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Anagramas -Rumbos y sentidos de la comunicación-

Print version ISSN 1692-2522On-line version ISSN 2248-4086

anagramas rumbos sentidos comun. vol.8 no.16 Medellín Jan./June 2010

 

ARTÍCULOS

 

Tres veces Medellín* La ciudad pensada, vivida e imaginada en la formación de profesionales

 

Medellin, three times The city well thought, lived, and imagined in the formation of professionals

 

Carlos Andrés Arango Lopera**

* Este artículo de investigación científica y tecnológica presenta resultados de la investigación ''Perfiles urbanos Medellín'' desarrollada por la Universidad de Medellín y la agencia de publicidad TBWA/Colombia. Este título retoma el ejercicio de José Guillermo Ánjel en el relato ''Tres veces Berlín''.

** Comunicador y relacionista corporativo. Magíster en Filosofía. Profesor de tieimpo completo de la Universidad de Medellín. E-mail: caarango@udem.edu.co

 

Recibido: 3 de mayo de 2010.
Aceptado: 20 de mayo de 2010.


Resumen

En el horizonte de la pregunta por la formación de profesionales desde la investigación, este artículo registra un proceso de sensibilización sobre la ciudad, realizado con estudiantes de últimos semestres de Comunicación Gráfica Publicitaria de la Universidad de Medellín. De manera focalizada, caracteriza los imaginarios de ciudad, presentes en la construcción de los mapas y diarios en los cuales los estudiantes expresaron su sentir sobre la urbe, antes, durante y después del trabajo de campo. Con ambos insumos, se realiza un análisis sobre el papel de los profesionales en la sociedad contemporánea, a la luz de la relación sujeto-ciudad-saber, en la cual se indaga por la forma como la comunicación puede construir redes de sentido y tejido social.

Palabras clave: comunicación, formación profesional, ciudad, imaginarios, sentido.


Abstract

In the horizon of the question about the formation of professionals from research, this article deals with a sensitiveness process about the city, carried out by students attending last terms of Universidad de Medellin Advertising Graphic Communication program. In a focused way, it characterizes the images of a city, present in the construction of maps and journals in which students expressed their feelings about the city, before, during, and after their field work. With this information, the role of professionals in contemporaneous society is analyzed, bearing in mind subject-city-knowledge relation, in which the way how communication may construct networks of sense and social relations is looked for.

Key words: communication, professional formation, city, images, sense.


 

 

Introducción

Perfiles Urbanos Medellín es una investigación que realizan conjuntamente el programa de Comunicación Gráfica Publicitaria de la Universidad de Medellín y la agencia de publicidad TBWA\Colombia. Su propósito es identificar los estilos de vida de los habitantes de la ciudad, sus valores y actitudes, para reconocer cómo estos influyen sus hábitos de consumo. Parte de una comprensión amplia en la que consumir es un acto de apropiación de discursos, rituales, objetos e imaginarios (Medina, 2005). Por ello, no pretende construir estadísticas sobre qué compra la gente, sino registrar sus percepciones frente a aspectos constitutivos de la vida, y cómo éstas las perfilan respecto de las marcas y los productos.

Dichos aspectos están contenidos en las preguntas de la encuesta que se aplica a los ciudadanos. En ella, aparecen variables como tecnología, ciudad, cuerpo, marcas, medios, política, religión y deportes. Las preguntas del instrumento hacen que los encuestados asuman una posición afirmativa o negativa frente a lo que se les pregunta. Esa posición personal va marcando determinados perfiles urbanos, o estilos de vida, cuya identificación se propone como objetivo general de la investigación.

Un aspecto importante de este proceso es la formación de estudiantes: dada la especificidad de esta investigación, la Facultad de Comunicación, como parte de su proyecto formativo, quiso que los estudiantes de últimos semestres de Comunicación Gráfica Publicitaria participaran en el trabajo de campo en la aplicación de encuestas. Esto implicaba el desplazamiento constante de estudiantes a barrios de todos los estratos de la ciudad (del 1 al 6), para propiciar su encuentro con personas que constituyen la muestra del estudio (hombre y mujeres entre13 y 69 años).

Para preparar su encuentro con la ciudad, se diseñó un proceso de sensibilización en el que se formaba a los estudiantes en aspectos como cartografía urbana, abordaje de las personas a encuestar, comunicación interpersonal para mantener la atención del encuestado, y otros aspectos fundamentales. Como registro de ese ejercicio, los estudiantes realizaron unos talleres donde dibujaban la ciudad, escribían sus temores y sueños en ella, y -al final- realizaban una actividad de lectura de mapas.

Ese material se sistematiza en este artículo, que intenta recorrer las múltiples capas de imágenes que se superponen para conformar esa ciudad de los estudiantes. En dicho análisis, este artículo reflexiona cómo la formación de profesionales es (también) la formación de ciudadanos, es decir, personas que encuentren en sus campos de saber marcos comprensivos para ampliar su mirada sobre el entorno y ser capaces de proponer mejores soluciones a los problemas de éste.

 

1. La ciudad pensada y vivida1

¿Dónde se encuentra una ciudad? ¿Cuál sería la manera más adecuada de responder a la pregunta sobre dónde vivimos? Una ciudad, además de sus edificios y las calles, es (también) la manera como los seres humanos la habitan, la simbolizan, la imaginan y la sueñan; es decir, la llenan de lenguaje (Medina, 2005). De tal modo que la ciudad es lo que resulta de la combinación de los elementos materiales que la conforman, y de la cultura de lo inmaterial con que los ciudadanos la viven (Delgado, 1999). Por eso, lo urbano es hoy, además de un modo de configuración de la vida humana, una lógica de significación y comprensión de la vida misma.

La experiencia de vivir la ciudad, sin embargo, es por lo general una experiencia difícil. A menudo, los ciudadanos temen su propia ciudad. A este temor generalizado, los estudiantes nos son indiferentes. En los días previos al trabajo de campo, expresaron temor por ''El desplazamiento y la inseguridad''2, ''los prejuicios de las personas a quienes vamos a entrevistar''3, ''... ya que algunos barrios de la ciudad están un poco peligrosos''4. El miedo, uno de los grandes integrantes de la ciudad contemporánea (Argüello, 2004), surge entonces como una barrera entre la ciudad y el profesional en formación.

Frente a este miedo colectivo, la situación de los estudiantes debe ser asumida de una manera diferente. Porque los profesionales serán quienes piensen la ciudad del futuro. Y si su lectura de la ciudad parte del miedo, es de esperar que las estrategias públicas y privadas del futuro sean perversas o poco preparadas para el reconocimiento de la diferencia (Taylor, 1993). Porque si la ciudad está hecha tanto de las calles como de las imaginaciones (Silva, 1993), una representación estrecha de los otros viene a ser tan perjudicial como una calle apretada.

Si tenemos en cuenta que ''La calle y la casa son dos mundos opuestos'' (Medina, 2005; p. 23), entenderemos que en el interior del hogar, los ciudadanos construyen los relatos familiares desde los cuales elaboran las significaciones de lo que se encuentran en la calle. De una manera similar, la Universidad funciona como una casa, un hogar donde se interioriza el conocimiento desde el cual luego se piensan los problemas del entorno.

Este tipo de reconocimientos implica necesariamente la comprensión en varias dimensiones de la ciudad y de lo urbano. Porque ''No sólo hay que estudiar los acontecimientos de la ciudad; hay que analizar cómo estos acontecimientos son narrados y apropiados''5. Tanto en los recorridos como en las narraciones, el encuentro con lo diferente es el primer requisito de cara al reconocimiento. Allí, en medio de la alteridad, surge la posibilidad de la comunicación, aquella que reconoce cómo ''A las ocho de la mañana es muy temprano en Laureles, pero tarde en la legumbrera de Santo Domingo, esa misma que por la noche se convierte en bar de tiempo completo hasta las 12 de la noche, y cada noche vuelve a mutar''6.

Llevados hasta los barrios, y una vez establecido el contacto con los ciudadanos que se encuestaron, los estudiantes van admitiendo que sus estereotipos caen poco a poco. ''... esto se hizo muy notorio, a medida que avancé en el proyecto y descubría lugares que eran no-lugares para mí. Después de hacer varias encuestas y dialogar con diferentes personas, resaltan las otras perspectivas de ciudad, y los diferentes enfoques que tiene cada uno sobre ésta, según el sitio donde se encuentre ubicado''7. Porque la ciudad no está completa como imagen. Cada uno de sus ciudadanos tenemos un fragmento, un detalle, derivado de nuestra experiencia. En ese sentido, José Guillermo Ánjel (2003) recalca que todos podríamos ser teóricos de la ciudad, en la medida en que cada ciudadano tiene una visión de ella.

Las imágenes que de la ciudad tienen los ciudadanos dejan sus registros en los espacios públicos. Las maneras de caminar la calle, saludar, comer, sonreír, cantar: ''... así entonces vamos haciendo una antropologización de la ciudad, la ciudad como cuerpo vivo, la ciudad como cuerpo humano, la ciudad como metáfora del cuerpo, porque finalmente estamos trabajando con las representaciones mentales'' (Silva, 1993; p. 102). Con todo, pensar y vivir la ciudad es una condición indispensable para que los profesionales en formación amplíen su visión del mundo, y cuenten con más ideas al momento de intervenirla.

Frente a ello conviene recordar que la misión social de la Universidad, es decir, aquello que orienta su acción desde las coordenadas que le marca el deber ser es generar conocimiento para propiciar transformaciones en el entorno. De la Universidad, una sociedad espera nuevas y renovadoras lecturas de los problemas sociales para generar soluciones que propicien el desarrollo social. En esa medida, el profesional es, a la vez que una persona capacitada para trabajar, un agente de cambio social. De ahí que además de formar profesionales buenos en las prácticas que configuran las profesiones, la Universidad deba propender por formar ciudadanos. Actualmente, el trabajo es una de las formas de vínculo social más importantes; la profesión elegida decide no sólo unas u otras posibilidades de vinculación laboral, sino un lugar en el mundo. Esto hace que la Universidad deba ser especialmente cuidadosa en la formación que brinda a sus estudiantes porque de ella depende el grado de compromiso que sienta un profesional por aquellos elementos que no entran específicamente en lo laboral, pero que son decisivos para la vida de un país.

En el plano de la comunicación, la pregunta de Gianni Vattimo (1990) cobra vigencia: cómo es posible que en la época donde la humanidad cuenta con más tecnología para la comunicación, sea el momento de la historia donde más crisis de sentido exista. En efecto, resulta paradójico que cuando más posibilidades contamos para estar informados, existe el nivel más grande de confusión cuando surge la pregunta ¿en qué mundo vivimos? La falta de una visión integral del mundo y de las personas ha hecho que contemos con una gran cantidad de expertos en pequeñas parcelas del saber; especialistas que saben mucho de su especialidad pero son grandes desconocedores de lo humano. Porque la vida humana no está hecha de parcelas sino de procesos, de flujos, de intercambios, de sistemas que se interconectan de manera compleja.

Vivir en una sociedad compleja como la presente significa retos grandes para los profesionales. Mientras en épocas anteriores era posible recibir unos contenidos estáticos que servirían para el resto de la vida, ahora las universidades deben preparar profesionales para problemas que aún no se tiene claro cuáles son. Un primer paso para romper esa distancia entre el individuo y la comprensión de su propio mundo puede ser acercarlo a la diversidad, a lo dinámico de la realidad. Y de seguro, pocas realidades humanas son tan diversas, dinámicas y cambiantes como la ciudad. A manera de espejo de estos conceptos, en el siguiente apartado se analiza el ejercicio de dibujar a Medellín.

 

2. La ciudad imaginada (y dibujada)

Decir ''Medellín'' es abrir la capacidad de evocación en quienes saben (o no) algo de ella. Así sucede con cada nombre. La mente reconstruye imágenes, repertorios de sonidos, olores, texturas y sabores. En ese territorio, difícil de explorar, el ejercicio de dibujar a Medellín implica un nivel de abstracción exigente. Reunidos en plenaria, en el último día del proceso de sensibilización, se les solicitó a los estudiantes del proyecto dibujar el mapa de Medellín. La actividad, última de ese taller, arrojó un total de 88 mapas, cuya revisión se registró en una ficha. El intento de leer en esos trazos más que líneas de un mapa, de captar en la distribución de los espacios algo más que una plano; el ejercicio de acercarse a la ciudad imaginada que alcanza a registrarse, deviene el reto de identificar cómo una ciudad va surgiendo en la medida que sus ciudadanos la nombran, la dibujan, la recorren. Esos ciudadanos, no debe olvidarse, son profesionales en formación. Entonces la pregunta debe ser si lo que evidencian sus representaciones gráficas esté a la altura de la complejidad de la ciudad que los espera.

Dibujar implica abstraer. Y ello involucra una especial dificultad de alejarse de la propia piel para objetivar una composición visual (fig. 1). Allí, en los intentos por completar la ciudad, por reconstruirla toda, suele aparecer la casa como el centro del mapa, o como uno de los extremos de éste. Las casas entonces se convierten en los puntos a partir de los cuales la ciudad crece o se comprime. En pocas ocasiones el mapa trascendía la casa; por lo general era el límite o el comienzo.

 

Surgen así las esferas de ciudad. Burbujas que se forman al tener que unir un punto con otro dentro o fuera de ella. La casa y la Universidad. En el recorrido obligado de un lugar a otro, crece una ciudad que empieza a ofrecer negocios con vocación universitaria: papelerías, centros de impresión, bares, restaurantes caseros, y un largo etcétera que conforma la geografía universitaria de Medellín. En muchos casos, incluso, a esos dos puntos se restringen las representaciones: vemos -en un extremo del mapa- la casa; en el otro, la Universidad (fig. 2). En medio de ambos extremo, pocos referentes: Medellín es para muchos estudiantes un territorio sin muchos puntos para nombrar, más allá de sus espacios privados. Tantas veces, el croquis del contorno genera una especial dificultad para ubicar dentro del mapa las vías que interconectan esos puntos.

 

En la mayoría de las veces, en cambio, la ciudad que se dibuja es una hecha de avenidas y glorietas. Ciudad del automóvil, son las calles, las carreras, y las avenidas las que definen el contorno de la ciudad y trazan los circuitos del mapa, representaciones que alcanzaban incluso a dibujar las señales viales.

Allí pocas veces aparece el Centro de la ciudad; o su representación se limita al Edificio Coltejer o a un recuadro con la inscripción ''centro''. Los edificios públicos (Alpujarra, Juzgados, parques temáticos, Palacio de la Cultura...) no aparecen. Contempla un cierto grado de paradoja que los referentes comunes y públicos de una ciudad sean, justamente, los menos comunes y menos públicos de las representaciones elaboradas por los estudiantes. La ausencia de estos referentes denota un vacío; vacío que por lo general se llena con miedo.

Un estudiante lo registró así en su diario, al recordar cómo una vez, al llegar al sitio del centro que habían elegido como punto de encuentro, y ver que sus amigos aún no llegaban, decidió sentarse en una banca del Parque San Ignacio a esperar, cuando: ''... llamó mi hermana al celular, preocupada porque yo estaba ahí solo en el parque y me dijo que tuviera mucho cuidado que ahí robaban mucho y que hasta habían secuestrado gente''8. Así, debido al miedo colectivo y a otros procesos de incidencia en la planeación urbana, las ciudades se descentran, o empiezan a elegir nuevos ejes de encuentro (Dapena, 1996; Medina, 2005).

A partir de esos movimientos, se configuran nuevos centros y nuevas centralidades, a partir del acopio de actividades y temáticas semejantes: centros de poder político (no figura en los mapas), centros para lo formativo (las universidades, de mediana aparición en ellos), centros de consumo (centros comerciales, alta aparición), y centros para la fiesta (zona rosa de El Poblado, altísima aparición). Resulta curioso el nivel de detalle que logran en la descripción de la zona de El Poblado, independiente de que se viva allí o no. El eje de la calle 10, su encuentro con la avenida y el parque, así como el camino trazado hasta el centro comercial El Tesoro, se destacan en la gran mayoría de mapas.

La interpretación de estos indicios sugiere la inminente privatización de la ciudad, la desaparición de lo público como referente común en los jóvenes universitarios, y la evidente compactación de la ciudad que esto sugiere. La ciudad se comprime, se estrecha en la mirada de los estudiantes. La visión del automóvil parcializa la totalidad del terreno. Ello también se evidencia en la ausencia de bordes en la mayoría de los mapas. Esa ausencia habla de desconocimiento de los límites, de las fronteras. Si no se dibujan es porque -posiblemente- se ignoran. Anota una estudiante: ''La juventud vive y se apropia de la ciudad gracias a su entorno social, tomando gran importancia los medios de comunicación con los que tienen contacto''9.

Llama entonces la atención la mirada sobre Medellín como un espacio eminentemente urbano que hace desaparecer del mapa a las montañas y a los corregimientos; San Cristóbal, Santa Elena, Aguas Frías, San Antonio de Prado... no figuran ni dibujados ni nombrados (figura 3). Igual sucede con los municipios vecinos como Bello, Girardota, Copacabana, Sabaneta e Itagüí; suerte de la que sólo se salva Envigado con una mediana aparición en los registros Con frecuencia, las alusiones a estos son Mayorca y Puerta del Norte, asociadas al recorrido del Metro, y que por lo general no incluyen el nombre de los municipios a los cuales pertenecen.

 

Sin lo rural, sin los municipios vecinos que cada vez se parecen más a la ciudad pero no son de ella, la imaginación sobre Medellín se percibe estrecha. El centro es un edificio emblemático dibujado como aparece en las postales sobre la ciudad, y no tanto como se ve desde ella; el metro, que desplaza de la imaginación al río Medellín, a pesar de compartir con él la mayor parte de su recorrido, es una evidencia más sobre la falta de visión integral, sistémica sobre la ciudad: aunque conforma un sistema integrado de transporte, del metro aparecen estaciones aisladas sin recorridos que las conecten a dicho sistema. Las rutas que lo alimentan tampoco se plasman.

Habrá que preguntarse hasta qué punto una ciudad cuyos profesionales tienen pocos puntos de contacto con la ciudad es viable. También queda pendiente la tarea de profundizar más en las representaciones de los estudiantes qué sustratos de ciudad aparecen, pues a lo mejor la baja cantidad de referentes nombrados tenga que ver con la capacidad de identificar en cada referente muchos sustratos; es posible que en un mismo lugar, se realicen muchas actividades y, de esta manera, haya muchas ciudades donde sólo aparece una. Puede ser. En cualquier caso, el ejercicio de indagar sobre la ciudad imaginada, pensada y escrita, queda como una responsabilidad constante en quienes trabajamos en la formación de profesionales.

 

Conclusiones iniciales y líneas de indagación

Sin una reflexión sobre lo urbano, quedará pospuesta por mucho tiempo la comprensión de las profesiones como dominios de saber a partir de los cuales se lee el entorno. La ciudad, epicentro de discusión teórica desde hace mucho tiempo, necesita visiones que admitan la complejidad y la dinámica propias de su crecimiento. El esfuerzo de teóricos que recientemente proponen la construcción de marcos teóricos menos rígidos, con categorías más móviles, más adaptables al entorno, debe trasladarse a la vivencia cotidiana de la Universidad (Delgado, 1999; Augè, 1998). Hoy, decir vida humana equivale a decir vida urbana, pues la ciudad habita no sólo como espacio físico sino como forma de significación, como matriz de sensibilidades a partir de las cuales se entiende el mundo. Aunque se habitara en el campo, la lógica de comprensión de los fenómenos es, hoy, la lógica de lo urbano.

Por esa razón, las profesiones no deben desentenderse de la tarea de pensar la ciudad, alimentándola con lecturas renovadoras sobre la misma. Desde la comunicación este reto tiene particulares connotaciones pues la ciudad es el espacio donde hoy se construyen la mayoría de transacciones culturales. Un profesional, entonces, viene a ser un agente de cambio si es consciente de cómo su dominio de saber entra en juego en el escenario de la ciudad. Allí, marcas, organizaciones, estrategias, planes y proyectos, interactúan de manera compleja. No es posible, por lo tanto, esperar a que el profesional egrese para ponerlo al tanto de la situación. La universidad, ella misma una pequeña ciudad dentro de la ciudad, es un escenario estratégico para alimentar el pensamiento de los profesionales en formación para que alcancen a ver en la riqueza de sentidos envueltos en una ciudad, posibilidades de desarrollo personal, profesional y empresarial.

Si el consumo es la adaptación y adopción de símbolos, rituales y discursos, la comunicación está llamada a pensarlo como una gran plataforma de intercambio de sentido sin la cual no podría comprenderse la actualidad. En esa medida, acercar la ciudad a los estudiantes, permitirles vivirla, pensarla, escribirla, hablarla, es permitir un país con mejores posibilidades de futuro. Y si la imaginación es el escenario mental donde primero se gestan las obras humanas, es ahí donde hay que empezar a ampliar los dominios de alcance del saber. Campos de conocimiento que brinden más y mejores posibilidades de concebir la vida humana que habita la ciudad.

 

Referencias bibliográficas

Argüello, R. (2004). Ciudad gótica, esperpéntica y mediática. Bogotá, Ambrosía.        [ Links ]

Augè, M. (1998). Los no-lugares: espacios del anonimato: una antropología sobre la modernidad. Barcelona, Gedisa.        [ Links ]

Dapena, L. (1996). Centralidad y subcentralidades. Medellín, Cámara de Comercio.        [ Links ]

Delgado, M. (1999). Ciudad líquida, ciudad interrumpida. Medellín. U. de A.        [ Links ]

Medina, F. (2005). Comunicación, consumo y ciudad. Medellín, UPB.        [ Links ]

Silva, A. (1993). Imaginarios urbanos en América Latina. Bogotá, Codec.        [ Links ]

Taylor, Ch. (1993). El multiculturalismo y la política del reconocimiento. México, FCE.        [ Links ]

Vattimo, G. (1990). La sociedad transparente. Barcelona, Paidós.        [ Links ]

Ánjel, J. (2003). Comunicación, espacios y ciudad. Medellín, UPB.        [ Links ]

 

 

NOTAS

1 Esta parte se construye a partir de los registros de los diarios de campo de los estudiantes de la asignatura Discurso Publicitario II. Este diario fue construido en dos columnas: Objetividad y Subjetividad; en la primera, se consignaban ideas de autores que hubieran pensado la ciudad como un espacio de consumo y comunicación; en la otra, las vivencias personaelescon las cuales podían relacionar esos conceptos de los autores. Esos registros, más las discusiones de clase fundamentan el ''pensar la ciudad''.

2 Testimonio #11.

3 Testimonio # 12.

4 Testimonio # 22.

5 Diario del estudiante Jorge Andrés Naranjo Naranjo.

6 Diario de la estudiante Sandra Bibiana Ramírez.

7 Diario de la estudiante Diana Cristina Vélez Marín.

8 Diario de Jorge Andrés Naranjo Naranjo, antes citado.

9 Diario de la estudiante Lorena Bulla.

 

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