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Tabula Rasa

Print version ISSN 1794-2489

Tabula Rasa  no.35 Bogotá Sep./Dec. 2020  Epub Feb 26, 2021

https://doi.org/10.25058/20112742.n35.04 

Artículo de investigación

Los orígenes de la idea del «colonialismo interno» en el pensamiento crítico del comunista afroamericano Harry Haywood: crónica de una conversación con Gwendolyn Midlo Hall

The origins of the idea of ‘internal colonialism’ in African-American Communist Harry Haywood’s critical thinking: A Chronicle of a Conversation with Gwendolyn Midlo Hall

As origens da ideia do “colonialismo interno” no pensamento crítico do comunista afroamericano Harry Haywood: crônica de uma conversa com Gwendolyn Midlo Hall

Juan Vicente Iborra-Mallent1  , Maestro en Estudios Latinoamericanos, UNAM
http://orcid.org/0000-0002-0336-3128

Daniel Montañez-Pico2  , Doctor en Estudios Latinoamericanos, UNAM.
http://orcid.org/0000-0002-9660-9499

1 Maestro en Estudios Latinoamericanos, UNAM . Universidad Nacional Autónoma de México. Email: juan.v.iborra@gmail.com

2 Doctor en Estudios Latinoamericanos, UNAM. Universidad Nacional Autónoma de México. Email: danielm9876@hotmail.com.


Resumen:

Harry Haywood (1898-1985) fue un destacado comunista afroamericano que, comprendiendo el racismo como un problema fundamentalmente económico, sostuvo que la población afroamericana era tratada como una «colonia interna», plasmando la idea en su conocida obra Negro Liberation (1948). Sin embargo, este origen del concepto de «colonialismo interno» en los marxismos negros es ignorado por la escuela latinoamericana liderada por Pablo González Casanova y Rodolfo Stavenhagen, quienes se lo atribuyen al sociólogo estadounidense Charles Wright Mills a finales de los años 50. En este texto presentamos la crónica de una conversación, sobre esta y otras cuestiones relacionadas, mantenida con la viuda de Haywood, la historiadora estadounidense Gwendolyn Midlo Hall, profesora emérita de historia latinoamericana y caribeña de la Universidad de Rutgers y de la Universidad del Estado de Michigan.

Palabras clave: Harry Haywood; Gwendolyn Midlo Hall; colonialismo interno; marxismo negro.

Abstract:

Harry Haywood (1898-1985) was a prominent African-American communist, who -drawing from the understanding of racism as an essentially economic problem- argued that African-American population was treated as an ‘internal colony’, an idea he portrayed in his well-known work Negro Liberation (1948). However, this root of ‘internal colonialism’ notion in Black Marxisms has been disregarded by the Latin American school led by Pablo González Casanova and Rodolfo Stavenhagen, who assign it to American sociologist Charles Wright Mills in late 50s. This article presents a chronicle of a conversation on this and other related issues held by Haywood’s widow and American historian Gwendolyn, an emerita professor of Latin American and Caribbean History at Rutgers University and Michigan State University.

Keywords Harry Haywood; Gwendolyn Midlo Hall,; internal colonialism; black marxism

Resumo:

Harry Haywood (1898-1985) foi um importante comunista afroamericano que, ao assumir o racismo como um problema fundamentalmente econômico, afirmou que a população afroamericana era tratada como uma “colônia interna”, ideia que tratou em sua obra titulada Negro Liberation (1948). Contudo, essa origem do conceito de “colonialismo interno” nos marxismos negros é desconhecida pela escola latino-americana liderada por Pablo González Casanova e Rodolfo Stavenhagen, eles o atribuem ao sociólogo estadunidense Charles Wright Mills a final dos anos 50. Nesse texto apresentamos a crônica de uma conversa sobre essa e outras questões relacionadas, mantida com a viúva de Haywood, a historiadora estadunidense Gwendolyn Midlo Hall, professora emérita de historia latino-americana e caribenha da Universidade de Rutgers e da Universidade do Estado de Michigan.

Palavras-chave: Harry Haywood; Gwendolyn Midlo Hall; colonialismo interno; marxismo negro

Introducción

La idea del colonialismo interno planea sobre el pensamiento crítico afroamericano al menos desde el siglo XIX, cuando Martin R. Delany definió en 1852 a la población negra de Estados Unidos como una «nación dentro de otra nación». Pero la discusión del concepto propiamente dicho llegaría a principios del siglo XX, siendo debatido intensamente en los años 20 en el seno de la Internacional Comunista. En este momento el comunista afroamericano Harry Haywood formuló junto al comunista negro sudafricano James La Guma y al ruso Nikolai Nasanov la hipótesis del colonialismo interno para analizar la situación de la población negra en Estados Unidos y Sudáfrica. Algunos años más tarde, Haywood publicaría la primera gran obra sobre la idea, Negro Liberation (1948), en la que analizó la situación de dominación colonial de la población negra en el seno de los Estados Unidos, apostando por la lucha de liberación nacional y el establecimiento de una república afroamericana autónoma en el llamado Black Belt al sureste del país.

Después de abordar las posibles razones de la ignorancia de la escuela latinoamericana del colonialismo interno sobre los orígenes afroamericanos de la idea, el presente texto aborda el análisis de sus orígenes en el pensamiento y vida de Harry Haywood. Para su elaboración tomamos como base una larga conversación mantenida con su viuda, Gwendolyn Midlo Hall, a finales del verano de 20191. El trabajo sigue temáticamente la discusión mantenida con la profesora, incluyendo una serie de referencias bibliográficas que ella misma nos fue sugiriendo. Agradecemos enormemente la posibilidad de conversar largo y tendido con Gwendolyn, quien es seguramente una de las personas vivas con recuerdos más cercanos en torno a episodios centrales del desarrollo del comunismo en los Estados Unidos y de la participación de los afroamericanos en el movimiento.

Fotografía de los autores

Imagen 1 Durante la conversación con Gwendolyn Midlo Hall, agosto de 2019  

El desconocimiento del pensamiento crítico latinoamericano sobre los orígenes afroamericanos de la idea de «colonialismo interno»

Es ampliamente conocida la cuestión de que el famoso concepto del «colonialismo interno» fue introducido en el debate de las ciencias sociales latinoamericanas críticas a través de la recepción que Pablo González Casanova y Rodolfo Stavenhagen hicieron de una conferencia que el sociólogo norteamericano Charles Wright Mills dio en 1959 en Brasil, donde exponía lo siguiente:

Las camarillas, clases e instituciones que gobiernan en el mundo subdesarrollado a menudo lo tienen muy bien. ¿Por qué deberían tener que cambiar? Dado el desarrollo desigual... las secciones desarrolladas dentro del mundo subdesarrollado... son un curioso poder imperialista, que tiene colonias internas, por así decirlo. A veces son Estados, pero en realidad no naciones, y los Estados que dominan son a menudo parásitos de la economía en lugar de instrumentos para crear una nueva economía. (Mills, 1963; p.154, énfasis y traducción propia)

Desde entonces, Casanova y sus seguidores siempre han atribuido a Mills ser el primero en usar la expresión «colonialismo interno» (González Casanova, 2006, p. 415; Torres Guillén, 2014, p.51). Esta línea también la han defendido estudiosos de la historia del concepto. Por ejemplo, José Gandarilla, en un artículo reciente, aunque admite que Mills debió estar influenciado por la situación de la población afroamericana en Estados Unidos para esbozar la idea (Gandarilla, 2018, p.148), sigue planteando que el debate inicial de la noción ha de ubicarse en los años 50 y 60 en los diálogos entre la sociología mexicana y brasileña, propiciados por encuentros académicos en Río de Janeiro a los que también acudía Wright Mills:

La historia da cuenta de que la difusión inicial de la noción de «colonialismo interno» debe ubicarse en el marco del precursor intercambio académico entre Brasil y México, y de los procesos de conformación de las tradiciones sociológicas en ambos países, suscitada en un inicio por la iniciativa de Luis Costa Pinto y Lucio Mendieta y Núñez, desde los años cincuenta del siglo pasado, y que fuera empujada también por Pablo González Casanova mientras fuera director de la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales desde 1957 a 1965, y en simultáneo presidente del Consejo de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales con sede en Santiago de Chile, desde 1959 a 1965. (Gandarilla, 2018, p.147)

Sin embargo, la idea de «colonialismo interno» ya estaba presente en el pensamiento crítico afroamericano al menos desde los años 20, especialmente en los círculos comunistas como veremos más adelante. Entonces, ¿cómo es posible que la escuela latinoamericana ignore toda esta tradición previa y le atribuya la invención del concepto a Mills cuarenta años más tarde? Aquí encontramos, obviamente, el factor de la escasa relación entre la intelectualidad crítica afroamericana con la latinoamericana, pero también el ocultamiento de la cuestión por parte del propio Mills, quien parece que no compartió este hecho con sus colegas latinoamericanos. Es difícil que Mills ignorara las propuestas sobre el colonialismo interno de los comunistas afroamericanos, por lo que sólo cabe especular, en el mejor de los casos, que por tratarse de una pequeña referencia no vio necesario presentar una genealogía de la categoría. Su sorpresivo fallecimiento en 1962, justo cuando la escuela latinoamericana del colonialismo interno empezaba a cuajarse, sería otra de las importantes razones por las cuales no pudo advertir de que le estaban considerando pionero de algo que había sido desarrollado intensamente en el pensamiento afroamericano desde hacía décadas.

Aunque, llegados a este punto, es importante señalar que, lamentablemente, también en la sociología estadounidense el ocultamiento de las raíces afroamericanas del concepto es algo habitual. El uso que Mills hizo de la idea se conectaba con una tendencia en la sociología estadounidense de la época para reflexionar en torno a la opresión hacia la población afroamericana, latina, chicana e indígena bajo ese término. Como denuncia Charles Pinderhughes, en estos trabajos es difícil encontrar referencias sobre los orígenes del concepto en los comunistas afroamericanos y, además, se percibe un uso menos crítico y radical de la idea, por lo que concluye que la incorporación de la propuesta en círculos académicos disociados de las tradiciones que formularon estas problemáticas no solo oculta e invisibiliza las propuestas de pensadores racializados, sino que además despolitiza las ideas al convertirlas en categorías sociológicas que pierden de vista el horizonte de experiencia que las nutrieron (2011, p.251).

Entonces, la falta de señalamiento del origen del concepto por parte de Mills, unida a la escasa relación entre la intelectualidad crítica afroamericana con la latinoamericana, podría explicar en un primer momento el desconocimiento de la escuela latinoamericana sobre los orígenes afroamericanos del concepto. Pero lo que llama la atención es que, con el paso de las décadas y la facilidad de acceder a materiales bibliográficos online, aún se mantenga intacto. Sorprende esta ignorancia especialmente en Casanova, debido a que él mismo fue uno de los pocos que impulsó desde los años 60 la traducción de diversas obras de marxistas africanos y afrodescendientes a través de la editorial Siglo XXI, además de que su colega cercano, el marxista egipcio, analista del sistema-mundo, Samir Amin, con quien ha escrito libros en común, llegó a afirmar sobre la cuestión lo siguiente:

En los años 1920, el partido comunista de Sudáfrica fue el promotor de la teoría del colonialismo interno (una teoría adoptada en los años 1930 por un líder afroamericano del PC de Estados Unidos, Harry Haywood, pero no lo apoyaron sus compañeros «blancos»). Sacó las siguientes conclusiones: que los altos ingresos de la minoría «blanca» y los ingresos increíblemente bajos de la mayoría «negra» eran dos caras de la misma moneda. (Amin, 2009, p.118)2

Además, parece incluso que Casanova y sus seguidores no se han tomado la molestia de leer la entrada de internal colonialism en la wikipedia en inglés, donde se le atribuye el primer uso al economista liberal sudafricano Leo Marquard en 1957 -dos años antes que Mills- en su obra South Africa's Colonial Policy, como suele ser habitual en la literatura en inglés sobre la historia del concepto. En la wikipedia en español directamente se menciona a Casanova como el creador de la idea obviando todas las demás escuelas precursoras. Ambas wikipedias ignoran el uso previo del concepto por parte de los comunistas afroamericanos (última visita en ambas wikipedias 26/04/2020). Esta situación de ocultamiento de las raíces afroamericanas del concepto ha sido denunciada por autores como Ramón Grosfoguel, quien la relaciona con el racismo epistemológico que aun está muy presente en la izquierda latinoamericana eurocéntrica (2018, p.14). Cuando compartimos esta cuestión con la profesora Gwendolyn Midlo Hall, ella no se sorprendió de la confusión y desconocimiento latinoamericano sobre el origen de la idea, pues reconoció que es muy habitual que los académicos bien posicionados se apropien de ideas que surgen de los movimientos de los pueblos colonizados presentándolas como propias.

Los orígenes de la idea del colonialismo interno

Para Gwendolyn el surgimiento de esta idea se remontaría a la época de la «Reconstrucción» en el siglo XIX3. Recién abolida la esclavitud en 1863, los problemas de la población afroamericana no cesaron debido a la negación de aceptar su libertad por parte de amplios sectores de la sociedad blanca del sur, que intentaron de diversos modos continuar superexplotándoles en las plantaciones. Ante esta situación, muchos afroamericanos, desconfiados de poder ser libres viviendo junto a los blancos, tomaron la determinación de migrar y luchar por un territorio propio donde poder vivir verdaderamente libres y autogobernarse. Entre sus variadas experiencias destacaron las migraciones masivas a Kansas (1879-1881), apoyadas por líderes como Henry Adams, quien era parte de una organización afroamericana precursora de la idea de luchar por un territorio propio, el Colonization Council, desde donde esgrimió las siguientes afirmaciones en el senado de los Estados Unidos:

Nosotros, la raza de color del Sur, llamamos al presidente y al Congreso de los Estados Unidos a mirar hacia atrás en la sangre derramada en el campo de batalla por nuestra raza en defensa del gobierno; mire hacia atrás en el algodón y el azúcar criados por nuestro trabajo; en vista de esos hechos, merecemos que los derechos garantizados por la Constitución nos sean restaurados, brindándonos una amplia protección en su mantenimiento. Si no se puede brindar esa protección y carecen de la fuerza para restablecer nuestros derechos perdidos, pediríamos respetuosamente que se nos asigne parte del territorio en el que podamos colonizar nuestra raza; y si eso no se puede hacer, que nos garanticen los medios apropiados para que podamos colonizar en Liberia o en algún otro país. (citado en Painter, 1986, p.88, traducción propia)

Así, pese a ser culturalmente americanos, se llegaron a concebir, por sus particularidades históricas relacionadas con la esclavitud, como una nación oprimida que merecía liberarse y gozar de su propio territorio autogobernado. La idea de asumirse como nación era incluso anterior a la abolición de la esclavitud y generalmente estuvo vinculada a los movimientos del Back to Africa4, siendo Prince Hall uno de los primeros afroamericanos en defenderla. Además, en la década de 1830 se dieron llamados a la solidaridad nacional por parte del Black Convention Movement, formulándose concepciones en torno a la nación negra y la migración hacia Canadá para huir de la persecución racial. No obstante, generalmente se le atribuye a Martin R. Delany ser el primero en definir claramente a la población negra de Estados Unidos como una «nación dentro de otra nación» en una obra de 1852 en la que afirmaba:

En todas las edades, en casi todas las naciones, existieron naciones dentro de naciones, pueblos que, aunque formaban parte integrante de la población, eran, por la privación de la igualdad política con los demás, una parte restringida del cuerpo político de tales naciones…. Para los gobernantes no es suficiente que estas personas se vean privadas de los mismos derechos, sino que, para lograr el éxito, debe ser afirmada su inferioridad por naturaleza como razas distintas…Esta es la situación de varios pueblos en Europa, naciones dentro de las naciones durante siglos, sin la esperanza de la redención entre quienes las oprimen. Pero, por desfavorable que sea su condición, no hay peores condiciones que las de las personas de color de los Estados Unidos. Estados Unidos, infiel a sus principios de igualdad republicana, ha seguido una política de degradación política hacia una gran parte de sus compatriotas nacidos en el país, y esa clase es la gente de color. Negada una igualdad no solo de los derechos políticos sino también de derechos naturales, en comparación con el resto de nuestros conciudadanos, no hay tipo de degradación a las que no estemos sujetos… Tenemos corazones y virtudes nativas, al igual que otras naciones; que en su pureza prístina son nobles, potentes y dignas de ejemplo. Somos una nación dentro de una nación; como los polacos en Rusia, los húngaros en Austria, los galeses, irlandeses y escoceses en los dominios británicos. Pero hemos sido, por nuestros opresores, despojados de nuestra pureza y corrompidos en nuestras características nativas, por lo que hemos heredado sus vicios, y solo algunas de sus virtudes, dejándonos en el carácter, realmente un pueblo roto…Los reclamos de ningún pueblo, de acuerdo con la política y el uso establecidos, son respetados hasta que se presentan desde la reivindicación nacional. (Delany, 1993;1852, pp.12-14/209-210, traducción propia)

Más tarde, a principios del siglo XX, la idea de una nación negra fue recogida en los movimientos del Back to Africa por líderes como Henry McNeal Turner y Marcus Garvey. Sin embargo, las propuestas que nos interesan más en este caso, son aquellas que plantearon una lucha territorial en el seno de Estados Unidos, que contribuyera a un reparto de la tierra que implicara a su vez el fin de la posición subordinada del negro americano en la economía de plantación. Esta idea, que se cristalizó en propuestas secesionistas en la década de 1920, se fundaba en una práctica política de largo aliento en la historia de la población negra de Estados Unidos cuyos orígenes podríamos situar incluso en las revueltas y resistencias frente al modelo esclavista desde el siglo XVII. No obstante, Gwendolyn señala que el debate teórico en torno al colonialismo interno comenzó cuando la idea aterrizó en el campo de discusión de los partidos comunistas a principios del siglo XX. El primer antecedente en este sentido se encuentra en el propio Lenin, quien escribió entre 1917 y 1920 sobre la población negra de Estados Unidos lo siguiente:

En los Estados Unidos, los negros (así́ como los mulatos y los indios) constituyen únicamente el 11,1% de la población y deben ser considerados como nación oprimida, por cuanto la igualdad conquistada en la Guerra de Secesión de 1861-1865 y respaldada por la Constitución de la Republica fue restringiéndose cada vez más, en muchos aspectos, en los sitios de mayor densidad de población negra (en el Sur) (Lenin, 1973).;1917, p.82). No basta con que en toda la labor de agitación y propaganda de los partidos comunistas -tanto desde la tribuna parlamentaria como fuera de ella- se denuncien implacablemente las continuas violaciones de la igualdad de las naciones y de las garantías de los derechos de las minorías nacionales en todos los Estados capitalistas, a despecho de sus constituciones «democráticas». Además de eso, es preciso: 1) explicar de manera constante que sólo el régimen soviético puede proporcionar realmente la igualdad de derechos de las naciones, uniendo primero a los proletarios, y luego a toda la masa de los trabajadores, en la lucha contra la burguesía, y 2) que todos los partidos comunistas presten una ayuda directa al movimiento revolucionario en las naciones dependientes o que no gozan de igualdad de derechos (por ejemplo, en Irlanda, entre los negros de EE.UU., etc.) y en las colonias. (Lenin, 1973;1920, p.54)

La hipótesis fue arropada por Stalin, que compartía la visión de Lenin sobre la autodeterminación para la población negra de Estados Unidos, por lo que organizó las discusiones necesarias para que la idea fuera aprobada como línea oficial de la Internacional Comunista en los resolutivos del VI Congreso del Comintern de 1928 (Bay Area Study Group, 1979, p.324). Uno de los principales agentes de Stalin llamados a promover esta posición fue Nikolai Nasanov, representante de la Internacional Juvenil Comunista en Estados Unidos, quien se propuso sumar comunistas afroamericanos a la línea. Tuvo poco éxito, pero logró convencer alguno como Harry Haywood, ganándose la oposición de otros como Otto Hall (hermano de Haywood) y James W. Ford. Fue así como se conformó en 1927 en Moscú la comisión que preparó el debate en el congreso, teniendo a Nasanov y Haywood como principales partidarios de la autodeterminación y a Hall y Ford junto al comunista húngaro Endre Sik como principales defensores de la posición de la integración y la lucha por la igualdad (Haywood, 1978, p.162). Finalmente se impuso la línea de Haywood y Nasanov, lo cual no fue una sorpresa debido a que contaban con el apoyo expreso de Stalin. Esta quedó plasmada en los resolutivos del VI Congreso de la Internacional Comunista de 1928:

Mientras continúa y se intensifica la lucha por la plena igualdad social y política para los negros, que debe seguir siendo el eslogan central de nuestro Partido para trabajar junto a las masas, el Partido debe manifestarse abiertamente y sin reservas por el derecho de los negros a la autodeterminación nacional en los estados del sur, donde los negros forman la mayoría de la población. (Comintern, 1975 ;1928-1930, p.14, traducción propia)

retomado de: http://beltzaraimages.blogspot.com/2013/09/black-belt-usa.html

Imagen 2 El Black Belt, zona propuesta para la república afroamericana  

La decisión tuvo una mala recepción en términos generales en el CPUSA y entre sus integrantes afroamericanos, reconociendo el propio Haywood que en su momento Cyril Briggs y él mismo fueron los únicos en exponerla y defenderla (Haywood, 1978, p.230). Sin embargo, hay que decir en su favor que en 1928 tan sólo había medio centenar de afroamericanos en el partido comunista estadounidense y de hecho se confiaba en que este cambio de línea pudiera atraer a más (Bay Area Study Group, 1979, p.323). El problema fundamental de esta mala recepción radicaba en que para los militantes comunistas de Estados Unidos las proclamas del nacionalismo negro estaban relacionadas con movimientos de ideología burguesa como el de Marcus Garvey, lo que dificultaba la aceptación de la nueva línea. En este momento en los círculos comunistas era habitual confrontar virulentamente el garveyismo como una ideología falsa, perversa y burguesa, llegándose a considerar su nacionalismo negro como un «racismo invertido». Además, el resolutivo no atendía el problema de los afroamericanos del norte de Estados Unidos, por lo que el Comintern tuvo que hacer un añadido al texto en 1930 en el que planteaba que también había que apostar por la línea de la liberación nacional en su caso, manteniendo que el Estado propio se realizara en el sur del país debido a la mayor concentración histórica de población negra. Esta cuestión se volvía muy problemática, como el propio Haywood reconoció años más tarde, debido a que en la época ya existía un flujo migratorio de afroamericanos procedentes del sur que buscaban trabajo en las ciudades industriales del norte (Haywood, 1978, p.280).

El CPUSA mantuvo la tesis de la autodeterminación hasta 1959 contra una creciente oposición interna que alertaba sobre su incapacidad de responder a las coyunturas de su tiempo. La Gran Depresión afectó de manera sustancial a la población negra y el programa de autodeterminación fue relegado por el sindicalismo y la lucha contra la discriminación. Así, se conformó el Congreso Americano de los Trabajadores Negros, que en 1930 se convirtió en la Liga de la Lucha por los Derechos Negros que presidiría Langston Hughes. En Tallapoosa County (Alabama) se constituyó en 1931 el Sharecroppers Union (Sindicato de Aparceros) que aglutinó a miles de trabajadores agrarios en el sur. Esta organización impulsó mejoras en las condiciones laborales de los trabajadores negros en el campo y se involucró activamente en el juicio de los chicos de Scottsboro6. En esta coyuntura, Haywood trató de actualizar la perspectiva adoptada en el VI Congreso de la Internacional Comunista en un texto de 1933, The Struggle for the Leninist Position on the Negro Question on the United States, donde reflejaba cómo en el sur, a través de las leyes de segregación racial, imperaba una situación de subordinación para los trabajadores agrarios negros. Allí plantearía que el juicio de Scottsboro, los linchamientos, la explotación salarial y el endeudamiento, la apropiación de los cultivos por parte de los terratenientes, la negación de los derechos civiles y los regímenes de segregación, demostraban la continuidad de la economía de plantación y las prácticas de control de la fuerza de trabajo en el sur por medio de estrategias coloniales de dominación, por lo que a su juicio la tesis de la autodeterminación seguiría siendo válida en la nueva coyuntura.

La primera gran obra sobre el colonialismo interno: Negro Liberation (1948)

Pese a los cambios políticos y sociales, Haywood continuó defendiendo la línea de autodeterminación durante toda su vida. En 1948 amplió las tesis en torno a la cuestión negra, que ya expuso anteriormente en el texto de 1933, a partir de un análisis histórico de la situación de la población negra en el sur de los Estados Unidos. Este trabajo lo habría publicado antes, pero se retrasó varios años por su participación en la Guerra Civil Española y posteriormente en la Segunda Guerra Mundial. Con el término de esta última pudo publicar su trabajo que tomó como título Negro Liberation7. Aquí analizó cómo la población afroamericana era organizada en términos salariales, productivos y estructurales (abordando dimensiones jurídicas, de participación política y de violencia), de forma muy similar a las naciones colonizadas. Así como el imperio británico había actuado con sus posesiones coloniales en la India o el Caribe, en el caso de Estados Unidos se establecía un vínculo colonial «interno» o «doméstico» con la población negra dentro de su propio país. Haywood lo expresa de la siguiente forma en esta obra:

Aunque la comunidad negra en esta área tiene unidos todos los elementos económicos y sociales del capitalismo, no debemos perder de vista el hecho decisivo de que la economía de la región sigue atrasada y apegada al carácter agrario. El desarrollo completo del capitalismo moderno ha sido aquí detenido arbitrariamente. A este respecto, la economía de esta región es similar a la de naciones coloniales retrasadas. Se puede decir que el Black Belt es una especie de colonia interna del imperialismo estadounidense, concebido para funcionar principalmente para la producción de materias primas para este último. El carácter de la opresión del pueblo negro en Estados Unidos en ningún sentido difiere del de los pueblos coloniales. La economía de la región no está controlada por los capitalistas negros. Su dirección inmediata está en manos de los capitalistas y propietarios locales blancos, que actúan como el comando avanzado para los verdaderos gobernantes: la dinastía financiera de Wall Street. (Haywood, 1948, p.146, énfasis y traducción propia)

Para Haywood la dependencia económica se habría consolidado históricamente tras el período de la Reconstrucción al impedirse de manera deliberada el desarrollo de las fuerzas productivas en el sur, lo que obedecía a un impulso por producir materias primas mediante el uso de mano de obra barata local «superexplotada», con el objetivo de transferirlas a las metrópolis a bajo coste. Eso demostraría cómo la desindustrialización e industrialización intermedia en ciertas regiones respondían a una alianza entre el capital monopólico de Wall Street y las élites terratenientes en las zonas tradicionales de economía de plantación en el sur del país. Además, el disciplinamiento y control de la mano de obra afroamericana exigía renovados mecanismos tras la abolición de la esclavitud como el trabajo forzado por vagancia, la persecución jurídica y la criminalización, el endeudamiento, los altos intereses en los préstamos y comisiones, los contratos fraudulentos, la marginación económica, la falta de oportunidades económicas y educativas, la segregación residencial, así como la baja movilidad social y geográfica, el hambre y los linchamientos. Esto contribuyó a la emergencia de nuevas formas de servidumbre. De ese modo, todas las instituciones extraeconómicas de coerción racial fueron diseñadas para mantener a los negros «en su lugar», primero a través de ciclos de violencia y más adelante con políticas de promoción social como forma de asimilarlos a la ciudadanía y al mercado estadounidense, pero sin transformarse las formas de dominación estructural.

Un elemento fundamental analizado en esta obra fue la falta de acceso a la tierra, que se veía reflejada en la disparidad racial en el acceso a la misma, lo que condenaba a la gran mayoría de campesinos negros a verse forzados a insertarse en este ciclo tortuoso de dependencia como inquilinos, apareceros, trabajadores asalariados y arrendatarios. Además, la presencia de mano de obra barata hacía poco propicia la introducción de tecnología, lo que desincentivaba la mecanización en el campo, siendo necesario mantener los tradicionales sistemas de organización del trabajo y de modos de producción cuasi feudales para hacer beneficiosa la superexplotación en el trabajo. Aunque en este punto reconocía que, con los años, esa situación se iría modificando progresivamente, en aquel momento la única forma de evadir esta situación era migrando hacia el norte industrializado para incorporarse a la gran industria como trabajadores baratos e instalándose en áreas residenciales segregadas, reproduciendo nuevos ciclos de dependencia. Esta situación contribuyó al mismo tiempo a producir una reserva especial de mano de obra barata que constituía un instrumento por medio del cual recortar estándares y derechos a la clase trabajadora blanca, lo que a su vez se convertía en un elemento de división y dificultaba la unidad de clase. En ese sentido, para Haywood era importante superar las diferencias raciales por medio de la alianza entre los trabajadores negros y blancos, tanto en las zonas rurales como industrializadas, lo que necesariamente entraba en contradicción con los intereses de la segregación racial y el capital monopólico.

En este momento es interesante poner en perspectiva el vínculo que Haywood identifica entre el colonialismo interno y la cuestión de la superexplotación. Como sabemos, fue el investigador brasileño Ruy Mauro Marini el primero que desarrolló sistemáticamente desde el marxismo la idea de superexplotación en la década de los años 70, la cual definió como la base de la dependencia estructural de América Latina. De hecho, desde la corriente marxista dependentista enfrentaron esta idea a la visión del colonialismo interno tal y como la estaban desarrollando Casanova y Stavenhagen, quienes llegaban a plantear que la población urbana mestiza se beneficiaba de un colonialismo interno que oprimía a la población indígena campesina, cuestión que anunciaba la inviabilidad de la alianza entre la clase obrera urbana y rural en América Latina. Por el contrario, los dependentistas marxistas, sin negar la existencia de opresiones internas político-culturales y de todo tipo hacia la población indígena, consideraban que la superexplotación que sufrían la mayoría de latinoamericanos (indígenas y no indígenas) era la base de la dependencia estructural de sus países y, por tanto, de la degradación general de todos sus trabajadores. Esto se daba ya fueran urbano-mestizos o indígena-rurales, considerando que los seguidores de la idea de colonialismo interno «reemplazaban las contradicciones de clase por un sistema indeterminado de contradicciones nacionales y regionales» (Cueva, 2018;1979, p.40). Sin embargo, en la visión de Haywood no hay tal reemplazo, ya que su idea de colonialismo interno se basa en un criterio determinado de clase, articulado con problemáticas de raza, cultura y región, pero fundamentalmente de clase. En su obra, el análisis de la diferencia en el desarrollo regional sur-norte de Estados Unidos, está subordinado a la constatación fundamental de que la superexplotación de una parte minoritaria de la población -los negros- beneficia el desarrollo capitalista de la mayoría de la población -los blancos-, lo que crea una barrera racial que se refleja territorialmente en el sur pero que se extiende hasta los guetos urbanos del norte industrializado. En este caso el análisis de clase no se reemplaza, sino que se articula con el problema racial, encontrando en el seno de un mismo país un criterio racista que organiza el trabajo y define qué parte de la clase obrera puede ser superexplotada -los negros- y cuál será explotada a secas -los blancos-. Esta contradicción fundamental, que tiene un criterio económico determinado claro, de clase, se articula con el problema de la diferencia de desarrollo regional sur-norte de Estados Unidos sin reemplazar la cuestión de clase, como concluye en su obra de 1948:

La aparcería fue la forma predominante a la que recurrieron los antiguos propietarios de esclavos para mantener las viejas relaciones de esclavitud bajo las nuevas condiciones de emancipación legal, posibilitando la continuación de un tipo de explotación económica que en su intensidad y forma era similar a la esclavitud. Esto ha permitido a los propietarios de las plantaciones apropiarse no solo de la mitad o más del producto de la mano de obra del agricultor, sino lo suficiente del resto para mantener al agricultor y su familia por debajo del nivel de pura subsistencia física. Esta superexplotación... involucra una combinación de explotación directa a través de la producción y un robo directo con crédito usurario, respaldado por un odioso sistema de opresión nacional y un estado de perpetuo endeudamiento y dependencia. La diferencia entre este sistema y la esclavitud es simplemente que el propietario anterior no solo poseía la tierra y los instrumentos de producción, sino también la persona del esclavo. Pero esta «ventaja» del propietario de esclavos sobre su sucesor moderno se ve considerablemente compensada por el sistema de sanciones legales y extralegales, incluido el peonaje, mediante el cual el propietario puede retener al agricultor en la tierra o expulsarlo de ella a su voluntad;…. El mantenimiento del estatus de paria de los negros estadounidenses, su falta de igualdad, es una parte integral de la política del capital financiero estadounidense. Esa política tiene como objetivo lograr lo siguiente: 1. La paralización artificial y forzada del libre desarrollo económico y cultural del negro a través de la persecución racista, que es la condición básica para mantener su superexplotación, y 2. La infección del organismo de la democracia estadounidense con el virus del odio racial como elemento disuasorio ante la formación de un frente común de trabajadores y personas democráticas contra el enemigo común: el capitalismo monopolista. (Haywood, 1948, pp.37/139, énfasis y traducción propia)

De esta forma, la idea de colonialismo interno de Haywood implica que existe dentro de un mismo país una región con las fuerzas productivas desarrolladas donde se concentra un grupo de población -los blancos- que se beneficia de la superexplotación de un grupo poblacional específico que se concentra en una región «atrasada» del mismo país (los negros en el sur). A partir de esta constatación económica fundamental, Haywood toma la decisión política de apostar estratégicamente por la visión de la lucha de liberación nacional para los afroamericanos, debido a que no confía en que la lucha por la igualdad pueda ser realmente efectiva por la existencia de una brecha económico-estructural de carácter colonial entre blancos y negros, la cual tiene su origen en la historia de la esclavitud moderna y la estructura de distribución de la tierra. De manera que existe aquí una concepción fundamentalmente económica del colonialismo, cuya base sería la superexplotación que aboca a «un estado de perpetuo endeudamiento y dependencia» de la población negra hacia la población blanca. Esta visión no se circunscribe sólo a los afroamericanos del sur, sino también a los del norte y a todos los que vivan en Estados Unidos, expandiendo la idea de colonialismo más allá de la cuestión territorial y regional. Aquí entraría en juego la línea de color y de dominación racial, que como comentábamos, se articula con la clase, promoviendo un estado de continua dependencia.

Por tanto, aunque esta situación fuera generalizable a todo el país, la decisión de ubicar un Estado propio en el Black Belt respondía a la presencia histórica de población negra en esta región y a la concentración de la tierra en manos de terratenientes blancos. El problema de trasladar este punto de vista a sociedades periféricas, como es el caso de América Latina, es que estos países funcionan enteramente como colonias económicas, beneficiándose las potencias imperialistas de la superexplotación de la mayoría de su población. Aquí la situación de «perpetua deuda y dependencia» se tiene a nivel de todo el Estado. Aunque existan diversas opresiones y jerarquías internas entre clases y grupos sociales, en términos de la discusión colonial, tal y como la entendía Haywood, no se podría hablar aquí de colonialismo interno debido a que existe un colonialismo general sobre todo el país. Entonces la propuesta, tal como la desarrolla Haywood, sólo sería válida para analizar la situación de grupos de población superexplotada y racializada que habita en países «desarrollados» o en fases de expansión imperialista8. El énfasis económico de la propuesta de Haywood se traduce en la radicalidad política de la estrategia de corte leninista que se deduce de su análisis -la liberación nacional y la búsqueda de un Estado propio-, cuestión que vemos más atemperada en las propuestas políticas «autonomistas» que infiere la escuela latinoamericana del colonialismo interno, quienes comprenden el problema desde un punto de vista más político-cultural planteando «autonomías nacional-culturales» en la línea de socialdemócratas austromarxistas como Otto Bauer. En definitiva, la noción de colonialismo interno de Haywood tendría difícil aceptación tanto en la teoría marxista de la dependencia latinoamericana (por trabajar desde la escala de estructuras nacionales donde no cabría la idea de la existencia de una periferia en el seno de un centro), como en la escuela latinoamericana del colonialismo interno (donde se aplicaba la idea en sociedades periféricas con un énfasis más político-cultural). Aunque, justamente por esto, de haber sido conocida, podría haber dialogado y mediado muy fructíferamente en los debates mantenidos entre ambas corrientes. Éste es sólo un ejemplo de la potencia que habría tenido, en el debate de las ciencias latinoamericanas críticas, conocer los orígenes afroamericanos de la idea del colonialismo interno.

¿República independiente, Estado asociado o integración?

La constatación de la existencia de un colonialismo «interno» hacia la población afroamericana en los Estados Unidos tuvo consecuencias políticas. Siguiendo esta reflexión, el resultado más lógico fue el de exigir la independencia en un Estado propio, conformado por la población negra para escapar al racismo estructural. Si las élites blancas no eran capaces de articular un modelo social interracial verdaderamente efectivo, entonces la lucha por la separación política en un Estado independiente se presentaba como uno de los principales horizontes políticos, así como una reivindicación de reparación histórica para los afroamericanos. Pero sobre este asunto hubo acalorados debates en el seno de los movimientos afroamericanos. Gwendolyn recuerda cómo los más cercanos al Comintern, como fue el caso de Haywood, se mantuvieron fieles a la línea marcada por Stalin en su obra El marxismo y la cuestión nacional (1913), en la que esgrimió una idea de nación obrera revolucionaria que encontró eco en la situación de la población negra de Estados Unidos, planteando entonces el horizonte de liberación nacional más radical. Pero también nos señala que hubo voces que, en una línea similar menos beligerante, propusieron la idea de crear un nuevo estado en el seno de los Estados Unidos, como fue el caso del National Movement for the Establishment of the 49th State. Este movimiento tuvo su base en Chicago y estuvo liderado por antiguos militantes decepcionados con el integracionismo, como Oscar Brown Sr. y Bindley C. Cyrus. No obstante, tuvo un corto recorrido circunscrito al principio de la década de los años 30 por falta de apoyos y fondos.

Además, las propuestas separatistas y de autodeterminación fueron cuestionadas por otros sectores del marxismo afroamericano que, aunque aceptaron las hipótesis del colonialismo interno, promovieron para su superación una estrategia política de integración. Uno de los principales portavoces de esta postura fue el trinitense C.L.R. James, quien era cercano a los círculos trotskistas en Estados Unidos, donde llegó a formar una tendencia independiente conocida como la Johnson Forest Tendency9. James planteaba que en casos en los que existían conflictos coloniales de carácter étnico-nacional, como sucedía en África o el Caribe británico, era útil y revolucionario pensar en términos de liberación nacional. Sin embargo, el caso de la población negra de Estados Unidos presentaba otras particularidades, pues los habitantes eran culturalmente americanos y formaban una minoría dentro de la nación, por lo que la estrategia de autodeterminación no se adecuaba a las condiciones existentes, considerando más pertinente la lucha por la plena integración en igualdad de condiciones con la población blanca. En sus propias palabras:

No se trata de negar a los negros de Estados Unidos el derecho a la autodeterminación. Se trata de si deberíamos defender aquí esta postura. En África y en el Caribe abogamos por la autodeterminación porque la gran mayoría de la gente la quiere. En África, las grandes masas del pueblo consideran la autodeterminación como una restauración de su independencia. En el Caribe británico, donde tenemos una población de origen similar a la de los negros en América, también abogamos por la independencia porque se ha desarrollado históricamente un sentimiento nacional vinculado a la población negra que en esta región es la amplia mayoría … En Estados Unidos la situación es diferente. El negro es minoría y quiere desesperadamente ser ciudadano estadounidense. (James,1984 ;1939, p.33)

Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, estas discusiones perdieron fuerza por el auge del movimiento de los derechos civiles, liderado por personajes como Martin Luther King, quedando las reivindicaciones y discusiones territoriales en un segundo plano. Sin embargo, estas siguieron presentes en el debate político, como recuerda con melancolía Vincent Harding:

Una de las cosas que recuerdo con una combinación de tristeza y humor fue una larga conversación que C.L.R. James y Harry Haywood tuvieron en nuestra casa en Atlanta. Estaban discutiendo sobre cuál expresión de la ideología y organización marxista era la mejor…Sus argumentos provenían de las experiencias de finales de los años veinte y treinta, que ellos sentían todavía como heridas muy recientes y experiencias muy duras. Tengo la sensación de que habría sido mucho más saludable si se hubieran enfocado en buscar lo que compartían más que lo que les separaba, poniendo su energía en pensar algo productivo que dialogara con el presente... fue muy duro sentir la falta de importancia real para nuestro tiempo de los argumentos y debates ideológicos de estos dos grandes intelectuales negros. (citado en Robinson, 2000;1983, pp.403-404)

El retorno del debate sobre el colonialismo interno en los 60: la polémica con Harold Cruse y el «ala derechista» del Black Power

En 1959 la tesis de autodeterminación en el Black Belt fue abandonada por el CPUSA al considerarse impracticable en el contexto del momento. Sin embargo, emergieron nuevas propuestas con el surgimiento del movimiento del Black Power. Con un fuerte arraigo en los guetos urbanos del norte industrializado, estos movimientos se asumieron como sujetos «coloniales domésticos». Así, apostaron por la autonomía barrial y comunal al mismo tiempo que se identificaron con experiencias revolucionarias del Tercer Mundo como las de China y Cuba. Gwendolyn nos compartió que Haywood y ella en un primer momento se ilusionaron con el auge del movimiento del Black Power y la toma de las armas para la autodefensa por parte de los Black Panther (Haywood, 1978, p.635). Sin embargo, pronto consideraron que habían tomado un camino no revolucionario ligado a los intereses de la burguesía negra. En este sentido, ambos sostuvieron una acalorada polémica con uno de los voceros del Black Power, Harold Cruse, quien apostaba por una composición interclasista del movimiento, dándole especial relevancia al lugar de la burguesía negra en el proceso. El esquema de Cruse planteaba que históricamente la población negra había sufrido un «colonialismo doméstico», situación ante la que era lícito impulsar un «nacionalismo negro» como movimiento de liberación, siendo la incipiente burguesía colonial (en este caso la burguesía negra) un actor protagónico y de especial relevancia en el proceso, tal y como había sucedido en otros procesos de liberación en naciones colonizadas:

Desde el principio el negro estadounidense ha existido como un ser colonial. Su esclavitud coincidió con la expansión colonial de las potencias europeas, siendo un colonialismo doméstico. En lugar de que Estados Unidos estableciera un imperio colonial en África, trajo el sistema colonial a casa y lo instaló en los estados del sur…. Pero cuando los comunistas promulgaron por primera vez la cuestión negra como una «cuestión nacional» en 1928, querían una cuestión nacional sin nacionalismo…. Esto es lo mismo que decir que la burguesía negra no tiene derecho a tratar de convertirse en capitalista, una idea que no tiene ningún sentido histórico. Si consideran lícito que un pequeño propietario, nativo de un país subdesarrollado, expulse a los capitalistas extranjeros para hacerse cargo de sus mercados internos, ¿por qué el propietario negro no debería tener el mismo derecho? … La próxima coalición de organizaciones negras contendrá elementos nacionalistas burgueses negros en roles de liderazgo, quienes no deben estar subordinados a ningún grupo blanco aliado. Ya no hay espacio para el paternalismo revolucionario que ha sido el sello distintivo de organizaciones como el Partido Comunista. (Cruse, 1962, pp.12-15/25, énfasis y traducción propia)

Gwendolyn y Haywood respondieron a las ideas de Cruse en un conocido texto de 1966 en el que acusaban a Cruse de «derechizar» con sus ideas el potencial revolucionario del Black Power, lamentando que no hubiera podido comprender el sentido de clase subyacente a los nacionalismos del Tercer Mundo desde la Primera Guerra Mundial:

Harold Cruse sólo ve dos tendencias en el nacionalismo negro: la tendencia integracionista, liderada por el sector asimilacionista de la burguesía negra, y la tendencia separatista, liderada por su sector nacionalista, reduciendo el problema fundamental al choque entre ellas. Las masas, sostiene, no tienen más remedio que seguir uno u otro sector de esta burguesía…Cruse, por lo tanto, descarta claramente la posibilidad de que las masas luchen independientemente y forjen su propio movimiento revolucionario … La clave de su pensamiento sobre esta cuestión es su suposición de que los movimientos nacionalistas son principalmente un esfuerzo burgués … Esta fórmula simplificada se extiende a lo largo de su artículo y es una desviación completa de la teoría, prácticas y experiencias contemporáneas de los movimientos de liberación nacional. Es un concepto anticuado…. No tiene en cuenta el cambio en la esencia social de la cuestión nacional desde el inicio de la crisis general del sistema imperialista después de la Primera Guerra Mundial, como dijo Stalin en Los fundamentos del leninismo en 1924: “... la esencia de la cuestión nacional radica en la actualidad en la lucha de las masas populares en las colonias y de las nacionalidades dependientes contra la explotación financiera, ¿qué importancia puede tener la lucha competitiva entre las burguesías de las diversas nacionalidades cuando la cuestión nacional se presenta de esta manera?…. Es perfectamente obvio que estamos interesados, principalmente, no en el hecho de que la burguesía de una nacionalidad está golpeando o puede vencer a la burguesía de otra nacionalidad en la lucha competitiva, sino en el hecho de que el grupo imperialista de la nacionalidad gobernante explota y oprime a las masas y, sobre todo, a las masas campesinas de las nacionalidades coloniales y dependientes”. (Haywood & Hall, 1966, pp.72-74, traducción propia, cursivas agregadas, subrayado en el original)

Como Gwendolyn recuerda, la posición que defendían tomó forma con la emergencia de movimientos de trabajadores negros que, como en Detroit, organizaron huelgas y disturbios masivos en 1967. En esta caliente coyuntura emergió la Liga de los Trabajadores Revolucionarios Negros (LRBW por sus siglas en inglés), que aglutinaba diferentes movimientos sindicales revolucionarios que estaban consolidándose fuertemente con la emergencia de la industria automovilística y otros sectores industriales en torno a Detroit. De la liga emergieron grupos como la Liga Comunista o el Partido Comunista del Trabajo, que retomaron los aportes de autores como Harry Haywood o Nelson Peery, analizando la cuestión negra en términos coloniales. Así, las tesis de Haywood en torno a la singularidad de la lucha de los trabajadores negros se vieron reflejadas en las movilizaciones en Detroit, donde en la revuelta contra las condiciones laborales no se asumió la alianza con la burguesía negra como un paso necesario para la lucha de la clase trabajadora negra. Esto demuestra quizás que a fin de cuentas Harold Cruse y Harry Haywood estaban en diferentes trincheras dentro de la lucha negra.

De este modo, a pesar del abandono del CPUSA de la línea de autodeterminación en esta época, las tesis de Haywood en torno a la libre determinación de la población negra tuvieron una fuerte difusión en los círculos marxistas, leninistas y maoístas. El ensayo de 1957 Toward a Revolutionary Position on the Negro Question se mantuvo vigente en las décadas de los 60 y 70. Este fue junto al texto de Nelson Peery The Negro National Question (1972) uno de los textos más influyentes de aquel período respecto a las problemáticas agrarias y territoriales del sur de los Estados Unidos, que presentara un horizonte revolucionario desde el nacionalismo negro (Kelley, 2002, pp.100-101). No obstante, las problemáticas de los movimientos negros fueron virando progresivamente hacia el gueto urbano del norte industrial, quedando progresivamente relegados los proyectos en clave nacional en las demandas de algunas organizaciones. Aun así, las propuestas nacionalistas del Black Belt fueron retomadas con distintos matices por autores como Robert Allen, James Forman, Amiri Baraka o Maulana Karenga, encontrando a su vez eco en las propuestas secesionistas en el sur de movimientos como Republic of New Afrika (RNA).

Por último, Gwendolyn nos compartió que, aunque apoyaron a los sectores más radicales y obreros del Black Power, lo consideraban un movimiento excesivamente mediático, algo a lo que no estaban acostumbrados en la militancia revolucionaria comunista, donde precisamente la poca visibilidad era un elemento valioso. Además, cuestionaron el Black Power, considerando que no habría que hablar del poder hasta haberlo realmente conseguido, siendo el eslogan más un anhelo que una realidad. En este sentido, como anécdota para terminar, es conocido que fue Richard Wright el primero que usó el concepto para titular una de sus novelas, Black Power (1954). Cuando compartió el borrador con George Padmore, este le sugirió que cambiara el título por Black Freedom, preguntándole: «En un tiempo en el que los capitalistas imperialistas blancos tienen bombas atómicas con las que dominan el mundo ¿podemos hablar de la existencia de un verdadero “poder de los negros”?» (citado en James, 2015, p.140).

Conclusiones

La mayoría de estudios sobre el desarrollo del concepto de colonialismo interno sitúan su origen a finales de los años 50 en el pensamiento de intelectuales blancos como el sudafricano Leo Marquard o el estadounidense Charles Wright Mills. Estas genealogías obvian el desarrollo previo de la idea en el pensamiento africano y afrodescendiente desde principios del siglo XX, especialmente entre los comunistas negros de Sudáfrica y Estados Unidos. En este texto hemos revisado los aportes del comunista afroamericano Harry Haywood, quien publicó la primera gran obra sobre el tema, Negro Liberation, en 1948, donde puso énfasis en la cuestión del racismo y la superexplotación como elementos articuladores del colonialismo interno que sufría la población negra en Estados Unidos. Haywood construyó la idea desde la acumulación de una memoria larga de reivindicaciones sociales y experiencias combativas en el seno de los movimientos afroamericanos. Una larga tradición que había planteado desde el siglo XIX la autonomía y la liberación nacional, así como la redistribución equitativa de la tierra. El impulso de la Internacional Comunista a la tesis de la autodeterminación para el Black Belt desde los años 20, fue fundamental para que se asentara como debate teórico y político en los círculos militantes afroamericanos, teniendo los trabajos de Lenin y Stalin sobre la autodeterminación de los pueblos y la cuestión nacional en el mundo colonial una influencia importante en su desarrollo. Estas primeras propuestas del concepto de colonialismo interno elaboradas por los comunistas negros varias décadas antes de que la idea llegara al debate universitario, fueron de hecho, al estar íntimamente relacionadas con la cuestión de la superexplotación y la dependencia estructural, más radicales políticamente que las desarrolladas en los ambientes universitarios desde finales de los años 50, que fueron más cercanas a las propuestas de la «autonomía nacional-cultural» de los socialdemócratas austromarxistas. Esta genealogía, ampliamente desconocida en el pensamiento crítico latinoamericano, nos permite reconstruir horizontes de liberación que presentaron propuestas radicales en su tiempo, frente al imperialismo, el colonialismo y el capitalismo racial.

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1La conversación la realizamos en verano de 2019 en su casa de Guanajuato, México, donde la profesora disfruta de su retiro y jubilación.

2Esta afirmación de Amin no es del todo exacta. El partido comunista de Sudáfrica no aceptó la tesis del colonialismo interno hasta su refundación en 1953, como se puede comprobar en su programa de 1962 en el que definen Sudáfrica como una «colonia de tipo especial». En los años 20 sólo unos pocos comunistas negros sudafricanos como James La Guma defendieron esta idea a través de la apuesta por una «República nativa», cuyo rechazo le provocó reiteradas expulsiones del partido (Lee, 1982, p.37; Haywood, 1978, p.235). Además, como veremos, Haywood reconoce adoptar la idea en 1926 por influencia del joven comunista ruso Nikolai Nasanov, teniendo en un primer momento más apoyo de sus compañeros «blancos» que de sus compañeros «negros». Amin no proporciona referencias, por lo que desconocemos la naturaleza de estos errores, en cualquier caso, el sentido general de la cita nos sigue sirviendo, pues sitúa el origen de la teoría del colonialismo interno en los debates mantenidos por los marxistas negros en los años 20, mucho antes de su elaboración por parte de Charles Wright Mills en 1959.

3Se comprende como Reconstruction al turbulento periodo de la historia de Estados Unidos que transcurre entre el fin de la Guerra de Secesión y la aplicación de las transformaciones políticas en los derrotados estados del sur (1863-1877), especialmente la abolición de la esclavitud por medio de la Proclamación de la Emancipación (1863) y la Enmienda XIII (1865), así como la dotación de derechos de ciudadanía a la población negra por medio de la Enmienda XIV (1866) y de voto por la Enmienda XV (1870). La obra clásica por excelencia del papel desempeñado por la población afroamericana durante este período es Black Reconstruction in America: An Essay Toward a History of the Part Which Black Folk Played in the Attempt to Reconstruct Democracy in America, 1860-1880 de W.E.B. Du Bois (San Diego: Harcout Brace, 1935).

4Se conoce como Back to Africa a toda una serie de experiencias impulsadas desde finales del siglo XVIII hasta principios del siglo XX, que buscaron el retorno de la población afrodescendiente esclava y exesclava al continente africano. En un primer momento estuvieron lideradas por los abolicionistas británicos y estadounidenses y, más adelante, emprendedores afrodescendientes como Paul Cuffe, Martin Delany o Edward Wilmot Blyden tomaron el relevo. En términos generales el movimiento fracasó, pero se instalaron en la región de Sierra Leona y Liberia varios núcleos poblacionales. De hecho, Liberia fue la primera república independiente de África y su capital fue bautizada con el nombre de Monrovia, en honor al presidente estadounidense James Monroe, quien apoyó económicamente la empresa. En este sentido, hay quienes plantean que hubo en estos movimientos una motivación paternalista y providencialista al pensar que los afroamericanos, que habían sido educados en la cultura occidental, podrían «civilizar» a las poblaciones africanas (Henry, 2009, p.238). Además, en ocasiones tuvieron relaciones problemáticas con organizaciones racistas, siendo muy sonado el apoyo del Ku Klux Kan al movimiento de Marcus Garvey debido a que consideraban que ayudaría a «limpiar» Estados Unidos de población negra al dirigirla hacia África (Dagnini, 2008, p.202).

6Los chicos de Scottsboro fueron un grupo de nueve jóvenes afroamericanos acusados injustamente de violar a dos mujeres blancas en 1931 en Alabama. Este juicio movilizó a la opinión pública ante la falta de evidencias, involucrándose en la defensa el CPUSA.

7Aquí emula el título de un trabajo anterior de 1938 de James S. Allen, comunista norteamericano colaborador del periódico comunista The Southern Worker y uno de los principales defensores de las tesis de autodeterminación del Black Belt en la década de los años 30.

8El término colonialismo interno también es ampliamente utilizado para analizar la situación de naciones sin Estado en el seno de otros países desarrollados o «centrales», como puede ser el caso de Cataluña, País Vasco, Quebec o Escocia. Sin embargo, el concepto de Haywood tampoco aplicaría para estos casos, debido a que no hay una diferenciación fundamental en la explotación de sus poblaciones respecto a la del resto de sus países. Si la superexplotación es la base del colonialismo interno, el concepto no podría emplearse en estos casos sin «deseconomizar» de algún modo la idea, entendiéndola entonces como una opresión de carácter fundamentalmente político-cultural. Donde sí podría funcionar la idea, tal como la entendía Haywood, sería en el caso de la población migrante racializada que vive superexplotada en el seno de estos países. Por nuestra parte no estamos ni a favor ni en contra de los diversos usos del concepto «colonialismo interno», sólo hacemos estas especificaciones para entender cómo fue la temprana elaboración de Haywood.

9La Johnson-Forest Tendency tomó su nombre de la conjunción de los pseudónimos de sus dos principales líderes, J.R. Johnson (C.L.R. James) y Freddie Forest (Raya Dunayevskaya). Desde 1940 hasta 1951 funcionó como un órgano de difusión de ideas «marxistas independientes» en la órbita de distintas organizaciones trotskistas y movimientos sociales de Estados Unidos. Sus aportes a la teoría y la crítica marxista fueron variados y notables, destacando su definición de la URSS como un «capitalismo de Estado» y sus reflexiones y traducciones de textos clave como los Grundrisse de Karl Marx y los manuscritos filosóficos de Lenin. La propuesta fundamental de la tendencia se basaba en renovar el marxismo para aplicar sus ideas de forma creativa y no ortodoxa a nuevos contextos como las luchas feministas y afroamericanas de los Estados Unidos en las que participaron activamente (véase Goldner, 2004).

Este artículo es producto de una investigación sobre marxismos negros realizada por los autores de forma independiente

5En la época se comprendía como Black Belt la zona de los estados sureños donde los afroamericanos superaban el 50% de la población total. Esta región, de marcado carácter agrícola y rural, tenía la forma de una media luna que abarcaba, siguiendo la línea de la costa, desde el estado de Virginia por el norte hasta el estado de Texas por el sur, incluyendo territorios de Carolina del Norte, Carolina del Sur, Georgia, Alabama, Mississippi y Luisiana (véase la imagen 2). Sobre el origen del nombre Booker T. Washington dijo: «A menudo se me ha pedido que defina el término “Black Belt”. Hasta donde he podido saber, se usó por primera vez para designar una parte del país que se distinguía por el color de su tierra. La parte del país que poseía este suelo espeso, oscuro y naturalmente rico era, por supuesto, la parte del sur donde los esclavos eran más rentables, y en consecuencia fueron llevados allí en la mayor cantidad. Más tarde, y especialmente desde la guerra , el término parece usarse en su totalidad en un sentido político, es decir, para designar los condados donde el pueblo negro supera en número al blanco» (2009 1901, p.124 traducción propia). Dos años más tarde W.E.B. Du Bois inmortalizó la geografía del Black Belt en su seminal obra The Souls of Black Folk. Essays and sketches (Chicago: A. C. Mclurg & Co., 1903).

Recibido: 04 de Noviembre de 2019; Aprobado: 16 de Marzo de 2020

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