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Justicia Juris

Print version ISSN 1692-8571

Justicia Juris vol.12 no.2 Barranquilla July/Dec. 2016

https://doi.org/10.15665/rj.v12i2.1014 

Resultado de investigación

Alteridades de las masculinidades gay en el Departamento del Atlántico

Otherness of gay men In the Atlantic Department

LIGIA CANTILLO BARRIOS 1  

1Magister en Estudios Políticos y Económicos. Docente- investigadora, Integrante del Grupo de Investigación: Mujer, Género y Cultura. Coordinadora de la Maestría en estudios de género y Violencia de Género. Universidad del Atlántico, ligiacantillo@mail.uniatlantico.edu.co / ligiaesther@yahoo.com. Universidad del Atlántico Km 7 Via Puerto, Barranquilla, Atlántico, Colombia


RESUMEN

Este estudio descriptivo, tiene como objetivo señalar qué piensan y cómo vivencian la comunidad gay su masculinidad en el departamento del Atlántico. Surge de la investigación: Vida cotidiana de la diversidad sexual en el departamento del Atlántico, de la misma autora. Para su realización se utilizaron encuestas, entrevistas e historias de vida. Los resultados de la investigación señalan, que la comunidad gay de este lugar busca interrelacionarse plenamente en una sociedad democrática, pluralista, incluyente, sin exclusión y sin estigma; construyen nuevos estilos de masculinidad más abiertas, flexibles, alejados de la impronta de la cultura patriarcal y al modelo femenino tradicional. Es decir no quieren ser tratados ni comparados con mujeres, porque no están interesados en asumir un sexo que no les pertenece biológicamente. Se identifican dos tendencias de masculinidades: quienes consideran la masculinidad tradicional, sin estar interesados en la masculinidad hegemónica y quienes presentan algún tipo de amedrentamiento peros sin querer parecerse a las mujeres. Ambos buscan nuevos estilos que los alejen de lo estigmatizado por la cultura patriarcal y judeocristiana. Quieren ser ellos sin encapsulamiento y donde puedan ejercer su ciudanía como sujetos de derechos.

Palabras clave: gays; masculinidades hegemónicas; alteridad de masculinidades

ABSTRACT

This descriptive study aims to point out what gay community thinks and how they live their masculinity in the Atlantic Department of Colombia. It comes from the research done by the same author titled: "Daily life of sexual diversity in the Atlantic department". To conduct this research surveys, interviews and life stories were used. The research results indicate that the gay community in Atlantic department seeks to fully interact in a democratic, pluralistic, inclusive society without exclusion and without stigma; they build new masculinity styles, more open, flexible, and away from the schema ofpatriarchal culture and the traditional female model. That is, they do not want to be treated or compared to women, because they are not interested in assuming a sex that does not belong to them biologically. Two masculinity trends are identified: those who consider traditional masculinity without being interested in hegemonic masculinity and those who have some type of terrorization, but do not want to look like women. Both trends seek new styles that take they away from the stigma created by the patriarchal and Judeo-Christian culture. They want to be themselves without prejudice and exercise their citizenship as subjects of rights.

Keywords: gay men; hegemonic masculinities; otherness of masculinities

Introducción

Los estudios sobre la masculinidad nacen en los Estados Unidos con el movimiento feministas y el movimiento de liberación gay de la década de los 60 y 70. Era una crítica al patriarcado, la heterosexualidad y al régimen normativo de la sexualidad e identidad que legitimó el heteropatriarcad o como modelo de vida jerárquico, autoritario y excluyente. La reflexión realizada por un grupo de hombres cuestionaba los roles tradicionales masculinos y femeninos y sus efectos en la sociedad, Cantos Aldaz, (2003) afirma, que sirvió para que los hombres identificaran que no solo las mujeres eran ignoradas por la humanidad: también, lo eran los varones quienes, a pesar de que se creían conocidos, igualmente, eran unos desconocidos en la sociedad, porque eran pensados a partir de un modelo único de ser hombre: la masculinidad ideal hegemónica y heteronormativa.

La reflexión suscitada por los hombres sobre su masculinidad hegemónica y heteronormativa ha conducido a realizar investigaciones sobre el tema, para identificar las causas y los efectos en la sociedad y la forma como intervenirla. De esta manera, se ha profundizado en la temática y se ha construido un marco epistémico sobre por qué y cómo se sustenta la dominación masculina en la sociedad, la cual ha gestado un modelo único de hombre heterosexual en lo erótico afectivo y el que debe asumirse y expresarse con relación al poder, la astucia y el riesgo. Bonino (2004) afirma: "Ser hombre en esta cultura patriarcal es poder, tener, saber, ser importante y confiado de sí mismo. Debe sobresalir en las conquistas exitosas pero muy especialmente en el campo de la sexualidad" (p.2).

El cuestionamiento a la hegemonía heterosexual que la cultura patriarcal y judeocristiana le impone a un hombre que debe vivir la cotidianidad separada de lo relacionado con lo femenino, la afectividad, la ética del cuidado y lo homosexual. Se convirtió así en un indicador clave de imposición de la masculinidad hegemónica y a partir de esta exclusión se construye y reafirma el prototipo de los varones, quienes tienen él debe de asumirse y proyectarse como un macho fuerte, agresivo, competitivo, viril, arriesgado, rudo y sin llanto. Es decir, cumplir con el "servicio social masculino obligatorio" de tener una masculinidad hegemónica. Ramírez, (2005) afirma: "La formulación de una caracterización de la denominada "masculinidad hegemónica" resalta, desde su definición, la existencia de una otredad masculina que no cumple con un patrón exigido del "ser hombre" en un contexto sociocultural determinado" (p.52).

La heterosexualidad y homosexualidad se consideran prácticas sexuales dicotómicas y excluyentes. Asumirse hetero es ser diferente a ser homosexual (lesbiana, gay, bisexual y transexual); es incluirse en imaginarios estereotipados y arquetipados, en contraposición y negación del uno sobre el otro, basados en la división binaria de lo masculino y lo femenino ordenadora de una sociedad heteronormatizada y excluyente. Esta concepción heterosexual esta en contravía con la definición que elabora La Organización Mundial de la Salud (OMS, 1975), cuando afirma que, la sexualidad humana es un evento importante en las personas presente a lo largo de su existencia, que envuelve sexo, identidades roles de género, erotismo, placer, intimidad, reproducción y orientación sexual.

Masculinidades

Los estudios sobre masculinidades son recientes en las ciencias humanas y las ciencias sociales, convirtiéndose en un área investigativa de interés para la interdisciplinaridad, en espacial, la biología, antropología, psicología y sociología. Se creó así un campo epistémico que da cuenta de las causas, efectos y las formas de su intervención social como principio rector de derechos humanos y derechos sexuales y reproductivos.

La masculinidad hegemónica se inscribe en la concepción tradicional binario de los roles masculinos y femeninos, diseñada por el patriarcado y reforzada por el judeocristianismo como modelo idealizado y normatizado de vida humana que se trasmite por generaciones a través del sistema sexo/género. El sexo remite a lo biológico y el género a una construcción social. Rubín. (1997), afirma que sexo/género es "el conjunto de disposiciones por el que una sociedad transforma la sexualidad biológica en producto de la actividad humana transformada" (pp. 41- 42),

La sexualidad humana se afianza y proyecta como heterosexual y heteronormatizada por la actividad erótica de las personas bajo el paraguas de la heterosexualidad como patrón ideal de sensualidad. Rubín, (1997) y Butler (2007) afirman, que la heterosexualidad no es solo un deseo: es un régimen político determinado por la sociedad que, como construcción social, controla la sexualidad, determinando lo que se puede y no se puede hacer eróticamente y que coloca "lo masculino" y lo "femenino" como complementariedad lo uno de la otra. Igualmente, los ubica de manera desigual y al ubicar jerárquicamente a la masculinidad sobre la feminidad pasa imponer la heterosexualidad como obligatoria y sin alteraciones.

La masculinidad hegemónica se ha encargado de colocar a hombres y mujeres de forma diferencial. La diferencia de sexo ha sido utilizada para excluir a las mujeres ubicándolas en condiciones de subordinación con relación a los hombres. Carabí (2000) define la masculinidad en un sentido neutro, desde lo hegemónico. Esto no ha sido debatido porque siempre ha estado presente y ha predominado en la construcción de la sociedad occidental, naturalizándose esa masculinidad alejada y subestimando lo femenino. Por su parte, Alatorre (2006) afirma, que la misma es una forma de la dimensión para organizar y establecer relaciones materiales, la cuales se convierten en forma de control y riqueza en un mundo simbólico para quienes adquiere rasgos identificativos o de masculinidad.

Nuevas masculinidades

Las nuevas masculinidades surgen del debilitamiento del modelo patriarcal y heterosexual con jerarquía de poder de un sexo sobre el otro. Abre nuevas y diversas formas para la conformación histórica de otras maneras de interrelación entre hombres, mujeres y diversidad sexual. Construyen así distintos comportamientos que priorizan el sentir de las necesidades personales y el reconocimiento de la otredad como centro rector de las manifestaciones humanas. Rubín, (1997) manifiesta que "La heterosexualidad, más que ser un tipo de deseo, se constituye en un régimen político, lo que cada sociedad denomina como sexual, permite o prohíbe, se obtiene culturalmente, se modifica y práctica, siendo un producto social, y es necesario entender las relaciones de producción del sexo, la organización social de la sexualidad y la reproducción de las convenciones de sexo y género" (p. 27)

La heterosexualidad divide y subordina a las personas entre heterosexuales y homosexuales, mujeres y hombres y excluye a la diversidad sexual. Es necesario que la sociedad construya unas formas diferentes de interacción entre varones y hembras como base para la equidad y los derechos humanos, lográndose que las formas tradicionales de feminidades y masculinidades sean separadas de la concepción de la dominación masculina que son limitantes para el desarrollo integral de unos y otras. Es instituir nuevas masculinidades y nuevas feminidades incluyentes y equitativas. Soto Guzmán (2013), afirma, que la nueva masculinidad es una forma de lucha de los hombres por la igualdad entre unas y otras en todos los espacios de la vida social, evitando la hegemonía masculina que impide la búsqueda de la equidad social.

El concepto de nuevas masculinidades puede entenderse como un movimiento naciente de hombres o grupos de hombres que abogan por la igualdad entre hombres y mujeres en todos los aspectos de la vida y que buscan erradicar la violencia física o psicológica contra mujeres, niños, ancianos y a los mismos hombres. Asimismo, promueven la crítica a la masculinidad hegemónica como causante de la negación de la equidad, derechos de mujeres, hombres y de diversidad sexual, que mantiene y perpetúa los privilegios de subordinación de lo masculino sobre lo femenino y excluye la homosexualidad.

La masculinidad hegemónica es una desigualdad normatizada socialmente que encubre los efectos que les causan a las mujeres, a los mismos hombres y a la sociedad en general. Se trasmite de generación en generación en el proceso de socialización en forma naturalizada e inmodificable, que garantiza perpetuación temporal y espacial.

Gay

La palabra gay es de origen anglosajón y significa alegre. Se empezó a utilizar en la década de los setenta por el movimiento reivindicativo de los derechos humanos de las personas que se consideraban homosexuales. Lo gay implica una visión distinta de la concepción heteronormatizada de asumir el deseo erótico afectivo; es decidirse y ejercer una práctica distinta de manifestar y vivenciar la sexualidad no "naturalizada" y alejada de la función reproductiva impuesta por la ideología patriarcal y judeocristiana. El término gay puede hacer referencia, de acuerdo al contexto, a hombres y mujeres. Sin embargo, en el presente trabajo esta solo referido a los varones.

El término gay nace como un mecanismo de autodescripción de los homosexuales para escapar de las taxonomías peyorativas impuesta a esa comunidad. Se convirtió en una alternativa para borrar el estigma de todos los vocablos y con distintas connotaciones que aludían a la palabra homosexual y a los mismos homosexuales. La expresión gay según González (2001) sirvió para que los homosexuales construyeran una identidad propia y reconocida por fuera de lo heteronormatizado. La identidad gay es más que unos varones o hembras establezcan relaciones sexuales con sus pares de sexo: son relaciones de aperturas para reflexionar sobre el género y las construcciones sociales perfiladas sobre la homosexualidad.

La condición gay es presentada en la sociedad por fuera de lo normatizado y por ello, es estigmatizada y excluida. Goffman (2003) afirma que a la comunidad de estigmatizados se integran individuos como grupos culturales que se juntan porque comparten así mismo la desvalorización contra otros que se consideran normales. De este modo, la estigmatización ha llevado a que esta población se le designen diferentes acepciones a través de la historia y visiones, siendo considerados como pecadores por la Iglesia Católica, como enfermos por las ciencias, como delincuentes por el Estado y como ciudadanos de segunda categoría por la política. De esta forma la ciencia médica reemplaza a lo religioso, al perverso al sodomita, y el enfermo al pecador. Así, las disidencias sexuales se convirtieron en pecado, delito y afrenta, manifestándose a través de las diversas maneras como se expresan los mitos que el imaginario colectivo estigmatizante ha construido sobre esa población expresado en las distintas fobias en forma verbal, gesticular, física, ridiculización e, incluso, la muerte.

Eliminar la estigmatización construida alrededor de la comunidad gays es una tarea urgente de la sociedad actual. Es reconocérsele como parte integrante de la cotidianidad como sujetos plenos de derechos, en un país como Colombia que se considera un estado social de derecho. Sin embargo, jurídicamente en el país se ha avanzado sobre el reconocimiento de sus derechos y la academia ha realizado estudios para identificar las causas históricas y culturales de la estigmatización. Estos han sido significativos para posesionar el tema en el debate público, académico, político y gubernamental, contribuye así a que en la actualidad forme parte de las agendas estatales, a nivel internacional y local. Igualmente, a que se asuma otras miradas redignificativas y acciones positivas que satisfagan las necesidades prácticas y estratégicas de dicha población. En este sentido, Careaga (2001) afirma, que los estudios sobre el tema han prescindido del uso despectivo propio de la interrelación cotidiana, para convertirse en un escenario de reflexión analítica sobre las diferentes expresiones de la sexualidad.

Alteridades de las masculinidades gay

Las alteridades de las masculinidades gays son una forma diferente de sentir, vivenciar y expresar la masculinidad no heteropatriarcal. Es una apuesta más humanizante que hace la masculinidad no hegemónica para generar un mejor encuentro con la vida cotidiana no solo desde lo normatizado, sino en el sentimiento y la expresión como principio para el ejercicio de la ciudadanía plena en el contexto de los derechos humanos y los derechos sexuales reproductivos. En una forma alternativa de construir nuevas masculinidades que eliminen el binomio del modelo femenino y masculino tradicional del fuerte versus el débil. Es redignificar el mito a la no feminidad del gay como modelo que el patriarcado impone a las mujeres.

La feminidad gay impuesta como reproducción exagerada del modelo femenino limita a esta comunidad plantearse alteridades de nuevas formas de masculinidades separadas de las tradicionales, genera una dualidad para el gay: por un lado, es hombre biológico y por el otro, su condición de gay supone que no debe asumir su masculinidad hegemónica. Esto crea una crisis de identidad a la comunidad gay para interactuar socialmente, tanto desde lo individual y lo colectivo como desde la percepción que sobre ellos tiene la población hetero. En este sentido, Connell (1997), afirma, que la masculinidad gay es una de las más discriminadas, pero existen otras que también lo son.

La comunidad gay, en la búsqueda de vivir una vida que les permita interactuar plenamente, sin exclusión y estigmas en una sociedad democrática y pluralista, construyen nuevos estilos de masculinidad e identidad más abiertas, flexibles y acordes con sus intereses de tiempo y espacio, alejándose de la impronta de la cultura patriarcal que encapsula la vida erótica y afectiva en la heterosexual y binomio de los roles masculinos/ femeninos.

Los gays se autodefinan con decisión erótica afectiva separada de lo hetronormatizada. Ello no siempre implica que se aparten de su condición tradicional masculina aprendida en la socialización de los roles binarios masculinos versus femeninos. La comunidad suele tener una visión masculinizada del hacer y sentir impuesta por la cultura patriarcal y judeocristiana. Aprovechan el status diferencial de poder y estigma que les otorga la masculinidad hegemónica que los ubica por encima de la feminidad.

El aprendizaje tradicional de la masculinidad y feminidad que hombres y mujeres reciben y aprenden en el contexto sociocultural, suele tener poca trasformación en el hacer y pensar cotidiano establecido por el patriarcado que impone los roles tradicionales masculino y femenino estereotipados y arquetipados que calan hondamente en el hacer y pensar de las personas, no siendo fácil hacerlos desaparecer de la interacción cotidiana. Sin embargo, en la actualidad realizan innovaciones importantes para gestar estilos de vida que les satisfagan de cómo se siente, piensa y quiere ser en su identidad y masculinidad.

Metodología

El objetivo del artículo es describir las alteridades de las masculinidades gays en el departamento del Atlántico, con el fin de identificar la percepción que tiene esta población sobre la manera como asumen sus propias masculinidades.

La metodología utilizada surge de la investigación: "Vida cotidiana de la diversidad sexual en el departamento del Atlántico", que desarrolló la misma autora. El método que se utiliza es descriptivo y cualicuantitativo con un enfoque etnográfico. Las técnicas de investigación son: revisión bibliográfica, encuestas (102), entrevistas (35) e historias de vida (5), total 142 gays seleccionadas al azar en el ciclo de edad de 14 a 64 años de edad; diferentes estratos socioeconómicos (1-6); niveles educativos (primaria, secundaria, técnico, pregrado y posgrado); etnias y origen - urbano rural. De esta forma, se construyó y contextualizó la pregunta problema: ¿Qué piensan y como vivencian las masculinidades de la comunidad gays del departamento del Atlántico?

Caracterización de la población gay

La comunidad gay en el departamento del Atlántico es abierta o encubierta con el estereotipo tradicional del ser Caribe (alegre y extrovertido). Viven su cotidianidad en relación a su estrato socioeconómico, determinante para el proyecto de vida personal, familiar y laboral, se ubican en todos los escenarios del hacer social. Existen quienes la identidad sexual los hace más propositivos y prospectivos y logran realizaciones en lo que quieren, mientras que otros hacen pocos esfuerzos para lograr lo que desean. El estatus social incide para definirse abierto o encubierto, los primeros, se visibilizan más, siendo más arriesgados para asumir en público su identidad sexual, e incluso la intimidad y suelen reafirmar más su homosexualidad, porque tienen menos restricciones sociales que poco comprometan su estatus social particular y familiar. Realizan actividades productivas dentro del estereotipo gay (academia, peluquería, arte y otros). Los segundos, se ocultan, pasan desapercibidos en cualquier espacio, no les interesa etiquetarse como homosexuales, desarrollan actividades económicas alejadas del estereotipo y asumen el rol tradicional masculino, pueden compartir lo erótico sexual con el sexo opuesto, para mantener públicamente su masculinidad heterosexual y suelen llevar una doble vida de homo y hetero por miedo al señalamiento. Se reafirman asistiendo al gimnasio y cuidan su imagen propia, así no arriesgan el status social personal, familiar e incluso, herencia y hasta el apellido, es una forma de conservación de los capitales que se poseen. Bourdieu (2001) afirma:

El capital puede presentase de tres maneras fundamentales. La forma concreta en que se manifiesta dependerá de cuál sea el campo de aplicación correspondiente, así como de la mayor o menor cuantía de los costes de transformación, que constituyen una condición previa para su aparición efectiva. Así, el capital económico es directa e inmediatamente convertible en dinero, y resulta especialmente -indicado para la institucionalización en forma de derechos de propiedad; el capital cultural puede convertirse bajo ciertas condiciones en capital económico y resulta apropiado para la institucionalización, sobre todo, en forma de títulos académicos; el capital social, que es un capital de obligaciones y "relaciones" sociales, resulta igualmente convertible, bajo ciertas condiciones, en capital económico, y puede ser institucionalizado en forma de títulos nobiliarios o simbólicos (pp.135 136)

Los abiertos y encubiertos reafirman la cultura patriarcal y heteronormatizada de poder de un sexo sobre el otro, buscan la identidad gay, pero siguen impresa la concepción heterosexual, aunque, tienden al equilibrio de nuevas masculinidades más flexibles acordes con la sociedad más incluyente y democrática, es un proceso de encontrar formas distintas de interrelación entre pares humanos por una sociedad inclusiva.

Las actividades alrededor de los gestores y hacedores del carnaval es un espacio que les genera participación cultural y emprendimiento productivo. Son significativos en gran parte de las actividades del Carnaval en Barranquilla y el resto del departamento. Es una de los eventos más inclusivos para los gays en todos los espacios, por el mismo imperativo de la razón de inversión del mismo Carnaval. Cantillo (2014) afirma:

El carnaval es una manifestación que conjura el mal y la locura. Subvierte el orden establecido a través de los rituales como espacio de encuentro y reencuentro permanente del existir y morir al mismo tiempo. En ellos la población se entrega durante cuatro días para expulsar las represiones impuestas por el orden normativo. Es a la final una forma de escape para desnormatizar lo normatizado y vivir el mundo al revés. (p.157)

La endodiscriminación se mantiene en la comunidad en particular en los mismos espacios de homosocialización, lugares que son precisamente para el encuentro sin exclusión entre pares diversos.

Mantienen de acuerdo al status protocolos de selectividad, excluyen por la clase social e identidad sexual, siendo los más discriminados los más afeminados y transexuales, generándose así mayor autoafirmación del gay por no tener exclusión. Igualmente, para que los gays sean reconocidos en el trabajo o cualquier actividad les tocas esforzarse el doble más que el hombre heterosexual. También, existe poca cohesión organizativa por parte de la dirigencia que lidera el movimiento LGTBI en el departamento, pudiendo jalonarse un proceso de mejor reclamo de derechos y empoderamiento incluyente más desde la intervención social efectiva y no solo desde discurso del reclamo de acciones menos transcendentales que garanticen el desarrollo pleno de su ciudadanía sin exclusión.

De las encuestas (102), entrevistas (35) e historias de vida (5), total 142 hombres que se autodefinieron como gays. Comprendidos en el rango de edades de 14 a 64 años, el 67.0% se inscribe en el ciclo de edad de la adolescencia y la juventud, el 32.9% a la edad adulta. El estado civil es variado, el 83.3% es soltero, 0.1% es casado, 12.5% está en unión libre y 3.1%, tiene otras formas de emparejamiento conyugal. Pertenecen a los diferentes estratos socioeconómicos en los cuales se haya dividido el departamento (1-6) , el estrato 1 y 2, concierne el 42.8%, en el estrato 3 y 4, el 47.2% y el estrato el 5 y 6, el 9.8%. En relación al nivel educativo es diverso y va de la primaria al posgrado, 0.1% es de primaria; el 28.5% es de secundaria; el 22.4% es técnico; el 37.7% es universitario; el 0.1 posgrado y el 0.3 otros. El mayor porcentaje de la población es la juventud, porque ese ciclo es el que más abiertamente muestra su sexualidad diversa. Por otro lado, la población joven y universitaria realizó las encuestas, lo cual también, explica la razón que el mayor porcentaje tenga estudios universitarios.

De los resultados de las encuestas y entrevistas se infiere que los gays en el departamento del Atlántico han gestado nuevos modelos de masculinidades, flexibilizando el patrón de la masculinidad hegemónica. Consideran que han trasformado sus pensamientos, permitiéndoles evolucionar sus estilos fijos e inmovibles masculinos por formas más sensibles para asumir el mundo de la vida. Son más ordenados, más tiernos, más tolerantes, más responsables y se interesan más por su presentación personal y su autoestima. Esto no significa que quieran asumir los estilos femeninos y sin desconocer que existe el travestismo. A los no travestis no les interesan cambiar sus modos de vida masculino se sienten bien utilizando las prendas tradicionales que se identifican con su masculinidad. Butler (2007) afirma, que los hombres que tienen propiedad masculina y que asumen tal propiedad como hecho significativo pero eventual de su condición de hombre. Esto indica que se puede considerar como un 'hombre' con propiedades femeninas, pero reafirman la "integridad del género.

Los gays consideran que el estereotipo de feminidad como se les proyecta socialmente forma parte del imaginario colectivo impuesto por la cultura patriarcal que crea mitos de gays afeminados. De este modo se consideran que ellos quisieran ser mujeres, usar prendas femeninas o vivir el mundo a la usanza de las féminas. Aunque esto es lo común en el plano de la vida cotidiana distinta a lo erótico afectivo, porque en el plano erótico suelen imponerse la heterosexualidad como modelo único e ideal de sexualidad humana, que establece la fijación calcada por el binarismo masculino/femenino de la dominación masculina. Aquí, el rol pasivo se asume con la mujer que en la sociedad es subordinada y se le considera como un hombre que pierde su varonilidad convirtiéndolo en un hombre cuestionado o de "poca valía". Mientras que el rol activo, se relaciona con el poder, jerarquía y fuerza e incluso en el plano de las relaciones de pareja se suele establece la misma división de los roles en el trabajo doméstico y como proveedor. El pasivo es "la nena" y "el maricón" y el activo, es el más macho y el más fuerte. Quienes no tienen esta división tan marcada establecen la forma dual de la sexualidad gay de activo, pasivo y versátil o "cincuenta y cincuenta " y otros no desarrollan ningún tipo de división, solo se dejan guiar por la creatividad y el deseo que les imponen sus emociones eróticas.

La preminencia del erotismo del rol activo y pasivo en la comunidad gay reafirma la presencia de la sobrevaloración falocéntrica y penetrativa que la cultura le otorga al falo y su acción de penetrar. Ello permite configurar las relaciones de jerarquía y poder de acuerdo con quien se ubica como penetrador. Igualmente, se ratifica, en la relación de hombres que tienen sexo con hombres (h-s-h), que quien penetra no se autoreconoce como gay y defiende su derecho a ser reconocido como macho en función que sigue ejerciendo su rol penetrativo. Ellos no desconocen su hombría y se autoreconocen en su identidad masculina tradicional. Aunque, existe una diversidad de reconocimientos de hombres que realizan sexualidad con sus pares de género, existen quienes no se reconocen en su preferencia sexual, quienes se reconocen, los que no se aceptan y quienes lo niegan, entre otros.

La penetración entre hombres es un fuerte cuestionamiento a la hegemonía masculina. Es una frustración e impotencia por el debilitamiento de la supremacía varonil hetero que les otorga un pene que debe utilizarse para penetrar y en especial, a una mujer y no a un hombre. No es fácil que la dominación masculina acepte que un hombre se deje penetrar por otro hombre. La repuesta frente a la disidencia es la homofobia y la estigmatización de presentar a los gays con la impronta femenina. De este modo los ridiculizan e invalida su masculinidad del hombre tradicional y les permite a los heterosexuales seguir reafirmando su masculinidad hegemónica. La fijación de los roles tradicionales planteados por la cultura patriarcal se aprende en la familia como institución formadora de la heteronormatividad, la masculinidad hegemónica y la heteronegatividad. Bourdieu (2004), afirma que la familia juega el papel principal de ordenar la reproducción, la dominación, la visión masculina y la división social del trabajo.

El papel de ordenador que cumple la familia, según Bourdieu, y el resto de instituciones socializantes, se expresa en la división de lo pasivo, activo y cincuenta y cincuenta en lo erótico gay. Se puede decir, que es una copia que realiza la diversidad sexual del modelo de relación sexual impuesta por lo heteronormativo de la cultura patriarcal, en razón, a que es lo aprendido socialmente y que no existen otras formas de convivencias erótica fuera de la heterosexualidad. Según, Butler (2000a) la imitación particular del género muestra la estructura imitativa propia del género. De esta forma, se presenta como una forma develada de revalorar el estereotipo de la naturaleza biológica y sicológica, que naturaliza a los hombres con el estigma de su condición masculina alejada de lo femenino. También es una forma de manifestar que es la construcción social binaria de los roles masculinos y femeninos, y no la naturaleza, la que incide en las formas diferenciada de los roles de género asimilados socialmente. Butler (2007), señala, "las restricciones binarias de todas formas encuadran y expresan la sexualidad y fijan con antelación las formas de su resistencia a lo real"

(p.134). Cabe preguntarse: ¿Cómo construir identidades y masculinidades gays en ausencia de referentes flexibles con los cuales explorarse e identificarse? Es solo una pregunta reflexiva que no tendrá respuesta en este artículo.

La comunidad gay no ha realizado trasgresiones profundas de los roles tradicionales en el ejercicio de lo erótico, pero tienden a ser más flexible en la forma de comprender y relacionarse con la vida cotidiana desde el sentir humano; el reconocimiento de la otredad; cuidan más la presentación personal; están más interesados en la "ética del cuidad"; son más humanistas; mas ambientalistas; no se centran solo en la razón y, valoran los sentimientos. En palabras de un gay, de 25 años: "sigo siendo hombre, pero mis gustos han cambiado y también, mis sentimientos".Weeks (1993) afirma:

la identidad no es un destino sino una elección. Pero, en una cultura donde los deseos homosexuales - femeninos o masculinos- siguen siendo execrados y negados, la adopción de una identidad lesbiana o gay constituye inevitablemente una elección política. (...) Son autocreaciones, pero creaciones en términos no elegidos libremente, sino establecidos históricamente. Así, las identidades homosexuales ilustran la relación entre la restricción y la oportunidad, la necesidad y la libertad, el poder y el placer (333).

La variedad de los nuevos modelos de masculinidades que en la actualidad construye la comunidad gay como una forma de autoafirmación de lo que siente, quieren vivir, expresar y ser reconocidos es una apuesta sociohumanista por lograr mejores espacios de armonía social, incluyente, participativos que centre lo humano como principio civilista de la humanidad. De esta forma, se reniegan los modelos más tipificados del hombre masculino o varonil en contraposición con el hombre gay afeminado. Seidler (2006) afirma que "Mientras pensemos las masculinidades como algo atrapado en el interior de una relación de poder, será difícil entender cómo pueden los hombres cambiar mediante procesos de transformación de las masculinidades en el seno de culturas, historias y tradiciones específicas" (p. 22). Deshacer el encapsulamiento del poder masculino es la ruta que garantiza la flexibilización de las masculinidades no solo gays, también de la diversidad de hombres y mujeres que no se reconocen con la hegemonía masculina limitadora del pleno desarrollo de lo individual y colectivo.

Las nuevas masculinidades gays no quieren ser tratadas ni comparadas con las mujeres. En la actualidad se asumen de diversas formas, sentir, expresar y, como todo proceso en construcción, son dinámicas. Un gay de 35 años, la señala de la siguiente manera: Existe el hombre gay que quiere ser hombre, no lo es, y el que es hombre y se siente bien así. Esta dualidad es la búsqueda de masculinidades no fijas sino flexibles.

En los resultados de la encuestas, entrevistas e historias de vida se observan dos tendencias de masculinidades en construcción: masculinidad varonil, "machitos", rudos, jerárquicos y que no descuidan el estilo masculino tradicional, del vestir, el corte de cabello, usan barba, tono de vos de hombres y se manifiestan con ademanes masculinos y nada de afeminados. Lo representan quienes no aceptan perder la masculinidad reconocida socialmente, aunque sin mucho interés de copiar la masculinidad hegemónica. Consideran que la sexualidad cambia su identidad de hombre y que el gusto por los pares de su sexo no hace que pierdan su condición masculina. Siguen manteniendo sus roles masculinos en todos los espacios de su interactuar, no se sienten ni quieren ser mujeres, en razón a que lo gay no los hace menos hombres y que se sienten tan hombres como los heterosexuales. Bourdieu (2004) afirma, que la masculinidad tradicional la integran un conjunto de valores, creencias, actitudes y comportamientos que buscan el poder y la autoridad sobre las personas que se asumen como débiles y que asumen la violencia por el machismo que somete a una persona y que le niega sus derechos.

La otra tendencia la representan quienes tienen algún estilo femenino o amaneramiento, ya sea leve, moderado o excesivo. Son conocidos en el lenguaje coloquial del contexto como: los que "botan plumas"; "floridos"; "floripondios", "emplumados", "galletas" y "partidos" entre otros. Aunque, con sus cuerpos pueden tener unas expresiones femeninas y algunas veces bastantes acentuadas o exagerada, que incluso extralimita el estilo tradicional femenino, sin embargo, muchos no se sienten mujeres, reconocen su condición masculina y suelen tener poco interés en considerarse mujeres. En palabras de un gay de 28 años: "algunos actúan muy floridos". Gay de 32 años: "Yo soy gay amanerado, pero soy hombre y no quiero ser mujer". Igual que los anteriores, pueden vestir ropa masculina, el corte de cabello, usan barba, tono de vos afeminada o no y suelen manifestar ademanes tanto masculinos como afeminados, pero siguen siendo masculinos.

Los dos tipos de masculinidades en construcción encontradas en la presente investigación coinciden con Sáez (2005) cuando afirma, que existen dos tipos de masculinidades gays. Esto se puede tomar como dos subculturas existentes donde en una han desarrollado la representación de la masculinidad basada en el exceso y en la desproporción y la otra, donde reproducen el modelo tradicional del ser masculino (vello corporal y facial, bravuconería, dureza en el sexo y agresividad. Bourdieu (2004) manifiesta que los hombres son unos prisioneros y víctimas de las representaciones de dominación. Igualmente, que la subordinación de la sociedad androcéntrica trasmite a las mujeres el ejercicio de la dominación masculina.

Los modelos del gays con amaneramiento o sin él viven su vida en forma normal como cualquier heterosexual, cambian porque disfrutan su sexualidad erótica afectiva con un par de su sexo, asumiendo un rol masculino o a veces femenino, ambos o ninguno. Se consideran hombres, pero con gustos sexuales diferentes, aunque conservan su esencia masculina, porque su identidad es como la de cualquier hombre. En su condición de gay suelen manejar el rol masculino y femenino, al mismo tiempo sin perder su masculinidad. Se aceptan y se sienten bien con su cuerpo, se gustan como son, se visionan y se comportan como la identidad de hombres y no perderán su condición masculina. Es un crecimiento de identidad de hombre y seguirá siéndolo y no lo quieren cambiar. Sin embargo, como son masculinidades en construcción, dinámicas y diversas no se desconoce que existen otras formas distintas de masculinidades. Badinter (1992) afirma que no existe una sola masculinidad; lo que hay es estándar masculino mundial legitimado sin exclusión de tiempo, espacio, clases sociales, etnia, orientación sexual; existen distintas formas de ser hombre socialmente.

Las dos tendencias de masculinidad gay identificadas en el departamento del Atlántico, en la actualidad adoptan una actitud diferente frente a la sociedad para manifestar sus nuevos modelos de masculinidades por fuera de lo hegemónico y femenino. Buscan estándares de ser hombres sin estereotipos fijados y que luego pueden convertirse en inamovibles. Le apuestan a ser más liberales, más flexibles, incluyentes, democráticos y sin temor al rechazo que les plantea la sociedad por su disidencia heteronormatizada; quieren ser más humanistas en relación con lo ambiental, buscando reconocimiento de su identidad en la exigibilidad de derechos para disfrutar el ejercicio pleno de una ciudadanía no estandarizada. Platero Lucas (2012) afirma: "La sexualidad no normativa engloba toda una serie de experiencias diversas tanto del deseo, la identidad y la filiación, que habitualmente se han señalado bajo el epígrafe homosexualidad" (pp. 126- 127).

La comunidad gay atlanticense persigue asumir masculinidades de nuevos modelos sin caer en lo generalizado de la heterosexualidad. Guasch, (2000). Afirma que "La heterosexualidad es un mito. Una invención. Una patraña. Es un producto histórico y social; el resultado de una época y unas condiciones sociales determinadas. Porque la heterosexualidad no es universal. Es algo nuestro, occidental, cristiano" (p.17). Esas concepciones heterosexuales quieren ser transformada por los gays del presente estudio, que son hombres que les gustan los hombres, pero no se asumen como mujeres, no están interesado ni en trascender y usurpar un sexo que no es propio ni innato de su condición biológica. Un gay de 26 años de edad, manifiesta: "No pienso que los hombres gays deban comportarse como mujeres, hay que respetar las transiciones de los hombres gays que no se siente hombres ni mujeres, transitamos en eso y estamos seguros con esa identidad". Otro de 32 años de edad: No tengo una personalidad indefinida y no quiere seguir siendo ni sexista ni homofóbico, pero si quieren seguir siendo masculino.

Es una forma de aceptación de una identidad sexual desde la diferencia y sin encapsulamiento impuesta por la sociedad heteronormatizada. Es autodefinirse como gay sin ser reconocido como los estigmas que los afeminizan que es su palabra "mariquea" y que son vistos como "locas" que gustan de todos los hombres. Es una comunidad gay en construcción de su identidad y de masculinidad que no quiere que pongan en entredicho su condición masculina o su hombría de hombres incompletos o de "menor valía". Son integrales en busca de distintas formas de relacionarse en una sociedad de cambios cada vez, más acelerados pero que debe ser democratizante e incluyente. En este sentido, la sociedad debe preparase para entender y asumirlos desde esa perspectiva y no desde los estigmas que ella misma ha gestado.

Busca nuevos modelos de masculinidades más flexibles, a veces lo activo y lo pasivo no pasa el umbral de la cama. Quieren unas masculinidades sin estampillas en donde puedan disfrutar su sexualidad fuera del estereotipo de lo heteronormativo. Es la sexualidad plástica de la que habla Giddens (2008) , es disfrutar en forma liberada de los cánones de la reproducción y en conexión con los derechos sexuales y reproductivos, es ubicarse en la concepción del ser pensado desde la teoría queer. Definida por, Mérida (2002) como el:

"Ser queer no significa combatir por un derecho a la intimidad, sino por la libertad pública de ser quien eres, cada día, en contra de la opresión: la homofobia, el racismo, la misoginia, la intolerancia de los hipócritas religiosos y de nuestro propio odio (pues nos han enseñado cuidadosamente a odiarnos). y ahora también significa luchar contra un virus y contra los antihomosexuales que usan al sida para barrernos de la faz de la tierra" (pp. 13-14).

Los nuevos enfoques de las nuevas masculinidades gay y queer deben transcender la sola postura del activísimo y se asuma en el escenario político y se incluya en políticas sociales y públicas para intervenir e incidir en las formas del hacer y pensar en la vida personal y colectiva de nuevos hombres y mujeres que tiene un interés distinto de interrelación con su cotidianidad. Es replantear los modelos impuestos por unos estilos de vida más comunicantes, donde se construyan redes de relaciones para la libertad y el empoderamiento como principio humanista. Butler (2000b), afirma que el sentir homosexual se requiere para asumir a la humanidad desde la armonía y la conservación que produzca una sociedad sin subordinación de género.

Es retomar la teoría queer, que pretende encausar a las nuevas generaciones heterosexuales y homosexuales por nuevos e innovadores planteamiento sobre la disolución de las identidades fijas e inamovibles sustentadas por la dominación masculina y judeocristianas. Es repensar lo humano desde otras formas de expresar las identidades ubicándolas en las dinámicas sociales insertándolas en sociedades más pluralistas, democratizas y en conexión con lo ambiental, lo territorial y asumiendo la persona como producto psicosocial, cultural y centro de sus necesidades prácticas. Es apoyarse en los derroteros de la teoría queer en su intento de visibilizar a las identidades que han sido ocultadas e ignoradas, otorgándoles los derechos a ser incluidos como seres activos de la sociedad y en el ejercicio de su ciudadanía plena

La teoría queer es un derrotero conceptual que convoca a la sociedad a la no exclusión; es plantearse la liberación de la individualidad iniciando por el cuerpo como territorio que todo lo cruza, siente y expresa. Es negar la fijación de lo masculino o femenino; es reconocer el derecho a ser posible construir una sociedad equitativa dinámica. Es según lo afirma, Mérida (2002). Las prácticas queer destellan la transgresión a la heteronormatividad institucionalizada que impone los deseos que pretenden desbandarse de su norma.

Las nuevas masculinidades gays del Atlántico convocan a todas las instancias de la sociedad presente a encontrar derroteros flexibles e humanizantés sobre las formas de dimensionar nuevos estilos de vida sin estigmas, garantes de reconocimiento y la libertad de vivir en armonía y con acceso a los bienes y servicios que garanticen el desarrollo integral de las personas.

Conclusiones

Las nuevas masculinidades gays buscan formas distintas para vivir su masculinidad, en forma flexibles y si encapsulamiento alejadas de la hegemonía masculina que otorga la cultura patriarcal y judeocristiana, limitantes del desarrollo integral individual y colectivo de una sociedad que requiere de cambios significativos para lograr la equidad y la justicia social como ejes claves para la democratización social.

Los gays asumen sus nuevos estilos de masculinidad alejadas de la masculinidad hegemónica, pero sin asumir la feminidad. No quieren ser mujeres, se consideran hombres y quieren seguir siendo hombres porque lo erótico afectivo no les quita su hombría. Promulgan el derecho a ser reconocidos como sujetos de derechos plenos, sin exclusión y estigmas que subvaloren y denigren su dignidad humana.

Los resultados de la investigación establecen dos tendencias de masculinidades en construcción: los que asumen las masculinidades tradicionales pero alejadas de masculinidad hegemónica y quienes presentan algún tipo de amaneramiento o afeminados, pero no se consideran mujer. Ambos siguen reafirmados en su condición masculina, pero en forma más flexible y con aperturas, sin desconocer que esto no significa una fijación de sus masculinidades. Son variadas como parte de un proyecto social que se está reflexionado, ratificando y encontrando en la diferencia y similitudes en una sociedad que aún los discrimina y excluye por su disidencia sexual.

Todas las instancias de la sociedad actual tienen la responsabilidad social de asumir la comunidad gay como un grupo social diverso, dinámico, en construcción y con los derechos a ser reconocidos en su ciudanía plena y sin ningún tipo de exclusión para que logren insertarse en la sociedad de acuerdo con sus visiones, principios y sentires humanos. Es una necesidad urgente e inaplazable que la sociedad globalizada ponga al servicio de la humanidad sus avances no solo científicos y tecnológicos, sino también lo humanístico para que hombres, mujeres y la diversidad sexual logren un espacio de dignificación humana como parte integrante de esta sociedad.

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Para citar este artículo Ligia Cantillo Barrios (2016). Alteridades de las masculinidad gay en el Departamento del Atlántico Justicia Juris, 12(2), 95-106

Recibido: 23 de Mayo de 2016; Aprobado: 25 de Agosto de 2016

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