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Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud

versão impressa ISSN 1692-715X

Rev.latinoam.cienc.soc.niñez juv vol.13 no.2 Manizales jul./dez. 2015

https://doi.org/10.11600/1692715x.13235280514 

Segunda sección: teoría y metateoría

 

DOI: http://dx.doi.org/10.11600/1692715x.13235280514

 

MBQS: Método de evaluación para intervenciones en apego dirigidas a primera infancia*

 

MBQS: Evaluation method for attachment-based interventions in early childhood

 

MBQS: Método de avaliação para intervenções em apego dirigidas à primeira infância

 

 

Fernando Salinas-Quiroz1, Germán Posada2

 

1 Profesor Universidad Pedagógica Nacional, México. Doctor en Psicología, Unam. Profesor Asociado de la Universidad Pedagógica Nacional, Ajusco; México. Correo electrónico: fsalinas@upn.mx

2 Profesor Universidad de Purdue, EE. UU. Doctor en Psicología del Desarrollo. Profesor Asociado del Departamento de Desarrollo Humano y Estudios de la Familia en la Universidad de Purdue, West Lafayette, IN (EE. UU.). Correo electrónico: gposada@purdue.edu

 

Artículo recibido en febrero 20 de 2014; artículo aceptado en mayo 28 de 2014 (Eds.)

 


Resumen (Descriptivo):

Presentamos la necesidad de dirigir intervenciones a sujetos cuidadores de menores de edades entre 0 y 6 años, ya que la literatura indica que la habilidad de las personas adultas para ofrecer una respuesta sensible es una poderosa variable para determinar la seguridad emocional del niño o niña. Las intervenciones basadas en la Teoría del Apego deben ser construidas con base en criterios científicos para su replicabilidad. El objetivo del presente trabajo es proponer la evaluación de la sensibilidad del sujeto cuidador con el método Q para la puntuación del comportamiento materno (MBQS), de manera previa y posterior a la intervención para sustentar su efectividad. El MBQS evalúa naturalísticamente al cuidador o cuidadora y a la calidad de la interacción, por lo cual resulta una herramienta válida y confiable para valorar las intervenciones dirigidas a las personas cuidadoras de la primera infancia.

Palabras clave: psicología del desarrollo, desarrollo afectivo, desarrollo del niño o niña, relaciones interpersonales, psicometría (Tesauro de Ciencias Sociales de la Unesco).

Palabras clave autores: Teoría del Apego, Fenómeno de la Base Segura, Sensibilidad Materna, Intervenciones en Apego, MBQS.


Abstract (Analytical):

This article presents the need to develop interventions for caregivers of children aged between 0 and 6 years. Preventive interventions should be tested under objective and scientific conditions to ensure proper child development and to raise awareness among caregivers, given that their sensitive response is a powerful variable in determining a child’s attachment security. This study concludes that attachment-based interventions could be tested assessing the sensitivity of caregivers through a pre and posttest study design with the Maternal Behavior Q-Sort (MBQS). The MBQS is a valid and reliable instrument that describes the quality of caregiver-infant interaction based on naturalistic observation; as a result it is a versatile resource in evaluating the effectiveness of early childhood interventions.

Key words: developmental psychology, emotional development, child development, interpersonal relationships, psychometrics (Unesco Social Sciences Thesaurus).

Author’s Key words: Attachment Theory, Secure Base Phenomenon, Maternal Sensitivity, Attachment Based Interventions, MBQS.


Resumo (Analítico):

Este trabalho aborda a necessidade de intervenções junto aos cuidadores de crianças na faixa etária de 0 a 6 anos, visto que a literatura considera que a habilidade do adulto para oferecer uma resposta sensível é uma poderosa variável para determinar a segurança da criança. As intervenções baseadas na Teoria do Apego devem ser construídas com critérios científicos para serem replicáveis. Portanto o objetivo é propor a avaliação da sensibilidade do cuidador utilizando o método Q de ordenamento do comportamento materno (MBQS) prévio e posterior à intervenção para sustentar a sua efetividade. O MBQS possibilita a avaliação naturalística do cuidador e a qualidade da interação, validando-se como ferramenta confiável para valorar as intervenções dirigidas aos cuidadores da primeira infância.

Palavras-chave: psicologia do desenvolvimento, desenvolvimento afetivo, desenvolvimento infantil, relações interpessoais, psicometria (Tesauro de Ciências Sociais da Unesco).

Palavras-chave autores: Teoria do Apego, Fenómeno de Base Segura, Sensibilidade Materna, Intervenções baseadas no apego, MBQS.


 

1. Introducción

 

Todas las niñas y los niños tienen derecho a la vida, a la salud, al desarrollo, a la participación, a la expresión y a la educación, por lo que una manera de transitar hacia el cumplimiento de estos derechos es lograr el desarrollo de la infancia durante sus primeros seis años de vida (González-Guajardo, 2014). Debido a que la primera infancia es el período más crítico del desarrollo humano donde se construyen las bases biológicas y psicológicas de la persona, y a que coincide con el período en el que el sujeto menor se encuentra en su mayor condición de dependencia de los individuos adultos que lo rodean, debe existir un compromiso de la sociedad en términos económicos, políticos y sociales para visibilizar a las niñas y a los niños pequeños (González-Guajardo, 2014, Schneider & Ramires, 2008, Shonkoff & Phillips, 2000).

En la primera infancia, la familia suele responsabilizarse del cuidado diario y de la promoción de los derechos de los niños y las niñas, producto de una responsabilidad conjunta de la sociedad y de los Estados, tal y como fue estipulado en 1989 en la Convención de los Derechos del Niño (Ortiz, Bensaja, Carbonell & Koller, 2013).

Si bien la familia no es el único medio de socialización, la experiencia ha demostrado que se constituye en un factor influyente de desarrollo integral de los seres humanos. Estudios relevantes desde la sociología, la psicología y la antropología, han situado a la familia como fuente esencial del proceso histórico y de la construcción social del sujeto en todas las sociedades del mundo. La familia se erige como la institución por excelencia de las prácticas de la crianza y el cuidado. Sin embargo, el advenimiento de nuevos procesos de modernización adjuntos a inesperadas formas de relaciones sociales y de trabajo, han establecido dispositivos de orden institucional externos a la familia, a los que se encargó la función de socialización primaria (Triana, ávila & Malagón, 2010, p. 935).

La institucionalización es cada vez más común en edades tempranas como consecuencia de las transformaciones sociopolíticas, económicas y culturales (Triana et al., 2010): ambientes de pobreza, estrés percibido y relación marital de padres y madres, así como inequidad y exclusión, merman las capacidades de las familias -afectando la calidad de las relaciones que los sujetos adultos establecen con las personas menores-, e inciden en la violación de los derechos de los niños y las niñas en contextos familiares y sociales (Carbonell, Posada, Plata & Méndez, 2005, Durán-Strauch & Valoyes, 2009): no es posible hablar de desarrollo infantil temprano sin tomar en cuenta el papel determinante de los individuos cuidadores y el contexto (Bowlby, 1969, Givaudan & Pick, 2014). Debido a lo anterior, no solo los sujetos cuidadores familiares, sino también los no familiares, son esenciales para promover el sano desarrollo de los niños y niñas. Estos cuidadores y cuidadoras deben ser el foco de intervenciones efectivas que faciliten el despliegue de todo su potencial humano, fortaleciendo los lazos afectivos y la calidad del cuidado que proveen a los niños y niñas, apoyando a los padres y madres en los desafíos que plantea el ejercicio de la parentalidad, y ayudándolos a crear ambientes seguros y estimulantes (Mesa & Gómez, 2013, Mireles-Barrera, Henríquez-Linero & Sánchez- Castellón, 2009, Ortiz et al., 2013).

La construcción y el establecimiento de un vínculo afectivo perdurable sujeto cuidadorpersona menor, se logra mediante interacciones diarias, frecuentes y recíprocas, activando a su vez el sistema de cuidados y protección por parte del sujeto adulto/cuidador (Ainsworth, Blehar, Waters & Wall, 1978).

Una niña o un niño que ha tenido la oportunidad de crecer en un hogar con una crianza sensible -con madres y padres afectuosos que le han brindado suficiente apoyo, aliento y protección-, sabrá dónde buscar todo ello en momentos posteriores, y ofrecerlo a otros. Esta vivencia, repetida con su padre y su madre, le permitirá saber y sentir que puede confiar en el otro y que vive en un mundo seguro y predecible. Su experiencia vincular le generará unas expectativas y formas de ver e interpretar la información sobre las relaciones sociales y afectivas, que lo guiarán en su forma de comportarse y relacionarse con los otros (Carbonell et al., 2005, p. 33).

Las intervenciones deben dirigirse a la motivación de los individuos cuidadores para poder incrementar la frecuencia, el poder y la contingencia de sus respuestas a las necesidades de los niños y niñas (Ainsworth, 1982, Pederson & Moran, 1995a), ya que la habilidad del sujeto adulto para ofrecer una respuesta sensible, favorece el establecimiento de un vínculo de apego mutuamente satisfactorio y se convierte en una poderosa variable para determinar la seguridad del niño o niña (Ainsworth, Bell & Stayton, 1974). Bakermans-Kranenburg, van Ijzendoorn y Juffer (2003) encontraron en su meta-análisis sobre los efectos de las intervenciones tempranas en la sensibilidad del cuidador o cuidadora y en el apego de los niños y niñas, que las intervenciones breves, enfocadas exclusivamente en la sensibilidad como comportamiento, son las más exitosas.

La relativa ausencia de investigación basada en la Teoría del Apego en Latinoamérica: a) limita nuestra comprensión de las relaciones sujeto cuidador-niño o niña; b) restringe el conocimiento sobre el desarrollo infantil; y c) dificulta la generación de programas de intervención basados en evidencia y de políticas públicas de desarrollo infantil (Sroufe, 2014). Pese a lo anterior, cada vez son más los investigadores e investigadoras de Latinoamérica que han desarrollado intervenciones basadas en dicha teoría, con resultados prometedores (e. g. Bauer et al. 2014, Carbonell & Plata, 2014, Gómez-Muzzio, Muñoz & Santelices, 2008, Lecannelier, 2014, Mesa & Gómez, 2013, Ortiz, 2011 y 2012). Se sabe que las intervenciones dirigidas a los sujetos cuidadores de niños y niñas entre cero y seis años de edad, pueden impactar el desarrollo del capital social de las comunidades, convirtiéndolas en estrategias relevantes para superar la pobreza (Knudsen, Heckman, Cameron & Shonkoff, 2006). Independientemente del grado de vulnerabilidad de la población a la que se dirija la intervención, esta debe construirse con base en objetivos y criterios científicos, de manera que puedan explicar sus efectos y ser replicadas (Khandker, Koolwal & Samad, 2010). Debido a que la ciencia demanda intervenciones basadas en evidencia empírica, una manera de reportar la efectividad de las mismas es evaluando la sensibilidad y/o el estilo de apego del niño o niña, previo y posterior a la intervención. A continuación presentamos los supuestos de la Teoría del Apego y sus aportes en la observación sistemática directa de la interacción sujeto cuidador-sujeto menor. Posteriormente, daremos paso a la definición operacional de la sensibilidad del individuo cuidador y ofreceremos una revisión del método Q de ordenamiento del comportamiento materno -MBQS, por sus siglas en inglés-. El objetivo del presente artículo es proponer la evaluación de la sensibilidad del cuidador o cuidadora con el MBQS, para sustentar la efectividad de las intervenciones dirigidas a los sujetos cuidadores de primera infancia.

 

2. Teoría del Apego

La Teoría del Apego -creación teórica y metodológica de John Bowlby (1969, 1973, 1980) y Mary Ainsworth (Ainsworth, 1967, Ainsworth et al., 1978, Ainsworth & Wittig, 1969)-, es una de las teorías de desarrollo socioemocional con mayor influencia en las últimas cuatro décadas.

Su vigencia y relevancia se manifiesta en la cantidad de esfuerzos teóricos y de investigación emprendidos durante los últimos años, en su extensión a otras áreas referentes al estudio de las relaciones interpersonales, y en los esfuerzos por utilizar e implementar la teoría y los resultados de investigación en el dominio clínico, específicamente en programas de prevención e intervención (Posada, 2004, p. 13).

El alcance explicativo de la teoría no se queda a nivel hipotético, pues se ha ido nutriendo de la investigación empírica realizada por diversos autores y autoras alrededor del mundo (e. g. Carbonell, Plata & Alzate, 2006, Love, Harrison, Sagi-Schwarz, van Ijzendoorn & Ungerer, 2003, Mills-Koonce et al., 2007, Nievar & Becker, 2008, Posada, Alzate, Carbonell, Plata & Méndez, 2006, Posada et al., 1999, Sagi-Schwartz & Aviezer, 2005). La descripción formal de la Teoría del Apego se encuentra en la trilogía El apego y la pérdida, conformada por: El apego (1969), La separación afectiva (1973) y La pérdida afectiva: tristeza y depresión (1980). En la construcción de su teoría, Bowlby integró ideas de campos de conocimiento distintos: a) del psicoanálisis -específicamente la teoría de las relaciones objetales-; b) de la teoría etológica; c) de la teoría de los sistemas de control; y d) de conceptos de las ciencias cognoscitivas. Se trata de una teoría estructural que concibe el desarrollo como un proceso de construcción y transformación constante (Sroufe, 1996).

El apego es un vínculo afectivo sujeto menor-sujeto cuidador relativamente perdurable, en el que el otro es importante como individuo único y no intercambiable, con quien se quiere mantener cierta cercanía. Dicho vínculo se manifiesta a través de un sistema organizado de conducta cuyo fin es el mantenimiento de la proximidad entre el individuo y una o varias personas afectivamente cercanas a el, normalmente concebidas como más sabias y fuertes. Se trata de un lazo irremplazable -específico y discriminativo- que se construye a través de las interacciones entre ambos miembros de la díada (Ainsworth, 1989).

(…) Los cuidadores colocan a los bebés en una matriz social envolvente, y el self emerge y es moldeado por el entorno relacional… Los deseos de tranquilidad y seguridad están en equilibrio con nuestra curiosidad inherente y el deseo de explorar, lograr el dominio de ciertas habilidades, y buscar experiencias significativas… (Sroufe, 2014, pp. 18-19).

Bowlby (1958) consideró el fenómeno de la base segura como uno de los aspectos centrales de la relación cuidador o cuidadoraniño o niña; un aspecto fundamental para la lógica y coherencia de la Teoría del Apego, así como para su estatus como un constructo organizacional (Waters & Cummings, 2000). Para Bowlby, la característica esencial del apego no es la dependencia, ni la protesta de separación del sujeto cuidador, sino más bien el balance -aparentemente intencional-, entre la búsqueda de proximidad con el cuidador o cuidadora y la exploración en distintos contextos y tiempos (Posada, 2004). Una figura de apego es aquella persona que brinda al niño o niña una base de seguridad en situaciones de hambre, incomodidad, tensión o peligro (Ainsworth, 1967, Ainsworth et al., 1974, Ainsworth et al., 1978, Ainsworth & Bowlby, 1991, Bowlby, 1973, 1988, Waters & Cummings, 2000), por lo que la posibilidad de formar vínculos de apego está cimentada en la evolución misma, ya que el apego hace las veces de un sistema de regulación diádica del estrés. Al tratarse de un vínculo emocional no es observable, sino que se infiere a partir de la conducta (Weinfield, Sroufe, Egeland & Carlson, 1999). George & Solomon (1999), siguiendo a Bowlby, proponen que así como en el sujeto menor la función adaptativa del apego es la supervivencia, las prácticas de crianza deben velar por la protección de las crías. Una base segura protectora ofrece una variedad de oportunidades de aprendizaje bajo supervisión; interacciones exploratorias con objetos y personas que alcanzan sus niveles óptimos con el apoyo de la figura de apego (Seifer & Schiller, 1995).

Si bien se ha cuestionado la generalidad transcultural de los constructos básicos e hipótesis de la Teoría del Apego (Rothbaum, Wiesz, Pott, Miyake & Morelli, 2000), existe alguna evidencia empírica que apoya la universalidad del fenómeno de la base segura (e. g. Posada, 2002, Posada, Carbonell, Alzate & Plata, 2004, Posada et al., 2002). En 2013, un estudio transcultural demostró que niños y niñas de nueve países, culturas y contextos distintos, mostraron el fenómeno de la base segura durante intercambios con sus madres: dos de estos países fueron latinos -Colombia y Perú- (Posada et al., 2013).


3. Propuesta de evaluación del Fenómeno de la Base Segura

Si bien Bowlby hizo extensas revisiones bibliográficas y teorizó con base en estudios previos y su propia experiencia clínica e investigativa, se debe a Mary Ainsworth la observación sistemática directa de la interacción madre-niño o niña, así como la metodología para llevar a cabo la investigación. Sus investigaciones empíricas y con métodos observacionales cualitativos y de laboratorio -hoy considerados clásicos-, probaron las hipótesis propuestas por Bowlby y no solo robustecieron la teoría, sino que la consolidaron. Ainsworth recolectó información empírica que sirvió como apoyo a la evidencia y de fundamento para la construcción de la teoría, a partir de los estudios realizados en Uganda (Ainsworth, 1963, 1967) y en Baltimore (Ainsworth, Bell & Stayton, 1971, Ainsworth et al., 1978); sus observaciones permitieron:

    • describir el fenómeno de la base segura;

    • conceptualizar la calidad del vínculo de apego en un continuo de seguridadinseguridad;

    • definir la calidad del cuidado en términos de sensibilidad, accesibilidad, aceptación y cooperación ante las señales y comunicaciones del infante;

    • identificar diferencias individuales respecto a la seguridad del apego, encontrando patrones de apego organizado, cualitativamente distintos (Ainsworth et al., 1978).

La observación naturalística de las conductas de base segura es el punto de referencia para las mediciones de apego, mediciones que han sido validadas y revalidadas en distintas muestras y culturas (e. g. Ainsworth et al., 1978, Waters, Kondo-Ikemura, Posada & Richters, 1991). La Situación Extraña -SEes el procedimiento prototipo para evaluar en el laboratorio la calidad del apego niño o niña-cuidador o cuidadora, entre los 12 y los 18 meses de vida (Ainsworth & Wittig, 1969, Ainsworth et al., 1978). Prácticamente en todas las investigaciones de los años setenta, ochenta y noventa, se utilizó dicho método (Waters & Deane, 1985). La SE comprende ocho episodios de tres minutos o menos cada uno, en los que hay dos separaciones y dos reuniones sujeto cuidador-sujeto menor; situación que provoca niveles gradualmente crecientes de ansiedad en la niña o el niño, capaces de evocar y así poder evaluar las conductas de apego en interacción con su cuidador o cuidadora (Juárez-Hernández, 2004a). Gracias a este procedimiento pionero y a la consistencia de sus resultados, se reafirma la necesidad de evaluar no solo a los niños y niñas, sino también a sus cuidadores o cuidadoras en situaciones naturales. Una de las hipótesis básicas de la Teoría del Apego es que la calidad del cuidado provisto por la persona adulta es central para la organización del comportamiento de base segura en el individuo menor (Ainsworth, et al., 1978, Bowlby, 1969, Ortiz et al., 2013).

 

4. Sensibilidad del Cuidador o Cuidadora

"…concibo el cuidado más allá del problema salud-enfermedad y lo inserto en la existencia del ser mismo… constituyéndose, de esta manera, en una práctica ética" (Bedoya- Hernández, 2013, p. 743).

Se cuenta con evidencia empírica que afirma que el apego seguro es producto de la sensibilidad, es decir, de la calidad de respuesta del sujeto cuidador a las necesidades específicas del niño o niña (e. g. Moran, Forbes, Evans, Tarabulsy & Madigan, 2008): un cuidador o cuidadora accesible responderá adecuadamente a las necesidades de la persona menor, y la hará sentir merecedora de cuidado. Mary Ainsworth (1973) planteó el constructo de sensibilidad materna para describir la habilidad de la madre para estar atenta a las señales del hijo o hija, interpretarlas correctamente, y responder pronta y apropiadamente. Una madre sensible centra su atención en las necesidades físicas y emocionales de su hijo o hija y es capaz de ver las cosas desde el punto de vista del niño o niña. Asimismo, sincroniza las actividades de su hijo o hija con las propias, negocia ante conflictos y se ajusta a los estados emocionales, al momento evolutivo y a las particularidades del sujeto menor (Ainsworth, 1982, Ainsworth et al., 1978, Bowlby, 1969, Carbonell et al., 2005, Emde, 1980, Seifer & Schiller, 1995).

Ainsworth (1973) desarrolló cuatro escalas para evaluar el constructo de sensibilidad materna, en las que consideró los siguientes aspectos clave: 1) sensibilidad vs insensibilidad; 2) aceptación vs rechazo; 3) cooperación vs interferencia; y 4) accesibilidad vs ignorar/descuidar. Sensibilidad no es sinónimo de calidez o amor (Seifer & Schiller, 1995), ya que la sensibilidad es producto de una relación recíproca y coordinada donde ambos interlocutores cooperan a nivel emocional y conductual, a pesar de que esta relación se enmarque en climas emocionales positivos (Carbonell, 2011). El cumplimiento a las demandas del sujeto menor, así como la atención a sus necesidades, no lo condenan a la dependencia perpetua, sino que catapultan su autoconfianza al sentir que modifican el ambiente que lo rodea de manera eficaz. La respuesta afectuosa y cargada de entendimiento no hace individuos consentidos y malcriados, sino niñas y niños empáticos (Weinfield et al., 1999).

 

5. Q-Sort del Comportamiento Materno (MBQS)

La evaluación de la sensibilidad ha consistido mayormente en observaciones estructuradas y no-estructuradas en el laboratorio por períodos cortos de tiempo (Ainsworth, 1973, Atkinson et al., 2000, De Wolff & van Ijzendoorn, 1997, Nievar & Becker, 2008). El Q Sort del Comportamiento Materno -MBQS por sus siglas en inglés- fue diseñado por David Pederson y Greg Moran en 1995, a partir de descripciones teóricas y empíricas de la conducta materna, teniendo en cuenta el constructo de sensibilidad planteado por Ainsworth et al. en 1971 y en 1978 (Pederson & Moran, 1995b). Los reactivos del MBQS describen un amplio rango de conductas del sujeto cuidador en el contexto natural de cuidado, tales como sus prácticas de crianza, sus interacciones durante la alimentación y la organización del ambiente en función de las necesidades del niño o niña; asimismo, su sensibilidad frente al estado de ánimo de la niña o el niño, específicamente su habilidad para reconocer y detectar señales comunicativas del sujeto menor de manera pronta, oportuna, y de acuerdo con sus necesidades (Carbonell et al., 2006).

El MBQS se asocia con la metodología cuantitativa debido a que asigna puntajes; además, combina las fuerzas y metodología del individuo investigador cualitativo, permitiendo hacer un estudio sistemático de la subjetividad. Cuenta con tres componentes: 1) procedimientos para desarrollar conjuntos de reactivos descriptivos para los cuales se asignan ciertos puntajes; 2) procedimientos para asignar puntajes a los reactivos, al acomodarlos dentro de un rango de ordenamiento, de lo más característico a lo menos característico del individuo participante evaluado; y 3) una amplia variedad de procedimientos para la reducción y el análisis de los datos. Se trata de un método psicométrico que asigna calificaciones a un extenso número de reactivos. Cuando los reactivos son escritos cuidadosamente, los datos del MBQS pueden ser relevantes, pero no equivalentes en términos conductuales (Waters & Deane, 1985).

El MBQS cuenta con 90 reactivos y cada uno contiene un título y una descripción específica de la conducta a observar en el cuidador o cuidadora (Pederson & Moran, 1995b). Estos reactivos constituyen un vocabulario estandarizado para describir diferencias individuales en campos específicos, tales como actitudes, conducta o personalidad. Los reactivos del MBQS pueden ser fácilmente escritos para referirse a conductas específicas o a conductas en contextos determinados. El uso de un vocabulario estandarizado y repartido en múltiples reactivos tiene muchas ventajas, pues requiere de un examen exhaustivo de datos clínicos, observacionales y teóricos. Es una herramienta poderosa para poder transmitir a sujetos observadores novatos la sofisticación teórica y conductual. El uso del MBQS asegura que distintos individuos observadores evalúen el mismo contenido para describir a cada cuidador o cuidadora. Tras la descripción del individuo cuidador con el uso del MBQS, un amplio rango de variables puede calificarse, incluyendo ciertas variables que atraerán la atención de quien investiga, una vez que se haya completado la recolección de datos (Waters & Deane, 1985).

Se les solicita a las personas evaluadoras que clasifiquen los reactivos en nueve categorías, buscando caracterizar y describir el comportamiento del sujeto cuidador evaluado. Los reactivos más característicos deben ubicarse en los lugares más altos -categorías 7 a 9-, y los menos característicos en las posiciones más bajas -categorías 1 a 3-; los que no caracterizan al cuidador o cuidadora, o no se observaron, se clasifican en el centro de la distribución -categorías 4 a 6-. Después de ajustar el número de reactivos en cada categoría, la distribución final debe ser de 10 en cada una de las nueve categorías, y el puntaje de cada reactivo corresponde al número de la pila en que se ubicó. Una vez que cada evaluador o evaluadora finaliza su ordenamiento, se les pide que negocien con su pareja de observación aquellos reactivos con una diferencia en la categorización < 3 puntos. Tras discutir y modificar los desacuerdos, tanto el ordenamiento individual como el negociado se procesan en el programa The Attachment Q-Set: Hyper-text Advisor (Waters, Posada & Vaughn, 1994) para establecer la confiabilidad interobservadores y obtener el puntaje de sensibilidad del individuo cuidador; este equivale a la correlación de la descripción de cada cuidador o cuidadora, evaluado con el criterio teórico de un sujeto cuidador prototípicamente sensible.

Dentro de las principales ventajas del MBQS, se encuentra que los observadores y observadoras pueden ignorar los constructos teóricos; que no requieren conocimiento detallado de los criterios tras cada reactivo; que los sesgos de respuesta son reducidos al ordenar los reactivos en una distribución fija; y que lo significativo de una conducta es claramente diferenciado de la frecuencia de ocurrencia (Waters & Deane, 1985).

El MBQS se utiliza con madres de niños y niñas hasta los 36 meses de edad, y su validez ha sido previamente reportada (e. g., Pederson & Moran, 1995a, Pederson et al., 1990). Cuenta con dos traducciones al castellano: una colombiana (Posada et al., 1999, Posada et al., 2002) y una mexicana (Juárez-Hernández, 2004b), así como una adecuación para sujetos cuidadores secundarios profesionales en centros de educación inicial (Q-Sort del Comportamiento del Cuidador Secundario Profesional, QSCCSP, Salinas-Quiroz, 2014). Asimismo, existe una versión para niños y niñas preescolares mayores de 36 meses (Maternal Behavior for Preschoolers Q-Set, Posada, Moreno & Richmond, 1998 en Posada, Kaloustian, Richmond & Moreno, 2007). Los expertos y expertas recomiendan que dos sujetos observadores independientes realicen dos visitas distintas de entre hora y media y dos horas de duración cada una, para describir la conducta del cuidador o cuidadora con el apoyo del MBQS (Posada & Waters, 2014). Se trata de un método que, si bien requiere de entrenamiento y supervisión, resulta idóneo para evaluar la sensibilidad de los individuos cuidadores en contextos naturales, es decir, su forma de relacionarse con los niños y niñas bajo su cuidado en la cotidianeidad.

 

6. Conclusiones

La comprensión de constructos de la Teoría del Apego como el fenómeno de la base segura y la sensibilidad, tiene relevancia teórica y social para el cumplimiento de la Convención sobre los Derechos de la Niñez:

"(…) asume al niño y a la niña, desde el inicio de su vida, como interlocutores activos, con perspectivas, necesidades e intereses propios. Por tanto, modifica la concepción del bebé…como un ser pasivo y dependiente total…en una concepción donde se acoge su condición de ‘sujetos de derechos’. Esta nueva actitud… es un precursor para que, desde el inicio de la vida, se les favorezca y reconozca el Derecho de Participación (Carbonell, Alzate, Bustamante & Posada, 2001 en Carbonell et al., 2005, pp. 32-33).

Las intervenciones dirigidas a cuidadores y cuidadoras de infantes entre 0 y 6 años de edad, deben buscar mejorar la calidad de la interacción y de las primeras experiencias emocionales (Belsky, Houts & Fearon, 2010), así como estimular factores protectores para el desarrollo de las niñas y los niños en contextos vulnerados. Estas intervenciones son importantes no solo para la promoción del bienestar infantil, sino también para la prevención de situaciones de violencia doméstica, ayudando a la construcción de sociedades más equitativas e inclusivas, así como a la reducción de comportamientos abusivos y negligentes por parte del individuo cuidador, que desgraciadamente continúan afectando a muchas niñas y niños. Estos elementos deben servir como una guía en la implementación de intervenciones públicas y privadas, las cuales deben ser elaboradas con base en objetivos y criterios científicos, para así explicar empíricamente su efectividad y poder ser utilizadas en contextos diversos (Ortiz et al., 2013). El MBQS permite realizar una evaluación exhaustiva de la sensibilidad de los cuidadores y cuidadoras, que no solo es válida y confiable, sino que puede ser utilizada en ambientes naturales, a diferencia de otros instrumentos de medición. Su relativa facilidad de aplicación permite que, tanto investigadores como clínicos, lo utilicen como herramienta de evaluación para conocer la sensibilidad del sujeto cuidador, previo a la intervención psicoterapéutica o psicoeducativa y, una vez finalizada la misma, calibrar si se logró o no aumentar la capacidad de la persona adulta para estar atenta a las señales de los niños y niñas, darles una interpretación adecuada y responder contingentemente a las mismas. En cuanto a la relación entre la sensibilidad del cuidador o cuidadora y la calidad del apego en el niño o niña, la literatura indica que cuando una intervención es altamente efectiva en el aumento de la sensibilidad de la persona adulta, aparece un cambio paralelo y positivo en la seguridad del apego de la niña o el niño (Bakermans-Kranenburg et al., 2003, Ortiz et al., 2013).

Por razón de la institucionalización en edades tempranas (Triana et al., 2010), la provisión de cuidado a la primera infancia es una tarea colaborativa, por lo que la evaluación de las intervenciones no debe enfocarse únicamente en las familias, sino también en sujetos cuidadores secundarios familiares y no familiares. Mesa y Gómez (2013) subrayan la importancia de incluir en los planes de estudio de los agentes educativos de educación inicial y preescolar -sujetos cuidadores secundarios profesionales-, asignaturas o actividades que los lleven a pensar en sus propias vidas emocionales, ya que consideran que solo desde estas reflexiones y vivencias es posible un mejor, más responsable, e integral desempeño en las labores con los niños y niñas a su cargo. Si bien existe una tendencia mundial que promueve la evaluación de la calidad educativa, esta se centra en aspectos pedagógicos, sin tomar suficientemente en cuenta la evaluación de otras variables de igual importancia para la calidad, como lo son la interacción y construcción de vínculos afectivos entre los individuos cuidadores secundarios profesionales y las personas menores. El desarrollo emocional en la infancia implica cambios continuos en la capacidad del niño o niña para relacionarse con el medio, así como en la manera en que se percibe a sí mismo o a sí misma, y al mundo circundante. Se espera que los niños y las niñas adquieran la capacidad de establecer relaciones firmes y seguras.

Debido a que todos y todas somos corresponsables de garantizar los derechos de las niñas y los niños, no se trata única ni exclusivamente, de asegurar condiciones mínimas de calidad de vida para toda la población, sino de corregir las inequidades sociales. Lo anterior requiere de una profunda transformación cultural que modifique los patrones de incumplimiento de las responsabilidades por parte de los cuidadores y cuidadoras, y que cambie también la cultura institucional de relativa tolerancia frente a esto (Durán-Strauch & Valoyes, 2009).

"(…) la calidad del cuidado… maternal determina la calidad de la seguridad del apego del infante… dependiendo de la calidad del apego… le permite o no sentirse confiado, seguro y competente para explorar su entorno, aprender de la experiencia, aceptar lo que se le ofrece, obedecer y establecer relaciones con otros. De tal manera que emocionalmente el individuo es capaz de expresar sus sentimientos, regular sus emociones, tolerar la frustración, ser autónomo, pedir ayuda cuando la necesita, sentir empatía, valorar ponderadamente las situaciones y las relaciones; en lo social es competente para establecer relaciones afectuosas, recíprocas y estables con compañeros y adultos, y resolver de modo favorable los conflictos, y en lo cognitivo, es competente para resolver tareas y problemas. Así, el comportamiento adaptativo, disruptivo, agresivo o ansioso que, por ejemplo, un preescolar muestra, no surge espontáneamente a partir de la llegada a la escuela, sino que sus antecedentes se han generado desde su primera infancia en el seno familiar (Juárez-Hernández, 2004c, pp. 7-8).

Tal y como lo indica la cita previa, la calidad del vínculo de apego influye en el desarrollo emocional, cognitivo y social de los niños y niñas (Shonkoff & Phillips, 2000), futuros sujetos adultos quienes, criados en ambientes más sensibles, podrían convertirse en ciudadanos y ciudadanas más justos y solidarios, en lugar de reproducir la cultura de la violencia (Carbonell et al., 2005, Pardo, 1999). La evaluación de las intervenciones basadas en la Teoría del Apego con el MBQS no solo es pertinente para fines investigativos de divulgación, con la respectiva construcción de conocimiento sobre el desarrollo socioemocional de las personas menores, sino que permite hacer indagaciones que documenten los cambios producidos en la interacción, para así reportar métricamente la efectividad de los programas de intervención, favoreciendo su aplicabilidad social y replicación en contextos latinoamericanos.

 


 

Notas

* Este artículo de revisión (área: psicología; subárea: psicología del desarrollo) se deriva de la investigación denominada "Educación inicial de base segura: Estudio observacional de los procesos internos de la educadora, de la interacción y del desarrollo sociocognitivo infantil" presentada por el primer autor para optar al título de Doctor en Psicología, Universidad Nacional Autónoma de México (Unam). Investigación realizada entre agosto del 2012 y diciembre del 2014. Financiación aprobada por el Programa de Maestría y Doctorado en Psicología, Unam. Acta CPMD/176/2012 del 19 de junio de 2012.

 


 

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    Referencia para citar este artículo: Salinas-Quiroz, F. & Posada, G. (2015). MBQS: Método de evaluación para intervenciones en apego dirigidas a primera infancia. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 13 (2), pp. 1051-1063.