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Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud

Print version ISSN 1692-715XOn-line version ISSN 2027-7679

Rev.latinoam.cienc.soc.niñez juv vol.20 no.2 Manizales May/Aug. 2022  Epub Aug 01, 2022

https://doi.org/10.11600/rlcsnj.20.2.5022 

Estudios e Investigaciones

Crianza kichwa en Medellín: tensiones entre lo ancestral y lo occidental*

Kichwa childrearing in Medellin: tensions between ancestral and western practices

Criação Kichwa em Medellín: tensões entre o ancestral e o occidental

Mg. Laura Vannessa Buitrago-Restrepo 1  

Mg. Laura Cristina Álvarez-Herrera2 

1 Universidad de Antioquia, Colombia. Magíster en Terapia Familiar y de Pareja de la Universidad de Antioquia. 0000-0001-9486-2688. H5: 0. Correo electrónico: buitrago.laurav@gmail.com

2 Universidad de Antioquia, Colombia. Magíster en Terapia Familiar y de Pareja de la Universidad de Antioquia. 0000-0001-5887-7997. H5: 0. Correo electrónico: lcristina.alvarez@udea.edu.co


Resumen (analítico)

El abordaje de la crianza indígena en el ámbito científico y occidental es complejo e interesante, en un contexto de realidades diversas que requieren ser visibilizadas para ampliar la comprensión de la crianza infantil. La investigación es cualitativa, apoyada en el inter-accionismo simbólico, y cuenta con la participación de cuatro familias y cinco líderes de la comunidad kichwa. Los resultados dan cuenta de la noción de infancia y de las prácticas que implementa esta comunidad para mantener la identidad kichwa. Asimismo, se evidencian las tensiones que produce la crianza, según el entorno. Como conclusión, los kichwa han buscado mantener sus tradiciones en la crianza de los infantes; sin embargo, las dinámicas de la ciudad afectan su cotidianidad, en especial en entornos citadinos como el comercio y la educación.

Palabras clave:  Crianza del niño; infancia; grupo étnico; quechua. Tesauro de Ciencias Sociales de la Unesco

Abstract (analytical)

Addressing a topic such as indigenous child rearing using scientific and western concepts becomes complex and interesting in a context of diverse realities that need to be examined to broaden understanding of these practices. This research study is qualitative and uses a symbolic interactionism approach. It involved the participation of four families and five leaders from the Kichwa community living in the city of Medellin. The results capture the notion of childhood for this indigenous group and the practices they implement to maintain the Kichwa identity, as well as the complexities that a non-indigenous environment creates for raising their children. In conclusion, the Kichwa have sought to maintain their traditions for the upbringing of the children. However, the dynamics of the city affect these practices, especially in urban scenarios such as commerce and education.

Keywords: Child rearing; childhood; ethnic group; Quechua

Resumo (analítico)

Abordar um tópico como a criação indígena em escopos científicos e ocidentais torna-se complexo e interessante em um contexto de diversas realidades que precisam ser tornadas visíveis para ampliar a compreensão da criação infantil. A pesquisa é qualitativa com foco no interacionismo simbólico, e contou com a participação de quatro famílias e cinco lideranças da comunidade Kichwa habitantes de Medellín. Os achados mostram a importância de manter a identidade Kichwa e a noção de infância partindo da própria cultura e a complexidade que traz um meio distinto de formação e acompanhamento familiar. Concluindo, o povo Kichwa tem procurado manter suas tradições desde a formação das crianças, porém, as dinâmicas da cidade e suas interações influenciam na sua cotidianidade particularmente nos meios comerciais e educativos.

Palavras-chave: Educação infantil; infância; etnia; Quechua

Introducción

El rol de la familia en la educación de los hijos e hijas ha sido definido de muchas maneras; por ejemplo, como responsabilidad parental en la Ley 1098 (Congreso de la República de Colombia, 2006) o como la crianza, según otros autores especializados en el tema (Aguirre, 2000; Bocanegra, 2007). Esta última concepción se comprende como un constructo tridimensional de prácticas, creencias y pautas que los padres o cuidado-res articulan por medio de acciones afectivas, educativas, de cuidado y de apoyo según la edad del niño o la niña, con el fin de que los infantes puedan desarrollarse de manera integral y conectarse con el mundo social que habitan (Aguirre, 2000; Amador & García, 2021; Bocanegra, 2007).

En la actualidad, el tema de la familia ha tomado más relevancia debido a la preocupación de los padres por educar a sus hijos e hijas de la mejor manera (Infante & Martínez, 2016; Pérez et al., 2020). Esta situación conlleva la estructuración de unos estilos y modelos de crianza que determinan lo que se entiende como positivo o negativo, en un proceso basado en ideales, creencias y mitos influenciados por los parámetros sociales (Cardona, 2013). Estos parámetros deben ser aceptados, no solo por los padres, sino también por el contexto en que se vive, puesto que los valores que hacen parte del hogar se someten a la calificación del medio social (Cardona, 2013).

Esta mirada social de la crianza no permite reconocer visiones alternas como, por ejemplo, las de los indígenas, las cuales se basan en prácticas y no en estilos de criar (Álvarez et al., 2012). De hecho, «en Latinoamérica las instituciones estatales e incluso las organizaciones de la sociedad civil carecen de suficiente información sobre las prácticas de crianza en las familias y comunidades indígenas y acerca de procesos de socialización primaria culturalmente diferenciados» (López, 2003, p. 6).

Cabe destacar que la crianza en las culturas indígenas parte de saberes ancestrales y visiones que se tejen con la vinculación de la familia a la transmisión de la identidad cultural (Benavides et al., 2020; Muñoz, 2020). A su vez, los referentes culturales de los indígenas les permiten a sus familias y comunidades «aprender, mantener y transmitir el conocimiento, nombrar las cosas y darles un significado específico, relacionarse con la naturaleza, con sus recursos, con el juego y el trabajo, imaginar, crear y proyectar» (Díaz-Guerrero, 2003, como es citado en Peña-Ramos et al., 2017, p. 150).

No obstante, estas diferentes formas de ver la vida y la crianza no han sido reconocidas lo suficiente; de ahí que en la actualidad haya muchas investigaciones que no tienen en cuenta la diversidad cultural de los indígenas, sino que más bien parametrizan la cultura. Como señala Borobio (2003):

El hombre y la familia existen en una cultura concreta, pero ni el hombre ni la familia se agotan en esta concreta cultura. La tendencia a absolutizar la propia cultura impide con frecuencia el salir al encuentro de otras culturas, manifestando así un vacío de dinámica intercultural, que no deja espacio a otras culturas, a otros horizontes de sentido y de manifestación. (p. 10)

Esta falta de visibilización y comprensión de los saberes, prácticas y creencias en la crianza indígena produce una desventaja con las prácticas y pensamientos occidentales, por la poca confiabilidad y respaldo científico de los primeros, puesto que no están respaldados por referentes aceptados desde el punto de vista social. A esto se suma que la tradición indígena está permeada por problemáticas como la pobreza extrema, el conflicto armado, la discriminación y las dificultades para acceder a la salud y la educación (Ocoró & Mazabel, 2021; Urrego-Rodríguez, 2020).

A propósito, el presente artículo deriva de una investigación que se desarrolló con la comunidad indígena kichwa1(o quechua), proveniente de Ecuador, y que actualmente se 1 encuentra asentada en la ciudad de Medellín, Colombia, quienes viven las problemáticas mencionadas con anterioridad. Precisamente, estas tensiones son conocidas y aceptadas por el Ministerio de Cultura (2010), que plantea lo siguiente:

Llama la atención la falta de información sobre el pueblo kichwa que está bastante invisibilizado en producciones políticas y académicas, lo que ha reforzado la invisibilidad de las especificidades culturales de sus comunidades, así como los graves impactos negativos que ha tenido el conflicto armado en su pueblo, y la difícil situación de violación de Derechos Humanos. (p. 11)

Hay que anotar que no existe un censo actualizado de esta comunidad. No obstante, hasta el año 2017, había 582 indígenas kichwa, lo que la convirtió en la segunda etnia más numerosa de la ciudad (Gallego, 2018). Además, habría que mencionarse el que no se cuenta con la suficiente información sobre el pueblo indígena, debido a que no existe una caracterización de la comunidad. Igualmente, existe una escasez de trabajos investigativos que ayuden a comprender la forma en que las familias se vinculan con la crianza.

Dicho lo anterior, y a partir de la necesidad de conocer y aportar más información acerca de esta comunidad y su relación con el tema de la crianza, este artículo presenta los hallazgos de la investigación realizada en el marco de la maestría en Terapia Familiar y de Pareja. Para ello, la pregunta de investigación fue la siguiente: ¿cuáles son los significados y prácticas de la crianza infantil en familias indígenas kichwa que habitan en la ciudad de Medellín? Así, el objetivo estuvo orientado a comprender la crianza infantil en familias indígenas kichwa que habitan en la ciudad de Medellín.

Método

Para el trabajo realizado con la comunidad indígena kichwa fue necesario emplear el enfoque cualitativo mediante uno de sus métodos, en este caso, el interaccionismo simbólico. En este sentido, con este método se busca comprender el significado de la crianza infantil y sus prácticas por parte de los indígenas kichwa, a partir de los símbolos que nacen en sus interacciones (Rizo, 2001). Por su parte, el diseño de investigación utilizado fue el estudio de caso, el cual se refiere al «estudio de la particularidad y de la complejidad de un caso singular, para llegar a comprender su actividad en circunstancias importantes » (Stake, 1995, p. 11).

En cuanto a los criterios de inclusión para la selección de los participantes, se priorizó, primero, una estancia mínima de un año en Medellín; segundo, haber migrado de Ecuador, una sola vez, con destino Medellín o haber nacido en esta ciudad; y, tercero, familias con mínimo un hijo/a como posibilidad de indagar por la crianza. Dicho esto, el trabajo de campo se realizó con integrantes de la comunidad kichwa: cinco líderes comunitarios y cuatro familias.

Con referencia a los momentos metodológicos del estudio, se presentaron cuatro. El primero fue la proyección y acercamiento al campo. Allí se aplicaron entrevistas exploratorias a los participantes con el objetivo de tener la aprobación del cabildo kichwa. En el segundo se aplicaron las técnicas de recolección de la información (Hernández et al., 2014). En total, se consideraron para este artículo tres técnicas cualitativas:

  • Once entrevistas semiestructuradas familias y líderes, que consistieron en «una pauta o guía de preguntas con los temas o elementos claves que se quieren investigar o profundizar de una exploración previa con el informante» (Martínez, 2011, pp. 29-30). Por su flexibilidad, posibilitaron la elaboración de nuevos cuestionamientos, de acuerdo con lo que fluía durante las conversaciones.

  • Nueve observaciones participantes para registrar en diarios de campo las acciones cotidianas de los participantes. Esta técnica «permite dar cuenta de los fenómenos sociales a partir de la observación de contextos y situaciones en los que se generan los procesos sociales» (Sánchez, 2013, p. 95).

  • Una revisión documental, que se emplea para «obtener datos e información a partir de documentos escritos y no escritos» (Ander-Egg, 1987, p. 213) que se pueden utilizar para responder a la pregunta de investigación.

El tercer momento consistió en la producción y análisis de la información, la cual se grabó, transcribió y procesó mediante el software de análisis cualitativo ATLAS.ti. Esta herramienta ayudó a construir familias o categorías principales que, a través de una descripción densa o saturación, captan el sentido emergente en los discursos producidos por los participantes (Hernández et al., 2014).

Por último, el cuarto momento fueron las consideraciones éticas y criterios de rigor. Los criterios éticos tuvieron como base la Declaración de Helsinki (Asociación Médica Mundial, 2017), que hace alusión a no vulnerar el bienestar, la salud ni los derechos de los participantes, teniendo como base el respeto y la confidencialidad. De manera especial, se tuvo en cuenta que en las comunidades indígenas pueden surgir dilemas éticos propios de las características culturales de los pueblos aborígenes (Alcaraz & Correa, 2006). Además, se consideraron los criterios de rigor, con el fin de mantener la validez y fiabilidad para asegurar la calidad del estudio.

Resultados

En este apartado se exponen los hallazgos derivados de la aplicación de las técnicas de recolección de la información, que giraron en torno a la crianza infantil en la comunidad kichwa. Cabe señalar que esta comunidad ha creado formas propias de habitar la ciudad y traer a la cotidianidad sus costumbres ancestrales. Así que se plantea la importancia del ayllu (familia nuclear) y el muntun (familia extensa) para la transmisión y permanencia de su cultura en las nuevas generaciones; en concreto, la pervivencia de la comunidad kichwa (Andy et al., 2012a).

Dicho lo anterior, a continuación, se presentan los resultados, que se dividen en tres apartados: 1) significados del infante desde la visión kichwa; 2) prácticas y creencias en la crianza kichwa; y 3) la crianza kichwa en el contexto medellinense.

Significados del infante desde la visión kichwa

Según los relatos, la infancia kichwa comprende una visión familiar, comunitaria y cultural de su pueblo, en la cual los niños y las niñas ocupan un lugar privilegiado, debido a que su nacimiento contribuye a la pervivencia de las costumbres, prácticas y saberes de sus ancestros. Por ello, quienes acompañan la crianza son conscientes de que los infantes están anclados a matrices culturales distintas a las de la sociedad occidental. Así lo expresa un líder comunitario: «Mi hijo no viene de esta cultura, y la gente piensa que escucha esas cosas, piensa que nosotros somos otra raza (…); nosotros somos seres humanos como cualquier otro ser humano del mundo, pero sí tenemos una matriz cultural diferente» (Líder n.º 2, comunicación personal, 2019).

Esta construcción social sobre la importancia del niño y la niña se conecta a su vez con la concepción de que los infantes son la esperanza para continuar con los procesos de liderazgo en pro del colectivo y que se convierten en el medio para transformar la historia familiar y comunitaria de las múltiples discriminaciones y obstáculos, para que las nuevas generaciones tengan otras garantías culturales. Por consiguiente, en Medellín, los adultos kichwa dotan de herramientas a los infantes, especialmente en el escenario del comercio y el hogar, para que, a partir del desarrollo de sus habilidades, se conviertan en adultos íntegros y conectados con su legado étnico.

En consideración de esta visión del infante, cabe mencionar que el pensamiento kichwa y la tradición oral no establecen diferencias entre hombres y mujeres, sino que ambos géneros se comprenden en el término ñukanchik, en el cual se abarcan todos los seres dentro de una totalidad cósmica:

Así ñuka, que hace referencia a «yo», al sujeto; kan, que hace referencia a la segunda persona, «tú»; y chik, que se refiere a la terminación de la primera persona del plural, y al mismo tiempo a la luz, como una suerte de decir que el nosotros tiene la tarea colectiva de generar sabiduría. (Kowii, 2017, p. 170)

Del mismo modo, los padres y la comunidad tratan de trasladar esta representación a los infantes, nombrándolos como guagua, sin generar discriminación por sexo. Esta distinción se empieza a hacer evidente cuando se asocia al ser humano con el funcionamiento de la naturaleza. A propósito, así lo señala un líder comunitario:

Existe más bien una categorización más de tipo espiritual. Tenemos plantas hembra y plantas machos; tenemos, dentro de la misma planta, una hoja hembra y otra hoja macho (…); así las estrellas, las montañas, los ríos son hembras y machos. Así todo, todo está organizado de ese modo, digamos, dentro de nuestra forma de ver el mundo. Sí, eso sí existe. (Líder n.º 2, comunicación personal, 2019)

A partir de esta visión, los padres empiezan a asignarles características específicas a los niños y niñas, basadas en lo femenino y masculino (el viento, el agua, el fuego, la tierra), que, aunque no se tienen en el concepto de guagua, sí en los roles, significados o competencias que desarrolla el hombre y la mujer, y que se consideran igual de importantes para el funcionamiento de la vida.

Por otra parte, en la actualidad, se reflejan en esta comunidad dinámicas diversas en las que esta concepción del género y sus roles fluctúan entre la equidad y la continuidad de patrones occidentales desiguales. Muchas de estas son vivencias relacionadas con el contexto citadino que permea sus pensamientos y lleva a los progenitores a reproducir estereotipos de género en la crianza.

Estas prácticas y creencias que determinan las formas de concebir a los niños y niñas también se relacionan con un ciclo natural o biológico2, el cual, aunque no está definido por etapas, sí presenta cinco periodos (figura 1) en los que se desarrollan hitos importantes según la visión kichwa.

Figura 1 Ciclo natural kichwa 

Por otro lado, es posible afirmar que las formas de nombrar los ciclos traen consigo unas nociones de tiempo, espacio, creencias y prácticas en la crianza de los infantes. Además, se considera la importancia de que ellos participen y se involucren en las actividades cotidianas de los adultos, porque esto les ayuda, no solo en el desarrollo de sus habilidades, sino también en la adquisición de los elementos identitarios de su pueblo.

Prácticas y creencias en la crianza kichwa

De acuerdo con los entrevistados, las prácticas y creencias están asociadas con elementos esenciales en el crecimiento de los infantes. En este apartado, se abordan las tres más mencionadas. La primera tiene que ver con la gestación, el parto y el posparto, sobre las cuales los padres manifestaron que la decisión de concebir tiene relación con las premisas religiosas y culturales del hogar, que dan preeminencia a la tenencia de familias numerosas. Si bien en el pensamiento kichwa es fundamental la descendencia, en Medellín esta creencia se ha transformado por las complejidades del contexto, en especial por las demandas económicas que han llevado a muchos progenitores a tomar la decisión de reducir el número de hijos.

Sumado a lo anterior, todas las familias participantes señalaron que en el proceso de gestación, parto y posparto hacen uso de una serie de cuidados influidos por la medicina occidental o convencional y la medicina ancestral. Por un lado, la medicina convencional la utilizan para chequeos médicos, controles prenatales y ecografías como forma de conocer el estado del bebé y para la atención del parto. Por otro lado, de la medicina ancestral emplean plantas medicinales y buscan a médicos tradicionales o parteras con sus rituales para cuidar a la madre y al recién nacido. Entre las prácticas más nombradas desde esta visión se encuentran: el consumo de alimentos tradicionales, cierre de dieta (despojo y cuidado de energías negativas), la siembra de la placenta y envolver al recién nacido.

La segunda práctica y creencia de crianza es la enseñanza de los principios kichwa como manera de preservar sus tradiciones y forjar una identidad que se conecte con las características esperadas de su colectivo. Por consiguiente, es vital enseñar a los infantes cómo saludar y respetar a los mayores y cómo aprehender los principios Ama Llulla, Ama Killa y Ama Shuwa,3 con el fin de fortalecer su vida en todos los contextos, en especial el trabajo como base para ir por buen camino sin importar las dificultades. Al respecto, un líder señala: «Es que para no robar hay que trabajar, no hay que ser ocioso y no mentir. O sea, todos tres principios tienen una relación: si tú robas, tú mientes, sos perezoso porque te gustan las cosas fáciles» (Líder n.º 3, comunicación personal, 2019).

Cabe resaltar que la enseñanza de estos principios es trascendental para todo niño o niña kichwa. Además, la mayoría de cuidadores buscan vincularlos con el escenario del comercio, porque allí se vivencian aprendizajes significativos, aunque para muchos ciudadanos esto represente una explotación:

Otros dirán: «eso es explotación». No, para nosotros siempre es como disciplinándonos para seguir trabajando y luchando dice ella [madre del participante] y mantener como económicamente bien. Realmente a ellos les interesa es que uno trabaje; por eso uno de los principios que dan es no ser ociosos. Ocioso es ser perezoso, o sea, no ser perezoso y seguir trabajando. (Familia n.º 1, comunicación personal, 2019)

De acuerdo con esta y otras familias, la apropiación de los principios se realiza en contextos cotidianos para los kichwa, lo que significa que por medio del ejemplo y la puesta en marcha de acciones (juego, reconocimiento del entorno, primeros acercamientos a la lengua, vestimenta, escucha activa de los mayores, entre otras), los niños, niñas, familias y autoridades se apropian de sus principios identitarios y los salvaguardan. Sin embargo, en escenarios como el comercio se presentan críticas, dado que las prácticas de los kichwa vinculadas con este ámbito no se encuentran socialmente aceptadas.

Para finalizar, el último elemento que mencionan los entrevistados como parte de la crianza son las redes de apoyo. Estas son todas aquellas personas o grupos que acompañan el proceso de educar a los niños. Según los relatos, se identificaron tres redes esenciales en el proceso de crecimiento de los infantes: la primera y más importante es la familia, puesto que en ella se constituyen los vínculos afectivos y el ejemplo como los factores más poderosos que permiten ubicar la cultura como la base para tomar decisiones ante la vida y las acciones que se ejercen en la cotidianidad con los niños y niñas. La segunda es la red comunitaria, la cual fomenta que los valores comunitarios sean transmitidos de forma permanente a los niños, niñas y jóvenes por parte de los adultos mayores (Andy et al., 2012b). Por último, la red institucional que, aunque fue la menos nombrada por los participantes, ha empezado a tomar relevancia en las dinámicas internas de los hogares.

La crianza kichwa en el contexto medellinense

El vivir en Medellín pone en una encrucijada a los hogares y a la comunidad kichwa, en tanto sus visiones de la crianza son sometidas a multiplicidad de críticas, en especial en dos entornos en los que cotidianamente viven los infantes: el comercio y la educación.

Sobre el comercio, se encontró que es la base fundamental del pueblo, dado que en este ámbito se configuran elementos identitarios que deben formar parte del proceso de crianza; así que los infantes se vinculan a este entorno desde temprana edad. En ese sentido, hay tres asuntos a considerar en este escenario: las motivaciones de los padres para vincular a los niños y niñas al comercio, las prácticas de los infantes y los cuidados de sus progenitores y, por último, las dificultades que surgen ante la presencia de los infantes en dicho contexto.

Sobre el primer asunto, se encontraron tres motivaciones: la primera es mantener en un país ajeno al propio las pautas culturales que los caracterizan, especialmente la de ser buenos comerciantes y regirse por los principios kichwa ya nombrados; es decir, tener un contacto directo con el contenido simbólico que posee el trabajo, para que, en un futuro, puedan representar a su etnia. La segunda motivación es garantizar la presencia de los padres y familia cercana en la educación de los niños y niñas para construir lazos afectivos que les permitan a los infantes tener seguridad en el resto de su vida. La tercera es que los hijos e hijas asuman una postura distinta en un contexto tan complejo como el del comercio para dignificar su vida y buscar alternativas como el estudio. Sobre esto, se tiene lo siguiente:

Para que mire cómo es el trabajo de nosotros y desde allá tome como una postura de querer estudiar, en querer poder tener una carrera (…). Uno no le desea lo mismo a los hijos, porque siempre es duro; toca estar empujando carreta. Muchas veces no se vende y toca devolverse con todo (Familia n.º 2, comunicación personal, 2019).

Ahora bien, en este entorno del comercio, los niños y las niñas realizan prácticas que, según los entrevistados, no tienen que ver con responsabilidades asignadas o un trabajo al cual deban dar respuesta, puesto que esta vivencia se concentra en un ejercicio de descubrimiento. Entre las actividades más citadas, se encontró que los infantes aprovechan este espacio del comercio para jugar y compartir con sus cuidadores. Además, en ocasiones, apoyan la labor comercial mediante la organización y ofrecimiento de productos, ante lo cual desarrollan habilidades y aprenden principios de negociación, de manejo del dinero y de cómo relacionarse con los otros.

Habría que mencionar, además, que el ambiente comercial está permeado por múltiples riesgos que son propios de la ciudad, por lo que los padres configuran formas de cuidado para garantizar los derechos de los niños y las niñas. Entre los más mencionados están la atención constante y el establecimiento de límites socioespaciales y redes de cuidado tanto entre los que habitan el local comercial (como chazas o quioscos) como con los vendedores aledaños. También se hizo alusión a la escucha atenta de las necesidades de los infantes, para brindar la alimentación, el afecto, la enseñanza de bases culturales y el acompañamiento en todos los momentos del desarrollo, puesto que los kichwa consideran que dejar a los infantes con personas desconocidas es una opción peligrosa y no les permite anclarse a sus fundamentos culturales. Así lo expresa una líder comunitaria:

«¡Ay, qué pesar del niño que lo traen a la calle!». Sí, la gente dice qué pesar; pero yo prefiero estar aquí hasta las 8 o 9 de la noche con mi hijo, que no que «allá lo dejaron encerrado que porque ya se fue la señora y se cansó de esperarla a usted»; que usted no sabe un niño cómo va a reaccionar; que por eso se deprime, se asusta. (Líder n.º 4, comunicación personal, 2020)

Además del miedo que sienten los padres por dejar a sus hijos e hijas con personas desconocidas, también consideran que el entorno de sus hogares es peligroso y con muchos riesgos, los cuales pudieron ser observados por las presentes investigadoras: «Una vez en el lugar, a las afueras de la familia, observó [una de las investigadoras] un ambiente hostil con presencia de aproximadamente cincuenta habitantes de calle, muchos de ellos consumiendo marihuana, cocaína y licor» (Familia n.º 2, diario de campo, 2019).

Ante esta situación, los padres prefieren llevar a sus hijos e hijas a todos los espacios en que se encuentren, en especial al comercio como forma de protección y cuidado.

Lo anterior detona unas dificultades en el escenario comercial, porque las formas de vida de los kichwa no son comprendidas ni aceptadas por los ciudadanos e instituciones de Medellín. Estos ven en sus prácticas una vulneración a los derechos de los infantes muy relacionada con la explotación laboral. Esto, por supuesto, afecta la salvaguarda de los elementos culturales que se constituyen desde esta comunidad.

El segundo entorno en que conviven los niños y niñas kichwa es la educación como un componente fundamental en el crecimiento de los infantes, porque les ayuda a forjar una vida diferente y alejada de discriminaciones por su etnia, como también a limpiar la historia familiar de situaciones complejas:

Ellos se sienten como tan pequeños en este mundo, con falta de oportunidades. Entonces nos mandan a estudiar (...) para no sentirnos menos, para que no se vayan a sentir como nosotros, menos. «Queremos que ustedes estudien y tengan otra vida». (Familia n.º 1, comunicación personal, 2019)

No obstante, los infantes deben incorporarse a procesos educativos occidentalizados, en los que no se tiene en cuenta sus tradiciones ancestrales. Esta situación influye en que algunos sean retirados por parte de sus padres o tomen la decisión de no continuar con sus estudios: «Por ejemplo, una de Buen Comienzo ahí, de San Diego, dijo que el niño tenía que estar cortado el pelo porque parecía una niña (…). Entonces, ¿qué hizo esa familia?, retiró al niño» (Familia n.º 3, comunicación personal, 2019). Cabe anotar que los niños y las niñas experimentan situaciones de marginación y falta de comprensión de sus cosmovisiones en las instituciones de salud, educación y, en especial, por parte de los ciudadanos, quienes no tienen un enfoque diferencial.

Discusión

Los resultados de este estudio determinan que la vivencia de los kichwa en la ciudad ha estado marcada por un sinnúmero de situaciones sociales, económicas, políticas y culturales que inciden en la manera de cuidar y educar a los niños y niñas (Tuntaquimba, 2020). Algunas de las consecuencias son: desconfianza por parte de los cuidadores en el entorno que habitan, dado que se presentan riesgos psicosociales y los infantes son vulnerables a ellos; preocupación por preparar a sus hijos en el ámbito académico para que tengan mejores oportunidades en el futuro, debido a las desigualdades vividas; transformaciones en la manera de enseñar su cultura, raíces y cosmovisiones, que inciden en la construcción de la identidad de su pueblo y en las prácticas que utilizan, entre otras.

Sumado a lo anterior, se encuentra que, al no ser originarios de Colombia, su adaptación y migración son más complejas, lo que aumenta la tensión en Medellín por mantener prácticas e identidades culturales de Ecuador. A esto se añaden las múltiples ofertas occidentales a las que tienen acceso las nuevas generaciones y que influyen en la crianza (Morales, 2020).

Es importante señalar que para los kichwa la familia -especialmente la extensa- tiene un rol fundamental en el sostenimiento de la identidad, asunto por el que tratan de vivir en grupos familiares grandes.4 Sin embargo, las demandas citadinas complejizan y transforman la composición familiar y conducen a que los hogares disminuyan. Esto trae consigo consecuencias a «la estabilidad tanto individual como familiar, por la pérdida de vínculos emocionales y afectivos con sus familias de origen» (Villa, 1985, p. 16). Por consiguiente, los kichwa se alejan de sus bases culturales y familiares, empezando a vincularse con las dinámicas occidentales, con lo cual asumen formas y modelos de vida ajenos para configurar su identidad en una realidad migratoria (Colmenares, 2018).

Otro de los asuntos más nombrados y que genera preocupación en los kichwa es el uso constante del español y el distanciamiento con la lengua de su pueblo de origen. Esto se relaciona con las formas de organización de las instituciones educativas, las cuales responden a un modelo occidental que olvida a las minorías étnicas, especialmente sus lenguas y los sentidos que contienen para la formación de los infantes (Herrera, 2018). Asimismo, la cultura de Medellín da mayor prioridad a otras lenguas como el inglés para avanzar hacia el desarrollo; por lo tanto, los niños y niñas kichwa sienten interés en aprenderlo para tener otras posibilidades sociales, profesionales y laborales. Esto, por supuesto, influye en el deterioro de su lengua indígena y la transformación de la cultura en todos los contextos (Garzón, 2021).

Se resalta también que los infantes, al estar en contacto permanente con las instituciones educativas, viven situaciones de tensión ante los elementos culturales que deberían introyectar, en tanto su familia desea salvaguardar la esencia de su pueblo, pero la escuela invisibiliza estos saberes y trata de modificarlos para que cumpla con los estándares hegemónicos (Borobio, 2003; Caicedo & Espinel, 2018). No solo la lengua pone en una encrucijada a los infantes y familias, sino también el rechazo de los pares por sus formas de hablar, vestirse y comportarse; ello lleva a que los infantes nieguen su identidad o hagan nuevos requerimientos a los padres en el proceso de crianza, tales como vestir prendas conforme a la moda de los jóvenes, visitar centros comerciales, escuchar música de la ciudad, etc. (Herrera, 2018). Precisamente, las familias participantes mencionan la solicitud que hacen los niños y niñas a los progenitores de tener comportamientos basados en la cultura paisa.

Cabe destacar que no solo se suscitan angustias en el entorno educativo, sino también en el comercio, en tanto representa el segundo espacio donde se da la crianza. En este se tejen principios relacionados con el cuidado, la protección y la garantía de derechos y en el que se da la transmisión de costumbres. Sin embargo, en las grandes ciudades las comunidades indígenas encuentran dificultades para poner en marcha sus formas de crianza, que son concebidas como inapropiadas (Montenegro, 2011). En este sentido, se tiene la concepción de que la presencia de los niños y las niñas en el espacio laboral de sus padres tiene que ver con una posible vulneración de derechos relacionados con la explotación laboral. Teniendo en cuenta lo anterior, se considera lo contemplado por la Organización Internacional del Trabajo y Unión Interparlamentaria (2002), que indican que el trabajo infantil es aquel «que priva a los niños de su infancia, de su potencial y de su dignidad, y es perjudicial para su desarrollo físico y mental» (p. 16). Si bien esta concepción define las políticas que se tienen en la ciudad, la mismas comunidades indígenas conciben el trabajo como una práctica sociocultural que forma parte fundamental de los procesos de construcción del sujeto, siempre y cuando no se vulneren sus derechos, «porque es el medio a través del cual se lleva a cabo procesos de aprendizaje, incorporación y legitimación de sus miembros en la sociedad» (Organización Internacional del Trabajo [OIT] & Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil [IPEC], 2010, p. 12).

En este orden de ideas, se identificaron tres motivaciones principales, así como los factores protectores que consolidan los progenitores cuando llevan a los niños y las niñas al contexto del comercio. Primero, la presencia de los padres en la crianza; segunda: relación del infante con el entorno que habita; y, tercera: aprendizaje de las bases comunitarias kichwa por parte del infante (figura 2).

Figura 2 Motivaciones y factores protectores de los kichwa 

La primera motivación tiene que ver con la necesidad de que sean los progenitores quienes garanticen el cuidado de sus hijos e hijas, brinden los primeros aprendizajes y construyan los vínculos afectivos primarios, debido a que son ellos quienes conocen y dan respuesta a las necesidades. En esta motivación coinciden varios autores, cuando refieren a que los progenitores son quienes identifican y previenen los riesgos físicos y psico-sociales del entorno para brindar seguridad a los infantes (García-Méndez et al., 2014; Herrera et al., 2019; Pazú, 2018).

La segunda motivación se relaciona con que los infantes puedan interactuar de manera armónica con el entorno que habitan, para lo cual han construido lo que ellos denominan círculos de seguridad entre mestizos e indígenas. Esta forma de organización también puede nombrarse como redes sociales, en las cuales están inmersas las acciones que funcionan como sostén, contención, tejido social y posibilidad de cuidado y crecimiento mutuo en procesos como la crianza (Mejía, 2021).

Los aspectos anteriores se conectan con la tercera motivación, la cual está asociada con la enseñanza y aprendizaje de las bases comunitarias kichwa en el comercio por medio del ejemplo, la observación y la práctica de las actividades de la cotidianidad. De acuerdo con Jiménez et al. (2020), llevar a los infantes al comercio «es parte de la preparación de los hijos para la vida; estos piensan que el trabajo contribuye a la apropiación de valores morales y conductas» (p. 416). Este escenario tiene un significado más profundo, en el que los niños y las niñas aprenden valores y fundamentos que les permiten comprender la esencia de su cultura, adquirir herramientas para la vida y sostener sus hogares en el futuro.

Aun cuando se muestran unas diferenciaciones de la concepción del trabajo infantil en cuanto a las condiciones sobre la presencia de niños y niñas relacionadas con la salvaguarda de elementos culturales, no se puede negar que se identifican factores de riesgo relacionados con elementos socioeconómicos y otros del contexto que frecuentan y que pueden vulnerar los derechos de los infantes. Estos factores de riesgo son: 1) la asignación de responsabilidades laborales; 2) los peligros del centro de la ciudad; y, 3) las consecuencias en los procesos educativos de los niños y las niñas.

En el primer factor de riesgo, algunos niños y niñas realizan ciertas tareas en el comercio y dejan de hacer otras cosas que son necesarias para su desarrollo; pero los entrevistados afirmaron que los infantes no cumplen roles determinados ni tienen obligaciones. Sin embargo, a través de lo que se denomina «ejemplo» se puede camuflar un ejercicio laboral y configurarse una línea delgada entre una práctica cultural y una vulneración de derechos (Care Ecuador & Flacso, 2009). En este punto, es fundamental indicar que la OIT e el IPEC (2010) realizan una diferenciación sobre las actividades que desarrolla el infante indígena en el entorno familiar-comunitario, como «aquellas actividades aceptables que llevan a cabo niños y adolescentes en su contexto familiar, que están adaptadas a su edad y que hacen parte de su proceso formativo» (p. 22), y en el entorno extracomunitario, en el cual

se realiza en el contexto de sociedades nacionales, tiende a cambiarse por salario o a utilizar la fuerza de trabajo como mecanismo para la generación de riqueza, lo que define la naturaleza de las relaciones de producción capitalistas que responden a las exigencias so-cioculturales que éstas imponen (OIT & IPEC, 2010, p. 22).

Teniendo en cuenta lo anterior, la labor que realiza el infante kichwa sigue siendo difícil de determinar, pues, aunque la cosmovisión está anclada a sus raíces indígenas, no pueden negarse los peligros del centro de la ciudad de Medellín.

El segundo factor de riesgo tiene que ver con problemáticas y peligros que existen en el escenario del comercio para los infantes, en el cual se identifica el centro de la ciudad como un entorno con múltiples riesgos; entre ellos, «grupos delincuenciales, expendio y consumo de alcohol y sustancias psicoactivas, precariedad económica, violencia barrial, vulneración de derechos, desempleo, pobreza, desplazamiento urbano y rural, inequidad, entre otras» (Betancur & Moreno, 2019, p. 11). Esto produce en los cuidadores sentimientos de miedo y vulnerabilidad, al ser conscientes de los peligros a los que son expuestos sus hijos e hijas. Sin embargo, consideran que tener cerca a los infantes puede disminuir las amenazas que también viven en sus lugares de residencia. Se suma, además, un riesgo en la afectación de la salud por la exposición frecuente a la contaminación ambiental y auditiva (Aguiar & Correa, 2020).

Finalmente, el tercer factor de riesgo está relacionado con el impacto en los procesos educativos por la asistencia al comercio, porque es posible que los infantes dejen de asistir a las instituciones educativas, lo cual constituye una vulneración a sus derechos. Esta situación se vincula a su vez con dos variables o riesgos en el tema educativo. La primera es la asistencia a la escuela, en tanto se ve afectada por la presencia en el comercio que lleva a que los niños y niñas no acudan a clase o deserten de su formación para iniciar su emprendimiento productivo y económico (Acevedo et al., 2011; Hernández et al., 2008). La segunda está asociada con el rendimiento académico, en cuanto puede no existir un abandono del ámbito educativo, pero sí una disminución del rendimiento académico, debido a las horas que pasan en el comercio, el escaso acompañamiento que reciben y el poco tiempo que dedican a las tareas.

Además de estas situaciones que pueden influir en la permanencia estudiantil, también se encuentran problemáticas sociales en las instituciones educativas. Sin embargo, a pesar de todas estas situaciones, los indígenas kichwa tienen un papel relevante en la educación, porque están seguros de que esta puede dar oportunidades para mejorar la calidad de vida, la cual ha estado marcada por la exclusión, pobreza y marginación (Herrera, 2018).

Todo lo anterior permite evidenciar que los kichwa experimentan multiplicidad de dificultades para mantener sus prácticas de crianza, especialmente en los entornos comercial y educativo. Por ello, tratan de emplear las herramientas que tienen y, en especial, las redes de apoyo para contrarrestar las problemáticas de la educación de los niños y las niñas. Cabe recordar que para los kichwa existen tres redes de apoyo: familiar, comunitaria e institucional.

Estas redes tienen relación con los planteamientos de Chadi (2000), quien nombra a las anteriores redes como red social primaria, red social secundaria y redes sociales institucionales. La autora encuentra en estas redes las bases en las que se edifica el sujeto. Precisamente, de acuerdo con Silva (2009), quien realiza una reseña de Chadi (2000), las redes secundarias «no son tan significativas como las conformadas en las redes sociales primarias, en esta categoría se incluyen las relaciones construidas en grupos recreativos, comunitarios, religiosos, laborales y educativos» (p. 215). Este aspecto difiere de la concepción de los kichwa, dado que para ellos la red social secundaria es parte esencial de la vida familiar; ello puesto que en ambas (familia y comunidad) está la responsabilidad de cuidar, atesorar su cultura y apoyar ante las dificultades familiares para que los infantes se desarrollen adecuadamente. No obstante, algunos hogares han decidido apartarse de la intermediación de los líderes, cuya percepción es que las prácticas utilizadas no son adecuadas, porque, en ocasiones, no se comprende el contexto, sino que se busca que el hogar se adecúe a un imaginario cultural.

Aunque los kichwa tratan de tramitar sus problemáticas en la crianza en lo que respecta a las situaciones en los entornos educativos y comerciales con apoyo de la red familiar y comunitaria, cuando estas no logran dar respuesta, algunos acceden a instituciones o profesionales externos para recibir acompañamiento psicosocial. Esto con el fin de tener una visión más amplia que responda a sus necesidades y les permita fortalecer las herramientas para resolver los conflictos y recuperar la armonía familiar (Girón, 2011). No obstante, los entrevistados refieren que quienes acompañan no cuentan con un enfoque diferencial en sus intervenciones.

En concordancia con lo anterior, McNamee y Gergen (1996) afirman que, por lo general, los profesionales se fundamentan en teorías o enfoques tradicionales que no reconocen las diferencias y, además, tratan de estandarizar a los sujetos en un modelo de atención. Frente a esto, es necesario implementar nuevos enfoques educativos y psicosociales desde la interculturalidad, que ofrezcan un papel fundamental a la cultura específica y a las relaciones comunitarias y que respeten las diferencias en los pensamientos y en las prácticas en familias como las indígenas (Bonilla, 2018).

Considerando que esta investigación se desarrolló en el marco de la Maestría en Terapia Familiar y de Pareja, este campo se presenta desde los enfoques posmodernos como una red externa que puede acompañar los procesos de crianza de las familias y comprender sus realidades de manera flexible y abierta, puesto que permite a los consultantes y terapeutas co-construir nuevos significados y posibilidades (Tarragona, 2006). Estos enfoques posibilitan asumir una postura de «no saber», que favorece la curiosidad, la pregunta y el conocer al otro desde sus sistemas de creencias y significados, dándole un lugar relevante a la experticia que tienen las familias sobre sus propias vivencias (Anderson, 2005). Sin embargo, Falicov (2011) plantea también la necesidad de agregar una postura de «saber algo», referente a las culturas específicas o los elementos contextuales que pueden hacer parte de la familia consultante. Asimismo, los fundamentos conceptuales, teóricos y prácticos del terapeuta son los que permiten acompañar y co-construir con el hogar:

En una posición integradora, incluyendo «saber-algo» y «no-saber», el terapeuta debe sentirse cómodo con otros «doble discursos» -la habilidad de conectarse con las similitudes humanas universales que nos unen más allá del color, clase social, etnia o género- y al mismo tiempo reconocer y respetar las diferencias culturales específicas debidas al color, clase social, etnia y género. (Falicov, 2011, p. 21)

Lo anterior demuestra que las instituciones educativas, de protección de derechos de los niños, niñas y adolescentes y, en general, quienes puedan prestar un servicio de acompañamiento a familias o la comunidad kichwa, deben buscar nuevas maneras de integrar las cosmovisiones del pueblo en los procesos de apoyo, asesoría o enseñanza. De igual modo, deben generar procesos pedagógicos que permitan disminuir las acciones discriminatorias para que, de forma paulatina, el colectivo aumente los niveles de confianza en esta tercera red y fortalezca sus herramientas para las tensiones que experimenta en el proceso de criar infantes en un contexto ajeno.

Para finalizar, es fundamental resaltar que los kichwa le han dado un papel privilegiado a la infancia y ven en ella la posibilidad de salvaguardar su cultura, costumbres y prácticas de sus ancestros. Con ello, se puede decir que la concepción que construyen los miembros del colectivo en la ciudad se asocia con una visión familiar, comunitaria y cultural en la cual los niños y las niñas son la esperanza para mantener viva una etnia, transformar la historia y no dejar que se pierda el legado ancestral en las nuevas generaciones.

Por otro lado, según los hallazgos, la enseñanza de los principios kichwa se convierte en un elemento diferenciador ante procesos de crianza conocidos en Medellín, pues son estos los que posibilitan que el infante responda a una imagen comunitaria y fortalezca los procesos identitarios en la ciudad, en especial el trabajo como base esencial de todo miembro kichwa, quien de manera imperativa debe hacer parte de su cotidianidad.

Cabe destacar que la ciudad y sus referentes culturales han parametrizado y tratado de instaurar en los kichwa las maneras en que deben vivir su cotidianidad, olvidando que su crianza está relacionada con costumbres y tradiciones diferentes a las de Medellín, así como formas propias de vivir, ser y pensar la educación de sus niños y niñas. Sobre este asunto, las familias y la comunidad han buscado maneras de sostener sus cosmovisiones, aun en las complejidades que trae el estar lejos de su pueblo de origen. No obstante, no se puede negar que hay una transformación en la identidad y en la transmisión de prácticas, creencias y pautas en la crianza kichwa.

Se recomienda continuar con la realización de investigaciones que indaguen por la infancia y la crianza para aumentar el conocimiento científico de las comunidades indígenas que habitan el país y que han sido invisibilizadas. Específicamente, se recomienda desarrollar estudios que comparen prácticas, creencias y pautas en la crianza de pueblos étnicos que viven en territorios ajenos a los propios, para conocer cómo se mantiene o transforma su identidad.

Por último, debe pensarse a través de los diferentes planes, programas y proyectos estrategias que apunten al fortalecimiento de elementos culturales en los kichwa, como la lengua y la importancia de la etnia y la identidad en los diferentes contextos. Esto debe aplicarse en la educación occidental, a la cual se hace una solicitud especial de que transforme los contenidos de la malla curricular en el sistema educativo, que posibiliten la conexión con sus saberes ancestrales, sin sufrir ningún tipo de discriminación.

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*La investigación surge del trabajo de maestría Entre-tejiendo lo étnico con lo occidental: crianza infantil en familias indígenas kichwa habitantes en la ciudad de Medellín, que se llevó a cabo entre marzo de 2019 y julio de 2021 para obtener el título de magíster en Terapia Familiar y de Pareja de la Universidad de Antioquia. Área: sociología. Subárea: estudios de familia.

1Oriundo de Ecuador, el pueblo kichwa empezó su migración transnacional en la década de los años cuarenta. 1 En principio, su principal destino en Colombia fue la ciudad de Bogotá, pero luego se expandió a otros territorios como Medellín.

2El ciclo natural para los Kichwa se refiere a los momentos de desarrollo por el que transita el ser humano, y se 2 caracteriza por cambios y transformaciones propios de la cultura originaria. Esta concepción está anclada a los saberes y pensamientos ancestrales en los que generaciones pasadas han construido significados en relación con la naturaleza.

3Significa «no ser ladrón», «no ser mentiroso» y «no ser perezoso», respectivamente.

4te asunto es denominado por los medellinenses de manera negativa como «inquilinatos», dado que puede conllevar riesgos para los infantes el habitar en una misma vivienda con varios integrantes o familias.

Para citar este artículo: Buitrago-Restrepo, L. & Álvarez-Herrera, L. (2022). Crianza kichwa en Medellín: tensiones entre lo ancestral y lo occidental. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 20(2), 1-25. https://dx.doi.org/10.11600/rlcsnj.20.2.5022

Recibido: 12 de Agosto de 2021; Aprobado: 21 de Enero de 2022

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