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Tabula Rasa

versión impresa ISSN 1794-2489

Tabula Rasa  no.24 Bogotá ene./un. 2016

 

TEOLOGÍA DE LOS EXTRACTIVISMOS. INTRODUCCIÓN A TABULA RASA Nº 24

Theology of extractivisms. An Introduction to Tabula Rasa Nº 24

Teologia dos extrativismos. Introdução a Tabula Rasa No. 24

Eduardo Gudynas1
ID ORCID: orcid.org/0000-0002-5151-9406
Centro Latinoamericano de Ecología Social (CLAES), Uruguay
egudynas@gmail.com.

1 Investigador en el Centro Latinoamericano de Ecología Social (CLAES), Montevideo, Uruguay. Integrante del Sistema Nacional de Investigadores de Uruguay; investigador asociado del departamento de Antropología, Universidad de California, Davis. Profesor Arne Naess 2016 en ambiente y justicia global, Universidad de Oslo.


Resumen

Los extractivismos se han convertido en actos de fe inmunes a la evidencia de sus efectos negativos. Por lo tanto en este artículo se exploran brevemente los componentes de una teología política de los extractivismos, entendida como las narrativas sagradas, motivos y formas «litúrgicas», usadas para establecer, legitimar y fundamentar estrategias extractivistas. Finalmente, se presentan varios artículos que abordan distintas facetas de la problemática de la fe y la religiosidad en los extractivismos.

Palabras clave: teología política; extractivismos; desarrollo.


Abstract

Extractivisms have become acts of faith, as they seem to be immune to any evidence of its negative effects. Therefore, this article presents a brief overview of a political theology of extractivisms, understanding this as the sacred narratives, motives and "liturgical" celebrations allowing for establishing, legitimizing and justifying extractive strategies. Lastly, an introduction to the articles in these issue is given, which explore diverse features of faith and religion in present day extractivisms.

Keywords: political theology; extractivisms; development.


Resumo

Os extrativismos tornaram-se atos de fé imunes frente à evidência de seus efeitos negativos. No presente artigo, exploram-se brevemente os componentes de uma teologia política dos extrativismos, entendida como um conjunto de narrativas sagradas, motivos e "formas litúrgicas" usadas para estabelecer, legitimar e fundamentar estratégias extrativistas. Apresentam-se, por fim, vários artigos que abordam diferentes caras da problemática da fé e da religiosidade nos extrativismos.

Palavras-chave: teologia política, extrativismos, desenvolvimento.


En toda América Latina, se han diseminado los extractivismos, entendidos estos como la apropiación de recursos naturales en grandes volúmenes o bajo prácticas de alta intensidad, para nutrir masivas exportaciones hacia la globalización. Los ejemplos más conocidos son la megaminería a cielo abierto, las perforaciones petroleras o las inmensidades de los monocultivos. Ese tipo de actividades se fortalecieron en especial a partir de inicios de la década de 2000, impulsados por altos precios y fuerte demanda. Los sectores extractivos en cada país se expandieron e intentaron sumarse nuevos rubros (por ejemplo, países que no eran mineros intentaron promover esas actividades, los que no eran petroleros se lanzaron a las exploraciones, y así sucesivamente). Se generaron todo tipo de impactos ambientales, territoriales, sociales y económicos. Como consecuencia, en todos los países del continente se registraron conflictos sociales donde grupos locales resistían o denunciaban esos emprendimientos; otra vez, los más afectados fueron comunidades campesinas o indígenas.

Es por esto que los extractivismos rápidamente dejaron de ser una mera cuestión enfocada en la organización de la economía, para convertirse en un asunto central para explicar, por ejemplo, desde los conflictos comunes en zonas rurales hasta la marcha de las políticas productivas nacionales. Es una problemática que cruza todo el abanico de ideologías político-partidarias, ya que asoman los extractivismos tanto en gobiernos conservadores como los de Juan Manuel Santos en Colombia, como en el socialismo del siglo XXI en Venezuela. Y han sido los extractivismos precisamente uno de los factores que más golpearon a los gobiernos que se identifican ahora como progresistas, ya que si bien se esperaba de ellos otro tipo de relacionamiento con la naturaleza y las comunidades locales, igualmente terminaron siendo extractivistas y repitieron los enfrentamientos con organizaciones ciudadanas.

En estos años se ha acumulado mucha evidencia sobre los impactos negativos asociados a los extractivismos, desde la contaminación local a las distorsiones que generan en las economías nacionales. La evidencia incluye testimonios de comunidades locales, reportes de ONG, evaluaciones científicas publicadas en todo tipo de medios, investigaciones periodísticas, casos judiciales, audiencias legislativas, etc. La información y los datos son abrumadores.

Pero nada de esto ha logrado detener la ola extractivista. Es impactante que los promotores de los extractivismos ignoren, desestimen o activamente rechacen todos esos argumentos y datos, para seguir defendiendo esos emprendimientos. Los debates en muchos sitios ya dejaron de manejar argumentos y esa defensa se hace desde la fe. Se tiene fe en que generarán bienestar económico, se cree que habrá alguna tecnología que impedirá los impactos ambientales, y se está convencido en que representa progreso.

Esas creencias colocan a los promotores de los extractivismos en una dimensión religiosa. Se supone, por ejemplo, que el gobierno de Maduro liberando la explotación minera en el sur del país, logrará una milagrosa cura a su crisis. O que la explotación minera podrá compensar la caída de los precios del petróleo que exporta Ecuador. Algunas adhesiones impresionan por su tozudez, como las del gobierno de Uruguay que a pesar de toda la evidencia disponible persiste en buscar petróleo en sus aguas oceánicas como si en ello estuviera el futuro de la nación. El nuevo gobierno de Mauricio Macri en Argentina, de manera similar, liberaliza todavía más la minería suponiendo que ello le brindará la salvación económica.

A su vez, cualquier advertencia sobre los impactos de los extractivismos es negada inmediatamente en cuanto choca contra esa fe firmemente constituida. El presidente Lula da Silva nunca se cansó de afirmar que las mega represas en la Amazonía no tenían impactos significativos, y el gobierno de Rafael Correa, en Ecuador, también asegura que la gran minería es inocua.

Es posible que sea en Colombia donde esa religiosidad de los extractivismos ha quedado más en evidencia. «Cristianismo y minería» fue el título de una serie de conferencias que tuvieron lugar a mediados de 2013, en la Iglesia Casa sobre la Roca, en la ciudad de Bucaramanga (Santander, Colombia). El evento buscaba generar «espacios de reflexión acerca de temas económicos que pueden significar el desarrollo y futuro para cientos de comunidades», según el detallado relato de Güesguán Serpa (2013). Muchos de los concurrentes eran destacadas personalidades del mundo empresarial, tales como el gerente de la Asociación de Industriales de Colombia (ANDI), el CEO de la minera canadiense Eco Oro Minerals Corporation, y el gerente de su subsidiaria colombiana, y en representación del sector estatal, el procurador ambiental y de restitución de tierras2.

El sitio del evento también es destacable, ya que en esa región estaba en marcha una dura resistencia contra la exploración minera, esencialmente de oro, en los páramos de los departamentos de Santander y Norte de Santander. La mesa redonda estuvo moderada por « un pastor, que en consonancia con la conflictividad que suscitaba, se ilusionaba con que «Dios iluminará a las autoridades para que acierten sobre la decisión que tomen sobre el futuro de esa actividad en el departamento» (Güesguán Serpa, 2013).

El gerente de la confederación industrial afirmó que la minería del oro y de otros minerales no genera impactos ambientales negativos y por el contrario promueve el desarrollo de las comunidades. Las ideas en sentido contrario son tergiversaciones de la prensa, agregó. El presidente y CEO de la minera canadiense citó un fragmento del relato del Génesis en la Biblia:

De Edén salía un río que regaba el jardín, y desde allí se repartía en cuatro brazos. El uno se llama Pisón: es el que rodea todo el país de Javilá, donde hay oro. El oro de aquel país es fino. Allí se encuentra el bedelio y el ónice (Génesis 2: 10-123).

Con esto se intentó presentar a la minería como una actividad recubierta por la legitimidad divina, donde el oro, en lugar de ser una maldición, representaría una bendición celestial. Mientras en otros países se esconde la religiosidad que defiende a los extractivismos, en Colombia ya se la admite abiertamente.

Teología política en la apropiación de la naturaleza

Estos ejemplos muestran que los extractivismos actuales también pueden ser analizados como una cuestión teológica. Las dinámicas por las cuales se legitiman, promocionan y aplican actividades como la explotación minera o petrolera parecen comportarse más como una creencia religiosa antes que un campo de análisis basado en argumentos, información científica, observación de los efectos de los emprendimientos, etc.

Esto no debería sorprender, ya que la fe religiosa ha sido usada en más de una ocasión para asegurar la lealtad al Estado o a alguna organización política. Asimismo, más de una vez se ha afirmado que las ideas de desarrollo en realidad se comportan como una religión (Rist, 2002). En este caso podría esgrimirse el argumento de una fe en los extractivismos para conseguir el respaldo y la reproducción de unas estrategias de desarrollo que se basan en explotar recursos naturales más allá de sus efectos negativos. Ese respaldo se extiende además al Estado, grupos económicos y diferentes actores sociales que se benefician de ese tipo de emprendimientos. Sin duda, existen otros factores que operan en el mantenimiento de los extractivismos, pero es muy útil (y novedoso) abordarlo también como una religiosidad.

La perspectiva de la teología política es apropiada para ese esfuerzo. Siguiendo a Hamill y Lupton (2012), la teología política no se refiere a las formas de gobierno o a transiciones históricas desde la primacía religiosa a una secular, sino al acoplamiento o articulación entre los dominios discretos de lo político y lo teológico. Permite analizar el uso de narrativas sagradas, motivos y formas litúrgicas para establecer, legitimar y fundamentar ciertos ordenamientos políticos. Abre las puertas a descubrir los intercambios, pactos y competencias entre ámbitos políticos con otros propios de la religiosidad.

Sin embargo, el caso de los extractivismos, en cuanto es una apropiación de recursos de la naturaleza, exige algunos ajustes. La «política» de la teología política en este caso debe corresponder más a una «ecología política». Esto es necesario, ya que los extractivismos implican ideas particulares sobre la Naturaleza, y sobre cómo apropiarse de sus recursos. Es así que es posible plantear una teología de los extractivismos.

Esta teología ecopolítica de los extractivismos permite desentrañar cómo se construyen «tesauros de metáforas absolutas, o los roles jugados por mitos, fantasías y afectos en cimentar y sostener a los colectivos», a los regímenes políticos, y a ciertas ideas sobre el desarrollo (en el sentido de Hamill y Lupton, 2012: 5), expresados en ideas tales como que un país es minero (como si en la esencia de la nación estuviera inscripto el destino de la minería).

Liturgias, iglesias, profetas y sacerdotes

Dado que nos encontramos con una teología de los extractivismos, en ella se podrán reconocer narraciones sagradas, iglesias con sus liturgias y celebraciones, y sacerdotes y misioneros. Los textos reverenciados son los conocidos manuales de desarrollo o guías de crecimiento económico, donde se fundamente la íntima y necesaria relación entre progreso y aprovechamiento de los recursos naturales.

Los actos de fe, las liturgias y las celebraciones de los extractivismos son extremadamente comunes. Entre ellas se encuentran las celebraciones a propósito del hallazgo de nuevos campos petroleros, la inauguración de plantas mineras, o las ferias agrícolas donde se promocionan los monocultivos. Una de las ceremonias más impactantes tuvo lugar en 1972 con el «primer barril» de petróleo obtenido en Ecuador. La celebración incluyó desde discursos del presidente del país y del gerente de la petrolera Texaco hasta un impresionante desfile en Quito para exhibir ese primer barril. Ese recipiente se convirtió casi en un ícono de adoración y reverencia, y el desfile fue seguido por una multitud, hasta que se depositó en el templete de los héroes, en el Colegio Militar Eloy Alfaro4.

Ese tipo de liturgias están presentes en la actualidad. Otro caso impactante tuvo como protagonistas al presidente de Bolivia, Evo Morales, ministros y autoridades, en los festejos de un nuevo yacimiento petrolero que permitiría triplicar las reservas de crudo del país (junio de 20155). En un momento de la celebración, Morales en un estrado ubicado en ese campo petrolero, y de frente a los asistentes, sonriente, levantó triunfante un pequeño matraz transparente que permitía ver el negro crudo en su interior. Es sobrecogedorque el sentido y la estética del acto se asemejara a las misas católicas: así como el sacerdote eleva el cáliz con el vino y llama a la oración, Morales alzaba el matraz con petróleo para adorarlo y celebrarlo.

En otro momento de ese mismo festejo, el presidente y otras autoridades se pararon al pie de un gran oleoducto. Abrieron una de las válvulas, y el petróleo se derramó hacia el suelo a la vista de los asistentes. El presidente Morales mojó sus manos en el crudo, e inmediatamente la alzó, estampándola en los cascos que están en las cabezas de varias autoridades. Esas autoridades recibían esa bendición sonrientes y con la cabeza inclinada. Toda la dinámica de la escena por momentos recuerda a las bendiciones de los sacerdotes en la frente de los feligreses, pero también al ritual andino de la cha'lla, con la cual se retribuye y pide permiso a la Pacha Mama. En este caso, esa es una cha´lla distorsionada, ya que parecería que basta ese ritual ocasional de pedirle perdón a la Madre Tierra para justificar ese tipo de extractivismo de alto impacto.

La celebración buscaba sin duda fortalecer la fe en los extractivismos, pero también sirvió para dejar muy en claro que no se tolerarían críticas a ese tipo de desarrollo. En efecto, en ese evento Morales lanzó un ultimátum: «ONG que perjudique la explotación de recursos naturales será expulsada»6. No era la primera vez que el gobierno Morales amenazaba con exiliar a las organizaciones ciudadanas que cuestionan los extractivismos; con ello reforzaba la postura de que la teología extractivista no tolera las herejías.

7

Las iglesias de los extractivismos corresponden, en primer lugar, a las cámaras empresariales mineras, petroleras y agrícolas en cada uno de nuestros países. Son las principales instituciones en defender y promover ese tipo de emprendimientos, y a su vez en ellas se tejen relaciones estrechas con otros sectores económicos, con gobiernos y partidos políticos, y con universidades. Entre los ejemplos más conocidos se encuentran la Asociación Colombiana del Petróleo (ACP), la Asociación Colombiana de Minería (ACM), la Sociedad Peruana de Hidrocarburos, la Sociedad Nacional de Minería de Chile, la Cámara Boliviana de Hidrocarburos y Energía o la Asociación Brasilera de Productores Independientes de Petróleo (ABPIP).

La academia se asemeja además a los seminarios y escuelas de teología, donde se prepara a los sacerdotes y misioneros que promoverán esta doctrina. Este rol lo realizan, por ejemplo, las facultades de geología, las escuelas de negocios y las asociaciones y colegios de profesionales. Ejemplos son: el Colegio de Geólogos de Chile, la Asociación Colombiana de Ingenieros de Petróleo, o la Asociación Brasilera de Geólogos del Petróleo. Junto a ellos están organizaciones de promoción técnica y asistencia, como los institutos de ingenieros de minas, uno en Chile y otro en Perú.

El Estado es un actor importante en este nivel, ya que activamente promueve los extractivismos, los subsidia en varios casos, y los protege cuando son atacados. Pero es también una usina de imágenes y metáforas para sostener, en palabras del venezolano Fernando Coronil (2002), la idea de un «Estado mágico», que gracias a la disponibilidad de inmensos recursos naturales puede obrar milagros.

Los profetas de los extractivismos son quienes anuncian maravillosos futuros gracias a ese tipo de explotaciones; los sacerdotes lo defienden pacientemente desde sus roles políticos o las cátedras universitarias, y los misioneros son los conocidos agentes que llegan a las comunidades locales para propalar cómo la llegada de un proyecto mejoraría la vida de todos. Uno de los más activos militantes de las profecías de bonanzas extractivistas es el presidente ecuatoriano Rafael Correa, quien repetidamente apela a imágenes tales como que el país está sobre sacos de oro que deben ser extraídos cuanto antes, y que con ello se erradicará la pobreza8.

Tanto las iglesias extractivistas como estos actores realizan sus celebraciones anuales, donde comparten información, refuerzan sus lazos, y recrean la fe. Son los conocidos congresos o ferias en cuestiones extractivistas. Un ejemplo de estos eventos es Perumin, el mayor congreso minero de Perú y uno de los más importantes del continente. Su organización está en manos del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú. El congreso Perumin 32, celebrado en 2015 en Arequipa, sesionó bajo el lema «Educación y Trabajo». Su objetivo «reafirmar el mensaje de que la minería no solo es la movilización de capitales y maquinarias; sino que impulsa el progreso y cuida la educación y creación de nuevos puestos de trabajo como pilares del desarrollo económico del Perú». El evento congregó a más de 112 mil visitantes provenientes de 50 países, y contó con una feria tecnológica con la presencia de más de 700 empresas (IIMP, 2015: 58).

Los que cuestionan la fe en los extractivismos son rápidamente negados, desacreditados e incluso perseguidos. Es común que sean tratados con burla y desprecio como ignorantes, salvajes, herejes, peligrosos. En varios países se construye la imagen del «anti-minero» para concentrar en ella todos esos atributos negativos.

Teología extractivista y modernidad

Los extractivismos niegan su propia religiosidad, y se presentan como aventuras que resultan de la razón, máximas expresiones de las ciencias y la tecnología actuales, neutras y objetivas. Dios no está presente en la megaminería, por ejemplo, ni los supuestos beneficios de extraer petróleo están revestidos por la fe, sino que todos ellos responderían a desarrollos tecnológicos de punta, y resultan en mediación como proveedores de materiales indispensables para asegurar el bienestar humano.

Puede argumentarse que esa pretendida secularización, donde la razón triunfa sobre las creencias religiosas, un atributo propio de la Modernidad, es en realidad una transferencia gradual de atributos divinos a los seres humanos, las fuerzas sociales y la historia, y al mundo natural, tal como señala Gillespie (2008: 273). Agrega él que «lo que realmente ocurrió en el curso de la modernidad entonces no es simplemente borrar o desvanecer a Dios, sino la transferencia de sus atributos, poderes esenciales y capacidades a otras entidades o ámbitos del sur. El llamado proceso de desencantamiento es también un proceso de reencantamiento, por medio del cual, tanto el hombre como la naturaleza son insuflados con un conjunto de atributos o poderes previamente adscriptos a Dios» (Gillespie, 2008: 274). Gillespie agrega que bajo esta dinámica, la ciencia solo puede proveer explicaciones coherentes por medio de otorgar cualidades de alguna manera divinas especialmente al ser humano.

La cuestión que deseo rescatar en ese tipo de análisis es que están directamente relacionadas con muchas de las defensas dogmáticas que se observan actualmente con los extractivismos. Estas van desde otorgar al ser humano todos los poderes y capacidades sobre la Naturaleza hasta reconvertir a esta en un agregado de recursos que los extractivismos deben aprovechar con toda rapidez y eficiencia, ya que así se alimenta el progreso. Los cuestionamientos a ese tipo de emprendimientos chocan inmediatamente con atributos que se sustentan en la fe en la ciencia y la tecnología, en el crecimiento económico, en la omnipresencia humana, etc.

Aceptar, por ejemplo, que el extractivismo petrolero en la Amazonia fatalmente tiene impactos ambientales graves es conceder que esa ciencia y técnicas son limitadas, un extremo que esta teología, como otras, no está dispuesta a dar.

Obviamente los extractivismos son uno más entre los diferentes componentes de la Modernidad. Pero actualmente cobran un protagonismo destacado, ya que no solo involucran enormes impactos ambientales, territoriales y sociales, sino que se han convertido en uno de los pilares centrales de la expresión contemporánea de la Modernidad.

Las críticas a los extractivismos no sólo atacan proyectos específicos, como por ejemplo el plan de instalar una minera o las secuelas de una plataforma petrolera en la selva. Esas críticas también ponen en cuestión las creencias básicas que los legitiman en todos esos planos, desde el papel de la ciencia y la técnica, hasta la insensatez de tener que necesariamente repetir el mismo sendero de desarrollo de los países industrializados. Dicho de otro modo, las críticas a los extractivismos siempre conllevan un cuestionamiento a las creencias que los sostienen, que alcanzan el corazón de la Modernidad, y por lo tanto entran en una disputa teológica.

Los creyentes se sienten tan atacados, que por eso responden en forma muy virulenta. No solo defienden un emprendimiento extractivista, sino que están protegiendo sus creencias íntimas. Cuando se les muestra los impactos negativos del extractivismo, lo niegan desde la renovación de la fe, por ejemplo en soluciones técnicas; cuando queda en evidencia que la idea de progreso es un mito, simplemente clausuran análisis y diálogos para reiniciarse desde su fe en el desarrollo. Las posibilidades de un análisis racional son muy limitadas, porque se los defiende desde posturas esencialmente irracionales.

Esto no quiere decir que no sea posible desenmascarar estas teologías y explorar alternativas más allá de ellas. Los que viven en carne propia los efectos de los extractivismos rápidamente reconocen sus límites; es lo que ocurre allí donde se pierden tierras de labranza por la contaminación o se padece la persecución. La búsqueda y la experimentación de alternativas frente a esta teología extractivista pasa necesariamente por recuperar el papel de las herejías frente a los dogmas.

Expresiones de la teología extractivista

Diferentes miradas sobre esta teología de los extractivismos se presentan en los distintos artículos que integran esta sección de la revista Tabula Rasa. El primer artículo, por Alberto Acosta, desde FLACSO Ecuador, traza las principales facetas económicas en la religiosidad extractivista. Inicia su abordaje en la Ilustración para llegar al reciente determinismo neoliberal. Se describe el fatalismo por el cual los países latinoamericanos siguen siendo esencialmente exportadores de recursos naturales. Esa riqueza ecológica termina convertida en una maldición, cuyas principales patologías son señaladas. Esta es una crítica a los mitos económicos alrededor de los extractivismos que es particularmente relevante ya que se hace desde dentro, a partir de los testimonios de un economista.

Mirta Antonelli, docente en la Universidad de Córdoba, parte del caso de un emprendimiento minero en Argentina, para describir la religión y el culto a la megaminería. Estamos ante una verdad dogmática sostenida en el misterio de la fe. Detalladamente analiza los discursos extractivistas como generadores de creencias y valores, y que a la vez imponen controles. Se aborda, además, algunos de los rituales de legitimación, como los de la minería responsable.

Rocío Silva Santisteban, una conocida docente y activista peruana, examina los discursos extractivistas y las prácticas de represión a quienes se oponen a esos emprendimientos. En su artículo, describe el «sentido común» que los sustentan y los mitos que se derivan de ellos, tales como la ausencia de impactos en la megaminería. Esas posturas crean la imagen del «antiminero», revistiéndolo de atributos negativos, tales como ser ignorantes o atrasados, y llegan al extremo de concebirlos, con una mezcla de asco y temor, como «perros».

Camila Joselevich, desde la UNAM (México), también se basa en un caso de minería en Perú, y siguiendo otro recorrido recala en la imagen del «antiminero». En su examen apela a fuentes cristianas primigenias para mostrar cómo la defensa del extractivismo minero crea la imagen de los «antimineros» como herejes para el orden del desarrollo convencional.

Ramón Grosfoguel, desde la Universidad de California, Berkeley, usa la categoría de extractivismo para referirse a uno de tipo epistémico y ontológico. En esa tarea aborda los aportes de la indígena canadiense Leanne Betasamosake Simpson, en diálogo con la boliviana Silvia Rivera Cusicanqui y el ecuatoriano Alberto Acosta. Además, comparte una crítica a algunas teorías decoloniales muy conocidas en nuestra región.

Finalmente, mi artículo examina otras facetas de la teología que mantiene y reproduce los extractivismos. Se parte de la conocida sentencia que califica el petróleo como «excremento del diablo», para preguntarse qué pasaría si eso fuese cierto. Es así que se comparte un ejercicio donde, a partir de diferentes concepciones del Diablo y Satán, se trazan las correspondencias con los extractivismos actuales en América Latina. Esto permite describir la defensa religiosa y dogmática de esas estrategias. Las alternativas a ese orden, o sea las opciones postextractivistas, requieren romper con esos dogmas de fe, y por lo tanto, instalar un nuevo tipo de herejías.

Estoy muy agradecido con todos los autores por sus esfuerzos e interés en participar en esta colección de artículos. De la misma manera, es indispensable compartir un especial reconocimiento a Leonardo Montenegro por todo su apoyo y la infinita paciencia en permitir que esta colección de escritos viera la luz.


Notas

2 Véase como información complementaria sobre ese encuentro: «Oramos para que Dios ilumine a las autoridades», El Espectador, Bogotá, 29 de mayo, 2013. Recuperado de http://www.elespectador.com/noticias/economia/oramos-dios-ilumineautoridades-articulo-424947.
Nuestra empresa no tiene ningún vínculo con la iglesia», El Espectador, Bogotá, 29 de mayo, 2013. Recuperado de http://www.elespectador.com/noticias/economia/nuestra-empresa-no-tiene-ningun-vinculo-iglesia-articulo-424948
3 La cita en este artículo reproduce el texto de la Biblia de Jerusalén, y guarda algunas diferenciasmenores con la cita en Güesguán Serpa, 2013.
4 El video documental de ese desfile está disponible en https://www.youtube.com/watch?v=D9DsiXxxLQI.
5 Véase: «Bolivia triplica sus reservas de hidrocarburos líquido»s, Correo del Sur, Sucre, 19 de junio, 2015. Recuperado de http://correodelsur.com/economia/20150619_bolivia-triplica-sus-reservas-de-hidrocarburos-liquidos.html.
6 Yapacaní, punto de inflexión política, 20 de junio, 2015, El Diario, La Paz, recuperado de http://www.eldiario.net/noticias/2015/2015_06/nt150620/politica.php?n=28&-yapacani-punto-de-inflexion-politica.
7 Fotografía original de La Razón, La Paz; tomada de la reproducción en http://www.entornointeligente.com/articulo/6332182/Chivo-Expiatorio.
8 Rafael Correa: «no podemos ser mendigos sentados en un saco de oro, eso es irresponsable y el mayor racismo es pretender que la miseria es cultura», discurso ofrecido en Riobamba, Agencia Andes, 1 de diciembre, 2012. Recuperado de: http://www.andes.info.ec/es/actualidad/9675.html.
Correa incluso llega al extremo de afirmar que la explotación petrolera en la Amazonia le permitiría «erradicar» la pobreza en esa región. Véase:« Rafael Correa dice que Ecuador necesita el dinero del Yasuní para superar la pobreza», El Comercio, Quito, 24 de abril 2014. Recuperado de: http://www.elcomercio.com/actualidad/politica/rafael-correa-dice-que-ecuador.html.


Bibliografía

Coronil, Fernando. (2002). El Estado mágico. Naturaleza, dinero y modernidad en Venezuela. Caracas: Nueva Sociedad.         [ Links ]

Gillespie, Michael A. (2008). The theological origins of Modernity. Chicago: University Chicago Press.         [ Links ]

Güesguán Serpa, O. (2013). El día que Dios respaldó la minería en Colombia. El Espectador, Bogotá, 29 de mayo, 2013. Recuperado de: http://www.elespectador.com/noticias/economia/el-dia-dios-respaldo-mineria-colombia-articulo-424937.         [ Links ]

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