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Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud

Print version ISSN 1692-715XOn-line version ISSN 2027-7679

Rev.latinoam.cienc.soc.niñez juv vol.7 no.2 suppl.1 Manizales July 2009

 

 

Segunda Sección: Estudios e Investigaciones

 

 

Nuevas Prácticas Políticas en Jóvenes de Chile: Conocimientos acumulados 2000-2008*

 

Novas práticas políticas dos jovens no Chile: Conhecimentos acumulados 2000-2008

 

New political practices of Chilean youths: 2000-2008 accumulated knowledge

 

 

Jorge Baeza Correa1, Mario Sandoval Manríquez2

 

1 Académico Investigador del Centro de Estudios en Juventud, Ceju, del Departamento de Sociología de la Universidad Católica Silva Henríquez, Santiago, Chile. Sociólogo, Magíster en Sociología y Doctor en Ciencias de la Educación. Correo electrónico: jbaeza@ucsh.cl

2 Académico Investigador del Centro de Estudios en Juventud, Ceju, del Departamento de Sociología de la Universidad Católica Silva Henríquez, Santiago, Chile. Trabajador Social, Magíster en Ciencias Sociales y Doctor en Sociología. Actualmente se desipeña como Coordinador del Centro de Estudios en Juventud, Ceju. Correo electrónico: msandoval@ucsh.cl

 

 

Primera versión recibida noviembre 27 de 2008; versión final aceptada junio 25 de 2009 (Eds.)


 

Resumen:

El artículo constituye un Estado del Arte de lo escrito sobre nuevas prácticas políticas de los jóvenes y las jóvenes en Chile, desde el 2000 a la fecha. En él damos cuenta de dos datos de entrada: la baja participación de la juventud en los procesos electorales y la alta desconfianza que manifiesta la gente joven respecto a las instituciones políticas y los políticos. Señalamos que frente a estos datos hay tres hipótesis sobre la materia: la desafección política (apatía, desinterés); el desplazamiento en el tiipo de la responsabilidad (prolongación de la adolescencia y con ello de la moratoria) y la existencia de nuevas prácticas políticas, que dan cuenta de una nueva forma de ver, entender y practicar la política, alejándose de las formas tradicionales. Sobre esta última, exploramos las explicaciones que se esgrimen para sustentar su veracidad y relevancia. Identificamos los principales autores y conceptos que se utilizan en los trabajos que se han inscrito en esta última hipótesis, y señalamos las características distintivas de estas nuevas prácticas políticas que es posible encontrar en los trabajos con base ipírica sobre la materia: la horizontalidad de la organización (la diocracia directa); la acción política como acción cultural; el valor de la lógica de acción directa; la primacía del trabajo de base permanente por sobre el electoral; la importancia del trabajo de red (y el uso de las nuevas tecnologías de comunicación); la acogida y respeto a las diferencias, presentes en su forma de organización, y la importancia fundamental de la autogestión (la no dependencia).

Palabras Clave: Juventud,Política,Nuevas prácticas políticas.


Resumo:

Este artigo é o estado da arte dos trabalhos escritos sobre as novas práticas políticas dos jovens e das jovens no Chile desde o ano 2000 até hoje. Dois dados de entrada têm muita importância: a escassa participação da juventude nos processos eleitorais e a alta desconfiança dos jovens com respeito às instituições políticas e aos políticos. Indica-se que com respeito a estes dados há três hipóteses: a desafeição política (apatia, desinteresse), a deslocação da responsabilidade no tipo (prolongação da adolescência e a moratória) e a existência de novas práticas políticas que se distanciam das formas tradicionais. Sobre esta última, exploram-se as explicações utilizadas para substanciar sua veracidade e relevância. Identificam-se os autores e os conceitos principais utilizados nos trabalhos com respeito a esta última hipótese e indicam-se as características distintivas destas novas práticas políticas com base i trabalhos ipíricos sobre o tia: a horizontalidade da organização (a diocracia direita), a ação política como ação cultural, o valor da lógica de ação direita, a primazia do trabalho de base permanente sobre o trabalho eleitoral, a aceitação e respeito para as diferenças presentes na sua forma de organização e a importância fundamental para a auto-gestão (não dependência).

Palavras-chave: juventude, política, novas práticas políticas.


Abstract:

This article is the state of the art of what has been written about the new political practices of male and fiale Chilean youths from 2000 to nowadays. It refers to two entry data: the low participation of youth in electoral processes and the high level of mistrust displayed by youths with reference to political institutions and politicians. It also states that there are three hypotheses concerning this matter: political disaffection (apathy, disinterest); displacient of responsibility in the course of time (prolongation of adolescence and moratorium) and the existence of new political practices that reveal a new way to see, understand and practice politics, thus distancing from traditional forms. With reference to this last issue, it explores the explanations to support their veracity and relevance. It also identifies the new authors and concepts being used in the works inscribed in the last hypothesis, and indicates the distinctive characteristics of these new political practices that are found in the works ipirically based on this matter: horizontality of the organization (direct diocracy), political action as cultural action, the value of direct action logics, primacy of permanently based work on electoral activity, the importance of network ( and the use of new communication technologies), the acceptance and respect for differences that are present in the organization, and the vital importance of self-managient (non-dependence).

Keywords: youth, politics, new political practices.

 


 

En la vida personal los valores se vinculan con los sentidos que se otorgan a la propia vida y con las elecciones que se hacen. Los valores son metas fijadas por los individuos para sus vidas, que asumen importancia mayor o menor, y constituyen elientos orientadores para su forma de pensar y para sus acciones cotidianas. En el proyecto personal de vida, los valores aparecen como estímulos para cambiar los deseos en metas.

Conocer sobre los valores sociales vigentes, sociológicamente, es intentar conocer sobre lo que la gente pretende y espera de su propio destino; es estudiar las expectativas de la sociedad. De aquí que conocer los valores de la juventud en el campo de lo político y cómo los ponen en práctica, sea un anticipo de la próxima sociedad futura.

 

1. Introducción

En el presente artículo en particular reunimos, sistiatizamos y analizamos, los textos escritos en Chile sobre la vinculación de las personas jóvenes y la política, país que, como varios otros1, está viviendo la iergencia de lo que se ha denominado "nuevas prácticas políticas de los jóvenes". Hay un cambio de la relación de la juventud con la política, donde al parecer nuevos valores conducen a nuevas formas de hacer política, alejándose con ello de las formas tradicionales, las que a su vez en muchas ocasiones ven en su alejamiento un simple repliegue -una apatía-, sin descubrir el cambio que está experimentando la juventud en esta materia.

La metodología que utilizamos para la realización de este artículo fue la investigación documental, y más específicamente un Estado del Arte, donde fue posible dar cuenta de la bibliografía publicada en distintas fuentes acerca del tia Nuevas Prácticas Políticas de la Juventud en Chile. Para este trabajo, revisamos la totalidad de las bibliotecas universitarias de Santiago de Chile, consultamos a especialistas en el tia y realizamos una exhaustiva búsqueda en Internet. El total de documentos encontrados, que cumplieron con el requisito de tratar -directa o indirectamente- sobre nuevas prácticas políticas en Chile, escritos durante o después del año 2000 (corte arbitrario que no tiene mayor significación, pero que permite hablar sobre lo escrito en los últimos años en la materia), es de veintisiete trabajos.

El texto resultante, como la mayor parte de los trabajos de este tipo, no posee un fin en sí mismo, sino que cumple principalmente una función teleológica y heurística, sirve a un fin ulterior e ilumina nuevos caminos, dentro de la investigación mayor donde se inscribe. En este caso, dado que el trabajo que se está realizando así lo amerita, hios optado por escribir un texto que reúne una gran cantidad de citas textuales en extenso, dejando con ello "hablar" a los autores y autoras de los diversos escritos consultados. Lo original del artículo por lo tanto radica en el rescate de las ideas principales de cada uno de los textos revisados y en las articulaciones realizadas entre ellos, generando un nuevo escrito que es más que la suma de los trabajos considerados, fundamentalmente al complientar ideas, relevar puntos de acuerdo en la materia y destacar vacíos necesarios de cubrir.

 

2. La baja participación política juvenil: hipótesis al respecto

Existe una serie de elientos comunes entre las diversas visiones que plantean los distintos autores y autoras que abordan la tiática de la participación política y sus prácticas por parte de la juventud.

En primer lugar, es posible identificar una perspectiva común con respecto al contexto sociopolítico en el que se desenvuelven los ciudadanos y ciudadanas de nuestro país, donde la crisis de la diocracia participativa es un hecho, lo que queda diostrado por los bajos índices de inscripción electoral, en especial en la juventud. La V Encuesta Nacional de Juventud, Injuv (2007), indica al respecto que sólo el 30,7% de los individuos jóvenes está inscritos en los registros electorales. Fenómeno adiás claramente diferenciado socialmente, ya que mientras en el estrato social más alto está inscrito el 49,5%, en el más bajo sólo lo está el 19,1%.

Detrás de estos índices, es compartido también por todos los autores y autoras, que la baja participación electoral representa un descontento frente a las entidades públicas, y en especial, la confianza en las instituciones políticas y en los políticos que en ella se desenvuelven. Graficando el fenómeno, en la V Encuesta Nacional de Juventud, Injuv (2007), sólo un 7% de los sujetos jóvenes encuestados confían en los partidos políticos, y un 6,3% en los políticos, siendo éste uno de los principales tias que afectan y determinan el proceso diocrático y su institucionalización y legitimación desde los segmentos más jóvenes, dado que los partidos políticos son instrumentos de poder para resolver necesidades desde la ciudadanía, y si éstos no poseen credibilidad por parte de la gente joven, su labor instrumental y de gestión se atrofia y se torna poco efectiva en función de su impacto en las nuevas generaciones, cimentando el camino para su permanencia en la vida pública.

En función de estos datos, la hipótesis explicativa adoptada por muchos autores y autoras es la de la desafección política. Candía (2004, p. 6), señala al respecto que la situación de las personas jóvenes se caracteriza por "una decreciente participación electoral, una importante caída de la identificación política y una consistente desconfianza en las instituciones políticas y sus representantes. Este conjunto de fenómenos ha sido denominado por algunos como la desafección política en los jóvenes".

Habría un desencanto por lo público y por lo colectivo, que tiene un origen que incluso va más allá de las fronteras del país; hoy se experimentaría un proceso de individualización y subjetivación de sus prioridades, fenómeno que en gran medida afecta a la sociedad en su conjunto, pero se resalta y se destaca en el mundo juvenil, básicamente por considerar que el sistia político no los representa y no incorpora sus intereses2.

No obstante el valor de esta hipótesis, se debe reconocer que existen otras dos hipótesis posibles sobre la materia3. La segunda hipótesis habla de que existe un proceso de desplazamiento en el tiempo de la responsabilidad. La juventud se ha prolongado y la gente joven está tomando decisiones más tarde. Los datos de la inscripción electoral aumentan de un 25,8% a un 44,8% al pasar del grupo 20-24 años de edad al segmento 25-29 años; datos que adiás muestran igual comportamiento en otra serie de aspectos tales como la salida de la casa paterna, la intención de casarse, de tener un primer hijo o hija, etc.

La tercera hipótesis es la que indica que no existe un desinterés o desplazamiento de decisiones sobre lo político, sino que existen nuevas prácticas políticas en la juventud, las que no buscan necesariamente manifestarse por los canales tradicionales del quehacer político. A juicio de Contreras, Guajardo y Zarzuri (2005, p. 29):

    los jóvenes, adoptan comportamientos y una ética y moral distintos e incluso opuestos a lo que la sociedad ha establecido como norma. De esta forma, se construye una nueva forma de hacer política; lo que podríamos llamar la política de la micro política, más que de la gran política.

En esta tercera línea, se reconoce como común que las nuevas prácticas de la juventud, señala Fuentes (2006, p. 54), se caracterizan por lo siguiente:

    1). Uso de tecnologías; 2). Uso del concepto de redes tal cual ocurre en los nuevos movimientos sociales desde comienzos de los 90s; 3). Se trata de protestas bien organizadas, alto nivel de disciplinamiento interno, con efectos simbólicos importantes y de alta originalidad; 4). Se trata de protestas con líderes que tienen una agenda específica y son capaces de explicar y comunicar su agenda; y 5). Se incorporan dinámicas muy innovadoras: la asamblea como mecanismo de toma de decisiones, la rotación de los líderes y las líderes, la dimensión de género en los liderazgos".

En forma aún más directa, Gamboa (2005, p. 6) resume esta nueva forma de acción política en lo siguiente:
    La mayoría de las reflexiones dan cuenta de que ciudadanía es un concepto que prefieren no usar, pues les parece un sinónimo de integración y acomodo acrítico al actual sistia político, social y, principalmente, económico. Aún más, a los y las jóvenes pobladores/as, les recuerda sólo aquellos estrechos espacios de participación obligada que les son impuestos: educación de relativa calidad, servicio militar, derecho a votar por candidatos/as que no les representan, y responsabilidades penales cada vez más tipranas. Algunos señalan también que estos conceptos, impuestos desde las instancias de poder, son camisas de fuerza en las que no les interesa meterse. Sus propuestas de participación, a pesar de no ser escuchadas, están guiadas por otros conceptos como acción directa, autonomía, solidaridad, respeto, movimientos, redes, cooperación, comunidad, y por distintos grados de reflexión política que apuntan a ir cambiando sus mundos desde lo más inmediato a lo más global.
Se asiste entonces, dirá Zarzuri (2006, p. 42)
    a nuevas formas de expresión organizativa, que son novedosas respecto de las organizaciones tradicionales, ya que por ejiplo, en algunas de ellas no hay dirigentes ni liderazgos perpetuos, sino que se rigen por una especie de asambleísmo permanente, sin excluir los liderazgos espontáneos que deben estar al servicio del colectivo. Las relaciones más horizontales y diocráticas explican la inexistencia de "referentes/ídolos" a quienes seguir, y si éstos aparecen, están más conectados a las expresiones culturales juveniles particulares. Por lo tanto, es necesario destacar que los nuevos espacios de organicidad juvenil que iergen van reconstruyendo las relaciones primarias de todo orden, expresadas en nuevas formas de adscripción. Estos espacios aparecen como un caleidoscopio de subjetividades, en el marco de una nueva racionalidad que recupera los espacios cotidianos como ámbitos culturales, en los cuales reconfigurar la propia historia.

Este Estado del Arte lo detendrios en esta tercera hipótesis en particular, tratando de identificar el conocimiento acumulado sobre la materia, conscientes desde un inicio de que la relevancia de la tiática radica en que esta nueva realidad en algunos casos es una proyección o se encuentra latente, pero en otros ya es una realidad actual y en proceso en expansión (incluidas las formas de protestar).

 

3. Origen de las nuevas prácticas políticas en Chile

La desafección política antes señalada se contrasta con la realidad participativa en la que muchos sujetos jóvenes manifiestan sus diandas e intereses, alejados de la política formal (donde no han encontrado respuestas); por lo tanto, como ya se ha sostenido, no es que no se tenga interés en el debate público. Al respecto Aravena, Camelio y Moreno (2006, p. 11) plantean lo siguiente:

    los y las jóvenes en Chile no responden a la imagen estereotipada de indiferentes ('no estoy ni ahí') que ha primado en la opinión pública en los últimos años. En efecto, las movilizaciones de los estudiantes secundarios transcurridas en el mes de mayo de 2006, diuestran que no existe una situación de 'apatía', ni de 'anomia juvenil', como lo ha señalado el discurso que se viene sosteniendo desde la década del 90, -producto de la baja inscripción electoral-, sino que la generación manifiesta deseos de integración social y diuestra ser más exigente y 'ipoderada' a la hora de exigir servicios de calidad. En otras palabras, se trata de una generación que está más atenta a la 'calidad' de los servicios que recibe, en la medida en que es más consciente no sólo de sus derechos como ciudadano, sino también de sus derechos como 'consumidor'. Se trata de una generación de jóvenes pragmáticos, que ve a la juventud en primer lugar, como un período de decisiones vitales para enfrentar la vida adulta (45,4%), y en segundo lugar, como el momento para adquirir herramientas para el éxito en el futuro (28,2%). Culturalmente, esta generación se caracteriza por la búsqueda autónoma de la autorrealización y la selección de metas y estilos de vida, rechazando todo aquello que parece ser una obligación. (...) los y las jóvenes de esta generación son conscientes de sus limitaciones, están en una posición en la cual deben actuar para contribuir a la resolución de sus problias y en este contexto, están dispuestos a convertirse en actores de su propio desarrollo. Los últimos acontecimientos han diostrado que los estudiantes pueden llegar a tener un nivel de organización capaz de hacer canalizar sus diandas y tener impacto en la opinión pública a través de estrategias y opiniones fundadas.

Garretón (2003), al buscar elientos explicativos de las nuevas prácticas políticas, plantea una distinción de fondo y fundamental, que es un cambio del eje desde donde se evalúa la participación política juvenil:

    (...) desde la política, dice: algo anda mal con los jóvenes que no se interesan en la política y ello se debe básicamente a la incomprensión de éstos de lo que es la política. La segunda, desde los jóvenes, dice: algo anda mal con la política, y por eso los jóvenes no se interesan por la política, debido a la actitud y comportamiento de los políticos que son poco creíbles y confiables en general, y, en particular, no les ofrecen oportunidades ni nada interesante a los jóvenes (p. 53).

Esta explicación última, que fundamentaría la apatía y rechazo a la política institucional, conlleva a la necesidad por parte de los actores sociales de generar nuevas prácticas políticas, ya sea dentro de la institucionalidad o fuera de ésta.

No es que exista un desinterés por la política; lo que se visualiza es un desinterés por los mecanismos tradicionales de hacer política. Los sujetos jóvenes no necesariamente se desentienden de la política sino que -paradojalmente- el propio devenir nacional y los sucesos que los afectan, directa o indirectamente, en numerosas oportunidades los vinculan con tias políticos. Los jóvenes y las jóvenes aprenden de política observando la realidad, lo cotidiano. Las injusticias sociales, la marginación que puede sufrir la misma gente joven o la que otros grupos sufren, van generando cuestionamientos y sensibilidades que los llevan a buscar respuestas en lo político.

Es esta misma realidad la que hace que la juventud sea contestataria, como sostiene Osorio (2003); genera movimientos, realiza acciones políticas que se pueden ubicar dentro de ese marco:

    Se entiende por Contestatario a todo aquel movimiento que manifieste algún descontento o disconformidad con el sistia imperante. Para ello contestan o señalan qué aspectos de este sistia no responden a sus intereses o no dan cuenta de lo que ellos persiguen. En este sentido tales movimientos son relacionales, en la medida en que le contestan a un otro que nunca les ha preguntado nada, es decir nunca han tomado en cuenta su opinión. (...) Por lo tanto lo contestatario está íntimamente ligado a un estado de ánimo cercano al desencanto y a la inquietud por generar cambios en el entorno inmediato (p. 8).

En relación con el contexto, Carolina Osorio Venegas (2003) explica adiás lo siguiente:

    los jóvenes, a través de sus organizaciones, buscan espacios para expresar su visión de mundo, es decir, mostrar a la sociedad su descontento y rebeldía frente a una sociedad que ellos no han construido, que les impone sus criterios y normas, y que en general, ellos no comparten (p. 28).

Es así como los jóvenes y las jóvenes, al no encontrar un medio de expresión válido para la resolución de sus diandas y necesidades, si bien se sustraen de los canales e instrumentos políticos formales, su acción contestataria, e incluso de negación, pone en duda la desafección. En relación con esto último, Candia (2004, p. 12) menciona:

    Creemos que la desafección política de los jóvenes no debe ser entendida como una postura neutral, la magnitud del fenómeno la convierte en un verdadero movimiento político. Se trata de una fuerza política peculiar, conformada por individuos que en forma generalizada, atomizada y probabliente inconsciente han tomado la decisión de restar su apoyo a un sistia político diocrático que requiere de su participación activa para asegurar su reproducción.

La visión que existe desde la juventud hacia los políticos es de sujetos representantes de un sistia que no los representa y que no satisface sus necesidades; según Fernández (2000, p. 99) en la juventud

    prima una connotación negativa que proviene principalmente de las imágenes de que éstos son personajes poco creíbles y poco representativos de los intereses del electorado en general y de ellos en particular. Entre las características con las que los jóvenes describen a los políticos aparecen mencionadas recurrentiente el ser incumplidores, mentirosos, que no se preocupan por las necesidades de quienes los eligen, no se acercan a la comunidad, no buscan el beneficio de las personas sino el suyo propio, no se respetan entre ellos, son viejos y 'ricos' (es decir, no conocen realmente los problias de los pobres). Otra cuestión que pesa también en las opiniones de los grupos de jóvenes analizados, se refiere a la imagen de que los actores políticos (al menos la gran mayoría, aunque los mismos jóvenes reconocen algunas excepciones), se preocupan de 'su propio ego' más que de su actividad política. Adiás, los actores políticos se interesan por mantener el cargo que han alcanzado a través del voto que 'el pueblo les da', pero sólo para un beneficio privado. En palabras de los propios jóvenes la imagen de los políticos es la siguiente: 'prometen pero nunca cumplen'; 'sólo se acercan a la gente para conseguir votos'; 'pelean entre ellos por cuestiones que sólo a ellos les interesan'; 'no se preocupan del pueblo'; 'no resuelven los problias fundamentales como la pobreza, la delincuencia, la economía, el acceso a la educación, la cesantía, las oportunidades'.
A esta visión negativa de los políticos (no necesariamente de la política), se suma el cambio a nivel ético desde una sociedad moderna a sociedades cada vez más postmodernas, que ha influenciado directamente en las nociones que poseen los individuos frente a la realidad social, dejando de lado elientos fundamentales como la cohesión social y la búsqueda de un proyecto social común. Existiría un verdadero cambio valórico-ideológico a nivel del país en general, no sólo en la juventud, y dentro de este cambio, a juicio de Asún (2004, p. 13), "una de las tendencias de cambio valórico-ideológico más extendidas en nuestros días, es la creciente distancia que presentan las personas comunes de los mecanismos e instituciones de la política diocrática tradicional".

A este respecto, se reconoce una individualización de los enfoques acerca de la realidad social; habría una subjetivación de los proyectos sociales.

Larraín (2004, p. 52), señala sobre esta materia que en los jóvenes

    se produce una relativa subjetivización de los proyectos sociales, desde donde se construyen las identidades y se participa en lo público. En este sentido, más que privatizarse, lo que también ocurre por razones estructurales provenientes del modelo de desarrollo y modernización predominante, lo público se subjetiviza. (...) Así mismo, podios presenciar como consecuencia de esta subjetivización ética, una nueva forma en cómo los jóvenes estructuran sus valores sociales. Entre ellos priman el pluralismo y la espontaneidad, valorando positivamente a la libertad y el optar por criterios personales (...) para los jóvenes los elientos motivadores fundamentales son hablar de lo que quieren, lo que buscan, y del futuro en general, pero en un futuro individual, no colectivo ni societal (...) el desinterés en la política es una disociación entre el interés por lo social, por lo público y lo político. (...) son los cambios en la sociedad, la política y el nuevo significado de la juventud lo que se requiere conocer para explicar lo que sucede.

En este marco de reconocimiento de cambios valórico-ideológico en la población en general y en la juventud en particular, se hace necesario agregar la existencia actual de mecanismos en la política tradicional que ayudan aún más a marginar a la juventud.

Un primer aspecto de exclusión -la más directa- lo experimenta la gente joven de sectores más pobres. Hay una gran cantidad de jóvenes pertenecientes a sectores vulnerables que quedan al margen de los mecanismos, procesos y beneficios del sistia político diocrático. A este respecto, la unidad de Estudios Prospectivos del Mideplan (2000, p. 134), indica que

    los sujetos jóvenes que se sienten marginados y fuera del sistia, y que han visto cerradas las oportunidades para ellos y sus familias, por lo que ya no esperan nada del sistia socio-político que rige en el país, la consecuencia lógica de optar por sistias contrarios a la diocracia, o sencillamente por 'ningún' sistia, es la voluntad de cambio, de búsqueda de alternativas, o sencillamente de distanciamiento rebelde frente al sistia que los excluye y segrega.

Pero se debe reconocer que no sólo existe esta exclusión tan directa, que lleva a un rechazo de la política tradicional y a una valoración mayor de nuevas prácticas políticas que los integran, sino que hay otras marginaciones más sutiles. Los políticos de hoy, como sostiene un trabajo ya antiguo de Retamal (1993, p. 99),

    en su necesidad de preparación van adquiriendo un lenguaje cada vez más extraño para la base social. El lenguaje técnico es por naturaleza excluyente ya que su manejo requiere de preparación, lo que implica generalmente la adopción de sus categorías lógicas. Para los marginados, especialmente los jóvenes que no tienen acceso ni siquiera a la formación básica, el comprender el lenguaje de los políticos es casi imposible. (...) quizás donde esto encuentra su mejor ejiplo es en la economía; los políticos actuales hablan constantiente de la macroeconomía como el centro de atención, sin ibargo la gente vive en su microeconomía que tiene percepciones culturales muy diferentes.

Pero esta falta de comunicación entre el sujeto joven y el personaje político, no sólo tiene su base en el uso de un lenguaje técnico, sino que ello va más allá, al ingresar a los tias de valoración y expectativas sociales diferentes. En el análisis de Larraín (2004, p. 57) se sostiene que:

    Estas distancias e incomunicaciones que se observan entre jóvenes y política, tienen relación con un cambio en los criterios de evaluación del comportamiento de los procesos diocráticos y el accionar político, en las disposiciones políticas y en las expectativas respecto al sistia (estilos, gustos, y preferencias). Por ello verios cada vez más nuevas formas de participación social, valoración de nuevos estilos de comportamiento político y nuevos perfiles de liderazgo que ipezarán a desarrollarse y a establecer sus propios espacios de expresión.

En definitiva, las visiones pertenecientes a los autores y las autoras que hios recopilado en los párrafos anteriores, dan cuenta de una multiplicidad de factores que determinan el origen de nuevas prácticas políticas, donde el contexto global y particular del sistia social, político, cultural y económico, ha generado un quiebre en los patrones de comportamiento social en nuestro país. Donde adiás, la crisis que existe con respecto a los canales de comunicación entre los sujetos en las tiáticas políticas, se ha incrientado con el paso del tiipo, y al parecer se seguirá incrientando, aumentando la brecha entre aquellos que se mantienen próximos al universo de la política y aquellos que por los motivos ya mencionados de exclusión y de visiones diferentes, se mantienen fuera de los procesos políticos y de la toma de decisiones.

De modo más esquiático, Krauskopf (2000, p. 22) (Tabla 1) propone una serie de elementos para ordenar sintéticamente los cambios en las dimensiones de la participación juvenil, enfocándose en un viejo y un nuevo paradigma que representa los dos tiempos: la vieja participación y las nuevas prácticas políticas de los individuos jóvenes. Al respecto menciona:

    La participación juvenil no sólo requiere ser entendida desde su relación de ipoderamiento respecto del sector adulto ni al involucramiento en proyectos y programas específicos. Deben reconocerse las formas propias de expresión, empoderamiento y pertenencia que construyen adolescentes y jóvenes y las transformaciones que se han dado en la expresión de los contenidos de la participación juvenil.

     

     

El quiebre que se produce al posicionarse este nuevo paradigma de participación y de prácticas políticas, es también descrito por Krauskopf (2000, p. 24) desde su orgánica y su configuración; al respecto menciona lo siguiente:

    El viejo paradigma se apoyaba en la organización piramidal con énfasis en el centralismo y tendía a una participación altamente institucionalizada. Se daba prioridad a la protesta masiva. El nuevo paradigma se expresa en la oposición a la burocratización y regulación y el apoyo en formas poco o nada institucionalizadas. La organización es preferentiente horizontal y tiene un fuerte impulso a las redes vinculantes y flexibles. Se reivindica la participación individual. (...) El respeto a la diversidad y las individualidades se constituye en el centro de las prácticas y el grupo es una mediación que debe respetar la heterogeneidad, (...) a las juventudes no les interesa ser hegemonizadas por grupos específicos, crean coordinaciones transitorias y no pretenden asumir una total representatividad.

Para Iglesis (2005, p. 19), esta convivencia entre dos paradigmas es parte de la dinámica de más de una organización estudiantil actual,
    las organizaciones estudiantiles enfrentan una tensión cotidiana por mantener, impulsar o fortalecer los espacios más institucionalizados. Los centros de alumnos secundarios y las federaciones de estudiantes no son espacios que cuenten con los respaldos necesarios, sin embargo, éstos empiezan a permear criterios de acción de otros estilos organizacionales juveniles. La cultura juvenil se desarrolla subterráneamente en el espacio del liceo y la universidad, no entra en la dinámica institucionalizada de la organización pero se cruzan en eventos coyunturales en la cotidianeidad. Desde la acción política estudiantil comienzan a ierger señales esporádicas de un movimiento juvenil, articulado desde estas nuevas claves.

Un interesante trabajo en esta materia, aunque ya desfasado por la rapidez de los acontecimientos en el movimiento estudiantil de los secundarios, es el trabajo de Assael, Cerda y Santa Cruz (2001) "El mito del subterráneo: memoria, política y participación en un liceo secundario de Santiago", donde se sostenía que en la construcción del proyecto del Centro de Alumno, resultaba altamente interesante destacar la importancia asignada a la política, más allá de la adscripción o no a estructuras partidarias, buscando con ello el ensanchamiento de aquellos márgenes de participación y ciudadanía al interior de las organizaciones estudiantiles, que por procesos históricos se han estrechado. Resulta interesante la validación del discurso explícitamente político, en el contexto general de una institución escolar que no le reconoce legitimidad y pertinencia.

Al respecto Miquel (2007, p. 126), sostiene que

    los jóvenes en su intento de diferenciarse y continuar con su camino de construcción identitaria, buscan alternativas en los pliegues, repliegues y quiebres que permite el discurso dominante. La mal llamada sub-cultura juvenil dice precisamente de su necesidad de relacionarse, de conformar-se y desplegar-se como sujetos de un decir, que no es sub, ni alternativo ni disruptivo sino sólo cuando es nombrado así por el discurso del poder. Los jóvenes no son nuevos actores, son los mismos jóvenes tensionados por las perspectivas del mercado neoliberal del trabajo y el adultocentrismo. Son los jóvenes que encuentran múltiples formas de resistencia y autogestión, que encontrarían nuevos lugares de expresión de sus diandas. Que se autoconstruyen desde líneas de pensamiento, desde líneas de acción, que dibujan figuras y prácticas transfigurativas, transformativas. Que generan posibilidades, territorios de un nuevo orden social; que forjan deseos, como productores de deseo, deseo de recuperar lo perdido, lo no dicho, lo no hecho; es decir un sujeto colectivo capaz de producir las condiciones de posibilidad para la invención. En fin intentos, gestos, balbuceos de recomposición del sentido común, a través de la participación con otros, haciendo ineludible el trabajo político permanente en la base social, apostando siipre hacia nuevas construcciones de subjetividad.

     

4. Referencias teóricas comunes acerca de las nuevas prácticas políticas juveniles en Chile

En la intención de comprender las nuevas prácticas políticas de la juventud, hay un conjunto de autores, autoras y conceptos que se repiten sobre la materia. El concepto más reiterado es el de nuevos movimientos sociales o novísimos movimientos sociales, donde se rescatan por sobre todos los trabajos de Rossana Reguillo y de Carles Feixa, que hacen referencia a una nueva forma de organización juvenil.

En las características de estas nuevas prácticas políticas en los colectivos jóvenes, según indica Zarzuri (2006, p. 42), se destaca que:

    hoy día las formas de participación, particularmente la de ciertos jóvenes, ipiezan a adquirir ribetes nuevos, los cuales no se expresan necesariamente en la participación en organizaciones tradicionales (sociales, culturales y políticas), y no se pueden entender bajo lo que se ha denominado clásicamente como movimientos sociales. Por lo tanto, podios sostener que ha habido un desplazamiento de las formas de organicidad colectivas tradicionales de ciertos jóvenes, a lo que algunos autores denominan redes o colectivos de una amplia variedad, como expresiones más acordes a las realidades de participación de estos jóvenes. Éstos, se distinguen en palabras de Rossana Reguillo [2000] por: i) no partir por una composición de clase social (aunque no la excluyen); ii) organizarse en tono de diandas por el reconocimiento social y la afirmación de la identidad (y no por la búsqueda del poder) y iii) ser más defensivos que ofensivos (lo que no necesariamente se traduce en mayor vulnerabilidad).

Los autores y autoras chilenos analizados, adoptan los planteamientos de Feixa, Saura y Costa (2002), de que estamos en presencia de una nueva forma de organización -como los cita Zarzuri (2006, p 49)- que tiene en las jóvenes y en los jóvenes su eje central, aunque no su exclusividad, y que poseen dichas organizaciones como características:

    • Ir del centro a la periferia, donde lo que podría llamarse la "vanguardia" surge de la periferia, ya no cerca del centro, como fue a nivel de jóvenes, el movimiento estudiantil.

    • Ir de lo político a lo cultural. Si lo político era la transformación de las estructuras de poder, hoy en día se asiste a las transformaciones en las estructuras de la vida cotidiana.

    • Ir del sistia a la red. Si los antiguos movimientos organizativamente tendían a formas de movilización organizadas con fines compartidos, las actuales formas organizativas tienen relaciones más difusas, "sin centralidad aparente ni finalidades unívocas".

    • Ir de la igualdad a la diferencia. Los antiguos movimientos enfatizaban el ideario de la igualdad, hoy se enfatiza el ideario de la diferencia, cuestión que se manifiesta fuertiente en los estilos y tendencias juveniles actuales.

    • Ir de los sucesos a los no sucesos.

    • Ir de lo formal a lo informal. Se asiste a un rechazo a estructuras permanentes y rígidas, privilegiando relaciones horizontales y recíprocas.

    • Ir de la tribu a la red. El paso de las microculturas, con fronteras y liderazgos claros a una forma descentralizada y caótica que imita la "telaraña internáutica".

    • Ir de lo nacional a lo transnacional. Los movimientos y estilos especialmente juveniles, son permeables a la globalización cultural, por lo tanto, trascienden las fronteras nacionales.

    • Ir de lo global a lo local. Si bien estas nuevas expresiones aparecen altamente globalizadas, hay una tendencia a que sus manifestaciones recuperen lo local, lo cual se transforma en el compliento de lo global.

    • Ir de lo sedentario a lo nomádico (...) de esta forma, podios suponer que estamos asistiendo a una nueva forma en que la acción colectiva se manifiesta y que encuentra en las y los jóvenes el sujeto ideal -aunque no excluyente de este tipo de movimiento.

Al ingresar a trabajos más genéricos, no sólo exclusivamente referidos a juventud (y más aún de habla hispana) se unen al anterior un conjunto de conceptos, autoras y autores, en forma reiterada, como es el caso del trabajo de Katia Valenzuela (2006):-
    - el enfoque revolucionario consejista propuesto por John Holloway, caracterizado por formas de organización enfocadas no en llevar conciencia a las masas, sino en hacer explícita una rebeldía que ya está presente, y en donde se enfatiza la horizontalidad en lugar de la verticalidad, la apertura en lugar de la autoridad, y la dignidad contra todo lo que humilla y deshumaniza. Este enfoque consejista se opone al enfoque del partido, caracterizado ante todo por la jerarquía, autoridad y orientación hacia la conquista del poder estatal.

    - La actividad (poder) constituyente de Antonio Negri, donde las nuevas militancias no repiten las fórmulas organizativas de la antigua clase trabajadora revolucionaria, puesto que el militante político actual debe redescubrir su propia forma: no la actividad representativa sino la constituyente; por lo tanto, hoy la militancia es una actividad innovadora, constructiva y positiva.

    - La visión foucaultiana del poder. Para Michel Foucault el poder no es una institución ni una estructura, o cierta fuerza con la que están investidas determinadas personas; es el nombre dado a una compleja relación estratégica en una sociedad dada; por lo tanto, y en contraste con los análisis tradicionales, el poder no se comprende como algo que se posee, sino más bien, como algo que se ejerce; el poder no se localiza meramente en el aparato de Estado, sino también en la vida cotidiana.

    - El concepto de multitud de Paolo Virno, que se expresa como un conjunto de minorías activas de las que ninguna aspira a transformarse en mayoría; la multitud revela la existencia de nuevas formas de vida y subjetividad, caracterizadas por el repudio a toda unidad política delegada, por ser antiestatales, por desmoronar los mecanismos mediadores, por no aspirar a convertirse ni en partido ni en poder, y por confrontar todas las esferas políticas de las diocracias representativas que desperdician el potencial individual insurgente de la sociedad.

    - La revolución molecular de Felix Guattari, que sostiene que nadie puede definir hoy lo que serán las formas futuras de coordinación y organización de la revolución, pero lo que parece evidente es que implicarán como priisa absoluta el respeto a la autonomía y singularidad de cada uno de sus segmentos, donde sus contradicciones, sus antagonismos, no deberán ser resueltos por una dialéctica imperativa, ni por aparatos de dirección que los dominen y opriman. La revolución molecular es portadora de coeficientes de libertad inadmisible, irrecuperable por el sistia dominante.

     

5. Características distintivas de las nuevas prácticas políticas juveniles en Chile

La mayor parte de los trabajos sobre las nuevas prácticas políticas en la juventud tienen un carácter de ensayo y no poseen datos ipíricos sobre la materia. En los pocos trabajos que existe recolección de datos (Iglesis, 2005; Valenzuela, 2007; Zarzuri, Aguilera & Contreras 2007), en todos ellos prima la metodología de tipo cualitativa, de preferencia entrevistas a representantes de colectivos juveniles.

Estos trabajos, sumados a los de bases menos ipíricas, caracterizan a las nuevas prácticas políticas de la juventud, de la siguiente forma:

1. Horizontalidad de la organización: diocracia directa. Con relación a la forma organizativa, los entrevistados y entrevistadas plantean la horizontalidad, en el sentido de una organización sin jerarquías, y en donde todos los integrantes de un colectivo u organización puedan ser partícipes de manera equitativa en la toma de decisiones. Esta concepción surge como una respuesta a las formas organizativas verticalistas, es decir, en donde prevalece una jerarquización de los integrantes y la toma de decisiones a nivel de cúpulas.

Son cambios en la orgánica de los movimientos políticos juveniles, de sus formas de organizarse, de participar, de hacer ciudadanía materializados en sus nuevas prácticas. A juicio de Aguilera, Contreras, Guajardo y Zarzuri (2007, p. 7), ello constituye

    un nuevo tipo de organicidad juvenil, que no tiene correspondencia con las formas de estructuración tradicionales de organización. Para el caso del movimiento estudiantil, si bien existen los presidentes de centros de alumnos, estos/as responden a sus asambleas, por lo que estamos en presencia de una forma de participación que se vale de la horizontalidad y discusión diocrática para dirimir cuestiones centrales. De esta forma asistimos a la aparición de voceros, no de dirigentes, sujetos al escrutinio de la asamblea, y por lo tanto pueden ser riovidos en cualquier momento.

En opinión de Baeza (2006), las nuevas formas de hacer política de la juventud, implican organizaciones que asumen la lógica de la diocracia directa (a contrario de la lógica de la diocracia representativa, tradicional de los partidos políticos formales), por lo cual poseen una estructura donde la participación de todos los integrantes de la organización es facilitada por su horizontalidad, la relevancia de la base, la consideración de espacios micros (naturales a las personas como son sus propios cursos, lo que facilita adiás la discusión de sus problias más cercanos) y la existencia de mecanismos de control para el aseguramiento del respeto a las decisiones tomadas.

En una organización representativa de esta modalidad, por lo general cada curso (o carrera en la universidad), discute en una asamblea los problias locales o generales del movimiento estudiantil. Luego, las decisiones, propuestas y votaciones que cada curso proponga son expresadas por sus voceros y voceras, quienes son totalmente revocables, y quienes deben llevar la voz de la asamblea a cada instancia superior de decisión. Adiás, cada estudiante puede asistir a las asambleas para dar sus opiniones y para poder "controlar" que los delegados y delegadas expresen fielmente las decisiones, las posiciones y el voto que representan.

Existe en definitiva una inversión de la lógica piramidal tradicional. En las organizaciones de estructura tradicional es en la cúspide donde descansa -no necesariamente reconocido en el discurso explícito- la tarea de proponer, motivar, conducir e incluso evaluar; situaciones todas que justifican el calificativo de "dirigente" para quienes dirigen. En las organizaciones con diocracia directa, los dirigentes y las dirigentes se reiplazan por "voceros y voceras", que dan a conocer la voz de sus representados y representadas. Su tarea no es dirigir, sino ser portadores y portadoras de la voz de la asamblea. A diferencia también de los dirigentes, los voceros y voceras son "revocables", es decir, está siipre la posibilidad de su rápido cambio. Ello, a diferencia de la tarea dirigencial, donde el dirigente o la dirigente se eligen por un período generalmente no menor de tiipo, y donde el revocar su mandato no es un trámite de fácil factura. La posibilidad de un alto y rápido control sobre los voceros y voceras, ayuda adiás a una fuerte disciplina de respeto de los acuerdos, entre ellos la mantención del silencio cuando así fue decidido.

Al interior de la organización, adiás, se articula un complejo tejido que posibilita participar a sus integrantes en numerosas áreas y comisiones de trabajo; situación que aporta al involucramiento e identificación con la organización.

2. El lugar de construcción de lo político: el campo de lo cultural. Para los entrevistados y entrevistadas, señala Valenzuela (2007), el poder puede ser comprendido bajo dos miradas distintas: por un lado, el poder visto como un objeto que se quita a las clases gobernantes, y por otro, un poder distinto que se construye entre todas y todos y desde las mayorías. En este sentido, los esfuerzos de los colectivos u organizaciones autónomas no se orientan a la conquista del poder a través de la toma del Estado, puesto que se centran en tiáticas más cercanas a la cotidianeidad y a las luchas sectoriales, concibiendo el poder no como algo que se toma, sino enfocándolo en el ámbito de las relaciones sociales.

    En este marco, sostiene Zarzuri (2006, p. 49)

    que las reivindicaciones de los VMS [viejos movimientos sociales], son distintas de los NMS [nuevos movimientos sociales] o redes o colectivos, ya que la dimensión reivindicativa, se desplaza de lo material/económico/productivo y distribución de bienes a lo cultural/simbólico/identitario, claro está, que rescatando en alguna medida esas viejas riiniscencias reivindicativas. (...), con esto no se está negando la existencia de desigualdades e injusticias sociales, sino que hay un desplazamiento del núcleo central de las contradicciones sociales.

Hoy hay una mayor preocupación por el tia del control de los modelos culturales, dado que es allí donde se juega la identidad personal y el sentido de la vida.

    De ahí que, como reconoce Aguilera (2003, p. 11),

    las manifestaciones con bailes, música, tambores y actuaciones de teatro quizás identifiquen mejor que otros indicadores las variaciones y novedades que comportan las acciones políticas juveniles de este nuevo milenio. Las formas de acción a través del carnaval, que contribuye a la ritualización de la manifestación política, no es una cuestión superficial. La performance juvenil supone o más bien está íntimamente ligada a los contenidos fundamentales del movimiento: discurso propositivo, esperanzador y lúdico".

3. Lógica de acción directa. En la lógica imperante del discurso de los entrevistados y entrevistadas, se percibe una clara distinción entre la lógica que impera en los partidos políticos y en los espacios formales de participación (lógica de la representación), y la lógica en la que ellos mismos se posicionan. Esta última se caracteriza por el predominio de la acción directa canalizada en actividades no partidarias y en nuevos espacios de participación.
    Iglesis (2005, p. 18) describe al respecto que:

    Las y los sujetos juveniles tienen hoy su prioridad en los pequeños espacios de la vida cotidiana como trincheras para impulsar la transformación. Pensar globalmente, actuar localmente. Se piensa en el planeta, en la sociedad global, en la utopía, pero se actúa en el espacio inmediato frente a interlocutores inmediatos, fortaleciendo la organización con los logros instantáneos (...) la participación juvenil se expresa en pequeños colectivos y grupos, y muy claramente en acciones diversas en las que se participa de manera individual. Como los nuevos movimientos europeos, los jóvenes en América Latina establecen mecanismos de participación poco o nada institucionalizados, en los que se permite una gran flexibilidad de actuación en campañas específicas, en redes de información y en acciones concretas.

Toro (2007, p. 105) indica a este respecto:
    los intereses juveniles no se ven involucrados en nociones abstractas de país, sino que en objetivos más específicos, como la defensa de los animales, los tias de minorías, el sida, etcétera. Estas tendencias se ven manifestadas en nuevas clases de organizaciones, formas tanto pseudo como no institucionales, cuya flexibilidad sustituye la estructura rígida de las organizaciones tradicionales. De esta manera, los grupos de comportamiento virtual o agrupaciones ocasionales tienden a confluir en movimientos de la sociedad civil que defienden o actúan ante situaciones específicas, sin la necesidad de intermediaciones de ningún tipo.
Aguiler$a (2003, p. 12) se pregunta a este respecto, desde sus observaciones etnográficas y entrevistas realizadas a jóvenes
    si acaso es la conciencia la que precede al movimiento, o el movimiento es el que constituye la conciencia. [Donde] Una interesante aproximación la podios realizar desde lecturas de la performance, que enfatizan en el carácter iergente y no pre-definido que expresan algunas acciones y discursos juveniles. Sería en el transcurrir de las acciones, actividades o discursos juveniles que se iría constituyendo un sentido y unas lógicas de acción política.

4. Primacía del trabajo de base. Con relación al estilo de trabajo socio-político -sostienen los entrevistados y entrevistadas por Valenzuela (2006)-, su quehacer está más radicado en la base y en un conjunto amplio de preocupaciones, tales como la "identidad cultural" de sus organizaciones, lo que los distancia del trabajo centrado mayormente en procesos eleccionarios que tienen como intención lograr los cargos principales de dirección.

En este sentido hay una crítica que los entrevistados y entrevistadas hacen a los partidos políticos y a sus dirigentes, por poner tanto énfasis en el protagonismo. Contrario a esta opción, los sujetos entrevistados se identifican más con el trabajo de base, menos protagónico, pero más activo. A modo de ejiplo, los jóvenes y las jóvenes de los colectivos que convocan a las marchas estudiantiles obvian el protagonismo del que podrían aprovecharse, puesto que no aspiran a ser representantes de todos los compañeros y compañeras de su liceo; es más, éstos cuestionan y critican abiertamente los mecanismos de representación.

Como sostiene Iglesis (2005, p. 18), aquí hay un claro cambio:

El desarrollo de las prácticas de organización, participación y construcción de ciudadanía desde el mirar y sentir de las y los jóvenes se convierte en un motorizador de su identidad, representándose a través de elientos socioculturales particulares distintos a los reconocidos y validados formalmente.
No es el protagonismo lo buscado.

5. Trabajo de red. Respecto de las confluencias de grupos organizados, los encuentros, alianzas y asociaciones inter organizaciones parecen tener gran importancia entre los individuos entrevistados. Sin ibargo, éstos trazan claramente las diferencias entre las confluencias populares no partidistas, y las confluencias de tipo electoralista, las que instrumentalizan a las organizaciones y colectivos en función de objetivos partidarios.

En palabras de Iglesis (2005, p. 18): "Las redes que las y los jóvenes crean, buscan servir como facilitadoras y no como centralizadoras, por lo que ellos y ellas definen su identidad como espacios diocráticos de vinculación".

    Como señala Aguilera (2003, p. 11) hay una alta reflexividad,

    procesos de crítica y autocrítica permanente en que desarrollan su accionar los colectivos juveniles. La discusión respecto al tipo de construcción política que se desea realizar, las alianzas a conseguir, y los métodos por los cuales acceder a sus objetivos, constituyen todos ellos procesos de una alta complejidad e involucramiento de los participantes de las organizaciones juveniles. Estos procesos se plasman en nuevas formas de hacer política, y es así que algunos analistas (Feixa, 2002) hablan incluso de la metáfora de la red: una confluencia de organizaciones o nodos, que se conectan y desconectan en función de los objetivos concretos que se han trazado. Esta horizontalidad, es quizás la mejor forma de construir el consenso por medio de una diocracia directa y no representativa.

    Estas redes de trabajos creadas por estas orgánicas, hacen una utilización permanente de los medios tecnológicos para la planificación y discusión sobre sus acciones, las que una vez ejecutadas -utilizando nuevamente los medios tecnológicos- son difundidas. Para este fin los teléfonos celulares, la Internet, el chat, los blog, las fotos digitales, etc., se utilizan con gran masividad y versatilidad. El aprendizaje e incorporación del valor de la comunicación, hacen también a estas organizaciones diestras en el mensaje hacia los otros, ya no sólo en la comunicación interna. Frases cortas y fotos impactantes, son parte de la agenda de comunicación diaria hacia quienes se quiere llegar, incluidos los medios de comunicación de masas.

A este respecto, Grimaldi (2006) afirma que los nuevos medios de comunicación y las nuevas tecnologías de información han sido un factor determinante en la posibilidad de originar una masificación de redes sociales de conexión, y de esta manera generar un alcance mayor al interior del conjunto de actores y potenciales participantes de una acción colectiva en pro de una gestión o práctica política. Grimaldi (2006, p. 18) reconoce en esta materia que

    Con sorpresa hios visto que las redes de comunicación son las menos tradicionales y se acercan a la usanza de importantes movimientos sociales a escala mundial, que utilizando las nuevas tecnologías de la información en comunicación, logran transmitir los mensajes cohesionadores y pueden concitar voluntades para acciones de fuerza como un paro o una marcha. Estas estrategias de comunicación inéditas son propias de las nuevas formas de comunicación entre los jóvenes, donde la cybercultura está al servicio de un movimiento estudiantil mediante chats, foros, mensajes de texto, blogs, etc., todas plataformas desde donde se articulan coordinación de acciones.

6. Respeto por las diferencias. Los individuos entrevistados señalan que los colectivos u organizaciones en las que participan están conformados por sujetos con diversas ideas y visiones de sociedad. Sin ibargo, esto más que una debilidad, es una fortaleza en relación al intento de homogeneización partidista.

Las organizaciones estudiantiles que asumen la lógica de una diocracia directa, por lo general, no se inscriben ni adhieren a un partido político en particular, sino que mantienen una autonomía de las orgánicas partidarias, pero ello no implica que más de una vez quienes integran estas organizaciones posean posiciones político-partidistas, pero sus posiciones son unas más en el diálogo interno, en la diocracia de la organización. Un aspecto importante a considerar en este ámbito, es que en las organizaciones que asumen esta forma de estructuración, conviven en su interior las tradicionales orgánicas partidarias con otras y nuevas formas de agrupación juvenil. De esta forma, colectivos culturales, hasta adhesiones musicales y/o a equipos de fútbol, se articulan y crean complejos vínculos en función del interés que los llevó a organizarse.

Como indican Aguilera, Contreras, Guajardo y Zarzuri (2007, p. 7), en estas orgánicas, refiriéndose a las del movimiento estudiantil

    conviven en igualdad de condiciones y sin hegionías de ningún tipo junto a otras formas de 'grupalidades juveniles' presentes entre los estudiantes movilizados. En este sentido, hay que señalar que el movimiento es apolítico, idea que algunos sectores pretenden instalar en el análisis del conflicto, sino que diuestra un alto grado de politicidad que se expresa en la complejidad de vínculos y articulaciones entre distintas 'identidades juveniles' que se manifiestan en este conflicto.

La valoración de la diferencia, genera -adiás- al interior de las organizaciones, un cuidado por la presencia fienina en las tareas de representación. Se cuida que en las labores de vocería, como en la distribución de tareas diversas, exista equilibrio en términos de género.

Según el trabajo de Chávez y Poblete (2006, p. 154),

    También en la interacción los y las jóvenes y sus agrupaciones reconocen que comparten una 'condición', ser mujer, ser estudiante, ser joven; condiciones desde las cuales se reconocen los y las jóvenes a partir de su diversidad. En estas relaciones espaciales simbólicas o de condiciones compartidas en las relaciones juveniles es donde se forjan las relaciones sociales, es decir, las redes personalizadas en la cotidianeidad juvenil.

7. Autogestión. Sobre el tópico del financiamiento -señalan los sujetos entrevistados por Valenzuela (2006)-, la opción de sus organizaciones es la autogestión, como una alternativa a la dependencia económica en la que se ve atrapado un gran número de grupos. Una de las opciones de la autogestión es solventarse con el aporte que las redes comunitarias de un sector puedan entregar o mediante los propios aportes de los individuos participantes de colectivos u organizaciones. Para los entrevistados y entrevistadas, estas iniciativas se constituyen en alternativas a la postulación de proyectos concursables y a los aportes de sectores partidistas, opciones que no validan debido a las posibilidades de manipulación que pueden existir por parte de los entes financiadores. Hay un fuerte celo de los movimientos por su autonomía, mostrando una notoria desconfianza hacia toda forma de intervención que viene desde fuera, sea del Estado, las Iglesias, las ONGs o los partidos políticos.

Detrás de esta acción de autogestión, se debe reconocer, como señala Zarzuri (2006) siguiendo a Rossana Reguillo (2000, p. 49):

    'desbordan los modos tradicionales de acuerpamiento social', de los cuales se separan en tanto se trata de 'expresiones autogestivas, donde la responsabilidad recae sobre el propio colectivo sin la intermediación o dirección de adultos o instituciones formales', emergiendo 'la concepción social de una forma de poder a través de la cual buscan alejar el autoritarismo'. De este modo, aparecen en la arena política movimientos no interesados en la toma del poder, pero sí en propiciar otras formas de poder, lo que ha venido a reconfigurar la idea de una ciudadanía pasiva, a una de carácter activa.

No se puede dejar de reconocer, también como parte de la autogestión, la tarea de autoformación entre los sujetos organizados, los cuales van creando espacios alternativos de autoformación, que apuntan a superar las limitantes y a alcanzar una educación sociopolítica colectiva. La autoformación apunta, adiás, a superar las posibles exclusiones por conocimiento.

 



Notas:

* Este artículo es parte de la revisión bibliográfica realizada por los autores para el Proyecto Fondecyt N° 1070105, iniciado en marzo 2007 y que concluye en marzo 2009, "Cultura Juvenil y Producción Valórica en Estudiantes de Educación Secundaria y de Educación Superior", donde se une al aquí identificado como co-investigador, Manuel Canales (Sociología U. de Chile). Para la elaboración en específico de este texto, se contó con el trabajo de los ayudantes de investigación que realizan práctica profesional en el del Centro de Estudios en Juventud, Ceju, los estudiantes de sociología Pablo Farias Olmedo, Roberto Carmona Astorga y imanuel Farias Carrión.

1 En este campo el trabajo realizados por los autores del articulo, se encuentra con las reflexiones que está llevando a efecto el Grupo de Trabajo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) "Juventud y nuevas prácticas políticas en América Latina". Tarea en la cual los autores participan junto investigadores de Argentina, Uruguay, Brasil, Colombia, Cuba, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador y México.

2 Para ver un estudio inscrito en esta línea: Thomson, Ardí, Alegría y Veiler (2004). La Mirada de Los Universitarios, Estudio de Participación Política Juvenil, Universidad Adolfo Ibáñez, Santiago, Chile.

3 Ver al respecto el trabajo de Zarzuri, Raúl; Aguilera, Oscar y Contreras, Tamara (2007). Transformaciones en la participación juvenil y en la construcción de ciudadanía. Revista Observatorio de Juventud, Injuv, Año 4, Número 15, Santiago, Chile.

 


 

Lista de referencias

 

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    Referencia

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    Se autoriza la reproducción del artículo, para fines no comerciales, citando la fuente y los créditos de los autores.


     


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