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Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud

Print version ISSN 1692-715XOn-line version ISSN 2027-7679

Rev.latinoam.cienc.soc.niñez juv vol.7 no.2 Manizales July/Dec. 2009

 

Segunda Sección: Estudios e Investigaciones

 

 

Interacción familiar y desarrollo emocional en niños y niñas*

 

Interação familiar e desenvolvimento emocional das crianças

 

Familial interaction and emotional development in boys and girls

 

 

Gloria Cecilia Henao López 1, María Cristina García Vesga 2

 

1Profesora e investigadora de la Universidad San Buenaventura, Medellín. Psicóloga de la Universidad San Buenaventura de Medellín. Doctora en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud del Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud de la alianza Universidad de Manizales-Cinde. Correo electrónico: gloriach@une.net.co

2 Directora de la Línea de Investigación Pautas de Crianza y Desarrollo Infantil del Doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud del Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud de la Alianza Universidad de Manizales-Cinde. Psicóloga de la Universidad Javeriana. Magíster en Investigación Curricular de la Universidad Pedagógica Nacional. Doctora en Educación de Nova University-Cinde. Correo electrónico: mariacristinagarciav@yahoo.com

 

 

 

Primera versión recibida noviembre 27 de 2008; versión final aceptada junio 25 de 2009 (Eds.)


 

Resumen:

En la presente investigación se tuvo como objetivo principal abordar los estilos de interacción de padres y madres de niños y niñas preescolares y su relación con el desarrollo emocional de sus hijos e hijas (235 niños y 169 niñas) entre cinco y seis años de edad. Las dimensiones que se consideraron para evaluar el nivel emocional de los niños y niñas fueron: autorregulación, comprensión emocional, y empatía. Como primer aspecto describimos los tipos de interacción con sus hijos e hijas y el desarrollo emocional de los niños y niñas evaluados. Un segundo aspecto que se abordó, es el de explorar las asociaciones entre el estilo de interacción familiar y el desarrollo emocional infantil. El instrumento utilizado dirigido a los padres y madres fue la Escala de Identificación de Prácticas Educativas Familiares (PEF), versión española realizada por Alonso y Román; a los niños y niñas les aplicamos la evaluación del desempeño emocional (EDEI), que se construye como parte de esta investigación. Se trabajó con una muestra de 404 niños y niñas, y sus respectivos padres y madres. Los resultados obtenidos en esta investigación resaltan el estilo equilibrado como generador de conductas adecuadas y adaptativas en el niño o niña, al igual que rescata este estilo como el que más posibilita el nivel de comprensión emocional en los niños y niñas de nuestro estudio.

Palabras clave: Desarrollo emocional, estilos de interacción familiar, familia, niños y niñas preescolares.

 


Resumo:

Esta pesquisa teve como objetivo principal a aproximação aos estilos de interação das mães e dos pais com crianças pré-escolares e a sua relação com o desenvolvimento emocional dos seus filhos e filhas (235 meninos e 169 meninas), com idades entre cinco e seis anos. As dimensões consideradas para avaliar o nível emocional das crianças foram: auto-regulação, compreensão emocional e empatia. Primeiramente se descreveram os tipos de interação com os filhos e as filhas e o desenvolvimento emocional das crianças avaliadas. Um segundo aspecto foi a exploração das associações entre o estilo de interação familiar e o desenvolvimento emocional infantil. O instrumento utilizado para os pais e as mães foi a Escada de Identificação de Práticas Educativas Familiares (PEF), versão espanhola de Alonso e Román; para as crianças foi a Avaliação do Desempenho Emocional (EDEI), construída como parte desta pesquisa. A mostra foi de 404 crianças e seus pais e mães. Os resultados obtidos nesta pesquisa ressaltam o estilo equilibrado como gerador de condutas adequadas e adaptativas no menino ou na menina. Igualmente, resgata o estilo que mais favorece o nível de compreensão emocional nas crianças que participaram neste estudo.

Palavras chave: desenvolvimento emocional, estilos de interação familiar, família, crianças pré-escolares

 


Abstract:

The main goal of this research was to approach the parents' interaction styles of both pre-school boys and girls, and the relationship with their emotional development (235 boys and 169 girls) with ages between five and six years. The dimensions considered to evaluate the children's emotional level were: self-regulation, emotional comprehension and empathy. The first aspect corresponded to the types of parents' interaction with their children and the emotional development of the children being evaluated. A second aspect approached was exploring the associations existing between familial interaction and the child's emotional development. The instrument used with reference to parents was the Identification Scale of Familial Educational Practices (PEF), Spanish version by Alonso and Román; the Evaluation of Emotional Performance (EDEI) was administered to the boys and girls. This instrument is constructed as part of this research work. The sample consisted of 404 children and their parents). The results point out the balanced style as the child's appropriate and adaptive behavior generator and, at the same time, retake this style as the most favoring the emotional comprehension level of the children participating in this study.

Keywords: emotional development, familial interaction styles, family, pre-school boys and girls

 


 

Introducción

 

El entorno familiar es donde, en primera instancia, se establecen prácticas educativas, que se convierten en punto de referencia para niños y niñas, permitiendo el logro de estilos de socialización, el desarrollo de competencias emocionales, el manejo de estrategias de afrontamiento y niveles de prosocialidad, entre otros. Son varios los aspectos que involucran a la familia como el principal agente contextual del desarrollo humano; en primer lugar, se da por supuesto que las prácticas educativas de los padres y madres han de presentar una alta coherencia transituacional, es decir, que se da una interconexión bidireccional entre padres o madres e hijos o hijas, de forma tal que se pueden identificar los rasgos esenciales del estilo de socialización que maneje la familia, cuando se observa la conducta de su hijo o hija. Se considera que las prácticas educativas que los padres y madres ponen de manifiesto dentro del núcleo familiar, han de tener impacto en el desarrollo de sus hijos e hijas, independiente de las características psicológicas que tenga el niño o la niña (Darling & Steinberg, 1993).

La percepción que el niño y la niña tienen de las intenciones de sus padres y madres se establece a través de la acción comunicativa que se logra a través de los mensajes dirigidos hacía los niños y niñas. Con base en esto, el niño o niña desarrolla un tipo de interpretación de las claridades, consistencias, inconsistencias y acuerdos o no del proceso de crianza por parte de su madre y de su padre. Este aspecto permite la generación de sesgos de pensamiento, ya sean positivos o negativos, que le posibilitan a niños y niñas llevar a cabo diversas interpretaciones de las acciones de sus progenitores, y tener como base su propio estado emocional (Ceballos & Rodrigo, 1998).

La familia, considerada como el contexto básico de desarrollo humano, es quien tiene la acción socializadora del niño o niña en primera instancia; a través del modelamiento y del tipo de comunicación que se establece dentro de ella, busca llevar a cabo el alcance de metas y pautas comportamentales vinculadas por medio de dos acciones: control y afecto. Lo que busca controlar la familia tiene que ver con el nivel de socialización, la adquisición de patrones de responsabilidad, la evitación de riesgos y fracasos, y la generación de niveles de obediencia (Cabrera, Guevara & Barrera, 2006)

La acción parental, es uno de los pilares que permiten la formación y desarrollo de componentes emocionales infantiles. Por esta razón el propósito central de esta investigación es ampliar el campo de estudio de las relaciones existentes entre el estilo de interacción familiar y el desarrollo emocional de los niños y niñas focalizado en la comprensión emocional, la empatía y la autorregulación.

• Estilos de interacción familiar

Un aspecto muy estudiado de la vida familiar en relación con el desarrollo personal, emocional, social y moral de los hijos e hijas, ha sido el tipo de disciplina y prácticas de crianza empleadas en el hogar (Boyes & Allen, 1993; Hoelter & Harper, 1987; Hurlock, Allen, Scout, Harper & Mclanahan 1988; Marks & Mclanahan, 1993; Scoutt & Scoutt, 1991).

Quizá la investigación más conocida sobre los estilos de interacción familiar son los estudios de Diana Baumrind (1967, 1971), sobre niños y niñas preescolares y sus padres y madres. El término utilizado por esta investigadora es estilos parentales, que se definen como aquella forma manifiesta en que los padres y madres ejercen el proceso de normatización y el manejo de autoridad en sus hijos e hijas. Cada niño o niña en la muestra de Baumrind fue observado en varias ocasiones en el preescolar y en el hogar. Estos datos se utilizaron para estimar las dimensiones conductuales de sociabilidad de los niñosy niñas, seguridad en sí mismos, logro, melancolía y autocontrol. Los padres y madres fueron también entrevistados y observados mientras interactuaban con sus hijos e hijas en el hogar. A partir de los datos obtenidos, Baumrind propuso cuatro estilos parentales: autoritario, equilibrado (o democrático), permisivo y no implicado (Baumrind, 1967, 1971).

    Padres autoritarios

Este es un patrón muy restrictivo de crianza en el que las personas adultas imponen muchas reglas, esperan una obediencia estricta, rara vez o nunca explican al niño o niña por qué es necesario obedecer todas estas regulaciones, y a menudo se basan en tácticas punitivas enérgicas (es decir, en la afirmación del poder o retiro del amor) para conseguir la obediencia. Los padres y madres autoritarios no son sensibles a los puntos de vista en conflicto de un niño o una niña, esperando en lugar de ello que el niño o niña acepte su palabra como ley y respete su autoridad.

    Padres y madres equilibrados

Este es un estilo controlador pero flexible, en el que los padres y madres implicados realizan muchas demandas razonables a sus hijos e hijas. Tienen cuidado en proporcionar fundamentos para obedecer los límites que establecen y se aseguran de que sus hijos e hijas sigan estos lineamientos. Son mucho más aceptadores y sensibles a los puntos de vista de sus hijos e hijas que los padres y madres autoritarios, y a menudo buscan la participación de sus hijos e hijas en la toma de decisiones familiares. Por lo tanto, los padres y madres con autoridad ejercen un control racional y democrático (en lugar de dominante) que reconoce y respeta las perspectivas de sus hijos e hijas.

    Padres permisivos

Este es un patrón parental aceptador pero laxo en el que las personas adultas exigen relativamente poco, permiten que sus hijos e hijas expresen con libertad sus sentimientos e impulsos, no supervisan en forma estrecha las actividades de sus hijos e hijas y rara vez ejercen un control firme sobre su comportamiento.

    Padres no implicados

Diferentes investigaciones han dejado claro que el estilo parental menos exitoso es el que muestran los padres y madres no implicados, un enfoque en extremo laxo y sin exigencias exhibido por padres y madres que han rechazado a sus hijos e hijas o que están tan abrumados por sus propias tensiones psicológicas y problemas que no tienen mucho tiempo ni energía para dedicarse a la crianza de éstos (Maccoby & Martin, 1983).

Los padres y madres no usan estilos educativos puros, aunque haya una tendencia hacia un estilo u otro. También hay que tener en cuenta, en cuanto a la evolución de cada niño o niña, y como se ha dicho anteriormente, que hay otros factores que influyen: la escuela, otras figuras de apego —como los abuelos—, el temperamento, que sea más activo o pasivo, más o menos ansioso, etc. (Maccoby & Martin, 1983).

• Desarrollo emocional en la edad preescolar y escolar

A lo largo de la infancia, los niños y niñas toman conciencia de sus propias emociones y de las causas de las mismas; es decir, establecen relaciones sobre el porqué de diferentes emociones en ellos y en los demás. Comienzan a reconocer en la expresión facial diferentes emociones y a establecer acciones en torno a lo que observan en la expresión de los demás (Izard, 1994).

El crecimiento y el cambio esperado a nivel disposicional personal para enfrentarse a las situaciones se deriva de las experiencias propiciadas por el contexto, por una parte, y de la maduración, por otro lado. Por esta razón, los objetivos que se plantea el niño o la niña en torno a los otros y hacia sí mismos, presentan un cambio con relación a la manera previa de abordarlos. La forma en que él o ella han de poner de manifiesto distintos tipos de emociones, varía sustancialmente dependiendo del repertorio previo del niño o niña y del tipo de situación a la que se vean abocados. Esto lleva a que se produzcan logros importantes a nivel de la comprensión, regulación emocional y respuesta empática (López, Etxebarria, Fuentes & Ortiz, 1999).

Analizaremos a continuación tres aspectos del desarrollo emocional, los cuales permiten conocer de forma más específica la competencia emocional del niño o niña preescolar, a saber: comprensión emocional, capacidad de regulación, y empatía.

    La comprensión emocional

Se tomarán en cuenta dos aspectos: la comprensión de las emociones y la toma de la perspectiva emocional, de una parte, y de otro lado la comprensión de la ambivalencia emocional y la comprensión de las reglas de expresión.

La comprensión de las emociones y la toma de perspectiva emocional se comienzan a desarrollar desde edades tempranas. Los niños y niñas en edad preescolar se vinculan a situaciones cada vez más diversas, las cuáles generan distintas emociones. Así, los niños y niñas comienzan a ajustar sus reacciones para adecuarlas a la situación que enfrentan y a los propios deseos de alcanzar metas determinadas, en busca de respuestas coherentes a las demandas del contexto. Un avance importante se presenta cuando el niño o niña empieza a considerar los deseos del otro. Sin embargo, la emoción no se explica por la relación entre el deseo y la situación objetiva, sino por la relación entre el deseo y la situación tal como la interpreta el sujeto, en este caso el niño o la niña.

Las características individuales de personalidad, la experiencia previa y las características del contexto que rodea al niño o a la niña, establecen un patrón diferencial tanto para el análisis en torno a las diferentes situaciones que él o ella viven, como para determinar qué tan compleja emocionalmente puede ser una situación; es decir, las perspectivas emocionales y el nivel comprensivo que establezcan se vinculan a la cultura en la que el niño o niña se encuentran inmersos, y al tipo de reacción parental. En última instancia lo que él o ella creen y esperan se vincula a los factores contextuales antes nombrados y a su constitución personal (Gnepp & Chilamkurti, 1988).

La cultura propicia diferentes reglas para expresar las emociones, así que los niños y niñas adquieren la comprensión de las mismas a través del modelamiento y el aprendizaje vicario. Esto indica que el componente cultural pone límites y reglas para este tipo de expresiones y los vinculan de acuerdo con el desempeño social que tengan las personas. La comprensión de las reglas de expresión involucra aspectos tales como: intensidad de la expresión, persistencia de la misma o inhibición de ésta. Los niños y niñas preescolares en su mayoría no han desarrollado la capacidad de entender que las personas pueden hacer manejo de la expresión emocional dependiendo de la situación (Bussey, 1992). Con las experiencias que propicia el medio, el niño o niña alcanza a entender la expresión y a saber que ésta puede ser controlada, es decir, simulada por los otros y por él, lo que permite que se tenga una adaptación a la situación que se está viviendo.

La comprensión de la ambivalencia emocional se entiende como la capacidad que se adquiere para entender, conocer y discriminar la presencia de varias emociones que se oponen; éstas pueden ser positivas y negativas, hacia una misma persona e incluso en una misma situación. El niño o la niña logran comprender que la experiencia personal y las vivencias de los demás pueden provocar una combinación de emociones. La posibilidad de entender esto es un punto básico para que el niño y la niña logren manejar relaciones estables con alta carga afectiva (Brown & Dunn, 1996).

En los niños y niñas pequeños (entre 3 y 5 años) se observa que, para entender una situación con contenido emocional, no hacen uso de un análisis objetivo hacía la situación, sino que establecen las explicaciones correspondientes a través de la emoción como tal; lo que ellos y ellas sentirían, mas no lo que realmente podrían sentir haciendo relación de diversos aspectos influyentes. El resultado para ellos o ellas, o es bueno o es malo (posición dicotómica); no establecen gradaciones, divergencias, posibilidades, o sea, no hay un manejo de diversas perspectivas (Camras, 1994).

Por esta razón tienen dificultades para coordinar sentimientos opuestos sobre las personas, pero no sobre las situaciones. El niño o la niña logran comprender que una misma situación o circunstancia puede generar sentimientos positivos y negativos a la vez, pero les es complejo aún entender que una persona también puede generar simultáneamente emociones positivas o negativas en él o en ella.

    La regulación emocional

Las diversas situaciones vividas por los niños y niñas posibilitan el desarrollo de competencias que les permiten regular las emociones generadas por éstas; a medida que el niño o niña madura va adquiriendo la habilidad de hacer frente a las exigencias sociales, lo que se vincula no sólo a la capacidad de limitar manifestaciones comportamentales y emotivas diversas, sino además a la posibilidad de establecer otra serie de asociaciones cognitivas nuevas. El niño o niña debe entender el porqué de lo que siente y cuál sería la reacción más adecuada ante esa situación, evaluando la forma más apropiada de enfrentarse a las exigencias externas.

Desde la perspectiva del procesamiento de la información, la emoción se ubica como un foco esencial que le indica a la persona el funcionamiento individual y grupal que requiere para el logro de acciones adaptativas con su entorno, es decir, es la emoción un camino de contacto con la realidad. Con el fin de que las emociones cumplan con este objetivo, es necesario que sean flexibles y congruentes con la situación que se esté viviendo, al igual que con objetivos del sujeto para con esa situación específicamente. Al hacer la evaluación de la emoción en relación con la situación, el niño o niña alcanza niveles de madurez e introspección que le permiten determinar qué tipo de reacciones ha de tener con otras personas y la consecuencia de éstas; es acá donde se observa lo que es regulación emocional (Harris, 1989; Eisenberg, Valiente, Morris, Fabes, Cumberland & Reiser, 2003; Valiente, Eisenberg, Fabes, Shepard, Cumberland & Losoya, 2004).

Como se mencionó anteriormente, el uso de diferentes estrategias para alcanzar niveles de autorregulación emocional es variado, específicamente porque esto depende de los objetivos que se tengan ante diversas situaciones. Poco a poco el niño o la niña aprenden que algunas estrategias son eficaces para ciertas situaciones y que éstas dependen del tipo de logro que se desea.

La flexibilidad en el manejo de las mismas y el desarrollo de niveles de interiorización dan cuenta de la utilidad del proceso regulatorio para el alcance de conductas adaptativas y de ajuste socioemocional (Dennis, 2006).

El objetivo central con relación con el conocimiento emocional es crecer en la forma de expresar las diferentes emociones, buscando obtener consecuencias satisfactorias relacionadas con el medio que rodea a la persona y consigo misma; lo cual se relaciona con el progreso a nivel lingüístico específicamente en relación con el componente pragmático del lenguaje, que permite al niño o niña la posibilidad de realizar un análisis situacional y adecuar el tipo de respuesta que genera. El proceso de socialización brindado por el entorno cercano, especialmente por los padres y madres, posibilita igualmente el desarrollo de habilidades socializadoras y la introyección de posibles respuestas del medio a consecuencia de una respuesta previa emitida por el niño o niña (Aluja, del Barrio & García, 2007)

    La empatía

La empatía se considera como la capacidad que tiene una persona de entender una situación emocional de otra y de emitir respuestas relacionadas con el sentir de esa persona (puede evidenciarse como un acto de compasión); existe por parte del espectador o espectadora un acto recíproco con la persona que se enfrenta a una situación que le genera una o varias emociones.

A medida que el niño o niña alcanza metas evolutivas, el proceso empático recíprocamente va obteniendo posibilidades de actuación social; es decir, la persona menor logra mayores niveles de análisis congruentes con relación a la comprensión de una situación, y cómo ésta puede generar en otra persona diferentes manifestaciones conductuales, ya sea de dolor, rabia, felicidad, etc; es la empatía igualmente un proceso de comprensión emocional que permite que se manifiesten diversas estrategias de afrontamiento, poniendo de relieve a la persona implicada más que al propio sujeto (Taylor & Harris, 1984).

Las experiencias emocionales se configuran en una base para el individuo. Esta base determina en alguna medida la forma o la perspectiva que utilizará el niño o niña para evaluar la situación a la que se encuentra expuesta la otra persona. Se espera que a medida que los niños y niñas tengan más experiencias, también tengan mayor capacidad de entender las diversas reacciones y comprender el porqué de las mismas, en primera instancia en relación consigo mismos y posteriormente con relación a los demás.

La empatía es un componente emocional que sólo se alcanza cuando el niño o niña logra tres aspectos previos: su propia comprensión emocional, la comprensión emocional de los otros, y la capacidad de regular su propia emoción. Estos tres aspectos están dirigidos a situaciones sociales que permiten, por parte del niño o niña, realizar análisis del alcance de metas, poner en evidencia acciones afectivas y entender el porqué del sentir emociones diversas (Sroufe, 2000).

La exposición a situaciones diversas abre un espectro comparativo para la persona menor, permite que logre equiparar diferencias en las actuaciones, y que entienda cómo se ha de buscar una acción satisfactoria. Es acá donde la empatía alcanza un nivel de prosocialidad importante. Se vincula a lo anterior el tipo de apego que haya rodeado al niño o niña.

    Método

Este estudio es de tipo no experimental transversal. Exploramos la existencia e inexistencia de relaciones y correlaciones entre los estilos de interacción familiar y desarrollo emocional infantil, para lo cual evaluamos 404 niños (169 niñas y 235 niños) y sus progenitores (353 madres y 276 padres, para un total de 629 personas adultas).

Participantes

La muestra estuvo compuesta por 404 niños y niñas y sus padres y madres (629) de la ciudad de Medellín. La edad de los niños y niñas se encuentra comprendida entre 5 y 6 años y dentro de la muestra se tiene representación de todos los estratos socioeconómicos (alto, medio y bajo). En la (Tabla 1) se observa cómo se encuentra distribuida la muestra con relación con el género (niños y niñas) y el número y porcentaje de padres y madres correspondiente a esta división.

 

 

 

Instrumentos

Los siguientes instrumentos fueron utilizados para describir las diferentes variables del estudio.

Evaluación del estilo de interacción parental

Para la evaluación de la interacción con los hijos e hijas, utilizamos la prueba Prácticas Educativas Familiares (PEF) de Julia Alonso García y José María Román Sánchez (García & Román, 2003).

La batería de exploración de las prácticas educativas familiares contiene una escala para personas adultas, la cual recoge la percepción de los padres, madres, tutores o responsables encargados de la educación de los niños y niñas pequeños en el entorno familiar. Las percepciones se recogen a través de tres situaciones: cuando inician algo nuevo, cuando hay una ruptura de rutinas, y cuando cuentan o muestran algo. Se obtiene un puntaje total para cada estilo parental: autoritario, equilibrado y permisivo. Cada situación se evalúa mediante 18 ítems para un total de 54. La recolección de las respuestas la realizamos individualmente; para cada ítem se da la frecuencia de este uso.

    Evaluación de niños y niñas

Evaluación del Desarrollo Emocional Infantil (EDEI) (Henao & García, 2006)

Las investigadoras del presente estudio desarrollamos un instrumento que evalúa el desarrollo emocional a través de los siguientes componentes: empatía, comprensión emocional, y regulación emocional. Este instrumento utiliza láminas evocadoras de situaciones apoyadas por preguntas del examinador o examinadora.

En total la prueba cuenta con 13 láminas. Existe un grupo de láminas dirigida a niños y otro a niñas; dependiendo del género de quien se va evaluar utilizamos el grupo de láminas correspondiente.

Para evaluar comprensión emocional se utilizan tres láminas, las que representan un solo niño o niña, teniendo una variación en su expresión: malestar, bienestar o neutralidad; en este caso el evaluador o evaluadora debe colocar simultáneamente las tres láminas frente al niño o niña, ya que éstas deben acompañar las preguntas dirigidas por el evaluador o evaluadora. La primera parte de este factor busca enfrentar al niño o niña ante situaciones generadoras de diferentes emociones en otras personas (4 situaciones), y la segunda parte lo enfrenta a situaciones personales (10 situaciones). Las situaciones las verbaliza el evaluador o evaluadora una a una.

Para evaluar el factor empatía utilizamos cuatro láminas que representan en la misma hoja dos situaciones que el niño o la niña han de comparar; esta comparación la realizamos mediante las preguntas del examinador o examinadora, lo que genera que el niño o la niña elijan una de las dos situaciones.

Para evaluar el factor regulación emocional describimos al niño o niña seis situaciones, una a una, en las cuales él o ella han de tener una reacción específica; la hoja de registro propone un abanico de reacciones, sin embargo si el niño expresa una diferente a las que se muestran en la hoja de registro se debe escribir cuál fue en la columna otra respuesta.

Para la elaboración de esta prueba llevamos a cabo un proceso de construcción y pilotaje de la siguiente manera: realizamos el diseño de la prueba tanto a nivel gráfico como de texto, presentamos a juicio de expertos y expertas en tres ocasiones, cada una de las evaluaciones de expertos estuvo precedida por un pilotaje a un grupo de 20 niños y niñas, el cual variaba en cada aplicación. La prueba alcanzó en su puntaje total un Alfa de Cronbach de 0.80, en comprensión emocional 0.77, en regulación emocional 0.81 y en empatía 0.75.

 

Procedimiento

Realizamos reunión de padres, madres y docentes en cada una de las instituciones escolares, llevando a cabo un proceso de información y motivación de la investigación. Los padres y madres que accedieron a formar parte de esta investigación firmaron el consentimiento del mismo.

En cada una de las instituciones programamos una nueva reunión con el grupo de padres y madres, y se les aplicó la prueba de prácticas educativas familiares (PEF); a esta reunión asistieron tres auxiliares, las cuales servían de apoyo y guía para el grupo de padres y madres.

Posteriormente aplicamos de forma individual la prueba Evaluación del desarrollo emocional infantil (EDEI) a los niños y niñas; tuvimos en cuenta sólo aquellos niños o niñas cuyos padres y madres diligenciaron el cuestionario de prácticas educativas familiares (PEF).

Cada uno de los cuestionarios de los padres y madres se marcó con un sistema de codificación, que asegura la confidencialidad de los mismos.

 

Resultados

Estilo de interacción

En la (Tabla 2) aparecen los análisis descriptivos (frecuencias y porcentajes) del estilo de interacción más utilizado por madres y padres teniendo en cuenta el género de los niños y niñas; se observa que el estilo de interacción más utilizado por las madres es el equilibrado tanto con niños como con niñas; en menor proporción el estilo autoritario es más frecuentemente implementado con los niños y el permisivo en el grupo de niñas. El 43% de las madres establecen un estilo equilibrado y en su relación con las niñas un 48%. Con relación a los niños, el estilo autoritario se utiliza por un 40% de las madres y con relación a las niñas en un 21%. Las madres utilizan el estilo permisivo con los niños en un 17 % y con relación a las niñas un 31%. Al igual que para las madres el estilo equilibrado obtiene los mayores porcentajes, seguido del estilo autoritario para el grupo de niños y del permisivo para el grupo de niñas. En el grupo de padres, el estilo equilibrado con relación al grupo de niños alcanza un 44%, y en las niñas un 48%. Con relación al estilo autoritario, los padres obtienen en el grupo de niños un 44% y en las niñas un 17%. Con relación al estilo permisivo en el grupo de niños obtiene un 16% y para el grupo de niñas un 36%.

 

 

 

    Desarrollo emocional

En la (Tabla Tres) aparecen los resultados. Se observa que en las variables que evalúan desarrollo emocional (comprensión emocional, regulación emocional y empatía), los puntajes obtenidos son menores al centil 50, los cuales no serían considerados como problemáticos si tenemos en cuenta la medida de dispersión de cada una de estas variables.

Con relación a lo anterior, podemos considerar que los niños y niñas de nuestra investigación se encuentran, en términos de desarrollo emocional, en un nivel promedio, requiriendo desarrollar estrategias que serán adquiridas a través de las diversas vivencias que propicia el contexto.

 

 

 

Relación entre el estilo de interacción parental y el desarrollo emocional infantil

La (Tabla 4) muestra los resultados del análisis de correlación entre las variables del estudio. Se observa que las correlaciones obtenidas entre estilos de interacción familiar y desarrollo emocional fueron las siguientes: el estilo autoritario en el grupo de madres se relaciona de forma inversa con el factor empatía y el puntaje total de la escala; esto indica que la utilización de este tipo de interacción por parte de las madres disminuye el patrón empático y el desempeño a nivel global (puntaje total) en los niños y niñas. El estilo equilibrado en el grupo de madres, se relaciona de forma directa con el factor comprensión emocional y con el puntaje total en desempeño emocional.

 

 

 

El estilo de interacción permisivo establece una relación inversa con el factor empatía, lo que significa que la presencia de este estilo de interacción disminuye en los niños el uso de componentes empáticos. Por ultimo, se establece una relación directa entre el estilo permisivo y el puntaje total de la escala. En el grupo de padres se presenta una sola correlación y ésta se da entre el estilo permisivo y el factor comprensión emocional.

Discusión

En el desarrollo de esta investigación, retomamos las hipótesis planteadas por Baumrind (1967, 1968, 1970), quien dentro de sus hallazgos logró establecer conexiones entre la influencia de la relación parental y algunas características socioemocionales de los niños y niñas, que se establecen de acuerdo con el tipo de comunicación y normatización utilizado dentro del contexto familiar. Sus hallazgos dejaron ver con claridad que aquellos padres y madres que utilizaban un control firme pero acompañado de estados importantes de amor, afecto y comprensión hacia sus hijos e hijas, lograban el desarrollo de niños estables, consistentes y responsables. Este tipo de características de estructura parental se denomina estilo equilibrado.

Nuestros hallazgos en términos de tendencias correlacionales nos permiten considerar que el estilo equilibrado se relaciona específicamente con el grupo de madres cuyos hijos e hijas presentan un mejor desempeño en comprensión emocional, y en general a nivel emocional, mientras se observa que los estilos permisivo y autoritario presentan relaciones inversas: a mayor estilo autoritario o permisivo, menor rendimiento en componentes de empatía y desempeño emocional general. Estos datos son específicamente del grupo de madres; en el grupo de padres no se observan asociaciones que permitan apoyar investigaciones previas.

Los hallazgos obtenidos a este nivel apoyan lo encontrado por García y Román (2005), quienes al evaluar las prácticas educativas familiares, encontraron que los padres y madres que presentaban estructuras de autoridad equilibradas generaban en sus hijos e hijas un incremento en los niveles de autoestima. Se aúna a esto el que sus padres y madres tengan la posibilidad de hacer una mejor evaluación de sus hijos e hijas como respetuosos, obedientes y cumplidores. Los padres y madres que presentan más características del estilo equilibrado son aquellos que hacen una lectura tranquila de las necesidades de sus hijos e hijas, sin eliminar exigencias, rutinas, hábitos y responsabilidades propias al desarrollo de los niños y niñas.

Las características de este estilo parental se tornan en preventoras de posteriores compromisos emocionales, siguiendo la línea de Richaud De Minzi (2005), quien consideró que aquellos padres y madres que se manifestaban democráticos, equilibrados, tenían menor probabilidad de establecer relaciones rechazantes y de generar en sus hijos e hijas estados de depresión y soledad. Estos niños y niñas alcanzaban niveles de comprensión emocional y empatía mayor, permitiéndoles así tener mayores habilidades sociales con sus iguales. Mientras que aquellos padres y madres que utilizaban acciones punitivas y rechazantes, generaban en sus hijos conductas de inseguridad, sentimientos de abandono, y estados de depresión.

Los resultados del presente estudio permiten establecer tendencias relacionales, las cuales muestran que las conductas maternas tendrían más interacción en la generación de hábitos, cogniciones y acciones en sus hijos e hijas, que las conductas paternas. Estos hallazgos podrían explicarse por el hecho de que la madre, en esta etapa temprana de vida (5-6 años), puede tener mayor presencia, verbalización y exigencia con sus hijos e hijas, que el padre.

Se podría considerar a nivel relacional que la estructura parental equilibrada y en su defecto la autoritaria, son más apropiadas para un buen desempeño emocional infantil que la presencia de un estilo permisivo, en el cual los niños y niñas no tienen una persona adulta que establezca modelos claros, que genere seguridad, que permita estructurar integralmente el yo del niño a través del manejo de rutinas.

Lo anterior lleva a considerar que el insuficiente autocontrol o autodisciplina se relaciona de una forma más clara con el padre permisivo; esto se consideraría teniendo en cuenta que en nuestros hallazgos, con el estilo parental con que se presentaron menores correlaciones a nivel de desarrollo emocional, fue con éste; se podría considerar que el padre o madre no logran procesos cognitivos que permitan un buen control de sus acciones ni de marcar metas personales claras; esto hace que en el manejo parental en la crianza de sus hijos persistan estas características personales.

Si bien el niño o niña como individuo único presenta tendencias comportamentales que lo caracterizan, las pautas que establecen las personas significativas en la vida del niño o niña se convierten en un ciclo continuo de refuerzo recíproco: tanto el niño o niña refuerza a sus padres y madres y les permite ver su satisfacción con su rol paterno, como el padre y la madre refuerzan a su hijo. Se establece de esta manera un integrado cognitivo-afectivo-motivacional que permite que el niño o niña comience a manejar pensamientos diversos y ejecute diferentes estrategias de acción.

Esta interacción, que se instaura entre el componente innato que tiene el ser humano y el entorno ambiental al que se ve abocado, puede generar diferentes pautas cognitivas, afectivas y comportamentales, las cuales caracterizan al ser humano y de forma muy especial generan a nivel emocional diferencias que se manifiestan en el desarrollo de la comprensión emocional, en los procesos de empatía y en el alcance de niveles de autorregulación de niños y niñas.

Como se mencionó anteriormente, se esperaría que las interacciones que se establezcan entre los padres y madres y el niño o niña fueran de carácter sincrónico, pero ello no ocurre debido a que los padres y madres no presentan conductas adaptativas constantes en los procesos de crianza, presentándose variación en el nivel de adecuación de sus respuestas al niño o a la niña.

 

Recomendaciones

El presente estudio señala la importancia de tener en cuenta para investigaciones próximas las diferencias entre grupos poblacionales por género, estratos y nivel educativo.

Esperamos también que los datos analizados hasta ahora sean proponentes de investigaciones posteriores en las cuales se haga énfasis en la búsqueda del conocimiento sobre patrones de personalidad de los padres vinculados a contextos específicos, tales como niveles socioeconómicos y contextos socioculturales. También queremos motivar el interés por los investigadores e investigadoras por el estudio de la figura del padre o madre como uno de los puntos centrales e influyentes en el desarrollo socioemocional de los niños y niñas.

 


Notas:

* Tesis de grado de Gloria Cecilia Henao que fue realizada entre marzo de 2004 y agosto de 2008. Aprobada proyecto por el Consejo de Doctores el 22 de febrero de 2004.

 


 

Lista de referencias

 

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    Referencia

    Gloria Cecilia Henao López y María Cristina García Vesga, "Interacción familiar y desarrollo emocional en niños y niñas", Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, Manizales, Doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud del Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud de la Universidad de Manizales y el Cinde, vol. 7, núm. 2, (julio-diciembre), 2009, pp. 785-802.

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