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Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud

versão impressa ISSN 1692-715X

Rev.latinoam.cienc.soc.niñez juv vol.14 no.1 Manizales jan./jun. 2016

https://doi.org/10.11600/1692715x.14119220514 

 

Segunda Sección: Estudios e Investigaciones

DOI: http://dx.doi.org/10.11600/1692715x.14119220514

 

Diseñado para bebés. Objetos y prácticas en el primer año de vida*

 

Designed for babies. Objects and practices in the first year

 

Projetado para bebês. Objetos e práticas no primeiro ano de vida

 

 

Pablo De Grande

Profesor e investigador de la Universidad del Salvador/Conicet, Argentina. Licenciado en Sociología por la Universidad de Buenos Aires. Doctor en Ciencias Sociales y Humanidades por la Universidad de Quilmes. Profesor titular en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad del Salvador. Correo electrónico: pablodg@gmail.com.

 

 

Artículo recibido en marzo 13 de 2014; artículo aceptado en mayo 22 de 2014 (Eds.)

 


Resumen (analítico):

En este artículo se presentan resultados de investigación sobre la vida cotidiana de bebés en la Ciudad de Buenos Aires. En el mismo se proponen como objetivos (1) rastrear el mundo de prácticas y objetos ligados a la crianza y cuidado de bebés; (2) evaluar la prevalencia del uso de objetos diseñados para bebés por oposición a la elección de objetos de uso general; (3) identificar los sentidos, razones y formas de legitimación de las prácticas y objetos utilizados y (4) analizar efectos no previstos asociados a los mismos. La información utilizada consiste en 14 entrevistas realizadas en hogares con bebés de 7 a 12 meses. Como principales resultados se destacan una presencia amplia de objetos específicos, niveles heterogéneos de adopción de los mismos, fuerte vinculación entre el éxito de los objetos diseñados y su capacidad de habilitar a los padres a realizar actividades en simultáneo al cuidado del bebé.

Palabras clave: primera infancia, cuidado del niño o niña, crianza del niño o niña, vida cotidiana, juguete, costumbres alimenticias (Thesauro de Ciencias Sociales de la Unesco).

Palabras clave autor: objeto para bebé, prácticas de crianza.

 


Abstract (analytical):

This article presents research results about the everyday lives of babies in the city of Buenos Aires. Its three main objectives are: (1) to map and describe the practices and objects used in child rearing and caring for babies; (2) to evaluate the pervasiveness of the use of objects designed for babies compared to general-purpose objects; (3) identify the meanings, reasons and forms of legitimization of the practices and objects used; and (4) analyze unexpected effects associated with these objects and practices. The data for the analysis consists of 14 in-depth interviews with mothers of infants aged between 7 and 12 months. The main results from the study include: the identification of a broad presence of objects specifically designed for babies; heterogeneous levels of adoption; strong links between the success of objects specifically designed for babies and their ability to allow parents to simultaneously engage in other activities while caring for their baby.

Key words: early childhood, child care, child rearing, daily life, toys, food habits (Unesco Thesaurus Social Science).

Author key words: objects for babies, parenting practices.

 


Resumo (analítico):

Este artigo apresenta resultados de uma pesquisa sobre a vida cotidiana de bebês na cidade de Buenos Aires. Os objetivos principais são: (1) mapear e descrever as práticas e os objetos relacionados às crianças e aos cuidados com os bebês; (2) avaliar a prevalência do uso de objetos projetados para bebês ao invés de objetos de uso geral; (3) identificar os principais fatores que estimulam e legitimam a sua utilização e (4) analisar os efeitos não previstos associados a eles. Os dados para a análise consistem em 14 entrevistas em profundidade com mães de crianças cujas idades são entre 7 e 12 meses. Como principais resultados destaca-se uma ampla existência de objetos projetados especificamente para bebês; seus níveis heterogêneos de adoção; forte associação entre o sucesso desses objetos e sua capacidade para habilitar os pais e as mães a realizarem atividades simultaneamente aos cuidados com o bebê.

Palavras-chave: primeira infância, cuidado da criança, educação dos filhos, vida cotidiana, brinquedos, hábitos alimentares (Thesaurus de Ciências Sociais da Unesco).

Palavras-chave do autor: objeto para o bebê, práticas de criação.

 


 

Introducción

 

Problematizar la sociabilidad en el primer año de vida supone situarse en el escenario en el que cada individuo -siendo bebé- inicia su vida personal y social, desarrollando cada una sus propias preferencias, habilidades, costumbres y relaciones, así como también ampliando y resignificando el entorno en el que se inserta.

En el marco de las sociedades urbanas occidentales contemporáneas, la experiencia cotidiana en los primeros años de vida se encuentra ligada a un conjunto amplio de elementos (objetos, prácticas, tecnologías, recursos) a partir de los cuales se resuelven, articulan y significan las necesidades, gustos y actividades de los niños.

Este artículo presenta resultados de una investigación orientada a reconocer los modos de cuidado y crianza prevalentes en la Ciudad de Buenos Aires durante el primer año de vida. A partir de relatos obtenidos en entrevistas a madres de bebés de entre 7 y 12 meses de edad de sectores medios profesionales, se propone analizar el uso en dichos espacios de objetos en la organización de la vida cotidiana con bebés. Para ello se han establecido cuatro objetivos principales.

En primer lugar, rastrear el mundo circundante de recursos puestos en relación a los bebés en el desenvolvimiento de su vida cotidiana. Poner la mirada sobre los objetos y prácticas que viabilizan el cuidado constituye, desde un punto de vista de análisis social, una vía privilegiada para dar cuenta de los sentidos y razones prácticas de los actores involucrados.

En segundo lugar, distinguir entre objetos diseñados para bebés (tales como sonajeros, cunas, leches de fórmula) y elementos de uso general identificados como aptos o parcialmente aptos para bebés (tal como llaves, sillones, frutas), dando de cuenta de los diferentes niveles de adopción de unos y otros.

En tercer lugar, se desarrollará la hipótesis -en relación con la presencia de estos elementosde que la difusión y uso de los mismos responde a un grupo complejo de motivaciones, racionalidades y legitimidades, y que no sería suficiente explicar las mismas desde lógicas del placer por el puro consumo comercial o de la captura de la crianza por fuerzas de mercado.

Por último, a partir del abanico de prácticas y objetos puestos en juego para atender a las pautas y necesidades de cuidado conjugadas en los hogares investigados, se propone caracterizar los matices y transformaciones que estas prácticas y objetos promovieron o trajeron aparejadas.

 

Antecedentes

Esta investigación se enmarca en el contexto de la ‘nueva sociología de la infancia’ (Gaitán- Muñoz, 2006, Qvortrup, 2003), que desde hace aproximadamente 30 años ha buscado reinsertar a los niños y a los adolescentes en el campo de la teoría social y de la investigación aplicada. Dicho conjunto de estudios ha historizado y puesto en cuestión tanto el carácter natural de las representaciones acerca de la infancia (Carli, 1999, Colangelo, 2004, 2009), como también la reducción del estudio sociológico de los niños al problema de la ‘socialización’ (Turmel, 2008).

Asimismo, para situar empíricamente el primer año de vida, diversos abordajes propios y ajenos a la sociología resultaron de interés para esta investigación. En primer lugar, las evidencias etnográficas sobre estilos de vida y crianza de niños pequeños en espacios socio-culturales no-occidentales permitieron descentrar la investigación, dando cuenta de poblaciones en las que los bebés no son necesariamente atendidos por sus madres; en que los niños en su conjunto no encuentran sus vidas ordenadas dentro de viviendas individuales; en que el uso del espacio, la comida y el juego se dan de maneras diferentes a patrones de referencia urbanos-occidentales (Abels et al., 2005, Gaskins, 2000, Lancy, 2007, Mead, 1961, Remorini, 2010).

En términos metodológicos y de interés sustantivo, es posible señalar una continuidad entre estos trabajos sobre formas de crianza en contextos no-occidentales con trabajos ubicados en contextos occidentales, en la medida en que en ambos grupos se reconoce la preocupación por cómo se desarrollan con niños pequeños las actividades de cuidado y crianza (Triana, ávila & Malagón, 2010), los paradigmas locales que se juegan en la salud (Colangelo, 2004, Remorini, 2010), así como de las estrategias vinculadas a coordinar y distribuir las actividades de cuidado con las demás actividades del mundo adulto (Bedoya-Hernández, 2013, Moreno- Zavaleta & Granada-Echeverri, 2014). Sobre sectores medios urbanos en la Argentina, los trabajos de López y Findling (2012), Schwarz (2007), Colangelo (2006) y Faur (2012) permiten dar cuenta de problemáticas vistas como recurrentes en estos espacios: la situación de relativa soledad de las madres de sectores medios en relación al cuidado de sus bebés; el lugar de la pediatría como voz autorizada para la resolución de asuntos prácticos; la creciente pero fragmentaria participación de los padres varones en el cuidado infantil; la centralidad de las trayectorias e inserciones ocupacionales de padres y madres en la configuración de los modos del cuidado.

En contraste con dicha continuidad, la crianza es abordada de un modo diferente en el conjunto de trabajos disciplinarmente enmarcados en la psicología del desarrollo, la infancia y la crianza. En ellos, es frecuente la utilización de modelos estilizados de ideales, prácticas y "estilos" de crianza (Richaud, Mestre, Lemos, Tur, Ghiglione & Samper, 2013, Solís-Cámara, Díaz-Romero, Cortés- Menchaca, Patiño-Muñoz, Pérez-De La Torre & Robles-Bárcenas et al., 2005, Solís-Cámara, Díaz-Romero, Medina-Cuevas & Barranco- Jiménez, 2008). A diferencia de las anteriores, estas iniciativas resumen -y se valorizan en su campo- por validar y construir ‘factores’ universalmente relevantes, evaluando sus correlaciones con otras dimensiones subjetivas o con condicionantes objetivos. Para ello se elaboran y replican escalas que permiten clasificar a padres y niños, manejándose terminologías específicas que permiten llegar a conclusiones como las de Solís-Cámara et al., quienes afirman: "encontramos que las madres se concentraron en indulgentes y en autoritarias, con menor número de autorizativas y mucho menor de negligentes" (Solís-Cámara et al., 2008, p. 315). Se hacen pues evidentes las diferencias con la perspectiva constructivista, que busca a partir de la voz de los actores hacer emerger las problemáticas relevantes en sus espacios.

Desde un plano histórico, varias investigaciones han reconstruido el modo en el que en la Argentina la imagen de la infancia como una etapa dependiente de la mujer como madre dedicada a sus hijos se ha promovido y difundido como una preocupación de Estado (de Paz-Trueba, 2011, Lobato, 1996, Nari, 2004). Esta perspectiva historiográfica ha sido, junto con los trabajos antropológicos, central en la relativización del modelo de infancia moderna-occidental como forma única y normal de existencia para los niños en todo país o contexto (Goncálvez & Franco, 2009).

Otro conjunto de estudios que se articulan con esta investigación lo constituyen los estudios de objetos o elementos del mundo infantil (estudios de objeto único). Si bien por el propósito exploratorio de este artículo no profundizaremos en las múltiples conexiones y orígenes que cada objeto diseñado o utilizado puede contener, cabe destacar la existencia de estudios de estas características. Mencionaré algunos para indicar el tipo de indagación que dichos trabajos realizan. Selmer-Olsen retoma controversias en torno al chupete (su carácter nocivo o constructivo) como objeto de contención, distracción y parcialmente silenciador de la vida cotidiana de bebés (Selmer-Olsen, 2007). Vandroux, a través del estudio del sonajero, da cuenta por su parte de las continuidades interculturales en las formas de entretener a los niños, realizando un trazado desde la antigüedad griega a las referencias e imágenes disponibles de la Edad Media y la era moderna de este juguete particularmente persistente (Vandroux, 2002). Finalmente, Schwab expone la historia del desarrollo de la leche de fórmula como una conjugación de elementos de mercado y razones de salud pública y política social (Schwab, 1996, p. 489).

Este conjunto heterogéneo de trabajos ha sido relevante para la presente investigación en la delimitación tanto de sus dimensiones de observación como de análisis. Los trabajos antropológicos (Lancy, 2007, Mead, 1961, Remorini, 2010) y la historización de objetos frecuentes de la infancia (Schwab, 1996, Selmer- Olsen, 2007) facilitaron la desnaturalización de roles y recursos típicos de las clases medias urbanas; Nari (2004), de Paz-Trueba (2011) y Colangelo (2006) explicitaron el relato pasado y presente en contextos locales de la infancia como construcción y representación.

 

¿Por qué analizar los objetos?

Este artículo realiza un análisis de la relación entre las personas y su mundo material de prácticas y objetos. Esta línea permite retomar y ampliar la noción de ‘lógica práctica’ de Pierre Bourdieu. Según Bourdieu, los procesos sociales concretos ocurren inevitablemente en relación con factores ‘prácticos’, es decir, ligados a márgenes amplios de incertidumbre y vaguedad, realizados según esquemas opacos a los sujetos, altamente permeables a variaciones coyunturales (Bourdieu, 2007, p. 27). Con la idea de lógica práctica, se introduce una ruptura entre el estudio de las representaciones, normativas y creencias (entre los sistemas simbólicos, entendidos como estructuras estáticas, abstractas y generales de sentido) y el estudio de la realidad cotidiana. Así, para la comprensión de esta última deben ser identificados y considerados aspectos, mecanismos y razones propias de la vida práctica, entendida como un contexto cambiante, limitado en recursos, y de carácter local.

Especificando esta dirección, Bruno Latour precisa la importancia -para la ciencia social- del análisis de los objetos circundantes a la vida humana (Latour, 2008, p. 105). Este autor señala que, por evidente que parezca, con suma frecuencia las acciones de los hombres toman por destino, medio o motivación a objetos bien definidos, y que, sin embargo, los estudios sociales suelen omitir el análisis y hasta la mención de todo objeto por fuera de las personas en sí mismas, desnudas de toda materialidad. A partir de ello, Latour sostiene que las descripciones donde esta dimensión es omitida parecen pasar por alto que cada objeto o práctica produce consecuencias no necesariamente previstas de su utilización o su adopción que no pueden explicarse adecuadamente sin la mención y comprensión de los mismos (De Grande, 2013, p. 51).

Adicionalmente, Latour identifica como problemático no solamente el omitir la omnipresencia de los objetos en la orientación de las acciones humanas (se suele ‘llevar algo’, ‘arreglar algo’, ‘comprar algo’, etc.), sino también su función como ‘medios’. Cuando los objetos -y más en general los ‘elementos no humanos’- operan intermediando en la acción, introducen casi sin excepción matices, restricciones, sentidos y condiciones particulares que requieren ser explicados como factores derivados de la naturaleza de cada uno de estos ‘mediadores’ (medios no transparentes) de la acción (Latour, 2008, p. 60). De esta forma, el estudio de los ‘medios’ -y no sólo de los actores- resulta necesario para una comprensión en contexto de los funcionamientos de espacios sociales de interacción y acción. En esta línea, el presente trabajo se orienta a reconocer las recíprocas dependencias de los sujetos no sólo con sus creencias y sus pares, sino también con las prácticas y los objetos con los que se involucran y resuelven sus metas cotidianas.

A continuación se reseña la metodología utilizada, en términos de procedimientos para la obtención, clasificación y análisis de la información.

 

Metodología

Participantes

Las 14 entrevistas utilizadas en este artículo como fuente de información fueron realizadas en el marco de un proyecto sobre sociabilidad de bebés en la Ciudad de Buenos Aires en el primer año de vida (De Grande, 2012). Los sujetos entrevistados fueron las madres, siendo el primer criterio de selección que sus hijos se encontraran aún en el primer año de vida.

El método de selección de casos se basó en la técnica de bola de nieve, tomando como origen una lista de personas allegadas al equipo de investigación (96 personas). A ellas se les preguntó si conocían a bebés de entre 4 y 11 meses que vivieran en la Ciudad de Buenos Aires, o a conocidos que pudieran conocerlos. En la medida en que surgieron casos positivos, se ofreció contactar a la madre de cada bebé para proponerle participar de la investigación.

    De este modo, se incluyó en la muestra madres que:

    - tuvieran hijos de entre 4 y 11 meses. Si la edad era menor a 7 meses, se reservaba el caso hasta que llegara a dicha edad.

    - no fueran del círculo de conocidos del equipo de investigación.

    - no existieran, ni previamente ni halladas a posteriori, condiciones de salud atípicas en el desarrollo del bebé que modificaran sensiblemente su vida cotidiana o su interacción.

    - vivieran en la Ciudad de Buenos Aires. Como características salientes de las madres respondentes pueden mencionarse:

    - La edad de las madres estuvo entre 26 y 36 años (media: 30,2 años).

    - El nivel educativo en comparación a la media de la población fue alto, teniendo sólo cuatro de ellas estudios universitarios incompleto y las demás estudios universitarios completos.

    - Siete de ellas se encontraban trabajando en relación de dependencia en jornada completa, mientras que seis lo hacían a tiempo parcial o trabajando sólo algunos días de la semana. Sólo una de ellas no se encontraba trabajando al momento de la entrevista.

    - De quienes se encontraban trabajando, 9 de ellas lo hacían en modalidades de contratación formal, gozando de aportes jubilatorios y cobertura de salud.

    - Dos de ellas tenían un hijo previo al actual bebé, mientras que en los demás casos se trataba de su primer hijo.

En cuanto a los bebés, 7 eran nenas y 7 eran varones Al momento de las entrevistas, la edad promedio de los bebés fue de 8,5 meses, y un total de 5 niños asistían a jardín maternal.

Respecto a la estructura del hogar, en todos los casos residían con el bebé ambos padres, con excepción de un caso en que sólo estaba la madre (estaban de momento separados). Adicionalmente, en uno de los casos residía además de los padres la abuela materna del bebé.

En todos los casos se seleccionó inicialmente a la madre como informante debido a que era la persona que más tiempo pasaba con el bebé, si bien hubo variaciones significativas en la relación entre el tiempo que los bebés compartían con la madre y con el padre. En los casos en que la madre trabajaba a tiempo completo, o que se alternaban con el padre a medio turno cada uno, la diferencia de tiempo compartido entre padre y madre fue casi nula, participando en 2 casos el padre de la entrevista junto con la madre.

Procedimiento

Las entrevistas se realizaron entre los 7 y 12 meses de edad del bebé y tuvieron una duración aproximada de 2 horas. Las mismas se realizaron entre abril de 2012 y diciembre de 2013.

La guía de entrevista utilizada propuso a los entrevistados reconstruir inicialmente la actividad semanal típica de cada bebé, consignando luego eventos menos frecuentes tales que salidas de la madre o del padre, compromisos o actividades fuera de la casa durante el fin de semana, cumpleaños, etc. Asimismo, se indagó retrospectivamente en las prácticas cotidianas de alimentación y sueño desde el nacimiento, la disposición del cuidado durante el día y las formas de juego y entretenimiento.

Se aplicó, complementariamente, un cuestionario estructurado para reconocer aspectos generales del bebé y del hogar. En él se incluyó un índice de bienes económicos y de bienes culturales disponibles al bebé y una grilla para la estructura de miembros del hogar que incluye información general de la edad, el sexo, el nivel educativo y la inserción socioocupacional..

La totalidad de las entrevistas fue realizada en los hogares, y en todas ellas estuvieron presentes los bebés en el contexto de entrevista. Esta posibilidad de compartir el espacio cotidiano de los bebés permitió también un acercamiento observacional a las rutinas y modos de afrontar el uso del tiempo y las necesidades de cuidado.

Registro y análisis

Las entrevistas fueron registradas en forma de audio con un grabador digital, siendo luego transcriptas para su codificación posterior. La transcripción fue realizada por personal externo al proyecto, con la revisión de la totalidad de las desgrabaciones por parte de los investigadores una vez recibidas. En los casos en que las transcripciones no se ajustaron al material de audio (2 casos), las mismas fueron devueltas y vueltas a transcribir.

Las entrevistas en forma de texto fueron codificadas utilizando el software Atlas-ti. Se aplicaron criterios de codificación abierta (Strauss & Corbin, 1998), ampliando el conjunto de códigos posibles a medida que se avanzaba con la lectura y codificación de las transcripciones. En la medida en que surgían nuevos códigos, todas las entrevistas eran revisadas para atender a su ocurrencia en ellas, surgiendo así también categorías complementarias y contrapuestas. Como parte de dicho proceso, se organizaron los códigos jerárquicamente, asociando los conceptos ya sean con elementos identificados como críticos en las entrevistas o con ejes primarios del proyecto de investigación. En total, la red de códigos acumuló un total de 135 nodos codificables organizados en torno a 12 nodos-ejes, los cuales fueron: juego, cuidados, recursos, emotividad, movilidad, organización, medicina, comportamiento, temporalidad, espacios, decisiones y relaciones.

El proceso analítico se enfocó no solamente en las referencias a objetos o prácticas ligadas a la crianza y al cuidado, sino también en los repertorios interpretativos (Garay, Iñiguez & Martínez, 2005) -o en similar sentido, en los marcos (Goffman, 1986)- a partir de los cuales los mismos eran articulados y legitimados. El análisis de las narrativas fue abordado, asimismo, atribuyendo a los discursos la doble función de ser una señal de una realidad social, y a la vez, una forma de crearla (Iñiguez & Antaki, 1994).

Finalmente, cabe señalar que para aumentar los niveles de validez externa (Cortés, 2008) y representatividad (Navarrete, 2000) se procuró garantizar una alta dispersión en variables independientes significativas (heterogeneidad estructural) tales que: sexo, asistencia a jardín maternal, nivel de ocupación de la madre, disponibilidad de la familia extensa y estructura del hogar (único hijo; monoparentalidad). En términos de validación, se buscó la saturación discursiva (Serbia, 2007) y se realizó triangulación de expertos respecto de los resultados obtenidos (Forni, 2010).

 

Análisis de resultados

Como se indicó anteriormente, la información obtenida en esta investigación es analizada en este artículo a partir de una distinción emergida de los datos (en el sentido de no haber sido pautada en la guía de entrevistas o en las categorías iniciales de codificación). De este modo, el análisis se estructura en función del nivel de exposición del niño a elementos diseñados para uso o consumo exclusivo de bebés por oposición a la exposición al ‘mundo adulto’. Más precisamente, se recorrerá en las diferentes dimensiones seleccionadas los modos de realización identificados en las entrevistas, según qué es considerado apto o no apto para un bebé, y dentro de lo apto, de aquello que se reconoce como diseñado específicamente para ellos1. Asimismo, se señalarán motivaciones y efectos asociados tal como se manifestaron en las entrevistas analizadas.

Las dimensiones seleccionadas fueron: alimentación, sueño, soporte y transporte, y juego y entretenimiento.

Alimentación

La alimentación, especialmente cuando deviene problemática, es un tema central en la vida cotidiana de los bebés. Los controles pediátricos y la mirada general de la salud del niño coinciden en la expectativa de un crecimiento a ritmo ‘normal’, para lo que se consideran necesarios ciertos niveles de comida y nutrientes. La alimentación en el primer año de vida se organiza, salvo raras excepciones, en dos etapas: primeramente, una fase de alimentación por leche materna o de fórmula (en las entrevistas ‘Nutrilón’ y ‘Sancor bebé’), y luego una segunda fase, en que la leche se complementa con alimentos sólidos.

En las entrevistas realizadas la continuidad de la lactancia materna estuvo estrechamente ligada a la situación laboral de la madre. En la medida en que la madre tuvo que reintegrarse a trabajos de día completo, la posibilidad de amamantar se vio usualmente perturbada. Incluso en las situaciones en que la madre se propuso extraerse leche para dejar mamaderas2 (manualmente o con el sacaleche), la distancia con el bebé y la integración del mismo a las rutinas de los jardines maternales coincidieron en las entrevistas con la no continuidad de la lactancia materna.

En cuanto a la comida sólida, además de las mamaderas, se registraron como implementos específicos: platos, vasos, babero y cubiertos para el bebé. En uno de los casos se comentó el uso para la preparación de las papillas de un multiprocesador de alimentos específico para bebés (que cocina y tritura la comida).

La comida sólida, por lo general, consistía en alimentos de uso general, como verduras hervidas, frutas, fideos, y -hacia el final del año- carnes organizadas en menús mensuales provistos por el pediatra. El principal alimento específico para bebés (aparte de las leches) fue el Nestum, que se utilizó tanto como papilla como incluido en la mamadera.

Asimismo, si bien no era mencionado sino muy lateralmente en las entrevistas, en más de la mitad de los casos los niños tomaban diariamente vitaminas por boca recetadas por el pediatra preventivamente. En varios de dichos casos, se les indicaba además un complemento de hierro, también como prescripción de rutina (es decir, no porque se hubiera registrado una carencia clínicamente o en laboratorio)

En relación a la comida, cabe señalar que la práctica más frecuente para el almuerzo y la cena- fue comer los adultos separados de los niños. En el almuerzo por lo general por razones laborales, y en la cena debido a un corrimiento general de los horarios del bebé respecto de aquellos de los adultos (los bebés cenaban antes, luego se dormían, luego cenaban los padres). En este sentido, un efecto de los elementos de ‘diseño’ de la alimentación para bebés fue, en la mayoría de los casos, un incremento de la distancia social entre adultos y niños en la mediación de la comida.

En el caso de mamadera, mayormente con leche de fórmula, operaba al permitir la alimentación sin contacto madre-bebé, conveniente a veces durante el día al estar en el jardín maternal, pero también durante la noche puesto que suele verse asociada a un sueño más profundo y con menos interrupciones (sin recurrencia a la madre al despertarse). En el caso de la alimentación sólida, después de los 6 meses, el ‘menú’ diseñado por los pediatras solía mantener a los bebés durante el primer año en un esquema diferenciado de consumo respecto del resto de la población del hogar.

Juego y entretenimiento

Respecto a las formas y elementos de juego, cabe señalar que la misma es una categoría compleja. Tal como consigna Brougère (2002, p. 26), la categoría del ‘jugar’ toma sentidos específicos en cada cultura, tiempo y contexto: un bebé moviendo un sonajero o vocalizando, puede estar jugando, haciendo música, llamando la atención, haciendo ruido o no haciendo nada en virtud del marco interpretativo que se aplique a la acción (Ben-Soussan, 2002). El juego puede ser social o no, puede estar o no mediado por objetos, y en caso de estarlo, pueden éstos ser juguetes, juegos (en alguna medida reglados), o cualquier otro objeto.

En esta sección presentamos las modalidades que en las entrevistas fueron clasificadas dentro de las ‘cosas con las que juegan’ y ‘cosas a las que juegan’ los bebés. A diferencia de otras categorías como la alimentación -en las que las referencias a objetos ‘diseñados’ y productos industriales fueron ineludibles- en las formas de juego primaron los elementos no diseñados. En efecto, predominaron aquí los recursos lúdicos ajenos al campo de los juguetes.

En términos generales, fue señalado como preferencial de los bebés todo lo que hiciera ruido: juguetes sonoros, pero especialmente botellas, llaves, papeles, bolsas, recipientes de plástico, cucharones, palos u otros elementos con los que golpear y hacer sonidos. A partir de los cuatro o cinco meses se agregaba ‘todo lo que pueda ser llevado a la boca’, incorporando a veces incluso la comida como un elemento lúdico, especialmente en los primeros meses de alimentación sólida.

También fueron mencionados los juegos de producir movimiento, como tirar de las sábanas, sacar objetos de lugar, mover el agua, jugar con pelotas, o hacer ruidos con el agua en la bañera. Entre los seis y los nueve meses, al comenzar a desplazarse, fue señalado repetidamente el interés de los bebés por interactuar con elementos generales de la casa: mover sillas, almohadones, tachos, cortinas, adornos, tocar enchufes o el cable-canal, abrir puertas o cajones, arrastrar ropa.

También hubo referencia a un grupo de juegos con adultos -con los padres, y eventualmente abuelos, tíos, niñeras, amigos de los padres- ya sea el canto, la imitación (de gestos o sonidos), o bien alzarlo, hamacarlo, hacerle cosquillas, darle besos, moverlo, hacerle ‘caballito’, música coordinada con movimientos, o quedarse ‘jugando en la cama’. En menor medida, también se consignó la existencia de juego de los bebés con otros niños (hermanos, primos, hijos de amigos) así como la interacción con otros bebés en el jardín maternal.

En relación al acceso a la música y la televisión -como formas de entretenimientolos resultados fueron disímiles. Considerada en general como ‘poco soportable’, la música específica para bebés (o incluso para niños) fue mayormente desestimada. Fue más frecuente que en esta edad los padres incluyeran a los niños en sus propios gustos musicales. En el caso de cantarles canciones para arrullarlos o para jugar, fue frecuente la inclinación por cantarles ‘cualquier cosa’ (canciones improvisadas con el nombre del bebé, fragmentos de canciones tradicionales infantiles, canciones latinas, etc.). Sobre la televisión, en cambio, con frecuencia fueron los padres quienes cambiaron sus hábitos, adaptándose a dejar la televisión ‘de fondo’ en ciertos horarios clave (ej. durante la preparación de la comida) con los canales infantiles en lugar de la programación general que mirarían de no estar el bebé. Las señales preferenciales en este sentido fueron Baby TV, Disney Junior, y en menor medida la señal nacional Pakapaka.

Sueño

El dormir de los niños -durante cuánto tiempo duermen, cuándo comienzan a dormir, qué pasos son necesarios para lograrlo, en qué horas ocurre, con cuántas interrupciones sucede- es con frecuencia una preocupación central durante este período. Incluso para las madres cuyos hijos duermen ‘sin problemas’, reconocen esto como algo atípico a la luz de las innumerables preguntas del entorno en relación a la situación de sueño en la casa en virtud de la presencia del bebé.

Varios de los elementos identificados como diseñados específicamente para resolver las necesidades de descanso del bebé son objetos tradicionales. En lo que hace al espacio donde el niño duerme, en los primeros meses los bebés dispusieron en su mayoría de moisés (en varios casos ‘catrecito’, moisés hecho en tela con una estructura plegable de madera). Al pasar los 5 ó 6 meses contaban ya con cunas, eventualmente en las formas de practicuna (cuna de metal y red, plegable) o cuna funcional (cama simple que por el agregado de una cajonera y una estructura desmontable de rejas permite funcionar como cuna hasta que el niño está en edad de dormir en cama). En uno de los casos, para evitar la estructura de barrales, el niño contaba con un colchón en el suelo. En otros dos casos, las cunas estaban dispuestas en forma de cuna de colecho, es decir, la cuna se encontraba integrada a la cama de los padres (sin barral en el lado en que se une a la cama), permitiendo al niño ir y venir entre la cama y la cuna.

En todos los casos, desde el inicio se había previsto un lugar específico para el descanso del bebé, incluso si luego, a veces hasta pasados los 6 meses, el bebé dormía por la noche o en las siestas en otros lugares, como la cama de los padres o el cochecito de paseo.

Sobre la direccionalidad del dormir (‘se duerme’ o ‘lo duermo’) se encontraron posiciones variadas. Los niños contaron con mayores grados de libertad para encontrar el sueño en las siestas -en que era más frecuente dar con las situaciones en las que espontáneamente el niño se quedaba dormido yendo en el cochecito o alimentándose- que en la noche, en que era más común que los padres tuvieran una hora límite luego de la cual era problemático que el niño estuviera despierto.

En relación al inicio del sueño, incluso cuando los niños ‘se dormían solos’, esto implicaba un nivel solamente relativo de autonomía y era presentado por las madres como el resultado de un proceso de aprendizaje y acostumbramiento dirigido y planificado. Sobre esto, pudieron identificarse en los relatos a lo largo del crecimiento de los bebés tres formas de inducir a los niños al sueño:

    - Con la leche. Esto es tanto en la lactancia materna, en que se duermen o recuperan el dormir al despertarse en la noche ‘tomando la teta’, como con leche de fórmula, durmiéndose al tomarla de una mamadera.

    - A upa. Con el arrullo o el sostén, ya sea del padre o de la madre. Esto estuvo presente tanto en padres que afirmaban que su hijo se dormía ‘sin problemas’ (en términos de que no requerían mucho tiempo de estar alzados para dormirse), como cuando los padres reconocían esta instancia como problemática por volverse demasiado extensa o cansadora.

    - ‘Solos’. Las madres hicieron referencia al ‘dormirse solos’ de los niños para dar cuenta de situaciones en que no se dormían a upa ni con esfuerzos visto como significativos por los padres. Esto fue a su vez considerado como un logro de crianza por los padres, en virtud del esfuerzo y del tedio que conocían de relatos de otros padres en relación al dormir de sus hijos. Sin embargo, cabe aclarar que esta modalidad del sueño también presentó matices, y si bien se diferencia en su dinámica de las demás formas ya que el rol del adulto es más pasivo, en ningún caso los adultos se desentendían completamente del bebé. Si siempre había algún grado de acompañamiento, ya sea estando en la misma habitación, moviendo el carrito, haciendo upa si en algún momento el niño se cansaba de esperar quedarse dormido; entre otras formas de intervención más pasiva.

En términos de objetos específicos que intervienen en el dormir -especialmente cuando se dormía ‘solo’- podía llegar a ser bastante amplio, involucrando la mamadera al inicio, el chupete, el trapito de apego (un rectángulo de tela comercializado bajo ese nombre), el nido de contención (un almohada en forma de herradura para mantenerlo ‘contenido’), un muñeco de peluche, la cuna o moisés como lugar de estar, y en el caso de la siesta, o a veces también para la noche, el cochecito para mecer al bebé hasta que encuentre el sueño. En varios de los casos, el chupete fue mencionado como un complemento de la mamadera para el dormir, sirviendo ya sea para conciliar el sueño, ya sea para sostenerlo si éste se interrumpía. En este sentido, la aceptación del mismo fue limitada, siendo que en un tercio de los casos se manifestó que el hijo no había aceptado ‘ni el chupete ni la mamadera’, mientras que aproximadamente en la mitad de los casos el chupete tenía algún nivel de uso cotidiano.

Otro elemento que estuvo muy presente en el proceso de dormir a los bebés, con resultados poco claros y usualmente por recomendación del pediatra, fue la relación entre baño y sueño. El bañarse se planteó como un elemento que debe anteceder al momento de sueño para relajar al niño con el agua, estableciéndose la conveniencia de la secuencia (‘rutina’) bañarse, comer, dormir.

Sobre la continuidad del sueño, si bien los casos son muy pocos para establecer correlaciones estadísticas, apareció una relación consistente -provisoria- entre la alimentación por pecho y las interrupciones en el sueño durante la noche. La alimentación por mamadera con leche de fórmula, preparado a veces con alimento adicionado (‘Nestum en la mamadera’), apareció en las entrevistas vinculado al relato de bebés que dormían durante la noche mayormente sin interrupciones. A este respecto, el análisis de prácticas y recursos ligados al sueño vinculó con mucha frecuencia el sostenimiento de la lactancia materna con la práctica del ‘colecho’ -dormir el niño junto con sus padres, sea en la misma cama o en una cuna o colchón anexos a la cama de los padres-, práctica ésta resistida tradicionalmente por los saberes doctos de la puericultura y la pediatría. El recurrente despertarse del bebé para tomar pecho se volvía funcional en el contexto de la aceptabilidad de mantener al bebé dentro del mismo cuarto, y con frecuencia, en la misma cama. Consecuentemente, fue posible advertir una ‘estructura’ en los recursos de crianza, en los que, con independencia de los criterios de adopción de unas y otras, ciertas prácticas se producían en simultáneo con otras de manera sistemática, tal como en el caso de la lactancia materna extendida y el dormir próximos madre e hijo.

Soporte y transporte

La manera de sostener y mover a los bebés es otra de las preocupaciones principales para los padres. Si bien se reconoce con menos frecuencia como problemática, la inversión monetaria en elementos para su resolución da cuenta de que se identifica como un aspecto que no conviene dejar librado al azar o la improvisación. En el relevamiento de gastos fijos (no mensuales) que los hogares visitados hicieron en relación al bebé, las categorías relacionadas a estas necesidades se llevaron buena parte del gasto total (cochecito, 26,6%; butacas y ‘huevito’ de uso obligatorio para viajar en auto, 16,4%; de menor precio pero igualmente frecuente en cantidad de compras fue la categoría mochilita, fular o bandolera, que estuvieron presentes en 10 de los 14 casos).

Así como en el dormir uno de los criterios de organización más importantes era si dormía o no alzado en brazos del padre, la madre u otro adulto. La cuestión de cómo se resuelve el traslado es también central en lo que hace al sostén y el transporte. Una de las madres que desde el nacimiento tenía planeado que el niño empezara a pasar el día en un jardín maternal a partir del cuarto mes (al finalizar su licencia laboral) identificó como importante que el bebé no estuviera acostumbrado a estar demasiado en brazos desde sus primeras semanas, porque no era el trato que iba a poder recibir de las docentes del jardín. En el caso de las madres que no manifestaron esta preocupación -buscar una continuidad entre jardín y hogar-, o que no tenían en su horizonte cercano la institucionalización del bebé, también se manifestó como algo generalmente complejo la búsqueda del equilibrio entre ‘ceder’ al pedido del bebé -que en principio, y durante buena parte del primer año de vida, parecería estar a gusto pasando la mayor parte de su tiempo en brazosy los intereses y capacidades de la madre, en términos tanto de atender otras tareas, ya sea domésticas, laborales o de recreación, como en términos corporales de llevar con creciente dificultad el peso en aumento del bebé.

En función de esto, buena parte de la interacción en términos de soporte y transporte (dentro de la casa, pero también fuera de la casa, para por ejemplo hacer mandados, visitar otras personas, hacer consultas médicas) remitió a la búsqueda de la madre, o de los padres en su conjunto, de encontrar alternativas a tener al niño en brazos. Se evaluaba así cuánto ‘se la banca’ en el cochecito cuando sale a la calle; qué chiche o elemento adicional puede extender ese tiempo; qué programa de televisión o música puede distraerlo; cuánto tiempo puede estar en el corralito mientras la madre cocina, etc.

Este hecho, sin embargo, no busca ser interpretado como una voluntad de alejarse de los hijos por parte de las madres. Por el contrario, la presencia de los bebés y la interacción con ellos fue descripta como algo mágico y cautivante. A pesar de ello, esta relación se presenta contrapuesta con la necesidad de cumplir con otras tareas y actividades (domésticas, de esparcimiento o de desarrollo personal), consignándose también una cantidad de tiempo límite luego de la cual el juego con el bebé comienza a volverse monótono o poco interesante para el adulto.

Por otra parte, además del corralito y otros recursos para estar en la casa, fue posible dar cuenta de elementos específicos para sostener al bebé en otras actividades, tanto en el momento de comer (particularmente cuando comienza la ingesta de comida sólida, en sillas para comer), como en andadores para acompañar los primeros esfuerzos por gatear y caminar, así como en también para el baño, ya sea en banquitos de plástico o en soportes acolchados para apoyar al bebé.

 

Conclusiones

A continuación serán comentados algunos aspectos generales en torno al tema planteado al inicio, en donde se propuso poner atención al uso de recursos para la crianza y a la adopción de objetos exclusivos para bebés (diseñados con este fin) que los hogares utilizan al desarrollar sus actividades diarias de cuidado y sociabilidad con el niño.

En primer lugar, es posible afirmar que para las dimensiones analizadas, el nivel de utilización de objetos o recursos especializados fue heterogéneo, siendo frecuente la alternancia. Se mezclaron así las comidas diseñadas con las galletitas de la tarde, la cuna con la cama de los padres y los juguetes infantiles con los objetos del mundo adulto.

En segundo lugar, respecto al uso de objetos y recursos ‘diseñados’ para bebés, ha sido posible identificar cuatro motivaciones principales en la adopción de los mismos:

    - Practicidad. Estos casos reúnen aquellas situaciones en que los elementos diseñados específicamente para bebés fueron reconocidos como más efectivos en la resolución de sus propósitos. Por ejemplo, llevar al niño en el cochecito permitía, en comparación con llevarlo en brazos, tener las manos libres para realizar otras tareas y reducir el esfuerzo físico dedicado al transporte del bebé.

    - Reglamentación. Ciertos campos se encuentran legislados de modo que no se permite utilizar elementos generales para resolver las necesidades de los bebés. Tal es el caso por ejemplo de las butacas para llevar bebés en automóviles.

    - Reducción de riesgos. Otra causa para la adopción de elementos específicos fue la voluntad de responder ante un conjunto de riesgos explicitados. De este modo, los juguetes para bebés garantizarían la ausencia de partes pequeñas que puedan ser tragadas; la cuna y los soportes para bañera reducirían la cantidad de caídas o golpes en relación a la cama o la bañadera; la dieta pediátrica reduciría la manifestación de alergias.

    - Ventaja presunta. Esta motivación operó con frecuencia cuando no era identificable ninguna de las motivaciones anteriores, ante lo que eventualmente puede suponerse (como máxima general) que si alguien diseñó algo para un bebé, va a funcionar mejor que otras formas más generales de atender el problema. Esto se hacía presente en los tratamientos médicos preventivos de los que no se reconocía claramente su acción, como la administración de vitaminas y hierro, así como también respecto de alimentos específicos hasta el primer año de vida, como las leches para bebés.

Estas razones, cabe señalar, rara vez se dieron todas a la vez, y usualmente alternaban y se complementaban, justificándose en una misma escena un accesorio específico por una de ellas y otro por otra; o alguno por ambas (por ejemplo, la reducción de riesgos con frecuencia estaba asociada a una mayor autonomía en el cuidado, dado que la madre podía confiar en el que niño tenía menores chances de accidentarse incluso sin una vigilancia constante de su parte).

En tercer lugar, el análisis del campo material para el primer año de vida, permite extraer algunos elementos de este período que aparecieron como efectos de los ‘medios’ seleccionados, antes que de valores o preferencias de los sujetos:

    - Por una parte, la búsqueda de tiempo para la realización de tareas laborales, de esparcimiento o del hogar se viabilizó mediante la utilización de elementos para la ‘distracción’ del niño, sea la televisión, el gimnasio, instrumentos musicales, el bañarse auto-sostenido, el comer en forma autónoma, el corralito. En resumen, toda una suma de iniciativas en las que se promovieron actividades solitarias para el niño no por representar una meta de desarrollo autónomo o independiente, sino por la imposibilidad de los cuidadores de hacerse de tiempo por otros medios.

    - Por otra parte, los objetos y prácticas promovidas desde la consulta pediátrica introdujeron una parcial ‘laboratorización’ de la crianza en desmedro de racionalidades de otros órdenes, tales que los niveles emotivos, estéticos (los niños como ‘la alegría del hogar’, no tanto como seres que precisan aumentar de peso), supeditando a ella también los espacios de la tradición y de la decisión intuitiva de los padres. El efecto de la presencia médica en el orden cotidiano fue observable en la organización de la vida en fases temporalmente delimitadas y secuenciadas (comida por meses, calendarios de vacunación, periodicidad de controles, bañarse-comer-dormir), y en las acciones en pos de no hacer peligrar el frágil equilibrio vital del niño y su asepsia (dormir boca arriba para evitar la muerte súbita, tomar antipiréticos para evitar convulsiones, no asistir al jardín para no contraer enfermedades, no jugar en el suelo, etc.).

    - Por último, se observaron efectos no buscados en prácticas ligadas a los nuevos cánones de maternidad, que postulan como prioridad la lactancia materna extendida (hasta el año o después), el colecho, el ‘porteo natural’, y en términos generales, la cercanía entre padres y niños para el primer año de vida. Estos modelos ‘revisionistas’ propiciaban, en la medida en que eran respetados, modos de organización del cuidado con poco espacio personal y social para las madres. Convertidas de jóvenes profesionales independientes a cuidadoras de tiempo completo de sus bebés pequeños, veían comprometida de manera muy marcada la continuidad de sus formas de interacción social previas al bebé.

Finalmente, cabe destacarse la complejidad del espacio investigado, en términos de condicionamientos recíprocos entre las creencias -cómo se encuentran representados los deseos y necesidades de niños y adultos-, las prácticas - el jugar, el llevar, el alimentar, el cuidar- y los modos en que estas se resuelven: las leches, la televisión, los cochecitos, los sonajeros, los abrazos.

 


 

Notas

* Este artículo corto es parte del proyecto "Capital cultural, capital económico y sociabilidad en la infancia temprana" financiado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de la República Argentina. La investigación tuvo el apoyo de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (PICT-FONCyT 2010/2195). Fecha inicio de investigación: 1 de abril de 2012; Fecha término de investigación: En curso. área: sociología; subárea: temas especiales.

1 Por razones de espacio, se excluyó del análisis la dimensión referida a la higiene del bebé (baño y pañales).

2 Mamadera: biberón.


 

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    Referencia para citar este artículo: De Grande, P. (2016). Diseñado para bebés. Objetos y prácticas en el primer año de vida. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 14 (1), pp. 287-300.


 

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