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Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud

Print version ISSN 1692-715X

Rev.latinoam.cienc.soc.niñez juv vol.10 no.1 Manizales Jan./June 2012

 

 

 

Segunda Sección: Estudios e Investigaciones

 

La experiencia vinculante afectiva del sujeto adolescente infractor*

 

A experiência de vínculo afetivo do sujeito adolescente infrator

 

The binding affective experience of the transgressing adolescent

 

Paula Vanessa Sánchez

Departamento de Estudios de Familia, Universidad de Caldas, Manizales, Colombia. Paula Vanessa Sánchez Agudelo es actualmente docente del Departamento de Estudios de Familia de la Universidad de Caldas, Manizales, Colombia. La correspondencia relacionada con el presente artículo puede dirigirse a Paula Vanessa Sánchez Agudelo, Calle 59 #22-24 - Los Rosales–Manizales. Correo electrónico: vanessa_sanchez23@hotmail.com

 

Artículo recibido en septiembre 14 de 2011; artículo aceptado en noviembre 17 de 2011 (Eds.)

 


Resumen:

En el presente artículo presento los resultados de la investigación llevada a cabo entre los años 2009 y 2010, sobre la experiencia vinculante afectiva del sujeto adolescente infractor en la ciudad de Manizales. Teóricamente la investigación se sustenta en los planteamientos de Jhon Bowlby sobre los Vínculos; epistemológicamente se fundamenta en una perspectiva construccionista que indica que los vínculos se construyen en la interacción y en la experiencia cotidiana. En lo metodológico, es una investigación hermenéutica de la que emergen tres categorías: el Vínculo con el Lugar mediado por la Movilidad Territorial; el Vínculo Parental, la Paradoja del Desligamiento y el Arraigo Profundo; y El Vínculo con los Otros… Lo Flexible es lo Vinculante.

Palabras clave: vínculo afectivo, adolescente infractor, figuras parentales, territorio.

 


Resumo:

Neste artigo apresentam-se os resultados da pesquisa realizada entre os anos 2009 e 2010 sobre a experiência de vínculo afetivo do adolescente infrator na cidade de Manizales, Colômbia. Teoricamente, a pesquisa sustenta-se nos enfoques de John Bowlby sobre os Vínculos; epistemologicamente fundamenta-se numa perspectiva construcionista a qual indica que os vínculos são construídos na interação e na experiência cotidiana. No aspecto metodológico è uma pesquisa hermenêutica da qual emergem três categorias: O Vínculo com o Lugar mediado pela Mobilidade Territorial, o Vínculo Parental, o Paradoxo do Desligamento e o Vínculo profundo, como também o Vínculo com os Outros... O Flexível e o Vinculante.

Palavras-chave: vínculo afetivo, adolescente infrator, figuras parentais, território.

 


Abstract:

In this paper I present the results of a research conducted in Manizales (Colombia) between 2009 and 2010, on the affectionate binding experiences of transgressor teenagers. Theoretically the study is based on John Bowlby’s attachment theories. Epistemologically it is based on a constructionist perspective which indicates that bonding is constructed by social interaction and daily experiences. From the methodological point of view, this is a hermeneutic research in which three categories emerge: Bonding with the Place, mediated by Territorial Mobility; Parental Bonding: Paradox of Detachment and Affective Roots; and Bonding with others. What is flexible create bonds.

Key words: affective bonding, transgressor teenager, parental figures, territory.

 


1. Introducción

En el presente artículo evidencio la experiencia vinculante del sujeto adolescente infractor con actores específicos, tales como las figuras parentales, los amigos y amigas, los profesores y profesoras, en escenarios como el barrio y la escuela. La inquietud emerge de un ejercicio profesional que implica el contacto directo y permanente con adolescentes infractores e infractoras, en el cual identifiqué la infracción a la ley penal como una actividad que va más allá de la búsqueda de la satisfacción de las necesidades, y que responde más bien a intereses, conceptos, expectativas que se ligan profundamente a lo emocional. Aunado a ello es importante tener en cuenta que entre los sujetos adolescentes infractores cada vez se ha hecho más evidente el común denominador de fragmentaciones y desligamientos en sus experiencias afectivas de vida. Con base en lo anterior estructuré la pregunta que direcciona el estudio: ¿Cómo se establecen los vínculos afectivos del sujeto adolescente infractor?

Indagar el tema de la afectividad desde el área de la Psicología implicó entender la mirada desde diferentes enfoques. Expongo entonces, en el marco teórico, algunos planteamientos clásicos y contemporáneos que terminan por evidenciar la importancia del esquema afectivo en la relación con el mundo y el comportamiento; presento la concepción de Antonio Damasio respecto a lo emocional y lo afectivo desde la neurociencia; retomo a Winnicott en sus explicaciones sobre el papel de la madre en el esquema afectivo de los niños y niñas, aunque encuentro reduccionista el centrar la vida afectiva en el rol de la progenitora; y despliego entonces la teoría de Jhon Bowlby, quien habla de la importancia del vínculo pero sin el énfasis específico en la relación madre– hijo o hija, sino dándole cabida a otros actores determinantes en la experiencia vinculante, teniendo en cuenta que la experiencia afectiva del sujeto adolescente está caracterizada por “ires y venires” de las personas que lo rodean.

La postura epistemológica en la que se sustenta la investigación es el Construccionismo (Ibáñez, 2001), dado que se concibe que los vínculos son construidos, a pesar de que hay un contexto determinado en el cual emergen; éste no es suficiente predictor de su naturaleza, es precisa la experiencia cotidiana para que se configuren; tampoco hay un momento en el que los vínculos se encuentren acabados y totalmente definidos: permanentemente se transforman sus matices de acuerdo con concepciones, elementos relacionales y vivencias.

Metodológicamente, a partir de lo teórico y de lo epistemológico consideré que la mejor forma de llegar a la comprensión de la experiencia vinculante son las narrativas y los discursos de los actores principales: los adolescentes infractores. A partir de tal concepción encontré como diseño más pertinente la hermenéutica cualitativa; sin embargo creí importante establecer los tipos de vínculos y las tendencias psicológicas comportamentales de los sujetos participantes, por lo cual determiné la utilización de instrumentos de tipo cuantitativo para responder a una fase descriptiva. De tal manera llegué a un método complementario que me permitió combinar elementos de los paradigmas cualitativo y cuantitativo, y para el análisis logré la triangulación de la información desde las dos perspectivas con la teoría.

Entre los resultados del estudio, se evidencian importantes similitudes de las condiciones sociodemográficas, además de la tendencia comportamental; mientras tanto, las diferencias se marcaron de acuerdo con el género; hombres y mujeres se comportan de manera diferente en la experiencia afectiva, lo que puede indicar nuevos interrogantes y búsquedas teóricas.

Los hallazgos de la investigación se agrupan en tres categorías: el Vínculo con el Lugar, mediado por la Movilidad Territorial, en el cual el territorio, con su espacio habitado y con el no habitado, y cómo este vínculo condiciona y determina las relaciones. Hay un común denominador en las historias de vida del sujeto adolescente infractor, y son las reiteradas movilidades de su sector de residencia; pude establecer la importancia de tal situación para la experiencia vinculante. Otra categoría emergente es el Vinculo Parental, la Paradoja de los Desligamientos y el Arraigo Profundo; en este apartado describo los vínculos del sujeto adolescente con sus progenitores, y dada la diferencia importante que se marca entre el padre y la madre, expongo los elementos que estructuran la relación con el progenitor, quien generalmente se percibe ausente en el proceso de formación; a su vez, el Vínculo con la Madre, una Pérdida Ambigua con un Arraigo Profundo, evidencia la paradoja de los desligamientos versus un vínculo contundente y denso mediado por las creencias y concepciones socioculturales e históricas. Finalmente, como tercera categoría se tiene el Vínculo con los Otros, lo Flexible es lo Vinculante, en la cual señalo la forma en la que el sujeto adolescente establece su vínculo con profesores y profesoras, amigas y amigos, escuela, instituciones, siendo la Flexibilidad uno de los principios más importantes de la relación, ya que es la que determina la densidad y el reconocimiento.

2. Marco Teórico

2.1 Desarrollo emocional desde la neurociencia

Antonio Damasio, neurólogo de la Facultad de Medicina de Iowa, es un gran exponente de la comprensión biológica de las emociones y los sentimientos, y vincula a la conciencia como el elemento que amplifica el impacto de emoción y sentimiento en la mente. Define las emociones como

    (…) complejas colecciones de respuestas químicas y neurales que conforman un patrón, todas cumplen un papel regulador, destinado de una manera u otra a crear circunstancias ventajosas para el organismo que presenta el fenómeno. La emociones se refieren a la vida de un organismo, a su cuerpo para ser precisos, y su papel es ayudar al organismo a conservarla (Damasio, 2000, p. 67).

En este sentido se comprende que las emociones tienen que ver con la supervivencia y que se manifiestan a través de los cambios físicos y corporales; no es posible separar emoción de conciencia, pues en su forma más sencilla, que es la conciencia nuclear, le permite al organismo una sensación acerca de un momento que es el ahora, y de un lugar que es el aquí.

La conciencia tiene otra modalidad más compleja; es la conciencia ampliada, y es la que, según el autor, le da al organismo una sensación de self, de persona ubicada en un momento determinado de su historia, pues le permite el acceso a la información sobre su pasado vivido y el futuro proyectado; el organismo reconoce su mundo circundante, y este nivel de conciencia corresponde más a la presentación de los sentimientos.

Damasio le da un papel indispensable a la conciencia en el desarrollo emocional, argumentando que amplía el alcance de la mente del organismo y mejora la vida del mismo, siendo elemento fundamental para la autorregulación; la conciencia le permite al individuo ventajas como la evaluación de su sentimiento, la planificación de la respuesta y la predicción de resultados frente a desafíos ambientales; de acuerdo con ello, la conciencia implica una existencia mejor.

A pesar de que las consideraciones se refieren al funcionamiento biológico, el autor no obvia la importancia de las emociones y los sentimientos en la toma de decisiones y en la vida social; por el contrario, considera que son elementos propios de la lucha por el equilibrio, reveladores de la pequeñez y grandeza simultáneas del ser humano. Respecto a las emociones negativas que conllevan al sufrimiento, cita a Spinoza cuando refiere que las emociones negativas deben combatirse a través de emociones positivas más fuertes, para lo cual es preciso el razonamiento y el esfuerzo intelectual (Damasio, 2005, p. 13).

La emoción es de total importancia para el pensamiento eficaz; incluso es evidente que cuando estamos alterados emocionalmente o perturbados, se altera la capacidad de pensar de forma correcta; en condiciones extremas incluso es posible que se altere la capacidad intelectual o de aprendizaje.

En el caso de la población infantil, para sustentar su tesis el autor defiende que los niños y niñas impulsivos y ansiosos tienen un mayor riesgo de padecer problemas tales como bajo rendimiento académico, consumo de sustancias y criminalidad; esto no se encuentra asociado a su intelecto, sino a la incapacidad para controlar la vida emocional. En coherencia con estos postulados, podría pensarse que conductas como la de infracción penal en adolescentes, responden a dificultades en el área emocional, por lo cual vale la pena profundizar en teorías que indiquen las causas de tales problemáticas, más allá del ámbito biológico, y nos ubiquen en el plano del relacionamiento con el otro.

2.2 La propuesta de Donald Winnicott

El psicoanalisista Donald W. Winnicott es uno de los autores que explica el desarrollo emocional con un énfasis en las primeras etapas y relaciones del niño o niña, especialmente con la madre, y a su vez bosqueja la relación directa entre desarrollo emocional y la conducta antisocial. Las consideraciones de Winnicott sobre el desarrollo emocional están basadas en que el ser humano posee una tendencia innata al crecimiento y a la evolución; la detención en el desarrollo es considerada una enfermedad mental. Sin embargo, al remover lo que obstaculiza al ser humano, éste continúa su crecimiento por las fuerzas inherentes a sus tendencias heredadas, lo que no quiere decir que obvie la importancia del ambiente, pues lo reconoce como suelo fértil para el desarrollo.

El inicio del desarrollo emocional, según Winnicott, está caracterizado por la dependencia total con respecto al medio físico y emocional, sin que el niño o niña esté consciente de ella; pero poco a poco empieza a percibirla y va adquiriendo la capacidad para expresar a su medio cuando requiere atención. A medida que se da el crecimiento, hay una tendencia mayor a la independencia; sin embargo, la teoría planteada defiende que la dependencia siempre reaparece. El proceso de la independencia sólo se logra a través de la adaptación sensible del cuidador frente a las necesidades del niño o niña. La adaptación tardía es denominada “mala crianza”, pues llega demasiado tarde y no puede ser aprovechada adecuadamente por los niños (Winnicot, 1998).

Como lo planteé en líneas anteriores, Winnicott correlaciona las patologías con la intervención adecuada / inadecuada por parte de quienes rodean al niño o niña en las primeras etapas; específicamente habla de la Tendencia Antisocial como un síntoma1 que no es propiedad de una patología especial; puede encontrarse en todo tipo de personas, incluso en las que aparentan “normalidad”. El autor considera la Tendencia Antisocial más que un deseo reprimido: es la pérdida de algo que se debe tener por derecho propio, a la cual denomina “deprivación”; también es una forma de comunicación que deja ver esperanza, algo parecido a un llamado de atención en el cual el individuo solicita ser intervenido, solicita que el ambiente reconozca su fracaso y remedie las situaciones que provocaron el daño. Según el autor, las fallas y las pérdidas del medio ambiente presentadas en la niñez, sobre todo en la etapa temprana, generan patologías entre las cuales está la Tendencia Antisocial.

La teoría de Winnicott le da una especial relevancia al ambiente; si bien el autor considera que hay una tendencia innata que sugiere lo que está bien y lo que está mal, es el ambiente estable y confiable el que dinamiza tal capacidad. Esta postura es precisamente la que sustenta la presente investigación, pues es una consideración especial sobre el entorno y las relaciones como facilitadores u obstaculizadores del desarrollo emocional, dando protagonismo a las vinculaciones más inmediatas del niño o niña, aunque la relevancia que se da a la madre como única figura con el potencial suficiente para proveer el cuidado nos pone en el plano de un fenómeno causal, en el que se entiende que la ausencia de la madre es generadora de trastorno, y lo que se pretende es ampliar el estudio incluyendo a otros actores que revisten gran importancia en el desarrollo emocional; por esta razón encuentro pertinente la revisión de una teoría que esté centrada en las relaciones primarias y en el ambiente, pero que al mismo tiempo considere a otros actores de la interacción, dado que la población objeto de la investigación puede no haber tenido un vínculo o relación con la madre, sino haber construido sus interacciones con otros miembros de sus familias extensas.

2.3 La Teoría del Apego

Para dar respuesta a las intenciones planteadas anteriormente, tendré en cuenta las teorías respecto al Desarrollo del Apego, definido como un fuerte vínculo sentido por personas específicas que lleva a emociones positivas cuando se interactúa con ellas (Berk, 1999). El apego se ha considerado como un factor esencial para el desarrollo social y emocional, pues es un mecanismo importante en la explicación de modelos emocionales propios de desadaptación.

Ainsworth, citada por Craig (2001), lo define como las conductas que favorecen la cercanía con personas determinadas. En los primeros meses de la vida se constituyen en comportamientos de señales, orientación y movimientos; si estos comportamientos no se presentan, es difícil establecer el vínculo. Por su parte el psicólogo John Bowlby (1993) plantea en su teoría una combinación de herencia y ambiente al explicar el apego, argumentando que tienen fuertes raíces biológicas, de manera tal que el niño o niña establece sus primeras relaciones a través de señales innatas que son las que llaman al sujeto adulto hacia él; a medida que aparecen nuevas capacidades cognitivas y emocionales mediadas por el cuidado sensible, se desarrolla el vínculo verdadero; es evidente en esta parte la diferenciación de los dos términos, pues el vínculo se presenta como un segundo momento en el que juegan un papel importante factores del aprendizaje, y lo determinan como positivo o no. Los dos autores referenciados defienden que la naturaleza del vínculo es la base de las relaciones futuras en las diferentes etapas de la vida; con base en ello se entiende que el vínculo es un indicador significativo del ajuste psicológico y emocional del sujeto, y los desajustes que puedan observarse en etapas posteriores, como la adolescencia y la adultez, tienen una relación estrecha con el tipo de vínculo establecido en la niñez.

El desarrollo del apego tiene lugar en cuatro fases:

    1. Fase de preapego (nacimiento–2 meses): Presentación de conductas orientadoras y de señales que le permiten al niño o niña establecer el contacto con las personas que lo rodean, y que le sugieren la proximidad. En esta etapa los niños y niñas aún no están apegados a la madre o al sujeto cuidador; evidencia de ello es que les es indiferente permanecer con otra persona adulta desconocida.

    2. Fase de formación del apego (2–8 meses): La respuesta del niño o niña es diferenciada si se está frente a un sujeto adulto conocido o frente a un desconocido. A medida que se da la interacción, el niño o niña entiende que sus conductas influyen en la conducta de quienes le rodean, y desarrolla la expectativa de que sus cuidadores o cuidadoras respondan a sus necesidades cuando lo solicite.

    3. Fase del apego bien definido (8 meses–2 años): El apego con el cuidador o cuidadora es evidente; en este periodo se presenta la ansiedad por separación, cuando en el adulto que representa la confianza hay disgusto y manifestación amplia del mismo. En esta etapa los niños yniñas utilizan a su madre o al sujeto cuidador principal como una base segura para la exploración; es un apoyo emocional de gran importancia.

    4. Formación de la relación recíproca (2 años en adelante): Disminuye la protesta por la separación de la madre o del sujeto cuidador; esto debido a que la ampliación de las representaciones y del lenguaje le permite al niño comprender la ausencia. Empieza la negociación y la persuasión con el sujeto cuidador.

Según Bowlby (2006), fuera de las experiencias que corresponden a las cuatro

fases planteadas, el lazo afectivo continúa su construcción y afianzamiento con los cuidadores y cuidadoras, de manera tal que éste se convierte en base segura a través del tiempo y de la distancia; es decir, ya no requieren la proximidad insistente en etapas como la escolar, pues las bases fueron establecidas de manera arraigada, y esto es suficiente; las interacciones tempranas generan el Modelo Interno de Trabajo compuesto por las expectativas sobre la disponibilidad de las figuras de apego y la posibilidad de que presten apoyo en los momentos en los que se requieren; el MIT se constituye a partir del estilo de interacciones en las primeras etapas.

De acuerdo con las condiciones que el ambiente y los cuidadores o cuidadoras le propician al niño o niña para el establecimiento del vínculo de apego, y según los demás factores que influyen en su configuración, es posible inferir que éste es diferente en cada situación; es decir, algunos pueden estar caracterizados por relaciones de seguridad y confianza, mientras que otros pueden ser de inseguridad y ansiedad. Mary Ainsworth y sus colegas realizaron investigaciones para determinar la calidad del apego, y establecieron cuatro tipos: Apego Seguro, Apego Evasivo, Apego de Oposición o Ambivalente, y Apego Desorganizado / Desorientado (Craig, 2001).

Vale la pena entrar a considerar cuáles son los factores que influyen y se configuran para que como resultado encontremos un vínculo de apego seguro o inseguro. Berk (1999) establece cuatro factores, que afectan significativamente la seguridad del apego en los niños y niñas, y posteriormente se anclan al tipo de respuestas emocionales en diferentes etapas; entre ellos encontramos la Privación Materna, argumentando que la fuerza de esta interacción se hace evidente sobre todo cuando es ausente; al respecto, diferentes estudios han demostrado que a los niños y niñas que han estado institucionalizados se les dificulta formar vínculos con las demás personas, situación asociada a la carencia del vínculo materno, o de cercanía con un sujeto cuidador específico, en caso de estar institucionalizado por la rotación rápida de personal que lo atiende. Otro estudio de niños y niñas adoptados a la edad de 4 a 6 años, indicaba capacidad para establecer un primer vínculo con sus padres y madres adoptantes a esta edad; sin embargo, en la etapa de la adolescencia manifestaron problemas emocionales, que incluían una necesidad excesiva de atención.

Otro elemento determinante en la configuración del vínculo es la Calidad del Cuidado; en este sentido, la insensibilidad de los padres, madres, cuidadoras o cuidadores frente a las necesidades del niño o niña, conlleva a la inseguridad en el apego; este planteamiento se encuentra basado en estudios realizados cuyas conclusiones indican que el apego evasivo, el de oposición, y el desorganizado, tienen una relación directa con un cuidado intruso y sobreestimulante, al cual los niños y niñas responden con una dependencia exagerada, con enfado y con frustración.

Dado que el apego se construye en una relación entre dos miembros y es recíproca, no sólo obedece a las disposiciones externas, sino que las Características Infantiles afectan también la facilidad con la que se construye el vínculo del apego; situaciones como la prematuridad, complicaciones en el parto, enfermedades, hacen que el cuidado del niño o niña sea mas agotador. El temperamento es otra condición determinante; algunos investigadores e investigadoras consideran que tiene mucho que ver en la forma en la que responden frente a situaciones extrañas. Con relación a esta perspectiva, Berk (1999) plantea: “(…) varios estudios informan que el ser propenso al malestar al principio de la infancia está relacionado moderadamente con el apego inseguro posterior (Seifer et. al, 1996, Vaughn et. al, 1992).

De acuerdo con los conceptos planteados, es posible considerar que los Apegos y el Vínculo afectivo son una categoría determinante en el Desarrollo Emocional; por lo tanto las relaciones que el niño o niña establece con las personas que lo rodean, son la base de los recursos para estructurar respuestas emocionales en las diferentes etapas de la vida; de ahí que las respuestas estructuradas en la adolescencia tienen una relación estrecha con la forma en la que se han presentado los vínculos y con la forma como las condiciones propias del ambiente han caracterizado sus relaciones (Bolwby, 1993). Así entonces, la pregunta por la experiencia vinculante afectiva de los sujetos adolescentes infractores cobra sentido; para dar respuesta es pertinente evidenciar a sus referentes más cercanos en la relación establecida, y determinar la calidad del apego como fuente básica de seguridad y confianza; sin embargo, antes se torna necesario comprender la categoría de sujeto adolescente infractor, y ubicarla contextualmente por ser un concepto ligado a las disposiciones jurídicas y legales.

3. Diseño Metodológico

La investigación es cualitativa de tipo hermenéutico; la llevé a cabo bajo un método complementario, de manera que incluye atributos del esquema cuantitativo. Inicialmente tiene una pretensión descriptiva a razón de la cual utilizo instrumentos, y posteriormente se centra en la comprensión del fenómeno a partir de un modelo interpretativo.

3.1 Participantes

Seleccioné una muestra intencional de 11 adolescentes, 6 vinculados al Sistema de Responsabilidad Penal para Adolescentes por la conducta de Hurto, y 5 vinculados por la conducta de Homicidio; el primer grupo conformado por hombres y mujeres en igual proporción, y en el segundo solo se tuvo participación del género masculino, dado que no hay mujeres vinculadas al sistema en esta tipificación de delito.

Hice la escogencia de estas dos tipificaciones de conducta de acuerdo con la representatividad en el sistema; si bien el delito que más se presenta es el Porte de Estupefacientes, éste se da como una situación asociada al consumo de sustancias psicoactivas, y el delito se convierte en un hecho secundario, en una consecuencia de la situación de adicción, y no comporta una intencionalidad específica de infracción, como el Hurto y el Homicidio.

3.2 Instrumentos

    • Ficha de Identificación: Se aplica para consignar información sociodemográfica, como ubicación, tipo de familia, escolaridad, entre otros, basada en información de Historias de Atención de las Defensorías de Familia.

    • M.I.N.I. KID (Mini Internacional Neuro Psychiatric Interview para Niños y Adolescentes): Entrevista dividida en módulos identificados por letras; cada una corresponde a una categoría diagnóstica. La aplico como un tamizaje para determinar Tipos de Trastornos que estén presentes en los sujetos integrantes de la muestra.

    • Cuestionario Personas en mi Vida para Niños: Cuestionario elaborado por Crook, Greenberg y Kusche (1995) People in my Life. Camargo y Mejía (2005) realizaron la adaptación y la validación en Colombia. Esta prueba evalúa la capacidad de vinculación afectiva de niños, niñas y adolescentes con sus padres, madres, amigas, amigos, profesoras y profesores, en escenarios como la escuela y el barrio. Consta de 79 ítem y es de aplicación individual o colectiva; en la presente investigación lo aplico individualmente.

 

3.3 Técnicas

Entrevista semiestructurada, construida a partir de la información previa recogida y de los Diarios de Campo elaborados mediante la intervención disciplinar psicológica en el Sistema de Responsabilidad Penal para Adolescentes.

3.4 Procedimiento

Primera Fase: Establecimiento de criterios de inclusión de la población y revisión y selección de instrumentos.

Segunda Fase: Solicitudes institucionales (ICBF, Juzgado Penal de Adolescentes, Ciudadela Los Zagales).

Tercera Fase: Revisión de Historias de Atención y Diligenciamiento de la Ficha Socio Demográfica.

Cuarta Fase: Aplicación de técnicas e instrumentos.

Quinta Fase: Calificación de Instrumentos y Análisis de entrevistas.

1.5 Resultados

Datos Socio Demográficos

La experiencia vinculante afectiva del sujeto adolescente infractor está condicionada por un entramado de experiencias y situaciones tanto colectivas como individuales que configuran la densidad de sus vínculos, entre las cuales se encuentra un nivel alto de riesgo social asociado a la vulneración de sus derechos fundamentales. Si bien no es posible ubicar el fenómeno de la infracción a la ley en un solo contexto socio económico, es innegable que los sujetos adolescentes de la muestra comparten condiciones adversas en este sentido, lo que marca su encuentro con el otro. El sujeto adolescente infractor de la muestra es un sujeto adolescente consumidor de sustancias psicoactivas, desvinculado del sistema educativo, sin una ocupación específica. A nivel familiar provienen en su mayoría de estructuras monoparentales en línea materna, lo que indica el desligamiento parcial o total del padre en la formación, o bien de familias extensas como alternativa de apoyo frente a la ruptura del vínculo de la pareja previamente; son minoría los sujetos adolescentes que cuentan con la figura del progenitor en su cotidianidad, y esta condición ha determinado su experiencia vinculante. En su mayoría, los sujetos adolescentes infractores son hombres, y los delitos en los que participan las mujeres son de menor complejidad.

Entrevista MiniKid

La experiencia vinculante del sujeto adolescente infractor está condicionada por sus características individuales, por sus tendencias y por los rasgos comportamentales que posibilitan o dificultan el establecimiento de lazos afectivos; encontré principalmente el Trastorno de Conducta, el Trastorno Negativista Desafiante y el Trastorno asociado al Consumo de Sustancias Psicoactivas, como diagnósticos que suponen dificultades en las relaciones interpersonales según el rechazo a las figuras de autoridad, a la cooperación, presentándose entonces como definitivos para vincularse con el otro. No es posible establecer una relación unidireccional que indique que la presencia de los trastornos enunciados es un obstáculo para la vinculación afectiva, dado que en la vía contraria los problemas emocionales son también considerados causas de la emergencia del trastorno, sin que se identifique la causa - efecto, sino que lo afectivo y la conducta se funden y se confunden en una relación estrecha y recíproca que marca la experiencia vinculante. Aquellas experiencias de vida del sujeto adolescente infractor que configuran su esquema afectivo y el vínculo con el otro, se presentan como insumos para desarrollar una actitud disocial, negativista, desafiante (Sanabria, 2009), o para llegar al consumo de sustancias psicoactivas; de otro lado, no interiorizar los límites, rechazar las reglas y las figuras normativas, matiza la forma en la que se constituyen los vínculos y la densidad de los mismos frente a determinados actores.

Cuestionario Personas en mi Vida

La densidad de los vínculos afectivos del sujeto adolescente infractor se presenta diferenciada según los actores que participan en su formación. La densidad más fuerte aparece respecto a las Figuras Parentales; pero en el caso específico con la madre hay una identificación profunda mediada por niveles altos de Confianza y Comunicación, que la afianzan como el agente más relevante de su repertorio afectivo, trascendiendo las experiencias de vida (desligamientos, conflictos, violencia) y dando un protagonismo especial a la madre de familia. En segundo lugar, el sujeto adolescente infractor se vincula con su Barrio o escenario comunitario, a pesar de que lo considera un espacio de alta peligrosidad; esta situación es obviada por el sujeto adolescente sin que represente un riesgo para su experiencia vinculante. En tercer lugar aparece la vinculación con los Amigos, mediada por niveles altos de alienación, dejando ver la alta influenciabilidad del grupo de pares para con el sujeto adolescente. Finalmente, la densidad más baja de los vínculos afectivos se presenta frente a la Escuela y los Profesores y Profesoras; se expresa entonces el rechazo contundente a las figuras de autoridad y lo normativo.

El indicador más bajo desde todos los puntos de vista del análisis fue la Alienación, de manera que el sujeto adolescente infractor se caracteriza por una incapacidad para actuar en la línea de los criterios sociales y colectivos, e independiente de la confianza y comunicación que exista con el otro se mantiene en una negativa frente a lo normativo; pareciera entonces que lo normativo se presenta en contravía de lo vinculante, cuando la vinculación más baja se encuentra en la Escuela; de ahí que las personas con quienes se ha establecido un vínculo afectivo importante parecen no tener suficiente preponderancia en la conducta del sujeto adolescente; es decir, lo afectivo no es lo más importante en la influenciabilidad, razón que explica el por qué los padres o las madres de familia, aun a través de su especial vínculo, no logran eco en el comportamiento de sus hijos e hijas; y el grupo de pares cobra más influenciabilidad sin tener una representación afectiva de gran importancia en el sujeto adolescente infractor.

Hay diferencias importantes en el sujeto adolescente infractor según su género y según la tipificación del delito; tanto hombres como mujeres presentan alta densidad en los vínculos afectivos con la Figura Parental. Sin embargo, hay una vinculación superior de las mujeres con la Escuela y los Profesores y profesoras; aunado a ello, presentan un nivel más alto de Alienación, que se evidencia como un elemento determinante en la conducta de infracción a la ley penal, si se tiene en cuenta que hay una participación significativamente superior de hombres. De otro lado, la Alienación es mucho más baja para adolescentes vinculados por Homicidio, lo que supone que a menor nivel de Alienación más complejidad en la conducta, y más dificultad en la experiencia vinculante con figuras normativas.

3.6 Discusión

El Vínculo con el Lugar mediado por la Movilidad Territorial

La movilidad territorial supone un desligamiento que tiene derivaciones de tipo afectivo y emocional (Aponte, 2009); el espacio conocido provee al individuo de seguridad y de confianza, y en este sentido el desplazamiento supone una pérdida de las mismas; pero el “dejar” no es el único costo: el “llegar” genera la incertidumbre del lugar no conocido, y la narrativa del sujeto adolescente infractor hace énfasis en el miedo y la amenaza que implica el nuevo territorio, traducidas en una actitud defensiva que configura su experiencia vinculante con el otro. Si bien la movilidad es una decisión del grupo familiar en búsqueda de mejores condiciones, es un fenómeno que termina perpetuando las dificultades, pues en uno y otro contexto son comunes denominadores la pobreza, la violencia, entre otras situaciones de vulneración, y a partir de ello se configuran en el esquema afectivo emociones como la rabia y la frustración. La movilidad territorial es un fenómeno que pone a prueba los recursos internos y externos de la personas; requiere la movilización y dinamización de insumos para lograr la adaptación, pero conectar esta realidad con las historias de vida del sujeto adolescente y sus características individuales -específicamente su tendencia conductual y los niveles bajos de alienación que implican dificultad para la adaptación-, tornan la movilidad territorial en una situación compleja.

La movilidad se lee desde el “dejar” y desde el “llegar”; implica “rupturas” y “continuidades”; se deja a los amigos y amigas, a la escuela, pero continúa la pobreza, pues los cambios no generan una mejor satisfacción de las necesidades, continúa la violencia; de acuerdo con ello, la movilidad inicialmente se presenta como una opción de cambio pero se desmitifica cuando los elementos de vulnerabilidad, antes que desaparecer, cobran fuerza.

Lo anterior se refiere al lugar habitado, pero el sujeto adolescente infractor ha constituido también un vínculo importante con el territorio no habitado, aquello a lo que no pertenece pero que quiere conquistar y que termina movilizando su conducta, los espacios de otros escenarios socioeconómicos que son el anhelo y que se arraigan en la realidad del sujeto adolescente. Así entonces, hay una experiencia vinculante con el lugar que se deja, con aquel al que se llega, con el que es propio y con el que no lo es.

Existen territorios no habitados que hacen parte de los sueños y deseos de los sujetos adolescentes infractores, y que es fuente de frustraciones. Se hace referencia a territorios de consumo, espacios de ciudad que no son de todos, que generan emociones como la rabia; o en caso de lograr acceder a ellos momentáneamente generan una sensación de “figurar”, necesidad del sujeto adolescente atenuada por la marginación. El sujeto adolescente infractor está en la búsqueda de conquistar “No lugares”2.

La movilidad territorial tiene un alto costo emocional, porque es el escenario en el que se tejen los vínculos. El territorio es el lugar de las experiencias vinculantes, porque a través de sus dinámicas es el que muestra los códigos y las formas que son legítimas para el sujeto adolescente.

El vínculo parental, la paradoja de los desligamientos y el arraigo afectivo

La naturaleza de los vínculos parentales ha sido tal vez uno de los hallazgos más importantes en el presente estudio, por los múltiples matices que adopta, constituyéndose en un entramado de situaciones que se alejan de cualquier unificación de la realidad para mostrarse como un universo paradójico, en el cual lo afectivo supera el ejercicio de dar y recibir amor, y se ubica sobre todo en los imaginarios y en las prácticas socioculturales, dejando ver que está relacionado no solo con la historicidad del sujeto, sino también con la de su grupo social. Las características más sobresalientes del vínculo afectivo entre el sujeto adolescente con el padre y la madre se traducen en la ausencia del progenitor como agente cotidiano de la crianza, situación a la que se asocian sentimientos de frustración, rabia, venganza, que no han sido sanados mediante el encuentro con otras figuras que podrían considerarse suplementarias en la formación, como el padrastro, sino que han permanecido a través del tiempo cobrando fuerza en la estructuración de los pensamientos que condicionan el comportamiento, convirtiéndose entonces tal ausencia en una especie de “nido” en el que se tejen condiciones importantes del esquema afectivo del sujeto adolescente infractor. Amaris y otros (2005), exponen como característica de las dinámicas familiares de los sujetos adolescentes infractores, experiencias ligadas al abandono y a la violencia; sin embargo, se acentúa la diferencia entre los sentimientos que se manejan frente a los padres y frente a las madres, pues a los primeros se les relaciona con ausencia y lejanía.

Otra característica es el desligamiento parcial de la madre; entiéndase este término como intermitencia en su accionar como agente socializador, asociada a las condiciones socioeconómicas o búsquedas personales que en su momento implicaron apartarse de sus hijos e hijas para lograr la satisfacción de las necesidades básicas; es decir, que las historias de vida del sujeto adolescente infractor están mediadas por episodios donde la madre ha estado ausente por las exigencias laborales, o por nuevos encuentros afectivos, o simplemente por su incapacidad para asumir el cuidado, delegando así las funciones propias de la crianza en terceras personas. Esta situación no ha generado el mismo efecto que la ausencia del padre. En el presente estudio encuentro un vínculo afectivo arraigado con la madre de familia, caracterizado por sentimientos positivos como la gratitud, el amor, la comprensión, dejando ver claramente una gran diferencia entre lo que representa el padre y lo que representa la madre para el sujeto adolescente, y que son la columna vertebral de la experiencia vinculante.

A pesar de las transformaciones que con el tiempo la familia como estructura ha tenido en la sociedad, referidas a un incremento importante de las familias monoparentales, extensas y reconstituidas, de acuerdo con las nuevas demandas que ponen al ser humano a ubicarse en múltiples roles simultáneamente, y a la mujer a trascender de las tareas del cuidado para ser también proveedora económica, para incursionar en lo laboral, etc., (Fuller, 2000), el sujeto adolescente maneja aún una expectativa de padre presente como condición definitiva de familia ideal; en su mente habita la realidad histórica marcada por el ordenamiento patriarcal, y la carencia de esta condición marca su vínculo afectivo con el progenitor; y es que el vínculo se teje desde la ausencia, a partir de lo lejano. Así, las emociones negativas del sujeto adolescente ante la ausencia del padre están conectadas al imaginario de padre providente y dador que, al no estar, obliga también a su madre a apartarse del rol de cuidadora, protectora y siempre presente, que es el que maneja frente a la progenitora, de manera que se establece una cadena de ausencias.

El sujeto adolescente maneja unos imaginarios de paternidad y maternidad que determinan el establecimiento de su vínculo afectivo; además, permea su conducta, dado que en el imaginario el progenitor es quien asume el ejercicio de la autoridad, y no hay una figura que pueda remplazarlo. A pesar de tener referentes afectivos fuertes, éstos no implican que el sujeto adolescente atienda el llamado a la obediencia, lo que deja ver que lo afectivo es insuficiente para impactar lo normativo. El género se convierte entonces en un elemento determinante para la vinculación afectiva con las figuras parentales, pues el sujeto adolescente ha atribuido a través de la historicidad y de los códigos sociales unos roles difíciles de replantear y legitimados en su realidad.

La madre -como figura definitiva en la experiencia vinculante afectiva del sujeto adolescente infractor- se presenta en sus narrativas con desligamientos parciales, experiencia que sucede de manera similar a la del padre de familia, pero que tiene unos efectos opuestos. La relación con la madre está caracterizada por el amor, la comprensión y la gratitud; por lo tanto, la densidad del vínculo no se corresponde con la presencialidad fragmentada y con la Pérdida Ambigua3 que supone, lo cual es explicado mediante los imaginarios y creencias que el sujeto adolescente deja ver frente a la madre. Hay una representación clara de cuidado, de entrega y de protección, que se superpone a las experiencias; el ser madre da un derecho de ser amada, independientemente de las prácticas relacionales violentas que se hayan establecido anteriormente; se genera así una relación de poder desde lo afectivo.

El amor es entonces la vertiente más importante del vínculo afectivo entre madre e hijo; el amor se superpone sobre la partida, sobre el adiós, sobre la añoranza, y se superpone también sobre la desobediencia, la transgresión de los límites, la agresión en la madre, porque es en nombre del amor que la madre no ejerce autoridad, que perdona y acompaña.

De otro lado, las vertientes de la experiencia vinculante con el padre son la rabia y la indiferencia ante su ausencia. Se le atribuyen las dificultades y desde esta atribución es que se configura el lazo que los une; estas experiencias vinculantes no son sólo el producto de la individualidad, sino también de los constructos socioculturales, de manera que la afectividad se constituye a partir de las creencias, y viceversa. A pesar de las transformaciones que la familia como estructura ha sufrido, se mantienen unas representaciones específicas y diferenciadas según el género, que no son dicotómicas, pues se funden y se confunden en una misma dinámica.

El Vínculo con los Otros… Lo Flexible es lo Vinculante

En las historias de vida de los sujetos adolescentes infractores, y en sus experiencias más importantes, se identificaron el territorio y los progenitores y progenitoras como actores definitivos en la construcción de los vínculos afectivos. Pero también en los hallazgos del estudio se presentan como agentes determinantes para la experiencia afectiva los integrantes de las familias extensas, los profesores y profesoras, los amigos, las amigas y las instituciones que fueron escenario para el desarrollo, denominados en este aparte como los otros, teniendo en cuenta que aparecen secundarios en el tiempo con referencia al territorio y a los progenitores y progenitoras.

Muy similar a lo que sucede con las prácticas parentales, en las que el ejercicio normativo se confunde con la afectividad, la experiencia vinculante con los miembros de la familia extensa -aquellos que en algún momento asumen el cuidado-, se caracterizan por ser relaciones solidarias en las que hay expresión del afecto, apoyo mutuo, cooperación, comprensión, pero se dificulta significativamente el establecimiento de límites, regresando nuevamente a la importancia de los imaginarios respecto a los roles parentales; parece que el ejercicio normativo es una tarea del padre, y en ausencia de él nadie puede remplazarlo. Así, el Derecho de Soberanía planteado por Pilar Calveiro (2005), es un derecho que da el rol de progenitor, ligado al género masculino; ni el cuidado ni el amor son suficientes para ejercerlo.

Las relaciones del sujeto adolescente infractor van cobrando permanencia y legitimidad de según la flexibilidad o coerción que las cobije. Ante los terceros que se presentan como figuras normativas hay una negativa contundente, un rechazo que obnubila los actos de amor; aunque estos últimos estén presentes, es difícil reconocerlos. Pero sí hay un estilo educativo permisivo, en el cual los actores, a fuerza de ser condescendientes y tolerantes, permiten, acatan, u obvian conductas improcedentes que trasgreden los límites; se va estableciendo una empatía especial a partir de la cual se resaltan las emociones positivas, se teje un lazo de permanencia en el tiempo y la distancia que el sujeto adolescente toma de referencia para su esquema emocional. De acuerdo con ello, se va identificando una dinámica en lo afectivo en donde lo flexible es lo vinculante.

 


Notas:

*Este artículo de reflexión es una síntesis de la investigación denominada “La experiencia vinculante afectiva del adolescente infractor en las tipificaciones de hurto calificado y agravado, y homicidio en la ciudad de Manizales”, realizada entre octubre de 2009 y julio de 2010 para optar al título de maestría en Desarrollo Infantil en la Universidad de Manizales.

1Síntoma a modo descriptivo de una anomalía.

2Concepto de Marc Augé (2001), para definir las instalaciones necesarias para la circulación acelerada de personas y bienes que no constituye un espacio de identidad, ni relacional, ni histórico, y que corresponden más bien a una superabundancia espacial propia de la postmodernidad, que se presenta como un engaño disfrazado de consumismo.

3Concepto propuesto por Celia Falicov (Ramos, 2009) para definir las pérdidas confusas y el duelo en las relaciones de hijos e hijas con padres emigrantes.

 


Lista de Referencias

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    Referencia para citar este artículo: Sánchez, P. V. (2012). La experiencia vinculante afectiva del sujeto adolescente infractor. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 10 (1), pp. 453-465.