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Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud

versão impressa ISSN 1692-715Xversão On-line ISSN 2027-7679

Rev.latinoam.cienc.soc.niñez juv v.8 n.1 Manizales jan./jun. 2010

 

Segunda Sección: Estudios e Investigaciones

 

Hacia una caracterización psico-social del fenómeno de callejerización*

 

Rumo a uma caracterização psico-social do fenômeno de rua-ização

 

Working towards a framework of psycho-social phenomenon of homeless children

Elvia Taracena Ruiz

Profesora Investigadora de la Facultad de Estudios Superiores - Iztacala-Unam. Diploma de Estudios de Profundidad de Psicología Clínica y Psicopatología del Desarrollo, 1989-1990, Universidad de Aix en Provence, Francia. Post-doctorado en Psicología del niño y del adolescente, 1986-1987. Diploma de Estudios Especializados Superiores, Universidad de Aix en Provence, Francia. Doctorado en Ciencias de la Educación 1982- 1985, Universidad de París VIII París, Francia.Correo electrónico: etaracenar@yahoo.com

Primera versión recibida noviembre 4 de 2009; versión final aceptada febrero 18 de 2010 (Eds.)


Resumen:

En este artículo realizo una reflexión crítica de mis investigaciones durante 20 años de trabajo con jóvenes y niños en situación de calle. Pongo el énfasis en la definición de la problemática en la articulación de tres registros: macro, medio y micro. Describo el marco teórico-metodológico en donde planteo la necesidad de construir un marco multireferencial y transdisciplinario.Cuestiono la relación del sujeto investigador con el problema estudiado y señalo la importancia del análisis de su implicación. Describo las condiciones sociales que propician la salida a la calle de los jóvenes y las jóvenes, y analizo las consecuencias en el sujeto joven en proceso de callejerización del desarrollo del mercado humanitario. Pongo el énfasis en la construcción de un marco teórico- metodológico buscando respetar tanto la singularidad como complejidad del fenómeno a través de una aproximación cualitativa.

Palabras clave: Callejerización,Investigación-intervención, jóvenes en situación de calle, enfoque socio-clínico, mercado humanitario.


Resumo:

Artigo faz uma reflexao critica das pesquisa que realizamos com jovens e crianças em situaçao de rua. Nos últimos vinte anos. Os registros macro, medio e micro sao analisados e articulados a problemática. Descreve-se o marco teorico-metodologico e a necessidade de se construir um marco multireferencial e transdisciplinar. Questiona-se a relaçao do pesquisador com o problemática estudada e assinala-se a importancia da analise de sua implicaçao. As condiçoes sociais que propiciam a saida dos jovens da rua sao descritas. As consequencias do proceso de estar na rua sao tambem relacionadas ao desenvolvimento do mercado humanitario. O marco teorico metodológico adotado busca respeitar tanto a singularidade quanto a complexidade do fenómeno estudado a través de uma perspectiva qualitativa.

Palavras-chave: rua-ização, pesquisa-intervenção, jovens em situação da rua, enfoque sócio-clínico, mercado humanitário.


Abstract:

In this article we are working with an accurate assessment of the research done during the last 20 years with youngsters and children in homeless situations. We emphasize the problematic definition of micro and macro levels of non-functionality. We will describe a multilevel framework seen from different disciplines to solve the future outlook of the micro- macro current situation. We question the position of the researcher towards the referred problem under study through the analysis of the cultural, social and affective factors. We describe the social conditions that encourage teenagers and children to live in the streets; we analyze the consequences of applying the so called “humanitarian market”. We put special emphasis in our methodology-theory process trying to respect the singularity and the complexity of the phenomenon throughout a qualitative approach.

Key words: homelessness, research intervention, youngsters becoming homeless, sociological-clinical approach, and humanitarian market.


1. Introducción

 

En este artículo me propongo reflexionar a partir de mi experiencia como investigadora en el campo de la marginalidad social1 y en particular en lo que se refiere a los jóvenes y las jóvenes en situación de calle en la ciudad de México.

Por un lado, haré un recorrido a través de mi trabajo con esa población, reflexionando también sobre la manera en que ha ido cambiando el espacio de la calle para los sujetos jóvenes que la ocupan; por otro, definiré mi posición como investigadora. Pienso que una de las tareas necesarias en investigación es mantener una posición crítica sobre la propia mirada de los fenómenos que estudiamos, con el fin de aclarar la propia implicación y por lo tanto la definición de la problemática.

Hace ya veinte años que realicé el primer estudio sobre el trabajo infantil en las calles de la ciudad de México; en este lapso de tiempo el panorama social ha cambiado, las condiciones de vida en la calle se han endurecido: en particular en lo que se refiere al consumo de drogas duras como la cocaína2 y el incremento de la violencia.

Puedo decir que hay un perfil y una identidad del sujeto joven de calle que se asemeja en diferentes países; pareciera que el mundo globalizado también incluye el espacio de las calles de las grandes urbes.3 La calle aparece como un sistema que produce modos de subsistencia y de organización entre pares que se asemejan a pesar de las diferencias locales.

Algo que ha llamado mi atención es el hecho de que, independientemente del trabajo de Organizaciones Civiles, de algunos organismos gubernamentales y de organismos internacionales, la presencia de jóvenes, niñas y niños en las calles buscando cómo sobrevivir no ha disminuido, sino por el contrario ha aumentado, y en cierto modo la vida en la calle se ha institucionalizado; con esto quiero decir que el tejido social de la vida en la calle se ha hecho más complejo, y que determina formas de vida y de subsistencia que producen un efecto de recursividad: mientras más tiempo se está en la calle más difícilmente se sale de ella, y más resistencia se tiene de aceptar las propuestas de los organismos que proponen formas de salir de la calle y modos de integración social. La calle proporciona dinero, formas de adquisición de la droga y de comercio con ella, ejercicio precoz de la sexualidad, formas de relación grupal de violencia pero también de contención. Encontramos familias en la calle en las que los niños y niñas que han nacido y crecido en la calle a su vez ya son padres y madres, perpetuando modos de transmisión de valores y de maneras de ser, privilegiando el grupo como forma de resistir a las dificultades de la vida en la calle. Lo que caracteriza la vida en la calle es la creación de reglas propias y la transgresión de las reglas propuestas por la sociedad. Se trata de una lógica del aquí y del ahora y de la subsistencia en un medio que es cada día más violento.

Considero que es necesario hacer una reflexión teórico-epistemológica del trabajo y la investigación con poblaciones callejeras; me propongo en este artículo realizarla tomando en cuenta mi experiencia y el contacto a la vez con grupos de jóvenes en la calle, así como el contacto con las Instituciones y Organizaciones que se ocupan de ellos y de ellas.

2. La intervención - investigación

Lo que ha animado en primer lugar mi trabajo es la idea de arribar a una comprensión del fenómeno. Los problemas sociales son un indicador del funcionamiento general de la sociedad, y en particular las situaciones de vulnerabilidad nos muestran los límites del funcionamiento del ser humano. Asistimos a la construcción de nuevas subjetividades adaptadas a la lógica de la supervivencia en las grandes urbes. La mirada que he ido construyendo parte de la psico-sociología y de la sociología clínica, ya que me parece que son las propuestas que permiten dar cuenta de los problemas sociales complejos, de una mejor manera. Así, he decidido hablar de un enfoque socio-clínico como una forma transdisciplinaria de producción del conocimientos.

Habitualmente en los medios universitarios se escinde la investigación de la intervención; en el mejor de los casos se habla de investigación aplicada o bien de investigación-acción, modalidad que acepta la implicación del investigador o investigadora, pero siempre poniendo el acento fundamentalmente en la investigación.

Para mí la intervención-investigación significa una posición de implicación. Me siento concernida por los problemas sociales. Desde ahí pienso que es necesario proyectar formas de acción grupal o individual que posibiliten la construcción de conocimiento pertinente para hacer frente a los problemas de las poblaciones que se han quedado al margen de las garantías individuales.

La intervención-investigación significa también una toma de posición ética y social. En el caso del trabajo que he realizado con los jóvenes y las jóvenes en situación de calle, he querido comenzar por darles la voz; así he dedicado una buena parte de mis intervenciones a hacer un diagnóstico que tome en cuenta la vivencia de aquellos sujetos que permanecen en la calle, pero también me ha interesado la mirada social que se tiene sobre este fenómeno. Me parece también que darle visibilidad a este problema es una forma de contribuir a hacer conciencia de la inequidad que existe en el mundo actual.

Pienso que es posible hacer investigación ligada a la intervención, ya que la observación minuciosa de los fenómenos de exclusión social a través del contacto directo con quienes los viven, permite identificar los procesos psicológicos y sociológicos que les subyacen.

Es importante señalar que la dimensión de la intervención obliga a dar prioridad a los aspectos éticos y puede eventualmente modificar los objetivos de la investigación. Esto no me parece un obstáculo mayor en el caso de programas que se dedican a trabajar por largo tiempo un fenómeno. Si se piensa la intervención-investigación a largo plazo se pueden ir ajustando las preguntas de investigación, la metodología y los marcos conceptuales al fenómeno estudiado, procedimiento que de cualquier manera resulta de la aproximación cualitativa de investigación.

En lo que se refiere a mi trabajo, he ido construyendo a través de las diferentes intervenciones-investigaciones un marco teórico-metodológico adecuado al estudio de fenómenos sociales complejos.

3. La construcción de un marco multireferencial y transdisciplinario

El estudio de un fenómeno comienza con la definición del marco teóricoepistemológico que construye la mirada del investigador o investigadora. Es importante reconocer la complejidad de los problemas sociales como la del fenómeno de la vida en la calle, y crear formas de aproximación que den cuenta de este hecho.

Un eje articulador de mi trabajo es el de mantener una tensión entre los registros sociales e individuales.

Considero que hay un irreductible social y un irreductible psíquico en las interrelaciones de los seres humanos. Es necesario comprender y analizar la existencia individual como un fenómeno dialéctico entre el individuo producido —producto de las relaciones sociales, producto del deseo del otro, producto de la historia— y el individuo productor —productor de su futuro, de una identidad que le sea propia y productor también del deseo del otro—. (De Gaulejac, 2002, 2005).

Cuando analizo el fenómeno de la vida en la calle me parece que se expresan varios registros simultáneamente y éstos se pueden encontrar en las historias singulares de aquellos y aquellas que sobreviven en las calles. Historias que aunque corresponden a una persona, representan las condiciones sociales y culturales de nuestro país.

En nuestro contacto cotidiano con los jóvenes y las jóvenes que subsisten en las calles he tenido muchos testimonios que van en ese sentido. Condiciones de violencia social, familiar, simbólica, que corresponden a estructuras personales vulnerables. Por ejemplo, es frecuente el caso de jóvenes que han salido a la calle y sin embargo sus hermanos o hermanas no lo hacen y siguen una escolaridad o trabajan. Así, M me comenta: Yo no regresaría a mi casa pues voy a “contaminar” a mis hermanos, ellos están en la escuela, yo ya toqué la calle y las drogas.

Tenemos entonces una situación en la cual las condiciones sociales y económicas determinan en parte la salida a la calle y por otro lado características personales que hacen todavía más probable la asociación con grupos callejeros que terminan, después de un proceso, en la pérdida de los lazos familiares.

En otro artículo (Taracena & Macedo, 2006) presentamos diversas historias de jóvenes y de cómo su trayectoria los llevó a la situación de calle. Historias marcadas particularmente por la violencia, que se encuentra en la familia y posteriormente en la calle.

El registro macro tiene que ver con los problemas estructurales de la sociedad en que vivimos, derivados de un capitalismo hipermoderno en donde el primado de lo económico rige las relaciones de los grupos sociales, los gobiernos y los individuos.

En el caso de nuestro país, la inmigración a las urbes y la existencia de megalópolis como la ciudad de México están relacionadas con la centralización de servicios, de ofertas culturales, de educación y por consiguiente de trabajo. La libre competencia y la preocupación por incrementar las ganancias de los grupos más poderosos ha significado un desatención a los pequeños propietarios de tierras, proponiendo políticas a favor de la industrialización del campo o de la crianza de animales, dejando la explotación a unas cuantas empresas muchas veces transnacionales, lo que ha obligado en los últimos tiempos a importar productos básicos como el maíz.4

Programas como el Progresa-Oportunidades no solo no han detenido la migración sino que la han propiciado por la falta de programas de creación de empleos en la zona de origen. Así, Barba y Pozos (2003) comentan que: el Progresa-Oportunidades en el mediano plazo agudizará la tendencia a la migración de los más capaces, a menos que se combine con programas regionales de inversión (op. cit.).

La consecuencia de estos procesos es el abandono del campo por parte de las familias más vulnerables: las más pobres y en algunas ocasiones provenientes de etnias indígenas como las otomíes, huicholes, mijes, etc., que vienen a la ciudad a vender objetos artesanales o simplemente a pedir ayuda para subsistir. Aunque algunos de estos grupos regresan regularmente a sus lugares de origen, de una generación a otra pierden su arraigo cultural e identitario y rompen los lazos con sus familias, haciendo más difíciles las posibles fuentes de solidaridad y contención. La megalópolis mexicana es una fuente de riqueza, y a menudo las personas del interior de la república mexicana que se encuentran en una situación precaria se sienten atraídos por ella, pues objetivamente ganan mucho más dinero en la ciudad de México en el comercio informal, en actividades de servicio o actividades cercanas a la mendicidad que muchas veces contribuyen a su alejamiento de los grupos que les proporcionan identidad y contención en el terreno social, institucional y familiar5. Es a menudo en la segunda o tercera generación de las familias producto de la migración a los cinturones de miseria de las grandes urbes, que se presentan problemas de alcoholismo, violencia, desarticulación familiar, al no encontrar los modos de inserción que esperaban cuando vinieron a la ciudad, y al no haber programas sociales que les ayuden a operar esta transición.

El registro medio se refiere al de las instituciones que sostienen a la sociedad en su conjunto, es decir, la familia, las organizaciones educativas, empresariales, políticas, lúdicas, etc. Los cambios y las crisis en los niveles macro repercuten en el funcionamiento de estas instituciones que a su vez influyen en el individuo.

El problema de la salida de los jóvenes y las jóvenes a la calle tiene que ver con dificultades de las instituciones en apoyar el desarrollo del sujeto y brindarles referencias identitarias. A menudo se piensa en las disfunciones de la familia como la causa fundamental de la salida a la calle, lo cual en parte es cierto; sin embargo estas disfunciones no solamente son el resultado de fallas en la familia o de patologías individuales, sino que también son el resultado de presiones que tiene la familia por los cambios producidos en el nivel macro. La falta de recursos económicos genera la migración de las familias más pobres y esto a su vez implica procesos de pérdida de referentes culturales y una descomposición de las redes sociales que sostenían a estas familias. Un ejemplo de ello es el estudio realizado por Bronfman (1993), en donde se muestra que el debilitamiento de las redes sociales y familiares en los barrios pobres de la ciudad de México produce un incremento en la mortalidad infantil. Esta situación, aunada a la pérdida del empleo o a la imposibilidad de encontrarlo, produce situaciones de violencia y desatención de las personas menores. Es así como los jóvenes y las jóvenes pasan a formar parte de los grupos que ocupan las calles para obtener dinero, con los consecuentes riesgos de alcoholismo, drogadicción, prostitución o narco-menudeo. La institución educativa a menudo descuida también las poblaciones con más carencias, expulsando a los niños y niñas por estar muy lejos del prototipo del alumno o alumna ideal, produciendo aun mayor marginalidad; y desafortunadamente el Estado invierte más dinero en Instituciones represivas que en aquellas que puedan cumplir una función preventiva en el terreno de lo social.

El registro Micro tiene que ver con lo individual o lo subjetivo; este es el registro que se ha asociado más a la psicología. Sin embargo, si pensamos que la subjetividad es la expresión de lo social internalizado, podemos decir, retomando a Castoriadis (1986), que somos un fragmento ambulante de la sociedad, lo que significa que no debemos escindir lo individual de lo colectivo, ni lo subjetivo de lo social. Esto tiene consecuencias en la definición de los problemas a investigar y en la forma de intervenir, ya que vamos a privilegiar al sujeto en situación de calle y el análisis de los vínculos sociales. El reconocimiento de esta complejidad implica también que debemos trabajar en la intersección de varias disciplinas: la psicología, la sociología, la antropología, la etnología, las cuales nos pueden proporcionar herramientas teóricas metodológicas para abordar problemas sociales. Es por esto que dentro del enfoque socio-clínico privilegiado en nuestras investigaciones, construimos un marco complejo adaptado al fenómeno estudiado.

El sujeto joven que ocupa la calle para vivir o para trabajar, lo hace como resultado de una historia singular que se encuentra inmersa en una historia familiar, cultural, social. Sin embargo no se trata de determinaciones simples. Una misma familia puede tener un joven que vive en la calle y otro que cursa estudios medios o universitarios; he encontrado más de un caso así en mis intervenciones. Si retomamos la categoría de Vincent de Gaulejac mencionada anteriormente (2005) de lo irreductible psíquico y lo irreductible social, que expresa esta imposibilidad de escindir lo social de lo psíquico, aplicado al caso de los individuos jóvenes en situación de calle significa que existen causas sociales que facilitan su salida a la calle, como las que ya he mencionado en el registro macro y medio, pero que no la determinan, ya que muchos sujetos jóvenes que comparten esta problemática no optan por salir a la calle. Hay siempre un evento biográfico que precipita la salida a la calle: la pérdida del padre o de la madre, o de ambos, el sentimiento de no ser querido ni reconocido, el abuso sexual, son algunos de los hechos que han sido asociados por los jóvenes y las jóvenes con su salida. En muchas ocasiones salen de sus hogares huyendo de la violencia, del maltrato, de la locura, y la calle resulta un espacio menos dañino que el de sus hogares; en otros se trata de la búsqueda de espacios lúdicos, de pertenencia a grupos, de búsqueda de identidad o de obtención de dinero rápidamente; cada caso representa una historia diferente y singular y simultáneamente todas las historias están enmarcadas en situaciones sociales y familiares difíciles.

Es por estas razones que me he negado a asociar directamente la pobreza y la salida a la calle, ya que a menudo encontramos mediaciones entre ambas. Es en la articulación de los tres registros descritos que podemos esbozar una explicación multicausal de la vida en la calle en las urbes postmodernas.

Pienso que es sólo desde una perspectiva multireferencial y transdisciplinaria como podemos construir un marco teórico-metodológico adecuado para abordar el fenómeno de callejerización. En cada una de mis investigaciones-intervenciones he buscado respetar tanto la singularidad como la complejidad del fenómeno.

A través de una aproximación cualitativa he caracterizado los diferentes modos de organización de los jóvenes y las jóvenes que viven en la calle, y la función que tiene el grupo de pares en sus vidas; he estudiado la representación que tienen ellos mismos y ellas mismas de su problemática, así como otros sectores de la sociedad, los medios masivos, y los transeúntes de una ciudad como la de México. He investigado también sobre las relaciones sociales en las diferentes actividades remunerativas de los sujetos jóvenes en situación de calle (venta de productos, propuesta de servicios como limpiar parabrisas...). He realizado mis investigaciones en escenarios naturales, empleando diversas técnicas: observación participante, entrevistas, trabajo con fotos, historias de vida, etc. (Taracena & Tavera, 2000, 2001, 2002), Taracena (2002, 2006, 2007). Mi preocupación fundamental en un primer momento ha sido comprender el fenómeno, lo que me permite ahora plantear una caracterización.

4. La definición de la problemática de callejerización

Como producto del análisis de los problemas investigados he reflexionado sobre aspectos que tienen que ver con la configuración de la problemática en el espacio social, es decir, sobre cómo se construye un problema social en el cruce de miradas: la de las organizaciones gubernamentales y de la sociedad civil, las de las organizaciones humanitarias nacionales e internacionales, la de los investigadores, investigadoras y profesionales en el campo, y la de los propios individuos jóvenes. Es en el cruce de estas miradas que se van creando categorías que a su vez producen y reproducen el fenómeno. La definición y la caracterización del problema incide en las políticas sociales y en la identificación que el propio sujeto hace de la imagen que se le propone.

En una de las entrevistas realizadas hace algún tiempo a un joven de la calle, éste comienza diciendo: Yo vengo de una familia disfuncional, ¿así se dice, verdad? Es evidente que la interacción con trabajadores y trabajadoras sociales, psicólogos y psicólogas, sociólogos y sociólogas, proporciona a los jóvenes y a las jóvenes un lenguaje, una definición y unas imágenes con qué identificarse, y mediante los cuales encontrar un reconocimiento de todos aquellos y aquellas profesionales que se esfuerzan por comprender el problema.

A lo largo de los últimos 20 años ha cambiado continuamente la manera de denominar a los sujetos jóvenes y a los niños y niñas que subsisten en las calles; se comenzó con el término propuesto por el Programa de la Unicef y el DIF: Menores en situación extraordinaria (Mese); posteriormente se propusieron los términos: niño de la calle, niño en la calle, para distinguir aquellos que habían perdido todos los lazos con sus familiares de aquellos que trabajaban en la calle y que aún conservaban lazos con sus familias, pero que los perdían paulatinamente; a estas dos categorías se agregó la de niño en riesgo de calle. Estas categorías se revelaron poco funcionales ya que era muy difícil demarcar las fronteras entre una y otra situación. Una crítica pertinente a estas categorías fue la de Luchinni (1996, 1998), quien formalizó las discusiones que se llevaron a cabo entre investigadores e investigadoras de diferentes partes del mundo6; así el autor propuso utilizar mejor el término carrera del niño de la calle, que da cuenta de mejor manera sobre la dinámica constante en la situación del niño o niña en la calle. Se fue cambiando poco a poco la denominación de niño por la de joven, pues los rangos de edad de permanencia en la calle se van ampliando y en los programas de atención participan tanto niñas y niños como jóvenes. Después de los censos del 92 y del 95 se propuso el término niñ@s y jóvenes en situación de calle, ya que permitía describir diferentes procesos de la relación de los individuos jóvenes con la calle. Los cambios en la denominación de estos sujetos jóvenes han tenido que ver con la preocupación de los diferentes grupos sociales por evitar la estigmatización, y de describir de mejor manera la realidad de su vida en la calle.

Pero a menudo esta nominación conlleva una mirada producto de una ideología no suficientemente explicitada. Frecuentemente se considera a los jóvenes y a las jóvenes en situación de calle sólo como víctimas de la sociedad, y la única opción en ese caso es el asistencialismo, la ayuda, la generosidad.

Aunque todos esos sentimientos son valiosos e importantes en la construcción del lazo social, si el problema de los sujetos jóvenes en proceso de callejerización se deja solamente en ese nivel de análisis, estaríamos obstaculizando el que pudiesen convertirse en actores de su existencia, pues esas medidas generan sobre todo dependencia y pasividad. Además, significa también negarles la posibilidad de reflexión sobre su propio actuar en el proceso que los llevó a la calle, pues son presentados sobre todo como un objeto de la violencia, de la indiferencia o de las carencias, cuando todo proceso de relación implica dos o más personas y todo proceso de cambio comienza reconociendo su propio actuar.

Esta posición conlleva también formas de intervención que favorecen el dar a las personas jóvenes aquello que la sociedad les ha negado. Así observamos durante algún tiempo acciones de diversos sectores de la sociedad civil que consistían en ofrecer a los niños y niñas objetos materiales, comida, ropa, juguetes, momentos de diversión y esparcimiento, sin pedir nada a cambio. Es decir, excluyendo toda posibilidad de construir relaciones en términos de derechos y obligaciones, como cualquier miembro de la sociedad. Esto ha producido una instrumentalización por parte del individuo joven de las diversas organizaciones en donde éste se presenta en ocasiones puntuales para resolver algunos problemas sin establecer un arraigo. Si pensamos además en la calle como un sistema que genera muy rápidamente una vida al margen de las reglas y con una lógica del aquí y el ahora, a menudo encontramos una circulación de los mismos sujetos jóvenes en diferentes estructuras institucionales con permanencias cortas en cada institución y con una gran dificultad de aceptación de los límites planteados por los educadores y educadoras.

5. El mercado de lo humanitario y su impacto en las intervenciones con los jóvenes y las jóvenes en situación de calle

La globalización y el primado de los intereses económicos como base del lazo social, han implicado introducir la lógica de la gestión en lo humanitario.7 Hace algún tiempo las grandes empresas transnacionales y los bancos se dieron cuenta de que la ayuda humanitaria podría ser también un buen negocio.

De ahí surgen propuestas como los teletones o el donar una cantidad en los cajeros o en el momento de cerrar las cuentas en los supermercados. El interés de las élites en el poder es que ese dinero manejado como donativo de las empresas o de los bancos, en realidad es donado por sus clientes y clientas, pero como es la empresa la que lo reúne y la que lo distribuye en donativos, se les deduce de los impuestos que deben pagar, el resultado es que la gente que no tiene necesariamente mucho dinero, pero que desea ser generosa con quien lo necesita, termina pagando los impuestos de los ricos; y el problema no se detiene ahí sino que para que haya una justa distribución del dinero se crean organismos encargados de centralizar los recursos y decidir a quién repartirlo. Esto obliga a las asociaciones humanitarias que desean obtener fondos, además de participar en las políticas de competencia y de discrecionalidad, a adoptar la ideología de la caridad y del asistencialismo. Es necesario que demuestren que las personas que son el objeto de su ayuda, en este caso los sujetos jóvenes en situación de calle, realmente lo necesitan, favoreciendo así el miserabilismo, la exageración de las cifras y el vedetismo.

Encontramos así a menudo figuras emblemáticas de ejemplos de niños y niñas de calle o de personas jóvenes violentadas que han dado la vuelta al mundo para ayudar a las asociaciones con las que están en relación, con la obtención de fondos. Las consecuencias que estas acciones tienen en los programas dirigidos a estos sujetos jóvenes y en su propia persona son diversas. Por un lado, estos personajes llegan a tener un poder sobre la organización y por lo tanto gozan de un lugar privilegiado sobre sus compañeras y compañeros. Por otro lado, como personas están frente a una paradoja, pues logran un gran reconocimiento y a menudo fama, pero lo logran por ser niños y niñas carenciados, maltratados, lo cual plantea un problema a su identidad.

Nuevamente vemos en este caso una interacción entre las situaciones macrosociales, las institucionales y las personales, que dan como resultado la singularidad de un caso de una persona joven que se encuentra en situación de calle pero a la vez con grandes privilegios por haberse constituido en figura emblemática de la institución, en donde se implicaron seguramente talentos singulares, de puesta en escena del dolor y del maltrato. En mi trabajo cotidiano he encontrado muchos ejemplos de esta vedetización de la exclusión social y el maltrato. Conocí por ejemplo a una joven que viajó a Suiza para recolectar fondos para la organización en la que se encontraba, asumiendo un discurso recomendado por la Institución en donde aseguraba haber sido violada y haber quedado embarazada como consecuencia de este hecho. Trabajando con ella de cerca, ella comentaba que en realidad había tenido relaciones con varios hombres con su consentimiento y no sabía de quién era el hijo. En muchos casos he sido testigo de las capacidades histriónicas de los chicos y chicas de la calle para producir lástima.

En estas situaciones es importante pensar en que el chico o chica de la calle sólo se adapta a la situación que le produce cierto beneficio, y que es la ideología institucional producto de la forma de concebir la ayuda humanitaria, y lo que se juega económicamente, lo que determina la forma en la que el sujeto se debe posicionar frente a la ayuda.

 

6. El Enfoque socio-clínico en el trabajo con jóvenes en situación de calle

Como ya lo he mencionado, a lo largo de mis investigaciones he desarrollado una propuesta de trabajo que decidí llamar enfoque socio-clínico y que se inspira tanto en la sociología clínica y en la psico-sociología francesa, como en la psicología social clínica.8

En este enfoque parto de una premisa epistemológica, que consiste en afirmar que lo social precede a lo psíquico, aunque no lo determina; es decir, que nos encontramos con un sujeto que es prefigurado por lo social pero que tiene la capacidad también de elegir y construir así su historia. Encuentro aquí entonces el otro polo, el de lo clínico que manifiesta el interés por lo singular, por la escucha del sujeto individual y por el análisis del sentido que tienen para los actores sus vivencias.

En el caso de la marginalidad o exclusión social, pareciera muchas veces que las personas no tienen muchas posibilidades de elección; sin embargo, la no elección también en cierta forma puede ser una elección. Los trabajos de Carreteiro y de Marquez muestran situaciones similares resueltas o abordadas de manera diversa por los actores. Carreteiro (2002) analiza a través de una historia de vida los diferentes momentos de la trayectoria de Daniel, historia —según la autora— de sufrimiento y desarraigo, y sus relaciones con las instituciones y los espacios marginales, así como las posibilidades de reflexión a través de la construcción de su relato de vida. Por otro lado Márquez (2002), a partir de una aproximación biográfica, analiza la vida de Claudia y de Jaime, quienes habiendo estado en la cárcel resignifican la experiencia de manera diferente: para Claudia su vida es una secuencia de infortunios y para Jaime la estancia en la cárcel se convierte en una experiencia de aprendizaje.

Ambos trabajos muestran cómo las historias de los sujetos se tejen en la articulación de lo singular y de lo colectivo. El enfoque socio-clínico me permite dar cuenta de estas dimensiones que se mantienen en tensión en los diferentes fenómenos estudiados.

7. El problema de la demanda en el enfoque socio-clínico

Uno de los ejes centrales del método clínico es el del análisis de la demanda en la relación con las personas con quien se trabaja. En el caso de la intervención-investigación, en mi opinión se debe comenzar por aclarar las demandas que la contextualizan. En el trabajo con poblaciones vulnerables, la demanda de los actores con quien se establece una relación a menudo no se expresa en el primer momento ni directamente, sino que surge una vez que se ha establecido contacto con la población. En muchos casos, el investigador o investigadora es quien tiene una demanda a través de las instituciones con las que se relaciona, y a través de su deseo, que expresa una demanda individual. En esta interacción de las instituciones con el deseo del sujeto investigador, se encuentra también una lectura de la demanda social a través de los análisis de los problemas sociales emergentes.

Del mismo modo que el clínico en su práctica individual y grupal analiza la demanda de los individuos con quienes trabaja, el sujeto investigador debe interrogar las demandas implícitas y explicitas en su investigación y/o intervención para reflexionar sobre los aspectos sociales que contextualizan el problema, y sobre los deseos, proyectos e intenciones de los actores y de él mismo.

Dubost y Levy (2002) plantean que desde el punto de vista clínico, de la misma manera como se parte de la singularidad de un caso para arribar a una elaboración conceptual, se pueden analizar las organizaciones y la sociedad actual, las que se encuentran en mutaciones constantes que se traducen en referencias simbólicas múltiples a menudo contradictorias, y que producen sufrimiento y angustia.

En otro artículo analizo las consecuencias de la producción del conocimiento en las relaciones de poder entre los sujetos investigadores y las poblaciones con las que se trabaja (Taracena, 2007). Partiendo de la idea de que saber es poder, se debe, en mi opinión, analizar la implicación del sujeto investigador, así como generar una co-producción del conocimiento con los actores con quienes se trabaja para contribuir a relaciones de mayor equidad. En lo que concierne a mi trabajo con poblaciones callejeras, en un primer momento trabajé desde una posición no-normativa.

A pesar de que las investigaciones se han realizado desde la Institución Universitaria, en este caso desde la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la Universidad Nacional Autónoma de México (FES—Iztacala—UNAM), y desde ahí se reconoce la demanda de la Institución por dar respuesta a problemas sociales complejos en intervenciones que involucran el servicio, la docencia y la investigación, se ha tratado también de conservar una mirada de comprensión del fenómeno. Las motivaciones personales de este trabajo han sido abordadas en la introducción de este artículo y han sido aclaradas a lo largo de mi trabajo a través de un análisis de la implicación y de la construcción de mi mirada como investigadora.

A lo largo de estos años y con la incorporación de diversos actores a mis intervenciones —Instituciones gubernamentales y no gubernamentales y los actores que las conforman—, he incorporado las demandas de los mismos a mis preguntas de investigación y a mis formas de intervención-investigación. En particular, una demanda concreta de la Secretaría de Educación Pública en cuanto a crear un modelo educativo para los individuos jóvenes de calle, introduce en mi trabajo la cuestión de la norma, ya que toda educación tiene como fin integrar al educando o educanda al sistema social.

Sin embargo, en el modelo propuesto (Taracena & Albarrán, 2006) se intenta recuperar la experiencia y la cultura de la calle a través de mis observaciones y diálogos con los jóvenes y las jóvenes que permanecen en ellas. Considero que la supervivencia en la calle es fuente de aprendizajes importantes, y que un modelo educativo debe incluir este aprendizaje y partir del mismo para que los contenidos sean significativos. Así el modelo se ha venido piloteando durante dos años con la colaboración de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales y de diversas Instituciones.9

El modelo tiene como intenciones reestablecer o mejorar la relación del niño o niña con el conocimiento o con la escuela, y convertirse en una forma de acompañamiento dentro de su contexto, para tener una relación más amplia y placentera con el conocimiento. De esta manera, lo normativo no se encuentra en primer término, aunque se busca también favorecer el hecho de que el sujeto joven pueda acceder a la ciudadanía, por ejemplo a través de la recuperación de sus papeles de identidad, ya que a menudo carecen de ellos y eso es un impedimento para estudiar o trabajar, o para tener un domicilio estable; pienso que es importante la conclusión del ciclo de educación primaria, a fin de que los sujetos jóvenes callejeros puedan aumentar las opciones de existencia social.

8. Conclusiones

Mi intención con este artículo ha sido mostrar cómo los problemas complejos como la institucionalización de la vida en la calle, requieren también un análisis que respete esta complejidad. Los procesos de callejerización son un reflejo de los cambios sociales acelerados que ha sufrido México, un incremento de la violencia y de la inseguridad, un recrudecimiento de la pobreza extrema, y procesos de migración del campo a la ciudad de forma acelerada y precaria. No podemos interrogar la singularidad del fenómeno sin tener presente los procesos sociales que la subyacen.

Presentó así el enfoque socio-clínico que resulta de la intersección de diferentes disciplinas y enfoques teórico-metodológicos, que pone en el centro el sentido que para los actores tiene el fenómeno estudiado. Me he esforzado por ir más allá de los discursos fabricados desde perspectivas asistencialistas, para escuchar e interactuar con los jóvenes y las jóvenes en sus espacios de vida cotidiana.

Puse en evidencia la importancia que tiene la construcción de la mirada del investigador o investigadora a través del análisis de la implicación y de la elección del marco teórico metodológico. En mi opinión, es esencial en Ciencias Sociales realizar este análisis. Diversos autores y autoras respaldan esta necesidad desde diferentes ámbitos; Bourdieu y Passeron en sociología, Geertz en Antopología y Eckstein en etnografía, muestran cómo desde diferentes perspectivas la cultura y las características del investigador o investigadora y de la disciplina, influyen en las preguntas que se plantean y en el conocimiento que se obtiene.

La construcción de categorías de estudio de un fenómeno o de atención en el caso de las Organizaciones civiles y gubernamentales, impacta las políticas sociales y la construcción de la identidad de los actores estudiados. Es muy frecuente que el sujeto joven se adapte a las demandas de las organizaciones para obtener reconocimiento, aunque sea a partir de la estigmatización.

La definición como actor y no como víctima de las circunstancias permite, en el caso del trabajo con poblaciones marginales, producir formas de intervención que permitan a las organizaciones que se ocupan de las poblaciones callejeras salir de la relación Estigmatización vs. Asistencialismo, y dar oportunidad de incorporar la demanda concreta de los jóvenes y a las jóvenes.

Es posible trabajar en registros complementarios: aquellos que apuntan a las exigencias normativas de las Instituciones, y al mismo tiempo tomar en cuenta la singularidad de los sujetos, sus historias, sus trayectorias, sus demandas para construir programas que les sean significativos.

Es importante plantear el fenómeno de la vida en la calle como un sistema en donde emergen nuevas formas de subjetividad, y evitar los enfoques que se concretan a poner etiquetas que favorecen la estigmatización. Esto permite una comprensión del fenómeno buscando la posibilidad de que el sujeto joven callejero no sea mirado como víctima de las circunstancias, lo que incide en la posibilidad de convertirse en actor de su existencia.

Es necesario entonces crear lazos entre los diferentes profesionales que se interesan en la juventud vulnerable, para producir categorías de reflexión y favorecer políticas sociales que permitan a estas personas jóvenes ser más autónomas y construirse como futuros ciudadanos y ciudadanas en nuestra sociedad.


Notas:

* El presente artículo es una reflexión de una serie de investigaciones-intervenciones realizadas en el programa: Subjetividad y Sociedad de la FES-Iztacala de la Unam, de las cuales la última se encuentra en curso bajo el título: Piloteo de un modelo educativo para niños y jóvenes en riesgo y en situación de calle, que ha recibido apoyo de la FES-Iztacala a través del programa Papca y de Conacyt a través de la convocatoria SEP/SEB Conacyt. SEBSEP- Conacyt/ Proy.50982. Piloteo del Modelo educativo para Niños y jóvenes en situación de calle(2007-2008). SEB-SEP-Conacyt/Proy.81265. Piloteo del Modelo educativo para Niños y jóvenes en situacón de calle. Fase II. (2008- Aún se sigue trabajando en el). Papca-UNAM-FESI. (Programa de Apoyo a los Profesores de Carrera para la Formación de Grupos de Investigación) 2006. Piloteo de un modelo educativo para niños y jóvenes en situación de calle (2006). Papca-Unam-Fesi. (Programa de Apoyo a los Profesores de Carrera para la Formación de Grupos de Investigación) 2007. Talleres productivos y nivelación pedagógica para jóvenes en riesgo y en situación de calle (2007).

1 La elección de los términos más adecuados para designar al sector de la sociedad que se queda fuera del beneficio de los derechos y servicios sociales, es difícil; el término marginalidad, que es el más utilizado en la literatura, surgió inmerso en una corriente de pensamiento de los años 70. La situación social, económica y política ha cambiado, la cantidad de pobres ha aumentado vertiginosamente. En este caso, utilizaré los términos marginalidad y exclusión social para designar aquellos sectores de la sociedad que no acceden a los servicios mínimos como lo especifica la ley, y que se encuentran en condiciones de sobrevivencia.

2 Una de las paradojas producidas por la lucha contra el narcotráfico en México es el abaratamiento de las drogas duras, ya que es más difícil que salgan del país. En particular el consumo de cocaína de baja calidad se ha hecho más frecuente.

3 Ya en 1995, en una reunión organizada por Stéphane Tessier en el Centro Internacional de la Infancia, se pudieron constatar las coincidencias en la relación calle-niño callejero en las grandes Metrópolis (Tessier, 1995).

4 La importación del maíz de USA ha producido el abandono de la tierra y el aumento del precio de las tortillas, y conlleva el riesgo de la desaparición de variedades nativas al introducir maíz transgénico.

5 Como en muchos casos de migración, aunque las personas obtienen más dinero también requieren más dinero para subsistir, y no necesariamente mejoran su calidad de vida.

6 En particular las reuniones del Centre International de l’Enfance organizadas por Stéphane Tessier de las que surgieron varias publicaciones: Tessier (1994, 1995, 1998).

7 Vincent de Gaulejac, en su libro La société malade de la gestion, analiza las consecuencias ideológicas de la incorporación de la idea de gestión en diversos ámbitos de la vida privada y pública (De Gaulejac, 2005).

8 Algunos de los autores representativos de esta corriente son, en Francia: Vincent de Gaulejac, Eugene Enriquez, Max Pagés, Florence Guist-Desprairies, Christophe Niewiadomski, enBrasil: Teresa Carreteiro, y Norma Takeuti; en Uruguay, Ana María Araujo; y en Canadá, Jacques Rhéaume.

9 Este proyecto ha recibido el apoyo de diversas Instituciones para su piloteo: Secretaría de Educación Pública, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y Unam a través del programa Pacpa de la FES-Iztacala; lo que ha implicado la posibilidad de tener becas para los alumnos y alumnas que han participado en el piloteo.


 

Lista de referencias

 

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Referencia:

Elvia Taracena Ruiz, “Hacia una caracterización psico-social del fenómeno de callejerización”, Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, Manizales, Doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud del Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud de la Universidad de Manizales y el Cinde, vol. 8, núm. 1, (enero-junio), 2010, pp. 393-409.

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