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Revista Guillermo de Ockham

 ISSN 1794-192X ISSN 2256-3202

        26--2023

https://doi.org/10.21500/22563202.5985 

Artículo de investigación

Fortalezas y capacidades de las mujeres de Encimadas, Samaná, para construir escenarios de paz

Strengths and Capabilities of Women from Encimadas, Samaná, to Build Peace Scenarios

Claudia Marcela Aristizábal González1  * 
http://orcid.org/0000-0002-2525-0984

Victoria Eugenia Pinilla Sepúlveda1 
http://orcid.org/0000-0003-2983-460X

1 Universidad de Caldas; Manizales; Caldas; Colombia.


Resumen

Este artículo es resultado de la investigación Mujeres, capacidades y construcción de escenarios de paz en Samaná, Caldas, realizada en el corregimiento de Encimadas, con el objetivo de comprender las capacidades desarrolladas por las mujeres para construir escenarios de paz en sus familias y comunidades. Es una investigación cualitativa, dialógica, narrativa, con un enfoque hermenéutico que da prioridad a los procesos relacionales y a las formas de expresar y compartir las experiencias vividas por ocho mujeres sobrevivientes del conflicto armado. Los resultados revelan y resaltan cómo, aunque las condiciones materiales, sociales e institucionales siguen siendo precarias, estas mujeres han descubierto y desarrollado en su día a día fortalezas como la persistencia, el liderazgo, el empoderamiento y el autorreconocimiento, las cuales se combinan y se concretan en capacidades de resiliencia, solidaridad y participación para revertir la lógica de las violencias, para aprovechar cualquier circunstancia o condición social, económica, cultural y política que les posibilite impulsar acciones de cambio, y para fomentar espacios familiares y comunitarios como entornos fundamentales para elaborar formas de vida más dignas, pacíficas y florecientes.

Palabras clave: fortalezas; capacidades; conflicto armado; mujer; escenario de paz; persistencia; autorreconocimiento; liderazgo; resiliencia; solidaridad; participación

Abstract

This article is the result of the research Women, capacities and construction of peace scenarios in Samaná, Caldas, carried out in the Corregimiento de Encimadas with the objective of understanding the capabilities developed by women to build peace scenarios in their families and communities. It is a qualitative, narrative dialogic research with a hermeneutic approach that prioritizes relational processes and the ways of expressing and sharing the experiences lived by eight women survivors of the armed conflict. The results reveal and highlight how, although material, social and institutional conditions continue to be precarious, these women have been discovering and developing in their daily lives strengths such as persistence, leadership, empowerment and self-recognition, which combine and materialize in capabilities of resilience, solidarity and participation to reverse the logic of violence, take advantage of any circumstance or social, economic, cultural and political condition that enables them to promote actions for change and foster family and community scenarios as fundamental environments to build more dignified, peaceful and flourishing ways of life.

Keywords: strengths; capacities; armed conflict; women; peace scenario; persistence; self-recognition; leadership; resilience; solidarity; participation

Introducción

El conflicto armado en Colombia ha sido uno de los más largos e intensos en Latinoamérica; este ha generado múltiples violencias, un profundo impacto en la población y un sinnúmero de víctimas que continúan luchando por su inclusión, además de la reparación y el reconocimiento de sus derechos. Según el Registro Único de Víctimas (Unidad para las Víctimas, 2019), son muchas las situaciones que ocasionaron la destrucción de vidas humanas, el desplazamiento forzado, la desaparición, las lesiones personales físicas o sicológicas, entre otros. Estas acciones no solo acabaron con el proyecto de vida de quienes han sido víctimas directas, sino también de sus familias, comunidades y entornos más cercanos (Barros y Rojas, 2015; Bouvier, 2016; Centro Nacional de Memoria Histórica, 2013). En ese contexto, uno de los grupos más afectados y marginados por este conflicto se compone por las mujeres, quienes a pesar de las adversidades en sus procesos de vida, siguen batallando para transformar sus realidades (Abril, 2013; Albarracín y Contreras, 2017). Las mujeres colombianas han desempeñado múltiples roles relacionados con la guerra y la paz en el país; hoy como víctimas y sobrevivientes, muchas de ellas se hacen visibles como constructoras de paz, agentes de cambio y proveedoras de cuidados (Bouvier, 2016).

En el caso específico de Colombia, la construcción de paz es un proceso inaplazable de reestructuración de los vínculos sociales, de cambio de los patrones de exclusión y el fortalecimiento de los derechos humanos (Bouvier, 2016). Es, además, un proceso colectivo no exclusivo de mujeres o de hombres, es más una tarea de la sociedad (Magallón, 2006). Al respecto, Mbabazi et al. (2020) expresaron que un enfoque de construcción de la paz con perspectiva de género es una prioridad; se debe, entonces, acudir y aprovechar el potencial y las habilidades de los diferentes géneros para, a partir del encuentro y del desarrollo conjunto de alternativas, lograr abrir más oportunidades para establecer una paz sostenible (Demeritt et al., 2014; True y Riveros-Morales, 2018).

Muchas mujeres en diferentes lugares de Colombia, en este caso específico, en el corregimiento de Encimadas, una pequeña comunidad rural en el municipio de Samaná, departamento de Caldas, en la región centro occidente del país, han tenido que crear nuevos escenarios de socialización en sus grupos familiares y en sus comunidades, en medio de condiciones muy difíciles, movidas por la urgencia de modificar la realidad que les ha tocado vivir y por el sueño de tener un mejor presente y futuro desde la convivencia, la ciudadanía y la construcción de paz. Con este propósito las mujeres han acudido y potenciado fortalezas y capacidades que el presente estudio busca indagar y hacer visibles con base en el diálogo con ocho mujeres del corregimiento en cuestión.

Desde los planteamientos de Sen (2000, 2014) y Nussbaum (2012), las capacidades son entendidas como el potencial y el poder real de lo que las personas son capaces de hacer, ser y obtener de acuerdo con lo que consideran valioso (Sen, 2000). Para Sen (2000, 2014), lo significativo de este enfoque no son los derechos con los que cuentan los sujetos, sus bienes, recursos o necesidades básicas, sino lo que consiguen realizar con lo que tienen, es decir, aquello que logran hacer o ser realmente. Como explicó este autor, la capacidad es un tipo de libertad que permite a los individuos tomar decisiones, desempeñarse en sociedad, tener oportunidades reales para actuar y alcanzar estados que les permiten elegir entre estilos de vida alternativos.

Según Nussbaum (2012), el enfoque de capacidades retoma planteamientos de Sen (2000, 2014), cuestiona otros y desde el marco de la justicia social, aborda las injusticias y las desigualdades, además de proponer diez capacidades1 vinculadas con el concepto de la dignidad; desde la perspectiva de esta autora, se debe superar el nivel umbral de las diez capacidades esenciales que les permiten a los sujetos comparar y aspirar a las opciones de vida que tienen razones para valorar. Tanto Sen (2000, 2014) como Nussbaum (2012) identificaron las oportunidades como primordiales en el enfoque de capacidades. Como lo describió Robeyns (2017), las capacidades se refieren a las oportunidades reales o a las alternativas posibles de hacer algo o ser la persona que se quiere ser.

Las capacidades son fundamentales en la conformación de escenarios de paz, entendidos estos como el conjunto de circunstancias que posibilitan intercambios, interacciones, relaciones y formas de comportamiento entre los sujetos, favorables a la convivencia, al reconocimiento de los derechos y a la transformación y resolución no violenta de los conflictos. Estos espacios se configuran a través de las vivencias cotidianas en los ámbitos de interrelación como los familiares y sociales, es en ellos donde se dan los comportamientos y las relaciones, asimismo, se hacen evidentes, se consolidan y se modifican creencias, normas, costumbres y valores en los que se respaldan esas conexiones y comportamientos. Desde los postulados de autores como Lederach (2007) y Fisas (2011), un escenario de paz es un entorno de encuentro, de intercambio, de comunicación y de conciliación, en el cual se potencia la capacidad de transformación e interacción colaborativa y solidaria entre las personas para convivir y dirimir sus conflictos.

Es así como este trabajo se interesa en una perspectiva de capacidades que permita reconocer en un grupo de mujeres afectadas por el conflicto armado, del corregimiento de Encimadas, Samaná, Caldas, sus fortalezas como dispositivos que han desarrollado y apropiado en el marco de las interacciones con otros y su medio, con el fin de incorporarlas en capacidades que les favorecen constituir escenarios de paz en sus familias y comunidades.

Aspectos metodológicos

Esta es una investigación narrativa, dialógica que parte de cuestionarse cómo se expresan las historias vividas y cómo las personas experimentan el mundo en un intercambio conversacional (Connelly y Clandinin, 1995). El enfoque es hermenéutico como una alternativa para la comprensión social (Coffey y Atkinson, 2003), ángulo que permite identificar, analizar y comprender los sentidos que emergen de las narraciones de un grupo de mujeres pertenecientes al corregimiento de Encimadas. Este enfoque posibilitó interpretar lo que significan las experiencias vividas desde la perspectiva de quienes las vivenciaron, en un proceso de interacción entre la investigadora y las mujeres participantes, a partir del cual se vuelven palpables los significados conformados en una espiral que hace posible la emergencia y visibilidad de las fortalezas y las capacidades construidas por estas mujeres, que contribuyen a la configuración de ambientes familiares y comunitarios inclinados hacia la paz y la convivencia.

Las participantes son ocho mujeres sobrevivientes del conflicto armado, residentes de Encimadas, con una permanencia mínima de 16 años en el territorio y que han sido reconocidas dentro de su comunidad por ejercer algún tipo de liderazgo. La información se recogió a inicio de 2020 mediante entrevistas abiertas, realizadas con base en una guía temática semiestructurada y flexible; estas fueron transcritas, codificadas y organizadas con el software Atlas ti, en un proceso de contraste, conexiones y agrupaciones de ida y vuelta, desde el cual se colmaron de contenidos las categorías emergentes.

Resultados y discusión

Los resultados de la investigación se centran en las fortalezas y capacidades reveladas en las narrativas de las mujeres participantes, desde las cuales han ido constituyendo escenarios favorables a la paz en sus familias y comunidades.

Fortalezas de las mujeres de Encimadas

Las fortalezas son entendidas como cualidades personales que se consideran beneficiosas para afrontar la vida diaria. Desde la sicología positiva, autores como Peterson y Park (2009) y Peterson y Seligman (2004) han enfocado sus estudios en las fortalezas personales, identificadas como rasgos, patrones de comportamientos, pensamientos y emociones que construyen los seres en su experiencia de vida y que les posibilitan estar satisfechos. Los autores propusieron una lista de seis virtudes y 24 fortalezas centradas en los rasgos positivos humanos, a partir de cuyo desarrollo se logran virtudes o cualidades personales relacionadas con el carácter, valoradas moral y socialmente como buenas o provechosas.

En la presente investigación las fortalezas son concebidas como aspectos positivos con los que cuentan los individuos para ser y actuar de manera diferenciada en diversos ambientes. Estas fortalezas que involucran disposiciones, emociones y pensamientos se hacen patentes en las acciones, se combinan y se concretan en las capacidades de un grupo de mujeres de Encimadas.

La fuerza de la persistencia y diligencia

Esta fortaleza da cuenta de la disposición a perseverar que asumen las mujeres para conseguir aquello que les es importante, a pesar de los múltiples factores internos y externos que restringen sus oportunidades. Estas mujeres encimadeñas están decididas en sus acciones diarias a generar cambios significativos en las interacciones y las prácticas tanto de sus familias como de la comunidad, que potencien su creatividad y oportunidades de acción. Ellas son conscientes de que solo perseverando en sus esfuerzos pueden lograr sus propósitos de una vida presente y futura mejor. Esta fortaleza hace evidente la valentía, disposición y creatividad que las mujeres han tenido para sortear las adversidades, de manera que insistir y buscar alternativas es la constante, como lo planteó una de ellas:

Yo cada vez que me decían “usted no puede” o “usted no es capaz” era lo que más fuerza me daba, yo decía: “yo sí puedo, yo soy capaz” …Yo digo que uno siempre puede con todo lo que se proponga. (Entrevista n.° 5, comunicación personal, 2020)

Estas mujeres se encuentran convencidas de actuar de acuerdo con lo que consideran importante, aun cuando esto interrogue o contradiga creencias y prácticas tradicionales, acto que es parte de la reconfiguración de significados que ellas han estado haciendo. De este modo lo exteriorizó una participante, mientras parafraseaba las palabras de su madre: “déjeme que yo haga mis proyectos, esto es lo que yo le voy a dejar a mis hijas; mis hijas tienen que ser berracas, tienen que salir adelante, ustedes tienen que luchar por lo que quieren” (Entrevista n.° 8, comunicación personal, 2020). En ellas existe una certeza de seguir adelante, de no desistir y de fomentar en los integrantes de la familia la fuerza y decisión de actuar por lo que quieren, así han liderado procesos de transformación de su vida y del resto de la familia.

Altruismo y generosidad

Como fortaleza el altruismo refiere a la disposición para cuidar y ayudar a otros cercanos o lejanos; se nutre de la posibilidad humana de sentir y expresar afecto; desde sus múltiples manifestaciones implica comprender y apreciar a los demás como seres humanos, lo que se observa en las actuaciones y relaciones que se establecen. En palabras de una de estas mujeres: “Yo pienso que construir paz es ayudar al otro, estar pendiente del otro, no sentir egoísmo… Siempre es tratar de ayudar a los otros en lo que más podamos, de estar para el que lo necesite” (Entrevista n.° 5, comunicación personal, 2020).

Para la sicología social e incluso para la sociología, el altruismo tiene unas bases sociales, cognitivas y relacionales que fundamentan la tendencia a ayudar o servir constructivamente a las personas, incluso por encima del bienestar propio (Stiefken, 2014). En esta fortaleza la formación en valores, los procesos de socialización, el aprendizaje y la cultura tienen una gran influencia; asimismo, se reconoce la empatía como una característica humana que favorece la actuación altruista, considerada como un comportamiento prosocial que busca el bienestar de los demás individuos (Stiefken, 2014).

Esta fortaleza se manifiesta en el actuar de las mujeres cuando son generosas, se preocupan por otros sujetos o se reúnen para aportar a una necesidad de la comunidad, de una familia o del otro. También, se hace evidente la disposición de ayudar a otros cuando una mujer que desarrolla acciones con su comunidad manifiesta:

Yo siempre incluyo al papá… y hacerle entender a ese papá de que el rol de crianza no es el mismo de la mamá… Yo empiezo como a incluirlos; entonces, en el momento que ellos ven que en mí pueden encontrar a alguien como de confianza, ya ellos se empiezan a contar los problemas que tienen en la casa… (Entrevista n.° 2, comunicación personal, 2020)

En varias de estas mujeres, los caminos de resignificación de las experiencias vividas las han llevado a replantear sus prioridades y, en este caso, a sentir la fuerza y el interés por contribuir y acompañar a otros para aportar a su estar bien, orientadas siempre por el propósito de poder tener una buena vida. En este sentido, ellas reconocen su lugar protagónico en sus familias y en su comunidad.

Liderazgo

El liderazgo como una fortaleza se presenta como la cualidad de guiar a una persona o comunidad hacia unos objetivos y beneficios comunes. Desde los planteamientos de Peterson y Seligman (2004), el liderazgo es una fortaleza enfocada en impulsar a un grupo a hacer determinadas acciones de interés colectivo; además, incide en fortalecer las relaciones interpersonales y favorece la planeación de un colectivo, la dirección de este y la ejecución de actividades en beneficio de unos propósitos compartidos. Así, las mujeres de Encimadas han elevado su autoestima, han ganado confianza en sí mismas y en sus capacidades para generar cambios y lograr propósitos personales, familiares y colectivos: “Mire que hoy en día las mujeres ocupamos cargos importantes en la sociedad. Una alcaldía que tuvo un grupo solo de mujeres que trabajaban diseñando, enseñando a las otras mujeres cómo hacer microempresa, cómo salir adelante” (Entrevista n.° 2, comunicación personal, 2020).

Para Quintero David (2018), el liderazgo es uno de los medios de reparación sicosocial a la adversidad experimentado por las mujeres. En este sentido, el autor afirmó que a través de la disposición de estar al frente, de direccionar, las mujeres se ubican en el lugar de gestoras sociales, perciben problemáticas y de manera conjunta buscan respuestas en beneficio de las comunidades, de este modo sus acciones posibilitan medios de transformación y reconstrucción del tejido social. En Encimadas varias de estas mujeres estudiaron, se capacitaron y a partir de su formación, han apoyado a sus congéneres; igualmente han accedido a empleos diferentes a las labores del campo y del hogar, han creado emprendimientos y han aportado a la formación de las familias con las que trabajan, situación que ha sido aprovechada para establecer lugares de aprendizaje acerca de estilos de crianza basados en la comunicación, el respeto a la diferencia, el conocimiento y la práctica de los derechos en la vida cotidiana, y el acercamiento de la comunidad a herramientas para la resolución de conflictos por medios no violentos.

Como bien lo propuso Acosta-Navas (2020), las mujeres desde sus experiencias vitales, sus luchas cotidianas contra las múltiples violencias en sus entornos familiares y sociales, tienen una predisposición ética y política para construir escenarios de paz territorial en sus familias y comunidades; una paz que es compleja como lo expresó el autor, porque no solo se centra en la resolución no violenta de conflictos, sino que cohabita con las creencias culturales y las desigualdades sociales de los territorios. Por medio de la adquisición de espacios en diferentes contextos, estas mujeres han logrado dar ejemplo e influir de forma positiva en la vida de sus congéneres y otras personas de la comunidad.

Empoderamiento, coraje y autorreconocimiento (T3)

En esta investigación, el empoderamiento y el coraje como fortalezas se conciben como procesos humanos que contribuyen al desarrollo de capacidades y recursos, desde las especificidades de los individuos y de los contextos para proyectar el curso de vida, establecer metas y buscar estrategias y acciones para alcanzarlas. De acuerdo con estos, las personas y los grupos acceden a la dirección de sus vidas y potencian la capacidad de actuar, la resistencia y la posibilidad de trascender su realidad (Crespo et al., 2007; Musitu y Buelga, 2004; Silva y Loreto, 2004).

El empoderamiento y el coraje femenino tienen mayor actualidad al hacerse cada vez más evidentes las condiciones de dominación y abuso, así como las limitaciones en las que viven muchas mujeres y la urgencia por cambiar estas circunstancias ampliando sus capacidades y su agencia (Castiblanco y Pineda, 2022). De esta manera, se asocia el empoderamiento no con el desgastado y cuestionado discurso institucional y estatal que pretende dar poder a otros, sino partiendo del reconocimiento de las fortalezas y los recursos que les propician a las mujeres luchar por condiciones más equitativas para tomar el control de sus vidas, con el coraje que implica la disposición para conquistar metas en situaciones difíciles; además de acudir a otras fortalezas como la valentía, perseverancia, integridad y vitalidad a la hora de afrontar los desafíos y lograr propósitos que se consideran valiosos (Peterson y Seligman, 2004).

En ese orden de ideas, el análisis de los testimonios compartidos por las mujeres muestra que el desarrollo del empoderamiento y el coraje demandan de autorreconocimiento. El reconocimiento hace referencia a la necesidad que tienen las personas de que los otros las aprecien, valoren y confirmen como seres libres y activos, lo que genera autoconfianza, autorrespeto y autoestima (Arrese, 2009). Por lo tanto, se entiende el autorreconocimiento como la solicitud propia de reconocer en sí mismas su condición como sujetos poseedores de derechos, fortalezas y libertades, como seres que aportan positivamente a la sociedad; de esta forma, las mujeres han ido transcendiendo estereotipos y posicionándose como entes de transformación familiar y social.

Lo manifestado se reitera en los resultados del presente trabajo: las mujeres no solo se han dispuesto y han perseverado en liderar procesos y relaciones en sus familias, enfocados hacia el respeto, la igualdad, la comunicación y el estímulo por la búsqueda de los sueños y proyectos de vida de sus integrantes; también reconocen sus fortalezas y capacidades para producir cambios en el corregimiento de Encimadas, como lo exteriorizó esta mujer:

Yo me considero líder, porque digamos que soy un ejemplo a seguir para muchas mujeres. Cuando yo hablo, más que todo con mis usuarias, hay momentos que yo llego y ellas están deshechas, que no saben qué hacer, porque sus maridos las maltratan; yo les digo que en la vida hay que aprender a dejar y seguir, buscarle solución al problema sin necesidad de estar en un lugar donde no quiero estar. (Entrevista n.° 5, comunicación personal, 2020)

Ellas empezaron a liderar procesos de cambio en sus comunidades, conformaron asociaciones de mujeres víctimas del conflicto que crean emprendimientos para generar beneficios económicos, reúnen a la población para buscar respuesta a problemáticas comunes, exigen ante la administración municipal la garantía de sus derechos (la no privatización del acueducto, por ejemplo), realizan acciones comunitarias con el objeto de reunir dinero para actividades religiosas (arreglos en la iglesia), en el parque o donde se requieran, etc.; estas mujeres son quienes han modificado su condición de mujeres sumisas, sin voz e invisibilizadas por una cultura machista, a ser mujeres que lideran sus hogares y comunidad, además de ser reconocidas por su liderazgo y participación, como lo sustenta el siguiente relato:

Muchos de los que viven en Encimadas dicen: “usted es buena líder… ella hace parte de la junta y todos esos hombres le hacen caso, ella es una mujer que dice las cosas con mucha lógica, que hace ver las cosas de una manera distinta”. (Entrevista n.° 2, comunicación personal, 2020)

De forma similar, otra mujer expresó: “las mujeres son muy emprendedoras… nos gusta crear y superar lo que creamos… estar siempre tratando de tener nuevos proyectos, de estar siempre a la vanguardia de lo que va llegando” (Entrevista n.° 4, comunicación personal, 2020). En estas mujeres cada día se hace más fuerte creer en ellas mismas, reconocen la potencia de sus fortalezas y capacidades que las tienen actuando distinto y son las herramientas para causar el cambio social que anhelan y para alcanzar una vida tranquila y satisfactoria.

Capacidades de las mujeres que aportan a la construcción de paz en sus familias y su comunidad

Las fortalezas presentadas son aspectos positivos que las mujeres han ido desarrollando y cuyas manifestaciones varían de acuerdo con sus particularidades y las condiciones del contexto, de modo que puedan ser y actuar de manera diferenciada en los diversos escenarios. Estas fortalezas se hacen evidentes en las acciones diarias, se combinan y se concretan en las capacidades, que son el conjunto de acciones y de estados que revelan lo que las mujeres son capaces de ser y de hacer con lo que cuentan, con el propósito de obtener los estilos de vida que valoran. Este artículo prioriza tres capacidades en este grupo de mujeres de Encimadas: la solidaridad y cooperación, la resiliencia y la participación. Paradójicamente, en medio de condiciones institucionales, políticas y sociales restrictivas, poco favorables para las mujeres, ellas han potenciado sus fortalezas y capacidades para jalonar a sus familias, a otras mujeres y a la comunidad.

La capacidad de solidaridad y cooperación

Se apoya en la fortaleza del altruismo y la generosidad que tienen estas mujeres. La solidaridad está asociada a la disposición de los seres humanos de ayudar a otros cuando estos lo requieren. Para Arango (2013) y Páez (2013), es una tendencia o un sentimiento de ayuda mutua entre los seres humanos que permite afrontar de manera conjunta los desafíos. La solidaridad también ha sido ligada a los valores humanos y la ética como virtud y principio que guía el comportamiento de las personas (Páez, 2013).

En la familia, la solidaridad y la cooperación se construyen a través del ejemplo, la interacción fraternal, el acompañamiento y la convivencia diaria; se sustenta en principios morales de ayuda a los demás, inculcados en el entorno familiar y social (Páez, 2013). Es así como la familia al ser el ámbito relacional en el que se interactúa, se comparte y se forman vínculos, es un ambiente propicio para la formación de la solidaridad en sus integrantes.

En este municipio, el colaborarle al otro, el cooperar, es planteado por las mujeres como una característica propia de los encimadeños, siempre ha estado presente en la población tanto al interior de sus grupos familiares como en el tejido relacional de la comunidad. Al ser Encimadas una localidad relativamente pequeña, se hace visible el reconocimiento y la ayuda mutua entre sus habitantes.

De acuerdo con Giraldo y Ruiz (2019), aunque los estudios sobre la solidaridad catalogan como positivo las acciones dirigidas a favor de los otros cuando son una reacción ante la vulnerabilidad y el sufrimiento; se hizo visible un trasfondo cultural de individualismo, indiferencia e indolencia, pese a que es difícil entender la ciudadanía activa al margen de la solidaridad. Las voces de las mujeres muestran que el conflicto y la violencia las llevó a tener como una de sus prioridades la ayuda mutua y la cooperación, para ellas el haber compartido las situaciones difíciles del conflicto armado coadyuvó a que el trabajo en equipo y la solidaridad en sus familias y en la comunidad aumentaran notablemente. Por lo que se reconoce la solidaridad como una capacidad de estas mujeres y de la comunidad misma, que aporta a constituir escenarios favorables para una vida más armónica en medio de las dificultades que cotidianamente se presentan.

Capacidad de resiliencia

Para algunos autores la resiliencia refiere a las posibilidades con las que cuentan las personas para adaptarse de manera positiva a una situación considerada como difícil, de riesgo o adversa (Castellanos, 2015). En concordancia con Pereira (2010), la resiliencia es una aptitud de los seres humanos de resistir frente a la destrucción, la cual los empuja a proteger su integridad ante las acciones de peligro o los momentos difíciles, y a su vez, a reaccionar de forma positiva con base en las potencialidades del ser. Es así como Castellanos (2015) planteó la resiliencia no solo como el hecho de sobrevivir al acontecimiento difícil, sino de tener la capacidad para utilizar la experiencia con el fin de emprender acciones futuras. En esta misma perspectiva, Henderson-Grotberg (2006, como se citó en Granados et al., 2017) resaltó que la resiliencia es una habilidad humana que le permite a los individuos afrontar escenarios complejos y lograr ser más fuertes, seguros y hábiles para ocasionar transformaciones.

Si bien la resiliencia es un concepto con distintos significados y se aborda desde diferentes perspectivas que han causado críticas y discusiones en diversas áreas de las ciencias sociales, más allá de la controversia que no es el interés de este estudio, en este trabajo se aborda la resiliencia desde lo relacional, colectivo y social; por ende, se destaca como proceso que se hace explícito en la capacidad de las personas y las comunidades para afrontar favorablemente situaciones de adversidad. Se prioriza de esta manera la interacción entre lo particular de los sujetos, las redes vinculares, la acción conjunta, lo contextual, lo cultural y comunitario, para favorecer prácticas de reconstrucción de la vida.

Al respecto, estas mujeres no desconocen ni olvidan la barbarie de la violencia, empero, esta capacidad las llevó a no estancarse en el dolor, a no quedarse atrapadas en la desgracia, sino a rescatar las herramientas y buscar alternativas para superar las difíciles situaciones que les ha tocado vivir. En este sentido, ellas fueron resilientes al acudir a sus recursos y fortalezas con la meta de propiciar un equilibro emocional durante el proceso de afrontamiento, aprovechar cualquier pequeña oportunidad para actuar distinto y aprender de la experiencia. De este modo, empezaron a restaurar sus vidas, a superar los hechos pasados y a no permitir que estos las restrinjan en su presente.

Para el abordaje de esta capacidad se tienen en cuenta los postulados de Albarracín y Contreras (2017), quienes a partir de su experiencia de trabajo e investigación en la atención en víctimas del conflicto armado, han argumentado que la resiliencia se identifica de diferentes maneras; esas formas de manifestación se conectan con lo revelado por las mujeres de Encimadas y se toma como referente para analizar y contrastar la capacidad de resiliencia en las mujeres de esta región.

La resiliencia desde las relaciones y redes de apoyo

El desarrollo de interacciones favorables con los otros, el establecimiento de vínculos de respaldo que aporten de manera positiva al contexto de las personas, incide en la creación o el fortalecimiento de las acciones de resiliencia. En ese orden de ideas, las redes de apoyo permiten la participación en diferentes escenarios y, de esta forma, el desarrollo de nuevos roles ocupacionales que han facilitado que se reconozca la voz, la acción y el valor de las mujeres.

En coherencia con lo anterior, la familia como primera red de apoyo, según sus relatos, ayuda de un modo favorable al desarrollo de la capacidad de resiliencia. El encontrar que el otro es significativo en la familia propició en las mujeres el repensar su vida y transformar sus miedos y tristezas en empuje, fuerza y convicción para resurgir. Por ejemplo: “La familia que queda son los que le dan esa fortaleza a uno, para uno no terminar de derrumbarse y dejar que los demás se derrumben con uno” (Entrevista n.° 5, comunicación personal, 2020).

Aquí las fortalezas de persistencia, coraje y empoderamiento han sido una garantía importante para el fortalecimiento de esta capacidad. No obstante, aunque estas mujeres reconocen en las situaciones adversas que vivieron la profunda huella que marcó sus vidas, así como la fuerza y la convicción para hacerles frente gracias a cambios en sus actos personales y colectivos que valoran como importantes, también identifican el desconcierto y la contradicción que la escasa presencia del Estado y la insuficiente acción de las instituciones en el territorio ofrecen. Esto implica menos oportunidades reales y, por lo tanto, mayor restricción respecto a lo que los individuos son capaces de ser y hacer. A pesar de ello, la persistencia y la convicción de varias mujeres lideresas, aparte de algunos hombres, de buscar opciones para tener una vida mejor en su territorio se encuentra presente en esta comunidad.

La resiliencia desde la espiritualidad

La espiritualidad ha sido entendida como una dimensión propia de la especie humana, relacionada con múltiples creencias y perspectivas, y asociada a la búsqueda de la trascendencia personal y el sentido de vida (Fuentes, 2018). Incluso, como lo presentaron Rodríguez et al. (2011), el interés académico por la espiritualidad se ha hecho más notorio, principalmente por el incremento de evidencias que muestran una relación significativa entre las búsquedas espirituales tanto personales como colectivas. Cabe agregar que “La espiritualidad es un componente del bienestar individual, mientras que la religión es solamente un aspecto de la espiritualidad” (Morales, 2014, p. 8).

En los resultados de este trabajo, el ser y la acción de las mujeres de Encimadas reflejan en sus acciones y discursos la fuerza de su espiritualidad como dimensión humana, muy vinculada con sus creencias religiosas, y valorada por ellas como fundamental para la superación de situaciones difíciles. Esto también se ha ligado a eventos adversos en los que los sujetos han experimentado daño, afectación emocional y física, donde la espiritualidad ha sido un factor positivo y protector vital para la recuperación y superación de estos y de las comunidades (Rodríguez et al., 2011); de este modo lo han enunciado: “No es fácil empezar, pero yo pienso que es Dios el que le da toda la fuerza a todas las personas” (Entrevista n.° 7, comunicación personal, 2020).

Es así como en los resultados de la presente investigación, al igual que en los análisis de Giraldo Marín et al. (2008) y Álvarez y Arango (2018), se encontró que la religión o espiritualidad es el principal elemento utilizado como mecanismo para afrontar los escenarios infortunados, dado que en la cultura, la religión o el creer en un ser supremo genera la esperanza y la convicción de que teniendo fe, orando y encomendándose a un dios, se resolverán las dificultades y se podrá vivir mejor la vida. Para las mujeres de Encimadas las transformaciones que ellas perciben en sí mismas y sus capacidades para afrontar la adversidad están estrechamente unidas a sus creencias religiosas, que las impulsan a actuar y potenciar sus capacidades.

La resiliencia como agenciamiento

Para Sen (2000) la agencia da cuenta de la posibilidad real que tiene un individuo (agente) de tomar decisiones, actuar por sí mismo e impactar el mundo; es alguien que actúa y provoca cambios. La agencia o el agenciamiento, como algunos se refieren a este, requiere de cuatro elementos que emergen de diferentes planteamientos de Sen (2000), como lo argumentaron Crocker y Robeyns (2010): la autodeterminación, en otras palabras, que el agente sea capaz de actuar de un modo distinto y tenga la libertad para hacerlo; la reflexión crítica de la acción con un propósito intencionado; la acción como la performatividad o actuación que el ser realiza; y la oportunidad de impactar el mundo, de producir transformaciones en sus vidas y en las de otros. En contraste, Nussbaum (2012) hizo énfasis en las capacidades que ella propuso, las cuales están más relacionadas con las condiciones requeridas para tener una vida digna, lo que impactaría en la calidad de vida de las personas y las comunidades.

Partiendo de dichas referencias, las circunstancias que vivieron estas ocho mujeres -con puntos en común y diferencias- las expuso a interrogantes sobre quiénes eran, qué hacían y qué querían, las llevó a enfrentar sus miedos, a cuestionar algunas creencias que las limitaban y a atreverse a actuar, a reconocer las fortalezas con las que contaban para emplearlas en beneficio propio y de otros; ellas usaron las capacidades combinadas (Nussbaum, 2012), es decir, el resultado de las fortalezas que cada una construyó para aprovechar lo que pudiera de las limitadas oportunidades sociales, políticas y económicas de las que han dispuesto e insistir en alterar las realidades propias y de otros.

Es así como estas mujeres, en el contexto descrito, sin importar la edad ni la condición social o económica, tomaron en muchos casos el liderazgo de una familia, el cuidado y la protección de hijos, hermanos e incluso padres o parejas que quedaron con limitaciones. Las mujeres utilizaron sus fortalezas y capacidades para actuar distinto y crear acciones transformadoras (agenciamiento), lo cual se ha evidenciado al replantear sus roles y las funciones culturalmente asignadas en sus familias y la comunidad, al comprometerse consigo mismas y confiar en la posibilidad del trabajo conjunto con los integrantes de la familia, aparte de con otras mujeres e individuos de la comunidad.

Al respecto, Albarracín y Contreras (2017) argumentaron que el desempeño de diferentes roles, como ser mujer, madre, trabajadora y proveedora, se convierte en el eje fundamental para la reconstrucción de su proyecto de vida, puesto que el tener la responsabilidad de responder a los desafíos que han debido enfrentar, las impulsó a buscar estrategias que les ayudaran a cumplir con estas contrariedades, pues tenían pocas o nulas opciones para delegar o buscar apoyo.

Capacidad de participación

La capacidad de participación, desde Nussbaum (2012), se asume como el control del propio entorno, un control político que alude a la participación en las decisiones que dirigen la vida, relacionadas con los derechos de expresión, asociación y participación política. Situación difícil y restrictiva para las mujeres rurales colombianas, quienes como consecuencia de una cultura patriarcal hegemónica, son discriminadas y marginadas con respecto a estos derechos (Gómez y Sanabria, 2020).

Para Hart (1993) esa es la capacidad que tienen los individuos de manifestar y compartir las decisiones que afectan la vida propia y la de la comunidad en la que habitan, lo cual implica reconocer dichas decisiones en el contexto social. Planteado de otro modo, la posibilidad real que tienen las personas de hacer parte de e incidir en las decisiones y los procesos que afectan la vida en común, tanto en el ámbito privado de la vida familiar como en el comunitario y público, en un contexto en el cual expresarse, tomar posición y respetar las diferencias son referentes esenciales para la acción, supone a nivel familiar y social reconocer las tensiones y los conflictos con la intención de crear oportunidades que permitan coordinar acciones y avanzar conjuntamente hacia nuevas maneras de afianzar la vida en común.

Aunque en este corregimiento las estructuras sociales se caracterizan por una concepción patriarcal de la familia, en donde la mayoría de las mujeres se dedican solo a las labores del hogar y los hombres, al sustento económico y a participar en escenarios públicos comunitarios; después del conflicto armado se hacen patentes cambios significativos en la comunidad. En algunos casos, las mujeres no solo tuvieron que asumir la jefatura del hogar y atreverse a salir al espacio público para responder a las necesidades de subsistencia personales y familiares, estas circunstancias les abrió oportunidades que a pesar de sus inseguridades iniciales, decidieron aprovechar, de modo que se capacitaron y empezaron a atreverse a participar, a hacerse escuchar, esbozar propuestas, dar sus opiniones en ambientes diferentes al doméstico y a ver que sus palabras tenían eco y eran reconocidas por otros.

Así, la participación no solo se define en términos de la autodeterminación y la toma de decisiones, sino también de acciones para actuar conjuntamente en pro de propósitos personales y colectivos, como el interés de este grupo de mujeres por la creación de organizaciones, por incluir a sus congéneres y por hacer parte de asociaciones para desarrollar proyectos, trabajar por el reconocimiento de derechos, aportar a sus familias y tener un lugar más activo en lo público y en sus comunidades (Gandulfo, 2006; Jaimes et al., 2019).

Para el periodo 2016-2019, por primera vez en Samaná, el cargo de máxima autoridad de la Alcaldía fue ocupado por una mujer, quien para la vigencia 2017 creó los lineamientos de la política pública de equidad, igualdad de género e identidades sexuales no hegemónicas para el municipio. Con estas disposiciones de política pública se estableció el derecho a una vida libre de todo tipo de violencias, el derecho a la construcción de paz y el derecho a la participación ciudadana y política.

En la actualidad, tanto en el corregimiento como en el municipio de Samaná, se hace evidente la voz de la mujer como agente activo de participación. En ese sentido, fundaciones reconocidas de Samaná o que desarrollan allí sus acciones, como Fundecos, Vanesa y Apoyar, tienen a mujeres como sus lideresas, mujeres que han garantizado la perdurabilidad y los logros de estas entidades. Asimismo, participan en organizaciones de víctimas y han asumido la ocasión de ser lideresas de alguna junta de acción comunal, corregidoras de algún corregimiento e impulsoras de algún proyecto de emprendimiento. Si bien esta es una tendencia favorable, los sesgos culturales contra las mujeres y las condiciones restrictivas económicas, sociales y políticas del territorio en cuestión son una realidad que limita sus oportunidades y libertades e incide en la elaboración de estilos de vida alternativos.

Conclusiones

Ante lo adverso, este grupo de mujeres de Encimadas buscaron alternativas para transformar su realidad, hacer frente al sufrimiento, tejer redes de apoyo y tomar el control de sus vidas. Hoy son mujeres que reconocen sus fortalezas y capacidades, comprometidas desde sus particularidades y vínculos colectivos con explorar alternativas para construir mejores formas de vida para sí mismas, sus familias y su comunidad. Y a pesar de que las condiciones materiales, sociales e institucionales son reducidas y las posibilidades son precarias con escasas opciones para elegir; con su esfuerzo, perseverancia, convicción y acción para que la vida de sus familias y su comunidad florezca, no desisten.

Los resultados revelan y resaltan las fortalezas y las capacidades de las mujeres para persistir en acciones posibles que reviertan la lógica de las violencias; modifiquen los lenguajes, las prácticas de crianza y las formas de relacionarse en ámbitos comunitarios; y se dirimen los conflictos como contribución al fomento de escenarios de paz.

Se destaca su determinación por aprender de sí mismas, de los demás y con los demás. Su disposición a cuidar a los cercanos y a los no tan cercanos. Su osadía al cuestionar sus pensamientos, creencias y realidades. Su tendencia a actuar desde la solidaridad y el afecto. Su firmeza en perseverar y con sus actos para fomentar las convivencias pacíficas y mejores formas de vida. Su visión de que es una prioridad impulsar, direccionar y buscar opciones, así como trabajar conjuntamente por objetivos compartidos. Su convencimiento de creer en sí mismas, tomar el control de sus vidas, valorarse y sentirse apreciadas como personas poseedoras de derechos, de fortalezas y de libertades, para aportar positivamente a sus familias, su comunidad y la sociedad.

Entre las lecciones aprendidas con el desarrollo de este trabajo, queda claro que el hecho de no contar con las condiciones materiales, sociales e institucionales mínimas garantizadas incide en las libertades y oportunidades reales de las mujeres y los demás habitantes de Encimadas a la hora de decidir sobre sus vidas y lograr ser y hacer lo que valoran. Sin embargo, es sorprendente y es de resaltar la determinación, la perseverancia y el empoderamiento que han ganado estas mujeres para aprovechar cualquier circunstancia o condición social, económica, cultural y política, así sean precarias, para impulsar acciones de cambio. Finalmente, es preciso reiterar que estas mujeres desafiaron la adversidad y han descubierto unas valiosas fortalezas y capacidades que direccionan hacia el fomento de escenarios familiares y comunitarios como entornos fundamentales para que las relaciones, la convivencia pacífica, los derechos, la acción conjunta y la resolución no violenta de conflictos sean alternativas para construir formas de vida más dignas, florecientes y satisfactorias.

Agradecimientos

Comunidad del corregimiento de Encimadas, Proyecto Hilando Capacidades para la Transición en los Territorios y maestría en Intervención en Relaciones Familiares.

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1Estas capacidades centrales son: vida, salud física, integridad física, sentidos, imaginación y pensamiento, emociones, razón práctica, afiliación, otras especies, juego y control sobre el propio entorno (Nussbaum, 2012).

Citar así: Aristizábal González, Claudia Marcela; Pinilla Sepúlveda, Victoria Eugenia. (2023). Fortalezas y capacidades de las mujeres de Encimadas, Samaná, para construir escenarios de paz. Revista Guillermo de Ockham, 21(2), pp. 463-477, https://doi.org/10.21500/22563202.5985

Editor en jefe: Carlos Adolfo Rengifo Castañeda, Ph. D., https://orcid.org/0000-0001-5737-911X

Coeditor: Claudio Valencia-Estrada, Esp., https://orcid.org/0000-0002-6549-2638

Copyright: © 2023. Universidad de San Buenaventura Cali. La Revista Guillermo de Ockham proporciona acceso abierto a todo su contenido bajo los términos de la licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional (CC BY-NC-ND 4.0).

Declaración de intereses: Las autoras han declarado que no hay conflicto de intereses.

Disponibilidad de datos: Todos los datos relevantes se encuentran en el artículo. Para mayor información, comunicarse con el autor de correspondencia.

Financiación: Esta investigación fue realizada en el marco del Programa Colombia Científica, Reconstrucción del Tejido Social en Zonas de Posconflicto en Colombia (código SIGP 57579) y Proyecto Hilando Capacidades Políticas para las Transiciones en los Territorios (código SIGP 57729). Financiado en el marco de la convocatoria Colombia Científica (contrato núm. FP44842-213-2018). Universidad de Caldas, Universidad Nacional sede Manizales, Universidad Autónoma de Manizales, CINDE, Universidad Tecnológica del Chocó, Codechocó, Universidad de Sucre, Universidad de Granada, Université de Strasbourg.

Descargo de responsabilidad: El contenido de este artículo es responsabilidad exclusiva de los autores y no representa una opinión oficial de sus instituciones ni de la Revista Guillermo de Ockham.

Recibido: 28 de Junio de 2022; Revisado: 02 de Noviembre de 2022; Aprobado: 29 de Noviembre de 2022

*Autor de correspondencia: Claudia Marcela Aristizábal González. Correo electrónico: marcel754@hotmail.com

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