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Revista EIA

Print version ISSN 1794-1237

Rev.EIA.Esc.Ing.Antioq  no.3 Envigado Jan./June 2005

 

LA GLOBALIZACIÓN: MÁS QUE UNA AMENAZA ES UNA OPORTUNIDAD

 

Jorge Ignacio Paz*

* MBA, Ingeniero Civil y Administrador; asesor de empresas y consultor gerencial; profesor universitario; miembro de la Sala de Dirección General de la EIA. Envigado, Colombia.

Artículo recibido 28-VI-2004. Aprobado con revisión 29-IV-2005
Discusión abierta hasta enero 2006


RESUMEN

El fenómeno de la internacionalización evoluciona, al terminar la Guerra Fría, hacia una globalización en la sociedad poscapitalista, en la cual el conocimiento es el recurso fundamental para generar riqueza.

Al entender la globalización como un proceso de interconexión financiera, económica, social, política y cultural se abre la oportunidad para el progreso de los pueblos que desarrollen su economía al abrirse hacia el exterior.

Ya no es momento para teorizar sobre la conveniencia o no de la globalización, ésta es una realidad irreversible que en Colombia debemos aprovechar.

PALABRAS CLAVE: Globalización; internacionalización; poscapitalismo; competitividad; apertura económica.


ABSTRACT

After the Cold War, the process of internationalization evolves towards globalization in the post-capitalistic society, where knowledge is considered the most critical resource to create wealth.

Understanding globalization as an interconnected process among financial, economic, social, political, and cultural elements provides the opportunity to any country to develop itself by eliminating its geographic boundaries.

It is no longer the time to theorize over the pertinence of globalization, since it has become a reality that we should take advantage in Colombia.

KEY WORDS: Globalization; internationalization; post-capitalism; competitiveness; economic opening-up.


INTRODUCCIÓN

Después de la caída de la Unión Soviética en 1991, la geopolítica mundial vira desde una geoestrategia, donde el poder central es el militar, hacia una geoeconomía basada en las relaciones entre bloques económicos. Dos de ellos se encuentran prácticamente consolidados, la Unión Europea (UE) y el de los países de Asia-Pacífico. Dos en formación, el de los antiguos países socialistas europeos que no hacen parte de la UE y el de América.

Para la consolidación del bloque económico de los países de América han surgido dos caminos: el del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), proceso multilateral hoy interrumpido por la propuesta del Presidente de Brasil de que se fortalezcan los países del Tercer Mundo para poder negociar en mejores condiciones con los Estados Unidos; y el otro es el de los tratados de libre comercio (TLC) bilaterales con los EE. UU. Actualmente se encuentran en operación dos TLC, el de América del Norte (Estados Unidos, Canadá y México) y el de los Estados Unidos con Chile. El de Centroamérica y República Dominicana con los EE. UU. está en proceso de ratificación por los países y desde mayo del 2004 se iniciaron, gracias a la acertada gestión de nuestro presidente Álvaro Uribe Vélez, las negociaciones para el tratado entre Colombia, Perú y Ecuador con los Estados Unidos. Se vislumbra que para finales del año 2006 esté en operación una alianza comercial regional del Pacífico Americano integrada por los mencionados tratados de libre comercio.

Dada la importancia que representa para Colombia el proceso de integración económica en el ámbito americano, se analiza en el presente artículo su estructura conceptual, que es la globalización.

INTERNACIONALIZACIÓN

La internacionalización es una realidad desde finales del siglo XIX, que ha sido impulsada por la economía, las unidades nacionales y las ideologías expansionistas en el marco de la Segunda Revolución Industrial.1 Desde la contemporaneidad de su surgimiento con los grandes «descubrimientos» (que no es casual) hasta nuestros días, el capital ha venido internacionalizándose progresivamente, creando en ese proceso las condiciones que permiten, después de la revolución tecnológica acontecida en el siglo pasado, lo que hoy llamamos globalización. A partir de aquel entonces «internacionalizarse» va a ser el denominador común del comercio, de los conflictos y prácticamente de todas las actividades humanas. Sin embargo, será el ritmo, el énfasis en uno de los factores que los acompañan y sus consecuencias lo que diferenciará dichos procesos internacionalistas. Sin duda alguna, nuestra época y en especial la reciente es la de la internacionalización de la economía y de la cultura, -la del mercado mundial de las tecnologías, las ideas, los bienes, la información y los capitales; pero ahora jalonada por la economía(López, 1995). Anteriormente, después de la Primera Guerra Mundial y en especial durante la Guerra Fría, el impulso se debió principalmente a la intensidad de la rivalidad en lo militar.

El periodo que arranca en 1975, y aún presente, se caracteriza por:

  1. Gradual generación del libre comercio.
  2. Creciente presencia en el escenario mundial de empresas transnacionales que funcionan como sistemas de producción integrados.
  3. Expansión y considerable movilidad de los capitales.
  4. Notable tendencia a la homogeneización de los modelos de desarrollo.
  5. Persistencia de restricciones al movimiento de mano de obra -palpable en la serie de restricciones que las leyes de los países desarrollados ponen frente a los inmigrantes, particularmente a aquellos que vienen de países en vías de desarrollo-.

El nuevo milenio se inicia con el nacimiento del consumidor global, que tiene nuevas necesidades, gustos y requisitos. Sus deseos son efímeros y van más allá de los límites físicos entre países. Dos fenómenos suscitan su desarrollo:

  1. Los avances en las telecomunicaciones están propiciando que el mundo sea, virtualmente, más pequeño e interconectado.
  2. La combinación entre la firma de acuerdos comerciales entre países y los avances en las tecnologías de producción, que reducen el costo de colocación de productos y servicios en distintas partes del mundo están induciendo la formación de un gran mercado mundial. Esta situación se ha acelerado por los siguientes tres factores:
    • Los países con acuerdos comerciales están en proceso de desgravación arancelaria.
    • Los costos de transporte de productos terminados se redujeron considerablemente y ya no representan un alto impacto en el precio final del producto.
    • Gracias a la automatización de las plantas, a nuevas tecnologías de producción, al continuo descubrimiento de materiales sustitutos y al descubrimiento de «paraísos» de mano de obra barata, el costo de fabricación de ciertos productos está bajando considerablemente, creando un mercado de productos «buenos y baratos» a disposición de los consumidores de cualquier parte del mundo. Es el caso de la cerámica, las prendas de vestir y los componentes electrónicos (Valdés, 2002, p. 49-51).

SOCIEDAD POSCAPITALISTA

Desde la terminación de la Guerra Fría, el alineamiento en países capitalistas y socialistas se está transformando en una sociedad poscapitalista en la que:

  1. El mercado es un elemento de integración económica,
  2. En el ordenamiento mundial surgen otras instituciones además del Estado (las ONG y las empresas multinacionales) y
  3. Se evidencia que el conocimiento es el recurso fundamental para generar riqueza (valor agregado, productividad e innovación) (Drucker, 1993).

Estamos, entonces, ante una tecnoestructura supranacional2 que pretende diseñar, planificar y controlar los asuntos del mundo, de manera tal que respondan a las necesidades y deseos del hombre posmoderno, desenraizado y estandarizado (Salbuchi, 2004, p. 19).

En el mundo, desde finales del siglo XX, el conocimiento ha adquirido tal grado de complejidad que los individuos mal preparados o insuficientemente formados no pueden dialogar con la tecnología como tampoco administrar con eficiencia los estados. En esta perspectiva la educación se vuelve crucial, en especial la impartida por la enseñanza universitaria, cuya excelencia suele tener un efecto determinante en el nivel científico de las sociedades y en el grado de desarrollo económico y social de los pueblos.3

El tema del capital humano es tan importante que merece ser resaltado. Estamos en la sociedad del conocimiento y la competitividad de las naciones, las cuales tienen mucho que ver con la calidad de sus profesionales y la capacitación de su fuerza laboral. Aquellos países con fuertes inversiones en esta área (caso sudeste asiático) han crecido a tasas más aceleradas y han logrado reducir la pobreza extrema en forma más rápida (Pizano, 2002, p. 77).

Algunas de las nuevas reglas del juego que surgen del paradigma del conocimiento y que están cambiando radicalmente la visión de los empresarios acerca de los negocios son las siguientes:

  • La mayor parte del valor agregado en los productos y servicios se deriva del conocimiento y de la inteligencia.
  • La información es un insumo básico de la producción.
  • La tecnología ha revolucionado los negocios.
  • La rapidez es una nueva estrategia empresarial.
  • La innovación es una estrategia permanente de cambio.

Cada una de estas reglas del juego establece un cambio en la manera de conceptualizar las empresas y los negocios. Las empresas que mejor las entiendan podrán desarrollar rápidamente ventajas competitivas. Las empresas que las ignoren estarán en franca desventaja (Valdés, 2002, p. 22).

Hoy se habla comúnmente de la crisis del estadonación. Ulrich Beck, un estudioso del tema, define la época actual como una segunda modernidad, caracterizada por el desarrollo de estructuras supraestatales de regionalización, la revalorización de unidades políticas subestatales y la creación de comunidades virtuales fruto de la globalización de relaciones entre personas y grupos que no son contenidas ya por los límites de los estados ni se valen de su mediación.

No sin razón el ex secretario del Trabajo de los Estados Unidos, Robert B. Reich, afirmaba en su libro "El trabajo de las naciones: hacia el capitalismo del siglo XXI" sobre el tema: «Estamos pasando por una transformación que modifica el sentido de la política y la economía en el presente siglo. No existirán productos ni tecnologías nacionales, ni siquiera industrias nacionales. Ya no habrá economías nacionales, al menos tal como concebimos hoy la idea. Lo único que persistirá dentro de las fronteras nacionales será la población que compone un país. Los bienes fundamentales de una nación serán la capacidad y habilidad de sus ciudadanos. La principal misión política de una nación consistirá en manejarse con las fuerzas centrífugas de la economía mundial que romperán las ataduras que mantienen unidos a los ciudadanos, concediendo cada vez más prosperidad a los más capacitados y diestros, mientras los menos competentes quedarán relegados a un más bajo nivel de vida. A medida que las fronteras dejen de tener sentido en términos económicos, aquellos individuos que estén en mejores condiciones de prosperar en el mercado mundial serán inducidos a liberarse de las trabas de la adhesión nacional, y al proceder de esta manera se desvincularán de sus colegas menos favorecidos».

La sociedad poscapitalista está generando la reciprocidad como principio central de la integración económica internacional; los negocios se vienen integrando en la nueva economía mundial mediante alianzas y se lideran para hacer frente a los rápidos cambios en la política internacional.

En consecuencia, despegó un proceso, conocido como globalización, por el cual las economías nacionales se integran de modo progresivo en el marco de la economía internacional, de manera que su evolución depende cada vez más de los mercados internacionales y menos de las políticas económicas internas nacionales. El destino de la Humanidad se juega en círculos cada vez más cerrados: la prosperidad y el progreso de cada país son, en parte, efecto, y en parte, causa de la prosperidad y del progreso de los demás pueblos (Paz, 2003).

COMPETITIVIDAD

Los países en vías de desarrollo tradicionalmente han basado la fortaleza de sus economías en la ventaja comparativa, o sea en los recursos renovables y no renovables que les ha regalado la naturaleza (ver figura 1). Por el contrario, en los países desarrollados el motor de sus economías ha sido la industrialización, que se apoya en la ventaja competitiva, la cual es dada por el valor agregado (añadido) por el hombre.

La riqueza se crea, o puede encontrarse, en el mercado o en la economía entrelazada y no en el suelo per se. Este es el principal cambio de paradigma que ha ocurrido en las últimas décadas (Ohmae, 1992, p. 192).

Como sistema abierto, en un proceso de transformación tenemos unas entradas (in) y unas salidas (out). Sólo tendrá sentido el esfuerzo de conversión si las salidas son mayores que las entradas (out > in). Las entradas son los recursos (talento, tecnología, materias primas, insumos, capital y financieros, etc.); las salidas son productos (bienes manufacturados, servicios o ideas); la diferencia entre las salidas y las entradas (out - in > 0) es el valor agregado o añadido (ver figura 2).

Figura 2

Entendemos por competitividad la capacidad de una organización pública o privada, con ánimo de lucro o sin él, de mantener sistemáticamente ventajas competitivas que le permitan alcanzar, sostener y mejorar una determinada posición en el entorno socioeconómico. En pocas palabras, la competitividad es la capacidad de competir, generalmente en el plan internacional. Ésta se deriva del talento, la productividad y la tecnología y es una combinación adecuada de calidad, innovación, costos y oportunidad en los mercados. Entonces, la productividad es condición necesaria, pero no suficiente para la competitividad.

La competitividad global se construye mediante una estrategia, una estructura y una cultura organizacional competitiva (ver figura 3). La gerencia integral encamina la estrategia hacia el liderazgo y el dominio de su mercado objetivo, orienta los cambios organizacionales hacia la productividad y enfoca la cultura sobre la calidad (Sallenave, 2002).

Empresarialmente se distinguen dos sistemas competitivos: el de una firma para superar a sus rivales y el de una región para facilitar que sus compañías puedan competir en el mercado global. Cuando una empresa es competitiva, sus proveedores y sus clientes también lo son, ya que ella se integra en cadenas (clusters) de industrias que se sirven unas a otras. El mercadeo es uno de los aspectos importantes que influyen en el desarrollo de la competitividad a largo plazo.

La competitividad internacional es la capacidad de un país para producir y distribuir bienes y servicios en los mercados internacionales de manera sostenida. Una integración de las ventajas que ofrece un país y las competencias diferenciales que tiene una empresa pueden explicar a mediano plazo por qué ciertas empresas son competitivas internacionalmente (Canals, 1997, p. 18-19).

Como información sobre la competitividad en 18 países de América Latina en el 2004 se presenta en la Tabla 1 un aparte del Informe Global de Competitividad presentado en el World Economic Forum (Foro Económico Mundial) realizado en Davos (Suiza) del 26 al 30 de enero de 2005. El GCI (Growth Competitiveness Index) o Índice Global de Competitividad se funda en tres pilares:

  • Ambiente macroeconómico (estrategia empresarial y ambiente de negocios). La sola estabilidad macroeconómica puede aumentar la tasa de crecimiento de una nación.
  • Calidad de las instituciones públicas. Los derechos de propiedad deben ser garantizados por el sistema legal y judicial de un país.
  • Tecnología. Una economía nacional no puede crecer a largo plazo a menos que ocurra un progreso tecnológico.

Entre los 104 países analizados en el 2004, en la clasificación mundial de competitividad, Colombia ocupó la posición 64 en el índice global, como consecuencia de haber obtenido el puesto 68 en tecnología, el 61 en instituciones públicas, el 58 en estrategia empresarial y el 61 en ambiente de negocios.

La situación de los países de América Latina, en relación con los diez mejores del mundo, se puede ver en el gráfico 1. De los diez países más competitivos, 6 son europeos, 3 de Asia-Pacífico y uno americano. Chile ocupa una destacada posición, seguido de lejos por México. De la tabla 1 podemos deducir que existe una relación entre la situación política y económica de los países de Latinoamérica y su competitividad internacional.

LA GLOBALIZACIÓN

La globalización no es un proceso nuevo, pero la fase actual tiene características propias, tales como el gran avance del conocimiento en los procesos productivos, la mayor importancia de los flujos de capital y la menor movilidad del trabajo en el ámbito internacional. La liberalización de los mercados, el cambio tecnológico en transportes y comunicaciones y la Internet han actuado como factores impulsadores del proceso. En los próximos años se espera que la biotecnología, la informática y la nanotecnología tengan un profundo impacto en la mayor parte de los sectores económicos (Pizano, 2002, p. 72).

El fenómeno de la globalización, con sus características y sus límites, no ha sido aún satisfactoriamente definido. Podemos intentar, sin embargo, una descripción aproximada. Se trata de un proceso de interconexión financiera, económica, social, política y cultural, acelerado por la facilidad de las comunicaciones y en especial por la incorporación institucional de las tecnologías de información y de comunicación. Entonces, la globalización es un proceso por el cual las economías nacionales se integran de modo progresivo en el marco de la economía internacional, de manera que su evolución depende cada vez más de los mercados internacionales y menos de las políticas económicas gubernamentales. En síntesis, la globalización es la integración actual, en el ámbito mundial, de los mercados financieros y de la economía en general.

La globalización es ante todo una compleja formación de redes económicas, políticas, sociales... en todo el mundo, con el objetivo de proteger intereses propios de cada sector de las sociedades. Redes que no tienen todas el mismo interés, pues pretenden objetivos diferentes. Algunas buscan la aceleración del proceso, mientras que otras centran su acción en la búsqueda de una mejor articulación dentro del proceso. El impacto en las sociedades es que con frecuencia lo interno se confunda con lo externo, por los grados de dependencia que se han generado en los últimos años. Con frecuencia, las decisiones tomadas o los sucesos acaecidos en otras latitudes afectan a las sociedades enteras (Puyo, 2003, p. 11).

El proceso de la globalización se verifica en el contexto de una victoria política del capitalismo y cuando en el orden cultural parecen eclipsarse las ideologías marxistas-leninistas y arrastrar en su caída a sus grandes ideales. El proceso en cuanto tal encierra un potencial considerable para fomentar el bienestar económico y promover relaciones más humanas; pero induce cambios que, por ahora, acrecientan la exclusión de regiones, comunidades y culturas enteras que no participen en él.

El que la globalización sea un fenómeno con connotaciones de totalidad, agregación e inclusión no significa que se exprese de modo uniforme. El impacto de la globalización es diferenciado, no obstante el hecho de que influya con grados diversos de intensidad y con distintas modalidades en todos los habitantes del planeta. Ello explica la gran dificultad que existe para llegar a consensos necesarios sobre el significado profundo de la globalización, ya que el fenómeno es «vivido» de modo desigual en las distintas regiones. En tal sentido, no debemos interpretar la globalización como una forma más sutil de imperialismo -lo que no significa que de hecho comporte nuevas formas de jerarquización y dependencia-, sino que alude a una serie de profundos cambios que tienen lugar en los diferentes ambientes sociales y en la totalidad de paisajes del mundo.4

La justificación de la globalización se basa en la apertura económica que un país concede a sus empresas para conseguir en el mercado internacional los recursos que, aunque existieran internamente, no le permiten exportar competitivamente sus productos. En otros términos, la apertura económica es la herramienta para aprovechar la globalización como entrada de recursos internacionales de forma tal que permitan la exportación de productos nacionales como salida, todo ello apoyado en la competitividad (ver figura 4). Una segunda justificación es de carácter social, permitir la apertura económica para que haya competencia para aquellos productos nacionales que por su calidad o precio generen una situación altamente desfavorable en el mercado interno.

Hoy en día, globalización es un concepto que se tiende a equiparar con un proceso de homogeneización y estandarización de los procedimientos para la toma de decisiones, principalmente en el plano económico, financiero y político; y en menor grado (aunque con una tendencia a un creciente comportamiento global), científico y de la vida cotidiana. Esta estandarización se da en dos niveles: organización impersonal del Estado y asociaciones; estandarización del procedimiento en todos los planos de la vida humana.5

La globalización se caracteriza por los siguientes factores:

  1. La producción se realiza en el lugar que ofrezca más ventajas competitivas (mayor valor agregado por el hombre).
  2. La empresa no tiene un país de origen.
  3. Las fuentes de abastecimiento y manejo obedecen a directrices tomadas en varios centros de decisión localizados en diferentes puntos del planeta.
  4. La inversión es totalmente móvil a corto plazo, y el período de maduración y evaluación de la inversión es generalmente menor a dos años.

Los principios marco de la globalización han sido:

  1. Libre comercio
  2. Privatización
  3. Estado pequeño y eficiente
  4. El mercado como único conductor de la economía

Oportunidades y riesgos de la globalización

El término globalización hace referencia al conjunto de fenómenos mediante los cuales la vida de los habitantes del planeta está vinculada, por lo menos en parte, a decisiones tomadas fuera de su propio país y sobre las que no ejerce mayor influencia.

La globalización empieza por el comercio. La intensificación de los flujos comerciales con regiones a menudo lejanas, la "deslocalización" de las empresas, el desplazamiento de la mano de obra y la liberalización de los movimientos de capitales son algunas de las manifestaciones del proceso de la globalización cuyos efectos, tan aplaudidos por los neoliberales, han sido seriamente cuestionados al comienzo del siglo XXI. El comercio mundial aumenta más rápidamente que la producción mundial, lo que indica el creciente movimiento de apertura de los países implicados. Así, entre 1990 y 2000, el índice de crecimiento anual del volumen total de las exportaciones mundiales alcanzó el 6,8 %, frente al 2,3 % de la producción. Sin embargo, dicho fenómeno beneficia esencialmente al mundo desarrollado occidental y a Asia, mientras que los países de Latinoamérica sólo obtienen una modesta parte de estos intercambios, y África ha quedado claramente al margen de ellos (Guillochon, 2003, p. 10).

La globalización es un hecho causado por los progresos tecnológicos de la comunicación y los transportes. Hay que distinguir entre el neoliberalismo económico y la globalización como un proceso irreversible. El neoliberalismo económico en parte se inspira en una ideología y en parte, en un modelo económico susceptible de cambiar; es modificable como lo demuestra la historia (Grupo de Estudios, 2003, p. 6-7).

Para algunos, la globalización es un proceso económico-financiero, quizás el último estadio del capitalismo liberal. Otros, sin negar la progresiva inserción de las economías nacionales en un esquema de economía mundial, ven en ello el preludio de una homogeneización cultural. Y hay quienes, más drásticos todavía, aseguran que se ha iniciado la etapa final de la utopía del estado mundial. Todos, sin embargo, coinciden en que el proceso de globalización, aun considerado nada más en su significación económica, ha traído como consecuencia el debilitamiento del poder del estado-nación a tal punto que algunos han pronosticado su definitiva extinción en el tercer milenio (Salbuchi, 2004, p. 14).

Aunque las dimensiones económicas de la globalización son muy importantes, evolucionan concomitantemente con procesos no económicos que tienen su propia dinámica:

  • Asuntos Ambientales. A diferencia de lo que ocurre con el sistema multilateral de comercio, el manejo de los asuntos ambientales internacionales tiene una institucionalidad débil y fragmentada.
  • Movimientos Sociales. Uno de los más positivos es el que la CEPAL ha denominado "globalización de los valores", que se entiende como la extensión gradual de principios éticos comunes, cuyas manifestaciones más significativas son las declaraciones de los derechos humanos -en su doble dimensión de derechos civiles y políticos y de derechos económicos, sociales y culturales- y las declaraciones de las cumbres mundiales de las Naciones Unidas, incluida, muy especialmente, la Declaración del Milenio. La prolongada historia de los movimientos sociales ha adquirido en los últimos años una nueva dimensión: la lucha por la identidad de pueblos y grupos sociales que se sienten amenazados por la tendencia a la homogeneización cultural típica de la globalización.
  • Cambios Políticos. El fin de la Guerra Fría marcó un vuelco en el clima imperante entre estados soberanos. Los profundos cambios políticos han otorgado a la democracia representativa una preponderancia nunca vista. Estos cambios contrastan con el reconocido déficit de gobernabilidad global, que refleja otro conflicto profundo: el contraste entre los problemas globales y los procesos políticos locales (Ocampo, 2004, p. 3-4).

La globalización obliga a establecer estrategias para obtener una ventaja competitiva internacional (Yip, 1992). El dilema de los países en vías de desarrollo es lograr una economía con base en la exportación, apoyada en los siguientes elementos para el éxito:

  1. Creación de transferencia tecnológica.
  2. Esfuerzos globales por aumentar la productividad.
  3. Aumentos permanentes (zenshin) en el ámbito de la competitividad (Villamizar, 1995).

El problema está en hacer que avance la globalización respetando los derechos del hombre, y no en satanizar un fenómeno imparable. Una investigación de la Universidad de Harvard ha demostrado que entre 1970 y 1990 la economía de los países pobres abiertos al exterior creció en un 4,5% por año; mientras que la de las naciones autárquicas se estancó en un 0,7%.

Siendo la globalización un fenómeno tan complejo habría que distinguir por lo menos tres dimensiones: técnico-económica, sociopolítica y cultural. Pero mezclando un poco todo, son elementos positivos:

  1. El incremento de la eficiencia y de la producción,
  2. Las intensas relaciones entre los países y las culturas,
  3. El fortalecimiento del proceso de unidad de los pueblos, y
  4. Las nuevas posibilidades para desplegar la solidaridad con los miembros menos favorecidos de la familia humana.

Son riesgos:

  1. La prepotencia de la economía sobre cualquier otro valor humano y que deja a las culturas sin alma,
  2. La lógica mercantilista que con su injusta competencia agranda el abismo entre ricos y pobres, y
  3. Los grandes poderes que tienden a configurar monopolios, anulan las soberanías nacionales, uniforman los modelos culturales... (Paz, 2003).

Para enfrentar la globalización y convertirla en una oportunidad, en Colombia debemos adoptar la positiva experiencia de los países de Asia-Pacífico que han logrado un importante desarrollo económico, simultáneamente con un amplio desarrollo social, basados en la siguiente visión económica (ver figura 5): la inversión dura (infraestructura, capacitación, disponibilidad de recursos financieros) debe ser aportada por el gobierno de cada país, la inversión blanda (tecnología) la tienen y la transfieren las compañías multinacionales. La única consideración que de verdad les resulta importante es la combinación adecuada de calidad, costo y oportunidad, que es lo mismo que T-P-C (tecnología, productividad, competitividad) para penetrar los mercados internacionales.

En síntesis, la globalización es un proceso irreversible que, adecuadamente conducido en el país, puede brindar enormes ventajas si se conduce hacia la redistribución del ingreso obtenido por las exportaciones y la adecuada comercialización de la producción interna. La condición necesaria es la competitividad internacional, que debe conducir al país a un desarrollo económico paralelamente con un desarrollo social.

APERTURA ECONÓMICA

Una herramienta básica de la globalización es la apertura económica, la cual busca estimular el intercambio de productos entre los países, eliminando la mayor cantidad posible de barreras con las que las empresas se puedan encontrar al momento de comercializar. Los aranceles, por ejemplo, son una barrera, ya que son costos que tienen que pagar las empresas al comerciar entre países. Estos costos aumentan el precio del producto y, por lo tanto, dificultan su venta. Si una apertura económica busca bajar o eliminar esos aranceles, entonces estaría eliminando las barreras y facilitando el intercambio.

La apertura económica es un proceso mediante el cual los países que practican el proteccionismo económico abren sus fronteras al comercio internacional y a la inversión extranjera. La apertura económica de los países favorece las actitudes tendientes a la globalización de la economía mundial (Arthur Andersen, 1999).

Colombia fue un país tradicionalmente proteccionista, habiendo logrado un desarrollo industrial al aplicar el Modelo de la CEPAL de sustitución de importaciones, sin embargo, a partir de 1991, el país entró en un esquema de apertura económica y se crearon el Ministerio de Comercio Exterior, el Banco de Comercio Exterior y el Consejo Superior de Comercio Exterior, instituciones que tienen funciones de promoción, control y financiación, entre otras, del comercio exterior (Banco de la República, página web, 2004).

Los efectos negativos sobre la economía que en Colombia se atribuyen a la globalización se deben a una inadecuada aplicación de la apertura económica. Todo cambio de un sistema a otro requiere una gradualidad que permita por pasos lógicos su transición, asimilación y adaptación. La apertura económica decretada por el Ejecutivo en 1991, por ser de efecto inmediato, no permitió que las empresas establecidas en Colombia desarrollaran una adecuada reconversión industrial para enfrentar la competencia internacional. Tampoco fue observada la selectividad, que es un segundo factor para que la apertura económica cumpla su función de desarrollar competitividad dentro de un proceso de globalización; no todos los productos son motivo de una apertura económica, se deben elegir aquellos que contribuyan como recursos a la transformación local o regional en productos que puedan ser exportados al mercado global por ser competitivos. Por razones obvias de correspondencia y beneficio mutuo, la apertura económica debe darse sólo con aquellos países que quieran tener comercio con el nuestro, en consecuencia, un tercer factor es la reciprocidad. (ver figura 6).

Por no haberse observado, entre otros, los tres factores mencionados de gradualidad, selectividad y reciprocidad para que la apertura económica facilitara una competitividad local para aprovechar las ventajas de la globalización, en Colombia se produjo un fenómeno nocivo de comercialización de todo tipo de productos importados de todas partes del mundo, en detrimento de la producción interna y con un serio impacto sobre el empleo y, en general, sobre la economía nacional. En nuestro país, de forma irresponsable se ha abusado de la apertura económica, sin lograr los beneficios de competitividad para el desarrollo económico y social y enfrentar así positivamente el fenómeno de la globalización de la economía mundial. El actual Gobierno pretende corregir los efectos nocivos de la apertura económica de 1991, pero ya no puede maniobrar sino con la selectividad y reciprocidad, siendo para esto último vital el lograr negociar el ingreso de Colombia al TLC, como un primer paso del ingreso de nuestro país al Bloque Geoeconómico de América.

ÉTICA Y MORAL EN LA GLOBALIZACIÓN

El Papa Juan Pablo II reconoció la importancia de la globalización como herramienta de desarrollo y de progreso. Pidió, sin embargo, que las nuevas tecnologías se apliquen con prudencia y responsabilidad social, de modo que la globalización no lleve a la humanidad a crear falsos valores so capa de enormes posibilidades y esperanzas de progreso. La globalización de las finanzas, de la economía, del comercio y del trabajo no debe jamás violar la dignidad de la persona ni la libertad y la democracia de los pueblos. Porque no es el dinero sino el hombre la medida de todas las cosas, del desarrollo y del progreso. El reto del tercer milenio consiste, para Juan Pablo II, en globalizar la solidaridad entre los hombres y los pueblos, con fuerza suficiente para corregir y contrarrestar los riesgos y desequilibrios provocados por la actual globalización de economías y políticas, más sometidas a la tiranía absoluta del dinero y del espectacular desarrollo económico. La ética de la solidaridad se constituye en máxima garantía frente a los desequilibrios de la globalización.

Entonces, la globalización es más que un problema social, es también oportunidad para el progreso de los pueblos, significa un gran paso adelante para el conjunto de la sociedad. La solidaridad ha dejado de ser una bella utopía, un imperativo moral, para convertirse en condición de subsistencia para los hombres y para los pueblos. La globalización no supone necesariamente la desaparición de los valores morales y sociales; con prudencia y responsabilidad deben regularse los efectos de la globalización para potenciar las posibilidades de las personas y de los pueblos sin destruirlos. No podemos inhibirnos en este proceso irreversible so pena de quedar condenados a la asfixia (Paz 2003).

CONCLUSIONES

  • Ya no es momento para teorizar sobre la conveniencia o no de la globalización, ésta es una realidad irreversible que en Colombia debemos aprovechar para alcanzar una competitividad que nos permita abrirnos hacia la exportación de productos (manufacturas, servicios e ideas), basada en agregar valor, y para que, como consecuencia, logremos el requerido desarrollo económico y social del país.
  • En Colombia hace falta acordar más claramente un proyecto de desarrollo, fundado en una percepción de largo plazo y compartido por los diferentes actores que, sirva de orientación al esfuerzo conjunto, tanto en el sector público como en el privado.
  • Son numerosas las necesidades que en Colombia tenemos en materia de conocimiento, que contrastan con la abundancia de opiniones y con un activismo no muy bien encaminado. Necesitamos coger un rumbo (sinergia) para lograr el desarrollo y la verdadera competitividad.
  • Otra dimensión digna de globalizar es la de los derechos humanos y la solidaridad de la gran familia humana, tal como lo expresó un colectivo local de pensadores: "Pueblos y naciones del mundo: ¡Uníos para construir un orden mundial fundado en la justicia entre las naciones y las comunidades humanas y en la globalización de la solidaridad!" (Grupo de Estudios, 2003, p. 34).

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NOTAS
1 La Primera Revolución Industrial se inició en Inglaterra, a mediados del siglo XVIII, con la introducción de un método eficiente para obtener el acero y con las aplicaciones de la máquina de vapor. La Segunda se originó en los Estados Unidos, a finales del siglo XIX, con la incorporación de la electricidad, el montaje en cadena y la automatización.
2 Tecnoestructura: Infraestructura formada por unidades económicas industriales, comerciales, financieras, educacionales y de medios de difusión, que genera, utiliza y controla el desarrollo tecnológico y su aplicación en todos los ámbitos de las actividades humanas en todo el planeta.
Supranacional: Describe el ámbito de poder de este conjunto de estructuras e intereses que, cada día más, procuran y logran operar fuera del ámbito, control e influencia de todo estado-nación, ya hoy situándose por encima de éstos.
3 Hurtado, Osvaldo. Globalización, conocimiento y universidad.
4 FAZIO VENGOA, Hugo. La globalización: Un intento de explicación y de definición. Artículo publicado en Puyo, 2003, p. 15-16.
5 Un ejemplo lo vemos en la misma Declaración Universal de los Derechos Humanos, su consenso sólo se logró cuando se renunció a la explicitación de cualquier fundamento que lo sustentase. Importaba más la pregunta por el "qué", "cómo", "cuándo" y "dónde" que por el "por qué".

BIBLIOGRAFÍA

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