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Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud

versão impressa ISSN 1692-715X

Rev.latinoam.cienc.soc.niñez juv vol.11 no.1 Manizales jan./jun. 2013

 

 

Segunda Sección: Estudios e Investigaciones

 

"Ellos" y "Nosotros": La (des)confianza de los jóvenes en Chile*

 

"They" and "We": Chilean youngsters' (mis)trust

 

"Eles" e "Nós": a (des)confiança dos jovens no Chile

 

 

Jorge Baeza-Correa

Universidad Católica Silva Henríquez, Chile. Sociólogo, Magíster en Sociología y Doctor en Ciencias de la Educación. Académico Investigador del Centro de Estudios en Juventud (Ceju) de la Universidad Católica Silva Henríquez de Santiago de Chile. Correo electrónico: jbaeza@ucsh.cl

 

 

Artículo recibido en mayo 14 de 2012; artículo aceptado en octubre 19 de 2012 (Eds.)

Cuídame de aquel en quien tengo puesta mi confianza,
que de quien desconfío, me cuidaré solo.
(Antiguo proverbio español)

 


Resumen:

Las respuestas obtenidas a través de preguntas realizadas a grupos de estudiantes de enseñanza secundaria (focus group) en las ciudades más grandes de Chile, sobre en quién y en qué instituciones confía, son unánimes: sólo se confía en la familia, y respecto a las instituciones, no se confía en ellas. En la búsqueda de aquello que podría subyacer a las respuestas, encontré que la confianza opera como un sistema de inclusión/exclusión. La confianza en la familia es un nosotros incluyente que evidencia la existencia de un "ellos", afuera de los cuales hay que protegerse. Por el contrario, la desconfianza en las instituciones es un nosotros excluyente, que entrega beneficios para otros y somete a sus arbitrariedades. Excluidos del nosotros social, sólo queda ser unos "ellos" definidos por otros, sin vida propia.

Palabras Clave (Thesauro Unesco): estudiante de secundaria, comportamiento social, sociedad civil.
Palabras Clave Autor: confianza.


Abstract:

The answers obtained through questions from groups of high school students (focus group) in the biggest Chilean cities, about what institutions and whom they trust in, are unanimous: they only trust in their families; and with reference to institutions, they do not trust in them. When looking for something that could underlie the answers, I found that trusting functions like an inclusion/ exclusion system. Trusting in the family is an including we which evidences the existence of a "they", when being out of them, protection is required. On the contrary, mistrusting in institutions is an excluding we, which provides others with benefits and subdues to their arbitrariness. Excluded from the social we, then we have to be some "they" defined by others, without an own life.

Keywords (Unesco Thesaurus): high school student, social behavior, civil society.
Author's Keywords: trust.


Resumo:

As resposta obtidas através de perguntas realizadas a grupos de estudantes de ensino médio (focus group) nas maiores ciudades do Chile, sobre em quem e em que instituições confiam, são unânimes: só se confía na familia, e com relação às instituições, não se confía nelas. Na busca daquilo que poderia estar subjacente às resposta, encontrei que a confiança opera como um sistema de inclusão/exclusão. A confiança na familia é um nós inclusivo que evidencia a existencia um "eles", contra os quais é preciso proteger-se. Ao contrario, a desconfiança nas instituições é um "nós" excludente, que entrega beneficios para outros e se submete às suas arbitrariedades. Excluídos do nós social, só resta ser uns "eles" definidos por outros, sem vida própria.

Palavras-chave (Thesauro Unesco): estudante de nível médio, comportamento social, sociedade civil.
Palabra-chave autor: confiança.


 

1. Introducción

 

Los datos de distintos estudios existentes sobre la confianza en América Latina (varios de ellos series estadísticas de larga data), como el Latinobarómetro o el Latin American Public Opinion Project (Lapop), dan cuenta de un conjunto de sociedades donde la falta de "confianza en los otros" presenta muy altos porcentajes.

El indicador de confianza interpersonal en los datos del Latinobarómetro, prácticamente no tiene variaciones significativas a lo largo de los últimos años. Este fluctúa -desde 1996 hasta el último realizado- en alrededor de veinte puntos porcentuales (respuesta afirmativa a que sí se podría confiar en la mayoría de las personas). Si se examinan las tendencias en los niveles de confianza interpersonal de las últimas cuatro rondas de encuestas de Lapop, en los once países para los que se tienen datos desde 2004, se han mantenido muy estables a lo largo del tiempo. Es decir, no han experimentado ningún cambio estadísticamente significativo. Sólo un 22% respondió en la Encuesta Lapop (2010) que la gente de su comunidad es "muy confiable".

El estudio realizado por Flacso/Ipsos (2010), en el marco del proyecto Gobernabilidad y Convivencia Democrática en América Latina, agrega a los datos anteriores que en la Región, pese a considerar a las personas que viven en su misma comunidad con valores similares a los propios (66%), los sujetos entrevistados tienden a manifestar desconfianza casi con tanta frecuencia (47%) como a no tenerla (53%), con respecto a quienes habitan en su comunidad.

La preocupación por estos resultados se ha traducido en un muy fecundo trabajo de reflexión en varios de los organismos internacionales con sede en América Latina (Pnud, 2004; Cepal, 2007; Cepal-OIJ, 2008; Cepal, 2010, Cieplan/ IFHC, 2007, 2008a, 2008b y 2008c). El punto de partida de dicha reflexión considera que la baja confianza en los otros -indican estos estudios-, constituye un importante desafío a la cohesión social, y con ello al fortalecimiento de la democracia. Un país con alto nivel de desconfianza de unos con relación a otros, es un país que pone en riesgo su estabilidad y su sentido de comunidad. Las conclusiones del Estudio Latinobarómetro (2010, p. 70), indican al respecto que

(…) la confianza es uno de los indicadores más críticos del análisis de la democracia. Es un tema que no está sujeto a políticas públicas, pertenece al ámbito de la cultura de los pueblos, está forjado por la historia y las experiencias, y parece ser el punto de tope de muchas transformaciones.

En esta realidad compartida por América Latina, los datos sobre confianza en Chile adquieren importancia por ser el país de la región donde el Estado ha restringido más notoriamente su presencia, dejando paso libre al sector privado y con ello a las reglas del mercado. El Estado de Chile se ha desprendido en gran medida de sus responsabilidades en educación, salud, vivienda y previsión, lo que ha significado una profunda transformación cultural en la sociedad. Cada vez más, las personas deben definir por sí mismas sus objetivos, valores y proyectos, lo que produce incertidumbre y agobio, puesto que todo depende de la demanda y la oferta en un mercado que segmenta a la población en todos los ámbitos del quehacer humano. Los cambios en este sentido, han diversificado las vidas de las personas, lo que hace en definitiva que Chile se vea hoy enfrentado a la dificultad de reconocerse en un nosotros común. No hay un Chile, sino numerosos Chile: un Chile de educación/salud/vivienda/previsión de calidad para quienes pueden pagar su alto precio, y un Chile de educación/salud/vivienda/previsión de bajo costo, pero de baja calidad.

En Chile la encuesta Cerc (Hunneus, 2010), indica con estabilidad desde 1988 que la respuesta "se puede confiar en la mayoría de la gente" se ubica alrededor del 20%, mientras que "nunca se es suficientemente cuidadoso" se encuentra siempre cercano al 80%. El estudio de Cieplan/IFHC (2007) sobre Chile, en la Encuesta de Cohesión Social en América Latina, también confirma las tendencias anteriores. Sólo un 10% de los chilenos y chilenas sostiene que "se puede confiar en la mayoría de las personas".

La información sobre juventud y confianza social o interpersonal en Chile no es muy abundante1. La V Encuesta Nacional de Juventud (Injuv, 2006) incluyó una pregunta al respecto, pero esta no tuvo continuidad en la VI Encuesta realizada en el año 2009, y tampoco es posible encontrar datos anteriores. Los resultados de la V Encuesta indicaban que la "confianza total" sumada a la "bastante confianza", sólo abarcaban al 22,5% de los sujetos jóvenes; los restantes se distribuían en "algo de confianza" (55,1%) y en "poca confianza" o "nada de confianza" (19,8%). Los Estudios de Valores en Jóvenes Estudiantes de Educación Secundaria en la Región Metropolitana de Chile, de Baeza y Sandoval (2007 y 2009), coinciden con el dato anterior, e incluso muestran una tendencia al alza en la desconfianza; la respuesta de que "se debe confiar pero con límites, porque nunca se saben las intenciones de los otros", crece de 77,9% a 84,2%.

Otra es la situación de la información sobre la confianza o desconfianza de los jóvenes y las jóvenes en las instituciones. Los datos en este campo son estables a través del tiempo; existe una muy baja confianza en las instituciones vinculadas a instancias políticas y judiciales, siendo los partidos políticos los que menos confianza suscitan en los sujetos jóvenes chilenos. En la VI Encuesta Nacional de Juventud (Injuv, 2009) queda claro que los jóvenes y las jóvenes tienen mayor confianza en personas asociadas al entorno íntimo e inmediato, más que en actores institucionales, y más aún si estos últimos se asocian al mundo político. La "alta confianza" en la familia es de un 81,5% mientras que solo un 2,7% tiene igual confianza en senadores y diputados.

Los datos estadísticos son categóricos: las personas jóvenes en Chile en general no confían en los otros ni en las instituciones. No obstante esta importante constatación, poco se ha reflexionado sobre aquello que podría estar subyaciendo en estas respuestas cuantitativas.

Las preguntas que surgen son: a qué se refieren las personas cuando dicen confiar o desconfiar de ciertas instituciones y, a su vez, cómo esta construcción y deconstrucción de la confianza se vincula con la cohesión social, en el marco de una sociedad no solo con una importante ausencia del Estado (por lo tanto de mayores exigencias a la individuación), sino también de una sociedad cada vez más compleja por sus niveles de desarrollo, donde las incertidumbres no son sólo parte de un futuro sino también del presente.

Estas preguntas que emergen desde el dato estadístico, al intentarse una respuesta cualitativa, conducen, además, a una interesante discusión metodológica, ya que en los últimos tiempos se ha iniciado un debate sobre la confiabilidad, validez y consistencia de la información cuantitativa que se dispone sobre confianza, y confianza social, en particular.

Yáñez, Ahumada y Cova (2006), cuestionan la forma cuantitativa para medir confianza en los otros, porque no ofrece posibilidades de elecciones intermedias entre los dos extremos, y además porque no está contextualizada. Se critica también que no se les pida a las personas responder entre confiar y desconfiar, sino entre confiar y ser precavido (cuando en realidad uno puede confiar en los otros y a la vez ser precavido), lo que implicaría superar la perspectiva normativa que ve la confianza como positiva y la desconfianza como negativa. Otros autores, como Valenzuela y Cousiño (2000), consideran que la forma de medir confianza es un indicador inadecuado para América Latina, ya que la confianza en nuestras sociedades se manifiesta frente a personas que se conocen, y no con terceros desconocidos. Para superar este cuestionamiento, indican estos últimos autores, sería necesario hacer la distinción entre asociatividad y sociabilidad. La asociatividad alude a la disposición de confiar en los demás aunque sean desconocidos, que se expresa en la fortaleza de las relaciones de vecindad, de amistad; mientras que la sociabilidad hace referencia a la fortaleza y densidad que adquieren las relaciones entre personas conocidas, cuyo fundamento se encuentra en el espacio de las relaciones familiares. En un reciente texto de Hardin (2010, p. 267), donde el Apéndice del libro se refiere a la calidad de las preguntas sobre confianza, el autor concluye: "… sería interesante tratar de descifrar lo que la gente piensa al respecto al responder estas preguntas; sin embargo, hasta ahora las investigaciones sobre la confianza no lo han hecho".

Este artículo pretende ser -en cierta medida- una respuesta inicial a la demanda de Hardin, a partir de algunas reflexiones que surgen del análisis e interpretaciones de los datos cualitativos recogidos en la primera de las tres entradas a terreno que contempla el proyecto de investigación "Vinculaciones entre la construcción y deconstrucción de la confianza y la cohesión social en jóvenes estudiantes de educación secundaria: lineamientos para fortalecer la democracia", proyecto financiado por el Fondo para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología del Estado de Chile (Fondecyt). El artículo en particular se concentra en dos de las respuestas más frecuentes y categóricas que se reiteran en la recolección de datos cualitativos, a través del trabajo de focus group: "sólo confío en mi familia" y "por lo general, no confío en las instituciones".

 

2. Debates sobre el concepto de confianza

Si bien es posible concordar con Pereda (2009, p. 13) cuando afirma que

    (…) pocas personas, si acaso alguna, se topan con obstáculos para aclarar qué significan las expresiones con que se hace referencia a la confianza, quizás porque el autoentendimiento de los animales humanos se encuentra muy familiarizado con sus múltiples formas y tipos; por ejemplo, aquellas que producen la genuina lealtad -confío en que el amigo no me va a jugar una mala pasada- o, la mera racionalidad instrumental que permite calcular que, a la larga, no paga adquirir la reputación de persona poco o nada confiable.

Sin embargo, no se puede dejar de reconocer que sobre el concepto de confianza es difícil encontrar una definición única, compartida por la mayoría de los teóricos que trabajan sobre el tema.

Mussetta (2006, p. 37) sostiene que sobre confianza es posible reconocer a lo menos tres enfoques distintos.

    El capital social, para el cual la confianza ayuda a que una sociedad tenga más y mejores posibilidades respecto al desarrollo económico, la participación social y hasta la democracia. La teoría de la acción racional, que entiende que la confianza constituye un dispositivo instrumental prerrequisito para la cooperación en la acción colectiva. Por último, la perspectiva de sistema y el enfoque de la modernidad reflexiva que entiende la confianza como un dispositivo que le sirve al sujeto para manejar la alta cuota de incertidumbre y riesgo de nuestras sociedades contemporáneas.

En el primer enfoque, el del capital social, prima una perspectiva culturalista, donde la confianza sería más una conducta favorable hacia la sociedad que una predicción del comportamiento de los otros. La decisión de confiar se basa en las normas y valores compartidos por los individuos en un determinado contexto. En esta perspectiva se ubican los trabajos de autores como Robert Putnam, para quien la confianza estaría basada en las normas de reciprocidad y redes de compromiso cívico, entendidas en los siguientes términos: "yo hago esto por ti -dice Putnam (2002, p. 17)- sin esperar de ti nada concreto, aguardando confiado a que algún otro haga algo por mí más adelante".

    Putnam (2002, p. 14) sostiene que (…) de la misma manera que el destornillador (capital físico) o una formación universitaria (capital humano) pueden aumentar la productividad (tanto individual como colectiva), así también los contactos sociales afectan la productividad de individuos y grupos. Mientras el capital físico se refiere a objetos físicos, y el humano a propiedades de las personas, el capital social guarda relación con los vínculos entre individuos, las redes sociales y las normas de reciprocidad y confianza derivadas de ellas.

De aquí la preocupación de Putnam en relación con el hecho de que muchos ciudadanos y ciudadanas de Norteamérica se están quedando "solo en la bolera" (como titula uno de sus libros, haciendo referencia al juego de bowling); ya no encuentran compañeros de juego, y ello tendrá efecto en el capital social. En el segundo enfoque, mencionado por Mussetta, la confianza es una decisión racional basada en un cálculo estratégico, una predicción sobre la conducta de los otros. La confianza es, por lo tanto, una decisión que supone un riesgo, ya que la persona que confía no tiene la seguridad en el otro. En este caso se ubica Russell Hardin, quien ve la confianza como una relación tripartita: A confía en B para hacer X. Hardin (2010, p. 19) afirma al respecto que

    (…) yo confío en usted porque pienso que le interesa tomar en serio mis intereses en la materia pertinente, y le interesa en este sentido: usted valora la continuación de nuestra relación y, por lo tanto, está en su propio interés tomar en cuenta mis intereses. Esto es, usted encapsula mis intereses en sus propios intereses (…) usted tiene algún interés para actuar de manera que no los contravenga y conservar la relación.

Hardin (2010, p. 23) indica que se puede caracterizar la confianza como interés encapsulado,

    (…) de la siguiente manera: confío en usted porque pienso que es de su interés atender mis intereses de manera relevante. Esto no es sólo decir que usted y yo tenemos los mismos intereses. Más bien es decir que usted tiene un interés en atender mis intereses porque usted quiere que nuestra relación continúe. Como mínimo, puede querer que nuestra relación continúe porque lo beneficia económicamente (…). En casos más complejos, usted puede querer que nuestra relación continúe y no sufra daños por fallar a mi confianza porque valora la relación por muchas razones, entre ellas, razones no materiales.

El tercer enfoque lo constituyen, principalmente, los trabajos de Niklas Luhmann, donde la confianza reduce la complejidad social en la medida en que supera la información disponible al reemplazar la información insuficiente por una apuesta, hecha en el presente, hacia el futuro, y que se fundamenta en el pasado, por lo cual no es una certeza. La confianza -dice Luhmann (1996, p. 51)- "está asociada con la reducción de complejidad, y más específicamente, de la complejidad que llega al mundo como consecuencia de la libertad de otros seres humanos. La confianza funciona así, para comprender y reducir esta complejidad".

    La confianza -afirma Luhmann (1996, p. 5)- es el más amplio sentido de la fe en las expectativas de uno, es un hecho básico de la vida social: por supuesto que en muchas situaciones, el hombre puede en ciertos aspectos decidir si otorga confianza o no. Pero una completa ausencia de confianza Incluso no sería capaz de formular una desconfianza definitiva y hacer de ello un fundamento para medidas preventivas, ya que esto presupondría confianza en otras direcciones. Cualquier cosa y todo sería posible. Tal confrontación abrupta con la complejidad del mundo al grado máximo es más de lo que soporta el ser humano.

Además de los tres enfoques reconocidos y presentados por Mussetta, es posible encontrar en Hardin cuatro teorías o modelos sobre la confianza, diferentes a los anteriores. Hardin (2010, p. 263) sostiene que estos modelos o teorías

    (…) son pertinentes en las afirmaciones y en la investigación empírica. Tres de ellas se basan en el tipo de razones que se usan para juzgar la confiabilidad de la gente en la que potencialmente confiamos (…). Las razones para juzgar la confiabilidad son el interés encapsulado, el compromiso moral y el compromiso derivado del carácter. Dos de ellas -el compromiso moral y el del carácter- son razones basadas en la disposición, y la otra -el interés encapsulado- es una razón que parte de los intereses. El rasgo común importante de esas tres teorías o interpretaciones de la confianza es que requieren valoraciones cognitivas de la confiabilidad de aquellos en quienes potencialmente se confía. La cuarta teoría se refiere a una confianza disposicional que no se basa en la evaluación de la confiabilidad del individuo en quien se confía (…) [por lo tanto] sin relación alguna con las características de quien es objeto de confianza.

Los tres enfoques presentados por Mussetta y las tres teorías identificadas por Hardin (dejando afuera la cuarta por las razones mencionadas), concuerdan en que la confianza es relacional, que siempre implica un riesgo y que está referida a un contexto. A este respecto, Hevia de la Jara (2006, p. 25), indica que:

    (…) la confianza y la desconfianza, se definen como conceptos del sentido impediría incluso levantarse en la mañana. Sería víctima de un sentido vago de miedo y de temores paralizantes. común -representaciones socialesutilizadas por los actores sociales para caracterizar a cierto tipo de acciones y relaciones sociales: relaciones que implican algún tipo de riesgo significativo para los participantes. Estas caracterizaciones se relacionan y se actualizan en cada interacción, y dependen del contexto y de los agentes en relación. Es decir, son las relaciones sociales entre actores, que implican alguna clase de riesgo, en un contexto particular, las que se definen como confiables o desconfiables.

Concuerda con lo anterior el planteamiento de Tilly (2010, p. 32), quien sostiene que "la confianza consiste en poner resultados valorados ante el riesgo de las fechorías, los errores o los descuidos de los otros. Las relaciones de confianza incluyen aquellas en las cuales la gente regularmente corre tales riesgos".

Por lo tanto, al hablar de confianza se apunta a una triple relación: el sujeto que confía, el sujeto o institución social en que se confía y el objeto sobre el cual reside la confianza. La confianza, además, es una relación que implica un riesgo, hay una referencia a una incertidumbre (se refiere a algo que todavía no es). Por último, la relación y riesgo que implican la confianza, se dan en un contexto determinado, lo que hace de la confianza algo no dado para toda la vida; en este sentido, la confianza es un objeto social, dinámico, y culturalmente construido.

Entender la confianza como algo no homogéneo ni unívoco, sino algo flexible, hace posible entender -a juicio de Mussetta (2006, p. 41)- que la confianza se estructura

    (…) a partir de radios o círculos que van desde lo más íntimo y cercano hasta orientaciones abstractas hacia objetos sociales (…) [donde] a medida que se amplían los círculos, la confianza se va transformando, por ejemplo se pasa de ser confianza ciega e incondicional hasta llegar a completa desconfianza.

En esta ampliación de los círculos, se debe reconocer también, agrega Mussetta (2006, p. 42), que desde los sujetos, no sólo hay una variación cuantitativa, sino también una cualitativa, ya que "la confianza es narrada de diferentes maneras para cada círculo".

 

3. Metodología de recolección y de análisis de datos

Las respuestas recurrentes a dos consultas que serán objeto de análisis en este artículo, provienen de la recolección efectuada en 7 focus group, en cada una de las tres ciudades más pobladas de Chile: Santiago, Valparaíso y Concepción2, lo que da un total de 21 focus con la participación de 168 jóvenes.

Como punto de entrada al trabajo de terreno de esta investigación, el objetivo de esta primera recolección de datos fue levantar categorías amplias de información (codificaciones abiertas), que permitieran identificar en quiénes y en qué confían y desconfían los jóvenes y las jóvenes. La investigación en su diseño completo considera luego la obtención de Relatos de Vida3 que permitirán una profundización en la temática (cómo se construye o deconstruye la confianza); y posteriormente, en un tercer momento, un trabajo de Talleres4 con jóvenes, que posibilitarán un diálogo con ellos, para validar en conjunto los análisis e interpretaciones realizados.

Los focus group efectuados en cada una de las ciudades, implicaron la selección de 7 establecimientos educacionales, donde a su vez el propio establecimiento seleccionó un total de 8 estudiantes (2 por cada nivel de la educación secundaria, siendo uno de ellos mujer y el otro hombre). En Chile todos los establecimientos escolares están clasificados en una escala de cinco niveles socioeconómicos5 en función del ingreso y escolaridad de los padres y madres de los sujetos estudiantes. De esta forma se diferencian entre Alto, Medio-Alto, Medio, Medio-Bajo y Bajo. Información en definitiva que permitió conformar 5 focus group con estudiantes de establecimientos científico- humanistas, uno por cada grupo social. A estos se suma otros 2 focus group, atendiendo a que, como en la mayor parte de los países, la educación secundaria en Chile posee dos modalidades: Científica Humanista y Técnico Profesional. Dentro de esta última modalidad, existen a su vez dos tipos de dependencia administrativa: municipal y particular subvencionada; situación que llevó a incluir dos focus group más para incluir esta segunda modalidad y su forma diferenciada6.

Para el análisis de los focus group, de acuerdo con lo diseñado, se grabaron las entrevistas, las que luego de transcribirse se analizaron mediante el empleo parcial del análisis comparativo constante. El método de la comparación constante, como es sabido, considera cuatro momentos del análisis cualitativo, los que una vez iniciados, operan simultáneamente a lo largo del análisis: comparación de "incidentes" (en este caso fragmentos de entrevistas), integración de categorías y sus propiedades, delimitación de la teoría, y escritura de la teoría. En el caso específico de este estudio, y dados los objetivos exploratorios de este primer ingreso al campo de recolección de datos, el trabajo realizado fue más bien la utilización de uno de los procedimientos que conforman este método, ya que no hay una finalidad de construcción teórica en esta etapa inicial.

    Strauss y Corbin (2002, p. 314) concuerdan que este uso parcial del método es posible, al señalar que (…) el investigador puede usar algunos pero no todos los procedimientos para lograr sus propósitos. Digamos, por ejemplo, que el investigador hace algunas codificaciones teóricas (o sea, identifica categorías o temas) pero no quiere tomarse el tiempo para construir las categorías de manera compleja en términos de sus propiedades, dimensiones, variaciones o relaciones.

Ello principalmente, sostienen Strauss y Corbin (2002, p. 313) por que no todas las personas que usan estos procedimientos "tienen como objetivo construir una teoría de cualquier clase, pues su propósito puede ser la descripción, el ordenamiento conceptual o el descubrimiento de categorías para construir escalas de medición".

En el caso particular de este análisis, el trabajo implicó de los tres tipos de codificaciones que considera este método, el concentrarse principalmente en el primero de ellos -la codificación abierta-, y en mucho menor medida en codificaciones axiales y selectivas. Para la codificación abierta, cada documento (en este caso cada registro de los focus group) se recorre en pantalla haciendo uso del software seleccionado, y se le asignan códigos a los trozos pertinentes. El programa organiza listas de los códigos, lo que permite luego recuperar rápidamente todos los textos que se han indexado con un determinado código en su respectivo contexto. Situación que facilita las comparaciones constantes de todos los indicadores de un código.

 

4. Presentación de datos recogidos, análisis y reflexiones sobre ellos

De los datos recogidos, como lo he señalado, hay dos respuestas que se destacan por su recurrencia, que pueden resumirse como: confío en mi familia y desconfío de todas las instituciones. El análisis y reflexión sobre estas dos respuestas va a constituir el centro de este apartado.

A.- Retracción social: la confianza se encapsula en la familia.

Una primera e inmediata respuesta, y además común a todos los focus group realizados, independiente de la ciudad, del estrato social del colegio y del tipo de educación (científica humanista o técnico profesional), es que la confianza se concentra fundamentalmente en la familia.

    "… yo confío en mi abuela y en nadie más; … yo en mi mamá, mi papá y mi hermano; … yo confío en mi papá, mi mamá y en mis amigos; … en mi mamá, mi prima y unos cuantos amigos. ¿Y ustedes?: … yo en mi mamá, mis primas y mi pololo; … en mis padres y uno que otro amigo; ... bueno yo en mi papá, mi mamá, mi hermano, mi hermana y algunos de mis amigos…7. (Estudiantes de Colegio Científico Humanista de Estrato Bajo de la ciudad de Valparaíso).

La respuesta espontánea "la familia" como lugar de confianza, no es una respuesta fuera de lo común. Si bien es habitual escuchar hablar en la vida cotidiana y leer incluso en la prensa que la familia está en crisis, que está en vías o camino de extinción, en la última Encuesta Nacional de Juventud en Chile (Injuv, 2009), se reitera que la familia constituye el grupo humano donde se deposita mayormente la confianza. El 81,5% de los jóvenes y las jóvenes en Chile la califican como de alta confianza (porcentaje nota 8 a 10, donde 10 es "mucha confianza" y 1 "poca confianza").

    Hace poco, la familia -indica Lipovetsky (1994, p. 159)- era objeto de acusaciones vehementes, una juventud ávida de libertad la asimilaba a una instancia alienante, una movilidad rebelde a una estructura reproductora de relaciones de propiedad y de dominación represiva. Giro de 180 grados: en la actualidad en el hit-parade de los valores, la familia ha dejado de ser esa esfera de la que se buscaba escapar lo antes posible, los jóvenes cohabitan cada vez más tiempo con sus padres, el cocooning convertido en estrella, los adolescentes en su gran mayoría declaran que se entienden correctamente con sus padres.

La expresión cocooning a la que alude Lipovetsky, resume en gran medida lo que hoy se entiende por vivencia en familia. El cocooning es el nombre dado a la conducta del individuo que se va retirando a su hogar y socializa cada vez menos fuera de este (cocoon en español significa capullo), es un término generado por la buscadora de tendencias Popcorn (1993), quien sostiene que las personas cada vez más buscan refugio en la privacidad de su hogar, convirtiéndolo en una fortaleza que las hace sentir seguras. Es construir una cápsula que garantizaría tranquilad, protección, privacidad y control; pero donde el motivo del retraimiento ha vivido cambios a través el tiempo.

    (…) el encapsulamiento -indica Popcorn en un texto posterior (2000, p. 45)-, suscitaba [antes] las imágenes cautivantes de habitar, ‘anidar', y disfrutar en nuestros propios hogares, junto a aquellos que amábamos (…) [pero] ahora nos ha invadido la angustia y el temor. Antes nos refugiábamos por diversión, ahora nos refugiamos por temor.

Este encapsulamiento o vuelta al capullo que plantea Faith Popcorn, que está más marcado por el temor que por el disfrute, se aproxima a las consideraciones de Bauman (2006, p. 9) quien indica que en el tipo de inseguridad actual "predomina la desconfianza en los demás y en sus intenciones, así como también una actitud que niega o considera imposible tener fe en la constancia y en la fiabilidad del compañerismo humano".

Esta imposibilidad de confiar en los demás y en especial en los desconocidos o desconocidas (ya que "el desconocido -agrega Bauman (2006, p. 27)- es un agente movido por intenciones que a lo sumo se pueden intuir, pero nunca se conocerán a ciencia cierta"), es lo que ha llevado a la generación de círculos de confianza, que dan cuenta de una diferenciación entre "nosotros" y "ellos". Nosotros los miembros de la familia y los otros, que serían los "ellos" fuera de nuestro entorno.

Según Rorty (1995), en los círculos de lealtad o círculos de confianza que se construyen en determinadas situaciones, los "ellos" pueden incluso quedar excluidos del círculo de obligaciones de los "nosotros". Existiría, entonces, una relación elástica de confluencia entre círculos de confianza más cercanos o más lejanos. Dependiendo de la situación, unas personas pueden estar dentro del círculo de los "nuestros" y otras veces fuera, y viceversa.

Nuestra lealtad -sostiene Rorty (1995, p. 105)- a los

    (…) grupos ampliados se debilitará, e incluso desaparecerá, cuando las cosas se pongan realmente feas. En esas circunstancias gente a la que alguna vez consideramos como uno de nosotros resultará excluida. Compartir la comida con gente empobrecida en la calle es natural y correcto en circunstancias normales, pero quizá no en medio de una hambruna en la que hacerlo supusiera deslealtad con la propia familia. Según las cosas se ponen más feas, los lazos de la lealtad con los que nos son cercanos se estrechan, mientras los que nos unen a los lejanos se relajan.

Estrechar el círculo en un nosotros, distante de los demás, es entender a la familia, según lo indica Lechner (2002, p. 9) como

    (…) el último refugio frente a una sociedad agresiva y despiadada. Ella operaría como una fortaleza que defiende al individuo acosado en contra del mundo social (…) considerando su función en las estrategias de repliegue a-social, la significación de la familia estaría cambiando. Si antes su relevancia residía en el papel intermediario (de solidaridad y socialización) entre individuo y sociedad, ahora ella estaría suplantando la vida social. La familia parecería funcionar como un sucedáneo de sociedad.

Este profundo cambio en la familia que visualiza Lechner, constituye uno de los muchos cambios de gran profundidad que trae consigo el estrechamiento que se puede visualizar hoy en los círculos de lealtad y confianza8. A juicio de Rorty, en la vivencia de estos círculos de lealtad y de confianza es donde nace la moralidad, la que -sostiene Rorty (1995, p. 109)-

    (…) comienza, no como una obligación, sino como una relación de confianza entre los miembros de un grupo estrechamente vinculado, tal como una familia o un clan. Comportarse moralmente es hacer lo que surge de manera natural en el trato con padres o hijos o con los compañeros de clan. Viene a ser respetar la confianza que ellos han depositado en ti. La obligación, como algo opuesto a la confianza, surge en la escena sólo cuando nuestra lealtad al pequeño grupo entra en conflicto con nuestra lealtad a un grupo más amplio.

Respecto a la posibilidad de mantener el "nosotros" en la actual sociedad, donde es más común una cierta dispersión de la familia entre trabajos y estudios que toman la mayor parte del día, y con ello un menor contacto, las nuevas tecnologías son las que vienen a facilitar la permanencia de los vínculos. En palabras de Winocur (2009, p. 33),

    (…) el teléfono móvil es clave para mantener la cohesión imaginaria de estos espacios familiares seguros donde habitan nuestras certezas, cuando nos cubre bajo el manto protector de estar siempre comunicados con ‘los nuestros'. En la mayoría de las ocasiones no lo usamos para ampliar nuestras redes de conocidos a entablar nuevas relaciones, como sucede con Internet, sino para no perder el contacto con los nuestros, un circuito de afectos y reconocimientos mutuos que excluye a los otros.

En síntesis, si bien la respuesta espontánea y transversal a todos los niveles socioeconómicos, pone a la familia en el centro de la confianza, esta familia ya no puede entenderse como hace unas décadas. Como bien señala Lipovetsky (1994, p. 160)

    (…) es necesario precisar que esta ‘rehabilitación' de la familia no significa en absoluto un regreso a los tradicionales deberes prescritos por la moral burguesa y religiosa. Lejos de ser un fin en sí -agrega Lipovetsky (1994, p. 162)- la familia se ha convertido en una prótesis individualista en la que los derechos y los deseos subjetivos prevalecen sobre las obligaciones categóricas. Durante mucho tiempo los valores de autonomía individual han estado sujetos al orden de la institución familiar. Esa época ya ha pasado (…) Ya no se respeta la familia en sí, sino la familia como instrumento de realización de las personas, la institución ‘obligatoria' se ha metamorfoseado en institución emocional y flexible.

B.- La ausencia de un nosotros social compartido: la brecha entre los avances de la sociedad y los beneficios personales.

Al preguntárseles a los jóvenes y a las jóvenes estudiantes por su confianza en las instituciones, la respuesta común es que se desconfía de todas las instituciones. Ello es lo habitual en todos los focus group realizados, independientemente de la ciudad, del estrato social del colegio y del tipo de educación (científica humanista o técnico profesional).

    ¿Confías en alguna institución? No. ¿En ninguna? No. ¿Tú?: tampoco. ¿Usted? Tampoco (Estudiantes de Colegio Técnico Profesional de la ciudad de Concepción).

    ¿En qué instituciones confían? Difícil, complicado… [Silencio] … yo desconfío de todos [agrega otro]. Encuentro que se han demostrado demasiado… demasiadas instituciones lucrando [explica un segundo], entonces ya la confianza ya como que se derrumba. La confianza es una sola es como un papel que uno lo arruga y después ya no puede volver a estirarse (Estudiantes de Colegio Científico Humanista de Estrato Medio de la ciudad de Santiago).

    ¿Qué instituciones les da confianza entonces? Ninguna [respuesta unánime]. Todos son ladrones… Los Carabineros [léase policía] me pegaron a mí [interrumpe uno], así que… Los Carabineros son unos abusadores [es reafirmado por otro]. Es decir, ¿No hay ninguna institución en la cual confían? No [generalizado]. ¿Confían en las noticias, en la televisión? Tampoco [Murmullos]. No, yo encuentro que siempre se van a ocultar algo, para los políticos (Estudiantes de Colegio Científico Humanista de Estrato Bajo de la ciudad de Valparaíso).

Detrás de estas repuestas hay un cierto convencimiento de que uno está solo frente a los distintos sistemas sociales que operan en el país, ya que no se puede confiar en las instituciones del sistema político, del sistema de justicia, del sistema de salud, del sistema educacional e incluso del sistema de seguridad ciudadana, sobre lo cual hay múltiples comentarios de condena en relación con el actuar prejuicioso de la policía.

Pareciera ser que estas respuestas indican que son otros y no "nosotros", quienes pueden hacer un uso confiado de las instituciones en todos y cada uno de los ámbitos de la vida en sociedad. Nuevamente volvemos a la distinción entre "ellos" y "nosotros"; pero en este caso el "nosotros" da cuenta principalmente de un sentimiento de exclusión, de una imposibilidad de acceder a los beneficios de las instituciones de la sociedad que parecieran estar reservadas para otros.

Sabemos -dice Lechner (2002, p. 1)- de los sentimientos de inseguridad y desconfianza social que exhiben los chilenos. Conocemos las dificultades para nombrar y conversar lo que nos pasa. Salta a la vista la retracción al mundo privado y la familia. ¿A qué razones se deben estas tendencias tan notorias en la sociedad chilena? Una de las razones sería la debilidad del Nosotros (…) falta un relato que relacione los procesos políticos y las experiencias subjetivas de los ciudadanos.

Es cierto además que en Chile, este "sentimiento" no sólo obedece a una consideración subjetiva, sino que tiene bases reales en la distribución del ingreso y en la fuerte segmentación en el acceso a beneficios de igual calidad para toda la población. La inequidad del sistema neoliberal, como ya antes lo he señalado, genera diferencias sustantivas en las remuneraciones, en la atención de salud, en la calidad de las viviendas y en la infraestructura urbana; como también en aquello que es más notorio al mundo juvenil y además escolar: las grandes diferencias en el sistema educacional.

Sólo a modo de ejemplo, si se considera el ingreso a la educación superior (a propósito del amplio movimiento estudiantil del 2011), claramente uno puede apreciar la inequidad del sistema. Tomando como base los datos del estudio de la Ocde y Banco Mundial (2009) sobre las Políticas de Educación Superior en Chile, se pueden constatar situaciones como las siguientes:

     En Chile prácticamente todos los jóvenes y las jóvenes que egresan de la educación secundaria en el país rinden la Prueba de Selección Universitaria (PSU), pero los resultados obtenidos en ella son muy diferentes según el grupo socioeconómico de pertenencia. Los estudiantes y las estudiantes de las escuelas más pobres tienen mucho menos probabilidad de lograr el puntaje mínimo requerido por la mayor parte de las universidades, y quienes lo logran, no alcanzan -en su mayoría- un puntaje lo suficientemente alto como para ingresar a una universidad de alto prestigio.

     El promedio de los aranceles universitarios es del 30% del ingreso per cápita, y su costo es tres veces más alto que en Estados Unidos, Australia o Japón. Se agrega además que los programas de apoyo financiero para el colectivo de estudiantes se vinculan a los resultados PSU, lo cual no permite llegar a los sectores con más carencias financieras, ya que ellos obtienen bajos puntajes en esta prueba.

     Si bien las probabilidades de ingreso a la educación superior del quintil de ingreso más bajo se cuadruplicó, no deja de ser cierto que los estudiantes y las estudiantes del 40% de las familias más ricas, están sobrerrepresentados en todos los tipos de educación superior en Chile; ocupan el 70,2% de las vacantes de las universidades privadas y el 53,2% de las universidades del Consejo de Rectores, donde se ubican las universidades públicas.

Un último dato, de acuerdo con el estudio del Ministerio de Planificación Nacional (2009) -Encuesta de Caracterización Socioeconómica (Casen)-, que se aplica regularmente en el país, mientras en el decil más pobre la tasa de asistencia a la educación superior es de un 19,1%, en el más rico es de 92,9%. Según datos de este mismo estudio, -Casen 2009 (versión última aplicada)-, una persona con 8 años de escolaridad tenía un ingreso promedio mensual de $270.208 (aproximadamente US$540), alguien con 12 años de $356.628 (US$710), mientras que alguien con más de 18 años de escolaridad era de $1.755.359 (US$3.500).

Hay por lo tanto una experiencia subjetiva, con mucha base real, que lleva a que un importante grupo de la población, especialmente los más pobres, vean un Chile con macrocifras económicas positivas y con un exitoso ingreso a los mercados internacionales, pero también con instituciones sociales con las cuales interactúan en la vida cotidiana, que lo excluyen y le otorgan una mala atención sólo por sus bajos niveles de ingreso.

Muchos de los cambios y logros del país no resultan significativos para un importante porcentaje de chilenos en su vida cotidiana; incluso la aceptación de cierto éxito de otros puede llevar a una mala imagen de sí mismo como "perdedor". Se tiende a ver como ajeno lo que algunos aplauden y en lo que confían: "es algo de otros", pero no de un nosotros, ya que no se sienten parte de ello. Lechner (2002, p. 4) dice al respecto: "(…) tienden a vivirlos (sufrirlos) como fuerzas ajenas y hostiles que avanzan ciegamente a sus espaldas".

Hoy, con un Estado disminuido por los efectos de las tendencias privatizadoras neoliberales y de una Nación diluida por los resultados de una globalización, se hace difícil generar un nosotros-país. Las personas se ven desprotegidas por la ausencia del Estado, lo que acrecienta el individualismo y, a su vez, se sienten mucho menos identificadas con una Nación que se confunde entre las demás (se borran los límites de la "comunidadimaginada"), lo que lleva a la pérdida de un cierto "deber" de solidaridad con los de un mismo territorio.

En palabras de Jesús Martín-Barbero (2004, p. 33), estamos atravesando

    (…) de una sociedad integral, en el sentido de que era una sociedad que buscaba integrar en ella al conjunto de la población, a todos, aún cuando fuera para explotarlos, pues eso significaba que les hacía trabajadores, les daba un trabajo, sin lo cual no había manera de expropiar su plusvalía (…) [a un] nuevo modelo de sociedad de mercado neoliberal, que es la sociedad dual -de integrados y excluidos- en la que el mercado pone las lógicas, y mueve las claves de la conexión/desconexión, inclusión/exclusión, social.

En esta sociedad dual -de integrados y excluidos- se ha generado un proceso de individualización, donde los intereses inmediatos hacen de la vida por sobre todo una crónica del yo, donde hay una continua alegoría del esfuerzo personal sin reconocer a otros -ni a la sociedad- un aporte en los logros alcanzados.

 

5. Conclusiones

Me he detenido en dos respuestas sobre la confianza; de lo que ellas dan cuenta -como en todas las narraciones- es de la existencia de dos niveles: los relatos de los sujetos entrevistados, lo que se recoge, el punto de partida; pero, a lo que se llega, es a lo que subyace en los relatos de los sujetos, al sentido socialmente compartido que opera como marco que organiza la información.

En la búsqueda de aquello que subyace en las respuestas recogidas, lo que puedo apreciar es que la confianza en los otros o en las instituciones, opera en gran medida como un sistema de inclusión/exclusión. La confianza en la familia es principalmente un nosotros incluyente, nos refugiamos en ella ya que en su interior nos sentimos acogidos, considerados e incluso protegidos. Al revés, no confiamos en las instituciones, donde se constata un nosotros excluyente; nos sentimos rechazados, no considerados por ellas e, incluso, desprotegidos por sus arbitrariedades.

En el primer caso hay un "nosotros" con un "ellos" afuera, de los cuales debemos protegernos. En el segundo caso hay un "nosotros" del cual no somos parte, que nos excluye, que vemos que es para "otros". En este caso, el nosotros excluyente no sólo nos margina, sino que nos hace perder identidad. Excluidos del nosotros social, sólo nos queda ser "ellos"; por lo tanto, sujetos definidos por otros, pero ya sin vida propia.

En esta lógica de pertenencia a una sociedad del nosotros excluyente, pareciera ser que ya no es responsabilidad de la sociedad el deber de integrar, sino que pasa a ser una responsabilidad personal. La cohesión social ya no se construye desde la homogeneidad, sino sobre el supuesto de que a nadie se le discrimina; de aquí que la aceptación de la individualidad, del esfuerzo propio, es altamente valorada y exigida en la sociedad de hoy, con lo cual la individualización se acrecienta, pero también con ello la tensión en la propia persona.

Hoy el apoyo de lo público no se descarta, pero al parecer presenta un cambio; ahora se demanda por sobre todo como una compensación al trabajo individual. Ya no se mira tanto como un deber de la sociedad, como un derecho adquirido para con todos y todas, sino como un derecho que se puede exigir por el esfuerzo individual realizado.

 


Notas:

* Este artículo corto se basa en los datos obtenidos en la primera recolección de información del proyecto de investigación aún en curso y que inició en marzo de 2010: "Vinculaciones entre la construcción y deconstrucción de la confianza y la cohesión social en jóvenes estudiantes de educación secundaria: lineamientos para fortalecer la democracia". Proyecto financiado por el Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico de Chile, Fondecyt Nº 1100649, del cual el autor de este artículo es su investigador responsable. Corresponde a una investigación de carácter cualitativo, que se ubica en el área del conocimiento de la sociología y en la subárea de la sociología de la juventud.

1 Al respecto se puede ver el trabajo de Baeza (2011).

2 Estas tres ciudades suman el 45,6% de toda la población de Chile, según el último censo (2002).

3 En la línea de Sautu (2004).

4 Para ello se seguirá las indicaciones de Ghiso (1999).

5 Ministerio de Educación de Chile, Mineduc (2008).

6 Lo habitual es que los establecimientos técnico-profesionales municipalizados atiendan principalmente a jóvenes del grupo socioeconómico bajo y medio bajo, mientras que los particulares subvencionados a estudiantes del grupo medio bajo y medio.

7 Las citas que se incluyen son textuales, y son representativas de la respuesta habitual que se está caracterizando. Cuando al interior de la cita se introduce un paréntesis con tres puntos (…) indica que se ha retirado una parte, que constituye una digresión que no altera con su retiro el contenido del relato. En los casos que se introduce un paréntesis cuadrado [ ], con una explicación en su interior, lo que se anota es algún registro del focus group, que su inclusión permite captar de mejor forma la conversación que se vivió en la situación.

8 La ampliación o el cierre de los círculos de lealtad y confianza, tiene importantes consecuencias en la formación ciudadana de los sujetos jóvenes, como sostienen Alvarado, Ospina, Botero y Muñoz (2008), haciendo referencia a lo que estos autores llaman el "círculo ético".

 


 

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    Referencia para citar este artículo: Baeza-Correa, J. (2013). "Ellos" y "Nosotros": La (des)confianza de los jóvenes en Chile. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 11 (1), pp. 273-286.