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Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud

versão impressa ISSN 1692-715X

Rev.latinoam.cienc.soc.niñez juv vol.14 no.2 Manizales jul./dez. 2016

https://doi.org/10.11600/1692715x.14222070216 

Segunda Sección: Estudios e Investigaciones

 

DOI: http://dx.doi.org/10.11600/1692715x.14222070216

 

Investigación etnográfica sobre experiencias de trabajo infantil en el noreste argentino *

 

Ethnographic research of child labour experiences in the northeastern Argentina

 

Pesquisa etnográfica sobre experiências do trabalho infantil no nordeste argentino

 

 

Laura Frasco‒Zuker

Profesora Universidad de Buenos Aires, Argentina. Profesora en Ciencias antropológicas (Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires), Doctoranda en Antropología social (Instituto de Altos Estudios Sociales). Correo electrónico: laurefz@gmail.com

 

Artículo recibido en febrero 9 de 2016; artículo aceptado en abril 18 de 2016 (Eds.)

 


 

Resumen (descriptivo):

El artículo tiene como objetivo caracterizar la infancia de quienes trabajan y/o trabajaron en contextos familiares en un barrio de una localidad de Misiones. Se parte de una concepción de la infancia como categoría socio‒histórica y se realiza una indagación antropológica en perspectiva del actor sobre experiencias de trabajo infantil en integrantes de tres unidades domésticas. El método de investigación es el trabajo de campo etnográfico. Los resultados preliminares muestran que las distintas trayectorias de trabajo en la infancia se vinculan a sentidos esperables en esta etapa de la vida que modelan prácticas específicas según generaciones, géneros e historias familiares. La articulación entre datos de campo y discusión teórica sobre trabajo infantil permite discutir nociones universales sobre las que se legisla y reflexionar sobre sus alcances y limitaciones.

Palabras clave: Infancia, trabajo infantil, etnografía, misiones (Tesauro de Ciencias Sociales de la Unesco).


 

Abstract (descriptive):

This article seeks to characterize the childhood of those who currently work or worked in family contexts in a specific neighborhoods of a locality in Misiones. The authors take the point of view that childhood is a socio‒historical category, conducting an anthropological inquiry into the individual actor’s experiences of child labor in domestic care units provided by the state. An ethnographic research method is used. The initial results show the different work trajectories as a child are linked to feelings of hope in this stage of that life that model specific practices based on generations, genders and family histories. The articulation between fieldwork data and child labor theoretical discussion allows the authors to discuss universal notions and reflect on their possibilities and limitations.

Key words: Childhood, labor, ethnography, Misiones (Unesco Social Sciences Thesaurus).


 

Resumo (descritivo):

Este artigo tem como objetivo caracterizar a infância de quem trabalha e/ou trabalhou em contextos familiares em um bairro de uma localidade de Misiones. Parte‒se de uma concepção da infância como categoria sócio histórica e é feita uma indagação antropológica sob a perspectiva dos atores com experiências de trabalho infantil em integrantes de três unidades domésticas. O método de pesquisa é o trabalho de campo etnográfico. Os resultados preliminares mostram que as diferentes trajetórias de trabalho na infância se vinculam a efeitos previstos nesta etapa da vida, modelando práticas especificas segundo as gerações, gêneros e histórias familiares. A articulação entre os dados de campo e a discussão teórica sobre o trabalho infantil permitem o debate a respeito das noções universais sobre as quais se legisla e reflexionar sobre seus alcances e limitações.

Palavras‒chave: Infância, trabalho, etnografia, missões (Thesaurus de Ciências Sociais da Unesco).

 


 

Introducción

El trabajo infantil es uno de los fenómenos que causan más preocupación en el campo de problemas de la infancia. La profusión de estudios académicos sobre niños y niñas trabajadores/as y su presencia en la agenda de políticas de la infancia latinoamericanas en las últimas décadas (Llobet, 2012) da cuenta de su visualización como un problema social.

Las investigaciones realizadas por algunas disciplinas de las ciencias sociales aportan diferentes enfoques teórico‒metodológicos, escalas de análisis y objetos de indagación en torno al trabajo infantil. Un interrogante central que han hecho es qué concepciones de infancia subyacen a los discursos que giran en torno a la figura del niño o la niña que trabaja. Los discursos oficiales se basan en una concepción de la infancia que es opuesta al trabajo, visto así como no esperable ni adecuado en esta etapa de la vida. El trabajo infantil es definido como un determinante social que vulnera derechos del niño y es definido “como todo trabajo que priva a los niños de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico” 1.

Este artículo toma como supuesto la idea de que no hay una infancia universal definida por etapas bio‒psicológicas de crecimiento y desarrollo del ciclo vital o caracterizada por una esencia que supone actitudes esperables en los niños y las niñas de todas las sociedades y tiempos (Colángelo, 2003). Como toda clasificación y toda institución social, la infancia es socio históricamente construida. De allí que uno de los objetivos del artículo sea caracterizar un tipo particular de infancia, la de los niños y las niñas que trabajan y la de jóvenes y adultos que trabajaron en el contexto familiar, y precisar las prácticas, aprendizajes y valores que la definen desde la perspectiva de los actores. En este sentido, el trabajo de campo etnográfico es particularmente significativo porque permite conocer la perspectiva de los actores a través de la presencia directa en el campo y su posterior transformación en dato (Guber, 2004).

El lugar de estudio es un barrio del Municipio Colonia Wanda, noroeste de Misiones, que presenta altos niveles de trabajo infantil 2 en extracción y venta de piedras semipreciosas.

Este artículo presenta varias posturas acerca del trabajo infantil así como algunos aportes teórico‒metodológicos del campo de las ciencias sociales, continúa con una caracterización socio histórica del lugar de estudio y finaliza con el análisis de resultados del trabajo de campo (asociados a categorías de análisis inductivas y deductivas).

 

Aportes de la antropología para el análisis del trabajo infantil

Un aporte clave que han hecho las vertientes constructivistas de las ciencias sociales es resaltar el carácter construido e histórico de las instituciones y clasificaciones sociales. Una mirada antropológica de la infancia supone, así, problematizarla y encontrar su carácter diverso e histórico. En este sentido, el conocimiento de la perspectiva de los actores sociales es un aporte clave para dar cuenta de la diversidad de experiencias en torno a la infancia y al trabajo. Además, posibilita complejizar la perspectiva que adoptan los organismos internacionales 3 sobre el trabajo infantil, al incluir aspectos que desafían las nociones universales reflejadas en sus publicaciones e informes.

Las investigaciones de ciencias sociales señalan la importancia de conocer los supuestos sobre infancia que sustentan las distintas perspectivas sobre el trabajo infantil porque a partir de allí se derivan las alternativas acerca de cómo actuar (Rausky, 2009b). Una de las formas más frecuentes en que se clasifica el debate en torno al trabajo infantil es presentar dos posiciones contrapuestas 4, la de los abolicionistas y los regulacionistas 5 (Novick & Campos, 2007, Silva, 2011). En el primer grupo se ubica la Organización Internacional del Trabajo (en adelante OIT) y los programas gubernamentales de alcance nacional y provincial 6 que adecúan sus reglamentaciones e intervenciones a los lineamientos que promueve la OIT. 7 Partiendo de la base de que el trabajo realizado por niños y niñas vulnera sus derechos, proponen su erradicación y de carácter urgente para las consideradas peores formas. Las vertientes regulacionistas (Liebel, 2003, 2013), por su parte, hacen una defensa del derecho de los niños y las niñas a trabajar, organizarse y opinar. En este caso, se propone la regulación de la actividad laboral, mejorando las condiciones de trabajo. Siguiendo a Liebel, el derecho a trabajar que reclaman los niños y las niñas y adolescentes trabajadores (NAT) debe comprenderse como “el derecho de tener el mejor trabajo posible y de combatir de manera activa cualquier tipo de explotación y humillación” (Liebel, 2013, p. 135)

Por otro lado, la metodología cualitativa es reivindicada por investigaciones de ciencias sociales latinoamericanas (Szulc, 2002, Mastrangelo, 2006, Aparicio, 2007, Padawer, 2010, Noceti, 2011, Silva, 2011) porque contribuye a observar los aspectos singulares del trabajo infantil y los modos en que es comprendido por los actores sociales en contextos particulares. Por su parte, los abordajes estadísticos invisibilizan aspectos centrales para comprender al fenómeno del trabajo infantil, sobre todo si se considera su carácter no clásico 8 e ilegal.

Las investigaciones (Halperín, 2012, Rausky, 2009a, Macri, 2005) coinciden en que se debe conceptualizar al trabajo infantil como fenómeno complejo que puede ser analizado desde distintos enfoques. El marco interpretativo predominante del trabajo infanto‒adolescente en las investigaciones latinoamericanas es de las estrategias de subsistencia de la familia (Macri, 2012). En Argentina se distinguen los análisis centrados en variables macrosociales y microsociales. Dentro del último conjunto se enfatizan distintas dimensiones que juegan roles fundamentales en la visión del mundo de los sujetos, como los valores y creencias sobre el trabajo, educación, organización familiar, relaciones de género e infancia (Rausky, 2009a).

Una de las formas de incluir estas dimensiones en las investigaciones etnográficas es problematizar la categoría de trabajo infantil. La distinción conceptual entre el trabajo infantil y la incorporación de los niños y las niñas a las actividades productivas al grupo doméstico (Padawer, 2010) es relevante en dos sentidos. Por un lado, permite discutir con la definición normativa de trabajo infantil 9, al considerar un tipo de participación en la economía doméstica que no sería incluida en esa definición. Por otro lado y en relación con ello, se amplía el horizonte de análisis, involucrando fenómenos que de otro modo no serían siquiera considerados, como el aprendizaje de habilidades en contextos no escolares. La incorporación de los niños y las niñas a las actividades productivas del grupo doméstico “es condición para la transmisión de un patrimonio de saberes y la construcción de sucesores en la actividad desarrollada por los adultos del grupo doméstico, y se vincula con las expectativas de formación para la vida laboral de las unidades familiares”, mientras que el trabajo infantil “implica la venta de la fuerza de trabajo y la consecuente extracción de un plusvalor por parte del adulto, situaciones de riesgo y escasas o nulas situaciones de aprendizaje de un oficio o habilidades” (Padawer, 2010, p. 363).

Noceti (2011) también propone una distinción conceptual que apunta a enfatizar las dimensiones de políticas públicas y pobreza. El concepto de explotación laboral infantil se distingue del trabajo infantil porque hace referencia a las estrategias de supervivencia familiar ante la ausencia de políticas frente a la pobreza. Así, argumenta que lo que se debe erradicar son las “formas de vida entrampadas en condiciones de pobreza de los trabajadores rurales” (Noceti, 2011, p. 18) y, en contraposición al planteo de la OIT, las políticas deben dirigirse a los hogares más que a las personas. En este marco, la vulneración de derechos del niño es una consecuencia de esta situación de explotación y no del trabajo infantil 10.

 

Caracterización socio‒histórica del lugar de estudio

El Municipio Colonia Wanda pertenece al Departamento Iguazú, ubicado al Noroeste de la Provincia de Misiones. Según los datos del último censo nacional, el municipio tiene una población de 15.529 personas (Instituto Provincial de Estadística y Censos‒Ipec, 2015). Los hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) del departamento Iguazú son 4.575 de un total de 21.466 hogares (Ministerio de Economía y Finanzas Públicas de la Nación, 2014).

El Puerto de Wanda fue un centro de extracción forestal de maderas nativas desde 1874 hasta fines de la década de 1920, cuando se convirtió en lugar de acceso de migrantes polacos del proyecto de colonización privada que fundó Colonia Gobernador Lanusse, a 36 kilómetros de la costa del río Paraná. Esta colonia, que se planeó como yerbatera, subsistió entre 1930 y 1960 por la articulación económica y social con una laminadora de madera. Los colonos realizaban las funciones de abastecimiento de esa fábrica en el campo, pues por flete y características edáficas la yerba mate que producían no siempre alcanzaba precios competitivos. Entre la década de 1970 y el presente, la intensificación de las plantaciones monocultivo de pino redundó en el cierre de la laminadora y el despoblamiento de las chacras de la Colonia Gobernador Lanusse. Los trabajadores y las unidades de producción doméstica de la colonia migraron a Wanda como residentes urbanos (Mastrangelo, Scalerandi & Figueroa, 2011). Los chacreros o cuidadores se instalaron en el puerto, mientras que los colonos ocuparon casas que ya tenían en el centro de Wanda.

Durante la década de 1970 se define un marcado perfil foresto‒industrial en el Noreste de Misiones. Algunos procesos lo facilitaron, como el asfaltado de la Ruta Nacional n° 12 y la puesta en funcionamiento (y ampliación) de plantas de celulosa. Este proceso se acelera en la década de 1980 y se combina con los bajos precios de la producción primaria minifundista durante la década de 1990. Esto origina concentración de la tierra y pérdida de minifundios que da lugar al fenómeno de ocupación de tierras peri‒urbanas y rurales (Mastrangelo, 2006) del que el lugar de estudio es un caso.

En este contexto, la minería de gemas y geodas a pequeña escala surge como una alternativa de inserción económica de algunos colonos descapitalizados y como pluriactividad (actividades rurales, servicios domésticos, construcción) en los hogares más pobres. Sobre todo, en períodos de mayor afluencia de turistas a la zona, como vacaciones y feriados largos.

Los yacimientos de piedras semipreciosas son de distinto tipo: hay explotaciones formalizadas con extracción de piedras de manera regular, y hay otras informales que son conjuntos de piedras a cielo abierto. De este último tipo extraen piedras los niños y las niñas y sus padres, quienes luego las venden a los turistas sin previa elaboración: o las venden solas sin pulir, o las “pican” y las usan como partes de los típicos arbolitos 11 que se venden en la calle de la entrada a dos importantes empresas mineras, Compañía Minera Wanda y Tierra Colorada 12.

Tanto la extracción y venta de piedras semipreciosas como el trabajo temporal en la cosecha de yerba mate ‒tarefa‒ incorporan niños y niñas y jóvenes como mano de obra. La autoexplotación de todos los miembros de la unidad doméstica se vincula a condiciones sociales históricamente determinadas de los ámbitos rurales, por lo que no debe analizarse sólo en relación con los modelos de familia (Padawer & Enriz, 2009). En el caso de la tarefa 13, que se caracteriza por el pago a destajo, es una práctica frecuente que el tarefero reciba ayuda de su familia ‒entre los que se encuentran niños y niñas‒ para cosechar en menos tiempo más cantidad de yerba y así incrementar la cantidad cosechada (Roa, 2013). Cabe mencionar que no obstante esté vigente la ley 14 que prohíbe el trabajo infantil y que muchas de las familias tareferas sean beneficiarias de la Asignación Universal por Hijo 15, que implica un fuerte incremento de controles para prohibir la permanencia de niños y niñas en actividades laborales, aún persiste la práctica de que los niños y las niñas acompañen a sus padres durante la cosecha (Traglia, 2014).

 

Trabajar desde niños y niñas en perspectiva del actor

El trabajo de campo etnográfico tomó como unidades de análisis tres unidades domésticas (UD) que fueron también objeto de indagación de una investigación anterior (Mastrangelo, 2006). Debido a ese antecedente, se sabe que algunos integrantes de las UD han sido trabajadores infantiles en minería junto a sus padres y madres, quienes, a su vez han trabajado durante su niñez. La intención en la selección de la muestra responde a la búsqueda por realizar un estudio diacrónico que permita articular la investigación precedente con la actual. Los niños y las niñas vendedores de piedras semipreciosas son actualmente adolescentes y jóvenes sobre los que se indagó en perspectiva del actor acerca de sus experiencias de trabajo en la infancia.

Para tener conocimiento de estas experiencias, se realizaron entrevistas no directivas que tomaron como ejes las habilidades, valores y padecimientos del trabajo infantil, considerando las consecuencias que hayan tenido en sus trayectorias laborales y escolares en otras etapas de la vida (adolescencia, juventud, adultez). Las citas de entrevistas se agruparon en categorías predefinidas (en función del problema de investigación y de la bibliografía consultada) y también de acuerdo a los temas que emergieron de manera más recurrente y significativa en el trabajo de campo. Se entrevistó a dos mujeres (Teresa y Patricia, UD n°1 y UD n° 2, respectivamente) de 55 y 60 años de edad, a tres hijos/as de Patricia (David, Ricardo y Nancy), y a un informante de 22 años (Juan, UD n° 3). Además, se citan fragmentos de conversaciones breves con una vendedora de piedras (Silvia) que no formó parte de la investigación previa ya mencionada.

Tomar como objeto de indagación la experiencia de la infancia de adultos implica considerar la memoria como dimensión analítica, pues atraviesa la construcción que los sujetos hacen de sus relatos del pasado. Según Arfuch (2013), el relato no es concebido como una mera representación de la experiencia ‒“con la evanescencia y el capricho de la memoria” (Arfuch, 2013, p. 75)‒ sino que tiene una forma determinada en función de la situación de enunciación, el género discursivo y el interlocutor. Por otro lado, ese relato que los sujetos hacen sobre su pasado permite comprender y reflexionar sobre su mundo social, articulando la experiencia propia narrada con la experiencia colectiva.

 

Trabajo, redes sociales y valores

Uno de los temas que apareció más asociado al hecho de trabajar desde niños y niñas fue el “estar con otros y otras” 16 y conocer gente. Especialmente, fue señalada la importancia que tuvo para conseguir empleos futuros o para crear grupos de amigos. Por otro lado, lo que “el trabajo enseña” fue también un tema destacado en las entrevistas. En particular, la importancia de “tener lo propio” como consecuencia de trabajar y poder comprar ciertos productos, como zapatillas y útiles escolares.

David y Ricardo 17 (19 y 17 años, respectivamente) están trabajando actualmente como vendedores de paseos en lancha por el Río Iguazú. Este empleo lo consiguieron gracias a haber conocido, mientras vendían las piedras en la calle años atrás, a un trabajador de una empresa minera de la zona que los contactó para ofrecerles este trabajo.

Las redes sociales que se generan al estar en la calle vendiendo piedras no solamente resultan importantes por la posibilidad de conseguir un trabajo en el futuro, sino porque permiten conocer gente de la que “se aprenden cosas nuevas, de otros lugares, personas que después son conocidos y te vas a cruzar”. El gusto por conocer turistas se vincula, en el caso de David, a “poder darle información sobre el lugar donde vivimos”. Según Juan, lo más “lindo” de haber trabajado durante su niñez fue “joder con amigos, jugar” y formar grupos de amigos.

Nancy (20 años) también consiguió un trabajo en una empresa minera de la zona como consecuencia de haber conocido a uno de sus dueños cuando vendía piedras en la calle junto a sus hermanos. Trabajó desde los 15 años en un local de venta de artesanías y piedras semipreciosas, con una jornada laboral de 12 horas y un franco semanal 18. Un caso de relación entre trabajo y redes sociales pero en sentido inverso a los anteriores es el de Teresa. Trabajar desde niña es recordado por Teresa como un “encierro” que le imposibilitó tener amigos y pareja, “mi primer novio fue recién a los 30 años”. El encierro al que refiere Teresa se vincula al hecho de haber trabajado en su casa, realizando actividades varias que le impedían salir: “La gente me decía, pasate a tomar tereré y yo no podía, yo estaba siempre ocupada, no tenía tiempo para ir”.

El trabajo en la niñez es también visto como un valor moral positivo para la generación de las adultas entrevistadas. Estas mujeres mencionaron la importancia de haber trabajado desde niñas, y de que sus hijos o sus hijas también lo hicieran, para “tener lo propio y no ir por el mal camino de la junta”. Es decir que no solamente el trabajo en la niñez es asociado a una moralidad y una actitud de vida deseable sino que el hecho de no hacerlo está ligado a una actitud condenable, como la mala junta y el robo: “Yo les digo a mis criaturas que el trabajo no es deshonra, les enseñé desde criaturas que no quería que tomen cosas ajenas” (Patricia). Lo que garantiza, según Patricia, alejarse de la vagancia y el “mal camino” es “estar ocupado”: “yo digo que es lindo hacer cosas y salir del mal camino, para mí es un orgullo que mis hijos sean trabajadores”.

Silvia y Teresa, además de destacar la importancia de “tener lo propio como fruto del trabajo”, enfatizaron la trascendencia que tuvo para ellas “estar haciendo algo”, estar “ocupadas”. Según Silvia, el trabajo la mantuvo y la mantiene “ocupada” y también “enseña”: “cuando estoy al pedo es demasiado largo el día para mí”, “valorás más las cosas cuando aprendés de chiquita a trabajar, aprendés de la vida trabajando”. Estos enunciados pueden ser interpretados a partir de nociones de peligro y riesgo que implicaría el no hacer nada, en tanto podría ser un momento de exposición a lo no esperado. La “mala junta” es un ejemplo de lo no esperable, es condenada y contrapuesta al “hacer algo”.

 

El trabajo y el género

La asociación entre género femenino y trabajo infantil doméstico ha sido señalada por varios estudios (Noceti, 2011, Pérez‒García 2010, Capannini 2011, Aparicio, 2007. En Halperin, 2012) y esta investigación aporta datos que contribuyen a fundamentarla. En la mayoría de esos casos, la realización de tareas domésticas por niñas y adolescentes es referida por ellas mismas en términos de “ayuda”. Sin embargo, frente a la pregunta de “¿desde cuándo trabajás? y ¿qué actividades hacías?” las mujeres entrevistadas respondieron en términos de trabajo, no de ayuda.

Las primeras experiencias de trabajo de las mujeres entrevistadas fueron en ámbitos domésticos, sea en sus propios hogares o en “casas ajenas”, y las tareas referidas fueron lavar ropa, cocinar y cuidar enfermos. Patricia combinó el trabajo doméstico no remunerado en su propia casa con una actividad que realizó con sus hijos y su hija, la venta de piedras semipreciosas a turistas. Su hija, Nancy, lo hizo por menos tiempo que sus hijos varones porque, según su madre, “ese no es un trabajo para niñas, es peligroso, se aprende mucha violencia en la calle”. Como consecuencia, desde sus 12 años, Nancy comenzó a realizar tareas domésticas y continúa haciéndolo, incluyendo actualmente el cuidado de su bebé.

El trabajo puede ser leído como un marcador de género en la medida en que implica una forma de “hacerse hombre”. Patricia comparó a dos de sus hijos diferenciando lo que logró uno y lo que no logró el otro a partir de trabajar: “el negro es un hombre, porque teniendo la misma edad 19 que el más chico, 22 años, ya tiene su terrenito, su mujer. Si él trabajara atraería la atención de la vecina y de cualquier mujer”. Patricia hizo este comentario en un almuerzo familiar en el que todos los parientes presentes asintieron y repitieron en más de una oportunidad.

El “hacerse hombre” no solamente está vinculado al hecho de trabajar, y atraer la atención de una mujer, sino que aparece entrelazado a una forma de crecer. En particular, irse del barrio natal a trabajar a otro lado es significado por Patricia como el momento en que sus hijos crecieron “preferían dejar de vender piedras acá en Wanda y se iban a vender a Puerto Iguazú”. El momento al que se hace referencia fue cuando sus hijos no tenían más de 16 años y comenzaron a viajar solos a Puerto Iguazú para vender piedras.

La adquisición de habilidades en la experiencia del trabajo también se vincula al género. Hacer pan casero, cuidar de las vacas, preparar dulce de leche y manteca casera fueron significadas como un “aprendizaje” por Teresa. En el “encierro” de trabajar dentro de su casa fue aprendiendo cómo hacer cada una de estas actividades, y además aprendió cómo cuidar y ocuparse de una persona inválida que vivía con ella, su padre.

La “caradurez” y la “simpatía” fue un rasgo resaltado como garantía de buena capacidad de venta. Patricia se refirió a uno de sus hijos varones como un gran vendedor porque “era caradura, se comparaba a los turistas hablando y vendía”.

Las mujeres y las madres aparecen en los relatos como las centralizadoras del dinero obtenido por el trabajo de sus hijos y sus hijas: “la plata se la dábamos a mamá”. Eran ellas quienes se encargaban de comprar zapatillas y ropa para sus hijos con ese dinero. Actualmente, considerando que esos niños hoy tienen desde 18 años en adelante, con el dinero que obtienen de su trabajo se compran ropa ellos mismos, pero en algunos casos siguen dándole a la madre una parte del dinero, que se destina a la compra de algunos alimentos para la familia, especialmente carne y milanesas preparadas. Es decir, que mientras el dinero aportado por los niños y las niñas es individualizado porque la compra de zapatillas y ropa es para cada uno, cuando estos niños y estas niñas ya tienen independencia para comprarse esos artículos, el aporte que hacen se dirige a la reproducción del hogar.

 

El trabajo y la escuela

Trabajar desde niñas y asistir a la escuela resultó incompatible para la generación de mujeres adultas entrevistadas. Todas mencionaron la importancia de que sus hijos “no repitan” esa historia, y de hecho ninguno y ninguna dejó de estudiar. Si bien algunos y algunas repitieron y abandonaron por un tiempo la escuela, o (como Nancy) dejaron temporalmente de ir a la escuela debido a las jornadas laborales de 12 horas, luego retomaron las clases por la noche. Teresa dejó la escuela en 7° grado porque le resultó “imposible” cuando tuvo que cuidar a su padre tiempo completo, como consecuencia de una mordedura de víbora que “lo dejó inválido”. Sus hermanos varones no pudieron cuidarlo porque “trabajaban en la yerba todo el día”. Según Teresa, en “su tiempo” era mucho más difícil ir a la escuela, mientras que “Ahora es muy fácil, te dan todas las cosas. Antes había que trabajar para conseguirlas. Yo digo que si no van a la escuela es porque no quieren estudiar, nosotros teníamos que partir un lápiz a la mitad”.

La asistencia a la escuela de los niños y las niñas que trabajan actualmente fue observada en el trabajo de campo y reconocida por las autoridades de la escuela pública de nivel primario ubicada en el lugar de estudio. Este dato aporta información para trazar diferencias entre las generaciones de trabajadores infantiles y además es una evidencia que permite complejizar la idea que sustenta las políticas públicas respecto a que si un niño trabaja no asiste a la escuela.

 

El trabajo y la salud

Trabajar e ir a la escuela tiene consecuencias sobre el cuerpo. El cansancio fue mencionado por la mayoría de los entrevistados y las entrevistadas como uno de los aspectos del trabajo con consecuencias negativas sobre la salud. Cuando el hijo de Teresa llegaba a su casa “agotado”, luego de una jornada de trabajo y escuela, le pedía “haceme diez minutos de masajes… un diez minutos más… otros diez minutos… le daba gusto demasiado, y así se hacía media hora ‒ríe” (Teresa).

Se ha observado que durante los feriados, algunos niños y algunas niñas pasan el día entero en la calle, sin hacer cortes para almorzar. Un grupo de tres niños que vendían contaron que “Le pedimos comida a los turistas, si vos le pedís, ellos te dan galletitas”. No obstante, algunos vendedores y algunas vendedoras hacen un corte para ir a almorzar a su casa o se llevan alguna vianda si es feriado, cuando las jornadas de trabajo duran todo el día debido a la gran cantidad de turistas que llegan al pueblo.

La práctica de ir al monte a buscar piedras supone algunos riesgos. Uno de los más “peligrosos” son los derrumbes de los pozos más viejos que exigen tener un cuidado especial o mejor aún “ni meterse”, sugiere un vendedor de 13 años. Además, cuando llueve mucho el camino es muy resbaloso por lo que “hay que tener cuidado, saber por dónde andar”.

Las piedras son removidas de la tierra con las manos, sin uso de guantes, y esto produce cortes que “lastiman la mano”. Antes de ser vendidas, se lavan con agua y jabón en polvo para sacarles la tierra colorada que les haya quedado pegada. Algunas piedras, sobre todo las de menor tamaño, son martilladas, convertidas en “granel” (o pedacitos pequeños que se usan para armar los arbolitos) y este proceso ocasiona golpes frecuentes en las manos.

Una de las diferencias que es posible observar con respecto a la investigación del 2006, es que algunos vendedores de piedras que en ese período solían ir al monte ya no van más a excavar sino que le compran la piedra a un tercero. Según Teresa, “ya no se va tanto al monte, comprar la piedra es muy barato”.

 

El trabajo y el control 20

Una de las cuestiones que compararon Patricia y Teresa fue la “tranquilidad” y el “buen clima” que había cuando ellas vendían piedras con sus hijos años atrás. Por el contrario, “ahora se ven peleas entre los propios vendedores, sea entre niños o entre sus padres”. No se ha podido observar alguna de estas peleas durante el trabajo de campo, pero sí se produjo una situación de tensión entre vendedores a raíz del control al trabajo infantil: durante los feriados de Semana Santa, pasaron dos camionetas, una de ellas de “Tránsito” y la otra de “Gendarmería”, por la calle donde se ubican los vendedores y las vendedoras a muy baja velocidad y mirando constantemente lo que allí sucedía. Cuando encontraron a un grupo de tres niños (de 10 y 12 años) que vendían sin estar acompañados por adultos, les dijeron a los gritos que se fueran a su casa porque “no pueden estar haciendo eso sin adultos”. Mientras los niños se iban a su casa, los comentarios de los vendedores y las vendeddoras que estaban presente fueron contrapuestos: “pobrecitos, miralos”, a lo que se le contestó “pero cómo van a estar solos, cómo los van a dejar solos sus padres”, “yo salía con la gurisada siempre, nunca los dejé solos”. Acompañar a sus hijos y sus hijas en la venta de piedras fue una práctica habitual entre todas las mujeres entrevistadas, quienes además reiteraron la expresión de “no dejarlos nunca solos”.

Tomando como antecedente la investigación ya mencionada y considerando que durante el lapso entre aquella investigación y la actual hay una ley vigente que prohíbe el trabajo infantil a menores de 16 años, es posible señalar que hay un mayor control sobre el trabajo infantil. Este control fue observado en períodos en los que el trabajo infantil se hace visible para los turistas, las camionetas sólo circula los días feriados.

 

Reflexiones finales

Este artículo ha presentado resultados preliminares de una investigación etnográfica situándolos en el marco de un debate teórico sobre trabajo infantil, con el objetivo de aportar elementos que permitan caracterizar una experiencia de la infancia caracterizada, entre otras cosas, por trabajar. El conocimiento de la forma en que se desarrolla esa experiencia ha permitido discutir algunas concepciones hegemónicas sobre trabajo infantil. Para ello fue significativo el aporte del trabajo de campo, en la medida en que permitió conocer la perspectiva de los actores sociales así como observar prácticas que permiten reponer y caracterizar el marco en el que se desarrollan las actividades laborales. Se ha demostrado cómo el hecho de trabajar durante la niñez adquiere significados y prácticas específicas según la generación, el género y la historia familiar particular.

Algunas consecuencias que se atribuyen al hecho de trabajar desde la niñez, como dejar la escuela, también se encontraron vinculadas a categorías como la generacional. Mientras que para las generaciones de adultas no fue posible siquiera terminar el nivel primario de educación por haber trabajado durante su niñez, quienes hoy tienen alrededor de 20 años, y los niños y las niñas que hoy venden piedras (entre 10 y 12 años) pudieron seguir estudiando en cuando no salían a vender o a buscar piedras en el monte. Las trayectorias generacionales vinculadas a la escuela marcan también los deseos de los padres en relación con sus hijos y sus hijas, “no repetir la historia” es una expectativa que promueve un trabajo infantil diferenciado entre las generaciones.

Trabajar durante la niñez fue referido por los jóvenes, los niños y las niñas como un divertimento, como un momento en que se juega y como una forma de establecer amistades que perduran hasta hoy. En este sentido, a diferencia de la hostilidad con que se asocia al trabajo callejero en las grandes ciudades, la calle resulta un espacio de socialización y juego, valorado positivamente por quienes trabajan allí. Las redes sociales conforman otro aspecto central de socialización en el rabajo en la calle. La posibilidad de conocer personas y entablar vínculos con otros y con otras por estar allí, ha culminado en algunos casos con la obtención de un empleo en el futuro. Estas experiencias pueden ser comprendidas respecto a la generación y al género: mientras que las generaciones adultas refirieron haber trabajado puertas adentro de la casa durante su niñez, para los jóvenes y las jóvenes el contacto con otros que ocurre al estar en la calle fue una condición de posibilidad para estar hoy empleados y conservar amigos de la infancia. Ahora bien, mientras que esa posibilidad se debió a la “simpatía” en los varones, en las mujeres fue desalentado por las generaciones de adultas. En este sentido, a pesar de la diferencia entre generaciones, hay una continuidad en términos de género: las mujeres se ocupan primordialmente de trabajar en el ámbito doméstico, lo que incluye tareas de cuidado hacia familiares. Por otra parte, la experiencia de trabajar durante la infancia es a la vez un marcador de edad y de género. “Hacerse hombre” implica un tránsito a la vida adulta que en parte es promovido por el hecho de trabajar. Las mujeres y las madres de las familias visitadas centralizan dinero obtenido por parte de sus hijos y sus hijas y luego quienes lo administran y se hacen cargo de hacer compras, sea ropa para alguno o alguna de sus hijos o sus hijas o productos alimenticios destinados a la familia. La división del trabajo en función de la categoría de género se encontró a partir de la asociación entre trabajo doméstico y género y también en la propia dinámica familiar.

El hecho de acompañar a sus hijos en la búsqueda de piedras en el monte y en la venta fue una práctica habitual entre las madres entrevistadas, y fue especialmente enfatizado por ellas el hecho de no dejar nunca solos o solasa sus hijos y sus hijas en estas actividades. Incluso, criticaron a los padres que dejan que sus hijos o sus hijas vendan solos y solas como sucede actualmente. Por eso, compartir ese espacio es valorado positivamente, y es considerado como mal padre o mala madre no hacerlo. Interpretar los enunciados de estas madres en un sentido moral permite ver que se refieren a sus hijos y a sus hijas se posicionan ellas mismas, diferenciándose de otros padres en este caso. “No dejarlos solos” puede ser leído en términos de un trabajo infantil más cuidado, en el que hay acompañamiento de adultos. En este sentido se dice que cuando se habla de infancia, se involucran también nociones de maternidad, paternidad y familia que modelan experiencias infantiles deseables.

El conocimiento del espacio, de los recursos y la interacción con otros o con otras que implica la extracción y venta de piedras, son saberes y prácticas valorados que propician un conocimiento del mundo y un modo particular de crecer (Remorini, 2010). Por ello, la distinción conceptual y empírica entre trabajo infantil e incorporación de los niños a actividades productivas del grupo doméstico es pertinente en este caso analizado, mientras se aprende y se socializa trabajando. Estas distinciones analíticas permiten discutir las nociones universales sobre trabajo infantil (sobre las que se legisla) que finalmente conducen a condenarlo sin contemplar sus rasgos singulares y evitan focalizar en las condiciones materiales de existencia en que tienen lugar. En este sentido, el trabajo de campo permitió caracterizar un contexto singular y conocer las prácticas que las personas despliegan y el modo en que son significadas por ellas.


Notas

*Este artículo corto forma parte de una investigación doctoral en curso titulada “Trabajo infantil minero y salud en Wanda (Misiones). Un abordaje antropológico de los padecimientos y las enfermedades en la trayectoria laboral de los niños” , financiada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y por el Proyecto en curso “Salud ambiente y trabajo en ambientes rurales. Desarrollo de métodos y técnicas sociales para la comprensión interdisciplinaria de la Salud- Enfermedad- Atención (SEA) mediante estudios de caso en Argentina” dirigido por Andrea Mastrangelo (Código: 2012-2354, Agencia de Promoción Científica y Tecnológica). Los resultados preliminares que se presentan en este artículo son resultado de trabajo de campo desarrollado en el lugar de estudio entre los días 15 y 25 del mes de abril, año 2014. área de conocimiento: Sociología. Sub área: Antropología. Tipo de investigación: Etnográfica.

1http://www.ilo.org/ipec/facts/lang--es/index.htm

2La presencia de niños/as que realizan este trabajo ha sido señalada por Mastrangelo (2006) y confirmada por distintos actores sociales del lugar de estudio como promotoras de salud, maestras y diversos agentes estatales. Es un tema importante para el Municipio tal como se evidencia en los diarios locales. http://www.territoriodigital.com/notaimpresa.aspx?c=3781917645644812 (consultado el 18/4/2016), http://misionesonline.net/2015/07/07/wanda-a-traves-de-talleres-y-deportes-el-area-social-quiere-erradicar-la-venta-callejera-de-los-ninos/ (consultado el 10/3/2016)

3Organización Internacional del Trabajo (OIT), Programa Internacional para la erradicación del trabajo infantil (Ipec)

4Rausky (2009a) ha hecho un trabajo comparativo entre la posición abolicionista y proteccionista a partir del análisis de la posición de la OIT y del Instituto de de Formación para Educadores de Jóvenes, Adolescentes y Niños Trabajadores de América Latina y el Caribe.

5Ver discusión más detallada sobre los planteos de cada posición en el artículo de Novick y Campos. En: OIT, 2007, así como en el libro de Silva (2011).

6A nivel nacional el seguimiento del trabajo infantil lo realiza la Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (Conaeti) desde el Ministerio de trabajo, mientras que a nivel provincial lo hace la Comisión Provincial de Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil (Copreti).

7Por lo menos en los países miembro de la OIT, como es el caso de Argentina

8La corriente teórica denominada Nuevos estudios del trabajo latinoamericano plantea que las formas de trabajo industriales se combinan con condiciones de trabajo no industriales, no asalariadas, no formales, no protegidas; “no clásicas” . Estas últimas condiciones de trabajo fueron parte de la estructuración histórica de los trabajadores rurales en América Latina y continúan formando parte del mercado de trabajo, por lo que se propone una conceptualización ampliada de trabajo y del sujeto laboral (no pensado en términos de una identidad estructural vinculada sólo al trabajo industrial).

9Se toma la definición de Trabajo Infantil Peligroso (Convenio 182, OIT) en la medida en que esta investigación se refiere a la actividad minera, considerada una de las peores formas de trabajo -y por ello urgente de erradicar-: “el trabajo que, por su naturaleza o por las condiciones en que se lleva a cabo, es probable que dañe la salud, la seguridad o la moralidad de los niños” (OIT, 2010, p.39).

10Trabajo infantil se refiere a aquellas actividades y/o estrategias de supervivencia remuneradas o no, realizadas por personas menores de 16 años de edad “visibles, invisibles y también ocultas, donde el ´sustento logrado´ o el ´beneficio´ del servicio puede servir para sí mismo y/o contribuir al mantenimiento del grupo familiar de pertenencia y/o de la apropiación de terceros explotadores” (Noceti, 2011, p. 4).

11Son artesanías de alambre con piedras preciosas, pegadas con pegamento adhesivo de contacto.

12Se trata de empresas privadas de minería de la localidad.

13Tarefa es una palabra del idioma portugués que se utiliza para designar la tarea de cosechar manualmente la yerba mate.

14Desde el año 2008, se encuentra vigente la ley 26.390 que eleva la edad mínima de admisión al empleo a 16 años con la finalidad de combatir el trabajo infantil y fortalecer la protección del trabajo adolescente. En su artículo n° 189 bis se exceptúan de esta prohibición a las personas mayores de 14 años y menores de 16 que sean ocupados en empresas cuyo titular sea su padre madre o tutor, en jornadas que no podrán superar las tres horas diarias, y las quince horas semanales, siempre que no se trate de tareas penosas, peligrosas y/o insalubres, y que cumplan con la asistencia escolar. La empresa de la familia del trabajador menor que pretenda acogerse a esta excepción a la edad mínima de admisión al empleo, deberá obtener autorización de la autoridad administrativa laboral de cada jurisdicción. (Información Legislativa, Ministerio de Economía y Finanzas Públicas)

15La Asignación Universal por Hijo para la Protección Social fue una medida implementada en Argentina en el año 2009 y se inscribe en el marco los denominados Programas de Transferencia Condicionados. Esta medida apunta a aumentar los ingresos de las familias mediante una transferencia monetaria cuya finalidad es alcanzar con un ingreso mínimo a aquellos niños que hasta ese momento no recibían ningún tipo de ingreso de carácter formal. La contraprestación consiste en la obligación de los padres o titulares del beneficio de cumplir con los requisitos establecidos: cumplimiento de controles de salud y vacunación de los niños y cumplimiento del ciclo escolar correspondiente, para los de edad escolar.

16Se utilizan comillas para designar expresiones nativas.

17Se utilizan seudónimos en vez de nombres reales para preservar el anonimato de los/as entrevistados/as.

18A excepción de la temporada alta, vacaciones o feriados, en la que no hay franco.

19Patricia se refiere a que dos de sus hijos tienen la misma edad porque uno a los que alude no es hijo biológico sino su nieto, al que crió desde bebé porque la madre se fue a trabajar a Buenos Aires.

20Si bien el control aparece en este artículo especialmente ligado a la gendarmería y agentes de tránsito, hay distintos órdenes en que se despliega el control. Hay un tipo de control vinculado al cuidado que es marcador de diferencias morales. Por ejemplo, cuando las madres afirman no haber dejado solos a sus hijos en la tarea laboral, se están diferenciando de otras madres y posicionando a ellas mismas en una relación social de un tipo de trabajo infantil más cuidado que otros.

 


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    Referencia para citar este artículo: Frasco‒Zuker, L. (2016). Investigación etnográfica sobre experiencias de trabajo infantil en el noreste argentino. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 14 (2), pp. 1205-1216.

 

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