El segundo tomo de la colección La nación olvidada se ocupa de dos novelas psicológicas de ^{Soledad Acosta de Samper} de difícil acceso hasta esta fecha: Elisa o los corazones solitarios y Emilia, Matilde y Leonor, confesiones de tres mujeres. La edición y la presentación de la primera de las obras corre a cargo de Carolina Alzate, quien ha desarrollado una extensa y sólida trayectoria en el estudio de Acosta de Samper, mientras que la presentación de la segunda obra está a cargo de Juliana Ossa Acosta, cuya edición, realizada en colaboración con el compilador, James Rodríguez Calle, es el resultado de su prometedor trabajo académico. Las ilustraciones de Diana Sofía Castro manifiestan la lectura crítica de una joven del siglo XXI del mundo femenino que nos presenta Acosta de Samper. Centradas ambas obras en las experiencias vitales de mujeres de la élite del siglo XIX, sus acciones se localizan lejos de Colombia, intentando apelar al predicamento de unos personajes cuyos anhelos, retos y dificultades trascienden fronteras.

Elisa o los corazones solitarios está compuesta por una introducción, dos partes y un epílogo. Narrada por Aldebarán, seudónimo de Acosta de Samper, se encuentra en la introducción, situada en las Antillas, con la pareja formada por Elisa, la protagonista, y su esposo, Eugenio, quienes allí viven en un retiro. La narración desgrana las ambiciones y esperanzas de la protagonista y sus condiscípulas adolescentes respecto a las relaciones de noviazgo y matrimonio, refiriéndonos luego las vivencias de Elisa, hermosa, adinerada y proclive a la idealización del amor romántico. Casada con Eugenio, con quien lleva un matrimonio bien avenido, acepta la amistad de Ernesto, quien, valiéndose de los lugares comunes del cortejo amoroso, encubre “no el deseo de conquistar el corazón de aquella mujer, sino el de superarla en prendas morales y en domar un espíritu singularmente independiente para una mujer”. Cabe destacar que esta novela subraya varios temas soslayados por muchos autores y autoras del siglo XIX: la construcción social de la infidelidad conyugal de las mujeres, la frustración femenina con la institución patriarcal y la infelicidad recurrente de las mujeres que no encuentran consuelo ni en la religión ni en la maternidad. En las diversas relaciones que plantea, Acosta de Samper recurre con agudeza a una serie de tipos femeninos para evidenciar que no es posible la felicidad para ellas en una sociedad en la que los cuerpos y las conciencias de las mujeres siguen encorsetados en modelos rígidos que las infantilizan o las idealizan como criaturas que solo existen para el cuidado de los otros. La voz de Aldebarán pone de manifiesto la manera en la que Elisa y sus coetáneas pasan pronto de las ensoñaciones adolescentes al desengaño de la edad adulta, recordándonos lo planteado en El corazón de la mujer, donde la autora asegura que “la mujer en la niñez vegeta y sufre; en la adolescencia sueña y sufre; en la juventud ama y sufre; en la vejez comprende y sufre”.

La segunda novela, Emilia, Matilde y Leonor. Confesiones de tres mujeres, vuelve sobre el motivo del colectivo femenino. Su título original, El bosquecillo de las confidencias, tachado en el manuscrito de la Biblioteca Nacional, proporciona las claves del texto: tres amigas se reúnen en un locus amoenus, el confesionario, en el que se transparentan sus mentes. Sus relatos de vida permiten entrever el nexo común de la insatisfacción existencial y amorosa, revelando el carácter impositivo de las expectativas asociadas a la noción tradicional de ángel del hogar. Con esta propuesta, Acosta de Samper va más allá de abordar temas tabúes para la época y, limitando los sesgos moralistas de la literatura didáctica, propone una suerte de espacio de sororidad en el cual las mujeres pueden hablar con honestidad entre ellas sin que medie ni la presencia física de los hombres ni su discurso esencialista sobre “la verdadera naturaleza de las mujeres”. Mostrando madurez narrativa, consigue que sus protagonistas cuestionen la idea de que la mujer vive una inadecuación esencial. Al repasar la edición, se hace evidente su éxito en su voluntad de trascender su dimensión académica, hallándose en su núcleo la conexión entre investigación y público. Rodríguez Calle resalta en la presentación el origen del interés de Ossa Acosta en una tesis de fin de grado sobre Acosta de Samper, labor que, con esta clase de ediciones, deja de hacer parte de archivos olvidados para convertirse en una herramienta para visibilizar a las escritoras y, con ello, formular una propuesta de literatura contracanónica. Es este ciertamente un volumen bien documentado y útil para los estudiosos del campo, mas también aproxima estas obras inéditas a un público amplio, al que le resultarán muy valiosos los contextos histórico y literario de las presentaciones de Alzate, Ossa Acosta y Rodríguez Calle, al tiempo que disfrutará de las ilustraciones de Castro mientras lee estas obras otrora postergadas.