26 no.2 Bogotá jul./dic. 2013

 

Inscribir las trazas del pasado industrial en el futuro de la ciudad: la regeneración de Île de Nantes

Inscribing the traces of the industrial past into the future of the city: the regeneration of Île de Nantes

Inscrever os traços do passado industrial no futuro da cidade: a regeneração de Île de Nantes

Beatriz Fernández Águeda*

*b.fagueda@upm.es Doctora Arquitecta por la Universidad Politécnica de Madrid, Profesora Asociada en el Departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio ETSAM. Universidad Politécnica de Madrid. Investigadora invitada en la Graduate School of Architecture, Planning and Preservation de la Universidad de Columbia (Nueva York) y en el Institut d'Urbanisme de Paris. Profesora Asociada. Departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio. ETSA.

Recepción: 22 de febrero de 2013 Aceptación: 28 de abril de 2013 Disponible en línea: 20 de diciembre 2013


Cómo citar este artículo

Fernández, B. (2013). Inscribir las trazas del pasado Industrial en el futuro de la ciudad: la regeneración de Île de Nantes. Apuntes, 26(2), 38-51. http://dx.doi.org/10.11144/Javeriana.APC26-2.itpi


Resumen

En los espacios industriales la cuestión patrimonial cobra un significado característico ya que es imposible señalar un único elemento que deba ser preservado en detrimento de los demás; por el contrario, los múltiples y heterogéneos componentes de la ciudad industrial transformados por las prácticas sociales y productivas desarrolladas a lo largo del tiempo, se relacionan de un modo inseparable formando un tejido complejo. En este caso, el análisis del proyecto de Île de Nantes demuestra la importancia de la valoración de estos tejidos industriales y los vínculos que debe mantener entre urbanismo y conservación del patrimonio industrial.

Palabras clave: patrimonio industrial; ciudad industrial; rehabilitación urbana; regeneración urbana; memoria industrial


Abstract

In industrial areas the heritage issue takes on a peculiar significance since it is impossible to single out one element that must be preserved at the expense of others; by contrast, the multiple and heterogeneous components of the industrial city transformed by social and productive practices developed over time, relate inseparably forming a complex tissue. In this case, the analysis of the Ile de Nantes project demonstrates the importance of valuing these industrial fabrics and keeping the links between urban planning and preservation of industrial heritage.

Keywords: industrial heritage; industrial city; urban regeneration; urban regeneration; industrial memory


Resumo

Nos espaços industriais a questão patrimonial cobra um significado característico tal que é impossível destacar um único elemento a ser preservado em detrimento dos outros; pelo contrário, os múltiplos e heterogéneos componentes da cidade industrial transformados pelas práticas sociais e produtivas desenvolvidas ao longo do tempo, relacionam-se de um modo inseparável formando um tecido complexo. Neste caso, a análise do projeto de Île de Nantes demostra a importância de valorizar esses tecidos industriais e os vínculos que deve se manter entre urbanismo e conservação do patrimônio industrial.

Palavras-chave: patrimônio industrial; cidade industrial; reabilitação urbana; regeneração urbana; memoria industrial


El proyecto de Ile de Nantes ha sido objeto de innumerables análisis y publicaciones desde que comenzó en 1999. Si bien la importancia del patrimonio industrial de la isla se ha señalado en varias ocasiones, e incluso la revista L'Archéologie industrielle en France dedicó a Nantes un número monográfico que tituló significativamente "Nantes, un modèle?"; los modos en que se establecieron los vínculos entre urbanismo y conservación del patrimonio industrial no parecen haber sido suficientemente analizados.

En las ciudades industriales la cuestión patrimonial cobra un significado característico, ya que en raras ocasiones es posible señalar un único elemento que deba ser preservado en detrimento de los demás. Por el contrario, los múltiples y heterogéneos componentes de la ciudad industrial (fábricas, maquinaria, calas, muelles, espacios públicos o colonias obreras), transformados por las prácticas sociales desarrolladas a lo largo del tiempo, se relacionan de un modo inseparable, formando un tejido complejo que plantea, retomando los términos de Edgar Morin, "la paradoxe de l'un et du multiple" (Morin, 1990, p. 316).

Cuando un elemento industrial de valor singular se conserva de forma aislada, prescindiendo de los demás componentes, este queda a menudo descontextualizado, despojado de todo su sentido. Este hecho no es solo consecuencia de la destrucción de los demás elementos que se decidió no preservar, sino también, de la ruptura de los vínculos existentes entre ellos, de la simplificación y fragmentación del tejido complejo de la ciudad industrial. Dos cuestiones parecen, no obstante, suscitarse a partir de estas primeras consideraciones. En primer lugar, recuperar estas conexiones se impone como una evidencia pero, en muchas ocasiones, parecen haber quedado veladas por el declive que sufren la mayor parte de ciudades industriales. En segundo lugar, se plantea la dificultad de qué es posible (y deseable) conservar, en qué condiciones y para qué usos. Más que nunca, la cuestión parece trascender la selección de una serie de elementos a salvaguardar como testimonio de una época y se centra, por el contrario, en examinar los modos de recobrar la memoria colectiva de la ciudad industrial.

Maurice Halbwachs señaló el papel del espacio como depositario de la memoria colectiva: "C'est l'image seule de l'espace qui, en raison de stabilité, nous donne l'illusion de ne point changer à travers le temps et de retrouver le passé dans le présent; mais c'est bien ainsi qu'on peut définir la mémoire; et l'espace seul est assez stable pour pouvoir durer sans vieillir ni perdre aucune de ses parties" (Halbwachs 1950, 104-105)1. En la medida en que el soporte espacial permanece, en él quedan sedimentadas las huellas de las prácticas sociales y los procesos de trabajo desarrollados a lo largo del tiempo. Conservarlo se convierte, por tanto, en el requisito para poder recobrar la memoria colectiva. No obstante, en el caso que nos ocupa, quizás sería necesaria una breve reflexión que contribuyera a delimitar el marco espacial de la memoria de la ciudad industrial.

Comprender los procesos productivos como una construcción social permite entender que el espacio sobre el que estos se desarrollaron no se limitó al edificio industrial, a la fábrica, sino que el proceso de industrialización transformó radicalmente regiones completas. Sobre estos territorios, sobre sus elementos y redes, quedaron sedimentados la historia, la cultura, las relaciones sociales y el trabajo de la sociedad industrial (Rullani, 2002) y, por tanto, constituye el marco espacial de su memoria colectiva. Esta forma de aproximarse a la cuestión patrimonial permite alejarse de la noción de preservación del elemento singular. Sin embargo, parece introducir, a su vez, un nuevo reto en el debate sobre el patrimonio ya que la recuperación territorial no puede centrarse en una conservación estática, que fije cada elemento en el tiempo sino, por el contrario, en buscar los modos de reactivar las trazas del pasado productivo e inscribirlas en el futuro regional.

De hecho, los intensos procesos de declive que sufren hoy muchas ciudades industriales parecen haber puesto en entredicho su futuro e impulsan a inscribir la cuestión patrimonial en un proceso integral de regeneración que permita a estos territorios recobrarse de la decadencia del que durante décadas fue su principal modo de vida. En este contexto, la recuperación del patrimonio industrial se convierte en una de las claves para impulsar la necesaria revitalización de estos territorios en declive tomando como punto de partida la aceptación de su pasado industrial. Se trata, así, de superar la visión del patrimonio como elemento aislado y estancado en el tiempo, para readmitirlo en la historia, (re)integrarlo en el proceso de evolución urbana y permitir afirmar los futuros de la ciudad industrial.

La evolución de la noción de patrimonio industrial en Nantes

La experiencia de la ciudad de Nantes a lo largo de las tres últimas décadas revela, precisamente, una evolución en el modo de comprender el patrimonio industrial, poniendo de manifiesto en qué medida, este ha sido progresivamente integrado en un proceso global de revitalización territorial. Como señala Bernard André, secretario general de CILAC2, en el número monográfico que la revista L'Archéologie industrielle en France dedicó a Nantes "la réflexion ne porte pas autour d'un seul site, considéré comme exemplaire, ou représentatif ou emblématique au détriment des autres. Le territoire urbain, celui qui fut profondément marqué par l'industrie, fait l'objet d'une prise en compte globale"3 (L'Archéologie industrielle en France, 2002, p. 4).

Sin embargo, este progreso es relativamente reciente ya que, hasta la década de 1990, la preservación del patrimonio industrial no fue objeto de una consideración singular y se vinculó exclusivamente a la rehabilitación y reutilización de ciertos edificios industriales significativos. La primera actuación importante fue la recuperación, a comienzos de los años ochenta, de la manufactura de tabacos de la ciudad. La Manufacture Impériale de Tabacs abrió en 1863 y tanto por su carácter excepcional (constituía una concesión imperial otorgada a muy pocas ciudades en Francia), como por sus dimensiones en términos de empleo (más de mil trabajadores a finales del siglo XIX) e instalaciones (la fábrica estaba rodeada de todo un complejo de espacios productivos, talleres y oficinas), pronto se convirtió en una de las fábricas más importantes de Nantes (Les Annales de Nantes et du Pays Nantais, 2003). La manufactura permaneció activa durante más de un siglo, sin embargo, a comienzos de los años setenta se inició un traslado progresivo a una zona industrial de la periferia de Nantes y, en 1974, cerró definitivamente el último taller de cigarrillos de la planta de la ciudad. Pocos años más tarde, el Ayuntamiento decidió adquirir el complejo, rehabilitarlo y destinarlo a un programa mixto de vivienda social, servicios administrativos municipales y equipamientos a escala de barrio. Esta primera actuación mostró la doble intención de la corporación municipal de poner en valor el patrimonio industrial e integrarlo en la vida de la ciudad a través de la diversidad del programa.

Sin embargo, la intensificación del proceso de desindustrialización junto al cambio político de 19834 dio lugar, en los siguientes años, a una transformación de la actitud institucional respecto al patrimonio de la industria. La base productiva de Nantes había ido reduciendo progresivamente su diversidad desde la Segunda Guerra Mundial. Las transformaciones en el mundo de la industria junto a la acción local y estatal hicieron que la economía de la ciudad se hiciera cada vez más dependiente del que había sido desde el siglo XVIII uno de los sectores más importantes de la industria nantesa: la construcción naval (Fernández -Águeda, 2010, 2013). A partir de los años setenta el incremento de la competencia internacional, la crisis económica, las transformaciones productivas y la descentralización de la industria fueron el origen de una etapa caracterizada por el descenso del empleo en la industria naviera de Nantes. Las fusiones entre los astilleros de la ciudad tuvieron finalmente como consecuencia el cierre productivo de muchas de ellas. Este largo proceso culminó, en 1987, con el cierre de la empresa Dubigeon, el último astillero de la ciudad.

Los habitantes y trabajadores de Nantes comenzaron a sufrir las consecuencias de la desindustrialización tanto por el incremento del desempleo como por el deterioro progresivo de unos barrios que se vieron afectados por un modelo que concentró los recursos en el crecimiento en extensión. Si bien aparentemente la ciudad consiguió estabilizar su base económica gracias al desarrollo del sector servicios, pronto comenzó a quedar patente un desajuste entre la cualificación de los trabajadores, formados para el trabajo industrial, y el empleo generado fundamentalmente en el sector terciario, lo que dio lugar a un proceso general de deterioro económico y social y a un fuerte incremento de las disparidades (Garat et al., 2005).

Las repercusiones sobre el tejido urbano de Nantes fueron también evidentes: las principales instalaciones productivas fueron abandonadas y áreas centrales de la ciudad quedaron en baldío. Si el espacio económico de la industria se había configurado en torno al Loira, el río, las áreas industriales y portuarias abandonadasjunto a este y los barrios obreros situados en sus márgenes comenzaron a representar el paro y la crisis económica de la ciudad. De un modo singular, los espacios abandonados por la industria naviera en lo que hoy se denomina Ile de Nantes, una isla situada frente al casco urbano de la ciudad, se convirtieron en el símbolo de una ciudad cuyo futuro había sido puesto en entredicho.

En este contexto, la por entonces corporación municipal orientó sus decisiones a tratar de dejar atrás el pasado industrial y concentró los recursos públicos en atraer al sector servicios. Sin embargo, la apuesta política por el desarrollo terciario de Nantes no solo se materializó a través de la puesta en carga de espacios destinados a dicho sector, sino, simultáneamente, por la limitación explícita de los usos productivos en la ciudad y la destrucción progresiva de los espacios industriales (Fernández-Águeda, 2013). Sin duda, el proyecto más polémico se planteó en 1987 cuando, tras el cierre del último astillero, la zona oeste de Île de Nantes quedó definitivamente abandonada. La fuerte presión inmobiliaria sobre este espacio central, junto a la convicción del ayuntamiento de que era necesario borrar ese pasado y pasar página, hizo que este se apresurara a presentar un proyecto de reconversión de la isla en centro de negocios y a iniciar la demolición de muchas de las instalaciones navieras y portuarias.

El intento de destruir el lugar más emblemático de la cultura industrial de la ciudad fue, sin duda, el detonante de una movilización extraordinaria de las bases sociales de Nantes. Una ciudad en la que tanto las organizaciones obreras como las asociaciones ciudadanas contaban con una larga tradición, se opuso radicalmente a un proyecto que trataba de borrar las huellas del pasado industrial de la ciudad. Implícitamente, la oposición se extendía a unas formas de gobierno que habían alejado de la toma de decisiones a una parte importante de la sociedad nantesa y recortado la financiación de las organizaciones civiles (Pinson, 2009, p. 88). Finalmente, el descontento social y el desacuerdo con el proyecto desencadenaron un vuelco electoral en 1989.

Ile de Nantes: la regeneración de un territorio industrial

El nuevo alcalde, Jean-Marc Ayrault (Parti Socialiste), inició su mandato deteniendo las expectativas inmobiliarias sobre lo que para muchos era nada más que un espacio central desperdiciado, y para otros constituía, por el contrario, el testimonio de un pasado industrial que debía considerarse un potencial y ser puesto en valor: Île de Nantes.

Sur l'Île de Nantes, j'ai freiné les impatiences: après l'absurde projet de cité des affaires, la demande de projet était très forte mais j'étais convaincu que, sur cet immense enjeu, il fallait jouer la carte du temps et de l'espace. Une lente maturation des esprits était indispensable, avant de pouvoir maintenant passer à l'acte (Ayrault: 2003, p. 18)5.

Esta moratoria no era solo una declaración política sino que partía de la convicción de que la isla de Nantes debía tomarse su tiempo. Tiempo de reflexión, de reconciliación y, quizás también, de duelo, en los términos expresados por Paul Ricoeur: "faire le deuil, c'est apprendre à raconter autrement (...) ce qu'on a fait, ce qu'on a souffert, ce qu'on a gagné et ce qu'on a perdu"6 (Ricoeur y Antohi: 2003). Esta "pausa" se prolongó finalmente durante más una década y el prendre le temps de Jean-Marc Ayrault se convirtió, finalmente, en el lema de la recuperación de la isla. Durante los años noventa apenas se intervino en Île de Nantes, pero se sentaron las bases de la futura transformación: la mera decisión de dar un tiempo a la isla y detener las demoliciones ya constituía una acción en sí misma.

No obstante, este tiempo de reflexión fue también tiempo de toma de decisiones respecto al futuro de Ile de Nantes. La elección de Ayrault, en 1989, había detenido el proyecto de la ciudad de negocios pero simultáneamente elevó una multitud de propuestas de las asociaciones (Nicolas, 2009). La cultura obrera y sindical de la industria nantesa había dado lugar, tras el cierre de las navieras, a un importante tejido de asociaciones de defensa del patrimonio industrial y obrero de la ciudad, que vieron cómo el declive de la industria amenazaba con destruir las trazas de unas formas de trabajo y vida que se habían desarrollado en la región durante casi dos siglos. Las propuestas para salvaguardar lo que se consideraban símbolos de este pasado se sucedieron durante los siguientes años.

Sin embargo, la corporación municipal entendió que la isla no estaba compuesta exclusivamente por su patrimonio industrial, sino que era un territorio complejo que yuxtaponía tejidos periféricos, baldíos industriales, áreas de actividad económica, grandes equipamientos y zonas de alto valor natural. Era un espacio de 350 hectáreas que por entonces contaba con 13.000 habitantes y 9.000 empleos.

Constituida históricamente por la unión progresiva de las pequeñas islas del Loira, Île de Nantes había mantenido, no obstante, el carácter diferenciado de estas. La Prairie-au-Duc, la zona oeste ocupada por las navieras y el puerto, se encontraba prácticamente abandonada y era la que suscitaba la mayor parte de las propuestas de las asociaciones. Junto a ella, las dos grandes zonas cerradas del mercado de abastos (min) y las vías del ferrocarril. La parte central de la isla, situada en torno a la primera línea de puentes, agrupaba barrios populares de carácter periférico que, si bien se encontraban deteriorados por décadas de desatención, mantenían las trazas parcelarias y morfológicas de su desarrollo progresivo desde el siglo XVIII. La segunda línea de puentes constituía, por el contrario, una verdadera barrera, la que separaba estos barrios obreros del símbolo de la modernidad de Nantes: el barrio de Beaulieu, un desarrollo de las décadas de 1960 y 1970. Su propia configuración reafirmaba el aislamiento de su ubicación y Beaulieu constituía una isla en el interior de Île de Nantes. Por último, el extremo este, una pradera inundable que había eludido la urbanización por las condiciones del terreno, era, de hecho, una zona de importante valor ecológico. Esta reflexión llevó a la conclusión de que Île de Nantes era, en definitiva, un fragmento heterogéneo de ciudad que debía ser tratado de modo integral. El primer paso era retejer los vínculos que el deterioro y la desatención prolongada habían roto: construir un sistema.

Durante la década de 1990 apenas hubo intervenciones desde un punto de vista espacial en la isla. No obstante, la decisión de que esta debía tomarse su tiempo constituía una declaración de intenciones. En primer lugar, se detuvo la demolición de las instalaciones de la industria naviera y del puerto y se inició, así, un proceso colectivo de reflexión sobre cuál debía ser el futuro de la isla. Durante este tiempo no solo se tomaron decisiones importantes respecto a la preservación del patrimonio y los modos de preservar la memoria colectiva, sino que se produjo una verdadera transformación de la noción de patrimonio industrial en la ciudad. Hasta entonces, como hemos explicado, su conservación se había vinculado a la rehabilitación de fábricas concretas como las dedicadas a la manufactura de tabacos. Sin embargo, la actuación de Île de Nantes puso de manifiesto un nuevo modo de entender el patrimonio en Nantes, ya no en términos de salvaguarda del monumento sino de respeto a las trazas heredadas y a la necesidad de tomar como punto de partida lo que existe en la construcción del futuro de la ciudad.

Là, on est entré dans une nouvelle logique de la préservation du patrimoine, pas seulement pour en faire des lieux de mémoire ni des musées ou des monuments qu'on visite, mais des lieux qui peuvent trouver une nouvelle vie (...) Il ne s'agit pas de conserver pour conserver (...) Il ne suffit pas de conserver les pierres. Encore fautil les mettre en valeur et puis surtout les donner un sens, une signification qui pourrait aider à la compréhension de la ville (Ayrault, 2002, p. 78)7.

La construcción colectiva del futuro de la isla

Este tiempo de reflexión, duelo y toma de decisiones permitió definir una cultura colectiva y unos modos de abordar el futuro de la isla. A lo largo de diez años se realizó un diagnóstico territorial que, aunque no cobrara la forma de un documento urbanístico al uso, sentó las bases de la acción posterior. El estudio encargado a Dominique Perrault, en 1992, se inscribió, precisamente, en este proceso, y dos de sus propuestas se integraron en las bases finales del proyecto: dotar de unidad a la isla dando prioridad el eje este-oeste y adoptar el nuevo topónimo de Ile de Nantes.

El diagnóstico colectivo permitió adquirir una conciencia de la isla como hecho geográfico unitario, cuyo valor radicaba en la heterogeneidad de sus trazados y en la diversidad de su morfología, materialización espacial de los diferentes modos de vida y trabajo que habían coexistido en la isla. Sin embargo, por entonces era un territorio de tejidos yuxtapuestos que no parecían tener nada en común. Esta toma de conciencia colectiva sobre la unidad de la isla permitió descartar definitivamente el recurso de un proyecto ícono o de la singularización de la actuación a través de la rehabilitación del edificio industrial de mayor valor, para plantear, por el contrario, la regeneración integral de la isla.

En segundo lugar, el diagnóstico permitió introducir esta nueva noción de patrimonio que, si bien resultaba profundamente novedosa, se inscribía a la perfección en las prioridades y convicciones sobre las que se asentaba el modelo de ciudad (Fernández-Águeda, 2013). La actuación de Île de Nantes se alejó así de la rehabilitación individual de cada elemento patrimonial con el fin de buscar una coherencia a escala urbana. En palabras de Ayrault, la verdadera transformación consistía en "(...) la prise en compte de cette problématique du patrimoine industriel dans la compréhension de la ville et son devenir" (L'Archéologie industrielle en France, 2002, p. 78)8.

En Île de Nantes, el objetivo se centró en recobrar la memoria colectiva y se decidió que tan solo tomando como punto de partida lo existente se podrían inscribir las trazas del pasado industrial en el futuro de la isla. Sin embargo, esta actitud de faire avecno era tan solo una decisión de carácter espacial sino también político. La transformación de un espacio de la relevancia de Île de Nantes, tanto por su dimensión física como simbólica, tan solo podía abordarse de modo colectivo y se afirmó la convicción de integrar a todos los actores en el proceso (habitantes, empresas, trabajadores, antiguos trabajadores, asociaciones e iniciativa privada) para orientarse, así, hacia una coproducción de la ciudad. Asimismo, el carácter central de la isla y la posibilidad de que la regeneración alterara en profundidad los tejidos sociales existentes, hizo que se tomara desde el comienzo la decisión de que en el futuro debían establecerse los mecanismos necesarios para controlar el precio de la vivienda y el suelo, tratando de evitar el clásico proceso de elitización.

Si el diagnóstico colectivo permitió establecer dos puntos de partida importantes, el tratamiento de la isla como unidad y la importancia de recobrar la memoria del lugar, las actuaciones a escala de ciudad durante los diez años que se prolongó la moratoria sobre la isla crearon otras de las condiciones de acción. El desarrollo de la red de tranvía y del transporte público había conectado la isla con el centro de la ciudad. Asimismo, la estrategia de desarrollo de la aglomeración, el Projet 2005, había definido la regeneración de la isla de Nantes como una de las prioridades a escala regional y había situado al Loira en el centro del debate y de la acción urbana, lo que convirtió "la reconquête de la Loire" (auran, 2005, p. 5) en uno de los principales retos de futuro. La revitalización de la isla cobraba así una importancia determinante no solo para la ciudad sino para toda la aglomeración urbana de Nantes.

En 1999, las tres premisas del proyecto constituían ya una evidencia: recuperar la relación de la ciudad y la isla con el Loira, comenzar el proyecto a partir del espacio público y poner en valor el patrimonio (Masboungi, 2003, p. 127). Asimismo, la consideración de la isla como un todo se había convertido en una prioridad. Por otro lado, los modos de hacer ciudad en Nantes habían demostrado su validez durante una década y para un proyecto de esa envergadura, un procedimiento como el concurso de ideas en el que se formularan propuestas cerradas de diseño para la isla se tornaba, cuando menos, insuficiente. La convicción de que la construcción de Île de Nantes debía ser un proceso colectivo y, sobre todo, elaborado en el tiempo, determinó la elección del marché de définition como modalidad de concurso9.

El proceso se extendió durante todo un año, en el que los tres equipos invitados definieron el programa de forma progresiva, a partir de reuniones con los actores (asociaciones de vecinos, organizaciones obreras, empresarios, políticos.), trabajo de campo y entendiendo el diálogo como una manera de enriquecer el proyecto. Se trataba, en definitiva, de construir una visión colectiva del conjunto de la isla que permitiera actuar de un modo integral y coherente.

Este tiempo de diálogo se empleó también para acercar el espacio de Île de Nantes a la sociedad nantesa. Construir el nuevo centro de la aglomeración urbana contenía el reto implícito de crear las condiciones para que toda la sociedad civil se sintiera implicada en el proyecto. Para ello, era necesario también encontrar un vocabulario común que permitiera construir una identidad compartida. El primer paso era dar a conocer una zona de la ciudad que para muchos habitantes resultaba desconocida. Las Journées du patrimoine de 1999 fueron una ocasión única para involucrar simultáneamente a investigadores de la Universidad de Nantes y a los ciudadanos en el descubrimiento de un espacio que hasta entonces había estado cerrado al público: la Prairie-au-Duc, el espacio industrial y portuario del oeste de la isla.

El plan-guide de Île de Nantes: el plan como itinerario de transformación

Les paysages de l'Île, ce sont les multiples visages d'un territoire. Ces paysages ont une valeur patrimoniale. Ils sont le bien commun et chacun peut s'en souvenir, s'y reconnaítre. Il nous appartient non seulement de mettre en valeur leurs qualités mais de se servir de l'état des lieux comme une manière de mettre en situation chaque projet (Bureau des Paysages, 1999, p. 91)10.

A finales de 1999, tras un año de trabajo, se eligió el proyecto de Alexandre Chemetoff y el Bureau des Paysages. La propuesta ganadora era la que más había puesto en valor las trazas del territorio y conseguido tejer más vínculos entre las diversas tramas urbanas de la isla. Asimismo, al asumirse en el proyecto una prioridad de la aglomeración, se planteaba un reencuentro con el Loira, ya que las diversas transformaciones llevadas a cabo a lo largo del tiempo habían ocultado progresivamente la vista del río y deteriorado sus márgenes (Bureau des Paysages, 1999, p. 5).

Chemetoff propuso el Plan-guide, un plan que se alejaba por completo de los documentos urbanísticos habituales ya que no constituía un proyecto cerrado sino un itinerario posible de transformación del territorio en el tiempo. El proyecto partía de la convicción de que la complejidad de la isla debía conducir a un proceso progresivo y a largo plazo y, por lo tanto, era necesaria una estrategia flexible, que no estableciera determinaciones invariables o limitara las posibilidades futuras.

Reconocer la unidad geográfica de Île de Nantes constituía el inicio de esa transformación progresiva y sentaba las bases para una actuación que no se proponía intervenir de un modo simultáneo en todos los espacios de la isla, sino establecer prioridades de actuación en función de lo más necesario y lo más posible, y reservar para más tarde otras intervenciones, preservando el espacio de la acción hasta que la intención cobrara forma. En el caso específico de las estructuras industriales abandonadas esta decisión supuso, en muchos casos, tan solo su mantenimiento y estabilización para evitar la demolición mientras se esperaba que surgiera un proyecto adecuado.

El objetivo era transformar un hecho geográfico, Île de Nantes, en un hecho urbano (Chemetoff, 2010a, p. 29), y para ello era imprescindible tejer los vínculos entre las distintas tramas urbanas. El proyecto trabajaba sobre la estructura urbana de la isla y especialmente sobre la red de espacios libres, entendiendo que la unidad del espacio público sería el hilo conductor que permitiría poner en relación la heterogeneidad de tejidos y formas urbanas de Île de Nantes. El plan-guide afirmaba, así, que el espacio público era la red vertebradora del territorio y el soporte de relación de los tejidos urbanos y sociales.

No obstante, el plan partía de la convicción de que las trazas de esa estructura permanecían en la isla y el proyecto debía, tan solo, hacerlas visibles a través de sus trazados. Al superar por completo una visión estrictamente patrimonial, Chemetoff declinaba el papel de seleccionar los elementos que debían salvaguardarse para afirmar, por el contrario, que todos los componentes de la isla podían ser integrados. En este sentido, el primer paso era, sin duda, conocer la realidad en profundidad, cartografiarla e identificar sus elementos a través de un plano de estado del lugar. El plan-guide se consolidó como un trabajo de "refondation de la ville sur elle-même"11 (Chemetoff, 2009, p. 369) que tomaba como punto de partida lo que existía,entendiendo el lugar como espacio de memoria y de recursos. De este modo, estaba formado por dos planos: el del estado actual del lugar y el de la hipótesis de futuro, que se definía, así, como una transformación (de las muchas posibles) de ese "estado del lugar" (état des lieux).

Sin embargo, la toma de conciencia de que el estado del lugar está constantemente sometido al cambio, llevó a la convicción de que el propio documento de planificación debía evolucionar en función de las transformaciones producidas a lo largo del tiempo. De este modo, los dos planos, el del estado del lugar y el del proyecto, fueron redibujados trimestralmente durante los diez años de duración del trabajo para incorporar los cambios y proponer nuevos escenarios. Cada revisión era considerada como una hipótesis de desarrollo en ese momento y, progresivamente, ambos planos debían confluir en una misma realidad haciendo, finalmente, que las actuaciones se inscribieran en un territorio construido en el tiempo.

El plan se convertía así, no solo en un instrumento de planeamiento flexible capaz de adaptarse a las transformaciones de la ciudad en el tiempo, sino en un verdadero modo de planificar en evolución. El plan-guideasumía su misión a largo plazo con la convicción de que muchas decisiones no podían ser tomadas por anticipado. El plan era, por lo tanto, una guía, un itinerario posible de desarrollo del territorio en el tiempo, que debía ser reformulada y cuestionada constantemente.

Sin embargo, nada más lejos de la intención del plan-guide que dejar el futuro de la isla completamente al azar. Por el contrario, era necesario afirmar la continuidad de la red de espacios libres públicos de modo que se convirtiera en articuladora del sistema y que sus trazados recobraran las trazas de la historia y la geografía de la isla. El plan definió, así, la estructura urbana, articulando una red de espacios libres continua y compleja con una estructura parcelaria basada en el tejido existente. Mientras la primera podía ser definida desde el inicio, de modo que ayudara a sentar las bases de la actuación, la heterogeneidad de trazados de la isla y el largo plazo de transformación previsto aconsejaban alejarse de un reglamento cerrado para el espacio parcelado, y definir, por el contrario, hipótesis de actuación. La premisa para las actuaciones privadas era tomar como punto de partida lo existente.

"Le site est un lieu de ressources"12 (Chemetoff, 2009, p. 391) se revelaba como el principio fundamental de trabajo sobre la isla, considerada como patrimonio en su conjunto. Este principio se extendía desde la decisión de ubicar un nuevo jardín público en un baldío en el que se había desarrollado vegetación autóctona, el Square de l'Île Mabon, hasta la recuperación de edificaciones existentes, la reparación y estabilización de las calas de construcción naviera, o la conservación de los raíles de las vagonetas que aún atraviesan la isla. A través de sus modos de trabajar sobre el espacio público, el plan-guide introdujo dinámicas de reciclaje, integración y transformación de lo existente. Los espacios públicos se convirtieron en modelo de una nueva forma de hacer ciudad y legitimaron las exigencias posteriores sobre el futuro de las parcelas privadas.

El plan-guide: del elemento patrimonial a la recuperación de la memoria

Il n'est pas de terrain qui soit vierge, il n'est pas de site sans histoire, il n'est pas de lieu qui ne soit inscrit dans un ensemble, une géographie, il n'est pas de lieu qui soit sans effet sur ses alentours, il n'est pas de lieu abstrait des contingences de l'existant (Chemetoff, 2010a, p. 17)13

La doble premisa del plan-guide de considerar la isla como una unidad y de tomar como punto de partida lo existente, definió, ya desde el inicio, una toma de posición respecto al patrimonio. En un territorio industrial en declive, el debate superaba la cuestión de cuáles eran los elementos singulares a preservar, y residía, por el contrario, en integrar las trazas del pasado de Île de Nantes en su futura ordenación. La cuestión patrimonial se apartaba, así, de la conservación de ciertos elementos como testimonio del pasado y se orientaba hacia la necesidad de reactivar las trazas de la historia e inscribirlas en la planificación del futuro del territorio. El plan-guide no se preguntaba cómo preservar o reutilizar una edificación determinada sino, por el contrario: "comment construire la ville à partir de ses héritages?" (Chemetoff, 2010b, p. 64)14.

El desplazamiento del debate patrimonial desde el elemento singular hacia un legado plural y diverso constituyó la premisa de un plan-guide que, en palabras de Chemetoff, no adoptaba una actitud conservacionista sino una postura atenta a los potenciales del lugar (Chemetoff, 2009, p. 375). Esta atención llevaba a los trazados del plan-guide a inscribirse y poner en valor las trazas de lo existente, incluso cuando este se escapaba de la noción tradicional de patrimonio. Si bien nadie ponía en cuestión la necesidad de preservar las grúas del puerto o las instalaciones navieras, la conservación de otro tipo de elementos suscitó más polémica. El mantenimiento de un pequeño edificio industrial abandonado, propiedad de una empresa de abonos, parecía discutible cuando este se situaba junto al nuevo Palacio de Justicia de Jean Nouvel y ocupaba una parcela de la ribera del Loira con alto valor inmobiliario. No obstante, la posición al respecto fue radical: estos edificios no eran considerados como elementos singulares sino como parte integrante de los paisajes de la isla que el plan debía poner en valor.

Ante este modo singular de abordar la cuestión parece adecuado interrogarse sobre los significados y usos de estos espacios tras la transformación. La parte oeste de la isla, la Prairie-au-Duc, constituía el testimonio del pasado industrial, portuario y naviero de Nantes. El debate colectivo había permitido llegar a la conclusión que la memoria obrera no solo se concentraba en las edificaciones sino en todo un espacio abierto, con instalaciones dispersas (calas, grúas, muelles, raíles) que había sido modelado por unas prácticas sociales y productivas. Su transformación debía, en consecuencia, afrontarse de forma global y su carácter singular indicaba la pertinencia de convertirlo en un espacio libre público.

En una zona que había permanecido cerrada durante años y que era desconocida para gran parte de los habitantes de la ciudad, uno de los primeros objetivos fue convertirlo en un espacio frecuentado y afirmar así que la memoria de la ciudad pertenecía a toda la sociedad. La "pausa" de diez años había reducido considerablemente las expectativas inmobiliarias y permitido al Ayuntamiento de Nantes adquirir progresivamente la propiedad de estos suelos. Así, la zona pudo ser convertida en el gran espacio libre del que el centro de la ciudad carecía, el Parc de Chantiers. Su especial significación llevó a la decisión de proponer un programa complejo que integrara equipamientos de escala de barrio y de ciudad, usos hosteleros y un foco turístico, la instalación de Les machines de l'íle en los antiguos hangares de las navieras.

Sin embargo, frente a otras estrategias de reconversión industrial centradas en atraer al turismo, la regeneración de la Prairie-au-Duc tuvo como objetivo considerar este uso como un flujo más en la actividad de la isla. Si las antiguas naves se destinaron, efectivamente, a este fin, el edificio de la dirección de las navieras se convirtió en la Maison des Hommes y Techniques (dirigida por las asociaciones de defensa del patrimonio y con una exposición permanente sobre los procesos de trabajo de las navieras) y en sede de cursos de formación para adultos. Las antiguas naves de almacenaje del puerto ofrecieron la oportunidad de concentrar un uso (los locales nocturnos) que resultaba molesto en las estrechas calles del centro de

Nantes y contribuyó a dotar de actividad a la isla a distintas horas del día. En otra de las naves del puerto se instaló la exposición permanente del propio proyecto de Ile de Nantes, un centro de información y documentación que trataba de acercar al ciudadano las transformaciones que estaba experimentando la isla. La actividad de la zona se potenció también a través de instalaciones temporales vinculadas fundamentalmente a la acción cultural, como la Biennale Estuaire.

No obstante, las intervenciones no solo se concentraron en el oeste de la isla. La idea inicial de las asociaciones de defensa del patrimonio de conservar tres hornos como testimonio de la presencia de Fonderies de l'Atlantique, una de las empresas mecánicas más importantes de Nantes, llevó al equipo de Chemetoff a argumentar que la preservación de esos tres elementos exentos les sustraería su significado, y a proponer, en cambio, que la rehabilitación de la estructura de la nave podía dar lugar a un jardín cubierto, en el que no solo se conservaran los tres hornos, sino también los fosos de construcción de las hélices. Este jardín podría desempeñar las funciones de espacio público de proximidad del que ese barrio carecía.

La antigua fábrica de Biscuiterie Nantaise, construida en 1896, se convirtió en la sede central de correos de Nantes. La Gare de l'Etat, la estación de mercancías situada en el centro de la isla, fue ampliada y cedida a las asociaciones sindicales para convertirse en la nueva Maison des Syndicats. Muchas otras edificaciones existentes fueron reutilizadas como equipamientos de barrio pero no todas eran propiedad pública. Estos modos de actuar, junto a la normativa del plan-guide, atrajeron la actuación privada y nuevas empresas, actividades y habitantes encontraron su lugar en la isla tras plantear sus propuestas al equipo de Chemetoff y al Ayuntamiento. El punto de partida era claro: todas las iniciativas podían ser integradas si seguían la premisa del plan-guide: tomar como punto de partida lo existente, reconocer el valor de las trazas de lle de Nantes y construir el futuro de la ciudad a partir del legado recibido.

Sin duda, la transformación del complejo de la naviera Alstom constituye un ejemplo de las dinámicas iniciadas en lle de Nantes y de estos modos de planificar en evolución. La propuesta original del concurso había planteado convertir este gran complejo de trece naves y casi seis hectáreas en un vivero de empresas biotecnológicas. No obstante, este sector industrial, sin tradición en la región, no arraigó en los siguientes años. El descenso de la actividad de Alstom y las transformaciones productivas habían llevado al abandono de la mayor parte de las instalaciones y, en 2001, la empresa había comenzado a plantearse la venta de todos los terrenos. Sin embargo, el diálogo permitió a Alstom comprender que su actividad formaba también parte de la diversidad de la isla y que el traslado previsto a una planta de la periferia no era necesario. Tras un importante proceso de negociación, Alstom se replegó en una de las naves y la Administración adquirió gran parte del complejo. El plan-guide había abierto las posibilidades de futuro.

En primer lugar, era necesario sentar las bases de la intervención. El traslado de la oficina del plan constituyó un primer paso simbólico para mostrar al tejido empresarial local el potencial de las naves. Poco más tarde, la Communauté Urbainede Nantes decidió, tras unas obras mínimas de estabilización y mantenimiento, alquilar parte de los espacios a emprendedores y pequeñas empresas que no podían costear un local en el centro de la ciudad. Progresivamente, el complejo comenzó a recobrar la actividad y, en 2004, al recibir solicitudes de dos televisiones locales, la Communauté Urbaine llegó a un acuerdo para que se instalaran también en las naves. A partir de entonces, si bien el sector biotecnológico no progresó, sí lo hicieron las telecomunicaciones, las nuevas tecnologías y la creación. Las naves se habían convertido en un verdadero laboratorio y habían hecho de la heterogeneidad su mayor cualidad. En 2005, se habían firmado ya doscientos contratos de alquiler y los vínculos y sinergias entre empresas se habían comenzado a crear. Tras este proceso de asentamiento progresivo, hoy el complejo espera convertirse en el Quartier de la Création, proyecto con financiación estatal y europea, nacido a partir de la sedimentación de una red productiva.

La evolución de las naves Alstomconstituye, sin duda, un ejemplo de los formas de hacer del plan-guide y de la medida en que el futuro (y la planificación entendida como un modo de orientarlo) puede ser concebido como un ejercicio permanente, cotidiano y colectivo de búsqueda de respuestas y adaptación a unas circunstancias cambiantes. El plan-guide ha devuelto a lle de Nantes su capacidad para evolucionar y, quizás, la importancia de su planteamiento reside, precisamente, en ser capaz de articular memoria del territorio industrial y evolución de la ciudad. En lle de Nantes se ha ampliado la tradicional noción estática de conservación del patrimonio, la restauración del edificio, para reinsertar la problemática en un proceso mucho más complejo de regeneración del territorio industrial a través del cual se trata de afirmar la existencia de futuros para un territorio en declive. La regeneración se comprende como una oportunidad de releer y reactivar la memoria del lugar a través de sus trazas y el futuro de la ciudad se concibe como un estrato más en un territorio construido a lo largo del tiempo.


Pie de página

1"Gracias a su estabilidad, la imagen del espacio nos da la impresión de no cambiar a lo largo del tiempo y de poder encontrar el pasado en el presente. Es así como podemos definir la memoria. Tan solo el espacio es suficientemente estable para poder durar sin envejecer ni perder ninguno de sus componentes".
2CILAC (Comité d'information et de liaison pour l'archéologie, l'étude et la mise en valeur du patrimoine industriel) es la primera asociación francesa destinada a la puesta en valor del patrimonio industrial, fue creada en 1979 y es la encargada de la publicación de la revista l'Archéologie industrielle en France.
3"La reflexión no se refiere exclusivamente a un lugar, considerado ejemplar, representativo o emblemático, en detrimento de otros. Por el contrario, todo el territorio urbano, que fue profundamente marcado por la industria, se tiene en cuenta de modo integral".
4En 1983 se produjo un importante cambio en la alcaldía de Nantes: Alain Chenard (Parti Socialiste) fue sucedido por Michel Chauty (RPR). Para comprender en profundidad los cambios en las políticas urbanas de Nantes a partir de entonces ver Pinson, 2009.
5"En la isla de Nantes, frené las expectativas. Después del absurdo proyecto de transformación en zona financiera, existía un requerimiento muy fuerte de realizar un proyecto pero yo estaba convencido de que sobre este enorme reto hacía falta jugar las cartas del tiempo y del espacio. Era indispensable una lenta maduración de ideas antes de poder actuar".
6" Hacer duelo es también, aprender a relatar de otra manera (...) lo que hicimos y sufrimos, lo que ganamos y perdimos".
7"En este momento entramos en una nueva lógica de la preservación del patrimonio, que dejó de ser entendido como una oportunidad para hacer memoriales, museos o monumentos para visitar, y concebirlos, en cambio, como lugares que pueden encontrar una nueva vida. No se trata de conservar por conservar (...) No basta con conservar las piedras, hace falta ponerlas en valor y darles un sentido que pueda ayudar a comprender la ciudad".
8"(...) tener en cuenta la problemática del patrimonio industrial en la forma de comprender la ciudad y su devenir".
9En este procedimiento se invita a una serie de equipos retribuidos por igual a trabajar durante un tiempo (habitualmente entre seis y nueve meses) en la definición no solo de una solución de proyecto sino incluso del programa de actuación. Esta reflexión se produce junto con el cliente y los actores implicados. De este modo, la fase de definición se convierte en una reflexión colectiva que combina las capacidades de todos los agentes, permite descubrir nuevas oportunidades y prioriza el largo plazo frente a la solución inmediata. Para un análisis detallado de las condiciones del marché de définition (ver Masboungi, 2010).
10"Los paisajes de la Isla son las múltiples caras de un territorio. Estos paisajes tienen un valor patrimonial. Son el bien común que todos pueden recordar y reconocer. No solo nos corresponde poner en valor sus cualidades sino aprovechar el estado del lugar como una forma de situar cada proyecto".
11"Recuperación de la ciudad sobre sí misma".
12"El lugar es un espacio de recursos".
13"No hay ningún terreno virgen, no existe ningún lugar sin historia. No hay sitio que no esté inscrito en un conjunto, en una geografía. No hay ningún lugar que no tenga efecto sobre lo que le rodea. No hay ningún lugar aislado de las contingencias de lo existente".
14"¿Cómo hacer ciudad a partir de su patrimonio?"


Referencias

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