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Revista Guillermo de Ockham

Print version ISSN 1794-192XOn-line version ISSN 2256-3202

Rev. Guillermo Ockham vol.16 no.2 Cali July/Dec. 2018  Epub Aug 04, 2021

https://doi.org/10.21500/22563202.3301 

Reseña

Revelación y religiones

Carlos Alberto Rosas Jiménez1a 
http://orcid.org/0000-0003-1529-3785

aCentro de Bioética Kheiron Universidad de la Sabana; Bogotá; Colombia


Revelación y religiones es el título del libro editado por Xavier Morlans i Molina, publicado en el 2016 por la editorial Herder. De manera sencilla y sin recargar los capítulos de información sobre las religiones tratadas, los autores se abocan a la misión de buscar analogías y diferencias de la idea de revelación en dichas tradiciones. El orden que tiene el libro es cronológico, es decir, según la aparición histórica de cada tradición religiosa.

El profesor Xavier Morlans i Molina, presbítero de la arquidiócesis de Barcelona, es doctor en teología por la Universidad Gregoriana de Roma. Como profesor de la Facultad de Teología de Catalunya, coordinó el seminario Teología y Religiones (2008-2014). En el 2001 fue nombrado consultor del Pontificio Consejo de promoción de la Nueva Evangelización. Desde hace años se desempeña en el campo de la nueva evangelización con sus trabajos sobre el Kerigma o primer anuncio de Cristo como llave para desvelar un proceso de conversión y su labor con el método “volver a creer”, destinado a favorecer un reencuentro con la fe o un proceso de profundización de la realidad cristiana para aquellos que por distintas causas, se encontraban alejados de ella.

El profesor Morlans i Molina ha recogido los trabajos de los siguientes autores: Antonio Prevosti, Javier Melloni, Ramon Prats, Enric Cortes, Armand Puig, Francesc Torralba, Francesc-Xavier Marin i Torné, Mercè Viladrich, Lluis Duch, Gaspar Mora y Jaume Flaquer, quienes con el profesor Morlans incluido constituyen un equipo de doce expertos en diversas tradiciones religiosas.

El desarrollo del contenido se lleva a cabo en dos partes. La primera busca encontrar el grado de centralidad de la experiencia de revelación de la religión en cuestión, comenzando con el confucianismo y el taoísmo, siguiendo con el hinduismo, luego el budismo, el judeocristianismo, el cristianismo y el islam, para terminar esta primera parte con la tradición chií.

La segunda parte la compone una serie de reflexiones sobre la experiencia de revelación desarrollada en cinco capítulos. Comienza con unas reflexiones antropológicas para luego profundizar en la fenomenología de las distintas revelaciones con el título de Incandescencia de lo sagrado en la experiencia de revelación. Posteriormente, se describen las diversas experiencias de revelación y la ética, para luego adentrarse en la singularidad de Jesucristo. El último capítulo queda dedicado a profundizar en el caraćter crístico del Corán y la ascética del Jesús musulmán. A continuación damos un breve esbozo del libro.

En el caso del confucianismo no se encuentra un concepto de revelación en sentido propio. Sin embargo, posee un libro clave llamado el Gran comentario en el que se consigna la siguiente frase: “La escritura no llega a todo lo que hay en la palabra; la palabra no llega a todo lo que hay en el pensamiento” (p. 30), evidenciando con ello que la revelación en general siempre se quedará corta al ponerla por escrito. Esta cuestión de la imperfección del lenguaje justifica la práctica ausencia de la noción de palabra de Dios en las tradiciones chinas, incluido el taoísmo. Precisamente, los textos taoístas “conciben la palabra como un instrumento limitado e imperfecto para el conocimiento superior” (p. 45).

En el hinduismo esta revelación no tiene solo un carácter cognitivo, sino también integral. Tiene que ver con la salvación llamada por ellos liberación (p. 87). Por su parte, en el budismo se da una preponderancia de la tradición oral sobre la textual. Buda no apela a una inspiración divina para validar su enseñanza. No obstante, la divinización posterior del Buda implicaba que su palabra humana poseía a la vez naturaleza divina y era susceptible de ser revelada por medios naturales y especiales.

A diferencia de las religiones precedentes, en el islamismo, el judaísmo y el cristianismo el Libro toma un papel fundamental en la revelación. En el islamismo se dan tres formas de revelación: suscitar una inspiración, dirigirse de forma velada a un ser humano y enviar un ángel a un profeta para transmitirle un mensaje. Esta última modalidad corresponde a la revelación del Corán y la verdad de la revelación solo llega a los profetas no por mérito propio, sino como don de Dios (cfr. p. 196). La teología islámica insiste en la dimensión global de una revelación que proporciona las guías necesarias para llevar una vida recta y presenta el Corán como la culminación de la profecía. El verdadero mensaje de la revelación de Dios debe ser buscado en el Corań, ya que es el único texto sagrado que no ha sido manipulado (cfr. p. 204) y Dios, que está fuera del alcance de las imágenes y los conceptos, se hace accesible justamente de forma concreta en el Corán (cfr. p. 207).

En el caso del judeocristianismo, se especifica que “podemos hablar de revelación cuando sucede el hecho, cuando se proclama oralmente y también al manifestarse por escrito. En los tres momentos hay que hablar de revelación” (p. 124). Jesús de Nazaret es el nombre. En el Nuevo Testamento la misma salvación está personalizada en la humanidad tangible de Jesús. Esta revelación es una persona. No hay propiamente verdades salvíficas porque no hay más verdad que Él. La verdad de la revelación es Él.

Los doce autores de los capítulos del libro reseñado hacen un trabajo de alta calidad y aun cuando las explicaciones de todas las religiones son relevantes, las palabras del editor dan a entender en qué religión se encuentran muchos o quizá todos los elementos para hablar de una revelación completa. Sus palabras son:

Creo que la actitud pluralista puede caer también en un nuevo tipo de imperialismo epistemológico cuando no reconoce la alteridad real del cristianismo en su convicción-equivocada o no- de considerar a Jesucristo como salvador único y singular de la humanidad. La actitud de reivindicar la necesidad de relativizar las pretensiones del cristianismo debe reconocer como teóricamente posible -o sea, pensable, aunque no lo acepte como realmente existente- la actitud religiosa que cree que el Dios único y trascendente ha querido decirse de manera humanamente adecuada y suficiente con base en la singularidad de un momento histórico y de un lugar geográfico (p. 328).

A nuestra manera de ver, el centro del libro lo constituye el capítulo que describimos a continuación:

Los profesores Puig y Torralba en su capítulo La Palabra se hace carne insisten en el movimiento inherente a la revelación, pues “la revelación solo se hace efectiva si además de un emisor que da a conocer su mensaje, que revela lo que es gratuito, hay un receptor, capaz de darse cuenta y de descifrar su sentido, aunque sea parcialmente” (p. 152). Por ejemplo, en el caso del budismo no es necesario este diálogo, pues “uno mismo es su propio pilar” (p.96). En el cristianismo Dios se da a conocer al mundo que Él mismo ha creado, pero solamente puede establecer un diálogo con aquella parte que es consciente de ser, que tiene capacidad para auscultar su voz, para percibir, espiritualmente, su presencia. Pero incluso, la creación es ya un signo visible del Dios invisible. En palabras de Puig y Torralba, “la protopalabra de Dios en la historia” (p. 153).

Aquí los autores introducen un término que nos parece novedoso: la contracción de Dios o zimzum de Dios, pues si Dios es el Todo y la revelación exige la comunicación con una realidad distinta de Dios, Dios ha tenido que hacer espacio al vacío para hacer irrumpir en él al ser del mundo, ya que si Dios es el Todo, entonces no hay alteridad, ni posible diálogo entre el emisor y el receptor. Esta contracción, dicen ellos, “es la condición de necesidad, no tan solo de la creación, sino de la propia revelación y encarnación” (p. 154). En total contraposición con el panteísmo, Dios no puede ser Todo, porque delo contrario no habría necesidad de revelación.

Este argumento nos parece central en el planteamiento del libro, pues muestra la novedad de cómo entiende a Dios el cristianismo:

El Dios que se ‘contrae’ para hacer el vacío y dejar espacio al otro, para que se pueda desplegar y crecer, para que pueda llegar a ser lo que está llamado a ser, es una operación que solo se entiende desde la lógica de un Dios que es amor. Esta visión se sitúa en las antípodas del panteísmo. El mundo no es Dios, aunque todo en él es expresión y símbolo de Dios, pero Dios se ha contraído para que el mundo pueda ser y para que el hombre pueda desarrollar libremente su vida. Dios crea el mundo, pero no por necesidad, sino por constitución propia. Sin embargo, si Dios es amor, es coherente el acto de crear, porque el amor es creativo en sí mismo (p. 155).

La revelación exige también otra condición de posibilidad: la afirmación de que Dios es persona. La alianza se realiza entre dos seres comunicativos y capaces de escuchar. Pero también el hombre puede hacerse el sordo, pues tiene libertad de escuchar o no. No obstante, es claro que debe haber un canal compartido, un sistema de signos o de símbolos común porque si son distintos ni siquiera se produce el reconocimiento de la existencia del otro. Debe haber en el ser humano un a priori trascendental que haga posible el reconocimiento de la revelación histórica de Dios. En esa misma línea, los autores plantean que

la condición de la escucha de la Palabra de Dios es el silencio interior del oyente, su disponibilidad o receptividad radical. Sin esta condición, no existe posible revelación, pero esta no es un proceso de autoconocimiento o el resultado de una introspección en el propio ser, es el encuentro con un Dios que irrumpe en la consciencia, que sacude profundamente al ser del oyente de la Palabra (p. 161).

Dado que lo que hay detrás de la revelación es una relación personal, la revelación no puede suceder por necesidad. Dios no puede tener necesidades. “La revelación sucede por gratuidad, obedece a la lógica del don” (p. 164). Y ese don, que tiene su punto de partida en la manifestación muda de Dios en la creación, alcanza su cúspide en su presencia encarnada en el mundo, en Jesús de Nazaret. “La propia verdad se entrega en acto y en persona” (p. 165). Es más: “podemos entrar en relación con Dios y ser salvados por Él (…) la carne se convierte en el lugar de encuentro entre Dios y la humanidad” (p. 166).

Con un trabajo de investigación de varios años como lo es el resultado de este libro, no podríamos afirmar que alguna religión haya sido menospreciada o minusvalorada. Por el contrario, se complementan unas con otras. Sin embargo, sin pensar que haya sido la intención del editor resaltar una religión sobre las otras, sí hay un esfuerzo por invitar a la aceptación de la posibilidad de que Jesucristo es la plenitud de la revelación del único Dios verdadero, con todo lo que implica que Dios se haya hecho hombre

REFERENCIAS

Morlans i Molina, X. (2016). Revelación y religiones, Herder, pp. 364 [ Links ]

1Centro de Bioética Kheiron. Universidad de la Sabana, Bogotá, Colombia. E-mail: carlosalbertorosasj@gmail.com

Referencia formato APA: Rosas, C. (2018). Reseña del libro de Revelación y religiones, de X. Morlans i Molina. Revista Guillermo de Ockham, 16(2), 127-129. doi: https://doi.org/10.21500/22563202.3301

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