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Revista Guillermo de Ockham

versão impressa ISSN 1794-192Xversão On-line ISSN 2256-3202

Rev. Guillermo Ockham vol.21 no.2 Cali jul./dez. 2023  Epub 26-Jul-2023

https://doi.org/10.21500/22563202.6415 

Artículo de reflexión

El análisis interaccional del discurso: una propuesta para la investigación social

Interactional Discourse Analysis: A Proposal for Social Research

Tomás Fontaines-Ruiz1  2  * 
http://orcid.org/0000-0002-2372-1850

Víctor Martín-Fiorino3 
http://orcid.org/0000-0003-4057-7974

1 Universidad Rey Juan Carlos; Madrid; España.

2 Universidad Técnica de Machala; Machala; Ecuador.

3 Universidad Católica de Colombia; Bogotá; Colombia.


Resumen

Esta investigación tiene el objetivo de explicar cómo la estructura y el funcionamiento del análisis interaccional del discurso (AID) puede convertirse en una propuesta teórica y metodológica para el estudio del discurso en la investigación social. Esta perspectiva analítica pone el acento en las personas que interactúan discursivamente, haciendo del texto una evidencia de la intención humana al momento de actuar. Asimismo, reconoce un diálogo real, situado, en el que se demuestra la existencia de personas en los eventos; además de asumir que con base en los actos de habla, se pueden generar evaluaciones intencionadas y mediadas ideológicamente, con lo cual se hace patente que detrás del decir hay dinámicas de poder y resistencias. Se concluye que el AID ofrece una alternativa innovadora para identificar el sentido de los textos desde el posicionamiento de sus actores en acción. Este enfoque provoca un cambio de agujas en las lecturas de la realidad social por cuanto devela potenciales tensiones y perspectivas para profundizar en los fenómenos de interés a partir de sus actores y sus circunstancias.

Palabras clave: análisis interaccional del discurso; investigación social; evaluaciones; actores; Adriana Bolívar; investigación cualitativa; análisis del discurso; datos cualitativos; interacciones; análisis crítico del discurso; investigación discursiva

Abstract

This research aims to explain how the structure and functioning of interactional discourse analysis can become a theoretical and methodological proposal for discourse study in social research. This analytical perspective focuses on people who interact discursively, making the text evidence of human intention at the moment of action. It also recognizes a real, situated dialogue, in which the existence of people in events is demonstrated; assumes that from speech acts, we could generate intentional and ideologically mediated evaluations, demonstrating that behind speech, there are power dynamics and resistances. We conclude that interactional discourse analysis offers an innovative alternative to recognize the meaning of texts from the positioning of their actors in action. This approach causes a shift in social reality readings, as it reveals potential tensions and perspectives to deepen phenomena of interest based on their actors and circumstances.

Keywords: interactional discourse analysis; social research; evaluations; actors; Adriana Bolívar; qualitative research; discourse analysis; qualitative data; interactions; critical discourse analysis; discourse research

Introducción

En la última década, los estudios del discurso han liderado el espacio de convergencia entre las ciencias del lenguaje y las ciencias sociales para explicar las relaciones entre discurso y poder (Fairclough, 2013a; Van Dijk, 2017), discurso y política (Bolívar 2017), discurso y racismo (Breazu y McGarry, 2023; Elias, 2023), xenofobia (Bolívar y Fontaines-Ruiz, 2021; Dahlberg y Thapar-Björkert, 2023), migración (Kofman, 2023; Sommer, 2023), resistencias (Cai y McKenna, 2023; Pournajaf et al., 2023), entre otros hechos sociales en los que se observa cómo se emplea el discurso para crearlos, materializarlos, sostenerlos y en algunos casos, resistirlos. En la presente investigación, se coincide con los planteamientos de Bolívar (1994; 2000; 2007a), referentes a que el discurso es interacción, diálogo, cambio y evaluación; por tanto, se considera que el discurso tiene un estatuto epistémico que demanda una profunda reflexión para comprender cómo a partir de él, se crean y negocian significados que marcan el sentido de la cotidianidad, lo cual justifica que se conciba como un terreno controvertido y lleno de oportunidades, además, que da paso a la definición de perspectivas analíticas singulares, como el caso del análisis interaccional del discurso (AID) de Bolívar (1994, 2000, 2007a).

Desde la perspectiva interaccional, el discurso es un catalizador de la censura u opresión, así como de la confrontación en favor de la justicia y la preservación del otro, su dignidad y su calidad de vida. En el discurso se configuran las representaciones del mundo de cada individuo, el contexto que las significa, sus rastros históricos, los actores y el sistema que moldea la realidad que se vive (Bolívar, 2007b; Riffo-Pavón, 2022). Como objeto de análisis, el discurso empieza a ser estudiado a finales de los sesenta (Pardo, 2013), con un anclaje eurocéntrico que marcó su ruta de abordaje. Sus orientaciones teóricas testimonian la presencia de enfoques de naturaleza plural (Blancafort y Tusón, 2015; Bolívar, 2007b; Fairclough, 2013a; Van Dijk, 2019; Wodak y Chilton, 2005; Wodak y Meyer, 2001), las cuales muestran el esfuerzo de los investigadores por apropiarse de aristas particulares para explicar el modo en que el discurso opera epistémica y metodológicamente. Es importante señalar que durante este crecimiento, la orientación teórica y metodológica latinoamericana ha sido poco visible a pesar de la robustez de sus conceptos y de sus formas de acercamiento. Si bien en ellas hay presencia de las teorías seminales, como se espera, hay un esfuerzo de individuación que las singulariza, como es el caso de la propuesta sincrónico-diacrónica para el análisis de textos de Pardo (2011, 2015), la propuesta crítica-discursiva de Pardo Abril (2007, 2003) y el abordaje interaccional crítico de Bolívar (2000, 2007a).

Con base en lo señalado, este artículo tiene como propósito explicar la estructura y el funcionamiento del AID de Adriana Bolívar, como una propuesta teórica y metodológica para el estudio del discurso en la investigación social. En ese sentido, se coincide con Duarte (2020) en que este enfoque ha sido poco difundido en el mundo académico a pesar de su potencial para descubrir cómo se construyen las realidades sociales y las formas en que sus actores las representan, lo cual supera con creces el análisis de contenido frecuentemente usado en la investigación cualitativa. La novedad que ofrece el análisis interaccional se sintetiza en los siguientes cuatro puntos:

  1. Pone el acento en las personas que interactúan discursivamente haciendo del texto una evidencia de la interacción e intención humana al momento de actuar (Bolívar, 2010). En esta perspectiva teórica, particularmente en el discurso político, queda claro que la inocencia no tiene lugar en el acto enunciativo, porque cada elección léxica está motivada por el logro de un objetivo asociado con el ejercicio del poder, el avivamiento de un margen, el ejercicio de la resistencia o la normalización de prácticas sociales.

  2. Reconoce la presencia de un diálogo real situado temporal y espacialmente, que puede ser mediado; sin lugar a dudas, testimonia la presencia de sujetos en eventos que crean realidades a través de la negociación de significados (Bolívar, 2017).

  3. Asume que en todo acto de habla se generan evaluaciones intencionadas y mediadas ideológicamente (Bolívar, 2001). Esta noción de evaluación está relacionada con la de cambio, porque al evaluar, la persona se compromete y ejerce una acción sobre el otro que termina por transformar sus actitudes frente a él.

  4. La dinámica interaccional del discurso ubica al individuo más allá de la expresión de la palabra. Reconoce que, en lo enunciado, hay una red de significados que favorecen a unos frente a otros, con lo que se activan los procesos de confrontación, tal como se constata en el discurso político (Bolívar, 2017, 2023). Estas tensiones son las que explican las asimetrías en la construcción del significado.

Con toda seguridad, se considera que el AID le dará valor agregado a las investigaciones que se sostienen en el dato cualitativo, puesto que, además de atender a su contenido, podrán mirar a quienes impulsan y reciben el acto comunicativo, los efectos que desencadena su aparición y las posibilidades de cambio que ofrece. En definitiva, con esta propuesta teórica, el investigador irá más allá de lo enunciado y podrá develar, en las interacciones, una representación de las prácticas sociales que subyacen al fenómeno en estudio.

Para continuar, cabe señalar que el artículo se estructura en tres secciones. Inicialmente se presenta qué es el discurso y las categorías centrales del análisis interaccional propuestas por Bolívar. En este punto, se detalla el sentido que tienen el diálogo, el texto, la evaluación y el cambio como condición que posibilitan construir significados y realidades a partir del discurso. Luego, se detalla una secuencia operativa de investigación que muestra cómo investigar procesos sociales en el discurso y se exponen las implicaciones epistémicas del análisis interaccional. Finalmente se enuncian las conclusiones.

El discurso y su análisis interaccional: la perspectiva de Adriana Bolívar

El discurso testimonia cómo funciona el lenguaje en uso y cómo se construyen las realidades y prácticas sociales de las que los seres humanos son parte. Desde esta perspectiva, Bolívar (2007b, p. 22) ofrece una visión sistémica de su significado compuesta por cinco dimensiones que se describen a continuación. Primero, el discurso es interacción social, porque sólo se pueden crear significados entre humanos vinculados alrededor de un objetivo. Segundo, es cognición, lo cual alude a la capacidad de las personas de representar el mundo del que se sienten parte y desde él, construir su identidad. Tercero, es historia, por cuanto exhibe los eventos, las acciones y los valores que dieron forma al presente del que la humanidad es parte. Cuarto, es diálogo al revelar que las prácticas sociales se construyen mediante la interacción entre sujetos, quienes se posicionan desde un yo, un tú, un nosotros y un otros. Y quinto, es acción, debido a que posibilita, por medio de la utilización de las palabras, la creación de la realidad y su transformación. Desde esta visión, el discurso tiene una función estructural y funcional en la composición de las prácticas sociales y sus representaciones.

De acuerdo con lo expresado, estudiar el discurso exige reconocer la existencia mínima de dos personas para interactuar y darle sentido a una práctica social en la que es menester evaluar la realidad, propiciar situaciones de cambio y propender a su mejora continua. Este vínculo entre diálogo, evaluación, cambio y texto es la piedra angular del análisis interaccional, de ahí que en seguida se aborden detalladamente para develar sus implicaciones en la comprensión de la dinámica social.

El texto como artefacto y fuente de datos

La noción de texto que se encuentra en el AID es congruente con la visión funcionalista de Malinowski (1984), materializada en el concepto de artefactos culturales. En tal sentido, el texto como artefacto cultural tiene una función utilitaria, un valor simbólico y cultural y, por supuesto, una importancia histórica por alojar en sí el contenido de sus procesos y productos. Esta visión es profundizada en la lingüística funcional (Firth, 1961; Halliday, 1982) para defender la idea de que los textos se producen en sociedad, en contextos reales y en estrecha relación con la cultura. Con este antecedente, más allá de su formalidad lingüística, el texto se va a entender como una unidad de significado que tiene efectos en las personas como sujetos individuales y como miembros de la sociedad. Así, se configura como el centro del análisis del discurso, particularmente en cuanto a la descripción de su naturaleza, estructura y organización. En este sentido, los textos son modos de interacción social y testimonian de manera dialéctica las convenciones que rigen la dinámica social (Bolívar, 1994, p. 81).

En la perspectiva de Bolívar (1995), el texto tiene dos planos: el primero es el autónomo o semántico, en el que se registran experiencias a través de tópicos, temas y proposiciones. En este punto, se observa lo que los interlocutores se dicen y no se dicen. El segundo plano es el interactivo o semántico-pragmático, en el que se muestran las relaciones dialógicas de los sujetos en su dinámica social. Para efectos de su abordaje como unidad de estudio, el texto cumple con al menos cuatro características: primero, está situado de forma sociohistórica, puesto que ningún texto ocurre en el vacío; segundo, tiene un propósito comunicativo, las personas hablan con alguna intención; tercero, cuenta con una estructura, pues el individuo ordena secuencias para poder expresarse; y cuarto, tiene un significado para los participantes en la interacción (Bolívar, 1995, 2000). Como se puede inferir, esta visión de los textos, los aleja de toda neutralidad, porque en su interior se crean y reproducen acciones que, en el plano físico, tienen efectos que alteran la composición de la realidad social a la que hacen parte las personas; esto justifica por qué se concibe como el centro del análisis del discurso y su unidad de sentido más compleja.

El diálogo real en contexto

En la propuesta de Bolívar (2007a, 2010, 2011, 2017), el diálogo es real, situado en tiempo y espacio, además, tiene un lugar central en la interacción. Puntualmente, es comunicación (Bolívar, 2017) y “nos garantiza la supervivencia como especie” (Bolívar, 2011, p. 50). El diálogo se evidencia en el acceso, el control y la gestión de la comunicación, por ello, es un medio para negociar significados y satisfacer las necesidades humanas. También, es constructor de realidades y precursor del modo en el que se gestan los mapas sociocognitivos que sirven de referencia para hacer patente cómo se configuran las posiciones autorales, la interacción entre participantes y los sentidos que se le imprime a la sociedad y a la cultura (Bolívar, 2010).

El diálogo de Bolívar (2017) tiene una marcada orientación social en la que se sintetizan su experiencia como lingüista y analista del discurso con las ideas de Bajtín (1982, 1986), Halliday (1982; Halliday y Matthiessen, 2014) y Linell (1998, 2009). La autora plantea que, al estudiar el diálogo, hay que superar la dimensión representada (Bajtín, 1982, 1986) para adentrarse en cómo esas voces que están en el diálogo testimonian roles y muestran el posicionamiento ético que asumen las personas al hablar. Aunque reconoce la polifonía en el diálogo, Bolívar (2017) insiste en que las voces no existen en abstracto y sin carencia de intención, porque cuando los sujetos se comunican, hacen elecciones lingüísticas dirigidas a alcanzar un fin que es congruente con su identidad y posición en la interacción.

En este punto, se siente la presencia sistémica funcional (Halliday, 1982; Halliday y Matthiessen, 2014), particularmente en el reconocimiento del diálogo como una experiencia comunicativa e interactiva dirigida al logro de objetivos precisos. Desde esta perspectiva, la intencionalidad, el posicionamiento y la función de los participantes del diálogo condicionan el uso de los recursos lingüísticos para organizar las ideas con intencionalidades específicas y, al mismo tiempo, se demuestra que en la interacción dialógica, los actores son co-constructores del significado (Linell, 1998) en el que se escucha o se lee al sujeto y a sus circunstancias. Esta visión invita a pasar del texto en contexto a sujetos en eventos.

Desde el punto de vista estructural, según Bolívar (2017), el diálogo se materializa de forma macro y micro. El diálogo macro se percibe en el curso de los acontecimientos. El productor de este crea un dispositivo informativo y lo deja circular para provocar respuestas entre sus potenciales lectores y, así, activar la interacción. En el caso del microdiálogo, se estudia el texto generado en situaciones específicas y entre personas que, de manera consciente e intencionada, se involucran en un proceso comunicativo, articulan sistemas semióticos y representan un contexto en el que asumen roles puntuales; un ejemplo del modo en que funcionan estas formas de diálogo se encuentra en la investigación de Bolívar y Fontaines-Ruiz (2021), en la que se realiza un análisis crítico e interaccional de los memes como replicadores de xenofobia.

Evaluación como práctica social e indicador de posicionamiento

Desde el análisis interaccional, la evaluación es un proceso social que se materializa a través del lenguaje para construir la realidad, representar a sus integrantes, desarrollar estrategias para influir en ellos y asumir posiciones frente a los hechos en desarrollo (Bolívar, 1994, p. 84). Esta perspectiva de la evaluación tiene una marcada influencia crítica (Fairclough, 2013a, 2013b; Fowler, 2013; Fowler et al., 2018; Sarangi y Coulthard, 2014) al configurarse como un medio para el ejercicio del poder y la resistencia. En este sentido, es una herramienta que funciona como los artefactos culturales (Malinowski, 1984) y se orienta a subvertir las estructuras de poder que asfixian la cotidianidad de las clases sociales menos favorecidas y acentúan las desigualdades, las injusticias, los prejuicios, entre otros males sociales. Esta mirada de la evaluación la convierte en un instrumento de acción política y la posiciona en un plano macro al permitir mostrar la concepción del mundo particular y un plano micro para revelar las negociaciones en el texto (Bolívar, 2000, p. 33).

De acuerdo con Bolívar (1994, p. 112), la evaluación se origina sobre acciones concretas, de ahí que, para comprenderla, se tenga que determinar cómo el productor textual materializa su propósito en el texto que crea y cómo provoca la negociación de significados con su interlocutor. Esto sugiere reconocer los mecanismos que se usan para evaluar y los tipos específicos de evaluación del texto que se emprenden. Para ahondar en ello, se reconoce la existencia de tres dimensiones de la evaluación discursiva, cuyas características se desarrollan a continuación.

La primera dimensión es la social. Su centro de interés es la manifestación de sentimientos y actitudes de los interlocutores frente a lo sucedido. Básicamente, se rescata lo que “decimos y hacemos con el lenguaje para reportar nuestra experiencia, para expresar nuestros sentimientos y controlar la vida de los demás” (Bolívar, 1994, p. 112), en especial cuando lo dicho se cultiva de forma consciente e intencionada. La segunda dimensión es la semántica, orientada a la comprensión de los contenidos y significados que tienen los textos. En esta, es de interés conocer el modo en que los interlocutores producen patrones textuales que revelan estructuras sociales y significados que pudieran ser confrontados o aceptados de acuerdo con el nivel de riesgo que lo dicho puede significar para su percepción de bienestar personal y colectivo. A propósito de ello, la tercera dimensión tiene un énfasis pragmático y está centrada en el acto discursivo que realiza el escritor para dejar clara su posición frente a lo enunciado. En este caso, se deja establecido que además de querer ser comprendido por el lector, el escritor quiere fidelizarlo con sus ideas para garantizar su reproducción.

La noción de evaluación que presenta el modelo interaccional resulta novedosa por dos razones. Primero, reconoce que para valorar un hecho no es posible conformarse con las reacciones de los interlocutores, sino que es necesario indagar en la manera en que negocian sus significados y se implican a partir de ellos. Segundo, devela que la evaluación tiene una presencia transversal en la interacción cotidiana. Estos elementos ratifican que la evaluación está presente en las prácticas sociales y es clave para entender las intencionalidades y los posicionamientos, de ahí que solo puede estudiarse en “interacción natural” (Bolívar, 1997, p. 23). En este sentido, pensar la evaluación solo desde el lector mutila la vitalidad del texto, porque desconoce a su creador y la forma en que enfoca y transmite la experiencia vivida. En tanto que pensar la evaluación solo desde la intencionalidad del creador textual encapsula al lector en la pasividad (Bolívar, 2000, p. 38). Por estas razones, existe novedad en lo mostrado, así como una oportunidad para mirar los procesos de valoración de los textos desde una perspectiva más sistémica y compleja.

El cambio como signo de dinamismo

El cambio es una consecuencia de la evaluación; devela la presencia de personas en contexto; expone los puntos de vista que el productor textual puede asumir en la interacción, particularmente en materia de alejamiento o compromiso con el tema tratado. Para constatar el cambio, Bolívar (1995, pp. 9-10) ofrece el estudio de la tríada, considerada como “una unidad semántica porque tiene un contenido y también es una unidad pragmática porque el escritor negocia a través de ella la información y evaluación que da a su lector óptimo”. La tríada se presenta como un segmento de texto coherente que le sirve al escritor para presentar una información, realizar una evaluación o simplemente dar una opinión. Esta cuenta con tres turnos, a saber: primero, iniciar (I): presenta el tópico y la posición de arranque que tiene el autor del texto; segundo, seguir (S): se orienta a la sostenibilidad del tópico; y tercero, cerrar (C): muestra la terminación del tópico.

Ahora, es importante determinar que en el abordaje de la tríada no siempre están presentes los tres elementos y tampoco en la secuencia ISC. Al respecto, Bolívar (1995, p. 10) indica que, en la evaluación del texto, la tríada puede tomar múltiples formas, provocando estructuras del tipo “ISISC, ISISISIS C”. Adicional a lo dicho, es relevante señalar que a través de la tríada se puede identificar el contenido de un texto, el desenlace de un acontecimiento y, por supuesto, el modo en que el cambio se gesta progresivamente en el texto estudiado.

En definitiva, el cambio como un concepto esencial del AID acentúa su carácter dinámico al suponer que, en el texto, lo estático simplemente no tiene lugar. El cambio es sinónimo de movimiento, posicionamiento, compromiso y confrontación; es una huella que justifica el hecho de buscar las marcas lingüísticas que deja el escritor en el texto para movilizar a su favor, la acción social de su lector. En tal sentido, su presencia está fundamentada como el resultado de la evaluación y esto es una insistencia de que el discurso no puede ser entendido en ausencia del contexto ni de las motivaciones que movilizan su poder creador.

Secuencia operativa de investigación a partir del AID

En este apartado se muestra el proceso de investigación desarrollado desde la perspectiva interaccional. El punto de partida es que lo dicho debe estar soportado en textos que lo evidencien. Con base en la interacción, los textos creados se convierten en datos que se someten a análisis para extraer de ellos los segmentos de realidad que representan y de relaciones que la sostienen (Fontaines-Ruiz y Quezada-Abad, 2018; Prada, 1987). En este sentido, visto como un dato, el texto adquiere valor por su significado cuando se emplea en contextos específicos, porque permite evidenciar aquello que se ha dicho y al mismo tiempo, sostener la implicación identificada. Es importante apuntar que esta “acción de significar es una práctica social” (Prada, 1987, p. 307). De acuerdo con lo señalado, el proceso de investigación se divide en cuatro fases que se observan en la Figura 1 y se explican a continuación.

Nota. Adaptado de “Una metodología para el análisis interaccional del texto escrito”, por Bolívar, 1995, Boletín de Lingüística, 9, pp. 1-18; “El meme como replicador de la xenofobia: una perspectiva interaccional y crítica”, por Bolívar y Fontaines-Ruiz, 2022, Revista da Abralin, 20(3), pp. 51-77 (https://doi.org/10.25189/rabralin.v20i3.1987).

Figura 1 Secuencia operativa para desarrollar el AID 

Primero, la fase pre-analítica se orienta a la demarcación del fenómeno de estudio, la intencionalidad del investigador al estudiarlo y los criterios de configuración del corpus que será tratado. El fenómeno a indagar se identifica relacionalmente a partir de la convergencia entre las estructuras sociales, el lenguaje y el pensamiento (Cerón-Martínez, 2020). La idea es que se pueda identificar de qué forma se estructura el fenómeno, cuáles son sus partes componentes y cómo se relacionan entre ellas. También, es vital dejar claro cómo se manifiesta el fenómeno en la realidad y cómo se puede medir o evaluar. Posteriormente, se determinan el objetivo del estudio y los criterios de selección de los documentos que serán parte del corpus objeto de procesamiento. El producto tangible de esta etapa es la construcción del corpus.

Segundo, la fase de exploración. En esta, se produce la contextualización del análisis mediante la identificación de las condiciones discursivas, situacionales, socioculturales y de conocimiento que rodean los textos que conforman el corpus. Esto permite definir la intencionalidad de sus actores y los múltiples elementos que pueden incidir en su recepción (Van Dijk, 2016). Para aproximarse al corpus, el analista debe tener conciencia teórica y precisar los indicadores léxico-gramaticales que servirán para determinar la presencia de la interacción y la crítica. Esta realidad, junto con los objetivos del análisis (lingüístico, psicológico, social, cultural o educativo), invita a precisar las unidades de análisis (párrafos, cláusulas y oraciones) con las que se realizará el estudio del fenómeno.

Para establecer las unidades de análisis, Bolívar (1995) sugiere tener en cuenta dos aspectos fundamentales: el “tipo de discurso escogido, la longitud de los textos, la profundidad del estudio” (p. 4), y los objetivos del análisis, debido a que condicionan la conveniencia de una u otra unidad analítica. Por ejemplo, para el caso de los análisis de contenidos, el análisis proposicional y el abordaje de los párrafos semánticos resultan convenientes; para la segmentación del texto y para el trabajo con oraciones ortográficas, con párrafos tipográficos de manera que se acorte la extensión de los textos y se explore su composición lexical, con las cadenas cohesivas, con el estudio de episodios, con los turnos, con las tríadas y con los movimientos para determinar las relaciones de significado. Con estos antecedentes, el investigador puede explorar coincidencias en el corpus seleccionado para valorar el comportamiento del fenómeno que se indaga. En síntesis, la fase de exploración encuadra la forma de análisis más conveniente para estudiar el corpus.

Tercero, la fase descriptiva. El objetivo de esta fase es develar los sentidos y significados latentes que tiene el fenómeno en el corpus estudiado. Partiendo de que los significados son relacionales y que surgen de la interacción de personas en eventos, en esta fase se encuentran dos focos interdependientes. El primero de ellos gira en torno a la representación del fenómeno en el texto a través de los contenidos y tópicos que los componen. En este sentido, es interesante saber cuáles son los núcleos temáticos que concentran mayor significación, quiénes lo originan y qué actos desencadenan. Los tópicos pueden ser identificados mediante el análisis de secuencias temáticas entre párrafos, análisis de tríadas y tomas de turno en las conversaciones (Bolívar, 1995).

Como herramientas de apoyo, se usa la lingüística de corpus y debido a la versatilidad del análisis, se puede emplear el análisis estadístico de datos textuales como instrumentos para la reducción del corpus, es decir, para establecer los núcleos de significado con mayor fuerza explicativa del fenómeno estudiado. Por su parte, el segundo foco de la fase descriptiva es el interaccional y tiene la finalidad de determinar cómo se produce el diálogo macro y micro en el texto, y cuáles son las estrategias que utilizan los sujetos para posicionar su voz y ejercer el liderazgo en la interacción. Para ello, se rescata la noción de contexto descrita en la fase pre-analítica para situar a los actores y decodificar el modo en que activan sus ideologías, resistencias, poder u cualquier otro elemento que resulte de interés. Durante esta fase, se debe mostrar cómo los individuos representan el fenómeno en estudio, qué presuponen al respecto y cómo se posicionan para ejercer el poder, generar control o impulsar procesos de resistencias.

Cuarto, la fase inferencial, la cual da paso a las implicaturas e inferencias, con la finalidad de dejar al descubierto los significados que se derivan de un enunciado más allá de los significados literales, en otras palabras, valorando el efecto que tiene el contexto en su configuración. Con base en lo señalado, en esta fase se identifican correspondencias entre las acciones emprendidas por los actores y las consecuencias que desencadenan. Al respecto, se consideran dos momentos clave: el primero se orienta a enseñar las relaciones causales que originan o sostienen cambios en el fenómeno estudiado, y el segundo momento es interpretativo y su fin es poner de manifiesto de qué manera la representación del fenómeno estudiado tiene implicaciones extratextuales y puede explicar el funcionamiento de las esferas sociales vinculadas con el objeto en estudio.

Respecto al momento interpretativo, Bolívar (1995, p. 15) recomienda trabajar de la mano con la evidencia textual y tener en cuenta las siguientes sugerencias. En primer lugar, atender el léxico: los sustantivos nombran y sirven de cimiento para clasificar; los adjetivos clasifican y muestran el ejercicio de la evaluación; los adverbios ubican al sujeto en tiempo y espacio; y los verbos indican acciones, los estados de cosas y la percepción que se tiene de los eventos. Segundo, analizar la sintaxis, porque hace ver la presencia de roles y del modo en que los actores ejercen su acción sobre otros. Tercero, identificar las cadenas cohesivas, puesto que orientan al lector respecto a la presencia de significados de interés. Cuarto, indagar en las relaciones semánticas expresadas en la unión de cláusulas para favorecer unidades de significados específicas. Quinto, reconocer los actos de habla, debido a que existen expresiones indirectas llenas de significados que están conectados con las funciones que el autor le da al texto y a sus involucrados. Finalmente, es menester tomar nota de las evaluaciones que comunican las visiones de mundo e ideologías.

Alcance epistémico del AID

El AID pone de manifiesto el valor de las personas en eventos, como fuente de generación del conocimiento y por tanto, permite la emergencia de un estatuto epistémico que trasciende las disciplinas. Su propuesta es novedosa para la investigación social, porque a partir del estudio del discurso, permea los saberes científicos, los flexibiliza y energiza más allá de los moldes y límites institucionalizados, creando puentes para comprender cómo el uso del lenguaje crea, sostiene y transforma situaciones sociales. En este orden de ideas, el análisis interaccional reconoce que las palabras son vehículos de construcción de realidades y permiten la transición entre las acciones que victimizan o vulneran y aquellas que liberan y demandan justicia frente al poder. Las palabras son para el ser humano su territorio, interacciones, instituciones y futuro (Martín-Fiorino, 2017), por ende, se convierten en un dispositivo para visibilizar la naturaleza del ser, prescribir el deber ser y construir deliberativamente el poder ser.

En este sentido, el AID se orienta hacia la posdisciplina como una expresión de diálogo que articula los contenidos inter- y transdisciplinarios con la realidad social. Este diálogo es al mismo tiempo horizontal y vertical: horizontal, porque permea el saber institucionalizado para validar su eficacia explicativa (Maldonado, 2016), y vertical, en cuanto permite el contacto entre epistemes y sujetos en contextos cotidianos para determinar el valor de uso que tiene el conocimiento. En ambos niveles de diálogo el análisis interaccional posibilita la comprensión de la crítica, la reconstrucción de acuerdos y la resignificación constante de la realidad, rescatando lo intersubjetivo y posibilitando la negociación de significados (López y Yepes, 2019). Desde esta perspectiva, los saberes se legitiman por el sentido que tienen para sus creadores, la posibilidad de integrarlos a su cotidianidad y por el efecto concreto que produce en sus vidas.

Conclusiones

El análisis interaccional de Bolívar pasa de textos en contextos a personas en eventos. Ella invita a mirar los textos como acciones en movimiento, con la propiedad de cambiar al tenor de la voluntad de sus actores. Su perspectiva resalta la fuerza del discurso para evidenciar realidades, personas con roles definidos, intencionalidades claras y estrategias para materializarlas. Es tal el dinamismo de su enfoque que hace del discurso un rizoma de inagotable crecimiento, capaz de permear y singularizar las estructuras sociales para describirlas, desmontarlas, confrontarlas o defenderlas.

El análisis interaccional interpela las prácticas sociales y crea una nueva articulación entre las finalidades (subjetivo), las condiciones (objetivo) y lo intersubjetivo de las interacciones. Así, posiciona el discurso como espacio de negociación y transformación de incompatibilidades-contradicciones, expectativas-frustraciones y posibilidades-limitaciones, al tiempo que reconoce su capacidad para crear puentes entre el saber experto y el saber social.

Desde el punto de vista operativo, el AID se presenta como una metodología sistémica que ofrece un diálogo entre la lingüística y la sociedad para encontrar modos de comprenderla. Reconoce que el texto testimonia representaciones, ideologías y luchas sociales que obligan a leerlo funcionalmente. En tal sentido, la metodología puede ser utilizada para realizar análisis descriptivos o críticos, debido a que establece nexos entre lo dicho y lo demostrable, entre lo descrito y la inferencia y en especial, crea condiciones de evidencialidad para fundamentar las interpretaciones que provoca. Sin lugar a dudas, se está frente a una opción metodológica interdisciplinar y empírica que permite validar lo inferido, porque “toma en cuenta el conocimiento sobre la producción de los textos, su interpretación y evaluación” (Bolívar, 2020, p. 19). El análisis interaccional reconoce que la interpretación no es posible desconociendo la intencionalidad del autor, contrario a ello, insiste en la idea del diálogo entre lector y autor para develar cómo las motivaciones de los actores en los eventos crean las condiciones que favorecen o vulneran las prácticas sociales y los estilos de vida. En este punto, la visión interaccional supera el análisis de contenido al insistir en que el texto tiene vida y que su interior solo puede desentrañarse si es estudiado en el marco de los eventos que los produjo.

Con base en lo señalado, el AID es una opción teórica metodológica que potencia, en gran medida, la investigación social, puesto que empodera al investigador para reconocer el sentido de los datos desde el posicionamiento de sus actores en contexto. Esta lectura funcional pone en jaque las prácticas analíticas que petrifican el texto al cortar sus vasos comunicantes con la trama que los produce, al demostrar que el conocimientos “se construye en interacción y solo el diálogo nos da la oportunidad de avanzar” (Bolívar, 2020, p. 32). En este sentido, se considera que el análisis interaccional provoca un cambio de agujas en las lecturas de la realidad social por cuanto devela potenciales tensiones y perspectivas para profundizar los saberes particulares sobre los fenómenos de interés, a partir de sus actores y sus circunstancias.

Referencias

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Citar así: Fontaines-Ruiz, Tomás; Martín-Fiorino, Víctor. (2023). El análisis interaccional del discurso: una propuesta para la investigación social. Revista Guillermo de Ockham, 21(2), pp. 669-681, https://doi.org/10.21500/22563202.6415

Editor en jefe: Carlos Adolfo Rengifo Castañeda, Ph. D., https://orcid.org/0000-0001-5737-911X

Coeditor: Claudio Valencia-Estrada, Esp., https://orcid.org/0000-0002-6549-2638

Copyright: © 2023. Universidad de San Buenaventura Cali. La Revista Guillermo de Ockham proporciona acceso abierto a todo su contenido bajo los términos de la licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional (CC BY-NC-ND 4.0).

Declaración de intereses: Los autores han declarado que no hay conflicto de intereses.

Disponibilidad de datos: Todos los datos relevantes se encuentran en el artículo. Para mayor información, comunicarse con el autor de correspondencia.

Financiación: Ninguno. Esta investigación no recibió ninguna subvención específica de agencias de financiamiento de los sectores público, comercial o sin fines de lucro.

Descargo de responsabilidad: El contenido de este artículo es responsabilidad exclusiva de los autores y no representa una opinión oficial de sus instituciones ni de la Revista Guillermo de Ockham.

Recibido: 21 de Abril de 2023; Revisado: 01 de Abril de 2023; Aprobado: 18 de Mayo de 2023

*Autor de correspondencia: Tomás Fontaines-Ruiz. Correo electrónico: tomasfontaines@gmail.com

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