Introducción
En primera instancia, la expresión «ausencia paterna» no ha sido bien definida y la literatura no discrimina entre ausencia paterna debida a muerte, relación parental conflictiva u otras causas (East et al., 2006, p. 283). La maternidad es una de las materias de estudio preferidas en la literatura psicológica y psicoanalítica, al discutir la ontogénesis de la mente humana; por otro lado, la paternidad ha ganado su lugar con mayor dificultad desde hace poco tiempo (Rodica, 2019). En ese contexto, se ha presentado al padre como una figura secundaria en términos de la expresión emocional hacia los hijos y la participación en el cuidado diario; se enfatizan sus roles de proveedor económico y castigador que reestablece el orden en la familia (Papaleontiou-Louca & Al Omari, 2020).
Aunque la presencia paterna influye en aspectos esenciales para el bienestar mental de los individuos (Bradley & Corwyn, 2004; Filus et al., 2018), son escasas las publicaciones que aluden a las implicaciones que la ausencia paterna durante la niñez tiene en la vida adulta y el aporte potencial frente al desarrollo de alguna psicopatología. Se debe tener en cuenta que las consecuencias de pertenecer a una familia en la que el progenitor masculino se halla ausente son considerables (Kliksberg, 2000). Las contribuciones del padre al desarrollo de los niños y las niñas van más allá del aporte económico al hogar; según Bradley y Corwyn (2004), los padres proveen protección, seguridad, soporte emocional al hogar y estimulación cognitiva; de igual manera, confieren mayor satisfacción de las necesidades psicológicas y el sentimiento de bienestar emocional (Sağkal et al., 2018). La presencia del padre en el hogar puede crear un contexto interpersonal de confianza y de amor que contribuye al desarrollo adecuado emocional del ser humano y a su posterior ajuste psicológico (Rodríguez et al., 2019). El rol paterno tiene efectos positivos en el desarrollo emocional del niño o la niña a temprana edad y en la salud mental de la madre (Maselko et al., 2019); además, la relación con el padre puede ofrecer una fuente de seguridad emocional cuyos efectos positivos perduran en la vida adulta del individuo (Cabrera, 2016). Desde la mirada psicoanalítica, el rol protector del padre inicia durante el embarazo y en las primeras etapas del desarrollo del bebé. Al inicio, sus funciones tienen que ver con la vigilancia protectora, el sostén, la contención, la defensa y la provisión; en estas, el padre provee un ambiente apropiado de cuidado que permite el desarrollo natural de la relación entre la madre y el bebé (Diamond, 1995). Para Freud, en un inicio, el padre está asociado a la idea de pérdida (de la madre o de la omnipotencia) y a la idea de sumisión; después, esto representa un determinante de la imposibilidad de acceso al objeto materno. A partir de esto, el padre representa un estímulo para que el niño o la niña busque qué hacer con esa imposibilidad y determine la estructuración de la ley interna, la formación del ideal del yo y la organización de mecanismos mentales más elevados como la sublimación (Oliveira, 2020).
La representación interna del padre permite la introducción de una realidad externa diferente en la primitiva relación simbiótica entre el bebé y su madre. El contacto con este tercero genera un primer movimiento que permite un contacto reflexivo en la realidad interna: el niño o la niña adquiere la posibilidad de ser un observador frente a una relación (la de papá y mamá); de igual forma, es observado por esa tercera persona (Oliveira, 2020). La habilidad de imaginar la relación entre los padres influye en el desarrollo de un espacio mental en el que se observa y se es observado; se es pensamiento en la mente de otros y se es pensador. Este es el origen de la capacidad mental de verse en relación a los otros; se conciben varios puntos de vista, pero, a la vez, el sujeto es él mismo y reflexiona sobre sí (Oliveira, 2020).
Lo que diferenciaría al padre de otros elementos en el mundo mental es el rol simbólico que asume; esto se caracteriza por insistir en el abandono de fantasías omnipotentes y en el control de las pulsiones. Esta función, más allá de significar autocontrol, castigo y sumisión, genera una visión realista de la vida que permite encontrar satisfacciones genuinas en las relaciones humanas y en la realidad en la que se está inmerso (Oliveira, 2020). Así mismo, la presencia del padre como un tercero ofrece a la madre una diferenciación frente a su propia relación con el bebé (Rodica, 2019).
En ausencia de un interés del padre por el niño o la niña, puede fallar ese rol del tercero que facilita la separación (de la madre) y estimula el posicionamiento activo del niño en relación con el mundo. Esto presentaría consecuencias negativas para su capacidad de comunicación con los otros y para su creatividad y adaptación al mundo externo (Rodica, 2019). La ausencia paterna implica la pérdida de una línea de contacto con las redes masculinas (Comisión Económica Para América Latina y el Caribe, 1994) y, al carecer de una familia integrada, algunos niños o niñas tienen menor preparación para asumir el mundo educativo y en un futuro el mundo laboral (Vila & Echavarría, 2019). En muchas personas, el impacto de la ausencia paterna durante la infancia parece ser significativo en la vida adulta. El divorcio de los padres, por ejemplo, puede tener consecuencias a largo plazo al afectar las relaciones interpersonales (Ross & Mirowsky, 1999). Comparados con individuos que crecieron con ambos padres, los adultos que vivieron el divorcio de los padres presentan a largo plazo niveles más bajos de educación, de estatus laboral y de ingresos económicos. Así mismo, según lo planteado por Ross y Mirowsky (1999), presentan matrimonios a edades tempranas, dificultades económicas, divorcios, relaciones poco felices, desconfianza y depresión.
Pocos estudios han considerado si los efectos de la ausencia paterna, en especial tras el divorcio de los padres, disminuyen o se estabilizan durante la adultez (Cherlin et al., 1998). Se ha planteado continuidad entre depresión en la infancia y depresión en la adultez; aquellos que presentan un primer episodio depresivo antes de los 20 años, tienen alta probabilidad de recurrencia en comparación con los que lo presentan después de esa edad (Cherlin et al., 1998). También, se ha podido establecer que las mujeres adultas jóvenes provenientes de hogares divorciados tienen mayor riesgo de desarrollar trastornos mentales y refieren con mayor frecuencia sentimientos de soledad, estrés crónico y evitación de los vínculos (Schaan et al., 2019). En Reino Unido, por ejemplo, donde existen altas tasas de divorcio, uno de cada tres niños experimenta dicha situación antes de los 16 años y cerca de la mitad tiene un progenitor que no vive con ellos durante su infancia, el cual usualmente es el padre (Finch, 2003). En Colombia, el 51 % de la población en edad escolar vive con la madre y el padre, mientras que el 32 % vive solo con la madre (Departamento Nacional de Planeación, 2014). Se ha planteado que los niños que tienen una buena relación con su padre tienen mejor autoestima, son menos propensos a la depresión, a tener conductas disruptivas, a mentir y muestran una mayor socialización. Además, toleran mejor las presiones del medio escolar y las frustraciones que los niños cuyo padre está menos involucrado en su cuidado (Papaleontiou-Louca & Al Omari, 2020).
El papel del padre es significativo para el desarrollo infantil frente a la participación en juegos de contacto físico y en socialización de roles (Fletcher et al., 2012; Paquette & Dumont, 2013), además, esto alienta al niño o a la niña a lidiar con situaciones atemorizantes (Sandseter & Kennair, 2011), en las que el comportamiento y el rol paterno es complementario al materno. Como lo plantea Cabrera (2016), puede también ejercer un efecto de compensación en el menor que está expuesto a efectos negativos del ambiente social. Así mismo, la interiorización de valores morales que conlleva a la identificación con dicha figura de autoridad, la importancia para la estabilidad emocional de la mujer y la presencia de un compañero que soporte y apoye, hacen de la presencia paterna una parte vital en la armonía familiar. El padre enseña el concepto de justicia, vigila y refuerza con firmeza las reglas y enseña las consecuencias de las acciones correctas e incorrectas (Papaleontiou-Louca & Al Omari, 2020). También se ha podido establecer que el involucramiento paterno en las actividades educativas del niño se asocia a un mejor desempeño académico y a un mejor funcionamiento lingüístico y cognitivo (Cano et al., 2019).
Los padres usan más el juego físico, mientras que las madres prefieren los juegos del lenguaje. Los padres atraen la atención del niño o la niña con modos intensos de juego que incluyen estímulos y retos. Esta interacción le ayuda al niño a aprender a regular sus emociones y su comportamiento; el «juego salvaje» con el padre enseña al niño a regular sus impulsos agresivos y a no perder el control de sus emociones (Papaleontiou-Louca & Al Omari, 2020, p. 2).
Aunque en la literatura científica no existe una definición para el término ausencia paterna, para esta investigación se definió como la ausencia física y afectiva del padre desde el nacimiento o a partir de la niñez temprana (menores de seis años) por muerte o abandono. El objetivo de esta investigación consistió en explorar las vivencias de un grupo de personas con enfermedad mental en torno a su historia de ausencia paterna en la infancia. Por lo tanto, la pregunta de investigación se planteó de esta forma: ¿cuáles son las vivencias y significados que otorga un grupo de personas con enfermedad mental a su historia de ausencia paterna en la infancia? En este contexto, el diseño cualitativo se ajusta a la concepción investigativa, dado que permite la aproximación a la vivencia o experiencia como objeto de indagación mediante la deconstrucción de narrativas y el estudio del significado que otorga, en este caso, un grupo de pacientes con enfermedad mental a su vivencia en la infancia del padre ausente.
Método
Este estudio es cualitativo de tipo fenomenológico y hermenéutico, cuyo enfoque se fundamenta en la deconstrucción de narrativas y en el análisis de las experiencias de un grupo de sujetos con enfermedad mental y antecedente de ausencia paterna en la infancia. La experiencia, desde la antropología simbólica y la sociología, se organiza mediante narrativas, relatos, expresiones y dramas sociales, estos últimos como manifestaciones del proceso social humano (Turner, 1985). Las experiencias «ofrecen referentes para la acción social» (Díaz, 1997, p. 5) y permiten ser comprendidas, mientras que los dramas sociales, a su vez, encarnan significados, «reconstrucciones y narrativas del pasado» (p. 11), así como cogniciones y afectos en conflicto. La experiencia, entonces, habita entre el sentimiento, la cognición y la voluntad (Cruz, 2017) y es un agregado de juicios de valor que expresan el mundo y le dan significado; en palabras de Thompson (1981), la experiencia es el puente entre el ser social y la conciencia social.
En esta investigación se exploró la experiencia de un grupo de personas con diagnóstico de enfermedad mental que tuvieron la vicisitud de no tener padre en su niñez. El tipo de población del presente estudio correspondió a pacientes adultos entre 22 y 72 años con antecedente de ausencia paterna en la infancia; estos presentaban diferentes trastornos mentales como esquizofrenia, trastorno de ansiedad, trastorno depresivo mayor, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno afectivo bipolar y trastorno esquizo-afectivo. Es importante resaltar que en el momento de la entrevista los participantes se encontraban estables de su condición mental, no tenían síntomas psicóticos activos y no presentaban deterioro cognitivo.
Se realizó un muestreo no probabilístico con el fin de buscar la conformación heterogénea de la muestra; se tuvo en cuenta la edad y la ocupación para dar cabida a una diversidad de narrativas para enriquecer el análisis. Las ocupaciones de los participantes incluían trabajos en el área de la construcción, el hogar, los oficios varios, la instrucción en gimnasios, la confección, la atención en restaurantes (mesera) y uno de ellos se encontraba desempleado. El número de participantes se definió por las demandas cualitativas del proceso de recolección de información; este recayó en la saturación de la información. Los participantes de este estudio asistieron a consulta externa de psiquiatría en la Unidad de Salud de Bomberos de la actual Subred Integrada de Servicios de Salud Sur-occidente de Bogotá. ™
Se diseñó un cuestionario para la entrevista semiestructurada que exploró los significados, las narrativas y las reflexiones por parte de los entrevistados sobre las vivencias, sentimientos y cogniciones en torno a la ausencia del padre durante la infancia. La construcción del instrumento involucró varias fases, en las que los investigadores trabajaron en la formulación de las preguntas y en la depuración de estas. La duración aproximada de las entrevistas fue de 50 minutos; esto dependió del clima de la entrevista y la actitud del entrevistado. Se realizaron notas de campo, grabaciones de audio y transcripción textual de las grabaciones utilizando el procesador de texto Microsoft Word™ para el análisis iterativo de la información. Las notas de campo y las grabaciones se analizaron en varios momentos; se describieron las características principales de los participantes, en especial, los aspectos relacionados entre persona y contexto social.
En la etapa de descubrimiento de los datos, se estudiaron las notas de campo y las transcripciones con el fin de identificar ideas, tipologías, temas emergentes, conceptos, experiencias, imágenes, patrones, reacciones, significados, elementos lingüísticos y metáforas. Luego se conectaron ideas, se relacionaron conceptos y se compararon los casos. Se identificaron códigos en los pasajes de los textos; estos se examinaron de forma estructurada y se creó un sistema emergente de categorías para construir los resultados del proceso de investigación. La codificación se estableció a partir de la transcripción textual de las entrevistas y se realizó análisis en papel; ello permitió flexibilidad y facilidad de acceso en diferentes fases del análisis. Los códigos proporcionaron el foco para pensar e interpretar los textos. Se llevaron memorandos en papel para registrar la naturaleza de las ideas, aplicar los códigos de manera coherente, compartirlos entre los investigadores, revisar conceptos comunes y debatirlos ante discrepancias para llegar a consensos. Todo el proceso de análisis sobre conceptos e ideas se documentó de forma completa para dar cumplimiento al criterio de auditabilidad. Se realizó un análisis de la información basado en la triangulación de fuentes de datos (notas de campo, grabaciones de audio y transcripción textual) e investigadores, con el fin de realizar un análisis profundo de la información y controlar sesgos por la interacción entre el fenómeno estudiado y los investigadores al contemplar el criterio de neutralidad. Al inicio, cada investigador trabajó por separado, enfatizándose en el análisis de narrativas y análisis de contenido, lo cual permitió ampliar la riqueza del análisis para contrastar después los puntos de vista, con el fin de disminuir los sesgos de interpretación de los datos (Benavides & Gómez-Restrepo, 2005) y controlar la relación entre el objeto de investigación y los investigadores con fundamento en el criterio de reflexividad (Nolas, 2011).
Consideraciones éticas
Este estudio respeta lo promulgado en la Declaración de Helsinki y lo establecido en la resolución 8430 de 1993 del Ministerio de Salud por la que se establecen las normas científicas, técnicas y administrativas para la investigación en salud en Colombia. El presente estudio se realizó en pacientes que asistieron a consulta externa del servicio de psiquiatría de la Unidad de Atención en Salud de Bomberos en la ciudad de Bogotá e implicó la realización de una entrevista semiestructurada sobre el tema de la investigación. No se registraron datos personales para salvaguardar la confidencialidad de los participantes, quienes al momento de la entrevista se encontraban estables de su condición mental. Los participantes leyeron y firmaron el formato de Consentimiento Informado, este fue aprobado por el comité de ética del Hospital Occidente de Kennedy. El estudio acató y respetó las recomendaciones internacionales para la realización de investigación en seres humanos, en especial, lo relacionado con salvaguardar la integridad, confidencialidad y privacidad de los sujetos que participaron en el estudio.
Frente a los posibles conflictos de interés, uno de los investigadores trabajó como médico psiquiatra en la Unidad de Salud de Bomberos, lugar en el que se realizaron las entrevistas de la presente investigación, hasta el 30 de junio del 2019.
Resultados
La presente investigación contó con la participación de ocho individuos (cuatro mujeres y cuatro hombres) con edades comprendidas entre 22 y 72 años, todos pertenecientes a la consulta psiquiátrica realizada en la Unidad de Salud de Bomberos de la Subred Integrada de Servicios de Salud Suroccidente (Bogotá). En general, se evidenció en los entrevistados un discurso espontáneo, embebido de estructuras lingüísticas con carga negativa que esbozan una ideación de soledad, vacíos y tristeza.
En el proceso de análisis de la información surgieron seis categorías emergentes: universo de la ausencia, miedo e incertidumbre, representación e idealización del padre, tristeza y soledad, estigma y diferencia e ícono del sustituto.
El universo de la ausencia
El fenómeno de la ausencia paterna representó un conjunto de experiencias y circunstancias difíciles en la niñez de los entrevistados, las cuales impactaron de forma negativa en diversos aspectos de sus vidas. Estas se codificaron en una categoría que se denominó universo de la ausencia. Al respecto, una de las entrevistadas, con diagnóstico de trastorno afectivo bipolar, comentó:
Cuando tenía ocho años me hacía mucha falta, porque mi mamá nunca aprendió nada y me hacía falta ese apoyo de papá. Mi mamá era muy dura; nos castigaba horrible. Y siempre lo extrañé. ¡Me hizo mucha falta a pesar de que yo no lo conocí! Siempre sentí esa ausencia, como que algo me hacía falta. Sino que uno va madurando, va entendiendo la situación y va aceptando las cosas. Pero siempre me hizo mucha falta (participante 8).
Las implicaciones psicológicas de la ausencia paterna en la niñez, perdurables en el adulto, van más allá de la falta de la figura física de un padre y guardan relación con el vacío emocional y económico que deja el papá ausente, como lo relata este hombre con diagnóstico de trastorno esquizoafectivo:
Para mí y para todos, la falta de padre es un gran vacío; en lo emocional, en lo económico, en cualquier forma que uno quiera. La falta del padre influye mucho porque uno nota que en la familia hay un vacío. Y con la falta del papá hay muchas carencias. Me di cuenta de que la falta de apellido y de un papá lo pone en desventaja a uno en la vida (participante 1).
Sentimientos reaseguradores como el apoyo, la compañía o el cariño, vinculados a la figura paterna en el imaginario de las personas, se echan de menos cuando no se cuenta con su presencia, como se ilustra en el siguiente fragmento de una entrevistada a un paciente con diagnóstico de trastorno depresivo:
Cuando yo estudiaba los papás iban por las niñas (…). Me faltó mucho cariño y amor por parte de una persona masculina que estuviera al lado mío. Hay veces que siento envidia de eso (participante 2).
Sin la presencia del padre pueden perderse también momentos especiales de diversión y recreación, actividades que se aprecian en la cotidianidad; estas son importantes para el desarrollo infantil. Uno de los entrevistados con esquizofrenia comentó:
-Me hizo falta recreación. Cuando vivíamos con mi tía ella nos tenía encerrados en casa. Yo no la quería, era una persona rígida. Yo no veía como… que estuviera por ahí en un parque, qué se yo, saliendo a jugar. Me hizo falta eso. Entrevistador: -¿Y usted piensa que, si su papá hubiera estado presente, quizás él los hubiera sacado a un parque? -Sí. Hubiera tenido más interés en eso (participante 3).
La ausencia paterna y la complejidad de sentimientos negativos que se involucran, pueden transformarse en una falta de interés por averiguar sobre el padre. En algunas familias se evita el tema y se convierte en tabú, en algo que se prefiere ignorar y dejar en el olvido. Una participante relató:
Desde pequeña nunca di en preguntar por él, nunca. A veces le pregunto a mi mamá: ¿Qué paso con él? No sé nada, si se murió o está vivo no me interesa, me contesta; entonces, veo mi niñez y pienso ¿para qué preguntar por una persona que nunca estuvo? (participante 2)
Otro de los participantes, con esquizofrenia comentó:
Entrevistador: -Y cuando has tenido la curiosidad ¿por qué no lo has hecho? -Como por no hablar de… Entrevistador: -¿Prefieres no hablar de eso?, ¿por qué? -No, no he querido. No me dan ganas de hablar de eso, estoy pensando en otras cosas (participante 6).
Miedo e incertidumbre
La ausencia del padre, en conjunto con otro tipo de carencias como las económicas, son elementos reiterativos en los discursos; pueden generar en las personas una psicología del miedo, angustia, inseguridad e incertidumbre, la cual es otra de las categorías codificadas a partir del análisis de las entrevistas. Un participante expresó:
Usted se cría con muchos temores, miedos, porque la vida de uno se convierte en algo con incertidumbres. Hoy hay para comer, mañana no. La mamá obviamente hace lo que puede, pero no hace milagros. Siento que me crié inseguro, con muchos miedos y temores. Afortunadamente tuvimos a nuestra mamá; pero sí siento que me crié con temores, inseguridades también (participante 1).
La sensación de miedo y angustia que gobierna la vida puede estar presente en la ideación suicida de un individuo. Una de las entrevistadas, al interrogársele sobre el intento suicida que había presentado, manifestó:
-Sentía miedo, una cosa muy horrible. Sentía angustia, desespero, gritaba que estaba sola, que Dios no me quería, ¡terrible! No se lo deseo a nadie, ni a mi peor enemigo. Y sentía la angustia de no seguir viviendo, porque ¿cómo voy a seguir viviendo si mi papito Dios no me quiere? Entrevistador: -¿Y en ese momento por qué sentías que Dios no te quería? -Del mismo miedo, de la misma angustia; eso es una cuestión que no sé cómo explicar…; es una cosa rara que uno tiene; no hay explicación, solamente siente usted esa angustia y ese desespero (participante 2).
Otro de los entrevistados, con diagnóstico de trastorno obsesivo compulsivo, que había presentado ideación suicida en la adolescencia, al preguntársele cómo relacionaba el no haber terminado una carrera universitaria o el no tener estabilidad laboral con el abandono del papá, comentó:
Me dediqué fue a pensar en eso. Que Dios es malo, que mi papá me hizo esto, que yo me suicido… A los 15 años apareció la primera ideación suicida, cuando estaba como en quinto, más fuerte fue en sexto de bachillerato. Porque hice todo el internado lejos de mi mami, inseguro (participante 4).
Representación e idealización del padre
Se observó en las expresiones de las personas entrevistadas una tendencia a la idealización de lo que pudo haber representado el padre, en especial como figura de protección o apoyo. De manera frecuente, los entrevistados expresaron un anhelo por haber tenido en la niñez la figura paterna protectora. Los relatos apuntan a que la vida hubiera sido mucho mejor con un buen papá y el no tenerlo tuvo consecuencias, no solo en ellos, sino también en sus familiares. Estos aspectos se engloban dentro de la categoría codificada como representación e idealización del padre. Una de las participantes con un trastorno depresivo expresó:
-No sé, de mi niñez no me acuerdo. Pero ahora sí desearía tener un papá. Desearía que hubiera tenido papá. Entrevistador: -¿Por qué?
-Porque el papá es protector. Entrevistador: -¿Tú crees que hubo consecuencias para tu niñez o para tu adolescencia por el hecho de no haber estado tu papá?
-Sí. Hubiera podido estar con él, vivir con él ¿no?, o él hubiera intervenido en los tratos que le daba mi padrastro a mi mamá y mi mamá de pronto se hubiera separado de él. A mí también me trataba mal, mi padrastro. Entonces yo sí hubiera querido que estuviera mi papá. Entrevistador: -Para que tu padrastro no te tratara mal.
-Eso. Ni a mi mamá, ni a mí (participante 5).
Otra participante, con diagnóstico de trastorno de ansiedad relató:
Estoy hablando de un padre bueno; uno que me diera consejos, que me hubiera apoyado en lo que yo quería estudiar porque mi mama no tenía recursos. Haber tenido un papá que me hubiera apoyado económicamente, me hubiera protegido de los abusos sexuales, de la violación (participante 7).
Otra entrevistada manifestó:
-Creo que sí. Creo que la situación hubiera sido muy diferente. Mi mamá no trabajaba, no hacía nada. Como que hace falta la figura paterna. Entrevistador: -¿Para qué te hacía falta la figura paterna en la adolescencia? -Pues una persona que estuviera ahí pendiente; que brindara un consejo, un apoyo (participante 8).
Otro de los participantes, ante la pregunta sobre las cosas en las que le había hecho falta el papá expresó:
-Pues como para guiarme de él. Ser más educado, tener más valores. Entrevistador: -¿Y para ser más educado en qué sentido? -Más inteligente (participante 6).
Los discursos apuntan a un alto valor simbólico dado al padre, en especial a la representación de una figura que acompaña, protege y aconseja. Expresan el anhelo de haber tenido una estructura familiar al idealizar a papá y mamá juntos y se refuerza la idea de lo que no se compartió como familia:
Porque el papá no formaba parte del núcleo familiar. Me di cuenta del significado de qué era un papá. Porque uno cuando entiende, cuando está aprendiendo a ver la vida, uno ve que lo normal es que cada uno tiene su papá, tiene sus hermanos, tiene su mamá (participante 1).
Otra participante manifestó:
Yo hubiera querido tener una familia con los dos. Pienso que el padre hace falta. Así la mamá haga por dos, pienso que hubiera sido diferente. Tener quien lo apoye a uno, quien le dé un consejo (participante 7).
Tristeza y soledad
Un elemento común ante la ausencia del padre consistió en la expresión de sentimientos de tristeza y soledad que se manifiestan en diferentes etapas de la vida.
-Fue a esa edad que fuimos a retirar los restos. Mi mamá me llevó y yo no hacía sino llorar y pegarme a él (a los restos). Desde ahí han sucedido tantas cosas que siempre lo extrañé. Me hizo falta una persona que estuviera ahí pendiente, que brindara un consejo, un apoyo. La verdad siempre me sentí como muy sola y siempre quería que él estuviera ahí (participante 8).
Uno de los entrevistados relató sentimientos de tristeza y nostalgia que se desencadenaron con un evento particular que evocó un vacío por no haber tenido a sus padres juntos, esto sucedió poco antes de su primer episodio psicótico:
Cuando estaba trabajando escuché una canción que me trajo como un sentimiento…, no sé, en algún momento tocó una cuerda dentro de mí y me hizo falta él, lo que él no compartió con mi mamá, que yo hubiera visto eso. Para ese momento fue una depresión por haber pensado en eso…; me puse a llorar (participante 3).
En otro fragmento de entrevista:
-Extraño a mi papá, lo extrañaba porque ahora no; en las temporadas de Navidad mis pensamientos van hacia él. Entrevistador: -¿Cuáles son esos pensamientos? -Pensamientos tristes, porque… ¡pues la ausencia! Es decir, que uno esperaba estar en ese momento con él, compartiendo con él (participante 3).
En varias entrevistas se esbozaron sentimientos dolorosos, desolación por el cariño que no se tuvo del padre, soledad y carencia al sentir que no se contó con una familia con padre y madre. En el relato de una entrevistada que presentó un intento suicida, se puede apreciar cierta conexión entre la ausencia paterna y la búsqueda, a través de su creencia religiosa, del Dios padre que la acompañe y cuide:
-Hay veces que lloro por estar sola… Lloro de tristeza y veo a otras personas que tienen a su papá, que tienen una familia completa (participante 2).
En otro fragmento de la entrevista:
-Sentía la angustia de no seguir viviendo, porque yo cómo voy a seguir viviendo si mi papito Dios no me quiere. Entrevistador: -O sea, Dios es como un papá.
-Sí, él es un papá para mí. Porque él es el que está al lado de uno en las buenas y en las malas (participante 2).
Los sentimientos de tristeza pueden manifestarse a cualquier edad; sin embargo, desde la infancia temprana los individuos pueden experimentar sensaciones de tristeza o de soledad que perduran hasta la vida adulta. Uno de los participantes comentó:
Yo me preguntaba ¿por qué esa tristeza?, ¿por qué llega uno a este mundo como apesadumbrado, triste? Como si fuera una tristeza congénita, yo aún reacciono sobre eso y digo que es como si yo hubiera nacido con esa tristeza, ya que uno medio entiende un poquitico, ya siente esa tristeza porque ve uno que no hay comida, no hay vestido, casi no hay (participante 1).
Estigma y diferencia
Algunos participantes dejaron entrever en sus narrativas que la ausencia paterna significó un sentimiento de desventaja, a partir de experiencias con las que se sintieron diferentes y estigmatizados en su niñez por haber crecido sin padre. Un participante relató:
Una vez llegó un pelado al pueblo y en pueblo pequeño todo se sabe. Un día estábamos jugando cuando por algún motivo nos disgustamos y me dijo: ¡Usted qué me viene a decir, si su mamá es una puta, usted no sabe quién es su papá! En ese momento yo me dije: este chino viene a decirme lo que yo sabía que algún día me iban a decir. Me dio rabia y nos prendimos a pelear. Y ahí fue cuando me di cuenta que, obviamente, la falta de apellido y de un papá lo pone en desventaja a uno en la vida (participante 1).
Ícono del sustituto
En varias entrevistas, uno de los patrones encontrados consiste en la presencia de algún familiar cercano que sustituye a la figura del padre, alguien que guía o protege; hallazgo codificado como ícono del sustituto. Una de las entrevistadas relató:
-Mi mamá siempre ha estado ahí y mi hermano…; él me cuidaba, no dejaba que me dijeran malas palabras o piropos. Él es guarnecedor y muy celoso. Con mi mamá era celoso y con nosotras más. No dejaba que nadie me mirara. Entonces yo siento que sí, que él era mi parte más importante. Entrevistador: -¿De alguna forma piensas que él fue como una figura de papá, en algunas cosas? -Sí señor, porque él me cuidaba (participante 2).
Otro de los entrevistados tenía una figura masculina sustituta representada por un hermano mayor, expresó:
Me acuerdo que a veces era mi hermano mayor el que uno veía; él se rebuscaba por ahí para darnos y alimentarnos. Entonces él fue la persona mayor que tuve, aparte de mamá. Más adelante, cuando mi mamá se fue a vivir con un señor, vi lo que era un papá (participante 1).
En otro fragmento de la entrevista comentó:
Cuando yo llegué a vivir con mi padrastro es como si se hubiera apagado ese chip. Ya había comida, había posada, protección (participante 1).
Otro participante expresó:
-Nosotros vivimos con el esposo de la tía que nos cuidaba en ese tiempo y nosotros le decíamos papá. Él venía a ser como un tío político, nosotros le decíamos papá. Entrevistador: -¿Y cómo era ese tío? ¿Sí hacía las veces de papá? -Sí, jugábamos fútbol. Teníamos fotos donde él…; compartíamos los cumpleaños de mis primos, los cumpleaños de nosotros. Siempre ha sido una persona muy buena con nosotros. Hasta el momento nunca nos faltó al respeto, fue un caballero, lo es todavía (participante 3).
Discusión
Los hallazgos de la presente investigación subrayan la importancia de la presencia del padre en la niñez y sugieren una posible caracterización de la ausencia paterna durante esta, como una experiencia adversa temprana que podría ser un factor en la multicausalidad de los trastornos mentales. El rol de la figura paterna en el desarrollo emocional del ser humano es un tema que se ha descuidado en la literatura científica (Chang et al., 2007). No obstante, algunos estudios han demostrado la importancia que puede tener el rol paterno en la infancia (Filus et al., 2018; Rodríguez et al., 2019; Schneider, 2017; Tan-nenbaum & Forehand, 1994). Desde la mirada psicoanalítica se ha planteado que el padre ayuda a que el niño o la niña salga de la órbita materna, facilita el desarrollo de un sentido de realidad, de constancia objetal y de identidad sexual (Ross, 1979; Ross & Mirowsky, 1999). Aunque hay datos que sugieren que el involucramiento paterno en la niñez y la adolescencia puede proteger frente el inadecuado ajuste emocional en la edad adulta, en el área científica poco se ha explorado la influencia del rol paterno durante la niñez en la salud mental del adulto o las consecuencias de su ausencia para esta (Flouri & Buchanan, 2003).
En el presente estudio, la aproximación desde el enfoque cualitativo permitió explorar y entender cuáles fueron las vivencias que experimentó el grupo de participantes con enfermedad mental en torno a la ausencia paterna en la infancia. La categoría codificada como universo de la ausencia englobó un conjunto de vivencias de vacío (emocional, económico y entretenimiento) que estuvieron presentes en la niñez y guardan relación con la falta del padre. El universo de la ausencia del padre y los vacíos que conlleva se entrelazan con las categorías codificadas como tristeza y soledad, así como miedo e incertidumbre; estos fueron sentimientos y cogniciones negativas que estuvieron presentes en la niñez de estas personas a partir de la experiencia adversa de la falta del padre.
En investigaciones previas se ha podido establecer que las experiencias adversas durante la niñez constituyen factores de riesgo que pueden influir en depresión y en otros trastornos mentales (Hughes et al., 2017; Kelly et al., 2020; Mall et al., 2018; McLaughlin et al., 2010). Un importante hallazgo de la presente investigación consistió en la implicación de la ausencia del padre como una experiencia adversa de la niñez; ello pudo constituir un factor de riesgo para el desarrollo de trastornos mentales en la vida adulta de los sujetos entrevistados, aunque la validez externa y la generalización de este hallazgo tendrá que corroborarse en estudios con metodologías cuantitativas.
Algunos participantes vincularon la ausencia del padre con carencias económicas en el hogar y expresaron la desilusión de no haber tenido mayores recursos económicos que les hubieran brindado mejores oportunidades de vida. Lo anterior es acorde con los estudios que evidencian que los hogares conformados por madres solteras tienen menores ingresos que los conformados por ambos padres o por padres cabeza de hogar (Kramer et al., 2016). En ese sentido, la ausencia paterna representó para los sujetos de estudio, no solo una experiencia emocional adversa, sino una circunstancia socioeconómica de desventaja presente desde su niñez. En hogares con madres solteras, existe evidencia de una mayor exposición al maltrato infantil, situación que parece estar relacionada con la pobreza (Bywaters et al., 2016; Gelles, 1989), circunstancia que algunos entrevistados también narraron en sus relatos.
Las narrativas de los participantes plantearon que la ausencia del padre en su niñez fue un factor de estigma y de discriminación, vivencias que sumaron en la construcción de sentimientos y cogniciones negativas y depresivas. Al respecto, la literatura señala que la discriminación y el estigma que sufren los niños afectan la adaptación e integración al medio escolar, la sensación de bienestar y la percepción de protección (Bradshaw et al., 2015). Así mismo, la discriminación es uno de los sucesos adversos de la niñez que se encuentra con mayor frecuencia dentro de los antecedentes de personas con enfermedad mental severa (Adams et al., 2015). Aunque el estigma y el sentirse discriminados tuvieron que ver con personas del entorno en el que vivieron en su infancia, los participantes en sus narrativas sugieren la aparición de una autoestima que surgió por la propia comparación con los que sí tenían padre.
En dos entrevistados se encontró falta de interés por averiguar por el padre y los motivos de su ausencia, resultado descrito en la categoría de universo de la ausencia. La negación de la realidad dolorosa (Freud, 1980) de la ausencia paterna habría sido un mecanismo, no solo del individuo, sino del grupo familiar, lo que podría explicar por qué no fue una temática que se hubiese verbalizado y elaborado al interior de varias de las familias de los participantes entrevistados; esto genera, por el contrario, en varios casos, un manto de silencio sobre la vicisitud de la ausencia del padre. En varias entrevistas se encontró que, para los participantes, la figura materna fue de trascendental importancia y la más influyente de su niñez, reconocieron en esta el papel de proveedor de sus necesidades materiales y afectivas. Otra investigación cualitativa que exploró en profundidad las vicisitudes de personas adultas que crecieron sin padre en su niñez planteó que hasta cierto punto el vínculo con la figura materna puede paliar los efectos de la ausencia del padre (East et al., 2006). Pero más allá de los efectos paliativos, el vínculo que la madre puede tener debe destacarse con la presencia y el involucramiento del padre; esto puede favorecer en el desarrollo emocional y cognitivo del niño o la niña (Bronte-Tinkew et al., 2008; Cano et al., 2019; Rodríguez et al., 2019).
Los padres impulsan a sus hijos a realizar logros y promueven su independencia, así como la exploración del mundo externo. Mientras la madre tiene actitudes y comportamientos que se enfocan en la protección y la gentileza, el padre favorece la autonomía y el dinamismo. Estas aproximaciones diferentes de mamá y papá le ayudan al niño o a la niña a entender el mundo desde perspectivas diferentes (Papaleontiou-Louca & Al Omari, 2020). El niño que tiene a su disposición un padre que es capaz de ejercer sus funciones paternas de una forma alegre y amorosa podrá luego establecer relaciones satisfactorias y significativas con los demás; esta es una de las funciones más importantes del padre en las etapas más tempranas de la vida: la de facilitar al niño o a la niña una manera de construir su propia relación creativa y de amor con el mundo (Rodica, 2019). Otra dimensión esencial de la función paterna consiste en ser el tercero o el otro que diferencia y permite al niño o a la niña tener una experiencia de un espacio psíquico más amplio. El padre ayuda al niño a salir de la relación simbiótica con la madre, lo que facilita el acceso a los símbolos y al lenguaje, y le ofrece un espacio no materno para que pueda explorar la realidad (Rodica, 2019).
Para algunos participantes de la presente investigación existió en la infancia una figura paterna sustituta, ya fuese una nueva pareja de la madre o un familiar cercano que pudo ejercer una influencia positiva para algunos y adversa para otros, debido a conductas maltratantes o abusivas. Esta temática no se exploró a cabalidad en la presente investigación. Así, se considera de gran valor que posteriores estudios puedan abordar la temática de las figuras sustitutas del padre en la niñez. Al respecto, se han reportado menores niveles de pobreza, menor inseguridad y mejor salud en los niños y niñas que, al crecer sin padre, son acogidos en hogares en los que la madre no está sola, sino que cuenta con el apoyo de otras figuras como los abuelos (Lawson et al., 2017).
Algo adicional a destacar, recae en que para los participantes fue la primera oportunidad para abordar en profundidad un tema significativo como el de la ausencia del padre en sus vidas. Esto pese a que, como revelaron sus narrativas, la ausencia paterna originó un complejo emocional y cognitivo con connotaciones negativas. El análisis en profundidad de las entrevistas permitió encontrar vivencias, sentimientos y cogniciones de carácter depresivo en torno a la circunstancia de haber carecido de la figura paterna durante la niñez. Lo anterior invita a pensar en estrategias para prevenir o paliar el efecto nocivo que puede tener la ausencia del padre sobre el niño en desarrollo. Entre las múltiples razones para fortalecer los programas de educación sexual y planificación familiar entre los adolescentes estaría también la prevención de la ausencia paterna; ello al tener en cuenta que el abandono de la pareja y del hijo, con la consecuente ausencia, es más factible en hombres jóvenes, muchos de ellos con problemas psicosociales que los hacen vulnerables a ser padres a temprana edad (Jaffee et al., 2001).
Si investigaciones como esta ponen de relieve la importancia de la figura paterna en la vida de un niño o niña, entonces vale la pena reflexionar sobre estrategias que ayuden a promover el vínculo paterno-filial, más aún cuando se ha sugerido que la ausencia del padre en la niñez y en la adolescencia podría constituir un factor de riesgo para comportamientos violentos y sociopáticos en la vida adulta (Golding & Fitzgerald, 2019). Se ha propuesto que los juegos agresivos, aspecto característico del comportamiento paterno y de la relación del padre con su hijo e hija, le permite a este combinar de forma creativa el amor y la agresividad (Rodica, 2019). Con la ausencia paterna el niño varón debe descubrir su identidad masculina sin la presencia y apoyo del padre. Esto hace que pueda ser propenso a imitar estereotipos de comportamiento masculino que se ven en la sociedad, como conductas duras, agresivas o violentas, las cuales obstaculizan su relación con las demás personas y en una necesidad extrema de una identidad masculina, lo que puede llegar a desarrollar conductas delincuenciales (Papaleontiou-Louca & Al Omari, 2020).
Una estrategia para promover el vínculo paterno filial puede ser el fortalecimiento de actividades como los talleres de padres o de consejería para futuros o recientes padres, en los que puedan expresar las dificultades o ansiedades que enfrentan en su rol paterno y que pueden desencadenar en el abandono de su hijo/a. El apoyo que ese tipo de estrategias pudiese ofrecer tendría que extenderse a fomentar el vínculo paterno-filial entre los padres que se han separado de la pareja y no conviven con el niño o la niña, pero que pueden hacer una presencia amorosa en su vida.
Frente a las consecuencias psicológicas adversas que la ausencia del padre en la niñez puede tener para las personas en su vida adulta, se resaltó la importancia de un abordaje psicoterapéutico que les permita la verbalización y elaboración de sus vivencias dolorosas y difíciles, entorno al fenómeno de la ausencia. En cuanto a las carencias económicas relacionadas con la ausencia del padre, si bien el soporte familiar es de vital importancia para las familias monoparentales, la sociedad y el Estado tendrían que estar pendientes de los hogares vulnerables en los que la madre no alcanza a satisfacer las necesidades básicas del hogar y no cuenta con el suficiente apoyo familiar para salir adelante con su(s) hijo(a).
La presente investigación tuvo como fortaleza haber explorado a profundidad las vivencias de sujetos con trastornos mentales que tuvieron la vicisitud de crecer sin padre. Aporta al entendimiento de las implicaciones psicológicas de un fenómeno presente de manera amplia en la sociedad, pero poco estudiado hasta la fecha. De acuerdo con los hallazgos, la ausencia del padre en la niñez contribuyó a la génesis de cogniciones y sentimientos depresivos en las personas con enfermedad mental entrevistadas. La debilidad y limitación de la investigación estriba en que su naturaleza cualitativa no permite generalizar los hallazgos a poblaciones más amplias. La muestra limitada de sujetos de estudio y la falta de representación de diferentes diagnósticos psiquiátricos, tampoco permite establecer qué tipo de trastorno mental puede tener mayores consecuencias psicológicas adversas el haber crecido sin la presencia del papá. Se propone como futura línea de desarrollo la realización de nuevas investigaciones que permitan establecer hasta qué punto la ausencia del padre en la niñez puede constituir un factor de riesgo para el desarrollo de enfermedad mental en la vida adulta y cómo interactúa con otros factores de riesgo reportados en la literatura científica. Otra línea de investigación que se abre tiene que ver con el desarrollo de estrategias terapéuticas y de prevención que pudieran implementarse para reducir el impacto negativo ocasionado por la ausencia del padre en los individuos y en los hogares.
Esta investigación fue realizada con recursos propios de los investigadores y no contó con financiación externa.