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Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud

versão impressa ISSN 1692-715X

Rev.latinoam.cienc.soc.niñez juv vol.11 no.2 Manizales jul./dez. 2013

 

Segunda Sección: Estudios e Investigaciones

Redes del cuidado: Ética del destino compartido en las madres comunitarias antioqueñas*

Care networks: ethics of shared destiny in community mothers from Antioquia, Colombia

Redes do cuidado: ética do destino compartilhado nas mães comunitárias do estado de Antioquia

Mauricio Hernando Bedoya-Hernández

Profesor Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia. Psicólogo y Licenciado en Educación. Magíster en Psicología; estudiante de doctorado en Ciencias Sociales (Universidad de Antioquia). Docente, Universidad de Antioquia, Departamento de Psicología. Correo electrónico: csmauriciobedoya@antares.udea.edu.co

Artículo recibido en agosto 14 de 2012; artículo aceptado en febrero 26 de 2013 (Eds.)


Resumen (analítico):

En este artículo abordo el problema de las redes de apoyo de las madres comunitarias. Objetivo: Identificar el significado que las madres comunitarias dan al cuidado propio, en relación al cuidado promovido en los niños y niñas de los hogares comunitarios a su cargo. Alcance: ampliación de las comprensiones acerca de las prácticas de cuidado en las madres comunitarias de la ciudad de Medellín. Metodología: con enfoque cualitativo y metodología fenomenológica-hermenéutica, del estudio participaron 30 madres comunitarias de 6 municipios antioqueños, con quienes se realizaron entrevistas en profundidad y grupos focales. Resultados: cada madre comunitaria construye su red del cuidado, cuyo eje de sentido es el cuidado provisto a los niños y niñas. Conclusiones: (1) el cuidado de estos niños y niñas requiere una red del cuidado; (2) esta es una construcción subjetiva; (3) cuando una mujer se hace madre comunitaria a partir del vector por lo infantil, su trabajo se torna en una ética del destino compartido; y (4) en las redes del cuidado las madres comunitarias cuidan y son cuidadas.

Palabras clave (Tesauro de Ciencias Sociales de la Unesco): cuidado del niño, ética, red social.

Palabras clave autor: madre comunitaria, redes del cuidado, ética del cuidado.


Abstract (analytical):

In this article I discuss the problem of the communal mothers' support networks. Objective: to identify the significance that the communal mothers give to self-care, in relation to the care promoted in the children from the communal homes in their care. Scope: to enhance the understanding of the care practices among the communal mothers from the city of Medellin. Methodology: With a qualitative approach and a phenomenological-hermeneuticalmethodology, 30 communal mothers from 6 Antioquia municipalities participated in the study,they were interviewed in depth and participated in focal groups. Results: Each communal mother constructs her own care network, whose axis of sense is the care given to children. Findings: (1) the care of these children requires a care network; (2) this is a subjective construction; (3) when a woman becomes a communal mother from the children's vector, her work becomes an ethics of shared destiny; and (4) in the communal mothers' care networks the mothers take care and are taken care of.

Keywords descriptor (Social Science Unesco Thesaurus): Child care, Ethics, Social Networking.

Author Keywords: Community mother, Care networks, Ethics of care.


Resumo (analítico):

Este artigo aborda o problema das redes de apoio das mães comunitárias. Objetivo: identificar o significado que as mães comunitárias dão aos cuidados próprios em relação ao cuidado promovido aos meninos e meninas dos lares comunitários a seu cargo. Alcance: ampliação das compreensões sobre as práticas de cuidado das mães comunitárias na cidade de Medelín. Metodologia: com enfoque qualitativo e metodologia fenomenológica-hermenêutica, participaram 30 mães comunitárias de 6 municípios da Antioquia com quem foram realizadas entrevistas em profundidade e grupos focais. Resultados: cada mãe comunitária controi sua rede de cuidado cujo eixo de sentido é o cuidado provisionado às crianças. Conclusões: (1) o cuidado destas crianças requer uma rede de cuidado; (2) esta é uma construção subjetiva; (3) quando uma mulher se torna mãe comunitária a partir do vetor pelo infantil, seu trabalho se torna uma ética do destino compartilhado; (4) nas redes de cuidado as mães comunitárias cuidam e são cuidadas.

Palavras-chave (Tesauro de Ciências Sociais da Unesco): cuidado da criança, ética, rede social.

Palavras-chave autor: mãe comunitária, redes do cuidado, ética do cuidado.


1. Introducción

La labor realizada por las madres comunitarias del Programa de Hogares de Bienestar, del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), se enmarca en una estrategia que contribuye al desarrollo de los niños y niñas que están a su cargo, máxime que estos están en edad preescolar y pasan en promedio 8 horas en el hogar comunitario. Cuando su cuidado es vivido como una vocación por parte de estas mujeres, contribuye más tanto a su subjetivación y transformación como a la de los niños y las niñas. Las madres comunitarias cuidan y son cuidadas por los niños y las niñas, por las familias de estos, por otras madres comunitarias y por sus propias familias. Además, son apoyadas por el ICBF y por otros profesionales, en una suerte de red del cuidado. Aunque el tema del apoyo que reciben estas madres ha sido abordado en otros estudios (Soto, 2009, Jaramillo, 2009, Pérez &Cifuentes, 2008, Hoyos, 2002, Madariaga, Martínez & Vides, 1993),se ha hallado una serie de aspectos novedosos en los testimonios que las participantes pudieron ofrecer a lo largo del proceso investigativo.

En el presente artículo informo sobre la investigación "cuidado propio en las madres comunitarias en relación al cuidado promovido en los niños y niñas de los hogares comunitarios a su cargo", la cual se realizó en la Universidad de Antioquia. Aquí presento los hallazgos referentes a la categoría que he denominado las redes del cuidado. Ya en un artículo previo (Bedoya, 2012) mostré la manera como el cuidado que las madres comunitarias prodigan a los niños y niñas a su cargo se convierte en una forma de reconocimiento mutuo. El foco del presente artículo es el tejido de red en el que se da el cuidado de los niños y niñas y en la manera como estas mujeres se sienten cuidadas.

Las redes del cuidado se enmarcan de manera más amplia en las denominadas redes sociales (Bronfman, 2001) concebidas como el conjunto de las relaciones que una persona representa como significativas en tanto diferenciadas de la masa social. En la medida en que la red social de cada persona es vivida como nicho interpersonal, contribuye al reconocimiento de sí y de los otros (reconocimiento mutuo), al mantenimiento de la identidad subjetiva y social y al acceso a apoyos, servicios e información. Las redes del cuidado, cuando emergen, lo hacen en la red social de cada individuo.

Respecto al cuidado -como ya lo había expresado en otro lugar-, es una actividad humana ligada clásicamente al ámbito privado y doméstico (Bedoya, 2012). En occidente se la ha encargado a las mujeres(Triana, Ávila & Malagón,2010, Gilligan, 1985). Centrado en el otro o en sí mismo, el cuidado tiene que ver con la preocupación y con la cura (Ferrater, 1994, González, 2006). Cuidado, en la acepción de este estudio, proviene del heideggeriano vocablo sorge. Para Heidegger, el cuidado es el ser de la existencia, y la cura se relaciona con el esfuerzo angustioso (como trabajo) y la solicitud (entrega). Si bien el cuidar exige esfuerzo, dedicación y trabajo angustioso, se puede definir como un ejercicio de entrega, de solicitud y de respuesta a las necesidades del otro (González, 2006, p.83). Así, practicar la cura significa esforzarse solícitamente por algo o por alguien.

La sobrevivencia del ser humano se da gracias a que es cuidado (Mahler, Pine & Bergman, 1984, Spitz, 1974, Winnicott, 1967, 1965a, 1965b, 1960, 1958, 1956), lo que significa dos cosas: por un lado, que el cuidado se aprende y, por otro lado, que es la base de la identidad del sujeto, de su desarrollo humano y psicológico. Si, como lo señala Torralba (1998), el ser humano necesita cuidar de otro para realizar su humanidad y ser ético, recíprocamente necesita ser cuidado para hacerse sujeto. Así visto, es entendible que el cuidado se haya convertido en objeto de estudio ya no sólo de una profesión como la enfermería (De la Cuesta, 2004), sino de las ciencias sociales en general (De la Cuesta, 2004, Cajiao, 1996) que lo conciben como un conjunto de actos que expresan una preocupación primordial por el otro en su ser. Desde el ámbito de la salud, se distingue cuidado formal e informal (De la Cuesta, 2004,Palacios & Jiménez, 2008, Mujika, 2006, Gilligan, 1985). En el presente estudio concibo el cuidado más allá del problema de la salud-enfermedad y lo inserto en la experiencia humana más básica: en la existencia del ser mismo (Bedoya, 2012, Torralba, 1998, Gilligan, 1985, Chodorow, 1984, Mahler, Pine & Bergman, 1984, Spitz, 1974, Winnicott, 1956), constituyéndose, de esta manera, en una práctica ética.

En consonancia con lo anterior, Gilligan (1985) problematiza el cuidado en hombres y mujeres desde el plano del desarrollo moral, insistiendo en que la ética del cuidado es propia de la moralidad femenina. La ética del cuidado se centra en la defensa del otro; su foco es el vínculo con él, ya que esta forma de moralidad se fundamenta en el mundo relacional. Por esta razón, en esta mirada ética las decisiones son contextuales y basadas relacionalmente. Al reconocer el mundo como una red de relaciones y al sujeto como existente sólo en la medida en que aparece inserto en ella, se sientan las bases para el reconocimiento de la responsabilidad hacia los otros. Por eso, la ética del cuidado es también denominada ética de la responsabilidad (Cajiao, 1996, Gilligan, 1985).

2. Método

Concibo el mundo social como una construcción intersubjetiva y asentada lingüísticamente, conforme lo consideran Guba & Lincoln (2002). Consecuentemente, asumí el constructivismo como el paradigma metodológico desde donde realicé esta investigación. Dentro de este, adopté el enfoque cualitativo, el cual pone un constante énfasis en el carácter reflexivo y constructivo del mundo social de los investigadores e investigadoras (Sandoval, 2002). El método fenomenológico-hermenéutico guió el proceso analítico. En él se sostiene que la experiencia vivida, en tanto proceso interpretativo, se da en el contexto mismo de los fenómenos (Morse, 2003). En este sentido, todo el tiempo de la investigación supe que, al narrar su experiencia, las madres comunitarias podían reconstruir lingüísticamente su historia de sí con el cuidado de los niños y las niñas de su hogar comunitario como eje articulador. El sistema categorial emergente construido mantuvo un carácter deductivo, lo que quiere decir que no definí las categorías anticipadamente, sino que emergieron a partir de las conversaciones con las madres. Estos espacios me permitieron co-construir comprensiones del problema abordado. Se dio la posibilidad, en estos diálogos, para que ellas tejieran una historia de sí alrededor del cuidado.

Participaron 30 madres comunitarias, con no menos de tres años de vinculación al Programa de Hogares Comunitarios de Bienestar, residentes en los municipios antioqueños de San Rafael, Medellín, Bello, Copacabana, Envigado e Itagüí. Partí de la idea de que información se construye narrativa e intersubjetivamente entre el equipo de investigadores y las madres comunitarias. Así, usé dos técnicas de construcción de la información: grupos focales y entrevistas individuales en profundidad. Grabé o transcribí cada sesión. La codificación, categorización y generación de categorías axiales emergió a lo largo de los encuentros periódicos del equipo de investigadores e investigadoras y fueapoyada por la herramienta informática Atlas ti, versión 6.2. La investigación se ajustó estrictamente a las exigencias éticas de la investigación social con seres humanos. Las participantes firmaron un consentimiento informado.

3. Resultados

Las redes del cuidado de las madres comunitarias

Las redes del cuidado aluden al tejido que construyen las madres comunitarias alrededor del cuidado que proveen a los niños y niñas de su Hogar y que les permite recibir apoyo de personas e instituciones tanto a nivel personal como para su labor. Un elemento importante que hallé es que, aunque existe una red de apoyo objetiva (docentes, psicólogos y psicólogas, personal administrativo, entre otros), estas madres constituyen su propia red de apoyo; deciden a quién le consultan ya quién le solicitan ayuda; eligen a las personas e instituciones de su confianza y el tipo de relación que quieren vivir con estas. A esto lo denominé red de apoyo subjetiva.

Cuando uno necesita desahogarse, uno recurre a personas como que sean más adecuadas como para que le ayuden a uno a salir, o que le den una opinión a uno ¿cierto? (Elvira).

El cuidado de los niños y niñas da el criterio de conformación de esta red subjetiva. En la constitución de esta red influye: su vivencia del ser de cuidadoras (lo cual se asocia con la identidad), la vocación para el cuidado de los niños y niñas, y los propios recursos para el cuidado (que en el estudio denominé vector por lo infantil).Aquí se vinculan cuidado con autocuidado: cuidan de sí, dada su vivencia como cuidadoras de niños y niñas. Ellas distinguen cuidarse y cuidar de estos, pero siempre colocan en el mismo discurso ambas cosas. Identifiqué varios nodos en esa red: nodo-niños y niñas, nodo-familia usuarias, nodo-familia, nodootras madres comunitarias, nodo-profesionales y nodo-institución.

3.1. Nodo-niños y niñas

En un informe parcial de resultados de la presente investigación se había dicho que las madres comunitarias tienen dos formas de captación de las situaciones de los niños y niñas de su hogar comunitario: la discursiva y la indiciaria (Bedoya, 2012). Aquí amplío esta afirmación y señalo que existe, de hecho, una captación recíproca: las madres comunitarias se dan cuenta de la manera como son captadas -en sus situaciones y/o ánimo- por parte de ellos y ellas, y leen eso como ser cuidadas.

3.1.1. Captar el ánimo de la madre comunitaria

Los niños y niñas de los hogares comunitarios despliegan una gran sensibilidad ante la situación vital y los padecimientos de su madre comunitaria; reconocen lo que sienten las madres comunitarias por lo que ellos mismos sienten.

Ellos son así, dizque: "profe, ¿por qué está brava, qué tiene?" O sea, cuando ellos me ven de otra cara, como siempre me ven alborotada...Entonces cuando me ven muy callada ellos extrañan: "¿profe, estás triste?", los más grandecitos:"¿Qué le pasó?"... yo he dado con suerte...yo no he tenido problemas con ellos (Eunise).

La vivencia emocional de los niños y niñas es, en muchos casos, concordante; se entristecen si la perciben triste; se animan si la ven animada. Las madres comunitarias van modulando su ánimo como un llamado surgido del cuidado hacia los niños y niñas. Esta concordancia se entiende porque, en la infancia, las formas de captación son fundamentalmente cenestésicas (Mahler, Pine & Bergman, 1984, Spitz, 1974). Su vivencia emocional se enmarca en el vínculo con las personas significativas (Blanck & Blanck, 1986, Mahler et al., 1984); por allí transitan emociones en doble vía. Asentada en el vínculo con los niños y las niñas, en gran medida la madre comunitaria los capta también cenestésicamente.

Entonces yo vivía mucho asfixiada y los niños eso los perjudicaba mucho a ellos cuando me veían echándome el inhalador. Cuando me veían agitada, se ponían tristes, aburridos, se iban de la casa: "¡profe chao, profe que se alivie!". Entonces son cosas que también le afectan a ellos (Luz Aída).

Al verse captadas en su ánimo, las madres comunitarias se sienten cuidadas y se consideran importantes para los niños y las niñas. Al ver que ellos y ellas experimentan sentimientos y vivencias concordantes, quieren salir de sus estados generadores de malestar, como una forma de reciprocidad en el cuidado de estos. O sea, captarse mutuamente es una forma de reconocimiento de sí y de los otros, es la posibilidad de encontrarse y de acontecer subjetivamente en la intersubjetividad, lo que tiene sendas repercusiones en la constitución identitaria de todos y de todas, especialmente de los niños y niñas. En concordancia con esto, el reconocimiento de sí y el reconocimiento mutuo, en Ricoeur, resultan de gran valor en lo que a la constitución identitaria se refiere (Ricoeur, 2006, Bedoya, 2012, Bedoya, Builes & Lenis, 2009). La base del reconocimiento de sí es lo que el autor llama "fenomenología del hombre capaz" asentada en la ipseidad. También Boetsch, Grez, Rivera y Vidal (2001) articulan el reconocimiento de sí con el reconocimiento del otro. Benjamin (1997), por su parte, ha indicado que la captación del otro se constituye en una base necesaria para el reconocimiento mutuo.

3.1.2. Niños y niñas cuidando a la madre comunitaria

A partir de los relatos de las participantes se halla una ruta del cuidado a la madre comunitaria, con cuatro aspectos: lo recibido de los niños y niñas, actos para cuidarla, conducirla al autocuidado (reciprocidad para sí), cuidarse para que los niños y niñas estén bien (reciprocidad para el otro).

Lo recibido de los niños y niñas. Resalto cuatro aspectos: (1) El afecto de los infantes. El efecto de esto es que se sienten amadas por ellos y logran revalorizar su trabajo como madres (cuidadoras).

Ellos lo quieren mucho a uno. Donde lo ven: "ay profe, hola, Inés tal cosa", y eso lo saludan a uno donde sea, en un bus, donde estén, donde lo vean a uno ellos ahí mismito lo saludan. Esa es la alegría más grande, el pago más grande que uno tiene es la sonrisa de ellos, la gratitud de ellos (Inés).

(2) La expresividad. Las expresiones afectivas de los niños y niñas (sonrisas, besos, abrazos) hacen que las madres comunitarias se sientan amadas por estos e importantes para ellos y ellas. (3) El reconocimiento. Entonces, no solamente se sienten queridas, sino reconocidas. (4) Finalmente, hacerlas parte de su existencia, lo que redunda en la confianza proveniente de niños y niñas, en dos sentidos: de un lado, entregar su subjetividad. Para Constanza, confianza es que ellos y ellas le cuentan todo. De otro lado, la confianza viene dada por dejarse cuidar, abandonarse a los cuidados provenientes de la madre comunitaria.

Lo que pasa es que el niño se la pasa todo el día conmigo y cómo el niño no me va a tener confianza si son ocho horas, y a veces más, que ellos se pasan conmigo y ellos aprenden a tenerle confianza a uno y todo lo cuentan (Constanza).

¿Por qué reciben lo que reciben? Mónica lo expresa muy claramente: "Porque uno fue bueno con ellos. Si uno hubiera sido malo no lo fueran a recordar". Las madres comunitarias se siembran en el recuerdo de los niños y niñas, a partir de tres tipos de actos: generadores (o mantenedores) de dolor subjetivo, reparadores de ese dolor, o propiciadores de experiencias promotoras de bienestar y desarrollo. Ricoeur (2006), en su fenomenología del hombre capaz, sitúa la memoria como próxima a la mismidad; ella mira al pasado, como para ver lo que se ha sido en función de lo que ahora se es. Sembrarse en la memoria de los niños y niñas indica que las madres comunitarias han influido decisivamente en la constitución identitaria de estos. En lo que las madres comunitarias reciben de los niños y niñas se ve una forma de reconocimiento mutuo. Lo que reciben les generan satisfacción, las hace ser y sentirse siendo. Esta experiencia deja ver la relación profunda que Ricoeur (2006) establece entre el reconocimiento mutuo y el devenir identitario del sujeto.

• Los niños y niñas realizan una serie de actos para cuidar a la madre comunitaria. Para las participantes ninguno de los niños y niñas realiza prácticas desobligantes, desconsideradas o egoístas cuando ellas se sienten bajas emocionalmente. Se tornan sensibles y las cuidan comportándose bien. Esos actos son prácticas de cuidado.

Durante esa semana yo no era capaz. Los niños iban y por ahí sí hubo un día; yo no fui capaz, yo me puse a llorar. Entonces yo me iba para la ventana del patio de atrás y los niños iban, los más grandes decían: "es que mi profe está llorando"... "ella está triste, vámonos pa'l salón y no hagamos bulla" (Eunise).

• Los niños y niñas conducen hacia el autocuidado a las madres comunitarias. Los niños y niñas llaman la atención de la madre comunitaria, le insisten en la necesidad de cuidarse, pero es fundamental que la madre comunitaria haga significativo ese llamado de aquéllos, lo integre a sí misma y lo acoja. Solo en este caso es vivido como cuidado de ellos hacia ella y, en una suerte de reconocimiento de los infantes, tornado en la base del autocuidado.

En la medida en que los niños y niñas del hogar comunitario contribuyen al autocuidado de las madres comunitarias, se puede hipotetizar que el cuidado y el autocuidado poseen una dimensión relacional profunda. Ambas vivencias son intersubjetivas en tanto exista en la base una vivencia vincular significativa. Así, la reciprocidad en el cuidado-autocuidado se fundamenta en la calidad del vínculo. Visto de esta forma, el reconocimiento mutuo hace que el ejercicio del cuidado se torne autocuidado.

• Y, de esta manera, en un acto de reciprocidad, en una especie de gratitud, algunas madres comunitarias cuentan que deciden Cuidarse para que los niños estén bien.

Yo...me cuido mucho y yo fumaba mucho, ahora...yo me tengo que abstener mucho y entonces en cierta ocasión yo tenía una preocupación y yo los dejé trabajando y yo me salí para el balcón, cuando un niño me dice: "ay, profe, a mí no me gusta que usted fume 'cigalillo"'; entonces yo me volteo a mirarlo, y yo: "ay, cierto" "¿Usted por qué fuma?" (Carolina).

Ellas se cuidan por tres razones: primero, porque se dejan afectar por el estado de los niños y las niñas; comprometen su subjetividad en el vínculo con ellos y con ellas. A esto lo he llamado en este estudio compartir el mismo destino. Es decir, ellas logran darse cuenta de que el destino de estos niños y niñas depende en alta medida de sus prácticas. Ven su vulnerabilidad, debida a su edad, a sus condiciones existenciales y familiares; pero también su receptividad a lo que proviene de las personas significativas como las madres comunitarias. Consecuentemente, el cuidado que realizan permite el despliegue de una posición ética alrededor del destino compartido. Juzgan su vida, sus prácticas, las actitudes de los niños y niñas, la institución y hasta su hogar comunitario sabiendo que lo que pase con los niños y niñas toca su propio ser y su identidad como cuidadoras.

Segundo. La ética del destino compartido las lleva a la gratitud hacia los niños y niñas, porque leen sus actos como prácticas de cuidado. Esto a condición de que la madre comunitaria haya llegado a serlo por vocación. Puede entenderse, así, cómo en Ricoeur (2006) el reconocimiento mutuo expresa una ética de la gratitud. Esta es entendida como "la respuesta al don recibido" (Constante, 2005, p.2).

Tercero. En un ejercicio de reciprocidad en el cuidado, estas mujeres descubren que cuidarse es básico para cuidar a los niños y niñas y desarrollan lo que aquí he nombrado la mutualidad en el cuidado, la cual tiene como condición el reconocimiento mutuo y conduce a incrementar la satisfacción de las madres con su trabajo, disminuyendo los niveles de estrés.

3.2. Nodo-madres comunitarias

Este nodo se compone de las otras madres comunitarias que, bajo el criterio relacional, son significativas para una madre comunitaria. El vínculo que genera con ellas, en muchos casos, es del mismo orden que el que tienen con sus familias.

Siempre salgo con la agendita [...] porque tengo, yo tengo 5 compañeras que somos del grupito, pues somos 25 madres comunitarias en la zona, pero siempre tenemos 5. [...] Entonces, a cualquiera de ellas llamo: "¡hola vieja!, ¿qué más?, ¿bien o no?, ¿qué está haciendo?, ¿nos vamos a encontrar un ratico?, ¡hágale!". Lo mismo ellas, también si algo: "Emilse, ¿dónde está?, ¿qué va a hacer?, ¡hágale, vamos!, nos encontramos en el parque, ¡hágale!". Entonces nos podemos hablar, como que ya a descansar (Emilse).

A veces el exponerse a otras madres comunitarias las lleva a experimentar su mirada como apoyo cuando en la labor se vive el cuidado desde el vector por lo infantil. Su mirada, que en muchos casos le resulta amenazante, es recibida como acto reflexivo sobre sí misma. Exponerse a otra madre comunitaria la conduce a abrir sus prácticas privadas hacia lo público.

Incluso consultando nosotras mismas para trasmitirnos, enterarnos ,organizar un grupo dentro de las madres comunitarias, donde cada grupo prepara su tema y se los expone a las demás compañeras, es la manera como de organizar las actividades (Dora).

3.3. Nodo-familias usuarias

Está conformado, principalmente, por los padres y las madres usuarias del Programa. Aunque en general las madres comunitarias resaltan el poco apoyo ofrecido por la familia de los niños y niñas, sostienen que quienes más apoyan son las madres usuarias, quienes se muestran más sensibles a su rol de cuidadoras y a su situación de vida. Las madres usuarias, en tanto cuidadoras, desarrollan una posición empática respecto de la labor de estas mujeres. En esto influye la solidaridad de género y la ética del destino compartido, puesto que las madres usuarias son conscientes de que su destino y el de sus hijos e hijas está unido, de la misma manera que el destino de la madre comunitaria influye en el de su hijo o hija.

Usted sabe que los niños lo cuentan todo: "mami, mi profe estaba llorando, mi profe estaba triste"; algunas mamás: "Eunise, ¿qué tiene, qué le pasa?, si necesita nosotros le ayudamos, cuidamos los niños"; yo: "no, no me pasa nada". Pero hay cosas que uno no puede manejar, eso sí son mentiras (Eunise).

Las madres usuarias han apoyado a las madres comunitarias en aspectos como lo emocional, lo económico (cuando se requiere dinero para actividades con los niños y niñas del Hogar), lo asistencial (cuando la madre comunitaria necesita reemplazo transitorio en el Hogar).Otro aspecto que se aprecia en los relatos escuchados es que también las madres comunitarias apoyan y cuidan de las familias usuarias, lo que constituye el reconocimiento de que su labor como madre comunitaria depende de (y alimenta) el bienestar de la familia de los niños y niñas.

Uno se queda pensando: "ay, dios mío bendito!", pues uno lo único que hace es rezarle a Dios pa' que se le arregle el problema al niño, a esa familia. Uno trata de hablar con la mamá más que todo porque uno tiene más contacto es con las mamás y que son como más, más conscientes de las cosas y no son tan... tan [...] porque las mamás le cuentan a uno muchas cosas (Inés).

Ahora, cuando hay presencia del vector por lo infantil en su labor de cuidadoras, comprometiendo su subjetividad en ello, saben que las familias usuarias son un factor facilitador o perturbador de los logros del cuidado de los niños y niñas; se percatan de la necesidad de apoyar a estas familias como una condición del buen-cuidado de los niños y niñas. La consigna es cuidar a la familia para que ellos y ellas estén mejor.

Yo llevo 13 años de madre comunitaria y soy muy feliz, porque es un trabajo muy bueno, es una labor muy rica la que nosotros realizamos... nos sirve mucho para que... colaborarle mucho como a las familias, como ayudándoles a sacar adelante los niños, colaborándole a las mamás que trabajan. Casi todas las madres que tengo yo en este año trabajan; entonces es muy importante que ellas cuenten como con este servicio para sus hijos y un acompañamiento. El trabajo de nosotros es como una, es una especie de acompañamiento como en su desarrollo y es muy importante (Stella).

El trabajo de las madres comunitarias en favor de las familias ha sido documentado. Pérez y Cifuentes (2008) señalan que "gracias al compromiso y apoyo que ofrecen estas mujeres a la población infantil, se reorienta y revitaliza la responsabilidad de los padres, en la formación y cuidado de sus hijos" (p. 6). Jaramillo (2009) insiste en la necesidad de implicar a padres y madres en las actividades y función educativa en el hogar comunitario, ya que "la familia es el motor más importante para el desarrollo de los niños, ellos brindan las primeras bases sólidas del amor y en sus manos está ese desarrollo evolutivo después del nacimiento" (p. 94). El cuidado de la familia de los niños y niñas se realiza mediante acciones que las madres comunitarias van descubriendo en la cotidianidad.

Yo quiero un desarrollo integral de mis niños, yo tengo que empezar por llevar una relación muy buena con el papá, porque es entre él y yo que vamos a formar a ese niño... Ayer que yo hice reunión... Les dije: "esto no es trabajo mío, esto es trabajo de equipo, usted y yo, porque no me gano aquí con yo enseñarle ciertas pautas a los niños y que ustedes me desbaraten el trabajo en la casa. Esto es un seguimiento y un proceso...esto no es nada más 'venga, guárdeme el niño aquí que yo más tarde vengo por él'" (Eunise).

Estas mujeres utilizan cuanto recurso está en sus manos para hacer partícipe a las familias en el cuidado de sus hijos e hijas. Ellas se convierten en lectoras de las situaciones de los niños y niñas y de la familia de estos y, así, definen las estrategias para intervenir con las familias usuarias. El apoyo brindado a las familias las lleva a interrogar el estilo de convivencia de estas y a brindar alternativas de solución.

Entonces lo que hace uno es lo que te decía, acercarse a la pareja, preguntar qué es lo que pasa y tratar de que las cosas... las hablen con calma, que el niño no perciba tanto esa situación. A veces los papás no se fijan que el niño está ahí y el niño es el que está en el centro sin saber qué va a entender. Entonces se brinda la oportunidad de buscar ayuda psicológica de otras personas profesionales y poderle dar solución este tipo de cosas (Sofía).

Otros temas de apoyo a las familias usuarias son: el alimento, las rutinas de vida saludable, el vestuario, el buen trato familiar, las relaciones. Las madres comunitarias van conociendo el régimen nutricional en las familias e influyen positivamente en él para mejorar las condiciones alimentarias de los niños y niñas: ["Nos toca darle a conocer [...] todo a los papás, alimentación, todo lo que los niños requieren en el hogar hay que dárselo a conocer a ellos" (Mónica)]. Las rutinas de vida saludable (acostarse, asearse adecuadamente, mantener prácticas de higiene personal, entre otras cosas) se convierten en objeto de intervención familiar de las madres comunitarias.

Cuántos niños veo que se acuestan a las 11:00, a las 10:30, y ¿por qué? Entonces uno les dice a las mamás: "¿Por qué los niños tienen que acostarse a esa hora?... Es que los niños deben de dormir, los niños no deben de trasnochar". O sea, mire que es que ellas mismas no imponen como el orden como lo, o sea, como que le implanten normas. Ellos dejan que los niños trasnochen, y ¿por qué? Si los niños no tienen que estar haciendo nada por ahí (Luz María).

El tipo y calidad de relaciones en las familias usuarias también es intervenida. Las madres comunitarias leen los vínculos familiares. A veces sus intervenciones se dirigen a una familia específica, dadas sus características relacionales; otras veces intervienen indirectamente.

Tengo también otro papá que le pega mucho a la mamá y así es el niño también. Entonces ¿qué cuidado va a haber ahí?, ¿qué responsabilidad van a tener los papás? Yo hago las escuelas de padres con ese motivo. De lo que yo veo que hay que reforzar yo lo hago (Emilse).

Finalmente, las madres comunitarias "utilizan" a los niños y niñas a su cuidado para influir positivamente en sus familias, convirtiéndolos en una suerte de cuidadores y cuidadoras de su propia familia. Si la familia tiene dificultades en el cuidado, estos aprenden y transmiten lo aprendido a su familia. Muchos padres y madres reciben con cariño lo proveniente de los niños y niñas, reconociendo lo que deben corregir.

Ellas vienen aquí y me dicen: "¿vos le estás enseñando que no diga palabras? Cada rato en la casa me reprende" (Sonia).

3.4. Nodo-familia propia

En este nodo incluyo a la familia de la madre comunitaria, cuando ella es vivida como apoyo a su labor y a su persona total. Quienes apoyan a las madres comunitarias son, en su mayoría, las mujeres de la familia (mamás, hermanas, tías, sobrinas). Los hombres no participan del apoyo a la labor pero sí del apoyo personal.

Entonces se quedó mi hermanita Kathe. Ella también está pendiente con nosotras; me cuida a mis niños o cuida los niños de Inés. También tiene mucha experiencia con nosotras; mi mamá también. O sea, es que toda mi familia ha estado como más bien metida ahí, ¿cierto? (Emilse).

Los hombres realizan, según los relatos de las madres comunitarias, un soporte (cuando lo llevan a cabo) en dos modalidades: (1) Soporte Práctico: actos concretos, en la esfera no visible del cuidado, aquella en la que no están en relación directa con los niños y niñas (preparar la comida, servirla, lavar utensilios, realizar labores domésticas mientras la madre comunitaria cuida de los niños y niñas, hacer diligencias por la madre comunitaria, proveer las herramientas para que esta ejecute bien su labor). (2) Soporte Afectivo en aspectos asociados a la labor. Correspondientemente, el soporte femenino familiar al trabajo de las madres comunitarias se centra en la esfera visible del cuidado. Es decir, en las acciones y prácticas directas con los niños y niñas a quienes cuida la madre comunitaria.

También con mi esposo, también hablo mucho con mi esposo. Y cuando ya sí veo que mis hermanas entonces... porque es que ellas también tienen sus problemas. Entonces como uno ir y también contarles uno como también los problemas como a ellas; no soy como así (Emilse).

3.5. Nodo-Profesionales apoyando la labor

El Nodo-Profesionales apoyando la labor alude al personal técnico de que disponen las madres comunitarias para su labor. Los profesionales y las profesionales apoyan a estas mujeres ya las familias usuarias. Aquéllas direccionan el soporte de los sujetos profesionales hacia los demás nodos de su red de apoyo.

[Cuando un niño o niña es maltratado en casa] Hablar con la que a nosotros nos dirige y también mandan la mamá al psicólogo, pues que necesita el psicólogo que lleve al niño. Además que ahí la psicóloga también se da cuenta, y ya empieza a trabajar con la mamá y con el niño (Elvira).

El sentirse incluida en una red de apoyo le da la posibilidad a la madre comunitaria de interrogar su propia práctica y la situación de los niños y niñas. La red de apoyo de estas madres les da un lugar, les provee unas herramientas para la realización de la labor y, además, las habilita para movilizar recursos que hagan más eficiente su trabajo como cuidadoras. El apoyo del técnico se da en dos vías: por una parte, en el manejo de situaciones que lo ameriten; es un soporte disponible en el ambiente de cuidado de los niños y las niñas. Por otra parte, contribuye a la capacitación de las madres comunitarias, para tornarlas más competentes. Aquí las redes de apoyo contribuyen a mejorar el cuidado hacia los niños y niñas, pero también el cuidado de ellas mismas en tanto saber qué hacer en cada situación.

Yo iba a la capacitaciones y uno exponía eso y lo tratábamos con las psicólogas, sociólogas y sexólogas y bueno ,todas ellas. Y, y uno va aprendiendo (Constanza).

3.6. Nodo-Institución

A este pertenecen el personal del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar -adscrito al Programa de Madres Comunitarias-, y las instituciones barriales/comunitarias que rodean el hogar comunitario. Lo que estás mujeres valoran de este nodo es la accesibilidad, la eficiencia en la ayuda prestada y el trato humano del que se es objeto.

A mí en el centro zonal de Bello, en el ICBF, todas las asesoras que han pasado por ahí me aprecian mucho y me conocen. Yo creo que me conocen al derecho y al revés. Ahí mismo yo llamé a la casa de mi jefe, la que era mi jefe en ese entonces y le conté, pero le conté con una angustia y no, no, no, me dice: "vea, tranquilita, primero que todo vamos a salvar a XXX [nombre del niño]. No es de mala familia; es un buen muchacho, no lo vamos a dejar solo" (Eunise).

Los estudios han mostrado dos tendencias en la conformación de las redes de apoyo. De un lado, están las que aquí se denominan redes de apoyo definidas desde afuera. Con ellas se hace referencia a la estrategia de conformación de redes de apoyo para las madres comunitarias. Los nodos les son ofrecidos; en algunos casos, ellas son inducidas a apoyarse en ellos y en otros les es exigido recurrir a las redes de apoyo conformadas para hacer más llevadero, y con mayor calidad, su trabajo (Soto, 2009, Hoyos, 2002). De otro lado, están las que en el presente estudio se llamaron redes de apoyo definidas desde adentro, las que son definidas y delimitadas por la misma madre comunitaria. Con los mismos nodos cada madre comunitaria teje su propia red de apoyo de manera particular. Madariaga, Martínez y Vides (1993) ya habían informado que los componentes (que aquí se llaman nodos) de las redes de apoyo que conforman las madres comunitarias son: marido, padres y madres, hermanos y hermanas, hijas e hijos, otros familiares, otras madres comunitarias, madres beneficiarias, líderes comunitarios, funcionarios y funcionarias del ICBF, otros funcionarios, amigas y amigos. Resulta concordante con el estudio del que informo en este artículo,que uno de los nodos de mayor valencia es el nodo-madres comunitarias.

4. Conclusiones

A continuación presento un conjunto de intelecciones que surgen del estudio que presento en este artículo y que se refieren a lo que en este se denominó las redes del cuidado. En primera instancia postulo algunas características generales de los nodos de las redes del cuidado, que son:

(1) El nodo se crea, no preexiste a la madre comunitaria; este conforma una suerte de tejido que es dinámico. La madre comunitaria activa la red y cada uno de los nodos en ella existentes.

(2) Cada nodo es erigido en cuanto tal por su competencia pragmática, relacional y afectiva. En algunos casos es definido porque ofrece herramientas para desempeñarse mejor como cuidadoras. Así, la familia usuaria, los sujetos profesionales, el personal de apoyo del ICBF y, en ocasiones, hasta la propia familia y las otras madres comunitarias, proveen ayudas para hacer más llevadera la función de cuidar. Pero a veces el nodo se erige en función de su competencia afectivo-relacional, pues proporciona a la madre comunitaria un escenario afectivo y relacional en el que es reconocida, acogida, contenida.

(3) El nodo tiene una teleología. El tejido nodal que una persona urde se hace porque la persona considera que este le permite realizar algo. Ya sea que le ofrezca apoyo a la labor y/o apoyo personal, la red subjetiva le permite a las madres comunitarias realizar una idea de sí. Es decir, la red de apoyo que construye cada una de estas mujeres es un acto de sí que le permite realizar/construir su identidad. Como lo indica Ferrater (1994), en la tradición aristotélica el acto está asociado con la realidad del ser; la existencia del sujeto; es su realidad propia y su principio (Bedoya, Builes & Lenis, 2009); es "lo que hace ser a lo que es". Si se entiende que el ser es lo que es gracias a lo que hace, no significa esto que el ser se devele en su acción, sino que el ser es acción. Así, las acciones que conducen a una madre comunitaria a construir sus redes de apoyo, le ofrecen la oportunidad de ser en sí. Pero, además, el carácter que le imprime se muestra como una expresión de lo que cada una de estas mujeres ha construido acerca de sí.

(4) Cada madre comunitaria le asigna una valencia diferente a los nodos y esto hace que la red del cuidado sea única para cada madre comunitaria. Por ello, el tejido de la red de apoyo de una madre comunitaria es único y urdido según su posición en el mundo, su manera de verse, el ver a los otros y al mundo, según su identidad.

    - El ejercicio del cuidado de otros requiere de una red de apoyo por parte del cuidador o cuidadora. Esta red, aun siendo definida desde afuera, asienta su eficacia en que sea determinada subjetivamente. Con el concepto de red de apoyo definida desde adentro quise expresar que la red de apoyo de las madres comunitarias -y quizá esto opera para el tema del cuidado de otros en general- es integrada en su cotidianidad de manera idiosincrática. O sea, es subjetivamente (re)construida y vivida por estas mujeres.

    - Por otra parte, las redes del cuidado de las madres comunitarias son, en mayor proporción, femeninas (otras madres comunitarias, hijas, madres, hermanas). En tanto apoyar a otra persona es una forma de cuidarla, se aprecia un acuerdo con los planteamientos de algunos autores y autoras, para quienes la labor de cuidar de otros es una inclinación fundamentalmente femenina (Gilligan, 1985, Chodorow, 1984), en lo que denominan ética del cuidado. Sin embargo, en el presente estudio se evidencia que las participantes también reciben apoyo/cuidado de algunos hombres (esposo, hijos, profesionales, líderes comunitarios). Así, el apoyo masculino tiene un carácter instrumental (se dirige a aspectos prácticos de la vida y del trabajo de las madres comunitarias) en tanto que el femenino se dirige a aspectos subjetivos. Esto se convierte en el trasfondo de lo que aquí he denominado apoyo a la labor y apoyo personal.

La red del cuidado que conforma cada madre comunitaria tiene un carácter recursivo, de ida y vuelta, lo que significa que ella es apoyada por los nodos enunciados pero, a la vez, ella apoya/cuida de ellos. Esto es una novedad de esta investigación respecto de otras que se han hecho (Soto, 2009, Jaramillo, 2009, Pérez & Cifuentes, 2008, Hoyos, 2002, Madariaga, Martínez & Vides, 1993). Algunos estudios han enfatizado el vector cuidador (educador)- niño/niña, aludiendo al potencial subjetivador del cuidado de estos (Egas & Salao, 2011). El presente artículo se centró en la ruta contraria, a saber, la manera como las madres comunitarias se sienten reconocidas por las redes de apoyo que se tejen alrededor de su labor de cuidadoras.

    - Dos aspectos nuevos adicionales son: (1) el reconocer a los niños y a las niñas de los hogares comunitarios como cuidadores y cuidadoras de las madres comunitarias; y (2) dado que las redes de apoyo que conforman las madres comunitarias se hacen alrededor del eje del cuidado, ellas, en tanto cuidan de los niños y niñas (y de sus familias) y de su propia familia, descubren la necesidad de cuidar de sí mismas, modelando una estética de su propia existencia con un criterio profundamente subjetivo, lo que resulta ser una manifestación de la denominada ética del cuidado de sí (Foucault, 2002, 1999).

    - Finalmente, ética del destino compartido. Las madres comunitarias viven su labor sintiendo que las prácticas de cuidado que realizan frente a los niños y las niñas no sólo aporta para que éstos vayan conduciendo su vida, sino que ellas sienten que la eficacia en el cuidado aporta a su propia construcción subjetiva. Conciben que su destino y el de los niños y niñas está unido a través de las prácticas de cuidado.

5. Agradecimientos

Quiero agradecer a las 30 mujeres, madres comunitarias todas ellas, que quisieron abrir su experiencia para ser conocida por mí y por otros. Soy consciente de que estas mujeres enfrentan con valentía y decisión las duras situaciones por las que atraviesan en sus labores cotidianas. Sé que sus condiciones laborales muchas veces atentan contra su ánimo, pero que es su vocación hacia el cuidado de los niños y niñas lo que las mantiene siempre optimistas. Les agradezco, además, porque me permitieron entrar en un rico mundo que me era desconocido y que se convierte en una propuesta ética para todos y todas.


Notas:

* El presente artículo de investigación científica y tecnológica (área: psicología; subárea: psicología social) ofrece los resultados del estudio denominado "cuidado propio en las madres comunitarias en relación al cuidado promovido en los niños y niñas de los hogares comunitarios a su cargo", realizada por el Grupo de Investigación de Psicología Social y Política, de la Universidad de Antioquia (U de A), Colombia. Se inicia el 11 de octubre de 2010 y finaliza el 11 de abril de 2012. La investigación fue financiada por el Comité para el Desarrollo de la Investigación (Codi, U de A), acta 575. Este artículo fue apoyado por recursos de la Convocatoria de Sostenibilidad 2012, de la misma universidad.


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    Referencia para citar este artículo:Bedoya-Hernández, M. H. (2013). Redes del cuidado: Ética del destino compartido en las madres comunitarias antioqueñas. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 11 (2), pp. 741-753.