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I
La democracia liberal, en su versión más depurada y posterior a la Revolución Francesa se funda en conceptos trascendentes como: la capacidad de los individuos de decidir racionalmente y la aceptación de las limitantes ordenadas en leyes preexistentes. Para ello no se requiere más mito que la existencia plena del ciudadano. En resultado de los diferentes intereses van a aparecer las ideologías de izquierda y derecha; la primera, interesada en eliminar el statu quo y reordenarlo a su favor y, la segunda, en mantenerlo haciéndole los ajustes plausibles de manera lenta. Los seguidores de estas se consolidarán como élites, a una de la cuales, la burguesía, Weber (1969) le imputó el sentimiento nacional. Esta arquitectura de pensamiento va a dinamizar la construcción de la sociedad industrial, en el siglo XIX y parte del XX, hasta la introducción de las expectativas en los modelos económicos y políticos neoclásicos. Su gran cambio se va a reportar con la emergencia de la tecnología y su impacto sobre el sistema político y social.
Importa en esta apretada reseña entender que ese ordenamiento produjo maneras y modos de la estructura social que se traducirán en nuevos valores y una refundada ética, a partir de la cual la democracia también se va recomponiendo. Como un gran colofón quedan tres figuras: el contrato como refrendador de los intereses de las personas y del bien común, la palabra como expresión de identidad del individuo y el discurso como recreación de lo colectivo.
Hoy, con el avance de las modernas tecnologías, el discurso se transforma en pequeños contenidos aparentemente incontrovertibles, en tanto que su iteración les concede carácter de verdad. Por su parte, la búsqueda del bien común se comienza a organizar a partir de los miedos y odios comunes y, los discursos que señalan un norte solo sirven reafirmar lo inmediato. En este entorno aparecen nuevas o redefinidas formas de las economías. De estas, se resalta en este escrito a la economía del delito, la cual es establecida por fuera de lo legítimo -leyes preexistentes- y la del cuasidelito, en la cual, apoyados en el riesgo de la innovación, se crean grandes pérdidas que son pagadas socialmente.
II
Los hechos registrados en estos últimos tiempos, a partir de la debacle financiera de 2008, establecen un quiebre que Caballero (2016) la ha definido como que el siglo XXI para Colombia empezó en 1991 y terminó en 2008. De allá acá, se han visto graves cuestionamientos a los fundamentos de la democracia: un Brexit inentendible, una pérdida del referendo por la paz, un inexplicable triunfo de Trump, una recomposición del escenario de Medio Oriente ajeno a cualquier lógica, una corrupción que toca a los más altos niveles de los Estados, entre muchas otras de las noticias en las cuales se encuentra una nueva configuración de los valores que soportan las propuestas de la democracia liberal, en el sentido que el fin si justifica los medios y, que aquello que se había acordado respecto de los hechos y su validez (Habermas, 1998), está sometido a permanente redefinición (Bauman, 2002).
En este escenario las empresas y, en general las sociedades, pareciera que no necesitan o no pueden contar con el muro de contención que separaba lo ilegítimo de aquello establecido con arreglo a valores y leyes preexistentes. El caso de Obedrecht en América Latina es sintomático y representativo de esta condición. Es la globalización del delito operando al interior de cada Estado y, sus aliados nacionales en nombre de este, admiten lo ilegal como la condición necesaria y suficiente para acceder a los jugosos recursos. El rosario de casos es muy alto y en casi todas las geografías para admitirlo como una conducta y no como un hecho aislado.
Tal vez antes se producían iguales o diferenciados en cantidad y calidad lo mismos hechos, pero hoy se masifican en virtud del desarrollo tecnológico. Lo que antes de 2008 podía verse reflejado en cuestión de meses o años, la quiebra bursátil de este año llevo al colapso generalizado en cuestión de horas. En estos escenarios lo valores y leyes soportes de la legitimidad y democracia implican unos costos de oportunidad que trascienden todos los ordenamientos.
¿Se puede detener la minería ilegal? ¿Habría que colocarle un batallón a cada esquina de los ríos? El valor asociado a la protección medioambiental y el disfrute ecológico pesa en el sentido colectivo, pero frente al costo de oportunidad individual de quien deja de extraer la riqueza no se tiene punto de equilibrio. Esta es una gran perturbación de la democracia liberal: no son las mayorías las que gobiernan sino las minorías y las élites las que imponen… aún en contra de las mayorías. El dilema de los comunes (Axelrod, 1984, Ostrom, 2015) puede explicar no solo esto, también las trasgresiones de los valores: o trasgredo o pago el costo de oportunidad de no trasgredir y, el segundo es más alto que el primero y, las disuasiones con medidas penitenciarias han demostrado ser muy poco efectivas. Así, 2008 fue la consagración de estos antivalores: escandalosas primas a los creativos que instrumentaron nuevas prácticas financieras sabiendo que el riesgo de quebrar era alto, pero mediante argucias políticas podían ser socializadas las pérdidas.
Es en este complejo estado de cosas se puede comprender el tamiflú como solución a la epidemia de H1N1. Aunque su capacidad de contener la enfermedad no se había probado, se debía vender a sabiendas que todas las epidemias tienen un punto de inflexión y, por tanto, el costo de oportunidad por no vender en la parte ascendente de ella era más alto que el de no respetar mínimas condiciones éticas. Igual en muchos ejemplos con los cuales se puede argumentar estas nuevas consideraciones.
De igual consideración se puede asumir la innovación disruptiva. Esta debe cambiar las estructuras de hábitos y rutinas de las organizaciones proponentes y debe cambiar el mercado. Pero el riesgo de dilapidar recursos, que serán refinanciados siguiendo la misma lógica expuesta, es menos alto que el costo de oportunidad de no aventurarse a capturarlos. ¿Cuáles son los límites éticos? Eso fue lo que se rompió en 2008 y validó la nueva dominancia “democrática” de las élites y las minorías.
III
En este nuevo escenario es en el que se puede advertir la hipótesis de Caballero citada al inicio y, requiere no solo redefinir los delitos sino su forma de comprensión, lo cual implica redelinear los alcances de las empresas y su accionar en los mercados. Para las organizaciones pareciera que lo importante no es resolver los problemas que les plantea la demanda, sino crear nuevos que impliquen reconstruir y construir nuevos mercados. Lo crucial de esto es que los valores asociados a la democracia liberal, basada en mayorías, son los fundamentos éticos de la microeconomía, la macroeconomía y la gestión de las empresas.
Así, este no es un asunto fácil, depende en mucho de la construcción de nuevos paradigmas, como ha sido tradicional en la explicación científica y los tiempos apuntan más a la explicación desde lo individual o pequeños grupos y no desde lo colectivo como lo formula el liberalismo clásico.
En este sentido los cantos hacia un retorno a las aislaciones y la vuelta a los nacionalismos representan un ajuste prefiriendo a unas élites en contravía de los alcances del bienestar al cual arribaron muchos de los habitantes del planeta. De igual manera las imposiciones de una minoría sobre otra con el argumento de representar una mayoría.
Vendrán nuevos años y nuevos vientos y se empezarán nuevas eras, ¿el siglo XXII?
DEMOCRACY AND VALUES TODAY
Liberal democracy, in its most refined version and after the French Revolution, is based on transcendent concepts such as: the ability of individuals to decide rationally and the acceptance of the constraints ordered in pre-existing laws. For this, no more myth is required than the full existence of the citizen. As a result of the different interests will appear the ideologies of left and right; The first one, interested in eliminating the status quo and reordering it in its favor, and the second, in maintaining it making the plausible adjustments in a slow way. The followers of these will consolidate themselves as elites, one of which, the bourgeoisie, Weber (1969) imputed to him the national feeling. This architecture of thought will energize the construction of industrial society, in the nineteenth and part of the twentieth century, until the introduction of expectations in neoclassical economic and political models. Its great change will be reported with the emergence of technology and its impact on the political and social system. It is important in this tight review to understand that this order produced ways and modes of social structure that will translate into new values and refounded ethics, from which democracy is also recomposed. As a great colophon there are three figures: the contract as an approver of the interests of people and the common good, the word as an expression of identity of the individual and discourse as a recreation of the collective. Today, with the advancement of modern technologies, discourse is transformed into seemingly incontrovertible small content, while its iteration gives them truth. On the other hand, the search for the common good begins to organize from the common fears and hatreds, and the speeches that indicate a north serve only to reaffirm the immediate. In this environment new or redefined forms of economies appear. Of these, it is highlighted in this writing the economy of crime, which is established outside the legitimate - preexisting laws - and that of quasi-crime, in which, supported by the risk of innovation, large losses are created that are Paid socially.
II
The events recorded in recent times, as of the financial debacle of 2008, establish a break that Caballero (2016) has defined as the 21st century for Colombia began in 1991 and ended in 2008. From here, have been seen Serious questions about the foundations of democracy: an uncontainable Brexit, a loss of the referendum for peace, an inexplicable triumph of Trump, a recomposition of the Middle East scenario alien to any logic, a corruption that touches the highest levels of democracy. States, among many others of the news in which is found a new configuration of the values that support the proposals of the liberal democracy, in the sense that the end if it justifies the means and, that what had been agreed on the facts And its validity (Habermas, 1998), is subject to permanent redefinition (Bauman, 2002).
In this scenario, companies and, in general, societies, do not seem to need or can not count on the wall of contention that separates the illegitimate from that established according to preexisting values and laws. The case of Obedrecht in Latin America is symptomatic and representative of this condition. It is the globalization of crime operating within each State, and its national allies in the name of this State, admit the illegal as the necessary and sufficient condition to access the juicy resources. The rosary of cases is very high and in almost all geographies to admit it as a conduct and not as an isolated fact.
Perhaps before they were produced equal or differentiated in quantity and quality the same facts, but today they are massified by virtue of technological development. What before 2008 could be reflected in a matter of months or years, the stock market crash this year led to widespread collapse in a matter of hours? In these scenarios, the values and laws that support legitimacy and democracy imply the opportunity costs that transcend all legal systems.
Can illegal mining be stopped? Should a battalion be placed at every corner of the river? The value associated with environmental protection and ecological enjoyment weighs in the collective sense, but against the individual opportunity cost of those who stop extracting wealth, there is no point of equilibrium. This is a great disturbance of liberal democracy: it is not the majorities that govern but minorities and the elite that impose ... even against the majority. The dilemma of the commons (Axelrod, 1984, Ostrom, 2015) can explain not only this, but also the transgressions of values: either transgress or pay the opportunity cost of not transgressing, and the second is higher than the first, Deterrents with penitentiary measures have proved to be very ineffective. Thus, 2008 was the consecration of these anti-values: scandalous premiums to the creative ones who implemented new financial practices knowing that the risk of breaking was high, but through political cunning could be socialized the losses.
It is in this complex state of affairs that tamiflu can be understood as a solution to the H1N1 epidemic. Although its ability to contain the disease had not been proven, it had to be sold knowingly that all epidemics had a turning point and, therefore, the opportunity cost of not selling on the upside of it was higher than that of Not respect minimum ethical conditions. Same in many examples with which these new considerations can be argued.
Of equal consideration can be assumed the disruptive innovation. This must change the structures of habits and routines of the proposing organizations and must change the market. But the risk of squandering resources, which will be refinanced following the same logic, is less than the opportunity cost of not venturing to capture them. Which Are the ethical limits? That was what broke in 2008 and validated the new "democratic" dominance of elites and minorities.
III
In this new scenario, it is possible to notice the hypothesis of Caballero mentioned at the beginning and, it requires not only redefining the crimes but also their understanding, which involves redelining the scope of the companies and their actions in the markets. For organizations it seems that the important thing is not to solve the problems that the demand poses them, but to create new ones that entail to reconstruct and to construct new markets. The crucial point of this is that the values associated with liberal democracy based on majorities are the ethical foundations of microeconomics, macroeconomics and business management.
Thus, this is not an easy matter, it depends very much on the construction of new paradigms, as it has been traditional in the scientific explanation and the times point more to the explanation from the individual or small groups and not from the collective as formulated the Classical liberalism.
In this sense, the songs towards a return to the isolation and the return to the nationalisms represents an adjustment preferring to elites in contravía of the reaches of the well-being that arrived many of the inhabitants of the planet. Similarly the impositions of one minority over another with the argument of representing a majority. New years and new winds will come and new ages will begin, the twenty-first century?
