SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.13 issue26Mass Media, Criminal Violence, and Territorial Stigma in VenezuelaToward a Comprehension of Television Audiences Transnational Nature: Imaginaries, Desterritorialization, Hybridation, Globalization author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Anagramas -Rumbos y sentidos de la comunicación-

Print version ISSN 1692-2522

anagramas rumbos sentidos comun. vol.13 no.26 Medellín Jan./June 2015

 

ARTÍCULOS

 

Construcción de la realidad a través de los medios de comunicación: terrorismo islámico, intereses geopolíticos y criminalidad en la Triple Frontera del Paraná

 

Construction of Reality through Media: Islamic Terrorism, Geopolitical interests and Crime Rate at the Parana Tri–Border Area

 

 

Daniel Bello Arellano*

 

* Magíster en Estudios Sociales y Políticos Latinoamericanos. Estudiante del Doctorado en Estudios Americanos del Instituto de Estudios Avanzados, Universidad de Santiago, Chile. Investigador del Instituto de Estudios Internacionales (INTE), Universidad Arturo Prat. Académico del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Alberto Hurtado. Fundador y editor de la revista de Ciencia Política y Relaciones Internacionales "Encrucijada Americana". danielbello.a@gmail.com

 

Recibido: 2014–11–07
Aceptado: 2015–02–02

 


Resumen

En este artículo se examina el rol que juegan los medios de comunicación en la construcción de la realidad, y en particular el papel que desempeñaron –más claramente después de los atentados del 11 de septiembre del 2001 en Nueva York y Virginia– los medios estadounidenses, incluyendo algunos diarios, canales de televisión, revistas especializadas y sitios web de organismos gubernamentales (en los que se difunden periódicamente documentos oficiales) y ciertos "medios alternativos" (anticapitalistas y antiestadounidenses) principalmente latinoamericanos, en la construcción de la imagen externa de la llamada Triple Frontera del Paraná (Paraguay, Brasil, Argentina). Como se verá, estas representaciones –en especial la estadounidense–, a pesar de tener poco sustento, han contribuido a gestar una imagen exterior negativa de la zona, casi cinematográfica, marcada por la presencia de terroristas islámicos, traficantes de todo tipo de productos y agentes de la CIA, visión que parece diferir de la que se tiene en el interior de la Triple Frontera paranaense.

Palabras clave: Triple Frontera del Paraná, medios de comunicación, medios alternativos, construcción de la realidad, terrorismo islámico, intereses geopolíticos.


Abstract

This article examines the role played by the media in the construction of reality, and specifically the role played –more clearly after the attacks of September 11, 2001 in New York and Virginia– by the American media –including some newspapers, television stations, magazines, and governmental agencies' websites (where official documents are periodically published)– and certain "alternative media" (anti–capitalist and anti–American), mainly Latin American, in the construction of the external image of the so–called Parana Tri–Border Area (Paraguay, Brazil, Argentina). As it will be seen, these representations – especially the American ones–, despite having little support, have contributed to produce a negative external image of the area, almost cinematic, marked by the presence of Islamic terrorists, traffickers of all kinds of products and CIA agents, a view that seems to differ from the one that prevails within the Tri–Border Area.

Key words: Parana Tri–Border Area, media, alternative media, construction of reality, Islamic terrorism, geopolitical interests.


 

 

I. Introducción

Desde la década de 1990 –luego de los dos atentados contra entidades judías en Buenos Aires (1992 y 1994), y con más notoriedad a partir de los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001 en Estados Unidos–, la Triple Frontera del Paraná1 ha sido objeto de un intenso debate y una pugna discursiva –llevada a cabo en diversos medios de comunicación, especialmente estadounidenses y latinoamericanos– entre quienes, por un lado, aseguran que la zona es refugio de terroristas islámicos y un lugar desde donde se financian las actividades de tales grupos terroristas, y quienes –por el contrario– afirman que tal cosa es básicamente una maniobra con la que se pretende conseguir el control de las riquezas naturales del área. Quienes sostienen lo segundo resaltan la importancia futura –en términos geopolíticos– del Acuífero Guaraní, una de las más grandes reservas de agua dulce del planeta ubicada justamente en el subsuelo de la región tri–fronteriza.

Ambas posturas pueden tener múltiples interpretaciones e intencionalidades. Por lo mismo lo que este trabajo busca no es develar verdades sino dar cuenta de tal disyuntiva, que ha resultado fundamental en el proceso de construcción de la imagen exterior de la Triple Frontera paranaense. Es importante tener en cuenta que, tal como señala Verónica Giménez Béliveau (Página 12, 2006), es en el marco de este debate en donde surge la noción de "Triple Frontera" como espacio unitario e integrado, con nombre propio e identidad definida.

En este artículo se examina el rol que juegan los medios de comunicación en la construcción de la realidad, y en particular el papel que desempeñaron los medios estadounidenses, incluyendo algunos sitios web de organismos gubernamentales y ciertos "medios alternativos" (anticapitalistas y antiestadounidenses), en la construcción de la imagen externa de la Triple Frontera del Paraná, especialmente después de los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono en Virginia en 2001. Para ello se revisan algunos informes elaborados por el Gobierno de Estados Unidos –que fueron ampliamente difundidos en sitios web oficiales y en medios de comunicación–, reportajes periodísticos, artículos y columnas de opinión aparecidas en medios estadounidenses y en "medios alternativos". La información fue recopilada entre los años 2009 y 2013 en el marco del proyecto de investigación FONDECYT 10800242. Las entrevistas incluidas se realizaron en Ciudad del Este en septiembre del 2009.

 

II. Medios de comunicación y construcción de la realidad

¿Cómo nos relacionamos con la realidad? ¿Cómo conocemos aquello que sucede, día a día, en nuestros barrios, ciudades, países y en otros rincones del planeta? Es bastante obvio que estamos imposibilitados de conocer, directamente, sin intermediarios, la realidad objetiva del mundo que nos rodea, realidad constituida por una infinidad de hechos que se suceden o superponen segundo a segundo, minuto a minuto, las 24 horas del día. Pero eso no significa que tal realidad no exista. La fragmentación de la realidad en trozos minúsculos, dice Arcadi Espada (1998), "no desmiente la existencia final de una verdad objetiva. El periodismo conoce muy bien este proceso: su mayor gloria es recoger con paciencia pequeños retales de los vertederos y su obligación inexorable es decidir antes de la medianoche si algo ocurrió o no". Y en tal proceso puede tanto construir como destruir (o edificar una realidad, digamos, no verdadera). En este sentido, Espada (1998) afirma que "en términos periodísticos, la destrucción de lo real puede ser planteada como una destrucción del hecho a manos del acontecimiento" (que debe ser muy llamativo, verosímil pero no necesariamente veraz). "Esta destrucción es una de las características más desmoralizadoras del periodismo contemporáneo".'pLa realidad, salvo cuando se trata de nuestro entorno más próximo, está mediada y es necesariamente filtrada por alguien o algo: gobiernos, empresas, periodistas, tecnologías (la televisión, la radio, Internet). Los medios de comunicación, quizá los principales encargados de aquella labor, transmiten representaciones de los sucesos cotidianos, llenan los vacíos de nuestra limitada percepción, alimentan nuestros imaginarios y contribuyen, así, a la construcción social de aquello que entendemos como "la realidad". Lo anterior debe alertarnos sobre el peligro, siempre latente, de que en ese proceso de construcción la información, las representaciones, y consecuentemente la propia realidad, sean conscientemente manipuladas. 'pLos medios de comunicación no solo median (valga la redundancia) entre los individuos y la realidad. En un sentido más amplio, siguiendo los planteamientos de Noam Chomsky y Edward Herman (1990) estos:

[...] actúan como sistema de transmisión de mensajes y símbolos para el ciudadano común. Su función es la de divertir, entretener e informar, así como inculcar a los individuos los valores, creencias y códigos de comportamiento que les harán integrarse en las estructuras institucionales de la sociedad. En un mundo en el que la riqueza está concentrada y en el que existen grandes conflictos de intereses de clase, el cumplimiento de tal papel requiere una propaganda sistemática (p. 21).

Para estos autores (1990), los objetivos fundamentales3 de los medios de comunicación masivos son generar y difundir propaganda en función a los intereses de las élites corporativas y gubernamentales. Los medios, señalan, "sirven para movilizar el apoyo en favor de intereses especiales que dominan la actividad estatal y privada (...) sus opciones, énfasis y omisiones pueden entenderse mejor, y en ocasiones con una claridad y penetración sorprendentes, si las analizamos en estos términos" (p. 11). Esto es evidente en los sistemas totalitarios, pero opera también en las democracias liberales en las que la aparente independencia y objetividad de los medios está en realidad condicionada por las fuerzas del mercado. Y el mercado no es más que una caja de resonancia de las posiciones de poder de quienes integran la sociedad. En este sentido, y siguiendo a los autores recién citados, Antonio Pineda (2002) sostiene que:

La premisa básica es que la información (a saber, su control, selección y emisión) es, más que nunca, poder. En las democracias capitalistas contemporáneas, la alianza del poder político y el poder económico desliza propaganda de modo más subrepticio que en regímenes totalitarios o dictatoriales; la pantalla de dicha propaganda radica en la "libertad" informativa y la "independencia" mediática. Tras las cortinas democráticas, la operativa generalizada de los medios de comunicación más importantes se basa en cinco "filtros", según Chomsky y Herman, que discriminan la información publicable y la que no lo es (discriminan, así, el interés público).

Los cinco filtros mencionados son los siguientes: 1) La envergadura, la concentración de propiedad, la riqueza del propietario, y la orientación de los beneficios de las empresas dominantes en el ámbito de los medios de comunicación; 2) la publicidad como fuente principal de ingresos de dichos medios; 3) la dependencia de los medios de la información proporcionada por el Gobierno, las empresas y los "expertos", información por lo demás, financiada y aprobada por esos proveedores principales y por otros agentes del poder; 4) las "contramedidas" y correctivos diversos como método para disciplinar a los medios de comunicación, y 5) el "anticomunismo" como religión nacional y mecanismo de control (Chomsky y Herman 1990: 22). Quizá este último tamiz esté hoy mejor representado, en Estados Unidos, por el antiislamismo que por el anticomunismo.

Tales filtros están en la práctica naturalizados y por lo mismo la censura no aparece como gestada por poderosos actores externos, sino que más bien se presenta en la forma de autocensura. Los límites de lo que se puede o no decir, y el marco de lo que es verdadero–objetivo y de interés público está en cierta medida preestablecido. La censura, afirman Chomsky y Herman (1990):

[...] es en gran medida autocensura, por un lado de periodistas y comentaristas que se ajustan a la realidad de los requerimientos organizativos de las fuentes y de los medios de comunicación, y por otro de los responsables de alto nivel de dichos medios, que fueron elegidos para poner en práctica las constricciones –que en muchos casos han interiorizado– impuestas por los propietarios y por otros centros de poder, tanto del mercado como gubernamentales (p. 14).

Esta idea parece no distar mucho del concepto de "voluntad de verdad" desarrollado por Foucault (1970), que hace referencia a un mecanismo de exclusión (de discursos), histórico e institucionalmente coactivo, que crea una distinción entre lo verdadero y lo falso. Es un sistema que se apoya en un soporte institucional y en una "serie de prácticas como la pedagogía, como el sistema de libros, la edición, las bibliotecas, como las sociedades de sabios de antaño, los laboratorios actuales", y es acompañado "por la forma que tiene el saber de ponerse en práctica en una sociedad, en la que es valorizado, distribuido, repartido y en cierta forma atribuido" (Foucault, 1970, pp. 10–11). La voluntad de verdad, según Foucault (1970) puede determinar o modificar aquello que es considerado tabú (de lo que no se puede hablar) y lo que es entendido por locura (de lo que no vale la pena hablar), y lo hace de tal forma que pasa desapercibida, "como si no pudiéramos darnos cuenta de su presencia, al extremo de que somos incapaces de reconocer en la verdad su voluntad"4 (González, 2012).

Silvia Montenegro y Verónica Giménez (2006), en un interesante libro sobre la construcción social del espacio afirman que:

Una de las claves de la construcción de legitimidad del periodismo en su capacidad para definir, crear, tornar visible o minimizar aquello previamente seleccionado como "noticiable", radica en la pretensión de servir al valor de la objetividad y transmitir, al mismo tiempo, interpretaciones que tornen comprensible, de un modo determinado, los "hechos" escogidos. (...) Las noticias, lejos de reportar hechos y eventos, los seleccionan de otros posibles, dentro de códigos culturales que justamente tornan posibles su selección entre un conjunto de "hechos" que se supone interesan socialmente en coyunturas determinadas. De allí que la forma que se otorga a las noticias revista características tradicionales, por medio de las cuales deben ser reconocidas, en tanto interpretaciones de hechos construidos, preparados para otros intérpretes (p. 44).

Al llevar a cabo aquellas tareas el periodismo está siempre condicionado, consciente o inconscientemente, por los filtros antes mencionados y por el marco dado por la "voluntad de verdad" foucaultiana, es decir, por un contexto histórico y social determinado, que se caracteriza por poseer una cierta estructura de relaciones de poder y ciertas instituciones reproductoras de tal estructura y encargadas de velar por los intereses de los más poderosos. Los medios de comunicación masivos son, sin duda, parte de aquellas instituciones. Volviendo a lo señalado por Montenegro y Giménez (2006), es interesante notar que son los medios los que seleccionan ciertos "hechos que se supone interesan socialmente en coyunturas determinadas" –que están signadas por códigos culturales específicos–, y son también los medios los que, en buena medida, construyen tales coyunturas y crean tales códigos5.

Por otro lado, Edward W. Said (2003), en su clásica obra Orientalismo, sostiene que la idea generalizada (naturalizada en los sistemas democráticos mercado–céntricos) de que el conocimiento verdadero–objetivo es necesariamente no político (y que, a la inversa, el conocimiento abiertamente político no es verdadero), "no hace más que ocultar las condiciones políticas oscuras y muy bien organizadas que rigen la producción de cualquier conocimiento" (pp. 31–32). Y complementa lo anterior señalando que:

Como hoy día se utiliza el adjetivo "político" para desacreditar cualquier trabajo que se atreva a violar el protocolo de una pretendida objetividad suprapolítica, todo esto nos resulta difícil de entender. Hasta cierto punto, la importancia política de una materia proviene de que pueda traducirse directamente a términos económicos, y la importancia política será aún mayor si su campo de estudio tiene afinidad con ciertas fuentes reconocidas de poder en la sociedad política. (...) la sociedad política, en el sentido en que Gramsci utiliza el término, penetra dentro de los dominios de la sociedad civil (en nuestro caso representada por los medios de comunicación y a través de ellos los ciudadanos), y los satura de significaciones que le conciernen directamente a ella (pp. 31–32).

De esta forma, los intereses de la clase política (de la élite política y también de la económica) se convierten en intereses nacionales6. Said (2003) refuerza esta idea cuando sostiene que "como Gran Bretaña, Francia y, recientemente, Estados Unidos son potencias imperiales, siempre que algún asunto relacionado con sus intereses en el extranjero está en juego, sus sociedades políticas transmiten a sus sociedades civiles una sensación de urgencia y una fuerte dosis de política, por expresarlo de algún modo" (Said, 2003, p. 32– 33). En este proceso, muchas veces, la clase política manipula la información, convierte supuestos o especulaciones en verdades, e incluso llega a mentir descaradamente7. Algo de eso se verá más adelante cuando nos refiramos a la construcción de la imagen de la Triple Frontera del Paraná, tanto a través de documentos elaborados por organismos gubernamentales de Estados Unidos (difundidos por medios de comunicación y sitios web oficiales), como de artículos de opinión y reportajes aparecidos en algunos medios de comunicación de aquel país.

Como respuesta (y como una crítica) a esta lógica de funcionamiento de los medios de comunicación masivos (sin importar si funcionan efectivamente así o no), surgieron los llamados "medios alternativos". Proliferaron especialmente a partir de la década de 1990 gracias al desarrollo de Internet. Hoy es posible encontrar en la web miles (o cientos de miles) de "medios ciudadanos", "comunitarios", "independientes", "populares", "contrahegemónicos", "de contrainformación", etc. Aunque no parece existir una única ideología compartida por todos, sí parecen compartir un núcleo central de ideas. En la base de ese núcleo es posible encontrar "una crítica al funcionamiento del sistema de medios" y un anhelo de transformación social (Fleischman et. al. 2009, p. 259). Se verá más adelante que, al menos algunos de ellos, tienen una clara agenda cotrahegemónica y antiestadounidense.

El problema con estos medios es que no tienen la capacidad de "fabricar consensos" ni de construir realidades, y por tanto, están siempre eclipsados por los medios tradicionales. Más que llegar al gran público, los medios alternativos canalizan los intereses de sectores radicalizados y sirven, principalmente, para reforzar las convicciones de quienes ya las tienen o, dicho de otra manera, para informar y conducir a los fieles. La infinidad de medios alternativos existentes en Internet hace que sea sumamente difícil confiar en la veracidad de los contenidos que entregan. Carecen, por tanto, de la credibilidad que sí poseen los medios tradicionales o masivos, aunque esta sea inmerecida.

En este sentido, Noam Chomsky (2013), en una entrevista reciente, señala que la enorme diversidad de canales de información existente en Internet (sitios web, blogs, redes sociales, etc.) contribuye a fortalecer ideas preestablecidas antes que a generar debates y consensos:

La mayoría usa Internet como entretenimiento, diversión. Pero de la minoría que la usa para adquirir información, lo que se puede ver es que las personas localizan muy rápidamente sus sitios favoritos y los visitan porque refuerzan sus propias ideas (...) Entonces te vuelves adicto a esos sitios, que te dicen lo que estás pensando y no miras otros.

A pesar del poco impacto que puedan tener los medios alternativos es, creemos, interesante e importante incorporarlos a este trabajo, básicamente porque buscan transmitir una visión particular de la realidad tri–fronteriza, totalmente contraria a la que presentan los medios masivos tradicionales. Recordemos que, tal como sostiene Verónica Giménez (Página 12, 2006), es en el marco de la disputa entre visiones contrapuestas (la de los medios tradicionales y la de los alternativos) en donde surge la idea de "Triple Frontera" como espacio unitario e integrado, con nombre propio e identidad definida.

 

III. La Triple Frontera vista como un peligro para la seguridad hemisférica (la visión estadounidense)

A partir del 2001, luego de los atentados en Estados Unidos, la prensa, revistas especializadas y algunas agencias de Gobierno de aquel país empezaron a mostrar la zona como un ejemplo paradigmático de las llamadas "áreas sin ley" o "zonas grises", como un espacio carente del control del Estado, propicio para el desarrollo de diversas actividades ilícitas, y caracterizado por la presencia de una importante comunidad árabe–musulmana, factores –en conjunto– favorables para la actuación de células de al–Qaeda y de otros grupos terroristas islámicos como Hezbolá y Hamas. Así, para quienes propulsaron estas ideas –y para quienes se formaron una imagen de la zona con ellas–, la Triple Frontera pasó a ser –en palabras de Giménez (Página 12, 2006) – "un área de riesgo global", comparable a la frontera entre Pakistán y Afganistán y a la triple frontera amazónica entre Colombia, Perú y Brasil, todos lugares caracterizados por la presencia de organizaciones criminales vinculadas al tráfico de drogas y otros ilícitos, y movimientos insurgentes y/o fundamentalistas (las FARC en Colombia, los talibanes en Afganistán–Paquistán, y Hezbolá y Hamas en la Triple Frontera) involucrados en acciones terroristas.

Haciendo un seguimiento a algunos documentos anuales del Departamento de Estado de Estados Unidos es posible apreciar el paulatino incremento del interés del gobierno norteamericano por la zona, que llega a un punto culmen en el 2001. En 1998 la Triple Frontera no es siquiera mencionada en el Patterns of Global Terrorism. En 1999, en un escueto párrafo, el mismo informe da cuenta de la llamada Triborder Region, señalando que:

Los gobiernos de Argentina, Brasil y Paraguay consolidaron esfuerzos para contener las actividades ilícitas de individuos vinculados a grupos terroristas islámicos, y siguieron cooperando activamente en los esfuerzos regionales contra el terrorismo (U. S. Department of State, 1999).

No obstante, se dice en las últimas líneas, "la Triple Frontera sigue siendo el punto focal para extremistas islámicos en Latinoamérica" (U. S. Department of State, 1999).

En 2000, el espacio que ocupa la Triple Frontera en el informe crece ligeramente. En los tres párrafos que versan sobre la problemática tri–fronteriza se dice que la zona continúa siendo un "punto focal para extremistas islámicos en Latinoamérica", y se mencionan los esfuerzos realizados por los tres países por ponerle coto a las actividades criminales de individuos vinculados a grupos terroristas de Oriente Medio. Sin embrago, se recalca que tales esfuerzos son permanentemente obstaculizados por la falta de recursos, por la porosidad fronteriza y la corrupción. A continuación –como muestra de que los temores son fundados– se destacan tres arrestos efectuados por autoridades paraguayas: el de un empresario libanés vinculado financieramente con Hezbolá, acusado de violar leyes de propiedad intelectual; el de un palestino que, según se afirma, amenazó con bombardear las embajadas de Estados Unidos e Israel en Asunción, y que portaba documentos falsos; y el de un supuesto representante de las FARC sospechoso de estar envuelto en transacciones de drogas por armas entre grupos terroristas paraguayos y colombianos. A pesar de estos "logros", el informe asegura que "el ineficaz sistema judicial y la corrupción generalizada facilitan las acciones criminales que dan sustento a los grupos terroristas y obstaculizan las labores contraterroristas en Paraguay" (U. S. Department of State, 2000), resaltando el peligroso desgobierno que impera en la zona.

Hasta aquel año la preocupación norteamericana por la Triple Frontera estuvo marcada por las posibles repercusiones extrarregionales del conflicto árabe–israelí, por el accionar de dos actores inmersos en tal conflicto, Hamas y Hezbolá, y por los vínculos de estos grupos con la comunidad árabe residente en Foz de Iguazú y Ciudad del Este. A partir del 2001, a raíz de los atentados del 11–S, al–Qaeda –el grupo terrorista suní responsable de los ataques– se sumó a la lista de preocupaciones. El Patterns of Global Terrorism del 2001 dio mucha mayor importancia a la zona tri–fronteriza que los informes anteriores, y mencionó por primera vez a al–Qaeda, aunque sin confirmar la presencia de esta organización en la región. En el primero de los 11 párrafos en que se habla de la Triple Frontera8 se dice que esta:

[...] tomó una nueva prominencia como consecuencia de los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos. Aunque el tráfico de armas y drogas, la falsificación de documentos, el lavado de dinero, y la piratería de bienes son actividades asociadas desde hace bastante tiempo a la región, ésta también se caracteriza por ser un centro neurálgico de las actividades de Hezbolá y Hamas, particularmente las vinculadas con objetivos financieros y logísticos (U. S. Department of State, 2001).

El párrafo culmina con la siguiente frase, sin duda ambigua:

Al finalizar el año los reportes de prensa sobre la presencia de miembros de al– Qaeda en la Triple Frontera habían sido desmentidos o permanecían sin confirmar por la inteligencia y funcionarios de orden público (U. S. Department of State, 2001).

El informe destaca numerosos arrestos hechos en la zona –principalmente en Paraguay– de individuos sospechosos de recaudar fondos para Hezbolá y Hamas, varios de ellos acusados de asociación ilícita, evasión de impuestos y posesión de documentos falsos9. Algunos prominentes personajes fueron declarados fugitivos de la justicia, como el libanés radicado en Foz de Iguazú Assad Barakat, considerado el líder de Hezbolá en la Triple Frontera. Finalmente, como en años anteriores, el informe hace referencia a la gran problemática paraguaya y tri–fronteriza al señalar que "la omnipresente corrupción continúa siendo un problema (al punto que) algunos sospechosos de estar relacionados con organizaciones terroristas son capaces de cooptar a funcionarios policiales y del poder judicial" (U. S. Department of State, 2001).

Otro documento relevante –permanentemente citado– que ayuda a reforzar esta visión de la Triple Frontera es el publicado en el 2003 por la Biblioteca del Congreso (estadounidense) junto con el Gobierno de Estados Unidos, elaborado por Rex Hudson (2003) y titulado "Grupos terroristas y del crimen organizado en la Triple Frontera de Suramérica"10. Es relevante advertir que, tal como señala el propio autor en el prólogo, este escrito se sustenta únicamente en "fuentes abiertas", es decir libros, reportes, artículos de revistas y periodísticos, por lo que no brinda información adicional a la preexistente al momento de su publicación. A pesar de que la información utilizada es poco clarificadora de la realidad tri–fronteriza por ser en gran medida producto de la especulación periodística –inferencia que se puede hacer ante la carencia habitual de citas y referencias que indiquen con claridad las fuentes11– las conclusiones presentadas por Hudson (2003) son inicialmente ambiguas y luego bastante categóricas. Por ejemplo, en la sección conclusiva titulada "La Triple Frontera como refugio y base de grupos terroristas islámicos", el autor dice lo siguiente:

Varios grupos terroristas islámicos incluyendo a Al–Jihad y Al–Gama'a al–Islamiyya de Egipto, Hamas, Hezbolá y al–Qaeda probablemente están presentes en la triple Frontera.

Hezbolá y al–Qaeda probablemente colaboran (entre ellos) en la región, pero no existen pruebas definitivas al respecto.

Grupos terroristas islámicos usan la Triple Frontera como un refugio seguro, y para recaudar fondos, lavar dinero, reclutar, entrenar, conspirar y otras actividades terroristas.

El terrorismo, en el interior de la Triple Frontera, generado por grupos islámicos, se ha limitado a asesinatos selectivos –similares a los acometidos por las mafias– de empresarios y líderes de la comunidad que pueden contravenir sus intereses.

Las actividades de los grupos fundamentalistas en la Triple Frontera van en apoyo de sus organizaciones internacionales y de la yihad islámica contra Estados Unidos y sus aliados.

Hezbolá extrajo cientos de millones de dólares en utilidades del tráfico de drogas y armas, la piratería de productos y otras actividades ilícitas en la Triple Frontera.

Un número importante de miembros de grupos terroristas islámicos probablemente abandonaron la Triple Frontera después del 2001 y se dirigieron hacia otras áreas de Suramérica como Chile, Uruguay y Venezuela, lugares en los que talvez enfrentan una menor presión de las fuerzas de seguridad (Hudson, 2003, pp. 68–9).

En la siguiente sección de las conclusiones –titulada "La Triple Frontera como un centro del crimen organizado"–, Hudson señala que grupos criminales utilizan la región para lavar billones de dólares cada año, y para obtener ganancias con el tráfico de drogas, de armas y otras actividades ilícitas. Además, afirma que se ha gestado una alianza tripartita entre los grupos terroristas islámicos, las mafias organizadas y muchos funcionaros de Gobierno y de policía en la Triple Frontera, y en otras zonas de los países tri–fronterizos. Finalmente advierte de la presencia de varios grupos de la mafia china operando en el área; de la existencia de "reportes" que develan la colaboración de las mafias chinas y rusas (chechenas) con grupos terroristas y en particular con al–Qaeda; de la profusa actividad de mafias locales –paraguayas, brasileñas y argentinas–, y de los nexos entre la mafia de Hong Kong y la red de Hezbolá asentada en la región, relaciones establecidas en especial para atender los negocios de piratería de productos.

Claramente el cuadro esbozado por Hudson –que pasa de estar sustentado en probabilidades a estarlo, al menos en apariencia, en certezas– muestra una realidad crítica que demanda especial atención. Junto con este documento y los informes antes mencionados, un sinnúmero de artículos publicados en revistas especializadas, periódicos y sitios web de noticias, principalmente después del 2001, contribuyen a reforzar la imagen de peligrosidad desbordante de la Triple Frontera, y la idea de que la zona cumple funciones importantes para distintas organizaciones terroristas de Medio Oriente.

Un reportaje elaborado por CNN publicado el 2002 señala que –según fuentes de inteligencia– "varios altos dirigentes de agrupaciones terroristas se reunieron en la Triple Frontera para planificar ataques contra objetivos estadounidenses e israelíes ubicados en el hemisferio occidental". Las reuniones tuvieron lugar –narra CNN– en Ciudad del Este y sus alrededores, y en ellas participaron representantes de Hezbolá y de otros grupos simpatizantes de la red terrorista al–Qaeda. También se dice –siguiendo supuestos informes de la inteligencia argentina– que habría conexión entre los grupos terroristas Hezbolá, Al–Gama'a al–Islamiyya y Al–Jihad, y algunas mezquitas del área y negocios desarrollados en la zona (CNN, 2002).

En un artículo publicado el 2004 en la revista Military Review –editada por el Ejército estadounidense– titulado "Amenaza terrorista en la Triple Frontera, ¿mito o realidad?", el autor –el teniente coronel Philip K. Abbott– dice que:

La comunidad árabe y musulmana de Ciudad del Este ha obtenido ganancias a través del lavado de dinero, el tráfico de drogas y armas, el contrabando y la piratería, y parte de esos fondos –según se informa– se han utilizado para solventar actos terroristas en contra de Israel cometidos por Hezbolá y Hamas. Se reporta que Las FARC también estarían presentes en la región para recolectar fondos.

La peligrosa combinación que se produce en la Triple Frontera –donde se conjuga una amplia zona sin gobierno, pobreza, actividad ilícita, grupos humanos carentes de derechos, agencias policiales y militares mal equipadas, y democracias frágiles– es una invitación abierta para terroristas y sus partidarios.

Las potencialidades para el terrorismo en la Triple Frontera y en otras áreas de Latinoamérica no son un mito. La Triple Frontera y varias otras zonas tri–fronterizas en América Latina se convertirán en caldos de cultivo ideales para terroristas y aquellos grupos que los apoyan, a menos que los países en la región hagan cambios en sus sistemas judiciales, mejoren sus capacidades de policía y militares, tomen medidas anticorrupción eficaces, y cooperen entre ellos (Military Review, 2004).

En tanto, un reportaje de la cadena de noticias estadounidense NBC publicado el 2007 indica que:

Hezbolá, milicia apoyada por Irán, ha echado raíces en Suramérica, fomentando una fuerza bien financiada de islamistas radicales, dispuestos a morir para probar su odio hacia Estados Unidos –según miembros de la milicia, oficiales de Estados Unidos y agencias de policía a través del continente–.

Desde su base occidental en una remota región dividida por las fronteras de Paraguay, Brasil y Argentina conocida como la Triple Frontera, Hezbolá ha extraído la frustración de muchos musulmanes de los cerca de 25 mil árabes –mayoritariamente provenientes del Líbano– residentes en la zona.

Una investigación realizada por Telemundo y NBC ha descubierto detalles de una amplia red de contrabando manejada por Hezbolá. La operación canaliza grandes cantidades de dinero a líderes de la milicia en el Medio Oriente, y financia campos de entrenamiento, operaciones de propaganda y ataques terroristas en Suramérica –de acuerdo con oficiales de Estados Unidos y América del Sur–.

Las autoridades estadounidenses temen que las poco patrulladas fronteras y la corrupción endémica de la zona faciliten la posible infiltración de terroristas de Hezbolá por la frontera sur de Estados Unidos. Desde esta región, en gran medida sin ley, es fácil que potenciales terroristas lleguen hasta Estados Unidos a través de Brasil y México moviéndose como simples turistas (NBC, 2007).

Es relevante señalar que una de las fuentes citadas en el reportaje de la cadena NBC, un joven musulmán de Ciudad del Este llamado Mustafa Khalil Meri que dice ser miembro de Hezbolá, y estar dispuesto a morir enfrentando a Estados Unidos si el país norteamericano invade Irán12, no es más que "un joven tratando de llamar la atención, con algunos problemas psicológicos probablemente" en palabras de la persona que ayudó a coordinar la entrevista, una periodista paraguaya de Ciudad del Este con quien entablamos contacto durante el trabajo de campo, quien, además, agregó que "si fuera realmente un miembro de Hezbolá hubiera permanecido en silencio"13. A pesar de la debilidad del testimonio y la opacidad de las fuentes las conclusiones presentadas por NBC son, en apariencia, irrefutables.

Finalmente, un artículo publicado en la revista norteamericana Foreign Affairs el 2003, escrito por Jessica Stern, desató una polémica que vale la pena comentar. En el escrito se afirma que Hezbolá tiene una base en la región tri–fronteriza, y que ha utilizado el territorio paraguayo para coordinar reuniones con al–Qaeda. Además, se dice que la Triple Frontera es "un lugar en el que terroristas de ideologías divergentes se reúnen para intercambiar información, estrategias y técnicas" (Stern, 2003). Según Stern (2003), "la Triple Frontera es una región sin ley, donde los terroristas pueden encontrar refugio seguro, y conseguir dinero con poca o ninguna posibilidad de ser capturados" (Barbosa, 2004). Estas aseveraciones generaron una enérgica respuesta del Gobierno brasileño. El embajador de tal país ante Estados Unidos –Rubens Barbosa– escribió una carta de protesta a la revista –publicada con el título de "Triborder Dispute"–, en la que dice que la autora "basa sus declaraciones sobre la presencia de terroristas en la Triple Frontera en supuestos erróneos e información incorrecta". Luego asegura que:

No hay evidencia concreta que pruebe la presencia de organizaciones terroristas en el área (ni siquiera para probar la existencia de actividades de recaudación de fondos). Esto ha sido recientemente confirmado por el secretario ejecutivo del Comité Interamericano contra el Terrorismo, que visitó la región en agosto, y la embajadora de Estados Unidos en Brasil Donna Hrinak. El comandante del Comando Sur de Estados Unidos, general James Hill, confirmó esta información en contactos con el gobierno brasileño.

Las acusaciones de Stern son injustas. La región ha sido el objetivo de un esfuerzo de vigilancia que combina recursos de Brasil, Paraguay y Argentina desde hace más de una década. Después de los ataques del 11 de septiembre del 2001 estos esfuerzos se incrementaron con la creación del Grupo de Trabajo del Mercosur sobre Terrorismo, y el "Mecanismo 3+1" que combina las capacidades de inteligencia y promueve el intercambio de información entre los tres países tri–fronterizos y Estados Unidos.

(...) las aseveraciones infundadas de Jessica Stern (...) perpetúan un estereotipo perjudicial que de ninguna manera hace justicia a la lucha de Brasil contra el terrorismo, ni a los miles de brasileños, paraguayos, y argentinos que viven y trabajan en la Triple Frontera (Barbosa, 2004).

Tal como dice el embajador Rubens Barbosa, todos estos informes, documentos y artículos –sin importar en la práctica su veracidad– contribuyen a generar –y a perpetuar– una imagen oscura de la realidad tri–fronteriza, a pintar un cuadro donde prima la ilegalidad, el descontrol, la corrupción, plagado de árabes axiomáticamente vinculados con el terrorismo islámico, una realidad que, en definitiva, constituye un riesgo global y un peligro para el hemisferio occidental. Como se verá a continuación hay quienes creen que toda esta "propaganda" tiene fines concretos que van más allá de los temores relacionados con el terrorismo, y que estarían vinculados al supuesto interés de Estados Unidos por controlar los recursos naturales existentes en la Triple Frontera.

 

IV. La Triple Frontera como un espacio de disputa de intereses geopolíticos (la visión de los medios alternativos)

Como respuesta a esta –que algunos denominan– "ofensiva mediática" surgió y empezó a circular la idea de que las denuncias, informes y declaraciones sobre la presencia de terroristas islámicos en la Triple Frontera serían parte de un ardid del Gobierno estadounidense para lograr el control de los recursos naturales de la zona, y piezas de un plan para alcanzar la dominación global. Estos planteamientos han sido profusamente difundidos –a partir del 2001– por los llamados "medios alternativos" o "contra–hegemónicos", y ONG vinculadas a movimientos sociales y políticos latinoamericanos, supuestamente con el objetivo de alertar a la población y a las autoridades de los países de Suramérica de las intenciones ocultas del Gobierno de Estados Unidos.

El periodista Víctor Ego Ducrot, por ejemplo, publicó en el semanario sueco Liberación –el 2002– un artículo titulado "La triple frontera, clave de la estrategia norteamericana", en el que dice que:

Los poderes imperiales mienten al afirmar que el punto de encuentro territorial entre Argentina, Brasil y Paraguay es un enclave del terrorismo internacional. Al servicio de las corporaciones financieras globalizadas, Estados Unidos y sus mandatarios en distintos puntos del orbe quieren encubrir la verdadera naturaleza de su accionar: apropiarse de los recursos económicos estratégicos y ocupar militarmente Sudamérica para proteger sus intereses de dominación.

Luego afirma que "la campaña de terrorismo mediático que Estados Unidos montó en torno a la Triple Frontera forma parte de un amplio plan de dominación global". El imperialismo sigue existiendo –asegura Ego Ducrot (2002)– en la forma de lo que denomina el Impero Global Privatizado (IGP), liderado por Estados Unidos que fue el primer país en

[...] privatizar el poder del Estado, especialmente sus gestiones en política exterior y de defensa". En el Imperio Global Privatizado el Estado ha sido ocupado en forma directa y plena por las corporaciones financieras globalizadas, las que ya no operan como factores de poder e influencia sino como agentes directos.

Y lo que las corporaciones buscan es controlar los recursos naturales del planeta. En este sentido, "la cuestión de la Triple Frontera poco y nada tiene que ver con el conflicto meso–oriental" (Ducrot, 2002). Más bien, dice el autor, es una extensión hacia el Cono Sur del Plan Colombia, que busca crear las condiciones para una futura intervención militar norteamericana en la subregión. Para tales fines, la demonización de la zona tri–fronteriza es estratégica.

Cabe notar que "la Triple Frontera funciona como llave de acceso político y militar a la región amazónica" (Ducrot 2002), área que concentra cerca del 50 % de los bosques tropicales del planeta, una impresionante biodiversidad, con decenas de miles de plantas y millones de animales, y donde se encuentra el río más caudaloso y largo del mundo –el Amazonas–, que junto con sus afluentes contienen aproximadamente la quinta parte del total de agua dulce de la Tierra.

Como resulta evidente siguiendo los planteamientos del autor, "la riqueza de biodiversidad y las reservas de agua dulce forman parte del stock de recursos naturales estratégicos que el IGP pretende controlar" (Ducrot, 2002). Ego Ducrot (2002) culmina diciendo que:

[...] la cuestión de la Triple Frontera argentino–brasileño–paraguaya debe ser comprendida en el marco del escenario global descrito a lo largo de este artículo y no a la luz de la propaganda militarista norteamericana.

Siguiendo la misma línea de "denuncia contra–hegemónica", la periodista argentina Stella Calloni –en un artículo publicado el 2004 (a)– asegura que:

Si se estudian detenidamente tanto el Plan Colombia como el Puebla–Panamá, se verá que apuntan al control de todos los grandes ríos y comunicaciones fluviales –sumado a cuanto recurso estratégico quede a mano– desde el norte de México hasta el extremo sur de Argentina. En nuestro país, la mayor reserva de agua potable subterránea del mundo, el Acuífero Guaraní, que abarca además a varios países en una extendida serie de fronteras comunes, es uno de los principales ejes para el establecimiento de una base militar, o de inteligencia en la zona de la Triple Frontera.

Con este fin –dice Calloni (2004a)– Estados Unidos, con apoyo del Gobierno de Israel, comenzó a esgrimir un argumento tan falso como los utilizados para la invasión y ocupación de Irak. Desde mitad de los 90, con el respaldo del presidente argentino, Carlos Menem, los servicios de inteligencia argentinos y el entonces ministro del Interior, Carlos Corach, se desplegó una campaña para hacer de la Triple Frontera otro "eje del mal". Así:

[...] repentinamente se decidió convertir a esa zona en un supuesto nido de células terroristas islámicas. Aún no habían sucedido los atentados de las Torres Gemelas de septiembre del 2001 en EE. UU., cuando ya esa zona era señalada como una base de Hamas y de Hezbolá.

En otro artículo, publicado en el diario La Jornada de México, Calloni (2004b) afirma que:

El paso del coordinador de la Oficina Antiterrorista del Departamento de Estado estadounidense, Joseph Cofer Black, por Buenos Aires, dejó en claro que el gobierno de George W. Bush está decidido a continuar su estrategia de militarizar la Triple Frontera.

Aunque "los argumentos de que el lugar es, o fue, un nido de terroristas islámicos, (...) y refugio de células de al–Qaeda" van cayendo por su propio poco peso y desmérito, "Estados Unidos insiste en adjudicar a la zona un lugar en el mapa del terrorismo que trazan sus expertos" (Calloni, 2004b). Y termina señalando que:

Lo único comprobable es que la Triple Frontera es un lugar estratégico geográficamente, que comprende también el subsuelo de la zona circundante, el llamado Acuífero Guaraní, la mayor reserva de agua dulce no contaminada del mundo.

En este mismo sentido, Carmen Moreno (2004) en un artículo publicado en Visiones Alternativas dice que la supuesta existencia de células terroristas en la zona tri–fronteriza constituye un "pretexto para acceder en forma silenciosa y supuestamente justificable a la reserva de agua dulce más grande del planeta: el Acuífero Guaraní".

En tanto, el chileno Marcel Claude (2005) advierte que –al nivel global– se observa un fenómeno de aceleración de la "militarización de las grandes fuentes de agua", que suele presentarse como una fórmula –llevada a cabo por potencias extranjeras– para "proteger" los recursos naturales e hídricos. Según Claude (2005):

Diversos analistas concuerdan en que uno de los objetivos estratégicos de la invasión a Irak fue el control de los dos ríos más importantes del Medio Oriente, territorio donde el agua es tan preciada como el petróleo.

Y existen ejemplos mucho más cercanos: en Argentina, una investigación del Centro de Militares para la Democracia (CEMIDA), llegó a una preocupante conclusión: "La cíclica presencia del Comandante del Ejército Sur de EE. UU. en la Triple Frontera, las declaraciones del Departamento de Estado y los rumores de que allí habría terroristas tienen un objetivo: el control del Sistema Acuífero Guaraní (SAG), un verdadero océano de agua potable subterráneo que tiene allí su principal punto de recarga.

La investigación citada por Claude (2005) –elaborada por CEMIDA, una organización de militares argentinos retirados–, también es tomada como referencia por Marcela Valente (2004), quien en un artículo publicado en el sitio web Rebelión.org dice que la supuesta presencia de grupos terroristas en la Triple Frontera es pretexto para aumentar la presencia de militares estadounidenses en la zona, con el fin de "apoderarse silenciosamente del Acuífero Guaraní", por medio de un "sospechoso" proyecto de conservación actualmente en marcha (desde el 2003), que está en manos del Banco Mundial y la Organización de Estados Americanos (OEA), entes controlados por Estados Unidos –según el informe de CEMIDA–.

Ana Esther Ceceña (2002) desarrolla una argumentación similar en el libro editado por CLACSO La guerra infinita, hegemonía y terror mundial, en el que señala que como parte de la estrategia de dominación desplegada en múltiples frentes se han incrementado –principalmente después de los atentados del 2001– "las presiones sobre América del Sur para la instalación de bases militares, para la supervisión de territorios supuestamente controlados por el narcotráfico" (Ceceña, 2002, pp. 177–178) dice en este sentido que:

Si ya se tenía un despliegue de posiciones militares que en conjunto permitían un control triangulado de todo el territorio de América del Sur, con una ubicación muy cercana a los sitios que albergan las principales riquezas naturales de la región (biodiversidad, petróleo y agua), después del 11 de septiembre las presiones y los movimientos estratégicos se acrecientan.

El caso más evidente corresponde a la identificación de la llamada Triple Frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay como territorio de asiento de grupos musulmanes que podrían estar vinculados con Bin Laden. Es sabido que esa zona tiene un enorme interés geopolítico y geoeconómico por ser una frontera privilegiada que comunica a los dos países más importantes de América del Sur, por estar en un lugar rico en biodiversidad y con mucha agua, que además puede ser una buena fuente de energía eléctrica.

Como se puede apreciar, la visión de los "medios alternativos" desestima por completo la supuesta presencia de terroristas islámicos en la Triple Frontera, e interpreta los planteamientos en este sentido como parte de una ofensiva mediática para fortalecer la presencia militar de Estados Unidos en la zona con el fin de dominar el territorio y controlar los abundantes recursos naturales existentes, tanto en el área tri–fronteriza como en la región amazónica. Sin duda esta visión ha sido mucho menos difundida (y lógicamente ha tenido menos impacto) que la de los medios de comunicación masivos y "proestadounidenses", por lo que en general prima la idea de que la Triple Frontera es una "zona gris", sin ley, plagada de terroristas y toda clase de delincuentes. Como dice Verónica Giménez Béliveau (Página 12, 2006):

En esta lucha entre posturas diferentes, entre los que dicen que quieren apropiarse de los recursos y la visión de los Estados Unidos, los que han logrado imponer en la escena pública su idea son los medios norteamericanos.

 

V. Colofón

Es en la práctica muy difícil dilucidar las verdades en este debate, y discernir entre hechos, supuestos, inventos y exageraciones. Por lo mismo es preferible tomar las aseveraciones de uno y otro lado como relatos antagónicos que buscan "pintar una imagen" de la realidad tri–fronteriza, más que como intentos objetivos de "leer" la realidad. Teniendo en cuenta esto, es factible desechar aquello que objetivamente carece de sustento, y lograr que algunas pocas cosas emerjan como veraces. El periodista paraguayo del diario Última Hora de Ciudad del Este, Andrés Colmán, dijo en una entrevista realizada para esta investigación que "en la zona no hay terroristas, y tampoco hay militares norteamericanos", y luego agregó: "lo que hay es contrabando, crimen organizado y mucha corrupción, eso sí" (entrevista personal, Ciudad del Este, 19 de septiembre de 2009). Casi nadie podrá rebatir esta afirmación. En un artículo publicado en Última Hora, Colmán (2009) añade que en vano suele tratar de explicarles a los colegas periodistas extranjeros que visitan la zona que:

Los únicos árabes extremistas que conocemos en la Triple Frontera son algunos codiciosos dueños de galerías comerciales, que piden precios extremos por sus artículos, generalmente, truchos. Y que solo pudimos ver a agentes de la CIA en las películas copiadas en devedés piratas, que los mesiteros de Ciudad del Este venden a 5000 guaraníes14.

Una respuesta similar obtuvimos en la entrevista realizada a Mariana Ladaga, periodista del diario La Nación de Paraguay. En ella, Ladaga dice que "prácticamente no hay pruebas que permitan confirmar la presencia de terroristas en la zona, hay sin duda envíos de remesas a Medio Oriente, pero eso no prueba nada", y añade que:

De lo que sí hay pruebas es de la piratería y la falsificación de productos, del contrabando, e incluso del lavado de dinero. Puedes ver en el "microcentro" una gran cantidad de edificios medio vacíos o a medio construir, eso es producto del lavado de dinero. Todo esto se potencia con los altos niveles de corrupción que hay en Paraguay y especialmente acá en Ciudad del Este, que vienen de los tiempos de Stroessner (entrevista personal, Ciudad del Este, 19 de septiembre de 2009).

Por otro lado, Sergio Acosta (2003) escribió en un artículo para Visiones Alternativas que:

En Ciudad del Este, a simple vista, solo se observa una fuerte e intensa actividad comercial. La realidad es que este comercio es en su mayoría ilegal, con falsificaciones de todo tipo. Así ha sido siempre. Se puede comprar desde un Rolex –falso por supuesto– hasta algunos tipos de armas. Se ve que hubo o hay mucha plata, porque en un país pobre como Paraguay destacan barrios residenciales de lujosa fachada.

Seguidamente, Acosta cita al analista y periodista Juan Darío Ortiz, entrevistado por él en Ciudad del Este, quien dice que:

No creo que haya bases terroristas, pero lo del lavado de dinero es una realidad. Ustedes tendrán otras cifras pero acá manejamos cifras siderales, y no solo se va a Medio Oriente, sino también a Malasia y a otros lugares, pero de un tiempo para acá ha mermado el comercio. Ciudad del Este tiene 350 mil habitantes, 35 bancos, 50 casas de cambio y 600 cambistas. Una ciudad de esta magnitud no puede tener este movimiento, algo raro tiene que estar ocurriendo y ocurre desde hace tiempo. Aquí puedes comprar de todo, lo que vos quieras, no sé si un B52 norteamericano, no sería raro que te lo saquen de la fábrica (Acosta, 2003).

Finalmente, el autor del artículo explica que muchos de los problemas de la ciudad y de la Triple Frontera están relacionados con los altos niveles de corrupción que afectan a la zona, y las múltiples actividades ilícitas en las que incluso participan funcionarios públicos y políticos, y toma como ejemplo una anécdota contada por el periodista paraguayo Carlos Bottino:

Para tener una idea de la situación está el ejemplo del caso del candidato oficialista por el Partido Colorado en el Departamento de Alto Paraná, el más rico del país y cuya capital es Ciudad del Este. En enero del 2002 la justicia intervino una de sus fábricas en el momento exacto en que estaban falsificando cigarrillos y estampillas de origen brasileño (Acosta, 2003).

La corrupción (y la participación activa o pasiva de funcionarios públicos en actividades ilícitas) en la Triple Frontera, y particularmente en Paraguay, es un problema ampliamente conocido y reconocido por todos. De hecho Paraguay figura entre los países más corruptos del mundo en los informes elaborados por la prestigiosa organización Transparencia Internacional (2004; 2005). Claramente, el contexto institucional paraguayo y de la región –propiciado por la proliferación de ciertas conductas que erosionan el marco normativo formal, como la corrupción, y la baja capacidad del Estado para brindar bienestar a la ciudadanía–, generan preocupaciones fundadas, que van más allá de supuestos periodísticos y pugnas discursivas.

Es interesante advertir que la percepción de la realidad de la Triple Frontera que se tiene en la zona, a la que se pudo acceder por medio de entrevistas a informantes clave y artículos de opinión publicados en medios locales, difiere significativamente de la realidad presentada por organismos gubernamentales y medios de comunicación estadounidenses, así como de aquella presentada por los llamados medios alternativos. Esto no hace más que poner en evidencia lo difícil que es asir la realidad, más aún cuando aquello que se quiere conocer y comprender es distante y complejo, y está cruzado por intereses particulares diversos. La realidad, en tanto construcción mediática, parece, al menos en este caso específico, estar constituida por tales intereses, prejuicios y supuestos periodísticos, y estar determinada por ciertas condiciones que en un trabajo anterior15 llamamos "endógenas institucionales" (debilidad del Estado, corrupción, pobreza, etc.) que crean un escenario en el que todo es, al menos, verosímil.

 


Notas:

1 La Triple Frontera del Paraná es la zona establecida alrededor del punto en el que confluyen los límites fronterizos de Paraguay, Brasil y Argentina, en el área nordeste del denominado Cono Sur de Sudamérica (en torno de los 25.60° de latitud Sur y los 54.60° de longitud Oeste). Los ríos Paraná e Iguazú dibujan los lindes entre los tres países, siendo el Paraná –alineado en posición Norte–Sur– el que marca la frontera entre Paraguay al oeste, y Brasil y Argentina al este, mientras que el Iguazú –en posición Este–Oeste– hace lo propio con la frontera entre Brasil al norte, y Argentina al sur. El espacio tri–fronterizo está configurado por la presencia de tres centros urbanos, Ciudad del Este (Paraguay), Foz de Iguazú (Brasil) y Puerto Iguazú (Argentina), que cuentan con una población estable (sumada) de entre 650.000 y 700.000 habitantes, de los cuales cerca del 5% son árabes (principalmente libaneses). Dichas urbes mantienen una interrelación estrecha, signada por la comunión de factores económicos, culturales, geográficos y de seguridad (Dreyfus 2007), y por una profusa circulación de flujos de diverso tipo (personas y mercancías), características que, según Pablo Dreyfus (2007:105), hacen de esta una "región transfronteriza por excelencia".

2 Proyecto de investigación financiado por el Fondeo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico de Chile (FONDECYT). El proyecto, titulado Conexiones sudamericanas del fundamentalisno islámico: 1992–2006 estuvo a cargo del doctor Isaac Caro.

3 "No es nuestra intención (dicen Chomsky y Herman) afirmar aquí que los medios de comunicación tan solo se ocupan de la propaganda, pero creemos que la actividad propagandística es uno de los aspectos más relevantes de su cometido" (p. 13).

4 "Como si para nosotros la voluntad de verdad y sus peripecias estuviesen enmascaradas por la verdad misma en su necesario despliegue" (Foucault 1992: 12).

5 Se logra así confundir o mimetizar "lo que la gente quiere" con "lo que los poderosos desean".

6 Vemos que esto encaja perfectamente, o hace sinergia, con el tercer filtro de los señalados por Chomsky y Herman (1990): "la dependencia de los medios de la información proporcionada por el gobierno, las empresas y los "expertos", información por lo demás, financiada y aprobada por esos proveedores principales y por otros agentes del poder" (p. 22).

7 Un ejemplo paradigmático en este sentido es la campaña mediática con la que la administración de George W. Bush buscó (y logró) justificar la invasión a Irak (que se realizó el 2003) como respuesta a los atentados contra las Torres Gemelas y El Pentágono el 2001. Un informe del Center for Public Integrity señala que, entre el 2001 y el 2003, el gobierno estadounidense hizo al menos 935 declaraciones falsas sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak. Obviamente estas declaraciones fueron ampliamente difundidas por los medios de comunicación. Ver: "Following 9/11, President Bush and seven top officials of his administration waged a carefully orchestrated campaign of misinformation about Saddam Hussein's Iraq". http://www.publicintegrity.org/2008/01/23/5641/false–pretenses

8 "Donde convergen los límites de Argentina, Brasil y Paraguay y radica una gran comunidad árabe", rasgo este último que se torna primordial a los ojos de las autoridades norteamericanas.

9 Según lo planteado en el documento estos son los únicos cargos por los que la justicia paraguaya puede retener a los sospechosos mientras no se actualice la legislación (Patterns of Global Terrorism, 2001).

10 Utilizamos este documento no solo porque fue difundido en medios de comunicación y en el sitio web de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, sino, principalmente, porque está basado en artículos y reportajes aparecidos en medios de comunicación de Estados Unidos y América Latina.

11 Esta afirmación se hace después de haber hecho una revisión exhaustiva de los artículos periodísticos en los que se basa el autor.

12 La entrevista se puede ver siguiendo este link: http://www.msnbc.msn.com/id/21134540/vp/18560352#3677250

13 Entrevista personal, Ciudad del Este, 19 de septiembre de 2009. La entrevistada pidió que su nombre que fuera mencionado.

14 Las palabras de Colmán tienen el respaldo de los años de trabajo en terreno, y del considerable tiempo dedicado a investigar las dinámicas del contrabando, el tráfico de drogas y la trata de personas, asuntos sobre los que ha escrito numerosos reportajes periodísticos en medios de comunicación paraguayos.


 

Bibliografía

Acosta, S. (2003, 10 de abril). Triple Frontera: terrorismo o comercio. Visiones Alternativas. Recuperado el 16 de septiembre de 2009. Disponible en http://www.visionesalternativas.com/militarizacion/articulos/3front/4.htm.         [ Links ]

Barbosa, R. (2004). Triborder Dispute. Foreign Affairs, January/February, Recuperado el 25 de septiembre de 2009. Disponible en http://www.foreignaffairs.com/articles/59541/rubens–barbosaand–jessica–stern/triborder–dispute.         [ Links ]

Calloni, S. (2004a). La guerra del agua en el Plan Colombia. Voltairenet.org. Recuperado el 17 de septiembre de 2009. Disponible en http://www.voltairenet.org/article121670.html.         [ Links ]

Calloni, S. (2004b). Advierte Washington que seguirá militarizando la Triple Frontera. La Jornada. Recuperado el 17 de septiembre de 2009. Disponible en http://www.jornada.unam.mx/2004/02/01/030n1mun.php?origen=mundo.phpfly=1        [ Links ]

Ceceña, A. E. (2002). La batalla de Afganistán. En A. E. Ceceña y E. Sader (Ed.) La guerra infinita: hegemonía y terror mundial (167–188). Buenos Aires: CLACSO.         [ Links ]

Chomsky, N. y Herman, E. S. (1990). Los guardianes de la libertad. Barcelona: Crítica.         [ Links ]

Chomsky, N. (2013). Por qué Chomsky desconfía de internet. BBC Mundo. Recuperado el 11 de julio de 2013. Disponible en http://www.elmostrador.cl/noticias/mundo/2013/07/10/por–que–chomskydesconfia–de–internet/.         [ Links ]

Claude, M. (2005). La silenciosa guerra por el agua se libra en todo el Planeta. Voltairenet.org. Recuperado el 16 de septiembre de 2009. Disponible en http://www.voltairenet.org/article128892.html.         [ Links ]

CNN. (2002). South America's 'tri–border' back on terrorism radar. CNN. Recuperado el 10 de septiembre de 2009. Disponible en http://archives.cnn.com/2002/WORLD/americas/11/07/terror.triborder/index.html.         [ Links ]

Colmán, A. (2009). Yanquis, go home. Última Hora. Recuperado el 15 de septiembre de 2009. Disponible en http://blogs.ultimahora.com/post/2365/18/andr–eacute–s–colm–aacute–n–guti–eacute–rrez.html.         [ Links ]

Dreyfus, P. (2007). La Triple Frontera, zona de encuentros y desencuentros. En W. Hofmeister, F. Rojas y L. G. Solis (Org.) La percepción de Brasil en el contexto internacional: perspectivas y desafíos, Tomo 1: América Latina. Rio de Janeiro: Konrad–Adenauer–Stiftung, FLACSO.         [ Links ]

Ducrot, V. E. (2002). La triple frontera, clave de la estrategia norteamericana, Liberación. Recuperado el 22 de septiembre de 2009. Disponible en http://www.liberacion.press.se/anteriores/anteriores2/021101/notas/tema.htm.         [ Links ]

Espada, A. (1998). La construcción del acontecimiento. Revista de Occidente. N.° 208, 45–54.         [ Links ]

Fleischman, L. Ginesta, X. y López, M. (2009). Los medios alternativos e Internet: un análisis cualitativo del sistema mediático español. Andamios, Vol. 6, N.°11, 257–285.         [ Links ]

Foucault, M. (1992). El orden del discurso. Buenos Aires: Tusquets Editores.         [ Links ]

González, L. J. (2012). "El orden del discurso" (I y II). Antropomedia. Recuperado el 27 de junio de 2013. Disponible en http://www.etnografiavirtual.com/2012/07/16/el–orden–del–discurso–parte–i/. http://www.etnografiavirtual.com/2012/07/23/el–orden–del–discurso–parte–ii/.         [ Links ]

Hudson, R. (2003). Terrorist and organized crime groups in the Tri–border area (TBA) of South America. Washington, DC: Federal Research Division, Library of Congress. Disponible en http://www.loc.gov/rr/frd/pdf–files/TerrOrgCrime_TBA.pdf.         [ Links ]

Military Review (2004). Terrorist threat in the Tri–border area: myth or reality? Military Review, September– October. Recuperado el 27 de septiembre de 2009. Disponible en http://www.army.mil/ProfessionalWriting/volumes/volume3/january_2005/1_05_4.html.         [ Links ]

Montenegro, S. y Giménez, V. (2006). La Triple Frontera. Globalización y construcción social del espacio. Buenos Aires: Miño y Dávila.         [ Links ]

Moreno, C. (2004). La Triple Frontera, un anhelo norteamericano. Visiones Alternativas. Recuperado el 17 de septiembre de 2009. Disponible en http://www.visionesalternativas.com/militarizacion/articulos/3front/10.htm.         [ Links ]

NBC (2007). Hezbollah builds a Western base. NBC. Recuperado el 15 de septiembre de 2009. Disponible en http://www.msnbc.msn.com/id/17874369/.         [ Links ]

Página 12 (2006). Triple frontera, el mito de la tierra sin ley. Página 12. Recuperado el 19 de septiembre de 2009. Disponible en http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3–78457–2006–12–31.html.         [ Links ]

Pineda, A. (2002). El modelo de propaganda de Noam Chomsky: medios mainstream y control del pensamiento. Revista Latina de Comunicación Social, 47. Recuperado el 8 de julio de 2013. Disponible en http://www.ull.es/publicaciones/latina/2002/latina47febrero/4704pineda.htm.         [ Links ]

Said, E. W. (2003). Orientalismo. Barcelona: Random House Mondadori.         [ Links ]

Stern, J. (2003). The Protean enemy. Foreign Affairs, July/August. Recuperado el 25 de septiembre de 2013. Disponible en http://www.foreignaffairs.com/articles/58995/jessica–stern/the–proteanenemy.         [ Links ]

Transparencia Internacional (2004). Índice de Percepción de la Corrupción 2004, Berlín: Transparencia Internacional.         [ Links ]

Transparencia Internacional. (2005). Barómetro Global de la Corrupción 2005. Berlín: Transparencia Internacional.         [ Links ]

U. S. Department of State (1998). Patterns of Global Terrorism. Department of State Publication. Recuperado el 20 de marzo de 2010. Disponible en http://www.state.gov/www/global/terrorism/1998Report/1998index.html.         [ Links ]

U. S. Department of State . (1999). Patterns of Global Terrorism. Department of State Publication. Recuperado el 20 de marzo de 2010. Disponible en (http://www.state.gov/www/global/terrorism/1999report/1999index.html).         [ Links ]

U. S. Department of State . (2000). Patterns of Global Terrorism. Department of State Publication. Recuperado el 20 de marzo de 2010. Disponible en http://www.state.gov/s/ct/rls/crt/2000/.         [ Links ]

U. S. Department of State. (2001). Patterns of Global Terrorism. Department of State Publication. Recuperado el 20 de marzo de 2010. Disponible en http://www.state.gov/s/ct/rls/crt/2001/.         [ Links ]

Valente, M. (2004). Ronda el fantasma de la guerra por el agua. Rebelion.org. Recuperado el 17 de septiembre de 2013. Disponible en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=8389.         [ Links ]

 

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License