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Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud

Print version ISSN 1692-715XOn-line version ISSN 2027-7679

Rev.latinoam.cienc.soc.niñez juv vol.9 no.1 Manizales Jan./June 2011

 

 

Segunda Sección: Estudios e Investigaciones

 

 

Autonomía en movimiento: reflexión desde las prácticas políticas alternativas de jóvenes en Colombia*

 

Autonomia em movimento: Reflexões desde as práticas políticas alternativas dos jovens Colombianos

 

Autonomy in action: Reflection from the Colombian youths' alternative political practices

 

 

Sandra Milena Muñoz-López1, Sara Victoria Alvarado2

1 Magíster en Educación y Desarrollo Humano Cinde–Universidad de Manizales. Docente de la Universidad de San Buenaventura sede Bogotá. Dirección electrónica: sanmml@gmail.com

2 Directora del doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud del Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud Cinde- Universidad de Manizales. Doctora en Educación, Universidad de Nova-Cinde. Dirección electrónica: doctoradoumanizales@cinde.org.co

 

 

Artículo recibido en febrero 8 de 2011; artículo aceptado en marzo 28 de 2011 (Eds.)


Resumen:

En este artículo presentamos una reflexión sobre los ejercicios de autonomía en las prácticas políticas de jóvenes en Colombia que, desde los principios de desobediencia y noviolencia activa, resisten a la lógica patriarcal y militarista que impera en la organización social y en la cultura dominante. En esta vía, ubicamos a la autonomía como una trama de la subjetividad política que trasciende la mirada de ilustración del pensamiento y la capacidad de pensar por sí mismo, al entenderla también como acción transformadora que se dinamiza a partir de las ideas de: un nosotros, la acción política y la esperanza de un mundo -presente y futuro- distinto.

Palabras clave: autonomía, prácticas políticas, jóvenes y política, subjetividad política.


Resumo:

Neste artigo apresentamos uma reflexão sobre os exercícios de autonomia nas práticas políticas dos jovens Colombianos os quais, desde os princípios de desobediência e não-violência ativa , resistem à lógica patriarcal e militarista que impera na organização social e na cultura dominante. Desta maneira, localizamos a autonomia como uma trama da subjetividade política que transcende a perspectiva da ilustração do pensamento e a capacidade de pensar per se mesmo, quando a compreendemos como uma ação transformadora que se dinamiza a partir da idéia de um "nós": a ação política e a esperança de um mundo – presente e futuro – diferente.

Palavras-chave: autonomia, praticas políticas, jovens e política, subjetividade política.


Abstract:

This article aims at presenting a reflection about the autonomy exercises in the Colombian youths' political practices who, from the principles of disobedience and active non-violence, resist to the patriarchal and militaristic logics that prevail in the social organization and in the predominant culture. This way, autonomy is viewed as a plot of political subjectivity that goes beyond the limits of the perspective of thinking illustration and the capacity to think by oneself when understanding it as a transforming action which is dynamized from the idea of "us": the political action and hope of a distinct - present and future – world.

Keywords: autonomy, political practices, youths and politics, political subjectivity.


 

1. Sobre el problema de investigación

 

El proyecto de investigación "Experiencias alternativas de acción política con participación de jóvenes" buscó comprender las prácticas políticas alternativas con las que hoy en Colombia los jóvenes y las jóvenes instituyen otras realidades disidentes y transformadoras de sus contextos, al menos de sus espacios más vitales.

La problematización de esta investigación parte del reconocimiento de la existencia de dos tendencias de análisis frente a la relación políticajuventud: La primera prioriza los aspectos formales de la participación política, en la que la institución subsume al sujeto y su capacidad de creación, valorando la adaptación y orientándose hacia la repetición del orden establecido. En esta lectura, la política es considerada fundamentalmente como un despliegue del discurso y la acción desde los marcos institucionales de la democracia y la configuración del Estado-nación.

La segunda tendencia comprende la relación política-juventud desde categorías que enfatizan lo comunicativo y lo cultural, las mediaciones culturales y su relación con los cambios en los consumos culturales, y las mediaciones estéticas como expresiones y prácticas de participación de la época contemporánea, cuyo interés se ha visto movilizado por las formas particulares de comunicación y relación que establecen las culturas juveniles en el marco de un contexto social y político cambiante; se trata de discursos y prácticas políticas de carácter más socio-céntrico.

En el marco de esta polarización, el estudio buscó comprender cómo se vinculaban los jóvenes y las jóvenes a experiencias de acción política que lograran instituir dinámicas alternativas de construcción de país frente a acontecimientos sociohistóricos y políticos significativos de la última década en Colombia. Es así como la investigación se constituyó en una apuesta por crear un espacio de indagación, análisis y construcción de sentidos, desde el cual se pudiera nombrar y dialogar con ese campo de experiencias de acción política que han sido veladas en su poder de afectación al orden instituido por las hegemonías de los discursos imperantes.

La investigación se centró en la relación entre objetos tales como los procesos de formación y socialización, y la juventud y la configuración de subjetividades alrededor del campo del conocimiento político; por lo que puede ser leída en dos sentidos: como un ejercicio de visibilización y enunciación de los jóvenes y las jóvenes como sujetos sociales fundantes en las dinámicas de configuración de acciones políticas erigidas desde la disidencia, y como un reconocimiento a su participación instituyente en la construcción de otras lógicas de poder (Alvarado, Botero & Ospina, 2008, p. 6).

A la luz de los intereses teóricos y práxicos de esta investigación, la reflexión del presente documento se pregunta por las formas en que se despliegan las subjetividades políticas en la experiencia de los sujetos jóvenes participantes; de manera especial, cómo se vive la autonomía en el marco de sus acciones y realidades, una vez que en el centro de la pregunta fundante y orientadora hay jóvenes que se vinculan a prácticas políticas alternativas que buscan inaugurar formas de vida desde la resistencia. Así, nos preguntamos aquí: ¿Cómo se asume a los jóvenes y a las jóvenes, y cómo se asumen ellos mismos, en cuanto sujetos políticos autónomos que logran transformar condiciones de su propia existencia y de sus contextos más próximos?

En la vía de la discusión y de la comprensión de la configuración de subjetividades políticas, y como un intento por avanzar en la reflexión que desde la comunidad académica del Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud (Cinde– Universidad de Manizales) se ha venido proponiendo alrededor de las tramas de la subjetividad política, en este documento abordaremos algunas ideas de la Autonomía, a partir de la experiencia de actores cuyas prácticas políticas se anclan en la resistencia frente a lo instituido, y cuyas formas de acción trascienden o se distancian de las tradicionales prácticas de la democracia.

 

2. Horizonte epistémico y metodológico de la investigación

El interés práxico del estudio es histórico hermenéutico y se nutre de la ontológica arendtiana, denominada hermenéutica performativa o hermenéutica ontológica política, la cual hace visibles y audibles elementos de la realidad que no han sido nombrados y que permiten señalar aquellos modos de ser en el mundo que han logrado instituir, acontecer y aparecer en la pluralidad.

Este método tiene su origen en el pensamiento político arendtiano, que retoma los fundamentos de la crítica del juicio kantiano que en la autora es un referente más político que estético. Retoma la hermenéutica ontológica propuesta por Heidegger como praxis -comprensión actuante- y como poiesis -producción de mundo que trae adelante-. Arendt amplía la comprensión de la categoría "acción" al referirse a ésta como condición natural de la humanidad que le permite al sujeto tener la capacidad de actuar junto a otros en el mundo. El poder como posibilidad, y la acción, se constituyeron en categorías para profundizar en la noción de participación política desde una perspectiva performativa, dado que la acción como poder y el poder como posibilidad implican que los sujetos pueden aparecer como plurales en la construcción de lo público.

Desde el punto de vista de los estudios latinoamericanos se apeló a una perspectiva de afirmación como la propuesta por Escobar, respecto a una mirada en la diversidad y la singularidad de acciones políticas que intenten señalar como marcos de referencia posibilidades de vida distinta, a partir del reconocimiento de la construcción de políticas emergentes en las prácticas, los saberes y las búsquedas de actores y espectadores sociales que, en medio de condiciones desfavorables, interactúen críticamente e instituyan formas diversas de construcción de lo público y de la paz en el país.

La apuesta teórica y práctica del estudio se abrió a: descifrar cómo devienen las acciones colectivas en grupos humanos intergeneracionales que han decidido actuar juntos, en la creación de disidencias y resistencias; visibilizar una trama de historias de país tejidas en una diversidad de saberes que configuran un nosotros polifónico; desplegar relatos de mundo co-habitables con el conflicto al deslegitimar el lugar común de la corrupción, la subordinación y el olvido; desinstitucionalizar patrones de valor cultural acostumbrados a la inequidad; desactivar la cosificación de los otros y lo otro; y, desinstalar, tanto en las esferas cotidianas del mundo de la vida como en las macroestructuras comunicativas estatales e institucionales, el imaginario de pasividad juvenil.

Dado lo anterior, fundamos las búsquedas de esta investigación en la experiencia de los jóvenes y de las jóvenes, e indagamos por aquellos acontecimientos históricos, sociales y políticos que en sus escenarios y experiencias cotidianas se configuraron como detonantes de sus acciones políticas alternativas, por las formas desde las que se vinculan a ellas, por los saberes que circulan en dichas prácticas, por las diversas maneras en que están conformando minorías disidentes para irrumpir con la naturalización de esquemas incorporados en los imaginarios y prácticas de injusticia y violencias sociales que se les han impuesto, para instituir nuevas maneras de construir lo público.

 

3. Metodología

La recolección de la información la hicimos desde una perspectiva socio-histórica a partir de un rastreo teórico que permitiera dar cuenta del estado del arte sobre las experiencias de acción política frente a acontecimientos socio-históricos y políticos en Colombia, y en la cual se evidenciara la vinculación de los sujetos jóvenes.

Operacionalizamos la identificación de antecedentes mediante un mapeo de 68 experiencias a nivel nacional que mostraban la pluralidad de procesos de acción política en términos de surgimiento, formas organizativas, tipo de participación de los jóvenes y de las jóvenes, financiación, participación estatal, fines que motivan la práctica, mediaciones comunicativas. Posteriormente identificamos las siete experiencias con las que desarrollamos los estudios de caso a profundidad, teniendo en cuenta que fuesen experiencias alternativas en el sentido de instituirse y nombrarse como contra-hegemónicas, que tuvieran participación de los sujetos jóvenes en la creación de dinámicas y de acciones alternativas, y que develaran una pluralidad de sentidos y prácticas sobre lo político, al ser provenientes de espacios de creación como el arte, la academia, los partidos políticos disidentes, las redes y los movimientos minoritarios márgenes (étnicos, de género y ambientales). Seleccionamos:

1. Red Juvenil de Medellín
2. Red de Comunicación Alternativa de Manizales
3. Movimiento Juvenil Álvaro Ulcué, Norte del Cauca
4. Colectivo de Pensamiento Minga, Universidad del Valle
5. Ruta Pacífica Joven, Pereira
6. Ecoclub Blue Planet, Ciudad Bolívar, Bogotá
7. Programa Niños, Niñas y Jóvenes Constructores de Paz, Nacional

Desarrollamos en cada una de ellas dos grupos focales en el marco de talleres participativos de reconstrucción de su historia, a partir del reconocimiento de los acontecimientos sociohistóricos y políticos frente a los cuales han actuado y configurado sus experiencias colectivas, así como en la visibilización de las biografías de sus integrantes y en la comprensión de los horizontes de sentido y las prácticas de las distintas experiencias. Realizamos entrevistas semi-estructuradas a integrantes y líderes de los grupos que indagaron aspectos referidos a las motivaciones de vinculación y permanencia. Finalmente, promovimos un Encuentro Nacional en Manizales con cuatro participantes de las siete experiencias vinculadas, para socializar y validar resultados y construir colectivamente el informe final, en la que los jóvenes y las jóvenes fueron protagonistas. El presente artículo se centra en la experiencia de la Red Juvenil de Medellín.

 

4. Razones y sentires que originan las acciones

Una de las formas más necesarias para empezar esta discusión sería dibujar a grandes trazos el contexto que abarca la vida de los sujetos de carne y hueso cuyas narrativas aparecerán en este escrito y, por tanto, el contexto mismo de su acción política. Habría que iniciar por reconocer que la investigación parte de la intención de visibilizar las voces de los jóvenes y de las jóvenes que se vinculan a prácticas políticas alternativas erigidas desde la desobediencia y la resistencia; intención que, de un lado, es ya una postura política del equipo de investigadores e investigadoras que busca trascender una descripción lejana de las realidades sociales hacia el diálogo y la construcción de pensamiento con los sujetos protagonistas de las mismas; y, del otro, define en buena medida el tipo de organizaciones, movimientos o experiencias que serán abordadas.

En esta vía, en algunas de las experiencias consideradas en la investigación participan jóvenes que convocan y se vinculan a prácticas políticas que desobedecen a la cultura del militarismo y el patriarcado, lo que se constituye en una apuesta de vida que desde la singularidad funda nuevas maneras de nombrar, construir y habitar el mundo. Hay que decir que esta convocatoria resulta singular en esta sociedad cuya primera forma de invocación de la paz es el uso de las armas.

Esta posibilidad creativa deviene en una crítica profunda a las formas de relación de la sociedad y a las lógicas que subyacen en éstas. Jóvenes provenientes de una de las principales ciudades del país, organizados sobre la base del antimilitarismo y contra el patriarcado, luchan en su cotidianidad y su acción política por la materialización de formas de vida alternativas al capitalismo y a las lógicas y formas verticales y violentas de organización de la sociedad.

De un lado, la crítica al capitalismo se debe a su consideración de que este sistema ha mantenido históricamente profundas inequidades materiales y de reconocimiento para instalar y mantener los intereses y la perspectiva de vida de unas élites, y que estas imposiciones no corresponden únicamente a asuntos económicos. Para lograr instalarse, la lógica capitalista ha usado o aprovechado herramientas de orden cultural -coercitivo o no-, discursivas, institucionales, etc., que entrañan elementos ideológicos favorables a su sostenimiento. Es decir, el capitalismo precisa de estas formas ideológicas y de organización, y por ello busca -y ha encontradomecanismos para mantenerlas.

    El capitalismo es el que financia todas las estrategias militaristas; identificamos quiénes son los que lo hacen. Todos los planes estratégicos son financiados por el FMI, el BID; financian la guerra, y también proyectos en nuestras ciudades que afectan la calidad de vida de las personas […] Necesitan de mucha policía para que vigilen sus cosas. Tenemos un rechazo rotundo contra todas las personas y organismos que especulan con la guerra, que paramilitarizan los territorios, que se aprovechan de los recursos naturales. Y en los procesos barriales, trabajamos también esas relaciones con estos organismos; por ejemplo, la influencia de los mismos con lo que les pasa con sus servicios públicos (Joven de la Red Juvenil de Medellín).

Frente a esto, los jóvenes y las jóvenes de esta experiencia se plantean objetivos de transformación de las condiciones sociales de existencia, que son materiales y también simbólicas. Al mismo tiempo, la apuesta de estos sujetos jóvenes es por una transformación profunda que trastoque las fibras de la organización social y de las prácticas culturales incorporadas en lo más íntimo de las personas y las relaciones sociales. Esta postura política de transformación, más de orden cultural, se concreta en la lucha antimilitarista y en contra de la cultura del patriarcado, desde los espacios más vitales y cotidianos de las personas y las comunidades pues, desde la intimidad y en la vida cotidiana, éstas están presentes.

Según estos jóvenes y estas jóvenes, el militarismo es una idea que va más allá del asunto de las armas, y que más bien está estrechamente relacionado con la violencia que atraviesa las formas más cotidianas de relación: implica disciplinamiento y homogeneización del ser y del hacer, sometimiento y manipulación de las voluntades sin crítica, control totalitario de las acciones a favor de intereses particulares, y obediencia a ideas, personas e instituciones impuestas como dominantes y creadas para mantener un estado de cosas.

El patriarcado también transversaliza la sociedad con la histórica imposición de la voluntad del hombre en todos los espacios sociales, tanto como la invisibilización y el acallamiento de la voz y la voluntad de la mujer en ámbitos públicos y privados. Pero, desde la mirada de estos sujetos jóvenes, es necesario leer el patriarcado también como la construcción social caracterizada por la mirada básica asociada a lo masculino de fuerza y dominación.

Es, pues, en este contexto de la crítica y la resistencia a las condiciones sociales que les han sido dadas e impuestas, y de la desobediencia a la cultura militarista y patriarcal, que se enmarca el pensamiento y la acción política de los jóvenes y de las jóvenes que hablarán en este documento.

 

5. Contexto cercano

Con la intención de comprender las acciones desarrolladas por estos sujetos jóvenes y las lógicas que subyacen a éstas, conviene partir de una breve y nunca exhaustiva discusión sobre el contexto socio-político del país, sin que ese sea el objetivo de este documento. Contexto que, por supuesto, es también narrado en buena medida por los jóvenes y las jóvenes.

Desde la perspectiva epistémica y metodológica en la que se inscribe este proyecto, la comprensión de las acciones políticas y los acontecimientos que las motivan no se logra si no se comprende al sujeto actor de esas acciones en un contexto; al tiempo que, para comprender al sujeto actor, es necesario comprender también sus acciones y contexto (Botero, Alvarado y Luna, 2009).

Es por esto que, sin hablar del contexto espacial y epocal que contiene la vida de los jóvenes y de las jóvenes, no podría comprenderse su acción desde la desobediencia y la resistencia, las motivaciones de éstas, sus sentires frente al contexto mismo, y tampoco a los jóvenes y a las jóvenes en tanto sujetos históricos.

    Yo creo que todos nosotros hemos pasado por contextos de mucha violencia y hemos visto matar a amigos, familiares, de escuchar balaceras, estar mamados de la guerra, porque nos tocó a la mayoría de nosotros en nuestros barrios y que precisamente eso fue lo que nos ayudó a decir: "no queremos más esto"; y ser de barrios populares, de familias de bajos recursos. Todo eso es la realidad que hemos vivido y no es una realidad que vemos desde los periódicos, desde algo académico, sino que es la realidad que nosotros mismos hemos vivido y también la hemos sufrido, o sea la hemos puesto frente a nosotros para mirar de donde nacimos; pero sí creo que hemos atravesado por esa realidad y como somos parte de eso nos preguntamos cómo salimos de eso, cómo le vamos a hacer (Joven de la Red Juvenil de Medellín).

El antimilitarismo claramente se opone a una cultura militarista justificada en contextos de guerra, pobreza, violencia armada, delincuencia común organizada, etc. que, desde una óptica, es producto de injusticia, inequidad, discriminación y estigmatización; y, desde otro lugar, es también una forma de control social utilizado por instancias de poder dominante ancladas en lógicas patriarcales para asegurar la instalación de su perspectiva de mundo.

Como tendencias que se han ido configurando hegemónicas en la construcción de esta sociedad, podríamos nombrar el gran número de campesinos y campesinas desplazados por grupos armados que se apropian de la tierra a favor de poderes tradicionales en la historia del país, o que son expulsados por la guerra que los pone en medio, o por la pobreza y la miseria que cada vez disminuye más las condiciones de vida digna; ciudades en cuyas periferias se debate la vida y la muerte cada día entre pobladores y grupos armados ilegales; altas tasas de desempleo y menos oportunidades de educación; disminución de la posibilidad de disfrute y de ocupación de los espacios públicos; incremento en los niveles de desnutrición de niños y niñas. En fin, múltiples formas de violencia que hacen muy difícil comprender y vivir esta realidad profundamente contradictoria, bárbara y excluyente.

En el centro de esta violencia aparecen los jóvenes y las jóvenes en el lugar de víctimas, pero también en el lugar opuesto. Vistos como victimarios, a los sujetos jóvenes se les asume unívocamente como peligrosos socialmente; sujetos que deben ser corregidos, normalizados, ajustados a un modelo moral. Y como víctimas, se les considera esencialmente como sujetos vulnerables que requieren protección, sin capacidad de agencia y fácilmente maleables.

Sin embargo, considerados víctimas tanto como victimarios y victimarias, de esto resulta complejo comprender que en ambos casos los jóvenes y las jóvenes terminan siendo utilizados por un sistema de muerte que ve en ellos y en ellas la población más potente y, al tiempo, más fácilmente aprovechable para sus fines relacionados con múltiples violencias y delincuencias, especialmente armadas. Y esto se ha hecho posible por la lógica de ordenación del mundo que los ve como los actores más ‘eficientes' para cumplir las tareas de la eliminación sistemática del otro en la perversa estructura de consumo de drogas y de armas.

Así pues, es difícil asumirlos sólo como víctimas o sólo como victimarios o victimarias en un orden totalitario en el que no existen reales escenarios de decisión para ellos, sino un marco de limitadas elecciones posibles: la guerra y la sobrevivencia. Así ha sucedido en el contexto nacional, y de manera más clara en las ciudades con fuerte presencia de estructuras del narcotráfico, desde hace casi tres décadas.

Y, por supuesto, estas condiciones minan las garantías de bienestar de las poblaciones; pero ahí no se agotan las posibilidades de construcción de las realidades colombianas. Justo en medio de estos contextos de violencia y, quizá como respuesta a estas limitadas miradas sobre los jóvenes y las jóvenes, han surgido diversas propuestas de movilización juvenil que escapan a la posición infame de actores activos, o la resignación de actores pasivos de violencia -especialmente de violencia armadacomo los jóvenes y las jóvenes de quienes se hablará en este documento; jóvenes que se contraponen a las lógicas militar y patriarcal naturalizadas y entronizada especialmente la primera, desestimando, desobedeciendo y resistiendo a los discursos ilegales y oficiales que pregonan el uso de las armas como única posibilidad de resolución a los conflictos que han definido la historia del país. Son también jóvenes que antes de rendirse ante la desesperanza de una realidad perdida, destinada y unívoca, se escuchan y reconocen, se organizan y movilizan frente a las necesidades y en lealtad a sus sueños, los que se construyen todos los días desde la diversidad de miradas y de voces.

Como quiera que estas violencias constituyen el marco de comprensión de la realidad y de acción de estos sujetos jóvenes, ellos, los sujetos de carne y hueso que aquí aparecen, se movilizan fundamentalmente por lo que sucede a diario en sus calles y barrios, por lo que les acontece a sí mismos, sus familias, amigos o amigas y vecinos o vecinas, lo que, por supuesto, son realidades relacionadas con lo que ocurre en ámbitos más amplios de las ciudades y del país. Pero, es fundamentalmente lo que los afecta a ellos mismos y a sus grupos sociales más cercanos en espacios locales, e incluso más micro, lo que da la razón de ser a su acción. Lo que podría significar también que las articulaciones espaciales que movilizan a estos jóvenes no están dadas por las lecturas tradicionales de vivencia de la política, más dadas desde ámbitos nacionales; sino, por escenarios cada vez más concretos y con recortes de realidad que los afecta profundamente, porque les pasa por la piel.

Esto se traduce en la visibilización de lo local, al nombrar las lógicas perversas de construcción del orden social inmanente que se producen en las periferias de las ciudades a las que pertenecen. Lógicas que se sustentan en asuntos del plano de lo simbólico y también en juegos de poder instalados como dominantes. "Si el poder y el sentido han de ser pensados como historia y como topología, como voluntad humana y como vínculo con el territorio, la comunidad como expresión de lo local, se perfila como alternativa para la resistencia" (Perea, 2008).

Si bien resistir y transformar estas condiciones de múltiples violencias requiere decisiones de la política formalizada, la apuesta política de los jóvenes y de las jóvenes aquí presentes, siendo también por la transformación de las lógicas y formas de organización social, apela a las propias posibilidades que, como sujetos, tienen para tomar decisiones y resistir y transformar prácticas culturales en los microespacios sociales, que contribuyan a la construcción de otras realidades en esencia diferentes.

    Yo pienso que lo individual pasa por lo colectivo: yo no puedo exigirle a otras o a otros, colocarles un discurso a otras o a otros cuando yo misma no he desmontado cosas de mí; yo no puedo decirle a las chicas y a los chicos: piensen en no al servicio militar, no al consumo, a las mujeres en términos del patriarcado que se desmonten de eso, cuando todavía me dejo manipular por el otro y la otra, cuando tengo muchas prácticas sin estas ideas (Joven de la Red Juvenil de Medellín). Yo creo que en el momento de preguntarnos por nosotros sale también la cuestión por reconocernos quiénes somos y qué pensamos y para qué estamos acá también; es una pregunta que es diferente en términos de preguntarnos por la construcción de sentido colectivo, mirar qué realidades tienen cada uno y cada una y mirar qué se aporta a cada caso individual: cuándo llega, a dónde va, cómo va, etc., reconocer la persona que está acá, esto es como elemental para esta construcción colectiva (Joven de la Red Juvenil de Medellín).

Esta idea de transformación profunda de la realidad se fundamenta en, al menos, los siguientes aspectos: en primera instancia, en el reconocimiento y la crítica a los contextos de realidad vital de estos sujetos jóvenes sobre la base de la consciencia de que pueden ser transformados; segundo, en la necesidad sentida conscientemente de requerir dicha transformación; tercero, en proponerse otros caminos posibles; y, finalmente en la voluntad y el compromiso de hacer esto que se va soñando.

Desde el punto de vista de la crítica a los contextos de realidad, el antimilitarismo y la crítica al patriarcado son justamente disidencias profundas a las lógicas y formas de organización de esta sociedad, que son llevadas al plano de las relaciones sociales y a la acción en la desobediencia que los jóvenes y las jóvenes enuncian así:

    Un proceso del individuo hacia no asumir una actitud que coopere con el financiamiento de la guerra, con imposiciones en nuestra cotidianidad que nos lleven a ser personas obedientes o a sometemos a otra persona; la desobediencia más vista como una actitud reflexiva y crítica a un modelo homogenizante, un modelo de imposiciones. La desobediencia comienza más como la forma de construir con el otro y la otra, que no es lo que nos han enseñado culturalmente: que es yo primero me paro encima del otro para conseguir lo que yo quiero; sino, cómo yo construyo con el otro para poder conseguir nuestros objetivos juntos. Entonces esas prácticas culturales que vienen de nuestra familia, el colegio, de lo social, no es la forma como robots que siempre estamos multiplicando lo que me enseñan sin pensar como perjudico al otro; pues, llego directamente, elimino al otro sin pensar por qué lo estoy eliminando si yo puedo construir con él, también cambiar la forma de relacionamiento (Joven de la Red Juvenil de Medellín).

Con esto, sería posible pensar en que esta mutación del orden social en cuya base está la transformación de prácticas culturales ancladas en lo más profundo de las consciencias personales y sociales, requiere de sujetos que no agotan su experiencia de mundo en la vivencia resignada de las ‘determinaciones' del devenir histórico ni en la satisfacción de sus más privados intereses. Sino que, por el contrario, implica obligadamente la consideración de otros y otras en la vida propia, la importancia del bienestar de los demás para conseguir el suyo, la satisfacción de la construcción colectiva desde el camino en que se da forma a la utopía hasta la acción misma. Es la ampliación del círculo ético (Alvarado, Ospina, Botero & Muñoz, 2008) en la que otros empiezan a existir y son importantes en la existencia del sujeto, en tanto se comparten historias colectivas y necesidades; pero, esencialmente, en tanto son también seres humanos.

Esta aparición de los otros en la vida propia no es plana ni desinteresada. Es más bien un aparecer que va siendo, un apareciendo, en la medida en que se van logrando reconocimientos con otros; identidades que se dan por compartir las condiciones adversas de vida, las angustias vitales, los lugares éticos frente a la vida y los otros. Son estos los intereses que producen tales encuentros.

    La mayoría de personas que estamos acá venimos de proceso de iglesia, procesos barriales, la acción comunal, proceso infantil, y yo también hago parte de ese mismo proceso. Antes de conocer la organización hice parte de la iglesia donde yo vivía; cuando tenía como doce años tenía un semillero de niños y niñas y luego conformé un grupo juvenil a los 16 años y de ahí […] entré no como iniciando un proceso comunitario, porque ya lo tenía, sino que entro porque su propuesta iba como a lo que yo deseaba también (Joven de la Red Juvenil de Medellín).

 

6. Ubicación de la autonomía en las tramas de la subjetividad política

Este documento pretende poner en diálogo ideas sobre algunas de las condiciones de la experiencia política de los sujetos que prestaron sus voces para aparecer aquí, al tiempo que intenta darle contenido a la categoría de autonomía como una de las tramas de la subjetividad política (Alvarado, Luna & Ospina, 2005; Alvarado & Ospina, 2006; Alvarado, Ospina, Botero & Muñoz, 2008); propuesta que emergió desde el proyecto de investigación que antecede al presente: "La escuela como escenario de socialización política: actitudes, sentidos y prácticas de participación ciudadana en jóvenes de estratos 1 y 2 de cuatro regiones del país participantes en el proyecto nacional ‘Jóvenes Constructores/as de Paz'".

Habría que partir mencionando que las tramas de la subjetividad política de esta propuesta (autonomía, conciencia histórica y posibilidad de plantearse utopías, reflexividad, ampliación del círculo ético, articulación de la acción y sus narrativas, configuración del espacio público como escenario de realización de lo político y negociación del poder) constituyen una mirada sobre el contenido del despliegue político de la subjetividad, sobre el tránsito procesual del sujeto que sitúa históricamente sus experiencias en la medida en que va siendo en el mundo. Dijérase que la enunciación de este contenido no pretende ‘llenar' la categoría de subjetividad política; más bien, enunciar posibles lugares desde donde potenciar la existencia que siempre será con otros en tiempos y espacios diferenciados y, por tanto, con múltiples posibilidades para constituir y fundar vida.

Desde la modernidad, de manera especial con Kant, se ha asumido la autonomía en relación con las condiciones de la razón (teóricas y prácticas) para conocer y actuar, como la posibilidad del sujeto de servirse de su propio entendimiento en términos de una autorregulación; así, la autonomía se comporta como el único principio moral que puede hacer una determinación general de la voluntad (Kant, 1999, 2001). No obstante, a pesar de que la idea de autonomía ha sido naturalizada en la comprensión del sujeto desde la modernidad como la posibilidad de pensar por sí mismo, de darse sus propias leyes y de actuar sobre el objeto; y pese a que desde el lugar de la postmodernidad se proponga transitar hacia la heteronomía que subsume la existencia propia bajo la mirada de los otros (Maffesoli, 2004, p. 28)1, aquí pretendemos, más que una discusión puramente conceptual de la autonomía moderna, mostrar una lógica de articulación que propicie una comprensión del sentido de la autonomía en la experiencia vital de los jóvenes y de las jóvenes en sus prácticas políticas erigidas desde la desobediencia y la resistencia.

Repárese que la mencionada apuesta de transformación, que parte de la crítica a las condiciones sociales dadas, entraña la idea de seres autónomos, si por autonomía pudiera entenderse la posibilidad de cuestionar y alterar el sistema de conocimiento y de organización ya existente en una sociedad, con la ambición de construir su propio modelo con las propias lógicas, con regulaciones pertinentes para su contexto y bajo la premisa de responder a su historia y a sus necesidades. "Esta posibilidad sólo aparece con el ser humano y aparece como posibilidad de poner en tela de juicio (no de manera aleatoria o ciega, sino sabiendo que lo hace) sus propias leyes, su propia institución cuando se trata de la sociedad" (Castoriadis, 2002, pp. 157-158).

Desde esta perspectiva, la crítica de las condiciones adversas de existencia se combina con la necesidad sentida de la transformación de las condiciones sociales mencionada párrafos arriba, por cuanto tales condiciones están presentes en sus contextos próximos y en el de las comunidades a las que estos sujetos jóvenes vinculan sus acciones como formas de reivindicación. Esta primera combinación alude justamente al momento del cuestionamiento.

El segundo momento, la alteración del orden social y, por lo tanto, de los conocimientos, saberes, lógicas, representaciones, etc., se da por la combinación de poner en perspectiva otros caminos y decidir y comprometerse a hacer realidad esta utopía.

En otras palabras, este reconocimiento de su contexto histórico y la necesidad consciente de transformarlo, se convierten en los detonantes de su acción; pero la acción misma se da en el planteamiento de la utopía y de la capacidad de agencia para materializarla.

    Lo que nosotros queremos llevar a la acción está ligado al contexto que nos rodea; conocer la guerra que vivimos, y querer transformarla, es un deseo de transformación política, y no una idea de política tradicional. Ir construyendo lo que estamos pensando (Joven de la Red Juvenil de Medellín).

Ahora, de un lado transitan los detonantes venidos en gran medida del contexto histórico y la capacidad de observarlo y comprenderlo; y de otro, las condiciones del sujeto y de las comunidades para hacerlo. Es decir, diversas dimensiones y capacidades del sujeto permanecen en movimiento en estos procesos de resignificación y acción social, pero no todos actúan en el mismo nivel de consciencia y de aparición por fuera del sujeto. La autonomía, por ejemplo, podría ser tanto un antecedente como una consecuencia de la acción de resistencia y transformación social, si se le considera una trama de la subjetividad política, pues ésta no es la proyección de lo personal (subjetivo) en lo social, sino lo que se hilvana cuando se es, se está y se hace en el entre nos.

    La subjetividad política se realiza finalmente en el campo del actuar, de la existencia de la vida cotidiana que deviene mundo y deviene en el mundo; actuar entendido como acción vivida y narrada, como prácticas humanas y sociales que son siempre con otros para el logro de lo construido, ‘sentido común' que siempre es plural (Alvarado, Ospina, Botero & Muñoz, 2008, p. 33).

Así, la autonomía es una potencia del sujeto y de la sociedad, para: interrogarse por el mundo inmanente y simbólico que le rodea, comprender cuándo y qué es necesario transformar, atisbar otros posibles, y decidir y hacer el que desean.

Es de notar que, desde esta idea, la autonomía estaría presente en los dos momentos de los procesos de transformación de las condiciones sociales por el que desarrollan su acción estos sujetos jóvenes. Y en ninguno de los dos momentos podría aludirse a una autonomía solamente como libertad de pensamiento, como la ilustración del sujeto que le permita pensar libre de ‘ataduras'; sino, la posibilidad realizada que se ha mencionado de criticar, de sentir la necesidad de transformación, de soñar, y efectivamente de producir tales transformaciones.

Desde esta idea, la autonomía quizá represente una forma de enfrentar lo que Zemelman (2004) encuentra como el problema de fondo de la situación compleja que afrontan las sociedades latinoamericanas: el repliegue del individuo a sí mismo, el cual está fundamentado en las imbricaciones entre "el miedo que nace de la ignorancia, la ignorancia que genera apatía, la apatía que genera aislamiento, el aislamiento que lleva a las personas a replegarse en sí mismas" (Zemelman, 2004, p. 93).

Si además se considera que estos factores del repliegue del sujeto, de alguna manera han caracterizado la historia de este continente, entonces podría resultar potente comprender la base de este encadenamiento como aliado de los movimientos autónomos de los sujetos y de las sociedades que deciden su destino; es decir, comprender el miedo en el papel de detonante y potenciador de la acción. "Los miedos son una motivación poderosa de la acción humana y en particular de la acción política, condicionan nuestras preferencias y conductas tanto o más que nuestros anhelos" (Lechner, 2002, p. 43). Es como decir que, apalancar en los miedos los movimientos de autonomía y la acción, implica reconocer la historicidad de los seres de carne y hueso que con claridad conectan su experiencia vital de múltiples adversidades con su participación en la institución de la sociedad.

En los contextos locales violentos en los que se mueven cotidianamente estos jóvenes y estas jóvenes, el miedo representa una condición ineludible; no obstante la adversidad, se yerguen sobre sí mismos y abandonan el carácter meramente lamentativo. Esto no ha significado la negación de la afectación producida por diversas condiciones de amenaza con ocasión de sus acciones sino, más bien, la emergencia de formas creativas de resistencia que se concretan fundamentalmente en la denuncia pública y en el arte mismo como resistencia. Dicho de otro modo, no desconocen lo natural del sentimiento del miedo en sus vidas; éste permanece pero no limita su capacidad de acción. Es como un salir de sí mismos sin irse de sí, una vez que los miedos ya sentidos no se abandonan (más bien se actualizan) pero se utilizan para potenciar sus problematizaciones de la realidad y sus construcciones.

Salir de los miedos sin irse de ellos, habitar otros caracteres que lo trascienden y desbordan en formas creativas de existencia, es apuntalar movimientos de autonomía que desgastan el totalitarismo de las prácticas de vida impuestas y adoptadas como tradición, y quizá contribuyan a agotar la indiferencia, lo que, justamente, es uno de los motivos de su acción.

    La autonomía no como mera retórica, no como metáfora, no como discurso sin sujeto. Porque discursos sobre la libertad que no tienen sujeto hay muchos. Pero discursos de la libertad con sujetos hay pocos. Porque se necesitan sujetos que sientan la necesidad de ser autónomos, dentro de sus propias determinaciones históricas que nadie puede negar (Zemelman, 2004, p. 103).

     

7. Desobediencia y resistencia como autonomía en movimiento

Con todo esto, habría que afinar la mirada para perfilar, tal vez, dos funciones de la autonomía en esta experiencia de jóvenes que resisten al militarismo y al patriarcado: una, autonomía para la constitución y despliegue de la subjetividad; y dos, autonomía para la acción colectiva. Desde el punto de vista de la subjetividad, estos sujetos jóvenes no se acomodan en las etiquetas y estereotipos dados por la sociedad; optan conscientemente por producirse cotidianamente a partir de sus posturas filosófico-políticas de noviolencia y desobediencia, que le dan sentido a sus acciones de resistencia, y a partir de la decisión sobre su cuerpo como primer territorio de soberanía: "…por qué no podemos llevar nuestro cuerpo en la forma en que nos venga en gana, sabiendo que es nuestro, que es una decisión autónoma que yo tomo desde mi poder" (Joven de la Red Juvenil de Medellín). La desobediencia aparece como el principio político que lleva a la declaración y acción de resistencia, que se da en el plano personal tanto como en el colectivo.

En palabras de Cubides, la autonomía es una noción sintetizadora de algunas condiciones del sujeto político que tiene que ver con "la capacidad de pensar por sí mismo, sin desconocer al otro, y reconocer, crear, disponer en la práctica los principios que orientan la vida; es la capacidad para reformular proyectos personales para autodirigir su realización de manera responsable" (2004, p. 124).

En la intención de transitar de la capacidad de pensar por sí mismos sobre la dignidad de sus vidas en los contextos que las contienen, pasando por la crítica del proyecto instituido de sociedad, hasta disponer en la práctica principios orientadores de la acción para la construcción de otro orden social, podrían leerse los movimientos de autonomía de estos jóvenes; o mejor, la autonomía en movimiento para sus acciones de resistencia y denuncia e, incluso, para el trabajo comunitario. Pues estos movimientos, si bien en buena medida son producidos por los contextos mismos al ser frente a éstos que se actúa, de todos modos implican la toma de consciencia y posición activa frente a las condiciones del mundo que les ha determinado pero no les limita su capacidad de soñar y de hacer otras posibilidades de existencia.

Si se aceptara que la autonomía tiene que pensarse en sujetos políticos, habría que decir entonces, y de manera breve, que el sujeto político sería aquella persona que intencionalmente participa (ya sea por vía partidista en la consideración tradicional de hacer política, o en movimientos sociales u otras posibilidades) en un proyecto político de sociedad. Entre éstos, es posible encontrar a quienes desean ayudar en la transformación de la realidad establecida y a instituir otra sociedad producto de un proceso revolucionario. Según Castoriadis, el proyecto de autonomía individual y social es el "… de una sociedad en la cual todos los ciudadanos tienen una igual posibilidad efectiva de participar en la legislación, en el gobierno, en la jurisdicción y en definitiva en la institución de la sociedad. Este estado de cosas presupone cambios radicales en las instituciones actuales. Aquí es donde puede llamárselo proyecto revolucionario" (Castoriadis, 2006, p. 20).

No obstante la radicalidad subversiva de esta idea de autonomía, habría que denotar que si bien los jóvenes y las jóvenes de esta experiencia de resistencia al militarismo y el patriarcado proponen la construcción de alternativas de sociedad con transformaciones que trastocan lo cultural y lo político, como una forma de ejercer el poder como posibilidad "para", no están interesados en participar en la legislación o en el gobierno, ni en ninguna instancia organizativa vinculada con el Estado. Este desinterés obedece justamente a su consideración de que estas lógicas verticales y violentas de organización social (militarismo y patriarcado) también han sido sostenidas por la estructura estatal, incluso en su misma manera de operar; es decir, que el Estado no sólo favorece estas formas de organización sino que también las utiliza en su propia estructura.

    No nos interesa llegar a un Estado, así sea con otra forma de poder, porque creemos que siempre va a ser autoritario, vertical, jerárquico; no compartimos esta óptica del poder, desde ahí no se construye el poder. El poder en este momento lo vemos como en dos vías: un poder "sobre" que es el poder que utilizan los Estados, el poder de manipulación, para controlar y destinar un orden social, y el poder "para" que tienen las personas para transformar su realidad. En este sentido, proponemos que cada persona tiene el poder, cada persona es capaz de decidir por su cuerpo, su vida. Y queremos que se construya el poder popular, el poder del pueblo; una forma de decidir colectivamente por el rumbo, el poder con el que todas y todos podamos decidir por nuestras condiciones de vida, y por lo que queremos luchar (Joven de la Red Juvenil de Medellín).

Según esto, estos sujetos jóvenes apelan más bien al poder de lo popular para la construcción de la sociedad que desean; y lo popular está relacionado es con los movimientos de autonomía que tienen los grupos sociales para definir el rumbo de su vida, y para mejorar sus condiciones sociales de pobreza con base en sus propias potencialidades; "lo popular para nosotros es como la construcción y la identidad que se pueda hacer desde quienes están reivindicando otras formas de vida y una vida digna y diferente" (Joven de la Red Juvenil de Medellín).

En este sentido, para el caso de la experiencia de los jóvenes mencionados, habría una relación estrecha y vinculante entre lo popular y la autonomía; pues esta última le puede representar a algunos grupos sociales la forma de anclar los sentidos que tienen de la vida en sus prácticas cotidianas. En palabras más claras, la capacidad que como comunidad desarrollan para poner en la cotidianidad de la vida los rumbos que desean, transformando las condiciones sociales adversas; por lo tanto, esta autonomía no está per se en tales grupos sociales, sino que se va dando al ir construyendo la forma de vivir en sociedad. Quizá, por esto, la autonomía termina siendo una vía para huir de las naturalizaciones que esta sociedad ha hecho de lógicas y prácticas perversas, como la sobrevivencia y la indignidad, como formas de vida. Luego, la autonomía representa también la posibilidad para desenajenarse de las lógicas e instituciones naturalizadas que mantienen tales perversiones, en un proceso de autoconstitución social desde los propios horizontes de deseo.

La autonomía es entonces, en esta experiencia, un ejercicio de poder para enfrentar los contextos de múltiples violencias, de soledad y de aislamiento, que se proponen y naturalizan en la sociedad actual, y para pintarse otros caminos que van siendo posibles. "A la naturalización se opone el ciudadano como sujeto, individual y colectivo, que gobierna su futuro. El desafío político radica en recomponer -como experiencia práctica y como imagen ideal- a un Nosotros ciudadano con capacidades de modelar el rumbo del país y de su vida" (Lechner, 2002, p. 19).

 

8. Dinamizadores de la autonomía en movimiento

Más que recuperar la capacidad para criticar el mundo y transformarlo (Alvarado, Ospina, Botero & Muñoz, 2008, p. 30), podría aducirse ahora que la emergencia de la autonomía potencia la articulación de la idea de un nosotros, de la acción política y de la esperanza, como principio práctico.

La idea del nosotros emerge de manera relevante en la experiencia de estos jóvenes y de estas jóvenes en la medida en que sus apuestas políticas no son motivadas ni producidas únicamente en el ámbito de los sujetos, sino que sus apuestas de resistencia y transformación implican el orden social desde el reconocimiento de que no están solos en el mundo y de que sus acciones afectan e involucran la vida de otros. Pero este reconocimiento de la existencia de los otros y de las múltiples formas de afectación, no es sólo como del estar juntos en el mundo sino, siguiendo a Arendt, esencialmente de ser con otros en el mundo en distintos contextos espaciales y epocales. De ahí que la desobediencia, la resistencia y la noviolencia, son críticas a las lógicas y formas de relacionamiento militaristas y patriarcales que cargan historias y sentidos de diversos grupos sociales, en contextos que contienen sus vidas en los tiempos y los espacios. También en sus apuestas de transformación se implica a los otros, por cuanto sus acciones no se agotan en la construcción de alternativas de vida personales, sino que buscan la transformación de las condiciones sociales para grupos amplios cuyas adversidades les afecta en su misma cotidianidad. Es en el entre nos donde se juega la construcción política, la constitución de la vida misma. Pero aquí no emerge un nosotros como suma de muchos, sino como el tramado que se da entre dos y más cuando aparece lo común y cuando se hacen presentes la multiplicidad de perspectivas (Arendt, 1993). En esta experiencia se activa la idea del nosotros cuando los jóvenes y las jóvenes trascienden su vida del vivir en medio de muchos, al vivir con otros haciendo cosas juntos para resistir a las lógicas y prácticas del militarismo y del patriarcado.

Por supuesto, la vitalidad y necesidad de esta idea del nosotros en esta experiencia resulta muy relevante y creativa en estos contextos de apatía y aislamiento de las sociedades latinoamericanas, dado que estas condiciones son las que en buena medida dificultan la posibilidad de asumirse como sujetos activos del ‘desarrollo' pues, según Lechner (2002), se requiere de esta idea para poder asumir los procesos de transformación social como el resultado de la acción propia, y no de la evolución natural.

Es notable que la idea del nosotros entraña la capacidad de actuar con otros en el mundo para hacer realidad lo que también con otros se sueña. La autonomía, desde la perspectiva política de esta experiencia y su construcción del nosotros, no puede pensarse y realizarse sin la acción política, en la medida en que no se trata de la libertad de pensar por sí mismo para un sujeto ilustrado, sino de sujetos que "hacen el mundo que idean", jóvenes que expresan su desobediencia en acciones políticas de resistencia (Arendt, 1959). En últimas, desde esta experiencia la acción política es hacer con otros la realidad que emerge del despliegue de la creatividad, que también se da con los otros. Es, pues, la idea del nosotros y su resolución en la acción política como vivencias de una autonomía que se inaugura y se actualiza en la vitalidad de la experiencia de los jóvenes y las jóvenes que desobedecen y resisten.

Siempre que la acción política no emerge de manera espontánea y natural, sino que responde a reflexiones, necesidades y decisiones colectivas, resulta importante resaltar que uno de los aspectos teleológicos de fondo de la acción política es la transformación inmanente y simbólica del mundo. Esta intención sólo es posible si se considera que el mundo no es acabado, que no está simplemente dado, que más bien es siempre posibilidad, emergencia, expectativa, transitoriedad, cambio. Así, la vida misma se juega en la tensión de

    (…) aquello que todavía no es, lo que empuja hacia sí en el núcleo de las cosas, lo que aguarda su génesis en la tendencialatencia del proceso (Bloch, 2007, tomo 3: 507). El hombre es aquello que tiene todavía mucho ante sí. En su trabajo, y por él, el hombre es constantemente transformado [y transformador]. Se halla siempre adelante ante límites que no lo son porque los percibe, los traspone. Lo verdaderamente propio no se ha realizado aún ni en el hombre ni en el mundo, se halla en espera, en el temor de perderse, en la esperanza de lograrse (Bloch, 2007, tomo 1, p. 293).

La constitución del mundo resulta, de este modo, una permanente tensión entre la emergencia y la agonía de múltiples posibilidades de ser y estar; es un inacabado siendo que también será siempre objeto de interrogación y titubeo.

Desde esta no certeza e indeterminación es que los jóvenes y las jóvenes cuya experiencia habla en este escrito, cada día apuestan por la construcción colectiva de otros mundos posibles, situados cotidianamente en el deseo y en la necesidad de alternativas de vida, en la capacidad de soñar con formas de vida digna y enaltecida, y en la decisión de hacerlas realizables.

    Querer que las cosas vayan mejor es algo que no cesa. Del deseo no se libera uno nunca, o se libera sólo engañosamente. Sería más cómodo olvidar este anhelo que satisfacerlo, pero ¿adónde conduciría ello? Los deseos no cesarían o se disfrazarían con otros nuevos, o quizá también nosotros, desprovistos de deseos, seríamos los cadáveres sobre los que los malvados caminarían hacia su triunfo. No es época para despojarse de deseos (Bloch, 2007, tomo 1, p. 107).

Es esta la capacidad de plantearse alternativas, caminos, utopías; es la esperanza de otras posibilidades, puesta en sí mismos y en los otros. "Si nosotros no imaginamos las cosas que queremos que seamos, ahí es donde nosotros nos limitamos y nos quedamos en esas limitaciones" (Joven de la Red Juvenil de Medellín).

No obstante, esta esperanza no es sólo por el futuro. sino por el presente mismo. La vida no se hace después, se hace en el ahora, en la vida cotidiana, en el cuerpo propio que ya es. Es la esperanza como la necesidad y la creencia en el "poder para hacer una vida distinta". Esperanza basada en el pasado como cosmovisión, presente como posibilidad para y como expresión de lo que se va siendo, y futuro como horizonte para aperturar y desplegar la creatividad (Bloch, 2007; Zemelman, 2004). De manera más transparente, no es la esperanza como espera pasiva sobre el devenir natural de la vida, sino la convicción de la posibilidad de otro mundo en la medida en que se va haciendo cada día con otros.

Esto nombrado da la idea de una autonomía que no es entregada a estos jóvenes, sino que ellos potencian desde sí mismos, a partir de la posibilidad de criticar lo dado de su contexto, siendo conscientes de que lo hacen (cómo, cuándo y para qué), y trascendiendo esta crítica para hacer lo otro soñado con otros. Una autonomía como esperanza de eso otro y de otros como tentativa, en la medida en que se va realizando en la acción como expresión de decisión sobre la propia vida, que se vive con otros.

    La autonomía, la reflexividad y la conciencia histórica tienen que ver con la posibilidad de decidir y actuar en los contextos sociales en los que los y las jóvenes y todos aquellos con quienes interactúan, se involucran, y con las ‘formas de compartir el poder' (Alvarado, Ospina, Botero & Muñoz, 2008, p. 33).

La experiencia de estos jóvenes constituye una invitación a trascender la precaria idea de autonomía: moverla del pensamiento para hacerla en la vida cotidiana; moverla del individuo y ponerla en el despliegue de la subjetividad que se da en el entre nos. Así es como la autonomía es una postura política radical de ejercicio de poder, y en cuyo movimiento se perfilan los propios horizontes de existencia.

 


Notas:

* Este artículo de reflexión es resultado del proyecto de investigación co-financiado por Colciencias, Cód. 1235-452-21077 "Experiencias alternativas de acción política con participación de jóvenes". Alvarado, S. V.; Botero, P.; Ospina, H. F.; Cardona, M.; Castillo, J. R.; Castillo, A.; Díaz, A.; Loaiza, J.; Muñoz, S. M., Muñoz, E.; Orozco, M.; Patiño, J.; Santacoloma, J.; Vega, M.; Uribe, C. (febrero 2009-marzo 2011), Cinde–Universidad de Manizales.

1 Justamente esta idea de heteronomía es la que aleja a las autoras de proponer esa categoría para la lectura de las prácticas políticas de los jóvenes y de las jóvenes, e induce en el presente artículo la apuesta por la autonomía, una vez que la intención es mostrar los movimientos de autonomía de los sujetos jóvenes a partir de la experiencia personal desarrollada con otros, pero que se origina en la capacidad de reflexividad y acción de cada persona.


 

Lista de referencias

 

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    Referencia para citar este artículo: Muñoz-López, S. M. & Alvarado, S. V. (2011). Autonomía en movimiento: reflexión desde las prácticas políticas alternativas de jóvenes en Colombia. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 1 (9), pp. 115 - 128.


     


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