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Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud

versão impressa ISSN 1692-715Xversão On-line ISSN 2027-7679

Rev.latinoam.cienc.soc.niñez juv v.7 n.2 Manizales jul.dez. 2009

 

Segunda Sección: Estudios e Investigaciones

 

 

Padres o madres migrantes internacionales y su familia: Oportunidades y nuevos desafíos*

 

Pães ou mães migrantes internacionais e suas famílias: Oportunidades e novos desafios

 

International migrating parents and their families: Opportunities and new challenges

 

 

Luz María López Montaño1, María Olga Loaiza Orozco2.

 

1 Docente-investigadora colectivo de estudios de familia. Departamento de estudios de familia. Universidad de Caldas. Manizales. Magíster en Estudios de Familia y Desarrollo. Correo electrónico: efamilia@ucadas.edu.co

2 Docente-investigadora colectivo de estudios de familia. Departamento de estudios de familia. Universidad de Caldas. Manizales. Magíster en Desarrollo Educativo y Social. Correo electrónico: efamilia@ucadas.edu.co

 


 

Primera versión recibida marzo 14 de 2008; versión final aceptada octubre 27 de 2008 (Eds.)

 


 

Resumen:

En este artículo analizamos las implicaciones de la migración internacional en la satisfacción de necesidades y en las interacciones familiares, cuando el padre o la madre emigran y sus hijos e hijas, niños, niñas o adolescentes quedan a cargo de otros parientes. Se reconoce la migración como una oportunidad que facilita el acceso a recursos económicos, vía remesas, con los cuales se suplen requerimientos de subsistencia (alimentación, educación, salud, abrigo) de las familias, y que genera nuevas dinámicas en el cuidado a través de la red familiar (abuela, madre, tía) como apoyo material y afectivo. Obtuvimos los datos de cien familias de los nueve municipios de la Región Eje Cafetero Colombiano, con mayor participación de hogares con emigrante; aplicamos entrevista a profundidad en trabajo de campo a cuidadores, cuidadoras y menores, en zonas urbanas. En el artículo exponemos las características de las familias, la satisfacción de necesidades, los sentimientos y emociones en las interacciones, las prácticas de cuidado, y algunas discusiones a considerar en futuros estudios.

Palabras clave: Emigración internacional, familia, interacción familiar, sentimientos, emociones, prácticas de cuidado, oportunidades económicas, hijos e hijas.

 


Resumo:

Neste artigo analisamos as implicações resultantes da migração internacional para a satisfação das necessidades e as interações familiares, quando o pai ou a mãe emigram e seus filhos e filhas, meninos, meninas ou adolescentes ficam a cargo de outros parentes. A migração é reconhecida como uma oportunidade que facilita o acesso aos recursos econômicos, por meio de remessas, que permite compensar os requisitos de subsistência (alimentação, educação, saúde, abrigo) das famílias, e que gera novas dinâmicas de cuidado através da rede familiar (avó, mãe, tia) , como apoio material e afetivo. Os dados foram coletados a partir de cem famílias das nove municipalidades de Região Eixo Cafeteiro Colombiano, com a participação maior de lares com emigrante. Aplicamos uma entrevista a profundidade em trabalho de campo aos acompanhantes e aos menores, em zonas urbanas. Neste artigo apresentamos as características das famílias, a satisfação das necessidades, os sentimentos e as emoções existentes nas interações, as práticas de cuidado e algumas discussões para ser consideradas em estudos futuros.

Palavras chave: emigração internacional, família, interação familiar, sentimentos, emoções, práticas de cuidado, oportunidades econômicas, filhos e filhas.

 


Abstract:

This article aims at analyzing international migration implications with reference to the satisfaction of needs and family interactions, when a parent emigrates and their sons or daughters, boys or girls, or adolescents remain under the responsibility of other relatives. Migration is considered as an opportunity which facilitates the access to economic resources, by means of remittances, with which subsistence requirements are met (food, education, health, shelter), and which generates new dynamics concerning care through the familial network (grandmother, mother, aunt), as material and affective support. The data were obtained from one hundred families located in the nine municipalities of the Colombian Coffee Growing Zone, with the participation of homes with an emigrant. Interviews deeply dealing with field work were administered to male and female caregivers and minors in urban zones. Family characteristics, meeting of needs, feelings and emotions resulting from interactions, care practices and some discussions to be considered in future studies are also presented in this article.

Keywords: international emigration, family, familial interaction, feelings, emotions, care practices, economic opportunities, sons and daughters.

 


 

I. Introducción

 

En el Eje Cafetero Colombiano1, hace algo menos de una década la migración internacional empezó a ser tema de preocupación; aunque éste es un fenómeno de larga data y ha sido estudiado en otros contextos, en el nuestro apenas se empieza a reconocer como un nuevo proceso social, contradictorio y polémico, que requiere comprensión integral, ante la transformación que propicia en las familias.

Saber qué pasa con las familias de los migrantes y las migrantes, requiere un acercamiento y un análisis desde los propios grupos; en este sentido, nos interesó conocer su configuración, las situaciones que viven, la satisfacción de sus necesidades, los sentimientos y emociones que se crean o recrean en las interacciones y los comportamientos, ante la ausencia en el espacio físico residencial de las figuras centrales en la crianza y el cuidado.

Por lo anterior, este artículo da cuenta de discusiones que suscitó el acercamiento cualitativo a realidades de la vida familiar concernientes a las implicaciones de la migración internacional en la satisfacción de necesidades y en las interacciones familiares, cuando el padre o la madre emigran y, sus hijos e hijas —niñas, niños o adolescentes— quedan a cargo de otros parientes.

Se reconoce la migración como una oportunidad que facilita el acceso a remesas familiares, con las cuales se suplen requerimientos de subsistencia (alimentación, educación, salud, abrigo) de las familias, y que conlleva a nuevas dinámicas en el cuidado a través de la red familiar (abuela, madre, tía) así como a maximizar el apoyo material y afectivo.

A partir de los propósitos enunciados, el artículo se estructura en los siguientes apartados: inicia con una breve introducción, enuncia las teorías que se ocupan del fenómeno migratorio y refiere algunos estudios latinoamericanos que incorporan familia, la metodología implementada, el contexto migratorio y las características de las familias, las reflexiones y discusiones en torno a las oportunidades económicas y a la satisfacción de necesidades, los sentimientos y emociones en las interacciones familiares, y las prácticas de cuidado en la red familiar; y finaliza con la discusión.

 

II. La nueva economía de la migración internacional y estudios en América Latina que incorporan familia

Las migraciones son un asunto que ocupa la atención de la academia desde todas las disciplinas de las ciencias sociales; son varias las teorías, enfoques y marcos conceptuales, así como las investigaciones, que realizan aportes para la comprensión integral del fenómeno.

Massey (2000), autor pionero en estas contribuciones, destaca las siguientes teorías en el análisis de la migración internacional: teoría de la microeconomía neoclásica, teoría de la nueva economía de la migración, teoría de los mercados duales de trabajo, teoría de los sistemas mundiales, teoría de la perpetuación, teoría de las redes, teoría institucional, teoría de los sistemas de migración y, teoría de la causación acumulada. Entre estas apuestas, la nueva economía de la migración y la teoría de redes contienen marcos explicativos de la relación familia-migración.

La teoría de la nueva economía de la migración sostiene que las decisiones sobre la migración no las toman actores individuales de manera aislada, sino unidades más grandes de gente relacionada —típicamente familias u hogares— en las cuales las personas actúan colectivamente para maximizar los ingresos esperados, minimizar los riesgos y reducir las limitaciones asociadas con una variedad de fallas, adicionales a las del mercado de trabajo. Entre tanto, la teoría de las redes indica que son los lazos interpersonales los que conectan a los migrantes y las migrantes en los lugares de origen y destino, disminuyendo los costos y los riesgos del proceso (Massey et al., 2000).

Mientras se incrementa la comprensión teórica acerca de las migraciones, también los estudios sobre migración internacional que incorporan familia, se vienen acrecentando en países como México, República Dominicana, El Salvador, Ecuador y Colombia. En el rastreo realizado, la totalidad de los trabajos que incluyen familia en sus análisis, fueron finalizados después del año 2000, y metodológicamente, privilegian los análisis cualitativos:

La "Caracterización socioeconómica de los hogares del Área Metropolitana Centro Occidente AMCO" (Garay, 2005), planteó que las redes de apoyo para emigrar y para el acomodamiento inicial son predominantemente familiares.

El estudio "Migración y remesas internacionales" (Ruge & Soto, 2004) entregó dos hallazgos importantes: la migración está asociada a la búsqueda de recursos con los cuales se mantienen obligaciones familiares y puede conllevar a la ausencia de autoridad de los padres y madres frente a sus hijos e hijas.

La investigación "Migración colombiana del AMCO hacia España" (García, 2008), analizó la influencia del género en el proceso migratorio, en concreto el envío y uso de las remesas.

El estudió "Cambios en la autoridad a partir de la migración internacional" (Castro, 2007), concluyó que las prácticas que se generan a partir del fenómeno migratorio, se estructuran a través de un complejo juego de roles y se evidencian en la transición en la autoridad, que es ejercida como mínimo por el padre o la madre migrante, o por el cuidador o cuidadora, y en algunas circunstancias por otros miembros de la familia.

El estudio sobre el "Potencial de las remesas para el desarrollo" (Instraw, 2006), muestra la migración como una estrategia económica que provoca cambios en la dinámica familiar y en el poder y autoridad de hombres y mujeres, y las remesas como resultante de complejos procesos de negociación en los hogares.

El estudio "Los hijos de la migración" (Herrera, 2005), acudiendo a los imaginarios y representaciones de jóvenes ecuatorianos y ecuatorianas, muestra qué piensan de familia y migración, analiza los cambios en educación, recreación, y relaciones familiares, y señala el impacto en la vida de los jóvenes y las jóvenes.

La investigación "Tú siempre jalas a los tuyos. Las cadenas y redes migratorias de las familias ecuatorianas hacia España, vínculos entre los que se quedan y los que se van" (Pedone, 2003), examina el costo emocional de la emigración para las mujeres (tías, abuelas, hermanas), la resignificación de los lazos afectivos por parte de los hijos e hijas, y la familia como un espacio de negociación, conflicto y relaciones de poder entre géneros y generaciones.

En síntesis, se ha incrementado la investigación sobre el fenómeno migratorio, y los hallazgos de las investigaciones mencionadas refieren el cumplimiento de un papel decisivo de la familia y el género en la migración; sin embargo, situaciones como las implicaciones económicas, los sentimientos y emociones, así como el cuidado en la familia, no han sido suficientemente estudiados y constituyeron el principal reto en la investigación.

 

III. Metodología

Saber qué pasa con las familias de los migrantes y las migrantes, conocer su configuración, las situaciones que viven, los sentimientos y emociones que se crean o recrean en las interacciones, así como el cuidado de las personas menores que se quedan, requirió una mirada con enfoque cualitativo. Un examen exhaustivo, pero, en su totalidad, germinal y sin pretensiones de generalización.

En la investigación participaron cien familias de los nueve municipios más expulsores de la región Eje Cafetero2; se trató de una muestra intencional, teniendo en cuenta que el efecto de la migración es mayor en municipios con menor población y mayor proporción de hogares con emigrante.

Los criterios de selección fueron: la experiencia migratoria del padre o de la madre, la residencia habitual en uno de los municipios seleccionados, la condición de dependencia de los hijos e hijas, y la aceptación de relatar la experiencia. La unidad de información de cada grupo familiar fueron dos informantes: el adulto que ejerce como cuidador o cuidadora (madre, padre, abuelo, abuela, tío, tía, hermano, hermana) y un hijo o hija en edad preescolar, escolar o adolescente.

Las entrevistas a profundidad, apoyadas en la técnica de bola de nieve, durante un trabajo de campo de seis meses, facilitaron el acercamiento a las vivencias familiares y a la expresión de emociones y sentimientos acerca de la migración. La estrategia de análisis es interpretativa de las características de género, generación, estructura, organización y funcionamiento de las familias, apoyada en el programa cualitativo EZ-Text para la clasificación de los relatos y testimonios en categorías emergentes.

Como unidad de análisis se tomó al grupo familiar, incluyendo al padre o madre emigrante. Interesó una aproximación hermenéutica para comprender los discursos, los significados y las percepciones conducentes a interpretar la satisfacción de necesidades, las interacciones, y las nuevas dinámicas que se generan. En este caso, se enfatizó en la situación de niños, niñas y adolescentes, en su condición de dependencia, con la idea de construir respuestas que se integren al conocimiento de familia.

 

IV. Contexto migratorio y características de las familias

En el Eje Cafetero, a pesar de las ventajas comparativas acumuladas por décadas, después de 1997 comienza un período crítico para la economía, por la coincidencia de tres choques adversos: el terremoto de 1999, la recesión económica nacional que se profundizó en el año del sismo, y la crisis de precios del café (Pnud, 2004). El panorama que se vive en la actualidad ha sido llamado "la paradoja del desarrollo", dado que las importantes condiciones de vida que obtuvieron sus habitantes en el pasado dejaron de ser sostenibles: al mismo tiempo que poseen altas coberturas de servicios públicos esenciales, tienen menos oportunidades de empleo e ingreso.

De acuerdo con el Censo de Población de 2005, el Eje Cafetero es una de las zonas con mayor número de personas emigradas en relación con su población. En las familias del estudio, el análisis de la situación adversa en el entorno cercano y de las ventajas comparativas de ir a "otro lugar" y obtener mayor ingreso para el sostenimiento familiar, cumplen su papel como justificantes.

Desde el punto de vista de las madres o abuelas, la migración ocurre por la falta de respuesta local para el logro de expectativas laborales, y así lo expresan: "(...) razón tuvo mi hijo, que siendo profesional no encontró trabajo rápido y él... tenía una niña a la que sacar adelante" (abuela paterna, 50 años, e77); "(...) no tenía trabajo y cuando encontraba era de muy poquito tiempo" (esposa, 35 años, e100); "(...) no tenía trabajo y la cosa se estaba poniendo muy dura... no podía quedarse aquí haciendo nada y con hartas necesidades" (esposa, 34 años, e99).

De las 100 familias del estudio, en 56 emigró el padre, en 31 lo hizo la madre, y en 13 salieron el padre y la madre, unas veces juntos y otras de manera separada. Los países de mayor demanda son España y Estados Unidos, en ese orden les siguen, Ecuador, Francia, Japón, Holanda, México, Suecia y Panamá.

Antes de salir del país, el padre o la madre deben resolver múltiples asuntos relacionados con el entorno familiar; el principal tiene que ver con la ubicación y protección de sus hijas e hijos, que se encuentran en etapas de infancia y adolescencia; la mayoría cursan estudios básicos y aún no están habilitados para vivir solos, lo cual configura una condición de dependencia para ellas y ellos.

El desempeño directo o indirecto de nuevos papeles en el cuidado y la administración de recursos, representa claramente la nueva estrategia para asegurar la estabilidad como grupo y el cumplimiento de funciones en la producción-reproducción. En las familias del estudio, la estrategia, por lo general, incluye la presencia simultánea, en corresidencia, de hombres y mujeres, de dos, tres, y hasta cuatro generaciones.

La primera y segunda generación, se conforma en su mayoría por abuelas y bisabuelas, que nacieron entre las décadas de los años 30 y 50 del siglo XX. Son personas que han vivido y conocido los cambios en sus municipios, han percibido las transformaciones de sus familias de origen y de procreación, y participan activamente en las labores de cuidado de nietos, nietas y bisnietos.

La tercera generación corresponde a adultos —padre, madre, tía materna o paterna—, quienes nacieron entre las décadas del 50 y el 80 —las madres más jóvenes están entre 24 y 27 años—.

La cuarta generación se constituye por 185 hijos e hijas (94 hombres y 91 mujeres) que nacieron entre la última década del siglo XX y comienzos del actual; al momento de la emigración, sus edades estaban en el rango de cero meses a diez años.

Dado que en la actualidad los padres y madres llevan entre uno y catorce años fuera del país, ha ocurrido una separación parental en el transcurrir de las etapas de niñez y adolescencia, periodo en el cual adquiere especial significado la cercanía, para la construcción de identidad.

A diferencia de lo ocurrido a principios y en buena parte del siglo XX, cuando en su mayoría las familias mantuvieron un modelo "estable", conformado por padre-madre-hijos-hijas, residiendo en un mismo lugar, hoy la definición tipológica y las maneras de vivir varían notablemente, dados los nuevos y diversos ámbitos de residencia y de relaciones.

El tipo, el tamaño y la conformación de los grupos familiares se modificó: los grupos de tipo nuclear disminuyeron de 54 a 32, mientras los extensos se incrementaron de 40 a 59 con la llegada de las personas menores provenientes de los grupos "separados". Los grupos monoparentales pasaron de 3 a 7 y los fraternales de 3 a 2.

Ante el fenómeno migratorio, se enfatizan más los arreglos familiares extensos; por lo general, conviven abuelo y abuela, hijos e hijas, nietas y bisnietos y, en ocasiones, bisabuelo, bisabuela y otros parientes. Estos arreglos, asociados a las condiciones de subsistencia, resultan estratégicos por garantizar que los hijos e hijas queden viviendo en casas de familiares.

Como se observa en el (Cuadro 1) , en los grupos que pasan a ser extensos existe preferencia de ubicar a los hijos e hijas con la familia de origen del emigrante. Se decide la ubicación en línea materna, cuando emigra la madre, aun en los casos que existe presencia del padre; y la ubicación en línea paterna, cuando emigran el padre o la madre o cuando lo hace sólo el padre, siempre y cuando no haya presencia materna.

 

 

 

Cuando el padre emigra, por lo general se cuenta con la presencia de la madre, quien asume el cuidado; en estas familias el padre es el único o mayor providente. Por el contrario, cuando la madre es quien emigra, con excepción de dos casos, no se cuenta con la presencia del padre, ya sea por abandono o por ser madre soltera; y ella es la única providente.

En general, la migración no ocurre de manera simple; entre el contexto migratorio y las características de las familias se constituye un entramado de situaciones y de relaciones que confluyen para mantener el equilibrio ante la separación y garantizar los ajustes que son necesarios.

 

V. De las oportunidades económicas a la satisfacción de necesidades

 

En este apartado damos cuenta de las miradas que la familia realiza acerca de la migración como una posibilidad de acceder a recursos para el sostenimiento familiar, por la percepción de posibles ventajas en el exterior; y del mantenimiento de la tradición que liga a las mujeres con labores domésticas.

La oportunidad que ofrece la migración es la posibilidad de acceder a recursos en circunstancias favorables, relacionadas con intereses y preferencias en tiempo y lugar. La pérdida de bienes que elevó la incertidumbre e inseguridad para el sostenimiento familiar, se opone a la percepción de posibles ventajas en el exterior: "(...) nosotros con el terremoto de Armenia quedamos en la ruina, y fuera de eso yo tan enfermo... ella empezó a decir que aquí no se podía vivir..." (Padre, 60 años, e42).

Al analizar las oportunidades económicas de la migración, padres y madres buscan satisfacer necesidades básicas de sus hijos e hijas, principalmente; para hacer frente a la incertidumbre económica, la salida del país se les muestra como un panorama conveniente por el empleo y los salarios que proveen mayor capacidad de compra.

Aunque en principio las ideas de migrar son de carácter individual, cada vez más el grupo familiar queda involucrado y las consideraciones de interés e intervención común se tornan evidentes. Las restricciones que puede traer la separación física parecieran superarse al traspasar las fronteras geográficas, por las facilidades de acceso y uso de medios de comunicación. Desde el punto de vista económico, la búsqueda de conseguir o mejorar el ingreso para el sostenimiento de los hijos e hijas, el deseo de ahorrar, de comprar vivienda y de montar un negocio, son razones frecuentes de la decisión de migrar y demandar el apoyo familiar.

Por tradición, en la cultura cafetera el hombre ha sido el mayor providente económico y quien por el trabajo se desplaza de un lugar a otro, mientras la mujer permanece al cuidado de los hijos e hijas y del trabajo doméstico. En las familias del estudio, esta situación se muestra acentuada en grupos nucleares, pero compromete nuevos desempeños de las madres fuera del espacio doméstico. En otras conformaciones familiares, otros parientes asumen las actividades de cuidado como deber y ayuda; así se confirma en algunos testimonios: "Es una responsabilidad muy grande... es el apoyo que le puedo dar a mi hija, yerno y nietos" (Abuela materna, 66 años, e63).

Conjugar el interés de sostener a la familia con las dificultades que se enfrentarán al emigrar, motiva a la revisión de las consecuencias para el cumplimiento de responsabilidades de cuidado de los hijos e hijas, tanto antes como durante la migración, así como la evaluación de la satisfacción de los cuidadores o cuidadoras y de las personas menores. En las familias se valora el hecho migratorio como favorable o satisfactorio por la mejora de las condiciones económicas (ver Cuadro 2) y la migración como desfavorable, por la distancia, la ruptura de relaciones, el vacío de autoridad y las expectativas que no se cumplen.

 

 

 

Los testimonios del Cuadro 2) , evidencian la estrecha relación entre las remesas y la satisfacción persona y familiar al disminuir las situaciones de vulnerabilidad de hijas e hijos en cuanto a funcionamientos básicos de alimentación, educación y abrigo, lo que a su vez puede convertirse en capacidades básicas relacionadas con la habilidad para nutrirse bien, disponer de un buen estado de salud y adquirir habilidades para el desempeño social.

Las personas adultas y menores entrevistadas consideran que las remesas son un estímulo "apropiado", porque proveen recursos económicos para el sostenimiento familiar. En el caso de los adultos, las expresiones de satisfacción son mayores cuanto más se incrementa la cuantía y la periodicidad en el envío de recursos.

Para 42 familias, la remesa constituye entre el 80 y el 100% del ingreso; para 28 de ellas, es un complemento al ingreso y la proveeduría se comparte con el trabajo de la madre o de otros integrantes, o con la pensión del abuelo o de la abuela; para 30 familias, la remesa es esporádica, es baja en su cuantía o no se recibe.

Los aspectos desfavorables están determinados por las expectativas económicas incumplidas con el envío de la remesa y por los sentimientos ante la ausencia del padre y de la madre, que se maximizan en la etapa temprana de crecimiento y desarrollo, y son interpretados como abandono de responsabilidades, lo que crea un ambiente de desconocimiento y resentimiento, mayor aún cuando se trata de la madre; así se corrobora: "Ella no perdona que su madre se haya ido" (Padre, 60 años, e42); "Para el niño, la mamá era solo para él" (Abuelo materno, 77 años, e57).

La relación entre proveeduría económica y emociones o sentimientos de aceptación hacia el padre o la madre emigrante está asociada a conductas y comportamientos, socialmente esperados, que legitiman y dan sentido a la tradición cultural de vivir en familia, y se expresan con sentimiento y emoción, como se verá en el siguiente apartado.

 

VI. Sentimientos y emociones en las interacciones familiares

Los sentimientos y emociones son parte de la corporeidad, y son constantes en la interacción cotidiana en la familia. Como plantea Elster (1996), las emociones son la materia de la vida; no elegimos tenerlas, antes bien estamos en poder de ellas y constituyen la esencia de los afectos y experiencias que le otorgan sentido y diversos matices a la vida cotidiana.

Por su parte, el funcionamiento es expresión de la estructura y la organización; en él se articula un conjunto particular de roles, reglas, normas, alianzas, coaliciones y responsabilidades que se entretejen en la interacción y comunicación familiar. Este conjunto particular se expresa en las creencias, prácticas y discursos, de manera variable, según como las personas adultas socializan entre sí y con los menores y las menores.

De tal forma, las manifestaciones de los hijos e hijas frente a la migración son diversas, y responden no sólo a su edad, sino a la relación con quien está a su cuidado y a la comunicación que establecen con el padre o madre ausente.

Los hijos e hijas expresan amor, tristeza, soledad, ira, inconformidad, alegría, angustia, admiración o resignación; lo que más se observa en ellos y ellas son los sentimientos y emociones de tristeza y soledad, al evocar al padre o madre ausente. Dependiendo de los lazos afectivos y la constancia en la comunicación, expresan sentimientos ambiguos en la aceptación o rechazo, con diferentes emociones: de la tristeza a la alegría por la distancia, de la indiferencia por la ausencia al deseo de estar juntos, o de rabia, alegría o indiferencia al comunicarse.

En una misma familia se presentan diversidad de sentimientos, en ocasiones contrarios, que expresan amor o rencor, como en este caso: "(...) amor y alegría cuando la escucha, a pesar que los dejó estando tan pequeños, pero este niño no es rencoroso, en cambio el otro no le perdona que se haya ido" (Tía paterna, 58 años, e16); o reflejos de mayor tranquilidad: "Cuando él se fue es que los niños empezaron a respirar y a ser ellos" (Madre, 37 años, e44).

Cuanto más intensa sea la relación, y según la edad y el nivel de sensibilidad individual, así será la expresión de crisis próxima y posterior a la emigración. Algunos testimonios permiten este reconocimiento: "(...) las primeras semanas fueron muy duras para todos... los niños la extrañaban mucho... después cuando pasaron los días ya todo se calmó... lógico que extrañan a la mamá como todos los niños pero ya no se ponen tan tristes" (Abuela materna, 60 años, e20); "(...) al principio lloraba y preguntaba mucho por el papá... ahora, habla con él por Padres o madres migrantes internacionales y su familia teléfono pero ella está normal" (Madre, 27 años, e19).

Las personas menores están expuestas al alejamiento físico del padre o de la madre por meses o años; en muchos casos, es una distancia prolongada entre la niñez y la adolescencia, como se relata: "la niña iba a nacer cuando él se fue... la niña no conoce al papá ni el papá a la niña" (Abuela paterna, 57 años, e65). El tiempo de separación en las familias del estudio, se halla entre uno y catorce años, observándose conciencia de la ausencia cuando los hijos o hijas pasan a la adolescencia; es decir, entre los doce y los dieciocho años de edad.

La aceptación de la paternidad y del ser hijo o hija se afianza con el acercamiento visual y la conversación a través de cualquier medio de comunicación, cuando se mantiene la interacción en el tiempo. El uso de medios virtuales contribuye a mantener relaciones de cercanía entendidas como una "presencia", sentimiento de "estar ahí", de acompañarse, que se expresan en los testimonios: "(...) como él se comunica con ellos tanto y hasta chatean, entonces ellos sienten que el papá esta ahí" (Madre, 41 años, e43); "(...) lo único que se han visto es por videos y fotos, pero sí hablan mucho por teléfono" (Abuela paterna, 57 años, e65).

Esta emergente forma de relacionarse en familia, crea nuevos interrogantes: ¿Qué tipo de interacción ocurre? ¿Hasta dónde se podría considerar como una interacción profunda? ¿Es funcional para la cohesión y estabilidad del grupo familiar?

Cuando la comunicación es esporádica, se manifiestan sentimientos de tristeza, olvido e indiferencia que, en algunos casos, expresan rechazo hacia la figura paterna o materna, y apego hacia quien se encarga del cuidado. Dependiendo de la etapa en el ciclo de vida en que se encuentran —infancia o adolescencia—, se presenta variabilidad en la expresión del sentir y en la capacidad de entender, controlar o modificar los estados emocionales.

Los sentimientos, la representación mental de la relación y las conductas de apego básico, están al servicio del logro o el mantenimiento de la proximidad y el contacto con las figuras de apego que, como lo plantea Bueno (2002) están determinadas por la historia anterior, el estado endógeno, la situación, la persona con quien se interactúa, las diferencias individuales y el nivel de desarrollo de la persona.

Mientras los niños y niñas establecen una relación de dependencia con marcada orientación, los adolescentes y las adolescentes manifiestan comportamientos más libres en la toma de decisiones. En algunas familias, ante la escasa identificación y apropiación del rol que deben desempeñar las personas adultas, cuando los menores y las menores entran en la edad de la adolescencia, asumen funciones del rol paterno o materno.

También, en esta edad es donde más se manifiestan sentimientos de abandono, de culpa o de rencor, respecto al padre o la madre emigrante. El rechazo al padre ocurre cuando el rol se cuestiona, por exceso de autoridad e irresponsabilidad económica, afectiva y formativa, como se deriva de este testimonio: "Cuando él se fue es que los niños empezaron a respirar y a ser ellos" (Madre, 37 años, e44); entre tanto, a la madre poco se le cuestiona, así se le culpe del abandono del padre o no se le perdone comprometerse en otra unión marital.

"Los sentimientos no son un don natural, por el contrario, se aprenden en el entorno psicosocial y cultural" (Villarraga, 2002). Estos sentimientos cambian, se confunden o se aclaran según sea la capacidad individual de codificar y descodificar la propia historia de vida; en ello se incluye la reflexividad acerca del rol y las acciones como madre, padre o cuidadora.

Aspectos como la historia familiar, las personas con quienes se interactúa, las diferencias individuales y el nivel de desarrollo personal, son asuntos a considerar para fomentar en los niños, niñas y adolescentes, el control inteligente de las emociones y sentimientos ante el evento de la migración materna o paterna; más aun cuando la migración se considera como un medio para favorecer el mantenimiento de las personas menores y la familia. Sin embargo, a ello se oponen los sentimientos contradictorios que se provocan, con las figuras de apego y consigo mismo.

 

VII. Prácticas de cuidado en la red familiar

En las familias estudiadas se movilizan recursos basados en el afecto y en el apego entre las personas. El tipo de retribución que surge de la relación de cuidado, en principio intangible, se traduce por ejemplo en ver crecer a los menores y a las menores, o en sentir gratificación por la "ayuda" o trabajo que se desarrolla; es una forma altruista de participar en la organización de la familia y en el desarrollo de la nueva generación.

Una cualidad que se expresa en el cuidado es que quien ayuda está cercano físicamente, "está presente", "conoce y atiende las necesidades". ¿Qué es lo que se pone en juego en el cuidado de las personas menores, y qué se entiende por cuidado? Para Degavre (2007), el cuidado es un conjunto de gestos y de prácticas de ayuda a personas dependientes, es una construcción social que se arraiga en relaciones sociales, de clase, género, generación y étnicas. Sus prácticas se han centrado en la familia, y para mantenerlas, se recurre a la red familiar y a la familia extensa. Esta última, que se creía rezagada en el proceso de cambio de una sociedad rural a una sociedad urbana, se afianza por la necesidad de protección para los hijos e hijas.

La consideración de la familia como "el lugar" para el cuidado es exclusiva; el padre o la madre analizan con anticipación qué va a pasar con su prole, y prevén la estrategia de colocación. En la estrategia está incluido un valor cultural de las familias del Eje Cafetero que se expresa en la "unión familiar", centrada en la madre-abuela con participación de otros integrantes, principalmente mujeres, quienes actúan como red de apoyo informal. En la Región no existen ofertas institucionales y tampoco demanda a éstas por parte de las familias; no existen, y tampoco se piensa que el Estado ofrezca estos servicios de apoyo.

Aunque la figura del cuidador o cuidadora es central, el cuidado se Padres o madres migrantes internacionales y su familia afianza como derecho-deber intergeneracional, mediante una relación social de carácter familiar y por tanto individualizada; es una manifestación de la reciprocidad y el deber de mutuo beneficio, en la cual, la familia como grupo, participa ofreciendo el apoyo que hará "más fácil" la emigración del padre o de la madre, al tener asegurado con quién y dónde quedan sus hijos e hijas.

Los intercambios al interior de la administración doméstica son influenciados por las relaciones de género; así se comprende al revisar la ubicación de los hijos e hijas. En familias monoparentales, mientras sólo dos padres se ocupan directamente del cuidado, 45 madres cumplen el rol tradicional.

Las expresiones: "la madre (sic) no la reemplaza nadie" y "el hombre hace falta en casa", forman parte del acervo cultural que hizo discurso la experiencia de cuidado más cercana en la Región, y que se reafirma cuando los lazos afectivos entre el emigrante o la emigrante y su hijo o hija son fuertes, aunque ello no implique lograr el completo bienestar emocional del menor; así lo expresan los testimonios: "la madre (sic) no la remplaza nadie por más que uno le dé el cariño de uno" (Abuela materna, 60 años, e21); "he tratado... de llenar el vacío" (Abuela materna, 60 años, e20).

La relación diádica madre-hijo o madre-hija adquiere significado especial por su carácter biológico y por la centralidad de la expresión del afecto; mientras, el significado y la relación padre-hijo o padre-hija no siempre se construye y fomenta. Es necesario reconocer el efecto de las mujeres que cuidan, en el hecho de mantener o desdibujar la figura del padre o de la madre, dado que en su estrategia de crianza, ésta inserta una relación que enfatiza en el vínculo afectivo, tal como se aprecia en los testimonios: "Les hablo bien del papá y los resultados se vieron cuando él vino" (Madre, 28 años, e34); "(...) cuando ella se fue él estaba muy pequeñito... la tía lo educó como si fuera hijo de ella..." (Abuela materna, 61 años, e39).

Aunque quien se encargue del cuidado en casa no considere tener toda la responsabilidad por el bienestar del menor o de la menor, el hecho de estar ahí hace que haya una demanda constante de satisfactores; quizás el plano de mayor relevancia, es el de las variadas acciones que le permiten llevar a cabo su vida cotidiana, tal como se aprecia en el (Cuadro 3) ., sobre el cuándo, el cómo, el quien y el qué de las acciones contenidas en la interacción de cuidado3.

 

 

 

Atender las necesidades, cuidar, "estar pendiente", también significa ejercer autoridad, enseñar el dar y recibir que corresponde al ejercicio del rol encomendado, sin ser padre o sin ser madre, o siendo madre o padre, sin la presencia física del otro; de ahí la complejidad de la vida familiar y del ejercicio del cuidado, cuando ocurre en familia.

Se trata de crear un estilo de vida acorde con las demandas del cuidado: "el hecho de estar conmigo me hicieron (sic) ser otra persona, dejar cierto tipo de amistades, un rol social y unas actividades que tenia desde hace muchos años... yo prefiero estar con ellos... soy más conciente de las necesidades... ellos venían con muy malos hábitos sobre todo de ahorros, en el horario de estudio, en el descuido con la ropa... se están comportando mucho mejor... el problema que sea yo lo conozco, no me ocultan absolutamente nada" (Padre, 51 años, e18).

El cuidado es una práctica que trasciende el límite de la sola convivencia, o el dejar que la escuela, los amigos y amigas o las propias experiencias se encarguen: primero, no tiene que ver exclusivamente con las figuras de autoridad y por lo general participan otras personas, lo que señala la importancia de reconocer un factor de corresponsabilidad; segundo, abarca la vida total del menor o la menor y del cuidador o cuidadora; tercero, demanda una percepción y práctica desde la integralidad del sujeto; cuarto, es trascendente en el tiempo, no se ancla únicamente en facilitar el bienestar en el tiempo presente.

El trabajo de cuidado, tan necesario, es inequitativamente practicado; mediante éste se reproducen discursos y prácticas existentes antaño, hoy en controversia. Se centra la responsabilidad en las mujeres, se les atribuyen características de género diferenciadoras como la paciencia, la ternura y la disposición al cuidado, y a partir de allí se ha restado consideración e importancia al aporte de los hombres.

"La ayuda es frecuentemente "construida" como una actividad que requiere cualidades femeninas" (Degavre, 2007); sin embargo, del testimonio de una abuela entrevistada: "mi esposo y yo somos los que cuidamos al niño" (Abuela materna, 60 años, e21), surge la importancia de fortalecer el análisis sobre la participación de los hombres en la labor de cuidado.

La relación de cuidado en las palabras de los niños, niñas y adolescentes se nombra, adquiere materialidad en el discurso, lo que permite expresar qué se piensa o siente con respecto a su cuidador o cuidadora. Quien recibe buen trato, aprende a expresar afecto; con ello se afirma la reciprocidad en las relaciones humanas y la puesta en juego de deseos de reconocimiento y poder. En general, desde el punto de vista de las personas entrevistadas, 8,5 y 9,9 de cada diez, adultas y menores respectivamente, expresan que mantienen una relación satisfactoria o muy satisfactoria.

 

VIII. Discusión

La dinámica migratoria y la decisión de emigrar están inmersas en una serie de relaciones sociales que se ven reflejadas en las trayectorias individuales y en las distintas etapas del ciclo de vida familiar. Su constante ha sido la de dar respuesta a la fuerza de trabajo de la población económicamente activa, en los países receptores y en los países de origen.

Las familias del estudio son grupos que manifiestan diversidad en su configuración, en la manera de organizarse y en la forma como funcionan. En general, ante la migración del padre o de la madre, las familias presentan reconfiguraciones, internas en la dinámica relacional y vinculante y, externas relativas al mantenimiento de la ideología familista.

Los grupos familiares extensos, responden a un doble interés: a la necesidad de convivencia con consanguíneos o parientes colaterales, y a requerimientos de apoyo, representados en la disponibilidad de vivienda y de cuidado personal para las hijas e hijos durante la permanencia del padre o la madre en otro país. Como indica Gallego (2005), con frecuencia se hacen ajustes en la composición de la familia e incluso en el reconocimiento de quién es la "familia", lo que permite flexibilidad para enfrentar el aislamiento de la vida urbana mientras se distribuyen recursos y costos más efectivamente.

Las familias son, simultáneamente, entidades interdependientes y entidades con tendencia a mantenerse aisladas. En el primer caso, se las analiza en un contexto globalizado con realidades sociales, políticas, económicas, culturales, ambientales diversas, que deben afrontar al tener a uno o a algunos de sus integrantes en condición de emigrados o emigradas. Uno de los aspectos que da cuenta de esta condición, es que en la mayoría de casos documentados, la emigración ocurre por la falta de respuesta local para el logro de expectativas laborales de mejor trabajo-ingreso; esta situación es más acentuada, y se agrava, cuando se trata de grupos conformados por madres y sus hijos e hijas, al no contar con el apoyo ni la presencia afectiva y económica del padre (padre vivo que no hacía parte del hogar y emigró él o ambos —padre y madre—, o padre emigrante que tiene una nueva pareja con o sin hijos ni hijas).

En el segundo caso, las familias son y actúan como entidades aisladas del Estado y de otras instituciones, cuando se trata de resolver las demandas de subsistencia del propio grupo. Es clara la separación de las esferas publica-privada, donde la familia, lo "privado", se promulga sin más como "el lugar" del cuidado y la crianza, omitiendo reconocer su constante transformación. Además, el Estado y las políticas para la protección aún son débiles o no aparecen claras. Los gobiernos no disponen de capacidad de provisión de trabajos y servicios acordes a las condiciones y demandas de las familias, en particular, las relativas al cuidado para niños, niñas y adolescentes.

Los procesos educativos previos a la migración deberían ser ayudas para que las familias decidan acerca de la conveniencia o no de la migración del padre o de la madre, al poner en escena los equilibrios o desajustes emocionales y de crecimiento humano, de quienes se van y de quienes se quedan, en relación a la disposición de recursos económicos para el consumo de bienes y servicios. Los gobiernos locales no cuentan con mediadores o mediadoras, a través de la educación, que provean a las familias de herramientas para el análisis del costo-beneficio de la realidad que tendrán que afrontar los integrantes del grupo, mientras alguno de ellos permanezca en condición de emigrado o emigrada.

De acuerdo con el Pnud (2004), el efecto de la migración reciente en el Eje Cafetero no es el esperado, y en el mejor de los casos, el ingreso familiar aumentó en la tercera parte de los hogares, lo cual significa que la migración como estrategia de supervivencia, no ha logrado contrarrestar las dificultades económicas que enfrentan. Al respecto, Bidegaín (2006), en el estudio "Cuantificación y caracterización de la población inmigrante colombiana en Estados Unidos", presenta hallazgos que coinciden —o son muy aproximados— con lo encontrado en esta investigación: los sectores que recién llegan son los que mantienen un flujo mayoritario de envíos: el 75 % de la población envía remesas y el 70 % de los giros se utiliza para cubrir gastos permanentes de subsistencia. El 85 % se comunica con sus familiares en Colombia permanentemente.

Los adultos, en las familias, a través de sus actuaciones practican algunos "mandatos" culturales y sociales, con los cuales sostienen prácticas y discursos sobre familia; también, al ajustarse a las nuevas condiciones socioeconómicas del contexto global-local, promueven cambios en las interacciones y en la disposición y uso de recursos, factores que, en interdependencia con otros, conllevan nuevas transformaciones. Estos hallazgos coinciden con resultados de investigaciones de Castro (2007) y Bidegaín (2006).

Sobre las transformaciones de las familias, asociadas al proceso migratorio, Bidegaín (2006) encontró que la presencia de remesas y el hecho de que haya mujeres enviando dinero a mujeres, ha transformado totalmente las relaciones familiares y las relaciones de poder en la familia; muchas mujeres que no tienen pareja se van solas; las relaciones de pareja cambian bastante con el efecto migratorio; las redes sociales son cerradas y fuertes entre los familiares y amigos y amigas cercanos, y se dan mucho apoyo.

La red familiar local, en el lugar de origen, responde mutuamente a las demandas de subsistencia, al actuar como el principal soporte y facilitador de la migración. En los casos investigados, la familia de origen del emigrante o la emigrante, constituida en red parental extensa, cobra importancia, pues en ella se sostienen y sustentan tanto la decisión de emigrar, como la de permanecer en esa condición y dar el soporte emocional necesario a sus hijos e hijas, ante la incertidumbre que genera la emigración. La capacidad de la familia para adaptarse y superar obstáculos y crear y mantener un sistema de migración, ha sido, según las investigaciones, producto de una estructura normativa familística de ayuda mutua y reciprocidad (Gallego, 2005).

Las familias del estudio afrontan las nuevas situaciones con variadas estrategias, dos de las cuales se mencionan a continuación: de una parte, modifican funciones como la corresidencia y, por lo tanto, dejan de ser autocontenidas, al optar por la alternativa de la emigración internacional del padre o de la madre; de la otra, ofrecen cada vez más —al mercado y en el ámbito doméstico— sus recursos internos representados en la mano de obra de hombres y mujeres, incluidas las personas menores y los ancianos y ancianas.

En una mirada contemporánea de familia, características con las que antaño se la identificaba, como la residencia común y el hogar, el lugar y centro de la relación, el cemento que unía a las personas a familias, toman nuevos matices. Aún hoy, muchas veces en la cotidianidad, familia es equiparada con el significado de hogar; sin embargo, también diversos autores y autoras, ante las evidencias de cambio, proponen nominaciones y conceptos, como el de grupo doméstico.

Los grupos domésticos (no las familias) están constituidos por aquellas personas —por lo general parientes— que viven bajo el mismo techo, y juntas realizan determinadas actividades de producción y consumo, entre las cuales se cuentan las que están relacionadas típicamente con el proceso familiar.

El grupo familiar desarrolla estrategias colectivas, tendientes a afrontar los cambios en su interior, mientras al mismo tiempo continúa su transformación por los eventos vitales y por la implementación de cada nueva decisión, lo cual dependerá de la persona que emigra, de las personas que se encargan del cuidado, del ciclo de vida individual y familiar, y del contexto social y las formas como se tejen las relaciones en el grupo antes y después del evento migratorio.

Para garantizar la existencia humana y la protección, se observa claramente en las familias del Eje Cafetero la existencia de un intercambio recíproco de cuidado entre generaciones; esto se hace en el espacio doméstico compartido, en la residencia común, a partir de las transferencias informales de apoyo emocional, afectivo y material, que de manera preferente se dirigen a las personas menores.

Una de las principales razones por las que las personas conviven es porque tienen hijos e hijas comunes (Flaquer, 1999). Un razonamiento importante de la corresidencia y la vivencia de la ayuda, indica que el sentido comunitario y democrático de la participación de recursos, de compartir bienes y beneficios, se asume de manera temporal, mientras dura la emigración.

Una característica que se expresa en la corresidencia muestra que las transferencias de apoyo (emocional, afectivo, material), no se garantizan, como antes, de la segunda a la primera generación; más bien, se da una continuidad en el apoyo, de la primera generación a la segunda y a la tercera —de la madre (abuela) a sus hijos, hijas, nietas y nietos—.

Pareciera ser una prolongación de la etapa del ciclo de vida familiar que enfatiza en la acción de las mujeres a partir de las labores de cuidado y crianza, y también una extensión —no en pocos casos— de responsabilidades económicas de sostenimiento, para las cuales se pone a disposición la vivienda propia, la pensión de jubilación, los recursos que generan con su trabajo.

En la relación de cuidado se identifican algunas características, que dejamos esbozadas y que sugerimos profundizar: 1. la función de autoridad paterna y materna está tomando nuevos matices al descansar en otras figuras parentales; 2. el trabajo de cuidado es realizado principalmente por mujeres; 3. el trabajo de cuidado no se hace a partir de una ficha que estipula las funciones y que integra acciones y servicios que se prestan ilimitadamente y sin restricción de tiempo-espacio; 4. el cuidado no es mediado por el dinero como salario; es una acción de reciprocidad, particular a un tipo de sociedad tradicional que transita hacia la modernidad, no por su propia reflexividad, sino que, impulsada por la necesidad y expulsada de su cotidianidad y costumbres, es atraída al cambio a fuerza y sin mayor examen.

Respecto al cuidado, lo encontrado en esta investigación muestra coincidencias con hallazgos de Castro (2007) y diferencias con Degavre (2007). Castro (2007) concluye que, en el nuevo tipo de familia que se forma ante el fenómeno migratorio, emerge "el cuidador", siendo sus principales funciones, brindar protección y cuidado y ejercer control sobre los comportamientos de los hijos e hijas del migrante o de la migrante. La persona migrante hace gala de un status que no pierde a pesar de su ausencia; aunque, le confiere confianza, autonomía y posibilidad de sancionar al cuidador o cuidadora, éste prefiere involucrarle en la toma de decisiones. Otra figura que se identifica en el contexto familiar es el hermano o hermana mayor, que bajo algunas circunstancias influye de manera determinante en el cuidado.
 
Por su parte, Degavre (2007), presenta hallazgos que se alejan de los resultados de esta investigación, en varios aspectos: el origen de los servicios es frecuentemente privado, las personas que lo efectúan pueden estar o no remuneradas, se cuenta con fichas de funciones, las personas se pueden hallar en una relación laboral formal (legal) o informal (en condición irregular); caso en el cual, los prestadores y prestadoras, la familia o los trabajadores y trabajadoras negocian, sobre bases individuales, los límites en que se dará la ayuda.

En el mundo globalizado, las familias con padre o madre emigrante se ven obligadas a utilizar las nuevas tecnologías de la información y comunicación; en los casos estudiados, la interacción se da entre padre/madre emigrantes-hijos/hijas-otros parientes; quienes conversan, deciden su presente y su futuro, no en relaciones cara a cara en el espacio más próximo en la residencia, sino a través de mediadores tecnológicos; el medio más utilizado es el móvil o celular. Este hallazgo coincide con lo encontrado por Garay (2006), dado que los vínculos y comunicación con los hogares de origen que mantiene el colectivo colombiano residente en la Comunidad de Madrid (España) se dan básicamente por vía telefónica (93 %).

Los procesos educativos deberían ser una constante durante el tiempo previo a la emigración y, estar basados en orientación profesional especializada para que las familias decidieran de manera consciente la conveniencia o no de la emigración del padre o de la madre, al poner en la balanza los equilibrios o desajustes emocionales y de crecimiento humano de quienes se van y de quienes se quedan, y la oportunidad de disponer de recursos económicos para el sostenimiento familiar.

La ética del cuidado dirigida en las familias a la atención y protección de las niñas, niños y adolescentes, será extendida a la ética del cuidado social de las familias; de ahí que sea prioritario asumir una postura revolucionaria en el sentido propuesto desde siglos pasados, de entrar en un período de ciudadanía mundial y cosmopolita que asuma al ser humano, a la familia, al Estado y sus instituciones, y a la cultura —mas allá de institución formal—, como entes relacionados en una perspectiva reflexiva.

En el orden cualitativo, estamos frente al requerimiento de transformaciones políticas y culturales; Colombia debe asumir, de manera decidida, políticas y programas de largo alcance que den relevancia, de una parte, —para los no emigrados o las no emigradas—, al derecho a la existencia y al desarrollo de padres y madres con los demás integrantes de la familia en su territorio de origen, e incentivar su permanencia allí; y, de otra parte, para los ya emigrados o emigradas, —como propone Eriksson (2006)—, a trabajar más para mejorar los factores estructurales que para influir sobre el envío y uso de las remesas, para que los receptores y receptoras puedan más bien transformarlas en proyectos de inversión o de desarrollo familiar.

Al confrontar algunos de los principales hallazgos de esta investigación con los resultados de los trabajos de Ernesto Rojas, Ana María Bidegaín, Gabriel Ojeda, Linda Eriksson, Jorge Garay y Adolfo Barajas (2006), se encuentran importantes coincidencias que dan cuenta de particularidades del fenómeno migratorio en relación con las familias:

1. Se confirma que la decisión de migrar es un hecho familiar en el cual el factor principal es el económico. 2. Se afirma la mayor presencia de las mujeres, y el costo emocional para las abuelas, tías o hermanas, a quienes, en muchos casos, se les traslada la autoridad por la re-significación de los lazos afectivos con los menores y las menores que quedan a su cargo. 3. Se reafirman los efectos profundos de la migración en la manera en que la familia se organiza y busca funcionar. 4. Se ratifica una percepción positiva acerca de la migración como estrategia para superar demandas de recursos que, por lo general, alcanzan para cubrir el consumo inmediato de los hogares. 5. Se confirma la salida de hombres y mujeres en edad productiva; y, 6. Se entiende el tema de las remesas como una manifestación de altruismo en la familia, diferenciable por género.

Finalmente, aunque los hallazgos de esta investigación significan avances en el conocimiento del fenómeno migratorio y el ámbito familiar —características, oportunidades económicas, satisfacción de necesidades, sentimientos, emociones, cuidado—, coincidimos con Bidegaín (2006) en la urgencia de continuidad, ya que el impacto moral, afectivo y psico-social del proceso migratorio, y la migración en sí misma, implican muchas pérdidas, muchísimos dolores y existen muy pocos estudios que entreguen elementos para proponer algunas políticas públicas al respecto.

 


 

Notas:

* Este artículo fue escrito con base en resultados de la investigación Migración internacional: implicaciones en la economía y en la interacción de familias del Eje Cafetero Colombiano, iniciada el 20 de enero de 2006 y finalizada el 29 de junio de 2008, efectuada con recursos de la Universidad de Caldas, por Luz María López Montaño y María Olga Loaiza Orozco, como investigadoras principales, que pertenecen a la línea de investigación Familia, desarrollo y cambio, del Colectivo de estudios de Familia, grupo en categoría A de la clasificación de Colciencias y, con el apoyo de las profesionales en Desarrollo Familiar, Viviana Chilatra, Claudia Constanza Vélez, Derlis Liliana Muñoz, Nancy J., Arana y María del Mar Guzmán, en la recolección de información.

1 La región cafetera se ubica de oriente a occidente, entre el valle del río Magdalena y las primeras planicies del valle del río Cauca, después de superar la cordillera central (Palacio, Sánchez, Gallego & Villegas, 2002). Comprende los departamentos de Caldas, Risaralda, Quindío y Valle —zona norte— y, según estudio de Garay y Rodríguez (2005), se caracteriza por su elevada intensidad migratoria internacional por motivos laborales.

2 Según razón de hogares con emigrante: Anserma (7%), Armenia (8%), Cartago (10%), desquebradas (12%), Filandia (8%), Manizales (5%), Pereira (11%), Santuario (7%) y, Zarzal (6%). El Censo de Población de 2005, registró en los nueve municipios un total de 53.122 personas residentes en el exterior desde antes de 1996 hasta el 2005; siendo España y Estados Unidos los países con la mayor cantidad, seguidos de Inglaterra, Italia, Japón, Venezuela, Panamá y Ecuador.

3 La idea original para este cuadro fue tomada de la tabla presentada por Degavre (2007) en Las fronteras del cuidado.

 


 

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    Luz María López Montaño y María Olga Loaiza Orozco, "Padres o madres migrantes internacionales y su familia: Oportunidades y nuevos desafíos", Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, Manizales, Doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud del Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud de la Universidad de Manizales y el Cinde, vol. 7, núm. 2, (julio-diciembre), 2009, pp. 837-860.

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