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Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud

Print version ISSN 1692-715XOn-line version ISSN 2027-7679

Rev.latinoam.cienc.soc.niñez juv vol.3 no.1 Manizales Jan./June 2005

 

Primera Sección: Teoría y metateoría

Resiliencia: Contexto no clínico para trabajo social*

Angela María Quintero Velásquez**

* El presente artículo es fruto de la ponencia presentada en el X Encuentro Interinstitucional "Trabajo Social, Resiliencia y dolor". Universidad de Guadalajara, Ciencias Sociales y Humanidades. México, Octubre 7de 2004.

** Trabajadora Social. Magíster en Orientación y Consejería. Docente Departamento de Trabajo Social, Universidad de Antioquia, Medellín. Email: jesus@epm.net.co

Primera versión recibida noviembre 22 de 2004; versión final aceptada abril 4 de 2005 (Eds.).


Resumen:

Resiliencia es un término nuevo, mas no el fenómeno que representa. El concepto que surge a mediados del siglo pasado, se adopta de las ciencias naturales (física y osteología), y ya está incluido en el campo social.

La Resiliencia ofrece alternativas a todos los profesionales, pero todavía no es un concepto homogéneo. La Resiliencia es un cambio de paradigma: privilegia el enfoque en las fortalezas, no en el déficit o problema. Involucra a los individuos, familias, grupos, comunidades e instituciones a que sean parte de la solución con el conjunto de recursos internos y externos que permitan enfrentar situaciones críticas de todo tipo. Se supera la noción de Resiliencia individual y se conceptualiza en América latina sobre la resiliencia familiar o relacional, comunitaria, andina y empresarial.

La Resiliencia familiar implica: vínculo emocional significativo, conductas éticas, soporte espiritual y contexto ecológico. Los factores resilientes de la familia son la cohesión, la comunicación, la adaptación, la afectividad.

Para el Trabajo Social contemporáneo y otras profesiones del desarrollo humano, el construccionismo sustenta el principio de fortalecer la habilidad de sobrellevar las tareas y los problemas que enfrentan en la vida. Los profesionales de estas áreas, están preparados para actuar en Contextos no Clínicos de atención sociofamiliar: recepción-orientación, evaluación, prevención, promoción, educación. Asumen la resiliencia como enfoque y estrategia metodológica.

La producción teórica sobresaliente de Resiliencia en Trabajo Social está en Colombia (Universidad de Antioquia), Costa Rica y España, pero es utilizada en gran variedad de proyectos de desarrollo humano.

Palabras clave: Resiliencia, contextos no clínicos, contextos clínicos, trabajo social, familia, multidisciplinariedad, sistémica.


Resumo:

Resiliência é um termo novo, mas não é o fenómeno que representa. O conceito, que surge a meados do século passado, é tomado das ciências naturais (física e osteología), e já está incluido no campo social.

A Resiliência oferece alternativas a todos os profissionais, porém ainda não é um conceito homogêneo. A Resiliência é um câmbio de paradigma: privilegia o enfoque nas fortalezas, não no déficit do problema. Envolve os individuos, familias, grupos, comunidades e instituições para que sejam parte da solução com o conjunto de recursos internos e externos que lhes permitam enfrentar situações críticas de diversa índole. Superando a noção de Resiliência individual, conceitualiza-se na América Latina a respeito da resiliência familiar ou reacional, comunitaria, andina e empresarial.

A Resiliência familiar implica: vínculos emocionais significativos, condutas éticas, suporte espiritual e um contexto ecológico. Os fatores resilientes da familia são a coesão, a comunicação, a adaptação, e a afetividade.

Para o Trabalho Social contemporâneo e outras profissões relacionadas ao desenvolvimento humano, o construcionismo sustenta o principio de fortalecer a habilidade das pessoas para asumirem as tarefas e os problemas que enfrentam na vida. Os profissionais destas áreas estão preparados para agir em contextos não clínicos de atenção socio-familiar: recepção-orientação, avaliação, prevenção, promoção, e educação. Assumem a resiliência como linha e estrategia metodológica. A mais sobressaliente produção teórica a respeito de Resiliência no Trabalho Social encontra-se na Colômbia (Universidad de Antioquia), na Costa Rica e na Espanha, embora seja utilizada numa grande variedade de projetos de desenvolvimento humano.

Palavras chave: Resiliência, contextos não clínicos, contextos clínicos, trabalho social, familia, multidisciplinaridade, sistémica.


Abstract:

Resilience is a new term, but not the phenomenon it refers to. This concept, which arose by the middle of the last century, was taken from the natural sciences but is already included in the social field.

Resilience offers research and intervention alternatives to all professionals, but it is not yet a homogeneous concept. The concept of resilience represents a paradigm change: it focuses on strengths, not on the deficit or problem. It involves individuals, families, groups, communities and institutions, so that they become part of the solution, together with the all internal and external resources available to them, in order to face critical situations of all types.

In Latin America, the idea of individual resilience is left aside, and the idea of familial or relational, communitarian, and even Andean and managerial resilience is developed.

Family resilience implies significant emotional bonds, ethical conduct, spiritual support and ecological context. The family's resilient factors are cohesion, communication, adaptation and affectivity.

In contemporary Social Work and other Human Development professions, social constructionism upholds the principle that people's ability to endure tasks and problems that they confront every day should be strengthened. Practitioners in these areas are qualified to act in non-clinical contexts of socio-familial attention: reception-orientation, evaluation, prevention, promotion and education. Resilience is assumed by them as an approach and as a methodological strategy.

Key Words: Resilience, non-clinical context, clinical context, social work, family, multidisciplinarity, systemic social therapy.


Podrá caerse el cielo y del suelo no pasará
Podrán robarse algunos años pero nunca la eternidad
Podrán quebrarse las guitarras pero bambucos siempre habrá
Podrán destruirse las casas pero nunca el calor de hogar

Sueños de café, Andrés Peláez, 2001

I. Preámbulo

Al igual que muchos fenómenos humanos, la Resiliencia siempre ha estado presente en la evolución del hombre, como un elemento que es consuetudinario a la condición no sólo de sobrevivir, sino de construir proyectos de vida alternativos para superar situaciones traumáticas o disfuncionales, en el ámbito individual, familiar y/o sociocomunitario.

El concepto que lo distingue en las últimas décadas del siglo pasado, se adopta de las ciencias naturales (física y osteología), para analizar dicha categoría en el campo social y cultural. Ello demuestra la convergencia de las ciencias, la integralidad del cosmos y los cambios de paradigma que permiten la cooperación de diversas áreas del conocimiento para enfrentar los, cada vez más complejos, dilemas humanos.

La Resiliencia se establece en la agenda de los profesionales de Trabajo Social, como un campo de acción social que en sus pasos iniciales ha estado desarticulado y disgregado. Son los esfuerzos y propuestas aisladas de Trabajadores Sociales1, (la mayoría docentes e investigadores universitarios), que inauguran nuevas rutas teóricas e instrumentales en dominios convergentes e incorporan nociones como las crisis de diversa naturaleza que se afrontan a diario en los Contextos no Clínicos de atención socio-familiar: recepción-orientación, evaluación, prevención, promoción, educación.

La formación universitaria en el continente, permite que el facultativo de Trabajo Social maneje con pertinencia la Resiliencia como estrategia preventiva, interdisciplinaria e integradora de los procesos individuales, familiares, comunitarios y corporativos.

El análisis retoma las categorías generales de la Resiliencia en su dimensión multidisciplinaria, expone la Resiliencia Familiar examinando elementos propios de la profesión en su tradición centenaria con este sistema humano y finaliza con reflexiones que integran Trabajo Social, las nociones sistémicas del conflicto y las crisis y la asunción de la Resiliencia en los Contextos no Clínicos. Enuncia además, los principales aportes teóricos disciplinarios sobre la resiliencia en Colombia, Costa Rica y España.

II. Comprensión moderna de la resiliencia

La Resiliencia es un fenómeno milenario, está inscrito en la estructura de la especie humana. Ella explica la sobrevivencia y evolución del hombre primitivo, desde estadios salvajes, hasta la tecnología de punta del siglo XXI de la era cristiana.

Del mismo modo que varios asuntos que han estado presentes en el proceso filogenético, la Resiliencia es retomada por las ciencias sociales, a mediados del siglo XX, de las investigaciones anglosajonas que analizaron la superación positiva de experiencias vitales violentas o traumáticas, para sistematizar y proponer estrategias de comprensión y enfrentamiento del estrés, el conflicto, el disfuncionamiento y las crisis, como elementos ineludibles de la condición humana, pero también probabilísticos, en tanto no afectan de la misma manera a todos sus componentes.

La etiología de la Resiliencia conecta diferentes áreas del conocimiento: medicina, física, ingeniería, psicología, trabajo social, pedagogía y otras disciplinas afines. Esto posibilita asumir una de las características esenciales de la Resiliencia: su capacidad multidisciplinaria, que se ha formado de manera fluida y natural, siendo en el momento actual, competencia de cualquier campo del desarrollo humano. Su establecimiento en las ciencias sociales, corre de cuenta de la psicología, donde están reportados los textos pioneros y clásicos de la literatura inglesa, traducidos y difundidos en el habla hispana.

En este sentido las disciplinas que añaden comprensión a la naturaleza de la resiliencia incluyen psiconeuroinmunología, filosofía, física, psicología, medicina oriental, neurociencias, etc. Los conceptos de Resiliencia y Resiliencialidad han emergido como conceptos holísticos, capaces de convertirse en áreas interesantes de investigación, que exploran las capacidades personales e interpersonales y las fuerzas internas que se pueden desplegar para aprender y crecer a través de las situaciones de adversidad (Villalba, 2003).

Con visos de posmodernidad (discusión que no está en el orden de este texto), la Resiliencia es un juego sugestivo de la moda científica, pues en su esencia y sentido primigenio es una reingeniería de la capacidad humana innata de enfrentar la adversidad. Esto es un llamado a entender el trasfondo de los vocablos in y a desarrollar competencias argumentativas que respalden la solidez terminológica y no simple simpatía por el discurso innovador, aún éste no tenga el estatuto de cientificidad.

No es objeto polemizar el asunto, pero sí es un deber académico, establecer que pese a que el concepto de Resiliencia sea reciente, el fenómeno es propio de la condición humana y como tal aparece con el homo sapiens y pervive históricamente, tal como está demostrado con proliferación.

Habida cuenta de la evidencia del surgimiento del término Resiliencia en las ciencias naturales y en los países industrializados, no han faltado las voces nacionalistas de tildarlo de ser agente de dominación ideológica y política, que eximiría a los estados y gobiernos de su responsabilidad ante la pobreza, la exclusión y las catástrofes producidas directa o indirectamente por la misma acción anti-ecológica del hombre. Este análisis en aras de neutralizar los avances científicos de otras latitudes, desconoce la validez de la Resiliencia como enfoque y como dispositivo instrumental en América Latina.

La Resiliencia es un cambio de paradigma: privilegia el enfoque en las fortalezas, no en el déficit o problema. Involucra a los individuos, familias, grupos, comunidades e instituciones a que sean parte de la solución con el conjunto de recursos internos y externos que permitan enfrentar situaciones críticas de todo tipo.

El lenguaje apreciativo, la recursividad y la autopoiesis, son términos desde el constructivismo, el construccionismo y la teoría de la complejidad, que respaldan estas nuevas dinámicas de acción social y se incorporan en la sistematización de la Resiliencia, para asumirla tanto como concepto sustentado científicamente, como estrategia metodológica:

El Enfoque apreciativo es una alternativa para la disolución de problemas relacionales en la Familia y la Comunidad, divulgado por Bárbara Zapata Cadavid (2001, notas personales): "Es una tendencia inspirada en el construccionismo social, que busca superar la cultura del déficit, mediante la identificación, en el lenguaje y la acción, de logros y capacidades que al ser desarrollados creativamente podrían facilitar el cambio en las familias, los grupos y las comunidades".

La autopoiesis: (Hernández, 1997, p. 36). Para Maturana, es la capacidad de los sistemas vivientes para desarrollar y mantener su propia organización... significa procesos interactivos específicos entre los componentes del sistema, los cuales producen a su vez el sustrato constitutivo de sí mismos... El término en griego significa "algo que se hace a sí mismo".

El principio de recursión organizativa... Es una curva generadora en la cual los productos y los efectos son ellos mismos productores y causantes de lo que los produce (Morín, 1996, p. 13). Esto conecta con los recursos que la Resiliencia, define esenciales.

La Resiliencia ofrece alternativas a todos los profesionales y en correspondencia con su proceso de consolidación, no es todavía un concepto homogéneo: unos escritores lo utilizan en singular, otros en plural (para referir, o bien sus siete características o la diversidad de aplicación, según sea a individuos, familias, comunidades, etc.). Pero sí hay coincidencia en esta segunda generación de investigadores y autores: es considerar la Resiliencia como una estrategia de intervención social, de carácter preventivo-promocional- educativo, sustentada en la interacción entre la persona y su entorno, útil a los diversos sistemas humanos y sus contextos.

La Resiliencia, propicia modificaciones conceptuales importantes en las ciencias sociales, humanas y naturales asumiendo el componente bio-psico-social-jurídicoespiritual que ilumina y cohesiona los proyectos de avanzada. Conlleva una visión holística, integradora de los dilemas humanos, pues plantea que la activación de factores resilientes en individuos, genera también cambios en las familias y comunidades de las cuales hacen parte (Quintero, 2001, p. 5). Las investigaciones y reflexiones iniciales sobre la Resiliencia estaban centradas en el ámbito individual, siendo rebasadas y hoy en día, existen diferentes aplicaciones de la Resiliencia, en el continente:

Resiliencia Familiar: la sistémica trasciende el enfoque individual y teoriza sobre las características de la familia como un sistema relacional, con recursos y estrategias propias e innatas, que le permiten sortear tanto las crisis normativas, como las no normativas y descubrir sus "tesoros ocultos", parafraseando a Emma Genijovich, que la orientaran para cumplir sus objetivos vitales. La resiliencia familiar busca identificar y fomentar procesos claves que facilitan a dichos sistemas, afrontar dificultades de manera efectiva y adquirir fortalezas ante los desafíos.

Resiliencia Comunitaria: (Melillo & Suárez, 2001, p. 67 ss). La resiliencia comunitaria desplaza la base epistemológica del concepto inicial modificando no sólo el objeto de estudio, sino también la postura del observador y los criterios de observación y validación del fenómeno. De manera similar al modelo de Wolin para la resiliencia individual, plantemos un paradigma para lo colectivo y comunitario. Sus pilares fundamentales son:

Autoestima colectiva: es la actitud y sentimiento de orgullo por el lugar en que se vive.

Identidad cultural: es la persistencia del ser social en su unidad y "mismidad" a través de cambios y circunstancias diversas.

Humor Social: es la capacidad de expresar en palabras, gestos o actitudes corporales los elementos cómicos, incongruentes o hilarantes de una situación dada, logrando un efecto tranquilizador y placentero.

Honestidad estatal: implica la existencia de una conciencia grupal que condena la deshonestidad de los funcionarios y valoriza el honesto ejercicio de la función pública.

Resiliencia organizacional, también llamada laboral, corporativa, en/de los recursos humanos: entendiendo el análisis sistémico de las organizaciones, administradores, economistas y ejecutivos del recurso humano, han adherido al concepto de Resiliencia y lo incorporan en la vida institucional, en todo el proceso, desde la selección del personal (donde detectan fortalezas personales y familiares para superar las crisis), hasta programas de educación continua para aprender a manejar en equipo y con connotación positiva las dificultades y situaciones disfuncionales del ámbito corporativo. Presenta desarrollos significativos en Brasil.

Resiliencia andina: vocablo propio también de Suramérica, rinde honor a los países con tradición y alta concentración de población indígena: Ecuador, Perú y Bolivia, que se han caracterizado por su lucha milenaria en conservar sus tradiciones, en adaptarse a otras culturas de dominio y extinción, pero preservando su identidad y esencia americana. De ello dan cuenta innumerables proyectos de desarrollo sostenible y de supervivencia en nuestras cordilleras andinas.

La versión ecosistémica de la resiliencia se basa en la interacción y dinamismo de los sistemas sociales y ecológicos. Esto fundamenta las opciones de aplicarse en programas de desarrollo sostenible, para aumentar la capacidad de adaptación al cambio o incluso, para utilizar el cambio de manera positiva para el logro de objetivos de largo alcance, que garanticen mejores condiciones de vida a las personas, las familias y a la sociedad.

En Colombia se destacan varios programas pioneros donde la Resiliencia es activada:

Investigaciones recientes con Familias en situación de desplazamiento forzado, excluidas de su territorio y/o cultura y afectadas por las diferentes formas de violencia presentes en el país, concluyen sobre la activación de la Resiliencia: Esto refuerza la acción resiliente de las familias, que como en el caso anterior, combinan el uso de estrategias internas y externas con base en todos los recursos a su alcance, en especial la movilización de los propios, y aprovechan las fortalezas de cohesión entre sus miembros, con la familia extensa o con los amigos y vecinos (López, 2004, p. 20).

El Programa de Aceleración del Aprendizaje, ha venido funcionando desde el año 2000; atendiendo más de 30 mil estudiantes desde entonces. El Programa se diseñó originalmente en Brasil, pero el Ministerio de Educación Nacional, MEN, de Colombia suscribió un convenio bilateral con ese país para adaptarlo al contexto nacional. Corpoeducación fue la entidad encargada de adaptarlo, bajo la coordinación de la psicóloga Isabel Fernández, y actualmente es el operador reconocido por el MEN para hacerlo en todo el territorio nacional. Es un programa de nivelación de la primaria para niños y jóvenes en extraedad. Uno de sus ejes de trabajo es el fortalecimiento de la autoestima y de la resiliencia, pues la mayoría de los estudiantes atendidos han sufrido tanto experiencias de fracaso escolar, como aquellas relacionadas con maltrato, desplazamiento, vinculación a grupos armados y pandillas, etc. (Fernández, 2004).

La Crianza Humanizada, que ejecuta de manera interdisciplinaria el Grupo de Puericultura de la Universidad de Antioquia, Facultad de Medicina, incluye la Resiliencia como una de las diez metas del desarrollo infantil. Se entiende el concepto como instrumento de acción en el campo de la promoción al desarrollo de las potencialidades individuales, colectivas y del entorno orientado hacia la consecución de una mejor calidad de vida. En la prevención, a las acciones para evitar que aparezcan consecuencias indeseables. El proyecto de tipo promocional y preventivo, es pionero con cobertura regional, tanto en la capital, como en las zonas rurales.

En 1999, se desarrolló en la Fundación Universitaria Luis Amigó, Medellín, un proyecto para activar resiliencia en familias co-adictas vinculadas a la Comunidad Terapéutica Convivencial Luis Amigó, que estuvieran en la fase de pre-comunidad, con el fin de prevenir recaídas y aparición de nuevos eventos de farmacodependencia entre sus miembros. La experiencia fue diseñada, ejecutada, evaluada y sistematizada por dos Profesionales en Desarrollo Familiar. Al finalizar la experiencia se hizo una evaluación de cada familia con el Coordinador del trabajo con familias dentro de la Comunidad: Los obstáculos que originaron su remisión desaparecieron cuando participaron en el proyecto. El proceso de recuperación se aceleró, en relación con el proceso tradicional dentro de la Comunidad. La casi totalidad de los residentes participantes terminaron el proceso, mientras que entre los demás suelen presentarse más deserciones. Seis meses después de finalizada la experiencia, un seguimiento a las familias participantes reveló que no se habían presentado recaídas, y que los cambios en la dinámica familiar se mantenían, creando un clima mucho más acogedor y gratificante para todos (Puerta & Quintero, 2001, pp.145-147).

A nivel continental, la Resiliencia es una estrategia utilizada con óptimos resultados en Ecuador, Perú, Chile, Costa Rica y Guatemala, entre otros países, en el trabajo con comunidades marginadas, de altos índices de pobreza y exclusión. También empieza a ser considerada en la elaboración y diseño de las Políticas Públicas y Sociales, para delinear acciones que comprometan todos los actores sociales: comunidades, familia, organismos gubernamentales, organismos no gubernamentales, sector privado, movimientos sociales, organizaciones de base, en esencia toda la sociedad civil.

... Algunos proyectos intentan aplicar explícitamente el concepto de resiliencia en la planificación y evaluación de sus estrategias de intervención. Otros lo utilizan implícitamente, para conservar la esperanza y el empuje positivo. Lo que más se intenta es potenciar los recursos y los factores protectores de los individuos, familias y comunidades, apoyándose en las salvaguardias de la sociedad y en la resiliencia individual... Al no ser un concepto absoluto ni temporalmente estable, es preciso fomentar la resiliencia, siempre en un marco cultural específico. Nunca podrá sustituir a la política social, sino ser para ella fuente de inspiración y, en ocasiones instrumento reorientador (Kaluf & Maurás, 1998, pp. 220-221).

Los escenarios de aplicación de la Resiliencia en el continente en su primera generación, han sido la pobreza, la exclusión social y los programas centrados en el desarrollo de niños y adolescentes. La experiencia latina abre este abanico de opciones a familias en situación de desplazamiento forzado, familias con un miembro desaparecido (secuestro por grupos armados fuera de la ley o autoridades gubernamentales), niños en y de la calle, violencia social y/o familiar, desastres naturales, sistema educativo (escuelas de padres, mediación escolar), terapia familiar sistémica, adicciones, escenarios empresariales y administrativos, grupos socioeducativos y... en fin... la creatividad propia de la época y del profesional contemporáneo.

III. Procurando la resiliencia familiar

Bajo la égida del construccionismo, el objetivo básico del Trabajo Social contemporáneo, y otras profesiones en la relación de ayuda, es fortalecer la habilidad de las personas para sobrellevar las tareas y los problemas que enfrentan en la vida. La verdad y la visión sobre el mundo no son autónomas del individuo, sino que dependen de sus creencias, pensamientos y percepciones. Esto le infiere un carácter individual y específico al modo de enfrentar las crisis y las adversidades, en tanto no todos los sistemas humanos poseen los mismos dispositivos para la activación de la Resiliencia. Además de ciertas características intersubjetivas que pueden ser innatas o adquiridas (por auto asignación o competencias educativas), se requiere la concurrencia de habilidades o factores relacionales, esto es de sentimientos o actitudes brindadas por la familia y/o el contexto.

Considerando que la Resiliencia en uno de sus sentidos, no es algo innato y emerge como resultado de la interacción entre los individuos y el entorno, en una conjugación de factores primordiales, es función de la familia crear los vínculos afectivos seguros y sólidos y un espacio funcional propicio para el desarrollo, capacidad de resistencia y habilidades del conocimiento, entre otros.

La evolución de la Resiliencia, al igual que otros dominios científicos, incorpora de manera sistémica la Resiliencia Familiar (Walsh, 1998, pp. 11-32). El enfoque basado en la resiliencia examina a cada familia teniendo en cuenta sus particulares recursos, limitaciones y los desafíos que se le plantean... La Resiliencia relacional incluye los esquemas organizativos, los procesos de comunicación y de resolución de problemas, los recursos comunitarios y la reafirmación de los sistemas de creencias... El enfoque de resiliencia familiar va más allá de la resolución de los problemas, ocupándose de su prevención, no sólo mediante la reparación actual de la familia sino también preparándola para retos futuros.

Las funciones sistémicas de la familia, registradas en el modelo circumplejo de Olson e incorporadas en el discurso profesional de los Contextos Clínicos y no Clínicos, son elementos claves para activar la Resiliencia tanto en situaciones de crisis, como en programas preventivos:

Contextos no Clínicos:

Refieren las interacciones en orientación/recepción, evaluación y prevención promoción-educación. Implican cambios de primer orden y acciones centradas en la demanda específica, por lo cual no compromete modificaciones a la estructura de los sistemas. Puntualiza campos de acción social propios de Trabajo Social, conocimientos, estrategias metodológicas y destrezas adquiridas y asumidas en la formación básica universitaria de pregrado.

Contextos Clínicos:

Aluden a la Terapia Familiar Sistémica, con los cambios de segundo orden que ella exige y que como tal modifican la estructura del sistema. En consonancia con lo expuesto en el texto, la definición como terapeuta, pasa por formación posgraduada o postítulos, que involucre no sólo la técnica, sino reflexiones sobre la familia de origen y conocimientos universales de la familia y sus múltiples escenarios (Quintero, 2004, p.14)

Cohesión: Es el vínculo que posibilita la interacción y unión del sistema familiar, a través del soporte emocional, el manejo de los límites internos y externos, la división en subsistemas, el compartir las actividades cotidianas, las alianzas y las coaliciones intrafamiliares. La cohesión fluctúa entre desligada (muy baja), separada (baja a moderada), conectada (moderada alta) y amalgamada (muy alta).

Afectividad: hace relación al sentimiento, el tono y el nivel de intimidad de la familia, al ejercicio del poder y de las normas implícitas o explícitas, y a la toma de decisiones. Es uno de los factores primordiales en la cohesión familiar.

Comunicación: comprende no sólo los contenidos verbales sino también el lenguaje no verbal. Cada familia va desarrollando un estilo propio y único que opera en privado o en público. La terapeuta y trabajadora social Virginia Satir identifica cinco modelos de comunicación aprendidos en la familia de origen: aplacador o conciliador, culpador o recriminador, distractor o impertinente, super razonador o computador, abierto o flexible (Quintero, 1997, p.109).

Adaptación: le permite a la familia manejar la permeabilidad de sus límites internos y externos, para asumir los cambios intra y extrafamiliares. La adaptabilidad de la familia posibilita encarar las vicisitudes propias de su evolución y los ajustes inesperados, que emergen en la interacción entre los subsistemas que la conforman y el suprasistema al que pertenece.

Las funciones sistémicas mencionadas, son factores resilientes, en tanto preparan a la familia para enfrentar y superar eventos traumáticos internos y externos. Aún las situaciones más disímiles, inexplicables y contundentes, se asumen, de preferencia, en la organización familiar con la que se convive y con los sistemas protectores extrafamiliares. Esto es reconocido como las redes socio-familiares, tanto las formales o secundarias, como las informales o primarias, siendo éstas las de mayor soporte psicoafectivo e instrumental y que operan siempre en la vida familiar.

Acogiendo una cosmogonía holística, la Resiliencia es entendida como un evento que permea a todos los sistemas humanos: individuos, familias, grupos, comunidades, corporaciones. Los principios de la circularidad y la totalidad para entender a la familia como un sistema complejo integrado por subsistemas (conyugal, parento-filial y fraternal) e inmerso a su vez en un suprasistema social, que varía cuando alguna de sus partes se afecta y viceversa, da cuenta de que la activación de la Resiliencia en cualquiera de estas esferas compromete, no los componentes de forma aislada, sino a un sistema relacional.

Los Recursos Resilientes Familiares, más registrados, son el espacio y apoyo emocional con presencia de lazos afectivos y límites claros, permeables y consensuados. Si los padres o parientes consanguíneos no proveen este clima, el apoyo puede originarse en las redes informales: familiares, vecinos, profesores, religiosos, etc. De la importancia y validez de las redes socio-familiares en la activación de la resiliencia, hay suficientes reportes científicos que amplían el sustento teórico y metodológico de su accionar.

La Resiliencia Familiar liga los procesos familiares a los desafíos. La estrategia es identificar las fortalezas y debilidades de las familias para enfrentar los desafíos de la vida. El enfoque sistémico de la Resiliencia, integra el pasado, el presente y el futuro de las familias y de los miembros que la componen.

Características de la Resiliencia Familiar

  • Presencia de un vínculo emocional significativo que puede ser el padre/madre biológico o una figura parental, de orden psico-afectivo. Esto entroniza la importancia de las redes primarias y secundarias.
  • Soporte espiritual entendido éste como modelos o creencias en fuerzas superiores que en la cultura judeo-cristiana se expresan en prácticas religiosas, de diversa naturaleza. Ante el cambio de paradigmas, el hombre occidental busca la mirada al equilibrio natural de oriente y rescata la dualidad e integralidad: mente-cuerpo, vida-muerte, yin-yan.
  • Conductas éticas, esto es el sentido del compromiso y responsabilidad consigo mismo, con la familia y con la sociedad. La activación de la Resiliencia implica conductas aceptadas social y culturalmente que no atenten contra el otro.
  • Consideración ecosistémica: es el contexto relacional, donde los recursos o fortalezas no provienen solamente del sistema familiar sino además, del entorno. Incluye una perspectiva ecológica y evolutiva, expresada en las interacciones con el medio y el cruce con la historia y transmisión multigeneracional de la familia, de características propias para manejar los procesos adaptativos.

La crisis o el problema que enfrentan los grupos familiares puede ser causa para lo peor o génesis de lo mejor, según sean los enfoques que se adopten frente a ellos: puede producirse una resignación ante el riesgo o pueden generarse nuevos impulsos a partir de la oportunidad que se ofrece. No se trata pues de simplificar los problemas, encubrirlos o negarlos, sino de encontrar modos alternativos de explicarlos, asumirlos, y solucionarlos (Zapata, 2001).

IV. Convergencia entre resiliencia y trabajo social

La naturaleza ya descrita del concepto relativamente nuevo de la resiliencia, mas no del fenómeno que representa, es lo que faculta al Trabajo Social para incorporar la Resiliencia en su repertorio cognitivo e instrumental, aportándole su experiencia centenaria en el trabajo de campo (en Contextos no Clínicos), propia de su función y misión profesional: orientación-recepción, evaluación, prevención-promocióneducación, en su acervo metodológico clásico de intervención directa e intervención indirecta con los métodos de caso, grupo y comunidad.

La evolución disciplinaria fluye ahora en los Contextos no Clínicos y Contextos Clínicos, siendo los primeros de más uso en la acción social con familia, pero que son comprensibles a todas las áreas de ejercicio profesional:

Trabajo Social tiene tradición en desarrollar programas enfocados a la pobreza y exclusión socio-económica, ello le asigna prioridades y garantías para activar la Resiliencia con los sectores marginados en América Latina, en los Contextos no Clínicos. Cuando las personas tienen problemas, por lo general, olvidan que tienen recursos y capacidades, es tarea de la intervención profesional crear una atmósfera que facilite la identificación de fortalezas y habilidades, la mejor herramienta para hacerlo es el lenguaje (Zapata, 2001).

Al igual que varios de los conceptos modernos en boga, el registro metodológico de Trabajo Social está provisto de estrategias convergentes con la teoría reciente de la Resiliencia. Ello corrobora el planteamiento que no es ajeno a nuestra disciplina, que estamos facultados para ser proveedores de su consolidación temática y que por su misma naturaleza ha sido, es y será de competencia del Trabajo Social.

¿Con qué modelo se trabaja o se debería trabajar en Trabajo Social Familiar? [con] Los factores resilientes, es decir, nos quedamos en la concepción de que la familia está en crisis, sino que ¿qué factores a esas u otras familias les permite salir de esas crisis? ¿Cuáles son los gradientes en el fondo, que tienen estas familias para regenerarse y reconstituirse? (Donoso & Saldías 1998, p.137).

El Trabajo Social como disciplina social, siempre ha generado acciones de tipo evaluativas, preventivas, promocionales, educativas, orientadoras y de manera implícita o explícita, su misión profesional es por tradición, el reconocimiento en las fortalezas o recursos de los sistemas humanos con los que trabajó. Ello facilita la inclusión de la Resiliencia (tanto como enfoque y como estrategia), en su repertorio profesional y en todas sus acciones sociales.

El repertorio de los Contextos Clínicos (Terapia Familiar Sistémica), donde Trabajo Social ha sido pionero en el orden mundial, aporta nociones novedosas, que unidas al acervo clásico de los Contextos no Clínicos, enriquece la comprensión y aplicación de la Resiliencia: crisis vitales o normativas, crisis no normativas (estructurales, desajuste, desvalimiento), tensión, estrés, conflicto, recursos, fortalezas. Son innegables las propiedades ontogenéticas (propias del hombre), del conflicto y la crisis, entendidas como un dispositivo inherente al hombre y potenciadores de acciones mejoradoras.

El conocimiento científico contemporáneo redimensiona esta perspectiva y la asume de otra manera: no es plantear posiciones utópicas de evitar el dolor, la crisis, etc., sino de enfrentarlos con una connotación positiva. En los sucesos vitales inevitables como la muerte, rupturas, pérdidas o egresos familiares, es entenderlos como posibilidades de reorganización y adaptación estructurales. En situaciones inesperadas, traumáticas (desplazamiento forzado, desastres naturales, violencia de todo tipo), la Resiliencia considera a las personas afectadas como poseedoras de recursos internos de sobre vivencia y constructoras de proyectos vitales y no sólo como víctimas. En estos eventos no hay repertorios o improntas definidas, sino que de manera insospechada emergen los mecanismos familiares y socio-comunitarios, para actuar y resurgir como Ave Fénix.

Es diferente la Resiliencia en su acepción preventivo-promocional, de su consideración como estrategia de contingencia in suto. Esta se acompaña de otras acciones que convocan distintos recursos metodológicos: intervención en crisis, grupos (ayuda mutua, socio-educativos, socio-terapéuticos), terapia de redes, entre otros. El dominio preventivo, identifica programas a mediano y largo plazo, que activan los recursos resilientes como elementos protectores ante cualquier situación crítica normativa o no normativa. Ello es preparar a los individuos, familias y comunidades, con un repertorio que les permita fluir con connotación positiva en medio del caos y la adversidad.

La información teórica y de investigación sobre resiliencia es tan amplia que se puede conceptualizar como un enfoque teórico para la práctica del Trabajo Social, enfoque que algunos autores llaman de conducta humana basada en resiliencia (Begun, 1993; Fraser & Galinsky, 1997; Gitterman, 1991, 1998; Saleebey, 1997a; Gilgun, 1996a, 1996b). Este movimiento conceptual, como afirman Greene y Conrad (2002) resulta de las perspectivas teóricas renovadas, la experiencia de los supervivientes, y la sabiduría de los profesionales expertos (Villalba, 2003).

El concepto está incluido en el repertorio disciplinario y se evidencia en las posturas constructivistas: Una propuesta más estética nos lleva a reemplazar nuestra tendencia a centrarnos en lo problemático, lo dificultuoso, lo que hace falta, por la generación de nuevas salidas, el descubrimiento o la invención de fortalezas y alternativas que posee cada uno y la familia en su conjunto. Vista así, ésta es una práctica renovadora en nuestra labor en cualquier marco institucional en el que estemos. Se trata no de prejuzgar la naturaleza del problema que aqueja a una familia sino llegar con ella a la redefinición de los problemas (Agudelo, 2000).

Para finalizar, se resaltan aportes de Olga Lucía López y ángela María Quintero (Universidad de Antioquia, Colombia), Cristina Villalba (España, Universidad Pablo Olavide) y Helena Badilla, (San José de Costa Rica), todas ellas Trabajadoras Sociales, docentes e investigadoras universitarias, que se aventuran en abrir caminos multidisciplinarios y societales con la Resiliencia:

Olga Lucía López Jaramillo (Medellín, Colombia, Universidad de Antioquia), es una autora pionera en presentar en eventos internacionales, la relación entre familias en situación de desplazamiento forzado y la activación de la Resiliencia. En su condición de terapeuta familiar de corte relacional, capta los planteamientos de ángela Hernández, quizás la primera investigadora sistémica del fenómeno en Colombia, que de manera certera y taxativa recoge nociones básicas del paradigma moderno, las aplica y estudia en familias en situación de estrés permanente. De allí se derivan conceptos que ingresan a la fundamentación teórica de la Resiliencia: estrategias de afrontamiento, acumulación de demandas, eventos estresores, recursos individuales, recursos familiares, recursos comunitarios, capacidades (Hernández, 1997, pp. 36, 41, López, 2004, pp. 17-22).

Angela María Quintero Velásquez (Medellín, Colombia, Universidad de Antioquia), desde 1998 presenta en auditorios nacionales e internacionales la Resiliencia como un enfoque metodológico y un proceso de competencia en los Contextos no Clínicos y Clínicos del abordaje socio-familiar, viable para todas las áreas del conocimiento y necesario de ser incluido en los programas de formación universitaria y formación avanzada, tanto en pre-grado como posgrado. Facilita la convergencia entre Trabajo Social y la Resiliencia, enfatizando sus nexos con las formas alternativas de enfrentar los conflictos socio-familiares, en las redes socio-familiares, en la utilización de la evaluación diagramática de las relaciones familiares (ecomapa, mapa de redes).

Cristina Villalba Quesada (España, Sevilla, Universidad Pablo Olavide). En la disertación final de su doctorado en Psicología, la catedrática andaluza, sistematiza con base en la literatura anglosajona que traduce, la evolución de la Resiliencia, su clásica caracterización, orígenes, devenir multidisciplinario, el tránsito documental por EE.UU., Inglaterra y Francia, básicamente. Rescata esfuerzos diseminados de autores de TS, que aportan una reflexión sobre el asunto y sistematiza las fases de la investigación en la Resiliencia, proponiendo la denominación de Resiliencialidad. Pese a ello, España en los Diplomados de TS, no reporta producción intelectual sobre el tema.

Helena Badilla Alán (San José de Costa Rica), producto también de una tesis universitaria, la colega costarricense, trabaja la Resiliencia en un marco general dado lo desconocido del asunto, y analiza su inclusión en Trabajo Social. Proponiendo elementos metodológicos de utilidad tanto en contextos no clínicos, como en contextos clínicos.

Otras dos autoras colombianas que desde posturas construccionistas, incorporan elementos de marco referencial e introducen un discurso innovador para conceptualizar y activar la Resiliencia en los sistemas humanos, son: Bárbara Zapata Cadavid, (Universidad Nacional de Colombia, Bogotá), con sus aportes sobre el lenguaje apreciativo y la intervención centrada en soluciones. María Eugenia Agudelo Bedoya (Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín), expone las opciones del construccionismo en la acción social con las familias e individuos.

Este breve enunciado disciplinario, presenta dos conceptos novedosos que a futuro serán de dominio de los profesionales que trabajen con Resiliencia:

Esfera de resiliencia:

El ser humano "en resiliencia" o "Esfera de la Resiliencia", se concibe como un proceso dinámico de interacción entre factores o recursos personales y sociales que conforman una serie de posibilidades tanto de respuesta al conflicto como de potenciación de otras fuerzas personales y sociales con que las personas y comunidades de éxito enfrentan su realidad... Es la persona que entra en una dinámica en la que recursos personales y sociales se manifiestan interactuando de tal manera que constituyen una amalgama de posibilidades que producen respuestas asertivas y satisfactorias que permiten no sólo la solución de conflictos, sino también el desarrollo y potenciación de otras posibilidades en las que se incluyen como aspectos fundamentales, la comunicación interpersonal, la interacción e intercambio de recursos (capacidades, habilidades, valores, convicciones, significados) que constituyen a su vez, el bagaje de conocimientos prácticos con que las personas y comunidades de éxito enfrentan su realidad (Badilla & Sancho, 1997).

Resiliencialidad:

Es el proceso de poder con estresores, adversidad y cambio u oportunidad de manera que los resultados produzcan una identificación, fortalecimiento y enriquecimiento de los factores de protección (Villalba, 2003).

V. Conclusiones

El equívoco suscitado con el desconocimiento del vocablo Resiliencia, ha llevado a minimizar la naturaleza del fenómeno que interpreta. Es función de los investigadores y catedráticos recuperar su naturaleza interdisciplinaria e incluirla en la formación de pre y posgrado de todas las áreas del conocimiento, especialmente las involucradas en los procesos de ayuda.

La Resiliencia implica un cambio de paradigma, porque enfatiza en las fortalezas y en las soluciones, no en las carencias o los problemas. Permite que los recursos internos que tienen todos los sistemas humanos (individuos, familias, comunidades, organizaciones, etc), sean tenidos siempre en cuenta y activados ante situaciones adversas o críticas de diversa índole. Esto es generar procesos de co-creación y definición de nuevas estrategias en las acciones profesionales y socio-familiares.

La formación universitaria de pregrado de los profesionales de Trabajo Social y de otras profesiones que operan con la relación de ayuda, los capacita para actuar la Resiliencia en los Contextos no clínicos y les facilita luego el entrenamiento para utilizarla en los Contextos Clínicos. El énfasis moderno es en acciones sociales preventivas, promocionales, educativas, de corte multidisciplinario, rescatando los recursos internos de todos los sistemas vivos.

Todo lo susodicho, esboza desarrollos disciplinarios, que a futuro abrirían las opciones de activar la Resiliencia tanto en Contextos no Clínicos, como en Contextos Clínicos...


Notas:

1 Sin ánimo de polemizar, con las teorías de género, el texto utilizará el genérico de los términos, que en castellano es más conducente al masculino.


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Referencia para citar este artículo: Quintero Velásquez, A. M. (2005). Resiliencia: Contexto no clínico para trabajo social. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 3 (1), pp.73-94


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