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Encuentros

Print version ISSN 1692-5858

Encuentros vol.12 no.2 Barranquilla July/Dec. 2014

 

La Etnografía: una posibilidad metodológica para la investigación en cibercultura

Ethnography: A methodological tool for research in cyberculture

Tania Meneses Cabrera1
John Jairo Cardozo Cardona2

1 Universidad Nacional Abierta y a Distancia tania.meneses@unad.edu.co
2 Universidad Nacional Abierta y a Distancia john.cardozo@unad.edu.co

Cómo referenciar este artículo:
Meneses Cabrera, T.; Cardozo Cardona, J. (2014). La Etnografía: una posibilidad metodológica para la investigación en cibercultura. Revista Encuentros, Universidad Autónoma del Caribe, 12 (2) ,pp. 93-103.

Recibido: 12 de marzo de 2014. Fecha de aceptación: 15 de junio de 2014


Resumen

El presente artículo de reflexión, construido en el marco del proyecto titulado: "El Campus Virtual de la UNAD como espacio para la construcción de aprendizajes colaborativos"; realizado por el grupo Cibercultura y territorio, adscrito a la Universidad Nacional Abierta y a Distancia, cuyo objetivo principal fue la identificación del aprendizaje colaborativo como estrategia de mediación, como categorías teóricas donde los conceptos de dispositivo, mediación pedagógica y aprendizaje colaborativo, fueron abordados desde las corrientes pedagógicas que indagan por el fenómeno de incorporación de las tecnologías de la Información y la comunicación en la educación. En este sentido, este artículo hace énfasis en la metodología, a partir de un diseño reflexivo sobre técnicas y aproximaciones conceptuales que requieren los escenarios en la virtualidad. Se presenta un contexto con las particularidades de la cibercultura y las reelaboraciones metodológicas desde las ciencias sociales, luego se construye un texto que permite argumentar el sentido de la etnografia y su variante virtual; para finalizar con un hipertexto exponiendo las tensiones. En suma, contexto, texto e hipertexto configuran una narrativa critica y propositiva en relación con las prácticas y legitimación de metodologías de la investigación para los órdenes sociales y cognitivos emergentes.

Palabras clave: Etnografia, cibercultura, ciberespacio, tecnología.


Abstract

This review article, was built under the project: The Virtual Campus of UNAD as a space for the construction of collaborative learning; made by the group and cyberculture territory assigned to the National Open and Distance University, whose main objective was the identification of collaborative learning as mediation strategy, developing and theoretical concepts of device categories, pedagogical mediation and collaborative learning, approached from the current teaching that explore the phenomenon of incorporating information technologies and communication in education. In this sense, this article emphasizes the methodology from a thoughtful design techniques and conceptual approaches that require scenarios in virtual environments. With the particular context of cyberculture and methodological elaborations from the social sciences is presented, then a text allowing argue the meaning of ethnography and its virtual variant is constructed; ending with a hypertext exposing tensions. Thus, context, text and hypertext form a critical and purposeful narrative regarding practices and legitimacy of research methodologies for emerging cognitive and social orders.

Key words: Ethnography, cyberculture, cyberspace, technology.


Introducción

Comprendiendo la etnografia como una metodología fundamental de la investigación socio antropológica, a través del uso de la observación participante como técnica, en la cual el investigador se integra en los procesos sociales que estudia para obtener una información primaria, con interlocutores válidos y con el objetivo de comprender sus estructuras de significatión. Este artículo desarrolla un análisis crítico y reflexivo de la etnografia y su variante virtual, como metodología de las ciencias sociales reconfigurada por la investigación, como respuesta a las caracteristicas complejas de la sociedad de la información y los objetos de estudio que se ubican en escenarios virtuales y corresponden a relaciones dadas en el marco de lo que llamamos cibercultura.

Se concibe que la etnografia en escenarios digitales conserva los rasgos metodológicos de la etnografia convencional, es decir, puede hacerse etnografia de colectivos mediados por las tecnologías digitales como Internet usando las técnicas tradicionales básicas, como de hecho ha sido demostrado por numerosos trabajos que se citan en el texto, principalmente los aportes de Hine (2004). Sin embargo, el artículo propone tener en cuenta aspectos diferenciales para la adaptación de la metodología etnográfica a las propiedades de los fenómenos que se desarrollan a través de los entornos digitales, lo que implica repensar y reelaborar muchos de los conceptos y planteamientos metodológicos, ya que presentan considerables diferencias con respecto a las etnografías realizadas en colectivos que interactúan de manera presencial y sincronicamente, en contraste con el hacer etnográfico propio de la interacción en espacios configurados a través de Internet y las tecnologías digitales (dispositivos móviles, computadores y redes inalámbricas, entre otras).

En este sentido, el artículo caracteriza los nuevos órdenes socio culturales que internet ha modificado y los antecedentes del uso de la etnografia virtual, describiendo la manera cómo esta metodología ha dado cuenta de procesos comunicacionales y relaciones sociales en la red.

Así mismo, se propone reflexionar sobre las tensiones que enfrentan los estudios etnográficos en los entornos digitales, teniendo en cuenta que en el ejercicio propio de la investigación y las reconfiguraciones metodológicas se producen alteraciones epistémicas que impactan el método, las técnicas y los instrumentos. El análisis realizado en el artículo finaliza de manera propositiva articulando claves para el uso adecuado de las mismas tecnologías objeto de estudio como medios en la investigación, guardando coherencia con la propuesta metodológica.

Contexto

Partiendo de la definición de culturas propuesta por Clifford, (1986) quien plantea que estas son redes de significación contextuales, compuestas por conjuntos de símbolos que medían la relación de la comunidad cultural con su entorno, esta perspectiva permite una mirada semiótica de la cultura como textos legibles a partir de los sistemas de signos que la componen, en donde la cibercultura aparece entonces como el conjunto de los sistemas culturales surgidos en conjunción con las tecnologías de la información y la comunicación.

El momento histórico actual plantea un nuevo orden cultural, ligado a los desarrollos tecnotientíficos, este orden está en proceso de comprensión, en el caso de las ciencias, se identifican múltiples tensiones alrededor de las diferentes perspectivas que se han construido para identificar dichos cambios. Preocupados más por un futuro incierto, se desaprovechan las oportunidades para narrar el presente, Cuadra (2009) plantea de qué manera, una de las paradojas teóricas de nuestro tiempo, radica en el hecho de que junto a las grandes mutaciones tecno científicas que redefinen el fenómeno de la comunicación, las limitaciones de los modelos que pretenden explicarlo son de inspiración logocéntrica y literaria principalmente, identificando así un déficit teórico.

Así mismo, se reconoce cómo los computadores actuales han logrado posibilidades de almacenamiento de información digital, pero la conexión entre ellos y las formas de procesamiento e interacción han modificado las percepciones a todo nivel, y particularmente de la realidad, la representación y la autenticidad. Teniendo en cuenta que los fenómenos sociales propios de la era digital, desbordan las posibilidades de las metodologías existentes, como lo refiere Arriazu (2007).

Estamos frente a unos artefactos tecnológicos que han cambiado la manera de actuar y percibir el mundo, pero también frente a un sujeto que emerge de estas condiciones culturales dadas en el espacio de interacción mediado por computador denominado ciberespacio, la cibercultura depende del crecimiento de este espacio y su infraestructura material, redes y artefactos electrónicos. Así, la información y la comunicación digital contenida y mediada por dichos dispositivos marcan parte de la emergencia social e individual en permanente construcción cultural.

Para este mundo en comprensión, debe haber también una renovada investigación social, más holística, que no fragmente cualidad y cantidad y que asuma los retos de la complejidad, estas características no las posee ningún método en particular, sino una comprensión de la ciencia que permita la integración, es así que la etnografía es útil en tanto se aplique desde una lógica apropiada a la complejidad del objeto de estudio.

Es evidente que el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación todavía presenta brechas importantes y aunque se sigue insistiendo, ahora bajo diferentes denominaciones de alfabetización, inclusión digital, ciudadanía digital, en promover el acceso de personas de diferentes edades y condiciones socioeconómicas y culturales a lo que llamamos la sociedad digital, en regiones como Latinoamérica, África y otras, la brecha sigue teniendo cifras importantes para considerar.

Según Rosas, (2012), quien referencia en su artículo los datos de Internet de World Stats en su informe del 31 de diciembre de 2011, la más alta penetración de Internet tiene lugar en América del Norte -que en este caso solo incluye a Estados Unidos y Canadá -con 78.6% de su población; seguida de Oceanía/Australia -con 67.5%-; y Europa -con 61.3%. En contraste, Asia, el continente más poblado del orbe posee una penetración de apenas el 26.2%. (p.2)

En América Latina y el Caribe, la penetración asciende a 39.5%, y, como era de esperar, África presenta la cifra más baja sobre el particular, con solo 13.5%. La media mundial es de 32.7%, por lo que tanto África como Asia están por debajo de ella. Asimismo, a pesar de que las naciones latinoamericanas y caribeñas en promedio se encuentran por encima de la media mundial, lo cierto ess que México tiene una penetración estimada en 30.7%, lo que significa que está lejos de la media latinoamericana y a 8.8 puntos porcentuales del promedio en el planeta. (p.5)

Pero con todo y la brecha tecnológica, el rápido desarrollo de la cultura digital ha confirmado procesos y patrones culturales que juegan un papel decisivo en la configuratión y revolución de los nuevos modos generales de la cultura, y cómo todos los desarrollos culturales, la cultura digital es también cultura material. Medina plantea (2004) si la cultura es un gran complejo de redes de sistemas culturales entramados entre sí, cada sistema cultural se caracteriza por un colectivo de agentes y prácticas espedficas en el contexto de un entramado de entornos socio-técnico-culturales, estos entornos actúan de manera diferencial si son materiales, simbólicos u organizativos, pero no pueden ser comprendidos por separado, ya que es su interdependencia es la que permite mapear las condiciones en que existen.

http://www.weforum.org/issues/global-information-technology

Desde este punto de vista, Lévy entiende lo virtual como una especie de desustanciación que se hace cada vez más ponente en el fenómeno de la desterritorialización, es decir, sin un lugar de referencia estático fáctico, de hay que: "la virtualización reinventa una cultura nómada, no mediante un retorno al paleolítico ni a las antiguas civilizaciones de pastores, sino creando un entorno de interacciones sociales donde las relaciones se reconfiguran con un mínimo de inercia". (Lévy, 1999, p.14).

Si bien las tendencias a la virtualidad y a la universalización, no refieren un impacto predeterminado de las nuevas tecnologías en la sociedad, es preciso evidenciar los diferentes intereses e intencionalidades contradictorias que se enfrentan en los territorios de la cibercultura, Levy (2007) plantea cómo están los intereses propios de los Estados, relacionados con soberanía y territorialidad y, por otra, el carácter desterritorializante y ubiquitario del ciberespacio, así como las posturas entre censura, libertad de información y criptografía. Allí ya es evidente que una cosa es la lógica de los Estados, y otra la de la emergente cibercultura.

De otra parte existe la visión desde la comunicación, la programación y los negocios, que proponen una postura consumista del ciberespacio, en oposición a la mirada de la cibercultura como escenario para los movimientos sociales y la emancipación, inspirada por el desarrollo de los intercambios de saberes, de las nuevas formas de cooperación y de creación colectiva en mundos virtuales.

Teniendo en cuenta que estas manifestaciones de colaboración en red, son en palabras de Levy (2007) un proyecto de inteligencia colectiva, que aunque ambivalente, sigue siendo no obstante el único programa general que apunta explícitamente al bien público y al desarrollo humano que está a la altura de lo que está en juego en la naciente cibercultura (p.174).

En este sentido, una reflexión sobre la fundamentación teórica y los abordajes metodológicos que se están realizando desde las ciencias sociales, sobre un fenómeno cultural de actualidad como lo es la cibercultura, debe pasar por un cuestionamiento de las lógicas con que se abordan objetos de estudio que en sí mismos cuestionan los órdenes establecidos del pensamiento.

Texto

Ya no son transcendentales las formas físicas que se emplean para llegar a un sitio. Sino los modos en que se negocie el acceso a él, observando las interacciones y comunicándose con los participantes. A partir de estas observaciones va emergiendo un sentido de la presencia etnográfica en el que estar ahí es una experiencia singular. EI etnógrafo que ha estado en el lugar, se constituye como el actor con la autoridad para interpretar, por encima del lector, cuyo deseo de comprensión no puede sustentarse en la experiencia de haber estado allí. (Hine, 2004)

Siguiendo con la reflexión sobre el lugar desde donde se comprenden las implicaciones culturales de las tecnologías de la información y la comunicación, se encuentran con dos tendencias bien marcadas, por un lado, el determinismo tecnológico, que refiere a un impacto de la tecnología sobre los sistemas sociales, desde una concepción pasiva de la cultura, siendo que los procesos de cambio y desarrollo estarían desde esta perspectiva determinados por los impactos directos de los sistemas tecnológicos sobre los sistemas socioculturales.

Esta postura tan conservadora ha sido muy criticada, ya que la cultura digital evidencia que más que determinismo tecnológico, las tecnologías de la información y la comunicación producen interacciones en donde ni la tecnología ni la sociedad asumen roles pasivos ni estáticos, todo lo contrario, en permanente movimiento y transformación. A partir de estas críticas al determinismo, los estudios de ciencia y tecnología han develado las limitaciones de estas concepciones y han transitado hacia una comprensión más equilibrada de los impactos en la relación tecnología sociedad, esta concepción se ha denominado estudios (SSTC) socio -técnico - culturales, en donde se entiende la ciencia y la tecnología como sistema.(Medina 2004, p. 16).

En esta perspectiva aparecen los estudios tecnográficos a nivel micro y macro, los primeros muy cercanos a la micro sociología, se preocupan por las interacciones de los individuos y los artefactos técnicos dentro de sistemas particulares, allí la etnografía tiene un uso importante como metodología, mientras que en el nivel macro, se hacen estudios con un carácter mas filosófico e histórico ocupándose de un contexto más general y de las articulaciones e interacciones del sistema socio técnico cultural con otros sistemas, teniendo en cuenta además que la puesta en escena de este tipo de etnografía se mueve de la producción de información mediada digitalmente, al análisis de su recepción y uso; investigando en cada nivel las dinámicas culturales y las políticas que la "información" pone en juego. (Escobar, 2005, p. 5)

Así, lo que permite esta mirada es un viraje de la concepción de la tecnología desde una apuesta determinista, en la que se hace una reducción de las tecnologías a artefactos o artilugios sin tener en cuenta la relación que estas tienen con agentes, culturas y prácticas sociales en particular, más allá de las disyuntivas que puedan desarrollarse.

A partir de esta mirada, lo que se trata de hacer es una propuesta que lejos de pretender buscar una sociedad altamente tecnologizada sin más, por lo que se pueda propender sea por la indagación de formas que contrapesen el ritmo desestabilizador de la volatilidad técnica, que en la mayoría de las ocasiones resulta además excluyente.

Es, entonces, desde este lugar del microanálisis de los estudios tecnográficos en donde se ubica la etnografía virtual como posibilidad metodológica para comprender mejor los fenómenos culturales propios de la complejidad que plantean las relaciones generadas por las tecnologías de la información y la comunicación. Hine (2004) nos plantea cómo hasta ahora, se ha dedicado mucho más esfuerzo a predecir un futuro revolucionario de Internet que a investigar, en detalle, cómo se utiliza y de qué modos se incorpora a la vida cotidiana de las personas.

La etnografía es uno de los métodos clásicos de la investigación cualitativa, asociada a la antropología cultural, ha trascendido y ampliado su uso a otras ciencias sociales y en otros escenarios, ya que se puede realizar en todo tipo de entornos y comunidades, permitiendo al investigador el estudio directo de las formas cómo se comporta un grupo de personas durante un periodo de tiempo, en una situación específica, a través de un trabajo de campo realizado con diversas técnicas como observación (participante o no participante), entrevistas, historias de vida, método genealógico, grupos de discusión, documentación audiovisual, entre otros.

En los términos de Martínez, M (1994) la etnografía debe hacer una descripción densa. Lo que en realidad encara el etnógrafo es la observación de una multiplicidad de estructuras conceptuales complejas, de las cuales algunas están superpuestas o enlazadas entre sí, estructuras que son al mismo tiempo extrañas, irregulares, no explícitas, y a las cuales el etnógrafo debe ingeniarse de alguna manera, para captarlas primero y para explicarlas después.

Con el nivel de desarrollo alcanzado por las tecnologías y el uso que se hace de Internet, se ha propiciado cambios culturales importantes en la vida pública y privada, pero también en la manera como se accede, organiza, administra y distribuye el conocimiento y la información, asunto que reta a las ciencias sociales en la pregunta sobre cómo están enfrentando la era digital. En este sentido, la etnografía virtual se propone como una metodología de investigación sobre internet, para el estudio empírico de sus usos actuales, reconociendo que no es la tecnología en sí misma la que es agente de cambio, sino que son los usos y la construcción de sentido alrededor de ella. Pero va más allá, también tiene el reto de vincular las tecnologías en su quehacer investigativo.

Entendida de esta manera, la etnografía es sin lugar a dudas un camino que aporta de manera importante a la comprensión en un nivel de detalle de lo cualitativo, pero también en una interpretación de mayor riqueza de lo cuantitativo. La investigación convencional siempre nos ha fragmentado todo y a eso le debemos la dificultad para navegar con propiedad en ella, la complejidad que se devela en la comprensión de la sociedad contemporánea y los fenómenos culturales dados por la tecnología, nos advierten la necesidad de unidad y una perspectiva holística en la construcción de conocimiento. (Hurtado, 2009)

En el caso de la investigación en ambientes virtuales, se ha construido incluso una gramática particular para denominar estos métodos que modifican y proponen los principios básicos de las metodologías convencionales para adaptarlos a las interacciones de redes, Fresno (2011) identifica la ciberantropología, la etnografía digital, la netnografía, la etnografía online y la etnografía virtual, como las principales propuestas metodológicas que tratan de construir el enfoque más pertinente para aplicar a la investigación en el ciberespacio, como campo multidisciplinar donde convergen métodos de disciplinas como la antropología, sociología, psicología y la comunicación, bajo la expectativa de observar y comprender la realidad social de comunidades reticulares en espacios virtuales.

Para este escrito, se usa el concepto de de Etnografía virtual (Hine, 2004), por encontrarlo con un mayor sustento epistemológico, retomando los aportes de Lévy, P (1999).

(...) lo virtual, en un sentido estricto, tiene poca afinidad con lo falso, lo ilusorio o lo imaginario. Lo virtual no es en modo alguno, lo opuesto a lo real, sino una forma de ser fecunda y potente que favorece los procesos de creación, abre horizontes, cava pozos llenos de sentido bajo la superficialidad de la presencia física inmediata. (p. 14).

Hine (2004) en su texto plantea unas cuestiones interesantes, partiendo de entender Internet desde una cibercultura y como artefacto cultural, Pero si las atribuciones que le damos a internet de complejidad, pluralidad y discontinuidad, no sirve para replantear otras interpretaciones, no se estará dando ningún paso delante de las restricciones que la ciencia convencional ya ha puesto.

La autora propone una nueva etnografía de Internet basada en el estudio de hechos mediáticos concretos, donde la red tiene un papel, por un lado, de instancia de conformación cultural y, por otro, de artefacto cultural construido sobre la comprensión y las expectativas de los internautas. Así mismo, analiza las nociones, exageraciones, mitos, significados e implicaciones de la vida en la red y demuestra que ésta no trasciende las nociones tradicionales de espacio y tiempo, sino que, mediante la barrera del off-line/on-line, genera múltiples órdenes en ambos campos.

Plantea un desacuerdo con la interpretación de Internet como un lugar donde, inherentemente, no tienen cabida ni la identidad ni la autenticidad. Pero todas están características son planteadas de manera diferente cuando se observan las plataformas educativas formales, en donde los controles y seguimientos no hacen posible tanta pluralidad. Es así que no podemos hablar de manera generalizada de internet o de las tecnologías de la información y la comunicación, ya que estas no son en sí mismas un agente de cambio social, sino los usos y la construcción de sentido alrededor de ella, son lo que le da esta connotación.

Teniendo en cuenta el objetivo de la etnografía de hacer explícitas ciertas formas de construir sentido de las personas, que suelen ser tácitas o que se dan por supuestas. EI etnógrafo habita en una suerte de mundo intermedio, siendo simultáneamente un extaño y un nativo. Debe acercarse con bastante proximidad a la cultura que estudia, en este caso la cibercultura, como para entender cómo funciona, sin dejar de mantener la distancia necesaria para dar cuenta de ella y producir el proceso de análisis comprensivo que requiere el quehacer investigativo.

La etnografía, entonces, debe plantearse también una renovación epistemológica sobre los órdenes cognitivos desde la que fue construida para acomodarse más a los órdenes cognitivos de la sociedad digital. Si bien siempre ha estado propensa a críticas mayores sobre su validez, Hine (2004) plantea cómo al no corresponder a parámetros de la ciencia convencional y la rationalidad científica, también se ha adjudicado la producción de una comprensión más auténtica de la cultura, basada en conceptos que emergen del estudio, y que no se imponen a priori por el investigador. Así se ha posicionado muy bien como metodología de investigación en las ciencias sociales, fundamentalmente desde la perspectiva antropológica.

De otra parte Hine (2004) desarrolla a través de autores como Denzin, la denominada triple crisis de la representación, la legitimación y la praxis, propias de la investigación cualitativa, crisis que amenaza la posibilidad etnográfica desde todos los frentes: su pretensión de representar la cultura, o de producir conocimiento autentico, así como la habilidad de sus defensores para hacer intervenciones de principio basadas en el conocimiento que han adquirido a través de esta metodología. Pero estas consideraciones críticas lo que plantean es la apertura de posibilidades y la exploración de aplicaciones creativas y estratégicas para esta metodología, a la luz de las demandas de la ciencia y la sociedad actual, estas vienen siendo trabajadas por los denominados Estudios en Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS), que se promueve como una perspectiva o corriente que pone el acento en la existencia de importantes articulaciones e interacciones entre estos tres aspectos. (Cardozo, 2011, p. 97) Lo que supone una nueva consideración de las relaciones entre Ciencia, Tecnología y Sociedad que posibilite una visión más ajustada y crítica de las articulaciones entre las tres dimensiones, así como el objetivo de motivar la participación de ciudadanos en las decisiones que orientan el desarrollo de la ciencia y la tecnología y las implicaciones que estas tendrán al interior de la sociedad.

En cuanto a la relevancia de la etnografía, es su capacidad de adaptación y permanente auto-interrogación la que la mantiene vigente a pesar de los cambios culturales, mucho más conociendo que las tecnologías son apropiadas e interpretadas de formas diferentes según los contextos en que son empleadas, la etnografía no podría permanecer inalterable ante sus contextos de aplicación, ya que sería bastante curioso que una propuesta metodológica se mantuviera con mayor rigidez que lo que pretende estudiar, en este caso, la tecnología como realidad propiamente dicha o como parte de una realidad más totalizante.

En este sentido, quizá sea importante pensar que: "El encadenamiento entre pensamiento y la realidad no conocida es la capacidad que tiene el sujeto de construir problemas, y la construcción de problemas no puede ser encajonada en términos de determinados contenidos ya conocidos". (Zemelman, 2004, p. 27), es en el más amplio sentido el trabajo del pensamiento epistémico o en otros términos "colocarse ante las circunstancias", o sea, estar frente a las realidades de todo tipo -políticas, económicas, sociales, culturales- sin que en este proceso se reduzca el conocimiento a un conjunto de atributos, sino por el contrario a lo que se refiere es más bien a una apertura de pensamiento en el que no se caiga en el riesgo de "ponerle nombre viejo a cosas nuevas y en otro sentido, creer que porque no tienen nombre, en el momento en que se plantean, son innombrables" Zemelman, 2004, p. 24).

En síntesis, de lo que se trataría es de no reducir la realidad a una teoría o una construcción metodológica, sino que por el contraría, sea la realidad la que demande de la metodología su propio camino.

De esta forma, un elemento importante para considerar es la relación tiempo y espacio, Internet se ha convertido en un lugar de múltiples órdenes temporales y espaciales, estos órdenes pueden ayudar a la construcción de sentido de red y de reticularidad de dos maneras. Por una parte, pueden ayudar a diferenciar áreas dentro de Internet y darles significado en tanto espacios sociales. De este modo los ordenadores, más que una instancia de comunicación, son también posibilitadores de espacios de identidad. Así el uso de la etnografía tiene amplias posibilidades desde el análisis del discurso. Las técnicas que este ofrece constituyen potentes herramientas para explorar las formas con que se construyen los relatos sobre las realidades, los tiempos, espacios e identidades.

La capacidad de análisis de esta apuesta metodológica, radica en la capacidad del investigador para participar como un miembro culturalmente competente y con capacidad interpretativa sobre los discursos y textos, como lo haría cualquier otro miembro de esa misma cultura. La etnografía de la cibercultura y los fenómenos que allí suceden es una metodología que requiere estar abierta a las emergencias y a los aprendizajes inadvertidos.

Hipertexto

Toda vez que se está ubicado en el entorno del ciberespacio y en el uso de las TIC, es de gran utilidad hacer uso de los recursos que hoy en día nos ofrecen estas. Cuadra (2003) expone cómo estas prácticas pueden ser entendidas como e - ciencia, en la medida en que están mediadas por computador y a lo que denomina un nuevo paradigma, afirma que la e - ciencia resulta ser una forma inédita de crear, gestionar, evaluar y difundir conocimiento, es decir, se trata de un conjunto de prácticas científicas asentadas en una infraestructura digital. Es decir, se presenta a manera de matriz la relación de algunos recursos que pueden apoyar el proceso de construcción de instrumentos, obtención de datos, organización y sistematización de los mismos, al servicio de la etnografía virtual.

Las experiencias de investigación en cibercultura que han usado la etnografía virtual, toman los principios de la etnografía convencional y la reconfiguran tratando de interpretar las redes telemáticas como un espacio, y como un territorio (Arriazu 2007). Así pues, algunos científicos sociales como Levy (2004); Haraway (1991), se ubican en un territorio epistemológicamente construido para la investigación. El Ciberespacio desde la reflexión de lo que Arriazu (2007), considera que es un nuevo territorio y acogieron el término ciberespacio formulado por el novelista de ciencia ficción William Gibson, para designar esta nueva forma de apropiación del espacio en las redes electrónicas. Se tiene en cuenta los trabajos realizados desde la investigación social on - off line que desde sus necesidades particulares han reflexionado y avanzado en una propuesta metodológica pertinente para este tipo de investigación desde el enfoque cualitativo e interpretativo, teniendo gran experiencia los estudios en comunicación y sociología en la red.

En la introducción a cybersociety, se destacaba la necesidad de nuevas formas de hacer investigación para poder dar cuenta de las "formaciones sociales no-tradicionales" que ocurren on line.

Cada disciplina ha empleado sus propios métodos adaptándolos lo mejor posible a los entornos del ciberespacio. El análisis cuantitativo, por ejemplo, señalaba un camino para explorar los usos que se daban a Internet contabilizando y correlacionando la ocurrencia de algunos de los mensajes allí publicados (Haraway, 1991, p. 13).

Bajo estas consideraciones, es posible encontrar en los estudios de ciencia y tecnología, comunicación y en particular en educación, análisis etnográficos que nos sirven para evidenciar tendencias y tensiones en las prácticas de investigación relacionadas con la etnografía virtual.

Por un lado, Hine (2004) presenta un ejercicio en donde se configura toda la propuesta etnográfica desde su perspectiva, es el caso del seguimiento a los espacios de discusión y cobertura mediática, en torno al juicio de Louise Woodward, pero ha pasado ya varios años desde el 2004 y han sido muchos los usos e interpretaciones que se le ha dado a esta metodología.

Realizando una exploración de publicaciones e investigaciones que han usado o reflexionado sobre la etnografía virtual, se encuentra por un lado un gran interés por usar esta metodología en estudios de comunicación, uso de redes sociales en adolescentes y la aplicación en estudios de educación. Por otro lado, la reflexión metodológica y epistémica de la etnografía virtual, ha provocado interesantes trabajos alrededor de las condiciones éticas de su aplicación, en donde se examina el trabajo de campo en su dimensión ético-político, desde perspectivas tecno activistas y desde las intencionalidades en la producción de conocimiento, referenciadas en la cibergrafía.

Desde estos ejemplos de prácticas etnográficas o reflexivas sobre la etnografía virtual, es evidente su estructura como metodología para casos particulares dentro y fuera de la red, pero que además están vinculados entre sí por medio de complejas relaciones mediadas por artefactos tecnológicos, de los que Internet solo sería uno más de ellos. Plantear las posibilidades del método etnográfico virtual, invita a afrontar y resolver con el uso de métodos desde el análisis y representación social, la complejidad del entramado relacional que está implicando a sujetos y artefactos electrónicos en simultánea.

Conclusiones

Se hace necesario dar continuidad a estas reflexiones, como aporte a una ciencia social que se reconfigura con la sociedad y que debe estar preparada para dar respuesta a los cambios y emergencias de lo contemporáneo, por supuesto, poniendo mayor acento en la exigencia de pensar desde momentos y no desde los objetos en cuanto tales, porque ellos por sí mismos no dicen nada, sino se está en la capacidad de pensarlos en relación con el movimiento y su articulación desde la tensiones sociales y culturales.

Aunque uno de los aspectos epistemológicos más debatidos, es el que tiene que ver con la concepción espacio temporal de Internet, una de las ventajas que advierte esta metodología, es la flexibilidad temporal y espacial para su aplicación, así como el acceso a grupos diversos y que por ciertas condiciones serían de difícil ubicación y localización para un trabajo de campo.

Dentro de los aspectos de tensión, está el papel que siempre jugó en las prácticas etnográficas convencionales la oralidad y la comunicación no verbal, ya que en algunos casos la etnografía virtual se basa exclusivamente en discursos escritos, como es el caso de análisis en foros, y en este mismo sentido se plantea como problema la autenticidad, ya que siempre existirá una franja de duda si la comunicación se está dando con un interlocutor válido.

La vinculación a la práctica etnográfica de software expertos y herramientas web 2.0 que en muchos casos están disponibles como software libre para los usuarios, enriquece la experiencia de la etnografía y optimiza las posibilidades de sistematización y agilidad para el análisis, aunque privilegiando siempre la experticia del investigador y su capacidad analítica que no es remplazable en ningún caso por un programa de cómputo.


Referencias

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