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Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud

Print version ISSN 1692-715XOn-line version ISSN 2027-7679

Rev.latinoam.cienc.soc.niñez juv vol.7 no.1 Manizales Jan.June 2009

 

Segunda Sección: Estudios e Investigaciones

 

 

Construcción de subjetividad en jóvenes raperos y raperas: más allá de la experiencia mediática *

 

Construção da subjetividade em jovens raperos e raperas: além da experiência mediática

 

Construction of subjectivity in both male and female young rappers: beyond the mass media experience

 

 

Andrés Vélez Quintero

Profesor catedrático de la Universidad del Quindío, Colombia. Sociólogo de la Universidad del Valle, estudiante de la Maestría en Sociología de la Universidad del Valle. Correo electrónico: mundosinciertos@gmail.com

 

Primera versión recibida febrero 6 de 2008; versión final aceptada octubre 27 de 2008 (Eds.)


Resumen:

La construcción de una subjetividad que gira en torno a la experiencia con el Rap, es un fenómeno complejo en el que se distingue tanto la variedad de experiencias que se acumulan en una interacción social múltiple, como la variedad de escenarios donde estos encuentros e intercambios tienen lugar. Los mass media constituyen un importante escenario y agente promotor del acercamiento entre sujetos y objetos culturales, como por ejemplo entre los jóvenes y las jóvenes, y el Rap; sin embargo, en la elección por parte de los primeros hacia los segundos, como referente nodal en la constitución de sus subjetividades, esta experiencia es tratada de modo alterno junto con otras, dentro de las cuales se destaca la que se desarrolla en el barrio, en la calle, junto a los pares. El estudio sociológico de los jóvenes, las jóvenes, y el Rap, se funda, por tanto, en la observación cuidadosa de las diversas experiencias del sujeto, de los escenarios en los cuales éstas se desarrollan y de los momentos (temporalidad subjetiva y social) en los cuales ellas tienen lugar, todo ello previo a la interpretación, para no caer en generalidades abstractas.

Palabras clave: experiencia, jóvenes, pares, socialización, Mass media, Rap.


Resumo:

A construção da subjetividade que gira ao redor da experiência com a musica Rap é um fenômeno complexo que apresenta uma variedade de experiências que se acumulam numa interação social múltipla, como a variedade de cenários onde estes encontros e trocos têm lugar. Os meios de comunicação de massa constituem um cenário importante e um agente promotor da aproximação entre sujeitos e objetos culturais, como por exemplo, entre os jovens, as jovens e a musica Rap. Não obstante, na eleição da parte dos primeiros respeito aos segundos, como referente nodal na constituição de subjetividades, esta experiência é tratada duma maneira alterna junto com outras, entre as quais vale a pena destacar aquela desenvolvida no bairro, na rua, junto aos pares. O estudo sociológico dos jovens, das jovens e da musica Rap baseia-se, por tanto, na observação cuidadosa das diversas experiências do sujeito, dos cenários onde elas se desenvolvem, e dos momentos (temporalidade subjetiva e social) quando elas se apresentam; tudo isso anterior à interpretação, para não cair em generalidades abstratas.

Palavras chave: experiência, jovens, pares, socialização, meios de comunicação de massa, a musica Rap


Abstract:

The construction of subjectivity that revolves around the experience with Rap music is a complex phenomenon in which we can distinguish both the variety of experiences that are accumulated in a multiple social interaction and the variety of scenarios where these encounters and exchanges take place. The mass media are an important scenario and an agent that promotes the approaching between cultural subjects and objects, for example, between male and female youngsters and Rap. However, in the election of male toward female youngsters, as the key referent in the constitution of their subjectivities, this experience with the mass media is alternatively treated along with others, where the subjectivities developed in the neighborhood, on the street and with peers have a prominent place. The sociological study of the male and female youths and Rap is based, thus, on the careful observation of the diverse experiences of the subjects, of the scenarios and of the moments (subjective and social temporality) where and when these experiences are developed. All of this is preliminary to interpretation, not to fall in abstract reasoning.

Keywords: Experience, young people, peers, socialization, mass media, Rap.


El presente escrito es un plus de un ejercicio de investigación sociológica desarrollado en la ciudad de Cali (Colombia) entre los años 2002 y 2003, en el cual se tuvieron como unidades de análisis a jóvenes raperos y raperas habitantes de “zonas populares” de la ciudad. En el desarrollo de este ejercicio de investigación combiné técnicas de trabajo documental con manejos de trabajo etnográfico; especialmente hice uso de la técnica de entrevista a profundidad con ocho jóvenes entre raperos y raperas1, a quienes seleccioné en razón del tiempo durante el que han sido socialmente reconocidos como raperos o raperas (mayor o igual a dos años).

Una de las principales preguntas de investigación que animaron el estudio y que alientan el desarrollo del presente escrito, es: ¿cómo la experiencia con el Rap —para jóvenes que están en la tarea de constituir su subjetividad—, puede llegar a convertirse en referente nodal de sentido y significación, en medio de un contexto particular de experiencias, relaciones y condiciones que se escenifican tanto en la familia como en la escuela, en el barrio, y en la ciudad de Cali en general?

En el desarrollo de la anterior pregunta parto de la necesidad de reconocer y comprender el entorno (estructural e interactivo) en el cual los jóvenes y las jóvenes dan desarrollo a sus vidas, dado que es una premisa para la elaboración de todo estudio referido a estos sujetos sociales, pues es allí donde se definen oportunidades y posibilidades de llegar a ser y a hacer, en su experiencia; es allí donde —como diría Pierre Bourdieu—, se re-define o re-significa la palabra juventud, en medio de tensiones, conflictos, luchas y juegos de intereses.

De este modo convengo en que el momento histórico actual se halla caracterizado por la multiplicidad y variedad de comunidades con sentido propio, con ofertas de estilos de vida y/o de posibilidades para ser y estar, percibidos y experimentados por los individuos ya sea de modo real en el contacto directo con éstos o virtual, gracias a la intervención de los modernos medios masivos de comunicación2. Hoy es irrefutable que los jóvenes y las jóvenes, independientemente del sector (estrato o espacio) social al que pertenezcan, reciben una gran cantidad y diversidad de informaciones sobre sucesos, objetos y sujetos, mediadas especialmente a través de los medios masivos de comunicación, aunque no exclusivamente. Cali, a finales de la década del año 90, presentaba dos aspectos a destacar: por un lado, una alta densidad en población joven, y por el otro, el hecho de que el mayor porcentaje de esta población se encontraba concentrada en sectores urbanos donde la pobreza es el denominador común3. Partiendo de la existencia de estos dos aspectos, es posible aventurarse a construir una imagen sobre estos jóvenes, estas jóvenes, y estos sectores, matizada por la existencia de una alta pluralidad en formas y modos de percibir y de actuar, ya sea frente a realidades locales o frente a aquéllas que se tejen fuera de allí.

Frente a esa imagen que se logre constituir, además de dibujar la existencia de las conocidas pandillas delincuenciales, es necesario reconocer la existencia de muchos otros tipos de agrupaciones juveniles en donde la motivación para el encuentro y la acción se origina en el interés tanto por el ocio, como por el deporte, por la estética, por las artes, por lo político y hasta por el anhelo de un empleo o un recurso que se vislumbra desde la cooperación y la autogestión4; y en medio de todo este collage se distingue la presencia del Rap, agrupaciones juveniles conformadas en torno a la práctica de esta expresión artística5.

La revolución social y cultural en torno a los medios masivos de comunicación ha tenido un papel importante en la configuración de la sociedad actual, y es un requisito radical en su diferenciación y pluralización, al promover una cultura global que amplía el horizonte del individuo y da la capacidad de construir un conocimiento que no está cercenado por fronteras geográficas y simbólico-culturales.

 

I. Tecnología con industria de entretenimiento, una experiencia insertada entre otras

Los medios de comunicación son un importante proveedor de sentido capaz de captar intensamente la atención de los individuos; éstos han logrado sintonizarse con el acontecer, con el ritmo y con la personalidad de nuestro tiempo, debido especialmente a dos “elementos” con los que se relacionan fuertemente y que los hace atractivos y audaces para mantener siempre despierto el interés de los individuos, brindando sensaciones de originalidad, cambio, o innovación y diferencia; por un lado se encuentra el elemento tecnológico, pilar fundamental en la comunicación masiva y que los convirtió en el principal indicador de la era moderna, en la cual, la necesidad personal y social de rapidez en el procesamiento y acceso a la información requerida para la formación de conocimiento, anima a que este elemento permanezca bajo la expectativa de los individuos; por el otro lado, se encuentra el elemento al que llamamos industria del entretenimiento, que a través de los medios masivos de comunicación irradia y recrea todo lo que acontece bajo el aura de la espectacularidad y la novedad.

Así, la experiencia con la tecnología y la industria del entretenimiento a través de los medios masivos de comunicación, se convierte en un aspecto relevante y necesario para tener en cuenta cuando nos preguntamos sobre el modo como los individuos perciben, entienden y actúan frente a su entorno. Este tipo de experiencia es la que James Cuenca destaca en su estudio sobre el Rap en Cali, llamado La construcción de identidades sociales en grupos de raperos.

Cuenca (2001) destaca cómo el consumo y la intervención de los medios masivos de comunicación, como soporte para producir identificaciones, se constituyen en los factores principales de la construcción de identidades alrededor del Rap en jóvenes de sectores populares de la ciudad de Cali. El estudio señala cómo a principios de la década del año 80 del siglo XX, muchos de los jóvenes y las jóvenes de la ciudad vieron por vez primera expresiones del Hip Hop, en especial el Break Dance, a través del cine, en películas como Beat Street, que llegaban de Estados Unidos, o por medio de la televisión, al transmitirse videos musicales donde aparecían jóvenes ejecutando este tipo de baile y expresión artística, pudiéndose observar las coreografías, la indumentaria, los modos de portar el cuerpo, de escuchar y aprender los sonidos y canciones de moda; instrumentos tecnológicos sin los cuales —precisa Cuenca—, “era bien difícil acceder aunque fuera de manera incipiente a lo que era el Break como propuesta musical del momento” (Cuenca, p. 75).

Igualmente, se expone cómo ha sido gracias a estos instrumentos que grupos de jóvenes caleños y caleñas han podido conocer modos de comportamiento y de respuesta ante circunstancias y condiciones sociales dadas; tal es el caso del grupo Ashanty6. La formación de este grupo tiene lugar, según el autor, cuando algunos jóvenes raperos y raperas (década de los 90) empiezan a recibir y ver videos de grupos estadounidenses que tenían como tema la problemática de los habitantes afroamericanos y afroamericanas, y el respeto a sus derechos, hallando puntos de encuentro e intereses en común. El estudio señala que estos procesos de identificación no se dan en el vacío, pues interviene la misma condición étnica de esa población joven y la realidad de la discriminación social, cultural y material en el distrito de Aguablanca. Llama la atención de este estudio el uso que los jóvenes y las jóvenes dan a estos videos, “reflexionar sobre su realidad con los planteamientos y propuestas que hacen esos grupos y no una copia mecánica de ellos” (Cuenca, 2001, p. 106).

El autor subraya entonces que “esta actitud pensante, reflexiva en las prácticas de consumo, es lo que permite afirmar una identidad propia en los jóvenes, en dialogo con otras identidades locales y globales” (Cuenca, 2001, p. 132). El estudio, además de otros datos y reflexiones desarrolladas por su autor, finaliza estableciendo la relación entre lo local y lo global, destacando cómo en los raperos y raperas tiene desarrollo un proceso que igualmente considera lo propio y lo ajeno, lo de dentro y lo de afuera, siendo partes de una misma trayectoria cultural; resaltando con ello, como de gran importancia, el papel que tienen los medios de comunicación en la construcción de esta identidad social: “... los raperos han logrado articular exitosamente, las ventajas que ofrecen los medios, con las necesidades y carencias propias, derivadas de los procesos de exclusión social presentes en las condiciones socioeconómicas en que viven” (Cuenca, pp. 133-134).

Sin embargo, en sociedades como las nuestras, caracterizadas por su alta diferenciación y pluralidad, tenemos que es parte ya del entorno la existencia de múltiples y diseminados focos de sentido frente a los cuales todo individuo tiene la posibilidad de experimentar —insisto— tanto de modo real como virtual. En virtud de lo anterior, oímos y atendemos las voces que advierten la necesidad de tratar con un mayor detenimiento el papel y la importancia que posee la experiencia de los individuos con los medios masivos de comunicación, entendidos éstos como importante proveedor de sentido, en este caso referido al Rap, más no el único, especialmente cuando nuestras reflexiones apuntan hacia el modo como los individuos constituyen sus subjetividades y una identidad social.

El Rap es, por tanto, entendido y abordado en cuanto producto social que tiene lugar en medio de un contexto de relaciones y condiciones específicas que lo complejizan y llevan mucho más allá de la dimensión estética, artística y mediática que posee; es decir, el Rap como objeto de análisis sociológico, nos señala un agente que mueve intereses tanto particulares como colectivos y que promueve la interacción tanto en el plano virtual como en el real, interacción que en ocasiones puede tornarse cordial y en otras conflictiva, y que se suma a la compleja trama social que creamos y recreamos cotidianamente.

El Rap, entendido del anterior modo, no limita su contacto con los individuos al que se establece a través de los medios masivos de comunicación (aunque a éstos deba su amplia y rápida difusión), ni se reduce a la experiencia del consumo cultural; éste, como fenómeno social, se descubre más denso y complejo, especialmente al observar individuos que en sus múltiples vivencias lo perfilan como la experiencia de mayor relevancia en sus vidas, transformándolo así en un objeto de alto valor cultural y social.

“La experiencia es la evidencia”

Las vivencias y experiencias se proyectan como los elementos conectores entre el individuo y el mundo (Perea, 2001, p. 279). Un individuo recibe y experimenta por sus propios medios muchos y diversos sucesos, procesos, imágenes, etc., cargadas de una gran cantidad de información, la cual se acumula y organiza, ya sea conciente o inconcientemente dentro de la conciencia de cada individuo, como experiencias, obteniendo con ello la oportunidad de adquirir un conocimiento amplio del mundo y de lo que le rodea; sin embargo, no todo individuo tiene la oportunidad de experimentar con los mismos objetos, espacios y sujetos, ni todas las experiencias alcanzan el mismo grado de relevancia entre éstos. La relevancia, según Berger y Luckman (1968), se encuentra supeditada a dos factores: “(…) los intereses pragmáticos del individuo y la situación general dentro de la sociedad del mismo” (Berger & Luckman, p. 64). En relación con estos dos factores, la conciencia retendrá, estereotipará y sedimentará, en la estructura psíquica, algunas de las tantas experiencias “núcleos de experiencia” recibidas o construidas por el individuo, mientras que otras no o en un menor grado; prolongando la anterior reflexión, Berger y Luckman señalan que “las experiencias consideradas individualmente no tendrían sentido” y que para ello, la conciencia tiene la capacidad de captar relaciones entre las experiencias y sobre la base de éstas, dirigir la atención del individuo hacia una o unas de las tantas posibilidades que ha tenido la oportunidad de conocer y sobre las cuales, tendrá ya la capacidad de elegir o rechazar (1997, pp. 31-32); se erige por tanto en el individuo un marco de referencia, o mejor, un conocimiento propio, que le permite desarrollar la competencia de interactuar y confrontarse con objetos y sujetos que le rodeen, de identificarse o rechazar influencias del exterior y de liberar o reprimir las del interior, además de actuar y proyectar sus actos futuros de acuerdo con un sentido7 que le es propio y por tanto lógico.

Así, para Anthony Giddens los medios de comunicación, aunque transmitan múltiples experiencias e informaciones a los sujetos y los coloquen frente a una gran diversidad de elecciones, poseen límites de acción, pues la gran mayoría de las experiencias —por no decir todas las que allí se recrean—, carecen del carácter fundacional que las vincule directamente con la experiencia de los sujetos (Giddens, 1997, p. 126); igualmente, es de subrayar la idea de la Mexicana Rossana Reguillo, para quien, frente a un sujeto que se constituye con base en múltiples experiencias, los medios de comunicación han de ser vistos y tratados como una entre varias (Reguillo, 1996, p. 71).

En los casos donde un sujeto o un grupo de éstos se apropien de elementos con los cuales se identifican, adoptándolos para la estructuración de sus subjetividades e identidad social, es porque tales elementos hallan su relación con otras experiencias que les dan el peso y la base necesarios para permitir la emergencia y desarrollo plausible de la subjetividad en cuestión. Entre esas otras experiencias que se tendrán en consideración, se encuentran las recogidas dentro de escenarios como son la familia, la escuela y el barrio; se propone que es en este contexto de experiencias donde se define la manera en que inciden unas y otras en la posterior elección que desarrolla el sujeto por el Hip Hop y el Rap8.

 

II. Escenarios de experiencia9

La familia

Existe una serie de similitudes en relación con la experiencia de familia que presentan los cuatro sujetos entrevistados: la primera de éstas se halla en relación con que sus padres y madres o las personas encargadas de su crianza y cuidado cuando niños, no son nativos de la ciudad de Cali; en su totalidad son inmigrantes de diversas zonas rurales del país (el padre y la madre de Loco son naturales de los departamentos de Antioquia y Caldas, mientras que el padre y la madre de Rico son de Cauca y Nariño, respectivamente; el abuelo y la abuela de Maligno son de Risaralda, y el padre y la madre de Fénix son naturales del municipio de Candelaria, al sur del departamento del Valle del Cauca); el arribo a la ciudad de Cali estuvo animado por el deseo de obtener un trabajo remunerado y mejores condiciones de vida que las vivenciadas en las zonas rurales de donde eran oriundos y oriundas, tanto para sí como para sus familias, ya sea porque fueron animados por familiares que ya se encontraban en Cali o porque posteriormente ellos y ellas fueron quienes se encargaron de alentar la migración de sus familiares del campo a la ciudad.

La pobreza indicada por las precarias condiciones materiales en las que se conforman y viven estas familias, es otra vivencia común entre estos jóvenes. La familia de Loco, como la de Rico, son casos de hogares que se constituyen y establecen en lotes invadidos a los márgenes de la ciudad; a finales de la década del 60 la familia de Loco cerca un lote en lo alto de una de las montañas que bordean la franja occidental de la ciudad (hoy sector legalmente reconocido como Brisas de mayo); la familia de Rico, por su parte, a inicios de la década del 70 se instala en la zona oriental de la ciudad, sector que hoy se reconoce legalmente como el barrio Antonio Nariño (Distrito de Aguablanca); la experiencia infantil y familiar de Maligno se desarrolla en el barrio Antonio Nariño, al igual que la de Rico, con la diferencia de que esta última familia se establece allí cuando ya el sector había sido legalmente reconocido por el municipio; por último, la experiencia familiar y de infancia de Fénix se desarrolla entre el barrio la independencia y el barrio El Poblado10.

La condición de inmigradas del campo a la ciudad de estas nuevas familias, en especial la de los adultos, quienes tenían ya unas lógicas y hábitos de comportamiento especialmente determinados por ese contexto donde habían tenido desarrollo sus propias historias biográficas, se enfrenta ahora a la obligación de socializar en otro contexto a los nuevos miembros de la familia, lo que desemboca en importantes dificultades para el desarrollo de esta labor. En los casos que venimos siguiendo se encuentran dinámicas familiares conflictivas, perturbadoras y des-estructurantes, tales como: alcoholismo y maltrato físico por parte de uno de los progenitores (caso presentado en la familia de Loco), lo cual desemboca en el enfrentamiento violento entre padre e hijos; al respecto expresa el entrevistado: “... hasta que llegó el día que intervinimos ahí, de que cómo le va a dar maltrato a mí mamá, ya estábamos grandes [el hermano y él], ya podíamos con él...”; abandono de hogar por parte de uno de los padres o de ambos (casos presentados en la familia de Fénix y la de Maligno, respectivamente), lo que condujo, entre muchos otros aspectos, a que en el proceso socializador primario intervinieran diferentes agentes tales como hermanos y hermanas, tíos y tías, abuelos y abuelas o vecinos y vecinas, mientras que los responsables (materiales) de éstos y éstas trabajaban; o, en el caso de Rico, el fallecimiento temprano y repentino de la madre (11 años), quien representaba el principal referente familiar en tanto responsable de la convivencia en el hogar y cuidado de los hijos e hijas, mientras que el padre, según Rico, atendía otros asuntos; a este trágico evento se le suma el rápido ingreso de nuevos agentes a la estructura familiar (madrastra, hermanastros y hermanastras): “Teníamos un año de haber muerto mi mamá cuando él ya tenía el reemplazo, él simplemente dice que como hombre necesita una pareja y entran los familiares a apoyarlo y a tratarlo de psicologiar a uno...”, eventos que desencadenan el distanciamiento de Rico del hogar y de las relaciones familiares, y el que se refugiase en la calle al lado de sus pares.

Frente a estas situaciones conflictivas generadoras de crisis familiares, las estrategias y competencias tradicionalmente desplegadas para enfrentarlas no responden suficientemente o de modo pertinente, ni lo hacen la autoridad ejercida por medio del uso de la fuerza, como tampoco el acompañamiento por parte de terceros no aptos o sin la disposición (en tiempo y recursos) necesaria para la crianza y educación. Los emergentes modelos de familia urbana que se observan en estos casos presentan estructuras disímiles y débiles, en las que se evidencia el pobre papel que desempeñan los adultos como agentes socializadores.

Otro elemento perturbador en la relación entre padres/madres, e hijos/ hijas, se ubica en la brecha que generó la masificación de la educación de la cual fueron beneficiarios los segundos. Los padres y las madres, hombres y mujeres emigrantes del campo, no poseían las herramientas suficientes para comprender y acompañar a sus hijos e hijas (urbanizados), en los procesos educativos cada vez mayores en términos absolutos y relativos (Parra, 1985, p. 35).

    Ellos (sus padres) crecieron en el campo, trabajando en fincas, recogiendo café, haciendo cosas allá (el papá es oriundo del departamento de Antioquia y la mamá de Caldas) ...se conocen aquí en Cali, no tenían estudio, más o menos hasta tercero o cuarto, tenían buena letra los dos, pero totalmente ignorantes, es más, nosotros llegábamos con las tareas y ellos nunca nos revisaban las tareas, pues si nosotros no entendíamos, pues ellos menos, entonces nosotros nos defendíamos como podíamos... (Loco, 7 de noviembre de 2001).

Escuela y empleo

    El concepto de juventud generado por el modelo urbano industrial de desarrollo, consiste en una transformación de las relaciones existentes entre la familia y el trabajo en lo que se refiere al proceso de socialización. Esta transformación le fue encomendada a una tercera entidad socializadora: la educación, como mecanismo de formación de mano de obra tanto para el nuevo modelo de vida urbano como para el desempeño de ocupaciones que requieren de un cierto grado de calificación media especializado o para las posiciones superiores que pedían calificaciones de nivel universitario (Parra,1985, p. 16).

Entre las décadas de los años 50 y 70 (siglo XX) y gracias a los avances de la democratización social del país, se presenta en Colombia el fenómeno que conocemos como expansión escolar; la educación deja de ser un bien al que sólo accedía un sector privilegiado de la población. En este marco y bajo la premisa que señala que si no existe preparación y formación no se podrá gozar de los beneficios que trae el progreso, la concepción de la gente pasa de considerar el que se debía trabajar “duro” y ahorrar desde muy joven (niño) para alcanzar las mejores condiciones materiales de vida posibles (lógica tradicional), a la de que (segunda mitad del siglo XX), se debe educar y formar, como medio para alcanzar un mayor estatus y ascender en la escala social (lógica moderna). A la generación de padres y madres ubicados entre las décadas de los años 60 y 70, se les informa que el mejor futuro para sus hijos e hijas era que se educasen y preparasen, pues de lo contrario tendrían menores posibilidades de conseguir un buen y bien remunerado empleo. Esta idea se generaliza y es aceptada como un hecho, por lo cual los padres y madres de familia hacen grandes esfuerzos por inculcarla a sus hijos e hijas como camino de su propia superación. La educación, de este modo, se perfila como el “puente entre la familia y el trabajo” (Parra, 1985, p. 56), como herramienta necesaria para enfrentar un futuro lleno de posibilidades y de logros: “(…) para ellos era muy importante que nosotros estudiáramos, nos decían que había que terminar el estudio para no ser como ellos, ellos querían que nosotros fuéramos alguien...” (Loco, 7 de noviembre del 2001). “(…) ellos siempre le estaban diciendo a uno estudie, termine su bachillerato, mire que yo no pude, usted sí puede ahora que le estamos dando las comodidades... vaya al ejército para que tenga un buen trabajo” (Rico, 18 de marzo de 2002).

Pero las expectativas generadas por los padres y madres en torno al progreso del país y al pleno empleo de sus habitantes, se habrían de frustrar. Las crisis nacidas en Colombia en la década del 90 en los campos político, social y económico, afectan contundentemente la demanda de trabajo; “la generación de los hijos” encontró al momento de venir a hacer parte del mercado laboral un paisaje bastante desolador. A modo de ejemplo presentamos el año 1999, en donde la ciudad de Cali presentaba una Media del 21.2% en la tasa de desempleo de sus habitantes, porcentaje alto y preocupante, pero especialmente dramático cuando se observa que este índice para los rangos de edad entre 12– 14, 15–19 y 20–29 años, fue de 35.9%, 41.6% y 27.4%, respectivamente11.

Aquella visualización y expectativa que forjan los padres y madres frente a la educación escolar como puente para una mejor calidad de vida en sus hijos e hijas, no se halla refrendada. La experiencia directa de éstos con la educación escolar se cubre de otro tipo de significados, como la posibilidad del encuentro con el par, con el mundo juvenil, mundo del goce, o del dolor y la frustración —entre otros—, que no tienen la capacidad de atraer o retener la atención y el interés de éstos hacia el mundo escolar; además, es de señalar que la experiencia escolar se hallaba alternando con otro tipo de experiencias, las cuales emanaban de las necesidades e intereses propios (inmediatos) y que se ubicaban como aspectos clave para el desarrollo de sus vidas.

Loco se retira de sus estudios en noveno grado, movido por el mal rendimiento académico que tenía, pero también porque su principal necesidad e interés —y los de su familia— en aquel momento giraban en torno a trabajar, lo que de hecho ya venía realizando desde mucho antes de tomar esa decisión, dato que es importante tener presente si nos cuestionamos sobre su mal rendimiento académico. Así, en la época del estudio, esta experiencia se alternaba con la del trabajo, en donde se gesta una particular idea que choca directamente con la de una educación como puente para el trabajo, lo cual termina por enterrar el deseo de éste de estar allí.

    ... cuando yo me salí de estudiar (en noveno grado) yo decía, lo que he estudiado no me ha servido para nada, porque yo iba a pedir trabajo y me decían, usted qué sabe hacer, no pues que yo soy... pero qué, qué sabe hacer, le decían a uno, digamos yo llegué al taller de metal mecánica, ¿usted qué sabe hacer? no, nada, pero yo aprendo, entonces me dijeron, usted tiene un mes para aprender a pintar, si no aprende chao, no me preguntaron si sabía raíz cuadrada, nada... yo le decía a mi mamá, no vea uno lo que vale es lo que uno sepa, yo decía lo que decían los cuchos allá en el trabajo y yo empecé a ver que ¡sí, claro!, uno no iba a mostrarle al man un diploma al taller... entonces yo aprendí el arte de pintar y con eso me defendí, yo tenía mi trabajo y yo me compraba lo que yo quería” (Loco, 7 de noviembre del 2001).

Se podría señalar como paradójico que los padres y madres de Loco, por un lado, desearan que su hijo estudiase para que “sea alguien” y, por el otro, permitieran y fomentaran que siendo todavía un niño se hallase trabajando; sin embargo, lo cierto es que en la pobreza casi siempre lo urgente está un paso adelante de lo importante:

    Yo me salí que pa’ trabajar... ellos aceptaron porque había una crisis, entonces yo empecé a trabajar, empecé a aportar comida para la casa, entonces ya no pasaba nada [en relación a la exigencia de que atendiera los asuntos escolares], además yo quería salirme de estudiar para comprarme lo mío...” (Loco, 7 de noviembre del 2001).

Fénix y Rico representan los dos casos (entre los cuatro relatos biográficos) donde se alcanza a obtener el título de bachiller. Pero, ¿qué motiva la permanencia de éstos allí? Fénix termina su bachillerato sin tener un balance académico y disciplinario positivo, pues su principal interés al estar en los tres establecimientos donde tuvo lugar sus años de bachiller, se hallaba en la posibilidad del encuentro con el par y con ello, como dice él: “con la recocha, la rumba y las niñas”. Hay que destacar el modo como en su relato la educación escolar tiene un significado bastante pobre, medido desde el parámetro de la utilidad, no representándole por tanto alguna relevancia para el posterior desarrollo de su vida.

    El colegio es para recibir el cartón de mierda, aunque sé que es determinante si yo decido entrar en una universidad, en donde ahí sí realmente voy a recibir una educación... hay materias que de hecho no sé por qué las enseñan, porque al final eso no queda sirviendo para nada (Fénix, 26 febrero de 2002).

Rico, por su parte, termina el bachillerato movido por el compromiso y la obligación emocional hacia su familia y hacia su padre especialmente. Pero sus verdaderos intereses, que movían su vida en aquel entonces, se hallaban por fuera del establecimiento educativo, estaban en la calle, en el barrio y en las actividades que llevaba a cabo con sus amigos.

    ... en ese entonces (en el tiempo del colegio) estaba yo en la etapa difícil que te comento, estaba yo en una problemática pero brava, me estaba relacionando con gente pesada en vainas raras y eso me bajó mucho el nivel en el colegio, porque yo estaba más preocupado a ver si me volaba por la tarde y me venía para mi casa, eso me hizo bajar mucho el nivel académico, yo era un estudiante no bruto, sino distraído en otras vainas (Rico, 18 de marzo de 2002).

El caso de Maligno es un poco diferente a los tres anteriores, pues a pesar de presentar un rendimiento académico aceptable (así lo atestigua la abuela que no entiende por qué su nieto no terminó el bachillerato), decide en noveno grado hacer a un lado sus estudios para concentrarse en lo que él consideraba y aún considera lo realmente importante: el Rap y el Hip Hop. Maligno, quien desde niño ya transitaba las calles de la ciudad como vendedor de periódicos, expresa que a la edad de 10 años ya se relacionaba con el mundo del Rap local y que posteriormente descubre y reconoce que alrededor de esta práctica, su historia de vida toma un sentido que le es propio, es decir, que no es el de la escuela, ni el que la abuela le quiere inculcar, ya que desde los seis años, periódicamente, ella lo lleva consigo a reuniones de la Iglesia Pentecostal; en relación con la experiencia religiosa, Maligno llega a la siguiente afirmación:

    ... un núcleo de hipocresía, porque los Pentecostales unidos hablan mal de los trinitarios, los trinitarios hablan mal de los pentecostales, los testigos de Jehová... y todos leen un libro que se llama la Biblia, entonces cada uno se da la espalda porque tiene un entendimiento diferente de las escrituras, entonces yo no quiero ser parte de ese núcleo de hipocresía… …le pido a Dios y todo sigue igual, no le pido y las cosas siguen igual; lo que logro, lo logro por mí; las cosas buenas que me pasan, me pasan por mí y las cosas malas que me pasan, me pasan por mí. (Maligno, 1 de marzo de 2002)

Y en relación con la experiencia escolar, señala lo siguiente

    ... Yo me quedé en noveno; no lo continué porque vi muchos espejos, de que la gente salía de once y no tenía para una carrera para la universidad y, ¡bienvenido!, un desempleado más, con un cartón ahí de once y conseguían un trabajo de conductores en Emsirva, en el gas, entonces qué tristeza ver a un man con una pipa de gas al hombro, con un cartón de bachiller en la casa... Yo me quedé en noveno… la plata que se va a invertir en eso (la escuela) la invierto en mi Hip Hop, y si yo hubiera salido de once estuviera igualmente aquí, con vos, hablando de lo mismo (Maligno, 1 de marzo de 2002).

Para cerrar este aparte, en donde la experiencia de la educación escolar pierde centralidad frente a otro tipo de experiencias que alternamente desarrollaban estos jóvenes, no puedo pasar por alto la pregunta sobre la calidad y la forma en que ésta les es impartida, ya que en las respuestas se descubre que ello no contribuye a la construcción de una imagen positiva de esta experiencia. En el caso de Loco, la remembranza de su experiencia escolar se halla marcada por el dolor; ello se evidencia cuando éste, al hacer memoria de su paso por la escuela, lo primero que viene a su mente son los golpes físicos proporcionados por su padre y su madre, en el afán y como una de las herramientas que éstos poseían, para que tanto su hermano como él hiciesen la tarea y aprendiesen la lección dada por su maestros y maestras, y los golpes psicológicos de profesores, profesoras y directivas: “el director se paraba en la entrada y por cualquier cosa (sobre la presentación personal o sobre los útiles exigidos para estudiar) lo devolvía a uno, y uno veía a ese man y ¡huy!, era el susto” (Loco, 7 de noviembre de 2001). Por otro lado, en el caso de Rico, hay que destacar las condiciones en las que inicia su proceso de formación escolar, ya que ello permite señalar cómo a pesar de la masificación de la educación en nuestra sociedad, no existe garantía para los sectores más desfavorecidos de una educación de calidad en condiciones dignas para ser impartida y recibida.

    La primera primaria que yo hice fue en una escuelita, donde había un salón que tenía kçinder, pre- kçinder, primero, segundo y tercero, un salón con todo eso y dos tableros, y la profesora tenía que dividirlo, imagínate que yo con la edad que tenía, tenía los conocimientos tergiversados y llevados del putas, en esta escuelita duré como hasta los 7 años y allá llegué hasta segundo, no pasé nunca a tercero, la parte de atrás... (Rico, 18 de marzo de 2002).

A través de las experiencias con la familia y la escuela que hemos reseñado de Loco, Fénix, Maligno y Rico, se concluye que las herramientas adquiridas en éstas son deficientes y poco competentes para interpretar y poder actuar ante las realidades que se dibujan frente a sus ojos (inseguridad, pobreza, desempleo y marginación). Para estos jóvenes, la familia y la escuela (entendidas como agentes socializadores básicos) son incongruentes entre sí e incoherentes con lo que luego el entorno o la sociedad va a exigir de ellos, y establecen por tanto referentes débiles con los cuales deben afrontar y confrontar lo que acontece a su alrededor. Así, la sociedad que se experimenta dista mucho de ser la sociedad que se desearía inculcar.

    ... por mucho de que las mamás o los papás le inculquen valores y principios, pero después de que uno se desengaña de ellos o después de que uno vea el mundo con sus propios ojos, uno coge esos valores y principios y los guarda por acá y comienza a crearse nuevos valores y nuevos principios, de la única forma que uno los saca, es cuando le dan un golpe en la cabeza a uno y uno dice ¡ah!, verdad que mi papá me decía esto o que yo no debía de hacer esto, pero en últimas... (Rico, 8 de marzo de 2002).

El barrio y la calle

    “La inestabilidad obliga a buscar formas de sobrevivencia” (Reguillo, 1991, p. 20)

Siete de los ocho individuos entrevistados provienen de las dos principales zonas pobres de la ciudad de Cali: Aguablanca y Siloé12. En estas zonas las necesidades materiales y la violencia marcan fuertemente las experiencias subjetivas de todos sus habitantes.

    ... pobreza absoluta, las casas eran hechas en bareque, las calles sin pavimentar, no había agua potable, había que ir por arriba a buscar las quebradas para lavar la ropa, para traer agua, llenar tarros, llenar el tanque, después colocaron el agua y el agua llegaba una vez por semana y había que llenar todas las ollas; no había energía, era muy mala, servía para alumbrar un bombillito amarillo, no había alumbrado público, una invasión. Nosotros nos criamos en una pobreza absoluta (Loco, 7 de noviembre de 2001).

La pobreza no necesariamente se halla relacionada con la violencia. Sin embargo, estas dos zonas de la ciudad, según lo señalado por la oficina de convivencia ciudadana Desepaz de la alcaldía de Cali, presentan los más altos índices de la ciudad en relación con actos de violencia, especialmente los referidos a homicidios, siendo los jóvenes y las jóvenes los principales protagonistas en éstos, como víctimas y como victimarios, lo que nos señala un agudo conflicto de convivencia entre pares13. Los entrevistados y entrevistadas viven cotidianamente esta situación: “...ver que le roban a los parceritos y uno no hacer nada, esa es la ley del más fuerte, que no respetan la vida de los demás y ver que tus parceritos que van creciendo también se vuelven así” (Adriana, 13 de marzo de 2002).

En este contexto urbano, no es extraño que encontremos en los jóvenes y en las jóvenes una forma de acción–reacción a la violencia: el involucrarse con grupos juveniles callejeros llamados pandillas. Se aprehende en las vivencias dentro del barrio, que la violencia es un medio eficaz para resolver las diferencias. Este es el caso de Rico, quien desde muy temprana edad se involucra con grupos juveniles de la calle y vive de cerca el fenómeno de la violencia en el Distrito de Aguablanca. Así, en él se encuentra que las vivencias y experiencias que giran alrededor de la violencia se acumulan, gracias a lo cual adquiere un conocimiento y, con ello, unas habilidades que se ponen al servicio de las necesidades propias y del manejo de esas situaciones:

Uno llega de cuadra y llega con sus 5 o 6 pelados y por allá otra cuadra llega con 5 o 6 pelados, ya si no se caen bien o si el uno o el otro se quieren atacar, entonces ahí uno también va adquiriendo cosas nuevas, el de pelear... (Rico habla de un trabajo que tuvo cuando niño repartiendo volantes) lo metían a uno a barrios calientes a volantear y habían pelados calientes, entonces, ya también tenía que salir uno a como fuera defenderse, entonces uno ya adquiere esa capacidad de defenderse, de coger un cuchillo, de coger un palo, de coger una piedra, a medida que uno adquiere esas habilidades, las demás uno ya las ve más fáciles, porque el primer tema para un joven pandillero es aprender a defenderse, después de que usted ya aprende a defender, usted ya paga para las que sea, ya sé coger el fierro, ya sé montarlo, ya sé coger el chuzo, pararme al chuzo, ya puedo ir a cualquier baile y soy respetado...(Rico, 18 de marzo de 2002).

Su paso por estos grupos permite señalar algunos elementos clave que no son ajenos a las vivencias de muchos de los jóvenes y las jóvenes de estos sectores. Para Rico, la existencia y dinámica de los grupos juveniles de la calle han llegado a ser parte constituyente del barrio, pues para él han existido desde antes de que estuviese allí, y lo más probable es que permanezcan aún después de su partida. De su experiencia concluye que el acto de levantar una piedra o un palo para defenderse o atacar, alcanza gran relevancia al ser impregnado un sentido de rebeldía, significado reconocido y valorado de modo positivo por parte de los jóvenes y las jóvenes como principio de aceptación, del estar dentro de la dinámica grupal.

    ... los grupos se dan dentro de los barrios, los grupos de barrio de cuadra están siempre desde los dos, tres o cuatro años... los amigos de crianza, no faltaba el man que colocara travesuras o el man que dijera: el que no haga esto le damos pata o puño o zamba y siempre eran pruebas difíciles, golpear una puerta o quebrar un vidrio... ... para uno, los amigos de uno no son pandilleros, son panas, son amigos, la palabra pandillero es un estigma que hay de las clases altas frente a las clases populares, por eso, cuando yo te hablo digo grupos juveniles que se dan en el barrio y que se dieron colando una grabadora en el barrio y escuchando salsa y todos los días se reúnen ahí y se sientan y son pelados que no se dejan güevonear de nadie y que por a) o b) motivo, ¡arranco para las que sea! (Rico, 18 de marzo de 2002)

La relación con los pares, en el caso de Rico, posee una especial significación, pues éstos se convirtieron en un importante y trascendental agente proveedor de sentido. Rico encontró en los grupos de pares la solución —o el desarrollo— a alguno de los intereses y necesidades que poseía en ese entonces. Por un lado, halla un modo de integrarse sexualmente, al distinguir un modo de atraer la atención de las mujeres hacia él, y por el otro, encuentra un modo de obtener reconocimiento ante sus pares, quienes a partir de éste lo aceptan y permiten su integración, ofreciéndole el cobijo ante un entorno amenazante. La protección y las garantías de las que hablará Rico, evidentemente se obtienen apoyándose en el terror que pueda suscitar la agrupación ante los demás; aunque también en otros apartes (que veremos con mayor detenimiento más adelante), Rico nos hace saber de los riesgos de pertenecer a esas redes: el tener que plegarse a la autoridad del jefe del parche o banda (un costo simbólico-cultural), entre otros.

    ... mire, la mayoría de jóvenes que son pandilleros son porque en alguna vez alguno les quiso montar, se las montó y lo robó 10, 24 veces, porque a pesar de ser un pelado bien pinta, con la mejor ropa, las mujeres prefieren más al pelado que está más parado en la banda, que las puede respaldar, entonces ser pandillero te ofrece unas garantías frente a una sociedad, que seas respetado, que nadie te la va ir a montar así porque así y de repeso tienes mujeres; eso lo obtiene uno en las pandillas y que la gente te tiene miedo, de que cuando vos pasés la gente te cierre la puerta, eso le da a uno estatus, sea negativo o positivo le da un estatus; y uno dice bueno, si yo me salgo de esta vida y yo me vuelvo cristiano, porque la mayoría de pelados que han dejado las pandillas es porque han conocido de Cristo, pero a los que no les importa conocer nada de Cristo, dicen, bueno yo dejo esta vida y es difícil entra a ser una persona del común porque el estigma la gente lo va a mantener, entonces los manes prefieren seguir... (Rico, 8 de marzo de 2002).

Las vivencias y experiencias acumuladas en medio de estas circunstancias (violencia, pobreza, marginación, etc.), permiten construir un conocimiento que señalaría como un hecho, el que las posibilidades de hallar rutas de salida diferentes a la violencia y vida criminal son bastantes reducidas. No debe olvidarse que el puente que presupone una educación “útil” hacia un trabajo digno, es para estos jóvenes y estas jóvenes un cuento que sólo tiene validez para sus padres y madres, lo cual vienen a descubrir en experiencias propias o trasmitidas por otros jóvenes y otras jóvenes que, en circunstancias parecidas a las de ellos, ven que el cartón de bachiller sólo ha servido para que sus padres y madres, inundados de un extraño orgullo, lo enmarquen y cuelguen en una pared central de la casa, mientras que ellos y ellas, en una paralizadora incertidumbre, pasan interminables horas sentados en una esquina.

    Cuando yo no tenía trabajo sabía que estaba la gente de la esquina, me iba para la esquina, entonces que para dónde era el parche, que no que vámonos para baño, entonces uno traía el arroz, otra traía el aceite, otro la panela, entonces nos íbamos pa’l río todo el día, hacíamos la comida allá... o sino jugando fútbol, o simplemente haciendo nada, nos pasábamos todo el día hablando en la esquina, haciendo nada (Loco, 7 de noviembre de 2001).

Así, podría suponerse (lo que para muchos es un hecho) que para los jóvenes y las jóvenes de estos sectores se trata de la premisa que cita el “nofuturo”. Todo pareciera sustentarlo: las instituciones de la sociedad que han perdido la capacidad de atraerlos y ofrecerles alternativas de vida, y una alternativa “de-vida” que le ofrece el entorno inmediato caracterizado por el grado de agresividad, violencia y riesgo. Sin embargo, creemos que la premisa es limitada en su definición de la situación de los jóvenes y las jóvenes. Los pares, la calle, y el entorno en general (incluyendo en éste a los medios masivos de comunicación), aún en las circunstancias en las que estos individuos viven, tienen la capacidad de ofrecerle a éstos muchas más experiencias y, aunque no estén marcadas con la espectacularidad y la notoriedad que suscitan las que giran en torno a la violencia, sí creo que son capaces de llegar a generar un conocimiento diferente y particular, que enseñe otro ángulo para ver, interpretar y actuar ante las realidades que allí se viven.

Al reflexionar sobre la condición de ser joven en las sociedades contemporáneas, y apoyándome en las ideas que exponen Margulis y Urresti en el artículo La construcción social de la condición de juventud (1998, pp. 3-21), descubro que la posibilidad de los jóvenes y de las jóvenes de recoger, construir y por tanto acumular múltiples y variadas experiencias, posee una especial connotación, dado el modo que tienen de captarlas y de asumir la información que éstas traen. El artículo hace referencia a los jóvenes y a las jóvenes como “aquellos que gozan de un plus de tiempo, un excedente temporal, que es considerablemente mayor que el de las generaciones mayores coexistentes”. Este “capital temporal”, como le llaman, hace referencia tanto al hecho de que el joven o la joven siente que ya no es un niño, como al hecho de que también siente que tampoco es un viejo y que por tanto tiene por delante mucho por vivir, “constituyéndose ambos, en ejes temporales estructurantes de toda experiencia subjetiva” (Margulis & Urresti, 1998, p. 10).

La “Facticidad”, noción clave en la exposición de estos autores, cita la existencia en todos los jóvenes y las jóvenes, de un “abanico abierto de las posibilidades de realización personal y de performances vitales”, diferente a otro grupo de edad, incluso de un mismo segmento social, aunque factores de clase y género abren o cierran dicho abanico.

    ... este espectro de posibles está reducido en los sectores no jóvenes, por la serie de acontecimientos que se ha ido estructurando con cada elección realizada, y tiende a cerrarse con el paso de los años: el futuro se estrecha y comienzan a hacerse presentes actividades y situaciones para las que ya se ha hecho tarde... porque es menor (en los jóvenes y las jóvenes) la serie de jugadas que se han realizado y mayor la que queda por hacerse, por lo que las posibilidades abiertas son más amplias, lo cual implica una manera diferente de estar en el mundo, con percepciones y apreciaciones distintas, con abanicos de opción más amplios, y con una frecuente sensación de invulnerabilidad que deriva de esa falta de huellas previas, raíz de la que emana esa característica imagen de la disponibilidad (Margulis & Urresti, 1998, pp. 10-11). (Cursivas agregadas)

Lo que se subraya del aporte de Margulis y Urresti, además del llamado a reconocer la existencia de ese abanico abierto de posibilidades, se encuentra en el hecho de que, en esa multiplicidad de experiencias más allá de la oportunidad de identificarse con el objeto, sujeto o suceso que se experimenta, existe la posibilidad de hallar el modo de realización personal, lo que para mí se traduce en la oportunidad de fundar allí la constitución de su subjetividad.

Touraine señala que un individuo bajo las condiciones que le opone el mundo contemporáneo (complejidad, pluralidad y diferenciación), puede llegar a reducirse a un mosaico de comportamientos tan diversos que no puede generar ningún principio de unidad de la personalidad (1997, p. 48); sin embargo, se argumenta que lo subjetivo se halla centrado en la experiencia, siendo desde ésta desde donde emerge la subjetividad, la cual entendemos como esa búsqueda propia y particular en los sujetos (inmersos en el entramado social) que dé como fruto la unicidad, donde se encuentre la consistencia más allá de la pertenencia o identificación.

La unidad de la personalidad se ha de fundar, por tanto, en aquella(s) experiencia(s) que para los individuos —asumiendo a éstos como sujetos— han alcanzado ese alto grado de relevancia (medido tanto en lo simbólico como en lo material). La rearticulación de lo instrumental y de la identidad es la tarea del sujeto (Touraine, 1997, p. 66), quien independiente, pero consciente de hallarse inmerso en un entorno complejo y particular, y en unas relaciones sociales en las que juega la dominación, asume sacar adelante esta empresa liberadora, la de su individualización.

De este modo, se observa que las vivencias y experiencias barriales y junto a los pares son muchas y diversas, cargadas de una gran cantidad de información, que amplían el conocimiento propio del entorno y de sí mismos. Estas experiencias tienen desarrollo al lado de las experiencias institucionales (familia y escuela) y en conjunto generan un conocimiento amplio, en donde, como se señaló en párrafos anteriores, no todas alcanzan en la conciencia del individuo el mismo grado de relevancia. En los casos estudiados, las experiencias institucionales no logran la fuerza o relevancia suficiente que motive a estos jóvenes y a estas jóvenes a concentrarse y ahondar en ellas, hallándose por tanto aún abiertos a la experiencia.

Este sería el caso de Rico, quien gracias a los pares y a las lógicas de violencia que circulan por las calles de su barrio, halla un modo alterno de afrontar y enfrentar las realidades que se le presentaban. La calle y los pares pasan a ser nuevos agentes socializadores, que brindan nuevas vivencias y experiencias, las cuales se trasforman en un conocimiento fundado en la rebeldía y en la reacción ante realidades adversas. Este aprendizaje progresivo facilita y reproduce la integración y asimilación de los comportamientos de carácter violento y delincuencial

Igualmente, en Loco se encontraron experiencias alternas a las institucionales como el trabajo; en Maligno, por su parte, se reseñó la experiencia religiosa; mientras que en Fénix es posible citar la Salsa como una de estas experiencias alternas, que llega a él cuando era un niño gracias al gusto de su padre por este género de música y por el contexto de interacciones que acompañó esta etapa de su vida, ya que su padre lo involucra en una orquesta de salsa que se hallaba conformada por vecinos del barrio la Independencia. Así, en medio de este contexto de experiencias, será donde emergerá el Rap, como otra experiencia que tiene lugar en la calle y junto a los pares.

 

III. La experiencia alternativa del Rap

La calle y los pares, fuentes de sentido

    Nosotros nos reuníamos, juvenilmente uno se cuenta las cosas, uno siempre tiene el cómplice allí, entonces con ellos uno empezaba a contarles las cosas, que en mi casa me decían esto, pero entonces yo sentía mi apoyo, mi parche también era así. En la casa más de uno era así, le decían lo mismo, “usted qué es lo que piensa”, “usted tiene que trabajar”, “si usted preña a una pelada usted qué va a hacer, de dónde va a sacar plata”; entonces con los amigos esa forma de transformarse, nada, cuando uno se veía con el otro entonces que se le veía la ropa bacana y que a uno también se le veía la ropa bacana, entonces yo ya tenía mi gente con la que me iba para los bailes, para los mismos conciertos, era mi parche, entonces yo salía de mi casa para la otra casa que era el parche, era una vaina como entre todos, individualmente cada uno tenía su vaina marcada, pero yo diría que conjuntamente a la vez uno estaba pensándose las cosas (Mae, registrada por James Cuenca y Alfaima Sánchez).

Los grupos de pares se han constituido en el espacio más preciado para los jóvenes y las jóvenes hoy, por ser éste donde más libremente se pueden desplegar gustos, necesidades y expectativas, donde el deseo de experimentar, el de la facticidad (la posibilidad) está más cercano, y por ser a la vez el refugio donde la complicidad que se desarrolla entre quienes constituyen estas redes, sirve para hacer frente a las presiones de instituciones colectivas como la familia. En suma, por ser el espacio donde tiene lugar el mundo juvenil.

    Yo me acerco al Rap, porque al barrio donde yo estaba empiezan a llegar locos de EE.UU. con la música, empiezan a llegar locos de Villanueva, de Eduardo Santos, del Rodeo, entonces parchaban las grabadoras en las esquinas a escuchar Rap, entonces por esas cuestiones barriales uno empieza a estar con su parche, a bailar, a cantar, entonces, yo no sé, fue algo que fue fluyendo, el querer estar ahí sentado en una esquina bailando, bailando Break, la danza de ese tiempo, estoy hablando del 91 - 92, que es la época en la que yo empecé con todo este cuento, entonces yo entré por medio de la barriada, no es que a mí me dijeron usted tiene que hacer Hip Hop, es más, yo entré en todo este cuento, y yo no sabía que esto se llamaba Hip Hop (Mae, registrada por James Cuenca y Alfaima Sánchez).

    ... desde el 83 yo me doy cuenta por mi hermano, pues él ya bailaba Break Dance, ya en las calles veíamos bailar el Break Dance, o sea, nosotros estábamos en primero bachillerato y por el centro en cada parchecito por el centro veíamos gente bailando Break Dance, ahí es cuando nos llega la cosa, es cuando uno empieza como aprender... (Loco, 7 noviembre de 2001).

    Lo que me indujo al Hip Hop fue más por la calle y hacer lo que otros hacen, no tanto por envidia, sino por sentirme mejor, por sentirme más libre, yo veía que los de acá bailaban, los de acá hacían bit bat, los de acá escribían y cantaban y decía, yo porque no voy a poder hacer eso, a mí me gusta, entonces yo voy hacerle a ver hasta dónde llego y todavía no sé hasta dónde pueda llegar, aquí estoy meta tras meta (Maligno, 1 marzo de 2002).

La calle o la barriada, como le llama Mae, es escenario marco de múltiples interacciones que se vuelven significativas. El esparcimiento, el goce, lo nuevo y diferente, y en especial la facilidad para el encuentro con el par, cobran una especial relevancia. La calle, donde se juega el reconocimiento y aceptación de alguien tan importante como el par.

Así, la calle y sus redes de interacción, junto con los medios masivos de comunicación, se presentan como las vías que posee el individuo para acceder a muchos objetos y experimentar con éstos, entre ellos para insertarse en el mundo del Rap. Hoy en Cali es casi imposible que un joven del sector popular no tenga un cierto contacto con el Rap; pero el contacto no es suficiente cuando la cuestión se halla en: ¿qué es lo que ha hecho que la experiencia en torno al Rap, adquiera la relevancia suficiente para que algunos individuos perfilen a éste como el centro de referencia para sus actuaciones presentes y futuras?

Ya se ha reseñado la respuesta a esta pregunta proporcionada por James Cuenca al destacar la experiencia en torno a los medios masivos de comunicación y el consumo, a través de los cuales estos jóvenes se identifican (y apropian) con muchos de los elementos que posee el Rap como forma de expresión, resaltando su carácter juvenil y de denuncia frente a la violencia, la pobreza y la marginación que se padece, y facilitando el intercambio de información y la generación de pautas de comportamiento frente a sus realidades.

Sin embargo, en la respuesta anterior se percibe un vacío ligado al inicio de la relación entre individuo y objeto, ya que existen factores menos políticos y más de índole subjetivo. En el proceso de identificación median una serie de intereses de una menor trascendencia pero no por ello de una menor importancia; hablamos de los intereses personales, íntimos y subjetivos que existieron en cada sujeto. Recordemos el anterior testimonio de Maligno, para quien las vivencias en torno al Rap permiten descubrir la sensación de libertad, de sentir que hace algo propio que le satisface tanto el deseo de inclusión como de diferenciación con un ámbito juvenil, en donde halla la posibilidad de desplegarse y descubrirse en un hacer que siente bastante cercano y motivante.

Las redes de interacción entre pares son una fuente de múltiples e importantes efectos subjetivos e intersubjetivos. En el caso de Rico, el interés de ser reconocido y con ello de alcanzar cierto nivel de estatus, se convirtieron en motores significativos para que se involucrase en los grupos callejeros. En forma similar aunque no igual, Maligno encuentra a través del Rap un medio para satisfacer deseos e intereses íntimos. Existen otros testimonios en los que se descubre ese rasgo íntimo y subjetivo que fueron estableciendo bases más fuertes en la relación individuo – Rap.

    ... para mí era muy importante al igual que mi compañero que nos vieran bailar, a nosotros nos gustaba que nos vieran y entre más gente mejor. Entrenábamos todos los días. En esa época trabajaba, era ayudante de pintura y mecánica, de todas maneras yo llegaba a las seis a la casa y a ensayar, ensayábamos de 7 a 9 todos los días; perfeccionar los pasos para uno llegar con pasos nuevos a la ciclovía el domingo... yo los domingos no faltaba a la ciclovía, y entonces yo me intereso más por la parte de que huy, bacano de que lo vean a uno bailar (Break Dance), entonces ya empiezan a haber eventos culturales en el barrio, donde que, “ve, ¿vos bailás?”, entonces la invitación, “vaya preséntese allá”, ¿entiende?, como que a mí me gustaba era que vieran que yo hacía alguna cosa que la otra gente no hacía, digamos en las fiestas, yo andaba con mi cassett y lo ponía y me ponía a bailar, entiende, yo me sentía bien que la gente me viera haciendo cosas raras, cosas que yo hacía nada más... en el colegio ya la gente ve un interés por nosotros (habla del hermano y de él), ya empezaron a hacer eventos culturales en el colegio en donde participábamos bailando, los poquitos que sabíamos participábamos bailando (Loco, 7 noviembre de 2001).

    ... enseguida de la casa, en las torres de Maracaibo había una orquesta (de salsa), realicé un toque pero no fue importante porque uno simplemente es uno más de toda la orquesta, entonces como que uno busca protagonismo sin querer queriendo... La primera vez que yo me di cuenta de todo esto como sentido de Rap, fue aquí en el poblado en una casa juvenil, pues allí iban raperos e iba como gente que en ese entonces se estaba desenvolviendo en esa escena... como en el 95... era mucha gente, los Farsantes, los manes ensayaban y veía que Janeiro aquí también ensayaba [Janeiro es un rapero que desde hace varios años alquila una pieza en la casa donde vive Fénix] y lo hacían muy bien y se suben en una tarima y las mujeres ahh, entonces decidí que yo también quería... (Fénix, 26 febrero de 2002).

    Yo empecé por la goma de bailar, la impresión que yo tenía era que era muy bacano, así empezó uno, es que eso es muy bacano, que era la chimba bailar, estaban los muchachos viéndolo a uno ahí, están las mujeres viéndolo a uno bailar, entiende... (Mae, registrada por James Cuenca y Alfaima Sánchez).

    … siempre en la casa se manejaron los valores morales, como la primera comunión, el del bautizo, la confirmación, y se me da la oportunidad de confirmarme y resulta que dentro de ese grupo entra Jhon J. a confirmarse también (Jhon J. es un rapero que en aquel entonces hacía parte de la agrupación Mensajeros), Jhon J. sabía que yo hacía algunas composiciones pero que nunca había tenido un grupo y una vez en un evento, en una tarima que hicieron en la iglesia, en una semana por la juventud, nos pidieron que cantáramos, entonces Jhon J. dice: que tal Rico, canta o no canta, y le digo ¡listo!, y entonces la primera vez que yo me subí a una tarima fue en una iglesia, y toda la gente que me conocía como el vándalo me iba a ver cantar porque siempre me habían pillado era en la calle y la primera vez que me iba a subir a la tarima era en una iglesia… se presentó la oportunidad, fui y canté, me fue bien, me gustó, la gente me apoyó y eso fue lo que me inició… (Rico, 8 de marzo de 2002).

El deseo de distinción se realiza al hacer algo en lo que se siente que hay un sello personal; el de reconocimiento, en la demanda del “oficio” sobre el cual se está adiestrado; el de integrarse a una vida social y sexual, en la atención que la ejecución de esta práctica suscita en los pares y las personas del otro sexo, y en especial, en el sentir narcisista en el individuo al estar a gusto consigo mismo.

Gracias a la reunión de todas estas experiencias que en torno a la práctica del Rap o del Break Dance tienen cabida, estos individuos hallan la posibilidad de realizar los intereses, deseos o necesidades que podríamos denominar tanto básicos como subjetivos, que guardan dentro de sí, y que sirven de motivaciones para querer conocer y experimentar más alrededor de aquéllos.

Encontramos de este modo una entrada a la relación individuo–Rap, en donde el primero, gracias a la intervención (relación) de los pares y el entorno barrial —más allá de encontrar elementos significativos en el objeto (Rap), como es por ejemplo su carácter juvenil o de denuncia— encuentra que dentro de sí se experimentan sensaciones altamente gratificantes en las que el objeto es simplemente el medio para lograrlas, un objeto que está en su entorno y a su alcance.

Sin embargo, aún no se puede llegar a considerar que el proceso que se viene generando entre sujeto y objeto, sea lo suficientemente sólido, pues ni las identificaciones ni las sensaciones gratificantes permiten la existencia de un terreno lo suficientemente estable, en un sentido social (asociativo, organizativo), para que esta relación o proceso se cimiente fuertemente. ¿No podrá haber nueva evasión, en el momento en que el sujeto halle otro objeto con elementos de su interés, es decir, con aspectos con los cuales se identifique y experimente otros tipos de sensaciones igualmente gratificantes? No olvidemos que el Rap es un objeto a experimentar que se halla presente en este entorno, mas no el único. Existen otros objetos, como se refleja en los cuatro casos relatados, que circulan por el sector que habitan, otras propuestas artísticas y estéticas (la Salsa, el Rock, el teatro, etc.), o el que proporcionan los mismos grupos juveniles de la calle (las pandillas).

En este punto se podría decir que los entrevistados y entrevistadas se encuentran sumergidos en una tribu urbana, donde el hallazgo de unos factores relevantes alrededor de la práctica del Rap o el Break Dance y la efervescencia de los instantes que se viven en conjunto (con los pares), hacen que aquél se enlace por el momento allí. Falta lo asociativo y organizativo, que produzca cierta solvencia y coherencia con el vínculo individual14.

La anterior es una situación bastante posible, en la que un individuo joven, luego de conocer y experimentar en un espacio, con un objeto y/o amigos, decide que existen otros espacios, otras personas y otros objetos, que vale la pena conocer y experimentar. De hecho, no todos los individuos que han conocido y se han visto motivados en adentrarse un poco más en el sub-mundo del Hip Hop en la ciudad de Cali, se han quedado allí. Tan sólo un pequeño número ha desarrollado una relación más estable y sólida con este objeto. ¿Por qué?15

 

IV. La permanencia en la práctica del Rap: mi elección, una oportunidad de vida

Para hallar una posible explicación se consideran dos elementos que, aunque ya han sido formulados de forma separada, al combinarse en este punto arrojan interesantes luces. El primero, señala la idea de un estrecho margen de posibilidades en proyección y realización que los jóvenes y las jóvenes de los sectores populares encuentran en su entorno social, que recortaría entonces las viabilidades de soñar, de vislumbrar un horizonte o un futuro diferente al de la violencia, la pobreza y la marginación; y el segundo, apunta a los diferentes tipos de vivencias que los sujetos entrevistados han logrado y logran acumular junto a otros pares en torno a la experiencia del Rap.

Por un lado, la sentencia de no-futuro, y por el otro la experiencia; es decir, por un lado la realidad objetiva y por el otro la realidad subjetiva, realidades que al parecer no tienen forma de conciliación, o por lo menos así parece ser considerado por quienes desde fuera y parados en frías cifras estadísticas replican la noción de no-futuro para los jóvenes y las jóvenes de sectores populares. Desde allí (y con una visión tan limitada de la realidad) se hace de fácil comprensión la idea que señala la no existencia de referentes temporales que incluyan al pasado y mucho menos al futuro para el desarrollo de acciones sociales en esta población joven; ello no estaría en el orden de sus preocupaciones. Lo que lleva por tanto a vivir el presente de un modo bastante intenso, juzgando la vivencia con relación a los beneficios obtenidos en el acto. Actos que estarían marcados por la violencia y la delincuencia, al ser ello el legado de un entorno obnubilado por fenómenos de este tipo.

Sin embargo no olvidemos que un joven, o una joven, independientemente del contexto en el que se halle presente (aún si éste está marcado por la violencia), recibe y acumula diferentes tipos de experiencias tanto de objetos, sujetos y espacios, gracias a la existencia de entornos complejos y diferenciados, característicos de las sociedades urbanas contemporáneas, desde donde construye ese conocimiento amplio y particular, al cual ya hemos hecho mención pero que queremos ahora destacar, que constituye la base sobre la cual los sujetos entrevistados evalúan y deciden prestar mayor atención a la(s) experiencia(s) que en ellos y ellas alcanza un mayor grado de relevancia. No pensemos esto de forma mecánica; recordemos que se habla de un proceso, donde la elección es un paso que se da de modo práctico, debiéndose considerar más bien como un producto de estas vivencias acumuladas como experiencias. Recordemos también, que dentro de este contexto de experiencias se halla presente en los entrevistados y entrevistadas la del Rap, la cual, como veremos ahora, se siguió enriqueciendo:

    ...no, yo igual sigo en la esquina con ellos, jugando fútbol entre semana, yendo a baño, pero yo ya hacía otras cosas, ya ellos iban a la casa y yo escuchando Rap y no que el programa, y esto y lo otro, y que vamos pa’ baño, ¡y no!, porque me voy para la ciclovía, yo me iba a bailar, uno hacía otras cosas. Claro uno conocía otra gente, la mayor gente que uno conoce es de Aguablanca, entonces ya empieza uno a relacionarse pues con negritos, por la casa nunca habían negritos, no nos criamos con negros, entonces ya empieza a conocer negros de Aguablanca, que los raperos y que tal, empieza uno a conocer otra gente, empieza uno a ver otras cosas, empieza uno a hacer lo que nunca hacía, en el 94 uno grabando para un programa de televisión, la putería, uno llegaba y mami vea que uno sale en el programa y que tales, bacano, ya uno haciendo otras cosas...

    ...el Rap en Cali a partir del año 87, yo caigo por accidente. A mí me llegó eso como una moda, como algo nuevo, pero uno se va dando cuenta con el tiempo de que eso le va haciendo falta a uno, los domingos no faltaba a la ciclovía y un domingo que uno faltaba, uno decía que se había perdido de mucho, entonces eso ya va haciendo parte de uno... ya, cuando empezamos a formar letras, a cantar discos de Vico C, a cantar con pistas de grupos de Estados Unidos, ya empezamos a armar los grupos, entonces se vuelve como algo de uno. (Loco, 7 noviembre de 2001)

    Que la gente del pueblo lo trate a uno como un súper amigo, lo trate a uno como el gran amigo y nunca lo había visto, Ah! que vos eres el Maligno, a que chimba, cuando vas a mi casa para que conozcas a mi mamá, o sea lo hacen sentir a uno bien y le hace sentir a uno que hay gente que le gusta lo que uno hace y uno no la conocía, gente de otros países de otras ciudades, eso son cosas que a uno lo motivan y le muestra que uno va por donde es, esas son pequeñas muestras de grandes cosas (Maligno, 1 marzo de 2002).

    Uno primero escuchaba música en inglés luego en español, luego observa cantar y ve bacano, yo también puedo, le da a uno como también para hacer su propia historia, no siempre quedarse viendo a los demás, sino que yo también puedo crear algo por mi parte (Guama [Adriana], 13 de marzo de 2002).

    Yo ahora estoy totalmente dedicado al Rap. Lo que pasa es que yo en el Rap he ganado espacios, yo he conocido mucha gente, he conocido diferentes mecanismos de cómo hacer pues de que la vaina ande, me he relacionado con los demás parches que son con los que estamos pensándonos la vaina y de una u otra forma lo que estoy haciendo con el Rap es todo música, yo estudio música, entonces yo lo que aprendo con mi música lo enfoco pues al contexto que yo manejo que es el Hip Hop y lo proyecto más allá, el poder tener un hogar, el poder tener estabilidad económica y si la vaina no es por el lado del Rap yo no sé qué voy a hacer, pues, porque yo ya estoy es en el Rap y no quiere decir que yo no quiera acceder a otras cosas, pero entonces yo ya estoy metido en este cuento, estamos casados ya con esto. (Mae, registrada por James Cuenca y Alfaima Sánchez).

Loco encuentra alrededor de la práctica del Break Dance y el Rap, un hacer que le brinda la oportunidad de hacerse a un reconocimiento, pero además, esta sensación se alimenta de diferentes tipos de experiencias en diferentes escenarios y en donde se involucra a diferentes tipos de personas. Esta posibilidad de hacerse alguien a través de estas prácticas, hace que abra sus fronteras físicas y que descubra nuevos espacios en la ciudad; recordemos que antes de ello, sus momentos de ocio los pasaba en la esquina, en el barrio, o en sectores aledaños a éste. Ahora la experiencia del Rap incluye otros espacios citadinos y con ello la posibilidad de conocer nuevos individuos, y aunque de este modo no pierde el contexto de relaciones con los pares (los de crianza), sí se inicia un proceso que relativiza las actividades que con éstos desarrolla, con base en la preferencia de una nueva actividad.

Se descubren experiencias parecidas en Maligno, quien por la práctica del Rap obtiene un reconocimiento (social), que lo reubica en términos identitarios en la intersubjetividad pública, lo cual, en términos subjetivos, hace que como individuo adquiera una nueva sensación de sí mismo bastante gratificante. En Mae, el practicar Rap le sirvió para dibujarse un horizonte, donde cabe la posibilidad de construirse un micro mundo social, para proyectarse como individuo y pensar expresamente en un futuro; ello, gracias a que a través de esta práctica halló una manera de tejer redes sociales, al encontrar similares o semejantes para sentir con ellos y ellas un respaldo como sujeto para sus intereses futuros.

Nuevos elementos que el individuo acumula gracias a las experiencias con la práctica del Rap y el Break Dance. ¿Será que a través de esta experiencia, estos individuos han hallado ese principio de unidad de la personalidad del que habla Touraine?

En la práctica del Break Dance y del Rap, estos sujetos han hallado el modo de realizar sus necesidades básicas subjetivas. Pero más allá de obtener reconocimiento y elevar así la autoestima, también han hallado el modo de integrarse con este objeto, de apropiárselo y, con ello, de integrarse a un lugar social, gracias a lo cual han modificado su relación con el mundo, haciéndolo menos virtual que lo que se da con la tecnología, y de mayores potencialidades reales de construcción de una vida social. Se destaca cómo el cúmulo de experiencias alrededor de estas prácticas y el grado de relevancia que éstas alcanzan, terminan por convertirse para estos individuos en el nodo de todas las otras experiencias, las cuales gracias a ello adquieren un significado y un sentido especial y particular. Como señalan los anteriores testimonios: “el Rap se vuelve como algo de uno”; “se está casado ya con el Rap”; o, “le da a uno como también para hacer su propia historia”.

Entre la apropiación del Rap como objeto de valor para estos individuos y la posibilidad de con ello hallar un modo de integración social, se halla ubicada la oportunidad de la realización del Yo. Anthony Giddens señala que en la construcción del Yo (una tarea de carácter personal), es de gran importancia el equilibrio que exista entre oportunidad y riesgo. Los individuos han recibido y acumulado gran diversidad de experiencias y con ello han generado un conocimiento tanto de sí como del entorno: saben que la educación hoy no es garantía de un futuro que se perfile mejor de lo que es el presente. Saben que hoy el trabajo es bastante escaso. Saben que en la violencia y en la delincuencia los riesgos son demasiado altos. Pero saben también que en la práctica del Rap se obtienen beneficios que otro tipo de experiencias no ofrecen, ya que (han aprendido también) es posible en medio de este entorno y alrededor de esta práctica encontrar o establecer condiciones objetivas para dar cabida a la exigencia subjetiva de la estructuración del Yo, pues se obtiene la posibilidad de prefigurar un horizonte que se alimenta de nuevos impulsos (motivaciones de carácter social) y con ello, la viabilidad de espantar el fantasma del nofuturo. Es decir, que en la experiencia con el Rap, los individuos hallaron un modo alterno de constituir un estilo de vida16, que les permitirá trazar lo que ellos llamarán un proyecto de vida o, como en este estudio he preferido llamar, una oportunidad de vida17.

 

V. Rico: Juego de intereses

Rico, quien en la calle halló y asimiló el tipo de subjetividad pandillero, en una anterior declaración señalaba que es muy difícil para un joven que hace parte de los grupos juveniles de la calle encontrar otro modo de vida en el que se sienta a gusto, sin que pese allí el estigma de su vida pasada.

    ... y, a mí se me presenta la oportunidad y yo comparé y dije, bueno cuando yo ensayo la gente me admira o la gente llega a verme, cuando yo pasaba la gente me saludaba y no se me escondía, a través del Rap conocí la mujer con la que tengo un hijo y a través del Rap conocí muchas otra mujeres que quisieron estar conmigo sin la necesidad de que yo fuera el putas de la caja de fósforos... (Rico, 8 marzo de 2002).

Rico conoce el Rap y en él encuentra que tiene la posibilidad de obtener un reconocimiento y un modo de integrarse a una vida sexual y social; pero sobre todo, en la práctica del Rap descubre que se obtienen unos beneficios extras en relación con lo que se puede obtener en los grupos juveniles de la calle, ya que la realización de sus intereses y deseos no conducen a que el reconocimiento de los terceros se base en el terror, como ocurre en aquellos grupos, sino en la admiración que despierta el saber ejecutar esa práctica, lo que invita a otros a que se acerquen en vez de tomar distancia, como solía suceder.

Así, la experiencia con el Rap lleva a que Rico inicie un proceso reflexivo acerca de las acciones que tienen desarrollo junto a los grupos de la calle, juzgándolas ahora según los beneficios y los perjuicios.

    Cuando uno llega al Rap, uno cambia los hábitos totalmente, porque hay cosas nuevas que uno nunca ha visto entre ese lunes y el domingo, que vos al menos a esta hora venís acá (la emisora donde se desarrolla la entrevista), a esta hora a las doce del día y escuchás música, sino, a esta hora estaría yo parado en la esquina con estos manes jodiendo, pero aquí estoy cizañando (planeando), pensando en la presentación (en ese día, en la tarde se presentaba en un colegio, en la celebración del día de la mujer), de que tengo que salir bien, ya lo pone a pensar en otras cosas, de proyectarse. En cambio a vos allá (en el parche) te aprueban malo o bueno y si es malo mejor te lo aprueban; entonces el Rap le exige a uno unos hábitos, le abre el mundo, el mismo Rap le exige a uno que aprenda, que uno estudie, que escudriñe. En cambio vos allá si lees es El Caleño a ver qué parcero salió muerto, o cuál salió preso, o leer el papelito con el que vas a pegar el bareto, pero no hay espacios de discusión; aunque los pelados discuten —no hay que quitarles mérito—, sino que son cosas así por encima y llegan a la conclusión que el medio le vende a uno, en cambio acá a todo se le busca el lado, en el Hip Hop se discute, pelea, alega y defiende su posición, y muchas veces allá (en el parche) el que manda es el que tiene la razón; uno acá ama la vida, en cambio allá no, uno piensa “yo no nací pa´ semilla”, uno deja su semilla, preña a la mujer, por si me muero que le coloquen el mismo nombre mío para que ese siga; cuando yo llegué aquí yo no te hablaba así, en las discusiones cuando me tocaba hablar lo que pensaba, me daban garrote, ya uno va aprendiendo y se mete en la dinámica, uno aprende más, lo pone a soñar, allá [en el parche] uno no sueña, el Hip Hop le permite a uno relacionarse con mucha gente, gente que le enseña y lo pone a uno en criterio cada rato y la gente te aprecia más que decir que uno es pandillero de la unión y necesito que me atiendan, te vetan” (Rico, 8 de marzo de 2002).

Rico aprendió que existían maneras diferentes para vivir los momentos de ocio, en los cuales la quietud puede transformarse en actividad, en producción, donde al estar involucrado, los resultados obtenidos serán sus resultados. Aprendió también que existen formas diferentes de relacionarse con los otros, que no se basan en la fuerza o el terror, sino en el reconocimiento del otro como sujeto, que tiene cosas y experiencias por comunicar y que hacen que la relación se desarrolle por tanto de manera más horizontal y no del modo vertical como es aquél que prima en el parche. Así, descubrió que su voz y opinión son relevantes para los otros, pues en la palabra está el medio para hacerse conocer y reconocer por éstos (los raperos). Descubrió que el mundo y las posibilidades de experimentar con éste eran mucho más amplias de lo que había contemplado hasta el momento, pues alrededor de la práctica del Rap halló nuevos espacios y en especial nuevas personas frente a las cuales encontraba la posibilidad de presentarse sin el miedo a ser rechazado; al contrario, su condición de rapero lograba hacer que el otro se acercase y se abriera a él con la disposición de compartir experiencias y conocimientos. Recordemos su primera experiencia como cantante de Rap, en donde nos relata como aquellas personas que lo reconocían como el vándalo de la calle, se acercan a la iglesia a verlo a él en un escenario y faceta diferente.

Ampliar las experiencias con el mundo es ampliar el conocimiento de éste, y ello, en Rico, tuvo como consecuencia el adquirir mayor cantidad de elementos para juzgar sus experiencias alrededor de los grupos juveniles de la calle, descubriendo los aspectos negativos que suscita este modo de vida: sentir que el tiempo pasa mientras su vida se consume en una esquina, saber que por el modo de vida que se lleva se carga con un estigma que te margina del contacto con el otro, descubrir que en el parche tus ideas y propuestas no tienen eco, pero sobre todo, saber que allí el mañana es bastante incierto y que por ello no se puede dejar para mañana lo que se puede hacer u obtener hoy, cerrando con ello las posibilidades de proyectarse. Todo ello hizo que Rico tomase una decisión:

    ...entonces yo dije bueno, hay otro estilo de vida que me ofrece un estatus sin necesidad de yo hacerle mal a nadie y era el Rap; entonces vos vas y “¡huy!, este pelado es rapero, pelado rapee”, entonces uno dice, esta es la vaina que yo puedo cambiar por el antiguo estilo de vida. Eso lo estoy analizando yo ahora, no lo decía en un principio, pero igual cuando yo me metí allá [en el Rap] no me hacía falta lo otro [el parche], porque ya estaba acá y me sentía compensado, sin necesidad de analizarlo ya me sentía compensado... (Rico, 8 de marzo de 2002).

Rico tuvo la oportunidad de optar por un nuevo estilo de vida que tiene lugar —al igual que el parche— en la calle, en las interacciones y vivencias cotidianas junto a los pares. Tal vez la posibilidad que le ofrece el Rap y el Hip Hop sean igual de inciertas como las que puede hallar en un grupo juvenil de la calle, pero con el elemento a favor de poder soñar aquí con vida en vez de muerte.


Notas

* Este artículo se basa en la investigación denominada “El Rap, una oportunidad de vida en construcción que llega con la experiencia”, presentada por el autor para optar al título de sociólogo, Universidad del Valle, 2004. La investigación se desarrolla entre agosto del 2001 y diciembre del 2002, y es avalada el 21 de enero de 2004 por el Consejo Académico del Departamento de Sociología de la Universidad del Valle.

1 Estas personas son: Alexander (Loco), barrio Lleras Camargo y Edwin (Profeta) barrio Brisas de Mayo, habitantes de la comuna 20, Siloé; Rico y Maligno barrio Antonio Nariño, comuna 16; Pedro Pablo (Fénix) barrio el Poblado, comuna 13; Adriana (La Guama) barrio Ciudad Córdoba, comuna 15; Alexa (La psiquiatra) barrio el Vergel, comuna 13; y Mae, habitante del barrio Rodeo, comuna 10. Todos ellos raperos y raperas de la ciudad de Cali. (Las opiniones de Mae que en este documento se consignan, son producto de una entrevista realizada por James Cuenca y Alfaima Sánchez; las otras siete entrevistas se realizaron pensadas, en primera instancia, para el desarrollo de este trabajo investigativo).

2 Según Niklas Luhmann, “(…) vivimos instalados en la diferencia no en la unidad” (1998, p.25), y según Peter Berger y Thomas Luckman, se crece en un “(…) mundo donde no existen valores comunes” (1997, p.61).

3 Para el año de 1998 se estimó, según proyecciones realizadas a través del censo de 1993, que la población total de la ciudad de Cali era de 2’020.218 habitantes, población que, según su distribución por grupos etáreos, poseía una concentración en el rango que oscilaba entre los 12 a los 29 años de edad, de 34.2% (N: 2’020.218). Diagnóstico de la situación de la población joven en la ciudad de Santiago de Cali. 1999. Mesa de concertación para la política de juventudes del municipio. p. 32.

Al confrontar el anterior dato frente a la división de la ciudad por comunas y la situación de éstas en relación con sus condiciones socioeconómicas, nos arroja como resultado el hecho de que en los sectores y hogares de nivel socio-económico bajo y bajo–bajo, es donde se halla ubicada la mayor proporción de jóvenes de la ciudad. Para los hogares ubicados en las comunas 6, 7, 13, 14, 15, 16, y 21, la tasa de dependencia juvenil alcanzaba para 1998 el 0.91%; y para las comunas 18 y 20, el 0.87%; mientras que en las comunas 9, 10, 17 y 19, donde se encuentra una alta proporción de hogares con nivel socio-económico medio y alto, la tasa de dependencia juvenil tan solo alcanzaba el 0.66%. Proyecto Cidse - Orstom, diciembre de 1998.

4 El Proyecto Red Cultural del Distrito de Aguablanca, en conjunto con el Observatorio Social, entre los años 1997 y 1998 realizan un censo del sector cultural existente en esta zona, hallando que existían 150 grupos discriminados del siguiente modo: 25 Organizaciones No Gubernamentales comunitarias de educación, de actividad social, de tercera edad y juveniles; 21 grupos de animación juvenil; 11 grupos de recreación y deporte y 93 grupos artísticos y de cultura popular. Es de destacar el hecho de que los jóvenes y las jóvenes integran el 80% del total de los grupos y ONG comunitarias.

5 El Rap se reconoce especialmente como un modo de expresión artística que nació a finales de la década de los setenta en los suburbios de las ciudades estadounidenses, como medio para expresar a través del canto y la expresión corporal el descontento de las personas que allí habitaban, especialmente de los jóvenes y las jóvenes frente a las situaciones de extrema pobreza, violencia y marginación de las cuales eran víctimas. Hace parte de un movimiento cultural llamado Hip hop, que involucra además otros modos de expresión artística: Break Dance, Graffiti y Scratch, en donde el instrumento central de su ejecución es el cuerpo, el dibujo y la música, respectivamente.

6 Ashanty es un grupo de Rap del Distrito de Aguablanca conformado en su mayoría por jóvenes negros, quienes a través del Rap buscan reivindicar la identidad negra, siendo éste su principal propósito y razón de encuentro y acción como grupo.

7 Para, P. Berger y T. Luckman, en Modernidad, pluralismo y crisis de sentido (1997), el sentido es conciencia del hecho de que existe una relación entre las varias experiencias; mientras que para Niklas Luhmann, en La diferenciación de la sociedad (1998), el sentido no es otra cosa que una forma de experimentar y de realizar la inevitable selectividad. La relación que se encuentra y subraya en ambas, es que el sentido es conciencia (de las vivencias y experiencias recibidas o desarrollas por el sujeto) y con ello, capacidad de elección.

8 Peter Wade, en un articulo llamado: Trabajando con la cultura: grupos de Rap e identidad (1999), hace el llamado a que reconozcamos en las múltiples experiencias de los individuos la existencia de dos dimensiones, la de lo simbólico y la de lo material, dos caras de una misma moneda que no pueden estar separadas, aunque se distingan analíticamente, pues la información que de allí se extrae es la que fundamenta la posibilidad de ser y hacer de los individuos en un contexto particular. De este modo, para Wade (1999) “las identidades culturales que hoy día se reclaman y se estriban con base en la cultura, tienen que ser conceptualizadas como el producto del trabajo de personas que no pueden subsistir alimentándose de significados...” (Wade, p. 282), rescatando que los individuos (en este caso los raperos y las raperas de la ciudad de Cali) además de poseer necesidades en el aspecto simbólico, las poseen también (notoriamente) en el aspecto material, dado lo cual no se puede hablar de la estructuración de una subjetividad y de un nosotros basándose tan sólo en representaciones simbólicas; hay necesidad de tener presente otro tipo de factores.

9 Los datos que se presentan a continuación provienen de entrevistas hechas a profundidad a cuatro de los raperos entrevistados (Loco, Fénix, Rico y Maligno), con los cuales se logró reconstruir historias de vida temáticas.

10 El barrio la Independencia es clasificado entre los estratos 2 y 3 (bajo y medio bajo, respectivamente); allí viven el abuelo y la abuela de Fénix, quienes acogieron al padre y a la madre de éste al momento de arribar a la ciudad de Cali; el barrio El Poblado es un barrio de estrato 1 (bajo-bajo), perteneciente al sector conocido como Distrito de Aguablanca, al cual arriba Fénix a la edad de 8 años junto a sus hermanas y madre (el padre había abandonado el hogar). En Colombia, la clasificación socioeconómica de su población se realiza a través de seis estratos; los otros tres son: estrato 4 (medio-medio), estrato 5 (medio alto) y estrato 6 (alto).

11 Comportamiento similar se observa en los cuatro años anteriores al reseñado; ver archivos del DANE, en especial, los resultados de las Encuestas Nacionales de Hogares.

12 Para el año de 1998, la población del área metropolitana Cali-Yumbo que se hallaba bajo la línea de pobreza, promediaba alrededor del 39.0% (n: 2, 020,218), mientras que para las comunas 6, 7, 13, 14, 15, 16 y 21, éste alcanzaba el 54.2% (n: 846,927) y para las comunas 1, 18 y 20, el 56.0% (n: 248,886). En este mismo año, la población de Cali-Yumbo que se hallaba en indigencia era el 10.0%, mientras que para estas dos zonas (Aguablanca y Siloé), este índice alcanzaba el 12.7% y el 16.6% respectivamente. Encuesta nacional de Hogares, DANE, Cali-Yumbo, procesamiento especial, etapa 100.

13 Según Desepaz, en 1996 de los 2.069 homicidios ocurridos en la ciudad de Cali, 1.217 (58,2%) correspondieron a individuos entre el rango de edad de 10 – 29 años. Entre 1993 y 1997, según esta dependencia de la alcaldía de Cali, de los 5.006 homicidios cometidos contra jóvenes (15 – 29 años) en la ciudad, 1.724 (34,4%) ocurrieron en las comunas 13, 14 y 15 (Distrito de Aguablanca) y en la comuna 20 (Siloé). Ver “Diagnóstico de los jóvenes en la ciudad de Santiago de Cali”, 1999, pp. 51-52.

14 “Las tribus… son organizaciones fugaces, inmediatas calientes, donde prima la proximidad y el contacto, la necesidad de juntarse, sin tarea ni objetivo, por el solo hecho de estar... las vivencias entre los jóvenes tribales son breves y pasajeras, una suerte de sociabilidad de lo provisorio, una cultura de lo inestable, en la que impera el corto plazo y la ausencia de futuro” (Margulis & Urresti, 1998, p.20).

15 Recordar que para el desarrollo de este estudio se optó por trabajar con jóvenes que poseen el rasgo de la permanencia y el compromiso en ahondar la relación con el Rap; ello, indicado por el tiempo socialmente reconocido como raperos en la ciudad de Cali.

16 Anthony Giddens entiende el Estilo de Vida como “un conjunto de prácticas más o menos integrado, que un individuo adopta no sólo porque satisfacen necesidades utilitarias, sino, porque dan forma a una crónica concreta de la identidad del Yo”. 1997, p. 107.

17 La noción Oportunidad de vida que introduzco en este aparte, busca precisar lo que entendemos como integración social. Como sabemos, un individuo nunca se halla ajeno a dos de las dimensiones que matizan la vida en sociedad: lo cultural y lo material, despertando por tanto intereses, deseos y necesidades en torno a éstos. Sin embargo, sí es posible que este individuo se halle por fuera o marginado de alguno o de ambos. La integración social que los jóvenes y las jóvenes entrevistados encuentran al constituir al Rap como un objeto de gran valor y una de las experiencias más relevantes en sus vidas, apunta no sólo a la oportunidad de integrarse “simbólicamente”, sino también “materialmente”. La anterior sentencia la confronté en el aparte de esta investigación en donde busco sostener la hipótesis de la existencia de un Nosotros rapero en la ciudad de Cali, el cual, para su constitución y consolidación, se ve avocado a enfrentar múltiples conflictos que le anteponen diferentes aspectos y agentes dentro de la ciudad, espacio donde se tiene que la mayoría de intereses, deseos y necesidades de los raperos y de las raperas, tanto individual como colectivamente, se encuentran en franca oposición a las de otros actores, quienes en posiciones más ventajosas, al tener acumulados capitales (simbólicos y materiales) más amplios, logran hacer que en las partidas donde se ponen en juego estos capitales, sean para ellos los beneficios. En este juego de intereses simbólicos al cual ellos y ellas ingresan al destacar al Rap como un objeto de valor cultural, también se ponen en juego los intereses materiales de esta población joven, y viceversa: en el juego de intereses materiales, al destacar al Rap como objeto de valor mercantil, también están presentes los intereses y necesidades simbólicas. Esta integración puede ser exitosa o no; lo importante a destacar en este momento, es que allí vemos ese principio de unidad de la personalidad del cual ya nos ha hablado Touraine. El capítulo de la investigación al que estoy haciendo referencia, se denomina Los Otros y Nosotros, y viceversa.


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