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Anagramas -Rumbos y sentidos de la comunicación-

Print version ISSN 1692-2522

anagramas rumbos sentidos comun. vol.7 no.14 Medellín Jan./June 2009

 

ARTÍCULO ORIGINAL

 

Una voz de los olvidados. Análisis del periodismo narrativo de José Antonio Osorio LizarazoJournalism students in new media.

 

The voice of the forgotten. Analysis of José Antonio Osorio Lizarazo's narrative journalism.

 

 

Andrés Alexander Puerta Molina *

 

* Comunicador Social–Periodista, Magíster en Literatura Colombiana. Investigador en las áreas de periodismo, literatura, periodismo narrativo y redacción de textos. Docente de tiempo completo de la Universidad de Medellín. Correo electrónico: andrespuerta@udem.edu.co.

 

Recibido: 10 de marzo de 2009
Aceptado: 23 de abril de 2009

 

 


RESUMEN

Este artículo presenta resultados de la investigación Una recuperación del olvido para el escritor de los olvidados. Periodismo narrativo de José Antonio Osorio Lizarazo, que el autor presentó para optar al título de magíster en literatura colombiana. José Antonio Osorio Lizarazo fue uno de los más importantes y prolijos periodistas narrativos de Colombia. No obstante, sobre su obra pesa un nefasto e injusto olvido. Este artículo presenta resultados de la investigación Una recuperación del olvido para el escritor de los olvidados. Periodismo narrativo de José Antonio Osorio Lizarazo y se detiene en el análisis de una forma de periodismo que se emparenta con la literatura en sus formas de construcción lingüística, pero privilegia la narración; es decir, las acciones, como una forma de transmitir conocimiento, de construir historia y de dejar huella de una sociedad.

PALABRAS CLAVE

José Antonio Osorio Lizarazo, periodismo narrativo, literatura, crónica, reportaje, crítica literaria, narración.


ABSTRACT

This articles shows results of a research called: ''Recovery of oblivion for the writer of the forgotten.'' Narrative journalism of José Antonio Osorio Lizarazo, which the author presented to be awarded his degree as a M.Sc. in Colombian Literature. José Antonio Osorio Lizarazo was one of the most important narrative journalists in Colombia. However, his work has been forgotten. This article focuses on the analysis of a type of journalism related to literature in its linguistic construction, but giving importance to narration. That is, actions as a way to transfer knowledge, to construct history, and to leave a mark in society.

KEY WORDS

José Antonio Osorio Lizarazo, narrative journalism, literature, chronicle, reporting, literary criticism, narration.


 

 

INTRODUCCIÓN

José Antonio Osorio Lizarazo fue un autor bogotano que nació el 30 de diciembre de 1900 y murió el 12 de octubre de 1964. Publicó en los más importantes diarios del país1, entre ellos en el periódico Mundo al Día, un diario que evadió las urgencias de la actualidad, que se detuvo en los comentarios, en los análisis, en las historias; que se preocupó por la historia, por la literatura y por el periodismo bien hecho. Un periódico que mereció mejor suerte, y que fue quizá el más importante del país en las primeras décadas del siglo XX.

Fue novelista, cuentista, crítico literario, ensayista, político y periodista. Centró su obra en la ciudad de Bogotá. Su estilo fue limpio, reposado, preciso, inteligente, lleno de ironía y de color. Los relatos de Osorio Lizarazo retoman y desarrollan las innovaciones introducidas por las entrevistas y los reportajes en la prensa colombiana. Osorio configura su estilo, que luego aplica en novelas. El autor bogotano logró, a través del periodismo narrativo, mostrar las transformaciones y la configuración de Bogotá como gran ciudad, con todos los efectos que este fenómeno tiene sobre el paisaje y las consecuencias que se presentaron sobre sus habitantes.

 

PROPUESTA METODOLÓGICA

José Antonio Osorio Lizarazo es uno de los periodistas que tiene una obra más amplia y de mayor calidad en Colombia, pero en los estudios que se han hecho sobre periodismo en el país no aparecen sus textos. Para este trabajo se analizaron referentes como las antologías sobre crónica, entrevista y reportaje de Daniel Samper Pizano y los estudios que se han hecho sobre los reporteros colombianos como La Crónica en Colombia. Medio siglo de oro (1997) y A plomo herido: una crónica del periodismo en Colombia 1880–1980 (2006), o Crónica Anacrónica: un estudio sobre la aparición, auge y decadencia de la crónica en Colombia (2003), en los que apenas se le menciona. Algo similar ocurre con su literatura, rica y extensa. Para la investigación se analizaron historias de la literatura colombiana como: Literatura y cultura narrativa colombiana del siglo XX (2000), Manual de literatura colombiana (1984), Evolución de la novela en Colombia (1975), Manual de literatura colombiana (1988), La fábula y el desastre. Estudios críticos sobre la novela colombiana. 1650–1931 (1999), Panorama de la literatura colombiana (1951), Mi literatura. Crítica de literatura colombiana (1950), Horas de literatura colombiana (1993), Literatura y cultura Narrativa colombiana del siglo XX, Vol. II (2000), en los que se rastreó la recepción que, a lo largo de la historia, ha tenido la obra de Osorio Lizarazo. La conclusión fue que ha tenido muy poco estudio.

A pesar de la copiosa y valiosa obra de Osorio Lizarazo, es uno de los autores sobre los que pesa un misterioso e injusto olvido. Inclusive sus críticos se han dedicado a reproducir los comentarios que hicieron otros críticos. Se le acusa de ser un escritor desigual, de incluir opiniones sectarias, de concentrarse sólo en el tema del desarraigo, pero casi ninguno hace un estudio serio de la obra y desconocen aspectos capitales como el tratamiento pionero y sistemático del tema de la ciudad en la literatura colombiana. Las razones son múltiples: en principio, fue su estética que no cabía dentro de los cánones de las indicaciones conservadoras; después, el desconocimiento y la miopía de los críticos que califican como un defecto estilístico una estrategia estética propia que aboga por incluir unos personajes que no habían sido incluidos para dar cuenta de una realidad que es ocultada por la estética dominante en el principio del siglo XX en Colombia, caracterizada por una nostalgia de los español y el afán de mantener el privilegio de unos pocos que estaban en el poder, en detrimento de la ciudad masificada y pobre; finalmente, el enfoque de los críticos en temas extraliterarios, inclusive, una nota anónima publicada en 1965, incluida en Novelas y crónicas de JAL, compilado por Santiago Mutis (1978), dice la que sería la principal razón para el olvido de Osorio Lizarazo: ''lo que nosotros no le perdonamos nunca fueron sus elogios a favor de tiranías abyectas. Un escritor no tiene derecho a hipotecar su pluma y libertad por un plato de lentejas o de grises dólares'' (p. XLIX). El gran problema de Osorio Lizarazo, con el que lo distanció definitivamente la intelectualidad colombiana, fue haber trabajado con Juan Domingo Perón, en Argentina, y Rafael Leonidas Trujillo, en República Dominicana.

Estas razones, literarias y extraliterarias, han mantenido oscurecida la obra del escritor bogotano, sin embargo, este trabajo considera necesaria la recuperación de grandes escritos de periodismo narrativo que no han sido publicados en libros.

En el análisis de las formas de periodismo narrativo se plantea la idea de que algunas obras periodísticas puedan convertirse en formas de literatura. Para sustentar estos planteamientos se recurre a referentes teóricos como Ficción y dicción, de Gerard Genette (1991), quien propende por unas maneras en las que pueden considerarse como textos literarios formas narrativas no canónicas, entre ellas la historia y ciertos tipos de periodismo, como el periodismo narrativo que hizo José Antonio Osorio Lizarazo. Genette argumenta que la literariedad de los textos no está determinada sólo por su contenido, con un componente ficcional, sino también por su forma. También se tiene en cuenta el trabajo de Tzvetan Todorov (1988) quien platea la pregunta: ¿de dónde vienen los géneros?, y responde: ''muy sencillamente, de otros géneros. Un nuevo género es siempre la transformación de uno o de varios géneros antiguos: por inversión, por desplazamiento, por combinación'' (Todorov, 1988, p. 34).

En el periodismo narrativo hay conciencia de las relaciones entre periodismo y literatura, el uso de recursos intercambiables y la aplicación de estrategias similares en la concepción de los textos; por eso se toman como referencia los trabajos de investigación y de reflexión que han realizado periodistas y escritores, quienes han estudiado esa interacción, como Susana Rotcker (2005), quien analiza cómo la crónica fue un elemento fundamental en el desarrollo del Modernismo, especialmente en la obra de un autor como José Martí. Asimismo, se trabajó con Tomás Eloy Martínez (2006), quien define algunas necesidades del periodismo narrativo y de quienes lo practican; Juan José Hoyos (2003) quien plantea unas diferencias entre el periodismo informativo y el periodismo narrativo. El segundo, a partir de sus relaciones, coincidencias y elaboraciones formales, analizado como una forma de literatura.

También hay un análisis de la obra de Osorio Lizarazo: se hace una lectura interpretativa, desde una perspectiva semiótica de los libros teóricos y los textos de Osorio Lizarazo. Se buscan las características predominantes, y se formulan tesis como una estrategia estética propia, particular en Osorio Lizarazo.

 

PERIODISMO NARRATIVO

 

¿Por qué periodismo narrativo?

Las películas combinan la grabación de la voz y la fotografía, y sin embargo este híbrido merece un nombre.

Norman Sims

El periodismo narrativo es periodismo porque, aunque utilice diversas técnicas y distintos recursos, no inventa nada, porque en él está presente el compromiso de informar, y es narrativo porque busca contar historias, hacerlas entretenidas para los lectores y con tal grado de profundidad que se conviertan en un reflejo de su época. La narración fundamenta su estructura en las acciones, en los verbos, y es perfectamente compatible con la descripción, que determina su fuerza en los adjetivos y en los sustantivos. Narrar es detallar las acciones de unos personajes en un lugar determinado, una buena narración no puede abstraerse del contexto. Por eso fue importante el trabajo de Osorio Lizarazo quien utiliza la narración, pero una narración verificable, la que podía construir después de investigar espacios, situaciones, personajes.

Para esta definición del periodismo narrativo es útil acudir a los conceptos del escritor y periodista argentino Tomás Eloy Martínez, quien en su texto Periodismo y narración. Desafíos para el siglo XXI (2006), nos recuerda que ''Hegel primero, y después Borges, escribieron que la suerte de un hombre resume, en ciertos momentos esenciales, la suerte de todos los hombres'' (Martínez, 2006, p. 154). El éxito de Osorio Lizarazo radica en encontrar los personajes adecuados que permiten la identificación de los lectores; además, el autor bogotano va más allá de las cifras, de la actualidad y nos muestra el rostro humano que hay detrás de las noticias, superando los esquemas del periodismo informativo, en el que no hay personajes ni narrador. En su obra hay unos personajes completos y la narración de sus acciones, su comportamiento, su cotidianidad.

El periodismo narrativo, en contraposición al periodismo informativo, puede jugar con la curiosidad del lector y guardar información, esconderla para mantener la tensión narrativa. Comparte muchos ingredientes formales con la literatura; de hecho, Tom Wolfe2 (1977), uno de los principales exponentes del Nuevo Periodismo3, al examinar los reportajes escritos por los nuevos periodistas norteamericanos encontró que se basaban en procedimientos narrativos que han sido propios de la literatura, en especial de la novela realista, tales como el uso de la voz personal, el empleo del punto de vista, la construcción del relato escena por escena y el registro realista del diálogo. Por eso, en 1973, Wolfe patentó el término Nuevo Periodismo. Pero 23 años después, en 1996, fue rebautizado como Periodismo Literario –o el arte del reportaje personal– por Norman Sims4. Las relaciones que comparten el periodismo y la literatura son indudables, sin embargo, estos elementos planteados por Wolfe y Sims también han sido propios del habla de la gente y de su deseo de dejar testimonio de sus costumbres; por eso se privilegia la idea del periodismo narrativo, un tipo de construcción lingüística que narra, que destaca las acciones y las descripciones, que busca unos protagonistas de las historias, y que intenta captarlos en sus escenarios naturales, y retratarlos de una forma completa.

En esa búsqueda hay un componente subjetivo, humanizador de la noticia, algo que hacía Osorio Lizarazo y que le recrimina la crítica, esos críticos que le reclamaban estar parcializado, pero que hace parte, a su vez, de una de las necesidades del periodismo narrativo. Buscar las historias en la fuente directa fue una de las premisas que aplicó con éxito Joseph Pullitzer5, cuando les pidió a sus reporteros que salieran a las calles. Una estrategia que también empleaba Roberto Arlt6, en Argentina, una manera de vivir la escritura cercana a la gente. Osorio Lizarazo es sensible frente al drama de los mineros y de los campesinos que llegan a la ciudad en busca de trabajo, de los miserables que viven en los barrios marginales, de los borrachos que caminan zigzagueantes por la calle, de los locos que le cuentan historias inverosímiles, de los perros a los que pretende darles voz, y todo hace parte de su estrategia estética, de su vocación en la vida, de ese tratar de darles voz a los que no la han tenido y es coherente con lo que mencionó, alguna vez, Hayden White, citado por Eloy Martínez (2006), ''lo único que el hombre realmente entiende, lo único que de veras conserva en la memoria, son los relatos''. Osorio Lizarazo entendía que las cifras y, en general, las noticias, pueden olvidarse muy rápido, pero una buena historia, una buena narración permanece en la memoria. Estas concepciones también son coherentes con su manera de entender y afrontar el periodismo narrativo porque

Para los escritores verdaderos, el periodismo nunca es un mero modo de ganarse la vida sino un recurso providencial para ganar la vida. En cada una de sus crónicas, aun en aquéllas que nacieron bajo el apremio de las horas de cierre, los maestros de la literatura latinoamericana comprometieron el propio ser tan a fondo como en sus libros decisivos. Sabían que si traicionaban a la palabra en la más anónima de las gacetillas de prensa, estaban traicionando lo mejor de sí mismos. Un hombre no puede dividirse entre el poeta que busca la expresión justa de nueve a doce de la noche y el reportero indolente que deja caer las palabras sobre la mesa de redacción como si fueran granos de maíz. El compromiso con la palabra es a tiempo completo, a vida completa [...] El periodismo no es una camisa que uno se pone encima a la hora de ir al trabajo. Es algo que duerme con nosotros, que respira y ama con nuestras mismas vísceras y nuestros mismos sentimientos (Martínez 2006, p. 42).

Osorio Lizarazo era un periodista de tiempo completo, a vida completa, un escritor que asumía el compromiso con sus historias. En esas historias hay denuncia y los críticos atacan esta postura, pero estos relatos no se agotan en la denuncia; pretenden ser el reflejo de una ciudad, de una forma de vida, un compromiso con el arte.

Osorio Lizarazo es consciente de las transformaciones y las dificultades que viven los habitantes que ocupan los cinturones de miseria y no puede abstraerse de esa realidad que quiere retratar, ese compromiso de la literatura con el arte que es reforzado por Flaubert, en una carta a Turgueniev (1872): ''Siempre he tratado de vivir en una torre de marfil, pero una marea de mierda golpea sus muros y amenaza con minarla''. Así Osorio Lizarazo quisiera desligarse de su realidad; una caminata por cualquier calle, le devolvería la visión de esa Bogotá que se estaba configurando. Albert Camus también tenía claras estas ideas, cuando expresa ''cuando no sea más que un escritor, dejaré de ser escritor'', (citado por Gordimer. En Agenda Cultural Universidad de Antioquia, 1997, p. 14). Osorio Lizarazo los sabía, como artista, como escritor, no necesariamente como intelectual (un concepto más problemático). Por eso trataba de encontrar la poesía en los hechos, en la realidad que investigaba en la calle, era tan sensible que hallaba la belleza de los actos cotidianos, lograba, como menciona Tomás Eloy Martínez (2006), fundir la fuerza del lenguaje con la ''necesidad matemática de ofrecer investigaciones acuciosas, puestas al servicio de lo que todos los lectores querían saber'' (Martínez, 2006, p. 44).

Los que han hecho periodismo narrativo -saben que la única manera de contar una historia completa, que cautive, sin inventar nada, es investigando, buscando, preguntando los detalles, en esos detalles está la verdad y finalmente ''lo que va a quedar de nosotros son nuestras historias, nuestros relatos'' (Martínez, 2006, p. 44).

Osorio Lizarazo es uno de los principales exponentes del periodismo narrativo por su trabajo consciente y sistemático, con las técnicas de un periodismo que se alejaba de la prosa partidista y del lenguaje telegráfico y que busca contar historias, las historias de unos personajes que viven, respiran, sufren, ríen, lloran, juegan, sienten. El autor bogotano, a través de la narración periodística, deja el registro de esas acciones y, además, queda retratada la sociedad y la cultura en la que viven.

 

ALGO DE HISTORIA

El periodismo colombiano nació con el Papel Periódico de Santa Fe de Bogotá7, dirigido por el -periodista cubano Manuel del Socorro Rodríguez8. Desde un principio tuvo fuertes nexos con la política. Donaldo Alonso Donado Viloria, en su libro Crónica anacrónica. Un estudio sobre el surgimiento, auge y decadencia de la crónica periodística en Colombia (2003) plantea que: ''En Colombia, el Estado, los partidos y la prensa tuvieron el mismo origen, pasaron los mismos avatares, se confundieron e imbricaron de tal manera que no es posible hablar de uno sin referirse a los otros dos (Donado, 2003, p. 54). Esta relación marcó la forma en la que se escribían los periódicos, con una prosa panfletaria y opinante. La prensa mantuvo el esquema de servicio al partido al que pertenecía hasta finales del siglo XIX. La última década del XIX y la primera del XX, en Colombia, transcurrieron con un escenario en el que dominaban guerras, dictaduras, censuras de prensa, la pérdida de Panamá; todos estos sucesos condicionaron el desarrollo del periodismo que estaba muy lejos del estilo informativo que conocemos hoy.

El periodismo informativo nació de la revolución industrial y predominó durante la última mitad del siglo XIX. Es un relato de origen telegráfico, denominado noticia. Una serie de sucesos ayudaron a su desarrollo: la industrialización, el desarrollo de las agencias internacionales, la aparición de grandes diarios en las ciudades. El modelo empleado buscaba responder unas preguntas básicas: qué, quién, cómo, cuándo, dónde y presentaba la información en un esquema denominado ''pirámide invertida9''. Este esquema subvierte el orden tradicional de las narraciones literarias en las que, normalmente, se acumula tensión para el final.

En este período de finales del siglo XIX y principios del XX aparecen dos figuras fundamentales el reporter10 y la interview11, introducidas por Carlos Martinez Silva12, fundador del periódico El Correo Nacional, en 1890. Martínez Silva fue uno de los primeros en romper las costumbres de los periódicos partidistas, esos que estaban al servicio del partido con el que simpatizaban y no permitían una condición básica del periodismo informativo: la objetividad.

Los despachos telegráficos, la base en la construcción de las noticias, tenían casi siempre un párrafo. La poca información se debía a la precariedad técnica del telégrafo; en él, sólo podían transmitirse, a costos muy altos, mensajes cortos, en código Morse, descifrados por los telegrafistas.

El telégrafo representó una gran ruptura; antes, la información llegaba por carta y se demoraba meses para llegar a su destino. Esta modernización apoyó la incorporación de América Latina al mercado internacional, por lo que se produjo una modernización social. Los lectores, con el telégrafo, se sentían insertados en una sociedad universal. En esta época aparece la publicidad, y los grandes grupos miran el mercado de los países latinoamericanos. Pero no todo fue bueno con la aparición del periodismo informativo, por ejemplo, los literatos se quejaban de un estilo regido, dominado por la eficiencia y la productividad.

Para romper con este esquema fue definitivo el trabajo de los cronistas judiciales, quienes adornaban el relato con descripciones de los personajes, del ambiente, del lugar, inclusive se atrevían a hacer cometarios jocosos; este tipo de periodismo, practicado en la primera década del siglo XX, fue heredero de crónica literaria13 y los cuadros de costumbres del siglo XIX. Este estilo narrativo directo, más cercano al habla popular sólo estaba permitido a los redactores judiciales, a los cables de agencias, y se alejaba de la retórica del periodismo de ideas.

En la década de 1920 se vivía una transformación en el país. Se construían puentes, carreteras, ferrocarriles, fábricas, se consolidaron las exportaciones de café, el río Magdalena comunicó a sectores del país antes incomunicados. Aparecieron tertulias como la del café Windsor, que reunía a poetas, políticos, negociantes. Algunos escritores y reporteros tenían una formación literaria. Ellos fueron vitales para la transformación de la prensa en Colombia y el surgimiento y desarrollo de géneros como la crónica y el reportaje.

Esa formación de los escritores, que les permitió explorar y consolidar sus maneras narrativas, es analizada por Julio Ramos, en su texto Desencuentros de la modernidad en América Latina. Literatura y política en siglo XIX14 (1989) quien afirma que la crónica es ''un lugar privilegiado para precisar la heterogeneidad del sujeto literario'' (Ramos, 1989, p. 84). Ramos plantea unas reflexiones de los escritores que intervinieron en la crónica y cómo esta forma de escritura ayudó a explorar su estilo y les permitió relacionarse con la realidad; específicamente se centra en el caso de Rubén Darío, mientras fue corresponsal del diario La Nación, de Buenos Aires, Argentina, a quien cita: ''En ese periódico comprendí a mi manera el manejo del estilo''. En este caso el periódico se convierte en una posibilidad de modernización literaria, los autores conciben una nueva manera de trabajar, ya no con reflexiones interiores como lo hacen con la poesía; ahora, a partir de su trabajo en los periódicos, necesariamente requieren del contacto con el exterior. Estos autores tienen reflexiones interiores con sus poemas, y exteriores con su trabajo periodístico; las dos visiones, necesariamente, producen una renovación en su trabajo.

Además, los periódicos se convirtieron en una vitrina para conocer el trabajo de autores europeos; así lo hicieron los grandes periódicos de América y así lo hizo también Mundo al Día. El mercado editorial de América era aún incipiente, no se contaba con un público que sintiera la necesidad de comprar libros, no se había conformado una industria editorial, por eso los periódicos fueron una manera para la democratización de la escritura y para la difusión de las ideas y autores de vanguardia en Europa.

Para Ramos, los periódicos fueron también formas para transmitir la cultura ''el periodismo sirve como el lugar en el que se socializa la racionalidad, la ilustración y la cultura, el periodismo se convierte en el lugar en el que se formaliza la polis, la vida pública'' (Ramos, 1989, p. 93). Los periódicos son también una forma de reflexión, una manera para fomentar el pensamiento. No es gratuito que muchos periodistas fueran determinantes en la conformación de un espacio que también fue definitivo en la reflexión y el pensamiento: las tertulias literarias. El periodista es también un pensador y por eso puede dialogar con los literatos, con los que se reúnen a analizar los problemas de la sociedad.

El trabajo de los literatos en los periódicos fue metódico, algunos se ganan la vida con el periodismo, pero ni siquiera frente a la inmediatez traicionan su compromiso con la palabra. Justamente, la participación de hombres como Darío y Martí, o como Osorio Lizarazo en Colombia, ayudaron a superar los condicionamientos del lenguaje tipográfico. Eso sí, para Ramos es claro que ''la crónica en Martí es un lugar heterogéneo, aunque no heterónomo'' (p. 111), hay una forma periodística y al mismo tiempo literaria, la crónica es una forma de escritura altamente estilizada que permite el contacto del autor con el exterior, no con el interior, como se concibe la creación de la poesía.

Dentro de la transformación de la prensa colombiana fue muy importante, cuando en 1924 aparece el periódico Mundo al Día, una idea de Arturo Manrique, quien quiso hacer un diario independiente e imparcial de las ideas políticas. En esta época y en este periódico publicó muchos de sus textos José Antonio Lizarazo, quien recibió la herencia de Francisco de Paula Muñoz y otros periodistas que engendraron el reportaje. Osorio Lizarazo retomó su trabajo y lo desarrolló, logró consolidar el proceso del periodismo narrativo. Juan José Hoyos (1997) demostró, en su estudio Periodismo y literatura: el reportaje en Colombia 1870–1970, que el reportaje, desde su aparición, procuró poner, de nuevo, la ''pirámide narrativa sobre su antigua base'' (Hoyos, 1997, p. 4). Los géneros periodísticos narrativos15, aquellos que centran su atención en la narración y la descripción, no atienden a la camisa de fuerza de la pirámide invertida y responden las preguntas del periodismo en cualquier parte del texto; además, pueden subvertir el orden del relato y comenzar a contarlo por el final.

El trabajo de Osorio Lizarazo fue muy importante porque ningún otro escritor en Colombia, hasta ese momento, logró tal profundidad en los reportajes. Hubo experiencias significativas como la de El crimen de Aguacatal16, el periodista anónimo que ayudó al general Rafael Reyes a escribir el libro sobre el ''10 de febrero''17, la historia que publicó Alberto Urdaneta18 llamada El día de los difuntos, una narración de 1884, que relata su excursión por el cementerio de Bogotá y las innovaciones que introdujeron Luis Enrique Osorio19, Luis Carlos Sepulveda20 y Eduardo Castillo21. Osorio Lizarazo tomó el trabajo que estos autores hicieron con las entrevistas y los reportajes y lo incorporó a su estilo, lo convirtió en un procedimiento narrativo propio que le permitió conocer a la ciudad de Bogotá y a los personajes que la habitan, a través de la narración. La narración es un acto que refleja comportamientos eminentemente humanos. Narrar es enlazar enunciados, como menciona Juan José Hoyos (1997), ''en los que se representan acciones humanas, hechos en los que intervienen personas'' (Hoyos, 1997, p.5) Cuando las personas no intervienen puede haber descripciones, pero no narración(Ricoeur, 1987).

El concepto de periodismo narrativo es un término que resume la idea del tipo de trabajo hecho por José Antonio Osorio Lizarazo. Un periodismo que el autor bogotano consolida en la prensa colombiana, lo convierte en un trabajo sistemático que aplica a todos sus textos, inclusive las novelas, los cuentos y los poemas.

 

ANÁLISIS PERIODISMO NARRATIVO

Para el periodismo narrativo hay una serie de elementos fundamentales que Osorio Lizarazo trabaja en sus textos. En primer lugar están los titulares, que para el caso de la prensa deben ser cortos. Hay quienes dicen que no existen títulos cortos o largos, sino suficientes, pero es importante considerar la definición de Guillermo Cano22, quien decía que los titulares deben ser ''síntesis y expresión exacta del suceso''. En los títulos es donde más se nota la diferencia entre el trabajo periodístico y el literario de Osorio Lizarazo. Sus novelas tienen títulos que cumplen las premisas de Guillermo Cano. En títulos como El día del odio, El hombre bajo la tierra o El camino en la sombra se pueden encontrar elementos propios de las historias que van a contarnos, nos introducen en el tema, comienzan a contarnos una historia; inclusive, en los títulos de sus ensayos como: la Biografía del café o El bacilo de Marx es posible evidenciar muchos aspectos de la historia. El primero es un estudio completo del origen y la evolución del café; el segundo, una crítica a lo que Osorio Lizarazo piensa, es una ideología parasitaria. En cambio, los títulos de los textos periodísticos denotan poco rigor y el implacable condicionamiento de la hora de cierre. Títulos muy extensos como: Los paraísos artificiales ejercen una funesta atracción sobre los débiles o Nada queda de aquel admirable ''Chino'' bogotano que inspiró a los artistas; títulos muy vagos como: Un joven pálido o El inventor. Es evidente que en la metodología de Osorio Lizarazo, para sus textos periodísticos, lo último eran los titulares. El texto trabajaba para el titular, no al contrario. Hay autores que no escriben una sola línea hasta no tener un buen título, hay otros que esperan a tener todo el texto para construirlo. Éste era el método usado por el autor bogotano, pero se nota que, muchas veces, no pudo pensarlos y decantarlos.

El segundo elemento de los textos de periodismo narrativo son los principios. En este caso, sí comparte la técnica usada en los textos literarios. Los principios son contundentes. Utiliza una oración corta, normalmente una afirmación o una breve descripción de lo que va a analizar, que se convierte en una invitación para que el lector se aproxime, quiera saber más de lo que le están contando. Este principio es el que determina el tono y ritmo de las historias. Principios como ese de Los pájaros que adivinan la suerte:

El organillo despedaza, en la esquina, una absurda melodía. El chiquillo que lo conduce ha puesto en la esquina una pequeña mesa, sobre ella el organillo y luego una jaula, donde organiza dos loritos, la música atrae a la clientela: sirvientas, cargueros, se detienen junto al aparato. Una señorita, cuidadosamente empolvada y con las mejillas teñidas de un carmín inverosímil. Otras veces el agente de policía olvida la severidad de su oficio y se abstrae saboreando la música. Esa música, que es un atentado contra el elemental concepto de arte [...] (Osorio Lizarazo, 1927, 18 de junio. Los pájaros que adivinan la suerte. Mundo al Día, p. 25).

Este principio es importante porque es atractivo, invita a la lectura, pero, además, en él hay una descripción, un juego con los sentidos y un reflejo de esa ciudad en la que el autor vive, que es habitada, a su vez, por personajes marginales, por sirvientas y cargueros, por policías y mujeres con excesivo carmín en las mejillas.

El tercer elemento importante en este tipo de textos es el final. En este caso, Osorio Lizarazo no hace uso de la estrategia de acumular la tensión. Ésta se va desarrollando a lo largo de la historia, se mantiene un ritmo constante, sustentado en la información de cada párrafo. El final es reflexivo, y se concentra en un pensamiento acerca de las circunstancias del ser humano, tiene cierto tono que invita al pensamiento, sin necesidad de caer en moralismos ni intentar dejar una moraleja. Un buen ejemplo de sus finales es el de Los paraísos artificiales ejercen una fuerte atracción sobre los débiles, un final contundente, que da la idea de una historia redonda:

Son tan grandes los efectos de los paraísos artificiales en Bogotá, que yo he visto, –ye ello me movió a escribir esta crónica– un devoto del odioso culto, clavarse la aguja de platino en el brazo, por encima del grueso paño, porque la necesidad había llegado hasta el punto de que no le dio tiempo de levantarse la manga. (Osorio Lizarazo, 1926, 16 de octubre. Los paraísos artificiales ejercen una funesta atracción sobre los débiles. Mundo al Día, pp. 18–19).

En este caso el final es una escena que demuestra los rigores de la drogadicción. Es un párrafo en el que también se muestra la fortaleza que quiere dársele a la narración, si bien hay adjetivos como: grandes, odioso o grueso, lo más importante son las acciones: visto, movió, escribir, denotan la presencia del autor, le dan credibilidad al relato, nos están contando una historia que fue presenciada, en forma directa. Esta forma de narración está presente en las crónicas, desde El Carnero23, de Juan Rodríguez Freile y en reportajes como El crimen de Aguacatal, de Francisco de Paula Muñoz. La idea es dejar un registro temporal de la época y reforzar la veracidad del texto con la idea de ''yo lo vi, fui testigo, puedo contar una historia, con todos los detalles, porque estuve ahí''. Por otro lado, hay una selección consciente de verbos para darle fuerza a la narración: clavarse (la aguja de platino), había llegado (al punto de que no le) dio (tiempo de) levantarse (la manga), clavarse es introducir a la fuerza, de manera violenta. Este verbo nos da una idea precisa de la desesperación que puede sentir un morfinómano. La presencia de los demás verbos marca la idea de un texto con mucho ritmo.

Estos tres elementos determinan el tipo de periodismo que hacía Osorio Lizarazo, configuran una estructura que se complementa con un armazón, con un cuerpo lleno de curvas y matices, de descripciones sentidas, vitales y desnudas. Un cuerpo en el que se acomodan, y se funden, en el que armonizan los datos y la narración. Osorio Lizarazo logra introducir la información sin que el texto decaiga, y lo consigue a través de estrategias sencillas. Por ejemplo, utiliza los diálogos de los personajes, para que los datos fluyan en la narración.

En Osorio Lizarazo es claro que en el periodismo narrativo es fundamental el privilegio de la acción, que determina el compromiso con la realidad, por encima de las divagaciones retóricas. En este tipo de periodismo, que intercambia algunos recursos con la literatura es importante una concepción de lo literario muy similar a la que utilizaba Tomás Carrasquilla (1958), como lo dejó claro en una sus homilías:

Para producir una obra estética no bastan las argucias del intelecto, ni los recursos de la fantasía y de la forma: es indispensable un elemento emocional, verdadero y personal; una sinceridad absoluta en las impresiones que se pretenda manifestar [...] La estética no es otra cosa que lo verdadero en lo bello [...] Esto es lo que llaman ahora 'el alma de las cosas'. No es porque la tengan, es porque alguien les transmite o les refleja la suya [...] De aquí que en el arte sólo valgan y perduren las obras sinceras; porque son las únicas que enseñan, que revelan siempre. (Carrasquilla, 1958, p.123).

Por eso Osorio Lizarazo no se preocupaba tanto por seguir los cánones de la estética tradicional. Se apegaba a lo emocional, y ponía el alma en sus escritos, se la transmitía. Obras sinceras pide Carrasquilla, obras sinceras como las de Osorio Lizarazo que vivió cada una de las situaciones que describe, que conoció a cada uno de sus personajes, que sintió sus humillaciones, esas que permiten el componente ''emocional, verdadero y personal''. En el mismo sentido se expresa Jaime Alberto Vélez (2002), quien en su texto Un brazo de César describe un método similar al que usó Osorio Lizarazo:

A un literato no le satisfacen los datos más notorios y conocidos, porque en ocasiones sólo sirven para ocultar la realidad. La curiosidad general suele complacerse con lo obvio y, sobre todo, con lo evidente [...] Más que a la filosofía, a la poesía interesa que Sócrates hubiera caminado descalzo. Un aspecto que la filosofía consideraría como una superficialidad, como una distracción del dato esencial, o como una inclinación a la doxa en detrimento de la episteme, representa para la literatura una evidencia de lo que el filósofo griego se proponía como pensador, vale decir, tocar sin intermediaciones la realidad, ir hasta el fondo mismo de las cosas (Vélez, 2002, p.112).

El periodismo narrativo, como la literatura, se concentra en detalles que pueden parecer triviales, pero es en esos detalles, en la capacidad de identificarlos y darles su importancia donde radica el éxito de un texto que se propone trascender en el tiempo y atrapar un pedazo de tiempo. Osorio Lizarazo iba hasta el fondo, no dejaba preguntas sueltas, y buscaba la esencia a través de la rigurosa reportería24. Lograba que sus personajes y sus descripciones fueran ricos, tenía la conciencia de estar produciendo una obra que iba más allá de lo anecdótico, y que más adelante se convertiría en reflejo de época. En Trágica locura recurre a las descripciones desgarradoras que nos dan una idea de su método:

A ambos lados de la senda se extendían interminables dos zanjas, por las cuales corría una agua fétida, producto de las alcantarillas de la parte sur de la ciudad, que desembocaban unas cuadras arriba y que arrastraban múltiples inmundicias, que al quedarse sobre los prados habían de convertirse en fértiles abonos.

Un olor nauseabundo e irresistible se esparció por la atmosfera. Con la punta de su basto delantal, la chica de los terneros se cubrió la nariz. Pero la tosca tela no bastaba para que llegase hasta los nervios del olfato el hedor espantoso que conmovía todas las fibras sensoriales. (Osorio Lizarazo, 1925, 21 de agosto. Trágica locura. Mundo al Día, p. 5).

Se detiene en los olores, básicos en los procedimientos del periodismo narrativo, transmite la sensación de olor del agua fétida, el olor nauseabundo de la muerte que ''conmovía todas la fibras sensoriales'', el texto está recargado, la recarga es una estrategia que permite rastrear las condiciones en las que vive la gente de los barrios marginales. Allá, en esa otra ciudad, apenas hay alcantarillados incipientes por donde pasa toda la inmundicia de la ciudad establecida. Esta acumulación también está presente en los sonidos, en Un perro en la noche hay una preocupación sincera por el estrépito: ''A lo lejos, un agente de policía dejó escuchar un silbido estridente. Otro le contestó más lejos. Y la vida entera de la ciudad pareciome suspendida entonces de la vibración trascendental'' (Osorio Lizarazo, 1927, 6 de agosto. Un perro en la noche. Mundo al Día, p. 20).

La ciudad es estruendosa, está muy lejos de la tranquila y silenciosa vida del campo. Estos recursos, en los que se usa de manera consciente la acumulación, son los que permiten reconstruir y representar la realidad. Una realidad que se manifiesta y llega a la mente de los lectores convertida en imágenes; a través de las descripciones, nos cuenta el relato escena por escena:

A corta distancia, como mensajeros de la muerte, arrancando con violento esfuerzo pedazos de algo que medio flotaba entre la zanja, un grupo de gallinazos se encargó de responderle

–voy a espantarlos–.

Y arrojó una piedra sobre el tumulto de aves negras, que se levantaron, lan-zando sonoros movimientos y agitando furiosamente sus anchas alas, para posarse en un sitio cercano, donde pudieran vigilar la presa que Sofía no pretendía disputarles (...) Vio, sobre las negras aguas, un brazo amoratado que emergía, como buscan un asidero, en una convulsión suprema. (Osorio Lizarazo, 1925, 21 de agosto. Trágica locura. Mundo al Día, p. 5)

Osorio Lizarazo no se conforma con decir, con mencionar; el autor describe, se detiene en lo que menciona, lo desarrolla, lo interpreta, seduce a los lectores como contándoles un cuento. Además, encuentra poesía, esa que está presente en decir las cosas como no han sido dichas. A través de esta narración podemos sentir la angustia de los personajes, imágenes construidas en nuestra mente por la descripción pura, fuerte y descarnada:

Con un gancho pescaron los restos del cadáver, que al ser levantado en alto, se desarmó como una máquina sin tornillos. Caían entre el agua negra, con golpe sordo, los huesos descarnados ya, que se abrían paso a través de la vegetación acuática y desaparecían luego. Y en el gancho quedó pendiente sólo ese brazo lívido, amoratado, que buscaba asidero en una convulsión suprema [...] (Osorio Lizarazo, 1925, 21 de agosto. Trágica locura. Mundo al Día, p. 5).

Hay descripciones descarnadas, sin adornos, pero reveladoras, que realmente aportan a la comprensión del tema, descripciones que se relacionan, de manera directa, con la narración, con la vida y las acciones de unos personajes que se mueven en una ciudad que está en el fondo, siempre presente, una ciudad que está conformándose, creciendo y que podemos seguir a través de la narración de Osorio Lizarazo.

 

CONCLUSIONES

El periodismo colombiano estuvo marcado por la relación con la política, una relación que marcó la manera en la que se escribieron los periódicos, determinada por la opinión y el servicio al partido. Luego, fue determinante la aparición del telégrafo, con el que se consiguió más actualidad y se configuró una forma de narración de tipo telegráfico, denominada noticia, en la que se busca responder a seis preguntas básicas y lograr concentrar la información más relevante en el primer párrafo, denominado lead. Este esquema se llama pirámide invertida y es contrario a las formas tradicionales de narración, en las que el desenlace de las historias se da al final.

Fueron los cronistas judiciales quienes adornaron sus relatos con detalles del ambiente y de los personajes, y los periodistas que tenían una formación literaria los que marcaron una forma diferente de hacer periodismo, alejada de la prosa partidista y de las noticias. Esta forma de narración tiene una relación directa con la literatura y marcó la construcción del estilo de los literatos, quienes tenían una forma de reflexión inexplorada, que los obligaba a tener contacto con la realidad. El periodismo fue definitivo en la consolidación del Modernismo y también fue definitivo para la literatura colombiana, en la que la mayoría de los escritores fueron también periodistas. De hecho, algunos de los mejores periodistas colombianos, como García Márquez, Tomás Carrasquilla, Álvaro Cepeda Samudio y José Antonio Osorio Lizarazo, por mencionar tan sólo cuatro, también son algunos de los mejores exponentes de la literatura.

El análisis de este trabajo se concentró en la obras de periodismo narrativo que escribió José Antonio Osorio Lizarazo en el periódico Mundo al Día. El periodismo narrativo, aquel que centra su fuerza en las acciones de unos personajes en un contexto determinado y que tiene una estrecha relación con la descripción, para configurar un matrimonio complejo entre el componente estético y el componente informativo es una forma de trasmitir conocimiento y dejar huella de la historia de las civilizaciones. En Colombia algunos cronistas y reporteros, entre ellos José Antonio Osorio Lizarazo, han ayudado a consolidar una historia, unas huellas de las trasformaciones y comportamientos de las ciudades y su gente. A Osorio Lizarazo le interesó contar la historia de la Bogotá marginal, pero no la ciudad representada tradicionalmente por la literatura, una ciudad falsa, maquillada por la estética impuesta por la hegemonía conservadora, una estética que privilegiaba a los que estaban en el poder, en detrimento del resto, una mayoría pobre y sin oportunidades, una estética que evocaba el modelo español, a través del culto excesivo por la gramática, y, además, buscaba perpetuar una falsa moral y una educación condicionadas por la Iglesia.

Este trabajo también plantea que el periodismo y la literatura se han nutrido y fecundado, han tenido relaciones promiscuas e incestuosas. Para ambas disciplinas ha sido importante tomar prestados y hasta robarse recursos de la otra. El único ganador ha sido el lector que ha podido disfrutar de mejores textos literarios y periodísticos. Eso sí, hay que tener claro que ha habido muchos intentos fallidos para ambos lados, que terminan en un fracaso rotundo de textos que no son ni periodísticos ni literarios. En otras ocasiones, muy escasas y afortunadas, se han conformado verdaderos palimpsestos. Obras como A sangre fría, de Truman Capote, escritos de José Martí y Rubén Darío, de García Márquez y de José Antonio Osorio Lizarazo han logrado fundir la necesidad de brindar información y conocimiento, con la belleza que sólo está presente en las obras de arte. Estas formas de buen periodismo también pueden convertirse en formas de literatura, recurriendo a referentes teóricos como el de Ficción y dicción, de Gerard Genette (1991), quien argumenta que la literariedad de los textos no está determinada sólo por su contenido ficcional sino también por su forma.

Por último deja claro que el periodismo y, en especial, el periodismo narrativo, es una forma de escritura que por sus características, que incluyen encontrar personajes, recrear acciones y contextos, ha sido una forma para mantener una memoria viva de las civilizaciones, una historia que palpita y está viva en esos papeles amarillentos, que cobran validez cada que alguien se dedica a estudiarlos.

 

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Notas:

1 Edison Neira, presenta un panorama de lo que fue el trabajo periodístico de Osorio Lizarazo: redactor de El Sol, Bogotá, 1922; redactor en Gil Blas, Bogotá, 1923–1924; reportero de Mundo al Día, Bogotá 1924–1929; corresponsal en Centro de América de Cromos, Bogotá 1929; redactor de viaje de El Espectador, Bogotá, 1929; redactor (1929–1931) de La Prensa, Barranquilla; fundador y jefe de redacción (1933–1934) de El Heraldo, Barranquilla; director de El Diario Nacional, Bogotá 1935–1936; colaborador de la revista Pan, Bogotá 1937–1939; corresponsal de viaje (1939), redactor (1934–1935, 1939–1940), colaborador (1941–1946) y corresponsal en Argentina (1946–1950) de el periódico El Tiempo de Bogotá; colaborador de la Revista de la Indias, Bogotá 1942–1946, 1954; colaborador de la Revista de América (El Tiempo), Bogotá, 1945–1950; fundador y director del periódico Jornada – por la restauración mora de la República, Bogotá, 1944–1945; jefe de redacción de Sábado – Semanario al servicio de la cultura y de democracia en América, Bogotá, 1945; colaborador de la revista Economía Colombiana, Bogotá, 1955; colaborador de Dinámica Social, Buenos Aires, 1950–1956 (Revista del Centro de Estudios Económico Sociales), director de El Caribe, Ciudad Trujillo–República Dominicana, 1958–1960.

2 Periodista y escritor estadounidense, se le considera el padre del llamado Nuevo Periodismo, del que se convirtió en la figura más emblemática, en el personaje más mediático.

3 Es una corriente periodística nacida en los años 1960 en los EE. UU. Se caracteriza por aplicar recursos y técnicas de la literatura al periodismo. Algunos de sus principales exponentes son: Truman Capote, Tom Wolfe, Norman Mailer, Hunter S. Thompson y Gay Talesse. El término Nuevo periodismo fue usado por Tom wolfe en una antología con ese nombre. Tom Wolfe, The new Journalism. Picador, Pan Books Ltd., Londres. 1975. La primera edición española El Nuevo Periodismo. Anagrama. Barcelona, 1977. No obstante. La expresión Nuevo Periodismo es muy vieja, fue usada, por primera vez por el escritor Arnold Mathiew, en la década de 1870, después de leer los relatos del periodista estadounidense William Tomas Otead. Para profundizar en este tema es útil leer el texto de Leonel Giraldo ¿Qué tiene de nuevo el Nuevo Periodismo de Mr. Wolfe. Revista Teorema. Bogotá. 1978.

4 Sims plantea este concepto en el libro Periodismo literario o el arte del reportaje personal.

5 Revolucionó la manera de hacer periodismo, es considerado uno de los creadores del sensacionalismo. Actualmente el premio de periodismo más importante en Estados Unidos lleva su nombre.

6 Escritor y periodista argentino, los críticos lo consideraban un mal escritor, pero sus Aguafuertes porteñas eran muy apreciadas por la gente en la calle.

7 El primer periódico colombiano apareció en 1785, durante el período de dominio español: una simple hoja de información acerca de un terremoto, de la cual se publicaron 3 números. La Gaceta de Santafé, publicada el mismo año, tampoco pudo mantener regularidad. El Papel Periódico de la ciudad de Santafé de Bogotá, que apareció en 1791 y circuló hasta 1796, fue la primera publicación periódica regular en el territorio de la actual Colombia.

8 Considerado como el iniciador del periodismo en Colombia, nació en Bayamo (Cuba) el 3 de abril de 1758 y falleció en Bogotá, el 3 de junio de 1819.Fue bibliotecario público de la Real Biblioteca de Santa Fe de Bogotá, fundador de la tertulia Eutropélica y director de Papel Periódico de Santa Fe de Bogotá.

9 La fórmula de este tipo de presentación se basa en la construcción de un primer párrafo o lead, en el que se resumen los datos más importantes. Luego se van incorporando párrafos en orden de interés decreciente. Este esquema permitía que si entraba publicidad de última hora y tenían que cortar las noticias, pudieran hacerlo comenzando por el último párrafo.

10 El reporter es el periodista que ya no se fundamenta en las informaciones telegráficas y tampoco se dedica a la prosa partidista; en cambio, sale a la calle a buscar las noticias, investiga, reportea. Esta palabra se adaptó al español y se convirtió en reportero y es el origen de la palabra reportería.

11 El origen de la entrevista, las primeras transcripciones de diálogos en la prensa.

12 Para profundizar se puede consultar el texto de Gustavo Otero Muñoz. Historia del periodismo en Colombia. Biblioteca Aldeana de Colombia. Bogotá 1936.

13 La crónica literaria se diferencia de la crónica periodística en que la primera sólo tiene compromiso con el componente estético; la segunda, además, debe responder al componente informativo.

14 El texto de Ramos analiza el siglo XIX y el análisis que se está planteando con la historia del periodismo colombiano, en este momento, analiza el principio del siglo XX, pero los procesos periodísticos en Colombia fueron más lento que en países como Argentina, sobre todo con el periódico La Nación de Buenos Aires, por eso es pertinente el análisis de Ramos, que coincide con este periodo de la prensa colombiana.

15 El reportaje, la crónica, la entrevista como género en sí, el perfil y el testimonio.

16 Primer reportaje publicado en Colombia.

17 Reportaje que narra los hechos ocurridos el 10 de febrero de 1906, cuando el presidente Rafael Reyes fue atacado a balazos, por tres hombres que iban a caballo y le cortaron el paso a su coche, mientras estaba de paseo, con su hija Sofía Reyes de Valenzuela.

18 Fundador del Papel periódico ilustrado. Un periódico que surgió en 1881 y revolucionó el periodismo colombiano con un cambio en el formato, el aspecto gráfico y la presentación tipográfica

19 Es considerado el inventor de la entrevista en Colombia, a este género dedicó todo su esfuerzo, que comenzó en 1922.

20 Su carrera periodística comenzó en 1923 y fue un importante reportero de la revista Cromos.

21 Su seudónimo era El Caballero Duende, también trabajó en la revista Cromos, donde escribió crónicas, reseñas de libros, evocaciones y notas necrológicas.

22 Fue el Director del periódico El Espectador, asesinado por sicarios contratados por Pablo Escobar en 1986. Esta expresión hace parte del texto Mi personaje inolvidable, incluido en el libro Crónicas de un Narrador Indiscreto (2006). Editorial Universidad de Antioquia: Medellín.

23 Se considera uno de los antecedentes más importantes de la crónica en Colombia. En este texto, el autor es fiel en la reconstrucción de testimonios, documentos, fechas y opiniones.

24 Viene de la palabra reportero e indica la forma de investigación periodística que se hace en la calle, a través de la consulta a fuentes directas e indirectas.