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Eidos

Print version ISSN 1692-8857

Eidos  no.21 Barranquilla July/Dec. 2014

 

La inscripción de la sorpresa en la fenomenología de las emociones de Edmund Husserl

Natalie Depraz
natalie.depraz@gmail.com

Université de Rouen (ERIAC)

Membre Universitaire des Archives-Husserl

(ENS-CNRS)

Fecha de recepción: diciembre 06 de 2013
Fecha de aceptación: febrero 14 de 2014


Resumen

En este texto planteamos la pregunta por la inscripción de la sorpresa en la fenomenología de las emociones de Husserl. Pero antes de dar por supuesto que Husserl abordó el problema de la sorpresa, nos preguntamos si verdaderamente lo hizo y sí, incluso, se puede hablar de una "fenomenología de las emociones" en su obra. El texto está, así, motivado por dos interrogantes: ¿Es la sorpresa una emoción? ¿Husserl desarrolló verdaderamente una "fenomenología de las emociones"? Esto nos conducirá a 1) plantear una redefinición de sorpresa y 2) avanzar por el camino de una fenomenología un poco reformada por el hecho de la sorpresa. En tres apartados desarrollamos este planteamiento: I. La fenomenología husserliana de las emociones, II. ¿La sorpresa es una emoción? Y III. La sorpresa, un proceso.

PALABRAS CLAVE: Sorpresa, emoción, acto afectivo, emoción.


Abstract

In this paper we argue about the inscription of surprise in the phenomenology of emotions of E. Husserl. But before assuming that E. Husserl addressed the issue of surprise, we ask if he really did it and even, if it is possible to talk about a "phenomenology of emotions" his work. The paper is thus motivated by two questions: Is surprise an emotion? Did Husserl really develop a "phenomenology of emotions"? This will take us to, 1) outline a redefinition of surprise, and 2) advance through the path of a phenomenology that has been a bit reformed by the fact of surprise. This issue will be developed in three stages: I. the husserlian phenomenology of emotions, II. Is surprise an emotion? III. The surprise, a process.

KEYWORDS: Surprise, emotion, affective act, emotion.


La inscripción de la sorpresa en la fenomenología de las emociones de Edmund Husserl

¿Es la sorpresa una emoción? ¿Husserl desarrolló verdaderamente una "fenomenología de las emociones"? En este texto nos vamos a interrogar sobre la inscripción de la sorpresa en la fenomenología de Husserl a la luz de estas dos preguntas propuestas, lo que nos conducirá a 1) plantear una redefinición de sorpresa y 2) avanzar por el camino de una fenomenología un poco reformada por el hecho de la sorpresa.

Las anteriores preguntas de hecho se presuponen en nuestro título que interroga la inscripción de la sorpresa en la fenomenología de las emociones de Husserl. Lo que equivale a decir que para poder interesarse en la cuestión de esta inscripción, es decir, en sus formas, sus modalidades de aparición, sería necesario asegurarse previamente de que 1) la sorpresa es efectivamente una emoción y de que 2) Husserl elaboró una tal fenomenología. Ahora bien, estas cuestiones están lejos de estar zanjadas.

Además, más allá incluso de estas preguntas -emoción o no, fenomenología de las emociones o no-, el problema es saber si Husserl abordó en algún momento la sorpresa. A diferencia de Descartes, de Kant, de A. Smith, de Peirce y de Dewey, de Berg-son o de Ricoeur, o más recientemente aun, de Davidson y de Dennett, parece que Husserl no hubiese hecho de la sorpresa un tema, incluso lateral, ni a fortiori una experiencia ni un concepto metodológico.

¿Entonces? ¿No está mi propósito triplemente desubicado?, ¿no es incluso incongruente? 1) ¿Es pertinente considerar que en Husserl hay una "fenomenología de las emociones"? Y si después de examen se concluye que ese es el caso incluso parcialmente, ¿quién dice 2) que la sorpresa entra en este marco, si se encuentra que ella tal vez no es una emoción en el sentido pleno y radical del término? Y si ese no es el caso unívocamente, sería conveniente preguntarse qué es entonces la sorpresa y por qué, al contrario de sus colegas filósofos racionalistas, empiristas, pragmáticos y filósofos del espíritu, Husserl no la tematizó como emoción, aunque solo hubiese sido para otorgarle estatuto bajo una forma no nominal.

I. La fenomenología husserliana de las emociones

Pregunta número 1: ¿Hay, y de haberla, en qué sentido, una fenomenología husserliana de las emociones? En sentido literal, los términos "emoción" y "emocional" son muy poco frecuentes en el corpus husserliano, y la entrada retrospectiva contemporánea a este corpus textual que forma la llamada "psicología" de Husserl impone casi naturalmente la terminología ligada a la emoción, en virtud, sobre todo, de la renovada atención por este tema en neurociencias y en psicología cognitiva desde los años 70 con Ekman, luego Plutchik, Damasio y Craig. La red de términos que se refieren genéricamente a lo vivido emocional está, sin embargo, bien diferenciada en los textos de Husserl que vamos a examinar y dibuja una cartografía fascinante de los diferentes planos y modos de acceso a lo emocional: Gemüt, Gejühl, Ajfekt, Begehren, Gefallen, Lust, Genuss, Wertung, Stimmung; y Husserl toma igualmente múltiples ejemplos de emociones constituidas: Freude (que es dominante), pero también Trauer, Liebe, Hafi, Furcht, Hojf-nung, pero también Wunder, Zweifel, Mut, Mutlosigkeit, etc., y esto a lo largo de ejemplos de situaciones detalladas e introducidas según el análisis. Si hay, pues, fenomenología de las emociones, ella emerge en dos textos que se apoyan ampliamente el uno al otro y que corresponden al primer período del trabajo de Husserl: 1) el Curso sobre la atención de 1904-1905 acompañado por los manuscritos de los años 1893-1912 (tomados del Hua, XXXVIII, 2004; traducción al francés de 2009); 2) el tomo II de los textos de los años 1908-1914, reunidos bajo el título Studien zur Struktur des Bewufitseins, consagrado a los actos afectivos, en curso de publicación en alemán y de traducción al francés.

De manera general, el tema de las emociones aparece en Husserl en su herencia brentaniana bajo la categoría de los "actos afectivos", en diferencia con los actos teóricos cognitivos. En el vocabulario husserliano, estos actos son considerados en las RL (Investigaciones Lógicas) como no objetivantes, es decir que la relación con un objeto no los caracteriza de manera interna. Para comenzar tomemos un ejemplo singular en primera persona (sin poder, por supuesto, granularlo como convendría con la ayuda de la técnica de la entrevista de explicitación): percibo esta mañana sobre la mesa de la cocina esta taza que acabo de traer de Estados Unidos y detallo en ella el color verde, la textura lisa y brillante, la inscripción en la que se ve la firma del filósofo pragmático John Dewey, la mención a la Universidad de Carbondale. Mi acto, de tipo perceptivo, se dirige a este objeto a través de sus esbozos según sus propiedades objetivas de color, de forma, de sentido y de referencia; al mismo tiempo, viéndolo siento un sentimiento intenso ligado al hecho de que esta taza es un regalo que me hizo el amigo que nos acogió y aparece ante mis ojos investido de un valor afectivo intenso ligado a una emoción de alegría, de gratitud, de compartir, también de nostalgia: el acto llamado "afectivo" -que, entre otras cosas, puede ser también un estado- adquiere entonces una realidad y una existencia independiente del objeto: viendo la taza, siento esta alegría ligada al recuerdo del momento en que mi amigo me hizo este regalo, y esta se extiende a la situación pasada reciente, perdura en ella misma como un estado y una disposición ya sin vínculo directo con el objeto.

Diez años después, en las Ideen, de 1913, Husserl agrupará estos actos bajo la categoría genérica de los actos objetivantes, diferenciándolos esta vez según su objeto propio, ciertamente no la realidad de lo percibido en sus propiedades, sino el valor que lo sostiene, y se limitará a su inversión axiológica, dejando de lado la cualidad estrictamente emocional, que según él ya no tiene existencia autónoma pertinente en tanto que estado y disposición perdurables.

En este artículo quisiéramos, para comenzar, volver sobre este momento primero del análisis husserliano, en el que la dimensión afectiva es tomada en consideración por ella misma, es decir, diferenciada de la percepción objetivante y también de la valoración (Wertung) o acto de posición del valor del objeto, el cual en el espíritu de Husserl también es objetivante. Es este rasgo de independencia relativa con relación al objeto lo que caracteriza propiamente el acto afectivo, y del cual conviene además verificar si se trata verdaderamente de un acto o, más bien, de un estado, de una disposición, lo que parece responder a su cualidad de duración interna, hasta en su dinámica de perduración y de propagación. Cuya cualidad propia parece residir, a la vez, en su inicio vía la presencia de un objeto y en la adquisición de una existencia perdurable sin ninguna referencia a ningún objeto de ninguna clase. Solo como indicación citemos este pasaje tomado del Curso sobre la atención, que ilustra bien el rasgo que acabamos de explicar:

Yo me irrito primero que todo por la lentitud permanente del curso de mis pensamientos en el momento de una investigación; luego tengo tendencia a irritarme también por otra cosa: el cielo gris, el ruido de los niños en la calle, etc. De una se pasa a la otra y se confunde con la otra. Y termina uno por irritarse y no se sabe por qué. El humor ha tomado posesión del alma de tal manera que un sentimiento perdurable domina y que, al mismo tiempo, la disposición perdura, reforzada por todas partes. (Husserl, 2009, p. 177)

Aquí el acto de irritación, que surgió de su impulso "objetivo" primero (la lentitud de mis pensamientos) y puede ser activado con ocasión de otros impulsos objetivos (el cielo gris, el ruido de los niños), se convierte poco a poco en un estado y en una disposición de ser ya sin vínculo con un objeto dado. Esto es lo que lleva a Husserl, en las páginas que siguen, a proponer una distinción entre acto y estado, que se encuentra en los SSB (Studien der Struktur des Bewufitseins, en el centro de los capítulos 4 y 5 de nuestro manuscrito Gefühl), y a vincular esta distinción no solo con la referencia o no al objeto, sino también con la temporalidad de lo vivido que esté en juego y, finalmente, con cierta clase de emociones con relación a otras, es decir, con la transformación de la calidad emocional misma:

Me parece que se debe distinguir los actos psíquicos y los estados. Los actos psíquicos se caracterizan por el hecho de que tienen un contenido intencional, ya sea que les pueda ser efectivamente propio durante toda la duración de la actividad, ya sea que lo es durante una parte del tiempo, ya sea que pueda ser despertado en general a título de simple disposición. El contenido intencional es el mismo ya sea aquel hacia el cual el acto va dirigido o bien aquel en el cual encuentra su fundamento. La voluntad (no tomamos el término en el sentido de las disposiciones que se forman) es un acto, se dirige hacia algo que es querido y es sin eso impensable. Al mismo tiempo, vamos a caracterizar lo que se quiere como el fundamento del querer, como su motivo, es decir, como su causa1. La representación despierta el desear y el querer. De la misma manera, la afirmación y la negación, la presunción, la espera, la esperanza y el temor, etc., son actos.

Por el contrario, el placer y el displacer (la valentía, la cobardía, la alegría, la tristeza) en todas sus formas son estados. No vamos dirigidos hacia algo, estos estados no tienen por objetivo poder ser referidos a objetos, sean los que sean. Pero la referencia es de otro orden. El placer se despierta por el objeto y colma mi alma, que se conduce de manera pasiva, no de manera activa, sobre el modo de la recepción, no de la donación. El objeto es el fundamento del sentimiento, nos hace sentir placer; este irradia a partir del objeto y nunca me dirijo activamente hacia el objeto como en el caso de la voluntad2.

El sentimiento me aparece como un sufrir, como un estado, no como un acto. La diferencia se manifiesta igualmente por el hecho de que un estado sin objeto fuente de alerta no nos parece de ninguna manera absurdo. Es posible que un tal estado no se presente raramente. El estado puede perpetuarse después de que el objeto fuente de alerta ya no está presente; puede entonces todavía ser reproducido en tanto disposición inconscientemente despertada, pero el sentimiento ya no se refiere a él a título de complemento indispensable. Un sentimiento subsiste a menudo sin que lleguemos a hacer aparecer los objetos fuente de alerta. Estamos tristes y no sabemos por nosotros mismos por qué. Estamos contentos sin una razón particular. (Husserl, 2009, pp. 179-180)

Esta distinción es crucial, y para nosotros particularmente importante, porque pasa a través de lo que se denomina corrientemente hoy día, a partir de las ciencias cognitivas (psicología y neurociencias), las "emociones", sugiriendo distinguir, de manera, a mi parecer, bastante notable, emociones-acto (por ejemplo, deseo, esperanza, espera, temor) y emociones-estado (por ejemplo, valentía, cobardía, alegría, tristeza). Será interesante, sobre esta base, preguntarse dónde situar la sorpresa. Allí llegaré un poco más tarde.

En realidad, a lo largo de las publicaciones de Husserl: los APS (Analysen zurpassiven Synthesis), luego el curso sobre la atención y finalmente los SSB (Studien der Struktur des Bewufitseins), uno se da cuenta de que la problemática de la afectividad no ha dejado de preocupar al fundador de la fenomenología, con nombres y según problemáticas diferentes pero articulados: Así, la emoción recibe un nombre precoz desde los textos llamados "pre-fenomenológicos" de los años 1890 y hasta 1912, en términos de ritmo (Rythmus), de tensión (Spannung), de distensión/relajación (Entspannung), en relación con la problemática del interés que sirve de motor afectivo a las actividades perceptivas y cognitivas; alrededor de los años 1918-1926, que corresponden a la asunción de la fenomenología llamada "genética", el término de afección (Affektion) es el que viene a alimentar la dinámica temporal de lo vivido, el cual se inscribe en la tendencia (Tendenz) pasivo-receptiva que opera en el sujeto y abre una dinámica atencional ella misma diferenciada; en los años 30, es la problemática de la afección primaria (Uraffektion) en la fuente de la constitución temporal la que, tomando un giro más especulativo, va a resonar con la intencionalidad pulsional (Trieb) del sujeto y a anclar este en su vida hilética mas acá del esquema intencional.

Buscando organizar un plan de análisis genético y más simplemente descriptivo, parece que Husserl siempre hubiese situado lo que él no llama "emoción" sino "interés", "tensión", "afección", "tendencia", "afección original", "pulsión en una" en el corazón de una dinámica de fuerzas (Krafte) que subraya la conflictividad potencial o abierta de la vida interna del sujeto, sus bloqueos (Hemmungen), sus trabas/obligaciones (Zwange), sus resistencias (Widerstande), y que él declina en todas estas fases en los planos prioritariamente perceptivo y cognitivo.

Desde luego, incluso en estos textos fascinantes que revelan un Husserl de la fuerza, de la intensidad y de los conflictos psíquicos, se le da poco espacio a la realidad fenomenológica de los indicadores corporales, orgánicos, fisiológicos de esta dinámica tensión/ distensión, tendencia, pulsión afectiva, y tampoco a su inversión emocional, en sentido estricto, en términos de sentimiento, de humor, de microfluctuaciones.

Recortando en parte los análisis de lo masivo de los manuscritos de 1890-1912 según el vector del ritmo material tensión-distensión-satisfacción, los SSB (Studien der Struktur des Bewufitseins) abren en su segundo volumen, consagrado a los actos afectivos, anotaciones y evocaciones múltiples que dibujan los contornos de la vida emocional del sujeto según entradas hasta ahora poco exploradas y según al menos tres segmentos discursivos: 1) términos genéricos proponen entradas múltiples en la dinámica emocional, ya sea por la inversión en términos de valor y de valoración (eso me importa, me afecta positiva o negativamente3), por la duración, el perdurar (estado o disposición): Gemüt, Gefühl, Affekt, Begehren, Gefallen, Lust, Genuss, Stimmung ; 2) nombres de emociones concretas constituidas vienen a concretar las categorías genéricas : Freude (que es dominante), pero también Trauer, Liebe, Hafi, Furcht, Hojfiung, pero también Wunder, Zweifel, Mut, Mutlosigkeit ; 3) múltiples ejemplos, hilados, casi narrativos, o por lo menos situacionales, encarnan el propósito. Un ejemplo, a título indicativo, tomado del manuscrito Gefühl:

Yo hablo con una persona amable. Ella está ahí, con su "carácter amable", mi atención está completamente puesta en la conversación en la cual se manifiesta toda el alma de esta persona y al mismo tiempo la miro, la expresión de su rostro dibuja el camino de su comprensión, oigo las palabras transportadas por el sonido cálido de su voz, etc. Todo eso tiene una coloración afectiva, una percepción afectiva. Estoy cada vez más lleno de alegría, la excitación alegre aumenta. Pero no estoy dirigido hacia la alegría, ni hacia el hecho mismo de que me alegro sino hacia lo que se dice, hacia la presencia de la persona en su bella apariencia, etc. La alegría puede perdurar todavía un largo tiempo, todavía estoy fuertemente emocionado cuando mi atención se dirige a otra persona, etc. Cuando vuelvo a pensar en la conversación, retiene en ella algo de bello, de alegre, de excitante y de divertido. E incluso la belleza de esta alma, la gracia de su espíritu, sus juegos de espíritu y su humor, etc., es lo que hay de alegre, es lo que ha despertado la alegría en mí y mi consiguiente buen humor. Distingo de eso mi bienestar corporal, digo, por así decir: después de haber sido impresionado por esta belleza, he sido invadido de accesos crecientes de alegría, y estos también están relacionados con el surgimiento de un sentimiento corporal de disfrute. Pero el disfrute corporal, la voluptuosidad sentida en el pecho, etc., no es la alegría misma, la alegría tiene que ver con la belleza y cuando ya no pienso en la belleza en cuestión, la alegría sigue siendo una alegría que se refiere a la belleza. (Gefühl, capítulo III, p. 64 del ms.)

Muchos son los pasajes en este manuscrito, sobre todo a partir del capítulo 3, que proponen un microrrelato de una situación emocional potencialmente en primera persona. Aquí la situación es una interacción, un encuentro intersubjetivo y la alegría nace de la belleza percibida al ver una persona amable. Esta perdura más allá de la presencia física de ella bajo la forma de humor y puede ser reactivada con ocasión del surgimiento inopinado de su recuerdo, que ha sido muy intenso.

La pregunta que se plantea ante la finura narrativa, la multiplicidad de las emociones, la diferenciación de las categorías, es, por supuesto en este marco, la de la tematización de la sorpresa. ¿Cuál es la razón de esta ausencia? ¿Sería ella algo totalmente diferente de una emoción?

II. ¿La sorpresa es una emoción?

Para ciertos filósofos clásicos mayores, por una parte, para los filósofos de envergadura,

A. La sorpresa es la emoción primaria por excelencia

De manera clásica con Descartes (1649/1998), quien ve en la admiración una sorpresa sutil del alma y la considera como la primera de las pasiones primitivas y no le encuentra contrario (a diferencia de la alegría, contraria a la tristeza, del amor opuesto al odio) (§70), luego con Kant (1798/2000), quien hace de la emoción (Ajfekt) una "sorpresa (Überraschung) del espíritu por la impresión sensible" (§74), y esto por distinción con la pasión (Leidenschaft), que se inscribe en la duración, más recientemente con las psicologías de las emociones de Ekman (1971), de Plutchik, en las que la sorpresa es considerada sin más como una emoción de base, al lado de la cólera, del miedo, del disgusto, de la tristeza y de la alegría (Ekman), e incluso de la confianza y de la anticipación (Plutchik), parece haber un consenso filosófico y psicológico para inscribir la sorpresa en la lista de las emociones primitivas otorgándole, además, una primacía (las filosofías racionalistas), o por lo menos un lugar central (los psicólogos).

Pero al lado de eso, muchos argumentos vinculados a concepciones filosóficas situadas en diferentes momentos de la historia o a posiciones psicológicas recientes ubican la sorpresa en un nivel estrictamente cognitivo.

B. La sorpresa es una ruptura de la continuidad temporal ligada a expectativas cognitivas (creencias, hábitos, imaginación) y despierta otro proceso cognitivo.

1. Thaumadzein y epléktikon

Aristóteles en su Poética ve en el Thaumadzein (admirarse) el suceso fuente del conocimiento, y describe concretamente tal momento de interrupción a partir del efecto inmediato (el epléktikon) producido sobre el público en el momento de la aparición brutal de un personaje, cuando hay un "golpe de teatro" (plege), o más estructuralmente, en el momento de la "peripecia".

Desde luego, la sorpresa tiene una dimensión esencialmente epistémica.

2. La sorpresa epistémica

Es el punto que reúne empiristas (Smith), pragmáticos (Peirce, Dewey), filósofos del espíritu (Dennett, Davidson), estos últimos que torpemente hablan a este propósito de "emoción cognitiva": con la sorpresa, el conocimiento en el sentido de la predicción epistémica es puesto en dificultad. Estar sorprendido equivale a tomar consciencia de la distancia, la separación y el desfase entre lo que pensé/creí/vi y la realidad. Eso revela la no coincidencia entre dos estados de conocimiento e indica la necesidad pragmática de adaptarla. Sin poder citar los propósitos de cada uno de ellos, citemos simplemente los dos extremos de la cadena, a saber, Smith y Davidson:

Según Davidson, no se puede estar sorprendido si no se posee ciertas creencias ligadas a expectativas enraizadas en un cierto conocimiento previo. Creo haber puesto mis llaves en mi bolsillo, meto la mano para tomarlas, si no las encuentro, sentiré frustración ligada a la falsedad de mi creencia (Davidson, 1982; 2004).

Esta posición es acorde con la de Husserl (EU: Erjahrung und Urteil, § 21) en el contenido y la estructura, incluso si una tiene como soporte una acción motriz y la otra una percepción visual: la sorpresa supone una expectativa con relación a la verdad y surge sobre el fondo de una sedimentación de hábitos produciendo una discordancia en la continuidad temporal: veo una bola de billar verde y lisa y al descubrir su cara posterior la percibo roja y abollada. Experimento entonces una decepción ligada al conocimiento de la bola que creía poseer.

Dos siglos antes A. Smith describió (1975/1982) una situación análoga, que según él define igualmente la sorpresa:

We are surprised at those things which we have seen often, but which we least of all expected to meet with in the place where we find them; we are surprised at the sudden appearance of a friend, whom we have seen a thousand times, but whom we did not imagine we were to see then. ( p.33)

Aquí Smith enfoca la sorpresa de una manera todavía más mínima, como el desfase entre lo que se produce y mis expectativas fundadas sobre la familiaridad de mi marco y lo que yo me imagino.

3. Sorpresa y valencia

A partir de lo anterior ciertos autores contemporáneos llegarán a desconectar la sorpresa no solo de la emoción sino también de la valencia misma, es decir, de la polarización +/- que a menudo define la emoción.

De allí diferentes hipótesis: la sorpresa estaría en este caso sin valencia (ni positiva ni negativa), no estaría asignada a una valencia dada; o bien estaría definida intrínsecamente por una dinámica de bivalencia, incluso de ambivalencia (placer/displacer, atracción/repulsión); e incluso estaría atravesada estructuralmente por la valencia, asociándose a emociones ligadas a una valencia pero sin reducirse a alguna de ellas. Cualquiera que sea la opción escogida, la sorpresa no es intrínsecamente una emoción; lo que de manera interesante de nuevo constata Smith (1975/1982):

Surprise, therefore, is not to be regarded as an original emotion of a species distinct from all others. The violent and sudden change produced upon the mind, when an emotion of any kind is brought suddenly upon it, constitutes the whole nature of Surprise. (p.35)

Lo que lo lleva a asociar con la sorpresa todas las emociones constituidas, hablando de «surprise of Joy», «surprise of Sorrow, of fear».

C. Conclusión: la sorpresa incluye lo emocional como un componente pero no se reduce

Si se sigue esta conclusión, se nos ofrece una primera pista. Se puede situar la sorpresa más allá de la distinción emoción/cognición, y por ello, a hacerle justicia a lo que yo llamaría "emociones mixtas".

Esta pista heurística se manifiesta fuertemente con ocasión de las entrevistas de explicitación realizadas a estudiantes anglicistas en el marco de un experimento apoyado en fotos de pinturas.

Muchas reacciones de sorpresa de los estudiantes salen de la polaridad en términos de valencia ("¡es horrible!" o "¡es magnífico!"), y expresan todavía mas, a propósito de una pregunta sobre el sentido del cuadro o una dificultad para ver lo que es, la perplejidad, la curiosidad, que se traduce por: «it's weird !», «It's curious». Una estudiante (Nathalie) expresó frente a un cuadro de Chirico: "Estaba sorprendida primero que todo, me dije... que era..., es muy extraño como tipo de representación..., sobre todo que el otro personaje tampoco tenía una verdadera cabeza".

Esta pista es interesante porque abre un espacio de apreciación de la sorpresa más complejo que la distinción cognitivo/emocio-nal, pero su formulación en términos de emoción "mixta" es, en mi opinión, insuficiente, más fuente de confusión que de clarificación.

Así pues, ahora voy a proponer comprender la sorpresa como un proceso, como una dinámica multivectorial en la que la emoción tiene su lugar a título de componente pero que debe ser precisamente situada en un fenómeno más complejo.

III. La sorpresa, un proceso

Describir la sorpresa como un proceso implica, primero que todo, dar cuenta de su dinámica temporal.

A. Multivectorialidad de la sorpresa

La hipótesis que construimos sobre la base de la concepción hus-serliana del tiempo como presente que vive como dinámica de las fases articuladas protención/impresión/retención y en relación con un protocolo experimental de medida del sobresalto (startle) de los sujetos al ver imágenes de mutilación e imágenes eróticas consiste en que la sorpresa no se puede reducir al solo momento de la impresión ni a la reacción fisiológica (cardíaca), en resumen, al choque o a la crisis, sino que debe ser pensada como la integra-lidad de las tres fases temporales. Es decir que incluye intrínsecamente su horizonte de expectativa inmediato (aquí la protención en términos afectivos y la tensión en términos cuasiorgánicos), del cual se ha visto que forma la condición experiencial de base de la sorpresa para muchos autores (Smith, Husserl, Davidson especialmente), pero también su horizonte de remanencia, en términos afectivos y cuasiorgánicos, de resonancia, de la cual hay evocaciones, por ejemplo, en Ricoeur y Bergson en términos de "toma de consciencia", de "narraciones" internas de los sujetos relativos a los efectos inmediatos suscitados por el choque. Para solo citar un pasaje, tomado de Le volontaire et l'involontaire:

La sorpresa es mucho más compleja que un reflejo... ella se nutre de la resonancia corporal; el choque del conocer está sobre el trayecto del reflujo del estremecimiento y del estupor corporal sobre el pensamiento. ¿Cómo comprender en estos dos sentidos este proceso circular? ¿Cómo un breve juicio de novedad puede tener por cuerpo un latir de corazón, una inhibición difusa, un cierto estupor que fija el rostro.? El espíritu dispuesto por el cuerpo considera el objeto, se fija en él, la consciencia se despliega en él de cierta manera... (Ricoeur, 1950, p. 239)

Las entrevistas de explicitación revelan paralelamente esta duración interna de la sorpresa mucho más allá del choque inicial, que corresponde a su "resonancia" en el espíritu del sujeto, ya sea cognitiva, orgánica o, por supuesto, igualmente emocional. Eso da lugar (así es como lo he formulado por el momento) a microsor-presas en cadena, "cascadas de sorpresas", que se generan la una a la otra a medida que la resonancia toma cuerpo o se encuentra reactivada por aspectos de la imagen no percibidos inmediatamente. Así, esta estudiante que se expresa de esta manera al ver un cuadro de Gustave Doré:

Era verdaderamente. casi físico. ya. la mirada se ve en seguida atraída hacia el centro y. como si hubiera un efecto de 3D... era verdaderamente instantáneo, el tiempo del surgimiento de la imagen... de repente, las dos pequeñas sombras en primer plano, en verdad no las vi enseguida [risas] [silencio] y los ángeles tampoco... al principio se ven simplemente formas vagas violetas y amarillas y no se piensa que son formas definidas, entonces sí, me pregunté verdaderamente: representaba eso algo y por qué había estas dos sombras en primer plano... 4

Es también a su manera lo que constata mucho más temprano el filósofo pragmático C. S. Peirce (2002) cuando habla de la acción de la experiencia en términos de "serie de sorpresas" (pp. 295-296).

Desde esta comprensión dinámica de la sorpresa nuestra hipótesis es considerar que lo emocional interviene durante la fase de espera tensa (asociada a la valencia temor-aprehensión/ esperanza), durante la fase de remanencia (asociada a la valencia decepción-frustración/satisfacción), pero que responde más a un "blanco" emocional durante el choque, el momento de la impresión, una suerte de Nullpunkt afectivo, para hablar como Husserl, que da lugar a un cierto tipo de sideración/estupor, incluso micro, que se registra prioritariamente en el cuerpo en términos de sobresalto y se expresa a menudo por un silencio5.

B. La inscripción de la sorpresa en los Studien der Struktur des Bewufltseins

Desde esta hipótesis multivectorial de comprensión de la sorpresa quisiera ahora, para concluir, volver a Husserl, y especialmente a los SSB (Studien der Struktur des Bewufitseins), con la siguiente pregunta: sin haber tematizado la sorpresa, ¿qué recursos nos ofrece la fenomenología de las emociones para corroborar esta hipótesis y para aclararla con una nueva luz?

Para comenzar, voy a arrancar de nuevo de la tripartición conceptual propuesta por Husserl para tratar de "capturar" lo emocional según 1) el acto, 2) el estado y 3) la disposición y de situar la sorpresa en esta cartografía conceptual.

1) La sorpresa conserva del acto a) la referencia intrínseca a un objeto, que es lo que suscita la sorpresa: me sobresalto al oír el grito de un niño detrás de mí, b) como proceso, la sorpresa se inscribe en una dinámica intencional estructurada ligada a una temporalidad articulada en fases. En este sentido, la sorpresa es un "acto", "afectivo" en sentido amplio por comenzar por ser "afectado por un objeto", lo que no presume su cualidad emocional. Se aproxima a las emociones-acto, de las que habla Husserl, como el deseo y la esperanza.

2) La sorpresa se asocia al estado, lo que hace referencia a una cualidad emocional determinada, de la que Husserl pone ejemplos con el placer, el displacer, la alegría y la tristeza. En cuanto tal, la sorpresa no es un estado sino que emociones-estado, atravesadas intrínsecamente por una valencia, le están intrínsecamente trasplantadas, permaneciendo diferentes de ella.

3) La sorpresa se inscribe en la duración bajo el régimen de la disposición: hay perdurar de la sorpresa después del hecho: remanencia, resonancia, huellas, resonancias, según el ritmo aleatorio de las reacciones internas, ya sin soporte objetivo necesario; a veces la sorpresa es reactivada con ocasión de la vista de un rasgo del cuadro no percibido inmediatamente, como en el ejemplo del cuadro de Gustave Doré, pero que puede muy bien permanecer en su intensidad de manera autónoma y autogestionada.

En resumen, siguiendo esta categorización, la sorpresa es un acto anudado a una disposición y que se asocia a emociones-estado.

Una segunda situación posible de la sorpresa en la fenomenología de las emociones de Husserl, según una lectura ya no conceptual interna, pero tampoco experiencial, como lo he hecho en otra parte, teniendo en cuenta los ejemplos (aquí muchos y detallados), la postura del autor (en 1a/3a persona), las marcas del aflorar de la experiencia a nivel del texto, como un cierto tipo de entrevista de explicitación aplicada al texto, es aquella en la que se exhuma lo experiencial desde lo textual. Aquí propongo algunas pistas de lectura heurístico-pragmática guiada esta vez por el objeto de investigación: la sorpresa, temáticamente ausente del texto, o casi. Al invertir el texto según la categorización de la sorpresa forjada en otra parte en la interface entre concepciones teóricas (psicológicas y filosóficas) e invariantes experienciales extraídas de las entrevistas de explicitación de situaciones singularizadas de sorpresa, es decir, aprovechando el modelo multivectorial de la sorpresa esquematizado más arriba.

Esta lectura todavía está en preparación; voy a proponer aquí solamente algunas pistas de investigación que serán desarrolladas más adelante. Tomaría tres criterios que he visto surgir en el manuscrito Gefühl:

1. El criterio fisiológico, y más precisamente, cardíaco: el corazón dentro del cuerpo

2. El criterio de la valencia

3. El criterio de la anticipación

4. El criterio del proceso de remanencia y de resonancia.

1) Corazón

Este primer criterio es interesante, pues está ligado solo a la ocurrencia nominal, según lo que yo sé, del término "sorpresa" en el manuscrito Gefühl: Überraschung.

[A VI 12 II/131 "53"] die Unterschiede "zwischen" der "still beseligten", der "stürmischen", leidenschaftlichen Freude, der Freudenüberwaltigung und - überraschung- das Herz steht still und eine grofie Woge der Seligkeit strómt in das weitgeóffnete Herz hinein, dann Aufregung oder Freudenschmerz, "das" Herz droht zu zerspringen vor Freude - "und" der ausgeglichenen sonstigen Liebe ohne Leidenschaft usw. "liegen" (p. 113, "Text Nr. V §§ 4-6 + Beilage IV." Gefühlsbewusstsein - Bewusstsein von Gefühlen. Gefühl als Akt und als Zustand, § 5).

Análisis de la alegría intensa (stümmisch, leidenschaftlich): ligada al corazón (das Herz droht zu zerspringen vor Freude: por poco explota el corazón de alegría); descripción del proceso: 3 fases: 1) corazón "still": Woge der Seligkeit in strómt in das weitgedffnete Herzhineinstill beseligten Freude; 2) sorpresa: Freudenüberwaltigung und -überras-chung: desbordamiento, y 3) sorpresa de alegría (überraschung: ¿embeleso?): ver la traducción de Freundenüberraschung.

2) Valencia

Dos anotaciones a este propósito:

Mientras que el efecto cognitivo ligado a la sorpresa está a menudo vinculado a una valencia negativa, en términos de resistencia, de bloqueo, de decepción o de frustración, en SSB (Studien der Struktur des Bewufttseins) se observa una valencia mayoritaria-mente positiva, dominada por la alegría y el embeleso.

Lo positivo llega a menudo al exceso, acompañado de una intensidad máxima y de un pasaje de lo positivo a lo negativo, y al contrario, hasta el colapso de las dos polaridades, la una en la otra; ejemplo, Freudeschmerz: dolor-alegría: paradoja que hace implosionar la valencia, e incluso Entzücken, punto-límite de lo positivo que nos hace caer fuera de la polaridad más/menos.

3) Anticipación

En el marco del análisis del deseo (Wunsch), por lo menos tres veces en el manuscrito Gefühl la dinámica anticipatoria (antizipa-torisch) es movilizada como un componente intrínseco del placer y de la satisfacción. Allí hay una dinámica análoga a la espera anticipatoria inherente a la sorpresa.

4) Proceso de la remanencia-resonancia

Con el ejemplo de la escucha del sonido del violín y de una pintura de Rafael, Husserl relata el embeleso (Entzücken) que nace en mí a partir de la excitación sensorial (Erregung) y se despliega bajo la forma de una resonancia que se inscribe en la duración bajo la forma de un proceso de "Versetzung", lo que se nombra en términos de valencia positiva como Wunder y Herrlichkeit: Die Schónheit des Bildes versetzt mich in Entzücken.


1 Que allí haya causa, no está en consideración. El querer aparece como tal, vivimos esa motivación.

2 Eso no me parece correcto. Hay que hacer la diferencia entre 1) los sentimientos que son ellos mismos los contenidos -siempre que se quiera diferenciar contenidos- y los que se confunden con estos contenidos primarios aunque muy nuevos; 2) los actos, que tienen contenidos intencionales, "objetos" hacia los cuales van dirigidos y que, en esta medida, reposan completamente sobre estos actos, los cuales nos oponen precisamente los objetos. Pensemos en la diferencia entre un placer vivo sensorial y el bienestar estético que procura un objeto, o la alegría de la llegada de un amigo, o incluso la preferencia dada a A sobre B.

3 "In der Dingapperzeption haben wir keine Positivitat und Negativitat. Was aber die Gefühle anlangt, so sind sie positiv oder negativ. Man wird daher geneigt sein zu sagen: Positive oder negative Wertung richtet sich auf den Gegenstand oder seine Beschaffenheiten, und je nach dem Übergewicht der positiv oder negativ wer-tenden Gefühle wird der Gegenstand als positiv- oder negativ-wert charakterisiert sein". Texto no 3, p. 60 del manuscrito Gefühl.

4 A propósito de esto, N. Depraz, El relámpago me dura. Para una fenomenología experimental de la sorpresa, Coll. De Rouen, mars 2013 (a ser publicado por Benjamins).

5 Para más detalles cf. N. Depraz, Surprise and valence. On cardio-phenomenology, Carbondale Conference, september 2013 (a ser publicado por Springer).


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