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Tabula Rasa

versão impressa ISSN 1794-2489

Tabula Rasa  n.12 Bogotá jan./jun. 2010

 

Los estudios culturales en Centroamérica: el Doctorado en Estudios de la Sociedad y la Cultura, Universidad de Costa Rica

Cultural studies in Central America: the PhD Program on Studies on Society and Culture, Costa Rica University

Os estudos culturais na América Central: o Doutorado em Estudos da Sociedade e Cultura, Universidade da Costa Rica

Patricia Fumero1
Universidad de Costa Rica2
patricia.fumero@ucr.ac.cr


1Ph.D. 2005 (Historia), University of Kansas; M.SC. 1994 (Historia), Universidad de Costa Rica.; M.Ed. 1994, (Educación) Framingham State College, Mass. B.A. 1981 (Historia), Universidad de Costa Rica.
2Doctorado en Estudios de la Sociedad y la Cultura.


Resumen

El presente trabajo discute sobre la necesidad de institucionalizar el trabajo inter, multi y transdisciplinario para analizar procesos socioculturales desde aproximaciones analíticas complejas. Segundo, resalta el papel de las alianzas de larga distancia con pares académicos, institucionales e interpersonales, como una opción para maximizar los recursos escasos de las universidades públicas latinoamericanas. Unido a lo anterior se consideran dos elementos pues construir redes académicas también obliga a repensar las diferencias entre las prácticas académicas latinoamericanas y de aquellos países del "Global North": la diferencia que se derivan del uso y acceso a las tecnologías de la información y, el valor relativo que desde los centros productores de conocimiento –léase el "Global North"– se le da a la participación de los académicos de la región. Tercero, se hace referencia específica a la experiencia con los estudios culturales en Centroamérica y el impacto de la migración.

Palabras clave: Centroamérica, estudios inter, multi y transdisciplinarios, estudios culturales.


Abstract

This paper discusses the need to institutionalize inter-, multi- and trans- disciplinary work in order to analyze socio-cultural processes from complex analytic approaches. Also, it highlights the role of long-distance institutional/interpersonal peer alliances, as a choice to make the most of the typically scant resources available to Latin American public universities. Following this, other elements come into play, as building academic networks entails the need to rethink differences between Latin American academic practices and Global North countries: differences which derive from the use and access to information technologies, and the relative value given to the regional scholarly participation in the knowledge production cores –i.e. the "Global North". Finally, specific reference is made to the experience with cultural studies in Central America and the impact of migration.

Key words: Central America, inter-, multi- and trans- disciplinary studies, cultural studies.


Resumo

O presente trabalho discute, em primeiro lugar, a necessidade de institucionalizar o trabalho inter, multi e trans-disciplinar na análise de processos socioculturais a partir de aproximações analíticas complexas. Em segundo lugar, destaca-se o papel das alianças de longa distância com pares acadêmicos, institucionais e interpessoais, como uma opção para maximizar os escassos recursos das universidades públicas latino-americanas. Além disso, na medida em que a construção de redes acadêmicas também nos obriga a repensar as diferenças entre as práticas acadêmicas latino-americanas e as dos países do "Global North", são levados em consideração dois elementos, quais sejam: as diferenças derivadas do uso e acesso às tecnologias da informação e o valor relativo que desde os centros produtores de conhecimento – entenda-se o "Global North" – que é dado à participação dos acadêmicos da região. Em terceiro lugar, faz-se referência específica à experiência dos estudos culturais na América Central e seu impacto na migração.

Palavras chave: América Central, estudos inter, multi e trans-disciplinares, estudos culturais.


El Doctorado en Estudios de la Sociedad y la Cultura (DESC) es un programa académico del Sistema de Estudios de Posgrado de la Universidad de Costa Rica3, que por su naturaleza inter, multi y transdisciplinaria tiene como unidades base aquellas áreas relacionadas con la problemática social y las producciones culturales como son la de Ciencias Sociales y, Artes y Letras. A la vez, el DESC está vinculado con centros e institutos de investigación en la Universidad de Costa Rica que representan las mismas áreas,4 y los cuales colaboran con los estudiantes en sus investigaciones. El DESC, además, mantiene una relación con los diversos programas de posgrado de diversas facultades, por tanto, no está anclado en ningún nicho disciplinario. De allí que por su misma naturaleza nos es fácil referirnos a una de las preguntas sugestivas que nos convoca: «¿qué especie de oportunidades (o problemas) pedagógicos presenta la institucionalización de los estudios culturales en las Américas?».

La institucionalización de un doctorado inter, multi y transdisciplinario supuso un largo debate sobre las premisas teórico-metodológicas y la forma adecuada mediante la cual podía promoverse el análisis de los procesos socioculturales desde múltiples aristas, sin excluir de tal proceso aproximaciones analíticas complejas.5 La discusión inició sobre si era conveniente utilizar los estudios culturales de base epistemológica para tal proyecto. Se determinó que la forma apropiada de estudiar las prácticas culturales, la construcción subjetiva e intersubjetiva y la construcción de significados y sus relaciones con el poder era incorporar al análisis las metodologías, conceptos y teorías asociadas con tres escuelas de pensamiento: los estudios culturales, los estudios subalternos y los estudios poscoloniales. De esta forma, se busca lograr que aquellos estudios que surgen de tales premisas teóricas y epistemológicas pudieran generar preguntas de investigación y metodologías acordes.

¿Qué posibilitan los estudios culturales, y los acercamientos epistemológicos a otras disciplinas? La experiencia del DESC muestra que proporciona herramientas a investigadores de diversos campos para comprender múltiples procesos socioculturales. En lo práctico, se manifiesta en las investigaciones en curso. Desde la administración pública y la economía, se estudian los procesos de pobreza, informalidad y desigualdad; desde la comunicación y la sociología, se analizan el consumo de relatos mediáticos y los procesos de institucionalización como los educativos, de socialización o de salud y su relación con la cultura y los sujetos y con las migraciones; desde la psicología, se investiga sobre los derechos humanos, las instituciones sociales y educativas, el control social y los cambios en los sistemas de valores; desde la literatura, se indaga sobre la construcción de subjetividades y configuraciones simbólicas; desde el arte se examina la producción teatral y audiovisual y su discursividad. Todos los temas incorporan preocupaciones relacionadas con género, grupos etarios, construcción de subjetividades, procesos socioculturales, políticas públicas, identidades y poder. En total, en este momento se cuenta con veintiún proyectos de investigación en curso vinculados con dichos temas. Estos proyectos se han beneficiado con la aproximación a los estudios culturales, que han posibilitado análisis más sofisticados y complejos, elaborados a partir de la integración de teorías y metodologías a las preguntas de investigación.

Los resultados de la incorporación de tal base epistemológica en el DESC ha propiciado un acercamiento al programa doctoral de estudiantes y estudiosos del área de la salud, tales como médicos, psiquiatras y enfermeras. Sus temas de investigación son los aspectos culturales de la salud, las migraciones, grupos etarios y las políticas públicas. Lo anterior muestra que el acercamiento a la problemática social desde los estudios culturales empieza a ser visto por el sector salud como una nueva forma de análisis de la dinámica y las políticas públicas presente en tal sector.

En suma, el acercamiento desde la perspectiva epistemológica propuesta por el DESC permite una mayor capacidad y flexibilidad para comprender los procesos socioculturales desde una perspectiva más compleja.

La segunda pregunta sobre la cual se hará referencia es la siguiente: ¿pueden ser productivas las alianzas a larga distancia? Es claro que los estudios culturales, poscoloniales o subalternos apoyan el trabajo de investigación que históricamente se ha producido en América Latina. Ampliar las premisas teóricometodológicas de investigación al incorporar tal horizonte permite análisis más complejos de la realidad latinoamericana en general, y centroamericana en particular (v. el debate Yaeger, 2007). Sin embargo, debemos recordar que en América Latina se hacen investigaciones desde dichas premisas con otros nombres, como el de estudios transdisciplinarios, como bien lo discuten Martín Barbero, Yúdice y Mato, entre otros (Martín Barbero, 1997; Mato, 2002; Yúdice, 2002). No llamar la atención a lo anterior sería desconocer el pasado de las ciencias sociales y de las humanidades en Latinoamérica. Justamente, por ese pasado intelectual latinoamericano es que se considera que las redes, tanto académicas como informáticas son la base para potenciar proyectos y programas específicos y son las que abren puertas a nuevas investigaciones. En la Universidad de Costa Rica, tenemos amplia experiencia en el trabajo con comunidades académicas internacionales y se fomenta este tipo de trabajo.

En efecto, alianzas de larga distancia con pares académicos, institucionales e interpersonales, son productivas y permiten maximizar los recursos escasos de nuestras universidades públicas, al facilitarnos el acceso a recursos que de otra forma no estarían a nuestro alcance. También tales alianzas son importantes por la larga tradición migratoria (forzosa o escogida) en la región, pues permiten que aquellos migrantes –académicos y productores culturales-, se mantengan vinculados con el quehacer latinoamericano. En este punto, hay que introducir una digresión para luego volver al tema. Es precisamente la experiencia histórica de migración la que ha obligado a repensar el concepto mismo de Centroamérica. ¿Dónde queda o está Centroamérica cuando una de las ciudades más grandes de El Salvador se ubica en la zona de Pico Unión en Los Ángeles y unos de los pueblos salvadoreños más poblados quedan en Milán, Italia y en Sydney, Australia? De lo anterior se deriva lo necesario que se hace cambiar el andamiaje teórico-conceptual y metodológico e incluir en el análisis sociocultural centroamericano tales comunidades, en especial porque muchos en esas y otras comunidades están al margen de los circuitos del capital y de las reivindicaciones étnicas, etarias o sexuales. Esta realidad cuestiona la forma tradicional de concebir la región. Como argumenta Arturo Arias,

    los centroamericanos en los Estados Unidos tratan de hacer paces con la forma en que las estructuras estabilizantes de sus propios países de origen trataron de protegerse ellos mismos al nombrarlos como impresentables, por tanto, una población dispensable, una actitud expresada como una experiencia limitada a las masacres y los genocidios de la década de 1980 (Arias, 2003:182).

Del comentario de Arias puede hablarse sobre la invisibilización que la región centroamericana tiene, primero, creada por los migrantes mismos y, segundo el no reconocimiento de la academia y los circuitos productores de conocimiento de las investigaciones académicas en y sobre la región. Sin embargo, la experiencia reciente hace ver que esta realidad va a cambiar en el futuro cercano. Por ejemplo, los centroamericanos-americanos suman casi el veinticinco por ciento de la población de California, EE.UU.

Por tales motivos, es necesario cambiar la pregunta sobre las alianzas transnacionales para incluir la dinámica originada por aquellos centroamericanos que producen desde otras locaciones. Su participación es significativa al producir desde territorios construidos en Centroamérica, pero localizados fuera de ella. Así, es imprescindible incluir, en las producciones de la región, a aquellos intelectuales y ciudadanos migrantes y estudiar cómo se articulan y qué tipo de redes construyen.

Otros dos elementos por considerar son los siguientes: la diferencia derivada del uso y acceso a las tecnologías de la información y, el valor relativo que desde los centros productores de conocimiento –léase el "Global North"– se le da a la participación de los académicos de la región. Construir redes académicas también obliga a repensar las diferencias entre las prácticas académicas de Latinoamérica y de aquellos países del "Global North". Pienso en Foucault y la importancia que le asigna al contexto desde el cual se inscribe la producción de conocimiento y lo que se desde esa locación se privilegia. Mignolo argumenta que

    El capital que requieren las instituciones, y las personas que producen y desde donde se expande el conocimiento y su valor, están ubicadas en las ciudades, y las ciudades están localizadas también en las lenguas y en la historia del capitalismo (Mignolo citado por Mato, 2002:6).

Por lo tanto, Dussel, Mignolo, Mato y Yúdice plantean la necesidad de que el "Global South" participe en el acto mismo de construir el conocimiento. De no hacerlo así, se reproducen y mantienen las relaciones de poder, o como lo llamamos en Centroamérica, se mantiene el colonialismo o imperialismo académico (Mato, 2002). De esta forma, desde la crítica latinoamericana se busca un descentramiento epistémico para posibilitar que la «diferencialidad latinoamericanas manifestarse teóricamente, con toda la fuerza heterogeizante y desorganizadora de un contrasistema que impida la clausura de su diferencia en una representación fija y controlada» (Richard, 2001:191). Mato explica tal tipo de relaciones de la siguiente forma:

    La existencia de estas relaciones de poder entre la academia estadounidense y las de diversos países latinoamericanos tiene diversas consecuencias. En primer lugar, ocurre algo que ya ha sido expresado por numerosos colegas latinoamericanos: que muchos de quienes trabajan en el marco de instituciones académicas de Estados Unidos frecuentemente no consideran los aportes teóricos hechos desde América Latina, o que cuando lo hacen los asumen subordinados a los que se escriben en inglés. Este des-conocimiento, este no-reconocimiento, en no pocos casos ocurre simplemente por incapacidad de algunos colegas angloparlantes para leer castellano o portugués. En otros, responde, al menos en parte, a una suerte de ignorancia arrogante, institucionalmente cultivada y asociada a las relaciones de poder a escala mundial, las mismas que algunos de estos mismos colegas critican con referencia a Estados y corporaciones transnacionales, pero sin extender su reflexión a sus propias prácticas. Afortunadamente hay numerosas excepciones (Mato, 2002:11).

Cabe enfatizar que tales relaciones, entre el norte y el sur, en este caso entre los Estados Unidos y Latinoamérica, en general o Centroamérica en particular, entre las instituciones y la construcción del campo intelectual y el discurso, esto es desde dónde se habla, sobre qué se habla, quién habla o cómo se habla, son constantemente negociadas y reconstruidas. Es preciso por ello enfatizar que los estudios culturales, pese a que incorporó a la discusión academia sujetos y prácticas no valoradas anteriormente, «no reconfigura espacios de manera que se los abra a las culturas subalternas para escapar a la dominación» (Arias, 2009:208).

En este punto, es necesario reflexionar sobre el papel que juega la política asociada con el planteamiento de los estudios culturales y su papel en la acción política. Una primera pregunta que surge aquí es: ¿cuántos en la academia reflexionan sobre la relación entre la teoría y la práctica, y, luego la forma en que tal relación se vincula con el poder? En efecto es preocupante el camino que han tomado algunos programas y académicos asociados con los estudios culturales, poscoloniales o subalternos, en especial, al diluirse en teorías de la representación y análisis de discurso, entre otros, y que han dejado de lado el estudio y apoyo a los diversos movimientos sociales y la acción colectiva (¿cuál es la relación entre la teoría y la práctica? ¿Es la función de los intelectuales participar en forma práctica, además de hacer etnografía?). La academia debe posibilitar participación ciudadana de sus integrantes, además promocionar sus productos para que lleguen a la sociedad civil con el objetivo de promover una toma de decisiones y abrir espacios de interlocución o en palabras de Habermas, se deben ampliar las esferas públicas y los públicos participantes. Es en las esferas públicas y en las prácticas políticas que la acción colectiva promueve o amplía el espacio para la participación de sectores subalternos y es el lugar en el cual se transforma la comprensión de lo político (Habermas, 1989; Avritzer, 2002). De esta forma, la tarea del intelectual es promover la participación de los diversos sectores subalternos en la esfera pública con el objetivo de originar procesos de democratización, por tanto de ciudadanía.

En Centroamérica la profesión también se vive diferente. Un gran número de académicos combinan sus investigaciones con trabajo y práctica intelectual. En otras palabras, en su participación fuera del mundo de la academia producto de la misma lógica de las universidades, la cual promueve una articulación con la sociedad diferente a otras regiones del mundo. Muchas veces se combina con participación en instituciones públicas, militancia –social y política- o en los diversos medios de comunicación, lo cual hace que se perciba un cierto tipo de activismo que posibilita que se interpele a múltiples públicos.

El tercer aspecto al cual me quiero referir es específicamente a la experiencia con los estudios culturales en Centroamérica.

El desencanto en los movimientos revolucionarios, la crisis de la izquierda y la incapacidad de los académicos de comprender y explicar en forma adecuada la complejidad de los procesos socioeconómicos y políticos en América Latina y de desarrollar políticas acordes, propició que en los últimos años se hayan privilegiado los estudios culturales, poscoloniales y subalternos como alternativas para explicar lo que sucede en la región. Los estudios culturales toman, paulatinamente, en respuesta a la insuficiencia de la teoría marxista clásica y de las perspectivas economicistas, de la cultura para explicar dichos procesos. Tales corrientes renovadoras proponen una crítica de lo que se considera la realidad. Esta crítica es valiosa, pero aún no se ha arraigado ni ha posibilitado una sistemática construcción de conocimiento desde Centroamérica, pese a la larga tradición de estudios trans, multi e inter disciplinarios, los cuales han vinculado procesos socioeconómicos y políticos con dimensiones culturales e ideológicas.

A diferencia de los Estados Unidos, donde los estudios culturales surgen desde las humanidades, en Centroamérica estas investigaciones emergen de las ciencias sociales. De esta forma, tienen como base la historia, la sociología, la antropología y la psicología social, entre otras disciplinas, y no los estudios literarios. En la década de 1990, irrumpieron en la escena académica del istmo estudios asociados con la historia cultural que renovaron la investigación de problemáticas centradas en el estado-nación, la cultura política, la cultura popular, la vida cotidiana, el género, la sexualidad, la subjetividad, la identidad y la etnicidad. Todos estos trabajos estaban, además, atravesados transversalmente por una preocupación sobre el poder.6

Uno de los aspectos que conviene detallar es el papel del intelectual centroamericano y el énfasis dado a su praxis política, en otras palabras, la cuestión del papel social del intelectual/artista y el supuesto de que toda producción debe estar al servicio de las clases subalternas. Lo anterior habría que discutirlo en función del papel que tiene la «ciudad letrada» en la producción académica, el elitismo que supone y el colonialismo que reproduce (Cohen, 1983; Said, 1979; Dussel, 1992; Said y Gauri, 2001; Mignolo, 2003). En el istmo la dicotomía oralidad-escritura es fundamental pues muchas de las producciones están atravesadas por la oralidad. Tal problemática es fundamental por lo trabajos que se realizan y que parten de los estudios literarios, por lo cual junto con las ciencias sociales están en constante tensión/negociación con esta dicotomía. ¿Cuál es el papel de los intelectuales en la construcción del imaginario sociocultural y político del istmo? ¿Cómo representar y dar voz a lo subalterno y los subalternos? Estas preguntas son de suma importancia en momentos en que Centroamérica intenta reconstruirse física y simbólicamente, luego de una serie de conflictos armados y prácticas políticas nocivas. Además, debe considerarse que hay sectores resistente al cambiar las formas de hacer política e insisten en invisibilizar a los sectores subalternos, como la reciente experiencia en Honduras lo evidencia.

La fragmentación histórica de la región obliga a que el mundo académico tome en consideración la multiplicidad de prácticas, culturas y regiones que conforman el istmo y la particularidad de las formas heterogéneas que presenta Centroamérica. Pese a tener conciencia de lo anterior, no se ha podido crear una cultura académica de estudios comparativos, ni de estudios regionales, lo cual supone construir nuevas cartografías o mapas culturales para el istmo. Analizar Centroamérica como una región supone el reconocimiento a su heterogeneidad, por lo que integrar la región para el análisis académico no implica concebirla como un ente homogeneizado.7

Analizar en forma comparativa la región y sus procesos requiere una fuerte inversión institucional y personal en la construcción de redes. Dicha construcción es aún más difícil porque en el siglo XXI es obvio que las prácticas no incluyen únicamente aquellas que están al interior de las fronteras físicas nacionales, sino que están allende a ellas, producto de las migraciones. El caso de El Salvador es una muestra de ello. ¿Cómo hacer estudios comparativos regionales desde Centroamérica? ¿Quién proveerá los fondos para realizarlos?

El tema que nos convoca también lleva a preguntar cómo trazar la genealogía de los estudios culturales en Centroamérica. El novelista y académico Arturo Arias al referirse a la problemática de los estudios culturales en el istmo, en especial cuando se trata de discutir sobre poblaciones subalternas, afirma

    El problema es que esto [estudios culturales y subalternos] suele hacerse como ejercicio retórico, al margen de la experiencia vivida y sentida por legítimos sujetos subalternos tales como la población maya guatemalteca [como podría ser alguna otra población subalterna]... Heidegger ya había señalado que podían existir otras formas de pensar fuera de la filosofía occidental, quienes efectivamente lo evidencian son sujetos tales como los mayas; es decir, sujetos periféricos que están, entre otras cosas, repensando el concepto de política desde una heterogeneidad radical (2009).

Por ello es necesario analizar la complejidad de las negociaciones de las diferencias culturales y las conceptualizaciones que se construyen desde la academia centroamericana e internacional. Los estudios realizados en la región muestran las diferentes Centroaméricas, no solo en términos étnicos sino también geográficos. Hablo en plural al ser una región con múltiples patrones históricos, culturales y étnicos, pese a ser un pequeño territorio de apenas 523.780 km² cuadrados. En su definición contemporánea, Centroamérica está conformada por siete países, en los cuales se hablan entre 40 y 45 lenguas diferentes, una de ellas, el castellano. Además, las migraciones de los últimos treinta años ponen en jaque tal definición geográfica pues hoy Centroamérica se localiza también en Estados Unidos, Europa y Australia. A lo anterior se une la forma en que Centroamérica es imaginada, por ejemplo desde los estudios fílmicos y literarios. Es analizada como «un lugar sometido a una gran devastación socioeconómica y ecológica, lo cual es la condición general del Sur» (Rodríguez, 2009:29; v. Cortés, 2007). Por tal motivo es necesario preguntar: ¿cómo reconstruir narrativas en condiciones de tal heterogeneidad, de posguerra, desastres naturales y de relaciones neocoloniales y cómo reterritorializar supra o sub-nacionalmente a Centroamérica?

Empecemos por discutir las formas narrativas con las cuales los académicos centroamericanos han buscado dar respuesta a algunas de las preguntas que he planteado aquí. Se inicia con los primeros estudios culturales escritos desde el istmo. Las investigaciones pioneras surgieron de la Maestría Centroamericana de Historia de la Universidad de Costa Rica a inicios de la década de 1990. Tales estudios empezaron a rechazar sistemáticamente las diferencias jerárquicas entre las culturas superiores o letradas (para seguir a Rama) y las culturas populares o étnicas (Rama, 1984). El punto de inicio de dicha corriente fue el creciente interés por la identidad, el Estado-nación, el género y la etnia. El llamado giro cultural, que impactó a la academia costarricense y luego se extendió por el resto de Centroamérica, se orientó a analizara procesos particulares y su relación con el poder, la cultura, la identidad, la subjetividad, la ideología, la etnia, la clase y el género. Para lograr esto, incorporó teorías, conceptos y metodología de distintas especialidades: estudios literarios, comunicación, sociología, economía –en especial de la economía política- y antropología, entre otros.

Entre las primeras preocupaciones de estos académicos figuraban las políticas civilizatorias decimonónicas, que utilizaron la cultura para promover un cambio en los valores, comportamientos y actitudes de los centroamericanos. Por ese motivo, sus estudios sobre los intelectuales edificadores de la nación en Centroamérica partieron de la premisa de que la lengua impresa promovería la identidad nacional en tres formas: primero, al crear campos unificados de intercambio y comunicación; segundo, porque el capitalismo impreso da una nueva fijeza al lenguaje y tercero, al crear lenguajes de poder (Anderson, 1993; v. Rama, 1984). Tales fenómenos son evidentes en las discusiones políticas de la prensa, así como en la publicación de novelas por entregas, ensayos de opinión, versos y poesía, entre otros, todos formadoras de opinión pública y creadores, discursivamente, de una idea de comunidad. Recordemos que según Benedict Anderson, tanto los periódicos como las novelas «proveyeron los medios técnicos necesarios para la "representación" de la clase de comunidad imaginada que es la nación» (Anderson, 1993:46).8

Al proveer tales producciones un sitio para reproducir, representar, contestar y negociar las relaciones sociales, la división del mundo social se expresa en la creciente separación entre el mundo oral y el escrito. Es, en este contexto, en el cual se amplía la participación de los intelectuales y literatos decimonónicos en la esfera pública, en especial, a través de la prensa. Las colaboraciones de tales sujetos en dicha esfera no se limitaron a lo local o nacional, sino que su participación fue relativamente amplia y visible en el istmo, como lo muestra la extensa bibliografía que se ha producido al respecto (v. Pakkasvirta, 1997; Casáus y Peláez, 2001; Molina, 2004; Silva, 2005; Casáus, 2005).

En cuanto a la forma en que los intelectuales finiseculares utilizaban la esfera pública, las investigaciones y las referencias en los periódicos de la región, relativas a los literatos y a la publicación de sus escritos, muestran el vínculo regional existente entre ellos (v. Molina, 2004; Casáus y García, 2005; Silva, 2005). Asimismo, las publicaciones periódicas les seguían la pista y publicaban sus andanzas, a la vez que imprimían lo producido en el exilio. En el ámbito latinoamericano, tales producciones también fueron diseminadas a través de la única revista del istmo con alcance regional, dirigida por Joaquín García Monge, el Repertorio Americano (v. Ferrero, 1978; Vargas, 1986; Mora, 1990; 2004; Ovares y Pakkasvirta, 1997).

La problemática anterior se pudo profundizar a partir de una nueva conceptualización del Estado liberal no como un Estado gendarme, sino como uno que invirtió en cultura, salud y educación. De allí el renovado interés de hacer estudios que posibiliten, desde un análisis más sofisticado, comprender los procesos que se generan. Este tipo de estudios posibilitó que se revisitaran otros períodos y se ampliaran las preguntas de investigación.

En los balances que se han hecho de los estudios culturales sobre la región, es evidente que para Centroamérica son pocos los trabajos disponibles sobre género, sexualidades, subjetividades, grupos étnicos, rituales, cultos y otras prácticas de influencia religiosa, entre otras temáticas. Apenas se inician estudios sobre la música en diversos períodos y su función social que parten de las premisas de los estudios culturales (Vargas, 2004; Marín, Vega y Cal, 2006; Carvajal, 2009). En cuanto a las investigaciones con perspectiva étnica (Rodríguez, 1992; Alvarenga, 1997; 2000; 1998; Soto, 1998; Fernández, 1999; Cáceres, 2000) y de género, la producción ha sido mayor y más sofisticada (Tábora, 1995; 2001; Rodríguez, 1997; 2000; Herrera, 1999; Sandoval, 2005; 2006; Rodríguez, Dym y Belaubre, 2007). Tal apreciación la podemos repetir para el estudio de las diversiones públicas, la cultura política, los procesos electorales especialmente en Costa Rica y en menor medida en los casos de El Salvador y Nicaragua (Kinloch, 1995; López, 1998; Herrera, 1999; Fumero, 1995; 1996; 2005; González, 1994). Áreas como la medicina y la salud también han sido consideradas, por lo que se dispone de algunos estudios sobre las enfermedades y las políticas culturales desde la colonia hasta períodos recientes (Malavassi, 2003; Palmer, 2003). Por razones de espacio, no he detallado la producción de los académicos extranjeros que analizan Centroamérica; sin embargo, puedo adelantar que su aporte ha sido importante.

Llegados a este punto, se hace necesario indicar el papel para la renovación de la historia y la antropología, entre otras disciplinas, que tuvo la publicación del libro editado por Iván Molina y Steven Palmer, Héroes al gusto y libros de moda: sociedad y cambio cultural en Costa Rica (1750-1900). El impacto de esta obra se puede apreciar a escala regional, en especial porque propició una renovación temática, teórica y metodológica en las ciencias sociales (Molina, y Palmer, 1992). A partir de este texto, también se inician estudios sobre el consumo (Fumero y Molina, 1997; Vega, 2004; Marín, 2008) la construcción de subjetividades (en especial entre jóvenes), las mujeres, la educación con una perspectiva cultural y la migración (Caamaño, 2007; 2010; Sandoval, 2002; Sandoval, 2007a; 2007b; González y Solís, 2001; Solís, 2006; Solís y González, 1998). También empiezan a desarrollarse las investigaciones que tienen por eje las identidades y el Estado-nación.9 Tales trabajos comenzaron a evidenciar los problemas a que se enfrentaba la academia para visibilizar y relacionar las producciones y productos culturales con el poder y los procesos de institucionalización.10 No omito señalar que dicha corriente historiográfica ha sido sometida a fuertes críticas por parte de colegas y departamentos anclados en disciplinas disciplinadas.

Mientras que en las ciencias sociales era evidente el paso dado hacia investigaciones más sofisticadas teórica y metodológicamente, la disciplina «madre de los estudios culturales» en Estados Unidos, los estudios literarios, empieza a renovarse en Centroamérica. En el caso costarricense, el investigador Álvaro Quesada lideró la renovación de los estudios literarios, la cual posteriormente fue continuada por estudiosos que obtuvieron sus postgrados en Europa o Norteamérica a lo largo de Centroamérica (Quesada, 1986; 1988; 1989; 2000; Ovares, 1993). Entre ellos figuran tres personas que están asociadas al programa de investigación internacional «Hacia una Historia de las Literaturas Centroamericanas» (HILCAS), cuyos objetivos precisamente proponen el cambio teórico-metodológica a partir de los estudios culturales y literarios (v. Itsmo, N° 10, 2005. «Hacia una Historia de las Literaturas Centroamericanas», y Kohut y Mackenbach, 2005; Mackenbach, 2001; 2004; 2008). Me refiero a Leonel Delgado Aburto de Nicaragua, Ricardo Roque Baldovinos en El Salvador y Héctor Leyva de Honduras (Delgado, 2002; Leyva, 2003; 2005; 2009). A ellos se suma todo el grupo de investigadores académicos regionales e internacionales asociados con dicho proyecto de investigación con sede en el Centro de Investigaciones en Identidad y Cultura Latinoamericanas de la Universidad de Costa Rica (CIICLA-UCR).

El reconocimiento del papel que juegan los estudios literarios en la renovación teórica-metodológica asociada con los estudios culturales, fue reconocida por primera vez al organizarse una mesa sobre el tema Historia y Literatura en el Cuarto Congreso Centroamericano de Historia celebrado en Managua, en julio de 1998. El interés se ha centrado en incentivar un debate acerca de la historiografía literaria en Centroamérica, contribuir a un intercambio multidisciplinario sobre esta temática y promover la idea de escribir una historia de las literaturas centroamericanas, obviamente un trabajo de investigación a largo plazo, en diferentes campos y en cooperación interpersonal, institucional y equipos especializados.

Luego de once años de trabajo el resultado más importante de la mesa de Historia y Literatura es el programa de investigación «Hacia una Historia de las Literaturas Centroamericanas» (HILCAS) con sede en la Universidad de Costa Rica. En este sentido se han realizado importantes avances, fundamentalmente en estrecha cooperación con académicos de toda la región centroamericana, y con la participación de estudiosos radicados en América Latina, Europa, Estados Unidos y Australia.

El instrumento utilizado para difundir los trabajos y que es otro logro de dicho esfuerzo es Istmo, revista virtual de estudios literarios y culturales centroamericanos http://collaborations.denison.edu/istmo, la cual acoge, desde su primer número varias de las investigaciones. Además se tiene como ítem permanente discusiones relativas al proyecto «Hacia una Historia de las Literaturas Centroamericanas» a partir del No. 4, y brinda divulgación a trabajos relacionados con los estudios culturales escritos desde, de y sobre Centroamérica.

El éxito del trabajo es el resultado de la cooperación e intercambio regional e internacional tanto en la mesa como en el programa de investigación. La mesa de Historia y Literatura integra esfuerzos y promueve espacios que permiten efectuar estudios comparativos. Asimismo, la mesa se ha constituido en un foro de discusión periódica sobre los temas que le competen. De esta manera, integra los esfuerzos de investigadores con trayectoria, interrelaciona la investigación con la docencia al incorporar nuevos proyectos que surgen de los posgrados y divulga los estudios sobre la historia, la historiografía literaria y los estudios culturales de la región. El reconocimiento de esa producción cultural implica necesariamente un mejor conocimiento de la región, de la misma forma que permitirá identificar procesos importantes en la construcción de las identidades.

Dicho esfuerzo complementa el realizado desde el programa de investigación regional e internacional «Hacia una Historia de las Literaturas Centroamericanas», al privilegiarse propuestas de trabajo que respetan las bases multi, inter y transdisciplinarias tanto como la perspectiva comparativa del proyecto, como en los siguientes aspectos:

  • transgenéricos: en doble sentido: género histórico y literario, y gender,

  • transtemporales: romper con la narrativa tradicional al analizar procesos o tendencias históricas,

  • transnacionales: regional o comparativo,

  • transregionales/transareales: relaciones entre subregiones y entre macroregiones o allende a las fronteras nacionales,

  • transterritoriales: romper con las relaciones fijas entre los espacios geográficos y la historia o literatura.

  • transculturales: al analizar la complejidad de las relaciones sociales tales como la problemática étnica o las tensiones entre la cultura «popular» y la «culta».

Las temáticas que se trabajan desde HILCAS y que parten de un enfoque multidisciplinario, están: producciones prehispánicas y discursos coloniales. Formación de los estados nacionales y las construcciones literarias de lo nacional. Proyectos de modernización, tensiones de la modernidad y la construcción del campo literario. Redefinición de los proyectos nacionales y la literatura como institución. Literatura y compromiso político. La reformulación de las sociedades contemporáneas y el papel de la literatura en un mundo globalizado. La historia inmediata. Por supuesto, estos temas no son más que algunas propuestas y, pueden, deben y se busca que sean complementadas con otras perspectivas y problemáticas.

El principal logro es la publicación de siete tomos cuya serie es titulada «Hacia un Historia de las Literaturas Centroamericanas» financiado por la Universidad de Costa Rica y el cual busca analizar la forma en que los procesos históricos y culturales moldean los comportamientos e identidades colectivas e individuales. Además de dichos tomos se publican avances de investigación para ser utilizado como material de cursos, tomos con temáticas específicas, se mantiene permanentemente un programa de conferencias vinculadas con las temáticas de interés y se reciben pasantes en las universidades colaboradoras.

En el Centro de Investigaciones en Identidad y Culturas Latinoamericanas (CIICLA) de la Universidad de Costa Rica se reciben en promedio unos diez pasantes internacionales anuales quienes además de investigar en el Centro de Documentación que cuenta con un valioso repositorio además de una biblioteca especializada en estudios culturales gracias a la donación de la biblioteca personal del Dr. George Yúdice que consta de más de diez mil tomos.

Otro de los logros ha sido la organización de los Congresos Centroamericanos de Estudios Culturales. El Congreso Centroamericano de Estudios Culturales se organizó por primera vez en San Salvador, El Salvador en el 2007 y busca contribuir con el debate y el pensamiento crítico sobre Centroamérica como espacio cultural y humano. El objetivo es la discusión inter, trans y multidisciplinaria que surgen de los estudios literarios y artísticos, de la comunicación, de la sociología, la psicología, la antropología, la historia política, social y cultural, para comprender las realidades de la región a partir de investigaciones y preguntas compartidas. En su segunda versión en 2009, tal actividad tenía como sede la Universidad Nacional de Honduras (UNAH), pero por razones de todos conocidas tuvo que trasladarse en último momento a la Universidad de Costa Rica. Allí se discutió sobre las representaciones simbólicas que inciden en las dinámicas, sociales, económicas, culturales y políticas de la región. De esta forma en su segunda versión, se recibieron 89 ponencias relacionadas con los imaginarios de la nación, los posicionamientos de género, etnia, raza, clase social, cultura; las expresiones de la violencia y de las sensibilidades; los cuerpos como escenarios y agentes de la vida pública; los valores morales y estéticos; el recuerdo, el olvido y la ritualización del pasado; las industrias culturales, los medios de comunicación, las nuevas tecnologías, la producción y el consumo de bienes simbólicos; la emergencia de actores y de espacios de encuentro y de reconocimiento; las instituciones de educación, arte y cultura; los diseños del gobierno, de la economía y del Estado o las visiones de país, entre otras temáticas. Los resultados de los congresos se recogen en la revista virtual sobre estudios literarios y culturales centroamericanos ISTMO.

En cuanto a los desafíos. Primero es necesario avanzar en los estudios comparativos a nivel de temáticas y de regiones nacionales e internacionales. Se necesita que las instituciones inviertan en desarrollar un buen mecanismo mediante el cual los trabajos de investigación académica circulen entre los centroamericanos. Es necesario desarrollar redes académicas sólidas ancladas en problemáticas específicas, además de lograr un mayor y profundo diálogo entre los estudiosos de lo literario, los historiadores y otros científicos sociales.


Pie de página

3Hay cinco doctorados en la UCR, Ciencias, Educación, Historia, Gobierno y Política Pública y el DESC.
4Instituto de Investigaciones Psicológicas (IIP), el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS), el Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ), el Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas (IICE), el Instituto de Investigación para el Mejoramiento de la Educación Costarricense (IIEC) y el Centro de Investigación en Identidad y Cultura Latinoamericanas (CIICLA), el Instituto de Investigaciones Lingüísticas (INIL) y el Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIF). El DESC está organizado para que el estudiantado del programa doctoral curse tres seminarios doctorales (cuatro créditos cada uno); tres coloquios de investigación (dos créditos cada uno); tres cursos complementarios especializados (tres créditos cada uno); un curso de investigación dirigida (tres créditos); guía de tesis doctoral I y II (ocho créditos cada uno); y un ciclo de pasantía de investigación nacional, internacional o combinado de cuatro meses (diez créditos). Seguidamente, la defensa de tesis doctoral otorga diez créditos. Al graduarse, se habrá completado un total de 72 créditos. Se parte de tres ejes temáticos, «La construcción social y cultural de los significados», «Poder y procesos socioculturales» y «Subjetividad, intersubjetividad y cultural».
5«De lo anterior se infiere que los procesos de comunicación sólo son posibles sobre la base de procesos de significación realizados por sujetos semióticos intencionales y competentes, es decir, que la comunicación presupone la significación, de donde se concluye que no todo proceso de significación es un proceso de comunicación. Un observador que se ha apropiado de saber relativo a un referente determinado mediante procesos de interpretación, puede decidir guardarlo para sí y no comunicarlo a otro. En este caso se diría que, habiéndose realizado como observador, se virtualiza como informador, modalmente constituido como un sujeto que quiere no comunicar o que no quiere comunicar» Eduardo Serrano Orejuela, «Significación y Comunicación», Disponible en: http://www.geocities.com/semiotico/significacion.html
6Por ejemplo véase las tesis presentadas en el DESC por Sergio Villena, «Gol-balización futbol e imaginarios nacionalistas en la era global. El caso de Costa Rica» (2004); Ignacio Dobles, «Memorias sociales del dolor: las experiencias de las comisiones de la verdad en América Latina» (2006); Martín Murillo, «Bolero: un artefacto para la subsunción de la banca. Globalidad y poder» (2007); Gustavo Garita, «Etnopsicoanálisis, envejecimiento y mediana edad en Costa Rica a principios del siglo XX. Las vinculaciones entre subjetividad, discurso y prácticas sociales de interacción al envejecer» (2008), entre otras.
7Un esfuerzo es el programa de investigación «Hacia una historia de las literaturas centroamericanas», con base Centro de Investigaciones en Identidad y Culturas Centroamericanas, Universidad de Costa Rica (CIICLA-UCR). Las bases del programa se encuentran en ISTMO. Revista electrónica de estudios literarios y culturales centroamericanos, bajo las premisas metodológicas publicadas en la revista ISTMO. Revista virtual de estudios literarios y culturales centroamericanos No. 8 enero - junio 2004 http://collaborations.denison.edu/istmo/n08/proyectos/proyecto.html y en el documento Términos de referencia del Programa de Investigación: «Hacia una Historia de las Literaturas Centroamericanas» publicados en Istmo. Revista virtual de estudios literarios y culturales centroamericanos No. 12, enero – junio 2006 http://collaborations.denison.edu/istmo/n12/proyectos/terminos.html
8Asimismo Sommer argumenta que fueron estas primeras ficciones las cuales dieron sustento a la construcción imaginaria de la nación (1991).
9En filosofía ha liderado esta corriente de renovación Alexander Jiménez (Jiménez, 2002; Jiménez, Giglioli y Oyamburu, 1998).
10Véase la discusión que propicia Raymond Williams (1997).

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