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Encuentros

Print version ISSN 1692-5858

Encuentros vol.13 no.1 Barranquilla Jan./June 2015

https://doi.org/10.15665/re.v13i1.352 

DOI: http://dx.doi.org/10.15665/re.v13i1.352

Entre lo ajeno y lo propio: concepciones de la literatura hispanoamericana1

Between foreign and self: concepts of Hispanic American literature

Adrián Farid Freja de la Hoz*

*Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Tunja, Boyacá, Colombia afrejad@gmail.com

1 Artículo producto del análisis conceptual de una investigación sobre literatura tradicional palenquera y literaturas nativas en Colombia y Latinoamérica. El proyecto se titula "La literatura oral de San Basilio de Palenque: poética de la literatura oral, popular y tradicional palenquera" y ha sido financiado por la Dirección de Investigación de la UPTC.
* Premio Nacional de Literatura Ciudad de Bogotá 2010. Premio Nacional Otto de Greiff. Autor de varios libros sobre literatura oral en Colombia. Investigador de las literaturas orales en Latinoamérica. Docente de literatura de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.

Cómo citar este artículo.
Freja de la Hoz, A. (2015). Entre lo ajeno y lo propio: concepciones de la literatura hispanoamericana. Revista Encuentros, Universidad Autónoma del Caribe, 13 (1), pp. 96-105
DOI: http://dx.doi.org/10.15665/re.v13i1.352

Fecha de recibido: 13 de agosto de 2014. Aceptado: 18 de diciembre de 2014


Resumen

El presente artículo de reflexión, resultado de la primera parte de la investigación sobre literatura tradicional palenquera y literaturas nativas en Colombia y Latinoamérica, titulado "La literatura oral de San Basilio de Palenque: poética de la literatura oral, popular y tradicional palenquera", presenta un breve estado del arte sobre las distintas concepciones de la literatura hispanoamericana y latinoamericana por parte de importantes críticos y teóricos de la literatura en el siglo XX. El objetivo principal es develar los contrasentidos y paradojas que se tejieron alrededor del anhelo de una literatura "propia" de nuestro continente. El análisis es de tipo cualitativo interpretativo y como resultado se expone la manera en que algunos autores (Ángel Rama, Roberto Fernández Retamar y Pedro Henríquez Ureña) presentaron propuestas que van en contra de todas aquellas manifestaciones de los pueblos y culturas nativas del continente. Asimismo, se muestra la manera en que estos grandes pensadores latinoamericanos construyeron un imaginario de literatura hispanoamericana a partir de formas y concepciones artísticas propias de la tradición literaria de Europa.

Palabras clave: Literatura hispanoamericana; crítica literaria hispanoamericana; teoría literaria hispanoamericana.


Abstract

This paper is the result first part of an investigation into traditional literature palenquera and native literatures in Colombia and Latin America. Here a critical view of the different conceptions of Hispanic and Latin American literature by major critics and theorists of literature in the twentieth century is presented. The main objective is to reveal the contradictions and paradoxes that were woven around the desire for a "proper" literature of our continent. The analysis is interpretive and qualitative. The results show that some of these authors (Angel Rama, Roberto Fernández Retamar and Pedro Henríquez Ureña) presented proposals that go against all those manifestations of native peoples and cultures of the continent is exposed. Also, here is shown how these great thinkers built an imaginary of Latin American literature from forms and characteristics of the literary tradition of European artistic concepts.

Key words: Hispanic American literature; Hispanic American literature criticism; Hispanic American literature theory.


La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios...

Gabriel García Márquez,
Estocolmo, 1982

Introducción

El estudio del presente artículo ha demostrado que la teoría, la historia y la crítica literaria de este continente han sido partícipes de algunos fenómenos de marginación y olvido de las expresiones artísticas de los pueblos originarios y pueblos afrodescendientes. Lo más preocupante de todo es que, luego de quinientos años de la invasión, la discriminación de formas literarias no europeizadas -es decir, de formas artísticas de la palabra que no sean fijadas en la escritura y no sigan unos lineamientos estéticos heredados (de una u otra forma) de la literatura del segundo continente más pequeño del planeta- sigue vigente. Es común encontrar discusiones teóricas e históricas sobre la literatura del continente conocido como América, que no se preocupan por entender la literatura más allá de la tradicional visión estética impuesta en Europa (Véase por ejemplo: Anderson, 1954; Menéndez, 1948; Otero Muñoz, 1928; Rama, 1987; Vergara y Vergara, 1974. Incluso se puede ver este fenómeno en historias mucho más críticas e inclusivas como Oviedo, 2007).

Metodología

En términos metodológicos, este trabajo de investigación recopiló las principales concepciones que sobre la literatura hispanoamericana han presentado algunos de los más importantes teóricos y críticos de la literatura de nuestro continente. Estas ideas sobre la literatura hispanoamericana se contrastan con el fin de mostrar las contradicciones y la fuerte influencia de la tradición europea dentro del pensamiento latinoamericano. La principal preocupación ha sido entender las razones de la marginación de muchas literaturas afrodescendientes e indígenas de Latinoamérica. Este estudio se consolida como un primer paso para estudiar las formas y manifestaciones literarias tan importantes en Colombia como la literatura oral de San Basilio de Palenque y otras que por no encajar en la tradición letrada europea han quedado fuera de la historia, la teoría y la crítica.

Fernández Retamar y el concepto de Hispanoamérica y la literatura hispanoamericana

Hasta ahora han sido pocas las propuestas teóricas, históricas o de la crítica literaria que impulsen un cambio en la concepción de "Nuestra Literatura" o de una literatura propia del continente americano que no dependa exclusivamente de Europa2. Tal vez una de las propuestas más conocidas es aquella que Roberto Fernández Retamar desarrolla en los años setenta del siglo XX con el fin de crear una teoría literaria de la literatura hispanoamericana.

En dicha propuesta se pretende establecer una concepción de literatura hispanoamericana que se relacione biunívocamente con el concepto histórico y político de Hispanoamérica. En esta idea de Hispanoamérica se encuentran plasmados los ideales de un socialismo que vio su gran triunfo con la revolución cubana de 1959. La independencia social y cultural del sistema capitalista y la desaparición de cualquier tipo de herencia colonial son algunos de los objetivos que configuran y guían la propuesta de una teoría literaria del crítico y poeta cubano. Sin embargo, estas concepciones de Hispanoamérica y de literatura hispanoamericana están encerradas en una serie de contrasentidos que de alguna manera desvirtúan la propuesta de Fernández Retamar.

Dicha proposición, de una teoría particular para la literatura hispanoamericana, tiene como justificación principal el que los pocos intentos de teoría de la literatura que se gestaron en Hispanoamérica hasta los años setenta pretendían exponer una teoría de la literatura en general y no una teoría de la literatura hispanoamericana. Fernández Retamar (1995) afirma que la literatura hispanoamericana debe ser estudiada a partir de una teoría propia, autóctona, debido a que para él toda teoría se establece a partir de unas obras literarias particulares. En este sentido, debe existir una teoría que estudie la literatura hispanoamericana como un fenómeno autónomo.

Fernández Retamar plantea que "una teoría de la literatura es la teoría de una literatura" (1995,p.82), y la literatura hispanoamericana existe como una literatura, a diferencia de la "literatura universal" (entendida en términos de Goethe) que no es una literatura, sino que resulta ser la visión triunfal de la globalización pretendida por el capitalismo. "La Literatura Hispanoamericana", en mayúsculas y entre comillas, es, para Fernández Retamar, una literatura particular que se puede estudiar de manera autónoma, es un bloque independiente y singular. Sin embargo, el poeta cubano es consciente de que al preguntarse por la literatura hispanoamericana está excediendo los límites de lo literario para adentrarse en lo histórico, "pues el término «hispanoamericano»... no es una categoría literaria...«Hispanoamericano» es un término histórico" (1995,p.82).

Por tanto, siguiendo el razonamiento de Fernández Retamar, la existencia de la literatura hispanoamericana dependerá de la existencia de Hispanoamérica como fenómeno histórico y político, y no como un simple espacio geográfico. En ese sentido afirma que mientras Hispanoamérica "no era sino colonia española, no había verdadera literatura hispanoamericana, sino literatura de españoles en América" (1995, p. 83). Es decir, autores tan importantes como Sor Juana Inés de la Cruz y el Inca Garcilaso de la Vega no harían parte, según Fernández Retamar, de la literatura hispanoamericana, sino que hacen parte de la literatura metropolitana, de la literatura española en tierras americanas y, por tanto, dichos autores y su literatura le es "aplicable la teoría que con pleno derecho correspondía a la literatura metropolitana" (1995,p.83).

"La existencia de la literatura hispanoamericana depende, en primer lugar, de la existencia misma -y nada literaria- de Hispanoamérica como realidad histórica suficiente" (Fernández, 1995,p.83). El problema, según la anterior sentencia, para la consolidación de la idea de literatura hispanoamericana radicará entonces en la dependencia de un concepto político e histórico. Dicha concepción del literato cubano está permeada por los ideales políticos del socialismo, que en los años setenta eran pan de cada día en la idea latinoamericana de futuro. Hoy podríamos afirmar que la realización de Hispanoamérica como utopía socialista tuvo su único fruto en Cuba.

La conformación de Hispanoamérica como "Nuestra América", aquella con que soñaba Martí, quedó estancada. Por tanto, siguiendo la lógica de Fernández Retamar podría pensarse que la literatura cubana de la revolución es aquella que se acercaría en mayor grado a la idea de literatura hispanoamericana.

No obstante, Fernández Retamar rescata a algunos movimientos literarios latinoamericanos como propios de una "Literatura Hispanoamericana", entre ellos el modernismo y la nueva novela latinoamericana de los años sesenta. Más adelante se analiza el tema del modernismo hispanoamericano y su consideración como literatura propiamente hispanoamericana por parte del autor cubano. Por ahora, interesa poner en contrapunto la idea de literatura hispanoamericana de Fernández Retamar con la de otros críticos de la literatura que escriben en épocas cercanas a la del cubano.

Ángel Rama y los límites lingüísticos de la literatura hispanoamericana

Una idea de la literatura hispanoamericana que resulta ser en sumo pragmática y que se deshace de incertidumbres y disquisiciones sobre concepciones políticas e ideológicas, es la de Ángel Rama, quien afirma que

El fenómeno lingüístico es el que permite delimitar en forma valedera la comunidad literaria estricta. Por obra suya se comienza por establecer un recorte en el cuerpo americano, que no sólo exceptúa los países de habla inglesa, sino también las restantes hablas latinas (francés, portugués), determinando el núcleo básico integrador: lo hispanoamericano (Rama,2006,p.30).

Así de sencillo: literatura escrita en español en tierras americanas es literatura hispanoamericana y punto. Se dejan de lado los elementos socio-históricos tan importantes para el cubano Fernández en la definición de "Nuestra Literatura". Sin embargo, Rama no desconoce ninguno de dichos elementos, sino que los deja de lado para darle prioridad a aquello que puede objetivar su concepción de literatura hispanoamericana, pues "si existen orígenes comunes, historia en buena parte común, nutridos problemas comunes, aquello que con mayor inmediatez y tangibilidad estatuye la aproximación, instaura la comunidad", la concepción de literatura hispanoamericana no dependerá de ninguno de esos elementos, sino del "uso de la lengua" y de comprobar que dicha lengua "es la misma, idéntica, en todas partes" (2006,p.30).

Rama pretende establecer un concepto de literatura hispanoamericana que sea enteramente manejable y objetivo, y "sólo la lengua es capaz de fijarle un límite preciso" a esta idea de literatura. Además, se asevera que "la comunidad de la lengua es la que autoriza una literatura hispanoamericana, aunque ésta es una concepción todavía provisoria, previa a otra definitiva: la literatura general de la lengua española, desde sus orígenes medievales hasta su expansión actual, en distintas regiones del mundo" (Rama, 2006,p.30). Es decir, la literatura hispanoamericana sería una fracción de una literatura mayor, de una literatura general. Fernández Retamar coincide con Rama en que la literatura hispanoamericana es escrita exclusivamente en español. Sin embargo, no estaría de acuerdo con la idea de que la literatura hispanoamericana se presentara como una porción de una literatura mayor de origen europeo. Para Fernández Retamar la literatura hispanoamericana se escribe en español, pero posee una naturaleza propia que le brinda autonomía frente a cualquier otra expresión literaria. El que el poeta cubano promueva la singularidad de lo hispanoamericano frente al yugo europeo, pero que al mismo tiempo conciba el español como el idioma de "nuestra literatura", desdeñando las lenguas que son realmente autóctonas, independientes de la influencia europea, resulta ser contradictorio.

Heterogeneidad y marginación literaria

Frente a esta contradicción en la definición de una literatura hispanoamericana, el crítico literario Antonio Cornejo Polar establece una concepción mucho más coherente de acuerdo con lo que realmente es Hispanoamérica: un mundo de múltiples voces. Cornejo Polar afirma que

si no queremos tergiversar -o peor: mutilar- la condición hispanoamericana, es necesario reconocer que son nuestras las literaturas escritas en idiomas europeos, el español y el portugués, fundamentalmente, pero también en otros idiomas europeos que son propios de las naciones caribeñas no hispánicas (1994,p.9).

De igual forma, reivindica el lenguaje indígena y las expresiones que escapan a la escrituralidad, afirmando que "son nuestras las literaturas orales en esos idiomas y también -y sobre todo- en lenguas amerindias y las que se fueron recreando desde el mundo africano, trasplantado a América Latina muy temprano por ominosa obra del tráfico de esclavos" (Cornejo, 1994,p.9).

La visión europeizada de la literatura de Rama y Fernández, en el sentido de concebir la literatura bajo el techo de la tradición de las expresiones del viejo continente, tiene la marca de las referencias histórico-literarias que se han gestado en Latinoamérica. Dichas referencias han concebido la cultura letrada europea como la cultura predominante en las nuevas tierras. Aunque se pueda encontrar propuestas, como la de Pedro Henríquez Ureña, que promuevan la idea de mestizaje cultural, el patrón de cultura sigue siendo el impuesto por Europa.

En el texto Las corrientes literarias de la América Hispánica del crítico dominicano, se realiza un recorrido histórico de las expresiones literarias que se gestaron en tierras de Hispanoamérica. Sin embargo, resulta diciente el hecho de que se inicie el texto hablando de la llegada de Colón y sus crónicas como los primeros escritos producidos en tierras americanas, los cuales se acercaban a la idea europea de literatura y que, para muchos, constituyen los inicios de la literatura hispanoamericana. Esta concepción de lo literario no fue una cándida y bondadosa herencia, sino que se constituyó en una imposición cultural. El mismo Henríquez Ureña relata cómo:

los derechos políticos de los coloniales eran muy limitados. Las relaciones de los españoles y portugueses con los indios eran, de por sí, humanas, pero anárquicas; tanto más sus relaciones con los esclavos negros. De ahí que las costumbres de las clases inferiores carecieran de organización, salvo en los lugares donde tribus indígenas aisladas o "pueblos olvidados" conservaron sus antiguos hábitos de vida. El ascenso social para los hombres bien dotados era ante todo cuestión de suerte. Sólo los grupos ilustrados tenían pautas y tradiciones verdaderas y permanentes: ellos fueron los encargados de conservar y encaminar la civilización, con su esfuerzo y su ejemplo, aun cuando se mostrasen ciegos a los males que acarreaban a la sociedad con su conducta para con los grupos subyugados. El gran problema de la América hispánica fue, y lo es todavía, el de su integración social (1994,p.45).

El problema de la integración social se basa en el problema de jerarquización cultural. La cultura europea fue impuesta en América al mismo tiempo que se negaban o se marginaban las culturas propiamente americanas. Una de las imposiciones más claras fue la cultura escritural que se constituyó en una forma de poder, de dominio político y cultural de los europeos hacia nativos y esclavos afro-descendientes en las ciudades:

A través del orden de los signos, cuya propiedad es organizarse estableciendo leyes, clasificaciones, distribuciones jerárquicas, la ciudad letrada articuló su relación con el Poder, al que sirvió mediante leyes, reglamentos, proclamas, cédulas, propaganda y mediante la ideologización destinada a sustentarlo y justificarlo (Rama, 1984,p.41).

El poder que desarrolla la letra en términos jurídicos, comunicativos e ideológicos, establece una dimensión cultural dominante por las clases de mayor jerarquía. Éstas instauran según sus conveniencias los patrones de la cultura de los pueblos del nuevo mundo. "Fue evidente que la ciudad letrada remedó la majestad del Poder, aunque también puede decirse que éste rigió las operaciones letradas, inspirando sus principios de concentración, elitismo, jerarquización" (Rama, 1984, p.41). Dicha concentración cultural en la palabra escrita estableció una honda brecha no sólo entre las clases sociales sino, principalmente, entre los grupos étnicos. Esa distancia "entre la letra rígida y la fluida palabra hablada...hizo de la ciudad letrada una ciudad escrituraria, reservada a una estricta minoría" (Rama, 1984,41)

La dominación cultural que se fraguó en tierras americanas por parte de los invasores se mantuvo hasta el punto de encontrarse con definiciones de "nuestra literatura" tan europeizadas como la de Rama, Fernández Retamar, o Henríquez Ureña, entre otros. A pesar de que muchos de estos críticos buscan la expresión autóctona que sea fruto del mestizaje, no dejan de lado la herencia cultural impuesta y juegan bajo las mismas lógicas foráneas que algunos de ellos critican. Por esta razón, es muy común que "en las historias tradicionales, las literaturas en lenguas nativas suelen considerarse en términos de una lejana prehistoria, presuponiendo que la producción literaria amerindia dejó de producirse con la conquista. Obviamente no es así." (Cornejo,1994,p.10).

Incluso algunos autores ni siquiera se preocupan por mencionar una prehistoria prehispánica, sino que arrancan su historia con las crónicas del "hombre blanco" y continúan con las expresiones heredadas de los invasores extranjeros, el caso de Henríquez Ureña entre muchos otros. O sucede que algunos autores mencionan la prehistoria como dato curioso que carece de valor literario, más aún cuando se introducen aquellas producciones europeas en tierras americanas que cuentan con el aval de la tradición occidental. Lo paradójico y vergonzoso del olvido de dichas expresiones es que

la vitalidad actual de estas literaturas [aquellas realmente autóctonas] es asombrosa, asombrosa por la complejidad, intensidad y riqueza de sus sistemas semióticos y también -al mismo tiempo- porque representan un acto de resistencia y reivindicación étnica que dura ya cinco siglos. (Cornejo,1994,p.10)

El afán de encontrar lo propio, lo autóctono de nuestra literatura a partir del olvido de la literatura nativa y del paradigma europeo, ha llevado a varios críticos literarios a ver la literatura hispanoamericana propiamente dicha a partir del movimiento modernista de finales del siglo XIX, desterrando en forma directa a todas las literaturas anteriores a este fenómeno. Fernández Retamar asegura que:

el modernismo hispanoamericano no es sólo el primer movimiento nacido en América que determina el sesgo de las letras de lengua castellana -siendo decisivo, por ejemplo, para el desarrollo de grandes escritores españoles como Antonio Machado, Ramón del Valle Inclán o Juan Ramón Jiménez-, sino que ofrece a la literatura mundial en formación el primer conjunto de escritores representativos de nuestra América (1995,p.217).

La anterior afirmación del poeta cubano incluye un pie de página en donde aclara que en Hispanoamérica antes del modernismo hubo algunos casos excepcionales de escritores que valen la pena, pero que, como se explicó unas líneas atrás, para Fernández Retamar se trataban de expresiones españolas en tierras americanas. "Nuestra América produjo unos cuantos escritores de gran valor durante la colonia, como el Inca Garcilaso de la Vega o Sor Juana Inés de la Cruz, pero eran considerados dentro de la literatura española [¿considerados por quién?]. Y en el siglo XIX, escritores como Sarmiento, José Hernández y Machado de Asís no constituían un conjunto" (Fernández, 1995, p.217). Al señalar en este pie de página el hecho de que existían en el siglo XIX algunos autores que podrían ser considerados dentro de la literatura hispanoamericana, pero que no lograban adquirir tal privilegio de incorporación a "nuestra literatura" porque no constituían un conjunto, se establece una visión de literatura que es compartida por Rama y que ha sido conceptualizada por el crítico literario Antonio Cándido en el libro Formaçao da literatura brasileira. Momentos decisivos, para el brasileño la "literatura propiamente dicha" es

un sistema de obras ligadas por denominadores comunes, que permiten reconocer las notas dominantes de una fase. Estos denominadores son, aparte de las características internas (lenguas, temas, imágenes) ciertos elementos de naturaleza social y psíquica, aunque literarios organizados, que se manifiestan históricamente y hacen de la literatura un aspecto orgánico de la civilización (Cándido, A., 1997, citado en Rama, 2006,p.23)

Sin embargo, esta idea de literatura de conjunto establecida en el modernismo hispanoamericano y que para Fernández Retamar se convierte en la muestra más clara de una expresión autóctona, fruto de una Hispanoamérica en todo el sentido de la palabra, resulta ser para Rafael Gutiérrez Girardot una muestra más de colonialismo:

La colocación del Modernismo dentro de la "lírica moderna" europea, a la que pertenece innegablemente, tal como la sistematizó Hugo Friedrich en su Estructura de la lírica moderna (1956) y como trató de deslindarla de la anterior Wilhelm Emrich, esto es, como una unidad estructural que tiene sus propias leyes de construcción diferentes de la lírica llamada "clásica", y que están por encima de los diversos "ismos", tropieza no sólo con la reducción nacionalista, con la consideración del Modernismo como algo específicamente hispano sino sobre todo con un complejo de inferioridad que, justificado o no, sólo concibe las relaciones entre las letras europeas y las de lengua española de una manera secretamente colonial: como "influencias". (Gutiérrez, 2004,p.28)

La afirmación de la dependencia europea del modernismo por parte de Gutiérrez Girardot, en contraposición de la idea de Fernández Retamar de ser este movimiento literario el primero en mostrar la verdadera literatura hispanoamericana, confirma el hecho paradójico de que el crítico cubano desarrolle una concepción de autóctono a partir de un concepto foráneo, desconociendo simultáneamente las expresiones que no dependen realmente de las imposiciones culturales europeas.

En el mismo sentido, Alberto Moreiras (1999), señala que para Fernández Retamar "la literatura hispanoamericana, o latinoamericana, sería pues no otra cosa que la concretización continental de un proceso teleológico iniciado con la presencia de las letras españolas en la colonia." (p.22). Lo anterior implicaría que "nuestra literatura" se concebiría "como variante especificadora de las letras europeas a partir del proceso de Independencia." (Moreiras, 1999, p.22). Asimismo, establece que dentro de la concepción de literatura hispanoamericana de Fernández Retamar (y yo incluiría la de Rama, Henríquez Ureña, Paz y buena parte de los críticos e historiadores latinoamericanos) "no hay rasgo alguno de presencia constituyente de elementos no genealógicamente europeos, cuya incorporación sería en el mejor de los casos posible o contingente, pero nunca en realidad estrictamente necesaria." (1999,p.22).

La no incorporación o la incorporación fortuita de dichos elementos no europeos es consecuencia directa, según lo mencionamos anteriormente, de las imposiciones culturales que se heredan, sin embargo, es tarea del crítico y del historiador desarrollar sus concepciones de literatura hispanoamericana dejándose afectar o no por dichas imposiciones ideológicas, "la disimetría integrativa con respecto de culturas americanas subalternas es función estructural del sistema de interpretación mismo, y un fuerte condicionamiento negativo de la noción de historicidad en juego" (Moreiras, p.22).

Una concepción que podría acercarse mejor al fenómeno de la literatura hispanoamericana en todas sus complejas dimensiones es la que establece Cornejo Polar a partir de la idea de "heterogeneidad". Mediante este concepto el crítico peruano

trata de definir una producción literaria compleja cuyo carácter básico está dado por la convergencia, inclusive dentro de un solo espacio textual, de dos sistemas socio-culturales diversos. A grandes rasgos: uno de estos sistemas, que corresponde al lado occidentalizado de los países andinos, rige el proceso de producción, los textos resultantes y el circuito de comunicación de esta literatura; el otro, el indígena, funciona como referente, aunque en determinadas circunstancias puede observarse que éste refluye sobre el discurso literario que intenta revelarlo y lo transforma. El concepto de heterogeneidad, en suma, expresa la índole plural, heteróclita y conflictiva de esta literatura a caballo entre dos universos distintos (Cornejo,1982,p.88)

Lo señalado por Cornejo es sumamente preocupante y marca una tendencia en la visión literaria de lo indígena y lo afro de nuestro continente. Lo preocupante es la mirada desigual entre occidente y lo indígena. Lo occidental aborda la producción y lo indígena estaría simplemente en la tematización, en un referente que, generalmente, se queda enmarcado en un pasado remoto. La tendencia es precisamente esa: la producción literaria debe llevarse a cabo con patrones occidentales, aunque el tema debería ser nuestro para decir que se trata de nuestra literatura.

Esa pluralidad, heterogeneidad, diversidad, etc., que señala Cornejo Polar y muchos otros es, en últimas, una "diferencia desigual" . Desigual porque lo indígena3 (lo nativo, lo propio del Abya Yala, del Tawantinsuyu, de América) queda relegado, por un lado, a ser parte del pasado, a ser parte de la Historia que contaron los europeos y, por otro, a ser exclusivamente un tema, una temática para una novela escrita en español bajo los cánones de la novela moderna (o posmoderna) europea.

Antonio Cornejo Polar tiene muy buenas intenciones al querer mostrarnos una Latinoamérica llena de multiplicidades, pero conserva la idea colonialista sobre el concepto y la valoración de la literatura. Literatura no es únicamente lo que se escribe, también existen literaturas orales; la Literatura no es un arte que sigue exclusivamente los patrones estéticos de una tradición europea, nuestros indígenas y pueblos afrodescendientes hoy tienen una literatura con una estética particular que responde a su tradición literaria. En este sentido, cuando Cornejo-Polar dice que la heterogeneidad de la literatura es la convergencia de dos sistemas socio-culturales diversos, es necesario señalar su desconocimiento de la producción de obras literarias que no se escriben ni se publican en grandes empresas editoriales. Los abuelos, hermanos y primos indígenas y afrodescendientes siguen produciendo (y lo seguirán haciendo por siempre) literatura oral, literatura en idiomas no occidentales, literatura que no sigue ningún parámetro estético europeo, y un largo etcétera.

Conclusiones

A manera de conclusión, es necesario decir que estas concepciones de Cornejo Polar, Fernández Retamar, Rama, Henríquez Ureña, etc., se siguen situando en el barco que traía a Colón y demás invasores europeos, y no en la playa desde donde los indígenas vieron el inicio de una gran tragedia. Estos importantes críticos, teóricos e historiadores de la literatura de este continente están viendo a América (Abya Yala, Tawantinsuyu) desde París, Londres, Madrid, Barcelona, Roma, o desde cualquier ciudad de Europa Occidental.

Asimismo, se puede concluir que un concepto como el de heterogeneidad es valioso a la hora de pensar la literatura hispanoamericana, siempre y cuando se entienda como un universo en donde es posible el encuentro y el desencuentro de multiplicidades que, de forma conjunta o autónoma, le dan vida al arte de la palabra bajo distintas tradiciones que no necesariamente devienen de la tradición europea. Sin embargo, en el planteamiento de Cornejo Polar se presenta una idea un tanto utópica de mestizaje cultural como la consolidación de un único espacio textual en donde convergen dos o más "sistemas socio-culturales diversos". En "nuestra literatura" el asunto no es tan simple si, como lo señalaba Cornejo Polar en The Multiple Voices of Latin American Literature, se asume como formas literarias aquellas que existen en ámbitos diferentes a los establecidos por el idioma español y por la escritura del mismo. Por ejemplo, resulta quimérico el hecho de convivencia textual de literaturas orales y escritas, a pesar de que muchos autores en toda Latinoamérica y otras latitudes hayan llevado a cabo sus obras cultas inmersas en una cultura escritural a partir de tematizar elementos de oralidad de pueblos indígenas, afros o campesinos. Esta no es la única forma de manifestación de lo oral en términos literarios. Es decir, la literatura no es aquella escrita bajo patrones europeos pero con temáticas propias, como lo quiere hacer creer Fernández Retamar al alabar de sobremanera el Boom Latinoamericano por ser lo más autóctono que se tiene en la literatura de este continente. La literatura que se tiene es mucho más compleja puesto que no es únicamente la que se escribe bajo una estética de tradición foránea, sino que es aquella que no se escribe, sino que se canta o se recita en innumerables territorios indígenas, aquella que va de boca en boca y de generación en generación cumpliendo funciones estructurales dentro de la cultura y la sociedad del pueblo que las crea. Esa literatura no se escribe en español, se escribe o se recita o se canta en más de cien idiomas nativos de estas tierras.

Sin duda alguna, la literatura es compleja y la consideración de la literatura hispanoamericana ha estado casi siempre bajo unos patrones extranjeros. Lo más triste de todo esto es que, seguramente, dicha concepción seguirá estando latente en los desarrollos teóricos que sobre la literatura de la tierra americana se lleven a cabo. Pero hay algo más preocupante, algo que debe cambiar lo antes posible para no seguirse haciendo daño: se trata de la visión que se tiene de nuestro pasado, pero sobre todo, del presente y el futuro. El racismo y la segregación indígena y afro se ven dentro de nuestros realidad y, por supuesto, en la manera que tradicionalmente se ha conocido imaginarios como un pasado remoto en que se entiende la literatura. como literatura hispanoamericana. Es que poco es tocado hoy en el mundo tarea de críticos, investigadores, historiaglobalizado. Todo lo contrario, el racismo Resulta trascendental, entonces, para la dores, docentes, y demás estudiosos de y la segregación de pueblos y culturas cultura hispanoamericana que la visión la literatura, repensar Hispanoamérica nativas siguen estando presentes en la desde lo foráneo no niegue o esconda lo y su literatura en términos de verdadera manera en que se estudia y se entienden originario. Es importante hacer el llamado inclusión cultural. los fenómenos del conocimiento de la por la reconsideración conceptual de lo


Notas

2 No obstante, se encuentran algunos textos importantes que enuncian una voz de protesta frente a esta situación y muestran la grandeza de la cultura y las producciones literarias nativas de nuestro continente: Zalamea (1965), Lienhard (1990) y Colombres (2006). Cada uno de estos autores presenta en distintos momentos y con estudios diversos la necesidad de cambiar de paradigma frente a la tradición escritural y estética europea. Es importante destacar igualmente artículos como «La lengua, la letra, el territorio (o la crisis de los estudios literarios coloniales)» de Walter Mignolo (1996), en donde se muestra la colonialidad del pensamiento hispanoamericano sobre el concepto de literatura. Además, hay que señalar que pensadores como Menéndez Pidal presentaron en sus obras reflexiones sobre la importancia de lo oral y las tradiciones no letradas dentro del desarrollo de la literatura dentro y fuera de Europa, véase (1953).
3 Los estudios culturales han aportado conceptos como el de "culturas híbridas", véase García Canclini (1989), que presentan una visión de lo "propio" a partir del fenómeno de la modernidad en nuestro continente Los estudios culturales han aportado conceptos como el de "culturas híbridas", véase García Canclini (1989), que presentan una visión de lo "propio" a partir del fenómeno de la modernidad en nuestro continente. Sin embargo, en estas concepciones no se presenta (por lo general) ningún tipo de reivindicación del valor histórico y estético de las dinámicas artísticas nativas que se separan de la tradición europea.


Referencias

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