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Tabula Rasa

Print version ISSN 1794-2489

Tabula Rasa  no.20 Bogotá Jan./June 2014

 

Descolonizando las historias biopolíticas con amílcar cabral1

Decolonizing Biopolitical Histories with Amílcar Cabral

Descolonizando histórias biopolíticas com Amílcar Cabral

Dan Wood2
Villanova University, USA
dwood6@villanova.edu

1Este artículo es producto de la investigación realizada por el autor en Villanova University, Villanova-EU.
2Magíster y licenciatura University Loyola Chicago, estudiante doctoral Villanova University. Villanova-EU

Recibido: 13 de mayo de 2014 Aceptado: 03 de junio de 2014


Resumen

En este artículo propongo que algunas historias biopolíticas contemporáneas heredan filosofías de historia problemáticas, cuyas fronteras recapitulan maneras coloniales de pensar. En la primera parte, asevero que las filosofías de historia que operan al fondo de la presentación agambeniana y Foucaultiana no pueden ser mantenidas en su simplicidad occidental. Contra esto, sugiero una radicalización del método genealógico y una posición antirrealista con respecto a «occidente». En la segunda sección, uso los métodos de amílcar Cabral por descolonizar la historia y muestro las maneras como su socialismo revolucionario en Guinea-Bissau y Cabo Verde actualmente operan como un ejemplo de la biopolítica. Un análisis de la biopolítica socialista en Luso-África de Cabral y el PaIGC no solamente pone en duda las fronteras histórico-geográficas establecidas por Foucault y agamben, sino que también cuestiona algunas de sus proposiciones fundamentales, especialmente las que tratan del racismo.

Palabras clave: Biopolítica; Cabral; descolonización.


Abstract

This paper argues that some contemporary biopolitical histories inherit problematic philosophies of history whose historical-geographical borders recapitulate colonial modes of thought. In the first part, I argue that the philosophies of history that operate in the background of Foucault and agamben's presentation of biopolitics cannot be maintained in its Western simplicity. In response to this, I suggest a radicalization of the genealogical method and the maintenance of an anti-realist position in regard to the 'West.' In the second section I extend amílcar Cabral's methods for decolonizing history and demonstrate the ways in which the revolutionary socialism that he implemented in Guinea-Bissau and Cabo Verde actually operates in a biopolitical register. A close analysis of Cabral and the PaIGC's biopolitical socialism in Luso-africa not only calls into question the historical-geographical borders established by Foucault and agamben, but also challenges some of their central claims, especially those pertaining to racism.

Key words: Biopolitics; Cabral; decolonization.


Resumo

No presente ensaio argumento que algumas histórias biopolíticas contemporâneas herdam filosofias da história problemáticas, cujas fronteiras histórico-geográficas recapitulam maneiras coloniais de pensar. Na primeira parte, argumento que as filosofias da história que operam no fundo da representação agambeniana e Foucaultiana da biopolítica não podem ser mantidas em sua simplicidade ocidental. Em resposta a isso, sugiro uma radicalização do método genealógico e a manutenção de uma posição antirrealista no que diz respeito ao «ocidente». Na segunda seção, observo os métodos para descolonizar a história de amílcar Cabral e demostro que formas de seu socialismo revolucionário na Guiné-Bissau e Cabo Verde atualmente operam como um exemplo da biopolítica. Uma análise detalhada de Cabral e da biopolítica socialista do PaIGC na África Lusitana questiona não somente as fronteiras histórico-geográficas estabelecidas por Foucault e agambem, mas também desafia algumas de suas proposições fundamentais, especialmente as que tratam do racismo.

Palavras-chave: biopolítica, Cabral, descolonização.


Como lo hicieron los anteriores gobiernos europeos, algunos teóricos actuales de la biopolítica reconocen los procesos de colonización aun dejando esas colonias en la periferia de la historia europea o mundial de manera fundamentalmente problemática. Ya sea mediante acercamientos genealógicos o más teleológicos a dichas filosofías de la historia, los procesos y escenarios de colonización implícitamente europeos al final permanecen ya sin teorizar o bien parecen abordarse como momentos periféricos en una geografía histórica cuyo centro escogido no puede más que recapitular matices difusionistas concernientes a la historia mundial.

En este artículo, afirmo que lo que algunos teóricos elaboran como la historia de la biopolítica occidental enfrenta serios desafíos histórico-geográficos que no pueden superarse con una mera extensión de estos mismos marcos biopolíticos a un registro transnacional o global-ontológico. En lugar de ello, debe darse en primer lugar una problematización de algunas genealogías, horizontes y trayectorias biopolíticos con el fin de repensar la concepción eurogénica estrechamente restringida que se ofrece. Esta problematización abrirá entonces un espacio en el que se pueda analizar genealogías alternas en la irreductible pluralidad de las historias mundiales. Más aún, lo hace sin recurrir a un modelo difusionista de la historia, el concepto de «occidente», o condiciones excesivamente constreñidas para identificar una forma particular de gobernanza como biopolítica.

De manera específica, demostraré que el olvidado socialismo revolucionario de amílcar Cabral debe entenderse principalmente como una articulación del vínculo entre la vida y la política, y que un análisis del socialismo biopolítico de su partido ayuda a desmontar las fronteras y vectores histórico-geográficos establecidos por las concepciones europeas de la biopolítica. Dado que este ensayo se centra en la problematización seguida de un análisis positivo, no debe leerse como una discusión moral o como un llamado a la sensibilidad cultural, si bien la discusión no requiere necesariamente obviar tales implicaciones. Más bien, el argumento servirá para cuestionar y renegociar las fronteras histórico-geográficas de las que con frecuencia surgen las narrativas biopolíticas europeas dominantes, y por ende tiene como interés temático las filosofías de la historia además de asuntos de multiculturalismo.

Descolonizando las historias biopolíticas predominantes

El abandono del mundo colonial en las historias biopolíticas contemporáneas no es accidente o falta de atención, sino que constituye más bien la continuación de una forma de historia túnel, que se originó en Europa a mediados del siglo XIX. Si bien existen muchas variaciones y giros distintos en el patrimonio ideológico de la historia túnel, el geógrafo crítico James Blaut describe esta representación de la historia como una suerte de Expreso de oriente, en el que la historia misma va desde las «Tierras Bíblicas» hasta atenas, pasando por Roma y la Europa feudal hasta la Europa moderna (Blaut, 1993: 5). Diferentes historiadores, teóricos y filósofos que adoptan una concepción similar de la historia túnel a menudo usarán diversos desvíos según sus diferentes objetivos. Por ejemplo, en Conferencias sobre filosofía de la historia de Hegel, se sitúa a África fuera de la historia misma, y en la Filosofía del derecho, el Espíritu se despliega en su necesaria dialéctica por la historia europea para explicar y justificar los inevitables movimientos del colonialismo europeo (Eze, 1998: 215). En su «Conferencia de Viena», Husserl intenta explicar el sentido teleológico de la unidad de la vida espiritual de la humanidad y la racionalidad europeas, el cual emerge en la actitud griega y culmina en lo que llama la crisis de las ciencias europeas (Husserl, 1970). De manera similar, pero en un registro diferente, Heidegger concibe la amnesia del Ser no solo como constitutiva del occidente que va de la antigua Grecia a la Europa contemporánea, sino que también afirma que la vocación de este pueblo metafísico debe evitar la aniquilación mediante un retorno del Ser que constituye el fundamento mismo de este Dasein histórico-espiritual, es decir, de los europeos (Heidegger, 2000: 30). La imbricación aquí entre diversas nociones de «espíritu», inevitabilidad y Europa enlaza estas diferentes filosofías de la historia con una mitología profundamente arraigada que sigue surtiendo efecto. La inercia de las fuerzas culturales, ideológicas e institucionales que garantizan y se benefician de tales historias túnel espiritualizadas sigue ejerciendo su influencia en las filosofías de la historia contemporáneas, sea que se haga explícita o no. Para citar solo un ejemplo, aunque Jean-Luc nancy espera evitar formas de historia del tipo «milagro de Grecia», sitúa sin embargo el origen del occidente y su destino en Grecia, afirma que esta civilización representa «lo universal» y la razón, y ve esta singular historia como la que deviene y asume la historia del mundo (nancy, 2007: 34-35, 43, 80-81).

Algunos de los horizontes históricos que pueden encontrarse en recientes análisis de la biopolítica recapitulan las trayectorias problemáticas antes reseñadas. Aunque las filosofías de la historia presentes en los análisis de la biopolítica podrían remontarse a varios textos alemanes de comienzos del siglo XX, como lo hace Roberto Esposito,3 esta sección se centrará en los textos de post guerra de Michel Foucault y Giorgio agamben que tratan la biopolítica en forma explícita. Foucault revive en muchas formas el análisis de la biopolítica e investiga su aparición histórica mediante sus métodos nominalistas y genealógicos. La genealogía para Foucault «rechaza el despliegue metahistórico de significaciones ideales y teleologías indefinidas. Se opone a sí mismo a la búsqueda de los 'orígenes'». Una meticulosa atención al detalle, documentos históricos, afectos y la singularidad de eventos y formas metastáticos forman parte de este acercamiento a la historia.4 El método genealógico de la biopolítica ofrece una metodología de construcción de la historia de la aparición del biopoder durante la segunda mitad del siglo XVIII en occidente. La biopolítica constituye aquí un aspecto de la historia occidental que emerge de una forma más antigua de gobernanza y soberanía. «Podría decirse que el antiguo derecho de tomar la vida o dejar vivir fue sustituido por un poder de propiciar la vida o desaprobarla hasta el punto de la muerte» (Foucault, 1990: 138). Las formas premodernas de soberanía no desaparecen en el cambio a las formas biopolíticas de gobernanza; en lugar de ello se subsumen y redireccionan en un nuevo modo de gobernanza que regula de manera predominante las poblaciones en lugar de disciplinar de manera teatral cuerpos individuales.5

La genealogía de la biopolítica de Foucault, la cual se extiende en su mayor parte de la Europa continental de mediados del siglo XVIII hasta el paroxismo de la biocracia en la Alemania nazi, presenta muchas cualidades claves de la gobernanza biopolítica a lo largo de su transformación histórica. En primer lugar, la biopolítica en este marco de tiempo y espacio regula las poblaciones y sus entornos mediante análisis estadísticos, atención a los cambios demográficos, estudio de los efectos climáticos y geográficos, implementación de nuevos sistemas de salud y demás (Foucault, 2003: 249-251). La regulación general y el manejo técnico y calculado de la vida Esposito (2008: 16). Aunque en ciertas formas del siglo XVIII hasta el paroxismo de las poblaciones modulan objetos y tecnologías de gobierno anteriores. En segundo lugar, el origen de la biopolítica coincide con nuevas racionalizaciones biológicas y políticas.

El racismo primero se desarrolla con la colonización o, en otras palabras, con el genocidio colonizador. Si se funciona en el modo del biopoder, ¿cómo puede justificarse la necesidad de asesinar personas, de aniquilar poblaciones y de exterminar civilizaciones? Usando las temáticas del evolucionismo, apelando a un racismo (Foucault, 2003: 257).

Nuevas formas de racismo, como las presentadas en la historia de la biopolítica occidental de Foucault, justifican formas de imperialismo y pueden hallarse en regímenes liberales, socialistas y fascistas. Estos nuevos racismos formulados en conocimientos científicos desplazan la mera aversión a otros racializados y se articulan en estructuras simbólicas que sobredeterminan y naturalizan los diferentes proyectos de los estados europeos. La genealogía del origen de la biopolítica en Foucault culmina en el estado nazi, el cual marca la coalescencia más completa y horrenda de la regulación de la vida, la herencia genética y el saber hacer médico con la erradicación genocida de aquellas partes del organismo social consideradas infecciosas para la salud nacional.

En la medida en que lo anteriormente dicho consiste en una presentación genealógica y no, por ejemplo, rankeana de la emergencia de la biopolítica, Foucault no defendería su completud, pese a que empero sostendría que las conexiones que forja no son meramente arbitrarias. Sin embargo, existen por lo menos dos problemas en la presentación que hace del origen de la biopolítica occidental: el primero tiene que ver con su limitado horizonte histórico-geográfico, y el segundo —corolario del primero— involucra los vestigios implícitos, difusionistas de occidente en esta narrativa. Si bien Foucault pretende deshacerse de la teleología histórica, su construcción de la historia occidental repasa presuposiciones de historia túnel que en gran parte comienzan en Grecia y culminan en la Europa moderna. Así, pese al rechazo de la genealogía a buscar orígenes y pese a que casi tiene éxito en evitar la teleología, la elaboración que hace de las biotécnicas griegas (Foucault, 2005: 485-486) y la biopolítica europea del siglo XX cae en una estructura histórico-geográfica que se ajusta a las fronteras estándares del llamado occidente. En relación con tales fronteras, Mitchell Dean señala, «Cuando Foucault discute 'nuestras sociedades', sabemos que se refiere a las poblaciones que están asignadas a las unidades territoriales de los estados democráticos liberales de Europa y norteamérica y quizás algunos de los derivados al otro lado del planeta» (Dean, 2001: 42). Estas fronteras histórico-geográficas, elaboradas como el occidente, cubren otras cuestiones pertinentes para el análisis de las historias biopolíticas, como: ¿no hay caso de gobierno socialista en el que el racismo biológico sea rechazado de manera repetida e institucional? Y, ¿existen organismos anticoloniales en los cuales puedan rastrearse los efectos de la forma de gobierno biopolítico desde los emplazamientos periféricos a los centrales? Como se mostrará en la parte siguiente, hay razones para pensar que tales socialismos y centros de agencia en verdad existen.

En segundo lugar, la expansión de tales inflexiones de gobernanza sigue una trayectoria difusionista en occidente en oposición a los sitios en multiplicación de la genealogía biopolítica y sus historias correlativas. El difusionismo occidental se refiere aquí a cualquier interpretación de la historia misma (singular) mediante la cual una relación en gran medida insular del occidente suscita procesos de distensión y la subsiguiente difusión de tal historia y sus cualidades a dominios no occidentales. Las narrativas difusionistas occidentales a menudo se centran en la tecnología, el medio ambiente, la racionalidad, la clase, el amor por la libertad y demás para justificar y dar sentido a la historia, pero se ha demostrado que tales bases de unicidad son irracionales e inadmisibles.6 La explicación de la biopolítica que hace Foucault comparte con el difusionismo occidental la sucinta mención de los vínculos entre la colonización y el gobierno biopolítico, sin siquiera explorar las múltiples historias, apropiaciones, desviaciones y rechazos de dicha forma de gobierno por parte de los pueblos colonizados. Nunca considera si las formas metastáticas de lucha y resistencia en el mundo colonial en realidad alteran de manera sustancial la biopolítica europea. También podría preguntarse si el proyecto arqueológico de Foucault en Las palabras y las cosas, al explicar las condiciones de posibilidad de las epistemes occidentales, puede tener éxito mientras desatiende la equiprimordialidad de las relaciones histórico-materiales del imperialismo con dichos discursos, instituciones y tecnologías europeas que usufructúan materialmente tales relaciones. Académicos como Couze Venn han defendido la «reinserción del resto del mundo en el análisis de las condiciones de posibilidad para la biopolítica, haciendo visibles las redes y circulaciones más amplias, así como otros dispositivos de las redes, como las finanzas, el comercio internacional y los movimientos de población» (Venn, 2009: 221-222); sin embargo, estas expansiones tan dignas de mención de la geografía histórica Foucaultiana para explicar procesos de explotación colonial no se preguntan si en tales regiones podrían hallarse desplazamientos biopolíticos que cuestionen elementos de la misma genealogía Foucaultiana.

Foucault pasa con demasiada ligereza por encima de la colonización del siglo XIX y vuelve en sus análisis a alemania. Pero la colonización demuestra ser uno de los procesos más significativos mediante los cuales se realizan y resisten los experimentos biopolíticos. La colonización no solo procede mediante el genocidio (que es sin duda una posibilidad) (Foucault, 2006: 257), sino que puede hallarse también en ejecución en la expropiación de bienes, la extracción de mano de obra, la capitalización en demandas relacionadas con terrenos baldíos (terra nullius), la destrucción y la reconstrucción de espacios urbanos por razones «higiénicas» y así sucesivamente. Más aún, los movimientos descoloniales y las revoluciones donde algunos grupos intentan producir soberanía en sus propios términos en ocasiones tienen en cuenta asuntos biopolíticos en formas que no pueden ser simplemente subsumidas en la supuesta producción de historia mundial por occidente. En este sentido, las poblaciones coloniales no solo forman los objetos de la biopolítica, sino a veces sus centros de (re)dirección embrionarios y agenciales. Así, diversas historias y procesos coloniales de descolonización comienzan a arrojar luz sobre la ineficacia de conceptos como 'occidente' y otras direcciones culturales-cardinales, y complican esas decisiones histórico-geográficas que dejan de lado las ricas y vastas historias de continentes enteros.

Agamben ofrece otra explicación contemporánea de la biopolítica que trata de completar la genealogía Foucaultiana. Al contrario de la crítica de Venn, sin embargo, esta corrección no consiste en incorporar los diversos lugares de la biopolítica colonial y las redes transatlánticas formadas desde el siglo XV en adelante, sino más bien, y de manera más radical, sitúa la biopolítica en la historia de occidente y rastrea su trayectoria hasta temas globales-ontológicos actuales,

La tesis Foucaultiana tendrá entonces que corregirse o, por lo menos, completarse, en el sentido de que lo que caracteriza la política moderna no es tanto la inclusión del zoē en la polis —que es, en sí, absolutamente antiguo— ni el simple hecho de que la vida como tal devenga un objeto fundamental de las proyecciones y los cálculos del poder de Estado. En lugar de ello, el hecho decisivo es que, junto con el proceso por el cual la excepción se vuelve norma por doquier, la esfera de la vida esencial —que se sitúa originalmente en los márgenes del orden político— gradualmente comienza a coincidir con la esfera política, y exclusión e inclusión, afuera y adentro, bios y zoē, derecho y hecho, entran en una zona de indiferenciación irreductible (agamben y Heller-Roazen, 1998: 9).7

La terminación de la tesis Foucaultiana propuesta por Agamben ofrece un origen para la biopolítica occidental en la diferencia entre bios y zoē, establecida por los griegos, y su análisis del juego entre estos dos conceptos a través de los textos grecorromanos, ritos medievales europeos y hasta la Alemania nazi constituye la ardua jornada históricogeográfica que ha de seguirse. En el capítulo final de Homo Sacer, Agamben señala que el entrelazamiento entre la vida en sus dos sentidos griegos parece haber definido el destino histórico-político de occidente, lo que ha sido de hecho biopolítico desde el principio (1998: 181-182, 188). Así, para entender el funcionamiento interno de la soberanía y la biopolítica debe buscarse las raíces conceptuales y ontológicas de estas a medida que emergen en el destino histórico-político de occidente y de la metafísica occidental.

En lugar de «completar» la genealogía de la biopolítica de Foucault, sería mejor describir el acercamiento de agamben como una «hiper-intensificación» de la biopolítica Foucaultiana en cada paso. En primer lugar, agamben asume una posición hiperrealista y teleológica en relación con occidente, su historia difusionista y sus varias cualidades inherentes. Por ejemplo, al describir el límite entre la vida con relevancia o irrelevancia política como la que establece un límite que «no ha hecho nada más que extenderse en la historia de occidente y que ahora se ha movido —en el nuevo horizonte biopolítico de los estados con soberanía nacional— adentro de cada vida humana y de cada ciudadano» (agamben, 1998: 141-142), agamben se apoya en un relato mucho más sólido del occidente y su destino histórico-político en relación con Foucault. De hecho, agamben intensifica el alcance al que opera occidente y difunde sus cualidades a tal extremo que la filosofía de la historia en el Homo Sacer debe considerarse un rechazo categórico del acercamiento genealógico a las historias. En segundo lugar, la historia que cuenta agamben de la biopolítica occidental intensifica el difusionismo occidental de Foucault. Verbigracia, mientras que este último analiza el caso de la biocracia nazi como una forma de biopolítica particular y extrema entre otras, el primero convierte los eventos ocurridos en la alemania nazi en momentos de trascendencia simbólica y ontológica para toda la política contemporánea. Tras reflexionar sobre el campo de concentración, por ejemplo, agamben escribe, «el nacimiento del campo en nuestra época aparece como un evento que señala de manera decisiva el espacio político de la modernidad misma» (agamben, 1998: 174). Aquí se observa un ejemplo no solo de la intensificación de la narrativa Foucaultiana en agamben, sino también su hiperrealismo en relación con el pretendido destino de occidente y su trascendencia para toda la política contemporánea. Alejandro de oto y María Quintana critican de manera similar estos problemas que se hallan en el Homo Sacer:

...la estructura de la excepción que él se propone bosquejar en su trabajo, considerada como «consustancial con la política occidental» en una genealogía que, partiendo de aristóteles, pasando por los arcanos imperii, el medioevo y llegando hasta las elaboraciones de Foucault, no contempla ninguna referencia extra-europea a la constitución del poder estatal y la democracia moderna: todo acaba en un movimiento de sublimación que partiendo de la polis griega explicaría al nazismo como el fin (télos) de un modelo que contiene en sí mismo, germinalmente, su propia degeneración (De oto y Quintana, 2010: 59).

Desafortunadamente, la extrema intensificación de esas limitaciones histórico-geográficas y difusionistas que se encuentran en la genealogía de la biopolítica de Foucault convierten la filosofía de la historia de agamben, en su mayor parte implícita, en una filosofía exponencialmente problemática.

La excesiva gravitación histórico-geográfica en torno a Europa, el difusionismo occidental y las historias túnel en las que lo que se fabrica como occidente configura la historia, y en la que pertenecer a lo que no es occidente constituye un remanente de la ideología colonial surgida con pleno vigor en la Europa del siglo XIX, y cuya sedimentación y redistribución con frecuencia se mantiene incuestionada. Como lo señala Tsenay Serequeberhan, por lo menos en una de sus modalidades, «es mediante las ideas y conceptos que el legado del colonialismo gobierna el presente» (2012: 50). En este sentido, las historias que operan en los análisis biopolíticos antes esbozados no necesitan «completarse». Mucho menos explican el espacio político de la modernidad misma. En lugar de eso, debe descolonizarse tales historias. El término descolonización podría entenderse como la designación de esos esfuerzos, procesos y movimientos que, mediante diferentes formas de contravalencia y subversión (bien sea resistencia, transgresión, revolución, formación de nuevas identidades u otra), inauguran la anulación de las relaciones, instituciones, formas de pensamiento coloniales y tipos de explotación material en general. La descolonización no consiste en la rebelión emocional, como lo han creído muchos colonistas; tampoco implica un retorno a épocas precoloniales. Como lo afirma amílcar Cabral, la descolonización implica más bien la rehistorización de un pueblo o pueblos y sus propias fuerzas auto creativas (Cabral, 1984).8 Esa rehistorización a menudo implica espacios, acciones, disposiciones e instituciones de hibridez, donde los sincretismos forzados en los planos social, cultural, económico y político deben comenzar a estudiarse, repensarse y reformularse. ¿Cómo, entonces, podría comenzarse a rehistorizar y descolonizar las historias túnel en funcionamiento en ciertos análisis biopolíticos?

En primer lugar, la radicalización de los métodos genealógicos hace imposible reducir las historias del mundo a la historia mundial. Un compromiso radical con los acercamientos genealógicos a los procesos históricos y a las fuentes temporales implica la relegación de la historia mundial a una esfera de abstracción no articulable. Los pueblos recuerdan su perdurantismo y diferentes eventos y procesos en el tiempo en formas únicas que se imbrican con las historias de otros pueblos, pero ninguno ocupa un punto de partida privilegiado. De esta forma, las historias alternas se mantienen posibles, y las anquilosadas se mantienen rearticulables. Por ejemplo: los europeos no crean ni constituyen la historia del mundo mediante la colonización transatlántica; en lugar de eso, son los puntos metastáticos de lucha y de fuerza a lo largo de las costas atlánticas los que comienzan en parte a suscitar lo que se convierte en las relaciones de poder coloniales, neocoloniales y anticoloniales. La colonización europea no difunde la historia misma a nuevas partes del mundo, sino que de hecho comienza a formar obstrucciones a los soportes materiales de diferentes historias y formas autóctonas de remembranza colectiva. Las amplias trayectorias de las actividades europeo-coloniales no configuran la materia pasiva del Sur Global. En vez de eso, las historias particulares y sus articulaciones orales y discursivas se cubren de más y se subsumen en las narrativas coloniales, cuyos orígenes e intenciones los ganadores coloniales son capaces de elegir, repetir y coagular en cuentos supuestamente naturales y necesarios. Algunos estudiosos ya han comenzado ese trabajo al ocuparse de temáticas y herramientas conceptuales del análisis y la crítica biopolíticos, al tiempo que no se valen de la historiografía túnel.9

En segundo lugar, las historias túnel occidentales podrían comenzar a descolonizarse no mediante la denuncia de estas tradiciones históricas repetidas y arraigadas, sino manteniendo una posición antirealista en relación con la existencia de la independencia mental del occidente. Occidente no existe. Ese antirealismo, al igual que el nominalismo metodológico Foucaultiano (Foucault, 2008: 19), privilegia los puntos de lucha, las prácticas de dominación, las técnicas de control y demás, a medida que emergen y se sedimentan en diferentes lugares histórico-geográficos en diferentes épocas. Este antirrealismo relativo a la existencia de occidente (y a fortiori a un «espíritu» o «racionalidad» transhistórica) funciona como corolario de la genealogía en tanto que no puede serse a la vez partidario de un método radical crítico-genealógico en la reconstrucción histórico-filosófica y un firme realista sobre la existencia de occidente o su supuesta unicidad. No podemos hablar, por ejemplo, de occidente en el sentido en que lo hace agamben porque, para ser fieles a la complejidad de la historia, sería preciso hablar de la presencia inherente del Sur y de oriente en occidente, así como de la presencia de occidente en oriente y en el Sur. Tales entrelazamientos se aplican de manera cultural, económica, social y política en diferentes formas y a innumerables escenarios, desdibujando cualquier delimitación útil que alguna vez pudieran haber tenido tales conceptos. El análisis de los sistemas-mundo y su vocabulario de sistemas-mundo, centros y periferias ofrecen mejores herramientas que las formaciones masivas, difíciles de manejar y geográficamente evasivas de occidente y Sur (véase Wallerstein, 2000, 2004). En la sección siguiente probaré estas propuestas descolonizadoras y rehistorizadoras situando el socialismo de amílcar Cabral en una coyuntura histórica-biopolítica alternativa.

Un análisis del socialismo biopolítico de Amílcar Cabral

En un discurso pronunciado en La Habana en 1966, amílcar Cabral ofrece unacrítica materialista de las concepciones marxistas de la historia en la cual África, asia y Latinoamérica quedan por fuera de la historia hasta su colonización por los europeos. Aquí, entre otros representantes anticoloniales y durante la lucha de liberación nacional de los mismos Guinea-Bissau y Cabo Verde, Cabral se centra en la manera en que el rechazo de las filosofías de la historia eurocéntricas merece un lugar elevado en las luchas descoloniales. Específicamente, sitúa las historias de diversos pueblos en las transformaciones de sus propias fuerzas productivas en lugar de hacerlo solo en el conflicto de clases (Cabral y Partido africano da Independência da Guiné e Cabo Verde, 1997: 124). Continuando pero redireccionando la crítica de Cabral a las construcciones históricas eurocéntricas, sostengo que los elementos biopolíticos de la naciente soberanía del PaIGC (Partido Africano da Independência da Guiné e Cabo Verde) anteriores a 1974 no pueden interpretarse como meros productos de la difusión occidental. Aunque han existido relaciones variables entre Portugal y sus colonias desde mediados del siglo XV en adelante, considerar a los portugueses como actores y agentes principales de las historias que subyacen a estas líneas de fuerza equivale a afirmar un compromiso colonial-historiográfico, es decir, a tomar una decisión política particular. Contra tal decisión, esta sección analiza las dimensiones biopolíticas del socialismo propuesto y establecido por Cabral y por los pueblos de Guinea-Bissau y Cabo Verde. Es decir, este apartado demostrará las maneras en que la praxis revolucionaria y varios escritos de Cabral como vanguardia descolonizadora en Guinea-Bissau y Cabo Verde constituyen una muestra de la articulación de un proyecto biopolítico-socialista que cuestiona las trayectorias de las historias túnel anteriormente esbozadas.

El socialismo biopolítico de Cabral emerge del contexto de medio milenio de formas metastáticas de resistencia, capitulación, colaboración y exploração entre individuos de diferentes posiciones de sujeto. Así, cuando los portugueses llegaron a África occidental en el siglo XV, la clase dominante Mandinga del Imperio Kaabu colaboró en formas de tráfico de esclavos que llevaron a varios desabastecimientos de mano de obra nativa. De otro lado, los Balanta Brassa en particular demostraron ser muy resistentes al dominio directo e indirecto de la colonización portuguesa (Funk, 1988: 35, 41). Históricamente, el rol de los esclavistas, colonizadores, exploradores y autoridades portugueses puede entenderse mejor como envueltos en procesos de exploração. El doble sentido de este término en portugués expresa tanto la dimensión exploratoria de las aventuras de los marinos lusos (considérese a Vasco da Gama), por un lado, y por el otro, hace patentes los modos de explotación que fueron parte integral de dicha exploración. En general, la exploração colonial opera mediante una lógica de separación forzosa. Separa los beneficios y los frutos del trabajo de los trabajadores. (En parte) separa a los pueblos de sus mecanismos de memoria colectiva. Divide las poblaciones vivientes de la fuente terrestre de su vida. Destruye unidades familiares embarcando a sus integrantes en rutas de tráfico diaspóricas divergentes. La dictadura autoritaria de Salazar en el siglo XX explotó de manera similar los intentos nacionalistas de forjar unidad bajo el PaIGC mediante tácticas de «divide y vencerás» (Cabral y Partido africano da Independência da Guiné e Cabo Verde, 1997: 167). Aun así, la explotación de las poblaciones coloniales por la brutalidad portuguesa también se volvería sobre sí misma, causando disidencias internas (De Meneses, 2009: 523).10

El surgimiento del socialismo biopolítico promulgado por el PaIGC desde aproximadamente 1956 a 1973 funciona como una forma de autoridad resistente a la biopolítica operativa en las colonias luso-africanas. El dominio colonial en Cabo Verde, por ejemplo, (re)produce la vida de esta población hasta el punto de que esto deja la mano de obra barata necesaria para incrementar las exportaciones de arroz, mientras también deja que perezcan 30.000 personas en estas islas entre 1942 y 1947 por crisis naturalizadas como agrícolas (Cabral y Partido africano da Independência, 1997: 167). Dejando entre paréntesis cuestiones de ineficiencia gubernamental general, en este caso en particular puede notarse que el problema de la tierra y la agropolítica forma un trasfondo constante para las diferentes relaciones entre la autoridad colonial y la vida de la población. Los vastos y autorizados estudios de Cabral en el campo de la agronomía, así como su articulación de la historia y la cultura con la tierra de un pueblo confirman su mediación central del gobierno y la vida por medio de la tierra.11 La exploração colonial- biopolítica también asume la forma de la eugenesia racista, tácticas que Cabral describe como «la línea clave de la actual[1973] estrategia portuguesa en África». Cita en particular la estrategia del candidato a la presidencia General Kaulza da arriaga,

«La colonización blanca no aspira a balancear el potencial demográfico negro, aspira a balancear los negros evolucionados... Y como, gracias a Dios, no nos es posible provocar la evolución de todos los negros, es posible, casi seguro, que podamos poner blancos allí (en África) en números tales que compensen a los negros que evolucionen... Primero, el aumento de la población blanco, luego, la limitación de la población negra». Enfrentados con las dificultades de la pregunta y creyendo el mito de la gran fertilidad de los africanos, sugiere, aunque de manera negativa, la práctica del control natal científico: «Claramente esta es una cuestión extraordinariamente difícil, ya que no podemos distribuir una píldora anticonceptiva a cada familia negra... Con el resultado de que lo que podemos hacer es no propiciar demasiado el crecimiento de la población negra» (Cabral y Partido africano da Independência, 1997: 214-215).

Aquí los mitos racistas de la fertilidad se entrelazan en los proyectos coloniales de ingeniería social y racial. Mientras agradece a Dios de paso, Da arriaga ofrece una visión de la producción demográfica en la que el gobierno colonial incluye el control de las poblaciones racializadas, y en la que la asimilación se articula por medio del concepto biológico de la evolución. La superposición del racismo, el control demográfico, el control de la asimilación y el evolucionismo sitúan claramente esta estrategia propuesta en la esfera del gobierno biopolítico.

Cabral y el socialismo biopolítico emergente del PaIGC surge de manera intermitente a lo largo de la lucha por la descolonización, pero no puede ni captarse mediante una simple aplicación de la actual teoría biopolítica ni entenderse como una reorganización reaccionaria de las estrategias portuguesas. En lo que respecta al primer punto, por ejemplo, el socialismo biopolítico de Cabral surge y toma como meta formas coloniales de exploração, y no otras razas o pueblos. Así, en 1966 habla del trabajo del partido entre las poblaciones campesinas como un trabajo en el que formar un frente común contra la explotación demuestra ser lo más útil para unificar a la gente.12 En esta decisión en apariencia negligente, Cabral saca de hecho el socialismo del PaIGC de la unión entre socialismo, lucha y racismo, que están conectados, como si fuera inevitable, en la explicación Foucaultiana de la biopolítica (Foucault et al., 1975-1976: 262). Cabral escribe: «nuestros pueblos diferencian entre el gobierno colonial fascista y el pueblo de Portugal: ellos no luchan contra el pueblo portugués... nosotros luchamos contra el colonialismo portugués» (Cabral, 1962: 86).13 Y de nuevo en las directrices recopiladas en Análise de alguns tipos de resistência sostiene que los blancos no deben ser asesinados simplemente por el hecho de ser blancos, aun en la lucha revolucionaria por la descolonización: «En nuestra lucha no hay cosas así que pasaron en otros lugares de África, sean cuales fueran las razones de los africanos: matar mujeres, niños blancos, solo por ser blancos. Nosotros nos rehusamos a eso de una vez y para siempre» (Cabral, 1974: 24).14 En gran parte, esas directrices echaron raíces, y de hecho, «el PAIGC fue el único grupo político en Guineaque garantizó igualdad de derechos a todos los grupos étnicos y raciales» (Chabal, 1983: 150). Las directrices de Cabral al partido y a los pueblos de Guinea-Bissau y Cabo Verde no equivalen solo a demandas retóricas-diplomáticas, sino que articulan en el discurso una dimensión humanista importante del socialismo del PaIGC. Su rechazo a la política reaccionaria en relación con el racismo (aun en sus variantes de négritude y afro-esencialistas) sitúa este proyecto biopolítico-socialista por fuera de los límites establecidos por Foucault, y a fortiori por agamben.

Aunque repetidamente rechaza las dimensiones racistas y etnocéntricas comunes de la forma de gobierno biopolítica, Cabral sin embargo pone en primer plano el entrelazamiento de la vida y la política, toma a la población como objeto de gobierno y discute las regulaciones relativas al poder para hacer vivir y dejar morir. En la formación de un partido nacionalista y mediante numerosas prácticas vanguardistas para construir unidad, con frecuencia destaca que la acción política existe para propiciar una vida decente para un pueblo. En una discusión de los principios del partido, señala: «no hacemos una distinción entre la política y otras tareas, pues dar tratamiento médico, educación, proveer vestido y otros bienes para elevar los estándares de vida también es político» (Cabral y Partido africano, 1997: 100).15 Hace declaraciones similares en otro pasaje citado con frecuencia que consiste en consignas generales (palavras gerais) escritas después de la Conferencia de Cassacá en 1965: «Recuerden siempre que el pueblo no lucha por las ideas, por lo que hay en las cabezas de las personas. El pueblo lucha y acepta los sacrificios que la lucha demanda, solo para obtener beneficios materiales, poder vivir una vida mejor, en paz, ver progresar sus vidas y garantizar el futuro de sus hijos» (Cabral y Partido Africano, 1997: 241).16 El programa político general del PAIGC, como Cabral lo articula aquí busca abrir un espacio nacional para el florecimiento colectivo de la vida, y en esta coyuntura comienza a echar raíces una forma rudimentaria de socialismo biopolítico.

El socialismo del PaIGC también exhibe otras tonalidades biopolíticas que destacan la hibridez de las formas de gobierno que circulan entre los lugares del centro y la periferia dentro del sistema mundo atlántico. Por citar un caso, como se encuentra en instancias de la biopolítica europea, Cabral toma la población como el objeto pertinente de la autoridad. Aunque proporciona instrucciones a la población en lo que respecta a su relación con el PaIGC, también ve el gobierno en ciernes del partido como directamente implicada en la producción de una vida floreciente durante y después de la liberación. Brinda directrices sobre atención médica; habla de la enfermedad, de las tasas de mortalidad, del cuerpo humano y de las expectativas promedio de vida en la situación; hace analogías pedagógicas y heurísticas entre la vida de las personas y la vida de las plantas, y ejerce presión para el mejoramiento continuo de la distribución de medicamentos/antibióticos, servicios de salud y atención sanitaria (Cabral y Partido africano, 1997: 24, 54, 112, 113, 148, 196). Estas preocupaciones también están acompañadas por la formación de «brigadas de salud» móviles y la construcción de nuevos postos sanitários (cuyo número aumentó de 28 a 117 entre 1968 y 1971) (Chabal: 119-120). Aparte de estas formas de «hacer vivir» y tras describir la salud como el mayor tesoro de Guinea-Bissau y Cabo Verde, Cabral establece principios prácticos y generales con relación al «dejar morir»:

No intenten tratar los casos crónicos, las enfermedades incurables y los casos perdidos de enfermedades contagiosas (lepra, tuberculosis, etc.). No envíen al extranjero casos de no combatientes que requieran operaciones (roturas, elefantiasis, enfermedades de los ojos, cáncer, etc.). Estén continuamente atentos a lo que podemos y debemos hacer, y no intentar cosas imposibles de hacer en la actual fase de nuestra vida y nuestra lucha (Cabral y Partido africano, 1997: 244-245).17

Contrario al vector de «dejar morir» en la forma de gobierno colonial portuguesa, la dimensión de «dejar morir» en el principio biopolítico aquí esbozado surge de preocupaciones pragmáticas durante la lucha armada descolonial y de una falta concomitante de recursos para «hacer vivir». Más aún, hasta el momento Cabral y el PaIGC invierten mucho esfuerzo en democratizar radicalmente el proceso colectivo de descolonización (Chabal, 1983: 129);18 se solicita a las personas mismas que cuiden las vidas de los militantes. En este sentido, Cabral hace un intento inmenso de distribuir ampliamente las responsabilidades concernientes a la forma de gobierno biopolítica.19

Si para Cabral el colonialismo portugués consiste en «la superimposición violenta de la historicidad europea en la historicidad africana» (Serequeberhan, 1994: 111), entonces reanimar o dar vida de nuevo al último requiere una reorganización y actualización de las fuerzas potenciales que subyacen a esta historicidad local. Él considera lucha «la condición normal de todas las realidades en movimiento» y «la condición normal de todas las criaturas vivientes en el mundo» (Cabral y Partido Africano, 1997: 83 y 31). La resistencia encuentra resistencia en el crecimiento de las plantas, en los conflictos internos entre la vida cotidiana de las tribus, y en movimientos de liberación nacional en los que la demanda de estándares de vida decentes es el motor más importante. Como avanzada del PaIGC, Cabral intenta dar dirección a la resistencia y la lucha de las cosas vivientes —predominantemente de la vida agrícola y nacional— con el fin de descolonizar formas de historia superpuestas. Aquí pueden hallarse resonancias en el planteamiento de Foucault: «Si puede aplicarse el término bio-historia a las presiones mediante las cuales los movimientos de la vida y los procesos de la historia interfieren entre sí, tendría que hablarse de biopoder para designar lo que transformó la vida y sus mecanismos en el reino de los cálculos explícitos e hizo del poder del conocimiento un agente para la transformación de la vida humana» (Foucault, 1990: 143). De un lado, los inmensos esfuerzos de Cabral por dar forma unitaria a la vida de la tierra y del pueblo durante la descolonización constituyen una movilización y una redirección del biopoder. Los extensos cálculos en su censo (Cabral, 1956); las minuciosas valoraciones agronómicas, topográficas y geográficas que realizó con su esposa (Peterson, 2007: 117); y sus directrices para que el partido rigiera la salud de las poblaciones liberadas, cada una de ellas comienza a unir la vida a la política de una nueva forma. De otro lado, estas nuevas constelaciones del biopoder no entran entonces en una singular biohistoria, como si el biopoder descolonial en este caso solo pudiera consistir de una forma macroevolutiva de asimilación. En lugar de eso, la conducción democrático-socialista del biopoder inicia la rehistorización de las culturas y las historias del África lusófona que han sido más que cubiertas por estrategias coloniales, alianzas capitalistas y la fuerza bruta. Aquí surge una nueva biohistoria, una que lleva los vestigios y cicatrices de la biohistoria colonial, pero cuyo centro agencial de gravedad y floreciente autodeterminación se mantiene inexplicable por referencia a la inercia de esta anterior biohistoria por sí sola.

La nueva biohistoria y sus lineamientos de biopoder implementados por Cabral, el PaIGC y el pueblo de Guinea-Bissau y Cabo Verde sirvieron como modelo para la resistencia a cincuenta años de gobierno autoritario-dictatorial en Portugal, que fue derrocado en un golpe sin sangre en 1974 (Chabal, 1983: 143-154). La guerra «limpia» del PaIGC, unidad entre las áreas liberadas y otras colonias, extensión de solidaridad al pueblo portugués, eficacia biopolítica y neutralidad ideológica con una amplia gama de otros actores geopolíticos hicieron incursiones masivas psicológicas y morales en el corazón del poder colonial más antiguo. Este caso de liberación nacional, en el que la biopolítica de áreas periféricas del sistema mundo capitalista llega a tener una influencia tan inmensa en áreas centrales desafía seriamente las historias túnel biopolíticas modernas y sus fronteras histórico-geográficas. Y, desafiar los remanentes de los imaginarios coloniales históricos equivale en gran parte a una extensión de la descolonización de las historias que Cabral mismo consideró de central importancia.


Pie de página

3Esposito (2008: 16). Aunque en ciertas formas comprometidos con los métodos genealógicos y conscientes de los problemas de continuidad y discontinuidad en las filosofías de la historia en funcionamiento tras los análisis biopolíticos, el texto de Esposito se mueve en gran medida sin embargo dentro del mismo sistema históricogeográfico que Foucault -a saber, entre la antigua Grecia y la biocracia nazi, sin incorporar en modo alguno formas o historias de colonización, pues hace una breve alusión a la colonización en la página 98.
4Foucault (1984: 77). Le debo la concepción del proceso histórico como metastático a Gabriel Rockhill.
5Para una reconstrucción histórica de esto último, véase la primera parte de Disciplina y castigo: el nacimiento de la prisión (Foucault, 1991).
6Véase Blaut (2007), Williams (1961), Graeber (2007), Hoskins (1992), Hart (1999), Coronil (1996), y Wallerstein (2000).
7En su versión original: "The Foucauldian thesis will then have to be corrected or, at least, completed, in the sense that what characterizes modern politics is not so much the inclusion of zoē in the polis-which is, in itself, absolutely ancient-nor simply the fact that life as such becomes a principal object of the projections and calculations of State power. Instead the decisive fact is that, together with the process by which the exception everywhere becomes the rule, the realm of bare life-which is originally situated at the margins of the political order-gradually begins to coincide with the political realm, and exclusion and inclusion, outside and inside, bios and zoē, right and fact, enter into a zone of irreducible indistinction".
8Véase también Serequeberhan (1994).
9Véase, por ejemplo, Castro-Gómez (2010), Berger (2008), Pedraza Gómez (2004) y Stupputat (2005).
10Para mayor información sobre los flujos de capital entre Portugal y sus colonias, véase Rosenberg (1976-1977).
11Véase Cabral, Instituto de Investigação Científica Tropical e Instituto Nacional de Estudos e Pesquisa (1988). Para saber más sobre la relación de Cabral con la «tierra» como una manera de teorizar la descolonización, véase Kohn y McBride (2011).
12Citado en Chabal (1983: 71). «Hablar de la lucha contra el imperialismo no sirve de nada aquí. En lugar de ello, usamos un lenguaje simple... Tuvimos que evitar dar a los campesinos la impresión de que éramos extranjeros que habían venido a darles lecciones. Nos pusimos en la situación de alguien que ha venido a aprender, y lentamente los pobladores descubrieron por sí solos... que hay explotación» (énfasis añadido).
13En su versión original, «Nos peuples font la distinction entre le gouvernement colonial fasciste et le peuple du Portugal: ils ne luttent pas contre le peuple portugais...nous luttons contre le colonialisme portugais». En algunas situaciones, Cabral nombra como objetivo de la lucha el «colonialismo», mientras que en otros también adopta el término más amplio de «explotación». Por ejemplo, en una conferencia de 1969 decía: «Estamos luchando para liberar a nuestro pueblo no solo del colonialismo, sino también de toda forma de explotación» (Cabral y Partido Africano da Independência, 1997: 86).
14El original dice así: «Na nossa luta não há dessas coisas que se passaram noutras terras em África, quaisquer que fossem as razões dos africanos: matar mulheres, matar crianças brancas só porque são brancas. Nós recusámo-nos a isso de uma vez para sempre».
15En su versión original: "we do not draw a distinction between politics and other tasks, for to give health treatment, education, to supply cloth and other goods to raise living standards is also political".
16En su versión original: "Always remember that the people do not struggle for ideas, for things in the heads of individuals. The people struggle and accept the sacrifices demanded by the struggle, but in order to gain material advantages, to be able to live a better life in peace, to see their lives progress and to ensure their children's future".
17En su versión original: "Do not try to treat chronic cases, incurable diseases and lost cases of contagious diseases (leprosy, tuberculosis, etc.). Do not send abroad cases of non-combatants who require operations (ruptures, elephantiasis, eye disease, cancer, etc.). Be constantly aware of what we can and should do, and do not try to do things impossible in the current phase of our life and struggle".
18«Debe hacerse énfasis aquí en que no existe otro caso en la historia de las revoluciones y de las guerras de liberación nacional en las que un partido realice elecciones democráticas similares antes de asumir el poder formal. Este solo hecho debe dejar en claro que Cabral estaba genuinamente comprometido con la instauración del control democrático de la revolución guineana». Para mayor información sobre los detalles concretos de la visión revolucionaria de Cabral, véase Mário de Andrade (1973), Henry Bienen (1977) y Manuèle Gacha (1976).
19Para ver otros documentos relativos a la salud de la población y la distribución de medicamentos, véase Amílcar Cabral (s.f.).


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