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Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud

versão impressa ISSN 1692-715X

Rev.latinoam.cienc.soc.niñez juv vol.14 no.2 Manizales jul./dez. 2016

https://doi.org/10.11600/1692715x.14205111115 

Primera sección: teoría y metateoría

 

DOI: http://dx.doi.org/10.11600/1692715x.14205111115

 

Entramados de lo juvenil. Aproximaciones hacia las sociabilidades juveniles chilenas contemporáneas *

 

Tangled youth. Approaches to contemporary chilean youth sociabilities

 

Tramas juvenis. Aproximações às sociedades juvenis chilenas contemporâneas

 

 

Inti Fernando Fuica-Rebolledo1, Constansa Vergara-Andrades2

 

1 Sociólogo Universidad de Concepción, Chile. Sociólogo de la Universidad de Concepción, Chile. Asistente de investigación del Proyecto Anillo juventudes (SOC 1108) 2013- 2015. Correo electrónico: inti.fuica.rebolledo@gmail.com

2 Socióloga Universidad de Concepción, Chile. Socióloga de la Universidad de Concepción, Chile. Asistente de investigación del Proyecto Anillo juventudes (SOC 1108) 2013- 2015. Correo electrónico: constansavergara@gmail.com

 

 

 

Artículo recibido en noviembre 11 de 2015; artículo aceptado en abril 1 de 2016 (Eds.)

 


Resumen (descriptivo):

La alta tasa de escolarización secundaria, el aumento de la matrícula en educación superior, la precarización de la educación pública y el alto endeudamiento familiar para costear la educación son factores que constituyen y tensionan la realidad que viven actualmente los y las jóvenes chilenos y chilenas. En este contexto, es necesario relevar los espacios de sociabilidad juvenil presentes en el Chile, que oscilan entre espacios institucionalizados y espacios intersticiales, identificados a partir del análisis de discurso de 23 grupos de discusión1. El presente artículo2 relaciona ciertas continuidades y cambios en los modos de sociabilidad juvenil, y observa la búsqueda de autonomía de los y las jóvenes en sus negociaciones cotidianas con la institucionalidad y la importancia de las relaciones entre pares en la construcción de sus identidades.

Palabras clave: Juventud urbana, educación, organización juvenil (Tesauro de Ciencias Sociales de la Unesco).

Palabras clave autores: Sociabilidad juvenil, espacios institucionalizados, espacios intersticiales.

 


Abstract (descriptive):

The high rate of students remaining in secondary school, the higher number of young people enrolling in higher education, the precariousness of public education and the high level of debt that families take on to fund their children’s education are the factors that constitute and create difficulties in the realities currently faced by young Chileans. In context it is necessary to highlight the different social spaces for young people in contemporary Chile, ranging from institutionalized to interstitial spaces that were identified based on the discourse analysis of the results of 23 focus groups. This article identifies certain continuity and changes in the ways that young people socialize, evidencing the search for autonomy that exists in their daily negotiations with institutions and the importance of relationships between peers in the construction of their identities.

Key words: Urban youth, education, youth organizations (Unesco Social Sciences Thesaurus).

Authors key words: Youth sociability, institutionalized spaces, interstitial spaces.

 


Resumo (descritivo):

A alta taxa de escolaridade secundária, o aumento da matrícula no ensino superior, a precarização da educação pública e a alta dívida familiar para pagar o ensino são fatores que constituem e trazem preocupações à realidade que vivem atualmente os/as jovens chilenos/ as. Neste contexto, faz-se necessário amenizar as diferenças nos ambientes de sociabilização juvenil presentes no Chile contemporâneo, os quais oscilam entre espaços institucionalizados e espaços intersticiais, identificados a partir da análise de discurso de 23 grupos de discussão. O presente artigo trata de certas continuidades e mudanças nos modos de sociabilidade juvenil, evidenciando a busca de autonomia dos jovens em suas cotidianas negociações com a institucionalidade e a importância das relações entre grupos na construção de suas identidades.

Palavras-chave: Juventude urbana, educação, organização juvenil (Thesaurus de Ciências Sociais da Unesco).

Palavras-chave dos autores: Sociabilidade juvenil, espaços institucionalizados, espaços intersticiais.

 


 

1. Punto de partida

 

Los estudios sobre las juventudes en Chile comienzan a abordarse a partir de la década de los setenta, cuando los y las jóvenes ya se han consolidado como actores relevantes de la sociedad chilena3, principalmente visibilizados en su actuar estudiantil e incipientemente en sus prácticas vinculadas a la industria cultural (Mattelart & Mattelart, 1970). Durante los ochenta, las categorías de análisis se amplían e incluyen a un nuevo sujeto juvenil durante esta época, las juventudes populares, visibilizadas a partir del proceso de modernización de la economía, el aumento de la cobertura en la educación y la crisis política4 (Aguilera, 2009).

En los años noventa, los estudios sobre las juventudes se complejizan. Impulsados principalmente por el Estado5 y ante la necesidad de saldar la deuda que deja la Dictadura con los y las jóvenes que han sido excluidos social y económicamente, se comienzan a diseñar políticas públicas que busquen la integración social y su disciplinamiento, al considerar a los y las jóvenes como una potencial amenaza para el proceso democratizador del país (Duarte, 2015).

Siguiendo a Aguilera (2009), en las investigaciones impulsadas durante esta década predominaron cinco enfoques a) el y la joven dañado o dañada, vinculada a la juventud empobrecida que no ha podido integrarse a la sociedad; b) conversación juvenil (construcción de sentidos en la pluralidad de voces juveniles); c) acción juvenil (juventud integrada, juventud en conflicto, juventud dominada); d) violencia juvenil (existente en sectores populares y posteriormente en el contexto educativo); y e) sociabilidad y socialidad juvenil (formas de interacción y prácticas entre jóvenes mediatizadas). Que se sintetizan en la actualidad en tres grandes enfoques:

1) Sociodemográfico: Campos de estudio orientados en la moratoria y el tránsito hacia la integración social desde una perspectiva funcional.

2) Psicológico: Aborda el desarrollo psico- biológico de los y las jóvenes y aspectos identitarios y sociales.

3) Sociocultural: Se reconoce la juventud como categoría construida, relacional y contextual en la que encontramos los estudios generacionales, sobre derechos, acción colectiva, cultura y sociabilidad juvenil.

Esta breve contextualización indica la escasa producción sobre las sociabilidades juveniles que estuvo incluida en otros campos hasta los años noventa6 y que comienza a ser explorada de una manera densa a finales de esta década con los estudios culturales vinculados a la emergencia de tribus urbanas y consumos culturales (Zarzuri & Ganter, 2002, Matus, 2000).

Este enfoque ha sido criticado por presentar como dificultad analítica la "no problematización del tipo de sociedad en que estas manifestaciones juveniles se expresan y en las que transcurren" (Duarte, 2015, p. 31), siendo insuficientes en "la vinculación con sus condiciones de vida y comunidades (…) que redundan en miradas muy acotadas que pierden la capacidad comprensiva de relacionarse con lo global" (Duarte, 2015, p. 31). Al mismo tiempo, se cuestiona la relación que se presenta entre estos estudios y la dimensión de lo político, indicando que "estas lecturas, a nuestro juicio, desalojan del análisis lo referido a las condiciones estructurales y las modalidades que adquieren las adscripciones culturales en relación con las cuestiones estructurales de la propia sociedad chilena" (Aguilera & Muñoz, 2015, p. 94). En otras palabras, se señala que este enfoque no establece conexiones entre las experiencias juveniles estudiadas, la estructura social y las épocas anteriores, como también la falta de pertinencia en el contexto latinoamericano en el que se insertan, caracterizándolas como "ahistóricas" y "eurocéntricas" (Duarte, 2015).

Si bien creemos que los estudios de sociabilidad juvenil existentes en el país responden a estudios de casos que muestran exhaustivamente la heterogeneidad de interacciones que suceden en la vida cotidiana de los y las jóvenes que adscriben a ciertas prácticas7, es necesario hacerse cargo de la crítica problematizando los estudios sobre las sociabilidades de manera más visible, realizando una vinculación histórica entre las prácticas sociales juveniles actuales y las de épocas anteriores.

Así, sin pretender ser ambiciosos, el presente artículo propone realizar una aproximación sobre los actuales y principales espacios de sociabilidad juvenil chilena, a partir de los discursos de los y las jóvenes estudiantes de cuarto año medio y de enseñanza superior, producidos en 23 Grupos de Discusión8 realizados en distintas ciudades de Chile, en el marco del proyecto Anillo de Investigación en Juventudes SOC 1108, que las pone en relación con el actual contexto en el que se inscriben dichas prácticas (instituciones sociales y anclajes de clase, género y territorialidad), y tienen como limitación metodológica el ejercicio de vincular estas prácticas con aquellas relacionadas a épocas pasadas, y también el abordaje de describirlas densamente9. (anexo 1)

 

 

La identificación y la caracterización de estos espacios a partir de los relatos juveniles relevan los elementos constitutivos de los espacios de sociabilidad juvenil. Para efectos de lo anterior, es necesario alejarnos de las concepciones de que los y las jóvenes únicamente orientan su quehacer por reacción a, o por un deseo de integrarse al mundo adulto (Caputo, 1995 en Urteaga, 2011). Cabe reconocer que éstos y éstas van construyendo aprendizajes significativos por fuera de las altamente cuestionadas instituciones tradicionales de socialización (familia, iglesia, sistema educativo), con una marcada tendencia a otorgar primacía al grupo de pares como anclaje cotidiano de sus mundos (Urteaga, 2011, Reguillo, 2007, Nateras, 2004, Zarzuri & Ganter, 2002).

Este hecho, y también la importancia de los espacios intersticiales (extra-institucionales), en los que los y las jóvenes ponen en práctica sus sociabilidades (Urteaga, 2011, Reguillo, 2007, Zarzuri & Ganter, 2002), supone una dificultad particular para este análisis ya que los discursos observads se encuentran mediados por la institucionalidad escolar10. Aun así, podemos aproximarnos hacia la presencia de procesos de interacción social entre pares, con sociabilidades asociadas a espacios institucionalizados y a construcciones propiamente juveniles (Urteaga, 2011), que configuran un mapa amplio y polifacético. Se visibilizan los espacios por donde los y las jóvenes transitan, oscilando en un movimiento pendular desde instituciones cerradas y producidas para su control, hasta la apropiación de espacios públicos y privados (Urteaga, 2011, Reguillo, 2007, Nateras, 2004, Maffesoli, 2004).

Conviene resaltar que los discursos, preocupaciones y prácticas varían ampliamente de acuerdo con el momento biográfico en el cual se encuentran los y las jóvenes, así como a la condición socioeconómica de origen y a su género (Urteaga, 2011, Reguillo, 2007, Zarzuri & Ganter, 2002, Duarte, 2000). Debido a las diferencias en los discursos según sus distintas posiciones estructurales, se observa la multiplicidad y la complejidad de juventudes presentes en Chile contemporáneo.

El texto comienza con una breve recapitulación de los principales cambios producidos en el país respecto de las temáticas de educación, política y cultura. En segundo lugar, se propone describir los elementos propios de los espacios de sociabilidad juvenil, caracterizando los espacios de sociabilidad identificados y legitimados por ellos y ellas. Finalmente proponemos una reflexión tentativa respecto de los vínculos existentes entre las transformaciones macrosociales del país y los escenarios contemporáneos de sociabilidad juvenil.

 

2. Contexto estructural chileno (1990-2015)

Los cambios políticos y económicos impuestos por la Dictadura militar se materializaron en la Constitución de 1980, redactada arbitrariamente y vigente hasta la fecha. Este proceso modernizador sostenido en el sistema neoliberal, abrió los mercados, fomentó el consumo y privatizó las necesidades básicas que el Estado hasta entonces garantizaba: Educación, Salud, Vivienda, Sistema previsional, entre otros, generando fuertes mutaciones socioculturales en la sociedad chilena.

Estas transformaciones persisten con la vuelta a la democracia, ya que si bien el país cuenta con un mejoramiento sostenido de una serie de indicadores de desarrollo, es considerado como uno de los países más desiguales del mundo11, caracterizado por una alta concentración de la riqueza y amplias franjas de la población en una posición de vulnerabilidad frente a la cobertura de sus necesidades de salud, educación y vivienda. Esto ocasiona un malestar en la sociedad chilena, que se ha observado mediante las manifestaciones juveniles acontecidas desde principios de siglo12, donde se cuestiona la precarización de los derechos, la pauperización de condiciones de vida y la deslegitimación de las demandas sociales (Pnud, 2015, Pnud & Almabrands, 2014, Comisión Económica para América Latina y el Caribe -Cepal- & Organización Iberoamericana de Juventud - OIJ-, 2004).

A su vez, el constante decrecimiento en la participación de los espacios políticos tradicionales - institucionalizados (partidos políticos, ejercicio del derecho a votar o la inscripción en los registros electorales13), se muestra especialmente exacerbada en el segmento juvenil de la población (Pnud, 2015, Mardones, 2014, Injuv, 2013, Parker, 2003). El 81% de los y las jóvenes entre 18 y 29 años se considera poco o nada interesado en política. La percepción sobre el proceso democrático es aún más crítico, pues sólo un 16% de estos y estas se declara satisfecho con la democracia chilena (Injuv, 2013).

Si bien los sectores juveniles son quienes más desconfían de la política institucional, y mayoritariamente protestan por cambios sociales, volcándose hacia formas emergentes de participación, tales como marchas, campañas por internet y agrupamientos en torno a objetivos específicos14 (Pnud, 2015, Mardones, 2014, Injuv, 2013, Nateras, 2004), por lo que el interés por lo político sigue presente en sus quehaceres, aunque no está contenido en los canales tradicionales de participación. Los espacios de decisión política y producción del cambio social se movilizan hacia organizaciones de base y sus demandas, desde la política institucional hacia espacios micropolíticos de participación.

A medida que se consolidan los procesos descritos, se observa una migración hacia espacios microsociales de participación sobre los espacios institucionalizados, en el sentido de que los sujetos juveniles disfrutan pasar su tiempo principalmente con la familia, los amigos, las amigas y las parejas (Espinoza, 1999). Como se señala en la Segunda Encuesta Nacional de Juventud (1997), hasta la década de los 80, ellos y ellas construían su identidad por referencia a una familia o a una comunidad, mientras que a partir de los 90 comienzan a definirse de forma más individualista y a partir del grupo de amistades, estructurándose una diferencia generacional (Espinoza, 1999).

El malestar social y el distanciamiento de las juventudes de la política institucional es acrecentado por las políticas educacionales que inciden fuertemente en las formas de interacción juvenil, ya que, si bien Chile invierte un porcentaje relativamente alto de su Producto Interno Bruto (PIB) en educación (6,9%), al comparar con países miembros de la Ocde, la inversión por estudiante en términos absolutos resulta baja (US$ 5.522 por estudiante en Chile, US$ 9.487 el promedio Ocde). Esta diferencia es subsanada en nuestro país por aportes privados provenientes de las familias, quienes aportan un 40% de la inversión total en educación en Chile, porcentaje que aumenta hasta un 76% en educación superior15 (Fundación Instituto de Estudios Laborales -Fiel-, 2011).

Respecto de la cobertura en educación, el nivel secundario es el más logrado por la población (57% de los y las chilenas la cursaron), alcanzando un 77% de cobertura en el grupo de 25 a 34 años y en vías de seguir incrementándose en las generaciones más jóvenes. En la educación superior, un 45% de los y las jóvenes con 20 años se encuentran matriculados en alguna institución de este nivel, con un aumento de la tasa neta de matrícula para la población entre 20 y 29 años desde un 20% en 2007 hasta un 27% en 2011 (Mineduc, 2013). El aumento de la oferta en educación superior a través del surgimiento de muchas universidades privadas, centros de formación técnica e institutos profesionales, así como la proliferación de colegios particulares subvencionados en educación media a partir de la década de los 90, ha impactado positivamente en la cobertura en educación, pero negativamente en la economía de los hogares chilenos, debido a que un alto porcentaje del costo de la educarse en nuestro país debe ser asumido por las familias, así, "Chile ostenta el triste record de tener, en composición social y en sus resultados, uno de los sistemas escolares más segregados de la región" (Waissbluth, Arredondo, Quiroga & Diez, 2010, p. 2).

Si vinculamos la desigualdad estructural de Chile con su situación actual en educación, podemos ver que, si bien la gran mayoría de la juventud chilena estudia y completa la educación secundaria, en educación superior la matrícula se concentra en los niveles socioeconómicos más altos, visibilizando la "desigualdad social, en donde las y los jóvenes no cuentan con las mismas oportunidades/ posibilidades para construir sus proyectos de vida y trayectorias individuales" (Injuv, 2013, p. 13). El deterioro de la educación pública origina un círculo vicioso que afecta principalmente a jóvenes provenientes de las franjas más empobrecidas de la sociedad que son quienes asisten a estos establecimientos educacionales. Si bien correlación no es expresión de relación causa-efecto, indica claramente que inequidad educativa e inequidad social marchan al unísono, retroalimentándose la una a la otra" (Waissbluth et al., 2010, p. 12).

La situación descrita se vincula directamente con las tensiones y las paradojas propuestas por Martín Hopenhayn para las juventudes iberoamericanas, y ubica a los y las jóvenes en un continuo cuyos polos son la inclusión, como sujetos pasivos en un camino trazado institucionalmente; y la exclusión como sujetos autónomos impedidos de incidir activamente en sus posibilidades de desarrollo (Cepal & OIJ, 2004).

Respecto a los espacios de sociabilidad juvenil, la paradoja relevante surge de la tensión entre una mayor cohesión hacia el grupo de pares, que se acompaña de una mayor impermeabilidad hacia fuera (los otros). Por su parte, Balardini (2002) vincula este proceso con fenómenos globalizados de proliferación de culturas juveniles, que refuerza la idea de identidades originadas a partir de elementos en común y una alta diferenciación respecto de los otros. Esto indica la confrontación entre la cultura hegemónica de las instituciones educativas y las prácticas de sociabilidad juveniles.

Esta paradigmática tensión entre jóvenes y escuela es potenciada en la vida cotidiana de la juventud chilena actual, que se encuentra mediada -en una amplia mayoría- por el rol estudiantil. Gran parte del tiempo se desenvuelve en las instituciones educativas que, con extensas jornadas, demanda a los y las jóvenes un buen rendimiento académico para obtener un puntaje alto en la prueba de selección universitaria (PSU) o un título de educación superior. El principal problema surge porque estos actores no son meros sujetos pasivos, sino que tienen adscripciones identitarias propias que rebasan los límites institucionales yconstriñen los modos de relacionarse entre pares a los espacios de tiempo libre o de distensión como el recreo.

Sin embargo, aunque la institución escolar opaca las diferencias y homogeniza a los y las jóvenes, obstruyendo la personalidad individual y la pertenencia grupal a través del uniforme y los reglamentos institucionales, esta situación estalla cuando se centra la mirada en los gustos, las estéticas (ropas, accesorios, entre otros) y las adscripciones grupales. De esta manera, los consumos culturales se posicionan como fuerzas centrípetas que atraen a los y las jóvenes y organizan distintos espacios de sociabilidad que emergen una vez rebasados los límites institucionales.

    Lo cultural tiene hoy un papel protagónico en todas las esferas de la vida. Puede aventurarse la afirmación de que se ha constituido en un espacio al que se han subordinado las demás esferas constitutivas de las identidades juveniles. Es en el ámbito de los significados, los bienes y los productos culturales donde el sujeto juvenil adquiere sus distintas especificidades y donde despliega su visibilidad como actor situado socialmente con esquemas de representación que configuran campos de acción diferenciados (Reguillo, 2007, p. 52),

 

3. Elementos de sociabilidad juvenil en el Chile actual

La sociabilidad juvenil16 explora la pluralidad de interacciones conformadas por las juventudes en su vida cotidiana. Las relaciones, los vínculos y las prácticas que se establecen con los demás, situadas en un espacio que se convierte en territorio mediante su uso y que se encuentra en constante tensión con las expresiones del orden establecido. Siguiendo a Simmel, se puede definir como aquella "forma lúdica de la asociación" (Simmel, 2002, 197 en Rizo-García, 2006, p. 50) donde se crean y recrean formas de comprender y significar el mundo cotidiano.

Se caracterizan por ser creativas y efímeras, en el sentido de que están situadas y no aspiran a obtener legitimidad más allá del momento de la interacción, y permite a los y las jóvenes la construcción de espacios propios cuyas reglas de interacción surgen a partir de sus propias búsquedas. Son, principalmente, espacios cotidianos extra-institucionales, de ocio, búsqueda y construcción de aceptación y confianza en sí mismos, "el espacio de la circulación y la conformación del grupo, de sus reglas, de sus códigos fraternos, etc., locales o íntimos, productos de la proximidad" (Urteaga, 2011, p. 162)17. A la vez que se encuentran en constante dialéctica, influidos por los factores estructurales descritos anteriormente que los construyen y delimitan.

Este deseo de "estar juntos sin más" (Maffesoli, 2004), evidencia un fuerte vínculo afectivo con sus amistades y grupalidades. Surgen espacios de ocio, de disfrute y de consumo, espacios donde emergen expresividades y sensibilidades18 que permiten jugar y experimentar entre pares el amor, la amistad, el desacato (Urteaga, 2011, Maffesoli, 2004, Balardini, 2002, Zarzuri & Ganter, 2002). Simultáneamente, se contraponen con la estructura social impuesta por las instituciones que guían el aprendizaje juvenil en términos del desarrollo vital, y presen este como etapas lineales por las que se debe transitar19 y que condicionan las prácticas juveniles a partir de las ideas de futuro. La confrontación respecto del destino preconstruido socialmente disciplina, y somete a la producción y al deber ser, es decir, a la promesa de integración y movilidad social (Cepal & OIJ, 2004, Balardini, 2002).

    "Como que pensamos en no sé, o en la revolución entre comillas o en las cosas que decimos ahora, pero después en el fondo cuando crecimos como que todo eso se olvida, es como una etapa (…) y terminamos siendo aplastados por el sistema porque nos preocupamos de no sé, (…) se van a preocupar de sus hijos o se van a preocupar de vivir sus vidas y las ideas dónde quedaron, se quedaron atrás" (Hombre, Liceo Municipal Emblemático, Santiago).

Estos condicionantes estructurales estimulan las capacidades creativas de los y las jóvenes, de manera que son capaces de innovar constantemente para subvertir las hegemonías y mandatos adultocéntricos.

Los espacios de sociabilidad juvenil se presentan como un entramado complejo de prácticas que se traslapan entre sí, cuyo estado siempre es móvil y está en permanente (re) configuración. No son espacios puros, cerrados y homogéneos, sino que se mezclan, en conjunto con las experiencias y las emociones (Urteaga, 2011; Reguillo, 2007; Nateras, 2004; Maffesoli, 2004; Cepal & OIJ, 2004; Zarzuri & Ganter, 2002).

Grupos de pares

Para las juventudes chilenas, la sociabilidad remite especialmente al grupo de pares (Urteaga, 2011, Reguillo, 2007, Nateras, 2004) que se conforma como centros de producción de sentido, a través del diálogo, la experimentación y los afectos, y se ancla en el diario vivir. Cobra relevancia la amistad, considerada como una de las interacciones más valoradas, como una cotidiana relación de confianza y apoyo.

    "Yo creo que también lo más importante serían los amigos porque con tus amigos son los que te desahogai, son los que les contai cosas, amigos íntimos" (Mujer, Colegio Particular subvencionado, Talca),

Estas redes amicales no constituyen una totalidad homogénea, sino que se destacan por su diversidad y los distintos gustos que van determinando tanto la conversación como la posibilidad de errar, dificultando encasillar a los y las jóvenes respecto de una grupalidad singular,

    "En realidad siempre hay distintos grupos de amigos, yo converso de básquetbol, converso de deportes, converso de música con otros compañeros, nos molestamos, hablamos de carrete, hablamos de salidas" (Hombre, Colegio Particular, Concepción)
Estéticas y gustos

Otro elemento fundamental son las estéticas y los gustos de los y las jóvenes. Estas no responden solamente a un consumo pasivo, sino que devienen en re-apropiación activa de códigos culturales, a la vez que significan pertenencias a grupalidades más extendidas (Urteaga, 2011, Reguillo, 2007, Zarzuri & Ganter, 2002). Las estéticas se relacionan con los gustos y las actividades a los cuales cada joven se adscribe: el dibujo, la pintura, la escritura, la fotografía, el cine y especialmente la música, considerados como formas de expresión que potencian integralmente el desarrollo de los y las jóvenes. Los gustos son elementos aglutinadores, ya sea en formatos individuales o bien en formatos grupales (Reguillo, 2007).

    "Entre todos, como que empezamos a sociabilizar, y tendíamos a tener los mismos gustos, las mismas preferencias, y habían cosas que teníamos en común, y como que de repente empezábamos a compartir el hecho de la música, y que a tu curso le gustaba la cumbia, que al otro el reggaetón y al otro el hip hop y así distintos tipos de música" (Mujer, Liceo técnico-profesional, Concepción).

Estas prácticas permiten a los sujetos juveniles explorar los gustos propios, definiendo su identidad, lo que en ocasiones entra en conflicto con los saberes inculcados por las instituciones. Por esto, su práctica se transforma en una búsqueda que se debe realizar fuera de los límites impuestos por la estructura social pre- establecida, evidenciando que las instituciones educativas no son capaces de responder a muchas necesidades juveniles (Cepal & OIJ, 2004, Balardini, 2002). La dificultad de entregar tiempo a sus gustos produce una fuerte tensión respecto a las instituciones educativas y los requerimientos adultocéntricos y patriarcales de las instituciones académicas (Cepal& OIJ, 2004, Duarte, 2000), lo que constriñe las posibilidades de desarrollo en estas áreas por el tiempo, el esfuerzo y la energía que deben dedicar a prácticas impuestas, lo que obliga a buscar mecanismos de negociación que permitan la conciliación20.

Territorios: Soporte de la sociabilidad juvenil

La diversificación de espacios de sociabilidad es considerada como uno de los principales cambios observados desde los noventa a la actualidad (Dávila & Ghiardo, 2011). Durante las últimas encuestas de juventud (2006-2009-2012), el barrio continúa siendo considerado un espacio importante para la generación de vínculos, situación que se confirma en la conversación juvenil de este estudio, y también se releva la calle como un soporte de las prácticas juveniles. Los y las jóvenes son curiosos e inquietos, necesitan salir de sus espacios privados -para algunos de confort, para otros de desafección- y probar, errar, vagabundear entre experiencias y emociones.

    "Igual nunca estuve en la casa, como que llego, me cambio y salgo, así. Me gusta estar haciendo algo siempre. Como que estar aburrido en la casa, es como perder el tiempo. Y el tiempo hay que aprovecharlo porque la vida es corta" (Hombre, Liceo Municipal, Santiago),

Irrumpen en la escena pública, se toman las calles y se apropian de plazas, parques, metros, esquinas, espacios relegados al uso corriente de tránsito de habitantes anónimos. En estas ocupaciones conviven varias grupalidades juveniles que comparten el espacio, intercambian diálogos y experiencias principalmente a través&Ganter, 2002). "Voy a la Halley, que es la plaza que me queda como a dos segundos de mi casa. Y ahí ando en skate, con mis amigos... y después no sé, los fines de semana salgo... salimos en la mañana a patinar o a jugar a la pelota... y después no sé, salgo a carretear" (Hombre, Liceo Municipal, Santiago).

La ocupación del espacio exige negociación con el mundo adulto. En varios lugares observamos que algunos grupos juveniles disputan su derecho a ocupar la ciudad configurándose como sujetos activos. Hay elementos compartidos que producen sentidos de pertenencia e identificación con los territorios y que potencian la organización activa, muchas veces no funcional al tipo de organización estructural que ofrece el Estado (Reguillo, 2007).

    "- Y qué, ¿tienen una organización?

    - No. Somos amigos. La Halley. Somos "La Halley". Somos como 20, somos muchos" (Diálogo, Liceo Municipal, Santiago).

Es preciso señalar que, si bien hay un aumento de mujeres jóvenes que utilizan la calle y el barrio como espacio de sociabilidad, son los varones provenientes de sectores socioeconómicos medios y bajos quienes más lo frecuentan (Dávila & Ghiardo, 2011, Injuv, 2009, Duarte, 2002). Así, también, se observa cómo, de manera no excluyente, se sostiene durante los años el aumento en la utilización de espacios privados por los y las jóvenes provenientes de sectores sociales altos (Dávila & Ghiardo, 2011).

    "Otra idea fuerza refiere a las interacciones de las personas jóvenes con sus semejantes, donde destaca con fuerza la importancia de estilos diferenciados según nivel socioeconómico y sexo. Mientras en los niveles de ingresos altos las experiencias de amistad y los espacios de sociabilidad juvenil están asociados a sus casas, a lugares de estudio secundario y terciario, así como a espacios de consumo y lugares pagados en su acceso, para los niveles más bajos el barrio y sus espacios públicos (calle, plaza, etc.), así como sus lugares de trabajo son los privilegiados" (Injuv, 2009, p. 35).

Los espacios institucionales surgen como el espacio -obligado- de confluencia de individuos, produciéndose reagrupamientos al interior de estos, de acuerdo con los intereses y afectos propios de las juventudes, y estableciendo diferencias según las miradas compartidas del mundo (Urteaga, 2011; Reguillo, 2007; Balardini, 2002; Zarzuri & Ganter, 2002) con una activa apropiación de elementos propios del mercado y del consumo, donde se re-crean adscripciones estéticas e identitarias muchas veces transitorias.

De esta manera, en los espacios de sociabilidad juvenil identificamos dos categorías que se traslapan y comunican, y presentan diferencias significativas. En primer lugar están los espacios institucionalizados en los que se relacionan los y las jóvenes: la escuela, los scouts, los bomberos y los grupos religiosos que, al ser producidos bajo aleros institucionales, se conforman a partir de normas, códigos y valores morales hegemonizados, limitándose -más no clausurando- la capacidad de agencia juvenil (Urteaga, 2011, Duarte, 2002). (Cuadro 1)

 

 

En contraparte, croqueamos los espacios intersticiales propios de la sociabilidad juvenil, producidos por el deseo de estar juntos sin más (Maffesoli, 2004), y construidos mediante gustos y estéticas afines. Estos se originan principalmente en los espacios de ocio y recreación, y producen códigos nuevos, modos de organización contingentes y vínculos afectivos (Urtega, 2011; Reguillo, 2007; Nateras, 2004; Zarzuri & Ganter, 2002). Entre las fronteras móviles de estos espacios, transitan jóvenes que producen interacciones, prácticas, experiencias vividas y vínculos relacionales entre sí mismos y las instituciones adultocéntricas, en un constante proceso de mediación, resistencia, subversión o aceptación respecto a las instituciones formales y la producción emergente de cultura juvenil (Urteaga, 2011; Reguillo, 2007; Balardini, 2002; Zarzuri & Ganter, 2002; Duarte, 2002). (Cuadro 2)

 

 

4. Salidas

Los espacios de sociabilidad juvenil observados son producidos, a la vez que producen, dialogan y discuten, con la sensación de desconfianza, malestar y distanciamiento respecto de las instituciones chilenas (Mardones, 2014; Injuv, 2013; Pnud, 2012; Cepal & OIJ, 2004), especialmente con la institución cuya misión es formar a los y las jóvenes, como es el sistema educativo (Cepal & OIJ, 2004; Balardini, 2002). En este sentido, las prácticas juveniles transitan entre la negociación de sus relaciones contractuales, fijadas por patrones culturales hegemónicos, y la oposición, mediante estrategias de interacción distintas a la norma cultural dominante (Urteaga, 2011; Reguillo, 2007; Zarzuri & Ganter, 2002; Maffesoli, 2000).

    En los y las jóvenes y en las sociedades actuales que le han correspondido vivir, se tiende a convertir en un campo en disputa y negociación, con la perspectiva de transitar y establecer trayectorias y proyectos de vida, en lo ideal con mayores grados de seguridad a la par de mayores grados de libertad y autonomía; interpelando al sistema social y sus instituciones que se responsabilicen de garantizar esos tránsitos con la ampliación de las oportunidades sociales (Dávila & Ghiardo, 2011, p. 22).
Es en ámbitos de la cotidianidad y de las experiencias vividas, donde el deseo por vivir el instante o el presente se esboza como

Una réplica insolente irónica a la todo poderosa sociedad del trabajo, defendida con patas y manos por los políticos, tecnócratas y otros responsables sociales, pues es ahí donde ellos encuentran su justificación (Maffesoli, 2000, p. 157).

Los intereses y deseos surgidos desde la individualidad juvenil o sus grupos de referencia deben combinarse con los roles y deberes institucionalizados, evidenciando la dificultad de cumplir con estas exigencias, .

"Hablando de eso, hay como un término que se dice que uno es jedi21 cuando puede estudiar, en Cuarto, cuando podís estudiar, cumplir en todo lo que es estudio, cumplir con tu familia, carretear y dormir, si podís hacer esas cuatro cosas erís un jedi, de verdad yo puedo cumplir tres de esas, yo puedo cumplir con la casa, yo puedo carretear y puedo dormir, pero con mi familia también la estoy dejando mucho de lado […] pero no voy a dejar de carretear ni cagando" (Hombre, Liceo Municipal emblemático, Valparaíso)

La conciliación entre espacios institucionales y espacios juveniles genera un movimiento doble: a la vez que son subordinados y disciplinados, subvierten y re-crean códigos culturales propios (Urteaga, 2011, Reguillo, 2007, Balardini, 2002, Zarzuri & Ganter, 2002).

"Básicamente una de las presiones es estudiar simplemente, que te vaya bien, que te portes bien y muchas cosas que al final son, para mí, son cosas que no tienen mucho sentido si tú no estás feliz contigo mismo… qué sacas con tener prueba 7 si no sabes hablar con alguien, qué sacas con tener 850 puntos si vas a estudiar Ingeniería y no sabes atornillar un tornillo" (Hombre, Colegio Particular subvencionado, Punta Arenas).

Los discursos presentados expresan la forma coo el devenir de los y las jóvenes está tensionado por los deseos y los gustos y por las exigencias y deberes, reforzando la paradójica situación en la que se encuentran. Se conforman identitariamente respecto de sus grupos de pares, intereses, deseos y utopías y se consolidan como el espacio sociafectivo en el cual se (re)articulan confianza, sin tener espacios ni mecanismos en donde traducir sus expresiones y su capacidad de agencia. Cuentan con saberes y acceso a la información instantáneo, pero no se les permite tomar decisiones respecto de sí mismos o de sí mismas, de su futuro y mucho menos incidir en el devenir de la sociedad (Cepal & OIJ, 2004; Balardini, 2002). Los espacios de sociabilidad institucional son el acercamiento más concreto entre una institucionalidad que intenta incorporar códigos de funcionamiento cercanos a los del Grupo de Pares, tales como las organizaciones de voluntariado, los grupos scouts y las agrupaciones religiosas de jóvenes. Por su parte, la puesta en marcha de la Ley de Inclusión en marzo de 2016 abre un nuevo foco de análisis, y propone una aceptación de códigos estéticos juveniles hasta entonces prohibidos22. La presencia de estas incongruencias propias de la modernidad tardía, refuerzan la sensación de malestar que tienen los y las jóvenes de la sociedad, y reafirman la incapacidad institucional de otorgar seguridad y un horizonte de desarrollo para ellos y ellas.

"los trabajos son súper inestables, el área en que yo me he desarrollado en este tiempo, son proyectos que se licitan una vez por año. Entonces, tú como que una vez al año estás sufriendo si vas a seguir con pega o no" (Mujer, Universidad Tradicional, Concepción).

¿Cómo rearmar la confianza en este contexto? Consideramos que los espacios construidos por la juventud chilena, a través de la sociabilidad y la configuración de grupos de pares cuyas relaciones e interacciones se basan en la confianza, la comunión de intereses, lo lúdico y lo cotidiano, son un escape respecto de los problemas que aquejan, desde múltiples ángulos, a estas personas (Urteaga, 2011; Reguillo, 2007; Nateras, 2004; Zarzuri & Ganter, 2002; Balardini, 2002; Maffesoli, 2000).

Nos atrevemos a aventurar que, a través de la construcción de confianzas situadas, de afectos y relaciones cercanas, los y las jóvenes crean instancias de comodidad, alegría, y desarrollo integral, y construyen espacios en los cuales pueden desenvolverse con tranquilidad, frente a una sociedad que resulta ajena y amenazante (Urteaga, 2011; Zarzuri & Ganter, 2002). Que invisibiliza la capacidad de agencia de los y las jóvenes chilenos y concibe su existencia como promesas de futuro. Que debe obedecer hoy para mandar mañana (Balardini, 2002), proposición que resulta insuficiente, y que hace que estos y estas jóvenes construyan sus espacios propios en el presente. Esta situación puede darse incluso en la institución educativa, puesto que losy las jóvenes tienen la capacidad de resignificar este espacio de enseñanza formal. La escuela o la casa de estudio es entonces un territorio apropiado (Nateras, 2004), un lugar donde se producen y potencian las interacciones entre pares, donde se comparte diariamente, y se hace énfasis en su presente cotidiano.

"Uno se levanta pensando que lo va a pasar bien en el liceo. Bueno, al menos yo lo pienso así. Es que si uno tiene un problema en su casa, va al liceo y se distrae con las amigas y es como tu segundo hogar" (Mujer, Liceo Municipal, Concepción).

Así, más que la arquitectura o el espacio físico, es el espacio social, dado por la interacción entre jóvenes, lo que suscita este sentimiento de pertenencia y afecto por la institución educativa (Urteaga, 2011).

"Yo creo que la grandeza que tiene este colegio está en eso, como en los alumnos, en las relaciones que uno hace acá, en las realidades que uno conoce, en el aprendizaje humano" (Hombre, Liceo Municipal emblemático, Santiago).

La posibilidad de construir identidades colectivas situadas, organizadas mediante los intereses comunes, permite la emergencia de identidades colectivas heterogéneas, y recoge e incorpora muchos elementos provenientes de un contexto de globalización. Se destaca como cambio respecto a lo acontecido décadas atrás la apropiación del espacio público, mediante prácticas que indican una posible politicidad.

Un interesante elemento emergente, mencionado de forma incipiente en los Grupos de Discusión, y presente en la cotidianidad de muchos jóvenes en el Chile contemporáneo, y que a nuestro juicio es un verdadero espacio social contemporáneo, son los espacios de sociabilidad virtual (facebook y whatsapp como ejemplos paradigmáticos). A través de estas plataformas, los y las jóvenes son capaces de dislocar la necesidad del cara-a-cara del Grupo de Pares, y sostiene conversaciones individuales o grupales a través de estos medios, con importantes implicancias que dan una pista para ser investigada en el futuro.

Un elemento que se debe incorporar en el análisis de los espacios de sociabilidad, es relativo a la posición estructural de las personas jóvenes (Reguillo, 2007; Zarzuri & Ganter, 2002; Duarte, 2000). Las prácticas (individuales y grupales) y las interacciones están condicionadas por la procedencia de clase y por la etnia y el género de las personas. Respecto a esta condicionante, conviene resaltar que se observa en el trabajo de campo que las mujeres jóvenes muestran fuertes rasgos de autonomía discursiva, se posicionan como protagonistas de sus propias vidas y dan cuenta de experiencias relevantes construidas entre mujeres jóvenes. Sus relatos, diversos y divergentes, dan cuenta de la forma como se enfrentan constantemente a las tensiones impuestas a las mujeres en un mundo en el cual la estructura y las instituciones tienen un origen y un funcionamiento patriarcal. Frente a esto, son las mujeres que asisten a escuelas municipales quienes muestran mayores niveles de cuestionamiento y de prácticas de sociabilidad en donde, a través del desacato a las normas impuestas por la familia o la escuela, construyen autonomía y se posicionan según sus gustos y sus intereses. Un ejemplo paradigmático de esto se observa en la confrontación entre jóvenes lesbianas y sus familias y por otro, en un fuerte apoyo del grupo de pares ante las dificultades y las contradicciones que acarrea adscribir a una identidad de género disidente. Como sucede con los procesos sociales, este cambio no es lineal ni homogéneo, y se mantienen prácticas machistas explícitas y relevadas por los y las jóvenes (como la violencia en el pololeo), y también simbólicas y soterradas (como la primacía de la voz masculina en el desarrollo de algunos grupos de discusión).

Por otra parte, la condición estructural de clase o de origen socioeconómico se muestra brutalmente, la estratificación del sistema escolar chileno, que selecciona y distribuye los capitales simbólicos y materiales desigualmente a través de la privatización de la educación y el abandono de la educación municipal, ha influido fuertemente en las subjetividades juveniles (Waissbluth et al., 2010). Esto es expresado en los discursos de los y las jóvenes, diferenciándose, de acuerdo con el tipo de escuela (colegio o liceo, emblemático o no) o institución de educación superior (Urteaga, 2011). En este sentido, se manifiestan fuertes diferencias en torno a los horizontes de desarrollo y (pre)ocupaciones de los y las jóvenes. Para quienes provienen de sectores populares, estas pasan por asegurar su supervivencia y "devolver la mano" a sus familias, como también en la elección del tipo de institución educativa superior (como institutos de formación técnica y de oficios), mientras que para los y las jóvenes de clases acomodadas, las preocupaciones se ordenan en torno a cumplir con las expectativas de las familias (expresadas en forma de presión o en alcanzar el nivel socioeconómico de sus padres) y asegurar una vida adulta cómoda y plena. Mientras los y las jóvenes populares sueñan con metas y logros, los y las jóvenes acomodados no tienen techo en su horizonte de futuro.

Para los y las jóvenes de clases media- alta y alta, estructurar el presente en torno a un futuro sin límites conlleva fuertes presiones, tanto internas como las provenientes de la escuela y la familia, especialmente respecto al rendimiento en la PSU. Se expresa una vivencia del presente, mucho más restringida que los y las jóvenes de sectores populares, quienes comunican en sus discursos una subjetividad anclada en vivir el día a día, en tiempo presente, en el disfrute y el goce. También queda de manifiesto en los lugares que frecuentan y que se apropian, el carrete que consumen, el lenguaje que utilizan y las estéticas que portan (Reguillo, 2007, Zarzuri & Ganter, 2002). La capacidad de cuestionamiento a la autoridad también fue expresada de forma directa por jóvenes de liceos municipales, que fue expresada en la realización de los grupos de discusión, y en las conversaciones contra-preguntaban y subvertían la lógica de la investigación.

Para quienes asisten a la enseñanza media -y especialmente para quienes se forman en instituciones públicas-la escuela es la institución propia del mundo adulto donde se producen inevitablemente conflictos entre los y las estudiantes y las autoridades y funcionarios del liceo o colegio, que se representan como las figuras otras frente a las cuales los y las jóvenes se configuran (Reguillo, 2007; Duarte, 2002). Así, quienes cursan cuarto expresan una fuerte crítica hacia la institución escolar, cuestionamiento que se encuentra en relación directa con la calidad y el formato de la educación chilena, incapaz de asumir las necesidades y las potencialidades de quienes ocupan sus aulas.

"Todos nosotros somos seres determinados por nuestra estructura y siento que la educación no da mucho eso, me gustaría cambiar un poco el método de enseñanza y agarrar eso, tomar en cuenta que nosotros somos seres determinados por nuestra estructura y que tenemos toda una estructura sentimental que la educación actual no se toma mucho, como que no se explota mucho esas capacidades creativas que tienen los estudiantes, o, o la persona, como que se dilapida en como una hiper- racionalización y es complicado y eso no me gusta" (Hombre, Liceo Municipal, Santiago).

La situación es aún más crítica para los y las jóvenes que cursan la educación pública no emblemática, así como agudizada también en los liceos técnico-profesionales que no preparan a las personas jóvenes para el paso a la educación superior, sino que aspiran a formarlos en oficios.

"pero este liceo, cuando tu entrai, este liceo te prepara como para ser obrero al final, porque uno no sale como para estar preparado para la PSU, si una dice oh quiero dar la PSU y quiero que me preparen, no sé poh, me voy al A-21 me voy a un colegio donde me pasen todo el año la materia" (Mujer, Liceo Municipal técnico-profesional, Concepción). Es preciso destacar que la condición de estudiante es sólo una parte de las significaciones de lo juvenil, impuesta por la estructura y que podría considerarse como un espacio de confinamiento y (de)formación de jóvenes, en espacio de sociabilidad, mediado por la presión de la PSU, por la existencia del uniforme, por la obligatoriedad de la asistencia y la obediencia a las autoridades escolares.

Creemos que para abordar los espacios de sociabilidad juvenil actuales es necesaria la asistencia y la observación de las escenas sociales en las que se desenvuelven cotidianamente entre pares, esos espacios intersticiales donde no hay presencia de alguna figura adulta y con base en los códigos generados por el mismo grupo (Urteaga, 2011; Reguillo, 2007; Nateras, 2004; Zarzuri & Ganter, 2002; Duarte, 2000; Maffesoli, 2000). Planteamos tentativamente que estamos ante el devenir de un cambio respecto a las formas de sociabilidad (re)construidas en las décadas de los 80, en los que, ante la represión y el control totalitario imperante, se privilegiaba la utilización de espacios privados como iglesias o centros culturales. Hoy en día, los y las jóvenes se atreven a (re)apropiarse del espacio público -especialmente varones que salen de cuarto medio-, mientras que otros y otras prefieren consumir intensivamente la diversificada oferta de espacios privados dedicados únicamente al ocio festivo -principalmente en el segmento que sale de la educación superior.

Estamos ante la presencia del ejercicio de libertad, ante la demanda de espacios propios y un proceso pendular de prácticas de sociabilidad que oscilan entre la reproducción pasiva y la construcción activa de significados. Hay en los discursos juveniles signos marcados de aspectos de sus vidas que están cuestionando desde ya lo instituido: la primacía de las redes amicales, las sexualidades móviles, los consumos culturales y festivos, el cuestionamiento hacia el sistema educativo chileno, el desacato contra el uniforme y en virtud de la identidad (chapas, parches, pinches, poleras, entre otras), el deseo de poder gestionar sus tiempos. En este aspecto, podemos señalar que lo político está presente en las prácticas juveniles, en las nuevas formas de politizar en los espacios cotidianos, como respuestas creativas a las preguntas, acciones o deberes institucionales (Pnud, 2015; Reguillo, 2007; Zarzuri & Ganter, 2002).

 


 

Notas

* Este artículo de reflexión se sustenta en la investigación realizada por los autores en el marco del Proyecto Anillo Juventudes SOC-1108 financiado por Conicyt- Chile, cuyo inicio fue el 5 de diciembre de 2012 y su finalización el 5 de mayo de 2016. La reflexión aquí presentada corresponde al trabajo realizado durante el año 2014. El área de conocimiento del presente artículo pertenece a la Sociología, mientras que la subárea corresponde a los estudios de Juventudes.

1 En el contexto de investigación del Proyecto Anillo Juventudes SOC-1108 se realizaron 23 grupos de discusión con jóvenes de diversas ciudades (Valparaíso, Santiago, Talca, Curicó, San Fernando, Concepción, Punta Arenas) y procedencias de clase (categorizadas por el tipo de establecimiento educacional al que asisten: educación media pública, particular o subvencionada, científica humanista y técnico profesional y de enseñanza superior: Centros de formación técnica, institutos profesionales, universidades privadas selectivas y no selectivas, universidades tradicionales) del país que cursan su último año de educación secundaria y educación superior.

2 Agradecemos a Rodrigo Ganter Solís, por el apoyo constante y generosidad en la elaboración del presente artículo, quien nos desafía a pensar más allá de nuestras certezas.

3 Es importante señalar que es a principios del siglo XX cuando los jóvenes chilenos emergen como categoría identitaria y comienzan a constituirse como actores sociales dentro de los círculos artísticos literarios y la creación de la Federación de estudiantes de la Universidad de Chile en 1906, comenzando a ser considerados como actores relevantes en los sucesivos procesos de transformaciones sociales y políticas del país, desde su acción en los círculos anarcosindicalistas, la lucha por el acceso a la educación superior y la vanguardia artística ilustrada, mientras que, a partir de la década del 70 la juventud comienza a considerarse como una categoría de análisis para las ciencias sociales, fuertemente vinculado al estudio de los jóvenes desde el rol que estaban asumiendo los/as estudiantes universitarios dentro de las reformas educacionales (Aguilera, 2009).

4 Durante las décadas de los 70 y 80 los estudios sobre las juventudes chilenas estuvieron fuertemente relacionados con el accionar de éstos desde las categorías de movimiento social emergente y de movimiento juvenil popular (Aguilera, 2009).

5 El Estado chileno crea en 1991 el Instituto Nacional de la Juventud (Injuv), que comienza a aplicar encuestas nacionales de juventud, estableciendo distintas tipologías de jóvenes que significan un fuerte recorte de la realidad social. Esta incorporación de los sujetos jóvenes a los distintos planes de los gobiernos ha significado desde los noventa hasta la actualidad una fuerte reducción de la heterogeneidad juvenil, potenciando el análisis dentro de la lógica binaria orden/violencia y desplazando la conflictividad que invisibiliza las expresiones que cuestionan al sistema (Duarte, 2015).

6 Como se señala en el apartado anterior, el análisis sobre las juventudes chilenas durante las décadas de los 70’y 80’se centraron en estudiar a los/as jóvenes en relación a las movilizaciones estudiantiles y como sujeto urbano popular. Rescatamos dentro de la escasa producción durante estas épocas el documental de Carlos Flores "Descomedidos y Chascones" (1973) que marca un hito dentro de los registros sobre las juventudes dando cuenta de la diversidad de jóvenes presentes en esa época a través de sus prácticas cotidianas.

7 Y que ponen el énfasis en los hallazgos desde un enfoque microsocial. Dando a conocer para cada realidad la complejidad que deviene en la cotidianidad de estos, más que en las relaciones estructurales que se abordan desde otros enfoques académicos.

8 Ver anexo 1: "Síntesis Metodológica".

9 Creemos que para poder abordar el estudio de las sociabilidades juveniles se ha de realizar estudios cuya técnica de producción se centre en la observación sistemática e inserción dentro del campo de dichas prácticas, mediante diferentes técnicas como son la etnografía, las entrevistas, la revisión de fuentes históricas, entre otras.

10 La gran mayoría de los grupos de discusión se llevó a cabo dentro de las instituciones educativas a las cuales asisten los y las jóvenes, por lo que la situación nos invita a enfatizar en los silencios cómplices, en lo no-dicho por los y las jóvenes pero que está sobreentendido por éstos/as, en las risas y en la fragmentada y a veces dificultosa expresión de lo que sucede cuando están juntos sin ocupación (Maffesoli, 2004).

11 Debido a las reformas neoliberales impuestas por la dictadura militar (Ver nota al pie 4).

12 Las manifestaciones sociales han cobrado fuerza, desde principios de siglo XXI en distintos sectores sociales. Para el caso de los/ as jóvenes, estos/as se han constituido como un actor relevante que desde el 2001 viene posicionado en la agenda nacional la discusión por la calidad en la educación chilena. A lo que se suma la presencia de jóvenes en los conflictos ambientales, de salud y vivienda en menor medida.

13 El año 2012 se aprueba en Chile la ley de inscripción automática y voto voluntario, por lo que a partir de ese año la no inscripción en los registros electorales ya no puede ser considerada como un dato de desafección política.

14 En el caso de los y las jóvenes de Chile, un 61% está de acuerdo con que las redes sociales son más adecuadas que el voto para dar a conocer la opinión de las personas; un 23% ha participado en marchas en los últimos 12 meses, un 18% en paros y un 10% en alguna toma; mientras que un 45% de los y las jóvenes ha participado en los últimos 12 meses en alguna organización, y un 35% de alguna actividad de ayuda a la comunidad (Injuv, 2013). A su vez, el último informe elaborado por el Pnud (2015) problematiza las diferencias entre lo político y la política señalando que lo político trasciende la política pues que esta última es la expresión institucional de un estatus de la definición de lo político. De ahí la expresión de "politizar la política". En el informe se define tres tipos de prácticas de involucramiento con lo político: a) Interés en los tema públicos, b) adhesión a causas y acción colectiva y c) participación electoral e interés en la política. Se caracterizan seis modos de involucramiento con lo político: a) Retraídos (24%), b) Ritualistas (19%), c) Observadores (17%), d) Colectivistas (15%), e) Involucrados individualmente (14%) y f) Comprometidos (11%). En estas categorías los y las jóvenes se ubican en los colectivistas, adhiriendo a causas públicas y acciones colectivas como protestas, organizaciones sociales.

15 En claro contraste con el promedio de la Ocde, donde la inversión de los hogares alcanza un 31% en promedio (Fundación Instituto de Estudios Laborales -Fiel-, 2011)

16 Resulta relevante mencionar a su vez el concepto de socialidad, planeado por Michel Maffesoli y retomado por Maritza Urteaga (2011), en el sentido de que se considera a aquellas interacciones y prácticas que cuestionan y/o subvierten el orden establecido como constitutivas de ésta, mientras que la sociabilidad se asocia a aquellas interacciones y prácticas sociales que replican y reactualizan los códigos culturales hegemónicos. Para efectos del presente artículo, utilizaremos el concepto más global y extendido de sociabilidad para hacer referencia a las prácticas e interacciones juveniles descritas en este contexto de investigación.

17 Urteaga (2011) destaca a su vez como los espacios de sociabilidad permiten el agenciamiento juvenil, en tanto momento de mediación entre tendencias provenientes del mercado y la invención, creación e innovación de nuevos modos de estar juntos y estéticas; la sociabilidad "es un espacio de mediación, un puente, o una correa de transmisión, entre la dimensión macro y la dimensión micro de la vida social, desde la cual se reproduce y re-construye la vida social" (Urteaga, 2011, pp. 162-163).

18 Al preguntarle a los y las jóvenes sobre ¿qué es la juventud?, ellos la asocian con esta idea de probar, experimentar, errar, divertirse "-Vivirla al máximo, no andarse bajoneando porque después te arrepentís cuando miras pa’ atrás. -Aprovechar las oportunidades que llegan- Para mí es pasarlo bien [risas] - No sé, divertirse - Yo creo que es como una etapa en donde uno aprende muchas cosas y disfrutar - Aprender y vivir el día a día. - Experimentar, reír, todo para llegar a ser algo más grande. - Reírse con amigos, salir" (Diálogo, Liceo Municipal, Concepción).

19 Este desarrollo vital se plantea en etapas de estudios: pre-escolarprimaria, secundaria, luego formación técnica e idealmente universitaria, trabajo, adquisición de ciertos bienes materiales: auto- casa, constitución de una familia, jubilación.

20 En el caso de los/as jóvenes universitarios y trabajadores, son aquellos que trabajan de manera part-time los que, por disponer mayor tiempo, disfrutan más de estas prácticas colectivas. Contrariamente, son los/as jóvenes que se encuentran estudiando para obtener metas definidas (sacar buen puntaje PSU o terminar la universidad), quienes, ante sus altas exigencias, distribuyen sus tiempos limitando las actividades que producen placer: "A mí me gusta harto la música, yo toco guitarra… a mí me gusta salir, estar con mis amigos y pasarlo bien, y cosas así, pero ahora en este minuto no es como tan importante porque lo que se viene ahora igual es difícil, entonces tengo que enfocarme en eso" (Hombre, Colegio Particular subvencionado, Talca).

21 Hace referencia a los personajes de la popular saga cinematográfica Star Wars, quienes poseen habilidades suprahumanas para la realización de sus tareas.

22 Los alcances de esta política pública exceden los límites del presente artículo, debido a su extremadamente reciente puesta en marcha.

 


 

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