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Revista Guillermo de Ockham

Print version ISSN 1794-192XOn-line version ISSN 2256-3202

Rev. Guillermo Ockham vol.20 no.2 Cali July/Dec. 2022  Epub Aug 26, 2022

https://doi.org/10.21500/22563202.5850 

Artículo de reflexión

La oniropolítica como política del psicoanálisis

1 Department of Psychoanalysis and Psychopathology of the Institute of Psychology of the Federal University of Rio Grande do Sul; Brazil

2 Departamento de Psicanálise e Psicopatologia, UFRGS; Porto Alegre; Brasil


Resumen

Este artículo pretende reflexionar sobre la existencia de una política de la psicoanálisis. Para ello, tomamos algunos resultados de la investigación realizada en Brasil “Sueños confinados: lo que sueñan los brasileños en tiempos de pandemia (2020/2021)” para proponer la oniropolítica. Combinando el psicoanálisis con el pensamiento del filósofo alemán Walter Benjamin, la oniropolítica es una política del deseo. Por la urgencia de nuestra temporalidad y contexto histórico, es necesario soñar con un futuro, alimentar un imaginario político capaz de sustentar un pensamiento y una práctica insistente en el sentido de la crítica, la democracia y la posibilidad de otro futuro.

Palabras clave: oniropolítica; psicoanálisis; sueños; política del deseo; política del psicoanálisis; Walter Benjamin

Abstract

This article aims to reflect on the existence of politics of psychoanalysis. To do this, we take some results of the research carried out in Brazil, "Confined dreams: what Brazilians dream in times of pandemic (2020/2021)", to propose oneiropolitics. Combining psychoanalysis with the thought of the German philosopher Walter Benjamin, oneiropolitics refers to politics of desire. Due to the urgency of our temporality and historical context, it is necessary to dream of a future and nurture a political imaginary capable of sustaining insistent thought and practice in the sense of criticism, democracy, and the possibility of another future.

Key words: oneiropolitics; psychoanalysis; dreams; politics of desire; politics of psychoanalysis; Walter Benjamin

(...) Estoy en una casa muy grande que no me parece extraña. Tiene varias puertas; unas las puedo abrir, otras no. Está ubicada en una ciudad histórica y justo al lado hay un fraccionamiento con otra casa en construcción y con varias plantaciones. El frente de la casa da al centro de la ciudad. Sabía que ese día había un funeral, aunque no podía ver el ataúd. Al mismo tiempo, el actual presidente de la República estaba sentado en una silla de ruedas, pero, con una apariencia muy envejecida, como un cadáver; se formó una multitud a su alrededor, mientras no dejaban pasar a la gente. Subí a este fraccionamiento para tratar de pasar entre la multitud y vi pasar la cola de una lagartija que era demasiado grande y alguien dijo dice que no podía tocarla.

Informe de sueños durante el periodo de pandemia, base de datos de investigación “La oniropolítica en tiempos de pandemia”, 2021.

Asociaciones de soñadores:

Este sueño reciente fue la noche en que difundieron el video de unas personas con antorchas en sus manos frente al Congreso. La casa tiene varias puertas; unas las puedo abrir, otras no. Pienso en las puertas como temas colectivos, ya que una de las puertas deja la casa expuesta al centro de la ciudad, donde había una aglomeración de personas. En este momento, percibo la figura del presidente de la república, como una sombra colectiva, o, como su representación, su rostro decrépito no me recuerda a un anciano sabio, sino a un sentimiento de asco, repulsión y miedo. La cola de la lagartija aparece en mi camino, lo que me recuerda que cuando la lagartija pierde la cola, se regenera, se puede considerar el final o el principio de algo (...).

Desde los inicios del psicoanálisis, Freud propuso un intenso diálogo con la cultura y con las problematizaciones de la sociedad. Su método no se limitaba a una clínica del sufrimiento psíquico individual, sino que también servía como una forma crítica de pensar los aspectos colectivos de la vida social (Safatle et al., 2018).

Erik Porge (2009), de manera poética decía que al relatar el caso clínico de manera romantizada, en una temporalidad distinta a la médica, Freud habría inaugurado, además del tratamiento psicoanalítico, una forma de transmisión del conocimiento inconsciente. Tal observación nos lleva a la noción de que, en esta forma de entender el sufrimiento psíquico, se revela no solo la escucha del inconsciente de los pacientes, sino su deseo de introducir el psicoanálisis en el campo social (Gurski & Perrone, 2021).

Tal comprensión de la posición freudiana, incluso, puede verificarse a través de registros históricos de la época de la República de Weimar, que muestran el compromiso de Freud con la llamada Viena roja (Danto, 2019). Después de la Primera Guerra Mundial y con el fin de la monarquía, los austriacos vislumbraron una sociedad basada en el ideal del bienestar social en la que la servidumbre de algunas clases daría lugar a una mejor distribución de la renta y condiciones de vida, salud y educación a un espectro social más amplio.

Según Danto (2019), muchas condiciones cambiaron después de la Primera Guerra Mundial, entre ellas, un importante movimiento discursivo sobre el psicoanálisis: “(…) la narrativa pasó del psicoanálisis como construcción clínica solitaria al psicoanálisis como ideología modernista de transformación (…)” (p. 21). En nuestros días, la urgente necesidad de transformaciones sociales está iluminando el trabajo de varios psicoanalistas e investigadores en humanidades en Brasil; para estos estudiosos, las demandas urgentes de nuestro tiempo se presentan, especialmente, a través del desamparo y la dimensión sociopolítica del sufrimiento psicológico de grupos sociales históricamente marginados.

En nuestro Centro de Investigación,6 en los últimos años, hemos desarrollado investigaciones e intervenciones para establecer puentes entre la escucha psicoanalítica, la universidad y el espacio público. Trabajamos para operar una relectura de los fundamentos del psicoanálisis que permita validar la escucha que realizamos a través de investigacionesintervenciones con las instituciones sociales, las políticas públicas y la ciudad en general. Es por eso que, a raíz de investigaciones que ya abordaban el tema de la asociación libre, la atención emergente y la interpretación, se nos planteó un nuevo interrogante: la importancia de trabajar con narrativas oníricas (Gurski & Perrone, 2021).

No es casualidad que entre toda esta serie de interrogantes buscamos un diálogo con los escritos de Walter Benjamin, filósofo y crítico cultural alemán vinculado a la Escuela de Frankfurt. Benjamin vivió y produjo en una época similar a la de Freud, en la década de 1930. A pesar de no ser psicoanalista, tenía en sus sueños un importante tema de análisis y estudio. Para Benjamin (2006), el sueño lleva en su montaje la articulación entre dormirse, soñar y despertar. En el Libro de los pasajes (Benjamin, 2006), encontramos la noción de que el sueño también tiene una dimensión de análisis social a explorar; es decir, los restos del día, que aparecen en el material onírico de cada uno, establecen una conexión con el colectivo del sueño en el que se inserta el soñador (Gurski & Perrone, 2021).

La articulación de los textos de Benjamin con la escucha psicoanalítica, con la política y con los sueños nos llevó, en 2019, a la construcción de la oniropolítica: una estrategia de análisis ético-político que busca llenar huecos en los discursos planos y hegemónicos, con el fin de rescatar la complejidad del pensamiento (Gurski & Perrone, 2021). Es un intento de construir un camino transitable para ofrecer múltiples sentidos en medio del aplanamiento del pensamiento, la intolerancia en las ataduras y la desesperanza.

Evaluamos que, en la actualidad, el discurso social y el poder político asumen el carácter regresivo7 de rescatar lo que solíamos ser. En este sentido, la oniropolítica propone lo contrario de la regresividad, pues constituye una propuesta para conquistar lo que queremos ser. Esta proposición nos ha permitido trabajar, a través de la estructura de los sueños, el vínculo entre la articulación de dos esferas que en un principio parecen contradictorias: la particular narrativa del sueño que porta lo singular del sujeto y la política, una dimensión colectiva del deseo de producción de lo común (Dunker, 2022). Con la oniropolítica creemos, junto a Benjamin y Freud, que en el sueño hay “un saber aún no consciente de los hechos y fenómenos, cuya promoción tiene la estructura del despertar” (Benjamin, 2006, p. 434).

Partimos de la premisa de que los sueños realizados en la vida nocturna, al ofrecer algo más allá de la percepción racional y consciente, evocan un elemento innovador y creativo, cargado de percepciones y comprensiones que producen nuevos significados a las experiencias diurnas. Tales elementos, además de enunciar aspectos singulares del tema, muestran matices de la estructura histórica y colectiva. Es en esta dirección que hemos entendido que la polisemia que forma parte de la estructura onírica sería una alternativa a la limitación de significados que se anticipa en los lazos actuales debido a las ideologías y una distopía de la realidad que gana cada vez más espacio (Gurski & Perrone, 2021).

Los sueños y la llegada de la pandemia a Brasil

El nuevo coronavirus (SARS-CoV-2), se identificó en China en diciembre de 2019. Llegó a Brasil a principios de marzo de 2020, cuando la OMS declaró que se trataba de una pandemia con propagación a corto plazo y que había niveles alarmantes de contaminación. Rápidamente, en el país, la dinámica del tema salud produjo una intensa devastación del vínculo social, tomando una concreción que va mucho más allá de lo biológico, sobre todo, por una superposición de crisis: además del virus, una expansión geométrica de la crisis política y social.

La sociedad brasileña, especialmente para los socialmente desfavorecidos, tanto en términos económicos como raciales y de género, de repente se encontró espectadora de una arena de disputas políticas e ideológicas ajenas a la lucha contra el virus y llenas de conclusiones precipitadas e intrascendentes. Las condiciones de la pandemia parecen haber puesto en el escenario nuevamente, el guion de un país en guerra civil, un país de genocidios indescriptibles y masacres indocumentadas (Safatle, 2020). Es increíble, pero no sorprendente, que en cinco meses de la mayor crisis sanitaria que ha visto el mundo en los últimos 100 años, se instalara la normalidad del negacionismo ante los temas de la pandemia con abundante ignorancia y desinformación.

Inmersos en un escenario de creciente polarización social, propiciado por una arquitectura de destrucción que incluye la retórica del odio, la necropolítica, la persecución de las minorías, la desvalorización del conocimiento de la ciencia y el establecimiento de políticas de muerte, con la pandemia, sigue la noción de que en Brasil, la política instalada en realidad sigue la lógica de la guerra civil.

Fue en este contexto que comenzamos a buscar la construcción de algunos caminos alternativos a partir de la articulación entre sueños, psicoanálisis y política. Hace unos años en una investigación con adolescentes de socioeducación,8 buscamos establecer a través de diferentes dispositivos de escucha, entre ellos, los Círculos de los Sueños,9 un dispositivo de escucha que también se presenta como un punto de resistencia en la relación con las narrativas trágicas del destino que suelen acompañar a los jóvenes brasileños de la periferia, especialmente negros y pobres.

Así decidimos recopilar sueños nocturnos en medio de la pesadilla de la pandemia mundial del Covid-19 en Brasil. Con el confinamiento social empezamos a escuchar a la gente decir que soñaba más, que los sueños eran más vívidos y que al despertar recordaban más las imágenes del sueño.

Ante un escenario complejo, donde el virus y la política se entrecruzaban, empezamos a preguntarnos si los sueños podrían funcionar como un elemento crítico con la posibilidad de ayudarnos a despertar de un momento de dolor y entumecimiento. Como analizaba Benjamin (1940/2012) en el texto Sobre el concepto de la historia, tal vez somos un poco como el ángel del cuadro de Paul Klee: paralizados por la repetición de lo que nos ha afectado y sin posibilidad de abrirnos a la nuevo a través de la elaboración. Benjamin, en este escrito de 1940, sugería que el ángel de la historia, en vez de dejarse llevar por los vientos de la razón y del progreso, podía detenerse y despertar a los muertos; es decir, podía recoger los fragmentos de las ruinas y reordenarlos desde nuevos y otros sentidos (Gurski & Perrone, 2021).

Hemos apostado a que los sueños nocturnos, al ofrecer algo más allá de la percepción racional y consciente, evocan la dimensión de un elemento innovador y creativo, cargado de percepciones y comprensiones que pueden llegar a crear nuevos significados de la vida cotidiana. En Rouanet (1990), encontramos la interesante noción de que es a través del “sueño que el soñador se apropia de la fuerza que emana del mundo muerto de las cosas” (p. 89). En otras palabras, la fuerza que emerge de lo reprimido por ausencia de elaboración es, precisamente, lo que no puede ser recordado por el sujeto y la historia; sin embargo, también es aquello que, por la ausencia de simbolización, no puede olvidarse. Entendemos que los múltiples significados que conllevan los sueños pueden evocar alternativas tanto para la elaboración como para la eventual creación de lo nuevo.

Desde el inicio de la articulación entre sueños, psicoanálisis y política, nos hemos inspirado en el libro El Tercer Reich de los sueños, de la periodista alemana Charlotte Beradt (1966/2017). En el escrito narra la recopilación de 300 sueños de alemanes tras el ascenso de Hitler, entre 1933 y 1939. En las narraciones oníricas de estos alemanes podemos identificar críticas al momento social que suscitaron angustia, miedo e impotencia. Beradt no era psicoanalista, sin embargo, a través del relato de su libro, inscribió la importante articulación del sueño como una producción que reside en los umbrales entre el sujeto y lo social. Es importante señalar que Freud (1900/2012) ya había observado que los sueños están sobredeterminados y que, además de cuestiones y circunstancias personales, otras capas de fragmentos del contexto social y político trabajan para la creación del sueño.

Como en otros momentos de grandes catástrofes, pensamos que el psicoanálisis no podía desvincularse del análisis crítico ante el efecto disruptivo del vínculo social y las condiciones de la cultura actual. No se puede negar que fue la herencia del pensamiento freudiano la que hizo posible, sobre todo, el acceso a otro tipo de lógica: la del relato onírico. El sueño de Freud subvirtió la idea de experiencia, con lo cual hizo accesibles al sujeto experimentaciones que no son solo las de la conciencia. En este sentido, es importante entender la diferenciación que hizo entre la experiencia de soñar y la narración sobre el sueño, siendo esta última una experiencia de construcción, una experiencia que saca a la luz algo que estaba potencialmente ahí, pero que antes podía no ser declarada y reconocida (Gurski & Perrone, 2021).

Al analizar la narración del sueño, Freud (1900/2012) se apega a lo que llamó pensamientos oníricos, un pasaje entre lo real; es decir, lo que no es accesible a la conciencia, a los modos de análisis racional y el despertar, compuestos por los restos de las experiencias del día y la reconstrucción en forma de narraciones. Junto a las premisas freudianas, destacamos que solo quedan rastros de la experiencia onírica y el psicoanálisis dirige sus interrogantes a estos mismos. Será en ellos donde encontraremos fragmentos de tiempo y espacio; es decir, huellas de la historia de lo que no se pudo asimilar. En el trabajo psíquico del sueño, Freud muestra que estamos entregados a los significados que nos ofrecen las ruinas de los registros.

En este trabajo, cabe señalar que no nos interesa recopilar sueños para interpretarlos. Siguiendo a Freud, Benjamin y Lacan, indican que el punto de partida de la oniropolítica es hacer hablar sobre lo real del sueño: presentar, a la manera benjaminiana, lo que Freud (1900/2012) llamó el ombligo del sueño, mostrando que hay, en el material onírico, algo que se resiste a la interpretación y que debe ser enunciado y narrado. En extremo, podemos decir que es el límite que habita la noción misma de representación en el sueño. En este sentido, Benjamin busca imágenes dialécticas y la noción de constelación para mostrar que no se trata de dilucidar la verdad del objeto o fenómeno, sino de dejar hablar a lo real y mostrar los posibles movimientos y significados desde las diversas capas que toman la forma de constelaciones (Gurski & Perrone, 2021).

La constelación onírica, lo real

João Barrento (2013), en el libro Limiares sobre Walter Benjamin, afirma que Benjamin utilizó, en sus escritos y formulaciones, un método más imaginativo que conceptual, un método que no separaba la forma del pensamiento y que, sobre todo, eligió fronteras, divergencias y umbrales como lugar y objeto de reflexión. En este espacio de umbrales, como sugiere Alexia Bretas (2008), es como si lo onírico rozara lo real. Tal descripción, de alguna manera, nos hace pensar en la intención freudiana y benjaminiana de hacer resonar el tejido onírico en el espacio de la vigilia (Gurski & Perrone, 2021).

Benjamin, como Freud y Lacan, sabía que si bien era imposible alcanzar la verdad y lo real del fenómeno, tampoco sería posible reproducir su belleza en la arquitectura conceptual. La verdad y lo real del objeto y del fenómeno, para Benjamin, no deben desvelarse hasta el punto de encerrar su misterio y secreto. En este sentido, el método benjaminiano se asemeja a la estructura del sueño, ya que, en ambos, no se trata de resolver un problema, sino a través del montaje, en su propia forma, de enunciar lo que se problematiza.

Para el trabajo de articulación con la política, tomamos los sueños como manifestación de la fulguración del sujeto, la singularidad creadora del soñador arrojado a zonas de borrado como una especie de luciérnaga. Una forma de considerar el poder de resistencia en la luminosidad intermitente y no total de la narración onírica que se compone de fragmentos, pedazos y fulgores fugaces con fuerza para tocar lo real y quizás moverlo.

En el libro La supervivencia de las luciérnagas, Didi-Huberman (2011) evoca los Escritos corsarios de Pasolini (2020) y la figuración de las luciérnagas para problematizar el creciente neofascismo “que titubea, cada vez menos” para retomar todas las representaciones del fascismo histórico que lo precedió. Según Didi-Huberman, el cineasta italiano, al escribir, en 1941, las famosas cartas a su amigo adolescente Franco Farolfi, produjo importantes nociones en defensa de un buen debate de ideas, de la supervivencia de la polémica y la lucha política. Lo interesante es que, en los escritos del corsario, ya cerca del momento de su muerte, Pasolini sugiere que, en su país, las luciérnagas estaban muertas; es decir, ya no podía ver la posibilidad de resistencia a las prácticas totalitarias en Italia de esa época (Gurski & Perrone, 2021).

Didi-Huberman (2011), problematiza la supuesta muerte de los modos de resistencia, llevándonos a darnos cuenta de que cuando vemos solo la noche de un lado y, del otro, la luz cegadora de los reflectores, nos cegamos ante lo improbable, a la apertura a lo nuevo, a los atisbos y, sobre todo, a todo aquello que pueda reconfigurar el futuro.

Trabajar con los sueños nos ha demostrado que no hay totalitarismo que pueda impedir que el sujeto sueñe y, en el sueño, forjar una alternativa a la ausencia de polisemia en la vida y en los acontecimientos. El trabajo de los sueños psíquicos puede inundar la vida cotidiana con ideas, conceptos y pensamientos únicos e inusuales. Las imágenes de los sueños se aproximan al concepto de imágenes dialécticas de Benjamin y a la noción psicoanalítica de que la imposición de significados unívocos, propia de los sistemas totalitarios de pensamiento, solo ocurre cuando el sujeto se entrega a la impostura de lo que llamamos el totalmente otro.

Con Benjamin, por lo tanto, vemos que los materiales oníricos se asemejan a runas, elementos misteriosos que, según la disposición, forman diferentes expresiones del sujeto y la cultura. Con el rescate del sueño en la obra de crítico de la cultura de su tiempo, Benjamin (2006) afirmó la idea de que tenía más para mostrar que para decir. Sus críticas se produjeron a través de una intervención que buscaba tocar lo real de las problematizaciones.

La tesis de Benjamin (1984) sobre el teatro barroco alemán, por ejemplo, muestra mucho más a través de su forma que de su contenido. Las numerosas citas presentes en la tesis de cátedra, que tanto irritaban a los profesores de la época, fueron como una especie de intervención de carácter político, pues el formato de su escritura ya contenía una crítica epistemológica a las producciones intelectuales y culturales de su tiempo (Lima, 1994).

De igual manera, hemos pensado que evocar los sueños de la población como importante material de conocimiento para la investigación académica, en sí mismo (per se), ya evidencia una intervención en la acción, un acto de carácter ético-político, en tanto aumenta la importancia de las más insólitas e inventivas construcciones nocturnas, como si redobláramos el conocimiento que remite a la otra escena. En este sentido, entendemos a nuestros soñadores, al igual que Benjamin entendía las citas: una especie de ladrones que recogen al azar hechos y rastros de la vida cotidiana para reinventarlos en textos oníricos.

¿Puede haber una función más transformadora y revolucionaria que el acto de soñar? El sueño opera una transgresión fundamental en la temporalidad del mundo: nos pone, en el presente, a construir, a través de las ruinas del pasado, lo que aún no existe en la materialidad de la vida, solo en las imágenes de los sueños, de lo que está por venir. Proponer una escucha de los sueños hoy es como proponer al soñador que se tome en serio la construcción de sus constelaciones, una forma de apostar por el conocimiento que emana del mosaico onírico de cada uno (Gurski & Perrone, 2021, p. 121).

Para Benjamin (2006), en la formulación del sueño, podríamos encontrar la articulación de varias temporalidades, lo que permitiría al historiador materialista salvar los sueños de otros tiempos, a través del lenguaje y las actualizaciones del presente. En la alegoría del drama barroco con los sueños, Benjamin ubicará el encuentro de fragmentos de ruinas y fragmentos, una imagen mayor de una obra abierta que, además de producir un diálogo entre diferentes tiempos, deja un espacio vacío para que el lector se experimente como autor.

Como en el sueño freudiano, donde el hablante es el sujeto del inconsciente, en la imagen dialéctica del sueño benjaminiano se instaura el laberinto y la primacía de perderse en medio de múltiples sentidos e imágenes. Podemos, por lo tanto, pensar en el soñador como aquel que recoge las perlas de la vida cotidiana, como investigador, coleccionista y revolucionario, cercano al historiador materialista que muestra, con sus narraciones, una lógica a contrapelo.

En este mosaico de preguntas, pensar las constelaciones consiste en deslizarse de una imagen a otra, construyendo una disposición de fragmentos en constante cambio, siempre marcados por tensiones en las que cada rasgo queda como resto y, a la vez, como un todo. La mónada sería la parte más pequeña de la constelación, una porción del todo, un fragmento que lleva en sí la totalidad. El análisis de Benjamin del pensamiento expresado en la imagen tendría una estructura de cielo de estrellas, un constante movimiento de transformación que nunca termina. Esta figuración puede pensarse en asociación con imágenes dialécticas o con imágenes oníricas como estructuras monadológicas (Benjamin, 2006), la unidad mínima de la constelación, que hace referencia a la relación entre lo particular y lo colectivo.

Para Benjamin, constelación, imagen dialéctica y mónada son como cortes en tiempo progresivo y lineal, ocurridos a partir de procesos de rememoración que se dan, por ejemplo, en forma de montaje surrealista, o incluso en el formato de lo que Freud (1937/1980) llamaba construcciones bajo análisis. Para entrar en el diapasón de una constelación, es necesario pensar en imágenes y olvidar las convenciones del progreso y la linealidad.

En este sentido, ¿pueden entenderse las imágenes de los sueños como registros de ruinas perceptivas de otro tiempo que se presentan, en el presente, como una posibilidad de ser reordenadas tanto desde el punto de vista singular como colectivo? ¿Puede el sueño, elemento de la historia singular, ser un dispositivo de rearticulación de la historia social, poniéndose también al servicio de la crítica de la cultura y los lazos sociales? (Gurski & Perrone, 2021).

Entendemos que parte de nuestro trabajo es retomar el proyecto benjaminiano que quedó incompleto respecto a la arquitectura de los sueños, interrumpido por su muerte, en 1940. Pensamos que todo el análisis sobre el despertar y su posibilidad emancipadora fue también el momento en que Benjamin se acercó con más fuerza al pensamiento psicoanalítico.

En opinión de Benjamin, el sueño es una expresión de los restos diurnos y materiales que lograron escapar a la represión, quedando, por tanto, cargados de índices históricos y de la experiencia particular coloreada por la universalidad social. Es la idea de que la universalidad socio-histórica ya no significa un punto fijo a ser conocido, sino un punto abierto en el que se puede leer lo político y lo social en el tiempo particular de un sujeto.

Hemos pensado que habitar la zona del umbral con Benjamin, con la dialéctica del sueño y el despertar, nos permite detectar e intervenir en los matices sociopolíticos del sufrimiento psíquico de los sujetos, abriendo posibilidades de transformación social. En el análisis de los sueños pensamos en la construcción de la oniricopolítica como una forma de lectura del umbral crítico del despertar que puede dar lugar a las producciones oníricas en su articulación con la historia social y el espacio de la vigilia.

El elemento emancipador señalado por Freud es considerado por Benjamin como reminiscencia (Eingedenken) y será, precisamente, a partir de la implicación del sujeto con las reminiscencias en el trabajo onírico que veremos la configuración de una experiencia continua e histórica de las ruinas del pasado con el presente. El proceso de despertar se produce precisamente en el umbral de la indiferenciación entre la singularidad del sujeto y la universalidad de lo social y, en este sentido, suponemos que la experiencia de soñar y despertar puede convertirse en un modo de conocimiento y acción (Gurski & Perrone, 2021).

El despertar y la dimensión política

Benjamin entendió que los registros del sueño y la vigilia no correspondían a dos reinos antagónicos, rígidamente delimitados e incomunicables entre sí. Por el contrario, desde el punto de vista de Benjamin, el elemento onírico corresponde, en el límite, al entorno mismo “material” en el que se inserta la realidad.

Es por ello que uno de los esfuerzos constantes de su obra es precisamente señalar la presencia de las huellas del sueño en el seno mismo de la realidad, como propedéutica de la praxis política representada por el “despertar histórico”. Así, la posición de un polo denominado “conciencia onírica” frente al polo de la “conciencia despierta” destaca la tensión vislumbrada por Benjamin entre una dimensión que opera desde una lógica “todavía no consciente” y otro régimen de conciencia reflexiva. Estos son, por tanto, los dos “extremos” de la configuración benjaminiana de la prehistoria del siglo XIX. Aunque aparentemente son contradictorios, no se anulan ni se excluyen. En cambio, indican relaciones de afinidades y distanciamientos que son fundamentales para entender la constelación de la modernidad capitalista como “sueños llenos de sueños” (Benjamin, 2006, p. 436).

Articulando a Freud con la categoría de “imágenes del deseo” y a Marx con el modelo del “despertar histórico”, Benjamin propone lo que llamó ilustración profana u onirocrítica del siglo XIX; esto a partir del choque producido por la tensión entre el registro esencialmente imaginista de la “conciencia onírica” y el régimen preponderantemente discursivo de la “conciencia despierta”. Tanto es así que, en Pasajes, la transposición entre los dos momentos se realiza solo por mediación del intérprete onírico, el historiador materialista que somete la positividad de las imágenes oníricas al tamiz de la negatividad de la exposición lingüística.

Siguiendo la idea de un despertar político de un sueño lleno de sueños, Lacan afirma en su texto Mi enseñanza, su naturaleza y sus fines:

El sueño de la razón, eso es todo. ¿Qué significa eso entonces? Por eso nos quedamos dormidos. (...). Lo que se quería dejar fuera, excluir, es decir, el reino del sueño se ve así unido a la razón, a su imperio, a su función, a la toma de la palabra, al hecho de que el hombre habita el lenguaje, como dice el otro. ¿Es irracionalismo darse cuenta de esto y seguir los cursos de la razón en el texto mismo del sueño? Todo el psicoanálisis podría desarrollarse antes de lo que realmente podría suceder; es decir, antes de que alcancemos un punto de despertar. (Lacan, 2006, p. 93)

Lacan determina que la razón nos mantiene dormidos, en el sueño lleno de sueños del capitalismo de siglo discutido por Benjamin. El sujeto permanece en su casa en el sueño hasta que llega el momento del despertar. El despertar implica pasar por el desciframiento inconsciente, pero no hay despertar fuera del lenguaje. Sueña, piensa, duerme. Como indica Koretzky (2019, p. 88), el despertar está próximo a la aparición del sujeto del inconsciente, como un relámpago, evanescente y contingente.10 El punto de despertar coincidiría con el final del análisis, con el yo sin atributos que experimenta la desubjetivación. Alineando el despertar histórico de Benjamin con el yo sin atributos de Lacan, es posible pensar que una política de psicoanálisis no sería “educada en la asunción táctica de la forma individual y los medios tradicionales de su asociación por identificación” (Dunker, 2022, p. 21), sería la política del sueño y del deseo. Soñar y desear juntos es la producción de lo común, de una comunidad democrática venidera.

REFERENCIAS

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1. We refer to NUPPEC - Nucleus for Research in Psychoanalysis, Education and Culture (NUPPEC/UFRGS), - Axis 3 whose research in the field of psychoanalysis, education, sociopolitical interventions, and critical theory investigate the conditions of the contemporary social bond with an emphasis on the theme of adolescence of subjects in a situation of vulnerability. The group is made up of professors, associate researchers, master’s students, and fellows. For more information see: https://www.ufrgs.br/nuppec and https://www.facebook.com/nuppec, at the Federal University of Rio Grande do Sul (UFRGS),

2. President Jair Bolsonaro has declared that his goal is to make Brazil similar “to what we had 40, 50 years ago”. The project is coming to fruition as the country has undergone changes in labor, electoral and, mainly, environmental laws. https://oglobo.globo.com/politica/bolsonaro-diz-que-objetivo-fazer-brasil-semelhante-aoque-tinhamos-ha-40-50-anos-23158680

3. The Brazilian public policy that emerged from the enactment of the ECA (Brasil, 1990) with the aim of monitoring the implementation of socio-educational measures, a type of pedagogical-sanctional intervention applied to young people between 12 and 18 years of age accused of having committed an infraction.

4. Circles of Dreams are called in Brazil Rodas de Sonhos.

5. See Instance of the Letter in the Unconscious or Reason since Freud, p. 524.

Citar así: Perrone, Claudia; Gurski, Rose (2022). La oniropolítica como política del psicoanálisis. Revista Guillermo de Ockham 20(2), pp. 305-314. https://doi.org/10.21500/22563202.5850

Descargo de responsabilidad: El contenido de este artículo es de exclusiva responsabilidad del autor y no representa una opinión oficial de su institución o de la Revista Guillermo de Ockham.

Editores invitados: Nicol A. BarriaAsenjo, https://orcid.org/0000-00020612-013X

24Slavoj Žižek, Ph.D., https://orcid.org/0000-0002-1991-8415

Editor en jefe: Carlos Adolfo Rengifo Castañeda, https://orcid.org/0000-0001-5737-911X

Co-editor: Claudio Valencia-Estrada, Esp., https://orcid.org/0000-0002-6549-2638

Copyright: © 2022. Universidad de San Buenaventura Cali. La Revista Guillermo de Ockham ofrece acceso abierto a todo su contenido en virtud de los términos de la licencia Creative Commons AttributionNonCommercial-NoDerivatives 4.0 International (CC BY-NC-ND 4.0).

Declaración de interés: El autor declara que no hay conflicto de interés.

Disponibilidad de datos: Todos los datos relevantes se pueden encontrar en el artículo. Para obtener más información, comuníquese con el autor de la correspondencia.

Fondos: Ninguno.

Recibido: 30 de Marzo de 2022; Revisado: 02 de Mayo de 2022; Aprobado: 09 de Mayo de 2022

*Correspondencia: Claudia Perrone. Correo electrónico: claudia.perrone@ ufsm.br

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