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Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud

versión impresa ISSN 1692-715X

Rev.latinoam.cienc.soc.niñez juv vol.10 no.2 Manizales jul./dic. 2012

 

Sujetos y subjetividades políticas: El caso del movimiento juvenil Álvaro Ulcué*

Sujeitos e subjetividades políticas: O caso do movimento juvenil Álvaro Ulcué

Subject and political subjectivities: a case study around the juvenile movement: "Alvaro Ulcué

Sara Victoria Alvarado**
Coordinadora del Grupo de Trabajo Clacso "Juventud y Nuevas Prácticas Políticas en América Latina", coordinadora de la Red Iberoamericana de postgrados en Infancia y Juventud Clacso-OEI, investigadora principal del proyecto de investigación "Experiencias Alternativas de Acción Política con Participación de Jóvenes en Colombia", Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud del Cinde y la Universidad de Manizales en Colombia

Jhoana Alexandra Patiño***
Investigadora del proyecto "Experiencias Alternativas de Acción Política con Participación de Jóvenes en Colombia", miembro del grupo de trabajo Clacso "Juventud y Nuevas Prácticas Políticas en América Latina" y del Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud del Cinde y la Universidad de Manizales en Colombia.

Julián Andrés Loaiza****
Investigador en el proyecto "Experiencias Alternativas de Acción Política con Participación de Jóvenes en Colombia", miembro del grupo de trabajo Clacso "Juventud y Nuevas Prácticas Políticas en América Latina" y del Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud del Cinde y la Universidad de Manizales en Colombia.


*El presente artículo de investigación científica y tecnológica, hace parte de las comprensiones que hemos ido construyendo sobre la configuración de sujetos políticos a partir del estudio del movimiento juvenil Álvaro Ulcué en el norte del Cauca en Colombia, el cual se desarrolló en el marco del proyecto de investigación denominado "Experiencias alternativas de acción política con participación de jóvenes en Colombia", cofinanciado por Colciencias –Cód. 1235-452-21077 (2008-2010)– y llevado a cabo en desarrollo del trabajo de investigación que viene realizando el Grupo de trabajo Clacso "Juventud cultura y política en América Latina". Concretamente, en relación con el proyecto de investigación impulsado desde dicho grupo, "Juventude e Práticas Políticas na América Latina - análise da construção e reordenação da categoria 'juventude' como representação social e política nos movimentos sociais em países da América Latina", bajo la coordinación de la Universidad Federal Rural de Rio de Janeiro, con la Universidad de Buenos Aires, el Cinde y la Universidad de Manizales, y cofinanciado por CNPq de Brasil. El proyecto de investigación es liderado por un colectivo académico en el que participan doctores y doctoras, estudiantes de doctorado, de maestría y de pregrado del Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud de la Universidad de Manizales y el Cinde, de la Universidad Tecnológica de Pereira, de la Universidad Distrital, de la Universidad Autónoma de Manizales, jóvenes integrantes del colectivo de comunicación alternativa de la ciudad de Manizales, de la red juvenil de Medellín, del Movimiento Juvenil Álvaro Ulcué del Norte del Cauca, de la Ruta joven de Pereira Risaralda, del grupo Minga de la Universidad del Valle en en Cali, del Ecoclub Blue Planet de Bogotá y del proyecto de Jóvenes constructores de Paz.
**Doctora en Educación de Nova University-Cinde. Directora del Doctorado en Ciencias Sociales con énfasis en Niñez y Juventud de la Universidad de Manizales y el Cinde en Colombia. doctoradoumanizales@cinde.org.co
***Profesional en Desarrollo Familiar. Magíster en Educación y Desarrollo Humano del Cinde y la Universidad de Manizales. Estudiante Doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud. Profesora-Investigadora del Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud del Cinde y la Universidad de Manizales en Colombia. jhoanapatino@hotmail.com
***Magíster en Educación y Desarrollo Humano de la Universidad de Manizales y el Cinde. Estudiante del Doctorado en Ciencias Sociales con énfasis en Niñez y Juventud. Coordinador nacional del proyecto "Niños, Niñas y Jóvenes Constructores y Constructoras de Paz". Profesor-Investigador del Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud del Cinde y la Universidad de Manizales en Colombia. jloaiza@cinde.org.co

Artículo recibido en febrero 1 de 2011; artículo aceptado en abril 16 de 2011 (Eds.)


Resumen (descriptivo): Centramos este artículo en las comprensiones logradas en términos de las categorías de sujeto y subjetividad política, en un estudio de caso del movimiento juvenil Álvaro Ulcué, enmarcado en la investigación "experiencias alternativas de acción política con participación de jóvenes en Colombia". Presentamos como elementos centrales de la reflexión los acontecimientos socio-históricos y políticos frente a los cuales se han movilizado los sujetos y las subjetividades políticas, los motivos de vinculación al movimiento, y la historización del contexto como condición de su aparición.

Palabras Clave: Sujeto político, subjetividad política, movimiento juvenil, historización del territorio, conflicto armado.


Resumo: Este artigo está centrado no conhecimento obtido por meio das categorias de sujeito e subjetividade política, em um estudo de caso sobre o movimento juvenil Álvaro Ulcué e localizado na investigação "experiências alternativas de ação política com participação de jovens". Apresentam-se como elementos centrais da reflexão, os acontecimentos sócio-históricos e políticos que mobilizaram sujeitos e subjetividades políticas, assim como as razões de vinculação ao movimento e a historicidade do contexto, como condição de sua emergência.

Palavras-chave: Sujeito político, subjetividade política, movimento juvenil, historicidade do território, conflito armado.


Abstract: This article is centered in our understanding around the concepts of subject and political subjectivity, based on a case study around the juvenile movement: "Alvaro Ulcue". The article is developed on the context of the research named "alternative experiences on political activity with youth participation". As central elements we introduce the socio-historical and political successes within which the social mobilization emerged and the political subjectivities developed. The motives for the commitment to the social movement as well as the historical context as conditions for the emerging of the social movement are also analyzed.

Key words: political subject, political subjectivity, juvenile movements, history of territory, armed conflict.


1. Introducción

El problema que abordó la investigación "Experiencias alternativas de acción política con participación de jóvenes en Colombia", partió del reconocimiento de la polarización que se ha construido frente a la comprensión de la relación juventud-política. En ésta hemos configurado al menos dos lecturas de análisis: una de carácter estado céntrico y otra de carácter socio-céntrico y cultural. En la primera, consideramos sólo los aspectos formales de la participación política, en la que la institución subsume al sujeto y su capacidad de creación, condenándolo a la adaptación y repetición del orden establecido. En esta tendencia, según Alvarado y col. (2010), aparecen como representantes, Leal (1984); Velez, Santamaría y Silva (1983); Alvarado (1972); Campos y McCamant (1972); Losada y Williams (1970); Losada y Murillo (1973); Murillo y Williams (1975); Latorre (1980); Álvarez (1981); Martin (1981); Sánchez (1981); Lozada y Vélez (1981).

La segunda lectura, comprende dicha relación desde categorías cercanas a lo comunicativo y cultural. Según Alvarado y col. (2008), algunos de los representantes de esta tendencia son Urresti (2000) y Balardini (2005). También, desde las mediaciones culturales y su relación con los cambios en los consumos culturales, están: Escobar (2001), Muñoz (2006), Feixa (2000) y García Canclini (1999). En términos de las mediaciones estéticas como expresiones y prácticas de participación de la época contemporánea, aparecen Feixa (1999- 2000), Martin-Barbero (2002), Franco (1981), Hirmas (1989), Pittaluga y Esmoris (1989), García (2004), Sodre (1989), Charles (1989) y Galindo (1989), cuyo interés se ha visto movilizado por las formas particulares de comunicación y de relación que establecen las culturas juveniles en el marco de un contexto social y político cambiante.

Otro aspecto relevante que encontramos en esta relación (juventud-política) ha sido la invisibilización que configuran estas tendencias frente a la relación particular de los jóvenes y las jóvenes con la política en movimientos indígenas y en contextos de conflicto armado. En estos estudios se hace poca o ninguna referencia a las particularidades de las prácticas, discursos y sentidos que desarrollan estos sujetos en sus múltiples formas de organización y participación en lo público.

En dicha tensión, en esta investigación nos hemos ocupado de comprender: "Cómo se vinculan las jóvenes y los jóvenes a experiencias de acción política que logran instituir dinámicas alternativas de construcción de país frente a acontecimientos socio-históricos y políticos significativos de la última década en Colombia". Para el caso del "Movimiento Juvenil Indígena Álvaro Ulcué" (MJIAU), como una de dichas experiencias, nos ha interesado comprender las condiciones de posibilidad que, enmarcadas en un contexto de conflicto armado, han dado lugar a formas particulares de agenciar y significar la acción política de los sujetos jóvenes.

2. El horizonte epistémico que orientó la investigación

En este estudio sustentamos las comprensiones en el enfoque histórico hermenéutico, el cual se nutre principalmente de la perspectiva hermenéutica performativa arendtiana, en la que se comprende la acción política desde la visivilización intencionada de aquellas formas en las que los jóvenes y las jóvenes se van haciendo en el mundo y logran instituir otras formas de acción y discurso (Alvarado, Botero y Ospina, 2009; Alvarado, Botero y Luna, 2008).

En Arendt (1959), la política tiene como características centrales el reconocimiento de la pluralidad de los seres humanos, el estar juntos como posibilidad de distinción e igualdad, y la acción como creación que nace en el "entre nos" y se establece y desarrolla como relación en el ámbito de lo público. La política, en esta noción, encuentra su potencial en el reconocimiento de la posibilidad de creación que habita en la natalidad. Cuando un ser humano nace, con él también nace la acción que logra re-crear el mundo y no sólo conformarse con su adaptación a las estructuras que están ya objetivadamente establecidas.

Arendt (1958) amplía la comprensión de la categoría "acción", al referirse a ésta como condición natural de la humanidad que permite al sujeto tener la capacidad de actuar junto a otros en el mundo. El poder como posibilidad, y la acción como poder, se constituyen en categorías centrales para profundizar en la noción de participación desde una perspectiva performativa, dado que implican que los sujetos puedan aparecer como plurales en la construcción de lo público (Alvarado, Botero & Ospina, 2008).

Aquí entendemos por alternativo toda forma de acción que se ubica al margen del poder hegemónico, de las historias y sistemas totalitarios, para habitar y nombrar el mundo desde múltiples voces y sentidos que implican siempre el reconocimiento de la diversidad y la potencia del estar juntos, desde formas distintas que se re-crean en la relación, y que evidencian las rupturas, discontinuidades y resistencias propias del ser humano.

Para pensar la acción política es necesario ubicarse en la perspectiva de la conciencia histórica, entendida como la forma que permite al sujeto comprender-se y ubicar-se en la historia como un proceso en permanente construcción. La conciencia histórica, diría Zemelman (2007), es aquella forma de pensamiento crítico que reconoce que una parte de la estructura social está parcialmente determinada y por tanto tiene la posibilidad de ser potencializada desde la afectación que constituye la experiencia.

Por su parte, Alvarado, Botero, Muñoz y Ospina (2008), reconocen que sólo desde el desarrollo de la conciencia histórica, el sujeto puede ubicarse en el tiempo, mientras la acción y la utopía constituyen la experiencia en el presente como trama de su biografía.

Desde el punto de vista de los estudios latinoamericanos, apelamos a una perspectiva de afirmación como la que propone Escobar (1996), respecto a una comprensión de la diversidad y de la singularidad de acciones políticas que instituyen posibilidades de vida distintas a las impuestas por el orden social, político y cultural naturalizado en las prácticas y discursos sociales. En esta perspectiva se quiere resaltar la necesidad de generar condiciones objetivas y subjetivas para superar los límites en la construcción de conocimiento social en torno a los jóvenes y a las jóvenes indígenas y a su relación con la política desde los sentidos propios que ellos y ellas dan a las experiencias que viven. Así, podríamos afirmar que la experiencia permite conectar dimensiones de la vida que han sido vistas desde la polaridad (espíritu y cuerpo, emoción y razón, pensamiento y afección, procesos afectivos y cognitivos) en la construcción de sentidos compartidos. Como dirían Alvarado y col. (2008), la experiencia del sujeto no puede entenderse por fuera de su condición de enteridad. De esta manera, la connotación de experiencia configura un referente para la acción, al relacionar las prácticas de los sujetos con las condiciones temporales, espaciales y simbólicas que permiten otorgar sentidos a los acontecimientos, y que a su vez propician rupturas objetivas y subjetivas frente a las condiciones naturalizadas en los contextos sociales, históricos y culturales.

Retomando la postura teórica Arendtiana (1959), la experiencia constituye la materia viva de la política y, a la vez, una manera de construir pensamiento a partir de las narrativas singulares que permiten comprender los acontecimientos como actos políticos, en tanto se parte del hecho de ser actor y espectador en la construcción misma de la historia. La acción política de estos sujetos está enraizada en sus experiencias biográficas, pero también en sus historias colectivas; por tanto, su comprensión remite al "entre-nos", posibilitando el des-ocultamiento de los saberes, historias, necesidades, potencialidades y sentidos colectivos, que rompen con la sedimentación de los hechos y eventos de la vida cotidiana, pues las experiencias configuran nuevos acontecimientos.

Para que una experiencia se torne en acontecimiento es necesario que ésta se configure como una trama de sentidos que logre romper con el curso natural de los eventos y le otorgue un significado propio al devenir de la historia. Por tanto, el acontecimiento es más que un hecho histórico o una experiencia. El acontecimiento requiere la existencia de un sujeto que se transforma y transforma "el mundo", a partir de la constitución de una narrativa propia en la que se entrelaza la vivencia del mundo común y la apertura a nuevas posibilidades que lo llevan a desnaturalizar su ubicación en él. En este sentido, el acontecimiento es relacional y no causal. De esta manera, podemos afirmar que no toda actividad es política, pues por acción se entiende el inicio de una cadena de acontecimientos, en la cual se añade algo propio al mundo (Arendt, 1958).

Finalmente, podríamos decir que el enfoque epistémico elegido estuvo orientado a superar aquellos obstáculos que Zemelman (2004) nombra como:

    (...) la ignorancia, el miedo, el miedo que nace de la ignorancia, la ignorancia que genera apatía, la apatía que genera aislamiento, el aislamiento que lleva a las personas a replegarse en sí mismas y a exaltar, a veces con pseudodiscursos teóricos, el repliegue a las relaciones primarias.

3. Proceso metodológico

Para la recolección de la información trabajamos desde una perspectiva socio-histórica, partiendo de un rastreo teórico que nos permitió dar cuenta del estado del arte sobre la investigación en experiencias de acción política frente a acontecimientos socio-históricos y políticos en Colombia, y en la cual evidenciamos la vinculación de jóvenes.

Operacionalizamos la identificación de antecedentes mediante el desarrollo de un mapeo de 68 experiencias a nivel nacional, que dio cuenta de la pluralidad de procesos de acción política que durante la última década propiciaron rupturas, resistencias y alternativas frente a las condiciones de violencia, corrupción, pobreza e impunidad en el país. Seguidamente, identificamos las 7 experiencias con las que desarrollamos el estudio, en tanto: uno, tuvieran una clara participación de jóvenes en la creación de dinámicas y acciones alternativas, y develaran pluralidad de sentidos y prácticas sobre lo político; y dos, que provinieran de espacios de creación como el arte, la academia, los partidos políticos disidentes, las redes y los movimientos márgenes.

En un segundo momento tabajamos dos grupos focales con cada una de las organizaciones, en los que participaron entre diez y veinte integrantes de las experiencias. En el caso del Movimiento Álvaro Ulcué, centramos estos espacios en la reconstrucción de la historia de los grupos, y en el reconocimiento de los acontecimientos socio-históricos y políticos frente a los cuales han actuado y configurado sus experiencias colectivas, así como en la visibilización de las trayectorias biográficas de sus integrantes y en la comprensión de los horizontes de sentido y las prácticas de las distintas experiencias. En tercera instancia, realizamos entrevistas semi-estructuradas a integrantes y líderes del grupo, desde las cuales indagamos sobre aspectos referidos a las motivaciones de vinculación y permanencia en cada uno de ellos. Por último, propiciamos un encuentro con 4 participantes de las 7 experiencias para la socialización y validación de los resultados.

4. Contextos teóricos y sociales

Subjetividad política

Entendemos en este texto por subjetividad política la expresión de sentidos y acciones propias que construye cada individuo sobre su ser y estar en el mundo, a partir de las interacciones con otros y otras, en contextos socio-históricos particulares (Alvarado, 2008; Berguer y Luckmann, 1983). Así, asumimos la subjetividad política como la construcción intersubjetiva de la pluralidad humana, expresada en las múltiples formas de ser, significar, comprender, hacer, aparecer y enunciar el mundo; como construcción humana del ser con otros en el mundo. La subjetividad política sólo tiene lugar en el entre nos, pues el proceso de distinguirse, apropiarse y posicionarse como ser único, con pensamiento y acción autentica, es decir, como sujeto político, sólo es posible cuando se reconoce al otro como un igual en poder de creación.

Según Alvarado y col. (2008, p. 10), la subjetividad política tiene que ver con la capacidad de los sujetos para

    (...) conocer y pensar críticamente, para nombrar y lenguajear el mundo, para expresar sus emociones y sentimientos, para involucrarse en el destino de los otros, y con su voluntad personal, para enfrentarse a su propio yo, para actuar con otros, por otros o para otros, para romper los muros de la vida privada y encontrar sentido en la construcción política en los escenarios públicos en los que pueda jugar la pluralidad como acción y como narrativa, de lo que nos diferencia y de lo que nos permite reconocernos como comunidad de sentido (...) Y está constituida por la autonomía, la conciencia histórica y la posibilidad de plantearnos utopías, la reflexividad, la ampliación del círculo ético, la articulación de la acción y sus narrativas, la configuración del espacio público como escenario de realización de lo político y la negociación del poder.

Por tanto, la subjetividad política está ligada al proceso de desprivatización del sujeto, en palabras de Alvarado et. al. (2008), mediante la expansión de su círculo ético de actuación en el mundo.

La subjetividad política anuncia un doble movimiento del sujeto, dado que mientras se autoproduce, produce también la historia que comparte con otros. En este sentido, la subjetividad política hace alusión a la producción y transformación permanente del sujeto diferenciado y del sujeto situado, esto es, del sujeto político. Este sujeto diferenciado es aquel que se reconoce como un sujeto distinto a los otros, con capacidad de traer a la presencia aquello que está potencial en lo instituido, puesto que se sabe indeterminado. Sin embargo, este sujeto que se sabe distinto, es a su vez un sujeto situado, en tanto se reconoce ubicado en un contexto histórico de producción particular, pero a la vez se comprende en relación con otros que son y están ubicados en lugares de afirmación distintos al suyo.

El reconocimiento de la distinción le permite al sujeto moverse hacia el reconocimiento de un mundo compartido que lo implica en la construcción de los sentidos y narraciones de la vida, y por tanto, que lo hace responsable de ella desde el punto de vista de la creación y no sólo de la reproducción. Es así como la persona expresa su subjetividad política en la capacidad de ampliar las condiciones de vida, ampliación que sólo es posible cuando se reconoce la igualdad. La igualdad de la que acá hablamos es la igualdad del poder de creación. Para Arendt (1959), la igualdad no está ligada al concepto de justicia de la ley, si no al de la libertad, en la medida en que todos y todas podemos crear. De esta manera, si la acción es creación, y si la creación es una acción intersubjetiva, entonces la subjetividad política no puede pensarse sin la existencia de la libertad.

En este sentido y bajo una orientación inspirada en el pensamiento arendtiano, consideramos que la subjetividad política es la forma de encarnación del sujeto político, como un ser real y diverso, que es enteramente pensamiento, emoción y cuerpo. Este sujeto de la enteridad hace su aparición en el mundo a través de la articulación entre la acción y el discurso –en el espacio público–, constituyéndose en un ser de conocimiento y diálogo, pero también de crítica y transformación de sí mismo y de su realidad.

Contexto y conflicto armado

Colombia viene atravesando una crisis humanitaria provocada por condiciones de orden social que afectan negativamente todas sus dinámicas y prácticas. El conflicto armado colombiano (con una duración de más de 50 años), las vulneraciones a los Derechos Humanos que involucran a más del 80% de la población del país (desempleo, desplazamiento forzoso, violencia generalizada, secuestro, pobreza, corrupción, impunidad) y la indiferencia ética ante estas dinámicas y su naturalización, son sólo algunas de las situaciones que se manifiestan en todo el territorio nacional.

Además de lo anterior, fenómenos como el narcotráfico y el paramilitarismo han permeado todas las esferas de la vida, afectando no sólo a quienes participan directamente en estas prácticas sociales, sino a quienes conviven en las diferentes comunidades donde ellas ocurren o impactan.

El Movimiento Álvaro Ulcué despliega su acción política en el departamento del Cauca, cuya economía está basada en el trabajo agropecuario, en el que la relación con la tierra se constituye, por una parte, en variable social y económica definitiva en el desarrollo de las comunidades, y por otra, en factor determinante de constitución de los sujetos y de los procesos de intersubjetividad. En la zona rural del Cauca, como en muchas otras partes del país, el acceso a la tierra, especialmente de las comunidades indígenas, ha sido inequitativo, y se ha caracterizado por altos índices de concentración, y de utilización para la explotación económica por parte de otros sectores de población que no respetan la cosmovisión de las comunidades indígenas, respecto a la relación del ser humano con la tierra. Las dinámicas sociales de concentración de la tierra y de vulneración de derechos, asociadas al conflicto armado, así como la riqueza mineral, la biodiversidad y la calidad del suelo del departamento del Cauca, se constituyen en condiciones para la configuración de disputas legales e ilegales por el control del territorio.

Estas disputas involucran a los actores estatales, paraestatales, guerrilleros, y a las comunidades indígenas, y se da en el marco de un proceso de configuración de políticas de militarización del territorio, las cuales se ampararon durante los últimos ocho años en la política de seguridad democrática del gobierno de Álvaro Uribe, la cual tenía como objetivo garantizar las condiciones de seguridad necesarias para generar procesos de desarrollo económico y social en el territorio nacional, y recuperar el control de los territorios que habían sido ocupados por los grupos al margen de la ley. Sin embargo, la militarización de los territorios donde viven las comunidades indígenas ha generado dinámicas de desplazamiento forzado de las comunidades, como consecuencia de los enfrentamientos militares entre los actores en conflicto. La pugna por el control de estos territorios es una lucha en la que también entran en juego los poderes del narcotráfico, pues los grupos armados que financian la guerra con los sembrados de coca, también generan el desplazamiento de las comunidades indígenas para convertir los territorios en cultivos de coca y en laboratorios para el procesamiento de la cocaína. En este sentido, "Durante los últimos años el Cauca ha sido objeto de la implementación del plan Colombia en el marco del cual se ha gestado un considerable aumento del pie de fuerza principalmente desde el año 2002"1.

En medio de este contexto de conflicto armado, de vulneración de derechos, de concentración de la tierra, de explotación de los recursos naturales, de desplazamiento forzado y naturalización de la violencia hacia las comunidades indígenas, las comunidades indígenas de los municipios del norte del Cauca se han caracterizado por su capacidad de organización y movilización en torno a la exigencia del respeto de sus territorios y autonomías; sin embargo, este ejercicio político es usado por los distintos actores del conflicto armado como una excusa para nombrarlas como colaboradoras de los grupos armados ilegales, y por tanto, para señalarlas, desaparecerlas y asesinarlas.

    Absurdamente nos acusan de atacar a las fuerzas armadas, al ejército más grande y poderoso de América del Sur, al mayor recipiente de ayuda militar de los Estados Unidos, que lanza un asalto militar combinado de policía y ejército, con tanques y hombres armados disparando munición viva contra hombres, mujeres y niños con bastones y piedras. Hieren más de 60 indígenas, la mayoría a bala. Asesinan a por lo menos dos civiles, maltratan comuneras y comuneros. Quemaron casas, cometieron actos de brutalidad incuestionable, destrozaron material médico y de atención en salud, destruyeron comida, han actuado como criminales bajo órdenes del ejecutivo. Sin embargo, cuando nosotros retenemos y protegemos a un policía y lo entregamos sano y salvo, un Ministro nos llama terroristas. No tenemos, según él, derecho a retener a quienes nos disparan para matarnos (Acin, 2010).

Tales condiciones ponen a los miembros de las comunidades, y especialmente a los indígenas y a las indígenas, en escenarios complejos para aparecer en la construcción de la política como expresión de lo público. Sin embargo, las comunidades indígenas siguen su lucha por lograr su derecho a un territorio autónomo y ajeno a la incidencia de tales expresiones de muerte. Es en este contexto donde la comunidad Nasa ha movilizado a todos sus integrantes; así, el Movimiento Juvenil Álvaro Ulcué cobra un escenario particular de aparición en medio de la comunidad, del país y del mundo.

5. Resultados

Los elementos centrales de esta reflexión son: los acontecimientos socio-históricos y políticos frente a los cuales se han movilizado los sujetos y las subjetividades, los motivos de vinculación al movimiento, y el contexto historizado como lugares de producción de subjetividades políticas. Estas reflexiones las planteamos en forma de preguntas que se responden desde comprensiones logradas a partir de las propias voces de los jóvenes y las jóvenes.

¿Cuáles son los acontecimientos sociohistóricos desde los cuales se ha movilizado la emergencia de subjetividades políticas en el caso del movimiento Juvenil Álvaro Ulcué?

Este movimiento tiene una historia que inicia en la década de 1980 con la preocupación del sacerdote y líder comunitario Álvaro Ulcué Chocué, por las condiciones de vulnerabilidad, pobreza, discriminación y violación de Derechos Humanos que generaba la guerra para el pueblo Nasa y especialmente para los jóvenes y las jóvenes. Bajo tales preocupaciones, el sacerdote promovió la organización de grupos juveniles en 17 cabildos indígenas ubicados en el norte del Departamento del Cauca. En sus inicios, la estrategia de promover la organización de los sujetos jóvenes constituyó una forma de prevenir el reclutamiento y de alejarlos de las situaciones de violencia. Posteriormente, la estrategia fue transformando sus objetivos y prácticas para dar lugar a un proyecto político de resignificación histórica y cultural que permitiera a los jóvenes y a las jóvenes ser sujetos capaces de participar en la construcción pública de sus propias comunidades, desarrollando sensibilidad y conocimiento sobre su cultura, empoderándose y comprometiéndose con la defensa de su autonomía, de su territorio y de su cosmovisión.

El primero de estos acontecimientos hunde sus raíces en los procesos históricos de colonización que hoy se reproducen, según los propios sujetos jóvenes, en forma de "globalización", y que desencadenan prácticas y discursos de "consumo" que se alejan de las perspectivas tradicionales del pueblo Nasa.

    Cada día llegan cosas nuevas, la globalización y las políticas internacionales individuales o de multinacionales nos quieren llevar a pensar como ellos, nos quieren llevar a pensar en el desarrollo económico, que el desarrollo es que le traigan carros, industrias, pavimentos, casas y que eso es esencial en cierto momento, pero olvidan que tenemos una madre tierra a quien cuidar y que tenemos una historia y que somos muy arraigados a ella porque somos los nativos de estas tierras. Olvidan que pensamos diferente, olvidan que somos más inmersos en la naturaleza, somos más ricos en crear cosas posibles que estén dirigidas a la comunidad, que no vemos el desarrollo sólo en plata (entrevista a joven indígena participante del movimiento).

El segundo acontecimiento está asociado a la reforma constitucional de 1991 en la cual, por un lado, se posicionan de manera explícita unos principios y objetivos ligados al reconocimiento de la diversidad étnica y cultural2, como base de la organización social de la Nación; y por otro, emerge el tema de la participación ciudadana3 como reivindicación de aquellos actores sociales que habían sido invisibilizados en el país por su condición de diversidad. Con el reconocimiento de la multiculturalidad y de la participación ciudadana como puntos fundantes de la democracia, se empieza la promoción, reconocimiento y protección jurídica y social de los pueblos indígenas y afrodescendientes, así como la visibilización de otros actores sociales: los jóvenes y las jóvenes, las mujeres, los niños y las niñas, en un claro reconocimiento y validación de la pluralidad en el ejercicio de lo político.

    Con la llegada de la constitución política que es donde ya se le da la gran relevancia a la juventud y en esa misma constitución se reconoce a los pueblos indígenas, pero también se reconoce a los jóvenes, entonces los mismos jóvenes empiezan a indagar con sus comunidades a tratar de decir "yo soy joven" (Entrevista joven líder).
    La reforma constitucional fue el marco jurídico que favoreció la reorganización política de los pueblos indígenas. A raíz de dicha reforma la comunidad Nasa empezó un proceso de construcción de un "plan de vida"4 colectivo cuyo centro es el fortalecimiento de los procesos organizativos comunitarios. "Desde el 91 la comunidad se ha venido organizando más, las acciones que nosotros creamos, están fundamentadas en el plan de vida" (Entrevista joven líder).

Estos tres acontecimientos: procesos históricos de colonización, reforma constitucional de 1991 y surgimiento del plan de vida como forma de organización política del pueblo Nasa, han brindado un escenario particular que ha incidido en las maneras en que la comunidad se piensa, nombra y relaciona con los jóvenes y las jóvenes y, a su vez, en la forma en que ellos y ellas se configuran a sí mismos como sujetos políticos que actúan en la construcción de su historia y su cultura.

A partir de estos desplazamientos, la comunidad Nasa ha ido construyendo un lugar semántico particular para comprender y nombrar a sus jóvenes. Actualmente se reconocen tres "tipos", específicamente a la luz de la relación que establecen con el territorio, la comunidad y la cultura.

Los jóvenes y las jóvenes tradicionales son aquellos y aquellas que conservan en sus interacciones cotidianas, las prácticas tradicionales de su cultura, la residencia rural, las formas de trabajo, la lengua propia, las prendas típicas de su vestido y los hábitos alimenticios. Por otra parte, los jóvenes y las jóvenes modernos o modernas son aquellos y aquellas que se han separado de las tradiciones y de la historia de su pueblo bajo la influencia de culturas foráneas. Finalmente, los jóvenes y las jóvenes integrales son quienes se preocupan por el bienestar de sus comunidades y se caracterizan por tensionar las prácticas y discursos tanto foráneos como propios, para dar lugar a otras formas de ser y de hacer.

El Movimiento, desde sus prácticas como organización social, busca formar jóvenes que sean capaces de aparecer como sujetos políticos ante los acontecimientos que han generado su movilización, y bajo el "perfil" del joven integral.

¿Cómo y por qué se vinculan al movimiento?

Según Henao y Pinilla (2009), los procesos de vinculación social vividos por los colectivos de jóvenes permiten la construcción de identidades colectivas, las cuales surgen a partir de las identidades individuales y de los procesos de intercambio intersubjetivo. Evidentemente, las condiciones sociales (Portillo, 2002) que ligan a estos sujetos jóvenes, como la edad, el género, la orientación sexual, la etnia, la ocupación, la ubicación territorial y el estrato socioeconómico, son referentes de identidad a partir de los cuales construyen el sentido del "nosotros", así como también sus vínculos de amistad. En su mayoría, los jóvenes y las jóvenes que se han unido a este movimiento, han sufrido directamente las consecuencias de la guerra que se vive en su territorio, al presenciar durante su infancia y adolescencia prácticas de guerra como las masacres, las desapariciones forzadas, las tomas guerrilleras, el reclutamiento forzado de sus amigos y amigas, de sus hermanos y hermanas, de sus vecinos y vecinas, de sus compañeros y compañeras de estudio, y el maltrato y discriminación social a causa de su etnia, situaciones que los han llevado a perder de forma violenta a seres de su círculo afectivo más cercano. "Todos conocemos qué es la guerra porque nos ha tocado ver morir a muchos amigos" (entrevista joven integrante del movimiento).

Por otro lado, ante su interés de vinculación al Movimiento aparece, en muchos casos, una negativa inicial de las familias sustentada en argumentos relacionados con la condición de género, las representaciones sociales en torno a la participación juvenil, la percepción de la familia frente a la importancia de los cabildos como figuras de gobierno en su comunidad, la falta de credibilidad en la acción de los sujetos jóvenes y la desconfianza generada por la guerra.

    "Mi mamá no quería que yo viniera porque esto no era para mujeres y además que porque el movimiento era una bobada que sólo servía para quitarme tiempo" (Entrevista joven integrante del movimiento).

    "A mí al principio no me apoyaban porque mi papá decía que era una perdedera de tiempo y además como era con el cabildo no le gustaba" (Entrevista joven integrante del movimiento).

En este sentido, estos sujetos jóvenes llegan al movimiento mediante el contacto con sujetos de referencia para la participación (especialmente los padres y hermanos (varones), pares que ya iniciaron el proceso de formación); estos sujetos actúan como motivadores, en tanto muestran a los otros prácticas y discursos novedosos que los inquietan frente a lo que es susceptible de trasformación, tanto en el mundo privado de la familia, como en el mundo público comunitario.

Sus familias de conformación mayoritariamente nuclear y de procedencia rural, se opusieron a su vinculación al movimiento por razones asociadas a la idiosincrasia y a las prácticas de socialización. En el caso de las mujeres, muchas de las familias manifestaban inconformidad ante la posible participación de estas jóvenes en contextos considerados culturalmente masculinos, y que además no tenían para ellas ninguna importancia en la medida en que los jóvenes y las jóvenes no cobraban relevancia como actores sociales. "(...) cuando inicié en el movimiento mi mamá no quería que estuviera porque eran cosas más de hombres" (entrevista joven integrante del movimiento).

En el caso de los hombres, la oposición de sus familias se sustentaba en el argumento de que al vincularse al movimiento tendrían que tener lazos cercanos con el cabildo, y esta instancia para las familias es sinónimo de conflictos, pobreza, trabajo gratuito y pérdida de tiempo; razón por la cual creían que la familia terminaría perdiendo la valiosa mano de obra de los jóvenes y de las jóvenes. "En mi casa pensaban que si estaba acá, no podía hacer otras cosas, y mi papá no quería porque esto es también con el cabildo" (entrevista joven integrante del movimiento).

Durante las entrevistas y observaciones participantes, encontramos que su vinculación al movimiento despliega un prisma de sentidos y motivaciones relacionados tanto con la vida pública, como con la vida íntima y privada, que pasan por necesidades psicoafectivas, comunicativas, simbólicas y prácticas, que permiten construir la identidad y la subjetividad. En estas motivaciones se destacan, por un lado, las relacionadas con los procesos de vinculación social e identificación; y por otro, aquellos intereses de tipo político en los que los jóvenes buscan incidir, participar, decir, hacer, luchar, crear y mover los límites de su existencia individual y comunitaria.

En cuanto a los intereses de relacionamiento e identificación, destacamos la búsqueda y el encuentro con un grupo de pares, el interés de entrar en espacios de socialización diferentes a la familia, la necesidad de visibilización y la reivindicación social como sujetos jóvenes, el interés en espacios de recreación, el interés por "hacer cosas diferentes" a las cotidianas que les imponen sus roles, y las ganas de expandir sus mundos más allá de la fronteras de sus hogares y parcelas. Estos sujetos jóvenes se vinculan y permanecen en el movimiento porque encuentran en él un espacio de encuentro e intercambio entre pares, en el cual pueden expresar y sentir a través del cuerpo, la palabra y la memoria.

    Es muy bueno (el Movimiento), porque también hacemos actividades culturales (entrevista joven integrante del movimiento).

    A mí me gusta mucho el movimiento porque acá uno aprende mucho y además conoce amigos y hace otras cosas (entrevista joven integrante del movimiento).

    Pues uno pasa muy bueno, aprende, hace cosas útiles para la comunidad, consigue amigos y además como que ve otras cosas (entrevista joven integrante del movimiento).

Entre las motivaciones de tipo político encontramos: el reconocimiento de la violación constante de derechos humanos hacia su etnia y el interés en los procesos de formación que el movimiento ofrece en temas de liderazgo, participación y derecho ancestral; la necesidad de trabajar con la comunidad para generar un bienestar colectivo, la búsqueda del fortalecimiento de su identidad cultural, la conciencia del "ser colectivo e histórico", la necesidad de crear espacios de reconocimiento intergeneracional en los que emerja la diferencia y en los que se potencian a favor de disminuir el desempleo, el analfabetismo, el consumo de alcohol, el reclutamiento forzado y la migración juvenil.

    Creo que lo que hacemos es importante para que la comunidad mejore (entrevista joven integrante del movimiento).

    Yo participo del movimiento porque me gusta ayudar a mi gente y porque quiero fortalecer nuestra identidad (entrevista joven integrante del movimiento).

    A mí me gusta el movimiento porque uno acá puede ayudar y puede hacer cosas para que la comunidad crezca (entrevista joven integrante del movimiento).

Parafraseando a Henao y Pinilla (2009), podríamos señalar que es precisamente a partir de los procesos de vinculación e identificación con una comunidad emocional, de práctica y de sentido, que satisfacen necesidades de inclusión, pertenencia y personalización como los jóvenes y las jóvenes se proyectan a la comunidad en tanto colectivo, sintiéndose actores de su transformación.

El "territorio historizado" como condición para la construcción y acción de sujetos políticos en el pueblo Nasa.5

Según la cosmovisión nasa, la noción de territorio nos remite a la ubicación en un tiempo y espacio particulares de la vida hecha por el ser humano. Según esta visión el territorio "es el lugar para ser y hacer como indígenas" (entrevista joven líder del movimiento); significa ocupar un espacio-tiempo en el universo que los posiciona como seres de acción y discurso. Sin el territorio, el indígena no puede aparecer frente al otro ni frente a lo otro, "construir su casa, sembrar sus cultivos, adorar a sus dioses, crear sus comunidades" (entrevista joven del movimiento); pues es el escenario en el que los sujetos se mueven históricamente por la espiritualidad y por la comunidad; es decir, es el escenario de la vida y construcción del tejido social. Esta concepción da cuenta de un entramado de lugares físicos y simbólicos que sólo pueden ser construidos con la aparición y participación de los otros y de lo otro; así mismo, se hace evidente que el territorio es una condición para la aparición del sujeto político, pues es en él donde el sujeto tiene la posibilidad de actuar para transformar. El territorio es el espacio abstracto y concreto en el cual los Nasa cuidan y amplían la vida desde las dimensiones espirituales, físicas y cognitivas. Para hablar de territorio desde la concepción nasa es necesario remitirnos al concepto de historia, dado que no hay sujetos ni colectivos, sin historias que den cuenta de sus trayectorias, de sus movimientos y trasformaciones; pero no hay historias sin territorios en los cuales se construya y se narre la vida. "No importa lo que nos quieren imponer, importa lo que nosotros podemos crear en este territorio" (Entrevista joven integrante del movimiento).

El territorio enmarca la acción de los sujetos y comporta puntos comunes de existencia de los diversos; ubica las experiencias y las pone en el centro de un entramado de condiciones6, relaciones y procesos que no se refieren únicamente a lo que surge entre los seres humanos, sino también a la relación de lo humano con la naturaleza como ser vivo. "Nosotros nos encontramos en el territorio, allí es donde vivimos y hacemos lo que nos distingue, el territorio para nosotros es la vida, es la naturaleza, es la comunidad es todo, sin él no podríamos ser" (entrevista joven líder del movimiento).

Si consideramos la historia desde la visión de Zemelman, "como el desarrollo de lo político" (2001, p. 35), podemos comprender por historización del territorio, el proceso mediante el cual los seres humanos movilizan sus prácticas intersubjetivas y los límites de la determinación de sus territorios; es decir, los modos de construcción-creación de aquello que sólo es posible entre la determinación de la estructura objetivada y la indeterminación de lo humano. La historización da cuenta de la construcción de experiencias a través de las cuales los sujetos individuales y colectivos dotan de sentido propio aquello que acontece en los espacios físicos y simbólicos de sus territorios. "El territorio es la historia, es nuestra historia porque es en el que hacemos" (entrevista joven del movimiento).

Según la visión nasa, la historia y el territorio convocan la movilidad permanente de lo humano, en tanto el pasado, el presente y el futuro se entrecruzan permanentemente en la experiencia vivida y narrada, como los hilos de sentido que dan lugar a un complejo espiral de relaciones y significaciones que no pueden ser comprendidas de forma separada. La memoria es necesaria para la historización del contexto en tanto permite integrar el presente al pasado como memoria viva y el presente al futuro como utopía y esperanza.

En la vivencia y significación del territorio, el integrante del movimiento juvenil va desarrollando la posibilidad de 'saber-se históricamente' como una condición de la configuración de su subjetividad política. Esta condición puede ser entendida en los jóvenes y en las jóvenes que reconocen en su tiempo pasado-presente-futuro una condición que les permite 'ser' sujetos de una historia que no se agota en el pasado, pues el hacer parte de una "comunidad" implica reconocerse como seres que propician o limitan un 'territorio' para las generaciones venideras.

Una expresión usada por muchos líderes de la comunidad, manifiesta que "el futuro no está adelante, sino atrás". En esta expresión el reconocimiento se pone en la experiencia que hay en los "mayores"; por eso, siempre que se quiere ir adelante, hay que volver atrás; volver la mirada a los ancestros, a los Te-wala7. Sin embargo, quienes pueden hacer esto son los sujetos que existen hoy, en el presente. Esta condición es la que los hace 'saberse' no sólo para el presente, sino para la construcción de un mañana cargado de historia. Sin "saberse histórico"; el sujeto no puede hacerse responsable de su 'territorio'.

    La historización del territorio como proceso de construcción de sentidos y prácticas implica a los jóvenes y a las jóvenes como sujetos capaces de ubicarse conscientemente ante el territorio en el cual construyen su biografía como individuos, y su historia colectiva como integrantes de una comunidad. "Debemos saber la historia para poder cambiarla, para hacer cosas nuevas, para saber uno de donde es que viene, para donde va, porque un pueblo sin memoria es un pueblo sin historia ni futuro" (entrevista joven integrante del movimiento).

Esta forma de "conciencia" se logra cuando el sujeto se "sabe históricamente", como un ser en movimiento (un ser del pasado, del presente y del futuro) cuya realidad es común y compartida con otros diversos, que son –al mismo tiempo– iguales. Sin embargo, sus experiencias en dicha realidad sólo suelen ser significativas en la medida en que logran afectarlo o descolocarlo frente a lo que aparece en el mundo como naturalmente dado. Es allí cuando el sujeto adquiere la capacidad de desligarse de la historia como linealidad en el tiempo y en el espacio, y comprenderse en ella como un sujeto en tensión, movimiento y significación; es decir, cuando puede desplegar su subjetividad política (Alvarado, 2008).

En este sentido la existencia de un sujeto político implica la existencia de un sujeto que se identifica con otros, que se "sabe históricamente", que se reconoce como indeterminado, que se piensa con otros y puede sentir con otros; un sujeto que rompe los muros de la individualización y la privatización de los derechos, que entiende su lugar como creador de la realidad y como parte de un territorio en movimiento, un sujeto que se sabe parte de la vida y no dueño de ella.

6. A manera de conclusiones

Los procesos de constitución de sujetos políticos en el marco del movimiento Juvenil Álvaro Ulcué, se dan en directa relación con los acontecimientos socio-históricos y políticos mediante los cuales se constituye la dinámica de relación en sus comunidades de sentido y acción. Desde esta perspectiva, en la comunidad Nasa el territorio aparece como condición para la emergencia del sujeto político, en tanto es en él donde los sujetos pueden constituir la experiencia desde las tramas que significan su biografía, su hacer y su utopía. En la vivencia y significación del territorio, el integrante del movimiento va desarrollando la posibilidad de 'saber-se históricamente' como una condición de la configuración su subjetividad política. La historización del territorio como proceso de construcción de sentidos y prácticas implica a los jóvenes y a las jóvenes como sujetos capaces de ubicarse conscientemente ante el territorio en el cual construyen su biografía como individuos, y su historia colectiva como integrantes de una comunidad.

El sujeto político se hace cargo de la vida y responde por su ampliación. Por tanto, es posible afirmar desde las acciones del grupo que no hay sujeto político sin movimiento, sin saber-se histórico, sin los otros, sin resistencias que generan rupturas sobre el poder hegemónico que niega la vida en todas su formas, sin acciones que propendan por el cuidado que protege y amplía la vida como un asunto colectivo, sin deliberación que permita la expresión de los diversos y que facilite la comunicación para la vida armónica, sin marcos de acción comunes que logren convocar sentidos y necesidades para romper el individualismo, sin condiciones de creación y ampliación, tanto objetivas como subjetivas, que garanticen no sólo la reproducción sino también la creación de la vida valorada como digna, justa, armónica y bella, sin tensión-entre el sujeto y la estructura, entre la determinación y la indeterminación, sin la capacidad de creación desde la combinación y la preservación. No hay sujeto político sin el nosotros, no puede haber un nosotros potente sin sujetos políticos.

Finalmente, cerramos haciendo alusión a lo interesante que resulta para la ampliación de las comprensiones sobre la acción política y la formación de subjetividades políticas en contextos de conflicto armado y violencia, el papel que cumplen los movimientos sociales en dicha configuración. Según (Tapia, 2008, 55)

    (...) el movimiento social empieza a configurarse cuando la acción colectiva empieza a desdoblar los lugares estables de la política, tanto en el seno de la sociedad civil como en el del Estado, y se mueven a través de la sociedad buscando solidaridades y aliados en torno a un cuestionamiento sobre los criterios y formas de distribución de la riqueza social o de los propios principios de organización de la sociedad, del Estado y del Gobierno. Lo característico de un movimiento social es que no tiene un lugar específico para hacer política sino que, a partir de algún núcleo de constitución de sujetos, organización y acción colectiva, empieza a politizar los espacios sociales, con sus críticas, demandas, discursos y proyectos.

En este caso, el movimiento surgió simbólicamente como refugio frente a las políticas de exterminio y exclusión histórica, implementadas para controlar y eliminar a los pueblos indígenas; pero en el proceso histórico de su constitución y consolidación a través de la recuperación de sus memorias colectivas, los sujetos de este movimiento han ido transformando el "refugio" en un espacio "público-colectivo" para la formación de sujetos críticos, propositivos y autónomos, capaces de confrontar y de recrear aquellas políticas, prácticas y discursos naturalizados tanto en el mundo occidental como en el de su cosmovisión.

Con sus impugnaciones, el movimiento juvenil ha logrado problematizar en su comunidad la existencia de un solo orden y un solo lugar de lo político, y la invisibilización selectiva de ciertos sujetos considerados inferiores o incapaces, con lo cual ha podido cuestionar la institucionalización hegemónica de la vida y transitar de la protesta ante la inconformidad a la creación de la posibilidad, con lo que enuncian el grado de desarrollo que han logrado como movimiento. Según Tapia (2008),

    (...) uno de los rasgos fundamentales del desarrollo de un movimiento social es que su accionar tiende a incluir ya no sólo la protesta o la demanda, sino también la factualización de las formas alternativas de apropiación, gestión, organización y dirección de recursos y procesos sociales y políticos.

    Nosotros nos organizamos, caminamos, nos sentamos a crear políticas y a debatir sobre las que nos quieren imponer" (Entrevista joven integrante del movimiento).

    El movimiento ha ayudado mucho a la comunidad porque nosotros actuamos a favor de que todos vivamos mejor, creamos cosas buenas, hacemos para que nuestras oportunidades sean mejores y para rescatar nuestra cultura (Entrevista Joven líder del movimiento).


Notas

1Red por la vida y los derechos humanos, informe bianual de la situación de derechos humanos en el Cauca 2005 - 2006, Popayán, diciembre 7 de 2006.
2Art. 7. Constitución Política de Colombia (1991).
3Art 1,13. Constitución Política de Colombia (1991).
4El Plan de vida se constituye en la "carta de navegación" que tiene como propósito "la búsqueda de la unidad comunitaria campesina, indígena y afrocolombiana; fortalecer los procesos organizativos comunitarios; lograr la concientización política, étnica y social a través de los programas de apoyo como: educación, salud, económico-ambiental, mujer, jóvenes, guardia indígena, derecho propio y planeación, a partir de los valores milenarios de la cosmovisión nasa, la interculturalidad, alejados de la politiquería, el narcotráfico y de las ideologías externas, y consolidar así una Entidad Territorial Autónoma (Plan de Vida: cxa'cxa'wala, Corinto, Cauca. 2010).
5Los contextos espacio-temporales definen las maneras de ser joven y viceversa. De esta forma, en cada época han existido distintas maneras de vivir la juventud. Actualmente los tiempos y los espacios se difuminan dando como resultado la aparición de unas culturas juveniles emergentes, producto de esta realidad social (Feixa, 2001).
6Las condiciones sociales están relacionadas con la generación, el género, la clase y la etnicidad (Portillo, 2002, p. 4).
7Armonizador o médico tradicional nasa.

Lista de referencias

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Referencia para citar este artículo: Alvarado, S. V, Patiño, J. A. & Loaiza, J. A. (2012). Sujetos y subjetividades políticas: El caso del movimiento juvenil Álvaro Ulcué. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 1 (10), pp. 855-869.