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Tabula Rasa

Print version ISSN 1794-2489

Tabula Rasa  no.35 Bogotá Sep./Dec. 2020  Epub Feb 26, 2021

https://doi.org/10.25058/20112742.n35.10 

Artículo de investigación

INCIDENCIA DE LA RESISTENCIA SOCIAL FRENTE A LA INDUSTRIA PETROLERA, EN LAS DINÁMICAS SOCIO-AMBIENTALES DEL CORREGIMIENTO EL CENTRO, MUNICIPIO DE BARRANCABERMEJA

The Incidence of Social Resistance Face to Oil Industry in the Socio-Environmental Dynamics in El Centro Village, Municipality of Barrancabermeja

Incidência da resistência social ante a indústria petroleira nas dinâmicas socioambientais na localidade El Centro, município de Barrancabermeja

Yully Marcela Navarro-Martínez1  , Magister en Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente
http://orcid.org/0000-0002-3706-1099

1. Universidad Industrial de Santander, Colombia Magister en Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente, Universidad de Manizales. Trabajadora social, Universidad Industrial de Santander marcelanavarrom28@gmail.com


Resumen:

La resistencia social en el corregimiento El Centro ha incidido de manera significativa en las estructuras políticas, sociales, culturales, ambientales y económicas del territorio; su lucha ha sido netamente de interés social, desplazando la defensa de los elementos y dinámicas del entorno natural el cual ha sido el protagonista de su desarrollo socioeconómico. La investigación tiene por objetivo comprender la incidencia de la resistencia social frente a la industria petrolera en las dinámicas socio-ambientales del corregimiento El Centro ubicado en el municipio de Barrancabermeja, desarrollándose mediante una metodología cualitativa de tipo descriptivo-interpretativo. Se realizaron entrevistas, abordaje longitudinal de la resistencia, revisión documental oficial y bibliográfica. Se tomó como referente la teoría de la acción colectiva de Alberto Melucci y los resultados se desarrollaron a través de macro categoría: sociales y ambiental, así como de siete subcategorías que se desprenden de las anteriores.

Palabras clave: resistencia social; industria petrolera; acción colectiva; Barrancabermeja; desarrollo sostenible.

Abstract:

Social resistance in El Centro village has fallen upon significatively in the political, social, cultural, environmental, and economic structures over the territory. Their fight has been neatly social, by displacing the defense of the elements and dynamics of the natural setting, which has been the main actor in their socioeconomic development. This research aims to understand the impact of social resistance face to the oil industry in the socioenvironmental dynamics at El Centro village, located in the municipality of Barrancabermeja, which is developed through a descriptive-interpretative qualitative method. Interviews, a cross-sectional approach to resistance, official and bibliographic documentary review. Alberto Melucci’s Theory of colective action was taken as a source of reference, and the results were developed through macro categories social and environmental, as well as seven subcategories stemming from the first ones.

Keywords: social resistance; oil industry; collective action; Barrancabermeja; sustainable development.

Resumo:

A resistência social na localidade El Centro tem influenciado significativamente as estruturas políticas, sociais, culturais, ambientais e económicas do território. Sua luta tem sido basicamente de interesse social, deslocando a defesa dos meios e das dinâmicas do ambiente natural, o qual tem sido o protagonista de seu desenvolvimento socioeconômico. A pesquisa tem por objetivo compreender a incidência da resistência social ante a indústria petroleira nas dinâmicas socioambientais na localidade El Centro no município Barrancabermeja. Para isso utiliza-se uma metodologia qualitativa de tipo descritivo-interpretativo. Realizaram-se entrevistas, abordagens longitudinais da resistência, revisão documental oficial e bibliográfica. Escolheu-se como referência a teoria da Ação Coletiva de Alberto Melucci e os resultados se desenvolveram através das macro- categorias: sociais e ambientais, igualmente sete subcategorias derivadas das anteriores.

Palavras-chave: resistência social; indústria petroleira; ação coletiva; Barrancabermeja; desenvolvimento sustentável.

Introducción

Chihu menciona, que en opinión de Melucci, la resistencia social surge en la «esfera de la producción económica de corte estratégico obrero-sindical» ejercida durante la revolución industrial (2000, p. 82). Las primeras protestas sumaban esfuerzos para revertir el orden burocrático y económico de los reprimidos. Contaban con un líder como voz representante del movimiento social, quien adoptaba y propagaba un discurso basado en la reivindicación de los bienes materiales, derechos y equilibrio económico de la población a quien se les había vulnerado. Hacia mediados del siglo XX, la resistencia embrionaria era interpretada como un efecto de acción-reacción ante una amenaza, era funcionalista, estructuralista y psicológica; bajo este concepto, los individuos no establecían vínculos ni poseían intereses colectivos, su acción resistente sólo obedecía a cambiar el orden social actual sin pretensión de llegar a transformar sus dinámicas a largo plazo, lo que, los llevaba a concebirse como movimientos sociales inmediatistas. Hoy, la resistencia social es más compleja, colectiva e incidente en las diferentes esferas políticas, económicas y ambientales, dando como resultado la construcción de nuevas formas de sociedad e identidades que apuntan a la transformación de la base social.

El corregimiento El Centro perteneciente al municipio de Barrancabermeja es una de las poblaciones colombianas donde la resistencia social ha sido la base para la construcción de una comunidad sin tierras y moldeada por el ejercicio de la industria petrolera desde 1918. Esta lucha de base, permitió identificar en la presente investigación, la incidencia que ha tenido en los escenarios laborales de quienes sirven a la industria, las condiciones de vida de las poblaciones, la apropiación del territorio y la construcción de una llamada «cultura petrolera».

Metodología

La pregunta de investigación que orientó este trabajo fue: ¿Cuál ha sido la incidencia de la resistencia social frente a la industria petrolera en las dinámicas socio-ambientales del corregimiento El Centro, municipio de Barrancabermeja?, orientada por la metodología cualitativa la cual permite obtener conocimiento directo de la vida social de los sujetos parte del estudio. Como sustento teórico para la comprensión del tema, se hizo uso de la teoría de la acción colectiva de Alberto Melucci, la cual afirma los profundos cambios que generan los nuevos movimientos sociales de resistencia sobre las estructuras que componen una sociedad.

Se realizó una revisión documental, bibliográfica, de artículos indexados, y secundaria de carácter oficial del municipio de Barrancabermeja, sobre la temática en escenarios internacionales y nacionales; complementando y contrastando lo encontrado con información primaria obtenida en campo mediante entrevistas semi-estructuradas a las unidades de trabajo correspondientes a presidentes de Juntas de Acción Comunal, organizaciones de base del corregimiento, colonos, líderes comunitarios de las veredas que conforman el corregimiento El Centro, funcionarios de algunas empresas petroleras en el área y activistas externos al corregimiento que se han involucrado en el proceso de resistencia social del corregimiento. Las entrevistas estuvieron divididas. Las personas entrevistadas se denominaron: ET1, ET2, ET3, ET4, ET5, ET6.

Se emplearon otros instrumentos de recolección de información primaria como la línea de tiempo en la identificación longitudinal de eventos de resistencia social más relevantes frente a la industria petrolera y una ficha de caracterización socioeconómica con la cual se recolectó información acerca de los modos de vida de las comunidades del corregimiento El Centro, puntualizando en aspectos demográficos, económicos, espaciales y de organización político administrativa, aspectos que han alentado la continuación de la resistencia con el fin de ser mejorados.

Con base en la información recolectada, se caracterizó la resistencia ejercida por la comunidad del corregimiento a través de categorías sociales y ambientales construidas a partir del marco teórico investigativo permitiendo comprender cómo desde cada aspecto característico la resistencia a influido en las dinámicas socio-económicas del corregimiento.

La investigación consideró los siguientes principios éticos acordes con la resolución No. 008430 de 1993 de la República de Colombia.

  1. Respeto a la dignidad y la protección de los derechos y el bienestar de las personas.

  2. Consentimiento informado.

  3. Selección imparcial de los sujetos.

  4. Privacidad del individuo (Ministerio de Salud, 1993).

Resultados

Las resistencias son básicamente expresiones micropolíticas. Se fugan de los poderes de centro en donde reside la macropolítica, se desmarcan de los territorios de los poderes soberanos… (Useche, 2016, p.29)

Durante el auge del movimiento obrero-sindical, se desarrolla la primera resistencia social reconocida y consolidada hacia las operadoras del sector de hidrocarburos en el corregimiento El Centro, específicamente en contra de la empresa Tropical Oil Company, de ahora en adelante Troco. Para esta época, los trabajadores manifestaban un profundo rechazo e inconformismo ante las adversas condiciones de trabajo, trato y carencias críticas en las que vivían por incumplimiento de la cláusula sexta del traspaso de la Concesión la cual citaba la obligación de la operadora en asegurar la vida de sus trabajadores y operación del proyecto (Luna-García, 2010, p.148).

Esta lucha viviente que inicialmente pertenecía a los trabajadores, fue expandiéndose y cobrando fuerza en sus núcleos familiares, los cuales convivían y se beneficiaban de la industria; no solo eran los trabajadores que luchaban por sus derechos, sino un conglomerado de habitantes del corregimiento que exigían desarrollo social, económico y autonomía en aquel territorio donde se favorecían empresas extranjeras y/o terceros ajenos. Estas exigencias condujeron al nacimiento de una resistencia que hasta el día de hoy se mantiene incidiendo en las dinámicas socio-ambientales del corregimiento El Centro.

A continuación, se describe las características que revela la resistencia social ejercida por la comunidad del corregimiento a través de siete (7) categorías: infrapolítica, autonomía, territorialidad, identidad, capacidad de agencia, bienes ambientales físicos y bienes ambientales bióticos.

Infrapolítica

Existen acciones particulares que los habitantes del corregimiento ejercen para demostrar su inconformismo frente a la operación de un proyecto petrolero; las mismas, son la demostración de una resistencia oculta y no verbal o infrapolítica que protege los intereses comunitarios del corregimiento además de librarlos de señalamientos, criminalización y represiones de las que, en algunas ocasiones, han sentido por ejercer resistencia.

La infrapolítica se entiende como un tipo de resistencia oculta y pasiva donde se toman decisiones y se resiste sin que el oponente se dé cuenta de ello; también es reconocida como los inicios de nuevas formas de poder y democratización desde la base a través de la cotidianidad.

En el corregimiento El Centro, la infrapolítica es ejercida, en algunas ocasiones a través de la pasividad e indiferencia frente a los escenarios de socialización, concertación y recolección de información que se requiere para el desarrollo y continuidad de los proyectos. Estas acciones se desarrollan en el plano de la cotidianidad, siendo fieles al discurso y mentalidad colectiva de proteger con sus propias herramientas la integridad y desarrollo social del corregimiento.

La infrapolítica, como una característica presente en la resistencia del corregimiento, se adopta por la percepción de ausencia de una estructura de representación sólida y leal a sus intereses, así como por la desprotección civil a la que se exponen a la hora de ejercer algún tipo de resistencia.

En las entrevistas adelantadas, los líderes comunitarios mencionaban las limitantes de los funcionarios públicos en el cumplimiento de garantías y derechos de los habitantes del corregimiento ante empresas como Ecopetrol y OXY; sus comentarios expresaban frustración y conformismo, «las autoridades electas intentan ayudarnos hasta donde pueden» (ET2); otros percibían la indiferencia por parte de estos actores, haciendo referencia que los mismos no ejercían el suficiente poder para ser garantes del cumplimiento de los compromisos pactados entre la comunidad y las operadoras, pues estos están limitados a las directrices del gobierno que apoyan la labor multinacional; «no sentimos protección por parte de las autoridades, porque ellos están regulados por el gobierno» (ET1). «la procuraduría es garante de nuestros derechos y deberes, pero su acompañamiento se limita a la presencia en el territorio, estos no comprometen a las operadoras a que cumplan con los compromisos» (ET1).

En lo que refiere a desprotección civil, las comunidades han percibido represión, señalamiento y judicialización de sus acciones resistentes por años, llevándolos a ejecutar la resistencia «silenciosa» en su devenir cotidiano, lo cual resulta un excelente medio para impedir el normal desarrollo de un proyecto; «lo cotidiano se transforma en el primer espacio que puede ser descolonizado, liberado y “deconstruido”» (Poma, 2017, p.150).

La infrapolítica tuvo mayor fuerza en los inicios de la resistencia social de base obrero-sindical, pues para estas épocas de resistencia embrionaria, donde la movilización era desorganizada, espontánea con reacciones semi-racionales a condiciones anormales generadas por tensiones en las estructuras sociales (Delgado, 2005, p.13), las autoridades locales optaban por la represión, señalamiento y extradición de los obreros del corregimiento, por lo que ejercer resistencia sin alentar estos señalamientos, era la mejor y más eficaz estrategia .

Autonomía

La autonomía en el presente contexto investigativo, es entendida como la expresión de independencia a la gobernabilidad tradicional de la cual ya no hay legitimidad y deseo colectivo por reflejar determinada cosmovisión de la realidad (Poma, 2017, p.43); esta autonomía es tanto material como simbólica, libre de cualquier ideología; de la misma, se desprende una capacidad de auto-convocatoria sin depender de los recursos económicos o materiales y tiempos hegemónicos del poder establecido para tomar decisiones y acciones de lucha.

La autonomía en el corregimiento está representada por los líderes, presidentes de Juntas de Acción Comunal, activistas y pobladores que a través de la lucha remueven las estructuras sociales y políticas de gobernabilidad tradicional, la cual, según la percepción de los habitantes, ha abandonado y desprotegido el territorio en beneficio de la actividad petrolera, desde la lógica capitalista que les representa economía y estatus frente a otros mercados.

De acuerdo con las entrevistas, las comunidades han sentido la «ausencia total de las autoridades e instituciones del Estado en materia, la actitud de los anteriores ministros de minas se centraba en demandar y señalar de manera peyorativa los procesos de consulta popular adelantados en la defensa de las comunidades; las autoridades sólo demandan los procesos legales de participación ciudadana, hay constante confrontación jurídica con las comunidades; desde el gobierno se establecen los llamados diálogos territoriales con el extractivismo, pero solo es una forma de persuasión para permitir el desarrollo de estas actividades que tanto daño han generado» (ET6). Sobre las formas de persuasión, Useche, afirma que: desde los espacios de la macropolítica, es decir, desde el Estado, los gobernantes, autoridades electas, se generan subjetivaciones y se despliegan dispositivos que intentan capturar las fuerzas de las acciones micropolíticas, las comunidades resistentes, incluirlas en su zona de homogenización y segmentación, para someterlas a su disciplina (2016, p. 37).

Según entrevistas (ET1, ET5), la resistencia en el corregimiento surge de manera independiente; ante cualquier inconformidad que afecte gran parte de la población, los líderes, presidentes de JAC y comunidad se encargan de convocar, reunir y preparar desde sus propios medios y recursos, asambleas y mesas de diálogo que fomenten la expresión y manifestación del malestar social ante quienes los impactan, ya sea frente a la indiferencia de la autoridad local o frente a las operadoras quienes desarrollan la operación en el corregimiento. Algunos líderes comunitarios mencionan no tener grupos de apoyo o modelos de organización de resistencia social a seguir, solo existe la voluntad del pueblo y el deseo por cambiar la realidad. «no tenemos leyes que nos amparen. Solo hay voluntades del pueblo» (ET1).

A pesar de considerarse la autonomía como una cualidad independiente de cualquier apoyo material o simbólico, algunos líderes reconocen la influencia y guía de la Unión Sindical Obrera de la Industria del Petróleo (USO) como organización pionera con experiencia en luchas sociales y defensa del pueblo trabajador que ha venido apoyando a la comunidad del corregimiento desde 1923. Así mismo, según la historia, los procesos de resistencia social del corregimiento fueron influenciados por los cambios políticos nacientes en 1918 en el país producto de la «oleada de huelgas y de luchas sociales, que se expresaron en la fundación del Partido Socialista en Bogotá» (USO, 2009, párr.7) y el devenir de ideologías marxistas, leninistas, maoístas y corrientes trotskistas de todo el bloque socialista, así como del partido Comunista Colombiano con fuerte presencia en Barrancabermeja (Guerrero, Tristancho & Cediel, 2005, p.217); figuras sindicalistas como el líder obrero Raúl Eduardo Mahecha, fundador de la Unión Obrera y antiimperialista más influyente de los años 20, el abogado y dirigente político Diego Montaña Cuellar, quien en la resistencia de 1948 construyó conciencia política en la clase obrera para defender mediante vía legal los derechos laborales y la soberanía nacional de los recursos energéticos.

Territorialidad

La territorialidad, permite comprender el apego y sentido de pertenencia que las comunidades establecen con su entorno, siendo esta una de las principales causas que lleva a la resistencia social motivando cambios internos en las formas de apropiación, organización y lucha.

Desde la resistencia obrero-sindical hasta en la actualidad, las comunidades del corregimiento guardan una relación de dependencia económica con su territorio, siendo la razón por encima de la tradición y cultura, que los motiva a luchar y resistir por su espacio; no obstante, antes de la llegada de la industria petrolera con la Troco durante el siglo XIX e inicios del siglo XX, se adelantó una disputa por la protección y reconocimiento del territorio ancestral y cultural de los pueblos indígenas que los habitaban, entre estos los yariguíes, los carare y los opones; esta disputa terminó en beneficio a la industria petrolera, la cual finalmente se apropió del territorio. «Se podría decir que los primeros hechos que generaron la resistencia social en el corregimiento frente a la industria petrolera fue la dinámica de extermino y despojo que sufrieron las comunidades indígenas yariguíes, los carare y los opones en beneficio de la industria extractiva, los cuales a su vez aprovecharon para someterlos a esclavitud» (ET6).

La conformación del corregimiento estuvo permeada por la industria petrolera con la llegada del primer pozo en 1918; algunos colonos provenientes del Cesar, Bolívar y Antioquia que ya habitaban el territorio antes de la llegada de la industria petrolera, atraídos por la importancia nodal de comercio nacional que se daba en el territorio por medio de los ríos La Colorada y Oponcito, construían sus viviendas de manera dispersa por el corregimiento; otros, posterior a la llegada de la industria, que también construyeron los inicios del corregimiento, arribaron de diferentes partes del país colombiano en búsqueda de mejores condiciones salariales y de vida, alquilando su mano de obra para las petroleras y pernoctando en campamentos dados por la operadora; años más adelante, con la dinámica económica que se gestaba entorno a la industria, comenzó a llegar más población que se asentaba, al igual que los colonos, alrededor de los pozos.

La pertenencia al territorio claramente giraba en torno a la industria; así como los colonos y habitantes de otras regiones del país se apropiaban de una parte del territorio, los trabajadores extranjeros no eran indiferentes a esta oportunidad. De acuerdo con la historia de la industria, «la gente procedente de otras partes del país que llegó a buscar trabajo, comenzó a demandar tierra para construir sus viviendas» (Guerrero, Tristancho & Cediel, 2005, p.218) y con ello, se generó una ola de resistencia en defensa del territorio por parte de la población nacional defendida por la USO.

Según entrevistas realizadas, en el año 2000, Ecopetrol decide cerrar el Campo La Cira Infantas por la baja producción y poca rentabilidad de la operación, no obstante, la dependencia de la comunidad a las actividades industriales, su relación única de productividad petrolera con el territorio, la escaza diversificación de empleabilidad y los múltiples beneficios que les ofrecía la empresa, impidió que el campo se cerrara. Años después, Ecopetrol recupera el campo bajo la denominación de «Campo Maduro» y con ello, comienza un proceso de reasentamiento dirigido a todos los habitantes del corregimiento, pues la totalidad del territorio pertenece a Ecopetrol, según contrato de la concesión de Mares. Ante tal evento y la clara dependencia de los habitantes a la actividad petrolera, comienza un proceso de resistencia, que a hoy se mantiene en defensa de su espacio, exigiendo garantías de vivienda digna y sostenibilidad económica iguales o mejores a las que reciben estando en el campo petrolero.

Por otra parte, es importante resaltar que existen líderes comunitarios que poseen sentido de pertenencia por su territorio dada su histórica resistencia; estos actores aluden que el corregimiento posee historia de lucha y liderazgo en defensa del pueblo trabajador y el bienestar social que los motiva a seguir viviendo y defendiendo su lugar para las generaciones venideras; «estoy ligado al territorio porque he vivido toda la vida acá, porque hay liderazgo, historia de resistencia» (ET1). Existen otros líderes que los conmueve la justicia social y desarrollo local de un territorio que ha sido explotado por la industria durante 100 años y la retribución, así como el progreso, no se evidencia; «Me motiva luchar por el vivir bien en mi territorio, por la justicia social, la equidad, el desarrollo social y que las cosas puedan hacerse de otra forma» (ET2).

Identidad

La identidad es la característica propia de una comunidad o individuo que se construye a partir de su relación, uso y manejo con el entorno social, cultural, económico y natural. La identidad refleja particulares modos de vida en torno a la justicia, derechos humanos, participación política, autonomía sobre territorios, conservación y protección del medio natural.

La presencia de la industria petrolera en el corregimiento El Centro, moldeó una identidad de lucha viviente por la defensa del territorio, del colono y del bienestar socioeconómico de sus comunidades. Tres hitos de resistencia social frente a la industria petrolera en El Centro, relevantes para las comunidades, han marcado la vida y devenir de los habitantes del corregimiento; no obstante, en años anteriores ya se habían desarrollado protestas y movilizaciones por parte de los trabajadores de la Troco y comunidad, que iban permeando las bases sociales y construyendo dicha identidad de resistencia.

El primer hito de resistencia para las comunidades se desarrolló en el año 2000, donde las comunidades, líderes de Juntas de Acción Comunal (JAC) y líderes sociales del corregimiento, se opusieron a través de marchas y concentraciones en la USO, al cierre total del campo petrolero La Cira Infantas, ya que este durante varios años, no lograba obtener los suficientes rendimientos que le permitieran continuar con su operación. Gran parte de las familias del corregimiento dependían completamente y de manera directa de este campo, la actividad petrolera se había convertido en su única fuente de ingreso y potencial sector de desarrollo para la región; su cierre, implicaba acabar con muchas familias y llevarlos directamente a la pobreza. Las marchas realizadas en aquella época surtieron efecto y el campo continúo sus operaciones, las cuales se incrementaron para el año 2006, cuando se pudo hablar de una «recuperación del campo maduro».

En el 2006, ocurre el segundo hito; Ecopetrol aumenta su rendimiento en sociedad con la empresa Occidental Petroleum Corporation (OXY). La maduración del campo, hace que la operadora estatal decida ejecutar procesos de reasentamiento a todas las familias del corregimiento, con el fin de expandir su operación en el área, que por decreto expedido por el Instituto Colombiano para la Reforma Agraria (Incora), lo que posteriormente fue el Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (Incoder), y lo establecido en el Plan de Manejo Ambiental (PMA) de Mares, a la totalidad del corregimiento pertenece al campo La Cira Infantas. Ante tal hecho, las comunidades del corregimiento ejercieron resistencia a través de vías de hecho y marchas pacíficas, expresando su total desacuerdo y rechazo a una directriz que no garantizaba la estabilidad y bienestar social futuro de las familias, así como reparación de su arraigo y sentido de pertenencia por un territorio. De este hecho surgieron otras problemáticas que aquejaban a la comunidad, asociadas a temas de participación laboral y pasivos ambientales que durante años habían afectado las dinámicas físico-bióticas del territorio. Como resultado de la lucha ejercida, se establecen mesas de diálogo que lograron establecer mínimos acuerdos entre la operadora y comunidad para dar continuidad con la operación del campo. Para la comunidad, en estos «espacios de diálogos se pueden establecer relacionamiento entre las partes (Gobierno, operadora, representantes de las comunidades, comunidad en general)» (ET2), que dan lugar al diálogo para el manejo de diferentes temáticas que requerían de atención.

En mayo de 2017, surge el tercer hito de resistencia por «incumplimiento histórico de todos los acuerdos entre operadora y comunidad durante el desarrollo del campo La Cira Infantas» (ET2). En esta ocasión, las comunidades del corregimiento, deciden marchar y hacer cese de actividades, logrando con ello llevar a los espacios de diálogo las problemáticas que se seguían presentando y la mitigación de futuras, si no se hacía cumplimiento de los acuerdos.

Capacidad de agencia

La capacidad de agencia, es entendida como la organización y auto-convocatoria que tienen las comunidades o individuos para llevar a cabo una determinada labor, en este caso para ejercer la resistencia social. Esta característica, permite exponer y demostrar por diferentes vías ya sean simbólicas o materiales, los hechos que evocan la resistencia, llegando a justificar su oposición frente al adversario y lograr con ello el éxito de su objetivo.

En el corregimiento El Centro, la resistencia social actual se ejerce a través de dos vías principalmente, la primera por medio de la infrapolítica, y la segunda por vías legales mediante instancias o espacios de diálogo, «interlocuciones con las autoridades correspondientes, derechos de petición, oficios directos a funcionarios públicos, audiencias y acciones populares» (ET6).

En años anteriores, se presentaban marchas, vías de hecho y cese de actividades, así como «bloqueos a las instalaciones y vías de acceso al campo o pozos» (ET3), a las cuales hicieron alusión algunos funcionarios de la industria que fueron entrevistados.

Las primeras manifestaciones de resistencia se caracterizaban por ser ruidosas, se utilizaban armas como medios de intimidación y bloqueos al acceso de plantas u oficinas. Durante la primera protesta en 1924, «4.000 hombres en pie de lucha dispararon 20.000 tiros al aire» (Banrepcultural, s.f., párr. 11), atentaron contra los rieles del ferrocarril, detuvieron vehículos de la compañía y organizaron un ejército popular (Urrutia, 2016, p.95). Así mismo, la población se organizaba en grupos con funciones específicas para ejercer resistencia.

A pesar de la represión que sufrían los sindicalistas y obreros durante la resistencia, la capacidad de organización los llevaba a ingeniarse formas para reunirse, debatir, aprender y ejercer la resistencia. Mientras las autoridades locales impedían las reuniones y asambleas para emprender la lucha, la USO hacía las «asambleas en las iglesias y en los teatros, comprando todas las boletas de la función y la gente supuestamente entraba a cine, pero iba era a la asamblea» (Guerrero, Tristancho & Cediel, 2005, p.224); los boletines de paro eran distribuidos de manera clandestina, a través de las señoras que iban al mercado por medio de sus canastos, de los niños y los sacerdotes de la época.

Otras formas de expresión empleadas durante las primeras resistencias fueron los medios de comunicación formales como la prensa; fue a través de un comunicado realizado por el sindicalista Mahecha en su periódico donde se hizo extensivo a nivel nacional la primera lucha obrera en 1924.

Así mismo, estos medios permitían informar a comunidades y otras regiones aledañas el inconformismo manifiesto por el sector obrero de la industria petrolera y crear una especie de apoyo por el trabajador afectado. La USO también se basó en las publicaciones periódicas como un medio efectivo para fortalecer las acciones simbólicas de lucha. La USO tenía un boletín diario que llegaba a cada uno de los trabajadores y en este boletín se discutía y de allí salían las consignas y las acciones que había que promover, inclusive se llevaba a la casa y se leía en familia (Guerrero, Tristancho & Cediel, 2005, p.219).

En 1927, siendo la segunda manifestación de resistencia social por parte de los colonos del corregimiento El Centro y obreros de la Troco apoyados por Mahecha, la resistencia se expresaba con símbolos que forjaron recordación e identidad delante de terceros que los veían luchar; en esta manifestación se emplearon banderas de color rojo con tres ochos propias de los obreros de Chicago (E.U). De esta capacidad de agencia, iría a quedar un legado de planeación, organización y control a las futuras generaciones que seguirían en pie de lucha.

En 1927, la capacidad de agencia en el corregimiento, transmitió legitimidad de las acciones en aquellos que aún no hacían parte del movimiento, llegando a traspasar fronteras pues el comercio colombiano, así como países extranjeros como Siria, se solidarizaron con el movimiento resistente, contribuyendo económicamente al sostenimiento de los trabajadores en huelga; a nivel nacional, las comunidades de otras ciudades también apoyaban la resistencia, replicando paros con el sentir de los obreros y comunidades impactadas por la industria petrolera.

Durante los años 2007 y 2008, luego del segundo hito más importante de resistencia social ejercido por la comunidad del corregimiento, se construyen desde el liderazgo y representación comunitaria instancias que acogerían cada uno de los aspectos que amenazaban el bienestar y desarrollo social de la comunidad en su presente y futuro.

El real progreso comunitario y el interés común sobre el individual, llevó a que los habitantes del corregimiento organizaran su lucha desde la legalidad, el diálogo, liderazgo y compromiso comunitario a través de la división de responsabilidades. Los líderes y representantes comunitarios, identificaban que las necesidades y problemáticas sociales, económicas y ambientales, que padecían los habitantes en torno a la industria, eran dinámicas y transcendían en el tiempo, por lo que era necesario implementar instancias de diálogo, para lograr cambios reales y progreso en la comunidad. De esta manera, las instancias establecidas desarrollan y dan manejo en temas de: familia, cultura, recreación y deporte; bienes y servicios; medio ambiente; social y proyectos productivos.

Según las entrevistas realizadas a los líderes comunitarios, las instancias lograron reducir a cero las manifestaciones de resistencia en el corregimiento (ET2); no obstante, la suscitada en el 2017, se dio como manifestación de inconformismo y disgusto por incumplimiento de acuerdos que, aun siendo manejados a través de las instancias, no se cumplían.

De acuerdo con los entrevistados, la legalidad como forma de expresión de la resistencia es muy importante, no obstante, cuando no hay respuestas a través de esta, el corregimiento opta por resistir mediante vías de hecho; «en situaciones complejas se hace uso de las vías de hecho, respetando todo lo que concierne una protesta social» (ET6).

A futuro, algunos líderes comunitarios proyectan la creación de un noticiero como una herramienta comunicativa que les permita expresar su lucha a carta abierta traspasando los límites del territorio: «desde la gestión comunal, el corregimiento ya cuenta con equipos de comunicación para ser visibilizados, con los mismos se pretende estructurar un noticiero» (ET2).

Incidencia ambiental

Bienes ambientales físicos y bióticos

Esta categoría, comprende la incidencia que ha tenido la resistencia social en bienes ambientales como el agua, suelo, fauna y flora.

Dentro de las entrevistas realizadas con líderes comunitarios, la resistencia social histórica y actual del corregimiento El Centro está motivada y centrada en el interés social, económico y laboral de sus habitantes como aspectos fundamentales en el desarrollo y bienestar social del territorio. Los líderes y representantes reconocen su débil lucha por la defensa de sus recursos naturales y/o entorno natural, así como reconocen que «lo que más le duele a la gente, por eso resisten» (ET1), y lo que principalmente trastoca a esta comunidad, que nació y se desarrolló en una dinámica petrolera, son los temas de inclusión laboral, estabilidad económica y progreso social traducido en viviendas, medios de transporte, salud, educación, entre otros; «a nivel ambiental no se ha logrado nada con la resistencia social de hace 100 años, se impone más la lógica del beneficio personal y del empleo». (ET6).

No es de desconocer que la presencia de la industria petrolera en el territorio ha creado una relación de explotación y aprovechamiento con su entorno natural, generando alta afectación, y en algunos casos, irreversibles impactos negativos al medio; así mismo, las inadecuadas prácticas domésticas y la ausencia de algunos servicios públicos domiciliarios como el alcantarillado, gas domiciliario y la optimización de otros como el acueducto, han sumado a la presión y pérdida progresiva de los recursos naturales.

El recurso hídrico, es el bien ambiental con mayor afectación por las actividades de perforación, operación y producción de la industria; según el Plan de Desarrollo Municipal de Barrancabermeja 2016-2019, la inadecuada disposición de las aguas residuales industriales ha llevado a un deterioro progresivo y acelerado de los cuerpos de agua, siendo visibles en procesos como eutrofización, alta sedimentación, variación de los caudales por cargas orgánicas e inorgánicas y riesgo de desecación (Alcaldía de Barrancabermeja, 2016, p.119).

El suelo, por su parte, no es ajeno a la realidad de afectación, puesto que las actividades de explotación de crudo, ha provocado procesos erosivos, contaminación y disminución de la productividad en los suelos (Alcaldía de Barrancabermeja, 2016, p. 119).

Es importante resaltar que, durante las primeras manifestaciones de resistencia social en el corregimiento, lideradas por Mahecha hacia el año de 1924, se denunciaba con firmeza la responsabilidad del Estado en el manejo de los recursos naturales (Banrepcultural, s.f., párr. 12), y la USO también adelantó debates políticos sobre la entrega de los recursos naturales a las multinacionales (Guerrero, Tristancho & Cediel, 2005, p.220); sin embargo, estas luchas estaban dirigidas a los beneficios económicos que llegaría a poseer la nación, trabajadores y Barrancabermeja al tener el control del campo petrolero.

El tema ambiental en el corregimiento se enfoca principalmente a temas de salubridad del medio para protección de la salud social; tal como cita Avellaneda Cusaría (2004, p. 470), la resistencia social en temática ambiental no se asociaba con afectaciones directas a los bienes y recursos naturales hasta el momento, sino «alrededor de las condiciones de precariedad en la salud ambiental que rodearon los nuevos asentamientos humanos surgidos alrededor de los campamentos petroleros». En otros aspectos, se reduce al cumplimiento ambiental estipulado por el Plan de Manejo Ambiental de Mares (PMA) con la operación de los pozos; según comentarios de líderes, el PMA ha contribuido a la disminución de derrames, caza de animales y aprovechamiento forestal descontrolado. «Antes había más derrames, ahora hay más control de tala, se prohíbe la caza y hay sanciones por atropellamiento de fauna» (ET1).

Discusión

Las comunidades del corregimiento El Centro, han encontrado el camino del bienestar social y desarrollo comunitario en la resistencia que ha ejercido en contra de las actividades petroleras desde el inicio de la operación hasta la actualidad; sin embargo, esta lucha comunitaria adelantada, ha dejado ver los escenarios de dualidad social y ambiental por los cuales aún atraviesan e impiden el contundente y tan anhelado progreso mancomunado.

De acuerdo con los resultados presentados, la consolidación de la resistencia social con base en el movimiento obrero-sindical de la industria del petróleo, ha construido a través del tiempo nuevas formas de ejercer poder y política en el corregimiento; esta acción a formado nuevos líderes que se han constituido y legitimado como autoridades bajo relaciones horizontales construidas desde la base, las cuales transmiten a la comunidad un control propio de las acciones que se gestan en el territorio, donde hay lugar a la participación, voz y voto de todo un pueblo.

La resistencia social ha sido variada en el corregimiento, dando a conocer una posición política de defensa del territorio y bienestar social que se ha expresado desde acciones armadas, legales, hasta acciones ocultas (infrapolítica) desarrollados en la cotidianidad, los cuales contienen un arsenal de significados culturales y principios que defienden su posición. En este espacio cotidiano, común y habitual, las comunidades hallan la libertad y seguridad para expresar su posición, sin llegar a sentirte acusados, criminalizados por su actuar, o reprimidos por terceros que opacan su libertad de lucha, tal como lo vivieron en las primeras manifestaciones de resistencia y que continúan en la actualidad por parte de algunos sectores de la sociedad; para Poma, la cotidianidad crea «espacios sociales en los que el control y la vigilancia de los grupos dominantes no pueden penetrar» (2017, p.150).

Scott (2003) analiza las formas de resistencia por subordinados en situaciones de dominación total, similares a las vividas por los primeros obreros de la industria petrolera en el corregimiento y que en la actualidad algunos habitantes mantienen. Su estudio, identifica una forma sutil y válida de resistencia que lleva a la construcción de nuevas formas de política y poder contraria a la tradicional, la cual desarrolla sus discursos de convencimiento y expresión en público frente a escenarios abiertos; la resistencia identificada por Scott es oculta, denominada como infrapolítica, ejercida en espacios cotidianos y con discursos que sólo conocen el grupo subordinado, generando presión y control del poder para revertir el orden establecido por los dominantes. De acuerdo con los resultados expuestos, en el corregimiento El Centro, la forma oculta de resistencia de los habitantes ha sido la pasividad e indiferencia de las comunidades en escenarios necesarios para la continuación o desarrollo de los proyectos; el no colaborar con el desarrollo del proyecto, también demuestra una sólida respuesta al mismo y, sobre todo, un fuerte control y poder del territorio. Héau, menciona que para Scott esta herramienta, «es el arsenal de los pobres para su defensa frente a todo tipo de poder» (2007, p.56).

Para Melucci (1999), es una forma de trasgredir los límites del sistema, crear una alternatividad política característica de los movimientos sociales actuales en donde el alcance de los beneficios se puede hacer de otra forma.

Para Useche, la infrapolítica crea micropolítica, la cual se expresa de manera silenciosa o apenas se percibe como un rumor, de miles de voces sometidas que comienzan a rebelarse, manifestando de diversas maneras su inconformismo para recuperar su dignidad, un lugar en las dinámicas que se desarrollan en su espacio (2016, p.29).

A pesar que los inicios de la resistencia social en el corregimiento estuvieron permeados por ideologías socialistas y comunistas de la época, por mentes sindicalistas y asesoramiento legal por parte de abogados, la historia y lucha vivida, forjó en ellos una independencia comunitaria para continuar con la defensa de sus ideales; en el corregimiento, «había una capacidad de desprendimiento, una capacidad de lucha y una solidaridad muy fuertes» (Guerrero, Tristancho & Cediel, (2005, p. 217).

La ausencia de un Estado de protección y autoridades locales que los representaran y defendieran ante las violaciones de la industria petrolera, fortaleció su autonomía comunitaria, encontrando en la resistencia social la mejor representación.

Esta independencia, representada en la autonomía, no dispone de recursos materiales y no materiales dados por aquellas autoridades electas que en sus funciones deberían otorgar o formar en ellos, como garantes de la protección social y comunitaria de sus ciudadanos; los recursos que hacen parte de la resistencia han sido construidos en su mayoría desde la base, desde su historia, vivencia y experiencia, llegando a tener mayor impacto y permanencia que aquellos que hubiesen podido adquirir de manera externa a su realidad; un ejemplo de ello, ha sido la organización de lucha que ha construido el corregimiento mediante espacios de diálogo y los proyectos de bienestar social que han edificado desde sus cimientos.

De acuerdo con De Certeau (2000), la resistencia desde la base logra movilizar «recursos insospechados, ocultos en la gente ordinaria, y con esto desplazan las fronteras verdaderas de la influencia de los poderes sobre la multitud anónima» (p. XXII); así mismo, la historia y vivencia se convierten en armas subversivas que hacen más propia la resistencia y con ello, la materialización de sus intereses, tal como lo expresa Bonfil, «la vuelta al pasado se convierte en un proyecto de futuro. La conciencia de que existe una civilización recuperable permite articular firmemente la subversión» (2005, p.189); es por ello, que la autonomía construida a partir de la resistencia, se concentra en mayor medida en los colonos, aquellos que han vivido el proceso, o líderes contemporáneos que recibieron de generación en generación, la historia de lucha.

En la construcción de la independencia, es importante aclarar que la autonomía en el corregimiento es de lucha y resistencia que ha permitido la continua defensa de sus comunidades y territorio, para alcanzar el bienestar social por encima de los intereses económicos nacionales y extranjeros que se construyen alrededor de la industria petrolera; tal como lo cita Melucci en su teoría de la acción colectiva, «los nuevos movimientos sostienen una crítica a la noción de progreso y definen la autonomía personal frente a las estructuras burocráticas» (Chihu, 2000, p.81). No obstante, es visible e identificable la dependencia que aún mantiene el corregimiento con la industria petrolera, pues alrededor de esta actividad extractiva, las comunidades han consolidado su progreso, al parecer inmediato, limitando su capacidad de diversificación económica, empleabilidad y ocupación; así mismo, en esta industria han encontrado la respuesta inmediata a la satisfacción de sus necesidades básicas y el escenario adecuado para ejercer prácticas democráticas, participativas y de valor ciudadano que el Estado colombiano como responsable de garantizar ello, ha evadido desde el comienzo de la operación en el campo petrolero.

De esta manera, la autonomía ejercida por las comunidades del corregimiento, en términos de resistencia social, ha desarrollado nuevas formas de poder y expresión que logra representarlos políticamente y socialmente ante las grandes esferas políticas. La lucha ejercida durante años, llevó a que las comunidades y líderes construyeran instancias capaces de representar los diferentes intereses sociales y económicos que componen las dinámicas propias del territorio; estas instancias construyeron empoderamiento territorial, una vocería robusta de habitantes antes silenciados por el temor y la ignorancia, y la formación de nuevos líderes que velarían por la defensa del bienestar social, sin estar a la espera de recibir ello desde sus autoridades electas; «los movimientos de resistencia asentados en lo micropolítico (desde la base), nutriéndose de la fuerza vital de su autonomía …, pueden interpelar de nuevas maneras los espacios macropolíticos» (Estado, gobernación, autoridades locales) (Useche, 2016, p.36).

La resistencia social del corregimiento en torno al territorio, se ha expresado en términos productivos y de interés económico; la lucha ejercida, ha defendido un espacio que potencialmente puede mejorar las condiciones de vida de la familia o asegurar un cupo laboral en la industria por pertenecer al área de influencia de las operaciones.

La resistencia ha logrado hacer entender a las comunidades que la apropiación de su espacio, les asegura la participación directa y convivencia con los proyectos de la industria, sacando provecho en una relación posiblemente de valor compartido entre las empresas petroleras y el corregimiento.

Para las comunidades del corregimiento, el territorio termina siendo un espacio físico con valor económico dado por la actividad petrolera, alejándose de su importancia como espacio intersubjetivo donde se desenvuelven comunidades y un cúmulo de valores simbólicos, de cultura; desde este punto de vista, el territorio es apropiado desde un concepto de cartografía euclidiana, donde se considera el mismo como «una representación abstracta que es susceptible de ser cuan tificada mediante la matematización de sus elementos constituyentes» (Silva, 2014, p.21), para ser aprovechado, explotado, acumulando recursos y riquezas.

También es importante destacar que, el apropiarse del territorio, ejercer resistencia en defensa del mismo sin importar su razón o fin, se constituye en una forma de poder y política, pues en el mismo «juegan intereses, información y jerarquías» (Silva, 2014, p.22), de quienes lo dominan y quieren tener control de él, además de expresar que un territorio no es soberano «de un solo poder, al interior del mismo hay micro-poderes que trazan nuevos proyectos y líneas» (Useche, 2016, p.29). Cuando Ecopetrol informó a las comunidades del corregimiento sobre los procesos de reasentamiento para extender la operación del campo maduro, las comunidades ejercieron resistencia como un acto de poder sobre el territorio, no obstante, bajo la lógica anteriormente descrita. Es así como «la territorialidad es una tentativa, o estrategia, de un individuo o de un grupo para alcanzar, influenciar o controlar recursos y personas a través de la delimitación y control de áreas específicas» (Schneider & Peyré, 2006, p. 5).

Por otra parte, la identidad del corregimiento está estrechamente relacionada con la legitimación de su resistencia y lucha constante por defender la dignidad y los derechos de sus habitantes, los cuales se han sentido vulnerados desde el inicio de la operación del campo petrolero; esta identidad les da vida y motivación a los colonos que alguna vez anhelaron un territorio próspero para sus generaciones.

Según Scott (2003), cuando la dignidad de un colectivo es atacada u oprimida, este reacciona de tal manera que se produce una movilización, una ruptura de la cotidianidad que lleva a la reivindicación de su identidad. La resistencia ha llevado a que los habitantes construyan comportamientos y sobre todo actitudes de defensa constante, pensamiento crítico y negociación frente a los diversos escenarios que presenta la ejecución de los proyectos petroleros.

Para el corregimiento, la identidad se ha constituido al igual que los demás elementos anteriormente descritos, en una importante característica y herramienta para mantener el control de su entorno y sobresalir ante agentes externos de difícil manejo como un actor social importante en la toma de decisiones y negociación; de acuerdo con Melucci, la identidad es la «capacidad de los actores para generar solidaridades y sentidos de per tenencia que les permita ser vistos como actor social» (Torres, 2009, p.59).

En otros aspectos, la identidad ha permitido la no repetición de eventos humillantes, de explotación obrera y muerte que vivieron durante años en la operación del campo petrolero, producto de la ausencia de mecanismos de defensa obrera, ciudadana y de una identidad clara, definida, direccionada y comunitaria que propendiera por el progreso social. Es claro, que las experiencias vividas, formaron una identidad de resistencia y esta última en su accionar fue fortaleciéndola hasta la actualidad; según Durkheim:

las formas en que una sociedad se representa los objetos de su experiencia; son contenidos de conciencia que reflejan la experiencia colectiva ... y por lo tanto serían el producto vivencial de la larga asociación espacial y temporal de un grupo humano, que se manifiestan como formas de pensamiento no explícitas que incluso subyacen a las creencias. (1968, p.444)

La resistencia lleva consigo un carácter ideológico y simbólico que constituye la identidad del corregimiento que se ha sostenido en el tiempo; las comunidades aún creen en su poder, su autonomía y capacidad solidaria para cambiar su realidad social, económica y laboral, así como lo han logrado de manera progresiva en años anteriores cuando les fue reconocida la estabilidad laboral al interior de la industria, el ajuste de los salarios y la mejora de las condiciones de vida con el acceso a algunos servicios públicos y sociales; de acuerdo con Torres, la continuidad de un proceso de resistencia es «fruto de su conexión con procesos históricos y sociales de carácter más estructural, pero también de su capacidad de construir tradiciones, memorias, identidades y visiones de futuro compartidas» (2009, p.62).

Finalmente, dentro de las categorías sociales, la capacidad de agencia en los procesos de resistencia del corregimiento ha evolucionado a través del tiempo, facilitado en la actualidad el desarrollo del campo petrolero en términos económicos y sociales con la minimización de esfuerzos en el manejo de los conflictos.

En años anteriores, la capacidad de agencia en la resistencia era influenciada por movimientos obreros de otros países, utilizando elementos materiales (banderas) y simbólicos para expresar su inconformismo; esta organización y forma de expresión fue referente para otros movimientos obreros, no obstante su resultado era traducido en pérdidas humanas, de credibilidad y estigmatización; con el pasar de los años, el avance en la organización comunitaria, la experiencia, asesoramiento profesional y el deseo objetivo de buscar medios que realmente dieran respuesta a sus manifestaciones hizo que la capacidad de agencia evolucionara concentrándose en acciones legales, categorizadas por frentes que representaban sus necesidades denominándolas mesas o instancias de diálogo.

La organización y legalidad de la resistencia, hizo que la misma se mantenga hoy convocando a nuevos líderes y habitantes para que se unan a la causa comunitaria. De acuerdo con Melucci (1999), los movimientos sociales en la medida en que se configuran como estructuras organizadas, garantizan cierta unidad y continuidad en el tiempo (Torres, 2009, p.59).

De esta manera, la capacidad de agencia en el corregimiento, expresa la autonomía y facultad por manifestar su posición como un acto político comunitario; esta característica como potencia, «se refiere a la capacidad-posibilidad de producir un efecto de novedad frente a un trasfondo de constricciones normativas» (Ema, 2004, p.17), así como «la posibilidad de escapar a la norma para tratar de fundar otra regla» (Ema, 2004, p.20).

Por otra parte, y tal como lo evidencian los resultados, en el ámbito ambiental la incidencia de la resistencia social ha sido poca o reducida al cumplimiento legal ambiental que establece el Plan de Manejo Ambiental de Mares para la operación de los pozos del campo La Cira-Infantas. Dejar a la merced el cuidado de los recursos naturales del corregimiento a las autoridades ambientales, es permitir la pérdida gradual de su territorio incluyendo su avance en el progreso social.

El desconocimiento de las dinámicas naturales y el aislamiento de las mismas del quehacer social, no permite el desarrollo sostenible de un territorio. «El corregimiento El Centro depende en un 90% de la industria petrolera» (ET2); su preocupación o motivación por dejar de depender de la industria diversificando sus actividades económicas es débil y ambigua; uno de los espacios de diálogo trabaja en la implementación y desarrollo de proyectos productivos en el territorio, pero estos desconocen las afectaciones que la industria ha hecho por años al medio natural donde desean emprender nuevas formas de empleo, así mismo, la empleabilidad y disponibilidad de la mano de obra sigue reduciéndose a la industria, bajo una relación antropocéntrica donde la tierra es el medio de explotación y satisfacción de necesidades.

Conclusiones y recomendaciones

La resistencia social en el corregimiento ha avanzado de manera sobresaliente en el ámbito social, llegando a transformar las dinámicas propias que conciernen a este tema; los trabajadores y sus familias mejoraron sus condiciones de vida, obteniendo beneficios que ningún trabajador y comunidad a nivel nacional poseía; la lucha logró educación y salud gratuita a las familias de los trabajadores, así como alimentación mensual, estabilidad laboral y sobre todo participación activa en la toma de decisiones que conciernen al territorio; no obstante, continúan existiendo limitantes de interés particular u otro, que han impedido el desarrollo pleno y próspero de un corregimiento que durante 100 años ha sido explotado por la industria petrolera.

La resistencia social en el corregimiento, gestada en el inicio desde la base obrera-sindical nunca ha sido una lucha mesiánica por cambiar las condiciones laborales y de vida de una sociedad, esta ha servido como referente para otros grupos obreros y comunidades del país, pero su lucha siempre ha sido local y parcializada, tal vez, la parcialidad ha llevado a que los resultados de su lucha comunitaria no sean visibles y sostenibles en las condiciones de vida que desean alcanzar, y a que no busquen dentro de sus soluciones la integralidad y reconocimiento del territorio como un todo.

La lucha de los trabajadores de la industria y las comunidades que se benefician de la misma, no se hace en contra de las actividades extractivas como tal, sino de la dinámica social y económica que se gesta alrededor de la misma, en donde buscan el reconocimiento de condiciones socioeconómicas mínimas a las cuales tienen derecho por hacer parte del territorio donde se desarrollan las actividades y se benefician las empresas operadoras. La resistencia en comunidades petroleras, culturizadas por las dinámicas sociales y económicas que se desprenden de la industria, dependerá de modo directo de estas condiciones de producción y de la evolución del modo económico vigente (Alba, 1964 p.319).

La resistencia social se convirtió para los trabajadores y comunidad del corregimiento en una forma de ejercer política alterna desde la base, con una fuerte ideología marcada, influenciada por la situación política que atravesaba el país en su momento y por grandes sindicalistas; su capacidad de agencia, que se desarrolla como referente para otros sectores obreros y comunitarios del país, también ha logrado trascender del simple cumplimiento de peticiones expuestas en un pliego, a armar una estructura legal, organizada y sólida que permite la defensa continua por elevar la calidad de vida de su territorio, siendo partícipes de las decisiones y ganancias que se obtienen del mismo.

La capacidad de agencia, la autonomía e identidad del corregimiento permeada por la resistencia social, ha dejado entrever, que esta actividad es «atravesada por múltiples esferas de la acción humana: la estética, el leguaje, la producción material, la generación de nuevas relaciones sociales de convivencia o la producción simbólica» (Useche, 2016, p. 31); una acción que no puede estudiarse desde lo plano, desde lo común, como un efecto de acción y reacción como se estudiaba en las teorías del comportamiento colectivo.

A pesar de que la resistencia social de base obrero-sindical sea estudiada como un movimiento social lineal, programático y de acciones convencionales, la realidad de la resistencia que ha demostrado el corregimiento en medio de su proceso de evolución, demanda ser visto desde otra perspectiva, como acción que trasgrede los límites del sistema, que se mantiene en el tiempo, que se da desde la participación compartida entre líderes, colonos, habitantes, trabajadores y que conforman múltiples escenarios y formas de actuación desde espacios públicos, privados y cotidianos.

La lucha viviente del corregimiento El Centro durante los 100 años de extracción de crudo en el campo La Cira-Infantas, se ha transformado en lo que llamaría Melucci, en una agencia de significación, la cual mientras construyó una identidad colectiva de resistencia por el constante progreso socioeconómico del territorio entre sus habitantes y simpatizantes (terceros ajenos a la realidad), ha re-significado una cultura de valor compartido entre las empresas petroleras y las comunidades, de relaciones sociales, de poder y participación sobre un territorio que se han logrado sostener en el tiempo dada la capacidad reflexiva que ha logrado la resistencia social sobre las comunidades y trabajadores.

La lógica comunitaria en el corregimiento es antropocéntrica; el entorno natural es su medio de satisfacción de necesidades y materia prima de su progreso social, no ven en él la necesidad de ser protegido por lo que su lucha se direcciona a un lado de la balanza y en las dinámicas que desde su percepción creen que deben ser protegidas.

El crudo es uno de los recursos no renovables más explotados en el país, sus reservas van disminuyendo y comunidades como el corregimiento El Centro, que dependen casi en su totalidad del mismo, pueden llegar a ser altamente impactadas cuando este no de la rentabilidad y sustento esperado, por lo que es necesario que, así como la resistencia ha contribuido a la consolidación de un bienestar social, influya sobre las dinámicas ambientales para construir un futuro sostenible en el corregimiento.

Las comunidades del corregimiento y líderes comunitarios se han especializado en alcanzar su progreso social de manera fragmentada con su entorno; para estos no existen relaciones de interdependencia y sistémicas con el medio, por lo que es probable que su desarrollo comunitario no llegue al pleno goce del bienestar social al ir desmejorando las condiciones naturales de las cuales dependen de manera directa.

La identidad petrolera en el corregimiento y dependencia de este modo de producción, ha hecho que las comunidades reduzcan su entorno natural como una mercancía cuyo valor se da a partir de la escasez; lo paradójico es que no se lucha y resiste por la conservación del mismo, por lo cual se desarrolla una paulatina degradación del medio que cuando este pierda su total valor o utilidad, las comunidades del corregimiento no tendrán alternativas para continuar con su progreso social.

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Este artículo es parte de la producción científica de la investigación «Incidencia de la resistencia social frente a la industria petrolera, en las dinámicas socio-ambientales del corregimiento El Centro, municipio de Barrancabermeja» para optar por el título de magister en Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente de la Universidad de Manizales. Asesorado por la docente Gloria Clemencia Amaya Castaño investigadora del Cimad de la Universidad de Manizales.

Recibido: 21 de Febrero de 2019; Aprobado: 27 de Abril de 2020

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