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Revista Guillermo de Ockham

versión impresa ISSN 1794-192Xversión On-line ISSN 2256-3202

Rev. Guillermo Ockham vol.18 no.1 Cali ene./jun. 2020  Epub 07-Ene-2021

https://doi.org/10.21500/22563202.4800 

Editorial

Las ciencias humanas y sociales y la universidad en la era planetaria. A propósito de la creación de la nueva Facultad de Ciencias Humanas y Sociales

Gloria Mercedes Sánchez C.1a 

aUniversidad de San Buenaventura; Cali; Colombia.


En el año que transcurre, la Universidad de San Buena- ventura cumple 50 años de vida institucional en la ciudad de Cali, durante los cuales ha ofrecido a la comunidad de la región una alternativa de formación profesional inspirada en el humanismo cristiano, particularmente en los valores franciscanos de amor a la creación, reflejado en el respeto y cuidado de todas las criaturas y la solidaridad entre hermanos, principios que orientan la formación profesional y personal de los estudiantes.

Con la apertura de la universidad y en respuesta a las necesidades del contexto, nace la Facultad de Educación, la cual se logró consolidar con el tiempo y gozar del prestigio que hoy día tiene en la región y el país. Un par de décadas después, bajo el amparo académico y la tutela de la Facultad de Educación, y en el mismo edificio, se crea la Facultad de Psicología, que además de compartir el edificio Horizontes comparte también un mismo horizonte institucional, pues como diría Khalil Gibran “(…) el roble y el ciprés no crecen el uno a la sombra del otro” (Gibran, 2020). Esta última, al cabo de un poco más de veinte años, se ha erigido de forma independiente y su presencia ha sido reconocida en el ámbito regional y nacional.

En estos 50 años de su trasegar académico y misional en Cali, la Universidad de San Buenaventura ha obrado, además, en correspondencia con la tradición universitaria de gestionar el conocimiento en compartimientos disciplinares, no sin percatarse de un sinnúmero de circunstancias académicas y administrativas bajo las cuales se configuran -y se han configurado- relaciones de articulación e integración. De esto puede dar testimonio la vida académica de ambas facultades, vida que se ha desarrollado no solo compartiendo salones y pasillos, sino también profesores, proyectos y estudiantes, además de un campus universitario donde los cerezos, las palmas y los cedros bien pueden devenir en salones.

Esta referencia específica a las facultades de Educación y Psicología, tiene por razón el hecho de constituir la nueva Facultad de Ciencias Humanas y Sociales a partir de la integración de las facultades de Educación y Psicología, todo ello en el marco de la celebración del cincuentenario de la Universidad y en cumplimiento de una de las acciones estratégicas en la gestión del conocimiento que ha adoptado la institución en los últimos tiempos. Esta nueva estructura de gestión del conocimiento es una res- puesta, sin duda, a la necesidad de reforma que asiste hoy en día a la educación superior (Vessuri, 2001) respecto de la profunda crisis ethopolítica que enfrenta la sociedad global, crisis que en las últimas décadas ha cuestionado el proyecto de modernidad y su fracaso respecto del ideal preconcebido de una sociedad organizada alrededor de un proyecto liberador (Santos, 2006) que garantice el pleno ejercicio de las libertades y derechos de las personas. En este fracaso tienen responsabilidad la ciencia, el conocimiento y la universidad, en cuanto han sido -y son- el camino para la realización de la era moderna.

Es tiempo de transformarnos para avanzar y sintonizarnos con los profundos cambios que requiere la sociedad actual y la educación, a propósito de un mundo que se nos presenta, además de complejo, con grandes incertidumbres sobre su futuro (Vessuri, 2001), que es, propiamente, el nuestro. Por ello, la Universidad de San Buenaventura Cali ha considerado la necesidad de configurar una nueva realidad académico-administrativa cuyo propósito fundamental es aportar a la necesidad de articulación e integración del conocimiento.

La Facultad de Ciencias Humanas y Sociales surge, entonces, de la integración y coordinación de grupos, programas y áreas que dinamizan la vida académica y administrativa, a partir de cuyas acciones se comenzará a construir un derrotero de actuación que dé cuenta de una estructura curricular que responda a las necesidades de transformación de la educación superior hacia perspectivas con mayor pertinencia social, en las cuales se promueva una formación con pensamiento crítico que contribuya al cambio social y se oriente al cumplimiento del proyecto de la modernidad como propósito emacipatorio y dignificante de la condición humana y de la vida.

En consecuencia, propongo entender este proyecto de la nueva facultad a partir de cuatro categorías académicas que en la historia de las dos facultades -Educación y Psicología- que hoy se integran con las ciencias humanas y sociales, han tenido un lugar privilegiado en sus diseños curriculares y en los lugares epistémicos que gustan ha- bitar. Cuatro categorías que tienen en común el uso del prefijo inter, que funciona como bisagra que une para potenciar las posibilidades significantes de las realidades que integra. Estos ejes temáticos son la interdisciplinariedad, la intersubjetividad, la interculturalidad y la internacionalización.

La interdisciplinariedad

Una de las cegueras de la ciencia que denuncia Edgar Morin (1984) tiene que ver con la gestión del conocimiento en la universidad, la fragmentación del conocimiento y la comprensión de la realidad que genera la formación disciplinar, y la superespecialización, esta última motivada no pocas veces por intereses meramente de mercado.

La interdisciplinariedad constituye un ámbito de desarrollo necesario para las ciencias, pues solo a partir de ella es posible acercarse a la realidad y comprender su complejidad e incertidumbre.

La intersubjetividad

Se parte de la crítica al objetivismo y su pretensión de una teoría pura que reflejare una realidad organizada y regulada, independiente del sujeto cognoscente y su subjetividad, lo que obliga reconocer la veracidad del conocimiento científico no en el método, sino en el acuerdo intersubjetivo que se da en una comunidad de sujetos que comparten un modelo o paradigma científico y que aseguran el ejercicio de una ciencia normal (Khun, 2004).

De acuerdo con Vasco (1990) y Habermas (1973), el quehacer de la ciencias se configura a partir de tres intereses teóricos fundamentales: 1. la predicción y el control propio de la racionalidad instrumental de las ciencias empírico-analíticas, cuyo origen y consolidación tienen su base en las ciencias naturales; 2. el entendimiento de un interés práctico de ubicación histórica de las ciencias hermenéuticas luego del giro hermenéutico de las ciencias sociales, y 3. un interés emancipatorio de las ciencias crítico-sociales, estas últimas propias de las ciencias sociales y las humanidades, construidas a partir de una racionalidad comunicativa que reconoce en la intersubjetividad un diálogo de saberes en el que se tejen relaciones significantes que hacen posible la complementariedad entre ciencia, tecnología y cultura.

La interculturalidad

Esta es un perspectiva consecuente con el reconocimiento de un devenir sociohistórico específico de Latinoamérica, cuya diversidad etnocultural está signada en el hecho fundante de las relaciones sociales que le sucedieron, a saber, vel mal llamado descubrimiento de América, que configuró unas condiciones coloniales y neocoloniales que han mantenido y reproducido prácticas de subalternidad social y cultural- frente a las cuales ha reaccionado en las últimas décadas una corriente de pensamiento latinoamericano que desde perspectivas críticas vienen generando lo que se conoce como el giro poscolonial del pensamiento latinoamericano (Dussel, 1988), (Mignolo, 2007), (Walsh, 2010).

Si se quiere, el cumplimiento del proyecto emancipatorio de la modernidad en Latinoamérica pasa por la resistencia a la modernidad como proyecto neocolonial, en una universidad que comprende la diversidad como constitutiva de la realidad social.

La internacionalización

Es una discusión que bien podría ponerse en términos del desarrollo, en razón a que la internacionalización de la universidad está íntimamente asociada al proceso de globalización de la economía de mercado, modelo imperante y en gran medida apalancado por una educación que convertida en negocio, sirve a los intereses de los emporios económicos y las empresas multinacionales, en vez de responder a su misión de contribuir a la construcción de una sociedad organizada alrededor de la dignidad humana y la protección de la vida en el planeta.

En este orden de ideas, la inserción reflexiva de la universidad en el mundo implica superar la globalización como consolidación de la lógica del mercado como pensamiento único, para asumirse como proyecto educativo biodiverso en lo que Morin (1999), denomina la era planetaria, que involucra la ecologización del pensamiento hacia un modelo de desarrollo humano que contrapone al mercado la vida y la sostenibilidad ambiental y social.

Estos presupuestos -nuevamente lo menciono- han sido y siguen siendo asuntos que ocupan la reflexión académica de las dos facultades que se integran para dar vida a la nueva facultad de ciencias humanas y sociales, y constituyen verdaderas puntas de lanza de un proyecto de reforma curricular, pero, además, con un acumula- do organizativo de experticia y producción intelectual supremamente valioso, cuyos grupos de investigación se encuentran en el máximo nivel en la medición de Colciencias y programas profesionales de pregrado hasta posdoctorado, en su mayoría con acreditación de alta calidad otorgada por el MEN (Ministerio de Educación Nacional) y una trayectoria estimable de alianzas y relaciones de cooperación con entidades públicas y privadas a nivel local, regional, nacional e internacional, que ha contribuido al desarrollo humano y de la sociedad y dan cuenta de su experticia.

Nunca como ahora, han coincidido la necesidad de ex- plorar formas organizacionales que favorezcan la interdisciplinariedad en la formación profesional y la producción del conocimiento científico, con la madurez epistémica alcanzada por las facultades de Psicología y Educación, lo que permiten dar este paso con confianza y entusiasmo.

Sueño con un proyecto de ciencias sociales y humanas interdisciplinario, intersubjetivo, intercultural e internacional, que instale su quehacer intelectual en el proyecto emancipatorio de la modernidad de cuño latinoamericano, en tensión y resistencia con el proyecto colonial de la modernidad.

Referencias

Dussel, E. (1988). La ética de la liberación en la edad de la globalización y la exclusión. Madrid: Trotta. [ Links ]

Gibran, K. (2020). El profeta. Obtenido de Biblioteca Virtual Universal: https://www.biblioteca.org.ar/libros/11402.pdfLinks ]

Habermas, J. (1973). Conocimiento e interés. En: Ideas y Valores, pp. 61-76. [ Links ]

Mignolo, W. (2007). El pensamiento decolonial: desprendimiento y apertura. Un manifiesto. En S. Castro-Gómez, y R. Grosfoguel, El giro decolonial. Reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global. Bogotá: Siglo del Hombre Editores. [ Links ]

Morin, E. (1984). Ciencia con conciencia. Barcelona: Antropos. [ Links ]

Morin, E. (1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Paris: Unesco. [ Links ]

Santos, B. (2006). Conocer desde el sur. Para una cultura política emancipatoria. Lima: Fondo editorial de la Facultad de Ciencias Sociales. [ Links ]

Vessuri, H. (2001). Introducción: La ciencia y sus culturas. En: Revista internacional de Ciencias Sociales, pp. 179-185. [ Links ]

Walsh, K. (2010). Estudios (inter)culturales en clave decolonial. En: Tabula Rasa, pp. 209-227. [ Links ]

1 Decana de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales.

Referencia norma APA: Sánchez, G. M. (2020). Las ciencias humanas y sociales y la universidad en la era planetaria. A propósito de la creación de la nueva Facultad de Ciencias Humanas y Sociales. Rev. Guillermo de Ockham, 18(1), 3-5. doi: https://doi.org/10.21500/22563202.4800

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