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Tabula Rasa

Print version ISSN 1794-2489

Tabula Rasa  no.31 Bogotá May/Aug. 2019

https://doi.org/10.25058/20112742.n31.11 

Artículos

SOCIAL E INTERVENCIÓNPROFESIONAL: CATEGORÍAS CENTRALES EN LA PRAXIS DEL TRABAJO SOCIAL1

SOCIAL RESEARCH AND PROFESSIONAL INTERVENTION: CENTRAL CATEGORIES IN SOCIAL WORK PRAXIS

PESQUISA SOCIAL E INTERVENÇÃO PROFISSIONAL: CATEGORIAS CENTRAIS NA PRAXIS DO SERVIÇO SOCIAL

UVA FALLA RAMÍREZ2  3 

2 Doctora en Trabajo Social de la Universidad Nacional de la Plata-Argentina. ORCID ID: orcid.org/0000-0001-5620-1360

3 Docente investigadora en el programa de Trabajo Social, y líder del Grupo de investigación disciplinar en trabajo social y tendencias contemporáneas. Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca. Colombia ufalla@unicolmayor.edu.co


Resumen:

Pensar el lugar de lo epistemológico en el trabajo social abre distintas discusiones en torno a lo disciplinar, o de los procesos de investigación e intervención, así como lo relacionado a las condiciones de la praxis profesional. En principio, tal fundamentación propende por un ejercicio reflexivo acerca de cuestionamientos centrales tales como: ¿Qué modelo de desarrollo, qué tipo de sociedad y de ciudadanía se forjan en su contexto? ¿Cómo contribuir desde la acción profesional cotidiana, a una sociedad libre, justa y equitativa? Desde luego, la formulación de cuestionamientos políticos y epistemológicos en el ejercicio reflexivo, es tributario de un proyecto ético-político que configura nuevas apuestas, encaminado a un compromiso social del conocimiento. Asimismo, indagaremos por los elementos constitutivos del sujeto epistémico, partícipe de su proceso intelectual, transformador y vivenciado en el contexto total de la experiencia; en tanto la fenomenología social abre nuevos caminos para pensar el trabajo social contemporáneo.

Palabras clave:  investigación social; intervención profesional; fenomenología social; reflexión epistemológica; trabajo social

Abstract:

Thinking of the place of the epistemological in social work results in varied discussions revolving around discipline, or research and intervention processes, and in remaining issues regarding the conditions of professional praxis. To begin with, this argument aims for a reflective exercise on central questions, namely: Which development model, which type of society and citizenship are forged this context? How to contribute from daily professional practice to a fairer, freer, and more equitable society? Indeed, formulating political and epistemological questionings in a reflection exercise is a natural result of an ethical-political project informing new bets, with a social commitment with knowledge. Also, we will inquire into the constituting elements of the epistemic subject, who participates in his/her own intellectual, transforming, and lived process in a comprehensive context of experience, while social phenomenology opens new paths to reflect upon contemporary social work.

Keywords: social research; professional intervention; social phenomenology; epistemological reflection; social work

Resumo:

Pensar o lugar do epistemológico no serviço social abre diferentes discussões sobre o disciplinar ou sobre os processos de pesquisa e intervenção, bem como no tocante às condições da práxis profissional. Em princípio, tal fundamentação propende por um exercício reflexivo sobre questões centrais como: Que modelo de desenvolvimento, que tipo de sociedade e cidadania são forjadas em seu contexto? Como contribuir desde a ação profissional cotidiana para uma sociedade livre, justa e equitativa? É claro que a formulação de questões políticas e epistemológicas no exercício reflexivo é um afluente de um projeto ético-político que estabelece novas apostas, visando a um compromisso social do conhecimento. Da mesma forma, indagaremos sobre os elementos constitutivos do sujeito epistêmico, partícipe de seu processo intelectual, transformador e vivenciado no contexto total da experiência; na medida em que a fenomenologia social permite novas formas de pensar o trabalho social contemporâneo.

Palavras-chave: pesquisa social; intervenção profissional; fenomenologia social; reflexão epistemológica; trabalho social

De los fundamentos

Son los diversos planteamientos paradigmáticos los que proporcionan todo un conjunto de argumentos acerca de cómo entender el mundo en su configuración, en relación con el proyecto de sociedad que desean contribuir o alcanzar. Aquellos planteamientos permitirían comprender, o al menos explicar a buen grado, los fenómenos sociales con el fin de transformarlos. Proporcionan argumentos teóricos, políticos, éticos, metodológicos y operativos desde donde se opta, percibiendo asimismo efectos concretos sobre la praxis profesional.

Figura 1 Fundamentos para un proyecto ético-político del trabajo social. Fuente: elaboración propia. 

Por eso se expresa (ver Figura 1) que el proyecto ético-político es de antemano una postura, una decisión, un convencimiento fundamental donde las y los trabajadores sociales llevan a la esfera de la vida diaria en el mundo cultural y social. Los fundamentos, como en cualquier tentativa de construcción de realidades, los proporcionan las tendencias provenientes de las teóricas sociales clásicas y contemporáneas. En tanto,

Una de las funciones de un paradigma es permitir ver y ocultar determinadas cuestiones. Desde este punto de vista podría decirse que la Teoría Social Contemporánea encarna un paradigma cuyas convergencias se dan ante todo en torno a una manera de concebir la ciencia social y una narrativa sobre las tradiciones disciplinarias. (Belvedere, 2012, p. 23)

Con menor o mayor fuerza, cada paradigma configura una forma particular de ver y analizar el mundo, a la sociedad y a la realidad social; e incluso son capaces de reflejar un «estilo de época»; en consecuencia, proporcionan una visión sustentada en el lenguaje y en las categorías propias que cada uno y d e forma particular maneja. Cada una de las líneas epistemológicas trazadas persiguen unos propósitos particulares o intencionalidades, según la manera sobre cómo explican o comprenden los problemas sociales presentes en el mundo de la vida cotidiana. Por ello es importante conocer todas aquellas posturas, entenderlas, conflictuarles, asumirles o tomar distancia según compartamos o no sus planteamientos.

Las teorías clásicas o teorías sociológicas de las grandes escuelas, como las denomina Ritzer (1993), se refieren en su mayoría al funcionalismo estructural que tributa al desarrollo del neo-funcionalismo, las teorías sociológicas estructurales, la teoría neo-marxista, al interaccionismo simbólico, la sociología fenomenológica y etnometodología, así como la sociología conductista y las teorías feministas contemporáneas.

En su conjunto, aquellos desarrollos disciplinares, eventualmente han efectuado estudios parcializados del mundo de la vida, en tanto «ha encallado en antinomias ficticias que pueden agruparse globalmente bajo el signo de una perspectiva subjetivista y otras objetivistas» (Belvedere, 2012, p 10); En ese sentido, las teorías sociales contemporáneas han podido abrirse paso gradualmente a un proceso de transcendencia o superación de los análisis dualistas; teorías tales que ocasionan interpretaciones que proponen superar la visión dual tradicional y que, siguiendo al mismo autor, refiriéndose en paralelo a la obra de Anthony Giddens, Pierre Bourdieu y Jürgen Habermas depositan en la fenomenología social el puente que permite superar ese vicio de la dualidad en los análisis de lo social.

De este modo, la investigación social y la intervención profesional se abren paso como categorías centrales en la praxis cotidiana del trabajo social; se sustentan y se redefinen, pues, en las matrices teóricas y la postura misma del sujeto epistémico que interactúa y participa en su proceso de investigación-intervención. Llegándose a consolidar de esta manera, un proyecto ético-político que se sostiene en los fundamentos epistemológicos de las teorías sociales, sean estas clásicas o contemporáneas.

Básicamente, para poder optar es necesario conocer. De ello se desprende la propuesta que acá se planeta; en efecto, en la fenomenología social la matriz teórica permite comprender a buen grado la acción social producto de la vida diaria, asimismo sobre cómo esta es posible, al ser interpretada y comprendida para ser transformada. En consecuencia, como lo planteara en su momento A. Schütz (1993) «Todas las ciencias sociales son contextos objetivos de significados de contextos subjetivos de significado» (p. 268). Veamos a continuación cómo puede darse dicho horizonte.

De la investigación

Lo fenomenológico en la intervención del trabajo social se configura por medio de axiomas que relacionan al individuo y su medio (Lo que se concibe como soporte ontológico-filosófico) en tanto en la investigación social, lo fenomenológico se encuentra anclado al enfoque cualitativo (Ponce & Paiva, 2001; Vélez, 2003; Bautista, 2005; Falla et. al., 2014, 2016, Agüero, 2008, 2012, 2015) que ha fundamentado una línea de trabajo disciplinar en ese sentido.

Así pues, la fenomenología social permite acercarse a la comprensión del mundo de la vida desde una exploración socio/cultural. Esta aproximación se fundamenta en la necesidad de comprender e interpretar el significado subjetivo de la acción social; lo que va a permitir indagar y entender el sentido que los y las actoras sociales dan a su vida o existencia. Lo dicho, toda vez que ella -la necesidad de significado- no corresponda o se circunscriba únicamente a la expresión del mundo subjetivo; sino que en él coexistan las estructuras del mundo social y cultural.

Por ello, N. Kismerman (1978), llegó a plantear: «La necesidad de comprender el sentido de la acción social en el contexto del mundo de la vida, desde la perspectiva de los actores, que se articula los llamados paradigmas cualitativos» (p. 78). Ahí donde se encuentra la bisagra entre el significado subjetivo y el mundo objetivo de la realidad social, resulta en una base o fenómeno intersubjetivo que se constituye en lo cotidiano; por lo que «la fenomenología y la etnometodología, acentúan el análisis de la vida cotidiana y cómo en ella, las personas actúan desde su situación biográfica, es decir histórica» (Kisnerman, 1998, p. 78).

La comprensión e interpretación de lo social y de lo cultural desde la fenomenología social, matriz orientadora en la producción de saberes contextualizados con miras a la acción transformadora, se entiende como un esfuerzo constante y dinámico en el trabajo social. Esto ha implicado conocer y proponer discusiones en torno a un trabajo conjunto desde los territorios con la sociedad civil, las personas, grupos y comunidades que, en lo cotidiano, construyen la sociedad. Visto así, el trabajo social aportaría a la comprensión del mundo de la vida, y bajo la producción de saberes contextualizados, ya que como lo expresa «privilegiar el conocimiento de la realidad, dando importancia a la intersubjetivo y al mundo de los significados, ya que todo ello tiene una relación directa con la acción» (Schütz, 1993).

Ahora bien, aquel significado subjetivo referido con anterioridad es la indicación que se observa en la conducta externa; toda vez que esta conducta denota la expresión de un significado subjetivo. Es decir, todo acto nos relaciona con el mundo a partir de la experiencia significativa que previamente se ha tenido y, sobre la cual se ejerce un acto de reflexión; sosteniendo así una relación experiencia previa- vivencias- acervo de conocimiento- acto proyectado- significado- sentido-acto completado. De esta manera, la investigación social desde el mencionado enfoque epistemológico, busca acercarse a los significados, intereses, perspectivas, fines, motivos, relevancias motivacionales e intencionalidades que construyen las y los sujetos sociales.

En términos de investigación contemporánea, se hallan escasas referencias en relación al conocer desde la perspectiva cognoscitiva, filosófica o teórica, -la preocupación reflexiva y permanente sobre la captación de una representación del objeto de conocimiento-, que nos permitía entender con mayores recursos y criterios cualitativos, las reflexiones de la investigación social en el contexto del mundo de la vida. Es otras palabras, la propuesta se valida en la medida en que procura entender la investigación social y la intervención profesional como un acto reflexivo de atención, un acto intersubjetivo que pasa por la conciencia donde se piensa, se reflexiona y es allí donde adquiere sentido y significado.

Lo anterior nos lleva a concebir la investigación social en dimensiones que antes estaban soslayadas; esto, a partir de las relaciones cara a cara que requieren de la inmersión en la experiencia cultural y social de los sujetos interactuantes. En síntesis, lo que se pretende destacar es, por un lado, que los desafíos delineados por los acercamientos fenomenológicos, no sólo se remiten a una cuestión de método o de supuestos epistemológicos, filosóficos y teórico-sociales, sino que también implican una revisión de cómo se vivencia el espacio de acción profesional.

Espacio de acción profesional que lleva a trascender hacia la vida cotidiana de las personas: hacia sus percepciones, representaciones, temores, soledades, angustias, deseos, configurados o cifrados por las experiencias vividas que le son significativas y que, por su historicidad, son una construcción producto de la presencia de los antecesores y contemporáneos. Ellos y ellas, son aspectos de lo cotidiano en tanto configuran las tipificaciones, recurrencias, situación biográfica, relaciones de alteridad, motivos, acervo de conocimiento, contextos de significado, esquemas de experiencias, esquemas de interpretación; que a final de cuentas se constituyen en eje o foco de estudio particular.

Son los contextos de significado o síntesis de experiencias que Schütz puso de manifiesto en la categoría mundo de la vida. Categoría que cobra centralidad para el trabajo social; Agüero plantea en esa dirección, «el mundo de la vida prácticamente no ha tenido abordaje alguno en el campo del trabajo social. [...] -no la incluyen- como categoría de análisis ni como dimensión de la vida social» (Agüero, 2015, p. 19).

Esta mirada que opta por un acercamiento comprensivo a los procesos de constitución del significado, desde la perspectiva de las y los actores sociales involucrados, interpela igualmente la actuación profesional; recuperando o encontrando en la fenomenología de Schütz el acto reflexivo, la distinción entre acto y acción, significado objetivo, significado subjetivo, contexto motivacional, entre otras muchas categorías fenoménicas que permiten entender como un todo a la investigación social y a la intervención profesional.

De la intervención

Ahora bien, los fundamentos paradigmáticos vistos en la intervención profesional1 aportan elementos de análisis e interpretación de la realidad social; elementos que en la praxis cotidiana permiten revivificar los modelos de intervención profesional.

A partir de estas consideraciones, el autor Bueno (2017) plantea cómo desde las primeras escuelas de trabajo social en Colombia la relación fundamentos teóricos-investigación-intervención se hizo presente:

Se da un proceso de revisión de planes de estudio en 1959 por parte de la puertorriqueña Cecilia Bunker, quien analiza los currículos y crea una nueva propuesta que se llevará a cabo en el Colegio Mayor de Cundinamarca a partir de 1960 (Leal y Malagón, 2006). Se le da así un sentido significativo al conocimiento científico como requisito para la intervención, en términos de darle estatus profesional al Trabajo Social. [...] Se le otorga mayor importancia a la razón científica, se suprime el área médico jurídica y se consolida la estructura curricular alrededor de los métodos tradicionales. Se considera necesario formar profesionales para que comprendan e interpreten la realidad social, lo que lleva consigo el interés por la investigación para la intervención. (p. 79-80)

Luego en la década de los años 70, con la presencia de las teorías marxistas, se inicia una época de crítica a la formación tradicional que se venía dando en las escuelas de trabajo social en Colombia. Lo que cuestionaría la esencia de la intervención entendida a partir de los métodos de caso, grupo y comunidad, promoviendo un cambio e incorporación de estas teorias en los planes de estudio, con el fin de proponer otro tipo de trabajo social.

De esta manera, en la historia del trabajo social estudios realizados (Vélez, 2003; Leal & Malangón 2006; Torres, 2007), muestran la relación entre teorías y formas de intervención caracterizándola desde diversas perspectivas. Es así como Torres (1998) identifica enfoques como el funcionalismo y el empirismo; o Vélez (2003) que los clasifica en tradicionales, críticos y contemporáneos. Los cuales también denomina como convergentes /integradores inspirados en Las escuelas o corrientes de pensamiento de perspectivas comprensivas.

Por su parte, la autora Aura Duque, presenta una «cartografia epistémica» que desde los paradigmas humanista, psicodinamico, sistémico y de la complejidad, deriva en una variedad de modelos para el trabajo social, dado que

Es un ejercicio interpretativo (no un estado del arte o del conocimiento meramente descriptivo) en torno a los métodos de intervención en Trabajo Social a partir de su matriz fundante. […] mediante el delineamiento del tetraedro para la plataforma teórica de la acción: paradigma, modelo-escuela, alternativa-estrategia, metodología-método que define matrices pre-clásicas (método filantrópico), clásicas (método diagnóstico, método psicosocial, método de provisión social, etcétera), de transición (método dialéctico, método único o psicosocial, método integrado o polivalente, método genérico o básico) y contemporáneas (métodos hermenéuticos, fenomenológicos, críticos, otros). Métodos que se ubican en paradigmas: humanista con orientación fenomenológica, pragmatista y cognitiva (Richmond); psicodinámico, tanto con tendencia psicoanalítica, conductista y/o funcionalista, entre el siglo XIX y la década del 40 del siglo XX (Hamilton, Hollis, Perlman, Germain, etcétera); sistémico para las décadas del 50 y 60 del siglo XX, y hoy, siglo XXI (Goldstein, Pincus y Minahan, etcétera); crítico o construccionista, como acción transformadora, educación liberadora (modelo de intervención en la realidad, etcétera.); y complejo o constructivista (para algunos eco-sistémico) desde la década del 70 del siglo pasado (eclosión e hibridación metodológica). (Duque, 2013, pp. 18-20, negrillas y cursivas en el original)

El anterior recorrido suscitado por las diferentes plataformas epistemológicas históricamente manifestadas; pero que en síntesis, hoy se puede contar con una diversidad de enfoques en trabajo social:2

  • Postestructural / Karen Healey (2001).

  • Anti opresivo / Teresa Matus (2018). «Un quehacer vinculado a la lucha contra la opresión y la injusticia, que deje de lado las posturas asistencialistas tradicionalmente utilizadas por trabajadores sociales».

  • Basado en la evidencia / Ann Buchanan (2009). «La mejor investigación posible para asegurar que producen resultados eficaces y efectivos».

  • Hermenéutico (Yañez 2013; Autes, 2005; Karsz, 2007). «Mirar la profesión desde sus propios nichos, discursos y prácticas».

  • Trabajo social marxismo contemporáneo o post estructural. «Considerar los aportes de Laclau y Mouffe al superar la visión estructural del problema e incorporar lo subjetivo en los análisis».

  • Trabajo social funcionalista y el funcionalismo luhmaniano. El conflicto como instrumento de cambio en la intervención social

  • Trabajo social ético y político desde una perspectiva feminista. Según lo manifiesta Olaya «un trabajo social libertario, emancipador y humanista, muy desde Paulo Freire»3.

  • Desde las epistemologías del sur (De Sousa, 2014). Resignificar los propios saberes y provocar procesos de descolonización.

  • Fenomenológico (Agüero, 2015, Falla, 2018). Del significado subjetivo y los motivos presentes en la acción social.

Son distintos enfoques que tienen una fundamentación y un asidero teórico diferente que incide en cómo se asume la perspectiva metodológica-operativa; pero también, y de manera fundamental, tienen que ver con los propósitos que el trabajo social. En tanto busca posicionarse como disciplina de las ciencias sociales contemporáneas, abordando y resignificando diversos contenidos que le son propios y dinámicos con otras ciencias. Sin dejar de lado la permanente y necesaria discusión sobre la cientificidad en las humanidades. Al punto de provocar todo un prisma de opciones y visos que reclaman ser asumidos, al ser ellos mismos constitutivos en el objeto de reflexión epistemológica.

Cada uno de estos elementos a tener en consideración son una opción que, aun cuando sean tomadas por separado, exigen e implican ser conocidos, analizados, interpretados. Configuran opciones de vida para la y el trabajador social, se constituye en una perspectiva política. Puesto que,

El Trabajo Social ha buscado el punto arquimédico con que incrustarse en la realidad, y parece encontrarlo en la categoría «sujeto de necesidades sociales», que el capitalismo, como las ciencias sociales lo habían extraído de la sociedad. Ese sujeto puesto en el centro del hacer del trabajador social, no ha dejado de ser visto de otra manera que sujeto de necesidades sociales; pero también como sujeto detentador de un discurso, o como actor esencialmente político [...]en cualquier caso el punto constituyente, su conversión, la forma de organizar su hacer, su mirada de saber. Donde se suprima ese hacedor, se suprimirá el Trabajo Social. De ahí, la necesidad de sujeto, su punto omnipotente, la exigencia crítica de situarse ante lo social. (Rodríguez, 2013, sp.)

Por ello, para el sujeto, y lo histórico que lo origina en determinada coordenada del mundo total de la experiencia, es viable hablar de la perspectiva en la que se ha incursionado: la fenomenología social, Schütz (1993), dirección en la que expresa una serie de supuestos básicos:

  • La conducta humana es significativa cuando ocurre.

  • Es inteligible en el nivel de la vida diaria.

  • La acción social tiene un significado subjetivo y es intencional.

  • Las estructuras del mundo de la vida están presentes en la estructura de significación que mujeres y hombres construyen a lo largo de sus experiencias de vida.

  • Lo político se entiende desde el mundo simbólico compartido-cultural.

Para el trabajo social ello va a implicar, por un lado, que puede ser resignificado en cuanto se avoque a reconocer el carácter intersubjetivo de la relaciones profesionales. Luego, el punto en el que los sujetos sociales son actores protagonistas de sus experiencias de vida, han sido significativamente influyentes y decisivos en la manera de ser y ver el mundo.

La investigación y la intervención profesional así entendidas, confluyen en un acto reflexivo de atención. Desde luego, parte de un proyecto preconcebido que, una vez puesto en marcha y ha sido ejecutado, se basa en un acto reflexivo de atención sobre el que efectivamente y de manera consciente él y la trabajadora social asume un enfoque epistemológico que fundamenta los sistemas teóricos, conceptuales y referentes metodológicos a partir de los cuales establece o define la praxis que quiere construir.

Dichas consideraciones ubican los fenómenos sociales en la configuración histórica que hacen las personas a partir las experiencias significativas a lo largo de la vida, y desde las cuales significan las relaciones construidas con sus congéneres, contemporáneos y asociados.

La investigación social y la intervención profesional desde este enfoque, implican el reconocimiento de relaciones sociales dentro de una acción social intersubjetiva. Ello supone un ejercicio de interpretación y comprensión a partir de los significados que las personas dan a esas experiencias previas. Lo anterior lleva a colocar en el centro de la praxis profesional a las personas presentes en ese proyecto preconcebido; vale decir que tanto él o la trabajadora social como la o el sujeto social son partícipes y agenciadores de la mencionada praxis.

Esto supone un cambio en las relaciones de comunicación, autoridad y poder. Allí puede primar el sentido por el significado subjetivo, el sentido vivido y expresado que va situando y describiendo tanto al sujeto, como a los mismos hechos o fenómenos sociales que son investigados o intervenidos.

Entender el carácter predado o prefenoménico de los hechos sociales aporta al trabajo social una visión de contexto particular. El método fenomenológico de la comprensión motivacional «debe buscar el contexto de significado que es apropiado desde nuestro punto de vista (o que tiene sentido para nosotros), dentro del cual encaja la acción, interpretada de acuerdo con el significado a que apunta el actor -añado actora-» (Schütz, 1993, p. 115).

Esta perspectiva nos arroja a la consideración sobre el momento de comprender el contexto motivacional, para luego interpretar el significado subjetivo que las y los sujetos sociales dan a sus vidas y a los fenómenos entorno a los cuales se establece la relación profesional. Discusión que iría a cambiar totalmente el sentido y el significado de la intervención y de la investigación social, porque la ubica en un horizonte de sentido donde las personas son seres humanos entendidos a partir de sus propias vivencias. De su mundo, aquel en el que han configurado todo el sistema de tipificaciones que se convierten en insumos del proyecto de vida que cada uno construye. Esto lleva a problematizar el trabajo social y su lugar en la academia y en la sociedad, a entenderlo más allá de los propios límites que los paradigmas hegemónicos le han asignado.

Pensar así la praxis profesional lleva a situarse en un plano vivencial en el que se pueda desplegarse y entenderse lo político y lo ético como un ejercicio de-codificador para volver a las raíces de lo comunitario, del sentido de común-unión.

Lo político y lo ético se localiza en el sentido auténticamente de lo comunitario, donde se es igual, donde se procura por la igualdad o la simetría relacional, donde todos y todas son dignos de las mismas condiciones de respetabilidad, responsabilidad y del sentido de su desarrollo para la humanidad o parafraseando a Schütz (1993) comprender lo ético-político a partir de la propia actividad humana que creó o concibió su origen y sus cursos posibles de existencia en sociedad.

Es, en otros términos, pensar desde la fenomenología social la acción social, se constituye en un proyecto preconcebido en la mente del actor(a) implicado o llamado a ello; es entender la acción del trabajador(a) social como un pre-proyecto que ha sido construido en su mente; en el que a su vez está presente todo un contexto de significado construido a partir de los motivos-para y los motivos-porque, el acervo de conocimiento, las coordenadas de la matriz social, la situación biográfica e incluso las modificaciones atencionales del ser humano. Todo ello confluye en la mente del trabajador(a) social y es lo que hace que construya ese mundo posible, ese mejor de los mundos posibles.

En conclusión, se pueden mencionar algunos de los aportes de la fenomenología social al trabajo social:

  • Reconocer el carácter intersubjetivo de las relaciones profesionales.

  • Reconocer a la y al trabajador social como un sujeta/o que también está presente en la intervención.

  • Resignificar los contextos teóricos desde la incorporación de categorías tales como el mundo de la vida y vida cotidiana, intersubjetividad, sentido común, motivos-para, motivos-porque.

  • Resignificar los contextos prácticos a partir de incorporar categorías como: significados subjetivos y contexto de significatividad, experiencias biográficas.

  • Resignificar los contextos metodológicos a partir de incorporar el método fenomenológico de la comprensión motivacional.

  • Reconocer a los sujetos sociales como actores protagonistas que por sus experiencias de vida le han sido significativas, las cuales influyen en la manera de ser, ver y vivir en el mundo.

  • Entender lo político y lo ético como la construcción a partir de las vivencias significativas (privado) del contexto de organización social y cultural que se tipifica en el mundo de la vida (público).

De esta manera la intervención y la investigación en el trabajo social cotidiano se manifiesta como un proyecto de vida con perspectiva ético político; en constante búsqueda de mejores condiciones de vida para la sociedad. Entender lo político y lo ético como la construcción a partir de las vivencias significativas del contexto de organización social y cultural que se tipifica en el mundo de la vida.

En ese sentido el código ético y deontológico de un trabajador o trabajadora social, tiene la capacidad de ser resignificado, de ser vivenciado permanentemente.

Para finalizar este punto, y ante la diversidad de matices que hoy por hoy adquiere el trabajo social en los debates señalados, conviene que profesionales sociales en el ejercicio cotidiano de intervención se haga preguntas como: ¿Qué enfoques epistemológicos, sistemas teóricos, conceptuales o referentes éticos metodológicos sustentan la investigación y la intervención profesional desde su propia praxis?, ¿Cómo se ve permeada la praxis profesional por la teoría?, ¿Qué o cuál es la intencionalidad en la práctica cotidiana de la intervención y de la investigación social?, ¿Cómo ve el código ético presente en la práctica profesional?.

De las dos caras de la misma moneda: la investigación social y la intervención profesional

«La relación entre investigación e intervención es una relación

que necesita hacerse consciente cada día. Como interviniendo

investigamos, pero como investigamos interviniendo»

(Juanita Barreto)

En concordancia con las ideas planteadas, el objetivo no es deliberar sobre las cuestiones metodológicas de la investigación y de la intervención en la contemporaneidad. No se trata de hablar o explicar los procesos metodológicos y operativos porque ellos son elementos sustanciales que los trabajadores y trabajadoras sociales conocen y que, en la praxis profesional, día a día se ponen en duda y en la cual se configuran certezas y nuevos interrogantes.

Se trata de pensar otros elementos más totalizantes, menos fragmentados, superar las dicotomías o las bipolaridades que nos han llevado a los extremos y que nos impiden avanzar: teoría o práctica, reflexión o intervención, investigación o intervención, disciplinar o inter/transdicisplinar, método o métodos, etc.

A partir de lo anterior, podemos empezar a asumir la intervención profesional y la investigación social desde algunas de las tendencias presentadas, lo cual va a implicar al mismo tiempo una intencionalidad ética-política que, en la formación o desde la academia, otorga un criterio decisivo entre las diversas perspectivas teóricas porque, como ya se mencionó, cada una de ellas configura una intencionalidad que le es propia. La postura requiere de una mirada crítica reflexiva, propositiva y consciente con el sujeto(a) social que es el trabajador(a) social, reconociéndose a sí mismo también como actor social protagónico, inmerso en un ethos epocal del cual se descubre en tanto es un ser social con intereses, necesidades y expectativas profundas frente a su vida, su familia y su contexto social.

En ese sentido, la investigación social y la intervención profesional, deben acompañarse de las teorías contemporáneas que permiten una lectura contextualizada sobre las realidades en la que nos desenvolvemos. El llamado a la academia y a los profesionales es a instaurar la necesidad de una praxis que, a partir de la experiencia misma, permita contrastarse con la realidad. Se espera desde ese punto establecer paulatinamente los fundamentos que lleven a localizar lo que Víctor Yáñez (2013) llama: «el campo de observación, definir y escoger en él las áreas de competencia disciplinaria, focalizar la matriz de convergencia de las mismas, para desde allí objetualizar la realidad de investigación/intervención» (p. 246).

De modo, finalmente, la investigación y la intervención social no son un mero proceso metodológico. Son un proceso lógico y concomitante que permite legitimar las prácticas sociales al articularse con los movimientos sociales. Es un ejercicio profesional que se refiere a un conjunto de prácticas que cobran otro sentido y significación al tejer las relaciones sociales que se construyen en el ámbito del trabajo social. Es la construcción singular de mediación para pensar los procesos como construcciones colectivas.

De ahí que se entienda la necesidad de pensar en un cambio para asumir la investigación y la intervención en el trabajo social. Esto permite hallazgos tales como la participación autentica y existencial de los sujetos en la construcción social de sus realidades. Es decir, entender la investigación social y la intervención profesional no como un proceso metodológico, o como una función en el contexto de una ruta de atención al usuario, como un ámbito o área de intervención con unos niveles de intervención profesional, sino como una construcción donde se acude a la capacidad de agencia, participación y experiencias significativas de la población con la cual trabajamos.

Esto es lo que ha cobrado el nombre de una praxis, a partir de la cual es posible concebir las diferentes dimensiones de la investigación como eje de la práctica profesional y a la práctica profesional como eje de la investigación. Es entenderla como un proceso articulado entre el trabajador(a) social y las y los sujetos sociales. Esto trasforma la intervención y la investigación en una práctica política. Como lo expresara Martinelli: «Esse é um dado que nos indica a importância da dimensión política dessa pratica, da sua dimensión cultural» (Martinelli, 1999, p. 12)4.

En consecuencia, hablar entonces de la praxis profesional como un momento angular, donde la investigación y la intervención son una práctica política. A fianza lo que, Parafraseando a Martinelli, se consolida en la medida en que tal vez por la ausencia de entender estas cuestiones, se ha venido concibiendo a la investigación social alejada de la intervención; como un ejercicio de intervención que se carece de reflexión. Quizá por ello el énfasis ha sido puesto en el eje de la práctica social, pero con poca reflexión sobre la misma.

El trabajo social ha incidido en procesos de cambio social que deben ser problematizados cuanto antes, sistematizados para dar cuenta de ese conocimiento producido. Esto es analizar la práctica social, hablar sobre lo que pasa en esas construcciones sociales, en esas acciones colectivas acaecidas por la cuestión de la intervención y de la investigación; en síntesis, reclama por la recuperación de un saber desde la acción profesional.

Me apoyo en Martinelli (1999), en Olaya (2017), en Matus (2018), para plantear la necesidad de que los trabajadores sociales se capaciten y desarrollen habilidades, y así consolidar un componente ético y político de dicha práctica social. En otras palabras, sumado a la capacidad operativa, hay que adicionar la consistencia argumentativa, la fundamentación teórica y epistemológica para la construcción de saberes. Comparto que el ejercicio del trabajo social fundamentado es una construcción socio política que también es histórica; pero para ello debe ser un ejercicio colectivo.

Lo anterior es factible, si pensamos nuestra praxis a la luz de la otredad o la alteridad; donde el eje sea el otro, los otros como un sujeto y sujeta social. Ese sujeto es visto superficial y banalmente. Como si el centro de referencia fuera el profesional o las instituciones y no los actores que se construyen con nosotros. Ellos y ellas, nosotros en conjunción, otorgamos un sentido al trabajo social. Esto quiere decir, finalmente, alejarnos de toda percepción que piense a los sujetos como carentes, menesterosos o necesitados, sino que pensemos en las situaciones sociales de inequidad e injustica que circunscriben prácticas sociales particulares, en permanente búsqueda de una vida digna y humana sin excepciones de ninguna naturaleza.

Ahora bien, a veces vemos la institución al servicio del trabajador o trabajadora social y no al servicio de las personas. Esto es una inversión de los valores, como sostiene Marinelli. Las instituciones existen para responder a las demandas de los usuarios y no al contrario. Es imprescindible para construir colectivo ponernos en la sensibilidad y la capacidad del otro. Él o ella, es quien nos puede manifestar sus creencias, carencias, necesidades, experiencias, expectativas, etc. «que se não nos colocarmos a escuta do outro, não teremos como construir o coletivo» (Martinelli, 1999, p. 13)5. Parafraseando las invaluables ideas de la autora citada, lo manifiesto es captar la forma concreta en que se dan los fenómenos sociales. Es hacer J abstracciones de ellas. La forma de ser y la forma de aparecer. En este tránsito entre lo que se es y lo que se aparece, están forjándose en medio de una continua construcción social, económica, política e histórica. Son los fenómenos sociales expresados por los sujetos, que es diferente a los sujetos entendidos como problemas sociales.

Trabajar interdisciplinariamente y transdisciplinariamente es la consigna. Las situaciones de injustica social, exclusión e inequidad requiere de intervenciones coadyuvantes. La modernización ha generado efectos de pobreza en muchos y riqueza en pocos, inclusión en pocos, exclusión en muchos; tautologías de fenómenos sociales que requieren ser abordados desde las diversas disciplinas. Pero no desde el foco univisual de lo disciplinar, se requiere un abordaje en su totalidad o integralidad.

Ahora bien, para concluir, desde los planes de estudio se hace cada vez más necesario hacer presentes o manifiestas a las pioneras, debatirlas y ponerlas hoy en el centro de nuestros análisis. Invitación de Miranda y Travi en sus investigaciones, para incorporarlas de manera explícita en los planes de estudio, así como los diversos enfoques de trabajo social desde las diversos paradigmas o matrices teóricas que no son propiedad de una disciplina y que, por el contrario, hoy claman por un dialogo inter y transdisciplinar, para recobrar el «debate sobre la relación individuo-sociedad (...) la perspectiva del actor y su participación activa de sujeto en el proceso de intervención -añado de investigación» (Miranda, 2010, p. 13).

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1 Artículo producto de la investigación titulada «Lectura a los discursos del trabajo social contemporáneo: revisitación a las categorías reflexivas y de investigación disciplinaria en Colombia y Chile».

1«Intervención para referirse a la práctica de trabajo social, no en su connotación negativa de interferencia o acción pasiva unidireccional, sino aludiendo a su etimología: inter=entre y viniere=venir; es decir, estar entre o actuar-participar en reciprocidad con otros; la praxis como critica a la razón instrumental». (Duque, 2013, p. 17)

2Se reconocen distintos aprendizajes en el doctorado en trabajo social de la Universidad Nacional de la Plata-Argentina. En el seminario de matrices teóricas se analiza el trabajo social desde diversas perspectivas: desde el materialismo histórico dialectico con los planteamientos de la Dra. Rosangela Batistoni, la perspectiva de Pierre Bordieu; herramientas para el análisis del mundo social con las disertaciones de la Dra. Alicia Gutiérrez y la disputa del concepto de crítica en el trabajo social contemporáneo con los sugestivos y retadores planteamientos de la Dra. Teresa Matus.

3Entrevista con E. Olaya, Universidad Nacional de Colombia, 25/09/2018.

4Este es un hecho que nos muestra la importancia de la dimensión política de esta práctica, desde su dimensión cultural» (traducción propia).

5«Que, si no nos ponemos a la escucha del Otro, no tendremos como construir en colectivo» (traducción propia.

Cómo citar este artículo: Falla Ramírez, Uva (2019). Investigación social e intervención profesional: categorías centrales en la praxis del trabajo social. Tabula Rasa, 31, 271-288. DOI: https://doi.org/10.25058/20112742.n31.11

Recibido: 12 de Noviembre de 2018; Aprobado: 14 de Marzo de 2019

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