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Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud

versão impressa ISSN 1692-715Xversão On-line ISSN 2027-7679

Rev.latinoam.cienc.soc.niñez juv v.9 n.1 Manizales jan./jun. 2011

 

 

Segunda Sección: Estudios e Investigaciones

 

 

Prácticas participativas en grupos juveniles de Ciudad de la Habana*

 

Práticas participativas em grupos juvenis na Cidade da Havana

 

Participatory practices in groups of young people in Havana City

 

 

María Isabel Domínguez1, Claudia Castilla2

1 Doctora en Sociología por la Academia de Ciencias de Cuba. Directora del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS) de la Habana, Cuba, y Coordinadora del Grupo de Estudios sobre Juventud del mismo Centro. Correo electrónico: midominguez@ceniai.inf.cu

2 Magíster en Teoría y Metodología de las Ciencias Sociales por Clacso - Flacso Argentina. Investigadora del Grupo de Estudios sobre Juventud del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (Cips) de la Habana, Cuba. Correo electrónico: claudiacgcips@ceniai.inf.cu

 

 

Artículo recibido en febrero7 de 2011; artículo aceptado en mayo 4 de 2011 (Eds.)

 


Resumen:

En el trabajo exploramos qué noción de participación tienen distintos sectores juveniles en La Habana y cómo se articula con las prácticas que realizan en los espacios formales de la política, enmarcados en acciones colectivas orientadas al bien común en instituciones, organizaciones y comunidades. Partimos de la hipótesis de que la diversidad (socio-estructural, cultural, subjetiva) debería estar influyendo en la configuración de subjetividades políticas y por consiguiente en sus formas de participación. Los resultados confirman la hipótesis, pues muestran la amplitud y diversidad de dichas prácticas que desbordan el ámbito político, donde “lo colectivo” no está sólo en las formas organizativas sino, sobre todo, en los fines que se persiguen, a la vez que se identifican paradojas que parten de la noción de participación que tienen los jóvenes y las jóvenes, en ocasiones circunscrita al componente movilizativo y menos al decisorio.

Palabras clave: juventudes, participación, prácticas políticas.


 

Resumo:

Neste trabalho exploramos que noção de participação tem os distintos setores juvenis da Havana e como se articulam com as práticas realizadas nos espaços formais da política, dentro das ações coletivas orientadas ao bem comum nas instituições, organizações e comunidades. Partimos da hipótese de que a diversidade (sócio-estrutural, cultural e subjetiva) deveria influenciar a configuração de subjetividades políticas e, conseqüentemente, as suas formas de participação. Os resultados confirmam a hipótese porque amostram a amplitude e diversidade de tais práticas as quais transbordam o âmbito político, onde “o coletivo” não somente está formado pelas formas organizativas, mas também, sobretudo, pelos fins perseguidos. Também identificamos os paradoxos que partem da noção de participação dos e das jovens, em ocasiões, circunscrita ao componente mobilizativo mais não ao componente decisório.

Palavras-chave: juventudes, participação, práticas políticas.


Abstract:

This article explores the notion of participation in different sectors of youth in Havana City and how this is articulated with the practices that carry out in the politics’s formal spaces, framed in collective actions guided to the common well in institutions, organizations and communities. The hypothesis was that the diversity (structural, cultural, subjective) should be influencing in the configuration of political subjectivities and consequently in their participation forms. The results confirm the hypothesis and show the existence of wide and diverse participatory practices that they overflow the political environment, where “the collective” is not only in the organizational forms but, mainly, in the aims that are pursued. At the same time, some paradoxes are identified, based in the youth participation notion, often limited to movilization instead of decision taking.

Key words: youths, participation, political practices.


 

 

1. Introducción

 

La diversidad y complejidad de los grupos juveniles en la actualidad y su re-emergencia en la vida social desde diferentes perspectivas, plantean una multiplicidad de miradas que se posicionan de forma diferente en lo epistemológico a la hora de abordar el tema, y hacen evidente la necesidad de readecuar los marcos interpretativos y los enfoques metodológicos, que permitan dar cuenta de una realidad juvenil en transformación.

Aún cuando los cambios epocales siempre han impactado los contextos en que se configuran y socializan las generaciones, el acelerado ritmo con que éstos tienen lugar en la actualidad, produce modificaciones más significativas que hacen menos estables sus procesos de conformación y más difusas sus identidades como tales, frente a otros criterios estructurantes de mayor estabilidad, como el género o la etnia, o también frente a conflictos sociales más visibles y generales, como las desiguales oportunidades de inserción social y de acceso al consumo, o las amenazas al medio ambiente y sus impactos.

Esas dinámicas nos colocan ante sectores juveniles altamente diferenciados respecto a las generaciones precedentes, pero también con una fuerte diversidad y fragmentación entre sí, que están llevando cada vez más a hablar de juventudes en plural. Esa heterogeneidad complejiza sus prácticas participativas, incluidas las políticas. Amplios sectores se someten a los sentidos impuestos de aspirar a incluirse en la lógica del consumo; otros perciben con escepticismo la posibilidad de generarse proyectos de vida inclusivos y otros se orientan a la construcción de alternativas para la (re)construcción de una sociabilidad diferente.

Los procesos de juventudes en el escenario latinoamericano y caribeño tienen sus particularidades en el contexto internacional y, a su vez, el análisis de los procesos políticos en Cuba brinda una perspectiva distinta al modelo económico y político liberal (o neo-liberal), lo que permite identificar patrones de comportamiento participativo en un contexto alternativo a los modelos democráticos comúnmente en uso, con sus fortalezas y debilidades, y en cualquier caso con sus oportunidades y retos para las prácticas políticas y culturales de los grupos juveniles.

En el presente artículo mostramos resultados de un estudio realizado con grupos de la juventud de la capital cubana, que se propuso explorar sus prácticas participativas, incluyendo las políticas, así como elementos de su subjetividad asociados a dichas prácticas.

 

2. El enfoque epistemológico

La complejidad juvenil actual genera un conjunto de retos desde el punto de vista epistemológico, pues las visiones tradicionales acerca de la juventud y de su papel, que se apoyan en conclusiones anteriores acerca de la relación entre juventud y política, resultan insuficientes y están dando lugar a diversidad de enfoques que van desde fértiles búsquedas conceptuales e interpretativas para dar cuenta de los cambios, hasta reiteradas simplificaciones que van desde plantear que los jóvenes y las jóvenes se han desentendido de la política, hasta concebir como política cualquier tipo de práctica juvenil.

Entre la multiplicidad de retos, tres direcciones parecen esenciales para entender las nuevas realidades juveniles:

    1. Repensar conceptualmente qué se entiende por participación y prácticas políticas, atendiendo a su definición amplia y polisémica vinculada al modelo de sociedad y de democracia del cual se parte, cómo se conciben las relaciones de poder, en qué nivel se sitúa el análisis -macro o microsocial-, y cuáles son los vínculos entre política, sociedad y cultura, o cómo se trata de una práctica “en la cual el pasado, el presente y el futuro se conectan dentro de un hacer” (Negri, 2008, 54), entre otros factores. Aquí resultan pertinentes las preguntas que se formulan otras investigadoras cuando señalan “¿Cuáles expresiones juveniles se legitiman como participación política? ¿Quién o qué da el estatus de participación política/ciudadana juvenil?” (Botero, et al., 2008, p. 605).

    2. Cuestionar la manera misma de concebir la juventud, desde una perspectiva compleja, enfocándose en el análisis de la condición juvenil (Alvarado, et al., 2009), pues las características del momento implican una ruptura de la lógica lineal entre presente y futuro y de la dicotomía entre inclusión y exclusión, procesos que se entrelazan o superponen, lo que cambia la tradicional dialéctica entre ruptura y continuidad en la sucesión generacional, y cuestiona cada vez más la manera simplificada de concebir esa etapa como preparación para la vida adulta. Si bien los orígenes de estos cuestionamientos se remontan a varias décadas (Berger & Luckman, 1968; Bordieu, 1990; Reguillo, 2000; entre otros), el alargamiento de las etapas educativas, la cada vez mayor crisis del mercado de trabajo y la incontenible expansión de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, como factores relevantes, remueven las bases mismas de las concepciones de juventud hasta ahora predominantes.

    3. Por último, el replanteo de las políticas de juventud. La mayor parte de las veces se habla más de las intenciones de las políticas que de sus verdaderos resultados. Otras, se concentra la atención en hacer la crítica a sus enfoques parciales e incompletos y no se valora lo que pueden haber aportado en materia de integración social juvenil. En la mayor parte de las ocasiones se omite el análisis desde la perspectiva de las relaciones de poder que representan (Rodríguez, 2009, 2010; Montoya, 2009). En cualquier caso, el análisis de las políticas de juventud no puede verse al margen de las políticas sociales más generales y de “la política” en un sentido amplio, pues en última instancia ellas encarnan la voluntad política del Estado en relación con sus grupos juveniles. De ahí que no es posible hablar de políticas de juventud sin referirnos al modelo político de sociedad de forma integral. Aunque no es posible prescindir de políticas públicas que coloquen a los grupos juveniles en el centro de la atención y garanticen oportunidades reales para su inserción social a través del acceso a la educación, la salud, el empleo, la asistencia social y la vivienda, es imprescindible que junto a ello estén también las oportunidades para el acceso a los bienes simbólicos, a los espacios para el ejercicio de sus roles ciudadanos. Porque el tema radica en cómo proveer de esas oportunidades, sin restringir la mirada a las juventudes como grupos sólo objeto de políticas, en vez de sujetos protagonistas de la transformación social.

Para responder a esos retos, numerosos autores y autoras se encuentran repensando el tema de la participación política de las juventudes (Baeza & Sandoval, 2010; Núñez, 2008; Borelli et al., 2009). Compartimos la definición propuesta por Botero, et al. (2008, p. 584) cuando señalan “La participación como acción política más que una conducta externa… es un proceso por medio del cual los jóvenes y las jóvenes inciden y autodeterminan su existencia en relación con las condiciones de vida sociales y públicas; o sea, es desde donde se tejen sentidos, posiciones y discursos inter-humanos frente a la vida en interacción con las condiciones del contexto”.

Añadimos que ese proceso debe tener una incidencia en el poder -del nivel de que se trate- lo que implica necesariamente posibilidad de iniciativa y capacidad de decisión. Porque si la participación no actúa como mecanismo democratizador-insistimos, en cualquier nivel- en tanto implica una redistribución del poder y la transmisión de éste a un mayor número de personas, no tendrá verdadera connotación política.

Por eso un punto clave en nuestro enfoque está en valorar las posibilidades que socialmente se crean para facilitarla u obstaculizarla, es decir, para transferir poder a los sectores que participan, para que ejerzan influencia sistemática en el desarrollo de la sociedad y para compartir el protagonismo social con sus correspondientes espacios de influencia. Y en ese marco es que colocamos el análisis de las prácticas políticas juveniles.

Sin embargo, la débil presencia de las juventudes en espacios en los que hayan logrado redistribuir el poder y ejercer roles protagónicos reconocidos socialmente, ha llevado a conclusiones no siempre acertadas acerca de la ausencia de participación juvenil y de sus prácticas políticas y ha abierto el camino a otros enfoques que desde el paradigma sociocultural han intentado comprender las prácticas sociales de la juventud, que al decir de Maffesoli permite “hacer emerger esa realidad social” (Maffesoli, 1995). Por eso coincidimos con algunas sociólogas latinoamericanas en considerar la participación en el ámbito juvenil no sólo desde su relación de empoderamiento con el mundo adulto, sino identificando las formas propias que construyen los jóvenes y las jóvenes (Krauskopf, 2000), y las transformaciones que introducen en el por qué, el para qué y el cómo de la participación (Serna, 1998).

De igual forma, para el análisis de la condición juvenil consideramos de utilidad la caracterización en forma de paradojas, aportada por M. Hopenhayn, la que podría resumirse en el contraste entre autodeterminación y protagonismo, por un lado, y precariedad y desmovilización, por el otro (Hopenhayn, 2004).

Desde nuestro enfoque, esas paradojas exigen plantearse el estudio de la juventud a la luz de la categoría sociológica generaciones, entendidas sobre todo por su socialización en un momento común de la evolución de la sociedad, lo que condiciona prácticas sociales si no relativamente comunes, al menos interconectadas, en etapas clave de formación de la personalidad, que dan lugar a rasgos estructurales y subjetivos específicos que las dotan de una fisonomía propia (Domínguez, 1994, 2008).

La comprensión de la identidad generacional como identidad colectiva, permite entender el significado de las identidades juveniles como procesos que se configuran y reconfiguran en dinámicas inter e intrageneracionales, y captar las conexiones que se tejen en la visible diversidad y fragmentación juvenil. En ello resulta esencial la interrelación que tiene lugar entre la realidad social como conformadora de determinada identidad, incluida la herencia histórica1, y el activismo con que los jóvenes y las jóvenes se apropian, desde su subjetividad, de esa realidad en que están inmersos.

Para la aproximación al conocimiento de cómo ocurre esa (re)construcción subjetiva de los grupos juveniles, conferimos particular importancia a las condiciones y factores históricos y estructurales concretos bajo los cuales ocurren dichos procesos, aun cuando sabemos -si seguimos la lógica conceptual del habitus de Bourdieu- que ello no se produce como un determinismo lineal (Bourdieu, 1990). De manera que se hace necesario tener en cuenta el contexto en que se produce la interacción de esos factores estructurales, históricos, económicos, demográficos, sociales y culturales, y los de naturaleza subjetiva, que confluyen en la conformación de la identidad de los grupos.

Con esos retos conceptuales, hemos abordado el estudio de las prácticas políticas y las subjetividades en grupos de la juventud de La Habana, Cuba.

 

3. Estrategia metodológica

En el estudio nos propusimos explorar las prácticas políticas en grupos de la juventud de la capital del país, a partir de sus adscripciones a organizaciones y espacios formales e informales y de las principales acciones sociales desarrolladas en ellos, así como de sus percepciones y atribuciones de significado a dichos espacios y acciones.

Nos planteamos interrogantes como ¿qué noción de participación social tienen los distintos grupos juveniles? ¿qué sentidos atribuyen los jóvenes y las jóvenes habaneros a sus prácticas participativas cotidianas? ¿cómo se articulan las prácticas que realizan en los espacios formales de la política, enmarcados en acciones colectivas orientadas al bien común (instituciones, organizaciones, comunidades), y las que tienen lugar en espacios no formalizados, entre grupos de pares y vinculados a prácticas culturales o recreativas? ¿qué relación guardan dichas prácticas con sus aspiraciones y, por tanto, cómo las significan?

Exploramos diferentes grupos juveniles en el marco de espacios institucionalizados formales (estudiantiles, profesionales, de organizaciones sociales y políticas) y espacios comunitarios.

Para ello combinamos una perspectiva cuanticualitativa, con el empleo de fuentes secundarias (estadísticas, informes de investigaciones previas), cuestionarios, entrevistas semi-estructuradas y dinámicas grupales, estas últimas realizadas a manera de talleres de construcción colectiva de sentidos, a partir de la dinamización con productos culturales cubanos. Para estos talleres utilizamos fragmentos del video “De Generación” del joven realizador Aram Vidal, y fragmentos de la canción “Cuando salí de La Habana” del Grupo Habana Abierta.2

El trabajo de campo lo hemos realizado en tres etapas.

Las primeras dos etapas las realizamos insertando la exploración sobre las prácticas participativas de la juventud en estudios más amplios y diseñados para otros fines. Tal ha sido el caso del que hicimos con jóvenes ocupados en el sector de la ciencia y la innovación tecnológica en el año 2008, que incluyó 21 centros de investigación de la capital del país y que combinó la aplicación de cuestionarios y entrevistas individuales semi-estructuradas. Asimismo, obtuvimos información del estudio efectuado con estudiantes universitarios de cursos regulares diurnos de dos centros universitarios en los que aplicamos técnicas similares.

Posteriormente, en el año 2009 realizamos un trabajo de campo en cuatro municipios de los quince que tiene Ciudad de la Habana, diferenciados por su ubicación geográfica central o periférica y con condiciones socioeconómicas, socioculturales y de composición de la población, diferentes. Ellos fueron: Centro Habana, Plaza, Marianao y Guanabacoa. En este caso incluimos estudiantes de distintos niveles de enseñanza (secundaria, pre-universitario, institutos politécnicos y universitarios), trabajadores y tabajadoras, y jóvenes que estudian y trabajan simultáneamente.

En las tres etapas de conjunto, estudiamos 1020 personas, que representan una diversa gama de situaciones de la juventud capitalina, aunque con el denominador común que todos y todas se encuentran integrados a la vida social a través del estudio, el trabajo, o ambos.3

 

4. Una mirada a las prácticas participativas de distintos sectores juveniles en la Ciudad de la Habana

Entender las prácticas participativas de los grupos juveniles en Cuba hoy requiere tomar en cuenta que se trata de individuos socializados en torno a una matriz cultural donde el componente sociopolítico ha tenido un elevado peso en la construcción de subjetividades y socialidades.

La investigación actual parte entonces de antecedentes de estudios anteriores, en los que se ha ido siguiendo en el tiempo el significado de las prácticas participativas en el ámbito sociopolítico para los jóvenes y las jóvenes de cada momento, en ese contexto de sociedad altamente politizada, con un fuerte entramado de organizaciones y asociaciones sociales y políticas, que mantienen masivas adscripciones. Una mirada a algunos de esos resultados previos indica que el ámbito sociopolítico, aun cuando mantiene sus formas de organización y conserva su papel de autoridad pública y regulación social, de manera que se muestran altos índices de participación a nivel comportamental, ha ido perdiendo peso en la subjetividad de las generaciones jóvenes.

Así por ejemplo, en la actual década, los grupos juveniles conservan su valoración de la participación sociopolítica entre las principales oportunidades que el modelo de sociedad brinda a la juventud, pero no la sitúan en los primeros lugares, como muestra el Cuadro cuadro Nº 1.

 

 

 

Paralelamente ha dejado de ser significativa en su estructura de aspiraciones, en la que han ido retrasando su lugar a lo largo de las últimas décadas, desde el espacio relevante que ocupaba en la segunda mitad de los años ochenta (ver cuadro Nº 2.) (Domínguez, 2005).

 

 

 

Estos antecedentes nos acercaron a las prácticas participativas actuales de grupos juveniles en la capital del país, y a sus significados.

 

5. Estudiantes, estudiantes-trabajadores y trabajadores de diferentes niveles de enseñanza en varios municipios

El estudio realizado con jóvenes en cuatro municipios de la Capital del país4, contó con una muestra de 441 jóvenes entre 14 y 30 años. De ellas y ellos, 190 son del sexo masculino (43%) y 251 del femenino (57%). Eran mayoritariamente estudiantes y estudiantes-trabajadores5 de diferentes niveles de enseñanza: enseñanza medio-básica (secundaria básica), enseñanza medio-superior (facultad obrero-campesina - FOC6), enseñanza técnico-profesional (instituto politécnico y escuela formadora de maestros primarios) y enseñanza universitaria (sede universitaria municipal - SUM). También incluye un pequeño grupo de trabajadores y trabajadoras que no se encontraba estudiando.

Un primer elemento para valorar las prácticas políticas de la juventud, fue su adscripción a organizaciones, tanto asociaciones estudiantiles como organizaciones políticas propiamente dichas. Los datos muestran que la pertenencia se mantiene en niveles altos. Por ejemplo, el 55% de los estudiantes y las estudiantes de los distintos niveles, reconocen su pertenencia a las organizaciones estudiantiles: Organización de Pioneros “José Martí” (OPJM)7, Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (Feem)8 y Federación de Estudiantes Universitarios (FEU)9. Asimismo, el 27,2% pertenece a la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC)10.

Aunque son jóvenes cuyo tiempo transcurre fundamentalmente en sus centros estudiantiles y laborales, centramos la atención en su espacio comunitario por ser el que compartían desde su diversidad de inserciones sociales. La mayor parte (64,6%) también reconoce participar en el marco de sus comunidades en ámbitos diversos. Las actividades mencionadas se agrupan como muestra el cuadro Nº 3:

 

 

 

Las actividades comunitarias mencionadas engloban acciones encaminadas a realizar trabajos voluntarios para embellecer el barrio, reuniones de las organizaciones barriales (Comités de Defensa de la Revolución-CDR)11 y Federación de Mujeres Cubanas - FMC)12, donde se discuten temas de interés para los pobladores y pobladoras. Las actividades culturales incluyen una amplia gama de prácticas vinculadas a la música, fiestas bailables, teatro espontáneo, descargas, peñas, etc. Las actividades políticas incluyen la participación en organizaciones, marchas, elecciones, actos conmemorativos, debates de temas de actualidad política, etc., y las otras actividades que realizan en las comunidades se refieren fundamentalmente a juegos y encuentros deportivos.

La mayoría de los jóvenes y de las jóvenes encuestados identificó la existencia de espacios para la participación cultural y política en sus comunidades, desde las propias organizaciones sociales y políticas, así como las Casas de Cultura, grupos de aficionados, talleres para la creación artística y literaria y los talleres de transformación integral del barrio (Ttib)13, aunque estos últimos con menor presencia debido a que no tienen una localización extendida en todas las comunidades (sólo el 10,3% de los jóvenes y las jóvenes hicieron mención a ellos).

Sin embargo, a pesar de la amplia gama de actividades en las que participan, la satisfacción con esas prácticas está fragmentada (44,6% está satisfecho, 49,8% no y 5,4% no respondió). Las principales razones de satisfacciones e insatisfacciones se reseñan en el cuadro Nº 4:

 

 

 

Resaltan de esos datos algunos elementos. En primer lugar, es mayor el número de jóvenes que no responden a los motivos de satisfacción, que los que no responden a los de insatisfacción, como si fuera más difícil identificarlos o hubieran respondido así formalmente. De igual modo, los motivos mayoritarios tanto en un caso como en otro son poco explicativos de las razones reales que condicionan sus respuestas, lo que impide tener una visión más profunda de la valoración que hacen de esas prácticas. El hecho de que den tanto peso como motivo de satisfacción a su carácter instructivo, los recoloca, como sujetos participantes, en el rol de receptores de las prácticas, lo que guarda relación con la noción de participación a que haremos referencia a continuación. Ello correlaciona el hecho de ser escasas directamente con el peso que tiene en las insatisfacciones, lo que reitera la posición de esperar a participar en lo que otro organiza y para lo que son movilizados. La utilidad de esas acciones alcanza poco valor tanto en un sentido como en otro, y su impacto en la transformación ni siquiera se menciona.

¿Qué noción de participación social tienen estos grupos juveniles?

Para comprender mejor los resultados anteriores, indagamos en la noción que tienen de participación social. En los cuatro talleres realizados con jóvenes de distintos niveles de enseñanza14 preguntamos qué significaba para ellos y ellas tener participación social. En cada uno de los talleres brindamos un conjunto de respuestas que pueden agruparse en las siguientes nociones:

• Motivación por hacer algo, algo en lo que tienes interés, deseo, que te inspira, te gusta, te nace hacer.
• Formar parte de algo, sentirte parte, incluirte, estar presente.
• Estar en actividades, asistir a asambleas, reuniones, trabajos voluntarios, participar en el barrio, en la escuela, en las organizaciones, en grupos culturales, en grupos deportivos.
• Interactuar, integrarse, contacto con otras personas, relaciones, trabajar en común.
• Brindar solidaridad, hacer cosas por otro, por el bien de los demás, algo colectivo.
• Pertenecer a una organización.
• Responder a lo que te piden.

Se destacan cuatro elementos clave para caracterizar los significados atribuidos por la juventud a sus prácticas participativas: el factor motivacional, el sentido de inclusión, la acción colectiva y el bien común como fin. Sin embargo, no hay ninguna referencia al alcance de la participación ni a su impacto; es decir, si esas prácticas están concebidas para influir en la toma de decisiones en el ámbito en el que actúan y con ellas modificar las condiciones que motivaron la participación.

¿Puede la juventud auto-organizar sus prácticas participativas? ¿De qué tipo serían?

En las entrevistas individuales se propuso a los jóvenes y a las jóvenes la posibilidad de crear y dirigir una “Casa de la Juventud”15. ¿Cómo sería esa Casa, qué objetivos tendría, qué harían los jóvenes y las jóvenes en ella?

En muchos casos la primera reacción fue de desconcierto; por ejemplo: “pero una Casa del joven… ¿con qué objetivo?” (masc. # 2, inst. técnicoprofesional, Plaza). No obstante, la mayor parte de los entrevistados y entrevistadas acogieron con entusiasmo la propuesta y se plantearon organizar la Casa. Su diseño fue pensado en tres direcciones básicas:

    1. Un espacio de encuentro y recreación para la juventud:

    Sería un lugar donde los jóvenes pudieran recrearse, compartir, conversar, bailar, que tuviera piscina, un lugar agradable donde se sientan bien, donde se pasara bien, donde existiera buen ambiente (fem. # 1, Esc. formadora de maestros, Centro Habana). A los muchachos les gustaría que tuviera discoteca, piscina, casa de estudio, biblioteca, pues hay jóvenes que son estudiosos, Joven Club de Computación. Los muchachos se sentirían bien y yo también me sentiría bien (masc., secundaria básica, Marianao).

    2. Un espacio de encuentro, formación y recreación juvenil, pero con un impacto en la transformación de la comunidad: Desde la Casa ir a las escuelas a realizar debates con los jóvenes de cómo se sienten en su municipio, cómo pueden ayudar al desarrollo del municipio… hacer bien para los jóvenes, juegos, para tenerlos más animados, más motivados (masc. # 1, inst. técnico-profesional, Plaza). Sería alegre, llena de colores para expresar alegría. Haría actividades, excursiones y ayudar en la cuadra, en la comunidad, hacer trabajos voluntarios. Los jóvenes podrían hablar de sus problemas, consultar sus sentimientos (fem. # 2, Esc. formadora de maestros, Centro Habana).

    3. Un espacio de formación y transformación de la propia juventud: Sería tipo Casa de Cultura, pero en vez de eso… yo la haría que hubiera más diálogo… y que hubiera diversidad, al que le guste cantar que haya gente que lo apoye en su especialidad, al que le guste la mecánica que haya gente que lo apoye, y que compartan ideas, lleguen a una conclusión, a un acuerdo.

    Que la juventud se vea apoyada por esa Casa (masc. # 2, inst. técnico-profesional, Plaza). Podrían ir todos los jóvenes que lo desearan, fueran buenos o malos, y ahí se les enseñaría cómo se deben comportar en la calle, en los lugares, cómo deben ser con las personas, cómo cuidar el medio ambiente. La crearía con el objetivo de mejorar a la juventud. Se harían actividades teóricas y prácticas porque podríamos también montar representaciones de las cosas, de cómo las hacen y cómo deberían ser. Algunos jóvenes se sentirían bien y otros no irían, pero creo que unos cuantos irían y lo disfrutarían. Yo me sentiría bien, sería organizadora de la Casa (fem., secundaria básica, Marianao).

En este ejercicio proyectivo se expresan elementos de gran interés para entender las prácticas participativas de la juventud capitalina hoy.

Por una parte, hay un deseo de recreación en lugares agradables, que debe estar reflejando carencias en la posibilidad de acceder a espacios recreativos por sus elevados costos, ya sean del ámbito turístico cuyo acceso es en pesos convertibles16, o su equivalente en pesos cubanos, y por tanto, no al alcance de la mayor parte de la juventud.

Asi mismo, se evidencia una necesidad de diálogo, de hablar de sus problemas, de compartir sentimientos, típico de la edad juvenil, que ya se expresaba en su noción de participación en el papel que le atribuyen a comunicarse, a interactuar, a establecer relaciones y contacto. Este deseo de interacción se combina con el de inclusión, explicitado en la referencia a tener presente la diversidad de la juventud, que pudieran compartir juntos todos los jóvenes y las jóvenes que lo deseen, “buenos y malos”, lo que llama la atención acerca de posibles estigmatizaciones sociales que estén recayendo sobre determinados segmentos de la juventud y la tendencia al establecimiento de distancias entre ellos.

Está presente en algunos la importancia de involucrarse en la transformación social de su entorno más cercano -la comunidad-, pero más interesante resulta la percepción del papel que puede jugar la juventud en su propia auto-socialización y la motivación de algunos para cumplir esos roles con sus coetáneos, unido al reconocimiento de capacidades para la autogestión de espacios participativos autónomos encaminados a ese fin.

 

6. Estudiantes universitarios de cursos regulares diurnos

Paralelamente al trabajo de campo anterior, se incluyó una búsqueda de información afín en otra investigación realizada con jóvenes estudiantes universitarios de los cursos regulares diurnos. En este caso, la muestra abarcó un total de 194 estudiantes de la Universidad de la Habana (UH) y del Instituto Superior de Ciencia y Tecnología (Instec), pertenecientes a carreras de ciencias naturales, exactas, sociales y técnicas, con edades comprendidas entre los 18 y los 27 años. De ellos, 88 son hombres y 106 son mujeres.

La juventud universitaria de los cursos regulares, y muy particularmente la de estos dos centros estudiantiles -por el tipo de carreras que en ellos se estudia, altamente demandadas y de relativa reducida matrícula- constituyen un segmento con favorables condiciones de vida y de socialización, como resultado del proceso de selección que se aplica al ingreso a estas especialidades. En la Capital del país esta selección es fuertemente competitiva, por lo que resulta en esencia meritocrática, de acuerdo con el rendimiento docente del sujeto escolar en etapas anteriores, al menos desde el nivel de secundaria básica y no solo en el preuniversitario17. Como muestra la tabla 1, este segmento está compuesto mayoritariamente por hijos e hijas de profesionales, de color de piel blanco y con elevado peso de mujeres (esto último no se da tan así en el Instec por ser un centro de especialidades técnicas).

 

 

 

El hecho de haber tenido trayectorias escolares más estables y exitosas y de provenir de familias con mayor nivel de integración social y mayor seguimiento a la socialización de sus hijos e hijas, se expresa en sus prácticas participativas con mayor pertenencia a los ámbitos formales y en percepciones de un mayor nivel de profundización.

Así, estos jóvenes y estas jóvenes mostraron una mayor adscripción a organizaciones estudiantiles, políticas y sociales, que las encontradas en los grupos anteriores. Aquí el 98,5% declaró ser miembro de la FEU y el 78,9% de la UJC. Nótese que mientras los sujetos militantes de la UJC antes eran sólo poco más de ¼, aquí representan más de las ¾ partes. Asimismo, tienen una elevada pertenencia a las organizaciones de la comunidad (el 96,4% son miembros de los CDR y el 100% de las mujeres pertenece a la FMC). El 34,5% ocupa algún cargo de dirección en las organizaciones, es decir que más de 1/3 tiene un rol protagónico en ellas.

La vida universitaria favorece que sus prácticas participativas se desplieguen en diversas direcciones. Así por ejemplo, el 66% de los universitarios y universitarias ha participado en Jornadas Científicas Estudiantiles, el 39,7% tiene la condición de “Alumno Ayudante” por la que cumple funciones docentes de apoyo a la actividad del profesor o profesora en su grupo o en grupos de nivel inferior, y el 8,8% ha participado del Consejo de Dirección de su Facultad, lo que representa la posibilidad de pertenecer a la máxima estructura de dirección del área, como representante de los estudiantes por la FEU, donde se comparten las decisiones que tienen que ver con la vida de la institución.

En las entrevistas encontramos visiones críticas y comprometidas con unas prácticas políticas realmente transformadoras. Por ejemplo:

    (…) yo pienso que uno no puede estar sujeto o atado a esquemas tradicionales en lo político, en lo social, en lo económico, sino que hay que hacer un poco más de aventura, hay que ampliarse más hacia nuevos enfoques… porque somos unos de los pocos países en el mundo que estamos luchando contra toda una hegemonía del capitalismo y sostener una perspectiva, una línea que ha marcado la historia de Cuba es muy difícil… Y para sostener lo que hasta hoy se ha logrado hay que trabajar mucho, sobre todo con los jóvenes, que creo que la juventud hoy estamos un poco en crisis, sobre todo la voluntad, la actitud y la aptitud para enfrentar los problemas y las dificultades que se nos pueden ir presentando en el camino (Masc., estudiante de Bibliotecología e Información Científica).

Un elemento clave en la vida estudiantil es la participación en la ubicación laboral una vez graduados. En Cuba existe por ley, la obligación del Estado de garantizar una ubicación laboral a cada egresado universitario, decisión que se toma atendiendo a una combinación de necesidades de las instituciones empleadoras que solicitan a los egresados y egresadas los méritos de los estudiantes y de las estudiantes, valorados integralmente y no solo por los resultados docentes directos ubicados en un escalafón.

En la definición de esta ubicación participan múltiples factores de la institución universitaria, de las instancias superiores del Ministerio de Educación Superior, del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y del Ministerio de Economía y Planificación, pero un papel relevante le corresponde al propio estudiante y a la organización que lo representa, la FEU. De los sujetos jóvenes encuestados, el 42,3% considera que ellos participan directamente en el proceso y el 51% reconoce esa participación a través de la FEU, aunque sólo el 7,2% considera que el estudiante o la estudiante decide esa ubicación y el 9,3% que la FEU puede hacerlo, decisión que evidentemente es el resultado del consenso de múltiples factores.

Los siguientes testimonios dan cuenta de la variedad de percepciones existentes acerca del proceso de ubicación laboral:

    Hay ubicaciones que se hacen desde 3er o 4to año pues hay centros que se interesan por algún estudiante y van trabajando sus trabajos de cursos, sus prácticas, se les ajusta el plan y si cumplió todos los demás requisitos van para esos centros. Están los otros que no han trabajado y se hace una reunión con los estudiantes, la FEU, la UJC, la Institución y se define su desarrollo integral y no solo su nivel académico (Masc., 6to año de Agronomía y dirigente de la FEU).

    De lo poco que conozco te puedo decir que es demasiado selectivo y que tienen en cuenta poco lo que tú quieres en realidad. Los estudiantes tienen poca participación, al final decide otra gente, el vicedecano, el decano, de acuerdo con las necesidades del país, si hay necesidad de que te manden para acá o para allá, para allá iras, te guste o no (Fem., estudiante de Biología).

En general, los estudiantes y las estudiantes expresaron mayoritariamente sentirse satisfechos o en parte satisfechos ( ver cuadro 5 ) con las posibilidades de participación en sus universidades, tanto en espacios académicos como extracurriculares, con un reconocimiento a las oportunidades que se crean desde la institución.

 

 

También muchas de las visiones acerca de las prácticas participativas de este grupo social están orientadas a su futuro profesional y social. Por ejemplo:

    Como profesional en la esfera que me toque desempeñarme buscaré dar lo mejor de mí, mejorar cada vez más y sobre todo tratar de llevar adelante el lugar donde estoy, quiero trabajar, pero no por decir que estoy trabajando sino para ver resultados y que esos resultados tributen, si estoy en una empresa, en los ingresos que le aporta la empresa al país. Quiero que haya un cambio y quiero esforzarme por eso (Fem., estudiante de Comunicación Social).

    Insertado en un centro laboral, asumiendo otras responsabilidades, pensando de otra manera como igual no pensaba antes de entrar aquí, y mirando la vida de otra forma, con más compromiso, con más responsabilidad y asumiendo grandes desafíos (Masc., estudiante de Física).

 

7. La juventud vinculada a la actividad de ciencia e innovación tecnológica

Por último, haremos referencia a las percepciones y prácticas participativas de los jóvenes y las jóvenes vinculados a la actividad de ciencia e innovación tecnológica. Escogimos este segmento, porque ellos y ellas constituyen un sector particularmente relevante de la juventud: son egresados y egresadas universitarios de elevada preparación y rendimiento y a quienes se les ha atribuido un rol relevante entre los sujetos profesionales y técnicos jóvenes. Ello se debe al papel que tiene la ciencia en la sociedad cubana, en la producción de bienes y servicios de alto valor agregado, que aprovecha la alta calificación de su fuerza de trabajo dadas las fortalezas educativas en un país de escasos recursos naturales y en una época en que el conocimiento es uno de los principales recursos.

Comparten las características de la mayor parte de los egresados y egresadas universitarios en cuanto a su procedencia social, con alto peso de padres y madres profesionales universitarios, alta concentración femenina y mayor peso de personas de color de la piel blanca. Dentro de los sujetos profesionales constituyen un segmento con una elevada calificación y altas motivaciones hacia la profesión.

En este caso, fueron estudiados 385 jóvenes pertenecientes a 21 centros científicos de la Capital dedicados a las ciencias biológicas y biotecnológicas, a las ciencias exactas, técnicas, agropecuarias, y a las sociales y humanísticas. Estaban comprendidos entre los 20 y los 30 años; de ellos, 237 son mujeres y 147 son hombres. La composición de la muestra estudiada ratifica la composición socio-estructural antes referida, con elevado peso de hijos e hijas de profesionales, color de piel blanco y alta presencia femenina (ver tabla 2), a la vez que expresan orientaciones motivacionales hacia la profesión (ver tablas 3).

 

 

 

 

También entre estos jóvenes y estas jóvenes la pertenencia a organizaciones es alta: la absoluta mayoría está sindicalizada. El 58,1% tiene militancia política (43,6% en la UJC y 14,5% en el PCC18), aunque nótese que es una proporción inferior a la de los estudiantes y las estudiantes universitarios de cursos regulares. También se encuentran asociados a organizaciones para la creación e innovación profesional: el 58,2% pertenece a las Brigadas Técnicas Juveniles (BTJ) y el 22,1% a la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (Anir).

Las tres cuartas partes de los jóvenes y las jóvenes encuestados consideraron que en sus centros laborales disponían de espacios reales para la participación en distintas esferas, entre las que identificaron el ámbito institucional (68,6%), el político (56,1%) y el social (50,6%). Ello a su vez lo ubicaron en diferentes niveles de alcance de esas acciones con un mayor peso en los departamentos (64,2%) y en grupos de trabajo (62,9%), y algo menor en el institucional, pero aún así fue referido por más de la mitad (53,8%). En este sentido se destaca que el 21,6% de los jóvenes y las jóvenes dice participar de los Consejos Científicos de su institución y el 16,1% de su Consejo de Dirección.

Sin embargo, al indagar acerca de las razones que fundamentan esas consideraciones, aun tratándose de este grupo, se encuentra el predominio de una concepción de participación que privilegia la condición de sujeto “movilizado” más que de un sujeto protagonista de sus prácticas. Así por ejemplo, como se muestra en la tabla 4, las razones que alcanzan un mayor peso son aquellas que se refieren a “formar parte de…” (del centro, de diferentes organizaciones o de actividades) o disponer de espacios para su desarrollo profesional, pasando por las que valoran ser tenidos en cuenta, frente a aquellas que señalan una participación en la dirección y la toma de decisiones. Aunque en pequeña magnitud, hay un segmento que no visualiza esos espacios participativos. Asimismo, llama la atención la amplitud del número de jóvenes que no respondió (casi la quinta parte), quienes se posicionan en una postura distante y descomprometida pues, sea cual fuere su percepción sobre el tema de la participación en su institución y su propia práctica, evaden una respuesta y se autolimitan en la posibilidad de reflexionar críticamente y ejercer sus roles ciudadanos.

 

 

 

Por último, indagamos según la percepción de los jóvenes y las jóvenes, qué tipo de prácticas participativas proponía la institución y en cuáles participaban, información que dibuja un cuadro de interés para el análisis (ver cuadro 6):

 

 

 

Según lo considera la mayor parte de los jóvenes y las jóvenes, sus centros proponen prácticas participativas en cuatro ámbitos: el referido a la actividad fundamental de la institución vinculado a las prácticas profesionales, de superación e innovación, así como prácticas administrativas, sindicales y políticas. En todos los casos, excepto en el sindical, su participación real es inferior a las posibilidades existentes y ello es más bajo en el ámbito político.

Indagamos sobre estos temas a través de las entrevistas y encontramos diversidad de percepciones acerca de los factores que motivan o no a la participación, así como situaciones también diferentes que la condicionan. Una parte de los entrevistados y las entrevistadas argumentan, desde su propia experiencia, las posibilidades de que disponen y cómo las utilizan. Por ejemplo:

    Participo, soy la jefa de mi comité de base y como juventud sí tengo la posibilidad de expresarme y que me escuchen y los jóvenes de mi comité de base también… pienso que haya jóvenes que sienten que no se les escucha, pero en mi caso te digo que no (Fem., Bióloga).

    Hay actividades a diferentes niveles: de departamento, de la subdirección, participan todos los trabajadores y uno puede dar sus opiniones. En mi caso particular, yo fui por un tiempo secretario del comité de base de la juventud y ahí tienes la oportunidad de dar tus opiniones, y dar a conocer las del grupo, o sea gente que está a tu cargo; he participado en Consejos Científicos y sí se toman en cuenta las opiniones (Masc., Microbiólogo).

Encontramos percepciones diferentes que valoran menos positivamente los procesos participativos. Entre los elementos que aparecen con mayor frecuencia se encuentran el peso numérico de los jóvenes y las jóvenes en los colectivos, las características de las relaciones intergeneracionales que las propician o frenan, la subvaloración que hacen del sujeto joven por su condición de tal y su real falta de interés. Las siguientes opiniones lo argumentan:

    Nuestra participación no ha sido mala, participo en las BTJ, pero como somos tan pocos jóvenes no se sienten, tampoco la UJC. Ya yo soy del PCC, pero en él las personas son muy adultas, muy bien preparados, pero no son dinámicos (Masc. Ing. Agrónomo).

    En cuanto a la participación aquí se hace lo que diga el jefe, la participación es más formal. En las actividades científicas sí se da participación y se tienen en cuenta las opiniones, pero las decisiones son tomadas por los directivos, no se oye mucho la opinión de los jóvenes (Fem., Microbióloga). Podría ser un poco mejor. Hacemos pero pudiera ser más. No creo que sea la institución el límite, la iniciativa de los jóvenes a veces no nace, están apagados, somos muy pocos (Masc., Químico).

    Los jóvenes sí participan en todas las tareas, están involucrados en todas las actividades, lo que ese espacio está muy delimitado a ‘eres joven’. Y eso afecta porque la gente no siente que se le reconoce su esfuerzo y su trabajo (Masc., Virólogo).

    Los jóvenes sí tienen posibilidades de promover a categorías y a puestos superiores, en el caso mío yo lo que no quiero es cargo de dirección, no me gusta dirigir, se me han hecho propuestas, me gusta dirigir proyectos, investigar, pero no cargos administrativos (Masc., Físico).

    Yo no tengo una actitud muy activa fuera de las actividades científicas… entre otras cosas porque son una distracción de la esencia de las cosas. Eso es muy formal en mi opinión, lo del sindicato y eso no es muy eficaz en este nivel, quizás en una fabrica sí, pero aquí no (Masc., Físico).

    Uno puede emitir algún criterio, pero no creo que sea muy tenido en cuenta. Yo como técnico no tengo nada que ver con eso, no tengo que tomar decisiones para nada, eso corresponde a la dirección del centro junto con los jefes de departamento (Fem., Química).

Los últimos testimonios reflejan con claridad dos elementos influyentes en las prácticas participativas de este sector de la juventud: la percepción del formalismo de muchas de esas prácticas, que no son tomadas suficientemente en cuenta ni tienen un real impacto en sus instituciones y, a la vez, el desinterés expresado en “no tengo nada que ver con eso, no tengo que tomar decisiones para nada”, evidencia de posiciones que depositan toda la responsabilidad por el buen funcionamiento institucional en las estructuras jerárquicas de dirección.

 

8. Oportunidades que brinda la sociedad y problemas que los afectan, desde la percepción juvenil

El análisis anterior ha ido develando similitudes y diferencias entre los grupos juveniles estudiados, en cuanto a su adscripción a organizaciones sociales y políticas, a la noción de participación y sus fines, a las prácticas participativas concretas y a las percepciones acerca de cómo transcurren esos procesos.

Hay coincidencia en reconocer un conjunto de oportunidades que les brinda la sociedad, entendida como sistema político, entre las que destacan con un consenso mayoritario las oportunidades educativas, a partir de una educación gratuita, con acceso a las universidades y a la adquisición de una profesión. También alcanza una buena valoración la oportunidad de trabajar, de acceder a un empleo; de disponer de opciones culturales y recreativas y tener acceso a la atención de salud, como se aprecia en la tabla 5.

 

 

 

De igual forma, es elevada la coincidencia de percepciones acerca de los principales problemas que afectan a la juventud y cuya solución debería ser una prioridad social, como lo refleja el Cuadro Nº 7:

 

 

 

La principal diferencia es el peso que alcanza la pérdida de valores, falta de educación formal, de solidaridad y de comunicación que refiere el primer grupo y que no está presente en los dos restantes, lo que se puede explicar por las diferencias educativas de procedencia socio-estructural, y también por las características de los barrios de procedencia, que implican interacciones sociales más marcadas por esos rasgos que las que pueden encontrar los otros dos segmentos más “elitizados”. Asimismo, el hecho de que este grupo no señale entre los problemas priorizados la falta de transporte, debe estar condicionado por la mejoría del servicio de transportación urbana que se produjo en la Capital durante el año en que se recogió la información y que marca una diferencia en la situación en relación con los momentos anteriores. También puede incidir el hecho de que estos sujetos jóvenes desarrollan sus principales actividades de estudio y trabajo en sus propias localidades de residencia y utilizan con menos frecuencia los servicios de transporte.

El resto de los problemas planteados coinciden: situación de la economía y su impacto directo en los individuos a través del desbalance entre salarios y precios, situación que aunque afecta a toda la población tiene un impacto mayor en la juventud que recibe ingresos más bajos por su reciente incorporación a la vida laboral y sus intereses de consumo, en los que los temas recreativos, por ejemplo, tienen un peso, como ya lo evidenciamos previamente, a la vez que tienen un alto costo.

Se destaca la coincidencia en señalar la falta de disponibilidad de viviendas; también un problema más general, pero que recae con especial énfasis en la población joven (nótese que es el primer problema que refiere el grupo de la juventud científica, que por la etapa de la vida en que ya se encuentra, de una mayor edad, haber completado una carrera y encontrarse trabajando, aspiran a emanciparse de su familia de origen y constituir la suya propia o al menos vivir de manera autónoma, para lo cual, disponer de una vivienda es un elemento clave para materializar su proyecto de vida). Por último, es también común la percepción acerca del impacto negativo sobre la juventud, del delito, las ilegalidades o la violencia.

La identificación de problemas combina visiones más comprometidas con el funcionamiento de la sociedad (valores, economía, delito), con aquellas que tienen un impacto más directo sobre sus propias vidas, sobre todo en el plano de las condiciones materiales (salarios y precios, vivienda, transporte). Estas visiones pueden estar condicionando sus nociones de participación y sus propias prácticas, si recordamos por ejemplo, los propósitos declarados ante la opción de que la juventud pudiera crear y autogestionar un espacio propio (la Casa de la Juventud).

 

9. Algunas conclusiones aún inconclusas

Los resultados de los estudios realizados, a la luz de los retos epistemológicos planteados al inicio, evidencian cómo distintos grupos juveniles de la Capital cubana son portadores de prácticas participativas amplias y diversas, que incluyen y desbordan el ámbito político, no solo por la adscripción y militancia en organizaciones de este corte, sino sobre todo por el significado social de una parte de ellas.

Si retomamos la definición de participación utilizada, se aprecia que se trata de prácticas colectivas, donde “lo colectivo” no está sólo en las formas organizativas sino sobre todo, en los fines que se persiguen, con una estrecha vinculación entre pasado y presente, aunque también se constata la limitada conexión con el futuro a partir de una noción de participación, en ocasiones anclada a sus niveles más primarios, bastante circunscrita al componente movilizativo y menos al decisorio.

Ello se relaciona con la creciente tendencia al envejecimiento de la población cubana, que tensa las posibilidades que tienen las juventudes para situarse y utilizar los espacios sociales de toma de decisiones y ejercicio del poder, lo que fue expresado en sus percepciones de subvaloración del impacto real de sus prácticas participativas por parte de las generaciones mayores. Este constituye uno de los principales retos para la sociedad cubana en materia de relaciones intergeneracionales y continuidad de su proyecto sociopolítico, pues implica repensar las formas actuales en que se concibe la participación juvenil y contrastar miradas sobre el tema desde pertenencias generacionales distintas.

La posibilidad de incidir en el poder está atravesada por dos dimensiones clave que destacábamos en la propia definición de particpación: posibilidad de iniciativa y capacidad de decisión. Los resultados apuntan a que estos procesos se expresan de forma compleja, a veces paradojal, pues se perciben condiciones contradictorias para sus prácticas participativas, las que hemos contrastado y resumido en el cuadro 8 que se ofrece a continuación.

 

 

 

Sin lugar a dudas, esas nociones contradictorias tienen importantes significados para la conformación de la subjetividad política de los grupos juveniles y su concreción en sus prácticas participativas, así como para las relaciones e impacto en las dinámicas intra e intergeneracionales.

Por ello, estos resultados valorizan la pregunta formulada acerca de cuáles expresiones juveniles se legitiman como participación política, pues en un contexto como el cubano, en el que existe una densa red de organizaciones formales, puede proliferar la tendencia a clasificar y encasillar las distintas prácticas en compartimientos estanco que desdibujen o magnifiquen el significado de algunas de ellas.

Las evidencias empíricas encontradas brindan elementos para contrastar más profundamente -desde los referentes teóricos- las metas políticas socialmente definidas para la participación juvenil, con las nociones de participación que tienen las propias juventudes y con sus prácticas concretas. Ese será un objetivo clave en la continuidad de nuestros estudios, con el fin de contribuir al necesario replanteo de las políticas públicas dirigidas a estos grupos sociales.

Dichas políticas, así como el diseño de los procesos de socialización juvenil, han estado caracterizados por su universalismo y son altamente valorados por los jóvenes y las jóvenes, como ha podido constatarse cuando se han referido a las oportunidades que les brinda la sociedad, pero están requeridos de un diseño más participativo que recoloque a las juventudes en sus roles de protagonistas activos de la transformación social.

 


Notas:

* Artículo de investigación científica y tecnológica elaborado como resultado de la investigación realizada en el marco del proyecto internacional del Grupo de Trabajo (GT) de Clacso “Juventud y nuevas prácticas políticas en América Latina”, cuya recogida de información se realizó entre los años 2008 y 2009, año en que finalizó la investigación. Preparada la primera versión para el V Encuentro Internacional de dicho GT, celebrado en Quito, Ecuador, del 21 al 24 de abril de 2010.

1 Al decir de Álvaro García Linera (Negri, 2008, p. 66), “Es sobre el derecho conquistado por sus padres que hoy sus hijos se pudieron plantear nuevas utopías y nuevos horizontes”.

2 Diseñamos los talleres a partir de la utilización de productos culturales realizados por jóvenes, que abordan temas sensibles de su realidad, para crear un ambiente cercano y de fácil expresión de sus aspiraciones, percepciones, y valoraciones. En el caso del documental, es una producción del Movimiento de Nuevos Realizadores (jóvenes que se insertan con sus primeras obras en el mundo del audiovisual), que aborda problemáticas juveniles, sus aspiraciones, su participación social, y pone el énfasis en las relaciones intergeneracionales. La canción es una producción de un grupo musical que se encuentra entre los más escuchados por las juventudes y aborda la identidad juvenil, la participación social y la emigración, temáticas en sintonía con los objetivos del estudio.

3 Una visión integral de la juventud requería haber incluido en el estudio a segmentos de jóvenes desvinculados de la actividad de estudio y trabajo, cuyas prácticas participativas, así como sus percepciones sobre éstas, deben diferir sustancialmente de las aquí encontradas, pero ello desbordaba las posibilidades de este trabajo, sobre todo en términos de tiempo.

4 Ver el acápite III. Estrategia metodológica.

5 Los estudiantes y las estudiantes de la FOC y de la SUM son mayoritariamente trabajadores y trabajadoras.

6 Tipo de enseñanza donde jóvenes que no alcanzaron el 12º grado en los cursos regulares, pueden hacerlo como trabajadores o trabajadoras en horario nocturno.

7 OPJM (Organización de Pioneros “José Martí”: Organización estudiantil con carácter masivo que agrupa a los estudiantes y a las estudiantes del segundo ciclo de enseñanza primaria (de 4to a 6to grado) y a los de secundaria básica (de 7mo a 9no grado).

8 FEEM (Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media): Organización estudiantil que agrupa a los estudiantes y a las estudiantes de la enseñanza media superior (10mo a 12vo grado) y a la que pertenecen tanto estudiantes de pre-universitario como de la enseñanza técnico-profesional.

9 FEU (Federación Estudiantil Universitaria): Organización estudiantil que agrupa a los estudiantes y a las estudiantes de universitarios; fundada en la década de los años 20 del pasado siglo, atesora una larga tradición de lucha.

10 UJC (Unión de Jóvenes Comunistas). Organización política juvenil, con carácter selectivo para su ingreso, con un rango de edades entre 14 y 30 años.

11 CDR (Comité de Defensa de la Revolución): Organización barrial, fundada a inicios de la Revolución con el fin de organizar a la población a nivel de cuadras para las distintas tareas del momento. A lo largo de los años han tenido un importante papel organizativo y movilizativo en la comunidad, en prácticas de prevención de salud, atenuación de impactos de desastres naturales, prevención de delitos, reciclaje, higienización y muchas otras. Abarca a toda la población a partir de los 14 años.

12 FMC (Federación de Mujeres Cubanas): Organización también de nivel barrial-comunitario, que agrupa a las mujeres de 14 años en adelante, encaminada fundamentalmente al trabajo educativo hacia la mujer y la familia, la igualdad de géneros, la prevención social, la atención a la niñez, la prevención de salud, entre otras.

13 Ttib (Talleres de Transformación Integral del Barrio): Son asociaciones vecinales constituidas en algunos barrios de la Ciudad de la Habana con carencias socio-económicas y otros problemas sociales, pero en muchos casos con una fuerte cultura tradicional. Los Talleres, con el impulso de promotores locales, se proponen —como su nombre lo indica— trabajar por una transformación integral que incluya cuestiones materiales como la construcción o reparación de viviendas, de los viales, etc., y a la vez se trabaja por la recuperación de las tradiciones y la cultura, la formación de la niñez y la juventud y la eliminación de problemas sociales como alcoholismo y violencia.

14 Los talleres tuvieron la siguiente composición: Taller Nº 1: Lo realizamos en una escuela secundaria básica del municipio Marianao. Participaron 10 jóvenes de noveno grado, 5 muchachas y 5 muchachos. Taller Nº 2: Instituto de la enseñanza técnico-profesional del municipio Plaza. Participaron 10 jóvenes, todos varones, que es la composición mayoritaria de esa escuela. Taller Nº 3: Escuela formadora de maestros del municipio Centro Habana. Participaron 15 jóvenes, todas mujeres, que es también la composición mayoritaria de esa escuela. Taller Nº 4: Se realizó en una Facultad obrero-campesina. Participaron 10 jóvenes, 6 hombres y 4 mujeres.

15 Existen en los municipios Casas de Cultura y Casas de Orientación a la Mujer y la Familia, pero no existen Casas de Juventud, sólo de manera puntual en alguna localidad que la haya auto-organizado.

16 Téngase en cuenta que en Cuba circula una doble moneda, el peso cubano (CUP) y el peso convertible (CUC), este último cambiable por moneda libremente convertible y con un valor 24 veces mayor al del peso cubano. El salario de los trabajadores y trabajadoras se paga en pesos cubanos, por lo que el poder adquisitivo de las familias se ve limitado para acceder a bienes y servicios que no satisfacen necesidades básicas y que se ofrecen en la otra moneda o su equivalente, como lo son una parte de las opciones de recreación.

17 Está constatado en diferentes investigaciones y estadísticas continuas, que los estudiantes y las estudiantes que ingresan a la universidad por la vía regular, proceden mayoritariamente de centros pre-universitarios de excelencia, como son los institutos pre-universitarios vocacionales de ciencias exactas (Ipvce), a los que también se accede al finalizar noveno grado, por un riguroso proceso de selección de acuerdo con el mérito académico.

18 PCC (Partido Comunista de Cuba): Partido político con carácter selectivo y único, al que sus militantes se incorporan como regla a partir de los 30 años, pero al que ingresan jóvenes con menos edad procedentes de la UJC por su destacada trayectoria política.

19 Se denomina educación formal a las normas de convivencia ciudadana.

 


 

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Referencia para citar este artículo: Domínguez, M. I. & Castilla, C. (2011). Prácticas participativas en grupos juveniles de Ciudad de la Habana. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 1 (9), pp. 141 - 160.


 


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