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Anagramas -Rumbos y sentidos de la comunicación-

Print version ISSN 1692-2522

anagramas rumbos sentidos comun. vol.8 no.15 Medellín July/Dec. 2009

 

ARTÍCULO ORIGINAL

 

Las relaciones de poder en el contexto de las sociedades de control Propuesta de una perspectiva para el análisis de la interacción virtual

 

Ethical Analysis of Publicity Power Relationships within the Context of Control Societies: A proposal of a Perspective for the Analysis of the Virtual Interaction

 

 

Claudia María Maya Franco*

 

* Magíster en Filosofía y doctoranda en el Programa de Doctorado en Filosofía de la UPB. Universidad de Medellín, docente, Facultad de Comunicación. E-mail: cmaya@udem.edu.co.

 

Recibido: 10 de septiembre de 2009

Aceptado: 25 de octubre de 2009

 

 


RESUMEN

Con el fin de rodear un poco la disyuntiva entre demonización o apología de los medios, el presente escrito propone la analítica del poder -elaborada conceptualmente por Michel Foucault, y concretamente la noción de Relaciones de poder- como perspectiva que permita asomarse a algunas de las características que reviste el ejercicio del poder que tiene lugar a partir de la interacción virtual. El escenario de esta reflexión será, a su vez, la noción de Sociedades de Control, como configuración propia de las sociedades contemporáneas.

PALABRAS CLAVE

Poder, virtualidad, control, redes sociales, medios de comunicación.


ABSTRACT

In order to surround a bit the dilemma between demonization or apology of mass media, this text proposes the Analytical of the power - conceptually elaborated by Michel Foucault, and focuses on the notion of Relations of power - as a perspective which allows some of the characteristics that re-dress the exercise of power, which take place from a virtual interaction. The scene of this reflection will be, in turn, the notion of Control Societies, as own configuration of contemporary societies.

KEY WORDS

Power, virtuality, control, social networks, communication media.


 

 

''Toda arquitectura de poder supone una arquitectura de información''.

''La acción implica un tipo de información de una naturaleza completamente diferente de las informaciones de los periódicos''.

Gilles Deleuze

 

I.

El presente escrito se inscribe en el ámbito de la reflexión sobre los medios de comunicación y particularmente de la reflexión sobre la interacción virtual. A propósito de lo anterior pretende hacerle frente a una cuestión, que ha terminado por resultar hasta molesta y que se plantea en términos de la disyuntiva entre ''Apocalípticos e Integrados'' (Eco, Umberto, 1999).

Podríamos formular dicha cuestión traduciéndola a la pregunta: ¿Las nuevas tecnologías potencian e incentivan el campo de intervención individual en el orden social o, por el contrario, dichos medios favorecen la opresión simbólica y se constituyen en un nuevo y refinado mecanismo de ejercicio del poder hegemónico y, por lo mismo, en un instrumento de opresión simbólica? En tal caso la disyuntiva conduce a los extremos diametralmente opuestos de la demonización o la apología, y deja el mal sabor de la perspectiva moralizante o publicitaria y, sobre todo, la sensación de estar arribando a zonas estériles en las que parece no estar dándose cuenta, propiamente, del objeto.

La perspectiva de análisis que expondrá el presente escrito la constituye la analítica del poder, llevada a cabo por Michel Foucault y particularmente su elaboración en torno a las relaciones de poder. La hipótesis está definida por el hecho de que el poder, como red de relaciones, se verifica paradigmáticamente en la interacción virtual y que el escenario de dicha verificación, con las modificaciones individuales y sociales que produce, es justamente el de las sociedades de control. La pregunta por el poder y el modo en que se ejerce o gestiona en las redes será abordada en el presente texto con la esperanza de que ciertos rasgos, tanto demoníacos como promisorios, puedan hacerse visibles.

 

II.

Uno de los aportes fundamentales de Michel Foucault a la reflexión en torno a las sociedades occidentales lo constituye su ''analítica del poder''. Dicha reflexión, de corte genealógico y con la impronta del espíritu libertario del autor, se caracteriza entre otros, por tres aspectos que a su vez están relacionados entre sí: la analítica no hablará de el poder sino de las relaciones de poder; no postulará la hipótesis represiva sino lo que podríamos denominar la hipótesis productiva; por último, no se ubicará en la perspectiva de un ejercicio piramidal –de arriba abajo, de pocos sobre muchos- del poder, sino en la perspectiva de un haz, de una red de relaciones. Por supuesto que, como dice Deleuze, ''vemos claramente quién explota, quién se beneficia, quién gobierna, pero el poder es algo todavía más difuso''. Los rostros visibles del poder, y la legitimidad de los mismos, se soportan en una serie de juegos de poder que ya no son tan evidentes.

Los tres aspectos elegidos comportan, a su vez, consecuencias para la analítica. Voy a abordarlos dejando para el final la temática de las relaciones de poder por su carácter dinámico, en tanto son efecto y a su vez causa de los dos aspectos restantes.

No hablar de el poder implica que el poder no es una instancia única y atemporal, un objeto natural con un único mecanismo de ejercicio y que hubiese permanecido invariable a través de los tiempos. Se habla del carácter plural del poder en función de la historicidad que le es inherente, así como de las formas que en el entramado concreto –histórico, social, político- ha asumido su ejercicio.

En segundo lugar, no se postula la hipótesis represiva, es decir, la de un poder esencialmente negativo, que prohíbe, que censura, que limita, sino la hipótesis de un poder productivo, de un poder que es causa, y a su vez efecto, de las íntimas relaciones que establece con el saber. Un poder, pues, que se legitima en discursos verdaderos1 de los que a su vez es causa2.

Por último, el poder es una red de relaciones. La analítica tiene como objeto las relaciones de poder en tanto concepto que dinamiza, como queda dicho, el carácter plural, productivo y relacional del poder. Un poder que no es posesión de unos pocos que lo ejercen sobre la mayoría sino una red de relaciones, en la que cada punto del entramado social está vinculado y posee, por lo mismo, posibilidades de resistencia. Las, en términos de Foucault, playas elementales del ejercicio del poder, constituyen el ámbito de un ejercicio particular y colectivo determinado por juegos de fuerzas. El juego, entendido por Foucault como desajuste entre las partes, en el sentido en que se dice que hay juego entre dos piezas mecánicas, es el espacio de acción, mayor o menor, amplio o mínimo, del que todo individuo, en tanto inserto en el orden social, dispone3.

El poder, entendido como haz de relaciones, constituye, desde el punto de vista teórico, una apuesta libertaria del autor. Decir del poder que no es Uno y que no es exclusivo de unos cuantos, implica que las modalidades de su ejercicio no se establecen de una vez y para siempre; implica, a su vez, que la insubordinación es posible; en últimas abre la posibilidad ética que el mismo autor formula, a saber, la de atreverse a pensar de otro modo.

 

III.

Con el título de Sociedades disciplinarias, Foucault designa el tipo de configuración social que, mediante minuciosos mecanismos, distribuye espacial y temporalmente los cuerpos en aras de la vigilancia, el castigo, la productividad y la eficacia. Los centros de encierro (familia, escuela, fábrica, y eventualmente hospital, manicomio, cárcel) son sus dispositivos, cuyo modelo es el cuartel. Se trata de una compleja infraestructura en la que lo arquitectónico y la economía de los signos se ponen al servicio de la organización social.

Por su parte, las Sociedades de control4 son organizaciones en las que el rol de la vigilancia es asumido por todos los ciudadanos5 y éstos, a su vez, son objeto de vigilancia. Dicha vigilancia y control difieren sustancialmente de su ejercicio en el interior de las Sociedades disciplinarias, y esto en varios aspectos: no requieren la contigüidad vigilante-vigilado; no precisan de infraestructuras reconocibles sino que, más bien, son efecto de la explosión de la institucionalidad (política, escolar, familiar, religiosa...) y de su legitimidad; la segmentación espacio temporal no es discontinua, ocurre sin intermitencia; los lazos, muros y cadenas han sido sustituidos por los hilos invisibles de la virtualidad, la contraseña, el crédito y el, en términos de Baudrillard (1984), aparecer desaparecer eclíptico, de las formas, imágenes, individuos, grupos... Las sociedades de control son, a su vez, sociedades de la información, de la imagen, de la hiper-realización del mundo. También son sociedades en las que todo es virtualmente posible: encuentros, acceso a lugares lejanos, míticos, eventualmente inexistentes, asunción, por parte del simulacro, del lugar de lo real e indiferencia social respecto de dicho ascenso: devenir espectacular de lo anodino, ficción de lo político, social, educativo, humanitario, amoroso, laboral, económico... Ficción, en fin, de los valores de la modernidad, triunfo de la sofística (apariencia) sobre la dialéctica y de la fábula sobre la realidad. Este tipo de sociedades constituye el escenario en el que las redes sociales no son ya grupos humanos de miembros reales y localizables sino virtuales, etéreos, móviles, y en el que las transformaciones, en términos de la constitución de la subjetividad, la intersubjetividad y las concepciones colectivas de todo orden, configuran un nuevo tipo de organización social que ha llevado a algunos a aventurar el problemático título de Posmodernidad.

Más allá de las apasionadas discusiones que dicho título acarrea, suscribiremos que a las sociedades de control les es inherente el vínculo con la informática y que de éste se derivan consecuencias cuyo análisis no puede restringirse a la demonización o la apología. En términos de Deleuze (1996) en diálogo con Foucault: ''Las sociedades de control operan sobre (...) máquinas informáticas y ordenadores cuyo peligro pasivo es el ruido, y el activo, la piratería o la introducción de virus.''

Suscribiremos a su vez que el íntimo vínculo poder-saber, bajo el imperativo de la información, reafirma rasgos que históricamente han sido propios del poder y su ejercicio, a saber: la invisibilidad, la insidia, la imposible objetivación, la tendencia omniabarcante... a los que se suma un rasgo fundamental, ya existente en las disciplinas pero determinante en el control: la autogestión. De este rasgo se deriva que la pretensión omniabarcante se acerque cada vez más a la realidad, que el mapa se parezca cada vez más al territorio, y que los gastos de funcionamiento sean mínimos.

 

IV.

La radical transformación que mecanismos como la Internet han operado en los modos de subjetivación y de interacción social, así como en las dinámicas de construcción simbólica, constituye un ámbito en el que la sociología crítica, así como la filosofía de la comunicación, encuentran un espacio promisorio de análisis y reflexión.

Factores como la velocidad -que en ocasiones es inmediatez- la ubicuidad, la posibilidad de interacción en tiempo real, la disponibilidad, el ''a la mano'' de la información que se actualiza permanentemente modulan de modo radicalmente distinto -sin precedentes- la relación de los individuos con su entorno, consigo mismos y con los otros, por no mencionar las transformaciones que, a escala gestual y proxémica, produce la permanente interacción virtual.

Las redes sociales, que no son exclusivas del ámbito de la virtualidad, son estructuras constituidas por individuos (actores) que pueden representarlas bajo la forma de la pareja simple o de la colectividad. En estas estructuras el individuo hace parte, a un mismo tiempo, de varias redes en las que se establecen modos de actuación particulares a través de los cuales se define la naturaleza de lo social. En esta medida las redes sociales configuran, al tiempo que son efecto, de lo social mismo.

El vínculo Internet-redes sociales reviste en la actualidad particular interés, toda vez que estas congregaciones humanas, de origen eventualmente espontáneo, pueden ser prefiguradas y calculadas en función de los más diversos intereses y, fundamentalmente, de los relativos a lo económico y a lo político. La Internet explota la posibilidad de que el número de vínculos entre individuos crezca exponencialmente, y que sea susceptible de ser prefabricada la motivación de los encuentros cuya cota máxima sería la totalidad de los humanos.

Las redes sociales avanzan vertiginosamente en la Internet y se autodefinen como mecanismos favorables al usuario, toda vez que dan lugar a la expresión de la opinión, la consulta en relación con intereses específicos, los encuentros afectivos y, también, la participación política. El cibernauta, elemento constitutivo de las ''redes sociales'', constituye un nuevo y misterioso sujeto en el que lo individual se funde con lo colectivo.

Las modalidades de subjetivación, interacción y transacción que se instauran entre los participantes de las denominadas ''redes sociales'', interesan al presente texto, toda vez que se inscriben en un marco mucho más amplio que podríamos denominar, a riesgo de ser alineados bajo el problemático rubro de ''posmodernos'', devenir virtual de la cultura. Esta denominación, que sirve apenas de resguardo transitorio, constituye un escenario en el que las relaciones interpersonales han sufrido una radical transformación. Los ciudadanos en línea, bancaria, corporativa, laboral, pero también pasional, amistosa, erótica, circulan por las calles de las ciudades del presente como cuerpos cuyo asidero es más, ahora más que nunca, simbólico que tangible: poseen el don de la ubicuidad, el beneficio de un anonimato derivado de la transparencia colectiva, la apariencia de neutralidad en contraste paradójico con la efectividad de su participación. Una participación atravesada por la mezcla entre diacronía y sincronía y cuyo resultado es siempre la inocencia. Salvo el caso del ''pirata'', con toda la capacidad desestabilizadora que lo caracteriza, todos los demás cibernautas son, en su apariencia inmediata, inocentes. Esta inocencia, rasgo casi generalizado del ''usuario'', podría ser, sin embargo, la cifra paradójica de lo que Michel Foucault denominó cuerpos dóciles: aquéllos sobre los que se ejerce un poder sin intermitencia, pues están tan acostumbrados a padecerlo, y aún, a ejercerlo en el espacio de sus ''playas de libertades elementales'', que ya no parecen ejercer ni padecer. A lo sumo, se quejan de un sentimiento de profunda y absoluta soledad e impotencia.

Pero ¿qué son estos cuerpos dóciles en el entramado, no ya físico sino virtual de la web? Bien es cierto, cuerpos solitarios, pero también cuerpos acompañados por los cuantificadores -de amigos, de consensos, de posiciones políticas, entre otros- que arrojan las páginas web en cada nueva incursión. Ellos, a su vez, se suman a la cifra de otros y así sucesivamente, de modo radicalmente exponencial. Pero no solo amigos se suman en la web. Las ''redes sociales'' constituyen, con frecuencia, la sumatoria en espiral de las pasiones y los odios.

La construcción de una identidad política, ética, de género, de preferencia sexual... pasa en la web por particiones biunívocas y diametralmente opuestas en las que, como diría Borges a propósito del ajedrez, se odian dos colores. ¿Quién encendió esta guerra de los fanatismos y las pasiones? Un algo, sujeto, grupo, cuya eventual objetivación no aclararía, sin embargo, mucho. El detrás de, en este caso, permanece en la penumbra cuando no en la oscuridad, y los efectos simbólicos, que han devenido más reales que nunca, no es sencillo atribuirlos porque quizá no sea acertado considerar que existe una intencionalidad previa, una planeación estratégica que pudiese haber calculado todos los efectos, deseados y quizá indeseados, del exponencial encuentro entre usuarios, de su hipertextualidad, de su hiperimagen, si se me permite el término. Lo que se verifica en la actualización permanente de estos encuentros es quizá del orden de lo impredecible.

La anterior es una de las razones por las que el presente texto postula la pertinencia de la analítica del poder como perspectiva para asomarse al fenómeno de la interacción virtual. En ésta se verifica, de modo paradigmático, la posibilidad de intervención que tienen los individuos particulares. La palabra, detentada históricamente casi de modo exclusivo por el poder hegemónico -político, moral, religioso, intelectual, económico...- puede ser actualmente patrimonio de un grupo que aún siendo restringido, sobre todo en los países en vía de desarrollo, constituye, sin embargo, un espacio de enunciación y, sobre todo, de posible disenso. Paralela a esta posibilidad tiene lugar, no obstante, una creciente homogeneización del pensamiento, una intervención y eventual manipulación de la opinión por parte de los núcleos del poder, sobre todo del poder político.

Lo anterior constituye la razón por la que el análisis de los fenómenos de interacción virtual exige una mirada que tolere el matiz y que, estando a la altura del presente, conserve, sin embargo, la distancia crítica. Un acercamiento inicial a los fenómenos que tienen lugar en espacios virtuales de interacción pone de manifiesto contradicciones y paradojas que no permiten asumir posiciones simplistas ni radicales: mayor participación política y disminución de la indiferencia versus intromisión en la privacidad y consiguiente puesta en riesgo de la seguridad de los usuarios particulares y de los grupos; disminución del clientelismo en el ejercicio de la política versus intromisión permanente de la politiquería en la vida de los usuarios que se conectan con otros propósitos; posibilidad de establecer vínculos mediados por intereses particulares, expresar la propia opinión y restablecer vínculos lejanos en el tiempo y el espacio versus vulnerabilidad, en virtud de la posibilidad de localización, de los usuarios de la red; aumento de la participación versus carácter fundamentalmente apasionado y no argumentado de la misma. Estas son tan solo algunas de las contradicciones que al menos permiten decir, por ahora, que el análisis está por hacerse y que la demonización o la apología no son en este caso los puntos de vista más promisorios.

 


Notas:

1 Cabe aclarar que, así como el poder no es una instancia única en la analítica de Michel Foucault, la verdad también es plural toda vez que no puede ser pensada, ni a-históricamente, ni al margen de sus relaciones con el poder.

2 Foucault ejemplifica dicho carácter productivo a partir de la represión de la sexualidad, mostrando como dicha prohibición, legitimada desde la moral médica, religiosa y en general social, más que mancillar el placer o el deseo lo favorecía: en la pornografía, cota superior de la visibilidad sexual, el erotismo puede ser devorado por la obscenidad sin fisuras.

3 Una objeción, que formularé como pregunta, puede surgir en este punto: ¿Cuál es el margen de libertad, no ya la playa, sino eventualmente la arena, o incluso la nada, de la que disponen quienes en lo social no tienen ninguna voz ni posibilidad de intervención? Me refiero aquí a quienes no gozan de ningún tipo de garantía, ni económica, ni política, ni académica. En este caso podría aventurarse que dichos individuos están, a consecuencia de su abandono por parte del Estado, por fuera de lo social mismo y por ende ausente en ellos toda posibilidad de intervención. En este punto la discusión queda abierta.

4 Para una ilustración mayor sobre las Sociedades de Control, es fundamental el texto ''Post Scriptum sobre las sociedades de control.'' DELEUZE, G (1996).

5 La expresión ''ciudadanos vigilando'', que es familiar en el contexto colombiano, da buena cuenta de esto.


 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

ECO, Umberto. (1993). Apocalípticos e integrados ante la cultura de masas. España: Lumen.         [ Links ]

DELEUZE, Gilles. (1996). Post Scriptum sobre las sociedades de control. En: Conversaciones 1972-1990, Valencia: Pre-textos.         [ Links ]

BAUDRILLARD, Jean. (1984). La efigie de la seductora. Barcelona: Anagrama.         [ Links ]