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Tabula Rasa

Print version ISSN 1794-2489

Tabula Rasa  no.22 Bogotá Jan./June 2015

 

LA DIMENSIÓN HISTÓRICA VERSUS LA BANALIZACIÓN DEL PAISAJE. EL CASO DEL PAISAJE RURAL DEL DEPARTAMENTO DE MAIPÚ, MENDOZA, ARGENTINA

THE HISTORICAL DIMENSION VERSUS THE BANALIZATION OF LANDSCAPE. THE CASE OF COUNTRYSIDE LANDSCAPE IN THE DEPARTAMENT OF MAIPÚ, MENDOZA, ARGENTINA

A DIMENSÃO HISTÓRICA VERSUS A BANALIZAÇÃO DA PAISAGEM. O CASO DA PAISAGEM RURAL DO DEPARTAMENTO DE MAIPÚ, MENDOZA, ARGENTINA

Lorena Manzini Marchesi1
Instituto de Ciencias Humanas Sociales y Ambientales INCIHUSA.
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas Técnicas CONICET.
Centro Científico Tecnológico CCT CONICET Mendoza, Argentina.
lmanzini@mendoza-conicet.gob.ar

1 Doctora en Arquitectura en la Facultad de Arquitectura Urbanismo y Diseño de la Universidad de Mendoza en 2009.

Recibido: 22 de diciembre de 2014 Aprobado: 10 de abril de 2015


Resumen

El paisaje rural del departamento de Maipú se caracteriza por una heterogeneidad integradora y un dinamismo activo, propio de la actividad productiva agrícola. Este posee elementos que clarifican su carácter, pero otros que contribuyen a su banalización. En este marco, el presente artículo plantea la reflexión sobre cuál es el límite que existe entre los nuevos elementos en los paisajes rurales producto del proceso evolutivo de adaptación a los cambios económicos, técnicos y sociales de la época y la banalización del paisaje; y también, cómo poder detectar los elementos que están transformando el carácter del paisaje al punto de la banalización en un marco paisajístico dinámico y de heterogeneidad. Ante ello, se sostiene como hipótesis que la dimensión histórica del paisaje permite detectar y enfrentar a la banalización del mismo, ya que la relación conceptual dimensión histórica versus banalización del paisaje puede ser empleada como una herramienta para su análisis.

Palabras claves: paisaje rural, dimensión histórica, banalización, carácter del paisaje.


Abstract

Countryside landscape in the department of Maipu is characterized for integrating heterogeneity and active dynamism, typical of the farming productive activity. It has elements that clarify its character, but there others that contribute to its banalization. Within this framework, this paper reflects upon what is the boundary between the new elements in countryside landscape that are the result of the evolutionary process of adaptation to this time's economic, technical and social changes, and those responding to a banalization of landscape. Also, how to detect the elements that are transforming landscape's features up to some banalization, within a dynamic and heterogeneous landscape framework. in view of this, the hypothesis that the landscape's historical dimension allows to detect and confront banalization, since the conceptual dimension —historical dimension versus landscape banalization— can be used as a tool for analysis.

Keywords: countryside landscape, historic dimension, banalization, landscape character.


Resumo

A paisagem rural do departamento de Maipú caracteriza-se por uma heterogeneidade integradora e um dinamismo ativo, característico da atividade produtiva agrícola. A paisagem tem elementos que esclarecem seu caráter, mas também outros que contribuem para sua banalização. Neste quadro, o presente artigo propõe uma reflexão sobre o limite que existe entre os novos elementos nas paisagens rurais, produto do processo evolutivo de adaptação às mudanças econômicas, técnicas e sociais da época, e a banalização da paisagem. Busca identificar os elementos que transformam o caráter da paisagem ao ponto da banalização num quadro paisagístico dinâmico e heterogêneo. Perante isso, sustentase a hipótese de que a dimensão histórica da paisagem permite detectar e enfrentar a sua banalização na medida em que a relação conceitual dimensão histórica versus banalização da paisagem pode ser usada como uma ferramenta de análise.

Palavras chave: paisagem rural, dimensão histórica, banalização, caráter da paisagem.


Introducción

El paisaje en la actualidad es considerado el resultado de la combinación de aspectos naturales, culturales, históricos, funcionales y visuales (o estéticos) y a su vez es concebido como un ente dinámico e integrador, como lo mencionan Aponte García (2003), Martínez de Pisón (2007), Nogué (2007), Mata Olmos (2008) y Silva Pérez (2009), entre otros. Dicho carácter es totalizador del ecosistema; se forma como resultado de la acción e interacción entre las características naturales y la acción humana a lo largo del tiempo, vinculado directamente con la percepción territorial de la población. No obstante, como manifiestan Cruz Pérez y Español Echániz (2009), algunos rasgos del paisaje pueden actuar como elementos clarificadores de su carácter, pero otros lo confunden y difuminan al punto que sucesivas y determinadas intervenciones en el paisaje podrían generar la banalización del mismo. Este término se entiende —según el marco conceptual plasmado por Nogué (2007), Cruz Pérez y Español Echániz (2009) y el Observatorio del paisaje de Cataluña (2014)— como el proceso a través del cual el paisaje pierde su originalidad o interés natural, cultural o simbólico, quedando así en riesgo el carácter identitario del paisaje y sus valores ecológicos, históricos y culturales, y por lo mismo su potencial como recurso colectivo, importante para mejorar la calidad de vida de las poblaciones.

Pero al observar el paisaje y su heterogeneidad integradora y dinamismo constante, nos es inevitable cuestionar: ¿Cuál es el límite entre las nuevas modificaciones y elementos en los paisajes producto del proceso evolutivo de adaptación a los cambios económicos, técnicos y sociales de la época y la banalización del paisaje?, y ¿cómo detectar los elementos que están transformando el carácter del paisaje al punto de la banalización en un marco paisajístico dinámico y de heterogeneidad?

El análisis y búsqueda de respuesta a estos interrogantes se transformó en el objetivo del presente trabajo. Para ello, se seleccionó el caso de estudio del paisaje rural del departamento de Maipú por su relevancia como representante agrícola industrial de la sub-región centro vitivinícola de la provincia de Mendoza en Argentina, prácticamente antropizado en su totalidad, y que en la actualidad ve amenazado su carácter identitario. El riesgo de su carácter se debe a una serie de factores, entre ellos el crecimiento urbano descontrolado; la inserción de los barrios privados habitacionales construidos en la limitada zona de cultivo intensivo con posibilidad de riego en un entorno natural desértico. A ello se le suma la refacción de las redes de infraestructura caminera y de riego junto a la disminución del arbolado en los márgenes de las calles, entre otros factores. A raíz de ello, se desarrollará un estudio en el paisaje en este marco geográfico buscando respuesta a estos interrogantes y se presentará de qué manera la dimensión histórica, entendida según Español Echániz (2007). Como la interpretación histórica del paisaje nos permite (de acuerdo a nuestra propuesta) enfrentar la banalización del mismo.

Para realizar este trabajo se consultaron autores nacionales e internacionales vinculados a diversos aspectos del paisaje,2 focalizando la mirada en los aspectos vinculados a la temática de la banalización del paisaje,3 y su dimensión histórica.4 A la lectura crítica de estos autores se le suma la realización de trabajos de campo en los distritos rurales de Coquimbito, Russell, Lunlunta, Cruz de Piedra, General Ortega, Rodeo del Medio, Fray Luis Beltrán, San Roque y Barrancas del departamento de Maipú. Finalmente, para recabar información y analizar la percepción del paisaje y su valoración en torno a las transformaciones se efectuó entrevistas a la población vinculada.

La dimensión histórica y la banalización del paisaje

La forma material del paisaje es producto de procesos culturales, sistemas concretos de transformación de la organización territorial. Según Navarro Bello (2004) la concepción del tema como un sistema permite el análisis y la comprensión de pautas y estructuras que materializan en el paisaje el ideario de cada etapa cultural. La manifestación formal de la identidad, es decir, el carácter del paisaje, como sostienen los autores Mata Olmos (2008), Cruz Pérez y Español Echaniz (2007), es un valor diacrónico que incorpora tanto la organización actual que tiene el paisaje como todas aquellas que ha tenido, pues todas ellas constituyen un valor trascendente de su identidad. Martínez de Pisón (2007) sostiene que en los paisajes rurales las formas se conforman por un proceso acumulador histórico, sobre el potencial ecológico, de manera que fijan funcionalmente el legado del pasado.

El paisaje rural en su morfología acumulativa representa en sí mismo un valor cultural de integración, de organización del espacio. Es por ello que el diagnóstico de su carácter debe contemplar la situación actual de la ordenación y los elementos que perduran de otras organizaciones previas, estableciendo su relevancia y la relación espacial e histórica que se da entre ellos. A ello se le suma que la identidad de un paisaje también descansa sobre la presencia de los elementos concretos singulares —hitos que tienen relevancia en la estructura y procesos del paisaje—. El hito que se integra en el paisaje, y que puede pertenecer a distintas épocas, tiene valor en sí mismo, pero es su presencia en un lugar determinado la que le otorga su auténtico significado, en relación con la organización y las pautas del paisaje. El análisis del conjunto de estos hitos en el territorio le añade un sentido diacrónico a la lectura del paisaje y a la interpretación de sus valores. Destacamos que la pérdida de un elemento específico paisajístico afecta directamente la posibilidad de lectura del significado, y la pérdida de un conjunto de hitos, la capacidad de interpretación de sus relaciones estructurales. En este marco característico del paisaje5 se posiciona la interpretación histórica del paisaje como herramienta fundamental de lectura de su carácter. Ya inmersos en la comprensión histórica del paisaje, como sostienen Cruz y Español:

Las sociedades más primarias, que vivían en conexión con el medio natural y dependían directamente de sus recursos, tuvieron una aproximación más sensibilizada hacia los procesos del paisaje, a pesar de no entenderlos, ni dominarlos. Por el contrario, la sociedad moderna, tecnológicamente mucho más capaz, construida sobre un hábitat esencialmente artificializado, pero no por ello más independiente de los recursos naturales, se ha distanciado de este tipo de aproximación. El medio que la sociedad actual ha construido para sí misma, es cada vez más estandarizado y desligado de la dinámica del paisaje en el que se inserta de cuya viabilidad sigue dependiendo inevitablemente. Como consecuencia, la visión que el ciudadano moderno tiene de las formas del paisaje es cada día más superficial, ya que se desenvuelve en un entorno cotidiano aséptico, generalmente carente de referencias respecto a la calidad esencial del paisaje (Cruz Pérez y Español Echániz, 2009: 136-137).

Podríamos decir, que la banalización del paisaje comienza por las carencias de la mirada del ciudadano actual hacia la comprensión del paisaje, lo que tiene como consecuencia que las transformaciones que este inflige en el mismo respondan en gran medida a una actitud de indiferencia frente al entorno y sus valores. Como resultado, los cambios acelerados en la materialidad del paisaje rural potenciado por dinámicas propias del capitalismo inmobiliario y la explotación turística desprovista del conocimiento histórico de los significados del paisaje y sus elementos constitutivos conllevan, como señala Nogué (2007), a generar territorios sin discurso y paisajes sin imaginario, es decir, de una evidente degradación y banalización, debido a la pérdida de sus valores patrimoniales y simbólicos tradicionales. Ante ello, coincidimos con la mirada del ya citado Español Echániz en que:

La actitud frente al paisaje se deja deslumbrar hoy por lo espectacular y lo anecdótico, interpretando sus formas en sí mismas, descontextualizadas de su espacio y de su tiempo, y no como el resultado que son de esa dinámica natural y cultural que constituye la base de la propia especificidad diferenciadora de la comunidad y de su espacio. De aquí la importancia de entender las formas del paisaje, la capacidad que tienen de aportar significados al observador y la relevancia de su cualidad semántica (Cruz Pérez y Español Echániz, 2009: 137).

En este marco, sostenemos como hipótesis que la dimensión histórica del paisaje es fundamental para detectar y contrarrestar la banalización del mismo, ya que actúa como herramienta de lectura del carácter del paisaje como capas en el tiempo, transformándose este conocimiento del territorio y sus componentes, en una guía-herramienta de identificación y lectura tanto de los elementos —huellas identitarios de esas etapas pretéritas del paisaje que han quedado ocultas o disimuladas en la heterogeneidad del paisaje rural actual— como de las nuevas intervenciones y su viabilidad ante el carácter del paisaje. Es decir, la interpretación histórica del paisaje, su dimensión histórica, nos permite por un lado comprender la dinámica conformación del territorio teniendo en cuenta su estrecha relación de los elementos que lo componen con los recursos naturales y culturales; y por el otro, el conocimiento histórico del paisaje nos permite detectar las transformaciones que tienden a banalizar el paisaje, ya que se encuentran descontextualizadas de su espacio-tiempo fuera de la dinámica natural y cultural que constituye la base de la propia especificidad diferenciadora de la comunidad y su territorio, poniendo en riesgo la capacidad del paisaje como recurso colectivo, ecológico, histórico y cultural, cuya protección es fundamental como legado en materia de paisaje para las generaciones futuras.

El departamento de Maipú y su paisaje rural

Maipú es uno de los seis departamentos que integran el Área Metropolitana de la provincia de Mendoza, Argentina. Tiene una extensión de 717 km2, y se encuentra dividido en 12 distritos; la población total, según Censo 2002, es de 157.851 habitantes. Se ubica a 68 grados 56 minutos longitud oeste y a 32 grados 59 minutos de latitud sur, a una altura de 804 metros sobre el nivel del mar, cuya ubicación geográfica la podemos observar en la figura 1.

De los doce distritos la mayoría presentan características rurales, es decir, poseen tramas agrícolas con explotaciones de tipo intensivo regadas con canalización de agua, con presencia de poblados urbanos heterogéneos (de diversas escalas). Los distritos rurales son: Coquimbito,Russell, Lunlunta, Cruz de Piedra, General Ortega, Rodeo del Medio, Fray Luis Beltrán, San Roque y Barrancas. Pero la ciudad del departamento y los distritos de Luzuriaga y Gutiérrez tienen una fuerte impronta antrópica urbana heterogénea.

En rasgos generales, el paisaje del departamento de Maipú tiene un carácter predominantemente antrópico con relieve plano, de llanura, con desnivel orientado de sudoeste a noreste. Esta planicie es desde el punto de vista geológico una gran cuenca sedimentaria, cuyos bordes están dados por la Precordillera y Cordillera Frontal y Bloque de San Rafael, por el oeste, y las afloraciones graníticas del Zócalo de San Luis, por el este. En el extremo sur se encuentran los cerros de Lunlunta y Barrancas. El curso medio del Río Mendoza atraviesa el extremo sur del departamento. Cuando pasa por el departamento lleva poca agua, sólo aumenta el caudal en época de verano o en los días de desareno del Dique Cipolletti. La casi totalidad del territorio departamental se halla cubierta del tipo de cultivo intensivo; por ello, la vegetación autóctona es escasa. No obstante, en la zona alta (sector oeste) hay jarilla, algarrobo dulce, alpataco y retamo, mientras que en la zona baja (sectores este y norte), con escasa humedad y suelo salino, hay zampa, jume, retortuño y pasto salado. Los animales de esta zona son los típicos de la planicie o llanura (también llamada monte: sapos, ranas, perdices, palomas, teros, pititorras, iguanas, lagartijas, víboras, ratas, cuises, zorrinos, vizcachas, quirquinchos y comadrejas). Los colores del paisaje de Maipú poseen muy poca variación de color o contraste, colores entre marrones y verdes. En el contexto escénico, el paisaje circundante incrementa moderadamente la calidad visual del conjunto. En apariencia es un paisaje poco corriente en la región, ya que es una zona de oasis cultivados regados por un sistema de canalización hídrica en suelos naturalmente desérticos.

Las capas históricas de la estructura espacial del paisaje rural del departamento de Maipú

La estructura espacial del departamento de Maipú posee un paisaje de carácter inminentemente antropizado con una fuerte impronta agrícola industrial integrante de la sub-región centro vitivinícola de la provincia de Mendoza en Argentina, cuyo origen data del siglo XVI. Las capas históricas que podemos identificar en la estructura espacial del paisaje rural de Maipú se encuentran estrechamente vinculadas con las etapas principales de la vitivinicultura en la región, que dejaron su impronta en el territorio, como sostienen Cirvini y Manzini (2011). Estas son: Protoindustrial (desde el siglo XVI hasta 1885); Industrialización y primera modernización (1885 hasta 1990); y la crisis y segunda modernización (desde 1990 hasta la actualidad).6

De estas etapas principales, específicamente en el departamento de Maipú, hacia el siglo XVI las tierras desérticas pertenecían a las poblaciones indígenas Huarpes, cuyos restos arqueológicos de los asentamientos fueron encontrados en las localidades del departamento como en Rodeo del Medio, Lunlunta, Fray Luis Beltrán y Barrancas entre otros, ver (Fotos 1 y 2). Posteriormente con la llegada de los españoles se introdujo en el territorio construcciones para la subsistencia y evangelización, de esta etapa la capilla del Rosario en Barrancas, que fue construida por los Doctrineros, es testimonio en pié, ver (Foto 1).

Paulatinamente, como sostiene Cirvini (2009), los pobladores a través del trabajo del suelo nutrido con riego por acequias fueron conformando un paisaje agrícola protoindustrial a campo abierto que sufrió profundas modificaciones ante la industrialización y la primera modernización vitivinícola.

Podríamos decir que la revolución económica y social de la industrialización desde fines del siglo XIX modificó las pautas territoriales sobre las que hasta entonces se había organizado la sociedad, y que la estructura organizativa del paisaje de la industrialización y de la primera modernización sembró las bases sobre las que se conformó el territorio que se observa en la actualidad, que en gran parte tendió a una reconversión y adaptación de ese paisaje y elementos pretéritos a las exigencias propias económicas, técnicas productivas y sociales de la segunda modernización vitivinícola de fines del siglo XX y es la que continúa observándose en el paisaje rural de Maipú en la actualidad.

En este marco, la impronta formal en el paisaje rural actual, que se originó en la industrialización de la primera modernización de fines de siglo XIX y las primeras décadas del XX, se compuso en rasgos generales por elementos rectores y ordenadores del territorio, como las vías de circulación caminera y ferroviaria, los canales e hijuelas y los establecimientos industriales principalmente vitivinícolas con todas las edificaciones que lo integran (Foto 2).

Las pautas territoriales del paisaje de la industrialización fueron establecidas por una compleja red de relaciones económica, técnica-productiva y social conformada por los intereses y prácticas de la época. Esta compleja red de relaciones se la podría denominar, como manifiesta Bórmida (2004), un sistema patrimonial de la vid y el vino. Este sistema estructurante del territorio ha dejado testimonios materiales e inmateriales que caracterizan el paisaje y trascienden el plano industrial y productivo para adentrarse en los aspectos sociales y culturales. Ampliando el tema sobre el sistema patrimonial de la vid y el vino, Girini (2013) plantea que los componentes básicos del sistema son: los viñedos, sistemas de riego, caminos y vías férreas, bodegas, casco de la finca o también conocida como casa principal o patronal, vivienda de obreros y empleados, equipamiento industrial (vasijas, máquinas, herramientas, etc.), núcleo urbano, centro de servicios y centro de consumo. Además, estos componentes físicos operan en un sistema de interrelaciones en conjunto con otros de carácter intangible, a saber: conocimientos y prácticas agrarias, conocimientos y prácticas enológicas, otros conocimientos y prácticas científicas y tecnológicas, como, por ejemplo, los vinculados a la arquitectura y la ingeniería, etc.; marcos económicos-financieros, jurídicos y legislativos, comerciales, sociales y laborales. este sistema patrimonial en el caso de Maipú se encuentra vigente, y coincidiendo con la opinión de Bórmida, opera de la siguiente manera:

Una empresa elabora vino con uvas provenientes de viñedos propios o ajenos, en una planta industrial (bodega), y luego comercializa el producto en mercados locales, provinciales, nacionales o internacionales, logrando beneficios para la empresa propietaria, y promoviendo el desarrollo de la comunidad involucrada y de su territorio. En la realidad, y según sean los distintos casos, el sistema básico antes descrito toma siempre mayor complejidad, integrando mayor cantidad y diversidad de componentes propios, y estableciendo entre todos ellos redes de interrelaciones muy dinámicas y ricas, de manera que acaban constituyendo sistemas patrimoniales con identidad propia, únicos e irrepetibles, que viven su propia historia. Cada uno de ellos desarrolla una suerte de argumento que se va tejiendo a lo largo del tiempo, en el cual intervienen numerosas variables en constante interacción. A su vez, todos estos sistemas particulares se relacionan entre sí, estableciendo redes de vínculos externos que los organizan en conjuntos mayores y los tornan interdependientes (Bórmida, 2004: 2).

Como resultado, el paisaje rural de Maipú adquirió una organización racional y eficiente inspirada por una idea de progreso innovador, decidido y transformador, propio de la modernidad al servicio de la producción industrial y el transporte. Las líneas de ferrocarril, en su mayoría hoy en desuso, trazaron itinerarios con la aplicación de criterios geométricos sencillos que se plasmaron sobre el relieve. Estos, junto a la eficiencia, la funcionalidad y la estandarización, están en la base de la estética de este paisaje de la industrialización, cuyo carácter es notoriamente compuesto y muy articulado (Fotos 3a y 3B).

Los elementos arquitectónicos —hitos que se integran en el paisaje rural de Maipú—, responden a algunas de las tres épocas vitivinícolas ya mencionadas anteriormente, y nos permiten contribuir en la lectura del carácter-significado del paisaje. De estos hitos destacamos a las bodegas, casas patronales, estaciones de ferrocarril. Del análisis de sus estilos arquitectónicos, queremos destacar que las edificaciones construidas a mediados del siglo XIX poseen una fuerte impronta criolla, es decir, representan la herencia de la tradición hispana colonial tanto constructiva como social. Estos son testimonios de la identidad de familias con fuertes raíces sociales, políticas y económicas locales.

En contraste, los establecimientos construidos desde fines del siglo XIX hasta la primera década del XX, corresponden generalmente a la corriente italianizante o neoclásico tardío. Poseen una fuerte carga simbólica, cuya riqueza decorativa intentaba demostrar el posicionamiento económico y social de sus propietarios, en especial los extranjeros. Esto se debe a que, a través de la materialidad de sus propiedades, se legitimizaba su arraigo y progreso económico en un lugar y una sociedad adoptada en la que decidieron forjar sus raíces en busca de un futuro mejor al que tenían en su tierra natal. Era frecuente encontrar que la vivienda poseyera un estilo con mayor riqueza decorativa que las bodegas. La razón de ello radica en que las bodegas eran las construcciones dedicadas a la elaboración y producción industrial, donde se le otorgaba más importancia a la función, a los avances tecnológicos y mecánicos, como representación del progreso económico e inserción internacional, a través del gigantismo y la maquinización. En cambio, las viviendas, tanto su estilo como en la tecnología aplicada a la construcción y los servicios, se encontraban más directamente relacionadas con el prestigio social y cultural de la familia, aunque el establecimiento en su totalidad representa el poderío económico y posicionamiento social de sus propietarios.

Con el transcurso del tiempo, en los establecimientos vitivinícolas se incorporaron nuevas construcciones con otras corrientes estéticas diferentes de las originales. En ellas se emplearon los estilos de moda y las posibilidades constructivas del momento. También se remodelaron los estilos originales de las bodegas y en ocasiones solo se efectuaba en las fachadas, en especial la del frente, aplicando las corrientes estilísticas imperantes en la época de la intervención.7

En la actualidad, continuando con la misma dinámica de adaptación a los cambios, algunas de las antiguas bodegas fueron restauradas y adaptadas a las nuevas exigencias productivas y del turismo enológico, propios de la segunda modernización vitivinícola que responden a las exigencias de una producción de vino de alta calidad de exportación y un turismo enológico internacional, como es el caso de Bodega Trapiche antigua Cavagnaro (foto 4) ubicada en el distrito de Coquimbito.

Pero también se construyeron nuevas bodegas en los antiguos terrenos de la primera modernización vitivinícola y se han introducido, tanto en su diseño funcional como formal, estilos contemporáneos que convierten la imagen en la marca del establecimiento y a su vez brindan servicios turísticos que responden a las exigencias de lujo internacional, caracterizado por la exaltación de los sentidos, el placer y recreación del turista, como es el caso de Bodega Tempus Alba en el distrito de Coquimbito (foto 5).

Destacamos que Maipú es unos de los departamentos en que se encuentran emplazadas las bodegas más tradicionales de la industria y muchos de los nuevos emprendimientos de los últimos diez años.8 A continuación, mostramos un mapa del departamento de los hitos —bienes considerados de valor patrimonial que se ubican en el territorio— (Figura 2).9

Resumiendo, podríamos decir, que en el carácter del paisaje rural del departamento de Maipú se conjugan testimonios tanto tangibles como intangibles que trascienden el plano industrial y productivo para adentrarse en los aspectos sociales y culturales, cuyos hitos arquitectónicos corresponden a distintas etapas de la vitivinicultura local. Estos hitos, considerados bienes patrimoniales de la sociedad, se encuentran integrados en el paisaje rural poseedor de una estructura compositiva territorial iniciada, como ya mencionamos, en la industrialización de la primera modernización de fines de siglo XIX y las primeras décadas del XX. Sobre estas bases estructurales se apoyó el desarrollo de la segunda modernización vitivinícola, con tendencia a una reconversión y adaptación a los nuevos requerimientos productivos, sociales etc., que perdura en la actualidad y que generó un paisaje rural de valor patrimonial, como sostiene Elías Pastor (2008) con riqueza histórica en la que se manifiesta la identidad cultural del lugar.

Identificación de las unidades de paisaje rural de Maipú y los factores que las degradan

En la actualidad al observar los factores que degradan el paisaje y reflexionar sobre ellos es pertinente considerar que las amenazas de las unidades de paisaje en estudio no son solo fenómenos localizados puntuales en el territorio rural local. Estas se encuentran inmersas y responden en un marco general a una macro dinámica de afectación metropolitana propia del peso de la globalización en las ciudades contemporáneas en pleno desarrollo. Es decir, estos cambios generan como menciona Corboz (1994) ciudades desbordadas; Jáuregui (2004) urbanismos explosivos; como también Brueckner (2000) urbansprawl, solo por mencionar algunas de las miradas sobre el tema. Además, Muñoz (2005) puntualiza que estas transformaciones se replican independientemente del lugar a lo largo y ancho del planeta generando:

paisajes independizados del lugar, que ni traducen sus características sobre el territorio ni son resultado de sus contenidos físicos, sociales o culturales... Los paisajes son de este modo consumidos independientemente del lugar porque ya no tienen ninguna obligación de representarlo ni de significarlo. Son paisajes «desanclados» del territorio y van, sencillamente, dimitiendo poco a poco de su función, declarándose así en huelga... (Muñoz, 2005: 2).

Asimismo, Nogué (2007) basándose en el caso de España y analizando la dispersión del espacio construido, y el crecimiento urbanístico desvinculado de los asentamientos urbanos tradicionales sin pautas ni control, junto con la implantación de infraestructuras sostiene que estas últimas:

han provocado en muy poco tiempo una intensa fragmentación territorial y una radical transformación paisajística que ha cuestionado en profundidad la identidad de muchos lugares; proceso agravado, dicho sea de paso, por una cierta homogeneización y banalización urbanística y arquitectónica, sobre todo en los espacios suburbanos, periféricos, de transición (Nogué, 2007: 374).

En coincidencia con este fenómeno global, el paisaje rural del departamento de Maipú está incorporando elementos desde fines del siglo XX que están produciendo gradualmente su degradación paisajística en diversas escalas. Se observa en su estructura y morfología una alta fragmentación de la zonificación, característica del paisaje tradicional dispersando y cambiando los usos del suelo (por ejemplo, productiva agrícola a habitacional y recreativa), que hacen perder claridad sobre la delimitación zonal urbana-rural. Podríamos decir, coincidiendo nuevamente con Nogué, que: «la compacidad se ha roto y ha terminado por imponerse un paisaje mucho más complejo, un paisaje de transición, un paisaje híbrido, cuya lógica discursiva es de más difícil aprehensión» (Nogué, 2007: 375).

Por consiguiente, para detectar los elementos específicos que están afectando y transformando el carácter del paisaje rural de Maipú, es pertinente, además de comprender la estructuración histórica del territorio departamental y sus hitos, ya mencionados, identificar y caracterizar las unidades de paisaje que lo integran, ya que su análisis nos permite acercarnos al problema a una escala menor en el territorio, con sus características paisajísticas y elementos de degradación específicos.

Al paisaje en estudio se lo puede dividir en siete unidades de paisajes (UP) singulares de un carácter único y excepcional inmerso en una zona desértica. Una de ellas es netamente urbana (UP1: Área urbana de Maipú) y el resto presenta características rurales que se van conformando dinámicamente en la permanente adaptación a la actividad productiva agrícola, a saber: UP2: Tierras vitivinícolas de Russell y Coquimbito; UP3: Sierras de Lunlunta (también integra el distrito de Cruz de Piedra); UP4: Barrancas de Maipú; UP5: Tierras de Rodeo del Medio (integra el distrito General Ortega y Fray Luis Beltrán); UP6: Fincas y chacras de San Roque; UP7: Cauce del Río Mendoza (Foto 6).

UP2: Tierras vitivinícolas de Russell y Coquimbito

La unidad de paisaje integra los distritos de Russell y Coquimbito. Presenta un carácter agrícola-industrial, y los distritos que la integran colindan al Este y Sur de la ciudad de Maipú. Las actividades económicas que se desarrollan en su territorio son la vitivinicultura, la olivicultura y la pecuaria. Las actividades agrícolas son mucho más importantes que las urbanas (Foto 7).

Las carreteras que presentan mayor valor histórico son Carril Ozamis, Maza, Espejo, Bulnes-Sáenz, la ruta provincial N°60 y carril canal Pescara y Chachingo, carril Urquiza, Montecaseros, Mitre y Perito Moreno. Además, el terreno de los distritos se encuentra surcado por las vías del Ferrocarril General San Martín como por las del Ferrocarril General Manuel Belgrano. Su terreno es llano y su morfología exhibe las características de la industrialización y primera modernización.10 El ferrocarril cumplió un factor fundamental en la conformación, el crecimiento y la consolidación del territorio en esta unidad de paisaje. En la actualidad, estas vías se encuentran en desuso; no obstante, los tendidos de vías, las estaciones de ferrocarril y poblados son testimonios materiales en pie de ese pasado fundante.11

Otro componente del paisaje que conforma su carácter son las bodegas y casas patronales. En su territorio se encuentran testimonios materiales de mediados del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. Los viñedos, plantados en parcelas geométricas, son del tipo intensivo. Junto a las plantaciones de olivares, estos conforman una red de relaciones con los establecimientos productivos y los poblados urbanos, y juntos integran la principal identidad del lugar (Foto 8).

Pero desde fines del siglo XX y fundamentalmente en el transcurso del siglo XXI, se observa el parcelamiento de fincas destinadas al nuevo uso habitacional del barrio privado. En Russell y Coquimbito, si bien los barrios habitacionales se encuentran salpicados en diversas partes de su territorio, destacamos los ubicados en la ruta provincial 60 Carril y carril Maza, entre otros. A ello se le suma otros elementos que degradan el paisaje, como los tendidos aéreos de servicios de luz y teléfono, y la tala de árboles de las laderas de los caminos.

UP3: Sierras de Lunlunta

La unidad de paisaje integra los distritos de Lunlunta y Cruz de Piedra, ubicados al sur del departamento en la margen Norte del cauce del río Mendoza. El carácter de la unidad de paisaje es fundamentalmente agrícola, producto de la actividad preponderante que es la vitivinicultura; no obstante, también se observan cultivos de olivares y frutales, regados por una red de riego de acequias y canales.

Su organización territorial se fue adaptando a la topografía del terreno, el cual contiene sierras fondo y llanos desde donde se puede observar la Cordillera de los Andes al oeste. En el terreno se conjugan propiedades cultivadas con un trazado geométrico regular, con otras de formas más orgánicas, adaptadas a las características del suelo (Foto 9).

El descubrimiento de petróleo en la zona, en la segunda mitad del siglo XX, incorporó las cigüeñas extractoras de petróleo (Foto 10) al paisaje agrícola, entre los viñedos y plantaciones.

La estructura organizativa de la unidad de paisaje se divide en el Alto Lunlunta, con una morfología llana, y en el bajo Lunlunta, que colinda con el cauce del Río Mendoza, con morfología irregular adaptada a la sierra y al borde del río. La Sierra de Lunlunta es el elemento morfológico divisor y a la vez es central en la percepción y conformación del carácter de la unidad de paisaje12 (Foto 11).

Los poblados urbanos, imbuidos e integrados en el marco agrícola, son pequeñas aglomeraciones históricas que se organizan linealmente en los márgenes de las calles principales en pequeña escala. Su carácter estilístico se inscribe fundamentalmente en la primera mitad del siglo XX. A su vez, se encuentran vinculados a las estaciones de ferrocarril, propiedades y casonas antiguas de las familias afincadas desde el siglo XIX que contribuyeron a la conformación y al desarrollo de la zona. Las familias en Lunlunta fueron Los Zapata, y en el distrito de Cruz de Piedra, los Cruz Videla. Esta zona, antes de la llegada de los españoles, fue habitada por culturas nativas y fue suelo de evangelización, de modo que la fuerte presencia religiosa sumada a las costumbres coloniales dejó testimonios materiales, como la iglesia de Lunlunta, Cruz de Piedra, oratorios, que son muestra de la cultura religiosa en la población del lugar y una impronta mística que motivó la construcción del seminario de Lunlunta, así como casas de retiro y grutas como la de la Virgen del olivo y el Cristo de las viñas (entre los viñedos). En este marco, se conjugan bodegas de la primera modernización vitivinícola ya mencionada de fines del siglo XIX y primera mitad del XX y nuevas bodegas propias de la segunda modernización vitivinícola.

Al igual que en la unidad de paisaje anterior desde fines del siglo XX y fundamentalmente en lo que transcurre del siglo XXI se observa el parcelamiento de fincas destinadas al nuevo uso habitacional del barrio privado. En Lunlunta y Cruz de Piedra destacamos los ubicados en la ruta provincial 60 Carril Ozamis, y carril Maza y Franklin Villanueva (Foto 12). Otros elementos que afectan el carácter del paisaje son la presencia de tendido aéreos de servicios de luz, y teléfono, basurales espontáneos y tala de árboles en los caminos.

UP4: Barrancas de Maipú

La unidad de paisaje integra el distrito el Valle de Las Barrancas, y se ubica en la margen sur del Río Mendoza. Estas tierras poseen numerosos ríos secos por donde bajan las aguas pluviales, dejando sus barrancas cortadas. Además se encuentran las llamadas cuchillas de Lunlunta, que se generaron por la acción tectónica y neotectónica, conformadas por arcillas, areniscas, entre otros elementos (Foto 13).

La unidad de paisaje tiene un carácter eminentemente rural.13 La mayor superficie del suelo agrícola se encuentra cultivada con viñas y pueden observarse superficies con plantaciones de olivos y frutales y terrenos incultos. Como se manifiesta en el trabajo de Girini (2012-2013), las actividades agrícolas son predominantes y posee escasa actividad urbana, pues los asentamientos de población se encuentran dispersos en el extenso territorio del distrito.

El antiguo pueblo de Barrancas junto con los de Cruz de Piedra, y Lunlunta fueron importantes polos de desarrollo agrícola en el territorio con mucha anterioridad a la villa cabecera de Maipú. La vía de circulación principal caminera desde dónde se puede apreciar el paisaje es la ruta provincial N°14, que vincula el distrito con el departamento de Maipú. Como también se puede apreciar en otras vistas desde el interior del poblado, se destacan las calles históricas Del Alto y Del Bajo, y la calle La Capilla y Flichman. La unidad de paisaje, a su vez, posee un alto valor patrimonial y científico en sus yacimientos arqueológicos (Foto 14).

Podríamos decir que la unidad de paisaje de Barrancas tiene un carácter netamente agrícola que nos habla tanto de tradición como de modernidad. Coincidiendo con Girini (2012-2013), el carácter de este paisaje se encuentra profundamente vinculado con su pasado indígena imbricado en sus características geográficas, donde el silencio y las sombras de sus árboles junto a la capilla de nuestra Señora del Rosario nos habla de la presencia hispana y su fuerza evangelizadora. Esta sembró la base de una cultura que dejó su impronta en las costumbres, la organización del suelo, las superficies cultivadas, la red de riego, los testimonios materiales habitacionales y productivos que se fueron transformando lentamente con el avance modernizador del siglo XX. La explotación petrolera introdujo en su paisaje la tecnología de su extracción.

En la actualidad, el paisaje se encuentra amenazado por elementos que lo degradan, como tendidos aéreos de servicios de luz y teléfono y presencia de basurales espontáneos, específicamente sobre la ruta provincial 14 de Barrancas (Foto 15).

UP5: Tierras de Rodeo del Medio (también integra esta UP el distrito General Ortega y parte oeste de Fray Luis Beltrán)

La unidad de paisaje se integra por los distritos del este del departamento de Maipú, como General Ortega, Rodeo del Medio y sector Oeste de Fray Luis Beltrán. Su carácter es eminentemente agrícola-vitivinícola, con poblados urbanos de escala media ubicados en las vías principales históricas de circulación que desde la época de la colonia vinculan a Mendoza con las provincias del este de Argentina, como las rutas provinciales N°50 y 8.14

Estas tierras tienen una morfología de suelo llano y grandes extensiones. El territorio se divide entre parcelas geometrizadas con plantaciones vitivinícolas y frutales de plantación intensiva, cuyo marco de fondo protagonista al oeste es la cordillera de los Andes, en cuya percepción se integran líneas de arboles caducos ubicados por tramos en las márgenes de los caminos y que a su vez actúan como barrera de vientos a las propiedades (Foto 16).

Estas tierras tienen un pasado colonial que se fue conformando paulatinamente desde el siglo XVI con la presencia de postas agrícolas ganaderas, como la de Rodeo del Medio, de paso obligado para descanso y abastecimiento tanto de los arrieros del ganado que trasladaban desde el litoral argentino hasta chile, como para viajeros en carretas a través de las históricas vías de circulación que conectaban la provincia con el resto del país al este y con la república vecina de chile. Las postas dieron lugar posteriormente a las haciendas, y ya con el advenimiento de la industrialización y primera modernización de la mano del ferrocarril se fue conformando su carácter agrícola vitivinícola frutihortícola (Foto 17).

Testimonios de las haciendas, verdaderas unidades productivas autosuficientes, prácticamente no quedan en pie, el único testimonio recientemente reconstruido es la casa de las Bóvedas, antigua estancia de los Molina en Maipú, del siglo XVIII, ubicada en el distrito de General Ortega. El mayor desarrollo de los poblados urbanos y del territorio corresponde al siglo XX con características de la industrialización y primera modernización vitivinícola. De esta época datan la mayoría de los hitos, bienes patrimoniales que se integran en el territorio unidos a través de las vías de circulación caminera y de ferrocarril, como las bodegas, viviendas patronales, las construcciones relevantes en los poblados. Estas últimas ubicadas en torno a la plaza central como la iglesia, colegios —un ejemplo es el Colegio María Auxiliadora— y las estaciones de ferrocarril, que se conjugan y distribuyen en el paisaje rural junto a construcciones industriales posteriores, construidas en la segunda mitad del siglo XX.15

En esta unidad de paisaje se repite el fenómeno del crecimiento habitacional de barrios privados entre las viñas, como en la ruta provincial N°60, calle Videla Aranda, entre otras. Otros elementos que la degradan son los tendidos aéreos de los servicios de luz y teléfono (Foto 18).

UP6: Fincas y chacras de San Roque

La unidad de paisaje integrada por los distritos de San Roque, limítrofe del departamento, y el este de Fray Luis Beltrán tiene un carácter eminentemente rural agrícola, con morfología de suelo llano, donde se conjugan chacras frutihortícolas y viñedos del tipo intensivo, compartiendo al oeste la vista de la Cordillera de los Andes, y al sur y al este el cauce del río Mendoza. La organización territorial es en parcelas de uso agrícola de menores dimensiones y mayor fragmentación que la de la unidad de paisaje colindante de Rodeo del Medio, vinculadas por vías de circulación con tramos arbolados en sus márgenes16 (Foto 19).

Esta unidad de paisaje, al igual que la de Rodeo del Medio, tiene origen colonial. La posta que le dio origen se denominó Riojita o Rioja Pobre. Los testimonios materiales que se comportan como hitos en la estructura organizativa del paisaje, como en el caso anterior son los legados por la época de la industrialización y primera modernización vitivinícola con sus bodegas, y el antiguo poblado estructurado en una trama regular en torno a una plaza central con su iglesia y ferrocarril. La identidad del lugar básicamente se focaliza en su carácter agrícola, cuya impronta principal la otorgan las chacras y fincas (Foto 20).

Los elementos que se observan en la actualidad que degradan el paisaje son, al igual que las otras unidades de paisaje, los parcelamientos de las plantaciones para cambio de uso al habitacional como barrio cerrado, además de los tendidos aéreos de servicios de luz y teléfono.

UP7: Cauce del río Mendoza

La unidad de paisaje cauce del Río Mendoza es la única del departamento que se encuentra prácticamente en un estado natural, sin intervención del hombre. Antiguamente, este río era el más caudaloso y la fuente de vida de la Provincia, y se comportaba, por su amplitud y caudal, como un verdadero borde entre sus márgenes norte y sur. Las obras de infraestructura para aprovechar sus aguas desde fines del siglo XIX y del siglo XX, como el dique Cipolletti, primero, y en el siglo XXI, el dique Potrerillos, hicieron que ya prácticamente no corra agua por el cauce a la altura del departamento de Maipú y que se haya transformado paulatinamente en una zona natural donde comenzaron a avanzar la flora y fauna autóctona del departamento de Maipú (Foto 21).

Su suelo hace unos años está comenzando a utilizarse como canteras de áridos. Las vías de circulación que lo atraviesan con puentes y vinculan las márgenes Norte con el Sur son las rutas provinciales Nos. 14, 60, 8, 50 y la ruta nacional N° 7. Los puentes son los puntos más importantes de visualización de la unidad de paisaje. El carácter identitario de la unidad de paisaje ha cambiado con el trancurso de los siglos: de ser uno de los ríos más caudalosos se transformó en parte de las tierras características de las zonas desérticas. Actualmente se comporta como una reserva ecológica natural para la flora y fauna del lugar (Foto 22).

Los elementos que degradan la unidad de paisaje son los basurales espontáneos y la extracción de áridos. La foto 23 muestra un basural espontáneo en la ladera del río.

Del análisis de las características de las seis unidades de paisaje, observamos la repetición de elementos que degradan el carácter del paisaje rural, como los cambios de usos del suelo productivo al habitacional con características de barrios privados entre las viñas, ubicados en las vías de circulación principales y secundarias, además de: el crecimiento descontrolado de los núcleos urbanos, los tendidos aéreos de servicios de luz, teléfono y los basurales espontáneos por mencionar los más recurrentes. Es importante alertar que este fenómeno observado desde la mirada de especialistas posee su correlato en las denuncias efectuadas por la prensa local y en algunas tentativas gubernamentales de regular el problema.17 No obstante, los factores de degradación del paisaje rural se han mantenido en el tiempo y presentan constante crecimiento. Por lo tanto, para ampliar el análisis se confrontó los resultados observados en el territorio con la opinión de diversas personas de la sociedad local. Para ello, se utilizó el método de entrevistas mediante un cuestionario con preguntas abiertas y cerradas.18 El resultado de la misma nos mostró que la mayoría de los encuestados (90%) considera que la expansión habitacional es uno de los factores que más degradan el paisaje rural de Maipú, como también la expansión de los centros urbanos (70%), más la falta de control y gestión de la administración pública (55%) sumado a la falta de conciencia de la población (45%), los cambios del uso del suelo (25%), los vertederos de basura ilegales (11%) y la poda y tala de árboles (5%).

Además, la población es consciente de las consecuencias de la pérdida de carácter del paisaje, ya que el 90% de los encuestados consideran que este aspecto ocasionaría el quebranto de las señas de identidad en el territorio. Igualmente el 85% opina que se produciría la pérdida de la diversidad paisajística, entendida como biodiversidad silvestre; luego el 55% manifiesta que se perdería la armonía de los usos del suelo con las características del terreno.

Pero aunque los especialistas y la población vinculada detecten los elementos y el fenómeno de degradación del paisaje, es importante destacar que otros factores responden a un marco general e influyen directamente, es decir, por un lado, las dinámicas propias del capitalismo inmobiliario con aval de los profesionales e instituciones gubernamentales vinculadas, envueltos en el discurso de la modernidad alejada de cualquier compromiso social y ecológico. Por el otro, como sostiene Ortega (2005), se debe a las faltas de regulación eficiente de organización y planificación del estado no solo del problema territorial paisajístico sino de temas sin resolver y falencias en la estructura medular política, económica y social, cuyos efectos dejan una profunda impronta en el paisaje.19

Consideraciones finales sobre la dimensión histórica versus la banalización del paisaje

El presente trabajo partió de la premisa de encontrar respuesta a:

  • ¿Cuál es el límite que existe entre las modificaciones y nuevos elementos en los paisajes propios del proceso evolutivo de adaptación a los cambios económicos, técnicos y sociales de la época y la banalización del paisaje?
  • ¿Cómo detectar los elementos que están transformando el carácter del paisaje al punto de la banalización en un marco paisajístico dinámico y de heterogeneidad?

Para ello, se efectuó un estudio del paisaje rural del departamento de Maipú, en donde paulatinamente nos fuimos introduciendo en la comprensión del carácter de las unidades de paisaje, y a través de un estudio de su evolución histórica llegamos a comprender la lógica estructurante del territorio acontecida a lo largo del tiempo fuertemente imbuida de las exigencias económicas, sociales, técnicas y políticas de las épocas vitivinícolas, pues el sistema de la vid y el vino, especialmente desde los tiempos de la industrialización —primera y segunda modernización vitivinícola—, tuvo un rol protagónico en la conformación del paisaje rural de Maipú y de sus elementos constitutivos.

El análisis de la dimensión histórica de las unidades de paisaje del departamento actuó como una guía-herramienta de identificación y lectura tanto de los elementos-huellas identitarios de las etapas pretéritas del paisaje, como también de las nuevas intervenciones y su viabilidad ante el carácter del paisaje. Por lo tanto, el conocimiento histórico del paisaje nos permitió detectar las transformaciones actuales que tienden a banalizar el paisaje rural por encontrarse descontextualizadas de su espacio-tiempo fuera de la dinámica natural y cultural del paisaje rural de Maipú. Es el caso detectado visualmente y corroborado en los resultados de las encuestas realizadas que nos alertan sobre los barrios privados construidos en la superficie cultivada y con posibilidad de riego. Este elemento del paisaje rural departamental, en pleno auge y desarrollo, independientemente de su impacto visual, está reduciendo la superficie del suelo productivo y contaminando las napas de aguas subterráneas por la construcción masiva de pozos sépticos, poniendo en riesgo un recurso natural fundamental para mantener la vida en el lugar. Es decir, intervenciones de este tipo el riesgo no es solo para el carácter identitario del lugar, sino también para el recurso ecológico. En contraposición con esto, las otras modificaciones que está sufriendo el paisaje rural de Maipú, como la tala de árboles en los márgenes de las calles en función de agrandar la vía de circulación y la impermeabilización de la red de infraestructura de riego para optimizar el caudal de agua y hacer que llegue el riego lo más lejos posible en el territorio, si bien por las características materiales de la obra afectan visualmente el carácter del paisaje rural, no se contraponen a la lógica estructurante del mismo. Esto nos motiva a considerar que son cambios propios de la evolución productiva del territorio, ya que estamos hablando de paisajes activos en pleno funcionamiento e inserción productiva y económica en la actualidad. Esta realidad nos enfrenta a tratar de optimizar las obras en su estética para no barrer con la imagen del lugar y encontrar un equilibrio entre tradición y progreso sin detener este último. Para ello es fundamental el trabajo interdisciplinario de los diversos actores vinculados al paisaje.

Para finalizar y basándonos en el análisis del paisaje rural de Maipú, sostenemos que la dimensión histórica del paisaje nos permite detectar y enfrentar su banalización. De esta manera se pone de manifiesto la relación conceptual: dimensión histórica versus banalización del paisaje que puede ser utilizada como herramienta de análisis.


Notas

2 Entre ellos destacamos a Aponte García (2003); Cruz Pérez y Español Echániz (2007; 2009); López Ontiveros (1999); Martínez de Pisón (2007) y el mismo autor junto a Ortega Cantero (2010); Martorell Carreño (2003); Mata Olmos (2008); Silva Pérez (2009); y Navarro Bello (2003)
3 Véase Corboz (1994); Cruz Pérez y Español Echániz (2009); Jáuregui (2004); Muñoz (2005); Nogué (2007); Ortega (2005); y Zusman (2004)
4 Véase Cruz Pérez y Español Echániz (2007; 2009); Elías Pastor (2008); López Ontivero (1999); Maderuelo (2009); Mateu Bellés y Nieto Salvatierra (2008); Ortega Cantero (2002); Sabio Alcutén e Iriarte Goñi (2003); Tello (1999); Urquijo Torres y Barrera Bassols (2009)
5 Avalado por autores como Tello (1991), López Ontiveros (1999), Sabio Alcutén e Iriarte Goñi (2003), Martínez de Pisón (2007), Mata Olmos (2008), Maderuelo (2009), Silva Pérez (2009) y Ortega Cantero (2010)
6 Para abordar en mayor profundidad las características de cada período recomendamos la lectura de Silvia Cirvini y Lorena Manzini (2011). De estas etapas resumimos:
1) Protoindustrial: Desde el siglo XVI, con la colonización española y la llegada de las primeras órdenes religiosas, la vitivinicultura —como actividad económica y práctica cultural— fue trasladada a la región y adaptada a las condiciones locales. La producción tiende a satisfacer el mercado local y las necesidades de los escasos pobladores de las ciudades del actual territorio argentino. Este período puede subdividirse en dos momentos: la etapa colonial y la que abarca desde 1830 hasta 1885. En esta última se produjo la transición del modelo productivo ganadero-molinero al vitivinícola capitalista decimonónico.
2) Industrialización y primera modernización: Este período comprendió un primer momento de intenso crecimiento de la actividad vitivinícola entre 1885 y 1930. Se caracterizó por un vertiginoso crecimiento que estuvo impulsado por políticas de liberalismo económico, las grandes obras de irrigación, la importación de tecnología, el protagonismo de la gran inmigración europea y las nuevas comunicaciones, en particular el ferrocarril. Una segunda etapa, entre 1930 y 1990, correspondió a la expansión (territorial y económica) del modelo productivo y a su crisis. Resulta importante destacar que el comienzo de la crisis del modelo fue hacia 1970 y se desencadenó finalmente en 1990.
3) Crisis y segunda modernización: La vitivinicultura manifestó una sostenida situación crítica entre 1970 y 1990 como consecuencia de la sobreproducción de vinos de baja calidad, la estrechez de mercados y el colapso de grandes establecimientos de empresas familiares tradicionales. A partir de la última década del siglo XX, se desarrolló una nueva etapa de modernización (que continúa) caracterizada por una marcada orientación hacia vinos de gran calidad, que apuntan al mercado nacional e internacional y exaltan la identidad territorial y la producción varietal
7 Los materiales constructivos son el hecho tangible en la edificación. En cambio, los métodos de ejecución son los que involucran: la elección del material, el conocimiento de las técnicas de construcción, la mano de obra y la maquinaria utilizada para ello. La conjunción de estos elementos permite desarrollar las soluciones constructivas de los edificios.
De 1870 a 1970, los materiales más utilizados en la construcción de las bodegas fueron: tierra cruda, tierra cocida, piedra, caña, madera, acero, hormigón y chapa. Es importante recordar que las técnicas empleadas en la construcción se encuentran directamente vinculadas con las propiedades de los materiales constructivos: forman una relación biunívoca e indisoluble.
Por su parte, las técnicas constructivas más utilizadas fueron:
a) En los muros: tapia, quincha, muros con mampuestos de adobes con juntas de barro, muros de piedra, de ladrillo con juntas de mortero y de ladrillo con estructura de hormigón armado. En cuanto a las paredes de las cavas subterráneas, se construyeron con piedra y ladrillo, apoyadas en cimientos de piedra.
Los muros también pueden ser mixtos: combinan diversas técnicas constructivas, como por ejemplo muros de adobe con presencia de un zócalo de piedra o ladrillo, o muros de ladrillo con zócalos de piedra.
Los muros de adobe pueden presentar las aberturas enmarcadas con ladrillo, entre otras posibilidades.
b) Techos: se usaron techos livianos de palos, reticulados y losas de hormigón armado. En las cubiertas se utilizó la técnica de torta de barro compuesta por caña (soporte), barro (aislante) y grasa de animal (impermeabilizante hidrófugo), y posteriormente chapa. Los entrepisos, que generalmente son los techos de las cavas subterráneas, se construyeron con estructura de madera, losas planas de hormigón armado y bovedilla catalana.
Para profundizar en estos temas en su marco contextual, recomendamos la lectura de Manzini (2013)
8 Maipú ocupa el segundo lugar en cantidad de bodegas: 115 inscriptas sobre un total provincial de 892 (Datos 2001-2004). Fuente: Instituto Nacional de Vitivinicultura www.inv.gov.ar
9 En el marco del proyecto dirigido por Liliana Girini, perteneciente al Instituto de Cultura Arquitectónica y Urbana (ICAU) de la Facultad de Arquitectura Urbanismo y Diseño (FAUD) de la Universidad de Mendoza (UM) titulado "Hacia una ruta intercontinental de la vid y el vino. El caso de Mendoza (1885 - 1980)" se detectaron un total de 167 componentes- hitos relevantes para la lectura del carácter del paisaje del departamento Maipú
10 Los puntos más importantes para la visualización de la unidade de paisaje UP2 son Carril Maza, entre Boedo y Pedro Molina, la ruta provincial N°60 en toda su extensión distrital, carril Urquiza al sur entre Espejo y Ruta Provincial 60
11 Girini y otros (2012-2013). El ferrocarril fue el elemento fundamental para lograr esta integración y generación de nuevos poblamientos para ocupar y hacer producir el territorio nacional. La extensión de las vías férreas en 1879 fue dirigida por el ingeniero Guillermo Villanueva y las obras llegaron hasta San Luis y Mendoza, es decir, en 1883 las vías llegaron hasta la localidad de La Paz y en 1884 a la ciudad capital de Mendoza. La construcción total del ferrocarril Andino que vinculaba Mendoza-San Juan se concretó el 7 de abril de 1885, con el presidente Roca a bordo del viaje inaugural. En 1884 se autorizó la apertura al servicio público del transporte de carga y pasajeros. En 1899, el Senado de la nación autorizó una construcción de un ramal de 16km desde la estación Maipú (General Gutiérrez) hasta Luján de Cuyo. Las obras comenzaron a mediados del 1900 y se concluyeron un año después. Este ramal fue el primero que circuló por los alrededores de Mendoza. Paralelamente hacia el 1900, mientras se construía el ramal de General Gutiérrez a Luján de Cuyo, también se edificaron las estaciones de Villa Maipú, Russell y Cruz de Piedra. El ferrocarril sirvió de atracción, social, vecinal, cultural, y laboral a cuyo amparo nacieron nuevas localidades, como el distrito de Russell, General Gutiérrez, Cruz de piedra, entre otras. Posteriormente el Ferrocarril del Estado, que luego se denominó General Manuel Belgrano, construyó nuevos ramales con orientación Norte-Sur-Oeste, fue inaugurado el 24 de mayo de 1938
12 Las vías de circulación principales desde donde se puede apreciar la unidad de paisaje UP3 coinciden con las vías más antiguas, de valor histórico; de ellas las más relevantes son: carril Maza, Ozamis, Ruta provincial N°60 (límite con el distrito de Russell), carril Cruz Videla y Videla Aranda, carril Franklin Villanueva y Carril Pescara
13 Antiguamente estas tierras fueron lacustres y el trabajo sobre las mismas las desecó, dando origen a suelos cultivables, donde se desarrollaron la vitivinicultura, la minería y la explotación petrolera como actividades económicas principales
14 Los puntos más importantes para la apreciación del paisaje rural son las vías de circulación más antiguas las ya mencionadas Nos. 50, 8 y 60
15 Para ampliar la información histórica de los distritos que se integran en la unidad de Paisaje, consultar Girini y otros (2012-2013)
16 Las vías principales son las vías de circulación más antiguas, las ya mencionadas N° 50, 8 y 60. Estas son vías que estructuran y atraviesan vinculando unidades de paisaje de Este a Oeste del departamento de Maipú
17 En diarios locales como El Sol, el 18 de marzo de 2010 se denunciaba esta problemática con el siguiente titular: «Quieren frenar la construcción de barrios privados en tierras para cultivos». Recuperado de: http://elsolonline.com/noticias/ver/1003/17798/quieren-frenar-la-construccion-de-barrios-privados-entierras-para-cultivos_1. Posteriormente, Los Andes el 28 de noviembre del 2010 volvía a plantear la temática con el siguiente titular: «Mendoza perdió en 10 años 5 mil ha de tierras productivas». Recuperado de: http://www.losandes.com.ar/notas/2010/11/28/mendoza-perdio-anos-tierras-productivas-529969.asp
18 Se efectuó la entrevista a un grupo heterogéneo que cubrió una muestra de veinte personas. Si bien en el análisis de las mismas logró saturar la muestra por la repetición de información, recomendamos ampliar esta temática para efectuar trabajo en conjunto con los diversos actores protagonistas en la vida del departamento, como representantes gubernamentales, empresariales, especialistas y vecinos, para obtener una mirada mas abarcativa e integrada, ya que consideramos que el paisaje, como menciona Zusman (2004), es un ámbito de conflicto social en el que juegan diversos intereses de los distintos actores de la sociedad
19 Destacamos que el creciente e irresoluto problema de inseguridad que sufre la población local, sumado a la disminución de la calidad de vida en las urbes, la saturación de los conglomerados urbanos ante el crecimiento exponencial poblacional y de demanda habitacional, son los principales estímulos de un determinado sector de la sociedad que acepta y puede acceder a este tipo de emprendimientos habitacionales de barrios privados cerrados en zonas agrícolas, en detrimento de paisaje, ya que ofrecen justamente lo que el estado gubernamental aún no ha podido manejar eficientemente, por más de medio siglo, seguridad y calidad de vida para el desarrollo de una familia en las tramas urbanas consolidadas.


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